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Volume 10, 2021, p. 01-15


DOI: 10.12957/neiba.2021.61687 | e61687 I ISSN: 2317-3459

EL CONFLICTO POR CACHEMIRA: ¿QUÉ IMPORTANCIA LE


OTORGA INDIA A LA REGIÓN DE CACHEMIRA EN LA
CONSOLIDACIÓN DE SU LIDERAZGO REGIONAL?1
THE KASHMIR CONFLICT: HOW IMPORTANT IS TO INDIA THE KASHMIR
REGION IN CONSOLIDATING ITS REGIONAL LEADERSHIP?
María Luz Rioja2
2UniversidadCatólica de Santa Fe (UCSF), Santa Fe, Santa Fe, Argentina. E-mail:
riojamluz@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0002-0835-3498.

Recebido em: 15/08/2021 | Aceito em: 24/08/2021.

RESUMEN
Esta obra está licenciada com uma Licença Creative Commons Atribuição 4.0

1 El
presente trabajo fue llevado a cabo en el marco del Programa de Proyectos para Investigadores Formados de la
Universidad Católica de Santa Fe.
2

RESUMEN
En este artículo se analiza el proceso del conflicto entre India y Pakistán entorno a
Cachemira, las distintas guerras que se produjeron y las posturas de las partes en tensión.
Como estas diferencias afectan a las pretensiones de India como potencia regional y en
sus despliegues a nivel global en la actualidad.

Palabras Clave: India; Conflicto; Cachemira.

ABSTRACT
This article analyzes the process of the conflict between India and Pakistan around
Kashmir, the different wars that occurred and the positions of the parties in tension. How
these differences affect India's claims as a regional power and its global deployments
today.

Keywords: India; Conflict; Kashmir.

Revista Neiba, Cadernos Argentina-Brasil, Rio de Janeiro, Vol. 10, 2021


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INTRODUCCIÓN
El año 1947 ha significado al mundo indo asiático una bisagra en su historia y en la
configuración de las identidades nacionales, como así también en el entramado de las
relaciones internacionales. Gran Bretaña ponía fin a su colonialismo en la región que se
había iniciado en el año 1858 ocupando el territorio. De este modo, India y Pakistán
arribaron al escenario internacional como estados independientes, resultado de
acuerdos que pusieron sobre la mesa las pertenencias religiosas mayoritarias en cada
zona.
Los procesos de independencia en la historia de la humanidad no le han escapado al
conflicto, los intereses se potencian y las herramientas para dirimirlos no resultan
novedosas. Es así que desde 1947 el conflicto por la región de Cachemira se encuentra
presente en la región y en el plano internacional. Desde esa fecha a la actualidad cuatro
son las guerras que se acontecieron por el control y reclamo de soberanía, involucrando
a tres potencias nucleares: Pakistán, India y China.
Ante esta breve introducción, resulta interesante embarcarnos en estas páginas y
desde varios puntos de vista. En primer lugar, es un conflicto que lleva más de medio
siglo, y que se desarrolla en una de las zonas más pobladas del mundo. En segunda
instancia, Cachemira involucra directamente a dos potencias nucleares regionales
actualmente: India y Pakistán, lo cual nos lleva a pensarlo como un foco de poder
regional. Y, por último, el terrorismo que suma a las tensiones entre las partes. Este
cúmulo de razones, entre otras, son las que nos motivan a escribir sobre una zona
históricamente inestable.
En el presente trabajo pretendemos analizar la relevancia que India le otorga a una
región en conflicto desde el surgimiento como Estado al sistema internacional,
intentando enfocar la mirada en el proceso de construcción de su liderazgo. En el mismo
sentido, describiremos la evolución histórico política del conflicto, repasando las guerras
acontecidas y las posturas de los interesados. Finalmente, nos proponemos describir la
situación actual de la disputa, haciendo hincapié en cómo afecta esta al desarrollo del
liderazgo de India en su región.

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India tiene la necesidad de resolver el conflicto en su favor, ya que esto significa


continuar abrazando los principios sobre los cuales se constituye su Estado, es decir,
sobre la diversidad étnico religiosa. Por otra parte, para India no claudicar en la lucha por
la consolidación de la unidad territorial le permite hacer frente a su principal competidor
en la puja por el poder regional, Pakistán.

CACHEMIRA: LAS GUERRAS


Previo a adentrarnos en los episodios bélicos que se sucedieron por la disputa y el
control de la región en conflicto, consideraremos un entramado de elementos que
ayudarán a comprender el estado no sólo actual del territorio sino los acontecimientos
que se fueron desarrollando con el correr de los años. Existen una multiplicidad de
variables que se mezclan y afectan el tejido de las relaciones. Elementos religiosos,
geopolíticos y diferendos limítrofes son los que a lo largo de los años han pesado en las
relaciones de los actores interesados, y que parecen haber encontrado su foco explosivo
al momento de finalizar la etapa de dominio colonial inglés.
La región de Cachemira tiene alrededor de 13 millones de habitantes y en su mayoría
su población es musulmana. Desde 1947 se ha transformado en epicentro de conflicto
internacional en donde la particularidad es que de este participan 3 estados con gran
capacidad nuclear (Gómez Adeva, 2016, p. 2).
En el mismo año de la independencia de India y Pakistán se desarrolló el primer
enfrentamiento, luego en el año 1965 y la última en 1999, esta última conocida como la
Guerra de Kargil. Existió un conflicto bélico más en torno al asunto que fue el librado
entre India y China en el año 1962.
Una vez finalizada la posesión británica sobre la India, se crearon dos Estados, la
Unión de la India y el Dominio de Pakistán. En ese momento la región de Cachemira era
gobernada por el Mahara Hari Singh, quien se comprometió a que no se anexaría su
territorio a ninguno de los dos países, sino que intentaría lograr la independencia.
Considerando la mayoría de la población musulmana en el territorio en disputa y
teniendo presente la posibilidad de pasar a formar parte de la India, rápidamente tropas
irregulares de Pakistán apoyaron a los habitantes de la región cachemir oponiéndose a
este probable episodio, llevando adelante una rebelión. Inmediatamente, Mahara Hari

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Singh solicitó la ayuda de India para hacer frente a la situación. En contrapartida, se firmó
un documento conocido como “Instrumento de Adhesión de Cachemira a India” (Gómez
Adeva, 2016, p. 4). De esta manera se dio inicio a la primera guerra.
Las disputas territoriales entre India y Pakistán no se circunscriben solamente a la
actuación de actores regionales ya que rápidamente la Organización de Naciones Unidas
tomó cartas en el asunto a través del Consejo de Seguridad, decretando la limitación de
las fuerzas indias a una presencia mínima en la región y, en el mismo sentido, una
presencia mínima de tropas de Pakistán en la zona. Además, se decidió la celebración de
un plebiscito en los estados de Jammu y Cachemira. Los resultados no fueron para nada
satisfactorios, ya que ni Pakistán retiró sus tropas del territorio ni el plebiscito se llevó a
cabo, con lo cual era evidente la continuación del conflicto en la región (Gómez Adeva,
2016, p. 3).
A partir de este momento la región quedó dividida en tres partes: Jammu y
Cachemira bajo el dominio indio, Cachemira Azad bajo la supervisión de Pakistán y Aksai
Chin, bajo control de China. Cabe recordar que, desde la creación de los dos estados en
1947, ambos proclaman ideologías marcadamente disímiles. India, se proclama como un
Estado laico y, en este marco de concepción, se ve a Cachemira como una región más,
probando de esta manera la viabilidad de un país plurirreligioso. Pakistán, por su parte se
presenta como un estado confesional musulmán. En consecuencia, considera que la
población cachemir, que en su mayoría profesa esa religión, debe pertenecer a un estado
musulmán.
Las tensiones entre India y Pakistán continuaron a lo largo de los años y dieron lugar
a la Segunda Guerra Indo-pakistaní en el año 1965. El motor de este segundo
enfrentamiento lo encontramos en las ansias de revanchismo de Pakistán y a los
enfrentamientos que también se producían entre musulmanes e hindúes en la región
(Caro Bejarano, 2011, p. 201). De esta manera se desencadenó un nuevo episodio en el
que fuerzas militares pakistaníes cruzaron la línea de alto al fuego establecida en su
momento por las Naciones Unidas. La intervención fue rechazada por las fuerzas indias
tras un violento enfrentamiento entre ambas partes. Como consecuencia, el Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas intervino nuevamente en el asunto emitiendo una

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resolución por medio de la cual se estableció el alto al fuego y, posteriormente, el 23 de


agosto de 1965 se firmó un acuerdo. Sumado a ello, el 10 de enero de 1966 India y
Pakistán suscribieron la Declaración de Tashkent, en la cual acordaron que antes del 25
de febrero del mismo año las tropas se retirarían a sus respectivas posiciones anteriores
al inicio del conflicto (Caro Bejarano, 2011, p. 201).
La Declaración de Tashkent tuvo un buen recibimiento en la comunidad internacional
y en las Naciones Unidas, de esta manera se consideró una buena herramienta para dar
por finalizado el segundo enfrentamiento. Pese a este panorama alentador, hacia
adentro de los dos estados implicados, las decisiones que se fueron tomando no fueron
del todo bien aceptadas, lo cual fue generando nuevamente el desvanecimiento de las
buenas relaciones entre India y Pakistán (Cortes Pinzon, 2012, p. 33).
Los años posteriores fueron protagonizados fundamentalmente por un vínculo tenso
y hostil, en un contexto de Guerra Fría, lo cual le otorgó al enfrentamiento condimentos
propiciados por la puja entre las dos superpotencias, Estados Unidos y la Unión Soviética.
Sumado a ello, se acrecentó el interés de India por esta región, no solo debido a que
Cachemira es relevante en términos geoestratégicos, sino como una fuente fundamental
para el abastecimiento de agua, por los recursos hídricos que allí se encuentran.
La década del noventa presentó algunos cambios para la región. Tanto la caída del
Muro de Berlín como la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas
desembocaron en la configuración de un nuevo escenario a nivel internacional.
Cachemira no escapó a esta nueva realidad. India perdió un aliado poderoso (Unión
Soviética) y las relaciones hasta ese momento con Estados Unidos no habían sido para
nada buenas. En este contexto, la Tercera Guerra por Cachemira se inició al interior de
la región cuando grupos armados opositores al dominio indio de Jammu y Cachemira se
enfrentaron a las fuerzas de seguridad de la India. Aquí subyacían distintos intereses. Por
un lado, grupos que encontraron una salida al conflicto en la anexión a Pakistán por su
afinidad religiosa, y por otro lado, grupos que se opusieron a la ocupación india
intentando conseguir la independencia de una Cachemira unificada (considerando los
territorios bajo control indio y pakistaní).

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En este momento de debilidad de la India en la región, atendiendo que había perdido


su principal aliado internacional, Pakistán vio aflorar una oportunidad sujeta a la
intervención en la zona de conflicto de grupos vinculados al terrorismo islámico. Por un
lado, la población de Cachemira, que ante el declive momentáneo de India vio una
posibilidad de reclamar por su independencia y lo hizo a través de actos violentos. Y por
otro lado Pakistán, quien colaborando con esta situación apeló a desestabilizar la región
suministrando apoyo a estos grupos radicales. La presencia y el accionar de grupos
terroristas determinaron un viraje del conflicto. En primer lugar, identificando a Pakistán
como un estado que fomenta el terrorismo y en segundo lugar India, como la gran
opositora a estas iniciativas agresivas, brindándole la oportunidad de conseguir nuevos
aliados en el mapa internacional (Caro Bejarano, 2011, p. 203).

LA INDEPENDENCIA DE BANGLADESH Y LA GUERRA CON CHINA


En la región el conflicto fue y es una constante. Además de los 3 enfrentamientos
producidos entre India y Pakistán por el dominio de Cachemira, hubo dos más que
inyectaron inestabilidad a la zona. En el año 1947, se habían constituido teniendo como
base el principio mayoritario de la religión dos estados independientes: India y Pakistán.
En ese momento Pakistán (con mayoría musulmana) dividido en dos, Pakistán Oriental y
Pakistán Occidental (estos separados por más de 1600 kilómetros y con sustanciales
diferencias culturales). Lo único que sostenía la unidad entre pakistaníes orientales y
occidentales era su pertenencia en más del 80 % de su población a la religión musulmana
(Akman, 2002, p. 52). El 26 de marzo de 1971 se declaró la independencia de Pakistán
Oriental, Bangladesh, dando origen a una guerra civil que se cobraría miles de vidas.
India, en este esquema de poder, desde un primer momento apoyó la independencia de
Pakistán Oriental y fue partícipe del conflicto desarrollado en esos tiempos brindando
apoyo a la nueva Bangladesh.
En el año 1962 India y China se enfrentaron por un desacuerdo en la línea de marca
fronteriza que se había establecido en 1914 por el Reino Unido y el Tibet, conocida como
“Línea McMahon”. La disputa territorial dio como resultado que China obtendría el
control de la región de Aksain Chin (desierto de sal), reclamada por India como parte de

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la región de Jammu y Cachemira. Finalmente, ambos países acordaron respetar la línea


de control (Gómez Adeva, 2016, p. 4).

INTERESES Y POSTURAS
Resulta difícil luego de tantos años de enfrentamientos y pujas de intereses
establecer un único origen al conflicto. El fin de una etapa colonial desencadenó
enfrentamientos y diferencias que aparecieron durante los procesos de independencia.
También resulta difícil realizar un análisis acabado de la situación cuando las visiones son
enfrentadas y adversas, pero es imprescindible incorporar en el juego de poder a quienes
se encuentran en el territorio en disputa, más allá de los reclamos de terceros países
(India y Pakistán).
Algunos conceptos son los que nos ayudarán a comprender buena parte de lo que
sucede en Cachemira, más allá de una serie de enfrentamientos bélicos por la jurisdicción
de un territorio. Tanto India como Pakistán reclaman el dominio soberano sobre la región.
Ambos estados se apoyan sobre fundamentos muy diferentes pero que al interior de cada
uno poseen solidez. Pakistán proclama la unidad religiosa y territorial, considerando a la
región como cimiento indiscutible en la constitución de su estado. India, en cambio,
sostiene y reclama soberanía sobre la totalidad de la región de Cachemira, invocando su
esencia como país pluricultural y de convivencia multi religiosa. Considera, además, que
otorgar la independencia a la región desencadenaría una serie de proclamas y
levantamientos de otras provincias indias. En tercer lugar, existen posiciones y reclamos
al interior del territorio cachemir. En este sentido, conviven diferentes posturas respecto
a la situación. Cabe hacer mención en este punto al surgimiento de grupos nacionalistas
que proclaman la independencia de Cachemira y a raíz del recrudecimiento del conflicto
la presencia en los últimos años de grupos terroristas en la región. Estos datos arrojan un
panorama que ponen en crisis las complejas situaciones de los estados nacionales.
Cachemira ya no sólo es sede de conflictos de intereses entre terceros estados, sino
que tienen peso los reclamos por su independencia, ligados fuertemente a la cuestión
religiosa, étnica y lingüística. Ahondando aún más la situación se agrava con la presencia
de grupos extremos que proponen procedimientos y forma directamente vinculados al
terrorismo.

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SITUACIÓN ACTUAL DEL CONFLICTO


Desde los inicios de las diferencias en torno a Cachemira, la situación entre las partes
ha experimentado momentos diferentes. Períodos en los que el conflicto se recrudeció,
a tal modo de llegar a enfrentamientos armados, y momentos transitorios de paz relativa.
Las relaciones entre India y Pakistán atravesaron diversos períodos, sin dudas
enfrentamientos entre ambos fueron transformando las relaciones bilaterales según el
momento histórico.
Con el inicio del Siglo XXI comenzaron una serie de conversaciones entre India y
Pakistán. Actualmente la zona de conflicto está dividida por una Línea de Control, que
separa a los cachemires del Valle en la parte india y a los que se encuentran en la montaña
en la zona de Pakistán, de esta manera quedan divididos dos estados. Desde el año 2005
funciona una línea de colectivos que comunica ciudades que se encuentran en las dos
partes de la frontera, y desde 2008, también se permite algún intercambio comercial
(Bouzas, 2010, p. 4). A pesar de estos avances, en los últimos años, el conflicto está
aumentando los niveles de violencia, los enfrentamientos se están haciendo sentir y las
diferencias nuevamente encuentran su salida con las armas.
Lo que podemos analizar desde el comienzo del conflicto hasta la actualidad es como
los factores intervinientes fueron modificando su peso. Tal es así que podríamos
mencionar dos centrales: el nacionalismo, influyente en extremo a los inicios, y luego
cómo el terrorismo se fue apropiando de la puja entre las partes. Esto llevó a una
alteración de la agenda exterior, poniendo en el centro de escena a la seguridad.
Teniendo presente las distintas variables que se analizaron y se expusieron en el
desarrollo del trabajo, existen algunas posibles salidas al conflicto. En primer lugar, la
posibilidad de seguir tal cual se encuentra actualmente la situación (mantener el statu
quo). Lo que ello implica es un nuevo enfrentamiento entre los habitantes cachemires y
el gobierno de la India, considerando como opción mejorar la calidad de vida de los
musulmanes que allí viven (Conejo Barbosa, 2016, p. 16). Luego aparecen otras
posibilidades que tienen que ver con la prevalencia de un actor u otro. Aquí surge como
posibilidad, la unión de Cachemira a Pakistán o la unión a la India, en ambos casos ello
supone la oposición de la otra parte, y en ambos casos también se sostendrían los

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principios constitutivos de cada Estado. En el caso de Pakistán, sosteniendo su mayoría


religiosa musulmana, y en el caso de India, sosteniendo su principio de Estado pluri
religioso y pluri étnico. Finalmente, la posibilidad de la independencia de la región.
Cabe tener presente en este contexto el Artículo 370 de la Constitución Nacional de
la India de 1949, en cuyo contenido se establecía la potestad de la región de tener su
propia constitución. De esta manera la región obtenía cierto margen de independencia
respecto al poder central, con excepción de cuestiones vinculadas a relaciones exteriores,
defensa y comunicaciones (BBC, agosto 2019). El Artículo 370 le brindó a las regiones de
Jammu y Cachemira, únicas con estas excepciones la posibilidad de la ratificación del
Tratado de Accesión y la adopción de su Constitución, que en el año 1954 se concretó, a
través de una asamblea constituyente (Dorronsoro, 2002, p. 77).
En el marco del proyecto de nacionalismo étnico e hinduización de la India llevado
adelante actualmente por el presidente Narendra Modi, el 5 de agosto de 2019, el
gobierno revocó el Articulo 370 de la Constitución Nacional. Allí se establecía la
autonomía del Estado de Cachemira, con mayoría musulmana, fortaleciendo exigencias
de los adeptos al Hindutva3 (Mohammad-Arif; Naudet, 2021, p. 38).

EL ROL DE INDIA A ESCALA REGIONAL E INTERNACIONAL


Naturalmente India presenta capacidades que lo convierten a escala regional y global
en un actor de peso. Sus extensiones territoriales y su ubicación estratégica la posicionan
como un país privilegiado, no sólo por su lugar en el mapa, sino también por la posesión
de recursos naturales. Sumado a ello, un peso demográfico como pocos, sólo superado
por China. Sin pasar por alto el sentimiento de ser una civilización milenaria, más de 4600
años y su sistema de gobierno democrático. La apuesta india en términos tecnológicos e
industriales, arrojando niveles sostenidos de crecimiento económico la convierten en una
jugadora determinante. El desarrollo de una política exterior con potencialidades de
peso político y protagonismo van de la mano del objetivo de consolidar su rol de liderazgo
a nivel internacional, en palabras de Sahni Varun (2013, p. 104) “el ascenso de India está

3 Referido a la adhesión religiosa al hinduismo. Actualmente se lo vincula al nacionalismo hindú.

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directa y causalmente ligado al deseo del país de transformar su prestigio en mayor


influencia en el sistema político internacional”.
India es un país que posee características muy particulares, las cuales la
transformaron en una potencia emergente y en un actor que busca consolidar su
liderazgo tanto en la en la región como en el mundo entero, y más allá de los indicadores
económicos y su poderío político, sus capacidades en términos militares y nucleares
hacen de este país un actor que concentra factores indispensables en el ejercicio del
poder. En su política exterior, persiste el interés de posicionarse como un poder
crecientemente relevante tanto en el continente asiático como en las altas esferas de
negociación global (Giaccaglia, 2016, p. 4). Su lugar en el mapa en la región surasiática y
su desempeño en el ámbito internacional, como así también sus apuestas al desarrollo
tecnológico y nuclear sin lugar a dudas en los últimos años transformaron a la India en un
centro de poder mundial y en un actor clave en la estructura del nuevo orden pos Guerra
Fría
En cuanto a su rol en la región, preferentemente ante el ejercicio de poder en la
región, es un Estado que acarrea diferencias preponderantes con actores también de
peso político en la zona, como es el caso de Pakistán. Esto hace, no sólo que su
contrincante tenga intenciones en el territorio, sino que, además, permanentemente
puja en sentido contrario para que India no logre consolidarse como tal. Ello indica que,
para India, la región no representar la plataforma de lanzamiento al mundo. Al resto del
vecindario le cuesta encontrar en India un liderazgo regional indisputable y hacen
manifiestas sus susceptibilidades, no ven en Nueva Delhi un actor que contemple al resto
de los jugadores en un esquema de contención Sahni Varun (2013, p. 104). Frente a esta
situación y tomando en cuenta el vecindario ampliado, la presencia de China eclipsa las
capacidades indias y también el desarrollo de su voluntad de líder. Con lo cual, a la región
la podemos analizar ampliando o achicando el lente geográfico. En primer lugar, en el
subcontinente surasiático India se encamina en la consolidación de su liderazgo regional,
pero fuertemente afectado por la frágil relación con Pakistán. Si bien es indiscutible su
poderío y dominación militar y económica, se le presenta un desafío que le impone su
cercanía A este país marcado por la necesidad de apaciguar la región y recomponer

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relaciones inmediatas, considerando a su vecindario próximo como el gran objetivo que


le permitirá dar el gran salto a nivel internacional. Con miras a ese objetivo está poniendo
en práctica una serie de acuerdos bilaterales que le permiten dinamizar los vínculos
estratégicos en su región, como es caso del Acuerdo de Libre comercio con Sri Lanka o la
iniciativa de la Bahía de Bengala para la Cooperación Multisectorial Técnica y Económica
– BIMSTEC, por sus siglas en inglés (Sahni, 2013, p. 105).
Si tomamos el vecindario ampliado y su rol en Asia central, nos encontramos con el
conflicto de Cachemira con Pakistán y con una India que está poniendo en
funcionamiento su rol estratégico en el Sudeste Asiático, haciendo valer su posición
geoestratégica. Finalmente, teniendo presente todo el continente asiático, India convive
con una gran potencia económica, militar y política: China. Un actor que tanto a escala
global como regional tiene peso específico y construye día a día su liderazgo con apuestas
concretas, construyendo una estructura de incentivos para cada uno de los países
surasiáticos (Sahni, 2013, p. 105).
Desde los inicios del conflicto, la zona de Cachemira constituyó un punto estratégico
para la región. Además de presentarse como el eje de forcejeo entre India y Pakistán, y
en su momento China, argumentando un elemento simbólico en la identidad nacional de
cada uno de ellos (sobre todo los dos primeros). Lo cierto es que el valle constituye una
zona de importantes recursos fluviales, y desde hace tiempo es además un paso
tradicional entre las rutas que conectan Asia Central con Asia Meridional.
El siglo XXI ha marcado a nivel internacional cambios no solo en las agendas sino
también en las balanzas y equilibrios de poder. Los atentados terroristas del 11 de
septiembre de 2001 y la crisis financiera internacional que tuvo inicio en los Estados
Unidos en el año 2008 a modo de símbolo, representaron algunas modificaciones en el
escenario internacional. Al mismo tiempo, el surgimiento de nuevos actores con peso y
roles de protagonismo así lo indicaban. Actores que entre otras cuestiones proclamaban
el diseño y la construcción de un mundo más democrático e igualitario en la configuración
de sus relaciones de poder.
India es uno de esos actores que aparecen en escena con peso y capacidad de
influencia tanto a nivel regional como internacional. Es difícil luego de tantas décadas de

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conflicto regional, desvincular a India de este, y no ponerlo sobre la mesa al momento de


analizarla como un estado emergente de los últimos años, sobre todo como ficha en una
zona en donde no se consolida la paz.

REFLEXIONES FINALES
En función de lo aquí descripto, creemos que resultaría erróneo analizar el conflicto
de Cachemira sin tener presente su etapa colonial, ya que eso significaría ignorar buena
parte de los inicios de una controversia que es actual pero que tiene décadas de tránsito.
Con la llegada de la independencia en la zona, hubo un elemento sustancial en la
determinación de los nuevos estados, es así que la religión resulta el eje central en esta
discusión y en la construcción de los estados. De este modo, las discrepancias religiosas
se transformaron en focos elementales en las disputas de soberanía. En esas disputas
territoriales, se pusieron en juego las fuerzas no solo de las partes en conflicto, sino las
intervenciones internacionales, fundamentalmente de las potencias que brindaron
apoyos en un caso y en otro.
Ya a finales del siglo XX, aparecieron en la región nuevos actores, grupos
fundamentalistas con comportamientos vinculados al terror, y ello le otorgó al
tratamiento del conflicto otras características, y un nuevo esquema en el tejido de
alianzas internacionales. Ya no sólo la religión como factor de tensiones, sino el
terrorismo se posicionó como central en las posiciones de cada Estado.
Ahora bien, considerando los más de 60 años de diferencias, y la alternancia de
períodos de conflictos armados con períodos de paz, India y Pakistán no lograron resolver
el conflicto por Cachemira.
Los dos Estados, aun habiendo iniciado instancias de diálogos, no han llegado a
acuerdos definitivos sobre sus diferencias. Pareciera que la duración prolongada de las
disputas le ha implicado al conflicto la reducción de impacto a nivel internacional. En
estas últimas líneas cabe señalar, en sentido crítico, los roles no solo de las partes
involucradas, sino las intervenciones internacionales de organismos con injerencias en la
materia.
Naciones Unidas, durante todos estos años no ha conseguido más que calmar las
aguas para que luego los enfrentamientos aparezcan nuevamente, tal es así, que, en el

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año 2019, la zona en disputa se encontró en crisis. Las dos potencias nucleares
protagonizaron tensiones y los niveles de violencia se están acrecentando, lo cual indica
que nuevamente los desacuerdos salen a la luz.
Considerando la presencia de múltiples jugadores de peso en la zona proclamando
unidad nacional, existe una necesidad que es la de encontrar una salida cubierta de
legitimidad. Esa legitimidad durante más de 60 décadas de enfrentamientos se dificulta
en las voces de las partes que se disputan el dominio territorial, y parece encaminarse en
la voluntad de incluir en la discusión a los habitantes cachemires que reclaman mucho
más que independencia. Reclaman respeto, consideración de su estado actual, cubrir sus
necesidades básicas, que no es ni más ni menos que no dejar de lado su situación
humanitaria y el respeto por sus derechos humanos.
Finalmente, India. No sería acertado afirmar que India es la única interesada en
resolver el conflicto a su favor. Pero lo cierto es que, en la construcción de su liderazgo
regional, en la proclamación de su principio de unidad territorial y multiculturalidad, y en
la prolongación de su rol protagónico a nivel mundial, no es para nada bueno perpetuar
una contienda durante tanto tiempo, sobre todo, con el actor que en su zona más cercana
de influencia le hace contrapeso.
Es evidente que India en los últimos años viene aumentando sus niveles de
participación internacional, y en la necesidad de consolidar su liderazgo es indispensable
que ya no encarne enfrentamientos bélicos en su región por conflictos de tan larga
trayectoria. También es cierto, que resolverlo en favor de un estado u otro supone que
la otra parte deba reconstruir su identidad nacional, un apartado demasiado complicado
y que dudosamente supondría la recomposición definitiva de las relaciones entre India y
Pakistán.

BIBLIOGRAFÍA

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María Luz Rioja
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