Los Anglicismos Ortotipográficos en La Traducción: José Martínez de Sousa
Los Anglicismos Ortotipográficos en La Traducción: José Martínez de Sousa
Los Anglicismos Ortotipográficos en La Traducción: José Martínez de Sousa
Ponderar aquí y ahora los muchos problemas que la más fácil encasillar las partes de su discurso y distri-
traducción presenta sería una obviedad además de buir adecuadamente los usos de la letra redonda,
una redundancia. Sin embargo, no suelen los tra- cursiva, negrita, versalita, etcétera, variedades que
ductores parar mientes en que las dificultades no sirven para dotar al texto de valores comunicativos
estriban solo en las que se derivan de la traslación distintos de los que manifiestan las letras redondas
de un texto de partida, con una estructura y un con- de por sí. Tampoco estaría de más tener un ligero
tenido, a otro texto, el texto meta o de llegada, con conocimiento de las peculiaridades de la tipografía
otra estructura, pero (eso es lo deseable y lo difícil) española, distinta de la inglesa en algunos puntos
con el mismo contenido. A la postre, lo normalito es que nos parecen esenciales. Por ejemplo, los que
que les dé lo mismo traducir una palabra o frase en- exponemos y analizamos someramente a continua-
tre comillas que de cursiva, siendo así que a lo mejor ción.
no son trasladables tal cual ni las comillas ni la cur-
siva, sino otra forma, otra grafía, otra escritura. Por- 1. Años. En inglés es habitual encontrar textos
que lo importante es vestir el contenido traducido que nos hablan de los años 1800s, en lugar de refe-
con los ropajes de la lengua a la que se vierte para rirse al siglo XIX. También suelen referirse a los años
que no parezca cosa extraña. 1840, en lugar de a los años cuarenta del siglo XIX.
Cuando no se hace esto porque lo más cómodo Los anglohablantes abrevian los años, sustituyen-
es traducir lo que se entiende sin hacer lo mismo al do los millares y centenas por un apóstrofo, cuando
propio tiempo con lo que se ve, lo más probable es aquellos forman parte de una celebración, campeo-
que el discurso no encaje, que chirríe y que el lector nato, etcétera: Expo ’92, México ’86. En español,
de la traducción se sienta incómodo leyendo. A los este apóstrofo es innecesario y carece de cometido
desajustes que se producen por la inadecuada adap- alguno. Por lo tanto, la grafía correcta es Expo 92,
tación de los elementos formales en la traducción se México 86.
les llama extranjerismos ortotipográficos, y la copia
2. Fechas. En el mundo anglosajón las fechas se
literal se produce por lo que se conoce como mime-
construyen de forma distinta que en español. Así,
tismo ortográfico, es decir, la copia, generalmente
por ejemplo, una fecha abreviada como 7/10/2002
inconsciente, de usos y grafías que pertenecen a
será interpretada de forma diferente por un an-
otra lengua, pero que carecen de aplicación en la
glohablante (10 de julio del 2002) y por un hispa-
ortotipografía del español.
nohablante (7 de octubre del 2002). Por supuesto,
En el presente trabajo, que nace sin pretensio-
las cosas se pueden complicar si, como sucede en
nes, se presta especial atención a los anglicismos
algunos países de Hispanoamérica, esa fecha se es-
ortotipográficos, es decir, los extranjerismos de esta
cribe así: 10/7/2002, que debe leerse octubre 7 del
índole que tienen su origen en el inglés. De más está
2002, como se hacía también en el español europeo
decir que el traductor debería tener cuando menos
durante el siglo XIX. Y se complica más aún, para
algunas nociones de diacrisis tipográfica, esto es,
desesperación del escribiente o del lector, si la fecha
los cambios de forma que puede adoptar la letra ti-
tiene formato normalizado por la ISO: 2002/10/7, es
pográfica según los distintos empleos que en lo im-
decir, 7 de octubre del 2002.
preso puede tener. De esta manera le sería mucho
3. Porcentajes y signos monetarios. En las nor-
*
Ortógrafo, lexicógrafo y bibliólogo, Barcelona (España). mas del inglés se admite la escritura de los signos
Dirección para correspondencia: jmsousa@teleline.es. monetarios y del porcentaje unidos a la cifra corres-
El síndrome de West toma su nombre del autor que lo describió en 1841: un sencillo médico rural de
Tunbridge, a unos 50 kilómetros de Londres. Lo curioso del asunto es que no publicó en The Lancet una
nutrida y detallada recopilación de casos clínicos, sino tan sólo un único caso; el de su propio hijo. De
hecho, su carta es en realidad una llamada desesperada a la comunidad médica en busca de alguna
solución para su tragedia personal.
Sir: I beg, through your valuable and extensively circulating Journal, to call the attention of the
medical profession to a very rare and singular species of convulsion peculiar to young children.
As the only case I have witnessed is in my own child, I shall be very grateful to any member of the
profession who can give me any information on the subject, either privately or through your
excellent Publication.
Como era habitual en los escritos de su época, en la que los recursos diagnósticos eran muy limitados,
el texto de West destaca por la extraordinaria precisión de la descripción clínica, rica en detalles semiológicos:
[…] for these bobbings increased in frequency, and at length became so frequent and powerful, as
to cause a complete heaving of the head forward towards his knees, and then inmediately relaxing
into the upright position, something similar to the attacks of emprosthotonos: thes bowings and
relaxings would be repeated alternately at invervals of a few seconds, and repeated from ten to
twenty or more times at each attack, which attack would not continue more than two or three
minutes; he sometimes has two, three, or more attacks in the day; they come on whether sitting or
lying; just before they come on he is all alive and in motion, making a strange noise, and then all of
a sudden down goes his head and upwards his knees; he then appears frightened and screams
out: at one time he lost flesh, looked pale and exhausted, but latterly he has regained his good
looks […].
En su escrito, menciona también el origen de la expresión salaam convulsion, muy utilizada todavía
hoy por los médicos de habla inglesa para referirse al síndrome de West:
Finding no benefit from all that had been done, I took the child to London, and had a consultation
with Sir Charles Clarke and Dr. Locock, both of whom recognised the complaint; the former, in all
his extensive practice, had only seen four cases, and, from the peculiar bowing of the head, called
it the “salaam convulsion”; the latter gentleman had only seen two cases.