Foc: Cap. 1: El Capitalismo de Entreguerras (1918 - 1945)
Foc: Cap. 1: El Capitalismo de Entreguerras (1918 - 1945)
Foc: Cap. 1: El Capitalismo de Entreguerras (1918 - 1945)
La Primera Guerra Mundial altero la base fundamental de las economías de numerosos países europeos, con
profundos efectos sociales y económicos de todo orden. Se desarticularon los mercados y hasta se produjo la
ruptura misma de las relaciones internacionales.
El conflicto obligo a los gobiernos a intervenir activamente en las cuestiones económicas que consideraban más
vitales de sus respectivos países.
El reclutamiento masivo de hombres para los combates de la guerra de trincheras produjo una escasez de mano
de obra, tanto en la actividad industrial de los centros urbanos como en las actividades económicas de los
ámbitos rurales.
Distribuir los bienes de primera necesidad en cada país también era un problema importante para los gobiernos.
La guerra afectaba la circulación de mercaderías y el transporte, quedando tanto el comercio interno como el
externo afectado por controles y prohibiciones de todo tipo.
En este contexto, los Estados pasaron a intervenir en los asuntos económicos. El liberalismo clásico, fundado en
la no intervención del Estado en asuntos económicos, cedió paso a políticas donde los gobiernos participaban
activamente.
Para financiar el conflicto, muchos recurrieron a la emisión monetaria, generando una espiral inflacionaria que
trataba de ser contrarrestada con políticas de control de precios. Gran Bretaña y Francia ocuparon el rol de
grandes dadores de créditos a sus aliados, pero a medida que el conflicto se agudizaba comenzaron a pedir
prestado a EE UU. Este país se convirtió en el principal acreedor y en el gran proveedor de material primas y
productos manufacturados de los que combatían a los imperios centrales.
En noviembre de 1918, después de la rendición de Alemania, la guerra finalmente llego a su fin. Las
consecuencias económicas del conflicto fueron catastróficas: muchas personas habían muerto, generalización
del hambre y enfermedades, desastre demográfico en varias regiones, etc.
Sin embargo, si la Gran Guerra perjudico las economías de los países europeos que destinaban todos sus
recursos al esfuerzo bélico, otros países extra continentales se beneficiaron sobre manera. Los países de
América Latina y Japón, pero sobre todo Estados Unidos, se encargaron de abastecer la creciente demanda de
bienes de los contendientes durante el conflicto.
Estados Unidos consiguió copar los mercados de ultramar que los países europeos desatendían. Afianzo su
liderazgo como gran proveedor de materias primas, productos manufacturados y créditos. EE UU no necesitó
importar ningún producto, pero su economía se transformaba rápidamente para exportar la más cantidad de
bienes a bajo precio, que le permitía acumular una gran cantidad de divisas por el gran superávit comercial. Sus
bancos acumularon una reserva superior al conjunto de los demás países y el dólar comenzó a sustituir a la libra
como moneda de intercambio más fuerte.
Varios tratados de paz se firmaron entre vencedores y vencidos en la inmediata posguerra.
El tratado de paz firmado en Versalles en 1919, además de modificar el mapa político de Europa central y
oriental, sanciono muy severamente a Alemania, por considerarla “culpable” de la guerra.
Una política extremadamente dura fue impulsada a partir de entonces por los vencedores, especialmente por
Francia y Gran Bretaña. Se obligo a Alemania a pagar reparaciones de guerra en cuotas fijadas. Debía entregar
activos de la nación (su flota mercante, armas, municiones, etc.), desmilitarizarse y hasta soportar la ocupación
de zonas fronterizas geopolíticamente estratégicas por potencias extranjeras. Esto motivo un profundo
resentimiento contra los países vencedores en la población civil alemana.
Sin embargo, los mismos vencedores no estaban de acuerdo en cuanto a que hacer con el “problema alemán”.
Francia, más resentida con Alemania, impulsaba una política mucho más agresiva, obsesionada con garantizar su
seguridad fronteriza. Inglaterra, por el contrario, seguía defendiendo su política exterior tradicional.
Por su parte, el presidente norteamericano Woodrow Wilson proporcionaba la creación de una sociedad de
naciones para evitar nuevos conflictos y como ámbito de discusión y resolución de problemas internacionales
para eso fue creada la Sociedad de Naciones.
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1. LA DÉCADA DEL 20:
Finalizada la Gran Guerra, los países capitalistas se lanzaron a la reconversión de sus economías para adaptarlas
a los nuevos tiempos de paz. Se retorno a las reglas de juego liberales clásicas para el comercio mundial. Los
países de Europa y Estados Unidos buscaron restablecer la estabilidad de precios y de monedas, indispensable
para garantizar el flujo comercial internacional.
Había comenzado el descenso de la superioridad europea en la economía mundial. El liderazgo del viejo
continente, ininterrumpido desde el siglo XVI con la expansión colonial, había llegado a su fin.
Era específicamente Gran Bretaña la que había perdido la superioridad económica mundial a manos de Estados
Unidos.
En el caso de Alemania, desde el punto de vista infraestructural, había salido de la guerra libre de daños. Sus
industrias se salvaron de la destrucción porque no se había combatido en suelo germano.
Estados Unidos entonces se trasformo en la principal potencia económica en Occidente durante los años 20. Sin
embargo, entre 1920 y 1921 sufrió una crisis económica a causa de la finalización del conflicto bélico. Había
perdido el fabuloso mercado protegido de los países combatientes, y el regreso de los combatientes americanos
incrementaba la desocupación. Así, los principales sindicatos iniciaron huelgas y en la clase media se extendió el
pánico frente a la “amenaza roja”, es decir, la creencia en la posibilidad de que se produjera una revolución
comunista. El gobierno americano encarcelo y deporto a militares de izquierda y sindicalistas, y se desato una ola
de xenofobia (odio hacia los extranjeros) y nacionalismo.
Pero la pequeña crisis finalizo en Estados Unidos hacia 1921. Su economía competitiva, productora de materias
primas y bienes industrializados, sumado a la introducción de nuevos métodos de producción, facilitó el
despegue económico.
Desde entonces, si a lo largo de la década del 20 el incremento de los volúmenes de cosecha mundiales conllevo
una crisis de sobreproducción, que repercutió en la baja de los precios internacionales de las materias primas y
afecto al agro americano; en Estados Unidos el boom de su producción industrial permitió la reducción de las
tasa de desempleo por lo menos hasta 1928.
En este contexto de auge económico, el estado se abstuvo de intervenir en la economía, siguiendo la idea
general del liberalismo clásico.
El impresionante desarrollo industrial se manifestó en la producción de bienes durables. La industria automotriz
y la construcción fueron los pilares del auge. La población rural se desplazo hacia las grandes ciudades
impulsando la urbanización a un ritmo rápido. Los medios de comunicación se modernizaron y diversificaron,
aportando una de las claves del boom productivo por el lado de la demanda. Novedosos sistemas de créditos al
consumo surgieron también en estos años y permitieron el incremento de la demanda de sectores que se
encontraban hasta entonces al margen de la adquisición de estos nuevos productos.
También este auge de la productividad en la industria americana se debió fundamentalmente a la generalización
de dos nuevas formas de organización del trabajo: el taylorismo y el fordismo.
2. TAYLORISMO Y FORDISMO:
Durante el siglo XIX, el mercado de trabajo había sufrido grandes transformaciones: una notable escasez de
obreros calificados mantenía sus sueldos muy altos, impidiendo que los capitalistas pudieran imponer sus
condiciones. La continua falta de mano de obra convertía al obrero de oficio en un obstáculo para el desarrollo
industrial.
Hacia 1850 los industriales desarrollaron en EE UU estrategias de lucha con estos obreros calificados. La
práctica pretaylorista contra el oficio se basaba en la introducción de maquinaria en el proceso de trabajo. Los
empresarios buscaron reducir los costos de producción al reemplazar el trabajo calificado y a aumentar el ritmo
de trabajo al estandarizar el movimiento del trabajador.
A lo largo del s XIX, 2 grandes oleadas de inmigrantes llegaron a EE UU, modificando la estructura de la clase
obrera original: en su gran mayoría eran trabajadores carentes de especialización, sin experiencia ni relación con
la actividad industrial. Se consolidó en EE UU un extraordinario ejército de reserva de mano de obra para la gran
etapa de acumulación de capitales que se iniciaba.
En este contexto de cambio, donde la composición del mercado de trabajo quedaba integrada por un sector
minoritario de obreros calificados y una gran masa de trabajadores sin especialización, el taylorismo fue una
nueva forma de organización del trabajo altamente innovadora.
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A comienzos del s XX, Taylor buscó racionalizar la producción industrial por medio de la separación entre los
diseñadores y organizadores por un lado (técnicos e ingenieros) y los ejecutantes por el otro (trabajadores
manuales y obreros). Sistematizó el trabajo obrero por medio del traslado a la gerencia de la empresa del
conocimiento tradicional que poseían estos trabajadores calificados. La gerencia concentraba el monopolio del
control del proceso de trabajo quedando el obrero exento de decidir respecto de la producción. Así, se alcanzaba
uno de los objetivos fundamentales de la nueva forma de organización laboral: la descomposición del trabajo
obrero en sus partes más elementales, permitiendo que el empresario se apropie de él para fijar las normas del
proceso industrial.
La innovación fundamental de este método radicó en la introducción del cronómetro en el proceso del trabajo.
Taylor subdividió en etapas la tarea laboral en la empresa, buscando una mayor especialización de los obreros y
una reducción de los “tiempos muertos” en el proceso productivo. Los trabajadores debían trabajar conforme a
los ritmos impuestos por el cronómetro, debiendo incrementar su esfuerzo en la misma jornada de trabajo.
Al obrero se le quitaba el control sobre las herramientas, su dominio sobre el trabajo, al imponerse una
separación entre pensamiento y ejecución. La simplificación dentro del taller posibilitó que los inmigrantes se
incorporaran al proceso productivo. Ya no se necesitaron obreros calificados, eran sustituidos por trabajadores
no especializados. De esta forma, se abarcó el costo de producción. Taylor pudo efectivizar la incorporación de
obreros no calificados que permitió una modificación de la composición del trabajo, ya que los más calificados y
con tradición sindical quedaron más al margen del proceso productivo.
La segunda gran innovación en la organización del trabajo fue implementada por Ford en 1918.
Ford incorporó en sus fábricas la línea de montaje o cinta sin fin (rápida, incansable y continua). Esta innovación
inauguró la era del despotismo de la máquina sobre el trabajo humano. El trabajador recibía la pieza central por
medio de la cinta y procedía a fijarle otra, completándose el montaje con otros trabajadores a su lado. El
producto terminado aparecía al final de la línea.
Esta línea de montaje disciplinaba los ritmos y modos del trabajo obrero. Su principio era el agregado de piezas
sucesivas a una velocidad predeterminada por la empresa. El trabajo en la fábrica quedaba organizado en torno
de este transportador de cinta; así se imponía la despersonalización del trabajo, donde la tecnología sustituía al
antiguo capataz. Era la nueva fábrica racionalizada. El trabajador debía moverse rápidamente siguiendo el ritmo
impuesto por la cinta, con movimientos que se tornaban repetitivos y rutinarios, eliminando todo movimiento
ajeno a la actividad específica asignada. Así se incrementaba la productividad del trabajo obrero, ya que se
eliminaban los tiempos muertos.
Una de las principales consecuencias de esta nueva forma de organización del trabajo fue la producción masiva
de unidades estandarizadas. Todas las piezas fabricadas eran idénticas entre sí (producción en serie)
Ford encontró un difícil problema para resolver: la posibilidad de acumular stocks invendibles. Por ende,
introdujo respecto de los salarios de los trabajadores de sus empresas una innovación original: se elevó a 5
dólares diarios al jornal del obrero, por encima del precio del mercado. Conseguía garantizar una provisión
continua de mano de obra trabajadora a sus fábricas y propiciar la desindicalización de sus obreros para evitar el
ausentismo, soportar las condiciones de la jornada laboral y contribuir al ahorro personal. El incremento salarial
evitaba la crisis de sobreproducción, al incrementar el consumo productivo y masificar la demanda de los
productos de sus empresas.
Aunque todavía persistían las formas de organización de manufacturas tradicionales en ciertos sectores, los
modelos taylorista y fordista se hicieron cada vez más hegemónicos entre las empresas americanas durante la
década del 20. EE UU emergía como la primera sociedad de consumo de masas, donde la innovación tecnológica,
la creciente debilidad de las asociaciones sindicales, las fusiones de empresas y el débil sistema impositivo
facilitaron el incremento de la productividad industrial. La estandarización de las mercancías fue una debilidad
del sistema fordista, al no introducir mecanismos de diferenciación de los productos lanzados al mercado.
3. LA CRISIS DE 1929:
El auge económico industrial de Estados Unidos escondía en los años 20 muchas debilidades. La creciente
productividad del sistema no pudo ser compensada por la demanda efectiva, y así se posibilito una situación de
sobreproducción.
La contracción del mercado internacional y el incremento de la producción mundial tras la Gran Guerra
produjeron una baja de los precios internacionales de las materias primas. En las exportaciones y la correlativa
acumulación de stock invendibles, lo cual devino en una crisis en el campo.
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Desde el punto de vista fiscal, las políticas de los gobiernos republicanos eran regresivas y mantenían muy bajo
el gasto público.
Los sectores medios y hasta asalariados pudieron acceder al mercado de valores, lo cual generalizo la compra a
crédito de acciones a través de la suscripción de garantías hipotecarias.
Los elevados beneficios de las grandes empresas producto de la gran expansión económica de los años 20
sirvieron para financiar la mayor parte de los fondos especulativos.
A partir de 1928 los movimientos especulativos se generalizaron, no solo en inversiones financieras, sino
también en operaciones con viviendas y otros rubros. Así, aun cuando las cotizaciones de la bolsa de Wall Street
acompañaron el periodo de auge, a lo largo de la década crecientemente dejaron de reflejar la marcha de
economía real.
Hacia julio de 1929, el sistema económico comenzó a dar señales de agotamiento.
La crisis agrícola, la desaceleración del ritmo de construcción y la caída de la producción en el sector industrial
fueron los principales síntomas. El mercado de Wall Street parecía ajeno a estos signos y continuaba operando
casi fuera de control. El 23 de octubre de 1929, lo que había comenzado con un pequeño rumor apenas unos días
antes, se tradujo en el crac de la Bolsa. La ola de pánico se extendió rápidamente y la cotización de las acciones
cayó en forma extraordinaria. Pero, también al derrumbe general de las cotizaciones. Muchos ahorristas se
apresuraron a retirar su dinero de los bancos, lo que ayudo aun más al desplome financiero.
La desinversión se generalizo en el sector industrial y empresas y bancos quebraron en los inmediatos años
siguientes. La economía de Estados Unidos ingresaba en una gran depresión.
La profundidad de la crisis de 1929 era desconocida en la historia económica de Estados Unidos. La producción
y el comercio exterior colapsaron, creció las quiebras de empresas y la desocupación. Creció el número de
personas que vivía en las calles.
En el sector industrial, los sectores mas afectados fueron especialmente las empresas de producción de bienes
de consumo durable y la industria pesada.
Entre 1929 y 1932 Estados Unidos (potencia económica mundial) arrastro en su caída a buena parte de aquellos
países que integraban el capitalismo accidental. La Gran Depresión adquirió una escala internacional.
Ante la crisis económica originada en estados Unidos, muchos inversores americanos repatriaron sus capitales
de Europa para poder afrontar sus perdidas.
Pero esto generó la bancarrota del sistema de pagos internacional. La reducción de los préstamos americanos a
los países deudores generalizo la crisis financiera a nivel internacional.
Se redujeron los precios internacionales de las mercancías ante la contracción de la demanda. En los países con
preponderancia de actividades agrícolas, especialmente los de Europa oriental, la crisis sacudió con fuerza sus
economías, ante la caída general de los precios de las materias primas. La caída de la producción industrial
afecto a los países más importantes de Europa occidental, fundamentalmente Gran Bretaña, Alemania, Francia e
Italia.
Al principio de la crisis, la mayoría de los países acudieron a utilizar sus reservas monetarias. Pero cuando estas
se agotaron, muchas empresas fueron a la quiebra al disminuir la inversión y la actividad económica general.
En este contexto, al profundizarse la Gran Depresión, los gobiernos de la mayoría de los países comenzaron a
sostener sus economías y a intervenir con regulaciones y medidas diversas.
El proteccionismo se generalizo, con medidas que incluyeron cuotas de importación y subas de aranceles, a fin
de proteger las golpeadas economías nacionales.
Las políticas devaluacionistas y la manipulación de la moneda por medio del control de cambios también se
hicieron corrientes para impulsar las exportaciones. Así, el sistema monetario basado en el patrón oro se
derrumbo y desapareció el intercambio multilateral de los años 20, generalizándose las políticas económicas
nacionalistas.
El presidente de Estados Unidos desde 1932, Franklin Delano Roosevelt, implemento un programa económico
llamado nuevo trato o New Deal, basado en una fuerte intervención del Estado en la economía. Fuertemente
atacado por los liberales ortodoxos, el punto central de su plan de acción era un amplio plan de obras públicas
para recuperar los niveles de empleo y la creación de fondo especiales para la asistencia de los desocupados.
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Con ello se buscaba un doble objetivo económico y social. Por un lado, Roosevelt aliviaba la emergencia causada
por muchos desempleados y por el otro, incentivaba la demanda por medio de la recuperación de nivel
adquisitivo de la población al multiplicar el número de trabajadores asalariados. El gobierno fijó los precios y las
cuotas de producción industrial y convocó a las más poderosas corporaciones del país a un acuerdo general. En
el sector agrícola implementó las cuotas de producción y subsidios para planificar la producción a cambio del
apoyo estatal. Se lanzó un programa de ayuda financiera federal para garantizar los depósitos bancarios, las
hipotecas sobre las explotaciones agrícolas y la construcción de viviendas. Se controló el sistema bancario y la
bolsa de valores, prohibiendo la compra de acciones sobre la base de ganancia esperada. A partir de 1935, el
énfasis estuvo en el intento regular las relaciones laborales que marcó una ruptura total con el liberalismo
clásico. En el plano fiscal, se implementó un impuesto a la riqueza que generó oposición en los sectores
conservadores.
En este contexto, fue el economista inglés, Keynes, quién argumentó que la teoría económica liberal clásica, que
dejaba al libre arbitrio de la ley de la oferta y demanda a los actores sociales y negaba toda posibilidad de
intervención del estado en la economía en crisis, no estaba en condiciones de dar respuesta a la Gran Depresión.
Para Keynes, el mercado era incapaz de recuperar el equilibrio en forma automática; de ahí que propusiera
abandonar el laissez faire y que el Estado se transformara en el nuevo motor de la economía, por medio de
amplias políticas de inversión pública y acción social, a fin de de restablecer la demanda por medio de la
generación de empleo.
En Europa, al igual que en Estados Unidos, el abandono de las ideas del liberalismo clásico también se
generalizo, aunque con profundos matices según cada país.
En el gobierno ingles el estado no intervino sino indirectamente en la economía. El gasto público se recorto
severamente. La recuperación del mercado interno se tradujo en protección y controles al comercio, planes de
créditos baratos para la reconstrucción industrial y la promoción de la construcción de viviendas, y un plan de
devaluaciones y abandono del patrón oro para promover las exportaciones.
La economía de Francia se estanco durante todo el periodo posterior a 1929. Sus reservas de divisas le
permitieron sobrellevar por algún tiempo la Gran Depresión, sin abandonar el patrón oro. El gobierno implemento
fuertes medidas deflacionistas. Los salarios cayeron, se redujo el gasto público y se impusieron restricciones al
intercambio comercial. Hacia 1936 el resultado de esta política era poco alentador. Los índices de producción y
empleo continuaban cayendo, mientras la demanda en el mercado interno se contraía. La economía francesa no
saldría de la crisis sino hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial.
En el caso de Alemania, la economía sufrió un gran impacto con la Gran Depresión. A partir de 1933, el gobierno
nazi de Hitler adopto un plan económico con un alto grado de intervencionismo estatal. La economía paso a estar
fuertemente planificada. El control estricto del comercio exterior, el mantenimiento de los salarios y los precios,
pero, sobre todo, un programa masivo de abras públicas ayudaron a bajar rápidamente los índices de desempleo.
Ya desde 1934 la producción industrial se reoriento hacia el rearme. Para aumentar el gasto estatal, el gobierno
implemento medidas de fuerte restricción de la inversión privada, especialmente de la industria de bienes de
consumo durables. El ahorro forzoso y la suba de impuestos ayudaron asimismo para frenar la demanda de los
consumidores privados. Así, fundamentalmente el gasto público se financio con endeudamiento y sobre todo con
la fuerte presión fiscal.
Durante el siglo XIX, América Latina se convirtió en uno de los mercados más importantes de provisión de
materias primas y de consumo de productos manufacturados de la economía inglesa.
Nuestro país se había insertado perfectamente dentro de esquema de división internacional del trabajo, como
productor y exportador de productos primarios (especialmente cereales y carnes) y como consumidor e
importador de bienes manufacturados y capitales (ferrocarriles, bancos, seguros). Su mercado de trabajo se
constituyo entre 1860 y 1914 con migraciones masivas de trabajadores urbanos y rurales procedentes de Europa,
promovidas por el gobierno nacional, que motivo un incremento de la población. El mercado de capitales se
configuro con los préstamos, las inversiones y los créditos suministrados por Inglaterra, a través de sus bancos.
El mercado de tierras, por su parte, se afianzo con la expansión de la frontera agrícola desde 1879, cuando el
ejército nacional expulso a los indígenas de sus tierras en la llamada “Conquista del Desierto”. Así, se generaron
todas las condiciones de posibilidad para un fuerte auge económico basado en la exportación de materias primas
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a mercados ultramarinos, especialmente de Gran Bretaña.
En este contexto, eran los capitalistas ingleses los que controlaban el sistema de transportes de materias
primas en nuestro país. Desde el puerto de Buenos Aires, inmerso en una ciudad en continua expansión, las
materias primas se embarcaban en naves mercantes y frigoríficas, de capital también británico. Esta hegemonía
inglesa en la economía argentina se basaba en el sistema de alianzas políticas con la elite terrateniente local,
fundamentalmente con la Sociedad Rural Argentina.
El conflicto bélico internacional afecto el intercambio comercial, y por lo tanto también el de Gran Bretaña y
Argentina. Nuestro país comenzó a desarrollar industrias livianas, textiles y alimentarías, ante la imposibilidad
de Inglaterra de proveer manufacturas a la Argentina. Pero al finalizar la Gran Guerra, la economía inglesa volverá
a proveer de productos industriales a Argentina.
En este contexto, comenzara la penetración de los productos de Estados Unidos en la economía argentina. Se
producirá así, durante los años 20, un “comercio triangular” entre Gran Bretaña, Argentina y Estados Unidos.
Estados Unidos invirtió en varios sectores de nuestra economía (petróleo, frigoríficos) y promovió las
exportaciones de vehículos, automotores y maquinaria agrícolas. Los capitalistas americanos también
adquirieron firmas ya existentes y compraron acciones de bancos, compañías ferroviarias, de servicios eléctricos
y telefónicos.
El comercio tradicional de la Argentina con Gran Bretaña se mantenía sobre la base de exportación de materias
primas a cambio de importaciones de productos manufacturados y capitales. Pero el saldo comercial en este
intercambio, que para Argentina era superavitario hacia fin de la década, contrastaba notablemente con el
mercado de Estados Unidos, donde se mantenía un déficit constante. Sucedía que la economía norteamericana
era autosuficiente no solo en materia industrial sino también en la producción de materias primas y, su mercado
estaba protegido por altas tarifas aduaneras. Entonces, la Argentina utilizaba el saldo positivo de su balanza
comercial con Inglaterra para financiar su déficit con Estados Unidos.
Ha sido la crisis de 1929 y, sobre todo, la Gran Depresión durante la década del 30 los que fueron quebrando
paulatinamente el modelo agroexportador y promovieron un cambio hacia el modelo de industrialización por
sustitución de importaciones.
A partir de 1932, en la Conferencia de Ottawa dispuso que solamente exportaría e importaría productos
manufacturados y materias primas a las colonias de su imperio, subiendo los aranceles de protección con
relación a todos los países que no integraran la comunidad británica de naciones. En 1933 Argentina y Gran
Bretaña acordaron un tratado, recordado como Roca-Runciman; mientras Inglaterra se comprometió a seguir
importando las materias primas desde la Argentina –fundamentalmente la carne congelada-, nuestro país se
obligaba a comprar productos manufacturados y saldar, en tiempo y forma, los intereses de su deuda externa. El
gobierno argentino buscaba de esta manera mantener los intereses del sector ganadero y al mismo tiempo
sostener un modelo agroexportador en un, arco internacional que había cambiado profundamente con relación a
los años 20.
El contexto internacional había cambiado al derrumbarse la antigua división internacional del trabajo. A partir
de 1930, las dificultades del comercio internacional generaban la imposibilidad de los países industriales de
mantener el volumen de sus exportaciones manufactureras y disminuir sus importaciones para mantener su
balanza de pagos. Los países periféricos tenían grandes inconvenientes para mantener las exportaciones de
materias primas en los niveles tradicionales y la importación de productos terminados. En el caso argentino, el
país comenzó a sufrir una escasez de divisas, lo cuál redundará en su incapacidad de mantener las
importaciones de bienes industriales .De ahí que el gobierno de Justo promoviera el acuerdo Roca-Runciman.
A las tradicionales producciones textiles y de alimentos, se sumaron la industria mecánica y la química. Esta
industrialización moderada sustituyo las importaciones para el mercado interno y evito la salida de divisas. Esta
industrialización sustitutiva aun no altero en los primeros años la estructura basada en el modelo
agroexportador.
Entre 1933 y 1943 la conducción económica del país estaba en manos del ministro Pinedo. Pinedo busco
estimular el desarrollo industrial local, básicamente a partir del aporte de capitales extranjeros. La producción
de materia prima para la exportación seguía siendo el pilar de su modelo económico. Así, se promovía desde el
gobierno una nueva alianza, basada en los intereses tradicionales de la Sociedad Rural Argentina y la promoción
de un nuevo sector vinculado con la actividad industrial.
Para 1939, la elite económica dirigente se integraba en la oligarquía terrateniente tradicional, la burguesía
nacional agrupada en la Unión Industrial Argentina y las empresas extranjeras.
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Fue el inicio de la Segunda Guerra Mundial a partir de 1939 el suceso que acelero las tentativas industrialistas
en nuestro país y promovió finalmente el agotamiento de la hegemonía del modelo agroexportador tradicional.
Los militares más nacionalistas comenzaron a enarbolar la doctrina de la “defensa nacional”. Argumentaban
que era necesario, en el contexto de la nueva guerra mundial, industrializar el país sobre la base del desarrollo de
una industria pesada, garantizar el abastecimiento local y cerrar el mercado exterior, a fin de asegurar la
soberanía e independencia en el supuesto de tener que ingresar al conflicto.
El golpe militar de 1943, promovido entre otros sectores por el Grupo de Oficiales Unidos (GOU) del ejercito,
desplazo entonces a la vieja oligarquía terrateniente del poder y posibilito la consolidación del nuevo modelo de
acumulación basado en la actividad industrial, poniendo fin a la hegemonía del modelo agroexportador.
Los años de la guerra verán surgir un aparato productivo industrial en manos del Estado, la expansión de
sectores industriales ya existente para la producción de tractores, motocicletas y automóviles y también el
surgimiento y la consolidación de una gran cantidad de pequeñas y medianas industrias vinculadas a la
producción de alimentos y textil. Todas orientaron su producción para satisfacer la demanda del mercado
interno. Con esta industrialización, se recuperaron los niveles de empleo.
SYEAL – CAP. 5:
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LA DECADA DEL TREINTA Y MIGRACIONES INTERNAS: (SYEASXX CAP. 1 – SYEAL CAP. 3 Y 6):
SYEASXX – CAP. 1: EL ESTADO INTERVENTOR:
La crisis Mundial de 1930 tuvo sus antecedentes en la situación creada en la inmediata primera posguerra.
Causas:
1) Al finalizar la Gran Guerra, estados unidos se trasformó en el primer acreedor mundial sin asumir liderazgo en
el mercado internacional por lo que los principales países europeos quedaron endeudados en el mercado de
capitales norteamericano y entrelazado económicamente: todos le debían a EE.UU.
El mercado internacional perdió el correcto funcionamiento ya que la economía Inglesa había perdido liderazgo.
Entonces el mercado funcionaba con la ley de la selva cada país tomaba medidas en su propia beneficencia sin
tener en cuenta efectos en el sistema.
2) La escasez de divisas retardo la modernización de la industria europea y los cambios necesarios para la
reconstrucción y el crecimiento de la economía
4) La quiebra de la Bolsa neoyorquina en 1929, crisis en el mundo desarrollado, la economía mundial se paralizo,
se interrumpieron flujos de capital y el sistema multilateral de intercambio y pagos.
La actividad industrial inicio periodo de contracción de actividades, deflación de precios y disminución de
beneficios que produjo desempleo. Entre 1930 – 1932, el abandono del patrón oro llevó a la interrupción del
comercio internacional y esto agravó más la crisis.
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Las consecuencias de la crisis fueron:
- La mayoría de los países cerraron sus fronteras aplicando medidas proteccionistas como aranceles aduaneros
altos, control de cambios, inconvertibilidad de su moneda, abandono del patrón oro, para limitar sus
importaciones.
- Mayoría de los países cerraron sus fronteras aplicando medidas proteccionistas como aranceles aduaneros
altos, control de cambios, inconvertibilidad de su moneda, abandono del patrón oro, para limitar sus
importaciones.
- Emisión sin respaldo de la moneda por parte de los gobiernos.
La víctima principal de la crisis del 30 fue el comercio internacional que no recuperó su volumen hasta después
de la 2 GM. Este hecho afectó a la economía de nuestro país orientada hacia la exportación de bienes primarios.
El efecto inmediato fue una gran disminución de los precios de esos productos.
El país comenzó a sufrir una fuerte restricción de divisas que limitó su capacidad importadora. Esto se
manifestó en la acumulación de stocks exportables y capitales sobrantes, desempleo y descenso de la actividad
agropecuaria; el mercado local quedó desabastecido.
El Estado nacional asumió una actitud intervencionista frente a los problemas económicos y políticos. Estas
medidas espontáneas a comienzos del 30 cobraron coherencia a partir de 1936 bajo la influencia de Keynes que
plantaba que frente a la crisis, el mercado por sí solo era incapaz de poner en marcha el sistema económico; el
Estado debía abandonar su papel pasivo y tomar medidas que sostuvieran el consumo y generaran empleo.
En lo político, se quebró el sistema democrático, el golpe de 1930 instauró el fraude electoral como mecanismo
de control para el acceso al gobierno.
Para hacer frente al desempleo y la gran recesión, el gobierno de Uriburu (1930 – 1932) tomó medias
proteccionistas y al peso argentino inconvertible a oro decretado por el gobierno anterior, se agregó la
devaluación de la moneda, el control de cambio y el aumento de los aranceles aduaneros.
El estado nacional debía tomar medidas que sostuvieran el consumo, generaran empleos y subsidiaran a los
sectores económicos clave.
Luego de que Argentina en 1929, Inglaterra en 1931 y Estados Unidos en 1933 abandonaran el patrón oro, los
intercambios multilaterales se frenaron y comenzaron a funcionar pactos preferenciales bilaterales. En este
marco, el gobierno de Agustín P. Justo (1932-1938) firmo el Pacto Roca- Runciman para contrarrestar los efectos
del Pacto de Ottawa firmado entre Gran Bretaña y sus colonias, que instituía la preferencia imperial: Inglaterra
preferiría a sus colonias en todos sus intercambios y abandonaba los principios de librecambio; eliminando a
nuestro país del negocio.
El gobierno argentino logro mantener un mínimo de exportaciones de carne a Inglaterra, haciendo algunas
concesiones, se quitaron los aranceles a las importaciones de carbón y hierro Ingles y se otorgaban privilegios a
las compañías de transporte de ese país (ferrocarriles y subterráneos).
En 1933 Pinedo asumió como Ministro de Hacienda y desarrollo el Plan de Acción Económica que proponía
regulaciones en los mercados de bienes, modificaciones en el mercado cambiario, un reordenamiento de la
política fiscal y una nueva política monetaria con la creación del Banco Central.
En cuanto a las regulaciones de los mercados de bienes, se tomaron medidas compensatorias para la
producción agropecuaria, se crearon juntas de carnes, granos azúcar, yerba. Se buscaba con la creación de estas
instituciones compensar la caída de los precios en el mercado internacional y controlar los stocks exportables.
Se devaluó el peso y se desdoblo el mercado cambiario. En cuanto a la política fiscal se proponía bajar el déficit.
Pinedo recurrió a lo que se llamo empréstito “patriótico”, a la emisión monetaria y unifico los impuestos internos.
En 1936, Prebisch ponía en marcha una nueva institución: el Banco Central. El objetivo del banco era concentrar
reservas para moderar el impacto de las fluctuaciones de las exportaciones y de las inversiones de capitales
extranjeros sobre la moneda, el crédito y las actividades comerciales, se buscaba con su creación regular la
circulación monetaria ajustando el crédito y los medios de pagos al volumen de los negocios. Otra función fue el
asesoramiento al gobierno sobre la emisión de empréstitos.
Todas estas medidas económicas permitieron el crecimiento y desarrollo de una industria nacional para
abastecer el mercado interno. Este proceso, conocido como “Industrialización por sustitución de importaciones,
permitió al país un nuevo crecimiento económico en el momento en el que el modelo agroexportador parecía
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agotarse.
Ortiz (1938-1940) delego el mando al vicepresidente Castillo (1940-1943) Pinedo volvió como Ministro de
Hacienda, este proponía un plan de desarrollo industrial especializado y exportador.
El programa de Pinedo (Plan de Reactivación Económica) se proponía incentivar las industrias locales que
elaborar materia prima nacional y exportaran su producción. El gobierno otorgaría a esas industrias permisos a
esas industrias permisos previos de importación y la posibilidad de adquirir moneda extranjera a precio oficial
para la compra de bienes de capital en el exterior. El objetivo era ampliar los mercados exportadores argentinos
con el fin de obtener divisas en un momento en el que las reservas del Banco Central escaseaban por la guerra.
Aunque no se haya puesto en práctica, es el primer intento oficial de desarrollar la industria con políticas
específicas de apoyo.
Esta nueva visión industrialista, debe entenderse en el contexto de la Segunda Guerra Mundial (1939), la cual
ejerció varios efectos sobre el desarrollo industrial argentino. Por un lado, la disminución de los transportes
transoceánicos produjo una protección mucho más efectiva sobre todas las ramas de la industria, generando un
crecimiento explosivo de la actividad y por el otro, impidió la renovación de equipos y bienes intermedios.
Las dificultades en el abastecimiento de repuestos y armamentos, impulsaron a los militares a desarrollar un
pensamiento industrializador con el objetivo del abastecimiento de armamentos y bienes estratégicos para la
defensa nacional.
Castillo en 1942 creo dos empresas estatales: la flota mercante, para atender la falta de transporte marítimo y
fabricaciones militares para producir municiones y armas.
En 1945 el modelo de crecimiento de la Argentina había cambiado: se basaba en el incremento de la demanda
interna de productos manufacturados en el país. Este modelo se llamará “crecimiento hacia adentro” o “mercado
internista”
Hacia 1945 predominaban empresas medianas y pequeñas de capital nacional, dedicadas a la manufactura
(talleres metalúrgicos, textiles), grandes firmas de capital nacional (alimentos, textiles y bienes durables) y
empresas de capital extranjero oligopólicas (químicos, automotor, farmacéutico, neumáticos).
3. EL ESTADO INTERVENTOR:
El Estado argentino tomo intervención directa en las finanzas y en la economía, estableció barreras
arancelarias, oriento las importaciones a través del control de cambios, regulo la producción, estableció los
impuestos internos y amplió la superintendencia fiscal y financiera, creo la Flota Mercante Nacional y asumió
funciones productivas desde la creación de Fabricaciones Militares.
A partir de 1932 el Banco de la Nación Argentina empezó a respaldar el crédito agrario elevando el margen de los
préstamos para esas operaciones y se empeño en el fomento del cooperativismo agrario.
Con eL objeto de dar liquidez a la política monetaria se crearon en 1935 el Banco Central de la República
Argentina y el Instituto Movilizador de Inversiones Bancarias.
Los grupos conservadores que se habían apoderado del Estado después del golpe militar de septiembre de 1930
utilizaron las instituciones para organizar el fraude electoral que les permitiese perpetuarse en el poder y les
garantizara el control de los grupos sociales movilizados por la experiencia democrática en la década anterior.
Hasta la crisis, el modelo agroexportador había dado forma a la sociedad rural. En ella se reconocían tres
estratos: la elite terrateniente, los estancieros; los sectores medios, rurales, los chacareros divididos en colonos
(propietarios y/o poseedores de la tierra) y arrendatarios y medieros; por último los trabajadores o peones rurales
(gente sin tierra y sometidos a relaciones semiserviles)
La crisis aceleró la transformación que venía sucediendo en el campo desde inicios del siglo y estancó el
proceso de modernización hasta 1960. Este hecho afectó a la agricultura que se sostenía con un modelo que
contaba con abundante oferta de mano de obra bata. La ganadería, siguió creciendo en los años siguientes con
niveles de productividad mejores debido a la incorporación de tierras agrícolas, menor necesidad de los
trabajadores y la mejora de los precios internacionales.
En cuanto a los ganaderos, la especialización de la producción que implicó la generalización de la tecnología
frigorífica norteamericana dividió a los propietarios en invernadores y los criadores. Los primeros estaban
representados por la Sociedad Rural y los segundos por sociedades rurales del interior.
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En las ciudades aparecieron los sectores propios de la sociedad industrial: patrones y obreros.
Los nuevos obreros provenían del campo expulsados por la desocupación rural y llegaban a las ciudades
atraídos por la demanda de mano de obra producida por la industria sustitutiva.
La transferencia de tierra era una transformación que sólo las mayores extensiones podían protagonizar. Así se
formo una población rural desocupada, que pronto se trasladó a las ciudades del litoral, y provocó el crecimiento
del Gran Bs As..
Esta transformación coincidió con el incremento de la demanda de mano de obra por parte de las industrias en
crecimiento.
La burguesía industrial también se fortaleció. Muchos propietarios de pequeños talleres del período anterior, lo
fueron después de grandes fábricas de bienes de consumo, otros eran capitalistas rurales que invirtieron en las
nuevas actividades que se consolidaron por la desaparición de la competencia de los productos importados
El movimiento obrero inicio su historia antes de 1930, en un largo proceso de luchas, fracasos y conquistas.
Luego del golpe de 1930 los sindicatos socialistas y sindicalistas revolucionarios, constituyeron una central
obrera única, la Confederación General de trabajo (CGT). En diciembre de 1935 disidencias entre ambos grupos
llevaron a su ruptura, y se dividió en CGT Independencia, dominada por los socialistas y la CGT Catamarca,
dominada por los sindicalistas, que años después pasaría a llamarse Unión Sindical Argentina (USA).
Ante el estallido de la 2 GM, la política de neutralidad adoptada por el gobierno argentino, no fue aceptada por
un sector socialista y comunistas, y provocó la ruptura de la CGT:CGT Nº1 (neutralista) y CGT Nº2.
Los nuevos industriales eran un sector muy importante, desde el punto de vista económico, que empleaban a un
creciente número de personas. Conformaban las llamadas industrias artificiales que no iban a ser protegidas de
la competencia externa, al terminar la guerra. Carecían de representación política y casi no tenían posibilidades
de ser escuchados en las organizaciones corporativas como la UIA.
Dentro de los sectores conservadores, existía un grupo progresista, que aceptaba la industrialización con
finalidad exportadora, limitada a aquellos bienes que el país podía producir a precios internacionales.
Al hablar de las fuerzas armadas se hace referencia al ejército, porque la Marina tenía escasa participación
política independiente de aquél y porque la Aeronáutica no existía aún.
Uno de los acontecimientos más importantes para el análisis de las instituciones militares es su politización
como consecuencia del advenimiento de la democracia con los gobiernos radicales y con los planes corporativos
de Uriburu.
La política de Justo para el sector consistió en reforzar su preparación y equipamiento, a medida que el mundo
avanzaba hacia el conflicto bélico y en acentuar su profesionalismo para evitar el debilitamiento de la disciplina
interna a causa del faccionalismo y injerencia en los asuntos políticos.
La misma política intentó llevar adelante su sucesor Ortiz, en un marco en el cual el estallido de la guerra ponía
en primer plano el tema de la neutralidad, e inclinaba la balanza interna hacia el sector nacionalista.
Entre los militares se había fortalecido la opinión que destacaba la importancia del desarrollo de la industria
nacional para garantizar el abastecimiento de material estratégico y el pleno empleo. Temían que se produjera
una crisis económica.
Durante el gobierno de Catillo, se cultivó la relación con el sector nacionalista del ejército. Se hizo lugar a los
reclamos respecto del mantenimiento de la neutralidad que le significó el enfrentamiento con EE UU, e intentó
asegurar la provisión de armamentos.
El conflicto entre el presidente y las fuerzas armadas se agudizó por el excesivo conservadurismo de Castillo y
sus intentos por promover la candidatura de Costas que llevó al golpe militar que derrocó al presidente en 1943.
En un período de grandes transformaciones de la sociedad argentina entre 1860 y 1920, era inevitable que la
Iglesia tuviera que adaptarse al nuevo modelo económico y social.
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El poder político visualizó a la Iglesia como un importante aliado para disciplinar a los distintos grupos sociales
del nuevo modelo. Las reglas de juego entre las instituciones tenían que estar claras: convivencia y hasta
concesiones, pero con la condición de sometimiento al poder político.
El estricto control de la disciplina del clero llevó a lo que se llama romanización de la Iglesia (acatamiento
estricto del dogma y de las normas del Vaticano)
A principios de siglo los conflictos disminuyeron. Las reformas laicas de los gobiernos liberales tuvieron lugar
entre 1880 y 1890 (registro civil, ley 1420 de enseñanza primaria, laica, gratuita y obligatoria). La intención de
estas reformas era limitar el poder la Iglesia.
Por el otro, la aparición de ideologías ateas (anarquistas, socialistas) que llegaron junto con la inmigración
europea y que comenzaron a manifestarse en luchas obreras, fue un factor que acercó la Iglesia al Estado.
Por esta época, la Iglesia comenzó a identificarse con la oligarquía y las fuerzas armadas. Se opuso a todo
gobierno representativo que se legitimaba a través de la soberanía popular, por lo tanto acompaño el golpe
militar del 30.
Las fuerzas políticas oficialistas estaban representadas en primer lugar, por el Partido Demócrata Nacional,
fundado en 1931 (era una Federación de grupos conservadores), su fiel aliado fue el Partido Socialista
Independiente.
Los radicales antipersonalistas colaboraron con la gestión de Justo, que se consideraba perteneciente a este
grupo.
La década del 30 fue una etapa difícil para la UCR, que tenía a sus dirigentes perseguidos y se la obligó a pasar a
la abstención electoral. El fracaso de los grupos radicales revolucionarios de 1931 – 1933 y su desaprobación por
la conducción del partido, permitió que Alvear lo dirigiera en una línea conciliatoria.
La carta de reunificación del partido de 1931 preveía la elección de autoridades, pero esto nunca se aplico. El
voto por lista completa, sin representación de minorías, hizo que los alvearistas imitando el “fraude patriótico”,
ganasen la interna del partido, que se transformó en una federación de caudillos locales. La ausencia de debate
era grave en el partido que estaba dividido en 2 tendencias: una mayoritaria o alvearista y otra legalista, formada
por los yrigoyenistas. La lucha de éstos contra la conducción era una lucha por el control del partido y por su
renovación doctrinaria.
Al hablar de las fuerzas políticas de la época, no se puede dejar de mencionar a los nacionalistas que si bien
carecían de una estructura organizativa efectiva que los unificara en las diferentes etapas que recorrió el
movimiento, éstos se afianzaron en las etapas previas al golpe de 1930, a través de una dura crítica al Estado
liberal y a los partidos políticos y una fuerte formación católica.
Esta corriente de pensamiento antimoderna, antiliberal y antidemocrática, es designada como restauradora.
Frente a ella se distingue otra, que se llama populista, representada por la FORJA.
Estos últimos pretendían adaptar las ideas generales y universales a la realidad del país. Creían en un consenso
políticamente original y eficaz que podía ser construido sobre la coincidencia en algunas cuestiones concretas de
la política y la economía argentinas: sufragio libre, sentido social, neutralidad frente a los conflictos de las
grandes potencias, etc.
Para ellos, la fuente del poder legítimo se encontraba en la soberanía del pueblo.
Para los restauradores el ideal era el Estado centralizado, autoritario y corporativo. Mientras éstos
permanecieron fieles a su origen uriburista y eran la expresión de quienes se sentían amenazados por la
modernidad y sostenían posiciones antiliberales y antidemocráticas; los populistas sostenían el federalismo, la
sociedad igualitaria y la democracia.
El consenso entre los partidarios del golpe se centraba en el derrocamiento de Irigoyen, pero estaban divididos
en dos grupos.
El sector que protagonizó el alzamiento militar y que rodeaba a Uriburu estaba integrado por los nacionalistas
autoritarios, eran contrarios a la democracia y a los partidos políticos, admiradores de la dictadura de Mussolini.
Este grupo ocupó un lugar centran en la política nacional, elaboró una estrategia de elecciones escalonadas,
hasta llegar a una instancia nacional que eligiera convencionales para reformar la Constitución y elaborar otra.
Además, contaban con el consenso de las corporaciones económicas como la Sociedad Rural y la Unión Industrial
Argentina, los partidos políticos antiyrigoyenistas (partidos conservadores, Unión cívica Radial Antipersonalista y
el partido socialista Independiente).
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Éste estaba compuesto por los sectores conservadores de la sociedad, los partidos políticos y la clase
dominante, se agrupaba en torno a P. Justo y sostenía que la Argentina no estaba madura para la democracia.
Cuestionaba la reforma Sáenz Peña y proponía conservar las instituciones republicanas. Justó, candidato de la
Concordancia fue elegido presidente en 1932 debido al fracaso del corporativismo, al fraude electoral y la
proscripción de los candidatos radicales.
Las elecciones eran periódicas, los presidentes duraban 6 años establecidos, el Parlamento funcionaba
regularmente, pero el fraude electoral impedía a la población expresar libremente sus derechos políticos.
El gobierno de Justo, estuvo encaminado a mantener los lazos económicos con Gran Bretaña. Tuvo que
intervenir las provincias opositoras para garantizar el triunfo de los candidatos de la Concordancia. El
Parlamento fue el lugar que los opositores utilizaron para denunciar el fraude y los negociados de los elencos
gobernantes.
En 1940, cuando asumió el vicepresidente Castillo, tendió a apoyarse en las fuerzas armadas cuyos miembros
dejaban cada vez más de ocuparse de sus funciones para introducirse en la política. Gobernó bajo el estado de
sitio y recurrió a las prácticas fraudulentas para organizar la sucesión presidencial de 1944. Finalmente, Ortiz
elevó su renuncia, que fue aceptaba por la Asamblea.
SYEAL: CAP. 6:
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ESTADO DE BIENESTAR Y PERONISMO: (FOC CAP. 2 – SYEASXX CAP. 2 – SYEAL CAP. 7):
FOC: CAP. 2: EL CAPITALISMO DE POSGUERRA (1945 -1975):
Durante la Segunda Guerra Mundial los países europeos movilizaron todos sus recursos económicos y sociales
para satisfacer la demanda del esfuerzo bélico.
Al finalizar la contienda mundial en 1945, amplias regiones de Europa –y de África y Asia- se encontraban
virtualmente desvastadas económicamente.
Desde el punto de vista infraestructural, la situación era crítica.
Las comunicaciones quedaron interrumpidas por la destrucción de caminos, puentes y vías férreas, lo cual
afecto el intercambio internacional y el comercio entre los países. Muchas ciudades habían sido reducidas a
escombros.
En amplios espacios rurales la producción agrícola había descendido a niveles alarmantes, el perder la tierra su
fertilidad por el abandono y los bombardeos. La producción minera se encontraba casi al borde del colapso en
Alemania y Gran Bretaña hacia 1945.
La producción manufacturera se había detenido en muchas ciudades ante la devastación de las fábricas por los
bombardeos sistemáticos de aviones y barcos, sobre todo en Alemania.
En el campo de las finanzas, varios países se encontraban exhaustos, lo cual motivaba serias presiones
inflacionarias sobre sus economías nacionales.
Estados Unidos se convirtió en el promotor e impulsor de la reconstrucción europea y de Japón.
Ya durante la guerra estados Unidos había sido, por medio de la Ley de Préstamos y Arriendos, el principal
proveedor de Inglaterra y, en menor medida, de la Unión Soviética. A partir de julio de 1945 empezó a movilizar la
ayuda económica a Europa, especialmente a Gran Bretaña y Alemania Occidental.
Desde abril de 1948, entro en vigor el Plan Marshall, una notable reorientación política de los recursos
estadounidenses disponibles, para ajustarlos a la nueva realidad geopolítica mundial: la Guerra Fría.
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Con la crisis de Berlín de 1948 y el comienzo de la Guerra de Corea (1950-1953) emergía una nueva división
política internacional, donde el mundo ahora quedaba polarizado en dos grandes áreas de influencia en puja
constante: los países comunistas, encabezados por la Unión Soviética, y los capitalistas, cuya principal potencia
rectora era Estados Unidos.
La ayuda norteamericana se circunscribió entonces a sus nuevos aliados, Japón y los países occidentales de
Europa, motivada por el temor a que disturbios sociales y políticos devinieran la instalación de regimenes
comunistas en su área de influencia. El Plan Marshall promociono, por medio de préstamos y créditos, una
amplia ayuda financiera para fomentar la recuperación industrial y agraria, restringir la inflación y contribuir a la
estabilidad política de los países beneficiados.
Varias instituciones occidentales intervinieron en este gran proceso de financiamiento y reconstrucción de las
agotadas economías del viejo continente y de Japón: el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial fueron
los más importantes, también se propició la firma del Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio (GATT)
El FMI y el GATT favorecieron el intercambio comercial y mejoraron el sistema internacional de pagos,
reestableciendo la convertibilidad monetaria.
Para favorecer la cooperación militar y la defensa frente al comunismo, Estados Unidos fundó con los países de
Europa occidental la Organización del Trabajo del Atlántico Norte (OTAN).
Los años de 1950 a 1973 fueron la edad de oro de la economía occidental. El gran motor de esta situación fue el
capitalismo de Estados Unidos, que durante ese periodo cuadriplico sus exportaciones al resto del mundo.
En el agro, la mecanización acelerada, junto al surgimiento de empresarios agrícolas, favoreció el incremento de
la productividad. En la producción de energía el proceso se favoreció por la sustitución del carbón por petróleo.
En el ámbito comercial y en el sector de servicios, el crecimiento fue menor debido a la reducida escala de
muchos de ellos y a la persistencia de empresarios independientes en las actividades terciarias.
Una de las características fundamentales del periodo que media entre 1945 y 1975 fue la búsqueda
generalizada, en los países occidentales, de la mejor de la calidad de vida de las poblaciones, el incremento de la
inversión y la garantía de pleno empleo, a partir de una mayor intervención del Estado en la economía, siguiendo
la nueva ortodoxa economía de la época: el keynesianismo.
En el nuevo contexto de la Guerra Fría y la alternativa que planteaba al capitalismo el sistema comunista los
gobiernos occidentales desarrollaron amplias políticas publicas a partir de la fuerte intervención del Estado, con
miras a disminuir el conflicto social: surgieron así los Estados de bienestar.
Entre 1945 y 1975, las políticas económicas keynesianas de los Estados de bienestar pasaron a ser claramente
hegemónicas entre los gobiernos de Occidente.
Los efectos del nuevo modelo económico sobre el crecimiento fueron mayúsculos. Durante las dos décadas
siguientes a la finalización de la Segunda Guerra Mundial se produjo un notable incremento del producto bruto
industrial en Estados Unidos y en Europa occidental. La gran mayoría de los países occidentales se había
conformado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial una economía mixta, que estimulaba un crecimiento
económico fuertemente dinamizado por la combinación de la actividad estatal, los sindicatos y el sector privado.
El Estado de bienestar se caracterizo por las fuertes acciones reguladoras se la actividad económica a fin de
apuntalar ese crecimiento sostenido de la demanda.
Las políticas de créditos de largo plazo y bajas tasa de interés para la construcción de viviendas, proteccionismo
arancelario para las industrias, medidas cambiarias y monetarias para favorecer las exportaciones, fueron las
principales medidas adoptadas. Paralelamente, se afianzo una amplia política de estimulación de la demanda, a
través de incrementos de salarios, premios, subsidios y subvenciones familiares para los trabajadores.
Se impulso la gestión directa de empresas nacionalizadas para la construcción de obra pública. Muchas
empresas privadas pasaron a ser propiedad de los Estados, otra directamente fueron creadas por los gobiernos.
Los sindicatos y las empresas privadas buscaron acuerdos para mejorar los ingresos de los trabajadores,
teniendo en cuenta las políticas de inversión privada. En el ámbito laboral, el Estado de bienestar, interesado en
minimizar el conflicto social, se reservo el lugar de árbitro en la negociación entre trabajadores y la patronal e
impulso la concertación social y los acuerdos colectivos de trabajo.
Fueron las industrias de construcción de viviendas, automóviles, petroquímicas y electrónicas las que
obtuvieron notables incrementos de producción y ampliaron su oferta de productos.
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También el sector servicios ingreso en una etapa de expansión, mientras que las economías regionales se vieron
favorecidas por una política fiscal y crediticia que promovía la generación de empleo en las áreas más alejadas de
cada país.
Paralelamente el sector privado, y sobre todo el que contaba con apoyo gubernamental, se lanzo a inversiones
directas en el extranjero y promovió el surgimiento de las llamadas “empresas multinacionales”. Se expandieron
por el mundo occidental, donde fundaron filiales sobre todo en el Tercer Mundo, con el objetivo de obtener mano
de obra barata.
Encontramos que el modelo fondista de organización del trabajo se expandió durante las décadas del 50 y 60,
sobre todo en las grandes industrias.
Esta extensión del fordismo posibilito la modificación de la estructura social de clases, al desarrollarse dentro
de los sectores asalariados nuevas categorías de obreros, que diferenciaron a los no especializados de los
especializados.
Los Estados de bienestar garantizaron el crecimiento de la demanda a partir de la ampliación de los sistemas
educativos existentes. Se buscaba la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos y, paralelamente, la
mejora de la calidad de trabajo.
En las áreas de salud, seguridad y justicia, el incremento del gasto social motivo también un fuerte crecimiento
de la demanda, al estimular el alza de la calidad de vida de la población.
Esta mejora en la vida cotidiana durante los años 50 y 60 se tradujo entonces en nuevos cambios culturales, a
partir de la modificación de los hábitos de consumo.
La sociedad de consumo de masas, profundamente incentivada por amplias políticas de créditos a plazo y
constante publicidad, se generalizo en occidente. La introducción de tecnología en el proceso de trabajo redujo el
esfuerzo físico y posibilito la extensión de los periodos vacacionales de los obreros y los sectores medios, en
general fijados en función de la antigüedad en el puesto de trabajo. El ocio, las actividades recreativas y las
vacaciones se potenciaron con mejoras en los transportes internacionales. Los barcos y aviones modernos
movilizaron el turismo de masas, que se convirtió en una nueva gran industria.
En los sectores rurales se introdujo masivamente tecnología agrícola moderna a fin de incrementar la
productividad por agricultor. Pero ello favoreció aun más el proceso de sustitución del trabajo humano por
maquinaria. Así, se produjo una revolución social inédita en Occidente: el fin de campesinado, al generarse
migraciones masivas de campesinos a las ciudades.
Estos nuevos pobladores recién llegados a los centros urbanos para proletarizarse nutrieron a las empresas
manufactureras de un flujo de mano de obra más barata.
Mientras, en el campo, la innovación tecnológica gravito decisivamente para la desaparición final de la antigua
aldea campesina. Los tractores y los fertilizantes incrementaron los rendimientos agrícolas. Asimismo, una
amplia política de subsidios al campo por parte de los Estados de bienestar configuro el factor decisivo en la
promoción de la producción de alimentos en el viejo continente, bajando considerablemente las importaciones
desde el exterior.
Entre fin de la década del 60 y comienzos de los 70 una serie de múltiples factores motivaron la crisis del Estado
de bienestar en el capitalismo occidental y el fin de las políticas keynesianas.
Un factor fundamental que atento contra el Estado de bienestar desde fines de la década del 60 fue la
persistencia de un proceso mundial de crecimiento inflacionario motivado por varios factores.
Por otra parte, la primacía estadounidense cedió paulatinamente ante el avance de Europa Occidental y Japón,
que se convirtieron con el paso de los años en sus competidores económicos. Estados Unidos si había crecido
durante los años 50 y 60, pero en comparación lo había hecho mucho más lentamente. La balanza comercial de
Estados Unidos comenzó a ser cada vez más deficitaria, frente al superávit que registraban las balanzas de
Japón y los países de Europa occidental que incrementaban sus exportaciones.
Pero, por otra parte, la proliferación, en la década del 60, de movimientos de descolonización en África y en Asia
y los de “liberación nacional” en Latinoamérica, en parte financiados y apoyados por países comunistas como la
Unión Soviética, China o Cuba en el contexto de la Guerra Fría, promovían el fin de la imagen de Estados Unidos
como gendarme eficaz del capitalismo mundial. Fue sobre todo la resistencia de los comunistas vietnamitas a la
invasión americana y su victoria final en 1975 las que generaron mayor desconfianza en Occidente sobre el real
poderío militar de Estados Unidos para enfrentar y contener al comunismo.
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Con el incremento del gasto bélico, el Estado americano ya no podía asegurar el normal desenvolvimiento de los
servicios públicos, ni de la salud no de la educación, desmejorando notablemente en algunas regiones la calidad
de vida de la población civil.
Más allá de esta situación particular de Estados Unidos, en Europa occidental también surgieron problemas
económicos y sociales.
Paralelamente, a ambos lados del Atlántico se hacían evidentes los problemas ecológicos. Numerosas
organizaciones ambientalistas propugnaron por una legislación protectora ante la creciente contaminación
generada por la gran industrialización. Las nuevas reglamentaciones que aparecieron en Estados Unidos y
Europa occidental incrementaron los costos industriales, al obligar a las empresas a indemnizar y/o reparar los
daños al medio ambiente. Este incremento de costos también ayudo al alza de los precios.
Otro factor, muy importante, que ocasiono la decadencia del Estado de bienestar fue la crisis del petróleo en
1973, desatada por una nueva guerra en Oriente Medio. Pero en 1973, para presionar a Estados Unidos, los países
exportadores de petróleo decidieron restringir fuertemente su producción, y por ende dispararon los precios
internacionales del vital recurso. De esta manera, los precios se cuadriplicaron ante la restricción de la oferta
organizada por la llamada Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
El efecto de la crisis del petróleo sobre los Estados de bienestar occidentales fue muy notorio, al incrementar
los costos energéticos. Fue mucho mas profundo sobre todo en los países que dependían de la importación,
como Japón. En todas partes estallaron huelgas y el descontento social creció. Los obreros metalúrgicos, los
textiles, los de la industria automotriz, los mineros y otro exigieron aumentos a la patronal. Mientras tanto, ante
el aumento de precios, el consumo se contrajo en casi todos los países occidentales y sobrevino una recesión a
partir de mediados de 1974, que incremento el desempleo.
El estancamiento económico coincidió así con la inflación apareciendo el llamado fenómeno de la estanflación.
El debate teórico entre keynesianos y neoliberales se agudizo.
Los keynesianos creían que con redistribución del ingreso, salarios altos, baja o nula desocupación y un fuerte
Estado de bienestar se sostenía y alentaba la demanda de los consumidores, lo cual promovía la inversión
privada y el crecimiento de la oferta industrial. Los neoliberales enfatizaban el problema irresuelto del
permanente crecimiento de la inflación y por ende las, a su criterio, necesarias medidas de reducción del gasto
publico y recorte de los costos industriales (sobre todo laborales), que harían posible el incremento del beneficio,
la competencia y la reducción de precios: era para ellos el mercado el que debía asignar los recursos libremente y
distribuir la renta nacional, por lo que el Estado no debía intervenir mas en la economía.
En 1976 Martínez de Hoz, ministro de economía del nuevo gobierno militar del general Videla que había
derrocado a Isabel Perón, aplicaba las primeras medidas neoliberales en la Argentina. Durante los 80, se
expandieron las políticas neoliberales por Europa occidental y América Latina.
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El gobierno instrumento el monopolio del comercio exterior al dejarlo en manos de un organismo específico del
Estado: el Instituto para la Promoción del Intercambio (IAPI).
El IAPI compraba las cosechas a los exportadores a un precio inferior al de los precios internacionales y luego se
encargaba de las exportaciones. Las divisas obtenidas por el gobierno se utilizaban para promover la
industrialización.
Acompañaron estas medidas también amplias políticas de regulación de las relaciones laborales entre
capitalistas y trabajadores, con el fin de evitar la lucha de clases. La agrupación corporativa de los sectores en
conflicto, promovida, devino en la sindicalización total de la clase obrera (Confederación General del Trabajo,
CGT) y en la asociación de la patronal en la Confederación General Económica (CGE).
A partir de 1949-1951, al recuperarse la producción de los países europeos, los precios internacionales de las
materias primas bajaron, pues los países de Europa occidental promovieron su propia producción agrícola-
ganadera mediante la reducción de sus importaciones. Para la Argentina esto fue muy perjudicial: las reservas
del Banco Central se agotaron por el incremento del déficit comercial.
Entre 1953 y 1955 Perón en su segundo gobierno, implemento un nuevo plan quinquenal para lograr la
recuperación de la economía ante la crisis desatada en 1952. Intento reequilibrar la balanza de pagos mediante el
aumento de las exportaciones tradicionales de materias primas. Así, el IAPI se transformó en un organismo que
subsidiaba al campo pues, contrariamente al funcionamiento del periodo anterior, ahora compraba las cosechas
a los productores a un precio mayor que los internacionales, y los subsidiaba a fin de que incrementaran su
producción.
El desarrollismo fue impulsado por el gobierno de Frondizi (1958-1962), tras el interregno del gobierno militar de
la Revolución Libertadora (1955-1958).
Uno de los problemas fundamentales del momento era el persistente déficit comercial ente el nuevo escenario
internacional. Entre 1949 y 1958 había habido superávit por lo que la Argentina carecía de suficientes divisas
para procurarse una industrialización sostenida.
La idea básica del desarrollismo frondicista fue generar un polo de modernas industrias pesadas protegidas
arancelariamente para promover el crecimiento económico, al lado de las industrias de capital nacional. Ello
implicaba el abandono definitivo del modelo agroexportador como motor del desarrollo capitalista en la
Argentina. La llegada de estas empresas ayudaría además a la expansión de otras ramas secundarias de la
producción y a alcázar el pleno empleo.
A partir de 1961, el modelo desarrollista comenzó a dar sus frutos sobre la economía nacional y el mercado
interno se expandió con fuerza, creciendo vertiginosamente la actividad industrial, sobre todo la pesada, a partir
del impulso privado. Ello implico una distancia entre las empresas capitales nacionales y las fabricas de capital
extranjero. En el desarrollismo, el rol del Estado era guiar el desarrollo económico mediante la aplicación de
políticas ortodoxas.
La ciencia, la tecnología y el desarrollo económico eran centrales en el programa desarrollista.
Entre 1955 y 1973 la política se radicalizo y devino cada vez mas violencia política, sobre todo a partir de 1968,
cuando estallo el Cordobazo durante el gobierno de Ongania. Múltiples factores impulsaron este proceso de
radicalización política: la continuidad de los gobiernos militares, la emergencia de grupos radicalizados de
jóvenes secundarios y universitarios que apoyaban las protestas sindicales, el surgimiento de guerrillas, etc.
Este proceso fue arduo y crecientemente complejo, y los grupos en pugna se desarrollaron y diversificaron,
generando un gran debate ideológico sobre el futuro del país.
Luego del gobierno de Guido (1962 – 1963), cuando se aplicaron políticas ortodoxas, una devaluación monetaria,
la restricción del gasto publico y de los créditos industriales para hacer frente a la crisis de ese año, el gobierno
civil de Illia (1963 – 1966) intento un modelo de tipo industrialista con políticas económicas heterodoxas con el
que sobre todo se busco favorecer a las industrias de capital nacional. Se dispusieron altos aranceles de
protección, incremento del gasto publico, aumentos de sueldo y congelamiento de precios, intervención del
Estado de bienestar en la economía, etc.
Entre 1966 y 1973, los gobiernos de facto sucesivos de los generales Ongania (1966-1970), Levingston (1970-
1971) Lanusse (1971-1973) aplicaron políticas industrialistas desarrollistas.
Todos estos presidentes debieron lidiar con una inflación creciente. Si bien la recuperación industrial permitió
que durante el gobierno de Ongania se produjeran las primeras exportaciones manufactureras, su incidencia
igualmente era marginal sobre el total de la exportación. Los bienes que producían las empresas eran, en su gran
mayoría, consumidos en el mercado local, y el Estado de bienestar era el principal cliente de muchas de ellas.
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Venderle al Estado se consistió en el mejor negocio de las empresas, que crecientemente compitieron entre si
por ese objetivo.
Entre 1955 y 1976, los cambios sociales devenidos de las políticas del estado de bienestar fueron profundos.
En las ciudades se consolido una sólida clase media que configuro el eje central de la demanda del mercado
interno, incentivada fuertemente por las políticas de marketing, publicidad y créditos del capitalismo moderno.
Profesionales, jóvenes intelectuales, comerciantes, técnicos, maestros, empleados y pequeños empresarios
fueron los principales grupos de este pujante sector que se caracterizo por su movilidad ascendente. Entre los
sectores obreros, crecieron los de la construcción, impulsados por las políticas de obras públicas, y los
cuentapropistas. Entre las clases altas se acentuó el proceso de diversificación de las décadas precedentes: a la
tradicional oligarquía agrícola-ganadera se sumaban empresarios, militares y hasta algunos gremialistas.
En el campo, durante ese periodo la transformación agrícola se profundizo a partir de los incrementos de la
productividad. Promovieron un notable superávit comercial durante todo el periodo, al crecer notablemente las
exportaciones de materias primas.
Finalmente, al radicalizarse el conflicto social y política contra los gobiernos militares, fueron convocadas
elecciones. Tras el breve gobierno de Campora de 1973, entre 1973 y 1974 el gobierno de Perón, en su tercer
mandato, se intento un programa económico más intervencionista, a fin de redistribuir el ingreso en la población.
Se promovieron políticas de ayuda a las industrias de capital nacional con líneas de créditos y se incentivo el
llamado compre argentino en el mercado interno. Se incremento también el gasto público, buscando el control de
los precios por el Estado y el acuerdo de un pacto social entre la Confederación General Económica (CGE) y la
Confederación General del Trabajo (CGT), a fin de contener la inflación. Con relación al sector rural, Perón,
dispuso el control del comercio exterior por parte del Estado, por medio de la Juntas Nacionales de Granos y
Carnes.
Al morir Perón, entre julio de 1974 y marzo de 1976, asumió la vicepresidenta Isabel Perón. Durante su mandato
se acelero la crisis económica y la violencia política. Y en 1975 se dispuso el Rodrigazo. Las huelgas generales y la
radicalización del conflicto sociales niveles nunca vistos antes en la sociedad argentina devinieron finalmente en
una inflación.
En 1976, el golpe de Estado de las fuerzas armadas contra el gobierno de Isabel inicio el llamado Proceso de
Reorganización Nacional, que desde entonces implemento el terrorismo de estado contra los opositores políticos
y las primeras medidas neoliberales.
De esta forma, a partir de 1976 comenzó el desmantelamiento del Estado de bienestar en la Argentina.
Al término de la contienda mundial la actitud de EE UU fue ayudar a la recuperación europea a través del Plan
Marshall. Se produjo la creación de una serie de organismos internacionales para prevenir la repetición de los
acontecimientos anteriores y facilitar la recuperación del mercado mundial: se firmaron los acuerdos de Bretton
Woods de 1944, se creó el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, y se estableció el acuerdo
sobre tarifas y aranceles (GATT).
La recuperación económica fue rápida a pesar de las condiciones en que Europa había quedado después del
conflicto. La pérdida de equipos industriales, ganado, falta de capitales de giro y una población mal alimentada,
no impidieron que la recuperación estuviera terminada en 1950 gracias a las políticas mixtas implementadas en
todos los países.
La economía norteamericana era una economía industrial y productora de materias primas y alimentos, por lo
cual se produjo una redefinición de la división internacional del trabajo.
El gobierno surgido del golpe militar producido en 1943 y el de Perón (1946 – 1952) tenía una clara conciencia del
rol de la industria en la economía nacional y de la necesidad de tomar medidas que apoyaran su fortalecimiento.
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Éstas fueron:
El gobierno peronista adoptó la planificación como método de acción. A lo largo de su gestión se pusieron en
práctica dos Planes Quinquenales. El primero de ellos entre 1947 y 1951 y el segundo entre 1953 y 1957,
interrumpido por la caída de Perón en 1955. Proponía los objetivos de gobierno y metas a alcanzar.
Estas medidas produjeron un acelerado crecimiento de la economía nacional, que encontró su límite en la crisis
de 1950. Ésta fue el producto del propio crecimiento industrial que generó un incremento sostenido y un cambio
en la composición de las importaciones. Con el impulso industrializador aumentaron las demandas de bienes de
capital e insumos que no se producían en el país. Estas importaciones debían pagarse con divisas, que seguían
obteniéndose de la exportación de bienes primarios, que estaba estancada debido a la estructura de la propiedad
de la tierra y atraso tecnológico. A medida que se agotaban las divisas, el gobierno en 1952 lanzo el Plan de
Emergencia económica: congela los salarios y precios para bajar inflación por dos años, lanzó campaña contra la
especulación y el agio y suspendió las paritarias.
El segundo gobierno de Perón (1952 – 1955) intentó desarrollar la industria pesada, y alentó la inversión
extranjera.
A comienzos de la década del 50, la industria nacional presentaba serias dificultades para renovar su
maquinaria, el país no generaba divisas necesarias para su importación y ello obligó a un replanteo de todo el
proceso industrial. El gobierno de Perón interesado en profundizar el desarrollo industrial pensó solucionar la
falta de divisas con inversiones extranjeras, para ello, en 1953 promulgó la ley 14.122 que otorgaba garantías a
estas inversiones.
En los últimos años de gestión, el peronismo obtuvo algunos éxitos económicos como el control de proceso
inflacionario y el inicio de una nueva etapa de crecimiento de la actividad industrial que duraría 10 años. La
producción agropecuaria no recuperó los niveles de producción de 1947 pero diversificó e inició su
modernización.
Durante los 10 años de gestión, el gobierno puso en vigencia muchas de las leyes sociales anteriores y controló
su aplicación a través del Ministerio de Trabajo y Previsión Social. Se penalizó a los infractores y se amplió la
legislación laboral.
Se otorgó el pago de salarios en días feriados, las vacaciones pagas, la incorporación al sistema jubilatorio de
los empleados de comercio, los trabajadores de la industria y los trabajadores independientes, el
establecimiento del estatuto del peón rural y el pago de un sueldo anual, etc.
A través de la Ley de Asociaciones Profesionales se promovió la existencia de sindicatos únicos por rama de
actividad y se los autorizó a percibir descuentos automáticos sobre los salarios destinados al financiamiento del
aparato sindical. También se creó un fuero laboral para tratar los conflictos entre patrones y obreros, se fijó la
indemnización por despido injustificado y se desarrolló el turismo social.
La inmigración de origen europeo desapareció a partir de 1930 y sólo tuvo un último pico entre 1947 y 1952 como
consecuencia del fin de la guerra. A partir de esa fecha y mediados de 1970 hizo su aparición la inmigración
desde países limítrofes. Las más importantes son las migraciones internas.
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1) La estructura social agraria de la pampa húmeda se caracterizó por el estancamiento de la producción agrícola
a partir de 1930 que produjo un desplazamiento de trabajadores desde el campo hacia los centros urbanos. Esta
transferencia de población desde la región pampeana, el noreste y el nordeste, se dirigió hacia las
aglomeraciones urbanas de distinto tamaño y se fue acercando hacia los grandes centros. El mayor número de
migrantes nativos se orientó hacia el Gran Buenos Aires
Los arrendatarios y medieros mejoraron su situación económica gracias a la legislación social introducida por
los militares en 1943 como la rebaja de los cánones de los arrendamientos, su prórroga y posterior congelamiento
y la sanción del Estatuto del Peón. Algunos accedieron a la propiedad debido al fácil acceso al crédito oficial y la
disminución del precio de la tierra. Se produjo un cambio en la composición de las clases sociales en el campo
con la consolidación de un estrato de pequeños propietarios con posibilidades de acumulación.
Los propietarios terratenientes disminuyeron la producción perjudicando las exportaciones, facilitando las
sucesivas crisis de la balanza de pagos.
2) La estructura social urbana se modificó por efecto de la estrategia justicialista de favorecer la sustitución
fácil. Esto generó altos niveles de creación de empleo urbano en la manufactura, la construcción y el sector
terciario. Este fenómeno en un contexto de pleno empleo favoreció el crecimiento del sector asalariado estable y
beneficiado por el gran avance de la legislación laboral y social.
Hasta 1955, 72 % asalariados (empleados, obreros) 28% autónomos (comerciantes, establecimientos
manufactureros, servicios)
Aumento del salario real, que facilito el consumo familiar de los asalariados: retrocedió el porcentaje del gasto
básico en alimentos, indumentaria y alquiler y se estimuló un consumo en bienes durables.
La intervención del Estado sobre el nivel de vida de los trabajadores tuvo efectos favorables a través del salario
directo y efectos redistributivos semejantes a través del salario indirecto.
Se fijó la idea de un Estado argentino asistencial y protector, con políticas públicas de salud, vivienda,
educación, extensión del sistema provisional y de obras sociales, asignaciones familiares, indemnización por
despido injustificado que acercaba a la Argentina de la década de 1950 a los programas del Estado benefactor de
los países industrializados.
La estructura social de la etapa justicialista favoreció la expansión de los sectores sociales que conformaban su
base de poder y aumentó la cantidad ya existente de asalariados de clase media en el sector público.
Durante los años del gobierno peronista, el sindicalismo se unificó, fortaleció y burocratizó, subordinándose
cada vez más a las políticas oficiales. Este proceso llegó a tal punto que la CGT parecía un organismo estatal,
aunque en las fábricas surgieron las comisiones internas como organismos de participación y control, que
permitían cierta independencia en la base y aseguraban el cumplimiento de la legislación social. El poder de los
sindicatos se basaba en su capacidad para negociar con los sectores patronales mejores condiciones de trabajo
desde una posición de fuerza y respaldo del gobierno.
La resistencia de las entidades del empresariado a la nueva política social había sido moderada durante 1943 y
1944, pero las objeciones contra los procedimientos gubernamentales se acumularon durante 1945. La crítica
estaba dirigida en primer lugar contra la política dirigista y contra la política social. Éstos solían aprobar
proyectos generales, pero se oponían cuando el gobierno intentaba plasmar los planes en la realidad. Muy
fuertes eran las críticas a la limitación de la libertad de comercio y a la injerencia estatal en este ámbito
expuestas por la Bolsa de Comercio. A lo largo de 1945, la UIA fue adoptando posiciones opositores y poco antes
de asumir Perón la primera magistratura, fue intervenida. Cuando en 1953 fue creada la CGE, esa intervención se
transformó en disolución
Entre los sectores agrarios, la entidad que representaba a los grandes exportadores de carne, la Sociedad Rural,
se resistió a aceptar la prórroga de los contratos de arrendamiento, a la politización de los asalariados rurales y
al Estatuto del Peón que contribuía a endurecer las relaciones sociales en el campo. La Confederación de
Asociaciones Rurales de Bs As y La Pampa (CARBAP) y las sociedades rurales representantes de los criadores de
ganado del interior del país proponían una vuelta al proyecto económico librecambista anterior a 1913 y eran
contrarios a la política industrialista.
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El gobierno mantuvo una cuidada relación con las fuerzas armadas en un intento por neutralizarlas
políticamente a cambio de una serie de concesiones: su modernización, el aumento del número de oficiales,
incrementos salariales y el reequipamiento que había preocupado a los militares durante todo el conflicto bélico.
Muchas de las medidas adoptadas contaban con el apoyo de las fuerzas armadas en el sentido de que
apuntaban a fortalecer la defensa nacional. Los miembros del ejército se beneficiaron desempeñando altos
puestos en las nuevas empresas del Estado
Los grupos minoritarios de oficiales opositores al gobierno ampliaron su número a partir de la crisis económica y
el recrudecimiento de la propaganda estatal, que alejaban al gobierno del modelo de conciliación de clases que
había sido el objetivo original del régimen.
La intrusión del poder político no hizo más que favorecer la propaganda de los sectores antiperonistas dentro de
las fuerzas armadas y los contactos clandestinos con líderes de todos los partidos de la oposición, sobre todo los
emigrados en Montevideo.
Las aspiraciones de la Iglesia se vieron cumplidas por la Revolución de 1943, que hacía efectiva la idea de un
gobierno católico, por lo que comprometió públicamente su apoyo a las nuevas autoridades.
Las relaciones entre Perón y la Iglesia, muy armoniosas al comienzo, terminaron en una violenta ruptura. El
régimen fue el primero que reivindicó los ideales católicos como fundamento de su propia legitimidad.
Perón proponía en lo político la colaboración entre clases. Con el justicialismo, el Estado parecía retomar su
esencia católica y disponerse a cristianizar la sociedad. Los gestos hacia la Iglesia iban desde la generosidad
presupuestaria hasta la sanción parlamentaria en 1947.
Pero pronto comenzaron las discusiones. Una de ellas fue la implementación de políticas a favor de la clase
obrera, lo que generó preocupación por la visión de Perón que oponía pueblo y oligarquía. Esto atentaba contra la
buena relación que debía existir entre todos los católicos.
El gobierno pretendió obtener de la Iglesia un apoyo más explícito a cambio de las concesiones realizadas, pero
aquella no vio con buenos ojos la actitud del Estado protegiendo a otros cultos. El primero apelaba a los
ciudadanos como peronistas, sin importar el credo religioso que profesaban; la Iglesia apelaba a sus fieles como
católicos, sin preguntar sus opiniones políticas. Tanto la Iglesia como el gobierno pretendían lograr la unidad
espiritual de la nación.
El punto central de la discordia fue la Constitución de 1949 que no aceptaba los insistentes reclamos del
Vaticano para que se eliminara el derecho de Patronato. La enseñanza religiosa en las escuelas públicas y
indisolubilidad del matrimonio tampoco recibieron rango constitucional.
Perón, ya alejado de la Iglesia, comenzó a peronizar al Estado. El justicialismo pasó a ser la esencia cristiana de
la Nación Argentina, desplazando al catolicismo.
Este avance temprano no sólo molestó a la jerarquía eclesiástica, sino también a las fuerzas armadas. El
gobierno respondió con la supresión de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas e introdujo la ley de
divorcio. El enfrentamiento produjo una rebelión militar en 1955, donde se quemaron iglesias por parte de los
grupos que apoyaban al gobierno. La caída de Perón en 1955 tuvo en las iglesias un lugar habitual de reunión de
los complotados.
A partir del golpe de 1943 el Estado argentino adquirió nuevas funciones: promover el bienestar social de la
población y se constituyó en árbitro en los conflictos entre el capital y el trabajo.
Surgió un Estado que apuntaba a consolidar la autonomía económica del país como motor y conductor de este
proceso y cuyos medios institucionales fueron el Consejo Nacional de Posguerra y la Secretaría de Trabajo y
Previsión Social, como institución directora. El Consejo Nacional de Posguerra (1944) como organismo de
planeamiento recopiló información para lograr un diagnóstico de la situación del país y se encargo de elaborar el
Primer Plan Quinquenal. Eran objetivos del gobierno implementar una política económica “mercadointernista”,
conducida por un Estado dirigista, nacionalista y popular, capaz de facilitar una redistribución del ingreso hacia
la industria productora de bienes de consumo para un mercado interno en expansión que concretaran los
objetivos del peronismo: independencia económica, soberanía política y justicia social.
La Secretaría de Trabajo y Previsión amplio el radio de aplicación de la legislación laboral, creando un cuerpo de
inspectores para su aplicación y cumpliendo un papel central como árbitro en la discusión de los Convenios
Colectivos de Trabajo.
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El Estado se encargó de regular las relaciones entre el capital y el trabajo, proponiéndose como árbitro, pero al
mismo tiempo se establecieron mecanismos para preservar los intereses de los sectores más vulnerables; todo
esto aumentó la legitimidad del Estado en la opinión de una parte de la población.
En esas condiciones de ampliación del Estado, fue fácil percibir los elementos de ineficacia burocrática.
En 1946 la candidatura de Perón, fue propuesta por tres partidos distintos, el Partido Laborista, la Unión Cívica
Radical (Junta Renovadora) y el Partido Independiente.
Ante los conflictos entre Laboristas y Radicales, Perón ordeno que se formase un único Partido, que primero se
llamo Partido Único de la Revolución Nacional, y luego Partido Peronista.
A la creación del Partido Justicialista concurrieron sindicalistas de distinta tradición, antiguos radicales (tanto
personalistas como antipersonalistas), ex conservadores, lencinistas mendocinos, etc. La dificultosa convivencia
de sindicalistas y políticos, llevo a la reforma de los estatutos del partido en 1950 que lo organizo en tres ramas:
Política, sindical y femenina (conducida por Eva Perón).
El partido no tuvo una vida política independiente del gobierno: ninguna candidatura surgió del voto de sus
afiliados, su conducción estaba desempeñada por el Presidente de la Nación y los bloques de diputados y
senadores nacionales y sus ramas provinciales fueron intervenidas.
Tampoco tuvo peso para desarrollar ninguna función durante los primeros 6 años de gobierno, aunque durante la
2da presidencia controló la lealtad política de los empleados públicos.
Los partidos políticos opositores sufrieron una fuerte crisis después de la derrota electoral de 1946. El único que
tenía una fuerte presencia y estaba en condiciones de reconstruirse era el radicalismo.
El caso de los conservadores era el más traumático: habían pasado a ocupar una posición marginal en la vida
política del país y nunca se recuperaron.
En el Partido Comunista fueron expulsados los que propusieron visiones autocríticas opuestas a la línea oficial.
Entre los socialistas fue creciendo el descontento de un pequeño núcleo, que solicitó que se revisara con mayor
profundidad el fenómeno peronista, pero su postura fue derrotada.
En la UCR, las recriminaciones por la derrota eran la continuación del enfrentamiento entre alvearistas
(unionistas) e yrigoyenistas (intransigentes)
Los grupos nacionalistas participaron activamente del gobierno militar instaurado en 1943, pero las lucha de
facciones desplazó al sector de oficiales unido a Ramírez, compuesto por los nacionalistas restauradores,
mientras los populistas terminaron vinculados con el poder que emergía en esos momentos.
La derrota de las potencias del eje en 1945 y el vuelco de la Iglesia católica hacia posiciones menos
conservadoras, que implicaron el reconocimiento de la democracia como régimen legítimo, ofrecieron un
contexto difícil para el movimiento nacionalista. Perón no los protegió, sólo los ignoró.
El régimen no estaba construyendo el Estado dominado por los militares, la Iglesia y los intelectuales que ellos
aspiraban, sino un sistema plebeyo al que calificaron de “cesarismo plebiscitario”
Como resultado de esta situación los nacionalistas veteranos se apartaron completamente de la política y el
régimen censuró hasta eliminar todos sus instrumentos de prensa y propaganda.
La más importante de las organizaciones nacionalista, la Alianza Libertadora Nacionalista, sostuvo la fórmula
Perón – Quijano, levantando su propio programa ya que consideraba que los candidatos no eran de su entera
confianza, por lo tanto se integraron otros dirigentes al peronismo.
Los golpistas que en1943 desalojaron al presidente Castillo del poder, no tenían un programa de gobierno.
Proclamaron presidente al general Rawson, que no llego a asumir. Quien si lo hizo fue el general Ramírez (1943-
1944). Perón asume en la Subsecretaria de Guerra y la Secretaria de Trabajo y Previsión Social.
Perón intento acercarse a la facción intransigente de la UCR y desplegó una política para atraer el movimiento
obrero, desplazando a sus rivales y, con la caída de Ramírez, y el ascenso de Farrel (1944-1946). Perón se
transforma en vicepresidente y continúa con sus otros cargos.
Presidió el Consejo Nacional de Posguerra, organismo creado por el gobierno militar para realizar un diagnóstico
de la situación económica y social de país.
El ascenso de Perón le fue generando enemigos entre sus rivales desplazados.
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Éstos aprovecharon las demandas de un sector de la sociedad para que el régimen se democratizara y
reclamaron la destitución de Perón a principios de 1945. Perón fue encarcelado y enviado a la Isla Martín García.
La manifestación popular del 17 de octubre protagonizada por los obreros reclamando la libertad de Perón
sorprendió a los sectores más conservadores de la sociedad. Se proclamo su candidatura para las elecciones de
1946, donde triunfó contra los partidos políticos preexistentes.
En 1946 triunfo el peronismo gozando la mayoría de la cámara de diputados, totalidad del senado y el gobierno
de todas las provincias.
Los medios independientes, sufrieron restricciones en el ejercicio de la libertad de expresión: La Prensa fue
expropiada en 1951, La Nación tuvo restricción al papel.
La victoria electoral para renovar la Cámara de Diputados en 1948 alentó la reforma de la Constitución nacional.
En 1949 la Convención Constituyente sancionó la Constitución peronista que permitió la reelección presidencial,
introdujo los derechos sociales desarrollados durante esos años, proclamó la función social de la propiedad, el
monopolio estatal de los servicios públicos, etc.
La participación electoral fue ampliada con la sanción del voto femenino en 1949. La reforma constitucional
habilitó la provincialización de los territorios nacionales (se dictó una ley respecto de Chaco y La Pampa, que
eligieron sus convenciones constituyentes y dictaron sus propias constituciones provinciales)
La reelección de Perón a fines de 1951 convenció a los opositores que sólo un golpe militar lo desalojaría del
gobierno. La actitud del oficialismo se endureció tras una serie de atentados con bombas en 1953 contra una
manifestación peronista que terminó con la quema del Jockey Club, la Casa Radical y la Casa del Pueblo por parte
de grupos oficialistas
El fuerte descontento y la aparición de una clase media antiperonista y militante fueron aprovechados por la
oposición que unió sus fuerzas con la Iglesia y los militares para producir el golpe de Estado que desplazo a Perón
en 1955.
SYEAL: CAP. 7:
---
CAMBIOS EN EL APARATO ESTATAL Y PERIODO 55-66: (IDEM – TMEN CAP. 2 – SYEASXX CAP. 3):
IDEM:
---
TMEN: CAP.2:
---
El gobierno de Perón fue derrocado por un golpe de Estado que cuestionaba la legitimidad del régimen. Los
militares se presentaron como un gobierno provisional cuyo objetivo era restaurar las instituciones democráticas
para luego devolver el gobierno a los civiles. El golpe autoproclamado “Revolución Libertadora” inauguró una
semidemocracia: mantuvo el funcionamiento de las instituciones republicanas y el régimen de partidos políticos
con la proscripción del peronismo. Esto dejaba a una parte importante del electorado argentino sin
representación política.
A partir de 1955 y hasta 1973 pueden diferenciarse dos etapas: la primera, desde 1955 hasta 1966 con gobiernos
militares y civiles tutelados por los militares, con algo en común: estaban deslegitimados por su compromiso de
mantener al peronismo fuera del juego político. Los gobiernos civiles y militares fundaron un régimen
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semidemocrático imponiendo la proscripción al peronismo.
En esta primera etapa, que llamamos “Estado desarticulado”, se impuso una política dual que enfrentó dos
bloques antagónicos: por un lado, el pueblo peronista sin representación en el parlamento, pero que alcanzaba la
mitad de los ciudadanos y por el otro, el frente antiperonista que estaba representado por diferentes partidos en
el Congreso. Esta forma de funcionamiento político se llamó dual porque los conflictos y antagonismos se
dirigían de manera extraparlamentaria. Mientras sus rivales podían actuar en el plano parlamentario y
extraparlamentario, los peronistas sólo podían actuar en el plano extrainstitucional.
La segunda etapa, abarca el período 1966 hasta 1973 y se caracterizó por gobiernos militares que funcionaron
sin instituciones democráticas y decidieron la erradicación de la “partidocracia”. Esta exclusión de todos los
partidos unificó el campo de la política. Estos gobiernos que se instalaron a partir de un golpe militar contaron
con cierto apoyo y consenso de parte de la sociedad civil.
2. LA REVOLUCIÓN LIBERTADORA
En 1955 el tercer golpe militar de la historia argentina dejó suspendido el segundo gobierno de Perón.
Encabezado por los militares, contó con el apoyo de civiles; que tenían como objetivo eliminar el peronismo de la
sociedad argentina.
Había colaborado en el derrocamiento del gobierno de Perón: el frente antiperonista que estaba formado por
una parte de las fuerzas armadas, los restantes partidos políticos, parte de las clases medias, la burguesía
urbana y rural, la Iglesia y los jóvenes universitarios. Los unía un odio al régimen depuesto y una vez derrocado
Perón, se hicieron visibles las diferencias internas.
Una clara manifestación de estas diferencias fue el reemplazo como presidente, a escasos mesas del golpe del
general Lonardi que consideraba que los peronistas podían ser incorporados al nuevo proyecto una vez eliminada
la figura de Perón del escenario político.
Aramburu, en cambio, representaba a los sectores más liberales y antiperonistas dentro del ejército. Su objetivo
era claro: eliminar al peronismo.
Una vez alcanzado el objetivo de eliminar a Perón de la escena política, los partidarios de la Libertadora se
dividieron. Aparecieron los llamados gorilas, denominación peronista que se adoptó dentro del ejército para
reconocer a los enemigos del peronismo, pero luego se extendió a los civiles.
Respecto del proyecto económico, también había fuertes diferencias internas: los liberales cuestionaron el
modelo económico y social basado en la sustitución de importaciones y tenían como objetivo eliminar al
peronismo; los reformistas populares representados por la UCR, aceptaban el modelo y la alianza social
implícita, pero cuestionaban las prácticas políticas de Perón y los desarrollistas querían integrar al peronismo y
profundizar la sustitución.
Los militares habían accedido al gobierno con la consigna de lograr una salida democrático – institucional, pero
sin que ello implicara entregar el gobierno a los desplazados. Este objetivo los llevó a asumir posturas cada vez
más autoritarias. Los que habían apoyado el golpe para recuperar la libertad, comenzaron por la proscripción del
justicialismo, que se extendió y marcó el desarrollo de la vida política durante 1955 – 1973.
En 1956 aplicaron pena de muerte a los jefes militares y hubo fusilamientos en los basurales de J.L Suárez,
prohibieron el nombramiento del Peronismo, disolvieron el partido, intervinieron la CGT y los sindicatos,
encarcelaron y persiguieron a sus dirigentes, y se derogó la Constitución de 1949, se suspendieron las
convenciones colectivas de trabajo, se clausuro la CGE.
Los peronistas comenzaron a organizarse desde los barrios y luego desde el movimiento obrero con la consigna
“Perón vuelve”. Los peronistas mostraron su descontento a través de sabotajes, huelgas, boicots y colocación de
artefactos explosivos.
En 1957 se constituyo, bajo supervisión militar, el Congreso Normalizador de la CGT que obtuvo como resultado
la división de los sindicatos en oficialistas, llamados los “32 Gremios Democráticos” y las “62 Organizaciones”
liderada por Vandor.
3. LA ECONOMÍA
El plan económico de la Revolución Libertadora, conocido como el Plan Prebisch fue de aplicación parcial.
Comenzaba con un diagnóstico de la situación económica argentina atribuido a los errores del gobierno peronista
que parecían demostrar que el país estaba al borde del abismo: exceso de gasto público, falta de inversiones,
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caída de la productividad, crisis de la balanza de pagos y otras. Este plan proponía elevar los precios de la
producción agropecuaria, ya que pensaba que no habría desarrollo sólido de la industria sin la base de una
agricultura próspera. El desarrollo industrial más importante era el de la industria siderúrgica, el petróleo y la
petroquímica.
Las propuestas de corto plazo enfocaban a la liberalización del comercio exterior: fue disuelto el IAPI, se
eliminaron los controles al tipo de cambio, que generaron devaluaciones significativas del peso con relación al
dólar, se derogó el régimen de nacionalización de los depósitos bancarios, etc.
Se impulsó la producción agropecuaria y se acordó con los dirigentes se la Sociedad Rural Argentina, quiénes
sostenían que el sector había sido postergado durante el período anterior en beneficio de la industria.
El gobierno militar de 1955 intervino la CGT. La constitución de 1957 estableció el salario mínimo, vital y móvil e
incorporo el derecho de huelga.
Otra medida importante fue la incorporación del país al FMI y otros organismos multilaterales de crédito. El FMI
y el Banco Mundial podían acercar los capitales que el país no tenia, también llegaron las recetas y
recomendaciones del FMI
4. EL SINDICALISMO
A cada medida de los empresarios o del gobierno, los sindicatos peronistas respondían con acciones violentas,
huelgas y movilizaciones que crearon un clima de “guerra social”.
En 1959 cuando se reabrió la negociación de los convenios colectivos de trabajo con Frondizi, los sindicatos se
dividieron en combativos y vandoristas siendo origen de luchas internas.
Los sindicatos se constituyeron en un actor social esencial para el poder político en esa época. Su fuerza residía
en tres aspectos: su carácter de sindicato único, la adhesión de los obreros al peronismo y su organización
vertical.
La estrategia vandorista se basó en mantener la organización de los sindicatos, evitando llegar a un nivel de
confrontación que obligara a las autoridades a intervenirlos, por lo que se negaron a adoptar la política del
enfrentamiento permanente que predicaba Perón y que hacían suya los combativos.
Utilizaron el conflicto para fortalecer su posición en la negociación y aparecían ante las empresas y los militares
como el sector capaz de movilizar a los obreros y hacer cumplir sus acuerdos. Los sindicatos sirvieron de base
para reconstituir el partido político en las oportunidades en que se permitió participar a los peronistas de la
contienda electoral.
La represión de la resistencia fue desalojando a los combativos del control de las organizaciones que
dominaban, muchos de cuyos dirigentes ingresaron en listas negras que le hicieron imposible volver a trabajar.
Esto fue minando su representatividad y les hizo perder el control de las instituciones en las que estaban
fuertemente representados. A partir de 1960 éstas se encontraban en manos de sus rivales vandoristas, que se
transformaron en la corriente hegemónica del movimiento obrero.
Como era imposible restauran las condiciones de la Argentina peronista en 1955 el imaginario popular forjó el
mito de la “Edad de Oro” que fue funcional a los intereses de la dirigencia sindical. Esto les permitió rescatar la
identidad peronista de la clase obrera, afirmar su liderazgo en ausencia del líder y reclamar el retorno de Perón
como su objetivo de lucha.
El Partido Demócrata Nacional dejó de actuar como polo de atracción de los sectores conservadores y
desapareció de la escena política nacional aunque conservó cierta presencia en algunas provincias. Los liberales
argentinos quedaron sin representación política por el escaso número de cotos obtenidos, pese al enorme poder
económico y social que detentaban. Esto los obligó a elegir el partido político que menos les disgustara.
Esta situación se repitió en el interior del Partido Socialista: una parte de su dirigencia optó por acentuar los
contenidos liberales y antiperonistas; otros optaron por un acercamiento a la clase obrera. Los primeros
formaron el Partido Socialista Democrático y los segundos el Partido Socialista Argentino.
La Unión Cívica Radical se dividió en 1954: Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP) liderada por Balbín (llamados
reformistas populares) y la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), liderada por Frondizi.
En 1957 los militares decidieron encarar el traspaso del gobierno a los civiles.
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Frondizi buscaba los votos que la proscripción del peronismo había dejado libres(los cuales votaban en blanco),
hizo un pacto secreto con Perón y consiguió el apoyo para la UCRI, comprometiéndose a devolver la CGT a
sindicatos peronistas, aumento salarial de 60% y permitir paulatinamente la participación de peronistas en las
elecciones. De esta manera Frondizi gano las elecciones.
El proyecto de Frondizi: “intregración” y “desarrollo”. El primero hacía referencia a su estrategia política de
integrar al peronismo y el segundo a su proyecto económico.
El eje del modelo económico desarrollista era la industria pesada con aporte de capitales y tecnología
extranjeros (norteamericanos) en sectores claves para la nueva etapa de desarrollo: la siderurgia, la
petroquímica, la celulosa, la automotriz, la energía y el petróleo.
La propuesta de crecimiento económico que aplicó el desarrollismo se inspiraba en diferentes teorías de la
época. Una primera fuente fue la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), organismo regional de la
Organización de Estados Americanos (OEA). La CEPAL decía que cada vez costaba más toneladas de trigo
comprar un tractor en el exterior. Éste era el diagnóstico del equipo de Frondizi: no se podía lograr el desarrollo
del país con una estrategia basada en el crecimiento del sector agroexportador.
Una segunda fuente fueron los economistas que explicaban la pobreza de los países atrasados como un círculo
vicioso difícil de romper sin recurrir a la ayuda externa. Los países pobres producen poco porque el bajo nivel
tecnológico limita el crecimiento de su producción. Se dedicaban a abastecer el consumo de bienes básicos:
alimentos, salud y educación. Producen poco y no tienen capacidad de ahorro. Sin ahorro no pueden hacerse
inversiones que modifiquen la baja productividad.
La llave del éxito para los desarrollistas era que el capital extranjero se radicara en el país con fuertes
inversiones que la Argentina no podía realizar dada la escasez de sus recursos de capital. Estos capitales
deberían desarrollar la exploración y producción de petróleo, la industria química y petroquímica, la siderurgia y
la industria automotriz.
El reparo político más importante consistía en la desconfianza al capital extranjero. El propio Frondizi había
contribuido a conformar esta visión nacionalista. El empresariado nucleado en la UIA estaba dividido repsecto de
este tema: un sector era partidario del ingreso del capital extranjero, mientras otro era partidario de ponerle
límites en defensa de la industria nacional. A estos debates se sumó la burguesía agrario – pampeana,
representados por la SR.
Desde el punto de vista económico, las objeciones llegaron desde:
- La teoría de las ventajas comparativas del comercio internacional, por la que cada país debe especializarse en
producir aquello que mejor puede realizar.
- La concepción según la cuál las inversiones extranjeras se transforman en una fuente de drenaje de divisas
hacia el país de origen.
- La visión que considera que el mercado interno argentino es insuficiente para absorber el volumen de
producción de la industria pesada.
Los desarrollistas creían que muchas de estas objeciones se corregirían por el proceso de desarrollo que se
desencadenaría con la llegada de capitales.
El empuje industrialista e integrador del desarrollismo, reconocía al sector agropecuario su capacidad para
generar ingreso de divisas a través de sus excedentes exportables aun cuando no lideraría el proceso de
crecimiento. Prueba de ello es el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) que brindó asistencia
gratuita a los productores agropecuarios en todo el país.
El gobierno de Frondizi promulgó una ley de inversiones extranjeras que buscaba atraerlas. Las primeras en
llegar fueron empresas petroleras.
Al comienzo de su gestión y cumpliendo con el pacto con Perón, Frondizi reconoció la CGT y decreto un aumento
en los salarios básicos de convenio. Pero el aumento de los salarios y las inversiones públicas llevaron a un
déficit fiscal, que se resolvió con una emisión monetaria y generó una pérdida de la estabilidad monetaria.
La expansión de la producción y el consumo incremento las importaciones.
En 1959 se recurrió a la unificación y liberación del mercado de cambios que, abandonado a las fuerzas del
mercado, genero una inflación que licuo el aumento salarial. También se encaro una política de restricción
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monetaria y crediticia a través del aumento de los encajes de los bancos comerciales, dispuesto por el banco
central. Se redujo el personal del sector público.
En 1959 cuando el nuevo ministro de Hacienda, Alzogaray, anunció el plan de estabilización, el descontento
social fue visible: los peronistas respondieron con más resistencia, huelgas. El gobierno contraatacó con el Plan
de Conmoción Interna del Estado (CONINTES) que ponía en manos de los militares la represión de todo tipo de
manifestación obrera.
En 1960 y 1961 la inversión creció por la llegada de capitales extranjeros en forma de inversiones directas y
préstamos, la producción creció a buen ritmo. Pero el conflicto entre el desarrollismo y los liberales se había
instalado dentro del Poder Ejecutivo: Alzogaray se oponía a la construcción de centrales eléctricas por el
desequilibrio fiscal que provocarían.
La concepción política de Frondizi se basaba en la teoría de los factores de poder que consideraba que en la
Argentina los grupos de presión tenían más importancia que los partidos políticos. Su gobierno atendió sus
relaciones con los sindicatos obreros, el ejército y la Iglesia y descuidó la relación con su propio partido.
Frondizi comenzó pagando, en los primeros meses del gobierno, sus deudas con los peronistas: el Congreso
sancionó la Ley de Asociaciones Profesionales, que restableció el sindicato único por rama de actividad, aumentó
los salarios, congeló los precios, aumentó las pensiones y redujo las tarifas de los transportes.
La recuperación de la CGT por parte de la dirigencia peronista y la consolidación de las 62 Organizaciones
iniciaron un período en el que un sindicalismo fortalecido y una clase obrera madura incidirían en la política del
país.
Según Torre, existía un mercado de trabajo relativamente equilibrado y homogeneidad ideológica: Se agoto la
reserva de mano de obra rural, lo que redujo la proporción de trabajadores rurales, entre los migrantes que
llegaban a las ciudades industriales, produciendo una homogeneización sociocultural de la clase obrera. Al ser en
su mayoría peronistas, sumada a la fuerte verticalización de las organizaciones sindicales dieron por resultado
esta homogeneidad ideológica.
La Iglesia logró su objetivo: se eliminó el monopolio del Estado sobre la enseñanza superior.
Tras la revolución cubana, el presidente Kennedy lanzó la Alianza para el Progreso. El gobierno de Frondizi
decidió no alinearse con la política de EE UU respecto de Cuba. En 1962 se entrevistó con el “Che” Guevara.
En 1962 se realizaron elecciones a diputados nacionales y gobernadores, donde se permite la participación de
los peronistas que se presentaron a través del partido Unión Popular suponiendo un desgaste de sus adversarios
debido a la ausencia de un líder, pero gana la fórmula por lo que los militares expresan su descontento. Frondizi
anula los comicios e interviene las provincias ganadas por el peronismo. Deciden derrocarlo declarando la Ley de
Acefalía para evitar que asumiera un presidente militar, asumiendo Guido, presidente del Senado (1962-1963).
La caída de Frondizi produjo una crisis de sucesión. La presidencia recayó en el Presidente Provisional del
Senado, Guido, cuyo gobierno estuvo caracterizado de las peleas en el interior de las fuerzas armadas. Durante
este período todas las provincias permanecieron intervenidas y el Congreso Nacional no sesionó.
El gobierno de Guido, que completo el periodo de Frondizi hasta las nuevas elecciones presidenciales giro a la
política desarrollista implementada entre 1958 y 1962. Este cambio era atribuible a los responsables del golpe
militar.
Los liberales concentraron su atención en la contención del gasto publico, disminuyendo las inversiones
estatales y restringiendo el crédito a través de los mecanismos de ajuste del Banco Central.
Para solucionar el déficit el gobierno pago la deuda a proveedores y empleados del Estado con títulos públicos.
El resultado fue un alto costo económico y social: fuerte contracción de la producción y el empleo, caída del
salario real, cierre de empresas por falta de crédito y consecuente aumento de las tensiones sociales.
Este ensayo de política liberal tuvo éxito en la transferencia de ingresos de los sectores más débiles a los más
poderosos, quedaba como asignatura pendiente lograr los consensos entre los distintos actores sociales para
asegurar la estabilidad democrática.
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8. LOS ENFRENTAMIENTOS MILTIARES: AZULES Y COLORADOS
Luego del golpe de 1955, las fuerzas armadas se dividieron en numerosas facciones, que pueden resumirse en 2
bandos: azules y colorados. Los colorados representaban al sector antiperonista a ultranza y llegaban a
considerarlo sinónimo de comunismo. Liderados por Montero, asumieron posiciones golpistas. Para ellos, el
peronismo era un movimiento de clase sectario y violento que podía dar lugar al comunismo.
Para los azules, el peronismo era una fuerza nacional y cristiana que permitió salvar a la clase obrera del
comunismo y se constituía por lo tanto en un bastión contra la subversión. Se oponían a Perón porque éste había
tratado de “politizar” al ejército y ponerlo a su servicio. Aceptaban a los peronistas sin Perón. Adoptaron una
línea profesionalista: el objetivo era que los militares se capacitaran en su tarea específica alejándose de los
debates políticos.
En 1963 se produjo un levantamiento de los colorados para “frenar el intento de los azules de integrar a los
peronistas (no a Perón) junto a la UCRI y la Democracia Cristiana” en un frente moderado. Los azules ganaron el
enfrentamiento asumiendo Onganía como comandante en jefe del ejército, con objetivos de la reconstrucción de
la institución, mantenimiento del orden y la disciplina por lo que luego de la derrota adoptaron una posición
antiperonista para evitar las divisiones dentro de los militares y preservar la disciplina interna.
Cuando el gobierno de Guido llamó a elecciones, varios partidos políticos liderados por Frondizi formaron un
Frente Electoral Nacional y Popular, que in}cluía algunos sectores del peronismo. Presiones militares y
diferencias internas quebraron el frente. Llegados los comicios, parecía que los peronistas votarían nuevamente
en blanco. Pero la creación de la Unión del Pueblo Argentino (UDELPA) que llevaba la candidatura de Aramburu
alteró los pronósticos. Muchos peronistas, que lo consideraban responsable del derrocamiento de Perón, de los
fusilamientos y de las persecuciones prefirieron dar su voto a Illia, candidato de la UCRP, que llego al gobierno
con una posición muy débil. Sufrió el descontento militar, presión de sindicatos pero hubo respeto de las normas
y la decisión de no abusar de los poderes.
9.1 LA ECONOMÍA
Su gobierno debió enfrentar el intento de Perón en 1964 de retornar al país. El gobierno abortó al proyecto
deteniendo el avión proveniente de España en Brasil, ganando apoyo en las fuerzas armadas pero oposición del
peronismo.
La política económica con perfil keynesiano manifestó la acción del estado, el desarrollo del mercado interno,
las políticas de distribución y la protección del capital nacional. Logró el crecimiento del PBI, la recuperación de
los salarios reales, y el aumento de las exportaciones a partir de excelentes cosechas
Las crisis de crecimiento estaban vinculadas al estrangulamiento de la balanza comercial, porque en períodos
de expansión de la producción las importaciones crecían más rápidamente que las exportaciones. Se producía
una balanza comercia crecientemente desfavorable y la tendencia al agotamiento de las reservas de divisas que
era resulta con restricciones a las importaciones y luego mediante la devaluación.
Para salir de la depresión, aumentaron el gasto público y la expansión del crédito a través de la política del
Banco Central.
La anulación de los contratos petroleros con empresas extranjeras llevo al país al desabastecimiento del
entonces llamado oro negro y a ganar la desconfianza de los organismos internacionales, como el FMI y el Banco
Mundial.
9.2 LA POLÍTICA
Ninguno de los grupos de poder estaba conforme. En 1964 la CGT implementó un plan de lucha que incluía la
ocupación de establecimientos fabriles.
La estrategia de Vandor era invocar el nombre de Perón para movilizar los sindicatos obreros y controlar los
votos peronistas para librarse de la tutela del líder. Su plan de lucha consistía en debilitar al gobierno para
demostrar a los empresarios y militares su fuerza para negociar. Esta actitud lo enfrentó al otro sector de la
dirigencia sindical, los combativos, que denunciaron su intento de reemplazar a Perón en la conducción del
movimiento.
Perón envió a la Argentina a su esposa Isabel que reunió a todos los opositores a Vandor, con lo que propicio la
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división de la CGT y lo enfrento a Alonso.
La disputa por el poder entre Perón y Vandor se dirimió en 1966 en el plano político en ocasión de las elecciones
de Mendoza, Isabel apoyo a un candidato rival al de Vandor y el centro de poder volvió a estar en Perón.
Paralelamente a estos conflictos, el gobierno de Illia debió enfrentar la oposición militante de las fuerzas
armadas.
Desde 1962, los azules se asociaron con sociólogos expertos en comunicación social que presentaron al ejército
como legalista, obediente al poder civil y no deliberativo.
Según la Doctrina de Seguridad Nacional, las fuerzas armadas debían desplazar su función de defender la
soberanía territorial para defender las fronteras ideológicas dentro del propio territorio.
La doctrina suponía que los movimientos subversivos encontraban su caldo de cultivo adecuado en las
situaciones de pobreza, por lo tanto debía se interés de las fuerzas armadas promover el desarrollo económico de
los países latinoamericanos.
En el plano internacional dos acontecimientos importantes afectaron la vida política de los países
latinoamericanos en este período: La Revolución cubana en 1959 y el Concilio Vaticano II. El Concilio significo la
puesta al día de la Iglesia católica, al incluir una revalorización de la ciencia y la democracia.
La historia de la Iglesia argentina en los años 60 y 70 fue una época de cambios, de enfrentamientos ideológicos,
generacionales y religiosos, que afectaron el funcionamiento de la Iglesia en la Argentina y se difundieron a todas
las agrupaciones católicas.
En este contexto, el concilio de Roma fue el escenario donde “tradicionalistas” y “progresistas” expresaron sus
diferencias.
Pese al inequívoco espíritu renovador del concilio, la lectura que se hizo de él fue muy diversa. Para los grupos
que, en aras de la simplificación hemos llamado “tradicionalistas”, se trato de una reafirmación doctrinaria con
pequeños ajustes. Para el clero “progresista” se redefinió de la Iglesia en el mundo.
La lucha en el seno de la Iglesia se torno violenta. Uno de los puntos principales de lo que el clero reformista
criticaba a la jerarquía eclesiástica fue el aislamiento social de la Iglesia.
Los progresistas pretendieron recuperar la pureza espiritual y la sensibilidad social de la Iglesia primitiva, la de
los apóstoles pobres y tan cercanos a la gente hasta confundirse con ella. Aparición de los curas obreros.
La cúpula eclesiástica, veía a la Iglesia como viga maestra para el sostenimiento de la cristiandad.
Los progresistas ganaron el debate en el concilio, entre otras cosas, porque contaban con el apoyo del papa
Juan XXIII, pero fueron derrotados en la implementación de las reformas.
Esto sucedió por varios motivos. Los reformistas no eran un grupo homogéneo. Había moderados y
radicalizados. Estos últimos pretendían una acción directa en lo político y en lo social. En su lucha contra la
injusticia incluían los métodos pacíficos o violentos.
Además, debieron enfrentarse con la jerarquía de la Iglesia en la Argentina, mayoritariamente inclinada a una
posición conservadora, decidida a dar la lucha en todos los frentes.
En 1966, cuando tras otro golpe militar el general Onganía asumió el poder, se reafirmo la posición tradicional de
la Iglesia, basada en la alianza con las fuerzas armadas.
El otro acontecimiento se inicio en 1959, cuando un movimiento liderado por Fidel Castro derroto al presidente
cubano Batista, y los revolucionarios entraron en La Habana. Al poco tiempo, y privados de la ayuda de Estados
Unidos, Fidel Castro declaro el carácter marxista-leninista de la Revolución, aliándose al bloque soviético.
El impacto de este acontecimiento en América Latina fue muy profundo.
Con la Revolución cubana se impuso, en 1959, el primer gobierno socialista en América Latina. Esto sorprendió y
alarmo al gobierno de Estados Unidos que se vio doblemente afectado: era una mancha en su liderazgo
americano, que amenazaba con extenderse rápidamente a buena parte del continente, y ponía en peligro su
propio territorio. En 1962 durante la presidencia Kennedy, se produjo “la crisis de los misiles”. Finalmente, un
arreglo directo entre Estados Unidos y la Unión Soviética evito una tercera guerra mundial.
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ESTADO BUROCRATICO AUTORITARIO Y PERIODO 1973-1976: (SYEASXX CAP. 4 Y 5):
SYEASXX: CAP. 4: EL ESTADO BUROCRÁTICO – AUTORITARIO:
Había una campaña en contra del gobierno por su ineficacia e ineptitud, la prensa destacaba la eficiencia
modernista de las fuerzas armadas comparadas con el inmovilismo de Illia, se produce una necesidad de un
advenimiento de una nueva legitimidad a la que se adhieren militares industriales, sectores de la clase
dominante, y sindicatos peronistas. La sociedad empezó a esperar el cambio por eso se convirtió en un golpe
anunciado en el cual no hubo movimientos importantes de tropas, ni enfrentamientos armados ni reacción
popular.
Después de 1966 las fuerzas armadas tomaron directamente el gobierno, atribuyéndose cada vez más poderes y
mayor violencia en la represión.
O’donell señaló la existencia de una corriente interna paternalista, liderada por Onganía, que se identificaba con
la idea de construir una comunidad a imagen de la organización militar e instaurar un orden político semejante al
franquismo. La corriente nacionalista, liderada por Levingston, aspiraba al populismo nacional con la
movilización del pueblo y las fuerzas armadas. La orientación liberal representada por Alzogaray y Lanusse
mantenía estrechos vínculos con las clases dominantes.
El día del golpe, el ejército cercó Plaza de Mayo, ocupó las radios, la televisión, las centrales telefónicas y el
correo y dio 6 hs para que Illia renunciara. Como no lo hizo, fue expulsado de la Casa Rosada.
El 28 de junio los comandantes en jefe de las tres armas formaron una junta revolucionaria que destituyó al
presidente y vicepresidente, a los miembros de la Corte Suprema y a los gobernadores e intendentes electos. El
Congreso, las legislaturas provinciales y los consejos municipales fueron disueltos; los partidos políticos
prohibidos. La junta de comandantes nombró presidente de la República a Onganía. La Constitución Nacional fue
reemplazada por el Estatuto de la Revolución Argentina.
Onganía quería combatir el estado de descreimiento de la población, la infiltración comunista, el desequilibro
económico regional y el individualismo, y quería dejar a las fuerzas armadas afuera de las cuestiones políticas.
El nuevo modelo de Estado que O’donell llama “burocrático – autoritario” surgió cuando las cúpulas de las
organizaciones empresariales y del ejército tomaron el poder para asegurar la subordinación de la sociedad a los
intereses de la gran burguesía, restablecer el orden en la economía, excluir de la participación a los sectores
populares para poder retomar el proceso de trasnacionalización, suprimir la ciudadanía y la democracia política,
garantizar la acumulación de capital en beneficio de unidades monopólicas u oligopólicas y asegurar la
despolitización del conflicto social.
La reestructuración del aparato estatal se realizó a partir de 3 sistemas institucionales:
Campaña para restablecer la moralidad mediante un estricto control del comportamiento de las personas en el
ámbito público y privado. Intervino la universidad desalojando estudiantes y profesores de las facultades de
ciencias exactas, y filosofía y letras de la ciudad de buenos aires. (“noche de los bastones largos”)
En el Estado excepcional de Onganía coexistían dos tendencias: los nacionalistas y los liberales. En las áreas
culturales y de manejo político se integró a nacionalistas moderados y católicos sociales.
Vasena lanzó en 1967 su Plan de Estabilización, de inspiración liberal, el cuál tenía como objetivos principales
bajar los índices de inflación y luchar contra el déficit fiscal.
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Los beneficios obtenidos por los exportadores y hacendados como consecuencias de la devaluación fueron
gravados con retenciones, impuestos a las exportaciones que se destinarían a la inversión estatal para estimular
la economía, hasta tanto se modificaran las expectativas.
El acento puesto en aumentar las exportaciones vía reducción de los costos afectó a los trabajadores de la
industria y de los servicios. Se consideraba que para acelerar el crecimiento era necesario privilegiar la
acumulación de capitales.
En poco tiempo hubo resultados sorprendentes, disminuyó la inflación, crecieron la industria y las inversiones
productivas. El Estado duplicó sus obras públicas en caminos y energía.
La política de Vasena aceleró la transnacionalización de la economía argentina: se produjeron compras de
firmas por empresas extranjeras, las estatales las mantenía a cargo el gobierno, pero el gran resto de la actividad
económica pasaba a manos extranjeras.
Onganía dividió su plan de gobierno en tres etapas sucesivas: el tiempo económico, en el se produciría la
reorganización de la economía, el tiempo social, en ese periodo se pensaba mejorar los salarios y el tiempo
político, se transferiría el gobierno a los civiles, total o parcialmente.
3. LA SITUACIÓN SINDICAL
Los dirigentes peronistas estaban dispuestos a colaborar con el gobierno. Una manifestación pública fue su
presencia en el acto de asunción de Onganía como presidente de la nación. Los sacrificios que el plan económico
exigió de los trabajadores (congelamiento de salarios, reducción de indemnización por despido, la elevación de la
edad de jubilación y el deterioro de los salarios reales) mostraron la verdadera cara de la Revolución Argentina.
En las empresas estatales, se puso en marcha la racionalización administrativa, en los ferrocarriles se hicieron
numerosos despidos.
Ilegalizado el partido peronista e imposibilitadas de recurrir a la huelga, las entidades gremiales perdieron
fuerza, así el vandorismo se dividió. Un sector, llamado “participacionista” estuvo dispuesto a someterse a los
dictados del gobierno para ser convocados a realizar la grandeza nacional; se reeditaba la alianza con el poder
militar y se deslegitimaba frente a la clase obrera que pretendía representar. El segundo grupo, liderado por
Vandor, intentó la tarea de preservar su autonomía sin enfrentar al gobierno.
El movimiento obrero quedó dividido en 2 centrales: la CGT de los Argentinos (respondía a Ongaro) y la CGT
Azorpado (respondía a Vandor)
En las zonas de reciente industrialización, se había desarrollado un sindicalismo nuevo como consecuencia de
las negociaciones establecidas por algunas empresas trasnacionales, que obtuvieron de los sucesivos gobiernos
la autorización para establecer sindicatos de empresas. Esta tendencia se reforzó como consecuencia de la
nueva ley de Asociaciones Profesionales dictada por Onganía, que permitía a las empresas depositar las cuotas
que retenían como aporte gremial en la cuenta del gremio local.
Estas medidas dieron origen a un sindicalismo clasista, de tendencias marxistas, que era apoyado por las bases
obreras peronistas.
El plan de estabilización del gobierno iba dejando moribundos a su paso entre los empleados públicos, los
comerciantes, las pequeñas y medianas empresas nacionales, los agricultores.
En 1969, los estudiantes universitarios a la defensiva de la Noche de los Bastones Largos, organizaron marchas
de protesta, primero en Corrientes, luego en Rosario. En Corrientes fueron duramente reprimidos y la ciudad
ocupada militarmente y en Córdoba se desato un motín masivo incitado por estudiantes universitarios y obreros
de la industria automotriz, al cual se fueron agregando sectores a medida que la rebelión crecía.
Estos hechos, conocidos como el “Cordobazo”, revistieron la importancia de la “Semana Trágica” de 1919 y
demostraron la fragilidad de un Estado basado en la coerción. El levantamiento dividió al ejército: Onganía pedía
mano dura y Lanusse prefería renovar el gabinete, así se hizo y todos los ministros fueron reemplazados.
Hacia 1970, el fracaso del régimen en hacer cumplir la principal misión de asegurar la paz social, hizo temer a la
burguesía, sobre todo por que las estrategias de los distintos sectores en que se dividían los militares eran
diferentes.
La táctica de Onganía era doble: endurecía la represión contra los sindicalistas que se oponían al régimen,
condenándolos a través de Consejos de Guerra y ofrecía una serie de concesiones a los dirigentes sindicales
peronistas. Anunció el inicio del tiempo social para sostener las obras sociales, incluso los sindicales.
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Los liberales, encabezados por Aramburu, proponían la liberación política, lograr un acuerdo con los partidos
políticos, los que a cambió de una libertad vigilada, servirían de soporte para la elección de un presidente acorde
con los objetivos e intereses de la FFAA. Esta propuesta abortaría a mediados de 1970 por el asesinato de
Aramburu por los montoneros.
Otro sector de los liberales, encabezados por Alzogaray, planteaba la destitución de Onganía. Para este grupo, la
salida política era un hecho impracticable.
Los nacionalistas que cuestionaban el proceso de desnacionalización de la economía, pensaban en la
conformación de una alianza social entre sindicatos y empresarios nacionales para poner en marcha un frente
populista que aislaría tanto a los subversivos como a los sectores antinacionales.
En los meses que siguieron al Cordobazo, hubo violencia. En junio fue asesinado Vandor, durante ese mismo
mes hubo atentados incendiarios contra supermercados.
O’Donell afirma que desde el Cordobazo la Argentina se encontraba afectada por una crisis de dominación: es
una crisis del fundamento de la sociedad, de las relaciones sociales que constituyen las clases y sus formas de
articulación. Rebeldía, desorden, indisciplina laboral son términos que prevalecen en estas situaciones.
En otras palabras, indica un Estado que está fallando en la efectivización de su garantía para la vigencia de
relaciones sociales. Esta crisis es la crisis del Estado en la sociedad.
El clima provocó la huida de los capitales extranjeros, el déficit en la balanza de pagos se agravo por la crisis de
las exportaciones de carne.
En Córdoba crecían las tensiones sociales: los universitarios controlaban las altas casas de estudios, los
sindicatos de izquierda exigían ruptura con el FMI, expropiación de monopolios, suspensión del pago de la deuda
externa, el control de las fábricas en manos de los obreros.
En 1970 debutaron los Montoneros, grupo armado y clandestino peronista que secuestró a Aramburu en
represalia por los fusilamientos en las universidades. Se comprometieron a luchar contra los militares y la
burocracia sindical conciliadora y exigieron la devolución del cuerpo de Eva. A fines de este año las Fuerzas
Armadas Peronistas y Fuerzas Armadas Revolucionarias se fusionarían con Montoneros y el Ejército
Revolucionario del Pueblo, de orientación trotskista.
Depuesto Onganía en junio de 1970, los militares designaron al General Levingston.
La Argentina posperonista inició una etapa de modernización cultural compleja que incluyó a los sectores de la
nueva izquierda, sectores antiliberales y populistas.
Uno de los centros de este fenómeno fue la Universidad de Buenos Aires con la designación de Romero como
interventor por parte de la revolución Libertadora. La renovación científica hizo que se estimulara la investigación
en laboratorios de ciencias exactas, se introdujeron las ciencias sociales, se incorporaron nuevas carreras
académicas, etc. Germani fue uno de los agentes más importantes de este momento cultural en el país.
En 1958 se fundó Eudeba, bajo la gestión de Frondizi con el propósito de lograr la divulgación de colecciones
concebidas de extensión cultural, a bajo costo.
El mismo afán de modernización presidió la creación del Instituto Di Tella, fundado en 1958.
A partir de 1960 el ideal fue la lucha de masas contra los enemigos externos e internos que sólo podía resolverse
mediante el establecimiento de regímenes autoritarios. La izquierda aconsejaba no cuestionar todas las
dictaduras, no contentarse con la democracia formal, sino profundizar en el contenido social que sostenía a los
distintos regimenes.
Onganía destruyo las ilusiones de quienes habían creído en su carácter modernizador y mesiánico. Durante el
régimen de Onganía, la industria cinematográfica argentina dependiente de subsidios oficiales, produjo filmes
épicos con objetivos moralizantes.
En la Argentina, el optimismo de fines de los 60 y principios de los 70 fue transferido a la política. Estos años
conflictivos fueron , para el intelectual de izquierda, de politización de la cultura, compromiso de la actividad
intelectual y desconfianza hacia el cientificismo.
El nuevo presidente pertenecía a la orientación nacionalista del ejército y designó como ministro de Economía a
Ferrer.
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El nuevo ministro comenzó a implementar una política laboral menos dura, trató de limitar la influencia
extranjera de la economía del país apoyando a las empresas públicas y privadas de capital nacional. Consideraba
que los niveles de ahorro nacional eran suficientes para financiar una política de desarrollo. Transformó el Banco
Industrial en Banco Nacional de Desarrollo para financiar sectores estratégicos de la economía y otorgó
aumentos salariales para reconstituir el mercado interno.
Para proteger la producción nacional elevó los aranceles aduaneros y cuando los precios internacionales de la
carne aumentaron, desestabilizando los precios internos, impuso 2 días a la semana de veda al consumo de
carne vacuna. Esta medida tenía por objetivo adicional liberar saldos para ampliar las exportaciones nacionales.
Esta estrategia enfrentó la resistencia de la burguesía monopólica, quien junto con los capitales extranjeros,
retrajeron inversiones, por lo que la economía sufrió inflación y descenso del nivel de empleo
El gobierno debió enfrentar la oposición de los sectores afectados, las contradicciones internas del ejército y
una opinión pública fastidiada y descreída. No logró controlar a los sindicatos peronistas y a los partidos
políticos que reanudaron su actividad.
En febrero, la protesta estalló otra vez en Córdoba y el ejército se negó a reprimir.
Este nuevo “Cordobazo” provocó la caída del general Levingston. Fue reemplazado en 1971 por Lanusse.
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política de protección aduanera.
La nueva política de crecimiento se basaba en tres ejes: imponer mayores controles a las empresas
trasnacionales instaladas en el país, negociar nuevas inversiones extranjeras con empresas multinacionales
europeas y apoyar a empresas nacionales para fortalecerlas y crear nuevas industrias de capital nacional en los
sectores que está ausente como aluminio, papel, etc.
Durante los años 60, se introdujeron un conjunto de mejoras técnicas que permitieron avanzar sobre los
problemas básicos del estancamiento.
La mecanización de las actividades rurales con la incorporación de tractores incidió en la producción agrícola de
diversas maneras. Primero porque se trataba de maquinaria cada vez más potente que permitía un incremento
más que lineal de la producción; segundo porque lograba una roturación más profunda que elevaba la
productividad y la cosecha se hacía más veloz; tercero, porque liberaba superficie antes destinada a forrajes.
Empezaron a utilizarse insumos como semillas mejoradas, fertilizantes y métodos de cultivo más eficaces. Se
difundieron nuevas variedades de trigo y lino, la inseminación artificial y técnicas sanitarias en la cría de ganado
y el reemplazo de la alfalfa por praderas rotativas de cultivos.
Se difundió una nueva modalidad: los contratistas. Por una parte, pequeños propietarios, poseedores de
maquinaria agrícola adquirida recientemente vendían sus servicios a explotaciones más grandes, cobrando una
tarifa. Por otra parte, volvían a tomar tierras en arriendo pero por períodos cortos, de 1 año o 1 cosecha. Este
sector fue adquiriendo en la región pampeana una mayor incidencia.
Los grandes frigoríficos exportadores fueron perdiendo posiciones respecto de los medianos y los mataderos
dedicados al faenamiento para el consumo interno de la carne.
Se inició también un proceso de sustitución de cultivos, una tendencia más dinámica en la producción de frutas,
hortalizas y legumbres que se extendería a algunos cultivos industriales.
Se desarrolló el cultivo de la soja, que comenzó un avance acelerado que la convertiría en la principal fuente de
divisas del país.
El general Lanusse trato de descomprimir la caldera social controladamente a través de lo que se llamo El Gran
Acuerdo Nacional (GAN)
Su primera medida fue la legalización de los partidos políticos y el anuncio de elecciones libres sin
proscripciones. Esta reconstitución de la democracia estaba condicionada a la aceptación del GAN por los
partidos políticos: se trataba de formar un bloque entre militares, sindicatos y los partidos políticos para
neutralizar a la guerrilla y a los grupos radicalizados de la sociedad. Perón rechazo el acuerdo
Lanusse operó sobre la dirigencia sindical y los políticos neoperonistas para lograr la fractura del peronismo.
Fracasado el GAN, la estrategia de Lanusse fue establecer normas constitucionales provisorias de facto: la
elección del presidente por el voto directo y un sistema de doble vuelta o ballottage en caso de que ningún
candidato alcanzase el 50 % de los votos, un mandato presidencial de 4 años y los candidatos, debían haber
residido en el país, los últimos 5 años. El gobierno tenia esperanzas de que los peronistas no ganaran la primera
vuelta.
Desde el punto de vista económico, el gobierno se limitó a evitar la recesión y el desempleo, contener las
tensiones inflacionarias y modificar las expectativas de los agentes económicos.
Se creó el Programa de Atención Médica Integral (PAMI) que respondió a la falta de respuesta de muchas obras
sociales para atender la salud de jubilados y pensionados.
10. LA VIOLENCIA
Se fortaleció la actividad guerrillera. Cada golpe de la guerrilla era respondido por los grupos clandestinos de
derecha. En 1972, en Trelew, un grupo de guerrilleros fue fusilado.
Los motines populares continuaron durante la presidencia de Lanusse con movilizaciones masivas. Se trataba
de manifestaciones callejeras de protesta frente a decisiones apresuradas del poder autoritario. La agitación se
extendió al ámbito rural.
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Las tensiones sociales sin salida y la violencia generalizada aumentaron los temores de la sociedad, y las
fuerzas armadas consideraron una retirada anticipada del poder.
En Bs As se hicieron concesiones en los sindicatos y asociaciones moderadas para controlar a los obreros más
combativos. Se fortaleció a los gremios peronistas más conservadores. La CGT fue unificada nuevamente.
La apertura a una salida política permitió aislar a los sindicalistas clasistas, disolver sus organizaciones y
someter a los trabajadores al control de la burocracia sindical.
La llamada “edad de oro” de la posguerra se asentó sobre los acuerdos de Bretton Woods, la abundancia de
petróleo barato y los aumentos de la productividad mundial. La economía alcanzo su momento de mayor
expansión a fines de los 60, y ese crecimiento explosivo se transformo en mejoras de la calidad de vida a través
de la sociedad de bienestar en Occidente.
Durante el momento culminante del desarrollo económico de posguerra, surgieron los movimientos sociales de
la juventud y la afirmación de las mujeres como actores de pleno derecho.
Los jóvenes fueron el motor de acciones que conmovieron a la sociedad de la época, y su rebelión movilizo a
otros actores sociales. Esa juventud que participaba de una situación antes desconocida esperaba el nacimiento
de un mundo mejor que el de sus padres, tenía una vocación universalista y se sentía atraída por el radicalismo
político.
Los acontecimientos de la década del 70 recibieron la influencia del triunfo de la guerrilla rural como forma de
lucha política. En distintas regiones del mundo, desde los años 50 esta metodología había logrado sucesivos
éxitos.
Estos sucesos produjeron el imaginario que la toma del poder por medio de las armas era posible.
2. EL RETORNO DE PERÓN
El gobierno convocó a elecciones en marzo de 1973, donde la candidatura de Perón quedó proscripta. Para las
elecciones impuso como candidato a su delegado personal, Cámpora, quien fue rodeado por la izquierda
peronista y grupos armadas FAR – FAP y Montoneros.
La campaña tuvo como protagonista a la “juventud peronistas” que popularizó la consigna “Cámpora al
gobierno, Perón al poder2 como una burla a la cláusula de los militares. Los jóvenes aspiraban a una
comunicación fluida entre Perón y el pueblo y se oponían a los sindicatos y a sus dirigentes.
El partido peronista, conformo el Frente Justicialista de Liberación (FREJULI) que obtuvo la victoria
3. EL PROYECTO DE PERÓN
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4. EL BREVE GOBIERNO DE HECTOR J. CAMPORA
Cámpora asumió el gobierno el 25 de mayo de 1973 y gobernaría 49 días. El periodo se caracterizo por un estilo
político (la movilización popular). Estaba centrado en el Pacto Social, entendido como un programa económico y
normalización institucional de los conflictos.
El retorno de Perón al país se convirtió en una batalla armada entre grupos peronistas de izquierda y derecha.
Los sindicatos peronistas ortodoxos exigieron la renuncia de las autoridades culpadas de permitir una
infiltración marxista.
Con la renuncia de Cámpora, asume Lastiri, que llamo a elecciones. La formula Perón-Perón, gano con el 60% de
los votos.
El 17 de octubre de 1973, Perón, acompañado por su esposa Isabel, asume un nuevo mandato presidencial.
El programa económico se basaba en el Acta de Compromiso Nacional firmada por la CGT, CGE y el Ministro de
economía Gelbard. Se podría definir como un programa tibiamente nacionalista y distribucionista.
Las disposiciones del programa económico anunciado incluían las siguientes medidas:
- Sector Agropecuario: la Ley agraria incluía la expropiación de las tierras improductivas aunque esta propuesta
no logró ser aprobada por el Congreso. Si lo fue, el impuesto a la renta potencial de la tierra. Tanto el gobierno de
Illia como el de Onganía habían intentado introducir esta medida, lo que probaría que no tenía nada de
revolucionaria. Incorporaba el factor distribucionista al proponer un aumento de la tasa fiscal cuanto mayor fuera
la propiedad rural.
El gobierno consiguió que 3 de las más importantes entidades rurales – FAA, CONINAGRO Y SRA firmaran en
1973 un acuerdo llamado Acta de Política Concertada con el Agro que reforzaba la concertación del gobierno con
todos los sectores económicos.
La intervención del Estado en las exportaciones del agro se concretaba a través de dos juntas nacionales, de
granos y carnes. También fijación de precios del agro a través de la implantación del sistema de retenciones y
control sobre el tipo de cambio de divisas.
- Sector industrial: se formuló una estrategia de protección a la industria nacional con el propósito de frenar la
competencia extranjera.
Se favoreció el crecimiento de la pequeña empresa a través del crédito accesible y se declaró la vocación por
estimular el desarrollo de la tecnología local.
Se sancionó la nueva ley de inversiones extranjeras que propuso revertir la tendencia a la penetración extranjera
en la economía.
- Apertura comercial con el bloque socialista: el gobierno puso un interés especial en la apertura de estos
intercambios como decisión política frente a las presiones norteamericanas y de los sectores nacionalistas
locales.
- Reformas financieras y fiscales: una nueva ley otorgaba mayor poder al Banco Central frente a los demás
bancos respecto de la cantidad de dinero disponible. La reforma acrecentó los tipos de ganancias afectadas por
los impuestos progresivos y se instrumentaron nuevos impuestos regresivos como el IVA
- Controles de precios y ganancias: el Plan de Estabilización fue la acción de intervención estatal más conocida y
se constituyó en el instrumento más importante del Pacto Social. El congelamiento de los precios fue
acompañado por el congelamiento de salarios. Estas medidas se unieron a la suspensión de las convenciones
colectivas de trabajo por 2 años.
La inflación se detuvo, la bolsa se reanimó, el dólar paralelo bajó y la recaudación impositiva aumentó.
- Legislación del trabajo: los sindicatos recibieron con satisfacción la Ley de Asociaciones Profesionales que
mantenía la legislación anterior y agregó el fuero sindical. Éste establecía derechos judiciales para los dirigentes
sindicales.
La ley de contratos de trabajo favoreció a los trabajadores al extender los beneficios como vacaciones pagas,
licencia por maternidad y aumento la indemnización por despido.
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- Seguridad social y salud: aumentó la jubilación básica e intentó introducir un sistema de capitalización en la
financiación que no pudo concretar. En cuanto a la salud se trató de unificar el sistema nacional que pasó a ser
responsabilidad del Estado.
La política de ingresos fue explicitada a través de un acuerdo tripartito que se conoció como el Pacto Social, que
suponía un acuerdo sobre la manera de distribuir el ingreso nacional entre trabajadores, representados por los
sindicatos y los sectores del empresariado.
Cámpora anunció el Pacto Social en junio de 1973; para ello necesitaba la representación de cada sector en
organizaciones verticales y unificadas: la CGE y la CGT. Los empresarios avalaron la política de concertación: no
les impedía hacer sentir su capacidad de presión cuando fuera necesario.
Para obtener el apoyo de la burocracia sindical, Perón recurrió a la lealtad incondicional con Rucci, ya que lo
sindicalistas estaban preocupados por la suspensión de las negociaciones colectivas.
Las organizaciones empresariales como la SRA, la UIA, avalaron en un primer momento el Pacto Social, a los
efectos de ganar tiempo. La UIA se autodisolvió e, integrada como Confederación Industrial Argentina (CINA), se
integró a la CGE.
La política económica del tercer período peronista podría dividirse en dos etapas: una desde la firma del Pacto
Social hasta 1974, cuando falleció Perón, y la segunda, desde esa fecha hasta el golpe militar de marzo de 1976
que derrocó a Isabel Perón. Si la primera etapa estuvo marcada por la estabilidad e precios, el superávit en el
sector externo y el crecimiento económico; la segunda se caracterizó porque colapsaron los acuerdos de la etapa
previa, se instaló la inestabilidad y se descontroló la inflación.
En 1973, en el sector externo se produjo un aumento en las exportaciones y un incremento de las reservas
incentivados por el aumento de los precios de la carne y cereales.
La situación favorable en el sector externo tenía su explicación en un factor transitorio: en 1973 los términos de
intercambio tocaron su valor máximo desde los años 50, fue llamado el boom de las materias primas.
Las críticas hacia la política económica del gobierno durante la gestión Gelbard destacaban la desatención del
frente fiscal y de la expansión monetaria.
Las principales fuentes de gasto eran los aumentos salariales del sector público, el incremento de la dotación
de personal y los subsidios al sector empresarial.
La situación inicial favorable se complicó a principios de 1974 cuando los precios de las importaciones
comenzaron a aumentar por efecto de la crisis del petróleo y los empresarios presionaron para lograr una
flexibilización respecto del congelamiento de precios.
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7. EL GOBIERNO DE ISABEL PERÓN (1974 – 1976)
A la muerte de Perón, asumió la viuda, María Estela Martínez de Perón (Isabel) por ausencia de alternativas para
la sucesión del poder. Se impuso la lucha por la distribución de ingresos logrando mantener la independencia de
la acción sindical frente al poder político.
El gobierno de Isabel y López Rega llevo adelante un programa inicial de derecha: de línea autoritaria, rompió el
equilibrio de las fuerzas que apoyaban al gobierno, se aparto de sindicatos, empresarios medianos y pequeños y
de partidos chicos. Se acerco a los militares y a las grandes empresas.
López Rega anuncio a los jefes militares la decisión de acabar con la subversión: con la eliminación de la
infiltración marxista en la educación general y la universidad; la imposición de prácticas políticas tendientes a
fortalecer la economía del mercado, las inversiones y el desarrollo y el sometimiento de los dirigentes sindicales
Los militares a partir de 1973 pasan a manifestar su apoyo y papel activo en la política, los Montoneros
intentaron recuperar su lugar pero fueron rechazados. Después del asesinato del jefe de la policía Villar se
decretó el estado de sitio y se autorizo a la policía y ejercito a reprimir.
La represión se hizo cada vez mas dura, el programa antisubversivo genero oposición, porque la población temía
de una guerra de facciones. Los militares establecieron redes de espionaje que limitaban la acción terrorista
impusieron represión con violencia indiscriminada.
En el orden interno el crecimiento de la demanda debido a causas como el incremento en la oferta monetaria, el
aumento de los salarios reales y la baja del desempleo resultaba un factor desequilibrante dado el régimen de
control de precios y salarios dispuesto por el gobierno.
La situación externa complicó el panorama con la prohibición de importar carne argentina dispuesta por el
Mercado Común Europeo en 1974 como consecuencia de la epidemia de aftosa.
La escasez de dólares produjo el crecimiento del mercado negro y empujó los precios hacia arriba.
Para contener la inflación se hacía necesario salir del congelamiento, “flexibilizar” la economía y terminar con la
expansión.
En 1974 asume el nuevo ministro de Economía, Morales, el cuál estableció una flexibilización parcial que
desequilibró los precios relativos de los bienes y los servicios y autorizó una devaluación gradual.
Cuando el ministro Morales renunció, en 1975 asumió en su reemplazo Celestino Rodrigo quién realizó una
devaluación de la moneda que dejó a la opinión pública en estado de shock, este episodio es conocido como el
“Rodrigazo”: los precios aumentaron más del 100 % y para reducir el déficit aumentaron las tarifas de los
servicios públicos.
También paralizo las negociaciones entre los sindicatos y los empresarios, esto desato una movilización y un
paro de 48 hs de la CGT, que produjo el desplazamiento de Celestino Rodrigo y López Rega.
En agosto, Cafiero, economista cercano a los sindicatos, se hizo cargo de la cartera de economía y tuvo que
enfrentar la inflación creciente, la grave recesión con caída de la producción, la escasez de divisas y la inequidad
social. Cuando la situación se torno insostenible, pidió un préstamo al FMI.
El triunfo sindical sobre todos sus rivales colmó sus aspiraciones de controlar el sistema político y reveló su
incapacidad para adoptar un programa positivo; en el ejercicio del poder continuaron desempeñándose como un
grupo de presión.
En 1975 se formó un nuevo frente empresario compuesto por la Cámara Argentina de Comercio, la Cámara
Argentina de la Construcción, la Sociedad Rural, entidades nucleadas en Confederaciones Rurales, etc.
La CGE pagó los costos políticos de su presencia en el gobierno y comenzó a debilitarse. Desde 1975 se
desafiliaron de ella varias organizaciones del interior del país.
Cuando se iniciaba la crisis política y económica que llevaría al golpe de Estado, la FAA se desafilió de la CGE.
Los militares retomaron la iniciativa política desde fines de 1975, recuperando su espacio considerable.
A principios de 1976 se produjo el último cambio de ministro de Economía. Cafiero fue desplazado y se hizo
cargo Mondelli en medio de un caos económico. El déficit fiscal estaba fuera de control, los precios estaban muy
altos y las reservas exhaustas.
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9. LOS PARTIDOS POLÍTICOS
Frente al gobierno peronista, la UCR mantuvo una actitud de “oposición constructiva”, apoyando el entramado
institucional formulado por Perón y a su muerte respaldó a Isabel.
El sector interno liderado por Alfonsin criticó esta posición de la conducción del partido porque impedía que
éste apareciera ante la sociedad como una alternativa democrática.
El Partido Intransigente, integrante de la Alianza Popular Revolucionaria junto con otras agrupaciones de
izquierda, actuó como una oposición leal al gobierno, criticando el programa económico y planteando la
necesidad de una revolución nacional.
Los pequeños partidos que formaron el Frejuli, una vez roto éste, adoptaron una posición más critica. Fue sobre
todo el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID) el que inició un cuestionamiento centrado en la política
económica de ajuste.
Las fuerzas de la derecha liberal conservadora constituyeron la oposición más firme al justicialismo. Se
agrupaban en dos alianzas a nivel nacional. La Alianza Popular Federalista, integrada por el Partido Demócrata
Progresista y sectores de la Federación Nacional de Partidos de Centro; la Alianza Republicana Federal y la
Nueva Fuerza. Estos partidos centraron su oposición en el caos y el desgobierno.
Como consecuencia de la disminución del empleo rural, se intensificaron las corrientes migratorias internas y
descendió el número de pobladores del campo. La mayoría provenía de las regiones pampeanas y el grueso siguió
dirigiéndose hacia el Gran Buenos Aires. En cuanto a los inmigrantes de países limítrofes, se radicaron primero
en provincias fronterizas y luego se sumaron a los migrantes internos hacia el Gran Buenos Aires.
1. La estructura social agraria de la pampa húmeda fue afectada por lo cambios introducidos por la mecanización
y el crecimiento de la producción que comenzó en 1960. Desde el sector público se estimuló la adopción de
nuevas tecnologías que facilitaron el aumento de la productividad de granos y carnes. Apareció un nuevo estrato
social: contratistas agrícolas que venden sus servicios a los estancieros.
2. La estructura social urbana se diferencia de la primera etapa justicialista. Se aceleró el crecimiento de la clase
media y se modificó la composición interna con un incremento del sector asalariado que se puede relacionar con
la modernización de la organización empresaria.
Por el contrario, en la clase obrera predominó el sector autónomo por efecto de la rápida expansión de los
trabajadores de los servicios, el transporte, etc. El sector asalariado creció menos debido a la disminución del
número de obreros industriales, los del transporte y del comercio. Se verificó un proceso de asalarización de la
clase media y de desalarización de la clase obrera.
El desarrollismo alentó el cuentapropismo entre la clase obrera; sus integrantes experimentaron un retroceso
en cuanto al nivel de vida expresado por la estabilidad laboral, el nivel de ingresos y el bienestar. Apareció el
empleo precario, vinculado con el cambio en la posición de poder de las organizaciones sindicales respecto de la
etapa peronista. La estrategia desarrollista produjo un aumento del salario real. El consumo familiar disminuyó
en el gasto básico.
Se extendió la seguridad social en cuanto a la previsión y las obras sociales bajo administración sindical. Se
redujo el gasto social, lo que produjo un deterioro de los servicios públicos sociales, además se produjo un
deterioro en las condiciones de salud, situación habitacional y educación.
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NEOLIBERALISMO Y TERRORISMO DE ESTADO: (FOC CAP. 3 – SELECCIÓN (3RA REV. INDUSTRIAL –
SYEASXX CAP. 6)
FOC: CAP. 3: EL CAPITALISMO CONTEMPORÁNEO:
1. EL NEOLIBERALISMO:
En 1979 la economía capitalista occidental en su conjunto sufrió los efectos de una nueva crisis. Una vez mas,
los países de lo OPEP decidieron un aumento del precio del barril del petróleo, contrayendo la oferta, ante el
inicio de la guerra entre Irak e Irán.
El conjunto de economistas neoliberales tuvo así un nuevo argumento para promover su modelo. Había llegado
la hora, como querían los neoliberales, de declarar la superioridad de los mecanismos del mercado por sobre la
intervención estatal en la economía.
Mientras el Estado de bienestar pasaba a ser el objeto central de los ataques del neoliberalismo. Gran Bretaña y
Estados Unidos impulsaron un fuerte retorno a las prácticas del conservadurismo más ortodoxo. También
promovieron una amplia política de represión de los grupos disconformes y para ello utilizaron el aparato estatal.
Si en estados Unidos y Gran Bretaña este auge neoconservador devino en mayor coerción sobre los aparatos
sindicales y en una perdida creciente de los derechos adquiridos por los trabajadores, en lo que atañe a
Latinoamérica se tradujo en una serie de golpes de Estados impulsados por las elites locales que derribaron uno
a uno los gobiernos constitucionales vigentes (considerados de “izquierda”) en Chile, Bolivia, Uruguay, Argentina.
Mientras tanto, en Gran Bretaña, Thatcher debió enfrentar la dura realidad económica inglesa de fin de los 70.
En este contexto, las políticas neoliberales apuntaron al desmantelamiento del Estado de bienestar. Privatizó las
principales ramas de la economía, redujo el poder de los sindicatos y contrajo el gasto público.
En Estados Unidos, el gobierno de Reagan también adopto el neoliberalismo a partir de 1981. El objetivo básico
de su programa fue lograr el equilibrio fiscal en el plazo de cinco años. Introdujo medidas fiscales y tributarias
acompañadas por un recorte del gasto social del Estado, optó por financiar el déficit público, abandono la
política de incrementar la emisión monetaria y de ese modo fortaleció al dólar.
A partir de 1982, Brasil, Argentina y México entraron en crecientes dificultades para pagar su deuda externa.
También la gran mayoría de los países periféricos se vieron perjudicados por la revalorización del dólar, pues
dependían de la divisa para la importación de bienes industriales.
En ese contexto, el FMI ofreció préstamos a los países deudores para que pudieran cumplir con sus
obligaciones. Pero estos créditos (llamados stand by) estaban sujetos al cumplimiento de ciertas condiciones.
De esta forma, el neoliberalismo se imponía en toda América Latina y se expandía por el mundo subdesarrollado,
proceso que se plasmo ideológicamente en lo que se llamo Consenso de Washington.
Según la teoría neoliberal, una política de control de la emisión monetaria, alza de las tasas de interés,
achicamiento del gasto publico y disciplina fiscal era la herramienta indispensable para ordenar la economía y
detener la inflación. Esas eran las bases para alcanzar un desarrollo económico sustentable.
Este conjunto de medias neoliberales favoreció a los capitales especulativos más que a los interesados en la
inversión productiva.
El resultado del neoliberalismo en muchos países era, a principios de los 90, exitoso en términos de
acumulación de capital e incremento del producto bruto pero, paradójicamente, catastrófico en términos
sociales.
Esta paradoja puede explicarse porque básicamente sucedía que, aunque las políticas económicas neoliberales
incrementaban la riqueza de los países, la retirada del estado del ámbito de las relaciones económicas contribuía
a que la redistribución del ingreso entre los diferentes sectores de la población fuera crecientemente regresiva,
es decir, inequitativa.
En el contexto de la expansión neoliberal, a principios de la década del 80 se generalizaba otro fenómeno muy
importante en el capitalismo occidental contemporáneo. Se impuso un nuevo paradigma tecnológico y de
organización del trabajo, el toyotismo, que termino con las décadas de hegemonía del taylorismo y del fordismo.
El origen del sistema toyotista se encuentra en el Japón de la inmediata posguerra. En 1945, el país se
encontraba ocupado por estados Unidos y había sufrido grandes pérdidas humanas y destrucción
infraestructural, incluyendo el bombardeo atómico de dos de sus ciudades.
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El Estado japonés creo, en este marco, agencias para impulsar el desarrollo económico y organizar
conglomerados industriales y financieros. Alentó la fusión de empresas privadas para competir contra la
apertura comercial y la llegada de productos y capitales extranjeros.
Surgieron industrias siderurgias, petroquímicas, eléctricas, navales, maquinas-herramienta y automotrices. Con
esta industria pesada, en Japón creció la de bienes de consumo. Para abastecer de la energía necesaria, el
Estado comenzó a importar petróleo, carbón, hierro y derivados en forma creciente.
El resultado económico de estas medidas en los siguientes cuarenta años fue espectacular.
Entre 1957 y 1983, Japón paso a los primeros puestos de los países exportadores.
Este auge industrial exportador tuvo otro efecto en Japón: incentivo la migración desde el campo a la ciudad.
Además. El mercado interno creció no solo por el índice de natalidad sino también por el aumento constante de la
calidad de vida y el proceso de urbanización. Esta gran transferencia de mano de obra barata desde el sector
agrícola al sector industrial y de servicios fue uno de los factores del “milagro japonés”.
Otro factor, además de la activa participación del Estado de bienestar en la economía y la expansión del
mercado interno, fue el rol jugado por los empresarios y la inversión privada en la promoción del desarrollo
económico.
El sistema Toyota comenzó a desarrollarse en los 50 y se extendió durante la década de 1960-1970.
Las empresas, buscando conformar una red interactiva e integrada, se agruparon de dos maneras: o bien
formaron grandes corporaciones asociadas a una cantidad de pequeñas empresas subsidiarias (combinación
vertical) o se asociaron en grupos con participaciones accionarías cruzadas relacionadas con un banco que las
financiaba (combinación horizontal). Las empresas abandonaban así el sistema tradicional de “autopartes”, para
garantizar la vinculación intima de las unidades de producción tanto con el mercado como con los proveedores.
En el sistema laboral se impuso el empleo de por vida, el salario por la antigüedad y los sindicatos por empresa.
El producto elaborado bajo el modelo toyotista fue de altísima calidad, diferenciándose así del fordismo, que
elaboraba productos estandarizados en series masivas.
Se busco reducir lo más posible los costos, para lo cual se evito el traslado y almacenamiento de materias
primas y unidades producidas. La producción debía estar siempre presta just in time para responder a la
demanda. Solo se producían las unidades requeridas por el mercado sin acumular stocks. El modelo Toyota
vendía primero, luego lo producía y lo entregaba al consumidor.
Cada nivel de la empresa toyotista indicaba a su superior los recursos necesarios para cumplir con la tarea. En
este modelo, los obreros eran trabajadores polivalentes y polifuncionales, altamente flexibles, pues
acompañaban la fluctuación permanente de la producción según la demanda.
El resultado del toyotismo fue el incremento notable de la productividad. El método japonés abandonó la
tradicional y poco flexible línea de montaje fondista para crear una red de minilíneas por donde circulaba el
producto siguiendo trayectorias complejas. Se elimino así una estricta división del trabajo, típica en las
empresas fondistas. El toyotismo reorganizo y reoriento las tareas laborales mismas en función de las
necesidades cambiantes de la demanda, vinculado el empleo de por vida con la capacitación del personal en pos
de la búsqueda de la calidad total del producto.
El neoliberalismo y el toyotismo caracterizan la coyuntura económica actual. Desde la caída del Muro de Berlín
en 1989 y la desintegración de la Unión Soviética en 1991, el neoliberalismo se expandió por todo el mundo.
No hay duda de que el mundo se ha trasformado notablemente en los últimos treinta años. Se ha globalizado la
producción, el consumo y la circulación de bienes. También la información, la tecnología y los mercados se
encuentran organizados a escala global. El carácter central de esta transformación mundial radica en la
actualidad en la tercera revolución industrial. Con los avances en el campo de la microelectrónica, la informática
y la robótica aplicados a los transportes, las comunicaciones, la producción industrial y la agrícola, se
incrementó la productividad.
Ello ha permitido que las empresas se relocalicen en países con bajo costo de mano de obra y escaso poder
sindical, con el fin de incrementar su rentabilidad. En el sector servicios, las redes de transporte aéreo y
marítimo se han internacionalizado y modernizado. Ayuda a este proceso la visible revolución tecnológica en el
sector de comunicaciones y tecnología de la información.
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El consumo de los bienes y servicios, la inversión y hasta la especulación financiera se concentran en los
sectores de clase alta y media de los países, con ingresos suficientes para quedar incluidos dentro del sistema
de oferta y demanda del capitalismo contemporáneo. Paralelamente, los cada vez mayores grupos de bajos
ingresos, por el contrario, quedan excluidos crecientemente del mercado mundial, pues entre otros factores las
nuevas tecnologías desarrolladas consumen menos fuerza de trabajo por unidad de producto, incentivando la
desocupación o la tendencia decreciente de los salarios.
Asimismo, los flujos financieros han adquirido una escala global, con independencia de las naciones y los
bancos. Pero este capital financiero se desplaza rápidamente por el mundo en busca de rápidos beneficios de
corto plazo y la más alta rentabilidad.
Otro problema es el retroceso y hasta la destrucción del Estado de bienestar que genera un evidente
ensanchamiento de la brecha entre ricos y pobres en todos los países a escala mundial. El Estado neoliberal ha
quedado relegado a la casi única función de garantizar las condiciones necesarias para el funcionamiento del
libre mercado. Su función central paso a ser la de atraer la inversión privada por medio de estímulos financieros,
fiscales, arancelarios o monetarios que garanticen la rentabilidad privada. De esta manera, los intereses sociales
y políticos de las poblaciones de cada país pasan a segundo plano y crece la desocupación, la exclusión social y
la marginalidad. Dado que el estado ha dejado de cumplir su rol tradicional como articulador social, en
numerosos países han emergido fuertes crisis de representación política de sus clases dirigentes y la perdida de
legitimidad de las instituciones burocráticas y gubernamentales.
Para los más subdesarrollados, el equilibrio de las cuentas se torna indispensable para afrontar el pago de la
deuda externa. Aun así, existen regiones que se encuentran absolutamente marginadas del mercado global de
financiamiento e inversión, especialmente algunos países más pobres.
En este mercado mundial también emerge un visible ensanchamiento de la desigualdad de la riqueza entre los
países desarrollados y los subdesarrollados, ubicados al sur. Esta disparidad creciente genera numerosas
tensiones y problemas sociales a uno y otro grupo. Estallan guerras civiles y conflictos en los países mas pobres y
las poblaciones emigran hacia los países ricos en busca de oportunidades. Se profundizan entonces, por un lado,
en los países desarrollados problemas sociales de carácter étnicos y se extiende la xenofobia que rechaza a los
recién llegados. Por otro lado, en los países subdesarrollados se extienden la pobreza y la corrupción, el hambre,
el analfabetismo, la desnutrición infantil, la droga y la criminalidad.
Otro problema es que surgieron nuevas tensiones económicas. Mientras las empresas organizan sus políticas de
salarios, de ganancia e inversión a escala global, los ajustes de la demanda y producción se siguen realizando en
un marco nacional a partir de las decisiones gubernamentales de cada país.
Los flujos financieros y las paridades monetarias se miden a escala internacional, mientras que los vaivenes de
las balanzas de pagos inciden en todo el país.
Otro inconveniente es el fuerte proteccionismo con altas barreras arancelarias y las grandes políticas de
subsidios (sobre todo agrícolas) que siguen imperando en la actualidad en muchos de los países desarrollados.
Ellos obstaculiza y/o impide las exportaciones de los países más pobres, los que siguen sufriendo fuertes
presiones para abrir sus economías a los países ricos.
La puja comercial internacional se generaliza todavía más con el desarrollo de gigantescas áreas del libre
comercio. Los países tienden a unirse en asociaciones regionales. La Unión Europea, el MERCOSUR, el NAFTA
forman mercados fuertemente protegidos. La función de estas asociaciones internacionales de países es
ingresar al mercado mundial desde una posición de mayor fortaleza.
A la generalizada crisis del Estado de bienestar ya mencionada, con su consiguiente incremento de la seguridad
social, la marginalidad y la exclusión de vastos sectores de la salud, la educación, la seguridad y la justicia, se
suma un ultimo problema: la intima vinculación que ha adquirido el desarrollo económico actual con la
explotación irresponsable de los recursos naturales del planeta.
La extensión de la industrialización ha deteriorado el medio ambiente a escala global.
A comienzos de 1976 la Argentina había ingresado en una etapa de creciente crisis económica. El contexto era
cada vez más peligroso y de desenfreno de la violencia política.
Es que en el ámbito de la economía domestica numerosos problemas se habían entrelazado. A la recurrente
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inflación (hacia 1975, galopante) se sumaba un aparato industrial poco dinamizado y con fuertes dificultades
para competir a escala internacional. El Estado sobrevivía con sus cuentas públicas crónicamente deficitarias
recurriendo al préstamo externo e interno. Un empate político entre diversos grupos económico-sociales que
pugnaban por el ingreso nacional había hecho inviable un plan económico de largo plazo.
Tras el golpe de 1976, en la Argentina se instalo un nuevo gobernó dictatorial, comandado por la junta militar a
cargo del presidente de facto Videla y cuyo ministro de Economía fue Martínez de Hoz. Para finalizar con la
violencia política, el gobierno militar dispuso la aniquilación física de los opositores al gobierno. A partir de
entonces el terrorismo de Estado creció y alcanzo su fase de auge entre 1976 y 1979. Para el gobierno, el orden
político interno debía alcanzarse a cualquier costo.
Desde el punto de vista económico, el gobierno militar comenzó a impulsar las primeras medidas que instalaron
el neoliberalismo en nuestro país.
El gobierno enfatizo que debía ser el mercado el que asignara los recursos económicos y que el Estado debía
estarle supeditado. Los objetivos centrales declamados del plan de 1976 eran promover una reforma estructural
de la economía, bajar la inflación de precios, modernizar la industria nacional, promover la exportación y alcanzar
una redistribución del ingreso “razonable”, que en los hechos implicaba una creciente desigualdad social.
Martínez de Hoz, ministro de Economía hasta 1981, tomo diversas medidas tendientes a alcanzar los objetivos
previstos. Devaluó la moneda nacional y eliminó las retenciones al comercio exterior para incrementar las
exportaciones y mejorar el saldo de la balanza de pagos. Aumentó el precio de los combustibles y dispuso el
congelamiento de los salarios.
Estas medidas afectaron el poder adquisitivo de los asalariados y de los sectores medios, contrayéndose el
mercado interno en forma brusca. La imposibilidad de articular una oposición política y/o sindical efectiva ante
estas medidas en el contexto del terrorismo de Estado genero las condiciones propicias para imponer el modelo
neoliberal.
Paralelamente, se estableció un programa de liberalización de la economía, sobre todo de los mercados de
bienes y financieros. Había dos objetivos centrales: que la competencia extranjera obligara a la modernización de
la industria local y que bajaran los precios internos. Se eliminaron el conjunto de privilegios, aranceles y
subsidios que alimentaban y protegían a la industria argentina desde décadas y se autorizó a que se
incrementaran las importaciones.
Entre 1979 y 1981 comenzaron a vivirse los primeros efectos nocivos del plan neoliberal. Los asalariados y los
sectores medios aprovecharon la baja de los aranceles para comprar productos importados., esta llegada masiva
de artículos y productos manufacturados desde el exterior promovió la quiebra de numerosas fábricas y
empresas privadas nacionales. Gran cantidad de industrias decretaron la quiebra porque no pudieron hacer
frente a la competencia extranjera o porque sus dueños decidieron vaciarlas para especular con el capital en la
bolsa, con las tasas o el dólar.
Este fue el comienzo de la precarización del trabajo en la Argentina. Aunque algunos pocos obreros encontraron
empleo. La gran mayoría de ellos de deslizo hacia una nueva forma de trabajo: el llamado “cuentapropismo”,
cuyo denominador común era que no estaban sometidos a ningún empleador.
Para 1981, el sistema financiero y cambiario había entrado en crisis. El proceso de endeudamiento de las
empresas estatales fomentado por el gobierno a partir de la apertura financiera dejo como saldo el crecimiento
impresionante de la deuda externa.
Durante 1981-1983 la dictadura entro en un periodo de creciente crisis y tres presidentes de facto se sucedieron
Viola, Galtieri y Bignone. La política exterior entre 1979 y 1982 fue sumamente conflictiva. El conflicto bélico con
Gran Bretaña por las islas Malvinas término en una derrota militar de la Argentina, tras una corta guerra. El
terrorismo de Estado, el conflicto con Chile, la Guerra de Malvinas y el fracaso económico habían propiciado las
condiciones políticas necesarias para el regreso de la democracia y la convocatoria a elecciones abiertas.
La caída de la dictadura no termino con el neoliberalismo en la Argentina. Los presidentes Alfonsin y Menem
ambos profundizaron la adopción de medidas que posibilitaron el desarrollo del modelo económico neoliberal en
nuestro país.
El gobierno de Alfonsín debió lidiar con un contexto político difícil, el juicio a los comandantes del Proceso, los
alzamientos carapintadas de 1987 y 1988, el copamiento de cuartel militar por un grupo de izquierda en 1989, la
fuerte oposición sindical, el control por parte del partido peronista del Congreso Nacional y las propias divisiones
internas de la UCR.
Entre 1983 y 1989 se pueden distinguir 3 momentos: El primero, hasta 1985, es el de la improvisación. Se buscó
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incentivar la demanda del mercado interno para favorecer la industria de capital nacional. Se promovieron
políticas de incremento del gasto público y control de precios. Las políticas heterodoxas se abandonaron entre
1985 y 1986, cuando Alfonsín y su nuevo ministro de Economía Sorrouille, implementaron el llamado “Plan
Austral”.
El segundo periodo del gobierno de Alfonsín se inicia con este Plan Austral. Se dispuso la paridad cambiaria de
la moneda nacional con el dólar, el desagio del antiguo peso y la creación del “austral” como dinero circulante, el
congelamiento de precios y salarios y el control del gasto publico para promover el superávit fiscal. Una
estabilidad relativa se consiguió con estas medidas hasta comienzos de 1987 y se recupero parcialmente el
poder adquisitivo del salario y la demanda interna. Pero como la puja redistributiva entre el capital y el trabajo no
cesó, el Plan Austral comenzó a derrumbarse a fines de 1987, al ser el gobierno cada vez mas importante para
detener el conflicto político y social.
La tercera etapa comienza entonces hacia comienzos de 1988. el gobierno busco retomar la iniciativa con el
nuevo Plan Primavera de ese año, cuando una vez mas se dispuso el congelamiento de precios, la regulación del
tipo de cambio y los primeros tímidos intentos de privatizar compañías estatales. Pero choco con la oposición
sindical y empresarial y con el partido peronista que se negó a apoyar las privatizaciones.
El deterioro final del gobierno comenzó a fines de 1988 y se acentuó a comienzos de 1989. En esta nueva etapa
se dispararon la hiperinflación y las corridas cambiarias motorizadas por los especuladores. Los precios se
duplicaban mes a mes. Con un presidente jaqueado política y económicamente, se realizaron las elecciones
presidenciales que ganó el candidato del partido peronista, Menem.
A partir de 1989, Menem busco generar las condiciones políticas propicias para la profundización de las
políticas económicas neoliberales y la reestructuración total de la economía.
Tuvo como ministro de Economía a Cavallo, quien lanzo el llamado “Plan de Convertibilidad”.
La oposición radical se comprometió con Menem a votar en el Congreso dos leyes que serian las que
profundizaran el neoliberalismo en la Argentina y desmantelarán el Estado de bienestar en forma definitiva: la
Ley de Reforma del Estado y la Ley de Emergencia Económica. Con ellas el gobierno de Menem obtuvo la vía libre
que necesitaba legalmente para privatizar las empresas públicas, suspender o terminar con los subsidios a las
empresas privadas de capital nacional y prohibir nuevas contrataciones de empleos en la planta estatal.
A partir de 1991 el Plan de Convertibilidad del nuevo ministro Cavallo cambio notablemente el escenario
económico.
La reacción de la demanda, ante la estabilidad reinante y el amplio crédito, fue notable y genero un fuerte
incremento de la producción.
Las medidas de Cavallo, al fijar la paridad del peso con el dólar en 1 a 1 y liberalizar los precios y las
importaciones bajando fuertemente los aranceles, provocaron la llegada de una verdadera avalancha de
productos importados.
Durante los 90 se generalizaron tiendas que vendían masivamente productos importados a bajo precio.
Paralelamente, la quiebra masiva de buena parte de la pequeña y mediana industria nacional fue otra
consecuencia de la apertura económica.
El gobierno de Menem adopto otras medidas económicas netamente neoliberales. Abrió el camino para la
desregularización financiera al promover el desarrollo de la banca privada.
En síntesis, veinticinco años de vigencia del modelo económico neoliberal habían agravado notablemente la
calidad y las condiciones de vida de la mayor parte de la población argentina.
En 1973 y 1978 los aumentos de los precios del petróleo produjeron un bloqueo del crecimiento de los sectores
industriales intensivos en energía y la inflación se generalizo a escala internacional. Este hecho desequilibró las
relaciones de intercambio entre los países: los productores de petróleo fueron receptores de grandes cantidades
de divisas, mientras que los importadores de petróleo comenzaron a tener déficit en sus balanzas comerciales.
Los saldos que dejaba el aumento de precio (petrodólares) se acumularon en manos de inversores
mayoritariamente árabes, fueron depositadas en el sistema financiero internacional aumentando la liquidez.
Un nuevo fenómeno nacía: la estanflación. Se llamó de esta manera a un proceso combinado de estancamiento
con inflación desconocido hasta entonces. Este fenómeno era consecuencia del aumento del precio del petróleo
y de problemas derivados de las políticas de bienestar, además intervenían otros desajustes del contexto
internacional y un cambio estructural en el sistema productivo conocido como desindustrialización, que produjo
un mayor dinamismo del empleo y de las inversiones.
Hacia 1970 el único modelo de Estado, era el Estado – nación. A partir de entonces comenzó a ser cuestionado y
en el lapso de 20 años aproximadamente los Estados se debilitaron y perdieron parte de su soberanía.
También debilitó al Estado – nación la aparición de nuevas autopistas informáticas. Los parlamentos,
sindicatos, sistemas nacionales de radiodifusión, perdieron terreno en beneficio de empresas trasnacionales y el
mercado financiero internacional
En la década del 70 se produjeron en América Latina dos fenómenos económicos: un endeudamiento externo y
unas altísimas altas de inflación. La liquidez del sistema financiero presiono a las débiles economías
latinoamericanas hacia la toma de prestamos baratos, se endeudo el estado y el sector privado deslizando una
importante parte de los recursos desde el sector productivo hacia la especulación financiera.
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2. EL TERRORISMO DE ESTADO (1976 – 1982)
El 24 de marzo de 1976, las fuerzas armadas realizaron un nuevo golpe de Estado que llamaron Proceso de
Reorganización Nacional, que impuso el gobierno de una Junta Militar compuesta por Massera, y Agosti. El Poder
Ejecutivo seria ejercido por un oficial superior de las fuerzas armadas (Videla, presidente)
Los objetivos que se proponían eran:
- Restituir los valores que sirven de fundamento a la conducción integral del Estado
- Erradicar la subversión
La primera medida tomada en el acta consistió en decretar la caducidad de los mandatos constitucionales de
todas las autoridades nacionales, provinciales y municipales. Además, cesaban en sus funciones todos los
diputados, senadores y los concejos deliberantes comunales, y desaparecía la Corte Suprema. Se suspendieron
por tiempo indeterminado las actividades políticas y gremiales; para ello se intervino la CGT, la CGE y todos los
partidos políticos dejaron de funcionar. Las tres fuerzas militares se repartieron los espacios de poder.
Con este golpe de Estado, los militares iniciaban en la Argentina un nuevo tipo de Estado autoritario: el
terrorismo de Estado. Éste se diferenció del Estado burocrático – autoritario porque en esta ocasión las fuerzas
armadas ocuparon todos los puestos del poder y no buscaron la colaboración de los sectores empresariales para
el diseño de las políticas.
O’Donell planteaba que, cuanto mayor fuera la amenaza al orden establecido, más brutal sería la respuesta
represiva y esto fue lo que sucedió en esta etapa.
El orden se impuso por medio de una represión brutal como nunca antes había sucedido, utilizando la
metodología represiva ilegal iniciada en el momento final del gobierno de Isabel Perón.
La acción clandestina de las fuerzas armadas generaba parálisis en la población y confusión en las
organizaciones guerrilleras y de izquierda, que dificultó su posibilidad de defenderse. Los militares actuaban sin
pruebas ni elementos jurídicos para condenar o reprimir a sus enemigos, esto facilitó la lucha “antisubversiva”
Otra característica del último régimen militar fue la sistemática destrucción de la política “plebeya, populista e
inmigrante” que había impulsado el desarrollo de la industria nacional por medio de la sustitución de
importaciones y el desarrollo del mercado interno.
El primer objetivo del gobierno era el restablecimiento del orden social suprimiendo con el miedo y la represión
toda actitud subversiva en la población.
La tortura y la desaparición de personas fueron mucho más generalizadas entre guerrilleros, jóvenes militantes
universitarios, dirigentes sindicales y dirigentes políticos que entre los empresarios.
Desde el mismo día del golpe, fuerzas de seguridad ocuparon las principales plantas industriales del país, las
empresas despidieron a activistas sindicales y obreros involucrados en actividades huelguísticas, numerosos
trabajadores fueron detenidos.
Entre los partidos políticos, el más perjudicado resultó el peronismo, que no logró una conducción capaz de
liderarlo y transformar al partido en una fuerza política viable. Uno de los problemas que arrastraba era el
respeto formal al verticalismo, que lo mantuvo inactivo entre el golpe de Estado de 1976 y la Guerra de Malvinas.
La situación del radicalismo fue diferente; la dictadura no pudo impedir que los sectores aliados a Alfonsín
reconstruyeran la organización de la línea partidaria.
3. LA ECONOMÍA
El golpe del 76 cambio el rumbo de la economía y la perspectiva de la industria nacional. Se estableció una
política liberal, ya que se culpaba a las regulaciones keynesianas y al Estado benefactor de la ineficiencia de los
factores de producción capital y trabajo.
El 2 de abril de 1975, Martínez de Hoz presentó un plan económico que proponía disciplinar las fuerzas
productivas del país por medio de la competencia externa, o sea, abrir la economía al mercado internacional y
reducir el tamaño del Estado para lograr mayor eficiencia. Se suprimirían los aranceles aduaneros, se
desarrollaría un mercado de capitales y se disciplinaría a la fuerza de trabajo y a los empresarios. El Estado debía
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privatizar las empresas públicas, eliminar los subsidios y regulaciones y reducir el número de empleados
públicos.
Las medidas implementadas incluyeron el congelamiento de los salarios durante 3 meses, la eliminación de los
controles de precios y la liberación del tipo de cambio. Las inversiones extranjeras se desregularon y afines de
año se unificó el tipo de cambio, se eliminaron subsidios a las exportaciones y se redujeron los aranceles a las
importaciones.
En 1978 el aumento del precio del petróleo genero la gran liquidez de dólares que produjo una caída de las tasas
de interés internacionales lo que favoreció la llegada de inversiones extranjeras y préstamos externos en dólares
a nuestro país.
Poco antes, se puso en práctica una reforma financiera que permitió la instalación de nuevas instituciones
financieras pero otorgando la garantía del Estado para los depósitos diversificando la oferta de títulos y valores
ofrecidos por el Estado. La intención era aumentar la oferta de préstamos y servicios financieros para expandir el
mercado de capitales.
En diciembre de 1978, Martínez de Hoz implemento la llamada “tablita”: tabla que indicaba el valor futuro de la
moneda nacional respecto del dólar para asegurar las transacciones a termino de los agentes económicos, la
inflación interna no bajo rápido y quedo sobrevaluado el eso argentino respecto del dólar.
Estas reformas desataron una práctica especulativa que se conoció como “bicicleta financiera”. Consistía en la
toma de préstamos baratos en el mercado internacional y su colocación en moneda nacional en mesas de dinero
a plazo fijo y con interés a tasas positivas respecto de la inflación. La especulación financiera ocupo el centro de
la escena cotidiana
Consecuencias: el país se endeudo, subió la inflación, aumento la inseguridad, muchos capitales huyeron al
exterior
La sobrevaluación de la moneda encarecía los productos nacionales en el exterior y perjudicaba las
exportaciones
Muchas empresas nacionales y las Pymes por las altas tasas de interés no pudieron competir en calidad y
precios con productos extranjeros y quebraron, fueron absorbidas por empresas más grandes, o se vendieron a
empresas extranjeras.
Varias se retiraron del país (siderurgia, automotriz, producción de tractores)
Algunas ramas de actividades que habían sido fortalecidas por las políticas industriales a mediados de los 60 y
70 lograron crecer y desarrollarse. Esas empresas siguieron exportando y aumentaron sus ventas al exterior. Se
trataba de commodities (aluminio, productos petroquímicos y siderúrgicos) que compensaron la caída de las
otras exportaciones,
Creció y se desarrolló hacia la exportación la industria aceitera, que utilizaba tecnología simple y aprovechaba
las ventajas comparativas.
Surgieron nuevos negocios alrededor del Estado al privatizarse ciertas actividades periféricas que éste
realizaba.
Algunas entidades gremiales empresarias fueron objeto de persecución durante el período, la CGE fue disuelta;
la UIA fue reorganizada por el gobierno con un nuevo sistema de representación que mantuvo a los viejos
dirigentes.
Entre 1979 y 1981 no sólo había aumentado la deuda externa, sino también sus intereses.
El fracaso de la política económica precipitaría la renuncia del ministro de economía Martines de Hoz.
Cuando asumió Viola (marzo – diciembre de 1981), su ministro de Economía Sigaut, abandonó “la tablita”
cambiaria y durante ese año la devaluación alcanzó el 400 %. Se impuso un tipo de cambio fijo y se restablecieron
temporalmente las retenciones para las exportaciones agropecuarias para frenar el déficit e impulsar
exportaciones. Quebraron muchas empresas, creció el desempleo y las presiones internas dentro del ejército
llevaron al reemplazo de Viola por Galtieri (1981 – 1982). Éste nombró ministro de Economía a Alemann, quién
retomó los lineamientos de la política económica de Martínez de Hoz. Se propuso privatizar empresas y servicios
públicos para disminuir el déficit fiscal, impulsar inversiones extranjeras, e intentar una nueva asociación con
EE.UU. que no se concreto por la guerra de las Malvinas. El gobierno congelo los salarios de los empleados
públicos, devaluó la moneda un 600%, el producto bruto interno disminuyo y la producción industrial cayo,
también cayeron los salarios reales.
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La recesión produjo protestas sindicales e incluso empresariales; a fines de Marzo, la CGT llamo a un paro y
movilización. En este contexto, Galtieri decide agitar problemas limítrofes con Chile, y en abril de 1982 el
desembarco de tropas Argentinas en Malvinas, desencadeno la guerra con Gran Bretaña. Esto produjo la
inmediata renuncia de Galtieri pero también sello la salida definitiva de los militares. El 1 de Julio de 1982, el
Gral. Bignone (1982-1983) sucedió a Galtieri, éste tenía como objetivo lograr una retirada honorable para las
fuerzas armadas.
Una de las medidas económicas tomadas por el gobierno de Bignone fue la nacionalización de la deuda externa
privada realizada por Cavallo, presidente del Banco Central. La deuda dejaba de ser un problema personal de los
deudores para transformarse en una deuda del Estado y de toda la sociedad, porque para devolver los préstamos
se necesitaban dólares que solo se podían adquirir en el Banco Central que no disponía de reservas necesarias.
Para solucionar tal dilema, el Estado asumió como propia la deuda privada.
Según el censo de 1980, la Argentina tenía alrededor de 28 millones de habitantes. Durante ese período, bajó el
índice de crecimiento demográfico iniciado en 1930.
Se intensificaron los movimientos entre ciudades del interior e incluso muchos migrantes que se habían
instalado en Bs As retornaron a sus provincias.
A partir de 1976, como consecuencia de las medidas restrictivas a la inmigración disminuyó el número de
inmigrantes de países limítrofes.
Se intensificó la emigración de técnicos y profesionales argentinos.
La producción agrícola creció a través de la especialización productiva, la modernización en la gestión y la
incorporación de nuevas tecnologías. Se mantuvo la división entre estancias y chacras. Otro cambio fue la casi
desaparición de los arrendamientos a largo plazo, reemplazados por arrendamientos por cosecha.
Debe destacarse la aparición de explotaciones modernas de gran tamaño. Todos estos cambios marcaron una
nueva visión del negocio rural y significaron una profundización del capitalismo en el agro pampeano.
Se aceleró el proceso de concentración del capital que favoreció la formación de grupos económicos
diversificados en perjuicio de los sectores especializados. El hecho más significativo fue el aumento de la
oligopolización favorecido por el modelo aperturista que permitió el crecimiento y predominio de 2 tipos de
empresas: los grupos económicos diversificados nacionales y las empresas trasnacionales diversificadas que
lideraron el proceso de acumulación.
El sector de trabajadores autónomos creció más que el empleo urbano.
Entre los trabajadores autónomos los sectores más importantes eran la construcción, los servicios personales,
los pequeños propietarios terciarios y el empleo marginal o precario. Una novedad de esta época era la
precarización del cuentapropismo de clase obrera.
Las empresas con menor productividad se convirtieron en lugar de excelencia por el empleo precario con largas
jornadas baja remuneración y carencia de calificación
La precarización laboral afectó a los trabajadores de industria, a los empleados domésticos y a la capa más
modesta de la clase media. También disminuyó el bienestar social para los sectores más bajos en la escala
social.
El nivel de vida de la población se deterioró: la salud pública no alcanzó a satisfacer los niveles de demanda, el
déficit habitacional se mantuvo estable debido a la disminución de las migraciones hacia la ciudad.
La apertura económica tuvo un fuerte signo concentrador combinado con una estrategia violenta de
disciplinamiento social. No hubo modernización ni crecimiento y fue perjudicial para amplios sectores de la
población que sufrieron los efectos de una movilidad social descendente.
La ley sólo permitía sindicatos de base y federaciones regionales que debían solicitar zonas de actuación,
querían debilitar el poder de los dirigentes nacionales.
El gobierno se proponía lograr la despolitización del movimiento obrero subordinándolo al poder del Estado.
Eliminó parte de los dirigentes peligrosos con la desaparición de sus representantes más combativos,
independizó la acción de las comisiones internas de las decisiones de la CGT, redujo la actuación gremial y
eliminó la autonomía y los recursos de los sindicatos regionales.
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Durante el Proceso, el movimiento obrero se debilitó. Varias son las razones que explican este fracaso: por un
lado, como consecuencia de la desindustrialización disminuyó la afiliación gremial y la dirigencia obrera se había
desprestigiado por su actuación durante el gobierno peronista cuando no se puso al frente de los conflictos
sociales. A partir de ahí, la figura del dirigente gremial quedó totalmente deslegitimada ante la sociedad.
A fines de 1980, un grupo de dirigentes reorganizo la CGT y designo como secretario general a Ubaldini. A
mediados de 1981 la CGT declaro una huelga nacional con movilización a Plaza de Mayo.
6. LOS MILITARES
Tres facciones se perfilaban en las fuerzas armadas. La más fuerte obedecía a los generales Videla y Viola y
respaldaban al ministro Martínez de Hoz.
El segundo grupo estaba formado por los generales Menéndez, Suárez Mason y J. Camp. Este grupo pensaba
que los militares debían permanecer en el poder indefinidamente, sin ningún tipo de acuerdo con los partidos
políticos. Proponían profundizar las reformas estructurales iniciadas por Martínez de Hoz y tenían un odio hacia
los peronistas.
La tercera facción estaba encabezada por el almirante Massera que defendía un populismo militar, un nuevo
peronismo sin Perón. Éste desarrolló una acción represiva en os primeros años de la junta militar en la famosa
Escuela de Mecánica de la Armada. Incentivó un nacionalismo agresivo que justificaba la guerra y por último tuvo
la ocurrencia de embarcar a la Argentina en la “aventura de la Guerra de Malvinas”. Sus ambiciones de poder
parecían no tener límites, hacia fines de 1982 constituyó un partido único que se llamó Democracia Social que
buscaba captar al peronismo.
7. LA IGLESIA
La Iglesia tuvo una actitud complaciente con el golpe militar, aceptando la metodología para evitar subversión,
no denuncio violaciones ni desapariciones.
La iglesia se preserva como institución, mantiene su cohesión interna, el respeto al Vaticano dejando en
segundo lugar el padecimiento de sus fieles.
En 1981, en el documento “Iglesia y comunidad nacional” se defendieron principios republicanos y la Iglesia
toma distancia del régimen militar pero no recibieron a las Madres de Plaza de Mayo.
8. LOS EMPRESARIOS
El empresariado se distanció del gobierno militar cuando se planteó la sucesión de Videla y el reemplazo de
Martínez de Hoz. En ese momento, comenzaron a presionar para ampliar su participación en las decisiones
estatales. Surgió así la Comisión Interempresaria, que nucleaba a la Sociedad Rural, la Bolsa de Comercio, la UIA
y ADEBA (Asociación de Bancos de Bs As) que se habían identificado ideológica y políticamente con la dictadura.
La evolución económica del Proceso afectó de manera dispar a los industriales y esto los fragmentó de tal
manera que ensayaron soluciones individuales antes que estrategias colectivas. Algunos de ellos modernizaron
sus plantas, otros se adaptaron reduciendo sus costos fijos y también su actividad y otros, en cambio,
abandonaron la producción y se transformaron en importadores y comerciantes.
La consecuencia de este proceso fue la desaparición de algunas ramas de la industria y el fortalecimiento de
ciertos grupos económicos caracterizados por la diversificación de sus actividades y su carácter oligopólico.
Los beneficiados fueron aquellos ligados a empresas de gran tamaño que a partir de una relación estrecha con
el Estado y por medio de fusiones, adquisiciones y desplazamiento de sus competidores, fueron conformando
importante grupos, profundizando el proceso de concentración económica.
La intervención de la UIA y la disolución de la CGE llevaron a la casi paralización de las actividades gremiales
hasta fines de 1980. A partir de entonces, 3 fueron los momentos de relevancia en la relación con el Estado:
El primero, ocurrió cuando la dictadura nombró a Oxenford como nuevo interventor de la UIA. Este proceso
culminó con la elección interna de 1981
El segundo, durante el breve gobierno de Viola, cuando éste, con el objeto de reconstituir la base de
sustentación del régimen intentó disminuir las tensiones que habían empezado a surgir entre el gobierno y los
sectores industriales, tomó distancia de la estrategia de Martínez de hoz e integró su ministerio con reconocidos
miembros de las asociaciones empresariales.
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El tercero, en la etapa post Malvinas y como una forma de administrar la crisis, el gobierno realizó varios
intentos de concertación. La continuidad de la crisis y la creciente movilización de las fuerzas políticas y sociales
profundizaron el conflicto entre el gobierno y los empresarios.
Durante todo el Proceso, la Sociedad Rural no fue intervenida, es más, el gobierno recogió todas las
reivindicaciones de los grandes propietarios del campo.
La adhesión de los grandes productores agropecuarios al régimen fue muy sólida; en 1980, cuando eran notorias
las diferencias entre los militares sobre la continuidad del régimen, la entidad defendió la permanencia de la
dictadura.
Más críticas fueron las restantes entidades rurales, como la CARBAP y las Confederaciones Rurales, mientras la
FAA desaprobaba la política económica.
El gobierno tomó en consideración el plan de la armada de invadir las islas Malvinas como un acto de reparación
histórica que seria visto como una reafirmación de la soberanía nacional que terminaría con el colonialismo
inglés, uniría al pueblo argentino y daría nueva legitimidad a la gestión militar. Al mismo tiempo, los militares
abandonarían sus divisiones internas.
El 2 de abril de 1982, las islas quedaron bajo control de los efectivos argentinos que generó una movilización de
una multitud apoyando al gobierno en su decisión, había adhesión de todos los partidos políticos, organizaciones
sindicales y instituciones de comunidades extranjeras. Predominaba un profundo sentimiento nacionalista y
antiimperialista de los argentinos.
El 15 de junio de 1982 se anunció la derrota final ante una multitud en la Paza de Mayo.
La derrota militar precipitó la caída del régimen, la sociedad no perdonó el fracaso en la defensa nacional, área
para la que las fuerzas armadas se habían formado profesionalmente.
Galtieri renunció presionado por los militares que nombraron sucesor al general Bignone (1982 – 1983)
10. LA OPOSICIÓN: LAS MADRES DE PLAZA DE MAYO Y LAS ORGANIZACIONES POR LOS DERECHOS HUMANOS
El más destacado grupo opositor que tuvo el gobierno militar fueron las Madres de Plaza de Mayo. Estas
mujeres, madres de desaparecidos por la represión militar se conformaron como organización en 1977 en una
manifestación pacífica en Plaza de Mayo. Todos los jueves se reunieron alrededor de la columna de Mayo para
dar vueltas todo el día reclamando la aparición con vida de sus hijos. Se reconocían por su único distintivo: los
pañuelos blancos en la cabeza y a veces mostraban una foto de su hijo/a buscado. Poco a poco, diversos sectores
se fueron solidarizando con ellas y se fueron sumando a las marchas.
Habían organizado una cadena de solidaridad en comunicación con las organizaciones de defensa de los
derechos humanos que les dieron información, apoyo y recursos. En 1979 llego una comisión en defensa de los
derechos que visitaron centros de detención para hablar con detenidos lo cual dio una presión fuerte sobre el
gobierno militar. Poco a poco se perdió el discurso autoritario desapareciendo la autocensura y el miedo, los
sindicatos se sumaron a la actitud opositora.
En mayo de 1982 en plena guerra, la CGT se dividió, los opositores a Ubaldini formaron la CGT Azopardo,
mientras que los otros se identificaron con la CGT Brasil.
Estos en septiembre de ese año, realizaron una movilización que adhirieron a las madres de Plaza de Mayo.
El gobierno de Bignone procuró que las fuerzas armadas tuvieran una vuelta ordenada a los cuarteles. Para ello
se debía impedir una revisión de lo actuado durante la guerra sucia; dicto una autoamnistía que los exculpaba en
el tema de las violaciones de los derechos humanos.
Creció el radicalismo gracias a las propuestas de una línea interna liderada por Alfonsín que se llamaba
Renovación y Cambio, logro reconstruir una red de caudillos locales, reforzó actividades de la juventud y logro
acabar con la condición minoritaria de su línea política en el interior del partido y luego triunfar en elecciones
presidenciales.
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LA RECUPERACION DEMOCRATICA: (SYEASXX CAP. 7 – SYEAL CAP.8):
SYEASXX: CAP. 7: LA DEMOCRACIA RECUPERADA:
La derrota argentina en Malvinas y poco después la declaración de moratoria de la deuda externa de la mayor
parte de los países latinoamericanos fueron eventos de tal importancia que signaron el futuro desarrollo de toda
América Latina.
Ante el fracaso económico y político generalizado de la mayoría de los gobiernos militares de la región, la
democracia aparecía como una solución posible. El rumbo que tomaría nuestro país en la década de 1980 se
enmarco en ese contexto, dando origen a un proceso caracterizado por la ruptura con los cien años anteriores de
creciente integración social, que estuvo asociada con la construcción del estado y la expansión de sus funciones.
El Consenso de Washington explicito la opinión de los países centrales respecto de las causas del
estancamiento de las economías en vías de desarrollo.
Para reducir el déficit fiscal se aconsejo a los gobiernos privatizar las empresas del sector publico, realizar
reformas fiscales, reducir el gasto social y eliminar los subsidios al consumo y a los productores ineficientes.
Para las nuevas democracias latinoamericanas el pago de las obligaciones generadas por la deuda externa se
transformo en uno de los problemas económicos más serios que tuvieron a partir de ese momento.
Por otra parte, el fin de la Guerra Fría a comienzos de la década de 1990 y la generalización del uso de nuevas
tecnologías de la comunicación e informática permitió una expansión de los negocios que impulso la
desregulación y apertura de los mercados en el ámbito mundial. Este fenómeno, llamado globalización es el
nuevo contexto en el que América Latina retorno a la democracia después de una década de gobiernos ilegítimos.
Surgió una nueva situación. Esta se caracteriza por sociedades desintegradas con la mitad o más de la
población bajo la línea de la pobreza, sindicatos débiles, justicia corrupta y desbordada con un brutal descrédito
de las instituciones, la dirigencia y la política.
Alfonsín pretendió subordinar las corporaciones a los intereses más amplios del país, situación que lo llevó al
enfrentamiento con los sindicatos y las fuerzas armadas. Las primeras medidas tomadas fueron enjuiciar a las
juntas militares de la dictadura y limitar el poder del sindicalismo.
El gobierno anulo la amnistía que había promulgado Bignone e impulso una reforma del Código de Justicia
Militar, con el objetivo de que fueran los tribunales militares los que asumieran el proceso de autodepuración.
También promovió la persecución legal de las conducciones guerrilleras. La negativa de los militares a condenar
las violaciones a los derechos humanos, llevo al gobierno a someter a juicio ante la Cámara Federal de la capital a
quienes habían sido las máximas autoridades del gobierno militar.
Para hacer frente a los problemas sociales de la desocupación y la marginación, el gobierno implemento el Plan
Alimentario Nacional (PAN), que consistía en distribuir gratuitamente entre los necesitados, cajas con alimentos
imprescindibles (leche, arroz, grasa). El déficit fiscal se financiaba por los altos encajes bancarios, los depósitos
disponibles controlados por el Banco Central y la emisión monetaria.
Alfonsín nombró a Sourroville en la cartera económica. El Plan Austral, suponía que la inercia inflacionaria, era
la principal causa del incremento de los precios. Reemplazo la moneda por el Austral, fijando un tipo de cambio
bajo; congelo los precios, sueldos y tarifas; planifico una reducción del déficit publico incrementando las
retenciones a las exportaciones, los aranceles a la importaciones y estableciendo nuevos impuestos transitorios.
La idea era bajar rápidamente la inflación sin recurrir en altos costos para el empleo y la producción. Coincidía
con algunas demandas del sector empresarial: apertura económica, fomento de las exportaciones, reducción del
déficit fiscal y emisión monetaria.
La incapacidad para controlar no solo las tendencias inflacionarias sino también al propio aparato estatal
evidencio una debilidad en los intentos de establecer un equilibrio entre el Estado y el mercado. A mediados de
1986, al intentar que los precios, los salarios y las tarifas públicas se manejaran libremente, reapareció la
inflación
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El gobierno avanzo sobre la propuesta de realizar reformas estructurales e intento una política de
privatizaciones, desregularización del sector transportes y comunicaciones, reestructuración de YPF y la banca
oficial y apertura de la economía a las inversiones extranjeras.
5. EL FINAL
En abril de 1988, frente a la combinación de una cosecha escasa en el marco de bajos precios internacionales, el
gobierno decidió suspender el pago de los intereses de la deuda externa.
Lanzó el Plan Primavera, que consistió en una serie de acuerdos de precios con las principales empresas, el
desdoblamiento del mercado cambiario y salarios no regulados.
La falta de control atrajo a capitales extranjeros, principalmente especulativos, que huyeron cuando el gobierno
no pudo sostener el valor del dólar.
Como el valor de la moneda estaba retrasado, los exportadores se negaron a liquidar sus divisas a la tasa oficial.
El Banco Central se retiro del mercado cambiario el 6 de febrero de 1989, cuando se agotaron sus reservas y
comenzó un ascenso constante del valor del dólar, que reactivo la inflación, cayo la recaudación impositiva, se
rompió el acuerdo del gobierno con las asociaciones empresarias, aumentaron los precios y el Banco Mundial
suspendió los préstamos En este contexto, Menem ganó las elecciones.
La estrategia de Menem hacia los militares consistió en cambiar indultos por subordinación. Menem decidió
amnistiar a los miembros de las juntas del Proceso y a los líderes guerrilleros.
A partir de entonces Menem pudo realizar una amplia reforma de las fuerzas armadas que incluyo la reducción
de cuarteles, la sustitución del servicio militar por un sistema de voluntarios profesionalizados y su inclusión en
el marco de la reforma del Estado, con la privatización de las empresas que estaban bajo su órbita.
Con respecto al sindicalismo, Menem no le brindó cabida en los círculos de poder, aunque pudieron ejercer
cierta capacidad de veto sobre las reformas que limitaron sus posibilidades de acción.
A fines de 1989 los gremios menemistas fracturaron la CGT. Una política posterior de premios y castigos
permitió debilitar a los más críticos, de manera que, cuando se reintegraron en la organización sindical, lo
hicieron en forma subordinada, conformando el Movimiento de Trabajadores Argentinos, al que pertenecían la
UTA, los camioneros y los aeronavegantes.
Una serie de instituciones destinadas a controlar y fiscalizar al Poder Ejecutivo Nacional fueron cooptadas. La
Corte Suprema de Justicia fue ampliada de cinco a nueve miembros, lo que permitió al presidente designar
cuatro nuevos integrantes que fueran afines al poder, y constituyeron lo que se llamó la “mayoría automática”.
De la misma manera, la Justicia Federal resultó controlada por los intereses políticos.
Los partidos políticos se redujeron a maquinarias electorales que no ofrecían alternativa para cambiar la
realidad. A esta situación contribuyo su faccionalismo y la consiguiente perdida de prestigio de la política y sus
representantes ante la opinión publica.
8. LA POLÍTICA ECONÓMICA
La hiperinflación en 1989 provocó que el último instrumento a disposición del Estado para financiar su déficit, la
emisión monetaria, se agotara por la velocidad de la fuga de capitales. Las primeras medidas tomadas por el
gobierno llevaron a la sanción de dos leyes: la de reforma del estado y la de emergencia económica que
concentraron poder en el Ejecutivo.
El Plan BB se basaba en un esquema exportador y regresivo que priorizaba bajar la inflación, reduciendo los
desequilibrios externos y fiscales. Implico una serie de acuerdos de precios con las principales empresas, logro
una abrupta caída de la inflación y de las tasas de interés, una remonetización de la economía y la estabilización
del tipo de cambio. Sin embargo, al carecer de medidas para romper la inercia inflacionaria, y debido a disputas
entre los distintos agentes económicos, a fines de 1989 se produjo un rebrote hiperinflacionario.
El colapso del Plan BB trajo aparejada la pérdida de posibilidad de financiar el gasto público con endeudamiento
interno. Ello implico que el Estado debía mantener un superávit operativo que hiciera posible atender a las
obligaciones externas.
El intento de restablecer el equilibrio fiscal se centro sobre la reducción de los gastos, para lo cual se estableció
un severo control sobre compras y contrataciones del Estado, se redujo el personal a través del congelamiento de
vacantes, jubilaciones anticipadas y reducción de secretarias, aunque también se incremento la presión
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tributaria. El plan apuntaba a favorecer a los acreedores externos y a los exportadores nacionales.
El progresivo deterioro de unos y otros había hecho caer significativamente los niveles de vida de la población, la
cual recibía ahora como mensaje que la privatización sustituiría los beneficios mediocres y crecientemente
deteriorados que obtenían, por bienes y servicios mejores y más barato
A fin de recuperar la deteriorada capacidad recaudadora del Estado, se realizo una reforma tributaria que
concentro la estructura impositiva en unos pocos impuestos al consumo de fácil recaudación. Se eliminaron
parcial o totalmente las políticas de promoción industrial; se fortalecieron y centralizaron los entes de
recaudación y se sancionó una Ley Penal Tributaria.
9. EL PLAN DE CONVERTIBILIDAD
El objetivo del Plan de Convertibilidad era frenar la inflación, para ello se apoyó en 2 instrumentos: un tipo de
cambio fijado por la ley y la renuncia al impuesto inflacionario como medio de financiar los gastos públicos.
El plan redujo bruscamente la inflación y la situó en valores internacionales.
El sector agropecuario pampeano, a pesar de un dólar bajo que lo perjudicaba, manifestó una expansión
importante, basada en los altos precios internacionales, la eliminación de los impuestos a la exportación y la
amplia utilización de insumos importados.
Las excepcionales condiciones financieras internacionales, con abundantes capitales que se dirigían a los
llamados “países emergentes” como la Argentina, financiaron los déficits e incrementaron las reservas en el
Banco Central.
El crecimiento de la actividad mantuvo durante un tiempo creciente la demanda de empleo. La reforma
tributaria y el eficaz combate a la evasión, tanto como el dinero obtenido por las privatizaciones, mejoraron el
desempeño del sector público.
Este mejoramiento del sector público tuvo consecuencias en dos sentidos: primero consolido perspectivas
optimistas sobre el desempeño de la economía argentina; segundo, permitió expandir el gasto público sobre
bases genuinas.
En 1944 comenzaron a manifestarse los efectos de los menores ingresos externos de capital, el inicio de una
fase declinante en la demanda interna y una caída de la producción. A ello se agregó la corrida bancaria mexicana
que sometió a Argentina a un ataque especulativo.
La conjunción de estos factores contrajo la demanda interna y redujo el nivel de actividad. La crisis afectó sobre
todo al sistema bancario. El Banco Central actuó reduciendo los encajes y relajando las normas de control.
Tras un año de dificultades, las instituciones creadas por la convertibilidad fueron capaces de sortear la crisis.
La economía logro acomodarse dolorosamente a las nuevas condiciones financieras. El nivel de actividad y el
empleo cayeron, pero el ajuste de la balanza comercial se debió más al aumento de las exportaciones que a una
reducción de las importaciones.
El Presidente pactó con Alfonsín la realización de una reforma constitucional consensuada (Pacto de Olivos,
noviembre de 1993).
La nueva Constitución agrego nuevos derechos y garantías a los ciudadanos e incorporo los pactos
internacionales sobre derechos humanos, medio ambiente, tortura y pena de muerte, y discriminación racial y
sexual firmados por el país.
Desde el punto de vista institucional, estableció la elección directa de presidente y senadores, la segunda vuelta
electoral (ballotage). Redujo a 6 años los mandatos de los senadores y a 4 los del presidente, habilitándolo para
una reelección consecutiva. Dio carácter constitucional a los partidos políticos al aumentar a 3 el número de
senadores por distrito, 2 para el partido más votado y el restante para el que ocupe el segundo lugar, y entregó a
la oposición las instituciones de control y fiscalización sobre los actos del Ejecutivo.
A partir de la elección de convencionales constituyentes se fortaleció el Frente Grande, formado por los
disidentes peronistas, ex radicales, intransigentes, demócratas cristianos y sectores de izquierda. En alianza con
el senador peronista Bordón, conformaron el Frente para un País Solidario (Frepaso) que obtuvo el segundo lugar,
detrás de Menem, en las elecciones presidenciales de 1995.
Pocos meses antes de las elecciones, la crisis de la economía mexicana, que se pensaba que perjudicaría las
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posibilidades electorales del presidente, las mejoró. El miedo a la inestabilidad del dólar impulsó a aquellos que
habían tomado créditos en dólares a votar por el candidato que les aseguraba la estabilidad cambiaria, fue el
llamado “voto cuota”. Las luchas sociales contra las consecuencias del modelo neoliberal se volvieron puntuales
y defensivas, y en algunos casos adquirieron formas más violentas. Estas modificaciones en el estilo de
manifestación popular eran el resultado de los altos índices de desempleo.
Es importante reflexionar sobre esto para rescatar la función de los sindicatos en el sistema democrático, ellos
deberían ser los ejes de articulación necesarios para canalizar las diferentes demandas de los ciudadanos.
A partir de 1994 comenzó a crecer el desempleo. Cuatro factores lo explican:
El aumento de la desocupación y de la pobreza son dos fenómenos nuevos en la Argentina y en el mundo entero.
Los “nuevos pobres” en nuestro país son el producto de la aparición de un sector de familias de clase media
empobrecidas.
Un elemento que caracterizó al gobierno menemista fue la corrupción e impunidad de sus funcionarios, muchas
personas vinculadas al tráfico, coimas, lavado de dinero, etc. El control político de la justicia federal impidió que
fueran juzgados.
Para capitalizar el mal humor de la sociedad durante la segunda presidencia de Menem, y como una forma de
ocupar una oposición en condiciones de triunfar contra el menemismo, en 1997 el Frepaso y la UCR constituyeron
una alianza.
En el interior del Justicialismo, las maniobras del presidente para reinterpretar la Constitución y poder
presentarse a una segunda reelección faccionalizó las disputas internas entre Menem y Duhalde.
A partir de 1996, asociada con un flujo de capitales externos y la recuperación de los depósitos y los créditos, se
inicio una nueva fase expansiva que dura hasta fines de 1998.
El equilibrio fiscal empezó a peligrar y las autoridades recurrieron a una serie de recortes de sueldos, gastos
operativos e inversiones públicas. El gasto continuó en ascenso debido a tres factores:
Primero, como consecuencia del surgimiento del sistema de jubilaciones privadas empezó a desfinanciarse la
seguridad social, porque una parte importante de los ingresos se orientaba a las AFJP, mientras que debía seguir
pagándose las jubilaciones ya acordadas.
Segundo, la mala asignación de recursos con la generalización de los gastos reservados del poder ejecutivo y
partidas que premiaban a los funcionarios, gobernadores y otros hombres del poder político que apoyaban la
reelección.
Tercero, porque la única forma posible de cubrir el déficit público y atender el pago de los intereses de la deuda
externa fue contraer nuevas deudas.
Otro aspecto importante del déficit lo constituyen los desequilibrios provinciales, ya que el fuerte ajuste de los
gastos nacionales no fue acompañado por las provincias, favorecidas por el incremento del monto de los
impuestos.
Desde mediados de 1998 las circunstancias internacionales agravaron los problemas de la economía nacional. A
partir de ese momento, se produjo un pesimismo generalizado, por la situación de los llamados “mercados
emergentes” que comenzaban a aparecer inseguros para las inversiones; esto desato la huida de grandes sumas
de capitales internacionales de esos mercados, provocando una crisis económica que culmino en 2002. En esos
cuatro años las dificultades internas y externas se multiplicaron: la devaluación de la moneda brasilera y la
reevaluación del dólar afectaron la economía nacional; bajaron las exportaciones; la fuga de capitales debilito al
sistema bancario y reprodujo las condiciones de la deflación de 1995 con altas tasas de interés y caída de la
actividad a niveles solo comparables con los de la crisis de 1929.
Dos son las respuestas que se pueden dar con respecto a lo que produjo la crisis argentina: una apunta a la
situación cambiaria, puesto que la sobrevaluación del peso hizo no competitiva la producción nacional; la otra
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causa de la crisis estuvo vinculada con la situación fiscal ya que la debilidad de las cuentas públicas impactaba
aumentando la tasa de interés bancaria. Una tercera alternativa combinaría ambas explicaciones. Esto es, la
sobrevaluación del peso y la situación fiscal habrían desencadenado desconfianza internacional en las
posibilidades de la economía argentina.
En cuanto a los mecanismos de propagación, se explica por la inversión del círculo virtuoso inicial: la tasa de
interés aumento a medida que se producía la recesión debido a la desconfianza de los acreedores externos; el
gasto publico se transformo en procíclico ya que la crisis fiscal obligaba a reducir gastos, aumentar el
endeudamiento del Estado y aumentar impuestos. La recesión colaboro al mismo tiempo para que se acentuara
la caída de los precios porque reducía los ingresos públicos, encarecía las deudas y, como los salarios no bajaron
al mismo ritmo que los precios, los costos laborales crecieron. Esto alentó la expulsión de trabajadores del
aparato productivo; y por último, actuó la incertidumbre cambiaria.
La participación creciente de la industria en la economía argentina se extendió hasta mediados de la década del
70, momento en el cual se inicio un retroceso permanente de su importancia.
Ciertas empresas realizaron fuertes inversiones en maquinarias y equipos y protagonizaron cambios
importantes, alcanzaron incrementos de productividad. Se identifican 4 grandes áreas en las que se realizaron
estos cambios: la rama de insumos básicos, el procesamiento de productos naturales y la industria automotriz.
Se fue gestando un nuevo patrón caracterizado por ser intensivo en recursos naturales y capital, con un escaso
peso del factor trabajo, en el cual los agentes de mayor tamaño tienen un papel central. Por el contrario, las
empresas intensivas en el uso de conocimientos y mano de obra y la pymes tuvieron un peso relativo menor.
Se produjo una serie de cambios que modificaron la dinámica del sector agrario argentino debido a la
incorporación de la soja, favorecida por inversiones realizadas en las etapas de elaboración de aceites
destinados a la exportación.
La liberación de los precios, la eliminación de las retenciones y la desaparición de los mecanismos regulatorios,
como los precios sostén, expuso a la producción local a los cambios de los precios internacionales.
Esto provoco cambios relevantes en el uso de la tierra que se oriento hacia una agricultura de mayor intensidad.
Estos cambios introdujeron también nuevas formas de producción que impulsaron el fortalecimiento de la
terciarización (empresas dedicadas a la siembra como servicios a terceros).
El complejo oleaginoso argentino tuvo una posición de preeminencia en los mercados internacionales como
primer exportador mundial de aceites vegetales de grano y harinas proteicas.
La ganadería sufrió un retroceso, con una disminución del número de cabezas de las principales especies, ya
que el consumo interno de carne se redujo a la exportación no llego a compensar esta caída. Las
transformaciones tecnológicas fueron menos importantes. Un aspecto favorable para la ganadería fue la
eliminación de la fiebre aftosa en 1997.
En cuanto al tamaño de las explotaciones, se produjo una disminución de las medias y pequeñas, y una
expansión de las grandes. Se produjo el ingreso de grandes inversores extranjeros.
La “desaparición” del Estado polarizo la sociedad argentina. Mientras la mayoría vio deteriorarse su nivel de
vida, un grupo prospero y exhibió sin complejos su riqueza, de modo que las diferencias no se disimularon, sino
que se ostentaron. Entre los trabajadores, la precarización laboral, el deterioro salarial y los elevados niveles de
desempleo y subempleo agudizaron las diferencias sociales.
Las transformaciones repercutieron negativamente en el nivel de vida de grandes sectores de la población, lo
que quedo reflejado en la evolución de la pobreza global. La clase media disminuyo su peso relativo, al padecer la
desocupación y sufrir un sensible deterioro en la calidad del empleo.
Ante la situación de pobreza generalizada, la acción del Estado se ha limitado al asistencialismo.
SYEAL: CAP. 8:
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