Juzgado Civil 92: Y VISTOS: Estos Autos Caratulados "N. E
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JUZGADO CIVIL 92
42813/2015
N., E. M. c/ Z., E. R.
s/LIQUIDACION DE SOCIEDAD CONYUGAL
RESULTA:
a) A fs. 15/19 se presenta la Sra. E. M. N. y
promueve demanda de liquidación de la comunidad de ganancias,
disuelta como consecuencia de la sentencia de divorcio dictada con
fecha 31/10/2007, contra el Sr. E. R. Z..
Indica en primer término que dicha comunidad quedó
extinguida el 22/05/2007, fecha en que se notificó al nombrado la
demanda de divorcio.
Denuncia que componen el activo de la comunidad los
siguientes bienes:
1) el bien inmueble sito en la calle C. ... piso 2° “B” de la
Ciudad de Buenos Aires, adquirido por la Sra. N. con fecha
05/01/1995 y afectado por un crédito hipotecario cancelado durante el
matrimonio;
2) el automóvil marca Honda dominio ... vendido por su
cónyuge durante la separación de hecho sin contar con su
asentimiento y reemplazado por el automóvil marca H. dominio ...
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la comunidad desde la separación de hecho. En este sentido, alude a
los gastos de conservación y manutención del inmueble ganancial en
concepto de impuestos, tasas y contribuciones (ABL, Aguas
Argentinas y AySA), más las expensas ordinarias y extraordinarias del
mencionado inmueble.
Seguidamente, reclama un crédito por la manutención exclusiva
de su hijo –hoy mayor de edad- desde la separación de hecho,
alegando que se trata de una carga de la comunidad. Explica que
recién inició el juicio de alimentos en noviembre de 2007, en el cual
se fijó una cuota de $800 mensuales a cargo del progenitor y que,
como consecuencia del incumplimiento del pago por parte del
alimentante, inició un proceso de ejecución de alimentos que se
encuentra en trámite, donde ha sido imposible ejecutar el crédito por
alimentos atrasados.
Por último, hace reserva de atribución preferencial del inmueble
de la calle C. ..., por haberlo ocupado desde su adquisición hasta el
presente, comprometiéndose a compensar la diferencia en dinero a
favor de su ex cónyuge.
Solicita se haga lugar a la demanda incoada. Funda en derecho,
acompaña documental y ofrece prueba.
b) A fs. 20 se imprime al presente el trámite ordinario y se da
traslado de la demanda.
A fs. 24 se presenta el Sr. E. R. Z. y a fs. 28/34 contesta
demanda en forma extemporánea (ver fs. 35).
A fs. 41, la actora reitera el pedido de atribución preferencial de
la vivienda, ofreciendo pagar al demandado –conforme tasación
inmobiliaria extrajudicial- la suma de $240.000 en el plazo de 45 días.
A fs. 45/46 el demandado contesta el traslado conferido a fs. 42
y se opone a la atribución preferencial de la vivienda. Por otra parte,
desconoce la existencia de recompensa alguna a favor de su ex
esposa, tras señalar que en el inmueble de la calle C. vive la
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Y CONSIDERANDO:
I. Para poder decidir o determinar una posición adecuada en el
pleito, procederé a tratar las cuestiones expuestas en relación a la
prueba ofrecida y rendida en autos de acuerdo a los principios de la
sana crítica, de observancia obligatoria para la suscripta (art. 386 del
CPCCN).
A tenor de ello, debo resaltar primeramente –conforme lo
reiterado por nuestro más Alto Tribunal- que los jueces no estamos
obligados a analizar todas y cada una de las argumentaciones de las
partes, sino tan sólo aquéllas que sean conducentes y posean
relevancia para decidir el caso (CSJN, Fallos: 258:304; 262:222;
265:301; 272:225; etc.). En su mérito, no habré de seguir a las partes
en todas y cada una de sus argumentaciones sino tan solo en aquellas
que sean conducentes para decidir este conflicto.
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Asimismo, en sentido análogo, es dable destacar que tampoco
es obligación del juzgador ponderar todas las pruebas agregadas, sino
aquellas que estime apropiadas para resolver el caso (CSJN, Fallos:
144:611; 274:113; 280:3201; 333:526; 300:83; 302:676; 303:235;
307:1121; etc.), por lo tanto me inclinaré por las que produzcan mayor
convicción, en concordancia con los demás elementos de mérito de la
causa. En otras palabras, se considerarán los hechos que Aragoneses
Alonso llama “jurídicamente relevantes” (Aragoneses Alonso, Pedro,
Proceso y Derecho Procesal, Aguilar, Madrid, 1960, p. 971), o
“singularmente trascendentes” como los denomina Calamandrei
(Calamandrei, Piero, “La génesis lógica de la sentencia civil" en
Estudios sobre el proceso civil, Ed. Bibliográfica Argentina, Buenos
Aires, 1945, ps. 369 y ss.).
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empleada por la ley se refiere a derivaciones fácticas y no a efectos
jurídicos que la nueva ley puede atribuir a hechos pasados (conf.
Llambías, Jorge J., Tratado de derecho civil. Parte general, 4ta. ed.,
Perrot, Buenos Aires, 1970, t. I, p. 147).
Explica Borda, que “relación jurídica” es un vínculo jurídico
entre dos o más personas, con carácter particular, esencialmente
variable, del cual emanan deberes y derechos, siendo las más
frecuentes las que nacen de la voluntad de las partes (contratos,
testamentos, etc.). En cambio, la “situación jurídica” es la posición
objetiva y permanente que ocupa un sujeto frente a una norma general
o a una institución jurídica determinada; es decir, genera derechos
regulados por la ley y no por la voluntad de las partes que son
uniformes para todos (por ejemplo, el derecho de propiedad, el estado
de familia, la capacidad, etc.) (conf. Borda, Guillermo A., “La reforma
del Código Civil. Efectos de la ley con relación al tiempo”, ED, 28-
810).
Ahora bien, a los efectos de la aplicación de la ley en el tiempo,
el citado art. 7 equipara las expresiones situaciones y relaciones
jurídicas, de modo que resultan extensibles a ambos casos las
conclusiones que al respecto se dispongan.
Aquello que por el contrario resulta relevante definir son las
llamadas “consecuencias” de estas situaciones y relaciones jurídicas,
pues en el caso concreto ello será vital para justificar la postura que se
adopta. Las consecuencias son las derivaciones o efectos que
reconocen su causa eficiente en las relaciones o situaciones jurídicas
(conf. Kemelmajer de Carlucci, Aída, La aplicación del Código
Civil…, p. 27). La palabra “consecuencias” se refiere a las
derivaciones fácticas y no a los efectos jurídicos que la nueva ley
puede atribuir a efectos pasados (conf. Llambías, Jorge J., Tratado de
derecho civil…, cit., t. I, p. 28).
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pueden afectar, sin retroactividad, a los hechos ya acaecidos que han
implicado la adquisición o la extinción. Por su parte, si las leyes
gobiernan el contenido y los efectos de la situación o relación, los que
ya han sucedido también deben ser considerados hechos cumplidos y
por lo tanto no pueden ser afectados por la nueva ley. En la segunda
categoría, hechos en curso, caben las mismas distinciones. Para la
constitución o extinción de la situación, debe diferenciarse entre
situaciones jurídicas de formación continua (por ejemplo, la
prescripción adquisitiva) y situaciones jurídicas de situación sucesiva,
o sea, en escalones o etapas de su formación (por ejemplo, una venta
que exige autorización judicial). En el caso de estas últimas, cuando
se trata de actos entre vivos, los hechos que no han determinado la
constitución o la extinción de una situación jurídica según la ley en
vigor no pueden, por una ley nueva, ser considerados como que han
producido esta constitución o extinción, sin que la ley declare la
retroactividad. Es decir, la ley tiene efectos inmediatos sobre los actos
en curso de formación. Por su parte, si las leyes gobiernan el
contenido o los efectos, cabe distinguir entre situaciones legales y
convencionales. En este sentido, no se discute la aplicación inmediata
de la ley para los efectos que se produzcan en situaciones que tienen
origen legal; en cambio, si las relaciones o situaciones tienen origen
en actos particulares o convencionales, la regla es que los rige la ley
vigente al momento de su constitución (Roubier, Paul, Le droit
transitoire (Conflits des lois dans le temps), citado por Kemelmajer de
Carlucci, Aída, La aplicación del Código Civil y Comercial…, cit., ps.
27; 32 a 34).
Siguiendo las enseñanzas del autor francés, Medina sintetiza
que “Hay relaciones que se extinguen inmediatamente después de
producidos los efectos. Pero otras relaciones jurídicas producen sus
efectos durante un cierto período de tiempo (arrendamiento, préstamo,
en general los contratos de duración). La doctrina de la relación
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ps. 29 y 30. En idéntico sentido ver Molina de Juan, Mariel, “El
Código Civil y Comercial y los procesos familiares en trámite”, LL,
19/06/2015, p. 1, AR/DOC/3137/2015; Leguizamón, Héctor E., “La
problemática de la aplicación temporal de las normas en el nuevo
Código Civil y Comercial”, elDial.com- DC1F0E; Tamborelli, José
N., “Aplicación de la ley en el tiempo según el nuevo Código”, LL,
03/09/2015, p. 1, AR/DOC/2888/2015; etc.).
Esta regla genérica se refuerza si se advierte que según la
jurisprudencia de nuestro Máximo Tribunal, el efecto inmediato de la
ley no es inconstitucional, no afecta derechos fundamentales
amparados por la Carta Magna, siempre que la aplicación de la nueva
norma afecte sólo los hechos aún no acaecidos de una relación o
situación jurídica constituida bajo el imperio de la ley anterior (conf.
CSJN, 24/04/1995, LL, 1996-A-206).
A tenor de los principios expuestos, comparto la postura de
quienes sostienen que la nueva ley es de aplicación inmediata al
régimen patrimonial del matrimonio de los casados bajo el derecho
sustituido (conf. Rivera, Julio C., “Aplicación del Código Civil y
Comercial a los procesos judiciales en trámite. Y otras cuestiones que
debería abordar el Congreso”, LL, 04/05/2015). Y ello por cuanto –
reitero- mientras las consecuencias de las relaciones o situaciones
jurídicas ya producidas o consumadas no se encuentran afectadas por
las nuevas leyes (pues respecto de ellas existe el llamado consumo
jurídico), los efectos o consecuencias aún no producidos caen bajo la
nueva norma por aplicación inmediata, sin retroactividad (conf.
Moisset de Espanés, Luis, “La irretroactividad de la ley…”, cit.;
Kemelmajer de Carlucci, Aída, La aplicación del Código Civil y
Comercial…, cit., p. 36; Medina, Graciela, “Efectos de la ley…, cit.”;
Molina de Juan, Mariel, “El Código Civil y Comercial…”, cit.; etc.
En jurisprudencia ver CNCiv., sala M, 23/02/2016, “L., E. M. c/ M.,
H. A. s/ liquidación de sociedad conyugal”, expte n° 32.238/2011).
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ha resuelto que “la sociedad conyugal que es objeto de liquidación se
extiende en su vigencia y alcances desde el 4/11/83 hasta el 9/11/99,
de conformidad con lo normado por los arts.464 a 503 del nuevo
Código Civil y Comercial. Asimismo, atento la entrada en vigencia
del nuevo Código Civil y Comercial el 1/8/2015, cabe puntualizar que
no existiendo bienes gananciales sino un único bien propio del
demandado, la cuestión central a decidir ronda sobre la procedencia y
determinación de las recompensas que reclamó la actora y el canon
locativo pretendido por el accionado. De conformidad con lo
dispuesto por el art. 7 del Código Civil y Comercial, considero
necesario explicitar que las recompensas deben evaluarse conforme
las pautas fijadas por los arts. 488 a 495 del CCC aún cuando la
sentencia de divorcio se dictó antes de la entrada en vigencia del
nuevo código. Ello así porque se trata de consecuencias de la
disolución de la sociedad conyugal producida por el divorcio, que se
encuentran alcanzadas por la nueva normativa. En efecto, los
problemas de derecho transitorio se plantean cuando se trata de
situaciones o relaciones ‘in fieri’ (que no es el caso) o cuando su
realización o ejecución, liquidación o consumación demandan tiempo,
como sucede en autos. Se trata de consecuencias aún no producidas
que caen bajo la nueva ley por aplicación inmediata, sin que ello
implique retroactividad…” (CNCiv., sala M, 23/02/2016, “L., E. M. c/
M., H. A. s/ liquidación de sociedad conyugal”, con disidencia en este
punto de la magistrada Benavente).
Así también se ha considerado en un fallo de la sala F de la
Cámara Nacional en lo Civil donde si bien no se hace referencia
expresa al art. 7 del CCyC, se aplica el nuevo ordenamiento para
resolver un juicio de liquidación de comunidad de bienes iniciado con
anterioridad a la entrada en vigencia de dicho Código. En tal
precedente, el tribunal resuelve que “el derecho sobre el inmueble se
originó durante el matrimonio y reviste por ende el carácter de
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se reconoce una autonomía restringida o libertad tasada, por el cual
los cónyuges pueden optar entre el régimen de comunidad y el
régimen de separación de bienes (conf. arts. 420 inc. j); 446 inc. d);
449; 463 y 505 y ss., CCyC).
Esta opción, claro está, no pudo ser ejercitada por los cónyuges
de autos, que se casaron el 15/01/1990 (ver fs. 10) y se divorciaron el
31/10/2007 (ver certificación de fs. 20), o sea, con anterioridad a la
entrada en vigor del nuevo ordenamiento.
En consecuencia, el matrimonio N.- Z.fN quedó sujeto al
régimen de comunidad de ganancias (en la actualidad considerado el
régimen supletorio ante la falta de opción de los cónyuges, conf.
art. 463, CCyC), cuya característica esencial es la formación de una
masa común con determinados bienes destinada a ser dividida entre
los cónyuges o entre uno de ellos y los herederos del otro, al momento
de la disolución.
A tenor de lo que surge de los autos conexos sobre divorcio n°
25.195/2007, la sentencia de divorcio fue decretada en los términos
del art. 214 inc. 2° del derogado CC, es decir, por haberse corroborado
la separación de hecho sin voluntad de unirse entre las partes. Según
ambos cónyuges fueron oportunamente contestes, la fecha de dicha
separación se remonta al 17/07/2001, fecha denunciada por la Sra.
N. respecto de la cual se allana el Sr. Z..
El art. 480 del CCyC prevé que “La anulación del matrimonio,
el divorcio o la separación de bienes producen la extinción de la
comunidad con efecto retroactivo al día de la notificación de la
demanda o de la petición conjunta de los cónyuges. Si la separación
de hecho sin voluntad de unirse precedió a la anulación del
matrimonio o al divorcio, la sentencia tiene efectos retroactivos al día
de esa separación. El juez puede modificar la extensión del efecto
retroactivo fundándose en la existencia de fraude o abuso del
derecho…”.
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divorcio, expte. n° 25.195/2007), cuestión sobre la cual no existió
oportunamente divergencia entre las partes.
A los fines de la liquidación de la comunidad, pueden
distinguirse dos categorías de bienes: los bienes propios, ahora
enunciados en forma detallada en el art. 464 del CCyC, que quedan
excluidos de la comunidad de ganancias, no generando expectativas
de participación para los cónyuges a la disolución de dicha
comunidad; y los bienes gananciales, enumerados en el art. 465, que
se dividen por partes iguales entre los cónyuges “sin consideración al
monto de los bienes propios ni a la contribución de cada uno a la
adquisición de los gananciales” (conf. art. 498, CCyC).
En el caso de autos, no existe discrepancia entre las partes
acerca de la existencia del bien inmueble ganancial sito en la calle
C. .., entre B. y C., Unidad ..., piso 2°, de esta Ciudad de Buenos
Aires, de titularidad de la Sra. N. y adquirido durante el matrimonio
con fecha 05/01/1995 (ver fs. 12/13)..
La actora reclama también un crédito a su favor por el cincuenta
por ciento del valor del automóvil marca Honda dominio SIV ...,.
que indica fue vendido por su cónyuge durante la separación de hecho
sin contar con su asentimiento y reemplazado por el automóvil marca
Honda dominio ..... Solicita en este sentido que “se ordene al Sr. Z.
traer a la masa ganancial el valor actualizado de/l lo/s automóviles
referidos” (SIC) (ver fs. 16).
Ahora bien, conforme surge del informe del Registro de la
Propiedad del Automotor obrante a fs. 68 y del informe de la
Dirección General de Rentas obrante a fs. 125/127, el primer
automóvil al que alude la actora, marca Honda dominio .... fue
adquirido por el Sr. Z. el 18/09/2002, es decir, más de un año
después de producida la separación de hecho entre los cónyuges y, por
ende, la disolución de la comunidad. Lo mismo ocurre con el
automóvil marca Honda dominio ..., que en reemplazo del
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IV. RECOMPENSAS
Las recompensas han sido históricamente definidas como los
“créditos entre uno de los cónyuges y la sociedad conyugal que surgen
con motivo de la gestión patrimonial de los bienes propios y
gananciales durante la sociedad conyugal y que deben ser
determinados después de la disolución para establecer con exactitud la
masa partible” (Belluscio, Augusto C., Manual de derecho de familia,
Depalma, Buenos Aires, 2006, t. 2, p. 544. Ver también Zannoni,
Eduardo A., Derecho civil. Derecho de familia, Astrea, Buenos Aires,
1998, t. I, p. 767; Azpiri, Jorge A., Régimen de bienes del matrimonio,
Hammurabi, 3ra. ed. actual. y ampl., 2012, Buenos Aires, p. 271;
Sambrizzi, Eduardo A., El régimen patrimonial del matrimonio en el
nuevo Código Civil y Comercial, La Ley, Buenos Aires, 2015, p. 566;
Fleitas Ortiz de Rozas, Abel- Roveda, Eduardo, Régimen de bienes
del matrimonio, La Ley, Buenos Aires, 2001, p. 224; Mattera, Marta
del Rosario- D’ Acunto, Claudia I., “El derecho de recompensa en la
liquidación de la sociedad conyugal”, ED, 192-916; etc.).
En este orden de ideas, la jurisprudencia sostuvo que “Las
recompensas, previstas expresamente en el art. 1316 bis, CCiv., son
los créditos entre los cónyuges y la sociedad conyugal que surgen con
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motivo de la gestión patrimonial de los bienes propios y gananciales,
y que deben ser determinados antes de la partición, y con el objeto de
precisar cuál ha de ser la masa partible. La finalidad es impedir la
ruptura del equilibrio entre los patrimonios y evitar un
enriquecimiento sin causa; habida cuenta que si la sociedad conyugal
no responde ante uno de los cónyuges de los aportes propios por éste
efectuados, aquella se enriquecería en su perjuicio y, paralelamente,
acontecería un aumento ilegítimo del patrimonio del otro” (CNCiv.,
sala B 14/08/2008 “E. c/ F., M”, ABELEDO PERROT Nº:
1/70049179. Ver en el mismo sentido CNCiv., sala G, 13/08/2010,
“S., I. G. c/ C., O. H.”, ABELEDO PERROT Nº: 1/70065338;
CNCiv., sala K, 15/11/2007, “F., G. E. y otro c/ J., M. E.”, ABELEDO
PERROT Nº: 1/1034601; CNCiv., sala I, 26/08/2010, “P., G. A. c/ A.,
M. R. s/liquidación de sociedad conyugal”; ídem, 19/04/2011, “F., J.
J. c/ G., M. G. s/ liquidación sociedad conyugal”; CNCiv., sala F,
03/06/2011, “G. J. E. c/ P. E. s/ separación de bienes”, elDial.com -
AA6DC3; CNCiv., 13/02/2012; “S., M. G. c. P., R. K. s/liquidación de
la sociedad conyugal”, LL, 2012-D-456; CNCiv., sala B, 17/05/2012,
“D., B. B. c/ D., E. S. s/ liquidación de sociedad conyugal”, R.
596.310; CNCiv., sala I, 31/10/2013, “G., E. M. c/ sucesión de M. J.
L. s/ acción declarativa”; CNCiv., sala M, 04/08/2014, “N., R. J. c/ P.,
N. L. s/ liquidación de sociedad conyugal”, elDial.com - AA8A7D;
CNCiv., sala H, 23/09/2014, “P., E. G. c/ Z., M. A. s/ liquidación de
sociedad conyugal”, expte. n° 15.348/2010; CNCiv., sala K,
29/09/2014, “C., C. S. c/ G., J. C. s/ liquidación de sociedad
conyugal”, RC J 8100/14; CNCiv., sala I, 26/09/2014, “S, D J c/ H, C
V s/ liquidación de sociedad conyugal”, elDial.com - AA8C13;
CNCiv., sala H, con fecha 13/05/2015, “M., S. E. C/ M., J. O. S/
Liquidación de sociedad conyugal”, etc.).
También se ha conceptualizado a las recompensas como
indemnizaciones entre los cónyuges con el propósito de asegurar a
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indemnizaciones y recompensas. Las recompensas son
indemnizaciones entre los cónyuges con el propósito de asegurar a
ambos esposos la exacta participación por mitades en los gananciales,
igualdad que puede haber resultado afectada por la gestión durante la
comunidad tanto en detrimento de los bienes gananciales y a favor de
los propios, como en detrimento de los propios y a favor de los
gananciales” (CNCiv., sala K, 20/10/2014, “T., F. M. c/ G., M. G. s/
liquidación de sociedad conyugal”, expte. n° 94.416/2011).
El origen de la teoría de las recompensas se remonta al derecho
consuetudinario francés y su finalidad era evitar que el precio
obtenido de la venta de un inmueble propio se reputara ganancial.
Luego fue extendiéndose a otros supuestos en que a raíz de los actos
de gestión de cualquiera de los cónyuges (aunque en general eran del
marido), se ocasionara un perjuicio al otro en sus bienes, concediendo
a este último, a la disolución de la comunidad, el derecho a compensar
los valores de que se vio privado. El Código Civil francés de 1804 las
incorporó ampliamente (conf. Zannoni, Eduardo A., Derecho civil…,
cit., t. I, ps. 774/775; Fassi, Santiago C.- Bossert, Gustavo A.,
Sociedad conyugal, Astrea, Buenos Aires, 1977, t. II, ps. 259 y ss.;
Sambrizzi, Eduardo A., El régimen patrimonial del matrimonio…,
cit., ps. 568/570; etc.).
Se han invocado distintos fundamentos jurídicos acerca de las
recompensas, tales como el enriquecimiento sin causa de un cónyuge
en detrimento del otro, la prohibición de donaciones entre cónyuges
en aquellos regímenes que las proscriben, el pago con subrogación
cuando se cancelan deudas propias con fondos gananciales, mantener
cada masa de bienes en su integridad, la inmutabilidad de las
convenciones matrimoniales en los regímenes las regulan, entre otros
(ver al respecto Zannoni, Eduardo A., “La liquidación de la sociedad
conyugal y las compensaciones debidas entre los cónyuges: su
naturaleza (y una consideración especial al art. 1273 del Código
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La norma recoge así la tesis amplia y mayoritaria en la doctrina
y la jurisprudencia que propugnaba su procedencia no sólo en los
casos explícitamente contemplados en el Código, sino siempre que se
vulnere la intangibilidad de las distintas masas.
En este sentido, se concluía que “no puede interpretarse
restrictivamente el derecho a recompensa como lo piensa Borda,
quien lo admite solamente en los casos expresamente reconocidos por
el Código Civil. Entendemos que deben admitirse siempre que sea
necesario restablecer la debida composición de las masas
patrimoniales propias de cada cónyuge, evitando que el haber propio
aumente a expensas del común o disminuya en beneficio de la masa
ganancial. Así, se deberán recompensas o compensaciones siempre
que la comunidad haya acrecido o se haya beneficiado con valores en
su origen propios de cualquiera de los cónyuges. También procederán
en los casos en que el patrimonio propio de uno de los cónyuges haya
acrecido o se haya beneficiado con valores en su origen gananciales”
(CNCiv., sala K, 20/10/2014, “T., F. M. c/ G., M. G. s/ liquidación de
sociedad conyugal”, expte. n° 94.416/2011).
En cuanto a la carga de la prueba de la recompensa, debe
recordarse el principio emergente del art. 492 del CCyC, en cuanto
reza: “La prueba del derecho a recompensa incumbe a quien la invoca,
y puede ser hecha por cualquier medio probatorio”.
Sentados estos principios generales, corresponde que me expida
acerca de las recompensas pretendidas por la actora en autos.
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tradicionales cargas de la comunidad y el segundo a las obligaciones
personales (conf. Arianna, Carlos A.- Bertini, Adriana S., “Disolución
del régimen patrimonial del matrimonio…, cit.; Azpiri, Jorge O.,
Derecho de familia, Hammurabi, Buenos Aires, 2da. ed., 2016, p. 177;
Sambrizzi, Eduardo A., El régimen patrimonial…, cit., p. 573; Solari,
Néstor E., Derecho de las familias, La Ley, Buenos Aires, 2015, p.
159; etc.).
Entre las llamadas cargas de la comunidad, el art. 489 del CCyC
enuncia las siguientes: a) las obligaciones contraídas durante la
comunidad, no previstas en el artículo siguiente; b) el sostenimiento
del hogar, de los hijos comunes y de los que cada uno tenga, y los
alimentos que cada uno está obligado a dar; c) las donaciones de
bienes gananciales hechas a los hijos comunes, y aun la de bienes
propios si están destinados a su establecimiento o colocación; d) los
gastos de conservación y reparación de los bienes propios y
gananciales. Por su parte, el art. 490 enumera las denominadas
obligaciones personales de los cónyuges, cuales son: a) las contraídas
antes del comienzo de la comunidad; b) las que gravan las herencias,
legados o donaciones recibidos por uno de los cónyuges; c) las
contraídas para adquirir o mejorar bienes propios; d) las resultantes de
garantías personales o reales dadas por uno de los cónyuges a un
tercero, sin que de ellas derive beneficio para el patrimonio ganancial;
e) las derivadas de la responsabilidad extracontractual y de sanciones
legales.
Sin ánimo de extenderse sobre aspectos ajenos a la presente
resolución, cabe aclarar que la comunidad carece de personalidad, por
ende, no tiene posibilidad de ser deudora, de modo que no existen
deudas comunes propiamente dichas. Las deudas son siempre de los
cónyuges. La expresión deuda común está solamente destinada a
explicar el régimen especial de ciertas deudas contraídas por
cualquiera de los cónyuges en interés de la comunidad (conf.
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ha abonado en forma exclusiva gastos relacionados con la
conservación de bienes gananciales.
Desde antaño la doctrina entiende que cabe incluir dentro del
amplio concepto de cargas aquellos gastos devengados después de la
disolución de la comunidad “que fueron necesarios para la
conservación de bienes comunes y que se hallan motivados en la
administración de la masa ganancial, y que comprenderán los que
fueron útiles para la reparación, conservación y productividad de los
bienes gananciales, para el pago de las deudas de tal carácter, y los
que resultaron necesarios para preparar la liquidación” (Fassi,
Santiago C.- Bossert, Gustavo A., Sociedad conyugal…, cit., t. II, ps.
248/249).
En este orden de ideas, la jurisprudencia ha resuelto que
“cuando se trata de impuestos que gravan un bien ganancial o propio,
podría interpretarse que su pago se asimila a un gasto de conservación
y por tanto existirían obligaciones concurrentes de ambos cónyuges…
En este sentido, el pago de impuestos que gravan bienes gananciales,
constituye una obligación que atañe a la conservación de bienes
comunes…, por lo cual, de conformidad con lo normado por lo
normado por el artículo 6° de la ley 11.357 y al art. 1275 del Código
Civil, no corresponde que un sólo cónyuge responda por la deuda que
el inmueble generó en concepto de ABL, desde que dicho crédito
conforma expensas necesarias, cuyo pago favorece a ambos miembros
de la sociedad conyugal, titulares del mismo” (CNCiv., sala A,
09/11/2009, “L., M. de los A. c. P., L. M.”, LL, 2010-C-521 y DFyP
2010 (junio), p. 38).
En esta misma línea se ha confirmado que corresponde
recompensa a favor de uno de los cónyuges por las expensas pagadas
sobre un bien ganancial durante la separación de hecho (conf. CNCiv.,
sala J, 27/05/2010, “P., H. A. v. D. S., S.”, ABELEDO PERROT Nº:
1/70061199-1; etc.).
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s/liquidación de la sociedad conyugal”, LL, 2012-C-395) y que “No
corresponde hacer pesar con algún porcentaje en el pago de los
tributos municipales y expensas comunes, durante la indivisión
postcomunitaria del inmueble común, al esposo que no habita en
dicho inmueble. Los gastos efectuados en concepto de tributos
municipales y expensas durante la indivisión postcomunitaria del
inmueble común deben ser soportados exclusivamente por el cónyuge
que lo habita” (CNCiv., sala C, 05/09/1995, “T., H. J. v. L. de T., N.
E.”, ABELEDO PERROT Nº: 1/17102).
Con igual énfasis se ha afirmado que “el sr. M. siguió en el uso
exclusivo del bien referido, no parece desacertado, a la luz de la
equidad, la decisión negatoria sobre ella encaballada, con apoyo en la
compensación derivada de aquella utilización del departamento en su
único beneficio, a partir de la separación de los componentes del
matrimonio disuelto por sentencia dictada en el expediente acollarado
y a la vista… Respecto a las erogaciones por uso telefónico y de gas,
es obvio que por beneficiar con exclusividad al único usuario del bien
en post-comunidad societaria en liquidación, no pueden constituir
créditos contra ésta y sí, aprehendidos en la compensación a que hice
antes referencia” (CNCiv., sala G, 15/02/2005, “R., C. A. c. M., N.
E.”, LL, 2005-C-900).
Así también se ha resaltado que parece “razonable que aquella
parte que gozaba del uso exclusivo de un inmueble fuese quien
afrontase la totalidad de las cargas que pesaban sobre él” (CNCiv.,
sala F, 29/05/2008, “N., M. A. c/ B., A. M. s/ Liquidación de sociedad
conyugal”, L. 496.729), y que “podría entenderse como una
contradicción que si el demandado por haber ocupado el inmueble de
la calle..., en forma exclusiva es quien debe afrontar las deudas de
conservación del bien (pago del impuesto inmobiliario, AYSA y las
expensas), por analogía y teniendo en cuenta las pruebas obrantes en
autos, respecto del uso exclusivo del automóvil por parte del Sr.
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L.J.C., (lo que no fue negado por aquél…) entiendo que este último es
quien debe asumir el pago por las deudas que pudieran existir en
concepto de patentes del vehículo en cuestión” (CNCiv., sala F,
03/04/2014, “G., A. L. c. L., J. C. s/ liquidación de sociedad
conyugal”, AR/JUR/7940/2014).
En el caso de autos, como anticipé, de los propios dichos de las
partes se desprende que la Sra. N. hace uso exclusivo del
inmueble sito en Cochrane 2658 desde la separación de hecho entre
los cónyuges.
En consecuencia, a tenor de lo expuesto, doctrina y
jurisprudencia citadas, corresponde desestimar el pedido de
recompensa por lo abonado en concepto de expensas, rentas de ABL y
servicio de agua que pesaron sobre dicho inmueble.
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aprobó la liquidación por los alimentos adeudados por el progenitor
hasta la suma de $116.880 (ver fs. 242, expte. n° 22.330/2010).
Es cierto, como indica la actora y anticipé en el punto a) de este
considerando, que entre las llamadas cargas de la comunidad
enunciadas en el art. 489 del CCyC se incluye el sostenimiento del
hogar, de los hijos comunes y de los que cada uno tenga, y los
alimentos que cada uno está obligado a dar (inc. b). Pero no lo es
menos que -como también señala la requirente- el crédito a su favor
por los alimentos adeudados ya fue reconocido en las actuaciones
sobre ejecución de alimentos, decisión que se encuentra firme, de
modo que nada cabe aquí resolver al respecto.
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Esta figura, que carece de antecedentes en nuestra legislación,
fue recogida por los Proyectos de reforma de Código Civil de 1993 y
1998, que a su vez encuentran fundamento en el derecho belga, en el
Código Civil de Quebec y, esencialmente, en el Código Civil francés,
fuente principal del art. 499 del CCyC. Sin embargo, el legislador
nacional introdujo algunas modificaciones a las previsiones del
derecho comparado.
Señala Arianna que en el derecho francés la atribución
preferencial está regulada entre las disposiciones referentes a la
partición hereditaria. El art. 832 se refiere a cualquier explotación
agrícola, o de parte de una explotación agrícola que constituya una
unidad económica, extensivo a cualquier empresa comercial,
industrial o artesanal, que pueda considerarse de carácter familiar. Si
no hubiere acuerdo amistoso entre ellos, la solicitud de atribución
preferente se elevará al tribunal que decidirá en función de los
intereses existentes. Salvo acuerdo amistoso entre los copartícipes la
posible compensación debida será pagadera al contado. A su vez el
art. 832-1 concede de pleno derecho la atribución preferente, prevista
en el apartado tercero del art. 832, de cualquier explotación agrícola
que no exceda los límites de superficie fijados por decreto del Consejo
de Estado. El adjudicatario podrá exigir de copartícipes que le
concedan aplazamientos, no superiores a diez años, para el pago de
una parte de la compensación que sea como mucho igual a la mitad.
Como se anticipó, esta figura ha sido recogida también por el
Código Civil belga y el de Quebec, aunque con menor extensión. El
primero circunscribe el derecho de atribución preferente al inmueble
que sirven de alojamiento a la familia con sus muebles y el que sirve
para el ejercicio profesional del cónyuge con sus muebles de uso
profesional. Al igual que en el derecho francés, deja al arbitrio del
tribunal otorgar o no la atribución preferencial (arts. 1446 y 1447). El
segundo comprende la residencia familiar y sus muebles y todo bien
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imperativa que opera sin más frente a la comprobación de que se
encuentran reunidos los requisitos exigidos por la norma.
A tenor de lo expuesto, corresponde hacer lugar al pedido de la
actora de atribución preferencial del bien inmueble sito en C. ....
Dado que éste es el único bien que compone la comunidad de
ganancias, la Sra. N. deberá pagar al Sr. Z. una suma de dinero
equivalente a la mitad del valor del bien.
Para ello, se sorteará perito tasador a fin de determinar con
exactitud el valor actual del inmueble. Si bien a fs. 100 se ha
autorizado a la actora a requerir una tasación privada del bien (que
acompaña a fs. 101), eximiéndola de la tasación judicial en la
instancia probatoria con el objeto de evitar gastos superfluos con
anterioridad a conocer el resultado de la sentencia, esta pericia resulta
esencial en la etapa ejecutoria de la presente decisión en tanto
constituye el medio idóneo para garantizar una distribución objetiva
del activo comunitario.
En fin, conforme la última parte del art. 499 del CCyC, en caso
de que el bien o bienes objeto de la atribución preferencial supere la
cuota del beneficiario en la masa, se deja librado al criterio judicial la
concesión de plazos para el pago de la diferencia si se ofrecen
garantías suficientes. Este plazo no debe significar un perjuicio
significativo para la otra parte (conf. Sojo, Agustín, Comentario al art.
499 del CCyC, en Bueres, Alberto J. –dir.-, Código Civil y Comercial
de la Nación y normas complementarias. Análisis doctrinal y
jurisprudencial, Hammurabi, Buenos Aires, 2016, t. 2, p. 290;
Mazzinghi, Jorge, “La licitación y la atribución preferencial en el
proyecto de nuevo Código”, DFyP, septiembre 2014, p. 107; etc.).
Entiendo que en el supuesto de autos, dado que el inmueble en
cuestión es el único bien de la comunidad, el plazo de pago de la
diferencia no puede superar los 45 días desde que se encuentre firme
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VI. COSTAS
Con relación a las costas del proceso, en el caso se verifica que
el resultado del pleito es parcialmente favorable a ambos litigantes,
supuesto en que el art. 71 del CPCCN prevé que “las costas se
compensarán o distribuirán prudencialmente por el juez en proporción
al éxito obtenido por cada uno de ellos”. Compensar significa que las
costas deben imponerse en el orden causado (conf. Palacio, Lino E.,
Derecho procesal civil…, cit.); es decir, cada parte debe pagar las que
generó su actuación y las comunes por mitades (conf. CNCiv., sala G,
18/02/1983, ED, 18-315; CNCiv., sala M, 23/2/2016, “L., E. M. c/ M.,
H. A. s/ liquidación de sociedad conyugal”; etc.). Ahora bien, la
compensación no exige necesariamente equivalencia desde el punto
de vista pecuniario. Aun cuando no se configure una estricta
equivalencia el juez puede declararlas por su orden cuando encuentre
mérito para ello, a cuyo fin se hace necesario ponderar la actitud de
las partes al tiempo de constituirse el proceso (conf. CNCiv., sala G,
11/10/1984, ED, 116-612; CNCiv., sala M, 23/2/2016, “L., E. M. c/
M., H. A. s/ liquidación de sociedad conyugal”; etc.).
A la luz de lo expresado, considero que en el caso las costas
deberán ser soportadas por su orden y las comunes por mitades.
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postcomunitaria, N.- Z. se encuentra compuesta por el bien inmueble
ganancial sito en la calle C. ..., entre Bolivia y C., Unidad ..., piso
2°, de la Ciudad de Buenos Aires.
b) Desestimar los pedidos de recompensa formulados por la
actora.
c) Reconocer la atribución preferencial del inmueble sito en la
calle C. ..., entre B. y C., Unidad 10, piso 2°, de la Ciudad de
Buenos Aires a favor de la Sra. E. M. N., debiendo ésta integrar
en dinero la mitad de su valor al Sr. E. R. Z.. A tales fines, firme la
presente, se procederá al sorteo de perito para la tasación del bien
inmueble en cuestión. Una vez determinado judicialmente el valor
del bien, la actora deberá depositar el dinero en el plazo de 45
días, en una cuenta que deberá abrirse en el Banco de la Nación
Argentina, a la orden del Juzgado y a nombre de autos.
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