Resumen Capitulo 8 y 9 - Primavera Silenciosa
Resumen Capitulo 8 y 9 - Primavera Silenciosa
Resumen Capitulo 8 y 9 - Primavera Silenciosa
En Illinois los olmos (un tipo de árbol) han sido pulverizados durante años. Después
de varios años de rociadas con DDT, la ciudad ha sido casi devastada de petirrojos
y estorninos. Ya que en este árbol habitan estos tipos de pájaritos.
El olmo está herido con una enfermedad que lo aflige en toda su extensión, una
enfermedad tan seria, que muchos expertos creen que todos los esfuerzos que se
hagan para salvarlo terminarán por resultar estériles. Si no hay Olmos no habrán
petirrojos por ejemplo.
El llamado mal holandés se trata de una enfermedad ocasionada por hongos; éstos
invaden las aguas que arrastran a los troncos, se extiende mediante esporas
conducidas por la corriente, entre dos aguas, y mediante sus ponzoñosas
secreciones, tanto como por obstáculos mecánicos, causa la caída de las ramas y la
muerte del árbol.
Una serpiente que se guardaba en una jaula del laboratorio sufrió violentas
convulsiones después de haber comido tales lombrices. Y éstas son el principal
alimento de los petirrojos en primavera.
Ahora sólo pueden encontrarse dos o tres docenas de petirrojos cada primavera en
la totalidad de los 185 acres de terreno.
Otra pérdida lamentable es la del pájaro del sol. El ave del paraíso se ve alguna
que otra vez, pero el robusto pájaro del sol, más común, no existe ya.
Las pulverizaciones retardadas que fueron aplicadas a los olmos en otoño y cuyo
veneno quedó en cada resquicio de la corteza, son probablemente las culpables de
la enorme reducción observada entre los papafigos, trepatroncos, zapapicos y
arrendajos.
En conclusión:
El Gobierno canadiense emprendió el año anterior y tenía por objeto librar a los
bosques de las larvas de orugas del abeto. Esa oruga es un insecto indígena que
ataca diversas clases de árboles de hoja perenne.
Para combatirlas empezaron las pulverizaciones con DDT, primero en pequeña
escala, después, en 1953, en proporciones aceleradas. Miles de kilómetros de selva
fueron rociados en vez de los centenares del principio, en un esfuerzo desesperado
por salvar las coníferas que son la base principal de la industria de pasta de papel.
Por la fumigación de los bosques se lleva de encuentro los rios y con ellos los
peces.
Y claro, llevo consigo síntomas indudables de que no todo iba bien. Al cabo de dos
días se encontraron a lo largo de las orillas del río, peces muertos o moribundos,
incluidos muchos pequeños salmones. Entre estos peces muertos aparecieron
también truchas de río, mientras que en los bosques morían los pájaros. Toda la
vida del río quedó silenciada.
Pero los insectos del agua habían muerto, matados por el DDT, y no quedaba qué
comer para el salmón.
El recuento puso al descubierto algo más que la pérdida de las crías de pescado:
reveló un serio cambio en los propios ríos. Las repetidas pulverizaciones habían
alterado completamente el medio ambiente y los insectos acuáticos que eran el
alimento de los salmones y truchas habían sido aniquilados.
Una vez destruidos estos insectos, tan esenciales para la supervivencia de las
truchas, cuesta mucho tiempo que aparezcan
Se menciona que la amenaza que los plaguicidas representan para los peces puede
dividirse en tres partes.
● Una, como hemos visto, atañe al pescado que recorre los ríos en los bosques
del Norte y con el único problema de las pulverizaciones forestales. Se
reduce casi por entero a los efectos del DDT.
● Otro es vasto, desparramado y difuso, porque concierne a diferentes clases
de peces: lubinas, ruedas, barbos, rémoras y otros que habitan en muchas
clases de agua. También concierne a la totalidad de insecticidas actualmente
en uso agrícola, aunque unos cuantos de los principales tóxicos, como el
endrín, toxafén, dieldrín y percloruros, pueden retirarse fácilmente del
mercado
● Podríamos lógicamente suponer que ocurrirá en el futuro, porque los estudios
para poner los hechos en claro están iniciados únicamente. Éste se relaciona
con los peces de las marismas, bahías y estuarios.
La tolerancia a los insecticidas del camarón joven, en cuanto sale del estado de
larva, se ha descubierto que es sumamente baja. El endrín, uno de los plaguicidas
más mortales, mató la mitad de los camarones a una concentración de media
milésima de micrón.
La amenaza para ostras y almejas es múltiple. También las crías son más
vulnerables.
Sabemos que los plaguicidas contenidos en las corrientes que atraviesan granjas y
bosques van conducidos al mar ahora por las aguas de muchos, o quizá de todos
los mayores ríos. Pero no conocemos la clase de los productos ni su cantidad total.
En conclusión: