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Órganos de La Res Publica: Características de La Magistratura Romana. - (A) Electividad. Producto de La

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ÓRGANOS DE LA RES PUBLICA

La res publica se caracterizó por ser mía estructura política basada en el equilibrado
juego de tres órganos: la magistratura, el Senado y los comicios.

VER LÁMINA NUMERO TRES.

LA MAGISTRATURA
Si bien originalmente había una sola magistratura, la creciente complejidad del aparato
estatal fue haciendo necesaria la división en esferas de competencia y la consiguiente
creación de nuevas magistraturas.
• Estas nuevas magistraturas continuaron con el imperium *, pero- éste, por una concepción republicana
del estado —más propensa a reconocer derechos individuales— y la voluntad popular, no conserva el ca-
rácter absoluto que había tenido en un principio.
• Este poder, conocido en el ámbito de la ciudad como imperium domi y en el campo militan como
imperium militiae, era restringido en el primer caso por la lex Valeria de provocatione (300 a.C), que
reglaba la provocatio " ad populum, y en el segundo por la lex Torda (principios del siglo n a.C).
• El imperium abarcaba:
1) el ius agendi cum populo —derecho a convocar y proponer leyes y candidatos a los comicios;
2) el itis agendi cum patribus —para convocar al senado y someterle consultas;
3) el luí edicendi —que lo facultaba a publicar edictos;
4) jurisdicción —muy amplia, que no conocía diferencias entre asuntos penales, civiles o administrativos;
5) la coerción —facultad para imponer penas de flagelación, confiscación o muerte en los casos de
desobediencia a lo ordenado por el magistrado;
6) mando militar —con las atribuciones derivadas de éste, tales como la distribución del botín,
reglamentación y administración de territorios, etcétera;
7) los auspicios, es decir el derecho de consultar a la divinidad e interpretar su respuesta.

Características de la magistratura romana. — (A) Electividad. Producto de la


creciente importancia dada a la voluntad y soberanía popular. En un principio el
magistrado designaba a su sucesor. Los magistrados mayores eran elegidos por los
comicios centuriados, los menores por los comicios tribados y el tribuno y edil plebeyo
por los comicios de la plebe. La excepción era el dictador, que era elegido por uno de
los cónsules. Esta magistratura también resultó, posteriormente, electiva, cuando ya
estaba en decadencia.
(B) Gratuidad. La magistratura era un honor, una carga pública. La gratuidad excluía
de hecho a los ciudadanos pobres del ejercicio de las magistraturas.
(C) Colegialidad. Con la particularidad de que cada magistrado ejercía individual y
autónomamente la totalidad del poder de la magistratura, pero en caso de disenso
cualquier colega ejerce el veto (intercetfsio). Este sistema permitía la celeridad en la
gestión, propia del magistrado único, con el control propio de los órganos colegiados.
(D) Responsabilidad. Al terminar la gestión el magistrado debía responder moral y
jurídicamente por sus acciones. En la época de crisis de la res publica, la abrogatio *
implicó un principio demasiado revolucionario para la época: el del mandato popular,
según el cual el magistrado sería responsable ante el comicio que lo había elegido y, en
caso de mala gestión, podría ser destituido por éste.
(E) Anualidad. Los magistrados duraban un año en su gestión. Dado que este plazo,
con la expansión romana, podía resultar muy breve, se recurrió a la ficción de la
promagistratura, según la cual el ex magistrado, acabadas sus funciones, pasaba a actuar
en lugar de, haciendo las veces de (pro-) magistrado. Las excepciones a la anualidad son
el dictador, que duraba 6 meses como máximo, y el censor, que, elegido cada 5 años,
duraba 1 año y medio en sus funciones.

Clasificación de las magistraturas. — I. Mayores y menores, según la facultad que


tenían para consultar los auspicios. Son mayores: la dictadura, la censura, el consulado y
la pretura; son menores la cuestura y el edilato.

II. Son ordinarias aquellas cuya elección está prevista regularmente (cada año y cada
cinco años para la censura) y son extraordinarias aquellas que funcionan en
circunstancias excepcionales, tal como la dictadura y el llamado Segundo Triunvirato.
III. Son del pueblo romano las que surgen de la elección de la ciudadanía toda, en los
comicios centuriados o tribados. Las de la plebe son privativas de la plebe, puesto que
habían nacido para su reivindicación y defensa, y surgen de los concilla plebis: tales, el
tribunado y el edilato plebeyo.
IV. Son curules aquellas que tienen, entre sus atributos de poder, el uso de la silla
curul: todas las magistraturas mayores y el edilato curul.
V. Cum imperio: dictador, cónsul y pretor; sine imperio: todas las otras.
Cursus honorum. — Sistema por medio del cual se regla el acceso y ascenso a las
distintas magistraturas.

Con el tiempo se fueron conformando las normas y requisitos siguientes.


(A) La prohibición de desempeñar dos magistraturas ordinarias a un mismo tiempo; se
podía, en cambio, una ordinaria y otra extraordinaria.
(B) Un intervalo de 10 años para asumir nuevamente una misma magistratura;
posteriormente se prohibió la reelección para la censura (265 a.C.) y para el consulado
(151 a.C).
(C) Un lapso de 2 años como mínimo entre el ejercicio de dos magistraturas curules.
(D) Una edad mínima de 27 años para aspirar a cualquier magistratura.
(E) Una especie de "escalafón" de las magistraturas: por ejemplo, la cuestura se debía
desempeñar antes que la pretura; ésta, antes que el consulado, al que debían seguir la
dictadura o la censura.

DISTINTAS MAGISTRATURAS

El dictador. — Probablemente sucesor de lo que fue, en una época, el magíster populi,


cuyo imperium, en lo militar, se asemejaba al del rex.
Es instituido para ciertas circunstancias excepcionales y mientras duren ellas; de ahí que
su imperium * es militar, sin jurisdicción civil. En un comienzo era elegido por uno de
los cónsules, a propuesta del Senado; como ya dijimos antes, adquirió posteriormente
carácter electivo.

El cónsul. — La más alta magistratura ordinaria cum imperio. Se caracteriza por la


creatio de magistraturas ordinarias —acto por el cual instituía al magistrado elegido por
el correspondiente comicio.

El pretor. — Surge como colega menor de los cónsules en el año 367. Agregado en el
año 242 a.C. el pretor peregrino, el número de pretores llega a aumentar hasta 16 bajo
Julio César. No es un magistrado colegiado propiamente dicho, porque tiene
competencia propia. Conserva el imperium militiae, en ausencia del cónsul.

El censor. — Magistrado mayor, curul y sine imperio. Se elegían dos censores por
medio de los comicios centuriados. La censura patricio-plebeya comienza en el 340, con
la costumbre de elegir a ex cónsules.
Entre sus funciones estaba: la confección del censo y de la lectio senatus (lista del
Senado), el cuidado de las costumbres y las grandes contrataciones públicas.

El tribuno de la plebe. — Surgido como consecuencia de las luchas entre patricios y


plebeyos, al integrarse estos últimos pasa a ser magistrado de la civitas y se convierte en
órgano de control de las prácticas constitucionales. Con los Gracos comienza a
repristinarse su antiguo carácter popular.

El edil. — Podía ser de dos clases: plebeyos y curul. Sus funciones eran la vigilancia y
aprovisionamiento de los mercados (cura annonste), el cuidado y mantenimiento de la
ciudad (cura urbis) y el control y ejecución de los juegos públicos (cura ludorum).

El cuestor. — Apareció vinculado con la represión criminal. Pasó a convertirse en


auxiliar de los cónsules en el cuidado del erario, administración del ejército y en la
instrucción de los procesos capitales, así como en la imposición de multas.

EL SENADO
Era el órgano de mayor importancia en la res publica. Diversos factores se conjugaron
para hacer que el Senado sobresaliera: (A) era el único cuerpo estable y permanente que
sesionaba sin solución de continuidad, con la consecuente experiencia y prestigio; (B)
únicamente el Senado podía concebir estrategias y políticas de defensa y conquista por
las razones ya mencionadas; (C) la experiencia y veteranía de sus miembros, en su
mayoría ex magistrados y pertenecientes a las más prestigiosas familias romanas.

Composición. — El número fluctuó según los azares de la política romana. Fueron 300
hasta Sila, que lo llevó a 600; César aumentó el número a 900, pasando a ser 1.000 bajo
el Triunvirato. Durante el Principado el número se niveló en 600.
• La lex Ooinia del 312 confirió la lectio Senatus a los censores y estableció un orden de prelación en la
lista: primero se integraba con los senadores supérstites del período anterior, siempre que no hubieran
sido objeto de una infamia * censoria; luego los ex dictadores, ex cónsules y ex pretores; posteriormente
ex ediles, ex tribunos, ex cuestores y, por último, los ciudadanos con méritos especiales.

Funcionamiento. — El Senado tenía amplias posibilidades para su funcionamiento:


aunque debía ser convocado por un magistrado con el ius agendi cum senatu, nada
obstaba para su autoconvocación. A pesar de que tradicionalmente se reunía en un
edificio llamado Curia, lo podía hacer en cualquier sitio y fecha, aun en días nefastos y
sin tener que consultar los auspicios. Tampoco tenía quorum, funcionando con el
número de senadores que se hallaren presentes.
• El derecho de voz y voto no estaba sujeto a ningún impedimento, aunque consuetudinariamente se
estableció que primero hablara el Princeps (primera cabeza) del Senado, el más antiguo ex censor,
haciéndolo después los ex censores, ex dictadores, ex cónsules, etcétera. Dado el número de senadores,
era común que los de las últimas categorías no llegaran a hacer uso de la palabra, adquiriendo el mote de
pedarii —de pedes (pie)— porque lo único que podían hacer era desplazarse hacia donde se encontraban
los que sustentaban su misma posición en la materia que se trataba, pues ésta era la forma en que se
votaba.

Atribuciones. — De acuerdo con la tradición constitucional son (A) la provisión de un


interrex; (B) la auctoritas patrum y (C) el consultum. Pero, en la práctica, no hubo
límites para la ingerencia del Senado en la deliberación, ejecución y administración de
los intereses públicos: relaciones exteriores, finanzas, política monetaria y del ager
publicus *, control sobre cultos y sobre la administración provincial, etcétera.
• La provisión de un interrex. La misma institución —y la misma terminología— que había servido para
la eventualidad de que el rex hubiera muerto sin designar sucesor: el Senado elegía uno de sus miembros
para que cumpliera durante cinco días con las funciones de rex y designara o bien otro interrex (rey
interino), o, si los auspicios se lo indicaban, al rex definitivo. Claro que en la época republicana se
sucedían los interreges cada cinco días hasta que podía reunirse el comicio centuriado en que se elegiría a
quienes tomarían el lugar de los faltantes cónsules.
• Auctoritas pátrum. Auctoritas ° es un vocablo muy usado y con amplia gama de acepciones. Derivado
de la raíz aug (aumentar, tener auge) tiene un valor genérico y primario de un poder de naturaleza
tuteladora con que se aumenta o incrementa un deficitario poder o capacidad. Auctoritas patrum era,
pues, el incremento de poder con que los patres °, designación primera de los senadores, completaban la
decisión de las asambleas populares. El avance del concepto de soberanía popular habría de suprimir ese
requisito para la validez de los pronunciamientos comiciales.
• Consultum. La función esencial y normal del Senado era deliberar acerca de cuestiones
planteadas en consulta por los magistrados y votar la consecuente respuesta (senadoconsultum ).

LOS COMICIOS

Contrariamente a lo que ocurría en las otras ciudades estados en las que existía una
asamblea popular, el ya comentado sentido conservador de los romanos les hizo hacer
coexistir hasta cuatro tipos de reunión (comdtium) de la ciudadanía, originados en
distintas circunstancias y con distintos presupuestos y finalidades.
• El comicio curiado, basado todavía en la organización gentilicia, sólo tendrá en la res publica, fuera de
la formalidad de solemnizar el reconocimiento de los magistrados cum imperio (lex curiata de imperio),
funciones de control de actos vinculados con la organización familiar.
• El comicio centuriado, verdadera expresión del populus en su versión timocrática, seguirá siendo el más
importante (comitiatus maximus) y necesario para las más trascendentes manifestaciones de la soberanía
popular.
• El concilio de la plebe, asamblea revolucionaria en sus orígenes, se había legitimado e integrado a la
cviitas. Cuando se llega a la equiparación de los plebiscitos con las leges el concilio resulta el más ágil y
frecuentado medio de legislación pública. Después de los Gracos será el escenario de las agudas
luchas políticas.
• El comicio tribado, organizado sobre la misma base del concilio de la plebe —la distribución de la
ciudadanía según la ubicación de sus fundos en las tribus territoriales— se confunde a veces con éste,
aunque teóricamente se diferencia (A) en que se integra también con los patricios, (B) en que
debe ser convocado por magistrados del pueblo y no. de la plebe.

Atribuciones. — Los tres últimos tipos de asamblea popular suelen tener


promiscuamente atribuciones legislativas, electorales y judiciales, aunque haya
especificidad o graduación en cuanto a qué magistrados elige o qué clase de juicio penal
resuelve cada asamblea.

Funcionamiento. — Es conveniente destacar los siguientes pasos, requisitos y


modalidades: (A) debían ser convocados con, por lo, menos, 24 días de anticipación;
(B) en ese intervalo se publicaban proyectos y candidaturas y tenían lugar encuentros
(contiones) informativos en que los magistrados y ciudadanos podían opinar; (C) la
noche antes del comicio el magistrado debía consultar los auspicios; (D) si eran
favorables tenía lugar el comicio, en el que el magistrado exponía su proyecto
legislativo o los candidatos; (E) ante la pregunta (rogatio) del magistrado, la ciudadanía
emitía su voto —que llegó a ser secreto—, siempre dentro de su unidad —curia,
centuria o tribu—; (F) definido el sentido de la votación en cada unidad votante, sé
hacía el escrutinio de las unidades definidas en un sentido o en otro —un resultado
sería, por ejemplo, en un comicio centuriado, 100 centurias por la aprobación de una
rogatio y 93 por el rechazo; en un tribado o en un concilio de la plebe, 20 tribus en un
sentido y 15 en el otro—; (G) el magistrado podía interrumpir el acto, establecer que se
comenzara de nuevo y hasta no aceptar el resultado.

ESTRUCTURACIÓN DEL ÁMBITO HEGEMONICO ROMANO


DURANTE LA RES PUBLICA

La expansión, al principio espontánea y luego consciente y hasta planificada, de la


hegemonía romana estructuró un complejo sistema de sujeciones y alianzas centrado en
la supremacía (maiestas) de la res publica romana.

Los romanos no aplicaron criterios sistemáticos, o a priori, de organización del ámbito


en que se desplegaba el imperium de sus magistrados o promagistrados: circunstancias
históricas, diferencias culturales, limitación territorial de la ciudad estado, economía de
recursos humanos, etcétera, fueron factores de una extrema variación y graduación de
los status en que quedaron los pueblos dominados.

Sin embargo podemos sistematizarlos según dos pares de criterios: el del sistema de
vinculación —federación o anexión— y el de la ubicación —dentro o fuera de la
península itálica.

VER LÁMINA DOBLE NÚMERO CUATRO Y CINCO.

HEGEMONÍA EN ITALIA

Anexión. — La civitas incorpora territorios y comunidades como propios a través de:


(A) incrementar las tribus territoriales —hasta cuatro urbanas y treinta y una rústicas en
el 241 a.C.—, (B) establecer colonias de ciudadanos romanos en lugares estratégicos de
la península.
• Los territorios incorporados pasan aser ager romanus.
• Las comunidades reciben la ciudadanía romana, sea plena (óptimo iure), sea sin derechos políticos
(sine suffragio), y mantienen una cierta independencia administrativa que les da el carácter de entes
paraestatales con respecto a la res publica: se trata de municipios y colonias.

Los municipios conservan, en general, de su primitiva soberanía de ciudad estado, una


administración autónoma en todo lo interno o local.
• La iurisdictio sobre los integrantes de los municipios corresponde, en principio, a los pretores, aunque
subsistan para los óptimo iure algunos de sus primitivos tribunales y para los sine suffragio el pretor
delega su iurisdictio en los praefecti iure dicundo (encargados de declarar el derecho) elegidos por él y
más adelante por los comicios.
• A partir de la Lex Julia municipalis de Julio César (44 a C ) habrá para los municipios una uniforme
estructura de gobierno, calcada de la de Roma: dos magistrados jurisdiccionales (dúo viri iure dicundo),
dos ediles, un senado vecinal de cien decuriones y una asamblea de diez curias.

Las colonias romanas fueron incrustaciones de comunidades de ciudadanos romanos en


territorios de interés estratégico.
• Esos ciudadanos seguían inscriptos en las tribus de la metrópolis, pero, por razones de distancia, sólo
podían participar en el gobierno local de la colonia.
• Al principio las razones para establecer colonias fueron militares, pero luego sirvieron para
proporcionar tierras a los proletarios o a los soldados veteranos.

Federación. — Las viejas prácticas de alianzas entre pueblos o ciudades estados se


convirtieron en el recurso principal de Roma para institucionalizar su influencia y
hegemonía.
• Roma fue el centro de una compleja red de lazos federativos de civitates con territorio, ciudadanía y
gobierno propios, pero que eran soen (socios, seguidores) pues debían acompañar, seguir, a Roma
en la política exterior.
• Los socii latinos, al principio definidos étnicamente pero después engrosados por comunidades no
latinas pero a las que Roma concedía condición latina, tenían una situación de alianza privilegiada y un
camino abierto a la obtención de la ciudadanía romana.

HEGEMONÍA FUERA DE ITALIA

Anexión. — El grueso del ámbito hegemónico lo constituían las llamadas provinciae,


compuestas por comunidades cuyo territorio había devenido ager publicus * y cuyos
integrantes eran considerados peregrinos.
• Provincia —palabra cuya raíz es vincire (sujetar)— designaba el ámbito sujeto, sometido, al imperium
de un magistrado o promagistrado. De allí que, por extensión, se llamara imperium al conjunto de
pueblos sometidos a la hegemonía romana.

Sila organizó el sistema por el cual los cónsules y los pretores, terminado el año de su
magistratura, pasaban a desempeñarse como promagistrados* al frente de las provincias,
según una distribución en la que tenía intervención el Senado.
• Este también les proponía, de entre sus miembros, a legados que lo acompañaran en su labor de
gobierno.
• El procónsul o el propretor al frente de una provincia tiene (A) el mando de todas las fuerzas
militares; (B) la administración civil y (C) la jurisdicción, tanto en lo penal público como en las
controversias privadas.
• A su jurisdicción penal pública están sujetos, en principio y en último grado, todos los que viven en la
provincia, peregrinos y ciudadanos romanos.
• En derecho privado su competencia está limitada por la subsistencia de los tribunales locales y el
derecho que aplica es (A), entre ciudadanos, el romano, (B) entre peregrinos de la misma civitus, el
ordenamiento local y (C) entre ciudadanos romanos' y peregrinos y entre peregrinos de distintas cioitates,
las soluciones del ius gciitium que se consignan en su edicto.

Sistema de alianzas. — Está integrado por (A) los socii exterarum terrarum (los
compañeros de tierras exteriores (a Italia) que, aunque incluidos en las provincias,
gozaban de un régimen similar al de las civitates itálicas; (B) los protectorados o
ciudades estados y reinos satélites, los que terminaron por ser sometidos al sistema
provincial.
LA CONDICIÓN DEL SUELO

Para comprender el sistema imperial y el contenido de algunos derechos privados reales


romanos es necesario tener algún concepto de lo que fue el ager publicus (tierra
pública).

Ager romanus. — Es el territorio comprendido en los límites de la ciudad estado


Roma, ensanchados paulatinamente, como se ha visto, por el mecanismo de la anexión
en Italia. Sólo en él el ciudadano romano podía ser titular, en un ager privatus, del
dominium * ex iure quiritium (propiedad de acuerdo al derecho quiritario), caracterizado
por su absolutez e inmunidad —no sujeción a carga o tributación.

I. Tal vez desde el siglo ni a.C. y, sin duda, desde la ampliación de la ciudad estado
consecuente a la Guerra Social, toda la península itálica fue asimilada a esa particular
condición de poder ser objeto del dominium ex iure quiritium. Por eso los textos hablan
de que sólo los fundos itálicos son res mancipi*, es decir, cosas sujetas al mancipium *
y, por lo tanto, sólo transferibles por una mancipatio *.

II. Esa condición se extendió luego, excepcional y limitadamente, a zonas extraitálicas,


privilegiadas así con el llamado ius italicum (condición itálica).

III. En el resto del ámbito hegemónico no fue posible —en teoría hasta Justiniano— ser
titular de dominium. Salvo algunos territorios sujetos a propiedad privada peregrina, la
casi totalidad del suelo provincial era ager publicus.

Ager publicus. — Es el suelo sobre el que el populus, en su significado de estado, ha


adquirido por el hecho de la conquista un derecho de dominio eminente que, si bien
puede dar lugar a la concesión a particulares de variados derechos, excluye la
posibilidad de un derecho pleno, absoluto, inmune como era el dominium * ex iure
quiritium.
• En el ager romanus hubo partes que eran ager publicus pero, a través de distintos regímenes, fueron
deviniendo plena propiedad privada, con la principal excepción del ager vectigalis.

I. Es sumamente compleja la variación de regímenes jurídicos y de explotación


económica que Roma aplicó al ager publióus; los más característicos e importantes son
el del ager occupatorius, el del ager viritanus, el del ager vectigalis, el del ager
stipendarius o tributarius o decuvianus.
• Ager oceupatorius era el librado a la ocupación precaria de cualquier ciudadano romano, muy
probablemente gratuita. Se trataba de tierras incultas que los particulares ocupantes no podían limitar con
hitos ni cercos. Este régimen posibilitó de hecho la creación de grandes latifundios en manos de la clase
senatorial, con medios económicos para su explotación. La reforma agraria de los Gracos se dirigió
contra ese abuso. Desde el 111 a.C. pasó a ser propiedad privada.
• Ager viritanus era el directamente asignado en propiedad 2. „».: (varones) romanos.
• Ager vectigalis era el situado en suelo itálico, dejado a particulares, en una especie de posesión o
usufructo, revocable o perpetuo mediante un pago periódico —vectigal (lo que se aporta, contribuye).
• Ager stipendarius, tributarius o decumanus eran variantes, asimilables al ager vectigalis, que se daban
en las provincias. Se trataba generalmente de tierras dejadas u los mismos particulares que las habían
tenido con anterioridad a la conquista romana y que pagaban al populus romano prácticamente lo mismo que
antes habían pagado al poder político entonces vigente.
II. Con respecto al régimen jurídico del ager vectigalis y las otras variantes asimilables
—las más importantes y duraderas del ager publicus—, los primeros juristas romanos
hablaron tanto de una especie de locación como de una especie de propiedad provincial.
Generalmente lo designaban como ius in agro vectigali (derecho sobre un suelo sujeto
al pago de un tributo) o simplemente possessio. Su protección fue la que dio origen a la
de la posesión *.

De hecho, los titulares —salvo el caso de unas variantes revocables que fueron
desapareciendo— podían explotar esas tierras sin restricciones —enajenarlas,
arrendarlas, dejarlas en herencia, etcétera—, como si fueran propietarios.

III. Cuando Diocleciano en el 297 d.C. impuso tributo también a los fundos itálicos,
hasta ese momento inmunes, desapareció la única diferencia práctica entre el dominium
y el derecho de los particulares sobre esas variantes de ager publicus. Los distintos tipos
de pago al estado se confundieron en una indistinta contribución territorial.

PRINCIPADO

I. Su sistema político aparece en un principio como un compromiso entre las


tradicionales instituciones de la res publica y la realidad y necesidad de un poder
autocrático, que las irá sometiendo a un vaciamiento de atribuciones y competencias
que se transfieren a una incipiente, pero rápidamente desarrollada, burocracia
enteramente dependiente del Príncipe.
Con el tiempo, las formas republicanas cederán el paso a una fisonomía
desembozadamente monárquica y militarista del poder,

II. En el orden imperial, si bien al principio la ecuación es (A) ciudad estado Roma —
en los límites territoriales de la península itálica— como dominadora y rectora del (B)
territorio provincial, la tendencia unificadora del Príncipe, de la burocracia y del ejército
llevó a esta otra ecuación: (A) poder imperial y burocrático gobernando a (B) todas las
regiones y pueblos del Imperio con status equiparados, sobre todo, por la masiva
extensión de la ciudadanía establecida por el Edicto de Caracalla en el año 212 d.C.

III. El establecimiento del Principado y las condiciones de orden y seguridad que


proporcionó dieron lugar al llamado siglo de Augusto y a la Pax Romana, de casi dos
siglos de duración. Pero luego de la dinastía militarista de los Severos se iniciará la gran
anarquía militar, aguda etapa de la llamada crisis del siglo III.

EL SISTEMA POLÍTICO DEL PRINCIPADO

LOS PODERES DEL PRINCIPE


Augusto no tuvo una designación única —como la que tiene un rey o un presidente—
que implicara una suma de poderes: su poder se fue componiendo con potestades,
atribuciones y misiones que se le fueron concediendo sucesivamente. Todas ellas tenían
un origen republicano: lo no republicano fue la concentración de todas ellas en una sola
persona. Los poderes más importantes fueron el imperium proconsulare maius et
infinitum y la potestad tribunicia.
• Su imperium no tenía límites temporales ni se constreñía a una provincia: le permitía el gobierno total
de todas las provincias que le había encomendado el Senado, así como el mando y organización de las
legiones en ellas establecidas,
• La potestad tribunicia le otorgaba la convocatoria del concilio de la plebe y del Senado, la inviolabilidad
y el poder de veto, pero sin estar él sujeto al de los tribunos, ni al de ningún otro magistrado.

Aparte de muchas otras potestades —como la censoria, que le permitía confeccionar la


lista de senadores—, cargos —como el de pontífice máximo—, prerrogativas —como el
ser Princeps Senatíus (primer integrante del Senado)— y títulos —como el de
imperator (jefe militar victorioso)—, buena parte del poder de Augusto consistía en su
auctoritas * —prestigio gravitante en todas las manifestaciones del estado y la
comunidad— y en la amplia e indefinida cura et tutela reipublicae (cuidado y
protección del estado) que le había encomendado el Senado.

Los cuidados, funciones y misiones que el Senado le iba confiando, hacían necesario
que el Príncipe nombrara, de entre sus amigos y auxiliares, delegados o colaboradores
que resultaron así los cabezas de un servicio administrativo o burocracia, que fue, poco
a poco, sustituyendo a magistrados y promagistrados en el manejo de los intereses
públicos.

La administración dejó, pues, de ser un honor ciudadano desempeñado anualmente y


por elección popular, para ser una función permanente, atribuida y retribuida por el
Príncipe.

Delegados del Príncipe fueron los distintos praefecti, procuralores y curatores.

LOS ÓRGANOS TRADICIONALES

I. El Senado, como institucionalización de la clase dirigente, ha perdido el poder, pero


el Príncipe le reserva —tanto al cuerpo como a sus miembros— la alta administración
imperial. Por lo demás, el Senado tomará las funciones legislativas de los comicios y
elegirá a los magistrados.

II. Las magistraturas pierden la mayoría de sus atribuciones o competencias, aunque dan
algún prestigio y, sobre todo, acceso al Senado. Y las promagistraturas desaparecen
como necesaria prolongación —después de terminada la magistratura— del imperium.

III. Los comicios, convocados para reformas trascendentes por Augusto, dejaron pronto
de serlo para la función legislativa y, a partir de Adriano, para la electoral.

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