Órganos de La Res Publica: Características de La Magistratura Romana. - (A) Electividad. Producto de La
Órganos de La Res Publica: Características de La Magistratura Romana. - (A) Electividad. Producto de La
Órganos de La Res Publica: Características de La Magistratura Romana. - (A) Electividad. Producto de La
La res publica se caracterizó por ser mía estructura política basada en el equilibrado
juego de tres órganos: la magistratura, el Senado y los comicios.
LA MAGISTRATURA
Si bien originalmente había una sola magistratura, la creciente complejidad del aparato
estatal fue haciendo necesaria la división en esferas de competencia y la consiguiente
creación de nuevas magistraturas.
• Estas nuevas magistraturas continuaron con el imperium *, pero- éste, por una concepción republicana
del estado —más propensa a reconocer derechos individuales— y la voluntad popular, no conserva el ca-
rácter absoluto que había tenido en un principio.
• Este poder, conocido en el ámbito de la ciudad como imperium domi y en el campo militan como
imperium militiae, era restringido en el primer caso por la lex Valeria de provocatione (300 a.C), que
reglaba la provocatio " ad populum, y en el segundo por la lex Torda (principios del siglo n a.C).
• El imperium abarcaba:
1) el ius agendi cum populo —derecho a convocar y proponer leyes y candidatos a los comicios;
2) el itis agendi cum patribus —para convocar al senado y someterle consultas;
3) el luí edicendi —que lo facultaba a publicar edictos;
4) jurisdicción —muy amplia, que no conocía diferencias entre asuntos penales, civiles o administrativos;
5) la coerción —facultad para imponer penas de flagelación, confiscación o muerte en los casos de
desobediencia a lo ordenado por el magistrado;
6) mando militar —con las atribuciones derivadas de éste, tales como la distribución del botín,
reglamentación y administración de territorios, etcétera;
7) los auspicios, es decir el derecho de consultar a la divinidad e interpretar su respuesta.
II. Son ordinarias aquellas cuya elección está prevista regularmente (cada año y cada
cinco años para la censura) y son extraordinarias aquellas que funcionan en
circunstancias excepcionales, tal como la dictadura y el llamado Segundo Triunvirato.
III. Son del pueblo romano las que surgen de la elección de la ciudadanía toda, en los
comicios centuriados o tribados. Las de la plebe son privativas de la plebe, puesto que
habían nacido para su reivindicación y defensa, y surgen de los concilla plebis: tales, el
tribunado y el edilato plebeyo.
IV. Son curules aquellas que tienen, entre sus atributos de poder, el uso de la silla
curul: todas las magistraturas mayores y el edilato curul.
V. Cum imperio: dictador, cónsul y pretor; sine imperio: todas las otras.
Cursus honorum. — Sistema por medio del cual se regla el acceso y ascenso a las
distintas magistraturas.
DISTINTAS MAGISTRATURAS
El pretor. — Surge como colega menor de los cónsules en el año 367. Agregado en el
año 242 a.C. el pretor peregrino, el número de pretores llega a aumentar hasta 16 bajo
Julio César. No es un magistrado colegiado propiamente dicho, porque tiene
competencia propia. Conserva el imperium militiae, en ausencia del cónsul.
El censor. — Magistrado mayor, curul y sine imperio. Se elegían dos censores por
medio de los comicios centuriados. La censura patricio-plebeya comienza en el 340, con
la costumbre de elegir a ex cónsules.
Entre sus funciones estaba: la confección del censo y de la lectio senatus (lista del
Senado), el cuidado de las costumbres y las grandes contrataciones públicas.
El edil. — Podía ser de dos clases: plebeyos y curul. Sus funciones eran la vigilancia y
aprovisionamiento de los mercados (cura annonste), el cuidado y mantenimiento de la
ciudad (cura urbis) y el control y ejecución de los juegos públicos (cura ludorum).
EL SENADO
Era el órgano de mayor importancia en la res publica. Diversos factores se conjugaron
para hacer que el Senado sobresaliera: (A) era el único cuerpo estable y permanente que
sesionaba sin solución de continuidad, con la consecuente experiencia y prestigio; (B)
únicamente el Senado podía concebir estrategias y políticas de defensa y conquista por
las razones ya mencionadas; (C) la experiencia y veteranía de sus miembros, en su
mayoría ex magistrados y pertenecientes a las más prestigiosas familias romanas.
Composición. — El número fluctuó según los azares de la política romana. Fueron 300
hasta Sila, que lo llevó a 600; César aumentó el número a 900, pasando a ser 1.000 bajo
el Triunvirato. Durante el Principado el número se niveló en 600.
• La lex Ooinia del 312 confirió la lectio Senatus a los censores y estableció un orden de prelación en la
lista: primero se integraba con los senadores supérstites del período anterior, siempre que no hubieran
sido objeto de una infamia * censoria; luego los ex dictadores, ex cónsules y ex pretores; posteriormente
ex ediles, ex tribunos, ex cuestores y, por último, los ciudadanos con méritos especiales.
LOS COMICIOS
Contrariamente a lo que ocurría en las otras ciudades estados en las que existía una
asamblea popular, el ya comentado sentido conservador de los romanos les hizo hacer
coexistir hasta cuatro tipos de reunión (comdtium) de la ciudadanía, originados en
distintas circunstancias y con distintos presupuestos y finalidades.
• El comicio curiado, basado todavía en la organización gentilicia, sólo tendrá en la res publica, fuera de
la formalidad de solemnizar el reconocimiento de los magistrados cum imperio (lex curiata de imperio),
funciones de control de actos vinculados con la organización familiar.
• El comicio centuriado, verdadera expresión del populus en su versión timocrática, seguirá siendo el más
importante (comitiatus maximus) y necesario para las más trascendentes manifestaciones de la soberanía
popular.
• El concilio de la plebe, asamblea revolucionaria en sus orígenes, se había legitimado e integrado a la
cviitas. Cuando se llega a la equiparación de los plebiscitos con las leges el concilio resulta el más ágil y
frecuentado medio de legislación pública. Después de los Gracos será el escenario de las agudas
luchas políticas.
• El comicio tribado, organizado sobre la misma base del concilio de la plebe —la distribución de la
ciudadanía según la ubicación de sus fundos en las tribus territoriales— se confunde a veces con éste,
aunque teóricamente se diferencia (A) en que se integra también con los patricios, (B) en que
debe ser convocado por magistrados del pueblo y no. de la plebe.
Sin embargo podemos sistematizarlos según dos pares de criterios: el del sistema de
vinculación —federación o anexión— y el de la ubicación —dentro o fuera de la
península itálica.
HEGEMONÍA EN ITALIA
Sila organizó el sistema por el cual los cónsules y los pretores, terminado el año de su
magistratura, pasaban a desempeñarse como promagistrados* al frente de las provincias,
según una distribución en la que tenía intervención el Senado.
• Este también les proponía, de entre sus miembros, a legados que lo acompañaran en su labor de
gobierno.
• El procónsul o el propretor al frente de una provincia tiene (A) el mando de todas las fuerzas
militares; (B) la administración civil y (C) la jurisdicción, tanto en lo penal público como en las
controversias privadas.
• A su jurisdicción penal pública están sujetos, en principio y en último grado, todos los que viven en la
provincia, peregrinos y ciudadanos romanos.
• En derecho privado su competencia está limitada por la subsistencia de los tribunales locales y el
derecho que aplica es (A), entre ciudadanos, el romano, (B) entre peregrinos de la misma civitus, el
ordenamiento local y (C) entre ciudadanos romanos' y peregrinos y entre peregrinos de distintas cioitates,
las soluciones del ius gciitium que se consignan en su edicto.
Sistema de alianzas. — Está integrado por (A) los socii exterarum terrarum (los
compañeros de tierras exteriores (a Italia) que, aunque incluidos en las provincias,
gozaban de un régimen similar al de las civitates itálicas; (B) los protectorados o
ciudades estados y reinos satélites, los que terminaron por ser sometidos al sistema
provincial.
LA CONDICIÓN DEL SUELO
I. Tal vez desde el siglo ni a.C. y, sin duda, desde la ampliación de la ciudad estado
consecuente a la Guerra Social, toda la península itálica fue asimilada a esa particular
condición de poder ser objeto del dominium ex iure quiritium. Por eso los textos hablan
de que sólo los fundos itálicos son res mancipi*, es decir, cosas sujetas al mancipium *
y, por lo tanto, sólo transferibles por una mancipatio *.
III. En el resto del ámbito hegemónico no fue posible —en teoría hasta Justiniano— ser
titular de dominium. Salvo algunos territorios sujetos a propiedad privada peregrina, la
casi totalidad del suelo provincial era ager publicus.
De hecho, los titulares —salvo el caso de unas variantes revocables que fueron
desapareciendo— podían explotar esas tierras sin restricciones —enajenarlas,
arrendarlas, dejarlas en herencia, etcétera—, como si fueran propietarios.
III. Cuando Diocleciano en el 297 d.C. impuso tributo también a los fundos itálicos,
hasta ese momento inmunes, desapareció la única diferencia práctica entre el dominium
y el derecho de los particulares sobre esas variantes de ager publicus. Los distintos tipos
de pago al estado se confundieron en una indistinta contribución territorial.
PRINCIPADO
II. En el orden imperial, si bien al principio la ecuación es (A) ciudad estado Roma —
en los límites territoriales de la península itálica— como dominadora y rectora del (B)
territorio provincial, la tendencia unificadora del Príncipe, de la burocracia y del ejército
llevó a esta otra ecuación: (A) poder imperial y burocrático gobernando a (B) todas las
regiones y pueblos del Imperio con status equiparados, sobre todo, por la masiva
extensión de la ciudadanía establecida por el Edicto de Caracalla en el año 212 d.C.
Los cuidados, funciones y misiones que el Senado le iba confiando, hacían necesario
que el Príncipe nombrara, de entre sus amigos y auxiliares, delegados o colaboradores
que resultaron así los cabezas de un servicio administrativo o burocracia, que fue, poco
a poco, sustituyendo a magistrados y promagistrados en el manejo de los intereses
públicos.
II. Las magistraturas pierden la mayoría de sus atribuciones o competencias, aunque dan
algún prestigio y, sobre todo, acceso al Senado. Y las promagistraturas desaparecen
como necesaria prolongación —después de terminada la magistratura— del imperium.
III. Los comicios, convocados para reformas trascendentes por Augusto, dejaron pronto
de serlo para la función legislativa y, a partir de Adriano, para la electoral.