EL CLAN - Corregido
EL CLAN - Corregido
EL CLAN - Corregido
un cadáver
Alejandro Corral
Jessica Espinoza
Martha Ramos
Alejandra Contreras
Maritza Tirado
Íker Figueroa
Ericka Blanco
Claudia Hernández
Octubre de 2020.
Alejandro Corral
Londres a 23 de julio, 3:54 am.
El tiempo ha llegado. Escribo fecha y hora de elaboración de esta misiva para hacerte
ver cuánto tiempo tienes para cumplir tu misión. Por fin hemos localizado el castillo
I de La Orden. Se encuentra escondido detrás de un recóndito bosque en la zona Este
de donde moras. Por este motivo nos dirigimos a ti encomendándote el gran favor de
neutralizar hasta el último huésped de dicha edificación. No dejes un alma con vida.
Todos ahí comprometen nuestros planes. Durante tu cometido debes tener en cuenta
los siguientes puntos y completar cada uno de ellos:
I. Deshazte de todos los huéspedes. T-O-D-O-S.
II. Retira todas las cartas de cada una de sus habitaciones y háznoslas
llegar. Debemos saber qué han planeado después de la misión
anterior fallida.
III. Procura no ser visto ni escuchado. Bueno, no tengo que decirte cómo
hacer tu trabajo.
IV. Evítales a toda costa la elaboración de cualquier mensaje.
Todos ahí son escribas y son sumamente hábiles, cualquier señal
de intrusión y se encargarán de redactar lo que saben y
enviarlo inmediatamente.
V. No dejes que nadie salga con ningún encargo.
VI. Destruye este mensaje y no dejes ningún tipo de evidencia.
Altos mandos de nuestra Orden nos han recomendado ciegamente tus ser-
vicios, por lo que te imaginarás que la paga será buena. No obstante, espero que
también sepas que, si fallas, no tendrás que informarnos de ello. De hecho, no
tendrás que informar ya nada nunca, nosotros nos encargaremos de eso. Ésta será
tu única oportunidad. Ya imaginarás por qué recurrimos a ti y no al último que
nos falló.
Espero te pongas en movimiento al momento de finalizar la lectura de tus
objetivos. Deseamos verte de nuevo.
Sinceramente, AG.
5
I Alejandro Corral
C
aminando sigilosamente, la figura misteriosa rondaba los pasillos del enorme
castillo. Empuñada de su mano izquierda, la daga todavía escurría sangre de
su última víctima. Había sido muy fácil encontrar a tres de los cuatro sujetos;
su técnica había resultado, como siempre, infalible. Después de haber cumplido uno
de sus sanguinarios objetivos, el segundo de ellos había sido de igual manera exitoso:
retirar todas las cartas del estante en los aposentos de cada uno de los miembros de El
Clan, incluyendo las que se encontraban escribiendo. Sin embargo, el plan distaba de
ser completado en su totalidad ya que la última presa (o eso pensaba) continuaba sin
ser encontrada.
Joseph fue despertado por los gritos de dolor que lograron penetrar las paredes
de sus aposentos. Sabía que él era el siguiente y tal vez el último. Pluma en mano y
tintero desparramado por el escritorio debido a la prisa, escribía con afán su última
carta. Debía terminarla, era importante que El Clan se enterara del ataque de La
Orden y cómo planeaban deshacerse de ellos uno a uno. No se la pondría tan fácil
a su victimario, haría que sus superiores se enteraran de una manera u otra. Una
vez terminada su proeza, el más alto rango huyó conscientemente de su depreda-
dor. Su tiempo había llegado. Con misiva en mano, se dirigió desesperadamente
a la entrada, la cámara del mensajero era su objetivo. Los minutos pasaban y no
podía esperar más. Tocó la puerta con vehemencia repetidas veces mientras gritaba:
— ¡Roldán, abre de inmediato! — su voz temblaba temiendo no recibir
respuesta.
Ni un minuto pasó cuando una silueta masculina se reflejó en las ventanas del
dormitorio y abrió la puerta. Confundido y asustado por la premura del llamado,
Roldán preguntó:
— ¿Amo? ¿Qué es lo que ocurre?
— Necesito que lleves este sobre inmediatamente a su destino. ¡La oficina de El
Clan necesita leer el contenido, pero ya!
— Claro, amo. Enseguida lo haré. Sólo permítame vest….
— ¿No escuchaste, imbécil? ¡Dije INMEDIATAMENTE!
Roldán salió disparado con su hábito a medio abrochar, descalzo, y montó al ca-
ballo, galopando rápidamente y sin parar hacia afuera del recinto. El silencio volvió
a imperar en la puerta de la cámara.
En el camino de regreso a su habitación, Joseph sintió incomodidad, un dejo de
nerviosismo a su vez mezclado con satisfacción –lo primero, por haber cumplido con
el envío a tiempo; lo segundo, por sentirse acechado. Tan concentrado estaba en su
hazaña que no se percató de que una figura encogida junto a una columna de cantera lo
miraba fijamente. Cuando intentó ver entre la oscuridad, después de haber escuchado
6
El Clan no es un cadáver
T
osiendo y exhalando abruptamente, el jinete no había terminado de detener
su caballo cuando ya se encontraba apeado en la pista que lo dirigiría a la en-
trada de la casona donde moraba El Clan. Tirando de la puerta fuertemente,
los guardias le daban la bienvenida al recinto. Conocían a Roldán de misiones an-
teriores. Con el paso libre, Roldán se dirigió a la oficina principal donde entró sin
permiso ni previo aviso.
— Traigo un mensaje urgente de Joseph, el alto mando del castillo I — gritó alzan-
do el sobre ante la vista de los presentes.
— Ponla en mi mano Roldán y retírate. Por muy urgente que sea, no tienes
derecho a irrumpir de este modo una reunión nocturna y lo sabes — respondió de
muy mal humor el director de la junta.
— Pero usted no entiende, mi amo me mandó de… — lo interrumpieron por segunda
vez esa noche.
— ¡Dije ponla en mi mano y retírate!
Sin más ni más, Roldán hizo lo que se le ordenó. El Maestro rompió el sello de
El Clan que lacraba el sobre, sacó el papel y, mientras todos lo penetraban con sus
miradas fijas, le dio lectura.
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El Clan no es un cadáver
II
Jessica Espinoza
York, a 24 de julio de 1307
La segunda misiva con la fecha del día anterior y escrita con el códice cifrado que el
Clan había establecido por seguridad como lengua común se leía:
Miembros de la Abadía I
9
II Jessica Espinoza
L
a junta guardó unos minutos de silencio para honrar a sus muertos, levantó un
rezo y también la sesión de esa fría madrugada. Thomas, un joven de 22 años
quien por herencia había recibido el mandato de suceder a su padre como miem-
bro de El Clan, recién se acostumbraba al espacio común de aquella organización militar,
aunque conocía su destino hacía años. Poseía la gallardía, la fuerza y el corazón para
pertenecer al selecto grupo; pero tenía la misma cantidad de cualidades que de dudas.
No entendía como dos alas de un mismo cuerpo ahora estaban separadas y de qué forma
entonces podrían volar de nuevo. ¿Qué sucesos perversos los habían llevado a ser capaces
de sacrificar a sabios y valientes miembros? Además, la gran pregunta: ¿por qué le tocaba
a él estar de este lado de la batalla?
Sus recuerdos infantiles estaban plagados de historias y juegos representando a los
grandes Caballeros. Creció queriendo ser uno de ellos y ahora no era parte, portaba un
uniforme y una bandera similar pero al fin y al cabo eran otros y, después de las noticias
que habían corrido ayer, entendía que La Orden estaba plagada de enemigos, aún más
feroces que los adversarios de Cristo. El Gran Maestre había fundado La Orden con
cimientos de gran valía, Thomas concluía que de seguro estaría profundamente decep-
cionado de la fractura entre sus miembros.
Su padre había sido tan fiel a la causa como discreto. Había incluso sometido a sus
hijos a un riguroso entrenamiento físico, en valores y en la fe desde muy pequeños. Pero,
en aras de salvaguardar la seguridad de su familia, no tuvo tiempo para traspasarles la
historia de cómo fue que decidió tomar partida por El Clan cuando tuvo de frente esa
gran decisión antes de morir.
A partir de su ordenanza, Thomas se había dedicado a continuar con la prepara-
ción que correspondía. Para entonces ya le habían aleccionado acerca de importantes
miembros de La Orden que se habían alejado de la doctrina establecida por los pioneros,
cambiando intereses, adoptando costumbres esotéricas y corrompiendo sus estatutos, lo
que había fraccionado al antes fuerte grupo.
Al día siguiente de la noticia del asesinato de los maestros de York, tras el rezo ma-
tutino, estaba acicalando a su caballo como era la norma cuando el maestro Renaud lo
observó y se acercó.
— ¿Cómo te encuentras joven? Luces contrariado. ¿Tratas de descifrar no solo el
mensaje que hemos recibido sino la entrañas detrás de éste?
— No quiero ser indiscreto Maestro, quiero servir a Dios y a quienes necesitan mi
defensa — se apresuró a responder el joven ante la presencia de tal personalidad.
— Tu actitud es la que se espera, pero comprendería alguna inquietud. Sé que Jo-
seph fue cercano a tu padre y debe estar en los recuerdos de tu vida. Era sin duda un gran
líder y será recordado siempre por su legado.
10
El Clan no es un cadáver
Thomas solo le regresó una mirada llena de tristeza y asintió con la cabeza. Sabía
que un hombre de fe debe mantenerse seguro de que la vida eterna es el destino de los
justos y de los valientes.
Continuaron así los días. Los más novatos recibían un arduo entrenamiento físico
y eran sometidos a una dieta rigurosa. Eso les hacía adivinar que pronto recibirán una
encomienda. Hasta que por fin llegó la esperada convocatoria. Los maestros Renaud
y Guillermo, quienes solicitaron a las tropas que alistaran armas, caballos y los sumi-
nistros que habían estado preparando. Les señalaron que emprenderían dos caminos
separados apenas cantara el gallo. El destino marcado eran dos costas francesas en las
fronteras opuestas del país Galo. Uno de los grupos custodiaría un cargamento de
cofres, sin descubrir su contenido; y el otro pararía en Londres un par de días para
luego escoltar a una familia compuesta principalmente por doncellas y niños. «¿Serán
nuestros destinos el puerto de La Rochelle y el puerto de Coulliere?», apostaban entre
sí los noveles Caballeros que se contaban en docenas.
Y así, con rumbo aún desconocido, fueron divididos. El Clan de Los Caballeros
defensores dejó tierra conocida, ambos batallones comandados por los más experi-
mentados, avanzando terreno para proteger a los pobres, los necesitados y recuperar la
misión del fundador.
S
entado en las afueras de un café Parisino André de Rohan, siempre elegante hasta
un grado suntuoso, se reacomodaba el saco después de darle un primer trago a su
bebida matutina. Abrió la edición dominical del periódico, apenas pasó un par
de páginas y su mirada quedó atrapada en la noticia que había esperado según anuncio
de su padre, y éste del suyo, generación tras generación.
INTERNACIONAL
Muy sorprendido André releía la nota. Casi podía escuchar a su padre diciéndole:
«Llegará el día, en un año 8, en el que una noticia internacional acerca de un juicio en
el reino de Castilla llamará nuestra atención. No será de relevancia, solo intentará despertar
interés. La verdadera notoriedad estará en las coordenadas que incluirá –7 números y 23 a
la vez— que se completarán con los que encontrarás en la carta lacrada dentro de la caja
de seguridad en Madrid que pertenece a nuestra familia. Con total discreción habremos de
acudir al llamado todos los herederos. Hombres y mujeres viviendo en cualquier parte del
mundo, pero unidos por una raíz, una misión. Ese será el día en que estará todo previsto
por los superiores para recuperar la carga protegida y enmendar la causa divina. Tú eres el
elegido para representar a nuestro linaje».
Apenas pudo tomar un trago más de café, se levantó pensativo, dirigiéndose a
su piso en Le Marais, para ajustar agenda, buscar vuelos, códigos, encontrarse con la
citada carta y probablemente con un nuevo destino.
12
El Clan no es un cadáver
III
Martha Ramos
París, a 13 de agosto de 1310
Mi corazón no cabe de felicidad en esta noche plagada de estrellas. Por fin encontré
la vía adecuada para enviarle cada una de las cartas que le escribí en los largos
años que han transcurrido desde la última vez que vi sus ojos celestiales.
Espero no le sean aburridos mis relatos, ni sienta que soy imprudente al
desbocar mi corazón en usted. Fue la única manera en que pude tranquilizar mis
pensamientos y sentimientos, mientras buscaba alguna pista que me permitiera
encontrarla.
Mis intenciones son buenas y me gustaría organizar una visita para formal-
mente pedirle a su padre pretender su corazón. Antes me gustaría saber si usted
está de acuerdo que hagamos público nuestro amor.
Esperare impaciente su respuesta.
E.S.M.
Thomas
J
osefina recordó su travesía a la Borgoña con este apuesto y joven caballero de El
Clan. No había sido nada fácil, pero el galante había logrado que ella olvidase las
penurias y se quedara en sus recuerdos lo magnífico que fue el mayor idilio de su
corta vida. Thomas se había quedado con gran parte de su corazón. Era así como ahora
seguía siendo una dama soltera. No había sido por falta de pretendientes. Su padre se
encargaba de traer uno a casa cada vez que podía. El momento en que le entregaron estas
cartas no era el más apropiado. Estaba esperando a su madre para ir al mercado. Pero
decidió abrir aunque fuera una. Y esta decía:
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III Martha Ramos
Querida Josefina,
Tengo días con una intranquilidad en el pecho que no me deja dormir. Las horas
han sido eternas y ni el arduo trabajo ha podido saciar mi ansiedad. Me encuentro
constantemente pensando en sus ojos. En ese brillar incesante que no se apagaba
por más tenebroso que fuera el trayecto. Recuerdo con detalle cada una de nuestras
amenas conversaciones. Aún puedo sentir la electricidad que corrió por mis venas
cuando tomé su mano por única vez.
Me he dado a la tarea de plasmar en papel cada uno de mis recuerdos a su
lado. Quiero hacerlos inmortales y, si es posible, entregárselos cuando la encuentre
otra vez. No tardare mucho en hacerlo. Su Eminencia ha proclamado la disolución
de La Orden y pronto podremos dejar de defendernos. Solo espero poder encontrar
las pistas necesarias para localizarla.
Mientras tanto, tengo unos minutos más para recordarla y encontrar algo de
tranquilidad para poder dormir, aunque sea unas horas.
¡Oh, mi hermosa Josefina! La primera vez que la vi fue un relámpago en pri-
mavera. Un suspiro de luz que destelló en sus ojos y me flechó al instante. Había-
mos galopado por días para encontrar el campamento. Su merced me recibió y me
mostró mis aposentos. Bueno, no solo el mío sino el de todos los jóvenes Caballeros.
Yo, en ese momento, ya comenzaba a borrar mi realidad para poder llenar mis
sentidos de su dulzura. Nunca me imaginé, entonces, que el amor se apoderaría de
mi ser como lo hizo.
Quiero pensar que soy correspondido y que no me veo atrevido al confesarle
mi amor. Su mirada me dijo mil veces que sentía lo mismo por mí. Espero que el
tiempo no sea largo para volver a verla.
Hasta la próxima.
Thomas
Josefina no podía leer más. Las lágrimas no se lo permitían. Thomas no había sido
un idilio, como ella pensaba. Era correspondida. Él la amaba. Su llanto era de
felicidad. Su destino había cambiado aquella noche en que debieron huir de casa y
pasar de lugar en lugar hasta llegar a Francia. Sin esa desgracia, no hubiera conoci-
do al amor de su vida. Por ahora, tenía que limpiar su cara y atender el llamado de
su madre. Thomas tendrá que esperar.
14
El Clan no es un cadáver
IV
Alejandra Contreras
Madrid, 5 de agosto de 2008
A
ndré de Rohan llegó a Madrid y se dirigió al banco donde se resguardaba la caja
de seguridad señalada por su padre. Para su sorpresa, no se encontró a nadie en
el recinto, lo cual le proporcionó una sensación de tranquilidad. Al abrir la caja
metálica se encontró con un post–it, en el cual estaba anotado lo siguiente:
Y también un sobre lacrado, que ya había sido abierto y que en su interior tenía
el siguiente poema:
15
IV Alejandra Contreras
«¡Turistas! ¡Ja!». -se rió para sí mismo y se preguntó qué pensarían los miembros de
El Clan si alguien los denominara turistas. Como sea, debía descubrir hacia dónde lo
llevaban las coordenadas y asegurarse un vuelo de nueva cuenta. Supuso que, junto con
la herencia, recibía el deber moral de honrar a sus antepasados y encontrarse con estos
individuos a los que estaba unido «por la raíz y la misión», como su padre había dicho.
Se sentía un poco preocupado al dejar intacto el contenido de la caja de seguridad; sin
embargo, los pobres Caballeros del Templo de Salomón fueron los que idearon el siste-
ma bancario y –en palabras de Desmond Seward— «ninguna institución medieval hizo
más por el desarrollo del capitalismo que los Templarios». Así que su contenido debería
permanecer intacto si ellos lo tenían bajo su resguardo.
Leyó entonces el resto de los documentos.
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El Clan no es un cadáver
Mi estimado Maestre,
En atención a la información que nos solicita tengo a bien informarle que Thomas
ha sido un Caballero ejemplar, quien ha servido bastante bien a lo dispuesto por
Dios nuestro Señor y a nuestro Santo Padre, su representante en la Tierra. Además,
se ha conducido con responsabilidad y obediencia frente a sus superiores y es un
excelente soldado de Cristo, tanto en batalla cuanto a lo que se refiere en misiones
específicas. Ha cometido diversos malecidios y, como lo manifestó el padre Bernar-
do de Claraval, es posible alcanzar la salvación al matar por Cristo.
Respecto a los rumores que existen sobre el origen de este Caballero temo, muy
a mi pesar, darle la mala noticia que son ciertos: Thomas es hijo de un cristiano
y de una musulmana. Sin embargo, ha sido bautizado y se ha conducido como
servidor de Cristo.
Le ruego reconsidere su decisión de mandarlo al frente de la siguiente batalla,
ya que eso le garantizaría una muerte segura y, por consiguiente, nos ganaría la
enemistad de varios de los integrantes de El Clan, lo cual hace de esta decisión algo
política y estratégicamente incorrecto.
Después de todo, los romances juveniles van y vienen. Estoy seguro de que
su hija Josefina pronto se olvidará de él y, en un futuro, recordaremos esto como
un mero capricho. Usted sabe que no le rogaría esto si no lo considerara mi más
grande amigo.
Atentamente.
El mayor de sus amigos
17
IV Alejandra Contreras
A
ndré de Rohan buscó la ubicación a la que lo llevaban las coordenadas seña-
ladas en el post–it. Verificó que lo conducían a la Cúpula de la Roca, donde
antiguamente se encontraba el Templo de Salomón. Además, se dió a la tarea
de descifrar los mensajes cifrados. Encontró que los números escritos en la pequeña
nota tenían relación con el poema. El primer número, justo antes de los dos puntos,
representaban la línea donde debía prestar atención; el segundo y el tercero, señalaban
el número de palabra que debía separar. Así encontró algunas pistas y se puso a meditar
sobre su posible significado.
«4:4 Camino. Puede ser cualquier rincón del mundo, pero no creo que se encuen-
tren en el Templo de Salomón. Después de todo, mi padre me solía decir que algunos
templarios huyeron cambiando su denominación a la de Caballeros de Cristo y que
había rumores de que el suegro de Cristóbal Colón había pertenecido a esta agrupación.
Puede ser que lo que ocultaron esté en América o permanezca oculto en Europa, como
quería quien redactó el poema.
5:5 Mascarada. Podría referirse a un teatro o un carnaval medieval.
6:4 Veredas. Igual que caminos, puede ser cualquier parte.
8:1 Erosionar. Sinónimo desgastar.
10:7 Converja. Sinónimos: coincidir, encontrarse ¿con quién? También puede ser
una palabra similar: verja ¿quizás? ¿Algún alambrado?
14:16,14 Volteo-Infinito. Voltear el infinito se referirá a que, por el amor a estos
ojos celestes, haría lo que fuera. Aunque si esto fuera bastante literal al voltear el
símbolo del infinito estamos hablando del número 8.
15:3,9 Grial-Hito. Grial. ¿Será la copa que usó Jesús en la Última Cena? O podría
ser cualquier copa, o quizás algún tesoro tan preciado que lo comparan con El Grial.
16:9 Morada. Literalmente, el morado es un color. Puede ser una casa, tal vez
aquella donde vivía la mujer a la que le escribieron el poema.
¡Ay, si no le hubiera hecho esa promesa a mi padre, no estaría el día de hoy quebrán-
dome la cabeza resolviendo acertijos medievales!»
Lo que nuestro amigo André de Rohan no sabía es que su padre lo eligió, precisa-
mente a él, por considerar que tenía la cultura e inteligencia suficiente para resolver toda
clase de acertijos.
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El Clan no es un cadáver
Maritza Tirado
A
ndré experimentaba el enfado de aquel a quien han cargado con un costal
sin preguntarle. Por otra parte, la sola idea de rehusar a su misión le daba
náusea. ¿Qué opinarían de él sus ancestros, guerreros de férrea voluntad
quienes, antes de desertar, preferían el martirio?
Por aquella noche se olvidaría del asunto, sus mismos antepasados parecían
empujarlo a ese bar. Cuando logró entrar, y tomó un espacio en la barra, el dulce
aroma del tinto lo convenció de que no necesitaba mayor gloria. Aun así, el enigma
de ese poema roía su pensamiento. Imaginaba aquellos ojos cuya mirada enamora
y a la vez conspira. Y he ahí que, de pronto, esa mirada estaba frente a él. Un chico
que hacía rato le observaba. Lo atraía suavemente, como la más fina vibración
lunática. André obedeció a su instinto. Sobraban las palabras.
— Esta noche solo quiero dormir, viajé por varias horas.
— Sin problema. Mi cama es enorme. Y puedo convidarte miel de abeja.
— ¿Para dormir?
— Sí.
Al abrir el frasco, el olor a cannabis era ya un remanso anticipado. Tomó solo
media cucharada. Y luego, otra. El oscuro océano en los ojos de Jafet era bellísimo;
para André, tan erótico como la celeste mirada de Josefina, por lo cual se adentró
en ellos. Cuando despertó era muy tarde. Había una nota sobre el buró: «Fui por
el almuerzo. ¿Quieres ver la tele con mi abuelo?»
— ¡Diablos! –pensó André– No podré cruzar hasta la puerta sin ser visto.
Así que se sentó junto al anciano.
— ¿Qué mira abuelo? –preguntó por conversar.
— La nueva de Batman.
— ¿Nueva? ¡La vi en los noventa! –Rieron los dos. Esa camaradería lo animó
a expresar su curiosidad.
— Perdone la pregunta: ¿sabe usted que Jafet es gay?
— Mira, joven. Sé que es un hombre amable y honesto, que trabaja todos los
días y que ve por mi hace muchos años. Es lo que me importa. Pero si a ti te gusta,
podemos preguntarle.
19
V Maritza Tirado
Rieron de nuevo. André empezó a desahogar con ese viejo todos sus tormentos.
Sin apenas darse cuenta, el anciano fue conduciendo la charla para que Rohan soltara
la lengua. En un momento dado, hablaron de los Caballeros Templarios, de cómo
muchos de los valores en el hombre murciélago estaban relacionados con aquella
orden medieval. Luego, la plática derivó en la homosexualidad y el sentimiento de
culpa de algunos. De pronto, le preguntó si estaba enterado de que uno de los cargos
contra Jacques de Molay era el de sodomía.
— ¡Esos fueron embustes de Felipe IV! –dijo André. El abuelo sonrió. Lo
estaba conduciendo hacia donde quería.
Poco a poco, la charla se centró en aquello que aturdía al joven, quien de pron-
to reflexionó sobre el gran secreto de los Templarios, el tesoro que resguardaban
y su paradero. El abuelo volvió a sonreír cuando André reconoció que no podía
siquiera imaginar de qué se trataba, ¿qué sería ese tesoro invaluable?
— ¿Desde los noventa oíste al Acertijo revelar cuál es la mayor riqueza y toda-
vía no lo sabes? –espetó el viejo con ganas de atestarle un coscorrón.
— ¿En Batman Forever? ¿El control de la mente?
— Por su puesto. Si controlas tu propia mente, alcanzas la sabiduría. Pero en
el control de la mente colectiva estriba el más grande poder y la mayor perversión.
El resto de la tarde, André dio vueltas a ese pensamiento. Pasó otra noche en
ese enigmático lugar. Por la mañana, saltó de la cama para contar al anciano su
pesadilla.
— Abuelo, era un murciélago enorme, sus colmillos me acechaban y una voz te-
nebrosa me dijo algo que nunca había escuchado y no olvidaré: «Promete a Dios y a
la señora Santa María que mantendrás siempre tu castidad, que nada te pertenecerá,
ni tu voluntad, que nunca abandonarás nuestra Orden y que siempre la defenderás.
El Clan es la espada de Dios y tú eres el brazo fuerte que empuñará su ira».
El abuelo lo miró, pensativo, fue por un sobre empolvado y se lo entregó.
— Las palabras que oíste son el juramento original requerido a un Templario.
¡Sabía que eras tú! Dirígete a Rosslyn Chapel, en Escocia, y en el camino lee minu-
ciosamente esta carta, la escribimos hace años para ti.
20
El Clan no es un cadáver
VI
Íker Figueroa
Italia, 313 dC.
C
on los brazos cruzados a su espalda, pensativo, Constantino, emperador de
Roma, observa al río Po cruzar el territorio de la Lombardía pasivamente, en
lo que en un futuro será conocido como la ciudad de Milán. Sus pensamientos
van y vienen con una sola pregunta en la cabeza: «¿Cuál será el resultado de la decisión
que acaba de tomar el día de hoy?» Se pregunta, además, cómo será recordado por la
historia. ¿Constantino el traidor? ¿Constantino el mentiroso? O quizá Constantino El
Grande. Su túnica, completamente blanca, le hace resplandecer, cuál santo, en medio de
un atardecer que se niega a terminar.
En silencio, Licinio, también emperador romano –sólo que de Oriente— se
acerca a la meditación de su hermano putativo.
— ¿Por qué, Constantino? –le pregunta en un latín perfecto, reservado solo a
las personas de mayor jerarquía.
— ¿A qué te refieres Licinio? –Constantino sabe que Licinio no está de acuer-
do con las decisiones tomadas, con el camino establecido. Quizás esta división
termine en una guerra, quizás algún día sea la misma boca de Constantino la que
ordene la muerte de quién ahora platica con él de manera tan tranquila. Ya se verá,
por ahora solo queda responder.
— Me refiero al insulto a los Dioses. Me refiero a que le has dado la espalda a
Júpiter, a Saturno. Dioses en los que tu padre creía, y su padre antes que tu padre.
–se nota que Licinio está alterado, casi grita– Y tú, en un solo día, das por muerta
nuestra educación. Si no fueras emperador, te escupiría setenta veces siete.
— No te consideraba un hombre religioso, Licinio –le respondió Constanti-
no, sin quitar la vista del apacible río Po.
— Y no deberías hacerlo, pero ¡autorizar al cristianismo! ¡A los cristianos!
–grita por fin Licinio— ¡Ratas! ¡Son como ratas estos cristianos! Tan seguros de
la fuerza de su Dios, tan brutales, tan obstinados y tan semiconscientes. ¿Has es-
cuchado las leyendas? Esta gente está dispuesta a morir en nombre de ideas como
el amor, la libertad y la fe. Dicen que incluso algunos deciden ser crucificados ¡de
cabeza!
21
VI Íker Figueroa
— ¡Exacto, Licinio! ¡Exacto! – Constantino por fin lo voltea a ver– Has dado
en el punto exacto. El control de la mente. Bien lo planteó en su día nuestro padre:
el control de la propia mente es el camino a la sabiduría; sin embargo, se le esca-
paba que en el control de la mente colectiva estriba el más grande poder, hermano
mío, y la mayor perversión.
Hay silencio y, después, surge la duda.
— ¿A qué te refieres? – pregunta Licinio.
— ¡Mira al imperio Romano! Es una idea en decadencia. De mi lado no que-
dan más que un par de siglos previo a su extinción y, en Oriente, aunque un poco
más, tampoco la historia será diversa. ¡No, hermano! El camino al gobierno eterno
no está en la exposición del poder, no está en la espada ni en el arco. Hermano
mío, sin embargo, háblale a la gente de esperanza, de perdón, de un reino eterno,
háblales de milagros y de un padre que trate a todos por igual. Ofréceles, amor, y
serán por siempre tus más leales siervos.
— ¿Entonces todo esto del Edicto se trata de…?
— ¡Sí, Licinio! ¡Sí! No será, en un futuro, el emperador de Roma el hombre
más poderoso del mundo, sino el emperador de la fe.
— Pero, ¿no se darán cuenta tarde o temprano? Mientras más cultos sean los
siervos, tendrá que suceder.
— ¡Bah! –ríe Constantino– Les daremos algo por lo cual luchar, y ellos mori-
rán. Primero, que se maten peleando contra otras religiones. Cuando ya no queden
otras religiones, crearemos bandos dentro de la misma religión. Que se maten en-
tre ellos. Y cuando la idea del Yeshúa dios no sea suficiente y la gente tienda hacia
el ateísmo, les daremos política, o enfermedades que los encierren en sus casas a
unos, y a otros no, o pan y circo, como siempre. Les daremos razones suficientes
para que se maten entre ellos, pero que siempre entreguen sus vidas por los ideales
que nosotros decidamos que valen la pena.
Estupefacto, Licinio, que no puede creer lo que acaba de escuchar, sabe ahora
que, a pesar del desprecio que siente por su hermano emperador, firmará el Edicto
de Milán expedido por Constantino que, a partir de mañana, permitirá la práctica
del cristianismo en todo el imperio romano.
22
VI Íker Figueroa El Clan no es un cadáver
Londres, 1309
Padre,
Hermoso y querido padre mío. El reino de los cielos está a nuestro alcance. Desde
aquel viaje por La Rochelle, el joven Thomas no deja de escribirme cartas y poemas.
Tenías razón: el camino más corto al corazón de un hombre no es con una actitud
fiera ni honesta, sino por demás tierna y amorosa.
Le he hablado de mis «más grandes miedos» y mis «más grandes sueños». Acto
seguido no ha dudado en jurarme amor eterno. ¡Vaya sencillez para conseguir la
eternidad solo con palabras!
No ha tardado ni tres años y ya me lo ha contado todo. Su entrenamiento en El
Clan, las doctrinas que se les dan, sus maravillosos pensamientos insensatos, bañados
de esta actitud moralina que tanto nos asqueó en La Orden. También me ha confe-
sado que nos cree acabados. Como si la instrucción del rey Felipe el Hermoso hubiera
sido definitiva. Nos creen animales extintos dentro de El Clan, y eso será nuestra
mayor fortaleza.
Recibí la carta de «El mayor de tus amigos» en la que ya se nos confiesa que este
tal Thomas es mitad cristiano, mitad musulmán. ¿Qué acaso podría ser más perfecto?
El plan es claro, fingiré que nuestro amor está mal visto a tus ojos. Que pretendes
casarme con un conde. Le daré un sentido de lucha que le permita esforzarse por
nuestro amor. Después, cuando tú, gracias a tu misericordia absoluta y la fuerza de
nuestra pasión, concedas entregarle mi mano en santo matrimonio, tomaré su semilla
y le daré una estirpe. Una porción musulmana, una porción de El Clan, pero, en
secreto, heredero del Gran Maestre de la Orden Templaria.
Un gran heredero de todas las religiones, de todos los seres humanos, un gobernador
de naciones que vivirá en la misma herencia de El Clan. Mis hijos llevarán por apellido
el nombre de nuestra casa: De Rohan. No me será difícil convencer a Thomas.
¡Alabada la fuerza de Cristo, siempre presente, siempre eterna, en los hijos de La
Orden!
Tu hija, futura madre de Dios.
Josefina.
23
Íker Figueroa
A
ndré de Rohan siente, por enésima vez y dentro del bolsillo que se encuen-
tra en el interior de su saco, el sobre que tiene por dentro la carta que le
entregó el abuelo hacía apenas unos cuantos días. Apoyado en la borda ob-
serva como el Brittany Ferris, sobre el que navega, rompe el mar que se encuentra
delante. Observa el agua, un tanto apacible, un tanto misteriosa. Está confundido
por la revelación que ahora carga en sus hombros, y ahí, a metros por debajo, sobre
el mar, cree percibir su reflejo.
Se sabe atractivo. Sus rasgos marcados son algo que siempre lo han distingui-
do. Sus anchos hombros, sus pesadas manos, su cabello negro y su barba bien de-
lineada; una nariz estilizada que recuerda a la de una familia europea de alto nivel;
pero sus cejas negras, pobladas, le dan, más bien, un aire turco, extraño, confuso.
Ojos verdes y piel morena. Una mezcla que le sirvió para cautivar tanto a su esposa,
quien lo sigue esperando en Chicago, como a Jafet, hacía tan solo unos días.
Saca, de su cartera, el post-it que encontró en el banco y ve la primera línea,
por debajo de las coordenadas. «4:4». En su momento pensó que se trataba de una
indicación lingüística a un poema. Ahora se sabe equivocado. Con un movimiento
casi irreflexivo, toma el celular que se encontraba en el bolsillo del pantalón, lo
desbloquea y abre su aplicación más utilizada “BibleApp”. Génesis, 4:
«1 El Adán se unió a Eva, su mujer, quien quedó embarazada y dio a luz a Caín.
En esta oportunidad dijo: “Gracias a Yavé me conseguí un hijo”. 2 después dio a luz
a Abel, el hermano de Caín. Abel fue pastor de ovejas, mientras que Caín labraba la
tierra. 3 pasado algún tiempo, Caín presentó a Yavé una ofrenda de los frutos de la
tierra. 4 también Abel le hizo una ofrenda, sacrificando los primeros nacidos de sus
rebaños y quemando su grasa. 5 a Yavé le agradó Abel y su ofrenda, mientras que le
desagradó Caín y la suya».
¡Ahí estaba la respuesta! Siempre estuvo ahí la respuesta. Al alcance de su
mano. Sin embargo, André no tenía todas las piezas del rompecabezas. Ahora las
tiene. Ahora sabe la verdad.
Mientras piensa en lo que está por venir, saca del sobre la carta que le fue en-
tregada por el abuelo de Jafet, dentro de un sobre infantil temático de Batman, y le
da lectura, aunque las palabras ya las conozca y las tenga clavadas en la memoria.
24
El Clan no es un cadáver
Escocia, 1359
A mis descendientes,
¡Hermanos e hijos! Con el dolor de mis músculos todos, con el ardor que corre en mi
sangre, con la presión que corre dentro de mis pupilas, he de deciros la verdad. Fui
engañado. Fui engañado de la manera más vil y siniestra con la que un ser humano
podría ser engañado.
Después de años de un matrimonio ejemplar, de amor que yo pensaba como obra y
gracia de Dios; después de haberle dado mi sangre, fuerza y vida a mi mujer; después de
haber dedicado mi alma a brindar el amor de un buen marido, teniendo a José siempre
como ejemplo, me he dado cuenta de que mi semilla ha sido ducto y camino de traiciones.
No queda ya nada. Nada queda, y es por culpa mía. Fue un plan que tardó exac-
tamente cincuenta años y ahora, cuando ya estoy yo viejo, cansado y confiado, Josefina
decidió darle rienda suelta a la verdad. Mis trece hijos, son todos miembros de La
Orden a mi espalda. Todos, pues, forman parte de esa organización cruel y tirana. No
dudaron en matar, conspirar y destruir a El Clan sin salir de las sombras.
Ya no hay Clan, y La Orden vivirá oculta, como banqueros, como políticos, como
dueños del mundo. Todos, por culpa de mi semilla. La profecía del Anticristo, cumplida
por un guerrero de Dios.
Sea. Que los tiempos de Dios son perfectos. Y es la misericordia divina la que hace
que la causa no esté perdida. Ahora, cuando me tocaba la hora de muerte. Benjamín,
el más chico de mis hijos, el elegido para quitarme el último aliento, tembló. Tembló
y me miró con ojos de amor. Me dejó escapar, y conmigo me he traído a este bebé que
ahora viaja conmigo, el más pequeño de mis nietos.
Si Josefina actuó durante años adoctrinando a mis hijos todos como miembros
oscuros de La Orden, tomaré a este neófito y lo educaré en lo que sea que quede de El
Clan. Llevará el mismo apellido que su rota familia, «Rohan», un apellido que le abri-
rá puertas. Y en las sombras de la luz, esperaremos, esperaremos al momento en que La
Orden se sienta lo suficientemente fuerte como para volver a revelarse al mundo. Será
nuestro momento de actuar.
Llevará por nombre Abel, Abel de Rohán, y en su semilla, que es mi semilla, vivirá
la única esperanza contra el mal que yo mismo he causado.
Thomas, el Ciego.
25
El Clan no es un cadáver
VII
Christine Albanel
Ministerio de Cultura
PRESENTE
Nicolas Sarkozy
Presidente de la República Francesa
27
VII Ericka Sofía Blanco
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por la confianza deposit cho para manifestarle
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indicado, le informo rio que por su encom
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Como información adi adores, tanto técnicos , adscritos a
cional, le informo que como ingenieros.
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Arqueología Preventiva están adscritos en el
operaciones arqueológi . Todos los menciona Instituto
cas efectuadas en el dos están especializa
contratados por el Ins territorio francés; ade dos en
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que fomenta investiga nión), y 100 en el Min de ultra-
ciones en diversos paí iste rio de Asuntos Exteriores
Antes de despedirme ses del mundo.
debo destacar que, ent
ta con algunos de los re ese número de inv
más reconocidos esp estigadores, Francia
estudio de las socied ecialistas en Arqueo cuen-
ades de los siglos V al logía Medieval; ciencia
sino también las mater XV, empleando para dedicada al
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pasando por los espaci
Siempre a sus órdene os
s, me despido espera
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Christine Albane
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Ministro de Cultura
de Francia
28
El Clan no es un cadáver
Christine Albanel
Ministerio de Cultura
PRESENTE
Nicolas Sarkozy
Presidente de la República Francesa
29
VII Ericka Sofía Blanco
Además de saludarlo
por el medio, redacto
tados finales del Pro estas líneas para info
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sido subsidiado por el Castillo de Vincennes los resul-
Estado Francés. , que a lo largo de die
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o aguardando indica
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Franck Reister
Franck Reister
Ministro de Cultura
de Francia
30
El Clan no es un cadáver
T
omó el periódico esa mañana. Los medios de toda Europa destacaban ese día lo
que André de Rohan conocía desde hace meses. Fue él mismo quien entregó la
ubicación del cuerpo del Gran Maestre: San Fermo de Maggiori, en la Verona
de los Capuleto y de los Montesco, como si la comedia de Shakespeare estuviera inspi-
rada en la conspiración de los Rohan contra El Clan, reflejando en sus versos la traición
y la muerte de esta guerra milenaria de la forma más sútil y subrepticia.
Pero éstas eran especulaciones suyas y, en cambio, el hallazgo no podía ser más real:
una prueba irrefutable de que La Orden alguna vez estuvo encargada de resguardar El
Grial. No era Jaques de Molay, es cierto, pero el español Arnau de Torroja había sido el
noveno Gran Maestre, el negociador de la tregua con Saladino, cuando muchos asegu-
ran que se recuperó aquella copa de la que bebió Jesús durante la Última Cena.
André leyó las primeras líneas en una nota de Vanguardia.
«Se llamaba Arnau de Torroja y fue uno de los 23 grandes maestres de los templarios,
la conocida orden de religiosos armados que protegían a los peregrinos que se aventuraban a
viajar hasta Tierra Santa y que, todavía hoy, sigue envuelta en incógnitas. Ocho siglos después
de su muerte, este caballero casi legendario puede convertirse en el primero de los grandes
maestres cuyo cuerpo llega hasta nuestros días».
Todos creen que las cruzadas siempre se dieron alrededor de la fe y por la posesión
de El Grial, todos saben que la protección de los peregrinos era un pretexto. André ha
desvelado algunos de los secretos que poco a poco, según la voluntad de Dios, los siervos
del Señor posteriores a los Templarios han ido transmitiendo de generación en genera-
ción, siempre en forma de código, siempre con las mismas palabras: Camino, Vereda,
Mascarada, Erosionar, Converger, Morada, Infinito, Grial.
El teléfono suena. Lo hace con insistencia. Es Frank Reister. Su voz suena agitada.
Poco puede comprender André, pero se esfuerza. Una conflagración mundial se apróxi-
ma, una nueva guerra entre El Clan y La Orden, y todo porque en un asunto naciona-
lista se integraron equipos de investigación internacionales. El conflicto es siempre el
mismo, con el paso de los siglos nada cambia, todos quieren poseer El Grial, esa triste
vasija que nadie, jamás, ha conocido. Y André aún no entiende del todo qué es lo que
protege. André duda.
31
El Clan no es un cadáver
VIII
Claudia Hernández
Mensajes
• La Orden y El Clan
• Londres 23 de Julio 3:54 a.m.
• W.T.
• York, 24 de Julio de 1307
• Salvación y eterno descanso.
• York, 24 de Julio de 1307
• Thomas (El Clan)
• «Dos alas de un mismo cuerpo ahora separadas»
• El Gran Maestre (fundador de la orden)
• Costumbres esotéricas (la clave)
• París, Agosto de 2008
• André de Rohan
• Ceder ante poderes terrenales
• Mensajes con las coordenadas
• Los herederos (unidos por una raíz, una misión)
• Recuperar la carga «protegida» y la causa divina.
• París, 13 de Agosto 1310
• Thomas y Josefina
• «Ojos celestiales»
• Londres, 3 de Diciembre de 1308
• Madrid, 5 de Agosto de 2008
• «Cuando me mostró los aposentos, el mundo se detuvo en su mirada».
(E.S.)
• 15 de Agosto de 2008
• Turistas
• Londres, 3 de Enero de 1309
• Londres, 6 de Enero de 1309
• Oculto en América
• El infinito
• Vibración lunática
• El control de la mente colectiva
33
VII Claudia Hernández
• Italia 313 dC
• Constantino
• Setenta veces siete
• Les daremos algo por lo que luchar
• Escocia 2008
• Escocia 1359
• Roma, 3 Septiembre 2008
• 1312
• Los hermanos comparten el 50 por ciento de los genomas.
S
e dice que algunos de los lenguajes universales son: la ciencia y las matemá-
ticas. Si alguna vez deseas, estimado lector, revelar o hacer que el mundo
recuerde algo importante asegúrate de redactar el mensaje adecuado y, sin
importar el tiempo y espacio, llegará a las mentes indicadas para ser emitido de una
y mil formas hasta que la verdad emerja.
La Placa de la Pioneer
Samantha, estaba exhausta por las jornadas de limpieza, durante las últimas seis se-
manas, dentro de uno de los centros de control que estaban en aquel promontorio
arenoso que, desde el 24 de julio de 1950, había adquirido fama mundial al ser la
base de lanzamiento de misiles más representativa de Estados Unidos. Cabe señalar
que Cabo Cañaveral fue descubierto por el explorador y conquistador español Juan
Ponce de León. Y que en 1964 se intentó cambiarle el nombre a Cabo Kennedy.
34
El Clan no es un cadáver
— ¿Qué es el infinito? ¿Adentro sabrán que estamos afuera desde hace miles
de años? ¿Y si nunca llegamos a la unión perfecta? ¿Alguno de los mensajes habrá
sido intersecado por la mente indicada?
La empleada de la tienda de mensajes interestelares estaba ensimismada, in-
tentando descifrar esa dicotomía matutina, cuando de pronto se escuchó que le
35
VII Claudia Hernández
susurraban al oído: «tu admirador quiere que lo atiendas como siempre. Dice que
hoy hará conexión con el pasado clave del futuro presente. ¿Tú lo entiendes?»
Victoria, en efecto, era al parecer la única en entender a Gerónimo, aquel hombre
de edad mediana –casi los 62 años— quien visitaba la tienda desde que se había
inaugurado, a principios del Siglo XXXI.
— ¿Así que hoy es el día de las noches? ¿Trae consigo las coordenadas certeras?
Y lo más importante: ¿redactó comprensible el mensaje para la mente indicada?
— Sí, mi querida Victoria, hoy haremos honor a tu bello y melodioso nom-
bre. Sin duda la conexión precisa tenía que ser hoy, en tu cumpleaños número 26.
¿Creíste que lo olvidaría? No, pequeña, jamás podría, pues eres tú quién le dio
significado a lo que la historia nos tenía predestinado.
— Es cierto, mi cumpleaños. La verdad que es algo poco relevante para mi,
solo me hace recordar que debo seguir trabajando arduamente para conseguir salir
alguna vez del fractal.
— Será muy pronto. Te lo aseguro.
— ¡Venga, vamos a la cabina de siempre! Hoy voy a colocar una mezcla espe-
cial para tan importante mensaje.
Victoria, le gritó entonces a su compañera de trabajo: «la 8, como siempre, por favor».
«Lo que es cierto para una colibacteria es cierto para el elefante».
Jacques Monod.
Genoma y evolución son dos términos indisociables. Se puede decir que nues-
tro genoma es el resultado de nuestra evolución o, a la inversa, que ésta es la histo-
ria de los cambios en aquél. Hay una subdisciplina llamada evolución molecular,
la cual justamente se dedica a estudiar los genomas de los organismos actuales para
obtener pistas sobre su evolución. Esto se puede porque, aun cuando el tiempo re-
escribe los genomas borrándoles parte de su pasado, algunas huellas de éste pueden
durar muchos millones de años.
El famoso árbol de la vida es una filogenia que contempla la evolución bioló-
gica desde el origen de la vida, y en el cual sólo se dibujan las ramas más gruesas.
Entre otras cosas, lo que este árbol nos dice es que la vida surgió solo una vez y
que todas las formas vivas que han existido en el planeta son descendientes de ese
evento inicial.
36
El Clan no es un cadáver
Halobactería
Bacteria
Gram-positiva
Protobacteria Halobactería
Bacterias Verdes Hongos
No azufradas Animales
Clonobacteria
Pyrodictium Methanobacteria Moho
Termófilas Methanobacteria
Entamoeba Plantas
Flavobacteria Sulfurimonas Ciliophora
Flagelados
Thermotoga
Microsporidia
Aquifex
Giardia
Desde que recibió el mensaje, Hugo de Payns estuvo tratando de luchar con
lo que le dictaban su intuición y su razón, basada en sus principios morales, para
acatar las indicaciones en el antes mencionado.
«Ve a tierra santa, ahí encontrarás la señal que necesitas para realizar tu misión
de vida».
37
VII Claudia Hernández
A más de 100 años del gran mensaje, la fe de algunos de los Caballeros Tem-
plarios se desvanece. Comienzan a preguntarse si en realidad todo lo que han
hecho por proteger a todos quienes han considerado posiblemente como el men-
sajero, sea realmente importante para la humanidad. Hay rumores de divisiones
dentro de los Caballeros, y una clara señal del «surgimiento» de una nueva Orden
llamada Hermandad de los Asesinos.
¿El control del libre albedrío? ¿O la supervivencia de la libertad? Éstas son las
preguntas que desfilan dentro de las conversaciones de quienes recién ingresan a
La Orden.
«El amor es el sucio truco que nos jugaron para que se logrará
la continuación de la especie».
Somerset Maugham.
38
VII Claudia Hernández El Clan no es un cadáver
El nacimiento de Samuel era parte del gran mensaje. Uno que fue enviado a
sus padres en diferentes circunstancias y que también se emitió años atrás a los
padres de estos. No es que Samuel fuera el gran mensajero que la extinta Orden
de los Caballeros Templarios juró proteger; pero era clave para lo que en el futu-
ro, y principalmente en el pasado, necesitaban no olvidar: los mensajeros que se
quedaron afuera del borde. Aquellos que desde miles de millones de años están
«perdidos» en lo que parece un bucle temporal cerrado.
Gerónimo recuerda que el Proyecto del Genoma Humano comenzó por una
iniciativa del Departamento de Energía de Estados Unidos, durante el verano de
1989. Uno de los objetivos era secuenciar uno o varios genomas humanos. Algo
que después sería parte del Proyecto de Celera, a cargo de Venter, quién también
recibió un mensaje muchos años atrás. Aunque Gerónimo contaba con 26 años,
era un erudito del genoma 1.7 y comenzaba por interesarse en el genoma 2.6.
Sabía de la importancia de los mensajes que se emitían desde antes del inicio de
la vida en aquel planeta que ahora todos llamaban Hogar. Pero también sabía que
estaban contrarreloj, y necesitaban, él y su especie, regresar al interior del borde.
Escuchaba los rumores de algunos de sus compañeros especialistas en bucles tem-
porales, quienes manifestaban que, desde su llegada al planeta Tierra producto de
diversas erosiones de los 3 tipos, el bucle se cerraba cada vez más.
39
El Clan no es un cadáver
«Conócete a ti mismo».
Sócrates.
9 de Noviembre de 1934
Rachel, recibía en sus brazos a Carl, tras una larga labor de parto que dejó
exhaustos a ambos. Afuera de la habitación esperaba Samuel Sagan, el padre impa-
ciente. Carl Sagan, también recibió un mensaje durante su momento de nacimien-
to. El mensaje fue muy específico: el cosmos.
40
El Clan no es un cadáver
pués de eso se perdió toda comunicación con ella. No obstante, la placa subsistirá
más que nuestro planeta. En 4 mil millones de años, el Sol crecerá, se convertirá en
un supergigante, se tragará la Tierra y destruirá todo lo que conocemos.
«La placa todavía estará allí para mostrar que una vez
hubo una civilización como la nuestra en la Vía Láctea»
Frank Drake.
El año de la pandemia del siglo XXI, fue el momento preciso para que un gru-
po de mensajeros se reunieran de forma virtual. Ninguno de ellos sabía que su en-
cuentro ayudaría a develar, con cada uno de sus escritos compartidos, los mensajes
ocultos que llevaban guardados en el inconsciente. Esos mensajes les habían sido
enviados por diferentes remitentes y en ocasiones distintas, para armar una historia
en conjunto, una vez que hicieran conexión. Uno de los mensajes principales se
revelaría al recoger lo que Alejandro Corral les entregaría, de forma misteriosa, a
cada uno de los miembros de la nueva agrupación integrada por los herederos de
La Orden y El Clan. Ellos serían los mensajeros del futuro
41
El Clan no es un cadáver
IX
Colofón
Y
o soy El Grial. Soy la semilla y soy el verbo. Soy la superstición y soy la
ciencia. Mi pensamiento es el de la Iglesia pero también el de la herejía. En
mí se reflejan la alegría más tenaz y la tristeza más profunda. Doy la vida y
regalo la muerte. Brillo con luz propia, pero para hacerlo necesito de toda la oscu-
ridad que existe en las penosas almas que me prodigan cuidados y respeto. Lo soy
todo y también soy nada. Yo soy El Grial.
Me asociaron con aquella alma ardiente, apasionada. Y tuvieron razón: soy
ceniza, soy polvo, soy polvo enamorado. Me relacionaron con la guerra y con el
holocausto. Y también acertaron, porque entre mis huesos delirantes arde la sole-
dad que nos deshace.
Estuve en el conflicto entre Caín y Abel, cuando los griegos intentaron con-
quistar Ilión, en aquel evento que enfrentó a judíos y romanos, cuando los cris-
tianos miraban moros con tranchetes, ahora que el Oriente mira con recelo al
Occidente y, sobre todo, siempre que el bien intentó e intenta dominar al mal.
Algunas veces me han llamado Joseph, otras Thomas. He sido Josefina y tam-
bién me he ocupado de asesinar a todos los ocupantes de una Abadía. Algunos
me vieron en Constantino y desde esa percepción construí el mayor imperio de la
historia. Otros, en cambio, pudieron encontrarme en Licinio y para ellos fui pura
perversidad. Seré la Victoria y también transmitiré mensajes como Gerónimo.
Observé el mundo desde la mirada transparente de André de Rohan, pero lo
seduje desde la oscura sensualidad que emana de los ojos de Jafet. Fui el joven Rol-
dán, un simple mensajero, y me escondí en los hábitos de un tal Arnau. Me dieron
por apellidos Sarkozy o Macron, Sagan, Drake y también Salzman.
Hoy me llaman Andrés y también Enrique. Los apelativos Alfaro y López no
me son ajenos. Estoy en ellos como en todos quienes los siguen. Me enfrento a mí
misma y lo hago siempre. Por eso, hermanos, he querido heredarles la más reciente
de todas mis epístolas.
43
El Clan no es un cadáver
México, 2020
Yo soy El Grial y ustedes me conocen. Ustedes son El Clan que me protege ciega-
mente. Pero han advertido en las palabras de Constantino la verdad más grande del
Universo y lo han hecho sin apenas darse cuenta: el mundo para girar me necesita y yo,
para permanecer, requiero de la humanidad entera, porque solamente en el conflicto
encuentro tierra fértil para seguir engendrando esas historias que estremecen y conmue-
ven, las que ustedes cuentan.
Es cierto, en el control de la mente colectiva reside el más grande poder, el de la
trascendencia; pero para que ese poder perdure, para reavivar la alegría y la ternura,
son el enfrentamiento y la traición entre los hombres la premisa. Porque en la paz, la
humanidad encontraría el perdón completo y, por tanto, descubriría la docilidad de
la inexistencia.
Mi trabajo, entonces, es el de proveer las razones para que esta guerra nunca acabe,
para que la llama de los sentimientos jamás se apague. En mí contengo todas las emo-
ciones y las prodigo en alternancia, para que el fuego permanezca vivo.
Algunos me han llamado la discordia, yo prefiero ser El Grial que contiene la
palabra. Quiero que me entiendan una y poderosa. Soy la literatura. Y una cosa ha de
quedarles clara: El Clan no es un cadáver.
44
2020