La Mayordomía en La Biblia, en La Iglesia Y en La Vida
La Mayordomía en La Biblia, en La Iglesia Y en La Vida
La Mayordomía en La Biblia, en La Iglesia Y en La Vida
La mayordomía en
La BiBLia,
en La igLesia y
en La vida
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La mayordomía
en La BiBLia,
en La igLesia y
en La vida
Justo L. González
A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas han sido tomadas
de la Santa Biblia: Versión Reina-Valera Actualizada, Edición 2015.
© Copyright 2015, Editorial Mundo Hispano. Usada con permiso.
ISBN: 978-0-311-15059-5
EMH Núm. 15059
1 M 3 22
Impreso en Colombia
Printed in Colombia
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Contenido
Capítulo 1: Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
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introducción
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INTRODUCCIÓN
ese apoyo cesó al independizarse las colonias del régimen británico. Las
iglesias disidentes, que fueron las que rápidamente encontraron mayor
arraigo en las colonias británicas, trajeron consigo la costumbre de sos-
tenerse a sí mismas, y la trasplantaron a las nuevas tierras. Más tarde,
los inmigrantes procedentes de países protestantes —donde todavía el
estado sostenía a la iglesia— se vieron en la necesidad de buscar ellos
también un modo de sostenerse que no fuera el apoyo del estado. En
pocas palabras, en Norteamérica no pudo continuar el viejo sistema
europeo en el que las iglesias se sostenían sin un fuerte apoyo financiero
del común de su membresía. Por lo tanto, fue necesario llevar a Nor-
teamérica los sistemas de sostén que habían surgido en Europa entre
las iglesias disidentes, y emplearlos ahora no solamente en esas iglesias,
sino también entre anglicanos, luteranos, reformados y católicos.
Fue en ese contexto que cobró auge el tema de la mayordomía
como un modo de sostener a la iglesia y su ministerio. Naturalmente,
el tema mismo de la mayordomía era antiquísimo, pues —como vere-
mos en el resto de este libro— se remonta a las primeras páginas de
Génesis y continúa a través de todo el canon bíblico. Pero no había
sido tema que se hubiera explorado ampliamente, y buena parte de lo
que la Biblia dice al respecto se expresaba empleando otras imágenes,
y no la de “mayordomía”; o, como se dice en inglés, de stewardship. Lo
que era nuevo era darle al tema mismo una dimensión mayormente
económica, aunque comúnmente se hablaba también de la mayordo-
mía del tiempo y de los talentos.
La mayoría de las iglesias evangélicas en América Latina tuvieron
su origen en Norteamérica, de donde recibieron también su entendi-
miento de la mayordomía. Las iglesias que procedían directamente de
Europa, aunque en sus tierras de origen hubieran tenido el apoyo del
estado, en América no lo tenían y, por tanto, se vieron obligadas a tomar
prestado de Norteamérica el tema de la “mayordomía” como modo de
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INTRODUCCIÓN
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Primera Parte
La mayordomía en
el antiguo testamento
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La mayordomía en la
antigüedad pagana
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en sus escritos del modo en que los latifundios han resultado en menor
productividad agrícola y en la falta de atención que reciben por parte
de sus dueños, pero ellos mismos residían en villas urbanas y rara vez
visitaban las tierras que estaban a cargo de sus administradores. Lo
mismo sucedía, en grado aun mayor, con las tierras imperiales, cuyos
augustos dueños rara vez las visitaban, dejándolas en manos de “procu-
radores”, que a su vez las subarrendaban a “conductores”, quienes su-
pervisaban el trabajo en las tierras bajo su administración.
A través de la antigüedad, quienes empleaban el latín se referían
a quien tenía ese cargo y responsabilidad con palabras que hoy se po-
drían traducir como “administrador”, más bien que como major domus.
Cuando se le daba ese título a alguna persona, normalmente consistía
en dos palabras separadas: major domus: jefe de la casa. Esas dos palabras
separadas vinieron a ser un título de honor, particularmente a partir del
siglo V —después de las invasiones germánicas— cuando muchos de
entre los jefes o reyes germánicos, dedicados principalmente a la guerra
y al saqueo, no eran muchos ni tenían mucho interés en la adminis-
tración de sus posesiones. Por esa razón, colocaban la administración
de los asuntos tanto del fisco como del gobierno en general en manos
de quienes tenían experiencia en la administración de tales asuntos. La
mayoría de estas personas se contaban entre los conquistados por los
pueblos germánicos, y su lengua era principalmente el latín; esta len-
gua se hacía también necesaria para poder hacer transacciones con otros
territorios germánicos, en los que se hablaba una multitud de idiomas.
Por eso, frecuentemente se les daba el título de major domus. Así lo
emplea a fines del siglo V o principios del VI el obispo Avito, de la ciu-
dad de Viena en Galia (lo que hoy es el sur de Francia). Es debido a
este uso, y a la creciente influencia de tales administradores de los
reinos germánicos, que cuando estudiamos el surgimiento de la di-
nastía carolingia entre los francos se nos dice que lo que sucedió fue
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humano como “mayordomo” de Dios y que, por tanto, se nos haga más
difícil entender tanto esa metáfora como el concepto mismo de “mayor-
domía”.
En vista de todo esto, en algunos de los capítulos que siguen mos-
traremos que los pasajes del Antiguo Testamento que pueden inter-
pretarse en términos de mayordomía son numerosísimos, aunque al
mismo tiempo tendremos que aclarar repetidamente que lo que la
Biblia entiende por “mayordomo” y “mayordomía” es muy diferente de
lo que esas palabras dan a entender en el día de hoy. En consecuencia,
sobre todo al tratar acerca del Antiguo Testamento, tendremos que dis-
cutir algunos pasajes que, sin usar el término “mayordomo”, se refieren
en realidad a la mayordomía. Al leer e interpretar tanto el Antiguo
como el Nuevo Testamento tendremos que recordar continuamente
que lo que en tiempos bíblicos se llamaba “mayordomo” era en realidad
un administrador, la persona de confianza a quien el amo hacia respon-
sable de sus propiedades y negocios; esto implica responsabilidades
y autoridad mucho mayores que las que tiene quien hoy se llama
“mayordomo”. Al mismo tiempo, para no caer en el error de darnos
demasiada importancia como “mayordomos”, tenemos que recordar que
lo más común era que el mayordomo, con todo y gozar de la confianza
del amo, siguiera siendo su esclavo, o al menos su sirviente. Comparado
con los demás esclavos, el mayordomo se asemeja al amo o al soberano
a quien sirve. Pero comparado con ese amo o soberano, el mayordomo
sigue siendo esclavo o sirviente del amo o jefe.
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