Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Teoría de Los Signos - Esquema

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 1

Teoría de los signos – esquema

La teoría de los signos es importante para nosotros, entre otras cosas,


porque un enorme porcentaje de los sentidos que nosotros construimos están en o
comienzan con un signo. Una palabra, un semáforo, una sonrisa, una llave de luz,
un rayo, un número e infinidad de etcéteras son parte de nuestro quehacer
cotidiano, y sin ellos el sentido de nuestra vida tal vez ni existiría.
Todos esos soportes materiales (entendiendo por soporte material todo
aquello que percibo por los sentidos –vista, oído, olfato, gusto y tacto-) son signos
porque tienen 3 tipos de relaciones:

- Con otros signos (una palabra siempre se relaciona con otras, un número con otros
números y signos operativos o dibujos, una luz del semáforo, con las otras luces del
mismo semáforo, etc.). Se llama sintáctica.
- Con el contenido que designa (una luz roja en el semáforo es una orden de
detención, un hombrecito en una puerta, el baño de hombres, etc.). Se llama
semántica.
- Entre las personas involucradas (la palabra marca, construye, está atravesada, por
una relación entre el escritor y el lector, entre el escritor y el editor, etc.). Se llama
pragmática.

Hay entonces un signo y aquello que el signo quiere decir, llamado


significado. Lo usual es que el signifcado sea un objeto o un hecho. Uno tiende a
suponer que ese hecho existe independientemente de que yo lo perciba o no, y que
además existe de determinada manera, más allá de cómo yo lo perciba. Si esto es
así, entonces se entiende que el hecho o el objeto existen independientemente de
las percepciones que tengamos de ellos, y por tanto hay objetividad.
Por otra parte, la teoría de los signos también sostiene que, aún habiendo
objetividad, cada uno de nosotros percibe a su manera, y entonces entre el signo y
el significado existe el sentido, que es mi manera de percibir algo, cómo yo lo vivo.
Hasta aquí, la teoría tradicional de los signos. El problema que se presenta
ahora es que, si acordamos con Descartes, y luego con Kierkegaard y Nietzsche,
cada uno de nosotros es su pensamiento, su propia vivencia, su experiencia. Es
decir, no es que yo soy algo que además tiene vivencias. Mi vivencia es exactamente
lo mismo que yo. Podemos vivir algo distinto, pensar diferente, pero nunca
saldremos de nuestra mente, de nosotros mismos. Nunca podemos vivir la
experiencia de otro, y mucho menos salir de nosotros mismos para situarnos en la
neutralidad, en la objetividad. Por tanto, a la hora de sostener que existe la
objetividad, en realidad tenemos que comprender que aquello que llamamos
“objetivo” es lo que suponemos que toooodos piensan o viven además de la
experiencia de cada uno. Pero no hay manera de que realmente sepamos qué es eso
que todos vemos en común. Aún cuando lo describamos con las mismas palabras,
la vivencia o experiencia de cada uno es distinta a la del otro. De esta manera, la
objetividad es una fantasía, una ilusión. Es sólo la imaginación de algo en común,
pero como fantasía, ilusión e imaginación, es parte interna del sentido.
Además, tampoco el signo, el soporte material, es previo al sentido. O sea, no es
que primero percibimos el signo y después eso tiene un sentido. El signo es el que
es porque previamente nuestras vivencias construyeron nuestra vida de tal forma
que, cuando yo percibo el signo, ya veo, escucho, vivo un determinado sentido. Por
ello, no existen los hechos sino sólo las interpretaciones.

También podría gustarte