Sindromes Aparentemente Letales.: Experto Universitario en Urgencias Pediátricas en Atención Primaria
Sindromes Aparentemente Letales.: Experto Universitario en Urgencias Pediátricas en Atención Primaria
Sindromes Aparentemente Letales.: Experto Universitario en Urgencias Pediátricas en Atención Primaria
01 | INTRODUCCIÓN.....................................................................................................3
03 | DEFINICIÓN.........................................................................................5
06 | ETIOLOGÍA................................................................................................................8
8.1 | OBSERVACIÓN................................................................................................................16
8.2 | ALTA A DOMICILIO............................................................................................................16
8.3 | INGRESO HOSPITALARIO...............................................................................................17
09 | .TRATAMIENTO, MONITORIZACIÓN DOMICILIARIA Y SEGUIMIENTO....................18
10 | PRONÓSTICO....................................................................................................................19
11 | CONCLUSIONES.............................................................................................................20
12 | BIBLIOGRAFÍA..............................................................................................22
1. INTRODUCCIÓN
Los episodios aparentemente letales (EAL) constituyen un reto con mayúsculas para
el personal sanitario que los atiende. Suelen ser experiencias muy dramáticas para las
personas que lo presencian, así que los familiares probablemente acudirán preocupados
y en ocasiones, muy alterados. Esto hace que el manejo inicial ya sea complicado para el
profesional. Por lo que ya estamos ante nuestro primer reto, que como ya sabemos, en los
pacientes pediátricos, cobra especial relevancia. Es fundamental en estos casos, saber
explicar a los padres con claridad qué ha podido ocurrir y cual será nuestra conducta a
seguir. Además transmitir con seguridad y tranquilidad todas las decisiones que tomemos.
Nuestro siguiente reto será el abordaje. ¿Quién no ha tenido dudas ante estos casos?,
hemos de confesar que no son nuestros pacientes “favoritos”, no nos van a permitir
seguir con el ritmo desenfrenado de urgencias y nos paralizan la consulta allí donde nos
encontremos. “Vaya, nos ha tocado el paciente de pensar…” ¿puedo darle el alta con
seguridad sin observación? no sé exactamente la causa: ¿precisa este episodio estudio
específico? ¿de forma ambulatoria o ingresado? ¿qué tipo de pruebas? Solo ha tenido
una sofocación con la alimentación: ¿pero y si me equivoco? ¿tendrá una patología grave
subyacente? Si damos el alta, ¿volverá a repetir? ¿qué riesgo tiene de muerte súbita?.
Desgraciadamente no existen documentos ni consensos internacionales, guías
ni protocolos específicos claros sobre el tema que nos ocupa. En la bibliografía nos
encontramos con artículos complejos y a veces con datos contradictorios. Sin embargo, en
el mundo científico en los últimos tiempos, se detecta una progresiva preocupación por esta
entidad, por establecer protocolos de manejo universales y aclarar dudas. Y encontramos
excelentes revisiones actualizadas que nos ayudarán a desterrar conductas arraigadas por
rutina o miedos infundados.
Su incidencia varía según las series pero se estima entre un 0.05 y hasta un 10 por cada
1000 recién nacidos vivos. Entre un 0.6-0.8% de las visitas a los servicios de Urgencias,
pero este valor puede estar alterado sobre todo por la definición de estos episodios, sujeta
a interpretaciones subjetivas tanto de padres como de profesionales. Máxima incidencia en
menores de 8 semanas. Y su mortalidad está en torno al 0.8%
Sin duda se trata de un gran desafío científico al que aprenderemos a enfrentarnos a lo
largo de este capítulo.
3.DEFINICIÓN
Es crucial tener clara la definición de episodio aparentemente letal. Por eso en la actualidad
si existe consenso en esto. En 1986, el American National Institutes of Health lo definió
como, “episodio de aparición brusca, que alarma al observador y consiste en alguna
combinación de” (uno o más):
Antes de seguir avanzando será fundamental que tengamos claro que hay de cierto en esta
asociación. Siempre se creyó que ambos estaban claramente asociados, ya que había un
5% de los pacientes con SMSL que habían sufrido previamente un EAL. Fueron surgiendo
dudas, reflexiones, que hicieron cuestionarse esto, ya que la mayoría de los pacientes
con SMSL no han tenido ningún EAL ni apnea previa a la muerte. Estudios recientes
apoyan esta reflexión con argumentos sólidos:
• EAL suele ocurrir por debajo de los 2 meses, sin embargo SMSL presenta máxima
incidencia entre los 2 -4 meses
• Alrededor del 80% de los EAL ocurren durante el día, sobre el 82% del SMSL durante
la noche.
• Las intervenciones para prevenir el SMSL, como la posición en supino durante el
Figura 1. Bisturí desechable
sueño, han disminuido de forma evidente su incidencia. No los casos de EAL
• Factores de riesgo del SMSL son: ausencia de lactancia materna, decúbito prono
durante el sueño y madre fumadora (sobre todo durante embarazo). Hay dudas sobre
si el tabaquismo materno actuaría también como factor de riesgo en EAL, el resto no
son comunes.
• Finalmente, que un lactante tenga dificultades en la alimentación, episodios de apnea,
palidez o cianosis, son factores de riesgo para sufrir un EAL pero NO SMSL como bien
describen autores como Michael J Corwin MJ. en un reciente uptodate de 20142.
Este último punto es clave para enfrentarnos al manejo de estos pacientes sin temores ni
conceptos erróneos, ya que éstos nos llevarían por un camino equivocado y no lograríamos
nuestros objetivos.
6.ETIOLOGÍA
Nunca olvidar otras causas de EAL ante un paciente con reflujo, sobre todo sí este episodio
ha sido importante (con maniobras intensas de reanimación). Siempre nos ha resultado
fácil culpar al reflujo de “todo lo malo”. Nos detendremos en los exámenes complementarios
para detectar reflujo más adelante, pero saquemos dos conclusiones útiles en nuestra
práctica clínica, resultados anormales de estos exámenes no confirman que sea la
causa del EAL, ni resultados normales excluyen a éste como causa. Parece que los
pacientes con dificultades en la alimentación, aún sin reflujo, si tienen mayor riesgo de sufrir
EAL (comentado con anterioridad).
Historia previa de síntomas de vías altas o infecciones confirmadas de vías altas y bajas
se diagnostican hasta en un 20% de los pacientes con EAL. Tener presente las infecciones
por Bordetella Pertussis en un 6-9%, y como no, al Virus respiratorio sincitial recogido hasta
en un 10%.
6.4 Maltrato
De 0.4 a 11%, poco frecuente pero nada despreciable, si tenemos en cuenta que de su
detección dependerá la integridad y seguridad del menor. Pensar en esta etiología ante
episodios recurrentes, graves, que siempre ocurran con el mismo cuidador, pacientes
con riesgo social, enfermedades crónicas y hermanos que hayan sufrido EAL. Especial
atención si en la historia encontramos incongruencias o algún dato inexplicable.
6.6 Idiopático
Insistimos, hasta en un 50% de los casos la etiología es desconocida. Este cuadro demuestra
la gran variedad de etiologías posibles.
Nuestra mente se adelanta, ¿cuál será la causa? Muy común en medicina, querer alcanzar
el brillante diagnóstico primero. En estos casos es relativamente comprensible, pues los
cuidadores que lo han presenciado suelen referir la experiencia de forma muy trágica, han
visto al paciente en una situación cercana a la muerte, “aparentemente letal”. Y nuestro error
es querer llegar al por qué inmediatamente. Por supuesto no difieren de otros pacientes,
lo primero que debemos evaluar es aspecto, respiración y circulación (triángulo de
evaluación pediátrica) y establecer prioridades terapéuticas evaluando el ABC. Estabilizar
si fuera necesario. Espero que no haya “discrepancia” en este punto con el lector.
No hay duda de que el mejor instrumento para el manejo de los EAL es una exhaustiva
historia clínica, con la que podremos llegar a una causa específica en muchas
Figura ocasiones
7. Punch desechable.
(porcentajes variables). Además, en los pacientes que presentan buen estado general y sin
orientación diagnóstica inicial, es de gran utilidad para guiar nuestros pasos posteriores,
evitando innecesarios exámenes complementarios. Toda la literatura es unánime en el
destacado y principal papel de la historia clínica en este “escenario médico”.
Sin duda alguna lo que nos da más información en la historia clínica es la descripción del
episodio.
Hay descritos signos de alarma ante los que sospecharemos patología subyacente. Si nos
fijamos, varios datos recogidos en la historia están dentro de ellos. Esta información nos
ayudará a reconocer el paciente con más riesgo y sistematizar nuestra toma de decisiones
como veremos más adelante.
• Temperatura.
• Glucemia capilar.
Tras valorar la bibliografía, encontramos grandes revisiones que analizan con detalle
este apartado, de los más complejos, ya que no hay consenso único y firme al respecto
(numerosos algoritmos o recomendaciones distintas). Actualmente no existe suficiente
evidencia para recomendar una batería de pruebas iniciales de rutina (ni cuáles),
en los pacientes sin signos de alarma de presentar patología subyacente grave y
exploración física normal, ya que éstas han demostrado muy bajo rendimiento.
Lo que sí está claro es que aunque las pruebas realizadas estén alteradas, un porcentaje
muy bajo contribuye a encontrar el diagnóstico, lo que apoya su uso razonado,
sistematizado e individualizado. Recordad, hay que desterrar el uso indiscriminado
de pruebas para encontrar “la causalidad” en Medicina, seremos menos agresivos con
nuestros pacientes y se optimizarán los recursos.
• La analítica sanguínea ha sido considerada dentro del primer nivel de pruebas a solicitar
por algunos autores (no hay acuerdo como ya sabemos) por no ser especialmente
costosos y fáciles de obtener. Incluye hemograma, ionograma, urea, creatinina, función
hepática, glucemia, proteína C reactiva y/o procalcitonina, gasometría, ácido láctico y
piruvato. El hemocultivo junto a la proteína C y la procalcitonina diagnosticarían una
posible infección. La hipoglucemia, la acidosis y/o aumento del ácido láctico orientarían
hacia una causa metabólica.
• Tira reactiva y sedimento de orina. Fácil obtención
• Electrocardiograma. Poco agresivo. Especial utilidad en casos de inicio brusco
con alteración de la perfusión. Atención a los lactantes con sudoración durante la
alimentación y antecedentes familiares de cardiopatía. No olvidar el QT corregido.
• Radiografía de tórax. Indicaciones claras, si existen síntomas respiratorios, signos de
dificultad respiratoria o disminución de la saturación.
• Recogida de muestras para detección de VRS y Bordetella Pertussis. En ambiente
epidemiológico o si la sintomatología y/o historia sugieren esta causa. No todos
disponemos de detección rápida por lo que la indicación está limitada según el medio.
• Si sospecha infecciosa concreta, muestras de sangre, líquido cefalorraquídeo,
heces o serologías.
• Tóxicos en orina. Intoxicación intencionada o no. Sobre todo si ha habido pérdida
de consciencia o persiste alterada. En ocasiones los padres no refieren en la historia
clínica el uso de medicamentos habituales para ellos, pero con gran potencial tóxico
(por ejemplo los anticatarrales).
• Estudio de reflujo gastroesofágico. Alteraciones en la pHmetría o en la
impedanciometría no justifican la relación causal directa del reflujo en el EAL.
Indicadas en casos muy concretos con alta sospecha (ver en etiología, reflujo) lo ideal
es realizarlas con monitorización cardiorrespiratoria simultánea. Son incómodas, de
elevado coste y de escasa disponibilidad. El personal que atiende inicialmente a estos
lactantes solo tendrá que pensar en este diagnóstico pero no en estas pruebas.
• Técnicas de neuroimagen. Ecografía transfontanelar o TAC cerebral (más sensible,
mayor radiación) ante la sospecha de maltrato o trauma no intencionado. Valorar en
pacientes con alteración del sensorio.
• Fondo de ojo. Opción inicial ante la sospecha de maltrato. Nada agresivo y muy
específico.
• Electroencefalograma. A pesar de que las convulsiones son una causa frecuente de
EAL, el electroencefalograma tiene muy baja sensibilidad y la mayoría son normales
tras el evento. No nos sería útil en la primera atención de estos pacientes, además de
ser un recurso normalmente no al alcance de forma urgente. Algunos autores incluso
lo proponen sólo si el episodio es recurrente.
Tras el manejo inicial, llegó el momento de tomar la decisión que más nos preocupa,
clasificar a los pacientes según su riesgo para determinar si precisan algún estudio más y
cuál debe ser su destino.
8.1 Observación
Teniendo claro la baja rentabilidad de los exámenes complementarios y los signos de riesgo
de sufrir patología subyacente grave (ya los conocemos) los pacientes de bajo riesgo
nos permitirán un manejo conservador sin realizar ningún examen. Manteniéndolos
un periodo de observación de 24 horas mínimas, tal y como se recoge en la mayoría de
publicaciones, ya que parece que hay más probabilidad de recurrencia en las primeras 24
horas. Durante la observación tendrán monitorización cardiorrespiratoria con pulsioximetría
y evaluaremos su comportamiento (sueño, ingesta, movimientos respiratorios, apneas…).
Varios estudios concluyen con determinación tras analizar sus datos, que se puede
considerar alta sin periodo de observación si reúne todas estas características:
• Si es el primer episodio
• No antecedentes de prematuridad
• Recién nacido mayor de un mes
• No tiene antecedentes médicos relevantes
• Exploración física normal y signos vitales estables durante la evaluación
• Episodio corto, autolimitado y relacionado con la toma. Incluso se contempla en
alguna revisión, que con causas detectadas no progresivas (reflujo gastroesofágico)
no relacionadas con la toma.
“¿Todos los pacientes con EAL necesitan ser hospitalizados?” Éste es el título de un estudio
publicado en Pediatrics en 20075, referente internacional en esta materia. Recogieron 59
pacientes con EAL y realizaron un seguimiento prospectivo. Su interés radica en su conclusión
y resultados. Sólo el 14% de los pacientes que no ingresaron tuvieron una evolución clínica
que habría requerido hospitalización para diagnóstico o vigilancia. Afirmaban que todos
estos casos habían tenido EALs recurrentes anteriormente y/o < 30 días de vida.
Sugerían que los pacientes mayores de 30 días de vida que habían tenido un primer EAL
podían ser dados de alta con seguridad sin requerir ingreso hospitalario, reduciendo en
un 38% éstos ingresos. Estos datos apoyan y refuerzan nuestra actitud conservadora
ante los EAL. Recomendamos el ingreso si tras la evaluación inicial, orientación y pasos
escalonados, el paciente presenta mala evolución durante el periodo de observación
(apneas, bradicardias). Y en los casos con factores de riesgo de patología subyacente
grave, si precisa estudios más específicos o complejos para encontrar la causa.
Si encontramos la causa, es evidente que tratarla siempre que sea posible, será la mejor
terapia.
Con respecto a la monitorización domiciliaria, como viene siendo habitual en nuestro tema,
no existen criterios de indicación universales. Debemos de individualizar en cada caso.
Se pueden beneficiar de forma especial, pacientes prematuros, vías aéreas inestables,
problemas crónicos respiratorios o alto riesgo de apnea y bradicardia. Estos monitores
detectan los movimientos de la pared torácica y la frecuencia cardiaca. Por eso en casos
de apneas obstructivas parece más útil monitorizar con pulsioximetría, para detectar
desaturaciones.
Hay que consensuar con la familia, informar de los beneficios y aclarar dudas. Ya que en
ocasiones estos aparatos pueden suponer un estrés añadido para ellos. Además precisan
conocimientos básicos para su manejo. Así como un entrenamiento en maniobras de
reanimación, muy recomendable en todos los cuidadores de pacientes con EAL. Será
útil afianzar conocimientos sobre cuidados del lactante (sueño, alimentación, vestimenta,
tabaquismo…) y conductas ante el episodio, como no sacudir, acto reflejo muy común.
Aunque los profesionales que reciben a estos pacientes no suelen ser los que indican
la monitorización domiciliaria, todos sabemos que estos familiares durante su estancia
en observación, nos asaltarán continuamente porque están cargados de preguntas,
incertidumbre y temores. Así que hay que estar preparados. Insistiremos que no se ha
demostrado que estos monitores disminuyan el riesgo de muerte súbita del lactante, solo
son una arma para prolongar una vigilancia y alertarnos ante otro episodio.
En cuanto al seguimiento, nunca olvidar que debemos asegurarnos que todos los pacientes
con EAL, a los que demos alta, tengan control ambulatorio durante las siguientes 48
horas.
10. PRONÓSTICO
11. CONCLUSIONES
Esperamos que este recorrido por un tema tan complejo, sin recomendaciones absolutas, criterios
únicos ni guías consensuadas, haya contribuido a conseguir los objetivos de esta lectura marcados
inicialmente. El excelente pronóstico de la mayoría de los EALs nos debe dar el empuje definitivo, la
confianza y el aplomo necesario para manejarlos. Y a ser posible, disminuir nuestra intranquilidad,
sin perder el respeto y la calma.
**Signos de alarma de patología subyacente grave: EAL previo, EAL o muerte inexplicable en familiares,
episodios recurrentes, compromiso importante fisiológico durante el episodio o necesidad de maniobras
de reanimación, sospecha de maltrato, exploración patológica, signos o historia de traumatismo, pruebas
complementarias anormales (si ya realizadas). *** Ver apartado exámenes complementarios.
12. BIBLIOGRAFIA
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u LY, Moon RY. Apparent Life-Threatening Events: An Update. Pediatrics in Review.
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