Relatos
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La llorona
Atemoriza a los chicuelos que han oído, contada por los labios
marchitos de la abuela, la historia enternecedora de aquella mujer que
vive en los potreros, interrumpiendo el silencio de la noche con su
gemido eterno. Era una pobre campesina cuya adolescencia se había
deslizado en medio de la tranquilidad escuchando con agrado los
pajarillos que se columpiaban alegres en las ramas de los higuerones.
Abandonaba su lecho cuando el canto del gallo anunciaba la aurora, y
se dirigía hacia el río a traer agua con sus tinajas de barro,
despertando, al pasar, a las vacas que descansaban en el camino.
Era feliz amando la naturaleza; pero una vez que llegó a la hacienda de
la familia del patrón en la época de verano, la hermosa campesina
pudo observar el lujo y la coquetería de las señoritas que venían de San
José. Hizo la comparación entre los encantos de aquellas mujeres y los
suyos; vio que su cuerpo era tan cimbreante como el de ellas, que
poseían una bonita cara, una sonrisa trastornadora, y se dedicó a
imitarías. Como era hacendosa, la patrona la tomó a su servicio y la
trajo a la capital donde, al poco tiempo, fue corrompida por sus
compañeras y los grandes vicios que se tienen en las capitales, y el
grado de libertinaje en el que son absorbidas por las metrópolis.
Fue seducida por un jovencito de esos que en los salones se dan tono
con su cultura y que, con frecuencia, amanecen completamente ebrios
en las casas de tolerancia. Cuando sintió que iba a ser madre, se retiró
de la capital y volvió a la casa paterna.
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¿Cuál es el título de esta lectura?
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Leyenda de la flor de cempasúchil.
Dice una vieja narración que, hace muchos años, vivieron dos
jóvenes enamorados: la muchacha Xóchitl y el joven Huitzilin.
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La tortuga charlatana
Hace muchos años gobernó en la India un rey bueno, justo y generoso al que
Tan querido era que sus súbditos le consideraban el regente ideal, excepto en
Resulta que el rey, a sus cincuenta y siete años, tenía un defectillo bastante
molesto: ¡no se callaba ni debajo del agua! Ya fuera de día o de noche siempre
tenía algo que decir y enlazaba unos temas con otros con una facilidad
pasmosa. Ese parloteo incesante sacaba de quicio a todos los que le rodeaban,
pero como era el hombre más poderoso del reino nadie se atrevía a decirle a la
que el rey hablaba tanto que, además de resultar agotador, a menudo se iba de
la lengua y decía cosas de las que luego se arrepentía. Era cuestión de tiempo
– ‘¡Esto no puede seguir así! Tengo que hacerle ver la realidad, intentar que
cuento… Sí, eso es, un cuento con moraleja. En cuanto me quede a solas con
– La reunión de sabios no comienza hasta las doce, así que tenemos tiempo de
sobra para salir a caminar un rato y gozar de la brisa primaveral. ¿Te apetece,
Majestad?
hermosura.
– ¡Oh sí, somos realmente afortunados! Para mí no hay mayor placer que
querido amigo?
– Desde luego tiene usted toda la razón, mi señor. ¡Este lugar es un paraíso en
la Tierra!
– ¡Oh, muy bien! ¿A qué estás esperando para empezar?… ¡Soy todo oídos!
Érase una vez una tortuga que vivía en un lago muy bonito pero demasiado
tremendamente agobiante porque salvo nadar o hablar con sus tres vecinos
peces, ahí nunca había nada interesante que hacer. Con el tiempo el
– ¡Qué harta estoy de este lago!… Ojalá algún día pueda escaparme y recorrer
otros lugares, conocer más especies, practicar algún deporte sobre tierra… ¡Yo
que acostumbrados a viajar por todas partes. Los forasteros, uno de plumas
alegremente.
¿Qué te dejo esta lectura?
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