7 Habitos
7 Habitos
7 Habitos
En este punto lo que dice el libro es que debes dejar a un lado la actitud pasiva o de
víctima ante las cosas que te ocurren en la vida, y que debes hacer todo lo que esté
en tu mano por cambiar o mejorar lo que no te gusta.
Todos sabemos que es imposible controlarlo todo y que hay situaciones que se nos
escapan. Pero siempre tienes una cierta responsabilidad, aunque sea en el modo de
tomarte los problemas. Siempre puedes elegir una respuesta u otra.
Las personas proactivas eligen trabajar en su círculo de influencia. Es decir, en todas
esas cosas que sí controlan. Mientras las personas reactivas están siempre atrapadas
en el círculo de la preocupación.
Una forma de romper con esto es a través del lenguaje. Fíjate cada vez que digas una
frase como “No me dejan…”, “No sé…”, “Me gustaría hacer esto pero no puedo…”.
Esas frases casi siempre te dan pistas de dónde estás adoptando una actitud reactiva
en vez de proactiva.
El hábito de la proactividad nos da la libertad para poder es coger nuestra respuesta
a los estímulos del medio ambiente. Nos faculta para responder (responsabilidad) de
acuerdo con nuestros principios y valores. Ésta es la cualidad esencial que nos
distingue de los demás miembros del reino animal. En esencia, es lo que nos hace
humanos y nos permite afirmar que somos los arquitectos de nuestro propio destino.
Hábito: Proactividad.
Descripción: Hábito de la responsabilidad.
Resultado: Libertad.
Decide qué hacer con cada oportunidad, estímulo, evento, oportunidad, dilema o en
aquello en donde puedas elegir –o sea, casi todo en la vida-. Eres responsable de tu
propio destino -lo cual es genial- por lo que debes tomar las acciones necesarias para
alcanzarlo. Ejemplo práctico: no ir al Facebook apenas tu mente se aburra con lo que
haces y te lance la opción de «¿porqué no miramos rápido cuantas solicitudes nuevas de
amistad tengo en el Facebook?«, en ese momento hay que ser proactivo y decirte a ti
mismo «nop, lo primero es lo primero» (si… lo has pillado, me estoy hablando a mi
mismo…).
– Hábito 2: Empieza con el fin en mente (ENFOQUE)
Seguro que alguna vez te has dado cuenta de que has estado haciendo muchas
cosas, que has estado superliado, sin parar… y que nada de eso era para ti. No tenía
ningún sentido para ti.
Lo que pasa es que estabas tan ocupado haciendo esas cosas, que ni siquiera te
paraste a preguntar para qué las estabas haciendo.
El segundo hábito te anima a tener siempre un fin para todo lo que haces. Es
decir, una intención, un objetivo o una meta. Solo así vas a asegurarte de que estás
viviendo tu propia vida y de que estás realizando tus propios deseos.
Para este punto hay un ejercicio que se recomienda en el libro que consiste en
analizar los diferentes roles que tienes en tu vida: como profesional, como padre o
madre, como compañero, amigo… Después escoge tres o cuatro de estos, los que tú
creas que son más importantes, y escribe unos objetivos para cada uno de ellos.
Comenzar con un fin en mente hace posible que nuestra vida tenga razón de ser,
pues la creación de una visión de lo que queremos lograr permite que nuestras
acciones estén dirigidas a lo que verdaderamente es significativo en nuestras vidas.
Esto te pone en el camino que tú quieres y no permite que el flujo espontáneo de tu entorno sea
el que te guíe.
Definir los objetivos a corto, mediano y largo plazo te ayuda a navegar con un rumbo
en mente, en vez de estar a la deriva esperando que llegue lo que deseas (por azar, o
porque “es tu destino”). Ejemplo: Si quieres bajar 1 kilo este próximo mes, cuando
tengas opciones de comida, tener presente tu objetivo te facilitará -si eres proactivo-
el evitar comerte otro croasant –si… otra vez me estoy hablando a mi mismo ;)-.
Seguro que muchas veces te encuentras sin que te des cuenta apagando fuegos de
aquí y de allá sin parar. O sea, atendiendo las cosas urgentes antes que las
importantes.
Y así van pasando los días y las semanas, y te das cuenta de que no has conseguido
lo que querías.
Esto es algo que veo mucho en los empresarios. A veces les come el día a día y no
pueden salir a vender o no dedican tiempo al crecimiento de su negocio. Están super
ocupados, pero no en las cosas importantes.
Teniendo claro a donde quieres llegar, debes priorizar lo que debe hacerse por orden de
importancia. Ejemplo: cuando te despiertes define una o dos cosas muy importantes o
urgentes por hacer -y hazlas-. Esto te permitirá avanzar con paso firme. Otro ejemplo
práctico: divide las tareas en urgentes, importantes, y no tan importantes (y asume que las
no tan importantes nunca se harán).
Este hábito tiene que ver con la capacidad de escuchar a los otros y de ponerse en su
lugar. O lo que es lo mismo, este hábito te pide que desarrolles tu empatía.
Todos pensamos que sabemos escuchar, pero muchas veces escuchamos queriendo
responder, o dando consejo o aportando una historia personal.
La escucha empática implica ponerse en el papel de la otra persona, sin hacer
prejuicios. Se trata de ver el mundo con los ojos de la otra persona y ponerse en su
piel.
Para practicar la escucha empática tienes que estar siempre con una mente y una
actitud abierta hacia la otra persona. También ayuda fijarse en los gestos, el rostro y
el lenguaje corporal.
Si quieres hacer una prueba con esto, fíjate en dos personas hablando pero sin
escuchar lo que dicen. Prueba a descifrar su lenguaje corporal e intenta adivinar cuál
de las dos personas tiene está más implicada en la conversación.
Cuando practicas la empatía es mucho más fácil desarrollar relaciones
profundas y llegar a situaciones win/win de las que hablaba en el hábito anterior.
Buscar comprender primero y después ser comprendido es la esencia del respeto a
los demás. La necesidad que tenemos de ser entendidos es uno de los sentimientos
más intensos de todos los seres humanos. Este hábito es la clave de las relaciones
humanas efectivas y posibilita llegar a acuerdos de tipo ganar/ganar.
Hábito: Procurar primero comprender y, después, ser comprendido.
Descripción: Hábito de la comunicación efectiva.
Resultado: Respeto y convivencia.
Para los coaches, esto resuena en nuestras cabezas por la escucha activa (definitivamente
una de las herramientas esenciales para cualquier coach). Ejemplo práctico para usarlo:
cuando alguien te esté hablando, tómate 4 segundos antes de responder. En ese tiempo el
que habla puede que retome sus palabras con más información, además te da tiempo para
hacer las asociaciones mentales a nivel más profundo, lo cual aumenta tu entendimiento y te
facilita el proceso de «ponerte en sus zapatos» (en el artículo de la semana pasada comenté
sobre cómo usar esto para el diseño de tu práctica de coaching)
Procurar comprender requiere consideración; procurar ser
comprendido exige coraje.
– Hábito 6: Crea sinergias (OPTIMIZA)
En este hábito Stephen Covey te anima a colaborar con otras personas para encontrar
nuevas soluciones a problemas. Esto se puede aplicar en tu empresa, en tu familia, tu
grupo de amigos, tu clase… cualquier entorno en el que haya varias personas
involucradas.
Como sabes cuando se crean sinergias se obtienen resultados que hubieran sido
imposibles de obtener por separado. Gracias a la sinergia, la fuerza del conjunto es
mayor que la suma de las partes.
Sabes que se están creando sinergias cuando eres capaz de apreciar las diferencias,
cuando empiezas a ver las cosas de otra manera y cuando sientes una energía
creativa.
El mensaje del libro es que esta situación no debería ser excepcional, sino lo normal.
Y eso se consigue practicando los hábitos anteriores, del 1 al 5.
Sinergizar es el resultado de cultivar la habilidad y la actitud de valorar la diversidad.
La síntesis de ideas divergentes produce ideas mejores y superiores a las ideas
individuales. El logro de trabajo en equipo y la innovación son el resultado de este
hábito.
Hábito: Sinergizar.
Descripción: Hábito de la independencia.
Resultado: Logros e innovación.
Si no se te dan tan bien los números y te tardas horas en hacer tu declaración de
impuestos, seguro que contratas a alguien para que te los resuelva. Ese es un buen
ejemplo de potenciar lo que haces, usando tu tiempo en aquello que eres bueno
(sesione de coaching, disfrutando con tu familia) y dejando que otro que es bueno en
números se encargue de la contabilidad.
Si llevas esto más allá, puedes cooperar con otros coachs para ofrecer un servicio
mucho más completo en áreas que serían de mucho valor para tu cliente pero que no
son viables si las ofreces tu. Otro ejemplo muy real: este blog no sería viable para mi
si no contara con la ayuda de un miembro de mi equipo que se encarga de mejorarlo
a nivel visual y funcional constantemente
Stephen Covey recomienda prestar atención a estos cuatro aspectos: físico, espiritual,
mental y emocional o social.
Si tienes el hábito de “afilar la sierra” y guardar momentos para ti, te va a ser más
sencillo cumplir el resto de hábitos. O sea que el hábito 7 es el que te permite ir
mejorando cada día.
completar así sus 7 hábitos para la gente altamente eficaz. En resumen tiene que ver
además, enseñar a otros como encontralo. Es un hábito que necesita de los otros
para lograr potenciar nuestras habilidades y dones para además enseñar a otros a
que lo logren.