I. Derechos Humanos
I. Derechos Humanos
I. Derechos Humanos
Podemos apreciar el enfoque realista y una crítica constructiva del statu quo de los
derechos humanos en la tesis del autor.
1. Antecedentes de la protección internacional de los derechos humanos
La internacionalización de los derechos humanos es 1945, finalizada la Segunda
Guerra Mundial y creada la Organización de las Naciones Unidas.
El Derecho Internacional clásico, anterior a 1945 se concebía como aquel
ordenamiento jurídico que regulaba exclusivamente las relaciones entre los Estados.
Sólo ellos eran susceptibles de ser titulares de derechos y obligaciones en la esfera
internacional.
Los individuos, en cambio, no ostentaban derechos; no eran sujetos, sino objetos del
Derecho Internacional. Este principio negaba a los otros Estados el derecho a
interceder o intervenir en favor de los nacionales del Estado en que eran maltratados.
La única excepción era la institución de la intervención humanitaria garantizar a sus
propios nacionales ciertos derechos básicos, tan esenciales y de tal valor que no
pueden ser ignorados por los demás Estados.
Un Estado incurría en responsabilidad si trataba a un nacional de otro Estado
por debajo del standard mínimo de civilización y justicia.
Tratados internacionales del siglo XIX iban dirigidos a la protección de las
minorías cristianas en el Imperio Otomano, mientras que otros instrumentos
también de carácter convencional iban encaminados a la prohibición de la
esclavitud y el tráfico de esclavos.
El Derecho Internacional Humanitario, busca preservar los derechos más
básicos de los individuos en situaciones de conflicto.
1.1. La labor de la Sociedad de Naciones
Este régimen jurídico de protección de las minorías, basado en los principios de
igualdad de trato y no discriminación, otorgaba amplios derechos a las minorías en lo
que concierne a la conservación de su lengua, su religión, su sistema escolar e,
incluso, preveía ciertos derechos políticos.
Es muy significativo que ni en la Carta de las Naciones Unidas ni en la Declaración
Universal de Derechos Humanos se prevea un reconocimiento de los derechos de las
minorías tan avanzado como el que se produjo en la época de la Sociedad de
Naciones, lo que se convertirá en una de las principales lagunas de la Declaración
Universal.
Esto implica que no importa el tiempo en el que se de un reconocimiento de las
minorías, eso no hace más eficiente la misma.
1.2. Los derechos humanos en el período entreguerras
Lo realmente relevante de esta Declaración no fue su contenido, ciertamente nada
revolucionario, sino que abrió la puerta a un proceso irreversible de
internacionalización de los derechos humanos. A partir de este momento, y sobre la
base de esta Declaración de Nueva York, surgieron diferentes iniciativas con un único
objetivo: sustraer de la soberanía de los Estados la materia de los derechos y las
libertades.
1.3. Los derechos humanos durante la II Guerra Mundial
Desde los inicios del régimen nazi en la Alemania de los años treinta la comunidad
internacional comenzó a ser consciente de que no era un régimen respetuoso con los
derechos humanos más elementales. Todo ello hizo que los derechos humanos se
convirtieran en uno de los objetivos de las Potencias del Eje en su lucha contra el
fascismo, además de pasar a ocupar uno de los centros de atención de los intelectuales
y la opinión pública.
No es otro el trasfondo en el que tiene lugar el famoso Discurso sobre el estado de la
Unión de Franklin Delano Roosevelt al Congreso norteamericano el 6 de enero de
1941. Esboza las 4 libertades fundamentales de todo ser humano: libertad de palabra y
pensamiento; libertad de religión; libertad ante la necesidad y libertad ante el miedo.
Este constituyó «el empuje propulsor que pondrá en marcha, a nivel mundial, la
proclamación de los derechos humanos y, posteriormente, la elaboración de la
Declaración Universal de Derechos Humanos”
2. Las Naciones Unidas y los derechos humanos
El fenómeno de la internacionalización de los derechos humanos después de la
Segunda Guerra Mundial puede deberse al holocausto y todas las violaciones que se
pudieron haber evitado si hubiese existido un sistema internacional efectivo de los
derechos humanos. Esta tragedia sirvió de catalizador por un reconocimiento de los
mismos en la esfera internacional.
2.1 La conferencia de San Francisco
Va a desempeñar un papel muy importante en la inclusión de los derechos humanos en
la Carta de las Naciones Unidas.
Una de las primeras tareas de la nueva Organización que se acababa de crear sería la
adopción de un instrumento en materia de derechos humanos que precisase las
disposiciones de la Carta.
2.2 Los Derechos Humanos en la Carta de las Naciones Unidas
Desde la parte programática de la Carta de las Naciones Unidas se está asumiendo un
compromiso claro y diáfano con la causa de los derechos humanos.
En esta disposición se consagra el principio de no discriminación como principio
básico. La inclusión de este principio en un apartado tan importante de la Carta, como
es donde se establecen cuáles son los propósitos de la nueva Organización
Internacional, en absoluto fue pacífica, generando un debate muy intenso
fundamentalmente entre los Estados Unidos y la Unión Soviética.
Desde los mismos inicios de las Naciones Unidas, tanto desde la doctrina como desde
diferentes Estados, se ha cuestionado hasta qué punto los derechos humanos
constituyen un asunto que entra dentro de aquellas materias «que son esencialmente de
la jurisdicción interna de los Estados»
Según Jean-Bernard Marie y Nicole Questiaux, el artículo 2.7 de la Carta es una
disposición de «geometría evolutiva», lo que hace que los derechos humanos hayan
escapado progresivamente del dominio reservado de los Estados para convertirse en
una materia «de interés internacional”
Uno de los primeros actos del Consejo Económico y Social fue la creación de la
Comisión de Derechos Humanos en 1946, órgano que tendría como labor fundamental
en sus primeros años de vida la elaboración de la Declaración Universal de Derechos
Humanos y otros instrumentos internacionales de derechos humanos.
2.3 Los desarrollos normativos posteriores a 1945
El problema con el que se enfrentaba la Declaración Universal es que fue aprobada
mediante una resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, resoluciones
que constituyen meras recomendaciones para los Estados, pero no obligaciones
jurídicas vinculantes.
En la actualidad contamos con el Pacto internacional de derechos civiles y políticos y
con el Pacto internacional de derechos económicos, sociales y culturales. La
Declaración Universal y los dos Pactos, constituyen la denominada Carta
Internacional de Derechos Humanos, presentes en la esfera internacional de derechos
humanos.
También han aparecido mecanismos de carácter jurisdiccional bastante perfeccionados
para la protección de los derechos humanos, como pueden ser el Tribunal Europeo de
Derechos Humanos o la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
2.4. Indivisibilidad e interdependencia del conjunto de los derechos humanos
La compenetración de los derechos civiles y políticos y los derechos económicos,
sociales y culturales se puso de manifiesto en la Primera Conferencia Internacional de
Derechos Humanos celebrada en Teherán en 1968.
En el Acta Final de esta Conferencia se proclamaba la indivisibilidad e
interdependencia de ambos tipos de derechos. Esta indivisibilidad e interdependencia
del conjunto de los derechos humanos ha vuelto a ser proclamada por la Conferencia
Mundial de Derechos Humanos, celebrada en Viena del 13 al 24 de junio de 1993.
Por lo tanto, actualmente, a pesar de que esta distinción entre derechos civiles y
políticos, por un lado, y derechos económicos, sociales y culturales, por otro,
mantiene todo su sentido, debe ser matizada a la luz de las disposiciones que hemos
comentado en torno a la profunda interrelación que debe existir entre ambos tipos de
derechos.
Esta inferencia hecha por el autor es plausible, pues pese a la diferencia que existe
entre ambas se debe respetar su carácter de indivisibilidad e interrelación.
2.5. La aparición de los derechos humanos de la tercera generación
Se propone una «nueva frontera de los derechos humanos» que traten de responder a
los retos más urgentes que tienen en frente la comunidad internacional se encuentran
los siguientes: el derecho al desarrollo; el derecho a la paz; el derecho al medio
ambiente; el derecho a beneficiarse del Patrimonio Común de la Humanidad o el
derecho a la asistencia humanitaria.
La razón de ser que propician la aparición de estos nuevos derechos humanos se
fundamenta en el hecho de que cada vez más los Estados son conscientes de que
existen problemas globales cuya solución exige respuestas coordinadas, exige, en
suma, de embarcarse en procesos de cooperación internacional.
Una de las objeciones más frecuentes a estos nuevos derechos es que la proliferación
excesiva de derechos humanos puede debilitar la protección de los derechos humanos
ya existente.
Frente a ello, como señala con propiedad Alston, «el reto es encontrar un equilibrio
entre la necesidad de mantener la integridad y credibilidad de la tradición de los
derechos humanos y la necesidad de adoptar una aproximación dinámica que refleje
las cambiantes necesidades y perspectivas y que responda a la emergencia de nuevos
ataques a la dignidad y bienestar humanos»
Por lo tanto, nos encontramos ante unos nuevos derechos humanos que estarían
todavía en proceso de formación. Pero debemos tener en cuenta que los anteriores
derechos humanos también encontraron fuertes resistencias al tiempo de su
proclamación.
Esto nos debe servir de acicate para redoblar nuestros esfuerzos en aras del
reconocimiento de estos nuevos derechos de la solidaridad, derechos que responden en
gran medida a los principales retos que tiene planteados ante sí la comunidad
internacional: el desarrollo, la paz, el medio ambiente, las catástrofes humanitarias…
La única vía mediante la cual va a ser posible, lograr la universalidad de por lo menos
los derechos humanos más fundamentales es la apertura de un diálogo intercultural
sincero y abierto entre los Estados occidentales y los Estados que se muestran
partidarios del relativismo cultural.
Lo importante es dejar del lado las posturas preconcebidas y sus intereses en pro de
población.
Otra de las cuestiones que en Viena fue discutida y que finalmente logró con éxito su
inclusión en la Declaración Final firme compromiso de situar los derechos humanos
de las mujeres como una de las prioridades en la agenda internacional de los derechos
humanos.
Un último aspecto que hay que destacar de los tratados en la Conferencia de Viena fue
la importancia otorgada a las organizaciones no gubernamentales que trabajan en la
esfera de los derechos humanos.
Otro de los aspectos en los que la globalización puede introducir nuevos aires es en la
progresiva instauración del principio de jurisdicción universal en la protección
internacional de los derechos humanos.
Por lo tanto, tras este breve análisis efectuado, podemos concluir con que el actual
proceso de globalización neoliberal está planteando serias dudas desde el punto de
vista de los derechos humanos, aunque, por otro lado, también debemos admitir que se
dejan entrever ciertas luces y ciertas esperanzas que nos hacen creer firmemente en
que es posible otra globalización, la de la cultura universal de los derechos humanos.
1. Planteamiento inicial
Proteger nuestros derechos es garantizar que los deberes que ellos emanan serán
cumplidos. La Comunidad Internacional propone no sólo derechos civiles y políticos,
hacia los que parece más connatural formular deberes en negativo, sino también
derechos económicos, sociales y culturales, que resultan irrealizables universalmente
sin deberes en positivo.
Nos preguntamos también porque los derechos humanos deben ser protegidos y frente
a esta cuestión hay una respuesta general: por lo valioso que es. El valor en sí es la
persona, precisamente como sujeto de dignidad, que pide una protección incondicional.
Todo ser humano, por el hecho de serlo, por el hecho de ser racional y libre y por
tanto capaz de moralidad, es sujeto de dignidad, valor absoluto y no relativo, fin en sí
y no medio.
Como acabamos de indicar, ésta es una afirmación irrenunciable, porque garantiza que
todos somos sujetos de derechos, pero es también insuficiente, porque en sí ignora las
circunstancias concretas de esos sujetos, ignora la dimensión material de la dignidad,
la dignidad realizada porque se realizan de hecho los derechos que se presuponen.
La dignidad, además de fundamentar, marca el horizonte al que deben apuntar los
mecanismos de protección.
Se tiene libertad negativa, libertad «de», cuando hay ausencia de coacción, cuando
estamos libres de ella, cuando tenemos independencia frente a la voluntad de terceros
a la hora de hacer o dejar de hacer algo.
Para los liberales clásicos como Locke, los derechos humanos son:
Un Estado de tal naturaleza debe limitarse a proteger a las personas contra el robo, el
fraude y el uso ilegítimo de la fuerza, y a garantizar el cumplimiento de los contratos
libres entre los individuos.
Con autores como Rawls, debemos defender que el destino de las personas debe estar
determinado por sus elecciones y acciones y no por sus circunstancias de las que no es
responsable. Esto significa que es de justicia igualar en circunstancias, para que luego
pueda ser plena nuestra responsabilidad por las elecciones. Surgen así los dos
principios de justicia.
Con todo, un principio general que parece razonable que se imponga es el siguiente:
los grupos deben disponer de aquel grado de autogobierno que necesitan para
sobrevivir y desarrollarse, como condición de posibilidad del ejercicio de la
autonomía de los individuos que los componen y se remiten a ellos, y siempre que no
desarrollen rasgos y conductas que violen las libertades de sus miembros.
En segundo lugar, debe ser una protección que garantice la realización de una
igualdad material, que permita que todos tengamos dignamente cubiertas nuestras
necesidades básicas, de modo tal que estemos en disposición de desarrollar
plenamente nuestras capacidades y podamos así realizar nuestros planes de vida
personales y colectivos.
En tercer lugar, a la hora de proteger esta igualdad material, hay que estar atentos a
hacerlo de modo tal que se articule afinadamente con la protección de la libertad.
En cuarto lugar, hay que prestar atención al sujeto fundamental para la realización de
la igualdad, que es indubitablemente el Estado. Ya no podrá tratarse de un Estado
mínimo, deberá tratarse de un Estado Social de Derecho. Estado de Derecho, que
garantice la igualdad y seguridad jurídica, que garantice la igualdad material.
Queda claro que cada uno de nosotros tiene el deber de protección de los derechos del
otro, respetándolos con su propia conducta personal. También de que, para que la
protección sea eficaz, debe estar organizada institucional y públicamente,
enmarcándose entonces nuestra iniciativa de protección en esa institucionalización.
Declaramos universales a los derechos humanos, pero luego la protección firme que
ofrecemos es protección estatal con lo que aquellas personas que están en Estados que
no pueden o no quieren ofrecer esa protección se encuentran desamparadas.
En su uso actual, cargado de sentido moral, la solidaridad remite sobre todo a lo que
implicaba su uso jurídico, pero suponiendo también la solidez de lo compacto la base
de la solidaridad: la empatía, que puede adquirir
La forma de compasión en su sentido más noble, que es lo que hace que varias
personas se sientan un «solidus». Y nos sugiere igualmente cuál es su meta: el
compartir lo que se tiene sin calcular el provecho personal, sino pensando en el bien
de los otros y en el provecho del colectivo, que es lo que hace realidad el «solidus”.
—Lo que hace humano a un hombre es ser libre de las dependencias de los demás. El
individuo es esencialmente propietario de su propia persona y sus capacidades, por las
cuales nada debe a la sociedad.
—La sociedad política es una invención humana para garantizar estas relaciones
mercantiles. Sólo puede limitar la libertad de cada uno en la medida y modo en que es
estrictamente necesario para garantizar la libertad de los demás.
1. Introducción
Durante muchos años tras la Segunda Guerra Mundial los derechos humanos
formaron parte de la dinámica política de la guerra fría, y así eran vistos por la
izquierda. Tanto en los países centrales como en el mundo en desarrollo, las fuerzas
progresistas preferían utilizar el lenguaje de la revolución y el socialismo para la
formulación de políticas emancipatorias.
En las condiciones actuales del sistema capitalista mundial occidental no existe una
genuina globalización. Por lo tanto, una vez que identificamos un determinado
proceso de globalización, no podemos obtener su significado pleno sin tener en cuenta
procesos adyacentes de relocalización que tienen lugar al mismo tiempo y que se
entrecruzan.
Es útil distinguir entre globalización desde arriba y globalización desde abajo, o entre
globalización hegemónica y globalización contrahegemónica. Lo que yo he
denominado localismo globalizado y globalismo localizado constituyen
globalizaciones desde arriba; en cambio, el cosmopolitanismo y el patrimonio común
de la humanidad suponen una globalización desde abajo.
La complejidad de los derechos humanos radica en que pueden ser concebidos tanto
como una forma de localismo globalizado o como una forma de cosmopolitanismo
(una sola comunidad); o, por utilizar otras palabras, como una globalización desde
arriba o como una globalización desde abajo.
El concepto de derechos humanos descansa en un conjunto bien conocido de
presupuestos, todos ellos claramente occidentales, como son: existe una naturaleza
humana universal que puede ser conocida por medios racionales; la naturaleza
humana es esencialmente diferente y está en una posición de superioridad respecto del
resto de la realidad; el individuo tiene una dignidad absoluta e irreductible que tiene
que ser defendida en contra de la sociedad y del Estado; la autonomía del individuo
exige que la sociedad sea organizada de una manera no jerarquizada, como una suma
de individuos libres.
Pero el sesgo occidental y, aún más, liberal occidental, del discurso dominante acerca
de los derechos humanos se puede observar en muchas otras instancias: en la
Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, que fue redactada sin la
participación de la mayoría de pueblos del mundo; en el reconocimiento
exclusivamente de derechos individuales, con la única excepción del derecho
colectivo a la autodeterminación que, sin embargo, ha estado restringido a los pueblos
sujetos al colonialismo europeo; en la prioridad otorgada a los derechos civiles y
políticos sobre los derechos económicos, sociales y culturales, y en el reconocimiento
del derecho de propiedad como el primero y, durante muchos años, el único derecho
económico.
La segunda premisa es que todas las culturas tienen concepciones acerca de lo que
significa la dignidad humana pero no todas ellas la conciben como derechos humanos.
Por lo tanto, es importante indagar en las preocupaciones isomórficas entre las
diferentes culturas.
La tercera premisa es que todas las culturas son incompletas y problemáticas en sus
concepciones de dignidad humana. Contribuir a alcanzar el mayor grado de
concienciación sobre la falta de plenitud cultural es una de las tareas cruciales en la
construcción de una concepción multicultural de los derechos humanos.
La cuarta premisa es que todas las culturas tienen diferentes versiones de la dignidad
humana. La modernidad occidental se ha desdoblado en dos concepciones y prácticas
sobre los derechos humanos muy divergentes entre sí, la liberal, por un lado, y la
socialdemócrata o marxista, por el otro. La primera prioriza los derechos civiles y
políticos, mientras que la segunda incide más en los derechos económicos, sociales y
culturales.
Finalmente, la quinta premisa es que todas las culturas tienden a distribuir a la gente y
a los grupos sociales entre dos principios competitivos de pertenencia jerárquica.
Estas son las premisas de un diálogo intercultural acerca de la dignidad humana que,
eventualmente, puede conducir a una concepción mestiza de los derechos humanos,
una concepción que, en lugar de recurrir a falsos universalismos, se organiza a sí
misma como una constelación de significados locales mutuamente inteligibles, de
redes de referencias normativas de empoderamiento.
La hermenéutica diatópica está basada en la idea de que los topoi de una cultura
determinada, no importa lo fuertes que sean, son tan incompletos como la propia
cultura. El objetivo de una hermenéutica diatópica es, por lo tanto, no alcanzar la
plenitud, dado que eso es un objetivo inalcanzable, sino, por el contrario, concienciar
al máximo acerca de la recíproca ausencia de plenitud mediante el diálogo, como si
tuviera un pie en una cultura y el otro pie en la otra. En esto consiste su carácter
diatópico.
La hermenéutica diatópica requiere no sólo un tipo diferente de conocimiento, sino
también un proceso diferente de creación intelectual. Requiere la producción de
conocimiento colectivo y participativo basado en intercambios cognitivos y
emocionales de carácter equitativo, es decir, el conocimiento-como-emancipación más
que el conocimiento-como-regulación.