Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador Del Cielo Y de La Tierra
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador Del Cielo Y de La Tierra
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador Del Cielo Y de La Tierra
279-289
315
290-292
316
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son el principio único e indivisible del mundo,
aunque la obra de la Creación se atribuye especialmente a Dios Padre.
293-294
319
«Porque la gloria de Dios es el que el hombre viva, y la vida del hombre es la visión de
Dios» (San Ireneo de Lyon)
295-301
317-320
302-306
321
La divina Providencia consiste en las disposiciones con las que Dios conduce a sus
criaturas a la perfección última, a la que Él mismo las ha llamado. Dios es el autor
soberano de su designio. Pero para realizarlo se sirve también de la cooperación de sus
criaturas, otorgando al mismo tiempo a éstas la dignidad de obrar por sí mismas, de
ser causa unas de otras.
307-308
323
Dios otorga y pide al hombre, respetando su libertad, que colabore con la Providencia
mediante sus acciones, sus oraciones, pero también con sus sufrimientos, suscitando
en el hombre «el querer y el obrar según sus misericordiosos designios» ( Flp 2, 13).
309-310
324. 400
Al interrogante, tan doloroso como misterioso, sobre la existencia del mal solamente se
puede dar respuesta desde el conjunto de la fe cristiana. Dios no es, en modo alguno,
ni directa ni indirectamente, la causa del mal. Él ilumina el misterio del mal en su Hijo
Jesucristo, que ha muerto y ha resucitado para vencer el gran mal moral, que es el
pecado de los hombres y que es la raíz de los restantes males.
311-314
324
La fe nos da la certeza de que Dios no permitiría el mal si no hiciera salir el bien del
mal mismo. Esto Dios lo ha realizado ya admirablemente con ocasión de la muerte y
resurrección de Cristo: en efecto, del mayor mal moral, la muerte de su Hijo, Dios ha
sacado el mayor de los bienes, la glorificación de Cristo y nuestra redención.
El cielo y la tierra
325-327
La Sagrada Escritura dice: «en el principio creó Dios el cielo y la tierra» ( Gn 1, 1). La
Iglesia, en su profesión de fe, proclama que Dios es el creador de todas las cosas
visibles e invisibles: de todos los seres espirituales y materiales, esto es, de los ángeles
y del mundo visible y, en particular, del hombre.
328-333
350-351
61. ¿De qué modo los ángeles están presentes en la vida de la Iglesia?
334-336
352
La Iglesia se une a los ángeles para adorar a Dios, invoca la asistencia de los ángeles y
celebra litúrgicamente la memoria de algunos de ellos.
«Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlo a la
vida» (San Basilio Magno)
62. ¿Qué enseña la Sagrada Escritura sobre la Creación del mundo visible?
337-344
A través del relato de los «seis días» de la Creación, la Sagrada Escritura nos da a
conocer el valor de todo lo creado y su finalidad de alabanza a Dios y de servicio al
hombre. Todas las cosas deben su propia existencia a Dios, de quien reciben la propia
bondad y perfección, sus leyes y lugar en el universo.
343-344
353
342
354
Entre todas las criaturas existe una interdependencia y jerarquía, queridas por Dios. Al
mismo tiempo, entre las criaturas existe una unidad y solidaridad, porque todas ellas
tienen el mismo Creador, son por Él amadas y están ordenadas a su gloria. Respetar
las leyes inscritas en la creación y las relaciones que dimanan de la naturaleza de las
cosas es, por lo tanto, un principio de sabiduría y un fundamento de la moral.
345-349
La obra de la Creación culmina en la obra aún más grande de la Redención. Con ésta,
de hecho, se inicia la nueva Creación, en la cual todo hallará de nuevo su pleno
sentido y cumplimiento.
El hombre
66. ¿En qué sentido el hombre es creado «a imagen de Dios?»
355-357
358-359
Dios ha creado todo para el hombre, pero el hombre ha sido creado para conocer,
servir y amar a Dios, para ofrecer en este mundo toda la Creación a Dios en acción de
gracias, y para ser elevado a la vida con Dios en el cielo. Solamente en el misterio del
Verbo encarnado encuentra verdadera luz el misterio del hombre, predestinado a
reproducir la imagen del Hijo de Dios hecho hombre, que es la perfecta «imagen de
Dios invisible» (Col 1, 15).
360-361
Todos los hombres forman la unidad del género humano por el origen común que les
viene de Dios. Además Dios ha creado «de un solo principio, todo el linaje humano»
(Hch 17, 26). Finalmente, todos tienen un único Salvador y todos están llamados a
compartir la eterna felicidad de Dios.
69. ¿De qué manera el cuerpo y el alma forman en el hombre una unidad?
362-365
382
366-368
382
El alma espiritual no viene de los progenitores, sino que es creada directamente por
Dios, y es inmortal. Al separarse del cuerpo en el momento de la muerte, no perece;
se unirá de nuevo al cuerpo en el momento de la resurrección final.
369-373
383
El hombre y la mujer han sido creados por Dios con igual dignidad en cuanto personas
humanas y, al mismo tiempo, con una recíproca complementariedad en cuanto varón y
mujer. Dios los ha querido el uno para el otro, para una comunión de personas. Juntos
están también llamados a transmitir la vida humana, formando en el matrimonio «una
sola carne» (Gn 2, 24), y a dominar la tierra como «administradores» de Dios.
72. ¿Cuál era la condición original del hombre según el designio de Dios?
374-379
384
Al crear al hombre y a la mujer, Dios les había dado una especial participación de la
vida divina, en un estado de santidad y justicia. En este proyecto de Dios, el hombre
no habría debido sufrir ni morir. Igualmente reinaba en el hombre una armonía
perfecta consigo mismo, con el Creador, entre hombre y mujer, así como entre la
primera pareja humana y toda la Creación.
La caída
73. ¿Cómo se comprende la realidad del pecado?
385-389
391-395
414
Con la expresión «la caída de los ángeles» se indica que Satanás y los otros demonios,
de los que hablan la Sagrada Escritura y la Tradición de la Iglesia, eran inicialmente
ángeles creados buenos por Dios, que se transformaron en malvados porque
rechazaron a Dios y a su Reino, mediante una libre e irrevocable elección, dando así
origen al infierno. Los demonios intentan asociar al hombre a su rebelión contra Dios,
pero Dios afirma en Cristo su segura victoria sobre el Maligno.
396-403
415-417
404
419
405-409
418
Como consecuencia del pecado original, la naturaleza humana, aun sin estar
totalmente corrompida, se halla herida en sus propias fuerzas naturales, sometida a la
ignorancia, al sufrimiento y al poder de la muerte, e inclinada al pecado. Esta
inclinación al mal se llama concupiscencia.
78. ¿Qué ha hecho Dios después del primer pecado del hombre?
410-412
420
Después del primer pecado, el mundo ha sido inundado de pecados, pero Dios no ha
abandonado al hombre al poder de la muerte, antes al contrario, le predijo de modo
misterioso –en el «Protoevangelio» (Gn 3, 15)– que el mal sería vencido y el
hombre levantado de la caída. Se trata del primer anuncio del Mesías Redentor. Por
ello, la caída será incluso llamada feliz culpa, porque «ha merecido tal y tan grande
Redentor» (Liturgia de la Vigilia pascual).