Resumen
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Resumen
Objetivo General: entender la pastoral como una disciplina teológica que conjuga al ser y
el obrar para una pertinente práctica eclesial
Objetivo específico:
1. Definir que es la teología pastoral
2. Comprender cual es el carácter científico, el valor teológico especifico y el sentido
eclesial de la teología pastoral.
3. Asumir toda acción eclesial como implicación del propio ser, fruto de una profunda
y sincera reflexión.
Justificación
Indudablemente, el empleo lingüístico de la palabra pastoral tiene una primera connotación
que es la práctica y la acción en la vida de la Iglesia, pero de la misma manera que en
nuestro lenguaje normal contraponemos el obrar el ser, en teología situamos el actuar
ecclesiae y hacemos de ambos, objeto de dos disciplinas teológica.
No existe ningún ser que no se manifieste en el obrar a la vez que lo sustenta, ni existe
ningún obrar que no sea manifestación y epifanía del mismo ser, ser y obrar, más que
oponerse, se auto implican y se auto explica.
No podemos, por tanto, hablar de pastoral olvidándonos del ser de la iglesia.
Toda acción pastoral
Temática:
1. La teología pastoral
2. Un primer;
TRATADO DE TEOLOGIA PASTORAL
I. LA TEOLOGIA PASTORAL
1. Un primer acercamiento
la pastoral aplicada:
Pasamos en ella del terreno de lo reflexivo a lo operativo, de la universalidad a la
conciencia, del pensamiento a la acción. Su campo ya no está en el interior de los estudios
teológicos, sino en la vida concreta de la Iglesia. El agente de teología pastoral es, entonces,
el responsable de hacer operativo de lo que antes ha sido reflexivo y hacer casuística lo que
ha sido universalmente tratado.
Dios y aquellos que actúan en su nombre reciben el nombre de pastores, mientras que el
pueblo se caracteriza por ser el rebaño que sigue sus pasos por la senda de la alianza.
A. En el Antiguo testamento.
Más que definición de Dios, el nombre de pastor sirve para ilustrar la historia de Israel
desde el amor que Dios le ha tenido. El mismo acto de constitución del pueblo en el éxodo
es concebido ya en Israel desde la terminología pastoral.
La acción de sacar al pueblo de la esclavitud y su conducción por el desierto es
comprendida desde la Imagen del rebaño y de las ovejas (sal, 78, 52). Esta acción
comprende el haber escuchado sus suplicas viendo su situación (Ex. 3,7), el haberlo
liberado de la tierra de esclavitud (Dt. 5,6) y haber guiado posteriormente con bondad al
pueblo que había salvado (Ex. 15,13).
La oración que Israel le dirige también está expresada en términos pastoriles: la que
confiesa, la que suplica y la que reconoce las propias culpas. Es más, la salida de la
situación angustiosa es vista como acción de Dios pastor a quien se le pide el cuidado
nuevo y continuo. También tanto en las situaciones personales (Sal. 119, 176) como en las
colectivas (Sal. 80,2), el pecado y la reconciliación son iluminados por la relación oveja-
pastor.
Esta acción benevolente de Dios con su pueblo expresada en términos pastoriles no se agota
en un pasado del que se hace memoria, sino que ilumina un presente por el que se pide y
asegura un futuro basado en el amor mostrado en el reconocimiento de la propia historia.
El nombre de pastor es también designación para los servidores de Dios que están a la
cabeza del pueblo. Dios pastorea a su pueblo, a su rebaño, por medio de pastores elegidos
por él, para que realicen su tarea. Así, por analogía con la acción divina y como mediación
de dicha acción, el nombre de pastor es aplicado al hombre que está a la cabeza del pueblo.
Desde lo dicho, está claro que el primer pastor y el prototipo de lo que ha de ser un pastor
en Israel es Moisés (Sal. 77,21). Después de Moisés, Josué es elegido para que no quede la
comunidad como rebaño sin pastor (Núm. 27,17). Más tarde, llegado el tiempo de la
instauración de la monarquía, David es también elegido para apacentar al pueblo (2 Sam
5,2).
Las más duras recriminaciones bíblicas han sido para los pastores que, en vez de dedicarse
a la tarea encomendada, se han valido de su misión en beneficio propio (Ez.34; Zac 11,4-
17). La suerte del rebaño está en parte unida a la suerte del pastor, cuya herida supone la
dispersión de las ovejas
En conclusión, podemos decir que la acción salvadora de Dios para su pueblo ha sido
presentada en Israel en términos pastorales y que está acción se ha desarrollado a través de
mediaciones humanas no siempre fieles a lo encomendado. Dado que la fidelidad de Dios
está por encima de la respuesta humana, su pastoreo exige una novedad en el
comportamiento de sus pastores que exprese en radicalidad la acción de Dios.
b. En el Nuevo Testamento:
Los textos del A.T que hemos repetido sirven de marco de referencia para comprender la
autoconciencia de Jesús y para hablar de su tarea como la de ser pastor esperado.
La situación del pueblo que él encuentra es la del rebaño sin pastor (Mt. 9,36; Mc. 6,34). El
pueblo que ha sido comprendido como rebaño está en una situación que mueve a
compasión al mismo Jesús, que actúa para sacarlo de ese estado. Mas tarde, los escritos
apostólicos confesarán que, gracias a su acción, las ovejas descarriadas han vuelto al pastor
(1Pe. 2,25)
Tres afirmaciones básicas pueden resumir sus palabras en torno al tema:
El mismo se presenta como el Buen Pastor anunciado por los profetas para la época
mesiánica.
La terminología jónica del buen pastor está adornada de imágenes y de ideas que lo
ilustran: la única puerta del redil a diferencia de otros que han venido antes, el que conoce y
es conocido, el que camina delante de su rebaño y hace posible el seguimiento, el que hace
vivir y sobre todo el que da la vida por su rebaño (Jn. 10, 1-18). Las palabras puestas en la
boca de Jesús son la contraposición clara a la recriminación de Ezequiel para los pastores
infieles.
Junto a la proclamación de Jesús como buen pastor, se introduce la novedad del
universalismo para su rebaño.
Las ovejas que nos son del redil judío también le pertenecen y van a ser agregadas al
rebaño que él conduce para que haya un solo rebaño y un solo pastor (Jn. 10,16). La fe
posterior en Jesús como el Cristo lo ha confesado como el gran pastor de las ovejas (Hb.
13,20)
El repaso por los textos bíblicos nos ha llevado a la comprensión de la tarea de Jesús como
acción pastoral por la conciencia que él mismo tenía de ser el pastor esperado que hace
posible el pastoreo de Dios sobre su pueblo. Detengámonos ahora brevemente en las
direcciones de la acción de Jesús para encontrar en ellas el origen de la misma acción de la
Iglesia y de sus pastores:
a. La relación con el Padre:
Jesús no se presenta como absoluto y último, sino que hace referencia siempre a alguien
que es más que él, al Padre. La autoridad de su palabra, la libertad ante la ley y la tradición
y la fuerza de sus obras son interpretadas por el mismo desde su origen relacional que la
convierte en revelación del Padre.
La relación es tal que el Dios a quien nadie ha visto nunca, por él se nos ha dado a conocer
(Jn. 1,18), quien lo ha visto a él ha visto al Padre (Jn. 12,44-45). Su mensaje está centrado
en Dios y procede de Dios. Sus obras son la manifestación de cómo Dios actúa. Su
confianza en él está por encima incluso de su fracaso histórico.
Enciclopedia Católica: “El Reino de Dios significa, por tanto, el reinado de Dios en
nuestros corazones; significa esos principios que nos separan del reino del mundo y del
demonio; significa la benigna difusión de la gracia; significa la Iglesia como institución
divina donde podemos tener la seguridad de adquirir el espíritu de Cristo y poder así
alcanzar ese Reino de Dios en los últimos tiempos donde Él reina sin fin”.
c. El grupo de los doce:
Una doble razón justifica su elección y su papel relevante en la vida de Jesús: por una parte,
su necesidad de asociar a otros a su misión y la multiplicación de su anuncio; por otra parte,
la significación del nuevo pueblo que comenzaba con la llegada del Reino.
El misterio pascual convierte a los doce en apóstoles y en primera Iglesia. Los discípulos
reciben el mandato de enseñar, bautizar y gobernar por parte del Señor resucitado y el
Espíritu de Pentecostés transforma su realidad desde la nueva presencia de Jesucristo que
les hace compartir su misión y comenzar la acción pastoral de la Iglesia.
La pastoral como disciplina teológica tiene una historia reducida. Podemos decir que su
historia académica y su desarrollo están unidos a la moderna concepción eclesiológica y,
como tales, no tienen más de dos siglos de existencia.
En estos dos siglos, las ideas eclesiológicas han influido poderosamente en las
concepciones pastorales, a la vez que la misma vida eclesial ha ido planteando cuestiones
eclesiológicas y urgiendo soluciones de tipo teórico que han iluminado después la práctica
eclesial.
La teología pastoral nació como ciencia teológica autónoma en Europa en 1774, mediante
un decreto de la emperatriz María Teresa de Austria (1740-1780), con el fin de reformar los
estudios eclesiásticos, excesivamente teóricos y escasamente pastorales que frecuentaban
los futuros sacerdotes, y es por ello que confía al benedictino Rautenstrauch (1734-1785) la
reforma de los estudios teológicos.
En su Proyecto, Rautenstrauch, define la Teología pastoral como "la enseñanza sistemática
de los deberes del ministerio pastoral", sobre el presupuesto de la "cura de almas“ (Cargo
que tiene el párroco de cuidar, instruir y administrar los sacramentos a sus feligreses).
Su principio teológico fundamental es: "Dios en Cristo, salvación del mundo". Le asigna
como objetivo la formación de los sacerdotes para que fomenten la relación personal de los
fieles con Dios en Cristo. Esta línea va a mantenerse en adelante, no sólo mientras la
disciplina se centre en el pastor, sino también después, cuando "descubra" que la acción es
de la Iglesia entera: el pastor seguirá teniendo su propia misión. La cuestión estará entonces
en cómo se relaciona su misión con la de los otros cristianos.
Treinta años después del fallecimiento de Graf, nace uno de sus discípulos intelectuales
Arnol (1898-1969) que fue también profesor de Tubinga; él realiza una importante
contribución a la Teología pastoral. Afirma que siendo la Iglesia la total congregación de
todos los bautizados, ella misma es, ante todo, el sujeto responsable de la actividad eclesial.
A partir de ahí, "todos son llamados, aunque no exactamente del mismo modo, al servicio
de la Palabra y de la fe, a la realización del Sacramento y de la liturgia".
Esta actividad es la que estudia la Teología pastoral, a la que define como "teología de la
acción eclesial". Arnold se fundamenta en la doctrina dogmática de Cristo, Dios y hombre,
cuya mediación se extiende mediante la Iglesia a través del tiempo.
Se sitúa la misión del pastor en una concepción eclesiológica al servicio de la revelación.
Situar la teología pastoral y la acción de la Iglesia dentro de unas coordenadas cristológicas,
eclesiológicas y salvíficas supone un verdadero avance. Buscar la identidad del pastor en la
obra de Cristo que la Iglesia continúa, supone una verdadera renovación.
El periodo entre las dos guerras (periodo histórico del siglo XX que va desde 1918 a 1939)
que tantos frutos tuvo en eclesiología, impone una profunda reflexión a la pastoral. Este
periodo con sus repercusiones posteriores es de una extraordinaria fecundidad y
renovación.
Había cambiado la situación social de un mundo en el que la Iglesia tiene que ejercer su
misión. Ante esa situación la acción de la Iglesia no podía ser la misma, ni la figura del
pastor y de las estructuras pastorales podía permanecer inmóvil.
Había cambiado la misma conciencia que la Iglesia tiene de sí misma y de su misión desde
unos nuevos planteamientos eclesiológicos. Habían surgido nuevas realidades en la Iglesia
que impulsaban a la renovación.
a. Entra en contacto con la realidad social del mundo haciendo de su misión algo más
efectivo y más real, planteándose seriamente la incidencia de la Iglesia sobre la sociedad
concreta con la que vive.
b. Abandona los intentos sistemáticos de hacer teología pastoral de los manuales y afronta
problemas puntuales desde las revistas de pastoral, con lo que se agiliza la reflexión.
c. Se crean los institutos de pastoral como ayuda eficaz a quienes se dedican directamente a
las actividades pastorales, especializándolos en las distintas áreas.
La época situada entre las dos guerras mundiales fue de gran creatividad eclesiológica. La
eclesiología renovada del siglo XIX que dormía en el olvido, la nueva visión de las
encíclicas eclesiales de León XIII y los movimientos renovados de comienzos del siglo,
propician un despertar eclesiológico fecundo que gira en torno al concepto de Iglesia como
cuerpo místico de Cristo.
Pasamos así de un trabajo pastoral centrado en la cura de almas a una tarea caracterizada
por la guía de la comunidad. Esta comunidad eclesial tiene su mejor expresión en la vida y
en la estructura parroquial.
La tarea de la jerarquía es ahora valorada como tarea de unos miembros, pero ello no
impide que el resto de los miembros de la Iglesia sean contemplados en su acción dentro de
una sana concepción de las distribuciones de los carismas y ministerios.
En una palabra, la relación y el diálogo de la Iglesia con el mundo debe estar en la fuente
misma de la acción pastoral. La nueva estructura social está exigiendo que la Iglesia no se
anquilose en sus estructuras y cree estructuras nuevas de cara a la misión.
A lo largo del recorrido histórico que hemos desarrollado en el capítulo precedente, siempre
hemos encontrado una diversidad de enfoques del problema eclesiológico y, como
consecuencia, del problema pastoral; pero podemos considerar al vaticano II como el final
de un desarrollo eclesiológico que se ha mostrado en diversas tendencias y corrientes.
Concilio vaticano II (1962-1965) convocado por Juan XXIII, quien lo anunció desde 1959.
Tuvo cuatro sesiones, la primera de las cuales presidió, en el otoño de 1962. Fallece el 3 de
junio de 1963 y las otras tres etapas fueron convocadas y presididas por su sucesor, el
Pontífice Pablo VI.
El Concilio fue un gran medio para que la renovación teológica que venía fraguándose
desde comienzos del siglo, y muy especialmente desde el periodo de entreguerras, llegara a
hacerse doctrina general.
Se presenta como una respuesta de la Iglesia a las urgencias de la humanidad de su tiempo.
Es de verdad la caja de resonancia de los grandes problemas e inquietudes del hombre
actual.
El Vaticano II fue un concilio netamente pastoral, que se esforzó desde un principio por
presentar al hombre de hoy una faz nueva, renovada de la Iglesia, que la haga más atractiva
a los hombres de hoy. Ha señalado la vitalidad de la Iglesia y su deseo de encarnarse cada
vez más en el hombre de cada tiempo.
Gaudium et Spes
Fue votada el 7 de diciembre de 1965. Por ser el último documento votado, su paso por el
aula conciliar fue demasiado rápido, y la corrección, traducción e incorporación de las
distintas enmiendas se realizó con un ritmo vertiginoso de trabajo.
El texto de la Constitución está, lógicamente, muy unido al momento histórico en el que fue
escrito. Muchas veces se ha hablado del optimismo que refleja ante la situación del mundo
y del progreso. Quizá era entonces uno de los signos de los tiempos que hoy ya no puede
ser leído de la misma manera.
1. Los miembros de la Iglesia coinciden con los hombres de nuestros días y de cada época
en la vivencia de la misma experiencia humana. Quien pertenece a la Iglesia no se aleja por
ello de una experiencia de vida con los hombres, a su lado, y compartiendo el mundo.
2. Los miembros de la Iglesia, al lado de los hombres, tienen una identidad creyente,
procedente de Cristo y en dirección al Reino, que les hace vivir en el mundo de una manera
determinada.
Esa identidad creyente la han recibido para la misión, para ofrecerla a los hombres con
quienes conviven como posibilidad de salvación para ellos y para el mundo.
El vivir con los hombres y el tener una misión hacia ellos hace que la Iglesia tenga una
postura de apertura y de amor hacia todo lo humano y hacia la humanidad misma.
Es desde el mismo Cristo, cuya obra continua la Iglesia, desde donde es válido el
tratamiento de temas típicamente humanos y la metodología concreta optada por el
Concilio. Cristo es el centro en torno al que gira toda la Constitución pastoral, tanto en su
temática como en su construcción.
Estructura:
Proemio
Exposición preliminar: Condición del hombre en el mundo moderno.