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Ensayo de José María Arguedas

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“La lucha entre un cuerpo mestizo y un corazón indio”

JOSÉ MARÍA ARGUEDAS: EL ENCUENTRO DE DOS MUNDOS

“El Perú nació serrano, de las entrañas del lago azul del Titicaca puneño, bajo
el Sol de los incas con el canto de los ríos, entre quenas y antaras arrullado por
el huayno. El Perú nació serrano…”-dice la canción de los hermanos Gaitán
Castro. Pero, ¿Qué pasa si un porcentaje de la población peruana, no vive el
significado de esta canción al avergonzarse de sus raíces?
Este es un día más, en el que Juana Paucar- de la provincia de Chota (Piura)-
es cruelmente discriminada con comentarios racistas, como: “Serrana sucia”,
además de ser constantemente amenazada, empujada y excluida por sus
compañeros de escuela, en el norte de nuestro país. Casos como el de Juana
Paucar es constante en nuestro Perú, miles de personas son discriminadas por
el solo hecho de llegar de la sierra. Este problema, Arguedas lo trató en sus
diferentes obras, mostrándonos su apreciación personal de la discriminación.
Tomó su historia personal, su acervo de experiencias, y los convirtió en la
materia prima de sus obras literarias, su vida en las haciendas de Viseca, su
infancia entre las comunidades andinas, la marginalidad y el choque de sus dos
mundos: el indígena y el occidental.

JOSÉ MARÍA ARGUEDAS, el escritor mestizo que mediante sus obras,


manifestó sus ideales sobre la cultura indígena.
Fue un escritor, etnólogo, antropólogo y profesor mestizo que nació en
Andahuaylas, una zona andina pobre. La mayor parte de su infancia estuvo a
cargo de su padre ya que al poco tiempo de la muerte de su madre (una
dama de alcurnia), su padre se volvió a casar con una rica hacendada que
sería la madrastra del escritor. Esta etapa de su vida estuvo marcada por la
difícil relación que sostuvo con su madrastra ya que aquella sentía por su
hijastro un evidente desprecio, y constantemente lo mandaba a convivir con los
criados indígenas de las haciendas. José María escapó de la casa de la
madrastra retornando de Lima a la hacienda Viseca, propiedad de su tía Zoila
Rosa Peñafiel. Allí vivió durante dos años, en ausencia de su padre,
conviviendo con los campesinos indios a quienes les tomó cariño y con quienes
participaba por diversión de las faenas agrícolas.  Su contexto le permitió tener
contacto directo con la realidad indígena que después describiría en sus
obras que presentan el problema de la confrontación cultural, educativa y
económica entre los indígenas y los terratenientes; además de la marginación y
desvaloración indígena que son los puntos que “el escritor etnológico” discrepa
y manifiesta en sus diferentes obras, entre ellas: Los ríos profundos, Yawar
fiesta, El sexto y Warma Kullay.
Una de las características del autor de Yawar fiesta, es el lenguaje que usa, al
mezclar el castellano con el quechua, siendo el quechua el idioma que
Arguedas aprendió de la cultura indígena, y demostrando que en cada uno de
sus escritos perdura nuestra cultura.
Arguedas captó la realidad del país y la representó en sus obras literarias. De
esta manera visibilizó las complejas culturas y diversas sociedades del Perú,
vinculando el mundo andino y el mundo occidental (o el mestizo y el indígena),
manifestando el desprecio y rencor que sentían los mestizos por los indios.
Tomaba el tema de los dos mundos anteponiéndolos, y favoreciendo a la raza
indígena, expresando así, el amor que sentía por su cultura. Además de
erradicar la discriminación, tratando de describir la dureza del mundo con la
cultura indígena. El escritor señala la situación del hombre del ande que por
siglos fue explotado, maltratado y humillado por las clases dominantes. Para
Arguedas el hombre indio es humilde y cabizbajo, pero también fuerte, valiente,
luchador y perseverante.
Son dos mundos que discrepan, que de ninguna forma existía compatibilidad

entre ellos.
La interpretación de Arguedas de este problema social puede sentirse en carne
propia, pues las vivencias que él tuvo a lo largo de su vida lo ayudaron a
demostrar esta triste realidad social e interpretar su propia historia, que en la
actualidad puede ser comparada con miles de otras, ya que la discriminación a la
clase indígena, perdura.
“Cuanto yo viví en la niñez, en los dolores que se me contagiaron en la
infancia, siguen influyendo de manera muy poderosa en cuanto pienso y en
todo lo que siento como miembro de la sociedad”- manifestaba Arguedas.
Entonces surge en nosotros, una pregunta tácita -¿Qué es la discriminación
racial?- La respuesta es inmediata en mi memoria, en mi conciencia de formar
parte de un país pluricultural. Es un fenómeno social que defiende la
superioridad de una raza frente a las demás y la necesidad de mantenerla
aislada o separada del resto dentro de una comunidad o un país. Algunas de
las consecuencias más comunes
son: el odio, resentimiento, discordias, entre individuos o poblaciones y en
algunos casos, la muerte. La discriminación representa un obstáculo para el
gozo pleno de todos los derechos humanos, incluidos los derechos sociales.
Uno de los males sociales más frecuentes a lo largo de la historia de las
sociedades es sin duda el racismo. La frecuencia del racismo a lo largo de
todos los tiempos, así como su alta veleidad, que le permite adaptarse e
innovarse en cada nueva época. En nuestro país se discrimina cada día en las
calles, en las escuelas, en los lugares de trabajo y en los hogares.
Lamentablemente no se aprecia la rica variedad y multiculturalidad de los
habitantes. Nosotros como sociedad nos hemos acostumbrado a reaccionar
cuando los hechos nos dañan directamente, pero frente a una tercera persona
mantenemos el silencio.
Un ejemplo claro de este problema, es el abuso sexual que sufrió Justina por
parte de Don Froylán, en la obra Warma Kullay. Justina era una bella india que
vivía en una hacienda, y que por ser indígena fue abusada por el patrón de dicho
lugar. Don Froylán ejerce lo que para el autor es la forma más cruel del abuso
del explotador hacia la clase sometida: la violencia sexual, en Justina. Un punto
que resalta y que marca la diferencia con las demás obras del autor, es el amor
que siente Ernesto por Justina, demostrando que el amor no tiene barreras. A
pesar de ser mestizo, él mira a Justina (siendo de bajos recursos e indígena)
como alguien inalcanzable.
José María Arguedas se trazó una meta: Cambiar al Perú, de modo que cada
ciudadano sienta en su corazón lo valioso que es ser peruano. Por medio de
críticas constructivas (en sus libros), el escritor nos hace un llamado para que
en el trascurso del tiempo, construyamos nuestra identidad nacional. Y no solo
respetando los símbolos patrios y promoviendo las fiestas nacionales; si no
también teniendo respeto e identidad con nuestra raza, la raza peruana. Y si,
somos cholos, serranos, de igual forma, aquí todos somos peruanos y si no
tienes de inga, tienes de mandiga porque “EL PERÚ ES DE TODAS LAS
SANGRES”.
Nuestra tarea, la erradicación del racismo en el reflejo de nuestra realidad.
Seamos agentes de cambio desde nuestros colegios, trabajos, hogares y, así,
a todo nivel. Necesitamos no solo la educación como fuente de conocimiento,
sino que realmente esta tenga efecto y logre el cambio sustancial de ser
mejores seres humanos antes que “fríos” profesionales. Además, aumentar en
todas las personas su inteligencia emocional y autoestima, y hacer entender y
comprender a todos que nadie es superior que otro por su apellido,
ascendencia o condición económica.
La intolerancia se basa en la ignorancia. Debemos educarnos, para educar.
No apoyemos el racismo. Empoderémonos de ideas de igualdad, de justicia e
identidad. Cuando alguien haga comentarios racistas en la televisión, radio, o
en cualquier circunstancia de nuestra vida, ¡No calles!, educa, porque no
podemos ser cómplices de esta abominación con nuestro silencio. El racismo
es un tema muy serio y que debe ser analizado con total responsabilidad. Esto
involucra un cambio en nuestra manera de pensar pues los medios de
comunicación son un reflejo de nuestra sociedad. Los más difíciles pueden ser
aquellos casos que pueden parecer como “permisibles” o socialmente
aceptados. El racismo debe ser erradicado en todas sus formas y en esta labor
conjunta, estamos todos comprometidos.

Una Luz novelista se apagó un 2 de diciembre de 1969, el escritor novelista


José María Arguedas, lamentablemente decidió quitarse la vida por mano
propia. No por egoísmo, si no porque tenía pesadumbre en el alma y
especialmente en su conciencia. El Perú que vivió Arguedas, fue uno de
cambios constantes, tanto políticos, como económicos y con mezclas
culturales; un Perú que tuvo que confrontar; pero hoy jóvenes de un
bicentenario encienden sus luces, aquellas luces de esperanza de ver un país
libre de corrupción, injusticia y por la lucha de Arguedas sin discriminación.
Recordemos a este gran escritor como un Héroe Cultural Indigenista, que nos
hizo reflexionar con sus palabras e ingenio en un mundo imaginario.
“Me retiro ahora porque siento que he comprobado, que ya no tengo energía e
iluminación para seguir trabajando, es decir, para justificar la vida”- Fueron las
últimas palabras del autor de Warma Kullay a sus estudiantes universitarios.
No hay duda alguna que las obras, cuentos, ensayos y estudios de Arguedas,
de una gran verdad social, lo dejan marcado en cada uno de nosotros como
uno de los mejores escritores peruanos, que promueven la destrucción de la
discriminación racial, convirtiéndose así en una leyenda de la literatura. Amén.

En cuanto a lo abordado con anterioridad, solo me queda recalcar el gran


trabajo de José María Arguedas en nuestra sociedad, porque gracias a sus
obras, muchas personas pueden ver en la actualidad, la realidad peruana, una
realidad que nosotros tratamos de exponerlas y erradicarlas. Nuestra forma de
pensar es tan igual a la de antes; nuestra forma de comportarnos, es tan
parecida a la de otras culturas, que lamentablemente hace que el Perú siga
siendo el mismo país tercermundista, corrupto, con grandes porcentajes de
discriminación y exclusión social y donde las personas solo se dedican a
adquirir conocimientos, pero no se educan para ser personas de bien, con
valores e identidad. José María Arguedas refleja a un gran peruano que
transmite su molestia y dolor ante una sociedad que no valora sus riquezas y
que no ama a su patria tanto como él la amó. En nuestras manos queda que
esta sociedad crezca más en unidad y valoración a lo nuestro, porque la mayor
riqueza somos nosotros y del compromiso que hagamos depende el éxito de
esta hermosa tierra que nos heredó Pachacútec, mi amado Perú.

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