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Galileo Kepler: (Parte I)

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ciencia

José Luis Álvarez García

■ ■ ■■■ ■ ■

Galileo y Kepler
(parte I)

Galileo Galilei y Johannes Kepler, partícipes de la revolución científica, dueños de perso-


nalidades disímbolas y contrastantes, jamás se conocieron personalmente, pero juntos
protagonizaron algunos episodios muy interesantes mientras sus vidas y obras se desa-
rrollaban paralelamente en diversos frentes. Aquí se presenta la primera parte de una
reseña conjunta de algunos capítulos de sus trayectorias.

Los inicios

G
alileo Galilei nació en Pisa el
5 de febrero de 1564 (véase
la Figura 1). Fue el primogé-
nito del matrimonio entre Vincenzo
Galilei y Giulia Ammannati, quienes
contrajeron nupcias en Florencia el
5 de julio de 1562. Vincenzo era un
consumado laudista y teórico musical
de la corte del Gran Duque de Tosca-
na, además de dedicarse al comercio
de la lana. Giulia –se decía– era des-
■Figura 1. Galileo Galilei. cendiente de un cardenal romano.
Johannes Kepler nació en Weil
der Stadt el 27 de diciembre de 1571 (véase la Figura 2). También fue el primo-
génito, siete meses después del matrimonio entre Heinrich Kepler y Katherine
Guldenmann. Su padre fue un mercenario que difícilmente pudo escapar de la
horca. Su madre era hija de un posadero y fue criada por una tía, que acabó siendo
quemada viva por bruja; la propia Katherine fue acusada, en su vejez, de tener
tratos con el diablo y escapó de la hoguera con trabajos.
Galileo tuvo una educación muy esmerada. De niño fue internado en la ex-
celente escuela jesuita del Monasterio de Vallombrosa, cercano a Florencia. Los
monjes habían puesto especial atención en el joven Galilei, ya que Vincenzo era

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Galileo y Kepler (parte I)  ■ ■■

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de que el joven Galilei se dedicara por completo a las


matemáticas, a lo cual el padre accedió.
En contraste con lo anterior, Heinrich Kepler al
parecer no estudió ningún oficio, excepto “las ar-
mas”, a lo cual se refieren sus posteriores aventuras
militares. Johannes tenía cuatro años cuando su ma-
dre siguió a su padre a la guerra; cinco, cuando sus
padres regresaron y la familia inició su vagabundear
por Leongberg. Él pudo acudir a la escuela tan sólo
de manera irregular, y desde los nueve hasta los once
años no asistió en absoluto, sino que fue puesto a
trabajar duramente en el campo. En consecuencia, y
pese a su despierta inteligencia, necesitó el doble de
tiempo necesario para terminar los tres cursos de la
escuela primaria. A los trece años, pudo finalmente
ingresar en el seminario teológico de Adelberg.
Los ambientes en los que transcurren las infan-
cias de Galileo y de Kepler son sumamente contras-
tantes. En el caso de Kepler, al buscar los orígenes
de su desarrollo intelectual, aparentemente en con-
diciones tan adversas, no obstante, se encuentran
compensaciones. Las excepcionales facilidades edu-
■ Figura 2. Johannes Kepler. cativas existentes en su país conformaron el marco
en el cual se desarrolló la fértil inteligencia del jo-
considerado uno de los favoritos de la Gran Duquesa ven Johannes. Los duques de Wurtemberg crearon
de Toscana, Bianca Capello, esposa del Gran Duque un moderno sistema educativo para oponerse en la
Francisco I; además, los religiosos habían detectado controversia religiosa que se dio en aquella región de
el talento del joven y pensaban que llegaría lejos en Europa; ellos abrazaron el credo luterano y buscaron
la carrera eclesiástica. Sin embargo, cuando Galileo que éste pudiera ser sostenido por pastores eruditos
manifestó su deseo de convertirse en sacerdote, Vin- excepcionalmente preparados. Así, las universida-
cenzo fue de inmediato a rescatarlo y lo envió de re- des de Wittenberg y de Tubinga fueron los arsenales
greso a Pisa con un pariente para que aprendiera el intelectuales de la nueva creencia protestante. Los
negocio de las telas. Al mismo tiempo, inició sus es- monasterios y conventos que fueron confiscados a
tudios de medicina e ingresó a la Universidad de Pisa Roma proporcionaron un conjunto de escuelas ele-
en el verano de 1581, de acuerdo con los deseos de mentales y secundarias que formaban la estructura
Vincenzo, quien estaba convencido de que el talento ideal que alimentaba las universidades y las canci-
de su hijo merecía más que una carrera de comer- llerías con jóvenes brillantes. Existía un sistema de
ciante. Galileo siguió los estudios médicos por poco subvenciones y becas para los hijos de los pobres que
tiempo y se percató de que no era lo que deseaba; no fueran fieles devotos, con lo cual se garantizaba una
obstante, descubrió el gusto por las matemáticas y se eficiente selección de los candidatos. En este con-
coló a tomar clases con Ostilio Ricci, un discípulo texto, la precoz inteligencia de Kepler garantizó au-
de Nicolo Tartaglia, algebrista italiano quien, entre tomáticamente su paso de la escuela al seminario y
otras cosas, había redescubierto la fórmula para la so- de éste a la universidad; además, su mala salud y su
lución general de las ecuaciones de tercer grado. Ric- interés por la religión señalaban hacia la carrera reli-
ci no tardó en hablar con Vincenzo para convencerlo giosa como la obvia elección.

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Experiencias universitarias
El primer trabajo de Galileo como profesor univer-
sitario fue en la Universidad de Pisa; en el verano
de 1589 lo contrataron por tres años (véase la Figu-
ra 3). Tal y como señala Arthur Koestler, refirién-
dose a su personalidad, Galileo presentó desde muy
pronto “esa fría y sarcástica presunción que siempre
tuvo a mano para crearse dificultades durante toda
su vida”. No tardó en sentir desprecio por los tradi-
cionales y presuntuosos profesores de esa universi-
dad, vestía de manera desaliñada en vez de utilizar la
obligatoria toga de profesor y les decía a sus alumnos:
“Si usas toga, tienes que cumplir con ciertas normas.
Por ejemplo, no puedes ir a un prostíbulo porque la ■ Figura 3. Pisa.
dignidad del traje te lo impide”.
Sus colegas consideraban que ese comportamien- nantemente protestantes. Por lo tanto, Gratz tenía
to era grosero e inaceptable y buscaron la forma de una universidad católica y una escuela protestante.
deshacerse de él. Galileo llegó a exagerar en su des- En 1593, cuando el profesor de matemáticas de esta
precio y expuso sus opiniones ante un auditorio última falleció, las autoridades pidieron a la univer-
repleto de bulliciosos estudiantes: sidad protestante de Tubinga que propusiera un can-
didato. La junta directiva de Tubinga recomendó a
Los hombres son como botellas de vino –dijo–. Id a Kepler; por un lado, era el mejor estudiante de ma-
una taberna. Mirad las botellas antes de beber vino temáticas de la universidad y, al mismo tiempo, les
tinto. Algunas no tienen muchos adornos. Están cu- resultaba incómodo el joven inteligente e indepen-
biertas de polvo, sin etiquetas […] pero contienen un diente que en alguna ocasión había defendido pú-
vino de tal calidad que la gente lo pone por las nu- blicamente la cosmología de Copérnico. Después
bes extasiada, proclamándolo glorioso y divino. Mi- de algunas dudas, Kepler accedió con la condición de
rad luego las botellas que tienen etiquetas preciosas. que le permitieran continuar sus estudios de teología
Cuando probáis su contenido, veis que están llenas de
aire, de perfume o de colorete. ¡Sólo sirven para mear
en ellas!

Fue totalmente explicable la respuesta de las au-


toridades universitarias, quienes no le renovaron el
contrato de tres años.
Por su parte, Kepler se graduó a los veinte años en
la Facultad de Artes de la Universidad de Tubinga
(véase la Figura 4). Luego se matriculó en la Facul-
tad de Teología con la idea de proseguir la carrera
eclesiástica. Estuvo allí cerca de cuatro años, pero
antes del examen final le ofrecieron, sorpresivamen-
te, el puesto de profesor de matemáticas y astrono-
mía en Gratz, capital de la provincia de Estiria. Esta
región estaba gobernada por un príncipe católico de
los Habsburgo, aunque sus Estados eran predomi- ■ Figura 4. Universidad de Tubinga.
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■■ ■  Novedades científicas

posteriormente, aunque esto último jamás ocurrió.


El nuevo profesor de astronomía y matemáticas llegó
a Gratz en abril de 1594, a la edad de veintitrés.

Galileo en la República de Venecia


Después de trabajar en Pisa, y al no haber podi-
do renovar su contrato en la universidad, Galileo
se trasladó en 1592 a la República de Venecia para
intentar obtener la plaza de profesor de matemáti-
cas de la Universidad de Padua, un puesto que ha-
bía quedado vacante y llevaba ya cuatro años sin
ser ocupado. Galileo preparó un plan y obtuvo la
plaza deseada. Además, en la República de Venecia
se sintió a sus anchas; contaba con veintiocho años
y probablemente fue la época más feliz de su vida.
Amante de los vinos y la buena mesa, disfrutaba las
reuniones en las villas de Pinelli y de Sagredo. A este
último lo inmortalizaría como uno de los personajes
de los diálogos que escribiría más adelante. Fue en
una de sus múltiples noches de placer cuando Gali-
leo conoció a Marina Gamba; se enamoraron, nunca
se casaron y jamás vivieron juntos, mas su relación ■ Figura 5. Telescopio de Galileo.
duró diez años y de ella nacieron tres descendientes:
Virginia, Livia Antonia y Vincenzo. Brahe, como uno de los fundadores de la astronomía
En la segunda mitad del año 1609, Galileo cons- moderna. Todo lo que descubrió lo publicó en un pe-
truyó un telescopio que él mismo perfeccionó y se lo queño libro titulado Sidereus Nuncius (El mensajero
regaló al gobierno de la República de Venecia (véase de los astros), que fue un auténtico éxito y una de las
la Figura 5). El aparato ya había sido inventado unos obras más famosas del siglo XVII (véase la Figura 6).
pocos años antes de manera casual en Holanda al Parecía que Galileo podía tener todo lo que de-
combinar pares de lentes; incluso los telescopios con seara en la vida, pero no era así. Se sentía prisionero
pocos aumentos ya se vendían como juguetes en Pa- en Venecia y deseaba regresar a la Toscana. De esta
rís. El gobierno veneciano se dio cuenta de la enor- manera, inició negociaciones en secreto con Be-
me utilidad del instrumento y en pago le duplicó lisario Vinta, secretario de Estado del Gran Duque
el salario a Galileo como profesor de matemáticas en Cosme II, para volver a Florencia. El 10 de julio de
la Universidad de Padua, el puesto se convirtió 1610, se anunciaba oficialmente el nombramiento
en vitalicio y lo llenaron de honores. A finales de de Galileo Galilei como filósofo y matemático del
1609 y principios de 1610, Galileo dirigió su teles- Gran Duque de Toscana.
copio al cielo, algo que parecía sin sentido, incluso
blasfemo, pues no debían buscarse cambios en los
cielos –conforme a la ortodoxia aristotélica–. De Kepler en Gratz
esta manera, Galileo convierte al telescopio en un Iniciado en la cosmología copernicana por su maes-
instrumento de investigación científica y descubre tro Michael Mestlin, profesor de astronomía y mate-
maravillas jamás vistas por ningún otro ser humano. máticas de la Universidad de Tubinga, Kepler había
Esto lo coloca, junto con Johannes Kepler y Tycho aceptado que el Sol podía estar en el centro del uni-

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Galileo y Kepler (parte I)  ■ ■■

pentágono, etcétera) que forman su esqueleto invi-


sible. Al principio Kepler intentó poner a prueba su
idea con figuras en dos dimensiones… fracasó. Pero
luego pensó en figuras tridimensionales, “¡y he aquí,
querido lector, que ahora tienes mi descubrimiento
en tus manos…!”.
En términos generales, su modelo es el siguiente:
es posible construir tantos polígonos regulares como
se desee en dos dimensiones, pero sólo se pueden
construir cinco sólidos regulares en un espacio de
tres dimensiones. Esos “sólidos perfectos” o “pita-
góricos”, en los que todas las caras son iguales, son:
el tetraedro, el cubo, el octaedro, el dodecaedro y el
icosaedro; Euclides había demostrado que sólo pue-
den ser construidos estos cinco sólidos. En aquel
entonces únicamente se conocían seis planetas (Mer-
curio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter y Saturno) entre
cuyos espacios –pensó Kepler– se podrían insertar
los cinco sólidos pitagóricos. Era sumamente difícil
creer que esto fuera producto del azar y no de la dis-
posición divina. Su idea proporcionaba la respuesta
de por qué sólo había seis planetas y permitía com-
■ Figura 6. Portada del Sidereus Nuncius. prender también el porqué de las distancias entre
las órbitas planetarias; éstas debían estar dispuestas
verso por cuestiones meramente metafísicas y se em- de tal manera que los cinco sólidos pudieran enca-
pezó a preguntar por qué sólo había seis planetas y no jar perfectamente dentro de ellas. No obstante, era
veinte o un centenar; así también se preguntaba el una idea completamente errónea, pero condujo fi-
porqué de los valores particulares de las velocidades nalmente a las leyes de Kepler, a la demolición de
de los planetas en sus órbitas y las relaciones entre la antigua concepción del universo y al nacimiento
las dimensiones de éstas. De esta manera, con Kepler de la astronomía moderna. Esta idea se encuentra
reaparece el sueño pitagórico de encontrar regulari- expuesta en el primer libro de Kepler, el Mysterium
dades matemáticas en la naturaleza. Cosmographicum, que terminó de escribir en 1596
Transcurrido un año de su llegada a Gratz, exac- (véase la Figura 7).
tamente el 9 de julio de 1595 –fecha registrada cui- Kepler, guiado por su falsa idea de que los sóli-
dadosamente por Kepler–, estaba frente a sus alum- dos perfectos constituían la estructura del universo,
nos dibujando una figura en la pizarra cuando le vino necesitaba datos precisos para corroborarla. El único
repentinamente una idea, con una fuerza tal que cre- que poseía dichos datos era Tycho Brahe. El 4 de fe-
yó que tenía la llave del secreto de la Creación en la brero de 1600 ambos se encontraron en el castillo
mano: “El deleite que extraje de mi descubrimiento de Benatek, cerca de Praga. El astrónomo danés le
–escribiría más tarde– es algo que jamás seré capaz encomendó a Kepler el estudio de la órbita de Mar-
de describir con palabras”. Este descubrimiento de- te. Fue una afortunada coincidencia en la historia
terminó el curso de su vida, y fue su principal inspi- de la ciencia, pues Marte –ahora se sabe– tiene la
ración a lo largo de los años. órbita más excéntrica de todos los planetas entonces
La idea era que el universo está construido en tor- conocidos. La órbita de Marte no concordaba con
no a ciertas figuras simétricas (triángulo, cuadrado, los dogmas astronómicos tradicionales: movimiento

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■■ ■  Novedades científicas

Cruce de caminos
En términos generales, la revolución científica de
los siglos XVI y XVII fue una batalla en el campo del
pensamiento humano que se dio en dos frentes. Uno
fue en la cosmología y el otro fue en el terreno de
la física; y no pudo haber ocurrido ningún cambio en
alguno de ellos sin que se produjeran cambios en el
otro. Fueron muchos los protagonistas de esta revo-
lución, quienes, al igual que Galileo y Kepler, hicie-
ron sus aportaciones en ambos frentes.
En 1597, Kepler envió a Galileo un ejemplar del
Mysterium Cosmographicum. El 4 de agosto de ese
año Galileo contestó con una carta en la que agra-
decía el obsequio y manifestaba su fe copernicana. El
joven Kepler quedó encantado (tenía siete años me-
nos que Galileo) y volvió a escribirle el 13 de octu-
bre para pedirle algún instrumento que le permitiera
medir pequeños desplazamientos de las estrellas fijas,
para con eso demostrar el movimiento terrestre. Sin
■ Figura 7. Mysterium Cosmographicum. embargo, Kepler no volvería a saber nada del físico
italiano durante los siguientes doce años.
circular y uniforme. Kepler alardeó y dijo que resol- Las primeras noticias de los descubrimientos de
vería el problema en ocho días… fueron casi ocho Galileo con el telescopio llegaron a oídos de Kepler
años. Pero de esta lucha con el planeta rojo emergió el 15 de marzo de 1610. A principios de abril le lle-
la nueva concepción del universo, que aparece en gó un ejemplar del Sidereus Nuncius al emperador,
su Astronomia Nova, publicada en 1609. Esta obra quien permitió a Kepler “echarle una ojeada”. Por
contiene las dos primeras de sus tres leyes (véase la fin, el 8 de abril Kepler recibió un ejemplar del libro
Figura 8). La tercera ley aparece en su libro Harmo- acompañado de una nota donde Galileo le pedía su
nice Mundi, terminado en 1618 y en el que continúa opinión. Sin embargo, Galileo no le escribió direc-
presente la obsesión de los sólidos perfectos como la tamente a Kepler, sino que lo hizo por medio del em-
estructura invisible del universo. bajador toscano en Praga, Julián de Medici.

perielio

afelio

■ Figura 8. Leyes de Kepler.


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Galileo y Kepler (parte I)  ■ ■■

Aunque Kepler no se hallaba en condiciones de que Galileo había descubierto una gran mancha roja
verificar los discutidos descubrimientos de Galileo, en Júpiter, la cual fue observada por Robert Hooke
pues no tenía un telescopio, de inmediato dio crédi- cincuenta años después, así como por Giovanni Cas-
to a todo lo que éste afirmaba en su libro; lo hizo sin sini en 1650.
ninguna vacilación, e incluso se ofreció para servir En el verano de 1610, uno de los mecenas de
públicamente en la batalla como “escudero” o como Kepler, el elector Ernest de Colonia, duque de Ba-
“asistente” de Galileo… Kepler, el matemático im- viera, se hallaba entre los privilegiados a quienes
perial, se ponía al servicio de un estudioso italiano Galileo había obsequiado un telescopio. El duque
hasta entonces poco conocido fuera de Italia. La car- estaba en Praga por asuntos de Estado y prestó por
ta de contestación de Kepler a Galileo salió de Praga un corto tiempo su telescopio a Kepler. Así, desde
el 19 de abril de 1610. Además, Kepler escribió un el 3 de agosto hasta el 9 de septiembre, Kepler pudo
folleto titulado Conversaciones con ‘El mensajero de observar las lunas de Júpiter con sus propios ojos. El
los astros’, el cual se imprimió en aquella ciudad du- resultado fue otro corto panfleto, Informe de las ob-
rante el mes siguiente. Así, la autoridad de Kepler servaciones de los cuatro satélites errantes de Júpiter, en
tuvo un importantísimo papel e hizo que la batalla se el cual Kepler confirmaba, esta vez mediante su pro-
decidiera a favor de Galileo en la controversia des- pia experiencia, los descubrimientos de Galileo. Esto
atada a raíz de la publicación del Sidereus Nuncius, supuso la aparición por primera vez en la historia del
tal y como lo demuestra la correspondencia. En ese término satélite, que Kepler había acuñado en una
tiempo Galileo estaba ansioso por abandonar Padua carta previa a Galileo.
y ser nombrado matemático de la corte de Cosme de Aquí concluye el contacto personal entre Gali-
Medici, en cuyo honor nombró “astros mediceos” a leo y Kepler. Por segunda vez, Galileo interrumpió
los satélites de Júpiter. En la carta dirigida a Vinta, la correspondencia entre ambos, aun cuando Kepler
en sus esfuerzos por retornar a la Toscana, Galileo mandó varias cartas más. En su obra, Galileo rara vez
presentó el apoyo de Kepler de manera prominente. menciona a su interlocutor y, en general, ignoró los
Las amistades de Galileo le aconsejaron que aten- descubrimientos científicos de Kepler, pues defendió
diera a Kepler y por fin se dignara a comunicarse con hasta el final los movimientos circulares y los epici-
él, después de trece años de su última corresponden- clos como las únicas formas de movimiento concebi-
cia directa. Entonces, el italiano le envío una carta bles en las regiones celestes.
a Kepler el 19 de agosto de 1610, preocupado tal vez
ante la posibilidad de perder a su aliado más podero-
so. No obstante, en dicha carta Galileo no le comu- José Luis Álvarez García
nica ningún descubrimiento realizado con el telesco- Departamento de Física, Facultad de Ciencias, Universidad Nacio-
pio, solamente se muestra quejumbroso respecto de nal Autónoma de México.
“los filósofos ignorantes” que no cesan de atacarlo. josel.alvarezgarcia@gmail.com
Por otro lado, Galileo había decidido comunicar
sus descubrimientos mediante anagramas, celoso por
Lecturas recomendadas
mantener la prioridad de éstos. Enterado de dichos
Koestler, A. (1981), Los sonámbulos, México, Conacyt.
anagramas, y genuinamente interesado en su conte- Koestler, A. (1987), Kepler, Barcelona, Salvat.
nido, Kepler intentó resolverlos y encontró –erró- Lear, J. (2005), “Estudio introductorio”, en El sueño de
neamente– que Galileo había descubierto dos satéli- Kepler, México, DGDC-UNAM.
tes de Marte, lo cual ocurrió en realidad más de dos Reston Jr., J. (1996), Galileo. El genio y el hombre, Barce-
lona, Ediciones B.
siglos después por el astrónomo estadounidense Asa- Vaquero, J. M. (2003), La nueva física, España, Nivola.
ph Hall. Kepler también descifró de manera errónea

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