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LA LITURGIA DE LA PALABRA
I. LECTURAS
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COMPRENDER LA MISA
Moisés (Ex 34, 29-35). Como las multitudes escuchaban a Jesús predicar la
Buena Nueva. O como las primeras comunidades escuchaban los dichos y
escritos de los Apóstoles. La voz del Esposo concurre con la de la Esposa.
Respecto a lo que ocurría con Jesús, dice san Lucas que María guardaba
y meditaba todas esas cosas en su corazón (Lc 2, 19). Debemos imitar a
Nuestra Señora en la Liturgia de la Palabra. Que sea un tiempo en el que
guardemos y meditemos la Palabra de Dios que escuchamos o leemos.
1. Primera lectura
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2. Salmo responsorial
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3. Segunda lectura
4. Secuencia
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II. EVANGELIO
1. Aclamación al Evangelio
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2. Evangelio
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COMPRENDER LA MISA
III. HOMILÍA
Jesús resucitado, antes de partir el pan con los discípulos que caminaban a
Emaús, les explicó las Escrituras (Lc 24, 25-27). Anteriormente, Jesús tuvo
que explicar sus parábolas a petición de Pedro, porque no habían
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Papa Francisco, Audiencia general del 7 de febrero de 2018.
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COMPRENDER LA MISA
IV. PROFESIÓN DE FE
Después de resucitar, Jesús dijo que “el que crea y sea bautizado se salvara”
(Mc 16, 16). Por eso, inmediatamente antes del Bautismo hay que confesar
la fe. Desde los primeros tiempos de la Iglesia, era en la Vigilia Pascual en
donde se administraba el sacramento del Bautismo. Los ya cristianos en esa
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Esta oración inicia con una invitación del sacerdote a presentar las
súplicas a Dios. Después un lector presenta cada una de las intenciones por
las que se ha de orar, tras lo cual todos con una sencilla fórmula ruegan a
Dios por esa necesidad, o bien pueden orar con un momento de silencio.
Esta segunda opción casi nunca se utiliza, pero a veces puede ser útil hacer
estas pausas para que cada uno de los presentes ruegue en su corazón por la
intención propuesta. Al final, el sacerdote concluye con una plegaria más
extensa en la que se dirige a Dios de modo solemne, con las manos
extendidas.
Entre las intenciones que deben proponerse debe estar la Iglesia, los
gobernantes, la salvación del mundo entero, los que se encuentran en
necesidades particulares y la comunidad local.
Hay que orar verdaderamente por la intención y no limitarnos a repetir
una fórmula mecánicamente. Que sea una oración como la de Jesús: por la
fe (Lc 22, 32), por la unidad y la santificación de la Iglesia (Jn 17, 11-17). Que
sea una verdadera oración de unos por otros para ser sanados, como pide el
apóstol Santiago (San 5, 16). Que sea verdaderamente orar en el Espíritu por
todos nuestros hermanos en la fe, como pide san Pablo (Ef 6, 18), y como él
mismo hacía (Col 1,3 y 1 Tes 1, 2), haciendo rogativas y peticiones por todos
los hombres (1 Tim 2, 1).
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