La Cuestión Romana Diálogo
La Cuestión Romana Diálogo
La Cuestión Romana Diálogo
I. Definición
La cuestión romana fue una disputa política entre el gobierno italiano y el papado desde 1871 hasta 1929.
La cuestión romana comenzó con el intento porparte de Italia de anexionarse Roma y la consiguiente extinción del po-
der temporal de la Santa Sede Apostólica, y terminó con los pactos de Letrán firmados en 1929 por el gobierno de Beni-
to Mussolini y el Papa Pío XI (11). Durante este periodo los papas se consideraban a sí mismos (según las palabras de
Pío IX(9)) «Prisioneros en el Vaticano».
II. Origen
A partir del año 751 y a lo largo de más de un milenio, lo papas fueron extendiendo gradualmente su control sobre las
regiones que iban conformando los Estados Pontificios gobernaron buena parte de la península itálica, cubrieron las re-
giones italianas modernas de Lacio, Las Marcas, Umbría y Emilia-Romaña.
En marzo de 1861 el primer parlamento italiano, reunido en Turín, declaró a Roma la capital del recién creado Reino de
Italia, pero esta ciudad seguía siendo la capital de los Estados Pontificios gobernados por el papa Pío IX (9). Además,
Roma estuvo protegida por una guarnición de tropas francesas, enviadas por Napoleón III para sostener al Papado, ante
un posible ataque italiano. En 1865 la sede del gobierno del Reino de Italia se trasladó deTurín a Florencia.
En julio de 1870 comenzó la guerra franco-prusiana. A principios de agosto Napoleón III, urgido de tropas para la con-
tienda, retiró rápidamente a la guarnición francesa de los Estados Pontificios. Ante esta situación hubo numerosas mani-
festaciones públicas en Florencia, Turín y Milán, demandando que el gobierno italiano tomara Roma, aprovechando la
retirada de los franceses, pues en esas circunstancias una acción militar del Reino de Italia no significaba combatir
contra tropas de un gobierno extranjero, lo cual evitaba que el proyectado ataque a Roma degenerase en una crisis polí-
tica y posiblemente bélica.
Pese a que la retirada de los franceses facilitaba los planes, el gabinete presidido por Giovanni Lanza dispuso no iniciar
acciones militares, posición compartida por el rey Víctor Manuel II. Al conocerseen Italia el derrumbe del Segundo Im-
perio Francés tras la derrota francesa en la batalla de Sedán y la rendición de Napoleón III ante Prusia, el 1 de septiem-
bre de1870, el rey Víctor Manuel II envió una carta a Pío IX (9), pidiendo al Papa "guardar las apariencias" permitiendo
entrar pacíficamente a las tropas italianas en Roma, a cambio de ofrecer protección al Papado. Pío IX (9) rechazó por
completo tal oferta.
1. Al conocerse la negativa del Papado, batallones del Regio Esercito italiano, dirigidos por el general Raffaele
Cadorna, cruzaron la frontera de los Estados Pontificios el 11 de septiembre y avanzaron lentamente hacia Roma,
esperando que la entrada pacífica pudiera ser negociada, sin hallar resistencia apreciable a lo largo del camino. Los
soldados italianos alcanzaron la Muralla aureliana el 19 de septiembre y sitiaron Roma, al mantenerse la negativa
del Papado a una solución pacífica.
2. Pío IX (9) siguió siendo intransigente y ordenó a sus "zuavos papales" oponerse formando una resistencia armada.
Antes del mediodía del 20 de septiembre, después de tres horas de bombardeos y tiroteos, el ejército italiano consi-
guió abrir una brecha en las Murallas aurelianas, en las cercanías de la Puerta Pia, así llamada por conectar con la
avenida del mismo nombre. Tras romper un sector de la muralla, los Bersaglieri marcharon por la vía Pía, después
renombrada vía del XX (20) de septiembre, y ocuparon de inmediato la totalidad de Roma.
3. Al final de la jornada 49 soldados italianos y 19 zuavos habían muerto en combate, y tras un plebiscito,Roma y el
Lacio se unieron a Italia.
4. El 20 de septiembre de 1870, consumada la ocupación de Roma y de los restos de los Estados Pontificios por el
ejército italiano, el Papa Pío IX (9) se declaró Prisionero en el Vaticano. Esta definición, junto con su actitud en ge-
neral, fue mantenida por sus sucesores (León XIII (13), Pío X (10), Benedicto XV (15) y Pío XI (11)) que se nega-
ron a salir del Vaticano y del Palacio Apostólico, hasta que en 11 de febrero 1929 los Pactos de Letrán acordaron la
creación del estado soberano de la ciudad del Vaticano.
Sin embargo esta propuesta no implicaba reconocer al Papado como "sujeto de derecho internacional" sino solamente
otorgarle la "protección" del gobierno italiano. Pío IX (9), por el contrario, reclamaba un acuerdo enpie de igualdad con
Italia y afirmó que esta propuesta plasmaba una "sujeción de la autoridad papal" al Estado Italiano, tanto por depender
de una subvención anual como por cuanto las prerrogativas del Papado nacían de una concesión del Reino de Italia,
quien podría retirar su "protección" en cualquier momento si así lo acordaba el parlamento italiano.
IV. Consecuencias:
1. Pío IX (9) se pronunció en 1874 contra la participación de los católicos italianos en la vida política del nuevo
Reino de Italia mediante su declaración de Non expedit (en latín "no conveniente"). Por su parte, desde los días de
Pío IX (9) los pontífices rechazaron apariciones públicas en Roma o salir del Palacio del Vaticano, al extremo de
realizar las principales ceremonias dentro de la Capilla Sixtina y rehusar otorgar bendiciones en la Plaza de San Pe-
dro (este evento solo se realizaba en un balcón interior del palacio).
2. Las proclamaciones papales de León XIII (13) en 1878 se realizaron solamente dentro de la Basílica de San Pedro,
lejos de la vista del público. Durante su largo pontificado de 24 años el mismo León XIII (13) opinó sobre las gran-
des cuestiones ideológicas de su época (capitalismo, socialismo, industrialización,imperialismo, etc.) pero mantuvo
la doctrina del non expedit elevándola a la categoría de "política oficial" de la Santa Sede. Alegaba León XIII (13)
que si los católicos italianos participaban en la política italiana estaban admitiendo implícitamente que el Papado
perdiese su poder político, pues participar en las instituciones políticas de Italia significaba convalidar la elimina-
ción de los Estados Pontificios y la consiguiente "subordinación" del Papado al gobierno italiano.
3. Tras la muerte de León XIII (13) en 1903 su sucesor Pío X (10) trató de mantener relaciones algo más amistosas
con el Estado Italiano, permitiendo tácitamente en 1904 que los católicos apoyasen políticamente a los liberales
moderados (y no a los liberales anticlericales) en contra de los socialistas y laicistas, eliminando en la práctica el
non expedit. Ello reflejaba la petición del Papado para que los católicos defendieran en el terreno político los intere-
ses de la Iglesia católica en todos los países del mundo, considerando Pío X (10) absurdo y arriesgado que ello estu-
viera vedado precisamente a los católicos de Italia. Tras la muerte de Pío X (10) en 1915,su sucesor Benedicto XV
(15) suprimió oficialmente la política del Non expedit, estimulando la participación de los católicos en la política
italiana de modo activo y organizado, al punto de apoyar en 1919 la fundacióndel Partido Popular Italiano de ideo-
logía demócrata cristiana, partido fundado y liderado por el sacerdote Luigi Sturzo.
V. Pactos de Letrán:
Tras la muerte de Benedicto XV (15) en 1922 fue elegido papa el cardenal Achille Ratti, con el nombre de Pío XI (11),
quien desarrolló una vasta actividad diplomática, tratando de asegurar representación de la Iglesia católica ante todos
los Estados donde ello fuera posible y enviando agentes diplomáticos para tal fin.Precisamente una de sus finalidades
fue eliminar la "cuestión romana" mediante negociaciones bilaterales con el gobierno italiano, ahora dirigido por Benito
Mussolini y su régimen fascista;de hecho, Pío XI (11) había dado una muestra de "acercamiento" al presentarse en un
balcón de la Plaza de San Pedro el día de su proclamación papal, para sorpresa de los fieles allí reunidos pues desde
1870 los sucesivos papas habían rehusado toda aparición pública. Si bien Pío XI (11) no dirigió palabra alguna a la mul-
titud, dicho gesto significó romper una política estricta seguida por el papado en los últimos 52 años.
La Italia fascista carecía de la tradición laicista que había caracterizado al liberalismo italiano que había dominado la
política del país entre 1870 y 1922, pero las doctrinas fascistas tampoco favorecían el catolicismo, manteniendo por el
contrario una fuerte tradición anticlerical y de "culto a la fuerza" en menosprecio de la religión. No obstante, tanto el
Papado como la dictadura mussoliniana necesitaban del mutuo reconocimiento, y ambos veían como anacrónica e inne-
cesaria la antigua cuestión romana. Es así que Pío XI (11) se acerca a la dictadura fascista para retomar los planteamien-
tos de "garantías papales" ya formulados por los viejos regímenes liberales de Italia, a lo cual el gobierno de Mussolini
agrega el reconocimiento del Papado como sujeto de derecho internacional, dotado de las mismas prerrogativas de un
Estado soberano.
Así, Pío XI (11) obtenía una situación de igualdad con Italia mientras que Mussolini neutralizaba toda posible oposición
católica a su régimen. Las negociaciones bilaterales concluyeron con los Pactos de Letrán que dieron origen a la Ciudad
del Vaticano en 1929.