Articulo Cientifico
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Introducción
La educación es, sin duda, un factor fundamental del desarrollo y es clave para el
aumento en la cantidad y calidad de las oportunidades del ser humano. Desde los años
cincuenta, se consideró como el canal de movilidad social más importante (CEPAL, 1998);
incluso hoy día, hay evidencia de que sigue siendo un disparador para superar las
condiciones de pobreza. Se ha mostrado que la concentración de trabajadores menos
educados en los sectores más desprotegidos de la economía tiene serias consecuencias y
contribuye a la reproducción de la desigualdad en las sociedades (Llamas Huitrón, 2005:
13).
A partir de mediados del siglo pasado, se planteó que aumentar los niveles escolares
de la población y generar empleos era la solución para la mayoría de los problemas
económicos y sociales de los países; desde entonces, la escolaridad y el trabajo han
mantenido una relación estrecha, lo que ha dado lugar a creer que contar con una
población con mayor escolaridad, con buena capacitación y formación rigurosa en las
escuelas impulsará la economía, circunstancia que se traducirá en una mejor vida social
y material de los individuos. Sin embargo, esta díada (empleo-trabajo) no es clara y ha
ido debilitándose: con la expansión y cobertura casi total de la educación básica, las
desigualdades se van trasladando a exigencias en niveles educativos cada vez más altos a
los que no toda la población puede acceder; además, para que la articulación sea exitosa,
la estructura económica debe ser sólida y generadora de empleos productivos. Llamas
Huitrón y Garro Bordonaro señalan que, si bien esta ideología del desarrollo económico
y del progreso social ha influido en las reformas pedagógicas y curriculares, la vinculación
de la escolaridad con el mercado de trabajo no se ha cumplido pues, por una parte, se ha
dejado de lado la formación valorativa y humanista de las personas, y, por otra, las
posibilidades de ascenso social vía la escolaridad dependen más bien de la creación de
puestos en el mercado laboral (Llamas Huitrón y Garro Bordonaro, 2003: 155).
Utilizando como base la ENOE 2008•••Š, el trabajo que aquí se presenta plantea tres
objetivos:
I. conocer los espacios laborales mexicanos a los que los jóvenes de 25 a 29 años
tienen acceso –comparación de jóvenes con estudios superiores y de jóvenes con
menor nivel escolar–;
II. indagar si los que han cursado estudios superiores tienen posibilidad de trabajar
en condiciones menos deterioradas en comparación con los menos escolarizados,
a pesar de que en México los mercados laborales se encuentran bastante
constreñidos;
III. mostrar si la situación es igual entre hombre y mujeres o si ocurren sesgos por
sexo.
Desde luego, no hay que dejar de señalar que la heterogeneidad es uno de los rasgos
que marcan a la juventud actual, que la exclusión y la desigualdad son dos temas en los
que los/as jóvenes participan cada vez más y que la entrada a la universidad es, en efecto,
una posibilidad real para una minoría. En el ciclo escolar 2008-2009, de los 167, 668
aspirantes que realizaron examen para ingresar en una de las carreras que ofrece la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), 152,991 (91.2%) no obtuvieron un
lugar. De los aspirantes que buscaban entrar a la educación superior en el Instituto
Politécnico Nacional (IPN), 48,890 tampoco lograron incorporarse. En total, se trató de
casi 200,000 jóvenes entre los solicitantes de la UNAM y del Politécnico. 7
Pero no solamente entre las mujeres han cambiado las áreas de especialización;
mientras que antes de 1940 el gremio de los profesionistas, en México, estaba dominado
por médicos, abogados e ingenieros, con la modernización del sistema productivo
adquirieron relevancia nuevas carreras junto con la ingeniería, el derecho y la
administración. Muñoz Izquierdo señala que los campos de ejercicio tradicional han
cedido el lugar a las profesiones orientadas directamente hacia la industrialización y la
productividad; sin embargo, con el paso de los años, el ritmo de crecimiento de la
capacidad de la economía para incorporar productivamente a quienes terminaron sus
estudios profesionales empezó a ser cada vez menor que la velocidad de expansión del
egreso de las Instituciones de Enseñanza Superior (IES). Desde la década de los sesenta,
comienza a haber más egresados que empleos para ellos, y para los ochenta, cuatro
egresados competían por un mismo puesto de nivel profesional (Muñoz Izquierdo, 2004).
En 2008, 3.6% de jóvenes sin estudios superiores era un desempleado activo contra 5.6%
de universitarios.
Así pues, la trayectoria de los jóvenes desde que empiezan su educación formal hasta
encontrar un trabajo está inuenciada por su nivel de estudios y por sus características
familiares, pero también por las condiciones en que se desarrolla el mercado de trabajo.
Para inicios del siglo XXI, de Oliveira analizó las características contextuales, familiares
e individuales de los jóvenes trabajadores para conocer qué elementos incidían en la
inserción en empleos con mejores o peores condiciones laborales. Encontró que la
escolaridad fue un elemento definitorio: a mayor escolaridad, menor probabilidad de
obtener un empleo precario. Los jóvenes con mayor escolaridad tenían empleos no
manuales y en empresas de mayor tamaño, vivían en espacios urbanos y su trabajo se
ubicaba en los servicios sociales o servicios al productor (de Oliveira, 2006).
Uno de los hilos que unen muchos de los trabajos antes mencionados tiene que ver con
la mala situación que enfrentan los jóvenes en el empleo: tanto varones como mujeres
padecen una mayor inestabilidad laboral, tienen trabajos que se encuentran en el ámbito
de la informalidad y del subempleo, con una gran incertidumbre y falta de protección
social. Por otra parte, se evidencian grandes transformaciones en la relación entre
educación y trabajo: de ser considerada lineal y de signo positivo, se ha convertido en no
directa y con resultados diversos, pues los logros educativos van perdiendo sentido como
mecanismo de movilidad. Actualmente, los jóvenes, por una parte, otorgan menor valor a
la asistencia a la escuela, pero, por otra, ven al trabajo solamente como un espacio para
obtener ingresos, cuando ambos deberían ser pilares para el desarrollo de su identidad.
No hay duda de que en México el sistema educativo –en cuanto a cobertura– ha llegado
a un amplio sector de la población. Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo
2008 (ENOE 2008•), de la población de entre 25 y 29 años encuestada, la tercera parte
tiene estudios secundarios y poco más de la quinta parte ha cursado estudios de
licenciatura o más (Cuadro 1); sin embargo, aún existe una quinta parte que solo ha
tenido acceso al nivel de educación básico. En el Cuadro 1 se aprecia que, no obstante los
logros alcanzados en materia educativa, esos avances no han derivado en una equidad
por género: el acceso de las mujeres a estudios posteriores a la primaria muestra un
rezago que las pone en desventaja, fenómeno que se agudiza a medida que se
incrementan los años en la escuela.9 Tomando en cuenta solo a la población ocupada del
mismo grupo etario, se constatan diferencias según la escolaridad y la participación
laboral que merecen comentarse: considerando los varones en general y solo los
ocupados, las diferencias se amplían 5 puntos porcentuales entre los ocupados; es decir,
los que trabajan presentan una escolaridad ligeramente mayor a los jóvenes en general.
Pero las diferencias más importantes se advierten en la población femenina, donde la
participación laboral ocurre, principalmente, entre las jóvenes más escolarizadas.
Cuadro 1. Población de 25 a 29 años y población ocupada del mismo grupo de edad por
sexo (%), según nivel escolar. México. Año 2008
Cuadro 1
Población de 25 a 29 años y población ocupada del mismo grupo de edad por sexo
(%), según nivel escolar. México. Año 2008
Nivel escolar Población de 25 a 29 años Solo población ocupada de 25 a 29 años
Hombres Mujeres Hombres Mujeres
Ninguno 0.0 0.0 0.0 0.0
Primaria 21.7 24.8 17.3 11.8
Secundaria 30.9 30.6 30.1 23.0
Medio superior 21.1 20.5 22.4 22.1
Superior y más 23.6 20.9 28.7 42.1
No sabe 2.7 3.2 1.4 1.0
Total 100.0 100.0 100.0 100.0
Fuente: Estimaciones propias sobre la base de la ENOE 2008, segundo trimestre.
Las cifras del Cuadro 1 sugieren que a más años de estudio, mayores posibilidades de
incursionar en el mercado. Si se asume que, para la mayoría, los estudios universitarios
tienen como etapa terminal precisamente participar activamente en el mercado de
trabajo y así poner en práctica lo aprendido en aulas, entonces, lo que los jóvenes
esperarían es concluir este ciclo educativo para incorporarse no a cualquier empleo, sino
a un trabajo con buenas condiciones laborales y acorde con lo que saben. Pero, realmente,
¿tienen los más escolarizados los mejores trabajos? ¿Cuál es la situación laboral de los
jóvenes adultos con estudios universitarios? ¿Hay nichos en el mercado que permiten que
ellos/a se coloquen en empleos con condiciones favorables? ¿Presentan igualdad de
condiciones hombres y mujeres universitarios/as? Daremos respuestas a estos
interrogantes en los siguientes apartados.
En sentido estricto, al menos en lo que al nivel superior compete, entre los 25 y los 29
años hombres y mujeres que han tenido una concurrencia a la escuela más o menos
constante habrán concluido o estarán por concluir sus estudios. En el Cuadro 2 se registra
la condición de estudio y trabajo de los jóvenes, para ver cuál es la actividad prioritaria
en este grupo etario.
Cuadro 2. Población universitaria de 25 a 29 años según asistencia escolar, conclusión
de estudios y trabajo, por sexo. México. Año 2008
Cuadro 2
Población universitaria de 25 a 29 años según asistencia escolar, conclusión de
estudios y trabajo, por sexo. México. Año 2008
Población universitaria de 25 a 29 años
Condición de estudio y trabajo Hombre Mujer
(856,039) (874,657)
Asistencia escolar
Asiste 23.5 18.3
No asiste 76.5 81.7
Total 100.0 100.0
Conclusión de estudios
Sí 69.7 79.9
No 30.3 20.1
Total 100.0 100.0
Asistencia escolar y trabajo
Asiste y trabaja 14.0 10.6
No asiste y trabaja 74.7 69.3
Asiste y no trabaja 9.5 7.7
No asiste y no trabaja 1.8 12.4
Total 100.0 100.0
Fuente: Estimaciones propias sobre la base de la ENOE 2008, segundo trimestre.
En principio, resalta que, entre los que todavía estudian, hay más hombres que
mujeres. 10 Entre los hombres con estudios universitarios y que son todavía estudiantes
(que, en conjunto, representan el 23.5%), el 86.6% de los que asisten a la escuela
respondió ser soltero y el 13% estar unido; de las mujeres universitarias que aún van a
la escuela (un total del 18.3%), el porcentaje de estudiantes solteras es del 62.2%, y el de
unidas es del 33% (cuadro no presentado aquí). Entonces, en su gran mayoría, los
hombres que se reportan como estudiantes que asisten a la escuela son solteros; por su
parte, las mujeres, cuando son estudiantes, declaran, junto a la actividad educativa, llevar
a cabo tareas del hogar y estar unidas.
Para empezar (Cuadro 3), la primera gran diferencia es la alta tasa de participación
económica de las mujeres universitarias en comparación con la de las no universitarias:
es superior en 30 puntos. Si bien esto tiene que ver con las credenciales obtenidas –que
permiten concursar con mayores posibilidades en el mercado laboral–, también se
vincula con los aprendizajes y actitudes impartidas en las escuelas superiores,
sustancialmente la autonomía y la independencia, tan importantes como las
herramientas técnicas y académicas que las jóvenes deben adquirir en esas escuelas
(Navarrete, 2008).
Cuadro 3
Población activa de 25 a 29 años universitaria y no universitaria según algunas
características laborales, por sexo (%). México. Año 2008
Población activa de 25 a 29 años
Universitarios No Universitarios
Características laborales
Hombre Mujer Hombre Mujer
(757,845) (698,324) (2,646,902) (1,479,141)
Tasa de actividad 88.7 79.8 95.6 44.8
Rama de actividad
Agropecuaria 1.5 0.3 15.9 4.7
Construcción 5.1 2.2 16.1 0.7
Manufactura 15.3 11.2 19.7 21.8
Comercio 14.8 13.9 16.5 27.4
Servicios 61.2 71.1 29.7 44.7
Otros 1.9 1.0 1.0 0.2
No especificado 0.2 0.3 1.1 0.5
Total 100.0 100.0 100.0 100.0
Posición en el trabajo
Patrón 4.2 1.5 3.2 1.5
Asalariado 84.5 89.4 78.5 70.1
Cuenta propia 8.3 5.9 14.8 19.2
No familiar sin pago 0.5 0.6 0.0 0.1
Familiar sin pago 2.5 2.6 3.5 9.1
Total 100.0 100.0 100.0 100.0
Fuente: Estimaciones propias sobre la base de la ENOE 2008, segundo trimestre.
Entre los varones, en cambio, los que no lograron permanecer muchos años en la
escuela participan más que los escolarizados en el mercado. Por lo tanto, en este caso, la
situación por género es distinta: la alta escolaridad apoya la entrada de las mujeres al
trabajo, pero inhibe (o, más bien, posterga) la participación económica masculina.
Observando la diferencia en la tasa de actividad en función del sexo entre cada grupo
según el nivel escolar, se advierte que entre los universitarios la divergencia entre
hombres y mujeres existe pero no es tan marcada (10 puntos), mientras que entre los no
universitarios la participación de los hombres duplica la femenina. La diferencia es
contundente: la desigualdad por género en cuanto a la participación económica es
abismal entre los menos escolarizados y disminuye drásticamente entre los que han
cursado estudios superiores. Una sociedad escolarizada lleva (o debería llevar) a la
igualdad y equidad.
Con relación a la presencia de los adultos jóvenes de 25 a 29 años por rama y posición,
el Cuadro 3 indica que la rama de los servicios es el espacio de mayor presencia entre los
jóvenes mexicanos (y también entre los no tan jóvenes); sin embargo, según los
porcentajes estimados, ocurren diferencias entre los dos grupos presentados: para los
universitarios, la presencia en esta rama es bastante elevada –más de la mitad están en
este sector–; los no universitarios, en cambio, presentan mayor diversidad –tienen más
presencia en los sectores de manufactura y comercio.
En el análisis por sexo, se evidencia nuevamente que los servicios son el área
prioritaria, pero lo son en particular para las universitarias, quedando completamente
rezagados –para ellas– los demás sectores de la economía. Las cifras para las menos
escolarizadas muestran mayor distribución entre todos los sectores: poco más de una
quinta parte se emplea en la manufactura y una tercera parte en el comercio. En el caso
de los varones, los que tienen más estudios, igual que ellas, encuentran la principal opción
en los servicios, aunque la manufactura, el comercio y la agricultura también son espacios
de trabajo; la participación de los varones no escolarizados se distribuye de manera más
o menos uniforme en todos los sectores económicos.
Cuando se hace referencia a los/as universitarios/as, las ocupaciones en los servicios
tienen que ver fundamentalmente con el área educativa y con trabajo en oficinas del
sector público y privado, en tanto que para los no universitarios el trabajo en ese sector
tiene que ver, principalmente, con empleos en oficinas.
Sin embargo, entre los no universitarios resaltan los que se autogestan empleos. Los
trabajadores por cuenta propia obtienen un alto porcentaje. Esta actividad por cuenta
propia es desarrollada por lo no universitarios solamente en ciertas ramas: casi 30 de
cada 100 hombres que han creado su propio empleo están ocupados en la agricultura
(27.3%) y casi 20 de cada 100 en el comercio (18.6%) (cuadro no presentado aquí). Las
mujeres de la misma categoría están fundamentalmente en el comercio (35.6%) y en la
manufactura (18.3%); se trata de pequeños negocios de ventas por catálogo, pequeñas
maquilas o venta ambulante. En este rubro, llama también la atención el 9.1% de mujeres
jóvenes no universitarias que son trabajadoras familiares sin remuneración, ubicadas
mayoritariamente en el comercio.
L AS CONDICIONES LABORALES
Dentro de las condiciones laborales, los bajos salarios, los contratos no escritos, el
trabajo temporal, la falta de prestaciones y el trabajo en empresas muy pequeñas son
rasgos de la precariedad laboral que se vive en México (Rojas y Salas, 2008). Pero las
condiciones son distintas según la edad y el nivel escolar (Llamas Huitrón y Garro
Bordonaro, 2003; de Oliveira, 2006; Rojas García y Salas, 2008; García, 2010; OIT, 2010).
Cuadro 4
oblación activa de 25 a 29 años universitaria y no universitaria según algunas
condiciones laborales, por sexo (%). México. Año 2008
Condiciones laborales Población activa de 25 a 29 años
Universitarios No Universitarios
Hombre Mujer Hombre Mujer
Tipo de contrato
Contrato escrito 61.2 68 33.9 31.0
Sin contrato escrito 17.5 14.5 41 35.4
No especificado 21.3 17.4 25.1 33.6
Total 100.0 100.0 100.0 100.0
Características del contrato
Temporal o por obra 14.6 15.8 7.1 6.2
Base, planta o tiempo indefinido 46.2 51.7 26.6 24.7
Sin contrato 38.8 32 66.1 69.0
No sabe 0.4 0.6 0.2 0.1
Total 100.0 100.0 100.0 100.0
Jornada laboral semanal
Menos de 35 horas 17.2 26 9.2 25.8
De 35 a 48 horas 49.5 46.8 46.8 43.9
Más de 48 horas 24.7 16.1 37 20.9
No trabajó la semana pasada 8.5 10.9 5.9 9.1
No especificado 0.1 0.2 1 0.3
Total 100.0 100.0 100.0 100.0
Prestaciones*
Aguinaldo 63 67.3 38.5 38.7
Vacaciones con goce de sueldo 59.6 64.3 33.2 33.0
Servicio médico público 57.6 61.5 35 31.8
Seguridad para el retiro 52 56.5 30.2 28.0
Ingreso por salarios mínimos
Hasta uno 1.3 1.5 1.9 5.0
Entre uno y dos 4 4.5 7.1 19.2
Entre dos y tres 10.2 11.4 28 37.9
Entre tres y cinco 26.4 31.8 42.9 28.5
Entre cinco y diez 43.1 42.6 18.2 8.6
Más de diez 14.9 8.2 1.9 0.7
Total 100.0 100.0 100.0 100.0
Tamaño de la empresa
Una persona 0.0 0.6 0.0 7.0
2a5 11.9 10.0 29.3 28.1
6 a 20 17.3 21.8 16.1 13.8
21 a 50 12.7 12.4 8.1 5.7
51 a 100 7.6 7.8 5.7 4.8
101 a 250 5.9 6.1 4.6 4.2
251 a 500 4.9 4.3 3.3 2.6
501 y más personas 19.1 20.7 9.2 7.8
No sabe 3.2 2.9 2.7 1.5
No especificado 17.4 13.4 21.0 24.5
Total 100.0 100.0 100.0 100.0
*El rubro de prestaciones no suma 100% pues los trabajadores reportan tener más de
una prestación.
Cuadro 5
Modelo de regresión logística para la participación de jóvenes de 25 a 29 años.
México. Año 2008
Variables B Sig. Exp (B)
Sexo
Hombres 0.264 0.000 1.302
Mujeres*
Escolaridad
Con estudios universitarios -1.207 0.003 0.299
Sin estudios universitarios *
Constante 0.356 0.000 1.427
Número de casos 1,182
% total de aciertos 64.90%
Count R2 0.644
*Categoría de referencia
Según los datos de la ENOE 2008•, los adultos jóvenes universitarios (pero, sobre todo,
las mujeres jóvenes universitarias) parecen asirse a una mejor situación en el mercado, o
bien a una situación menos vulnerable: 1) son los que obtienen el mayor porcentaje de
trabajos con contratos escritos (más ellas que ellos); 2) en la categoría de contrato escrito
y por duración del mismo, son los que presentan el porcentaje más alto –es decir,
prácticamente la mitad no está inserta en empleos temporales y, por lo tanto, tiene
contratos laborales más formales–; 3) son los que tienen mayor presencia en el rubro de
prestaciones laborales (la población femenina representa mayor puntaje en cuanto a
seguridad laboral); 4) son los que obtienen los ingresos más elevados; 5) con relación a
la presencia en micronegocios –donde, se sabe, las condiciones de ingreso y
productividad son muy precarias–, son los que menos aparecen en pequeñas empresas
de menos de cinco empleados y son los más ocupados en las más grandes (de 501 y más
personas) (Cuadro 4).
El resultado a nivel agregado que arroja el Cuadro 4 sugiere, a simple vista, dos cosas:
1) los estudios superiores permiten el acceso a empleos menos precarios; y 2) pareciera
que esta situación privilegia a las mujeres. Ya en un trabajo previo (Navarrete, 2012) a
partir de modelos de regresión logística,15 se mostró, solo para población joven femenina,
que, si bien las jóvenes universitarias presentan mayor probabilidad de participar en
espacios laborales menos deteriorados, esta posibilidad está disminuyendo. En 2004,
sobre la base de cifras de la Encuesta Nacional de Empleo (ENE), la probabilidad de que
una joven con estudios universitarios no estuviera ocupada en un empleo precario fue de
poco más de 8 veces la de una joven con el nivel básico de instrucción; pero, para 2008
(según la ENOE), la probabilidad disminuye a poco más de seis veces. Es decir, si bien es
importante para las mujeres pasar mayor número de años en la escuela, con el paso del
tiempo los estudios universitarios están perdiendo peso –en términos estadísticos– en la
obtención de mejores trabajos.
Conclusiones
Lograr un diploma, graduarse, obtener un título, pueden significar para los jóvenes
romper el círculo de la pobreza, intentar la salida de la precariedad y generar
oportunidades para mejores condiciones de trabajo, vía la remuneración, vía la seguridad
social, vía la estabilidad laboral, incluso vía la propia satisfacción. Desafortunadamente,
se parte de un panorama desalentador, ya que las probabilidades de que los jóvenes
estudien en el nivel superior son limitadas y desiguales, y, además, porque los pocos
empleos que se generan en los mercados laborales mexicanos presentan condiciones
deterioradas de inicio.
La educación no debe concebirse como una herramienta más para ganarse la vida, sino
como una manera de explorar el mundo para poder vivirlo mejor. Los jóvenes
universitarios, gracias a los estudios obtenidos, pueden alcanzar con mayor éxito su
inserción en el deteriorado mercado laboral mexicano; ellos están ganando espacios por
medio de sus conocimientos y capacidades. Según las cifras presentadas, pudieron
acceder a empleos de mejor calidad que sus coetáneos con menos escolaridad. Esas
mismas cifras muestran que las mujeres universitarias también tienen cierta ventaja,
situación que aún no adquieren las jóvenes que han abandonado tempranamente los
estudios.
Los avances en el terreno educativo son innegables. Asimismo, deben destacarse los
logros en materia de género: como vimos, las mujeres se gradúan en mayor medida que
los varones y han ampliado sus opciones educativas. El vínculo escuela-trabajo tiene una
nueva mirada, pues pondera con distinta medida a hombres y mujeres universitarios.
Vemos que las mujeres van ganando un amplio terreno, pero solo las universitarias y solo
aquellas que han concluido sus estudios. Por lo tanto, habrá que seguir incorporando a
las mujeres jóvenes en los procesos educativos para que logren –al menos en el mismo
nivel que los varones– su entrada al nivel superior.
Notas
1 En 2008, el 70% de los jóvenes de 25 a 29 años con estudios superiores respondió haber
concluido su formación; del 30% restante, una tercera parte o bien los había abandonado
o al menos había alcanzado máximo tres años de estudio (cifras de la Encuesta Nacional
de Ocupación y Empleo). Para esta investigación, se considerará a quienes reportan haber
concluido sus estudios en el nivel superior, a quienes continúan estudiando, aunque
tengan un rezago, o a quienes ya no estudian pero dijeron haber cursado cuatro años en
el nivel universitario.
2 Desde 1972, en México se lleva a cabo la captura sistemática de información en torno a
la situación de la población trabajadora. La es una encuesta que se inicia bajo ese nombre
en 2005; anteriormente, se levantaron la Encuesta Continua Sobre Ocupación (ECSO) y la
Encuesta Nacional de Empleo (ENE). Si bien los procesos de recolección de la información
–así como las coberturas y el contenido– han ido modicándose, en México desde hace más
de 35 años se cuenta con cifras que recaban datos concretos sobre la dinámica y
estructura de la población que se incorpora al mercado laboral.
3 En el segundo trimestre la muestra correspondió a 315,876 entrevistas.
4 Para conocer de manera puntual el diseño de la muestra, véase INEGI, 2010: 4-11.
5 La educación profesional abarca licenciaturas universitarias, licenciaturas tecnológicas
y educación normal; dentro de los posgrados se encuentran especialidades, maestrías y
doctorados. Hay en ambos dos regímenes: el público y el privado. El primero contiene la
mayor parte de los estudiantes: en 2008, por ejemplo, al sector público acudía el 67% de
los alumnos de nivel superior (ANUIES, 2009).
6 Las investigaciones se reeren exclusivamente al Distrito Federal y al Estado de México.
7 Este es un ejemplo de dos de las escuelas de nivel superior más importantes del país,
cuyos planteles, en gran parte, se encuentran en la zona metropolitana de la Ciudad de
México. Pero situaciones similares se observan en las universidades estatales públicas.
8 Los países que conformaron el estudio son: Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México,
Perú, Uruguay y Venezuela.
9 Según el Censo de 2010, en México todavía eran analfabetos el 5.6% de los hombres y
el 8.1% de las mujeres.
10 Los resultados del Censo de 2010 muestran que el promedio de escolaridad de los
varones mexicanos fue 8.7 años, en tanto que el de las mujeres alcanzó solo 8.4 años.
11 La pregunta especícamente si se terminaron los estudios; la respuesta obtenida tiene
que ver, en cierta medida, con la propia percepción del entrevistado, sin aclarar si se trata
de créditos obtenidos o de la posesión de un título; sin embargo, es posible rescatar el
número de años estudiados y la conclusión de estudios en el nivel superior: cuando se
responde de manera positiva corresponde a 4 o más años, por lo que se supone que han
concluido, al menos, los estudios necesarios para la titulación.
12 En 2008, las estadísticas de matrimonio y divorcio levantadas por el INEGI reportaron
que la edad al matrimonio de los hombres mexicanos fue de 28 años y la de las mujeres
de 25.
13 A partir de la estimación del Coeciente de Cramer para conocer la asociación de las
variables, la posición en el trabajo fue la que presentó la mayor relación (0.449).
14 El resultado del coeciente de Cramer arrojó cifras que muestran cierto grado de
asociación para el contrato (.356), el tamaño de la empresa (.332) y las prestaciones
laborales (.416).
15 En el citado texto, la regresión se lleva a cabo para 1995 y para 2004 sobre la base de
la Encuesta Nacional de Empleo, y el resultado es que, para las mujeres jóvenes, en la
década de los noventa era mucho más importante que en el primer lustro del siglo XXI
contar con estudios universitarios para obtener un empleo con mejores condiciones.
Notas de autor
Doctora en Ciencias Sociales con especialidad en Estudios de Población, El Colegio de
México. Investigadora de El Colegio Mexiquense. Líneas de investigación: jóvenes,
trabajo, educación. Publicaciones recientes: “Problemáticas laborales de México y Brasil
en el actual contexto económico”, en Estudios Demográcos y Urbanos, vol. 27, núm. 1 (79),
México D.F.: El Colegio de México, 2012; “Entre la inclusión y la exclusión: los jóvenes ante
el mundo laboral y el educativo”, en Silvia Vázquez y Sagrario Garay (coords.) Jóvenes.
Inserciones y exclusiones a la escolarización y al trabajo remunerado, México D.F.: Miguel
Angel Porrúa/UAT/UANL, 2011.
Cleptomanía: un trastorno del control de los impulsos o una
conducta adictiva
Pinhas Dannon MD, Professor of Psychiatry, Head of Research Department, Tel Aviv
University, Tel Aviv, Israe
Cleptomanía: un trastorno del control de los impulsos o una conducta adictiva Kleptomania: an
impulse control disorder or a behavioral addiction Introducción La cleptomanía fue diagnosticada y
descripta por pri mera vez por Esquriel y Marc, quienes acuñaron el térmi no a principios del siglo
XIX. El término se utilizaba para describir a las personas que no eran capaces de controlar el impulso
de robar, y sus acciones eran involuntarias e irresistibles. Se introdujo a la cleptomanía en el DSM I
(1952), pero luego se quitó en el DSM II (1968). En 1980, se reincorpora al DSM III entre los
trastornos del control de los impulsos no clasificados en otros apartados y per manece así en el
actual DSM-IV-TR.1 Fenomenología En general, se cree que la cleptomanía es un cuadro clínico
infrecuente, que se caracteriza por el fracaso rei terado para intentar resistir el impulso de robar
varios objetos que no son necesarios para uso personal o por su valor monetario. Es una
enfermedad poco explorada y diagnosticada.2 La conducta delictiva asociada con la cleptomanía
genera estrés, consecuencias legales y dis funciones maritales y sociales. Existen tres características
esenciales en la conducta cleptómana: 1) incapacidad para resistir el impulso de robar objetos
innecesarios; 2) aumento de la tensión o excitación antes de cometer el robo; 3) sensación de placer,
gratificación o descarga al momento de cometer el robo.3 En forma clínica, el acto compulsivo de
robar es rea lizado para alcanzar una descarga emocional y no pa ra obtener una ganancia
personal. El hurto es un acto repetitivo, generalmente precedido por una lucha para oponerse al
impulso. Esta lucha genera ansiedad y ten sión. El alivio de esta tensión sucede durante el robo o
luego de éste, seguido por una sensación de vergüenza, culpa, arrepentimiento y depresión. De
todas maneras, estos sentimientos negativos no evitan que la persona continúe robando.4 Los
individuos que sufren esta en fermedad habitualmente lo mantienen en secreto y rara vez piden
ayuda de manera voluntaria. Sin embargo, las personas que padecen cleptomanía tienden a
desarro llar múltiples estrategias de autocontrol, que los ayudan Pinhas Dannon MD, Professor of
Psychiatry, Head of Research Department, Tel Aviv University, Tel Aviv, Israel Guy Berman, MsC,
Beer-Yaakov Mental Health Center, Tel Aviv University,
Cleptomanía: un trastorno del control de los impulsos o una conducta adictiva Kleptomania: an
impulse control disorder or a behavioral addiction Introducción La cleptomanía fue diagnosticada y
descripta por pri mera vez por Esquriel y Marc, quienes acuñaron el térmi no a principios del siglo
XIX. El término se utilizaba para describir a las personas que no eran capaces de controlar el impulso
de robar, y sus acciones eran involuntarias e irresistibles. Se introdujo a la cleptomanía en el DSM I
(1952), pero luego se quitó en el DSM II (1968). En 1980, se reincorpora al DSM III entre los
trastornos del control de los impulsos no clasificados en otros apartados y per manece así en el
actual DSM-IV-TR.1 Fenomenología En general, se cree que la cleptomanía es un cuadro clínico
infrecuente, que se caracteriza por el fracaso rei terado para intentar resistir el impulso de robar
varios objetos que no son necesarios para uso personal o por su valor monetario. Es una
enfermedad poco explorada y diagnosticada.2 La conducta delictiva asociada con la cleptomanía
genera estrés, consecuencias legales y dis funciones maritales y sociales. Existen tres características
esenciales en la conducta cleptómana: 1) incapacidad para resistir el impulso de robar objetos
innecesarios; 2) aumento de la tensión o excitación antes de cometer el robo; 3) sensación de placer,
gratificación o descarga al momento de cometer el robo.3 En forma clínica, el acto compulsivo de
robar es rea lizado para alcanzar una descarga emocional y no pa ra obtener una ganancia
personal. El hurto es un acto repetitivo, generalmente precedido por una lucha para oponerse al
impulso. Esta lucha genera ansiedad y ten sión. El alivio de esta tensión sucede durante el robo o
luego de éste, seguido por una sensación de vergüenza, culpa, arrepentimiento y depresión. De
todas maneras, estos sentimientos negativos no evitan que la persona continúe robando.4 Los
individuos que sufren esta en fermedad habitualmente lo mantienen en secreto y rara vez piden
ayuda de manera voluntaria. Sin embargo, las personas que padecen cleptomanía tienden a
desarro llar múltiples estrategias de autocontrol, que los ayudan Pinhas Dannon MD, Professor of
Psychiatry, Head of Research Department, Tel Aviv University, Tel Aviv, Israel Guy Berman, MsC,
Beer-Yaakov Mental Health Center, Tel Aviv University,
Cleptomanía: un trastorno del control de los impulsos o una conducta adictiva Kleptomania: an
impulse control disorder or a behavioral addiction Introducción La cleptomanía fue diagnosticada y
descripta por pri mera vez por Esquriel y Marc, quienes acuñaron el térmi no a principios del siglo
XIX. El término se utilizaba para describir a las personas que no eran capaces de controlar el impulso
de robar, y sus acciones eran involuntarias e irresistibles. Se introdujo a la cleptomanía en el DSM I
(1952), pero luego se quitó en el DSM II (1968). En 1980, se reincorpora al DSM III entre los
trastornos del control de los impulsos no clasificados en otros apartados y permanece así en el
actual DSM-IV-TR.1 Fenomenología En general, se cree que la cleptomanía es un cuadro clínico
infrecuente, que se caracteriza por el fracaso reiterado para intentar resistir el impulso de robar
varios objetos que no son necesarios para uso personal o por su valor monetario. Es una
enfermedad poco explorada y diagnosticada.2 La conducta delictiva asociada con la cleptomanía
genera estrés, consecuencias legales y dis funciones maritales y sociales. Existen tres características
esenciales en la conducta cleptómana: 1) incapacidad para resistir el impulso de robar objetos
innecesarios; 2) aumento de la tensión o excitación antes de cometer el robo; 3) sensación de placer,
gratificación o descarga al momento de cometer el robo.3 En forma clínica, el acto compulsivo de
robar es rea lizado para alcanzar una descarga emocional y no pa ra obtener una ganancia
personal. El hurto es un acto repetitivo, generalmente precedido por una lucha para oponerse al
impulso. Esta lucha genera ansiedad y ten sión. El alivio de esta tensión sucede durante el robo o
luego de éste, seguido por una sensación de vergüenza, culpa, arrepentimiento y depresión. De
todas maneras, estos sentimientos negativos no evitan que la persona continúe robando.4 Los
individuos que sufren esta en fermedad habitualmente lo mantienen en secreto y rara vez piden
ayuda de manera voluntaria. Sin embargo, las personas que padecen cleptomanía tienden a
desarro llar múltiples estrategias de autocontrol, que los ayudan Pinhas Dannon MD, Professor of
Psychiatry, Head of Research Department, Tel Aviv University, Tel Aviv, Israel Guy Berman, MsC,
Beer-Yaakov Mental Health Center, Tel Aviv University, Tel Aviv, Israel Acceda a este artículo en
siicsalud Código Respuesta Rápida (Quick Response Code, QR) Recepción: 12/8/2012 - Aprobación:
21/9/2012 Primera edición www.siicsalud.com: 9/11/2012 Segunda edición, corregida y ampliada:
7/12/2012 Enviar correspondencia a: Pinhas Dannon, Aviv University Sackler School of Medicine
Israel, 70350, Beer-Yaacov, Israel pinhasd@post.tau.ac.il Artículo en inglés, especialidades médicas
relacionadas, producción bibliográfica y referencias profesionales de los autores. Abstract
Kleptomania is generally believed to be a rare clinical condition, and characterized by a recurrent
failure to resist the impulse to steal various objects not needed for to personal use or for their
monetary value. Currently there are several researchers that offer to subdivide kleptomania patients
to several groups based on psychiatric comorbidity, responsivness to psychopharmacology and
possible aetiology: 1) the "impulse control" disorders 2) the "obsessive-compulsive" spectrum 3) the
"affective" spectrum and 4) a "behavioural addiction". SSRI’s seem to be the most common group of
drugs in the treatment of kleptomania. Naltrexone, an opioid antagonist for the treatment of alcohol
dependence, has also been demonstrated to be substantially useful. However, treatment planning
must take into account conside rations raised by comorbid conditions (mainly mood disorders and
substance use disorders). In addition marital, occupational and legal related problems may require
additional assistance by professionals in the related fields. Key words: kleptomania, obsessive
compulsive disorder spectrum, selective serotonin reuptake inhibitor, behavioral addiction,
naltrexone Resumen Generalmente, se cree que la cleptomanía es un cuadro clínico infrecuente, y
caracterizado por el fraca so reiterado para intentar resistir el impulso de robar varios objetos no
necesarios para el uso personal o por su valor monetario. En la actualidad, hay muchos
investigadores que proponen subdividir a los pa cientes con cleptomanía según la comorbilidad
psiquiátrica, la respuesta a los psicofármacos y la posible etiología. Estos grupos son: 1) trastornos
del control de los impulsos; 2) espectro obsesivo compulsivo; 3) espectro afectivo; 4) una conducta
adictiva. Los inhibidores de la recaptación selectiva de serotonina (IRSS) son el grupo de sustancias
más utilizadas para el tratamiento de esta enfermedad. La naltrexo na (NTX), un antagonista
opioide empleado en el tratamiento de la dependencia alcohólica, también resultaría eficaz en el
tratamiento de la cleptomanía. De todas maneras, al programar la estrategia terapéutica hay que
considerar las condiciones comórbidas del paciente, especialmente los trastornos del ánimo y el
abuso de fármacos. También, es importante evaluar los problemas maritales, laborales y legales en
estos individuos. Palabras clave: cleptomanía, inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina,
trastorno del espectro obsesivo compulsivo, naltrexona, conducta adictiva http://www.siic.info 541
a contenerse de cometer el acto. Por ejemplo, pueden evitar los centros comerciales o ir cuando
están acom pañados. Clasificación La cleptomanía fue clasificada en el DSM-IV entre los trastornos
del control de los impulsos no clasificados en otros apartados.7 En la International Classification of
Di seases of the World Health Organization, la cleptomanía está incluida dentro de los trastornos de
los hábitos y del control de los impulsos8 junto con la ludopatía, la piromanía y la tricotilomanía.
Ambos sistemas clasifica torios están basados en el fracaso reiterado en el intento de resistir el
impulso para robar a pesar de la naturaleza egodistónica del impulso y la conciencia de lo incorrecto
del acto. El paciente cleptómano se diferencia del ladrón en que el acto de robar es realizado para
obtener una gratificación y no una ganancia personal. En general, los pacientes sufren tensión
emocional y dificultad social y ocupacional. Fisiopatología Mediante el enfoque etiológico,
psicológico y bioló gico, se explican los síntomas como un desequilibrio de los neurotransmisores.
Esto mismo sucede en la tricotilo manía y en el trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Por lo tanto,
se plantea la posibilidad del tratamiento con distintos tipos de psicofármacos. Además, Asier et al.,
informaron dos casos en los que los pacientes manifesta ron un inicio de la cleptomanía luego de un
traumatismo endocraneal,9 compromiso del lóbulo frontal,10 demen cia11 e hipoglucemia
secundaria a un insulinoma.12 Prevalencia y comorbilidades Los síntomas pueden comenzar desde
la adolescencia hasta la adultez, con un promedio de edad a los veinte años. Es difícil estimar la
prevalencia de cleptomanía, ya que la mayoría de los pacientes con esta enfermedad no concurren
voluntariamente al psiquiatra. De todas ma neras, se estima que la prevalencia es de entre el 0.6% y
el 0.8% de la población general.2 También, se cree que entre los ladrones de tiendas, entre el 0% y
8% son ca sos de cleptomanía. Este cálculo se realizó multiplicando la tasa de cleptomanía, según
los criterios del DMS-III-R, entre un grupo de pacientes con bulimia (24%) por la prevalencia de
bulimia en una amplia población adoles cente (2.5%). En dos estudios recientes, se evaluó la
pre valencia de cleptomanía en jóvenes. La incidencia entre los estudiantes secundarios fue del
0.72% (n = 3 999)14 y del 0.38% (n = 791) entre los estudiantes universita rios.15 Se estima que la
incidencia de cleptomanía entre los ladrones convictos es del 8%,2,16 aunque este porcen taje no
refleja la verdadera frecuencia de este cuadro en esa población. Esta enfermedad es de dos a tres
veces más frecuen te en las mujeres,2 y algunos investigadores encontraron una relación entre los
actos de cleptomanía y los perío dos menstrual y premenstrual.17 En varios estudios y
publicaciones, se demuestra la asociación de la cleptomanía con otros trastornos psi quiátricos. Los
cuadros más frecuentemente asociados son los trastornos del ánimo, ansiedad y alimentación, y el
abuso de alcohol y otras sustancias psicoactivas.13,16,18 Hudson y Pope proponen una asociación
entre la clepto manía y los trastornos del ánimo, el TOC, los trastornos de la alimentación y los
trastornos de angustia. Final mente, agrupan estos cuadros dentro de los trastornos del espectro
afectivo.19,20 Dannon et al.21 evaluaron y compararon la comorbi lidad de otros trastornos
psiquiátricos en 44 pacientes con ludopatía y 19 pacientes cleptómanos. Luego de un exhaustivo
examen, descubrieron que los cuadros psi quiátricos con mayor comorbilidad entre los individuos
con cleptomanía son: los trastornos afectivos 47% (9/19) y los trastornos de ansiedad 37% (7/19).
Entre las per sonas con ludopatía, el 27% tenía un trastorno afectivo (12/44), un 21% presentaba
abuso de alcohol (9/44), y un 7% tenía antecedentes de abuso de sustancias (3/44). Estos resultados
subrayan la importancia de una evalua ción precisa, considerando también los diagnósticos
di ferenciales. La primera enfermedad comórbida asociada con la cleptomanía fue la depresión en
1911. La depresión podía ser el resultado o la causa de la cleptomanía. La excitación y los
sentimientos de culpa presentes en el momento del hurto pueden intensificar los síntomas de
ansiedad y depresión en los pacientes que sufrían previa mente estos trastornos de afectividad. En
otros casos, el ánimo depresivo está asociado con una mayor motiva ción para robar. Etiología Las
características de la personalidad y la comorbilidad con la cleptomanía son áreas importantes para
investi gar. Grant24 investigó las estructuras de personalidad en 28 pacientes con cleptomanía con
la Structured Clinical Interview for DSM-III-R Personality Disorders. El 42.9% de los participantes
cumplían los criterios para al me nos un trastorno de la personalidad. Los más frecuen tes fueron:
el trastorno de la personalidad paranoide (n = 5; 17.9%), el esquizoide (n = 3; 10.7%), y el fronte rizo
(borderline) (n = 3; 10.7%). Actualmente, hay varios investigadores que proponen subdividir a los
pacientes con cleptomanía según la co morbilidad psiquiátrica, la respuesta al tratamiento
psi cofarmacológico y la posible etiología. De esta forma se crearon los siguientes grupos: 1)
trastorno de control de los impulsos; 2) espectro obsesivo compulsivo; 3) espec tro afectivo; 4)
conducta adictiva. Esta subdivisión de los pacientes permitiría una evaluación más eficaz y ayudaría a
los médicos a definir una estrategia terapéutica especí fica para las necesidades de cada paciente.
Los individuos impulsivos tienen una conducta de alto riesgo y falta de planificación, y parecen
presentar una mayor intensidad en sus deseos y pensamientos relacio nados con robar. Muller et
al., evaluaron la prevalencia de cleptomanía en pacientes internados utilizando la Structured Clinical
Interview for DSM-International Clas sification of Diseases (SCID-ICD). Y descubrieron que la
prevalencia de cleptomanía en estos pacientes era del 0.9% (n = 234).26 Este porcentaje es similar a
los infor mados como estimativos para la población general.14,27 Baylé et al.28 utilizaron el Barratt
Impulsiveness Scale y sugirieron que la impulsividad es la característica fisio patológica más
importante en la cleptomanía. McElroy et al.13,16,29,30 y Hollander y Wong20 sugirieron que esta
enfermedad está asociada con características compulsi vas e impulsivas. Señalan que, por lo tanto,
la clepto manía debería ser considerada una variante o ser parte del espectro obsesivo
compulsivo.31 La ideación de los pacientes con cleptomanía incluye obsesiones, maneja das por
pensamientos o imágenes intrusivas o repetitivas P. Dannon, G. Berman / Salud(i)Ciencia 19 (2013)
540-545 http://www.siic.info P. Dannon, G. Berman / Salud(i)Ciencia 19 (2013) 540-545 542 que
producen ansiedad. El acto de cleptomanía es com pulsivo, caracterizado por una fuerza interna
que dismi nuye la ansiedad o la angustia.16,29,32 Además, McElroy30 informa que cerca de la
mitad de los individuos con clep tomanía también presentan síntomas de acumulación como
pueden estar presentes en pacientes con TOC. De todas maneras, la acumulación es menos
frecuente en los pacientes con cleptomanía (5%).23 Lochner y Stein evaluaron la comorbilidad con
los trastornos del espec tro obsesivo compulsivo (TEOC), mediante la Structured Diagnostic
Interview para TEOC.33,34 Ellos descubrieron que los pacientes cleptómanos presentan una alta
co morbilidad con otros TOC,35 lo que demostraría una su puesta relación de la cleptomanía con
estos cuadros. Hudson y Pope proponen la existencia de los trastor nos del espectro afectivo, y
evaluaron la relación entre los trastornos afectivos y la cleptomanía.19 Creían que la cleptomanía y
los trastornos afectivos estaban relaciona dos debido a la alta comorbilidad con los trastornos
afec tivos de los pacientes con cleptomanía. Esta teoría estaba basada en: 1) alta comorbilidad
entre la cleptomanía y los trastornos afectivos; 2) inicio en la adolescencia o adultez temprana con
un episodio o curso crónico; 3) similitudes fenomenológicas, como las conductas peligrosas, la
im pulsividad y los síntomas afectivos; 4) alta tasa familiar de trastornos afectivos; 5) posibles
anormalidades en la neurotransmisión serotoninérgica y noradrenérgica; 6) la respuesta a los
estabilizadores del ánimo y a los antide presivos.36 La relación entre la cleptomanía y los TEOC y del
es pectro afectivo, y su similitud fenomenológica con otros trastornos del control de los impulsos,
sugiere que los fármacos eficaces en estos cuadros podrían ser eficaces en los pacientes con
cleptomanía. El problema en estos cuadros se debería al nivel de los neurotransmisores ce rebrales,
especialmente a los niveles de serotonina. Es también frecuente encontrar muchos pacientes con
clep tomanía en tratamiento farmacológico debido a los tras tornos psiquiátricos.37 Grant propuso
recientemente que el modelo de la con ducta adictiva puede ser apropiado para los individuos con
cleptomanía.38 Grant argumenta que la cleptomanía comparte muchos síntomas distintivos y
características con los trastornos por abuso de sustancias, presentes en un modelo de conducta
adictiva.38,39 La respuesta positi va de estos pacientes a la naltrexona (NTX), un antago nista
opioide utilizado en el tratamiento de la dependen cia alcohólica, apoya este modelo propuesto por
Grant. De todas maneras, estos resultados fueron evaluados en un período agudo de 8 semanas de
tratamiento.40 Antecedentes familiares Hay pocos datos en relación con las características
familiares de los pacientes con cleptomanía. McElroy y colaboradores30 entrevistaron a 20
pacientes con diag nóstico de cleptomanía según el DSM-III-R e indagaron sobre sus parientes de
primer grado (n = 103). Los da tos obtenidos en relación con los trastornos psiquiátricos fueron:
depresión mayor (17%), trastorno bipolar (5%), uso de alcohol (14%), TOC (7%), trastorno de
angustia o agorafobia (6%), bulimia (2%) y cleptomanía (2%). Dannon et al.18 investigaron las
comorbilidades psi quiátricas de los parientes de los individuos con clep tomanía. Evaluaron a 21
participantes con cleptomanía y 57 familiares de primer grado, según los criterios del DSM-IV, y
compararon los resultados con los controles emparejados demográficamente. También, encontraron
una alta prevalencia de trastornos de la ansiedad y la afectividad, tanto en los pacientes con
cleptomanía co mo en los familiares de primer grado. Asimismo, Grant41 informó que los familiares
de primer grado de los indi viduos cleptómanos tienen una mayor probabilidad de presentar
trastornos por consumo de alcohol. Grant se ñala que la cleptomanía puede tener una asociación
ge nética con los otros trastornos por abuso de sustancias. En un estudio reciente sobre los
antecedentes familiares de 20 pacientes con cleptomanía, los investigadores de mostraron que el
35% de los familiares de primer grado sufrían trastornos del ánimo, un 25% padecían de TOC y un
15% presentaba un trastorno por consumo de sus tancias. Asimismo, Grant y Kim43 evaluaron las
similitudes y diferencias en la calidad de vida de los pacientes con cleptomanía y los pacientes con
ludopatía. Compararon 30 pacientes con cleptomanía, 43 con ludopatía y 30 controles normales.
Ellos demostraron que tanto los pa cientes con ludopatía como con cleptomanía tienen una
reducida calidad de vida. En otro estudio, el 68% de los participantes con cleptomanía informaron
sentimientos de culpa y vergüenza luego de sus acciones impulsivas.43 También, demostraron que
los pacientes con cleptoma nía tienen niveles más altos de estrés que los pacientes que sufren un
episodio depresivo mayor. Los síntomas de estrés disminuyen una vez comenzado el tratamiento de
la enfermedad.44 Estrategias de tratamiento A pesar de que la cleptomanía es una enfermedad
re conocida hace más de un siglo, su etiología es incierta. Por lo tanto, se han propuesto varias
estrategias terapéu ticas. Entre ellas se incluyen la terapia psicoanalítica,45,46 la terapia
conductual47,48 y la farmacoterapia. Intervenciones psicológicas Los especialistas sugirieron
muchas interpretaciones de la dinámica en la cleptomanía. Durante la primera mi tad del siglo XX, la
terapia psicoanalítica fue la preferida para el tratamiento de la cleptomanía. De todas mane ras, se
publicaron pocos estudios con resultados exitosos con el uso de esta terapia,13 y los pacientes
informaron que la psicoterapia no fue eficaz.23,30,49 Un enfoque social actual sugiere que la
cleptomanía es una consecuencia del consumismo y de la abundancia de productos de una sociedad
moderna;47 por lo tanto, su predominancia es entre las mujeres. Los psicoanalistas interpretan el
síndrome como un reflejo de una defensa inconsciente del ego contra la ansiedad, los instintos o
deseos prohibidos, los conflictos no resueltos o los im pulsos sexuales prohibidos,49 el miedo a la
castración, la excitación sexual,51 la gratificación sexual y el orgasmo durante el hurto.52 Se le
atribuyó un significado simbólico al acto en sí mismo, al objeto robado y a la víctima del robo, y
al gunos concluyeron que la cleptomanía es una expresión delictiva de una naturaleza neurótica.45
Se considera al robo como símbolo de un impulso sexual o como un sus tituto de la
masturbación.53 La terapia cognitivo conductual (TCC) reemplazó al psicoanálisis como tratamiento
de la cleptomanía. Mu chas estrategias conductuales resultaron eficaces, entre ellas, la
sensibilización encubierta usando la imagen de aversión de las náuseas y el vómito;54 la terapia
aversi- http://www.siic.info 543 va,54 como mantener la respiración (hasta que sea leve mente
doloroso) siempre que aparezca la necesidad de robar o se experimente una imagen de hurto;55 y la
des ensibilización sistemática.56 Gudjonsson6 asegura que la provisión de formas alter nativas de
satisfacción, más que las conductas aversivas, son más propensas a ayudar a los pacientes a superar
la depresión comórbida y la necesidad de la excitación y el placer que, presumiblemente, se logra
con el hurto. En algunos casos, se utilizaron estrategias combinadas, como la sensibilización
encubierta, con la exposición y prevención de la respuesta.55,56 Recientemente, Talih48 informó un
caso en el que el tratamiento fue la combi nación de la farmacoterapia con la TCC. Esto incluyó la
desensibilización, el condicionamiento (a las consecuen cias negativas de robar), la evitación, las
técnicas de re lajación y la psicoeducación (educar a los pacientes y a sus familias sobre la
cleptomanía). Esta práctica puede resultar prometedora en algunos casos porque ese enfo que
resultó eficaz en el tratamiento de los trastornos del espectro obsesivo compulsivo, donde se
demostró que la terapia combinada presenta una ventaja sobre el trata miento farmacológico como
única intervención. Intervenciones farmacológicas IRSS. Los antidepresivos, especialmente los IRSS,
han resultado eficaces en el tratamiento de la cleptomanía, como también en otros trastornos del
control de los im pulsos, como la tricotilomanía, la ludopatía, los atraco nes alimenticios y las
compras compulsivas.57 El conoci miento actual sobre el tratamiento psicofarmacológico de la
cleptomanía fue conseguido de casos publicados o de material obtenido de estudios a doble ciego,
abiertos o retrospectivos. Entre los IRSS, la fluoxetina (FLX) (so la o combinada con otros fármacos)
es el fármaco que tiene un efecto beneficioso. En una serie de casos docu mentados, se informó
sobre el tratamiento biológico en 20 pacientes cleptómanos;30 en dos de estos casos, se encontró
una buena respuesta y una duradera remisión con la FLX como único fármaco. De todas maneras, en
la misma serie, 7 pacientes no respondieron con la FLX. En un caso, la FLX fue eficaz en combinación
con imiprami na y, en otro caso, en combinación con litio. También, Schwartz45 informó la eficacia
de 80mg/día de FLX en un caso de cleptomanía, como reemplazo de un tratamiento previo ineficaz
con fenelzina que, ade más, causa hipotensión. La FLX en combinación con el litio fue eficaz58 en los
casos donde los pacientes no habían respondido previamente a la FLX o a la clomi pramina como
monoterapia. La fluvoxamina, el segun do IRSS estudiado para la cleptomanía, fue eficaz en un caso
donde el individuo no había respondido a la tera pia psicodinámica ni conductual y a múltiples
ensayos psicofarmacológicos con amitriptilina, imipramina, nor triptilina, FLX y litio.46 El tercer IRSS
documentado co mo beneficioso en el tratamiento de la cleptomanía es la paroxetina (PRX). En un
caso informado por Lepkifker et al.,27 20 mg/día de PXT durante 3 meses, redujo la ne cesidad de
robar cuando se lo combinó con alprazolam. En otro caso de Dannon et al.,59 la PRX fue eficaz
jun to con la NTX. Kraus60 informó una respuesta favorable con la PRX en un paciente con
tratamiento prolongado (> 10 años) para la impulsividad en la cleptomanía, y que fue inicialmente
diagnosticado como cleptomanía con depresión mayor comórbida seguida por intento suicida. Otro
IRSS estudiado para el tratamiento de la cleptoma nía es el escitalopram. Se indicó escitalopram a
25 suje tos con cleptomanía, en un ensayo abierto seguido por un período de interrupción a doble
ciego. Los pacientes que respondieron continuaron aleatoriamente con el tra tamiento o
comenzaron con placebo. Encontraron una recaída similar con el grupo con escitalopram y el grupo
placebo durante el período a doble ciego. Esto sugiere que la repuesta obtenida en la fase abierta
del ensayo fue mayormente, o aun totalmente, debida al placebo.61 De manera notable, la
paradójica aparición de la clepto manía durante el tratamiento con IRSS para la depresión ha sido
informada en tres casos.62 Estabilizadores del ánimo. A pesar de que los IRSS se convirtieron en los
fármacos de elección para el trata miento de la cleptomanía, la alta afinidad entre la clep tomanía y
los trastornos afectivos derivó en el tratamien to con antidepresivos y terapia electroconvulsiva
(TEC), litio, ácido valproico y topiramato. En una serie de casos (n = 20) descriptos por McElroy et
al.,30 la trazodona pro dujo una buena respuesta en el tratamiento de los sín tomas de la
cleptomanía en 4 casos, pero sin respuesta en otros dos. La imipramina no fue eficaz como
monote rapia (3 casos), tampoco lo fue la desipramina (1 caso). Por el contrario, la nortriptilina
resultó eficaz en un caso, con remisión total. La imipramina combinada con FLX fue eficaz y generó la
remisión en un caso. El litio co mo monoterapia es beneficioso en 1 de cada 4 casos. La combinación
de FLX con litio aumentó la eficacia de este último con un resultado en 2 de 3 casos. En un caso
documentado con litio combinado con imipramina, no se observaron mejorías. Fishbain describió los
efectos be neficiosos de la combinación de amitriptilina con la per fenazina en el tratamiento de la
cleptomanía.63 Kmetz64 demostró que la combinación de ácido val proico con fluvoxamina es
eficaz en el tratamiento de los pacientes que sufren cleptomanía comórbida con manía mixta. Se
puede destacar que la carbamazepina en com binación con la clomipramina no disminuyó los
síntomas de la cleptomanía30. Otros antidepresivos. Los inhibidores de la monoami nooxidasa
(IMAO) fueron sugeridos como una opción para el tratamiento de la cleptomanía por Priest et al.65
Los autores manifestaron que debe considerarse en es tos casos el uso de inhibidores selectivos y
reversibles de la MAO-A, pero no hay datos clínicos disponibles que apoyen esta hipótesis. Los datos
obtenidos por McElroy30 no apoyan esta hipótesis, ya que la tranilcipromina re sultó eficaz en 1 de
5 casos cuando se combinó con la trazodona. Antagonistas opioides. Los antagonistas opioides son
eficaces en la reducción de los síntomas impulsivos, un elemento clave en el trastorno de control de
los impul sos.66 La sustancia más frecuentemente usada es la NTX, un antagonista competitivo
opioide, principalmente de los receptores opioides mu, pero también de los kappa y lambda. Kim
publicó una serie de casos preliminares,67 donde la NTX fue eficaz en la rápida reducción de los
síntomas impulsivos, a dosis sanguíneas desde 100 has ta 200 mg/día. Este agente fue, además,
bien tolerado en 15 pacientes diagnosticados con trastorno de control de los impulsos, incluyendo
un caso de cleptomanía. El participante cleptómano tenía síntomas comórbidos de TOC y presentó
una importante disminución en sus im pulsos para robar a los días de comenzado el tratamiento
con NTX (100 mg/día), con una remisión completa con 150 mg/día. Los principales efectos adversos
informados P. Dannon, G. Berman / Salud(i)Ciencia 19 (2013) 540-545 http://www.siic.info P.
Dannon, G. Berman / Salud(i)Ciencia 19 (2013) 540-545 544 fueron gastrointestinales (diarrea y
náuseas). No se de tectaron efectos adversos hepáticos o alteraciones en las enzimas hepáticas. De
todas maneras, como la NTX pre senta un potencial riesgo hepático a altas dosis, debería
prescribirse luego de una evaluación inicial de la función hepática y continuar con monitoreos cada
dos semanas mientras dure el tratamiento. Dannon et al.59 informaron una mejoría significativa en
dos pacientes con cleptoma nía (uno que sufría también de TOC y otro de ludopatía) que recibieron
NTX para el tratamiento de la cleptomanía (como monoterapia o con PRX). Grant y Kim43
demostra ron, en un estudio abierto de 12 semanas con pacientes cleptómanos en tratamiento con
NTX, que los pacien tes presentaron un descenso en el deseo de robar y en la conducta delictiva (en
la semana 11 de tratamiento). Asimismo, confirmaron que los participantes mejoraron su
funcionamiento social y laboral. La dosis promedio de NTX fue de 145 mg/día, y el efecto adverso
más incómo do durante la primera semana de tratamiento fueron las náuseas. Monitorearon la
función hepática, y los resul tados de las pruebas se mantuvieron estables durante el estudio. En un
estudio retrospectivo, Grant47 demostró que, entre los 17 pacientes cleptómanos que recibieron
NTX entre 1 y 3 años, un importante porcentaje informó una reducción significativa de los deseos de
robar y de la gravedad de los síntomas en general. Se cree que la NTX actúa inhibiendo la liberación
de dopamina en el área tegmental ventral (ATV) de la corteza prefrontal.68 El ATV es considerado el
centro de recompensa del cere bro y, en estudios con animales, la estimulación de esta área se
asocia con la experiencia subjetiva de placer, así como con los deseos e impulsos.68 En un estudio
reciente a doble ciego y controlado con placebo, se evaluaron 23 participantes que recibieron NTX y
demostraron una disminución en los deseos de robar y en la conducta de lictiva evaluados por la
Yale Brown Obsessive Compulsive Scale modificada para cleptomanía (K-YBOCS), la Klep tomania
Symptom Assessment Scale (K-SAS) y la Clinical Global Impressions Scale (CGI).40 Igualmente, en el
estu dio no se evaluaron los efectos terapéuticos luego de las 8 semanas de tratamiento. Otros
fármacos. El topiramato es una sustancia anti epiléptica relativamente nueva y eficaz en el
tratamien to de los trastornos afectivos, en el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y en los
trastornos alimentarios con atracones. Este fármaco también resultó eficaz en el tratamiento de tres
pacientes con cleptomanía. Los participante recibieron entre 100 y 150 mg/día de to piramato y
presentaron una recuperación total luego de 4 a 8 semanas de tratamiento. Uno de los individuos
recibió PRX junto con el topiramato.69 El mecanismo bio lógico de este fármaco es aún incierto. De
todas formas, al igual que con los antagonistas opioides, este efecto podría estar mediado por la
desinhibición de la entrada del GABA en el área del núcleo accumbens. En otro caso publicado, el
paciente respondió bien a los 100 mg/día de topiramato, pero no toleró la NTX, y no respondió a los
IRSS48. El clonazepam y el alprazolam producen un éxito parcial en el tratamiento de la
cleptomanía.30 Los resultados positivos obtenidos con TEC publicados en dos casos pueden ser
debido a la asociación con un tras torno depresivo mayor. En general, la TEC debe ser re servada
para casos resistentes con depresión comórbida. En un caso reciente publicado, una mujer de 60
años con cleptomanía y antecedente de trastorno depresivo mayor había recibido una gran cantidad
de medicamentos. Par ticipó en ensayos con monoterapia de citalopram, NTX, NTX con N-acetil
cisteína, monoterapia con topiramato y topiramato más risperidona. La monoterapia con
topi ramato disminuyó los deseos de robar, pero ninguno de estos fármacos generó un cambio
importante en la pa ciente. Al comenzar el tratamiento con tolcapona, un in hibidor de la catecol-
O-metil-transferasa (COMT), como monoterapia, finalmente logró controlar las conductas y
deseos,70 e informó que no robó por un período de 5 meses. A pesar del éxito en este caso, no se
informaron casos adicionales de pacientes con cleptomanía en tra tamiento con un inhibidor de la
COMT; por lo tanto, se necesitan más estudios. Conclusiones Probablemente, la cleptomanía sea
más frecuente de lo que se cree. Pareciera ser más frecuente en las mujeres y, en general, está
asociada a otro trastorno psiquiátrico. La heterogeneidad de la cleptomanía, por ejemplo en la
vinculación con distintas enfermedades, o ante la variada respuesta terapéutica, sugiere diferencias
en la etiología del cuadro. No obstante, el tratamiento combinado pa recería ser lo más eficaz. La
terapia cognitivo conductual es eficaz en casos individuales, donde se implementó
si multáneamente la farmacoterapia. Habitualmente, es ne cesario considerar los cuadros
psiquiátricos comórbidos, junto con los problemas legales, maritales y laborales. Hay cuatro
clasificaciones distintas de esta enferme dad. El enfoque hacia la cleptomanía ha cambiado
du rante la última década, y ahora se la considera como un subtipo impulsivo, dentro de los TEOC.
Esta idea fue también apoyada en un estudio con 210 pacientes con TOC, en el que se sugirió que la
cleptomanía pertenece a un tipo impulsivo dentro de los TEOC.34 Por lo tanto, dejaron de utilizarse
las intervenciones psicodinámicas. La teoría de la conducta adictiva está basada en las si militudes
en la fenomenología, la clínica y la respuesta a los antagonistas opioides en la cleptomanía y el abuso
de sustancias. Se sugiere que el mecanismo biológico en los trastornos impulsivos puede estar
relacionado con el ingreso de estímulos de recompensa por el ATV-núcleo accumbens-corteza
orbital, y que, en consecuencia, el circuito influencia la conducta, modulando las caracte rísticas
motivacionales, como los deseos y los impulsos.39 La dopamina jugaría un importante papel en esta
región, y la respuesta a la NTX se debería a esto. Los pacientes con cleptomanía suelen responder al
tratamiento con IRSS, por lo que, en esta enfermedad, estarían disminuidos los niveles de serotonina
en las si napsis cerebrales. En un estudio reciente, los investiga dores plantean que, en el
mecanismo fisiopatológico del TOC, estarían involucrados la dopamina, el glutamato, la
noradrenalina y el GABA.71 Aun más, sugieren que la presencia de condiciones comórbidas
específicas pue de ser una característica distintiva en el TOC y diferen cian entre la simple aparición
de dos o más síndromes de una verdadera comorbilidad; esto representa dos si tuaciones clínicas
distintas.71 Lochner y Stein utilizaron la SCID-OCSD para evaluar los presuntos pacientes con TEOC
diagnosticados como TOC, trastorno de angustia y trastorno de ansiedad social (TAS). Concluyeron
que la dependencia de alcohol está particularmente asocia da al TAS y que la cleptomanía es más
frecuente en el TOC.35 Hasta el momento, los IRSS (especialmente la FLX, la fluvoxamina y la PRX)
son eficaces en el tratamiento de los síntomas de la cleptomanía y deben ser considerados
http://www.siic.info 545 P. Dannon, G. Berman / Salud(i)Ciencia 19 (2013) 540-545 como la primera
línea de tratamiento. Los antagonistas de los receptores opioides y los estabilizadores del ánimo
pueden ser considerados de segunda línea. Los nuevos estudios clínicos de la farmacoterapia en la
cleptomanía generarán mejoras en la valoración de la dosis óptima y de la etiopatogenia del cuadro.