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Biografias

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Henry Ford
 Biografía

 
 Cronología
 
 El Ford T
 
 Fotos
 
 Vídeos

El ingeniero y empresario estadounidense Henry Ford modificó de un forma radical las


costumbres y los hábitos de consumo de la sociedad, gracias a su innovadora forma de entender
la producción industrial. Por una parte, fue capaz de producir automóviles económicos y
fiables, al alcance de un gran número de consumidores; por otra, transformó los métodos de
trabajo de la industria, para hacerla más productiva. En el momento de su muerte, acaecida en
1947, ese hijo de unos pobres granjeros irlandeses no sólo había amasado una fabulosa fortuna
personal y engendrado una familia de empresarios que expandió su imperio industrial, sino que
tenía el orgullo de ser uno de los hombres que más han influido en el llamado estilo de vida
americano. Su Ford T figura hoy en muchos museos como una obra de arte equiparable a las
grandes creaciones humanas.
Henry Ford

Nacido el 30 de junio de 1863 en Dearborn, Michigan, Henry Ford demostró desde muy joven
unas condiciones poco comunes para la mecánica. Nada más terminar sus estudios secundarios
en Dearborn, se trasladó a Detroit para trabajar como aprendiz de mecánico, aunque no mucho
después regresaría a su pueblo, ganándose la vida como mecánico de máquinas de vapor. En
1888 se casó con Clara Jane Bryant, su compañera de toda la vida, que le daría un único hijo,
Edsel (nacido en Detroit en 1893), un hombre brillante e imaginativo que hubiera podido ser un
gran director de empresa de no haber vivido ensombrecido por la gigantesca figura de su padre.
Ford volvió a instalarse en Detroit en 1891 y entró a trabajar como mecánico en la Edison
Illuminating Company, de la que llegaría a ser ingeniero jefe.

En esos años inició la construcción, en su tiempo libre, del que sería su primer «coche sin
caballos», que culminó en 1896. Se trataba de un vehículo de cuatro ruedas arrastrado por un
motor de dos cilindros y cuatro tiempos, refrigerado con agua y sin marcha atrás. Este modelo
no aportó ninguna novedad mecánica respecto a los que en Europa fabricaban Daimler o Benz.
Su importancia vendría después, con la construcción en serie, y gracias a sus prestaciones,
economía y robustez, virtudes destinadas a satisfacer las necesidades de la clase media.

Durante los primeros años del siglo, Henry Ford fue asentando su fama de mecánico
conduciendo con éxito sus propios coches de carreras. Se asoció con otras empresas
automovilísticas, pero su fuerte carácter y sus ideas poco convencionales le llevaron a fundar en
1903 la Ford Motor Company, de la que poseyó el 25,5 % de las acciones. En el momento de
su fundación, la compañía sólo disponía de unas cuantas patentes y de un prototipo construido
con ayuda de C. Harold Willis que ni siquiera estaba terminado.

El arrollador triunfo del Ford T


Él y sus socios, fundamentalmente los hermanos John y Horace Dodge, fabricantes de los
motores, empezaron a cosechar los primeros éxitos, y con ellos llegaron las diferencias de
criterio. Los Dodge se inclinaban por un modelo de lujo y alto precio, en tanto que Ford
propugnaba exactamente lo contrario, es decir, un coche muy sencillo y popular, y sobre todo
barato. Las diferencias acaban siendo tan graves que Ford opta por comprar la mitad de las
acciones, dejando a los Dodge en minoría. Ahora ya no sólo sabe lo que quiere sino que, a
partir de diferentes intentos, sabe incluso cómo debe hacerse, y fruto de todo ello nace el Ford
T, que sale a la venta en 1908. Tan sólo cinco años después, Henry Ford ya es capaz de poner
en la calle 25.000 unidades anuales a un precio de 500 dólares, con unos beneficios superiores a
los once millones de dólares.

El coche número diez millones, junto


al primero que salió de la factoría Ford

A partir de aquí los analistas del fenómeno Ford discrepan. Para unos el secreto de su éxito fue
que supo comprender que el deseo de todo americano era poseer un vehículo autopropulsado
capaz de proporcionarle la libertad de acción que caracteriza el sueño americano. Para otros, en
cambio, el proceso fue exactamente al contrario: lo que hizo Henry Ford, gracias a su ingenio y
laboriosidad, fue poner al alcance de cualquiera la posibilidad de comprar un automóvil, con lo
cual habría construido al mismo tiempo el mítico modelo T y el sueño americano.

En uno u otro caso, y desde un punto de vista estrictamente empresarial, el verdadero secreto de
Henry Ford fue el haber sabido combinar tres factores que no sólo revolucionaron la industria
automovilística sino la sociedad norteamericana en su conjunto. El primero de esos factores fue
la normalización y la fabricación masiva de todas y cada una de las piezas que componen un
automóvil, de forma que al converger ordenadamente sobre la cadena de montaje se podían
ensamblar un centenar largo de unidades diarias.

El segundo factor fue la concesión de unos elevados salarios («desorbitados», en opinión de sus
rivales) a los trabajadores de sus factorías, que, al encontrarse con recursos económicos
suficientes, de inmediato pasaron a ser los principales consumidores del propio Ford T.
Finalmente, Ford estableció a escala nacional una tupida red de concesionarios que mantenían
con la central una estrecha relación, ya que en muchos casos incluso se fundaron las bases
rudimentarias de lo que hoy son las compañías financieras paralelas que fomentan la venta a
plazos. A sus cuarenta años, Henry Ford no sólo era ya el primer fabricante mundial de
automóviles, sino uno de los hombres más ricos del país.

Pacifista en la guerra
Pero aún le quedaban muchas y duras pruebas en las que templar su indomable espíritu
irlandés. En vísperas de la entrada estadounidense en la Primera Guerra Mundial, y cuando el
conflicto ya se había generalizado en Europa, Ford lanzó personalmente una campaña en favor
de la paz tan apasionada como ridiculizada por sus oponentes. Llegó incluso a fletar el
llamado Barco de la Paz al tiempo que financiaba a las organizaciones pacifistas en su inútil
esfuerzo por detener la guerra. Sin embargo, siendo como era un hombre pragmático, no dudó
un instante en poner todas sus factorías al servicio del gobierno cuando comprendió que la
guerra era inevitable, obteniendo contratos multimillonarios para la fabricación de vehículos
bélicos y armamentos.

Henry Ford con Knox y William Hearst

Paralelamente a sus esfuerzos en favor de la paz, Henry Ford hubo de librar una dura batalla de
orden legal contra los hermanos Dodge, quienes a la cabeza de un amplio sector de accionistas
minoritarios se oponían a que el magnate reinvirtiese los beneficios de su empresa en ampliarla
y consolidarla. Ello iba en contra de los intereses de John y Horace Dodge, más interesados en
cobrar los dividendos para invertirlos en su propia fábrica de automóviles. Obligado en 1919
por un juez a repartir entre sus accionistas casi veinte millones de dólares, Ford reaccionó con
una contraofensiva brutal y en cuestión de semanas, y por medio de agentes interpuestos,
invirtió más de cien millones de dólares en hacerse con la casi totalidad de las acciones de la
Ford Motor Company.

Los tiempos, sin embargo, ya no eran tan buenos. En 1920-1921 se vivió una fuerte recesión
que fue como el preludio de la crisis del 29. Ford salvó el bache a costa de reducir aún más el
precio del modelo T (360 dólares), de lanzar el famoso tractor Fordson y de obligar a sus
concesionarios a financiar en parte no sólo la compra de su propia compañía sino las cuantiosas
inversiones que estaba llevando a cabo. En 1922 compró la Lincoln Motor Company y puso al
frente de la misma a su hijo Edsel con el objetivo de fabricar un modelo de lujo.

Simultáneamente, y a fin de poder controlar todos los estadios de la fabricación y venta de sus
automóviles, inició la compra sistemática de bosques, minas de carbón y hierro, fábricas de
cristal, altos hornos, un ferrocarril, una flota mercante y una inmensa plantación de caucho en
Brasil, al tiempo que, para diversificar aún más la oferta, inició la fabricación de aviones
trimotores, haciendo de paso que el transporte aéreo de pasajeros y de correo experimentasen
un gigantesco avance en Norteamérica. Henry Ford fue, además, el primero en advertir las
ventajas del mercado exterior y estableció una completa red de ventas en Europa. Hacia la
mitad de la década de los años veinte, el Ford T acaparaba entre un 40 y un 57 % del mercado
de automóviles. Sin embargo, justo en vísperas de la gran depresión del 29, Ford no supo (y en
parte no quiso, ya que era hombre obstinado y de ideas fijas) ver los grandes cambios que se
avecinaban y que obligaban a un enérgico golpe de timón.

La crisis del 29

El notorio incremento de la red vial, unido a la subida general del nivel de vida, así como la
competencia directa de rivales como la General Motors, hicieron del Ford T un modelo
obsoleto. Pero Ford, viendo las engañosas cifras de ventas de su portaestandarte, se resistía a
cambiarlo y optó por el viejo recurso de reducir costos, sólo que esta vez ya únicamente le
restaba incrementar la productividad y congelar los salarios, lo cual hizo disminuir
notoriamente la popularidad del Ford entre los antaño obreros mejor pagados de Norteamérica.

El dramático descenso en las ventas experimentado durante 1927 obligó a Ford a suspender la
producción del modelo T. A finales de ese año salió a la venta el Ford A y poco después, en
1929, el asombroso V-8, que le permitieron recuperar algo del terreno perdido. Pero la Ford
Motor Company ya no es la número uno, porque tanto General Motors (con el famoso Chevvy)
como la Chrysler van por delante. Con el agravante de que el patrón parece haber perdido el
rumbo: su semanario, el Dearborn Independent, se lanza a una furiosa campaña antisemita; ni la
posterior desautorización del propio Henry Ford ni su pública solicitud de disculpas evitará una
caída en picado de su reputación.
Henry Ford frente a un motor V8

El inmenso poder del que disfrutaba dentro de su conglomerado de empresas, la imposibilidad


de ejercer el control directo de todas ellas y el hecho de que Ford fuese mejor en las cuestiones
mecánicas que en las relaciones humanas dieron como resultado que muchas veces delegase su
poder en personas más notables por su actitud servicial que por sus dotes empresariales. Así, la
benéfica influencia que un hombre reflexivo y ponderado como su hijo Edsel venía ejerciendo
sobre la empresa desde 1925 se veía ampliamente contrarrestada por los amplios poderes
concedidos a Harry Bennet, jefe de los servicios de seguridad de Ford.

Bennet fue en gran medida responsable de la reiterada y obstinada negativa de Ford a firmar la
Ley de Recuperación de la Industria Nacional, una fórmula gubernamental puesta en práctica
durante los años treinta para ayudar a superar el crac del 29 y que implicaba sustanciosos
contratos estatales pero que obligaba a los patronos a pactar con los sindicatos. Al final de esa
década, y cuando se hizo evidente que Hitler acabaría arrastrando otra vez a Estados Unidos a
intervenir bélicamente en Europa, Henry Ford volvió a oponerse públicamente a la guerra. Pero
nada más conocerse el ataque japonés contra Pearl Harbor y la fulminante declaración de
guerra decretada por el presidente Wilson, puso su gigantesco potencial al servicio del Estado y
de sus factorías no tardarían en salir los primeros superbombarderos destinados a restituir la
supremacía bélica estadounidense.

La herencia del gran industrial

La falsa prosperidad aportada por los contratos estatales no alcanzaba a ocultar las graves
deficiencias que aquejaban a la Ford Motor Company, fundamentalmente debidas al notorio
retraso tecnológico experimentado por el empeño de su fundador en continuar produciendo
vehículos baratos y por lo tanto técnicamente mediocres. En este sentido cabe destacar la
positiva influencia ejercida por Edsel Ford, y que hubiera podido incrementarse aún más debido
a los reiterados problemas cardíacos sufridos por Henry Ford a principios de los años cuarenta.
Desgraciadamente, Edsel murió en 1943, y Henry Ford, a la sazón un anciano de ochenta años
y con la salud muy deteriorada, ya no tenía fuerzas para recuperar el mando de esa nave que
avanzaba hacia la deriva.

Con su esposa y su nieto Henry Ford II en 


el cuadriciclo que había construido en 1896

Hasta que en 1945, y tras una suerte de golpe de estado familiar en el que tuvo una destacada
actuación la esposa del fundador, Clara Jane Bryant, el hijo de Edsel, Henry Ford II, fue aupado
a la presidencia con la misión de reestructurar, sanear y poner al día el fabuloso conglomerado
de empresas levantado por Henry Ford. En el momento de su muerte, ocurrida en abril de 1947,
Henry Ford tuvo la satisfacción de saber que su imperio volvía a ser una maquinaria que
funcionaba a toda presión y que luchaba ventajosamente en todos los frentes abiertos por él.

Sin embargo, los tiempos habían cambiado y ya no era posible seguir dirigiendo ese imperio
sobre una base familiar. En 1956, siete millones de acciones de la Ford Motor Company
salieron a la venta, poniendo fin al control absoluto ejercido por los Ford. Gran parte de los
beneficios generados actualmente por la empresa van a parar a la Fundación Ford, creada en
1936 y sucesivamente fortalecida por los legados dejados por el propio Henry Ford, su esposa
Clara y su hijo Edsel, totalizando en la actualidad más de medio billón de dólares dedicados
íntegramente al fomento de la investigación y las artes.

Alberto Fujimori
(Alberto Kaynia Fujimori; Lima, 1938) Político peruano, presidente de Perú
entre 1990 y 2000. Fundador de la agrupación Cambio 90, ganó las
elecciones presidenciales de 1990, derrotando a Vargas Llosa. Puso en
marcha un duro plan de ajuste para paliar la grave situación económica. El
5 de abril de 1992, con el apoyo del ejército, encabezó un autogolpe y
disolvió el parlamento. Después de sofocar un intento de contragolpe
protagonizado por varios militares (13 de noviembre), convocó unas
elecciones (6 de diciembre de 1992) para un denominado Congreso
Constituyente Democrático, que fueron boicoteadas por los partidos
tradicionales de país. La victoria en ellas de la agrupación Nueva Mayoría-
Cambio 90 permitió a Fujimori legitimar su golpe de estado y elaborar una
nueva constitución acorde con su política. En los comicios de 1995 resultó
reelegido por mayoría absoluta. Bajo su segundo mandato el país
experimentó un crecimiento económico notable, aunque tuvo que afrontar
episodios como el secuestro y la posterior liberación de rehenes en la
embajada japonesa en Lima (diciembre 1996-abril 1997). En el año 2000
volvió a ser elegido, pero las denuncias de corrupción forzaron su dimisión
en noviembre del mismo año.

Alberto Fujimori

Descendiente de emigrantes japoneses, Alberto Fujimori nació en Lima el


28 de julio de 1938. Estudió en el colegio Nuestra Señora de la Merced y en
la Gran Unidad Escolar Alfonso Ugarte de Lima. En 1957 ingresó a la
Universidad Nacional Agraria de La Molina. En 1984 fue nombrado decano
de la Facultad de Ciencias de dicha universidad, de la cual poco después
fue elegido rector.

A comienzos de 1990 llegaba a su fin el gobierno de Alan García Pérez, que se


caracterizó por una grave crisis económica, el incremento de la violencia
terrorista y el descrédito de las fuerzas políticas. Para ese año, el número
de candidatos fue excesivo y el tipo de contienda electoral fue muy
agresiva. En la campaña se enfrentaron en primera y segunda vuelta el
prestigioso literato Mario Vargas Llosa, por el Frente Democrático, y el
hasta entonces desconocido ingeniero Alberto Fujimori como cabeza de
Cambio 90, formación política que Fujimori había fundado en 1989. La feroz
operación de desprestigio desatada contra el candidato opositor y las
promesas electorales que Fujimori reiteraba en su lema electoral
("honradez, tecnología y trabajo"), favorecieron a este último, que salió
vencedor en las elecciones generales de 1990.

Sin plan de gobierno y bajo denuncias de evasión de impuestos y


sospechas de su nacionalidad japonesa, el nuevo presidente juramentó el
cargo por un período de cinco años el 28 de julio de 1990. Una de las
primeras medidas adoptadas por su gobierno fue la realización de un fuerte
ajuste económico que durante toda su campaña electoral había prometido
evitar. Tras una premeditada campaña de desprestigio contra el Poder
Judicial y el Congreso, al cual se acusaba de generar ingobernabilidad y
entorpecer las medidas necesarias para organizar el Estado, Alberto
Fujimori y las Fuerzas Armadas dieron el 5 de abril de 1992 un golpe de
estado que abolió la Constitución de 1979, cerró el Congreso e intervino el
Palacio de Justicia. El golpe se había inspirado en el llamado "Plan Verde",
documento elaborado en 1988 por un grupo de militares descontentos con
el gobierno de García.

La población, ilusionada con el "Gobierno de Emergencia y Reconstrucción


Nacional", como se le denominó, y ante la creciente amenaza de los grupos
terroristas Sendero Luminoso (SL) y Movimiento Revolucionario Túpac
Amaru (MRTA), apoyó en su gran mayoría la medida. Tras no muchas
protestas, la OEA aceptó rápidamente la situación y no puso mayores
objeciones al nuevo régimen. Se conformó entonces el denominado
Congreso Constituyente Democrático (CCD), el cual elaboró la Constitución
de 1993, que permitía la reelección presidencial inmediata, a diferencia de
la 1979, que la prohibía.

La captura del líder de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán Reynoso, en


septiembre de 1992, producto de la paciente labor del Grupo Especial de
Inteligencia (GEIN) de la policía, que venía trabajando al mando del coronel
Benedicto Jiménez desde 1988, significó el inicio del derrumbe de este
grupo subversivo, lo cual fue aprovechado por el gobierno de Fujimori con
fines electorales. Poco después, en noviembre de 1992, fue abortado un
intento de golpe protagonizado por un grupo de militares liderados por el
general Enrique Salinas Sedó, que buscaban restablecer la institucionalidad
democrática. Al enterarse del hecho, y como acto premonitorio, Fujimori se
dirigió en compañía de su familia a la embajada del Japón en Lima.

Transcurridos los primeros cinco años de gobierno, el Perú registraba


excelentes índices de crecimiento económico, una mayor confianza en la
viabilidad política y un mayor respeto por las instituciones públicas. En este
contexto favorable, Fujimori resultó vencedor en las elecciones
presidenciales realizadas en 1995, tras derrotar al ex-secretario general de
la ONUJavier Pérez de Cuéllar, que se presentó a los comicios electorales como
cabeza de Unión por el Perú. La mayoría parlamentaria oficialista aprobó la
ley 26657, denominada "Ley de Interpretación Auténtica", que pretendía
justificar la postulación de Alberto Fujimori a un tercer período presidencial.
Es decir, se interpretaba el segundo gobierno de Fujimori (1995-2000)
como si fuera el primero, basándose en la no retroactividad de las leyes.

Uno de los acontecimientos más importantes que tuvieron lugar durante el


segundo gobierno fujimorista fue la toma de la residencia del embajador
japonés por parte de un comando del MRTA liderado por Néstor Cerpa
Cartolini e integrado por 14 subversivos (entre ellos 2 mujeres), en
diciembre de 1996. La gran mayoría de los rehenes fueron liberados en los
días siguientes, con lo que quedaron 172 personas secuestradas. Cuatro
meses después, y tras extensas negociaciones, un comando del ejército
liberó a los rehenes, en una operación que dejó como saldo la muerte de un
rehén, la de dos militares y todos los subversivos.

Posteriormente, en junio de 1997, tres magistrados del Tribunal


Constitucional (Delia Revoredo, Manuel Aguirre Roca y Guillermo Rey Terry)
que habían declarado inconstitucional la "Ley de interpretación Auténtica",
fueron arbitrariamente destituidos por la mayoría oficialista del Congreso.
En los años siguientes, la crisis económica, el marcado acento autoritario
del presidente y los cada vez más sonados casos de corrupción en el
gobierno terminaron por minar la credibilidad y popularidad de Fujimori.

En el año 2000 Fujimori logró ser reelegido, pero esta tercera elección
presidencial fue duramente criticada dentro y fuera del Perú por las
fundamentadas denuncias de fraude. La situación se agravó con el
descubrimiento de las corruptelas de su mano derecha, Vladimiro Montesinos.
El vídeo en el que se observaba con nitidez cómo Montesinos (asesor del
presidente y jefe de los servicios secretos) sobornaba al congresista
opositor Alberto Kouri recorrió las cadenas de televisión de todo el mundo.
Sobre el que había sido durante años hombre de confianza del presidente
recayeron acusaciones de blanqueo de dinero, narcotráfico, contrabando de
armas y asesinato. Montesinos huyó del país, y la tormenta política acabó
provocando la dimisión del propio Fujimori, la detención por corrupción de
gran parte de sus ministros y personalidades de su entorno, y el autoexilio
de Fujimori en Japón (noviembre de 2000).

En 2001, después de la captura de Montesinos, las autoridades judiciales


acusaron a Fujimori de cargos de corrupción, violaciones de derechos
humanos y crímenes de lesa humanidad. Tras varios pedidos de extradición
por parte del gobierno peruano a su homólogo japonés (que fueron
denegados), en noviembre de 2005 Fujimori llegó de forma inesperada a
Santiago de Chile, donde fue detenido y puesto en libertad condicional bajo
fianza seis meses más tarde.

En septiembre de 2007 la Corte Suprema de Chile aprobó su extradición a


Perú, donde la Justicia inició de inmediato el primer proceso en su contra.
El 7 de abril de 2009 el Tribunal Supremo de Perú condenó a Fujimori a
veinticinco años de prisión, al hallarlo responsable directo del asesinato de
veinticinco personas y de dos secuestros, crímenes perpetrados durante su
primer mandato presidencial. Otro juicio, celebrado sumariamente en 3
días a fines de septiembre de 2009, encontró a Fujimori culpable de los
delitos de espionaje telefónico, compra de medios de comunicación y
sobornos a parlamentarios, por los que se le condenó a otros seis años de
prisión.

Luis Alberto Sánchez


(Lima, 1900 - 1994) Polígrafo, político y educador peruano, uno de los más
prolíficos, influyentes y discutidos intelectuales del siglo XX. En la vida
literaria peruana es una figura central y también polémica, tanto por sus
posiciones políticas como por sus juicios apresurados o impresionistas, que
en parte se deben a las difíciles circunstancias de exiliado político (sufrió
destierro en 1932, 1934 y 1948) en las que tuvo que escribir varios de sus
libros, y luego a la ceguera que lo afectó. Pero es innegable que su
interpretación de la literatura peruana como un aspecto de su proceso
social ha tenido un efecto considerable en la historiografía literaria.

Luis Alberto Sánchez

Comenzó a publicar cuando tenía apenas 20 años y siguió haciéndolo, pese


a todos los avatares de su vida, hasta sus últimos días. Se doctoró en
Letras por la Universidad de San Marcos, en la que enseñó literatura e
historia y de la fue tres veces rector (1946, 1961 y 1966). Cultivó la
amistad de los escritores y políticos más importantes de su tiempo. Fue
miembro de la Academia de la Historia y de la Real Academia Española.

A partir de 1930 y durante más de 60 años fue miembro activo del Partido
Aprista Peruano. Repetidas veces senador y diputado, ocupó la cartera de
Educación desde 1946 a 1948. Su ascenso político se vio alimentado por el
triunfo de Alan García, que nombró a Sánchez vicepresidente del gobierno
peruano en 1985. En 1989, durante cuatro meses escasos, asumió la
presidencia del gabinete de Alan García, pero dimitió de este puesto para
tener la posibilidad de presentarse como candidato a la primera
vicepresidencia en los comicios que se celebraron en 1990.
En 1994, Sánchez ingresó en una clínica de Lima por una dolencia renal, y
poco después falleció en su domicilio, lo que puso punto y final a una vida
entregada al mundo intelectual y a uno de los personajes más carismáticos
de su país, capaz de provocar sentimientos dispares entre los cuales nunca
se encontró la indiferencia.

Sus artículos y crónicas periodísticas sobre los más variados asuntos son
incontables; sus libros pasan de un centenar, de calidad muy desigual, y
cubren distintos géneros: novelas históricas, monografías, crítica literaria,
crónicas, ensayos... Como crítico literario, sus mejores aportes son sus
numerosos estudios sobre Manuel González Prada y José Santos Chocano; como
historiador literario, es autor de La literatura peruana, derrotero cultural para una
historia del Perú (1928-36), reeditada y ampliada varias veces. Testimonio
personal(1969) es un libro de memorias escrito a vuelapluma.
El Perú: retrato de un país adolescente (1987) es una compilación en la que se
reúnen un texto de 1948 reeditado en 1973 y los capítulos añadidos en
1981 (Nuevo retrato) y en 1987 (Flash de un país a punto de dejar de ser adolescente).
La primera parte es una patética, dolorosa y vibrante historia personal (la
de un exilio de 20 años, al filo del retorno imposible) y su visión del país
perdido. La segunda está escrita con la rabia de entender que todo sigue
igual, a pesar del paso de los años. Sin embargo, en el Flash final,
redactado desde la responsabilidad gubernamental, el autor confiesa la
angustia que le producen los cambios, las novedades y las
transformaciones que se estaban produciendo día a día.

Fernando Belaúnde Terry


(Lima, 1912 - 2002) Político peruano que fue dos veces presidente de la
República (1963-1968 y 1980-1985). Hijo de Rafael Belaúnde y Lucía
Terry, Fernando Belaúnde realizó sus estudios primarios en el Colegio La
Recoleta de Lima. Entre 1924 y 1930 cursó la enseñanza secundaria en
París, adonde había sido deportado su padre por el gobierno del
presidenteAugusto Leguía. Luego estudió arquitectura en la universidad
estadounidense de Austin (Texas), por la que se graduó en 1935.
Fernando Belaúnde

De vuelta a Perú se dedicó a la vida académica, a divulgar las nuevas


corrientes urbanísticas y a impulsar la profesionalización de la arquitectura
en Perú. Para ello fundó la revista El Arquitecto Peruano en 1937, así como la
Asociación de Arquitectos del Perú y el Instituto de Urbanismo del Perú, que
años después sería incorporado a la entonces Escuela Nacional de
Ingenieros.
Aunque dedicado fundamentalmente a estas actividades y a sus tareas
profesionales, tomó por entonces contacto con la política por primera vez al
ingresar en el Frente Democrático Nacional, que apoyaba la candidatura de
Bustamante y Rivero en las elecciones de 1945. Fue elegido diputado,
cargo que ejerció hasta octubre de 1948, cuando se produjo el golpe de
Estado del general Manuel Arturo Odría.
Como muchos de sus contemporáneos, fue un firme opositor a la dictadura
odriísta, razón por la cual, con el apoyo de un grupo de sus estudiantes
universitarios, conformó el Frente de Juventudes Democráticas en 1955,
con el fin de lanzar su candidatura para las elecciones presidenciales del
año siguiente. Su candidatura fue cuestionada por el Jurado Nacional de
Elecciones, pero en una jornada cívica conocida como el “Manguerazo” por
la represión sufrida ante la policía que utilizó carros lanza-aguas, logró el
reconocimiento de su candidatura. Aunque fue derrotado por Manuel Prado
Ugarteche, del Partido Aprista Peruano, quedó en un expectante segundo
lugar que lo ubicó en el centro del espectro político nacional.

Convencido de sus posibilidades para lograr en una próxima convocatoria la


presidencia de la República, en junio de 1956 convirtió el Frente de
Juventudes Democráticas en el partido Acción Popular. De esta manera,
Acción Popular pasó a formar parte de una nueva generación de partidos
políticos (junto con la Democracia Cristiana y el Movimiento Social
Progresista) formados a partir de las experiencias desarrolladas durante el
gobierno del Frente Democrático Nacional y la oposición a la dictadura de
Odría.

Para afianzar sus posibilidades presidenciales inició un recorrido por el


interior del país, periplo que lo llevó hasta las zonas más alejadas. A partir
de sus impresiones y notas de viaje por las diversas regiones, fue
elaborando las bases ideológicas del nuevo partido (condensadas en la
frase “El Perú como doctrina”), cuyo objetivo principal era emprender la
realización de obras públicas por medio del trabajo comunitario de los
pueblos, recogiendo de esta manera la experiencia histórica del pasado
incaico. Dicho reconocimiento se resumiría más adelante en la frase “El
pueblo lo hizo”. En cuanto al programa del partido, contenía las
reivindicaciones que eran comunes a los diversos partidos antioligárquicos:
defensa de las libertades públicas, reforma económica del Estado, reforma
agraria, nacionalización del petróleo.

Belaúnde se presentó por segunda vez como candidato en las elecciones


generales de 1962, que se vieron frustradas por serios cuestionamientos de
fraude; Acción Popular participó activamente en esa campaña, que requirió
finalmente intervención militar. Al año siguiente, con el apoyo electoral de
la Democracia Cristiana, venció en las nuevas elecciones generales.

Fernando Belaúnde asumió la presidencia el 28 de julio de 1963 en medio


de una gran expectativa popular, contando con el apoyo de la Iglesia, las
Fuerzas Armadas y los más importantes medios de prensa; prometió
realizar en los primeros cien días las reformas más importantes que el país
esperaba. Sin embargo, no contaba con mayoría parlamentaria, que estaba
en manos de la alianza prooligárquica entre el Partido Aprista Peruano y la
Unión Nacional Odriísta. De esta forma, entre las trabas impuestas por
dicha mayoría y las dudas del presidente, las reformas no fueron realizadas
plenamente.

Su gobierno se caracterizó sobre todo por la realización de importantes


obras públicas, especialmente en las áreas de viviendas y comunicaciones;
en este último terreno destacó el inicio de la construcción de la Carretera
Marginal de la Selva, que unió la costa con las alejadas provincias del
oriente peruano, especialmente San Martín, que se convirtió en un
importante polo de desarrollo regional.
Muchos pequeños y medianos proyectos fueron realizados por intermedio
de Cooperación Popular, contando con el aporte del trabajo comunitario de
sus beneficiarios y el apoyo de jóvenes universitarios. Pero también
existieron factores internos del gobierno que explican el fracaso del
proyecto reformista: la devaluación monetaria de 1967, las denuncias de
contrabando contra importantes funcionarios del gobierno, las denuncias
contra el arreglo con la International Petroleum Company por los
yacimientos petrolíferos de La Brea y Pariñas, y sobre todo la falta de
firmeza política frente a sus opositores.

Fernando Belaúnde en Huánuco (1966)

En medio de la decepción de los que inicialmente los apoyaron y


previniéndose una victoria electoral de la oposición en las elecciones de
1969, el general Juan Velasco Alvaradoencabezó un golpe de Estado la noche
del 3 de octubre de 1968. Durante el largo destierro (de 1968 a 1977) que
siguió a su derrocamiento, sobrellevado principalmente en Estados Unidos,
ocupó cátedras como profesor invitado en las universidades de Harvard,
American, Johns Hopkins, Columbia y George Washington. En esa época
recibió varios doctorados honorarios y una medalla de oro en la Bienal de
Rimini, por la concepción de la carretera Marginal de la selva. Regresó a
Perú en 1977, cuando fueron convocadas elecciones para una Asamblea
Constituyente en 1978 y elecciones generales para 1980.

La posición de Belaúnde era la de convocar a elecciones generales


inmediatas y luego convocar a una comisión que reformara la Constitución
de 1931, por lo que Acción Popular no participó de la redacción de la Carta
Magna que fue culminada en 1979. En las elecciones generales de 1980 fue
elegido para un nuevo período presidencial, esta vez con el apoyo de una
mayoría parlamentaria proporcionada por su alianza con el Partido Popular
Cristiano y la Democracia Cristiana, aunque con menor expectativa popular.

A pesar de sus orígenes reformistas, la política del gobierno fue la de


continuar desmantelando las reformas realizadas por el general Juan
Velasco Alvarado, tarea que ya había sido iniciada por el general Francisco
Morales Bermúdez. Las medidas fueron inicialmente democráticas: se
convocaron elecciones municipales (suspendidas durante el régimen
militar) y se devolvieron los diarios a los propietarios expropiados en 1974.

En el campo económico, aunque mantuvo el control preponderante del


Estado en la economía, inició un moderado proceso de privatización de las
empresas públicas, especialmente en el campo de la banca, la minería y el
petróleo. Pronto la inflación, la devaluación paulatina de la moneda y el
incremento de la deuda externa se convirtieron en los principales
problemas económicos.

El fenómeno subversivo que surgió paralelo a su gobierno, expresado en el


Partido Comunista del Perú - Sendero Luminoso (PCP-SL), fue asumido
inicialmente con escepticismo, lo que contribuyó a la expansión del
movimiento. A fines de 1982, Belaúnde ordenó la intervención militar para
combatir al terrorismo, que vino emparejada con la aplicación de una
estrategia de “guerra sucia” y de violación de los derechos humanos con
muy pocos resultados patentes. A pesar de ello y de los efectos desastrosos
del Fenómeno del Niño en 1983, continuó su política de obras públicas,
especialmente en lo referido a la educación, vivienda y carreteras. El
desprestigio de su segundo gobierno se expresó en el escaso apoyo
electoral a su partido en las elecciones de 1985.

Una vez concluido su mandato, no volvió a presentarse como candidato a la


presidencia, pero se mantuvo en la escena política como un punto de
referencia de opinión con respecto a los problemas que aquejaban al país y
a las diversas coyunturas políticas. En 1987 se opuso a la estatificación de
la banca planteada por el entonces presidente Alan García Pérez, del Partido
Aprista Peruano, y fue uno de los más firmes impulsores de la formación de
una alianza electoral para las elecciones generales de 1990 que llevó como
candidato al escritor Mario Vargas Llosa, incluso con la oposición de algunos
sectores de su partido. Este frente estuvo conformado, además de por
Acción Popular, por el Partido Popular Cristiano, la Convergencia
Democrática y el Movimiento Libertad. Derrotados por el ingeniero Alberto
Fujimori, de la formación Cambio 90, se mantuvo en una cauta oposición
frente a su régimen, a pesar de las constantes denuncias de ilegalidad y
autoritarismo.
Senador vitalicio por mandato constituyente y presidente del partido Acción
Popular, estuvo casado con Carola Aubry, con la que tuvo tres hijos y de la
que se divorció en 1963. Más tarde contrajo matrimonio con Violeta Correa.
Además de una recopilación de sus discursos presidenciales durante su
segundo mandato, publicó diversas obras a lo largo de su vida: La conquista
del Perú por los peruanos (1959), Pueblo por pueblo (1960) y Carretera Marginal de la
Selva (1967), además de un libro autobiográfico titulado Autoconquista del Perú.

Alan García
(Alan García Pérez; Lima, 1949) Político peruano, presidente del Perú entre
1985 y 1990, que volvió a ocupar la presidencia entre 2006 y 2011 tras
vencer en los comicios de 2006.

Hijo de Carlos García Ronceros y de Nitha Pérez de García, no conoció a su


padre hasta los cinco años, debido a que éste había permanecido en prisión
por su militancia aprista. Estudió en la Gran Unidad Escolar José María
Eguren de Barranco.
Alan García

Ingresó en 1965 en la Pontificia Universidad Católica, donde estudió letras


y derecho. Además se graduó en la facultad de derecho de la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos. Más tarde, a principios de la década de
1970, viajó a París y Madrid, para realizar estudios de posgrado en
sociología y derecho respectivamente. Volvió a Perú en 1977, y emprendió
la actividad docente en la Universidad Federico Villareal.

Alan García, que había militado desde su adolescencia en movimientos


vinculados al aprismo, conoció en 1962, en un campamento juvenil, a
Víctor Raúl Haya de la Torre, a quien seguiría vinculado hasta la muerte del
famoso dirigente aprista. Alan García fue escalando posiciones dentro de su
partido, pasando de secretario nacional de organización (durante la
campaña presidencial de Armando Villanueva, en 1980) a secretario
general, en 1982. En 1978 fue secretario del Congreso Constituyente, que
presidió Haya de la Torre; en 1980 fue elegido diputado.

Además de ser un encumbrado representante de una nueva y brillante


generación de políticos peruanos, García contaba con el valor añadido de su
imponente oratoria. Fue así como, a una edad inusualmente temprana para
tal responsabilidad, fue elegido candidato a la presidencia de la República
en 1985; tenía entonces 36 años.
El 14 de abril de ese año se impuso en las elecciones, con el 52 por ciento
de los votos, y juró el cargo presidencial el 28 de julio. Alan García declaró
su intención de orientar el gobierno a la atención de las necesidades más
urgentes del Perú y de su población, además de hacer frente a la deuda
externa y a los preocupantes índices de inflación y desempleo. Defendió la
posición de los países latinoamericanos frente a las imposiciones de la gran
banca internacional y se propuso reforzar el sistema financiero del Perú.

En agosto de 1987, propuso la ley de nacionalización del sistema financiero


y bancario, que fue mal acogida por un amplio sector de la población.
Mientras, en el Ejército crecía el malestar, provocado por el control civil del
Ministerio de Defensa y por una serie de atentados perpetrados por el
grupo maoísta Sendero Luminoso. Como consecuencia de estos problemas,
la popularidad de García cayó a un nivel muy bajo y además cesó como
presidente de la APRA por una crisis en el partido. Presionado por los
sectores de centroderecha, abandonó su política contraria al FMI, y anunció
el inicio de conversaciones con el Banco Mundial, lo que no impidió que al
final de su mandato en 1990, la situación económica y social del país fuera
crítica: la inflación alcanzó niveles que prácticamente colapsaron la
economía nacional. En 1990 fue sucedido en el cargo por Alberto Fujimori.

A pesar de la immunidad que le otorgaba el cargo de senador vitalicio que


ocupó después de las elecciones, Alan García fue incriminado en actividades
ilegales financieras y acusado de otros presuntos delitos de corrupción y
enriquecimiento ilegal. Absuelto en 1992 por falta de pruebas, tras el
autogolpe de Fujimori en 1992 fue perseguido de nuevo y solicitó refugio
en la embajada de Colombia.

Luego de un exilio de ocho años entre Colombia y París, regresó al país


para representarse a las elecciones de abril de 2001, en las que quedó
segundo en la votación general. Una semana antes de la consulta electoral,
siguiendo recomendaciones de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, la Corte Suprema de Perú suspendió los cargos que pesaban
contra él.

En abril de 2006 volvió a presentarse como candidato de su partido a las


elecciones presidenciales, en las que en la primera vuelta quedó en
segundo lugar detrás del líder nacionalista Ollanta Humala. Con él debió
enfrentarse en la segunda vuelta, que se celebró en el mes de junio y en la
que resultó triunfador al conseguir el 54 % de los votos.
Alejandro Toledo
(Cabana, 1946) Político peruano que fue el primer presidente de origen
indígena del Perú. 0cupó la presidencia de la república entre 2001 y 2006.

Alejandro Celestino Toledo Manrique nació el 28 de marzo de 1946 en la


aldea de Cabana, provincia de Pallasca, departamento de Ancash, de un
matrimonio indígena, campesinos sin tierras, que tuvo dieciséis hijos.
Cuando tenía seis años, la familia, atraída por la prosperidad generada por
la pesca, se trasladó a la localidad costera de Chimbote, donde el padre fue
peón de la construcción, y la madre, vendedora de pescado.

El joven Alejandro contribuyó a los parcos ingresos familiares trabajando


como limpiabotas y vendedor ambulante de lotería, al tiempo que cursaba
el bachillerato en el colegio de San Pedro. Gracias a la beca de una orden
religiosa, estudió en la Universidad de San Francisco, en la que se graduó
en economía (1970), y se licenció y doctoró en la Universidad
estadounidense de Stanford con estudios sobre gestión empresarial y una
tesis sobre recursos humanos en 1976.

Alejandro Toledo
Comenzó una carrera de economista internacional como consultor de las
Naciones Unidas, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y del Banco
Mundial, con sucesivas estancias en Nueva York, Washington, Ginebra y
París. Regresó a Perú en 1981, para ser consejero del presidente del Banco
Central y del ministro de Trabajo durante la presidencia de Fernando
Belaúnde (1980-1985). Fue profesor de finanzas en la Escuela de
Administración de Negocios para Graduados de Lima.

La organización Perú Posible


En diciembre de 1994 anunció la creación de una organización política, Perú
Posible, y su candidatura para las elecciones presidenciales del 9 de abril de
1995, en las que sólo obtuvo el 3,2 % de los sufragios. En 1996 presentó el
manifiesto Cartas sobre la mesa: testimonio y propuestas para un país posible, en el que
denunciaba la corrupción y arremetía contra las políticas económicas de los
últimos gobiernos.
Toledo apareció en el primer plano de la política nacional a finales de 1999,
cuando desafió al presidente Alberto Fujimori en su intento de presentarse
como candidato para un tercer mandato presidencial, de dudosa
constitucionalidad. El Cholo (aldeano indio trasladado a la ciudad), apodo
con el que fue bautizado por sus orígenes indios, empezó a encarnar la
resistencia democrática frente a un sistema autoritario y corrupto. En la
primera vuelta electoral, celebrada el 9 de abril de 2000, obtuvo el 40,3 %
de los votos, mientras que Fujimori alcanzaba oficialmente el 49,8 %.

Toledo fustigó «el andamiaje fraudulento» que le había robado las


elecciones y el 18 de mayo anunció que no concurriría a la segunda vuelta
si ésta no se aplazaba hasta el 18 de junio, a fin de corregir las
innumerables irregularidades detectadas por los observadores de la
Organización de Estados Americanos (OEA). Fujimori rechazó el
aplazamiento y Toledo retiró su candidatura, reiteró la acusación de fraude
y pidió el boicoteo de las urnas. No obstante, la segunda vuelta de las
elecciones se celebró el 28 de mayo y Fujimori se atribuyó la victoria, a
pesar de que las papeletas con el nombre de Toledo sumadas a las
depositadas en blanco superaron el 50 %. Perú Posible fue la segunda
fuerza por el número de votos (23,2 %) y logró 26 escaños.

Mientras el Cholo arreciaba su campaña contra el régimen, la situación


experimentó un drástico vuelco a mediados de septiembre, cuando se
divulgó un vídeo en el que Vladimiro Montesinos, asesor presidencial y jefe
encubierto de los Servicios de Inteligencia Nacional (SIN), aparecía
sobornando a un diputado que había abandonado las filas de la oposición
para integrarse en las gubernamentales. El escándalo alcanzó tales
proporciones que Fujimori, tras diversas maniobras para aferrarse al poder,
dimitió el 19 de noviembre, mientras se encontraba en Japón. Sin embargo,
el Congreso (Cámara única de 120 miembros) no aceptó su renuncia y lo
destituyó por «incapacidad moral permanente» el 21 de noviembre de
2000.

En la nueva campaña electoral, incapaz de imponerse como «el candidato


de unión nacional», Toledo partió como favorito y tuvo que afrontar algunas
supuestas revelaciones poco edificantes sobre su pasado, aireadas por la
oposición e incluso por la prestigiosa revista Caretas: su negativa a
reconocer a una hija ilegítima de trece años y la amenaza de divulgación de
un vídeo escabroso en el que aparecía, bajo los efectos del alcohol y la
cocaína, rodeado de mujeres en un hotel de lujo de Lima.

Rehuyó la polémica y atribuyó los ataques personales al racismo latente en


amplios sectores de la sociedad, alarmados por la posibilidad de que un
amerindio llegara a la presidencia de la república. Aunque populista en su
discurso -se presentó como el candidato de los indios y los pobres-, Toledo
defendió la más estricta ortodoxia en materia de política económica y
prometió crear un millón de empleos.

La llegada al gobierno

En la primera vuelta de las elecciones presidenciales, el 8 de abril de 2001,


Toledo obtuvo el mayor número de votos (36,6 %), seguido por Alan García
-populista de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA)-, con el
25,8 %, y Lourdes Flores (Unidad Nacional, de derecha), con el 24,1 %. La
campaña de descalificaciones se mantuvo hasta la segunda vuelta,
celebrada el 3 de junio, en la que Toledo se impuso con el 52,6 % de los
votos. García logró el 47,4, % y los votos en blanco y nulos sólo alcanzaron
el 13,2 %, por debajo del 15 % habitual.

En el Congreso, Perú Posible se convirtió en la primera fuerza (40


diputados), pero muy lejos de la mayoría absoluta (61). Alejandro Toledo
tomó posesión de la jefatura del Estado en Lima el 28 de julio, con un
llamamiento a todas las fuerzas políticas para aplicar un programa de
reconstrucción nacional y de entendimiento con las instituciones financieras
internacionales, comprometiéndose a combatir la pobreza y a ser
implacable con la corrupción. Al día siguiente se trasladó a la ciudadela
andina de Machu-Picchu, donde dio gracias a los espíritus, entroncó
simbólicamente el comienzo de su mandato con el pasado inca y proclamó
«el nuevo amanecer» de Perú. Fue la consagración de un indio que supo
triunfar en el mundo de la cultura estadounidense, la alta tecnología y la
globalización económica.

La popularidad de Toledo y el respaldo de la base social que lo aupó a la


presidencia comenzó a fragmentarse poco antes de cumplir su primer año
de Gobierno, cuando tuvo que enfrentar una grave crisis política por las
violentas protestas que se desencadenaron en Arequipa, tras el anuncio de
privatización de dos compañías eléctricas. Durante la campaña electoral,
Toledo se había comprometido con la población regional a no privatizar
Egasa y Egesur si alcanzaba la presidencia pero, finalmente, la empresa
belga Tractebel formalizó la compra.

Para frenar la revuelta social, el máximo mandatario del país decretó el


estado de excepción en el departamento sureño y finalmente tuvo que
firmar un acuerdo con las autoridades locales -Acta de Arequipa- en el que
se comprometía a suspender las privatizaciones hasta que el poder judicial
resolviera los recursos interpuestos. No obstante, la solución de la crisis
provocó la dimisión del ministro del Interior y obligó a Toledo a poner en
marcha una nueva etapa de recomposición de su proyecto político.

También los pequeños productores madereros del departamento de Madre


de Dios iniciaron una campaña de protestas contra el Gobierno para exigir
la anulación de las concesiones forestales otorgadas a la empresa privada.
Las manifestaciones se prolongaron durante una semana y se saldaron con
numerosos incidentes. Para retomar la iniciativa política y mejorar la
deteriorada popularidad de su mandato, Toledo optó finalmente por una
remodelación de su Gobierno.

El presidente peruano volvió a enfrentar una nueva situación crítica en la


primavera de 2003. Los gremios de maestros, agricultores, empleados de
la sanidad pública y del poder judicial se declararon en huelga indefinida
para reclamar mejoras salariales y paralizaron la actividad del país durante
varias semanas.

Ante la amenaza de caos social y con el objetivo de frenar la oleada de


protestas sindicales que habían logrado movilizar a casi dos millones de
personas, el 27 de mayo Toledo decretó el estado de emergencia por un
periodo de 30 días. Por otro lado, la reconstitución de Sendero Luminoso,
que reapareció en escena con un breve y multitudinario secuestro de 71
trabajadores, agravó el delicado momento político del equipo de Gobierno
de Toledo. El presidente anunció entonces su decisión de no presentarse a
la reelección en los comicios de 2006 y designó nueva jefa del Gabinete a
Beatriz Merino.

Durante el mes de noviembre, la crisis volvió a sacudir los cimientos del


Ejecutivo peruano y llegaron las renuncias de los titulares de Comercio,
Exteriores y Defensa. Incapaz de estabilizar el engranaje de su equipo de
Gobierno, antes de acabar el año el presidente solicitó la dimisión de todos
su ministros. Con un descenso vertiginoso de popularidad y serios
problemas internos en su partido, Toledo cumplía la primera mitad de su
mandato presidencial.

En los primeros días de febrero de 2004, el presidente dio por zanjada la


crisis con el nombramiento de un nuevo Ejecutivo, integrado
mayoritariamente por independientes y sólo tres militantes del partido
oficialista Perú Posible; entre ellos, el primer ministro Carlos Ferrero. Pero
sus intentos por reconducir el rumbo político del país no fructificaron y
antes del verano, dos pesos pesados de su Administración, los ministros de
Interior y Agricultura, dimitieron envueltos en sonados escándalos.

Sus iniciativas de índole económico tampoco fueron bien recibidas y, el 14


de julio de 2004, fueron contestadas de forma mayoritaria en las calles
peruanas con una huelga general. Ese mismo mes, la formación oficilialista
Perú Posible fue objeto de denuncia por un presunto delito de falsificación
masiva de firmas para cumplir, en los orígenes del partido, con los
requerimientos de inscripción de las autoridades electorales.

Las amenazas de desestabilización política se sucedieron con peligrosa


frecuencia en los meses siguientes y la celebración de la llegada del nuevo
año guardaba aún desagradables sorpresas para el presidente Toledo. El 1
de enero de 2005, un nutrido grupo de ex militares ultranacionalistas se
sublevó en Andahuaylas, al sur del país, y exigió la renuncia del jefe del
Estado como condición para deponer las armas.

Toledo decretó el estado de emergencia en la zona y envió efectivos


policiales para frustrar la rebelión. La aventura insurgente concluyó cuatro
días después con la detención del líder rebelde y un balance de seis
muertos, cuatro de ellos policías. La asonada también forzó la salida del
Gobierno del ministro del Interior y obligó al Ejecutivo del primer ministro
Carlos Ferrero a sortear las mociones de censura que presentó la oposición
en el Parlamento.

Antes de concluir el mes, el presidente Toledo fue testigo del arresto de su


hermana, Margarita Toledo, acusada de participar en el caso de la
falsificación de firmas para el partido. Iniciado el mes de mayo, la comisión
parlamentaria que investigó este presunto fraude acusó al presidente,
como coautor, de los delitos de asociación para delinquir y contra la fe
pública y solicitó la aplicación de sanciones penales y constitucionales. El
Congreso rechazó finalmente iniciar un juicio político contra Toledo aunque
el caso continuó abierto en los tribunales ordinarios.

El Ejecutivo peruano volvió a padecer otra situación de crisis durante los


primeros días de agosto tras la decisión del presidente de nombrar ministro
de Exteriores a Fernando Olivera, político controvertido e impopular, ex
embajador en España y fundador del Frente Independiente Moralizador
(FIM); principal aliado del gobernante Perú Posible y enemigo declarado de
la opositora Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). La
designación de Olivera provocó la renuncia inmediata e irrevocable del jefe
del Gabinete, Carlos Ferrero, y un rechazo sin precedentes en la comunidad
política.

Toledo tuvo que desdecirse para conjurar la peor crisis de su mandato y


anunció una remodelación de su Gobierno en la que quedó descartada la
presencia de Olivera. Pese a la rectificación, la popularidad del presidente
descendió en picado. El 16 de agosto de 2005, Toledo puso fin a esa
enésima crisis con la designación del titular de Economía, Pedro Pablo
Kuczynski (conocido popularmente como PPK), como nuevo jefe del
Gabinete.

La pretensión de Toledo de descentralizar el Estado, una vieja aspiración


que puso en marcha desde el comienzo de su gestión con la elección de
presidentes regionales, tampoco encontró el respaldo necesario entre la
población. El 30 de octubre de 2005, la mayoría de los peruanos manifestó
en referéndum su oposición al plan gubernamental de establecer en el país
"macrorregiones" con mayor peso político y más autogestión
presupuestaria.

Con este bagaje a cuestas, las aspiraciones de Perú Posible de renovar


mandato presidencial eran más que limitadas y el candidato oficialista
Rafael Belaúnde, hijo del ex presidente Fernando Belaúnde, apenas lograba
despegar en las encuestas de intención de voto. No hubo siquiera opción de
comprobar la capacidad de reacción del candidato porque el primer día de
febrero de 2006 Belaúnde informó al presidente Toledo de su renuncia; una
decisión que dejaba al partido gobernante fuera de la lucha en las
presidenciales. Los comicios se resolvieron en segunda vuelta el 4 de junio
con la victoria del ex presidente Alan García sobre el nacionalista Ollanta
Humala.

Ollanta Humala
(Ollanta Moisés Humala Tasso; Lima, 1962) Político peruano, presidente del
Perú desde julio de 2011. Nacido en el seno de una familia de clase media,
su padre, Isaac Humala, que era un abogado de ideología nacionalista e
izquierdista, bautizó a sus siete hijos con nombres indígenas (en la lengua
aymara, Ollanta significa "el guerrero que todo lo ve"). En 1982 ingresó
junto con su hermano Antauro en la Escuela Militar Francisco Bolognesi, en
el limeño distrito de Chorrillos, y pasó en 1983 por la Escuela de las
Américas de Panamá, un centro de instrucción castrense gestionado por
Estados Unidos, donde se formó en tácticas de combate contraguerrilleras
buena parte de la oficialidad latinoamericana de la época.

Ollanta Humala

Destinado con el grado de capitán (1991) en el departamento de Huánuco,


en el centro del Perú, el joven oficial combatió contra la guerrilla maoísta
de Sendero Luminoso. En el transcurso de esta misión fue acusado de
abusos sobre la población civil, por lo cual fue investigado, pero el caso
acabó cerrado por falta de pruebas.

El 29 de octubre de 2000, tras la segunda y fraudulenta reelección del


presidente Alberto Fujimori, los hermanos Ollanta y Antauro Humala (que a la
sazón tenían los grados de comandante y mayor, respectivamente) se
sublevaron en Locumba (departamento de Tacna) para exigir la renuncia
del mandatario. La huida de Fujimori el 17 de noviembre propició que los
sublevados se entregaran a las autoridades interinas de la República. Se les
procesó por rebelión, sedición e insulto al superior, pero en diciembre de
2000 recibieron la amnistía del Congreso peruano.
Durante la presidencia de Alejandro Toledo (2001-2006), Humala ejerció
como asesor militar de las embajadas peruanas en Francia (2003) y Corea
del Sur (2004), y amplió sus estudios con una maestría en Ciencias
Políticas por la Universidad Católica de Lima y algunos cursos de Derecho
Internacional en la Universidad de La Sorbona de París.

La retirada del servicio activo del futuro presidente peruano, hecha pública
el 30 de diciembre de 2004, precedió a la sublevación de su hermano
Antauro en Andahuaylas (1-4 de enero de 2005), inspirada por la ideología
etnocentrista heredada del común progenitor. Ollanta Humala se desvinculó
desde un primer momento de este suceso, mas no del legado ideológico
paterno, que le inspiró el ideario del Partido Nacional Peruano, nueva
formación política que fundó en octubre de 2005.

Como líder de esta formación se postuló Ollanta Humala a la jefatura del


Estado peruano en las elecciones presidenciales de 2006. Por su rechazo al
neoliberalismo y los partidos políticos tradicionales, el programa electoral
del Partido Nacional Peruano estaba ideológicamente vinculado al
"socialismo latinoamericano del siglo XXI" que defendían personalidades
comoHugo Chávez y Evo Morales, presidentes de Venezuela y Bolivia,
respectivamente. Aunque Humala logró pasar a la segunda vuelta electoral,
finalmente fue derrotado por el aprista Alan García.
En su segundo y victorioso intento, Humala concurrió a las presidenciales
de 2011 al frente de la coalición Gana Perú, nucleada en torno al Partido
Nacionalista Peruano, que sumó el respaldo de los partidos Comunista del
Perú, Socialista y Socialista Revolucionario, del Movimiento Político Voz
Socialista y de un sector del Movimiento Político Lima para Todos. Pese a
estas alianzas, el candidato moderó notablemente su discurso, virando
hacia posiciones socialdemócratas, propias del centroizquierda, como quedó
reflejado en la firma del "Compromiso en Defensa de la Democracia", un
documento promovido por destacados intelectuales del país.

Tras superar en abril de 2011 la primera vuelta como el candidato más


votado, Humala se impuso a Keiko Fujimori, hija del ex presidente Alberto
Fujimori, en la segunda ronda electoral celebrada en junio del mismo año.
Humala obtuvo el 51,6 % de los sufragios a su favor, frente al 48,4 %
obtenido por su rival. El programa electoral de los dos candidatos había
tenido un doble destinatario idéntico: por un lado, un guiño de tranquilidad
para el estamento empresarial del país, en el sentido de respeto a las
reglas de juego de la economía de mercado, que depararon un importante
crecimiento material al Perú durante la década de 2000; de otra parte, un
mensaje de esperanza para las clases populares que no han recibido los
beneficios de tamaño desarrollo (aproximadamente la mitad de la población
peruana vive bajo el umbral de la pobreza). Para cumplir ambos propósitos,
Keiko Fujimori desplegó un discurso populista, en el que un gobierno y un
Estado paternalistas eran la garantía de la promoción social de los pobres,
mientras que Ollanta Humala se inclinó hacia posiciones socialdemócratas,
propugnando la puesta en marcha de políticas de redistribución de la
riqueza nacional.

Durante la campaña previa a los comicios no faltaron episodios de


enfrentamiento entre ambos candidatos. Keiko Fujimori debió bregar contra
su ascendiente familiar; se temía que, como presidenta, pudiera amnistiar
a su padre, encarcelado desde septiembre de 2007 (extremo que la propia
candidata desmintió). También pesó sobre sus opciones la esterilización
forzosa de 200.000 mujeres indígenas, acometida por el gobierno de su
progenitor entre 1996 y 2000; hubo voces que pusieron en duda el
desconocimiento de estos hechos proclamado por Keiko Fujimori.

Ollanta Humala recibió ataques relacionados con su pasado como militar:


se le acusó de cometer violaciones de los derechos humanos durante la
lucha contra Sendero Luminoso, entre 1991 y 1992. No menos polémicos
son sus ascendientes familiares: su padre, el abogado Isaac Humala,
defendió una ideología etnicista y nacionalista, basada en el pasado incaico
del Perú y no exenta de fuertes influencias socialistas. Este pensamiento
había inspirado el motín protagonizado por Antauro Humala, hermano del
candidato, quien se alzó en armas contra el presidente Alejandro Toledo en
Andahuaylas, localidad del departamento andino de Apurímac, en enero de
2005. Ollanta se desvinculó de esta revuelta, mientras que Antauro
permanece en prisión desde entonces.

Frente a Alan García, Humala había perdido las elecciones de 2006


defendiendo una propuesta programática acorde con la sensibilidad política
del nuevo bolivarismo chavista; la principal tarea de imagen de Humala en
la campaña de 2011 consistió en demostrar su conversión al
centroizquierda, trocando la figura tutelar de Chávez por la más moderada
(y exitosa a nivel de la opinión pública internacional) del ex mandatario
brasileño Luiz Inácio Lula da Silva. Este giro le valió el apoyo de destacadas
personalidades de la intelectualidad peruana, entre las cuales destaca el
aún reciente premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa.

Víctor Raúl Haya de la Torre


Político peruano (Trujillo, 1895 - Lima, 1979). Procedente de una familia
acomodada, se educó en las universidades de Lima y Londres. Ya como
estudiante inició actividades políticas, centradas en la idea de extender la
educación a las clases trabajadoras. Su oposición a la dictadura de Augusto
B. Leguía le llevó a la cárcel, de donde salió tras una huelga de hambre para
exiliarse en México (1923-30).

Víctor Raúl Haya de la Torre

Allí fundó en 1924 el APRA (Alianza Popular Revolucionaria), un partido


populista de ideología nacionalista, antiimperialista y anticapitalista.
Regresó al Perú tras el derrocamiento de Leguía, participando en las
elecciones de 1931; pero la victoria le fue arrebatada por Sánchez Cerro,
que lanzó la persecución del APRA, encarcelando a su líder (en 1933
Sánchez Cerro sería asesinado por un exaltado aprista).

Se iniciaba así un largo periodo de persecuciones, coincidiendo con la


sistemática vulneración de las libertades en el Perú del siglo XX: en 1936
tuvo que exiliarse de nuevo al ser anuladas las elecciones en las que había
triunfado el candidato apoyado por el APRA; tras regresar a la actividad
política en 1943, el golpe de Estado de 1948 le obligó a refugiarse en la
embajada de Colombia en Lima, de donde no pudo salir hasta que en 1954
se le permitió exiliarse en México; volvió al Perú en 1957 y triunfó en las
elecciones presidenciales de 1962, pero un nuevo golpe militar le impidió
tomar posesión del cargo.

Por fin, los buenos resultados obtenidos por el APRA en las elecciones
legislativas de 1978 le convirtieron en presidente del Parlamento, pero
murió poco después, sin llegar a ver el acceso a la presidencia de la
República del aprista Alan García (1985).


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Carlos Slim
(Carlos Slim Helú; Ciudad de México, 1940) Magnate mexicano. Fundador del Grupo Carso,
fue clave en el espectacular crecimiento de su imperio empresarial su desembarco en el
mercado de las telecomunicaciones, propiciado por la privatización en 1990 de Teléfonos de
México, S.A. (Telmex), que quedó bajo su control. Habitual desde entonces en las listas de las
grandes fortunas de la revista Forbes, la misma publicación lo encumbró como el hombre más
rico del mundo en los años 2010, 2011 y 2012.
Carlos Slim

Tercero de los seis hijos del matrimonio formado por Julián Slim Haddad y Linda Helú,
originarios de Líbano, Carlos Slim se licenció en ingeniería civil por la Universidad Nacional
Autónoma de México en 1961 y fundó su primera empresa, Inversora Bursátil, en 1965, poco
antes de contraer matrimonio con Soumaya Domit Gemayel (fallecida en 1999), con quien
tendría seis hijos: Carlos, Marco Antonio, Patrick, Soumaya, Vanessa y Johanna. En los años
siguientes creó y presidió varias empresas dedicadas al sector inmobiliario y a la construcción,
al tiempo que adquiría otras y empezaba a diversificar su ámbito de actuación (industria,
minería, comercio, alimentos...), hasta formar, en 1980, el Grupo Galas, hoy Grupo Carso; el
nombre procede de las primeras letras de los nombres de los cónyuges, Carlos y Soumaya.

En 1982, coincidiendo con la crisis de deuda, la nacionalización de la banca y la práctica


paralización de las finanzas del país, el Grupo Carso apostó por la inversión y realizó sucesivas
adquisiciones: Cigatam (Philip Morris México), Bimex, Hulera Centenario, Artes Gráficas
Unidas, Fábricas de Papel Loreto y Peña Pobre, la compañía Minera Frisco y Empresas
Nacobre, Euzkadi y General Tire. Compró, además, el paquete accionarial de Seguros de
México, conformando el actual Grupo Financiero Inbursa.

En 1990, bajo la presidencia de Carlos Salinas de Gortari, que llevó a cabo una política de
privatizaciones, Carlos Slim ganó la licitación para adquirir Teléfonos de México, S.A.
(Telmex), junto con France Telecom de Francia y SBC Telecom de Estados Unidos. Iniciaba
así una nueva etapa en su desarrollo empresarial, en un sector estratégico a nivel mundial.
Empresa líder en comunicaciones, entre 1991 y 2006 Telmex invirtió en infraestructuras en
América Latina por un valor de treinta mil millones de dólares. En 2007, Telmex escindió parte
de su negocio y constituyó una nueva empresa, Telmex Internacional, que inició la cotización
en las Bolsas de Nueva York, Madrid y México en junio de 2008.

El Grupo Carso también es propietario de América Telecom, el holding de América Móvil, con
participación en varias empresas de telefonía latinoamericanas. En 2008 era el quinto operador
mundial, con más de 170 millones de suscriptores celulares en América Latina. América Móvil
fue la pionera en el sistema de prepago en telefonía celular, solución que revolucionó el
mercado mundial en la venta de móviles.

Con el paso de los años, las adquisiciones del Grupo Carso han sido frecuentes: la cadena de
Hoteles Calinda, actualmente OSTAR Grupo Hotelero (1991), Cendumex y la mayoría de
General Tire y Grupo Aluminio (1993), Sears Roebuck (1997) y Pastelería Francesa El Globo
(1999). En septiembre de 2008 Carlos Slim sorprendió con la adquisición del 6,4% de las
acciones del The New York Times, una participación que incluía cerca de 9,1 millones de
acciones Clase A. El Times no pasaba por un buen momento financiero y Slim, en lo que él
mismo calificó de "apuesta financiera sin ningún valor estratégico", amplió este porcentaje al
7% en enero de 2009, convirtiéndose en el segundo mayor accionista del medio, por detrás de
la familia Sulzberger.

Desde hace más de dos décadas Carlos Slim ha compaginado su labor empresarial con la
filantropía y la creación de varias organizaciones sin ánimo de lucro. En 1986 creó la
Fundación Carso A.C., actualmente Fundación Carlos Slim A.C., para contribuir al desarrollo y
la formación de capital humano en la sociedad mexicana. En 2007 el organismo contaba con
tres Institutos Carso (de Salud, Deporte y Educación), y en 2008 lanzó, con Grameen Trust, el
programa Grameen-Carso de microcréditos con un capital inicial de 45 millones de dólares.

A finales de 1995 constituyó la Fundación Telmex, dedicada a programas de educación, salud,


nutrición, justicia, cultura, desarrollo humano, medio ambiente, deporte y ayuda en desastres
naturales. La Fundación obtuvo el premio Nacional de Deportes en 2008. En 2005 nació
Impulsora del Desarrollo y el Empleo en América Latina (IDEAL), y en septiembre de 2009
Slim anunció la constitución de la Fundación Inbursa, que operaría con la colaboración de La
Caixa, para contribuir a la financiación para el desarrollo del país y acelerar el crecimiento en
banca para las familias. También han sido habituales sus aportaciones a proyectos sociales
impulsados por otros colectivos; así, por ejemplo, en 2008 donó 110 millones de dólares para
programas de apoyo a la niñez latinoamericana promovidos por la Fundación ALAS, creada
por la cantante Shakira.

La cultura y el patrimonio histórico también han sido prioridades para Carlos Slim, que en 1994
constituyó el Museo Soumaya, con un fondo de más de 64.000 obras, y dedicado, además, a la
investigación, conservación y difusión del patrimonio artístico mexicano y europeo; en el año
2000 creó la Fundación del Centro Histórico de la Ciudad de México, con el objetivo de
rescatar y revitalizar la zona.

Otro de los campos de actuación que ha merecido su atención ha sido la ecología. En 2009
inauguró el Centro Deportivo Ciudad Jardín Bicentenario, ambicioso proyecto de rescate
ecológico construido sobre la superficie de lo que fue el basurero Bordo de Xochiaca, en
Nezahualcóyotl, y anunció una inversión inicial de 100 millones de dólares, en colaboración
con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, en sus siglas en inglés), para apoyar la
conservación de la biodiversidad y promover el desarrollo sostenible en el país.

Carlos Slim ha sido objeto de importantes reconocimientos: está en posesión de la Medalla de


Honor al Mérito Empresarial de la Cámara Nacional de Comercio de la Ciudad de México, de
la condecoración de Comendador de la Orden Leopoldo II de Bélgica y de la libanesa Orden
del Cedro Nacional en Grado de Gran Oficial, entre otras distinciones. Ha sido varias veces
Empresario del Año y en 2004 fue designado Empresario de la Década. En junio de 2009
recibió el Premio ESADE y la Medalla del Presidente de la Universidad George Washington,
máximo galardón de esta prestigiada institución, en reconocimiento a su liderazgo empresarial
y filantrópico. Ha ocupado entre otros cargos el de vicepresidente de la Bolsa Mexicana de
Valores y el de presidente de la Asociación Mexicana de Casas de Bolsa y del Comité
Latinoamericano del Consejo de Administración de la Bolsa de Valores de Nueva York. En los
últimos años ha ido delegando funciones en sus tres hijos varones.

Albert Einstein sigue siendo una figura mítica de nuestro tiempo; más,
incluso, de lo que llegó a serlo en vida, si se tiene en cuenta que su
imagen, en condición de póster y exhibiendo un insólito gesto de burla, se
ha visto elevada a la dignidad de icono doméstico, junto a los ídolos de la
canción y los astros de Hollywood.
Sin embargo, no son su genio científico ni su talla humana los que mejor lo
explican como mito, sino, quizás, el cúmulo de paradojas que encierra su
propia biografía, acentuadas con la perspectiva histórica. Al Einstein
campeón del pacifismo se le recuerda aún como al «padre de la bomba»; y
todavía es corriente que se le atribuya la demostración del principio de que
«todo es relativo» a él, que luchó encarnizadamente contra la posibilidad
de que conocer la realidad significara jugar con ella a la gallina ciega.

Albert Einstein nació en la ciudad bávara de Ulm el 14 de marzo de 1879.


Fue el hijo primogénito de Hermann Einstein y de Pauline Koch, judíos
ambos, cuyas familias procedían de Suabia. Al siguiente año se trasladaron
a Munich, en donde el padre se estableció, junto con su hermano Jakob,
como comerciante en las novedades electrotécnicas de la época.

El pequeño Albert fue un niño quieto y ensimismado, que tuvo un desarrollo


intelectual lento. El propio Einstein atribuyó a esa lentitud el hecho de
haber sido la única persona que elaborase una teoría como la de la
relatividad: «un adulto normal no se inquieta por los problemas que
plantean el espacio y el tiempo, pues considera que todo lo que hay que
saber al respecto lo conoce ya desde su primera infancia. Yo, por el
contrario, he tenido un desarrollo tan lento que no he empezado a
plantearme preguntas sobre el espacio y el tiempo hasta que he sido
mayor».
Albert Einstein en 1947

En 1894, las dificultades económicas hicieron que la familia (aumentada


desde 1881, por el nacimiento de una hija, Maya) se trasladara a Milán;
Einstein permaneció en Munich para terminar sus estudios secundarios,
reuniéndose con sus padres al año siguiente. En el otoño de 1896, inició
sus estudios superiores en la Eidgenossische Technische Hochschule de
Zurich, en donde fue alumno del matemático Hermann Minkowski, quien
posteriormente generalizó el formalismo cuatridimensional introducido por
las teorías de su antiguo alumno. El 23 de junio de 1902, empezó a prestar
sus servicios en la Oficina Confederal de la Propiedad Intelectual de Berna,
donde trabajó hasta 1909. En 1903, contrajo matrimonio con Mileva Maric,
antigua compañera de estudios en Zurich, con quien tuvo dos hijos: Hans
Albert y Eduard, nacidos respectivamente en 1904 y en 1910. En 1919 se
divorciaron, y Einstein se casó de nuevo con su prima Elsa.

Durante 1905, publicó cinco trabajos en los Annalen der Physik: el primero de


ellos le valió el grado de doctor por la Universidad de Zurich, y los cuatro
restantes acabaron por imponer un cambio radical en la imagen que la
ciencia ofrece del universo. De éstos, el primero proporcionaba una
explicación teórica, en términos estadísticos, del movimiento browniano, y
el segundo daba una interpretación del efecto fotoeléctrico basada en la
hipótesis de que la luz está integrada por cuantos individuales, más tarde
denominados fotones; los dos trabajos restantes sentaban las bases de la
teoría restringida de la relatividad, estableciendo la equivalencia entre la
energía E de una cierta cantidad de materia y su masa m, en términos de
la famosa ecuación E = mc², donde c es la velocidad de la luz, que se
supone constante.

Einstein con Elsa, su segunda esposa

El esfuerzo de Einstein lo situó inmediatamente entre los más eminentes de


los físicos europeos, pero el reconocimiento público del verdadero alcance
de sus teorías tardó en llegar; el Premio Nobel de Física, que se le concedió
en 1921 lo fue exclusivamente «por sus trabajos sobre el movimiento
browniano y su interpretación del efecto fotoeléctrico». En 1909, inició su
carrera de docente universitario en Zurich, pasando luego a Praga y
regresando de nuevo a Zurich en 1912 para ser profesor del Politécnico, en
donde había realizado sus estudios. En 1914 pasó a Berlín como miembro
de la Academia de Ciencias prusiana. El estallido de la Primera Guerra
Mundial le forzó a separarse de su familia, por entonces de vacaciones en
Suiza y que ya no volvió a reunirse con él.

Contra el sentir generalizado de la comunidad académica berlinesa, Einstein


se manifestó por entonces abiertamente antibelicista, influido en sus
actitudes por las doctrinas pacifistas de Romain Rolland. En el plano
científico, su actividad se centró, entre 1914 y 1916, en el
perfeccionamiento de la teoría general de la relatividad, basada en el
postulado de que la gravedad no es una fuerza sino un campo creado por la
presencia de una masa en elcontinuum espacio-tiempo. La confirmación de
sus previsiones llegó en 1919, al fotografiarse el eclipse solar del 29 de
mayo; The Times lo presentó como el nuevo Newton y su fama internacional
creció, forzándole a multiplicar sus conferencias de divulgación por todo el
mundo y popularizando su imagen de viajero de la tercera clase de
ferrocarril, con un estuche de violín bajo el brazo.

Durante la siguiente década, Einstein concentró sus esfuerzos en hallar una


relación matemática entre el electromagnetismo y la atracción gravitatoria,
empeñado en avanzar hacia el que, para él, debía ser el objetivo último de
la física: descubrir las leyes comunes que, supuestamente, habían de regir
el comportamiento de todos los objetos del universo, desde las partículas
subatómicas hasta los cuerpos estelares. Tal investigación, que ocupó el
resto de su vida, resultó infructuosa y acabó por acarrearle el
extrañamiento respecto del resto de la comunidad científica.

Einstein tocando el violín, una de sus aficiones favoritas

A partir de 1933, con el acceso de Hitler al poder, su soledad se vio


agravada por la necesidad de renunciar a la ciudadanía alemana y
trasladarse a Estados Unidos, en donde pasó los últimos veinticinco años de
su vida en el Instituto de Estudios Superiores de Princeton, ciudad en la
que murió el 18 de abril de 1955.

Einstein dijo una vez que la política poseía un valor pasajero, mientras que
una ecuación valía para toda la eternidad. En los últimos años de su vida, la
amargura por no hallar la fórmula que revelase el secreto de la unidad del
mundo hubo de acentuarse por la necesidad en que se sintió de intervenir
dramáticamente en la esfera de lo político. En 1939, a instancias de los
físicos Leo Szilard y Paul Wigner, y convencido de la posibilidad de que los
alemanes estuvieran en condiciones de fabricar una bomba atómica, se
dirigió al presidente Roosevelt instándole a emprender un programa de
investigación sobre la energía atómica.
Luego de las explosiones de Hiroshima y Nagasaki, se unió a los científicos
que buscaban la manera de impedir el uso futuro de la bomba y propuso la
formación de un gobierno mundial a partir del embrión constituido por las
Naciones Unidas. Pero sus propuestas en pro de que la humanidad evitara
las amenazas de destrucción individual y colectiva, formuladas en nombre
de una singular amalgama de ciencia, religión y socialismo, recibieron de
los políticos un rechazo comparable a las críticas respetuosas que
suscitaron entre los científicos sus sucesivas versiones de la idea de un
campo unificado.

John Fitzgerald Kennedy


(Brookline, EE UU, 1917-Dallas, id., 1963) Político estadounidense. Fue el
segundo de los nueve hijos de Rose Fitzgerald y Joseph Patrick Kennedy,
un financiero que fue embajador en el Reino Unido durante la presidencia
de Franklin D. Roosevelt. De educación católica, se graduó en Harvard. En
1941 se alistó en la marina y fue destinado al Pacífico, donde resultó herido
cuando mandaba una lancha torpedera. No obstante, logró llegar a puerto
con su tripulación salva, por lo que fue condecorado como héroe de guerra.

John F. Kennedy

De regreso en Boston, decidió dedicarse a la política, y con tan sólo


veintinueve años fue elegido diputado por el Partido Demócrata, escaño
que mantuvo durante seis años. En 1952 resultó elegido senador por el
estado de Massachusetts. Su imagen adquiría creciente popularidad merced
a su apoyo a las políticas para mejorar las condiciones de la clase
trabajadora, conseguir mayor seguridad social para la tercera edad y
rebajar los alquileres y los precios. En 1953 contrajo matrimonio con
Jacqueline Bouvier, con quien tendría dos hijos.

Durante sus años como senador se convirtió en el líder del ala liberal del
partido Demócrata, y consiguió la nominación de candidato para las
elecciones presidenciales del año 1960. Su rival fue el vicepresidente
Richard M. Nixon, a quien venció por un estrecho margen de votos, para
convertirse en el primer presidente católico de Estados Unidos y en el más
joven de toda la historia del país. La campaña del candidato demócrata hizo
hincapié en el desempleo, la alicaída economía y el nuevo gobierno
prosoviético surgido en Cuba.

En su primer discurso como presidente, J. F. Kennedy definió a los


enemigos comunes del hombre como «la tiranía, la pobreza, la enfermedad
y la guerra». En política exterior, formó los Cuerpos de Paz y promovió la
creación de la Alianza para el Progreso, con el objetivo principal de
favorecer la cooperación social y económica con Iberoamérica. En su primer
año como presidente, debió enfrentarse a una grave crisis originada por la
fallida acción de bahía de Cochinos, un intento de invadir Cuba planificado
por disidentes del régimen de Fidel Castro que contaban con el apoyo de la
Central Americana de Inteligencia (CIA), plan que el nuevo mandatario
heredó de la administración anterior. El desembarco se saldó con un
rotundo fracaso militar.

Las tensiones con la URSS aumentaron aún más cuando Kennedy decidió
establecer el bloqueo naval de Cuba, ante la comprobación de que en la isla
se estaban montando misiles soviéticos de alcance medio, en octubre de
1962. Luego de negociaciones mantenidas por vía diplomática con el primer
ministro Nikita Jruschov, se acordó el desmantelamiento de los misiles a
cambio de la suspensión del bloqueo y de la promesa de que Cuba no sería
invadida. Al acuerdo, considerado un triunfo personal del presidente,
siguieron otros, como la firma de un tratado con la URSS y el Reino Unido
que prohibía la experimentación con armas nucleares.
Kennedy en Dallas, momentos antes del asesinato

Kennedy murió asesinado en Dallas (Texas) en plena campaña para la


reelección. Según la versión oficial, los disparos mortales fueron efectuados
por Lee Harvey Oswald, quien fue a su vez asesinado días después por Jack
Ruby, propietario de un club nocturno local. Una comisión formada
especialmente para tratar de aclarar las circunstancias del magnicidio, la
Comisión Warren, descartó cualquier posible complot para matar al
presidente y mantuvo que Oswald había actuado por su cuenta, aunque
otras teorías señalan la presencia de al menos dos francotiradores, que
habrían sido respaldados por una conspiración urdida por cubanos
anticastristas y miembros de la CIA o de la mafia.

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