Ele Ejercicio de La Teologia - Angel Cordovilla PDF
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EL EJERCICIO
DE LA TEOLOGÍA
Introducción al pensar teológico
y a sus principales figuras
E D IC IO N E S S ÍG U E M E
SA LA M A N CA
2007
Cubierta diseñada por Christian Hugo Martín
ISBN: 978-84-301-1644-7
Depósito legal: S. 784-2007
Impreso en España / U nión Europea
Imprime: Gráficas Varona. S.A.
Polígono El Montalvo, Salamanca 2007
CONTENIDO
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por pensar de una forma radical, es decir, queriendo llegar a las raíces
más profundas de la realidad. Ella es el esfuerzo por buscar las razones
últimas de las cosas, para abrirse a ese misterio que nos excede y nos
sobrepasa infinitamente, que los cristianos llamamos Dios, y así entre
garnos a él en obediencia y adoración. Una introducción a la teología
hoy es una invitación a tener coraje para la fe y para el pensamiento.
¡Atrévete a pensar! ¡Atrévete a creer! ¡Ejercítate en la teología!
Quiero expresar también una palabra de agradecimiento para aque
llos que me iniciaron en esta bella tarea y para aquellos con quienes
comparto día a día su apasionante ejercicio de forma más estrecha.
Por último, deseo mencionar a las personas que han leído el bo
rrador, y de cuyas sugerencias y correcciones sin duda me he benefi
ciado: Alejandro Labajos, Jesús Romero y Antonio J. Ordóñez.
¿QUÉ ES LA TEOLOGÍA?
1. El sentido de la pregunta
1. Cf. L. vori Ranke, Sobre las épocas de la historia moderna, M adrid 1984,
77. A este autor (1795-1886) se le considera el padre de la historiografía m oderna.
La expresión que cito de forma implícita se ha convertido en un lugar común. Una
explicación y aplicación de ella puede verse en G. Am engual, Pensar y creer en
Dios después de N ietische , en A. Cordovilla-J. M. Sánchez Caro-S. del Cura
(eds.), Dios y el hombre en Cristo. H om enaje a Olegario González de Cardedal,
Salamanca 2006, 81.
2. Cf. P. Gilbert, La semplicuá deIprincipio: introduzione alia metafísica, Ca-
sale-M onferrato 1992.
3. Estas son las dos características que, según el parecer de Rom ano Guardi-
ni, ha de tener cualquier buen teólogo (R. Guardini, A p p u n tip e r un ’autobiografía,
Brescia 1986, 107).
c) Una sencilla mirada a la historia de esta cuestión en el siglo X X
9. Cf. Id., Grundkurs des Glaubens, Sámtliche fVerke XXVI, Freiburg 1999,
199. Cito la edición alem ana porque en la traducción española, siempre difícil de
realizar, no se perciben bien estos tres m omentos de los que hablamos (Curso f u n
damental sobre la fe , B arcelona51998,246-247). Cf. A. Cordovilla, La teología es
pensar. La relación entre filo so fía y teología en Karl Rahner. Estudios eclesiásti
cos 79 (2004) 395-412, en especial 410-411.
10. H. U. von Balthasar, «El lugar de la teología», en Ensayos teológicos I.
I erbum Caro, M adrid 1964, 193-207; Id., «Teología y santidad», 267.
11. J. M oltmann, ¿Qué es teología hoy?. Salamanca 1992.
16 E l ejercicio de la teología
12. Id., El Dios crucificado. La cruz de Cristo como fundam ento y critica de
la teología cristiana. Salam anca 2007.
13. Cf. G. Gutiérrez, Teología de ¡a liberación, Salam anca 1972; Id., Hablar
de Dios desde el sufrimiento del inocente. Salamanca 1986.
14. A. Gesché, E l mal. D ios para pensar I, Salam anca 2002, 12: «Al inaugu
rar con este libro (El mal) una serie de libros, intentam os form ular la hipótesis de
que Dios o la idea de Dios puede ayudar al hom bre a pensar. La idea es la si
guiente. Que para pensar bien, todo es necesario. Que para pensar bien, hay que
llegar hasta el fondo de los medios de que se dispone. Pues bien, la idea de Dios,
incluso como símbolo y abstracción, representa en la historia del pensam iento la
idea m ás extrema, aquella m ás allá de la cual no existe ya ningún último concep
to, falso o verdadero. A sí pues, la teología va a proponer p e n sa r con Dios, con la
sola idea de que un pensamiento sobreabundante (in m entís excessu Sal 67, 28)
puede resultar beneficioso».
¿Qué es la teología? 17
ral habla de la teología exclusivam ente como teología cristiana y como búsqueda
de la inteligencia de la fe.
22. Agustín de Hipona (De Civitate Dei, VI, 5ss), citando al filósofo estoico
Marco Terencio Varrón, habla de tres tipos de teología que existían en la antigüe
dad: la teología m ítica, la política y la Filosófica. J. Ratzinger, E l Dios d é la f e y el
Dios de los filósofos, Madrid 2006, 21-22: «La theologia mythica es asunto de los
poetas, la theologia civilis. asunto del pueblo, y la theologia naturalis, asunto de
los filósofos o de lo s physici [...] Según esto, a la teología m ítica corresponde el
teatro, a la política la polis, a la ‘natural’ el cosmos [...] El lugar de la teología m í
tica y política está determ inado por el ejercicio humano del culto; el lugar de la
teología filosófica, por el contrario, por la realidad de lo divino que está frente al
hombre [...] La teología m ítica tiene por contenido las diversas fábulas de dioses,
precisamente los ‘m itos’, que juntos son el mito; la teología política tiene por con
tenido el culto del estado; la teología natural, finalm ente, responde a la pregunta
qué son los dioses».
24 El ejercicio de la teología
27. Cf. E. Coreth, D ios en el pensam iento de los filósofos. Salamanca 2006.
28. Cf. J. Ratzinger, «Introduzione», en Istruzione «Donum veritatis». Sulla
vocazione ecclesiale del teologo (24 Maggio 1990), Cittá del Vaticano 1992, 11.
29. Cf. M. Seckler, Theologie ais Glaubenswissenschaft, 137.
28 El ejercicio de la teología
a) Una definición
43. Entre otros autores W. Kasper, E l Dios de Jesucristo. Salamanca 199S, 321 -
¿Qué es la teología? 37
Conclusión
Introducción
1. K. Barth, Die Kirchliche D ogm atikl: Die Lehre vom Worte Gottes. Prole-
gomena z u r kirchlichen Dogniatik.; 1,1: Einleitang. Das Wort Gottes ais K rilerium
der Dogmarik. Zürich 1986, 1 (Kirchliche Dogmatik, § 1 .1 ). Karl Barth cita !a obra
de J. Coccejus, Summa theologie ex scripturis repetita, 1 ,1 (1669). En este sentido
es siempre actual y necesaria la definición de teólogo que nos dejó Evagrio Pón-
tico (346-399) desde la imagen del discípulo amado: «El que reposa en el pecho
del.Señor conoce la sabiduría de Dios; por eso será teólogo [...] Si eres teólogo,
verdaderam ente orarás; y si oras de verdad serás teólogo» ( Tratado sobre la ora
ción, en PG XL, 1179).
42 E l ejercicio de la teología
2. Cf. E f 1,3-14.
3. La llamada teología negativa o apofática, caracterizada por ser consciente
que de Dios podemos saber más lo que no es que lo que es, ha sido una constante
en la historia de la teología: Gregorio Nacianceno (330-390), Gregorio de Nisa
(330-394), Agustín de Hipona (354-430), PseudoD ionisio (siglo V), Anselm o de
Canterbury (1033-1109), M. Eckhart (1220-1328), Tomás de Aquino (1225-1274).
Lutero (1483-1546), Juan de la Cruz (1542-1591), K. Rahner (1904-1984).
E l objeto: Dios 43
a) Perspectiva filológico-exegética
1) En el Antiguo Testamento
2) En el Nuevo Testamento
b) Perspectiva teológico-sistemática
1) La palabra de Dios
2) El misterio
21. Cf. Ya avisaba de estos dos peligros K. Rahner, Curso fundam ental sobre
la fe. Introducción al concepto del cristianismo. Barcelona -‘ 1998, 30-31.
22. G. Amengual, Pensar y creer en Dios después de Nietzsche, en A. Cordo-
villa (ed.), Dios y el hombre en C risto, 85-86; P. Rodríguez Panizo, Dios misterio:
Sal terree 93 (2005) 241-251.
23. Cf. E. Jüngel, Cott ais Geheimnis der Welt, Tübingen 2001, 340-347.
24. Cf. G. Bom kam m , M ysterion, en TW NTIV. 809-834: K_ Prümm, Mvsté-
res. en Dictionnaire de la Bible. Supplem ent VI, París 1928s, 1-225; A. Solignac,
Mystére, en D ictionnaire de Spiritualité X, París 19S0, col. 1861-1874.
52 El ejercicio de la teología
25. Cf. G. Greshake, E l Dios uno y trino. Una teología de la trinidad, Barce
lona 2000, 38-39, remitiendo a J. Splett y E. Jüngel.
26. Cf. G. Amengua!, Pensar y creer en D ios después de Nietzsche, 85-86.
27. K. Rahner, «Sobre el concepto de m isterio en la teología católica», en E s
critos de teología IV, Madrid 1964, 53-101.
(Logos), y se nos da a cada uno en el corazón como gracia y como
gloria (Espíritu)28f Se trata de una manifestación y donación que no
agota el carácter inabarcable e incomprensible de Dios, sino que nos lo
manifiesta más radicalm ente"Dios se nos manifiesta y se nos da pre
cisamente en su incomprensibilidad? La revelación no des-vela el mis
terio, sino que lo hace más patente y nos enfrenta a él de una manera
más radical. Es la radicalidad del don de sí mismo a nosotros la que
nos pone en evidencia la condición inabarcable del misterio de Dios29.
Precisamente el Deus sem per maior se ha manifestado más gran
de y más incomprensible cuanto más pequeño y minor se ha hecho30.
•N i por su absoluta trascendencia, es decir, su altura infinita que siem
pre nos desborda y nos sobrepasa, ni por su radical inmanencia, es de
cir, su íntima cercanía o su profunda interioridad que nos sobrecoge,
podemos pensar a Dios como un objeto más de nuestra razón, apro
piándonos de él como si de una «cosa» se tratara. Dios no puede ser
plenamente integrado en un sistema. Y si ningún sistema puede «aca
ban) con él, ¡menos aún el teológico!
* En este punto, resulta obligado destacar la tensión entre su tras
cendencia y su inmanencia o la dialéctica entre la radicalidad de la
comunicación de Dios y la incomprensibilidad de su m isterio?Pues
cuando se revela se nos da y está ahí para nosotros asequible en toda
su radicalidad; y sin embargo, permanece al mismo tiempo incom
prensible e inabarcable. La revelación de Dios es en el ocultamiento.
®La revelación de Dios no agota su misterio, sino que nos comunica y
nos entrega el misterio que él mismo es.
d) M isterio como singularidad irrepetible*. La categoría de miste
rio puede también estudiarse como singularidad absoluta, e incluso
desde la perspectiva de fig u ra («Gestalt»)31. En un primer momento
28. Ibid.
29. L. Ladaria, E l Dios vivo y verdadero. E l misterio de la trinidad, Salam an
ca =2000, 8 -J 1.
30. Aquí hay que traer a la m em oria la expresión del jesuíta holandés que en
honor de su m aestro y fundador san Ignacio, escribió como epitafio: «Non coer
cen m áxim o, contmeri minimo, divinum est» (cf. H. Rahner, Ignatius von Loyola
ais M ensch und Theologe. Freiburg 1964, 422-440).
31. H. U. von Balthasar. ¿Por qué jov todavía cristiano?, Salamanca 2005,
25-38. En térm inos análogos se expresa R Ide, tre et mystére. La Philosophíe de
Hans Urs von Balthasar, París 1995, 74: «En Gloria, Balthasar prefiere hablar de
figura m ás que de m isterio, pero fundamentalmente el sentido es el mismo».
54 El ejercicio de la teología
tura, la forma y el contenido de este himno de la Cana a los efesios y desde la ca
tegoría de gloria he intentado realizar una lectura unitaria de la teología en sus
principales tratados teológicos. Una lectura unificadora del m isterio de la salva
ción y de la existencia cristiana (cf. A. Cordovilla, Gloria de D ios y salvación de!
hombre. Una aproximación al cristianismo, Salamanca 1997).
56 El ejercicio de la teología
35. O. Casel. E l m isterio del culto cristiano, San Sebastián 1953, 55.
36. Cf. Y. de Andia, M ística y liturgia. Retorno al m isterio en el siglo del Va
ticano II, en A. Cordovilla Pérez-J. M. Sánchez Caro-S. del Cura (eds. ). Dios y el
hombre en Cristo, 473-508.
37. K. Rahner, «Sobre el concepto de m isterio en la teología católica», en E s
critos de teología IV. 95.
38. DH 3000-3045.
El objeto: Dios 57
3) La «Persona veritatis»
47. Cf. H. U. von Balthasar, Teológica II: Verdad de Dios, M adrid 1997; Id..
Teológica III: El Espíritu de la Verdad, Madrid 1998.
48. J. Martín Velasco, El encuentro con Dios, M adrid 1997. Desde su fenome
nología de la religión, la tradición personalista (M. Blondel, G. Marcel. M. Buber)
y la filosofía ética de Levinas, el autor emplea la realidad antropológica del en
cuentro como la categoría «menos inadecuada para sim bolizar la originalisima re
lación del hombre con el Misterio que constituye el centro bipolar del fenómeno re
ligioso». El autor desea subrayar que Dios es absolutamente trascendente; aunque
no se trata de un objeto de nuestro conocimiento, es posible el encuentro con él en
nuestra historia. Para M artin Velasco la expresión suprem a de tal encuentro es la
experiencia mística. Cf. esta misma idea desde una perspectiva teológica. O. Gon
zález de Cardedal, Jesús de Nazaret. Aproximación a la cristologia, Madrid 31993.
49. Esta perspectiva es subrayada también por la D ei Verbum, 2.
E l objeto: Dios 63
b) El anclaje antropológico
56. Cf. H. Kessler. Religióse G nm derfahnm gen und der Glaube an der dreiei-
ner Gott, en Id., Den verborgenen Gotl suchen. Gottesglaube in einer von Natur-
wissenschaflen und Religionskonjlikten geprñgten Welt. Paderbom 2006, 28-51.
E l objeto: Dios 69
e) Trinidad e historia
f) Trinidad y doxología
Introducción
a) Roca
b) Camino
5. Asi eran consideradas las sum as de teologia. Lo que es una catedral gótica
para el arte y la arquitectura, es una suma para la teología. El pequeño libro con el
que Hans Urs von B altasar (Epílogo, Madrid 1998) da razón y concluye su trilogía
teológica (com puesta por 15 volúm enes), está realizado desde la imagen de una
catedral, con su pórtico, el umbral y el m isterio que alberga en su interior.
E l lugar: ¡a Iglesia 79
teología tiene como tarea aprender a expresar cada vez mejor aquella
palabra que dijo M aría Magdalena cuando el Señor rasgó el velo y se
dejó ver en su misterio: «Rabunni. Maestro»9.
También Agustín de Hipona, en su magna obra sobre el misterio
de la Trinidad afirm a que la fe es un principio cierto de conocimien
to que nos lleva a seguir la autoridad de la sagrada Escritura y a bus
car siempre la verdad*La fe y el conocimiento, partiendo de una cer
teza, poseen un dinamismo inmanente que lleva a quien cree a una
permanente búsqueda. Comentando el famosísimo texto de san Pablo
en la Carta a los filipenses (3, 13-15), el obispo de Hipona dice:
9. Orígenes, In. Joh., 32, 1; Cf. G. Pelland, A spectes múltiples d 'u n e théolo
gie de la losange-, Gregorianura 73 (1993) 626-627; Id., Applications diverses d ’un
théme origénien: le «prosballein»: BLE 94 (1993) 83-94:
10. Agustín de Hipona, De Trinitate, 9, 1. La intentio, la distentio y la exten-
sio, son térm inos característicos de la antropología agustiniana. La intentio es la
concentración y unificación del espíritu hum ano en su interior (entrar dentro de
ti); la distentio es el movimiento contrario, o sea, la dispersión o diversión en sen
tido pascaliano (estar fuera de ti); la extensio es, sin em bargo, la vuelta a la unidad
y concentración en lo íntim o del hom bre; o dicho de otra form a, es la salida y el
camino del hombre en su búsqueda hacia el Dios trascendente e incom prensible,
siempre más allá de nuestra razón (trasciéndete). Cf. G. M adec, Le D ieu d A g u s
tín, París 2000, 91-93.
E l lugar: la Iglesia 81
c) Luz
La gnosis es, p o r así decirlo, un p erfe c cio n am ien to del hom bre en
cuanto hom bre, que se realiza plenam ente p o r m edio del conocim iento
de las cosas divinas, confiriendo en las acciones, en la vida y en el p e n
sar una arm o n ía y coherencia consigo m ism a y con el Logos divino.
Por la gnosis se perfecciona la fe (pistis). de suerte que únicam ente por
ella alcanza el fie l su perfección. Porque la fe es u n bien interior, que
no investiga acerca de D ios, sino que c o n fie sa su ex iste n cia y se ad
hiere a su realidad. Por esto es necesario que uno, rem o n tán d o se a p ar
tir de esta fe y creciendo en ella p o r la gracia de D ios, se procure el c o
no cim iento que le sea posible acerca de él. Sin em bargo, la gnosis
difiere de la sabiduría que se adquiere p o r m edio de la enseñanza por
que, en cuanto e sta es sabiduría, no p o r ello será cie rta m en te gnosis.
Porque el nom bre de sabiduría se aplica sólo a la q u e se relaciona con
el V erbo m anifestado (Logos prophorikós). C on todo, el no dudar acer
ca de D ios, sino creer, es el fundam ento de la g nosis. Pero C risto es
am bas realidades, el fundam ento (la fe) y lo que sobre él se construye
(la gnosis): p o r m edio de él es el com ienzo y el fin. L os extrem os del
com ienzo y del fin (m e refiero a la fe y la c aridad) no son objeto de la
enseñanza: la g n o sis es tran sm itid a p o r trad ició n , co m o se e ntrega un
depósito, a los q u e se han hecho, según la g racia de D ios, dignos de tal
enseñanza. Por la gnosis resplandece la d ig n id a d de la caridad, «de la
luz en luz». En efecto, está escrito: «AJ que tien e se le dará m ás» (Le
19,26); al que tiene fe, se le dará la gnosis; al que tiene la gnosis, se le
dará la caridad; al que tiene la caridad, se le dará la h e re n c ia 13.
13. Clemente Alejandrino, Stromata VII, 10. 55, i. Com entando este texto di
ce I M oingt: «Si la fe es el germen divino puesto en el alm a, su perfección con
siste en crecer para com pletar toda la conducta de la vida. Si consiste inicialmen-
te en adherirse firm em ente al verdadero Dios gracias a Cristo, su finalidad tiene
que ser conocer m ejor a Dios dedicándose a com prender la enseñanza que Cristo
dio de sí m ism o y a recibir la ciencia que Dios com unica de sí a todos los que le
buscan a través de su Hijo» (La gnose de Clément d ’A lexandrie dans ses rapporrs
avec la fo i et la philophie: Recherches Sciences Religiouses 37 [1950] 199).
E l lugar: la Iglesia 83
14. Agustín de Hipona, Pierre Rousselot, Romano Guardini, Hans Urs von
Balthasar. por m encionar sólo a algunos, han escrito sobre esto páginas bellas,
profundas y decisivas.
84 El ejercicio de la teologia
■j. d) Am or
15. «Quia inter creatorem et creaturam non potest tanta similitudo notan, quin
inter eos m aior sit dissim ilitudo notanda». Esta es la fórm ula de la analogía que
acuñó el concilio Lateranense FV (DH 806) y que han utilizado profusam ente con
gran fecundidad Erik Przywara y Hans Urs von Balthasar.
El lugar: la Iglesia 85
e) Meta
22. Cf. K. B arth. Anselm o d'A osta. F ides quaerens intellectum . Brescia
2 0 01,59.
23. Anselmo de Caterbury, Proslogion, Proemio.
90 El ejercicio de la teologia
• El segundo es el horizonte del amor, que tiene que ver con la vo
luntad y el mundo de la afectividad.*En realidad no se puede conocer
lo que en el fondo no se ama* El creyente, al amar esa verdad que es
objeto de su conocimiento, la comprende mejor, y busca amarla con
más profundidad.
tfEsta perspectiva ha dado lugar a una teología afectiva (theologia
coráis) que podemos rastrear en la espiritualidad franciscana, donde
san Buenaventura de Bagnoregio es su máximo exponente («fides
quaerens amorem»). Francisco de Asís, en una célebre carta a Antonio
de Padua, escribe: «Me agrada que enseñes la sagrada teología a los
3. Teología e Iglesia
a) El sujeto de la teología
b) E l lugar de la teologia
las formas de vida que existen y los ámbitos donde se desarrollan (la
universidad, la plaza pública, el templo). No obstante, sea cual sea el
lugar concreto desde donde se hace teología, hay que tener en cuenta
que el lugar y el ámbito natural siempre es la Iglesia.
c) La libertad de investigación
Introducción
1. «Auditusfidei»
górico y moral, para ilum inar el camino del hombre hacia el futuro
que inaugura el sentido anagógico.
«La mirada al pasado nunca puede ser neutra/Siem pre se realiza
desde preguntas actuales y preocupaciones contemporáneas. La clave
se encuentra en tomar conciencia de ello, tratando de no imponer los
propios esquemas (precomprensiones) a la realidad, ni pretendiendo
que los textos o los hechos del pasado digan aquello que deseamos oír.
Hemos de delimitar bien el contexto en el que dichos textos fueros es
critos y conocer bien las circunstancias históricas en las que se produ
jeron ciertos hechos. Y hemos de intentar hacerlo con la mayor obje
tividad y sobriedad posibles. Pero si queremos penetrar en su realidad,
tendremos que llegar a la cuestión decisiva que ellos tuvieron que
afrontar y al camino que siguieron para resolver los problemas que se
plantearon (unas veces bajo la inspiración del Espíritu de Dios - E s
critura- y otras bajo su especial iluminación en un momento históri
co concreto -padres, concilios, m agisterio-). Si las cuestiones y las
preguntas que nos hacemos hoy son verdaderas, conectarán sin duda
con los problemas y las cuestiones que se han planteado siempre en la
historia de la humanidad. Las formulaciones pueden ser distintas, p e
ro las cuestiones de fondo son las mismas. En teología la investiga
ción histórica requiere siempre una razón teológica.
2. «Intellectusfidei»
teológica, que busca en los contextos, los textos y los hechos una úl
tima intención metafísica y teológica, llegado el momento de la razón
teológica especulativa se precisa a su vez una adecuada perspectiva
histórica. El teólogo Walter Kasper ha formulado esta idea con enco-
miable claridad: «El pensamiento histórico en la teología, si quiere ser
adecuado y fructífero, ha de estar inspirado teológicamente; el pensa
miento especulativo ha de ser concebido como un pensamiento histó
rico concreto»10.
3. «Actiofidei»
5. El lenguaje de la fe : la analogía
Introducción
11. J. Kiigler, D ie Gegemvart ist das Problem! Thesen zur Rolle der neutesta-
mentlichen Bibelwissenschaft in Theologie, Kirche und Gesellschaft, en U. Busse
(hrsg.), Die Bedeutung der E xegesefiir Theologie undK itvhe, Freiburg 2005,10-37.
118 E l ejercicio de la teología
1) Fundamento
2) Fuente
3) Alma
3. La interpretación de la Escritura
b) D ei Verbum, 12
39. E! núm ero m ás importante es D ei Verbum, 12, aunque no puede ser leído
de forma aislada, sino en el conjunto de toda la constitución. Cf. 1. de la Potterie,
«11 Concilio Vaticano ü e la Bibia» en L ’esegesi cristiana oggi, Casale M onferra-
to 1991, 19-42.
40. A. Vanhoye, La recepción en la Iglesia de ¡a constitución dogmática «Dei
Verbum», en L. Sánchez N avarro-C. G ranados (eds.). Escritura e interpretación.
147-173.
130 El ejercicio de la teología
45. Estos cuatro sentidos son form ulados con toda claridad por Agustín de Di
namarca en el siglo XIII: «Littera gesta docet, quid credas allegoria, moralis quid
agas, quid speres anagogia».
46. Cf. R. Schaeíifler, P hilosophische E inübung in die Theologie. Zw eiter
Band: P hilosophische Einübung in die Cotteslehre, M ünchen 2004, 75-140. Cf.
nota 26 del capítulo 1.
134 E l ejercicio de ¡a teología
Conclusión
47. En este punto conviene realizar una precisión. El sentido literal de un tex
to suele ser único, aunque no siempre, como sucede por ejemplo en Jn 11,50, don
de el sentido literal está compuesto por un pérfido cálculo político y una admira
ble form a de revelación divina. Con todo, el sentido literal es indispensable para
determ inar el sentido de un texto y para buscar su correcta interpretación.
E l alma: la sagrada Escritura 135
Introducción
1. La Tradición en diálogo
respecto a un origen único y pleno, que con el paso del tiempo va per
diendo vitalidad y originalidad, no hace justicia a la afirmación funda
mental de la presencia del Espírim en su Iglesia. De hecho, este mode
lo conduce a un arqueologismo, donde lo más antiguo siempre es lo
mejor y más original desde un punto de vista objetivo. El modelo del
desarrollo lineal y ascendente no toma en serio la historicidad del hom
bre y de la Iglesia, pudiendo desembocar en un fanatismo que contem
pla el desarrollo de la Tradición concreta como el desarrollo orgánico
de un núcleo original. Además, se absolutiza la forma última en la que
ha cuajado esa evolución, olvidando que en todo proceso histórico se
dan avances y retrocesos que nada tienen que ver con la historia crono
lógica de los hombresn . Por ejemplo, ¿podemos decir realmente que ha
comprendido mejor la novedad cristiana la teología del siglo XVII que
la de los siglos II y III? En algunos temas seguro que se ha producido
un progreso real, pero en otros el retroceso es obvio.
17. W. Kasper, «La Tradición como principio del conocim iento teológico».
94-134, aqui 126-127.
18. C. E. Gunton, A B rie f Theologv ofRevelation. 89; cf. Id., Unidad, trinidad
y pluralidad, 113-119.
La memoria: la Tradición 145
28. Cf. W. Kasper, «La Tradición com o principio del conocim iento teológi
co», 103-104.
29. Cf. J. Martín Velasco, Introducción a ¡afenom enología de la religión, M a
drid 2006,513-547.
La memoria: la Tradición 149
30. Cf. R. Brague, Europa zwischen Herkunft und Zukunfi: International Ka-
tholische Zeitschrift Com munio (2005) 213-224.
31. H. J. Pottmeyer, Normen, Kriterien und Strukturen der Überlieferung, en
W. K em (ed.), Handbuch der Fundamentaltheologie IV' Freiburg ;2000, 95. Un re
sum en del propio autor se encuentra en la voz «Tradición», en R. Latourelle-R. Fi-
sichella (eds.), Diccionario de Teologia fundam ental, 1560-1568.
150 El ejercicio de la teologia
labras, con su vida y muerte, el rostro patem o^De esta misma forma,
el Espírim se ha convertido en el exegeta del Hijo, pues su tarea no
consiste en anunciar algo propio, sino en revelar aquello que ha escu-
chadofEl Espírim tiene así lo que después se ha dado en llamar una
función de actualización e interiorización de la enseñanza de Jesús,
que no sólo consiste en ser intérprete del pasado acaecido, sino guía
y consumador del futuro hacia el que nos encaminamos.
El siguiente texto del evangelio de Juan: «Tendría que deciros mu
chas cosas más, pero no podríais entenderlas ahora» (Jn 16,12), ha si
do utilizado para justificar una superación de la revelación de Jesús,
como si sus enseñanzas vinculadas a la historia fueran incompletas.
•Sin embargo, conducir a la verdad plena es recordar completamente
la palabra de JesúsfU na verdad que no significa sólo un progreso en
la comprensión intelectual de la revelación, sino en la realización
práctica de la vida cristiana en su totalidad que se verifica en la vida
moral y se realiza en el amor.'Esta verdad no puede ser reducida a ver
dad gnóstica de conocimiento o a pura acción moral, sino a la tota
lidad de la figura y el contenido de la revelación.'El Espírim nos in
troduce en la profundad del contenido de la revelación y nos guía en
la aplicación de esa revelación en la vida de la comunidad en medio
del m undo35*El Espírim es intérprete y consumador de la verdad de
Jesús, así como Jesús es revelador de la verdad del Padre.
1) Acto
38. Cf. W. Kasper. «La Tradición como principio del conocim iento teológi
co». 124-134.
156 El ejercicio de la teologia
2) Contenido
3) Sujeto
*A1 hablar de la Tradición también estam os haciendo referencia,
por último, al sujeto que realiza esta acción de transmisión.'Un suje
to que, en sentido original y prim ario, es la Palabra misma de Dios,
hecha carne en Jesucristo y presente de form a viva en el Espírim san-
to*Y en sentido derivado, en cuanto Cuerpo de Cristo y esposa del Es
pírim, es la Iglesia.'Ella es el sujeto ministerial, que gracias al aliento
y la fuerza del Espírim, y mediante el culto, la doctrina y la vida -e s
decir, lo que ella es y cree- transmite a las generaciones futuras la re
velación de Dios en Jesucristo.
La memoria: ¡a Tradición 157
45. Melchor Cano, De locis theologicis, edición de J. Belda Plans, Madrid 2006.
¡62 El ejercicio de la teología
5) El concilio Vaticano II
46. Cf. M. Seckler, Die ekklesiologische Bedeutung des System s der loci theo
logici. Erkenntnisttheoretische Katholozitcit und stnikturale Weisheit, en W. Baier
(Hg.), Weisheit Gottes-Weisheit der Welt (FS J. Ratzinger), St. Ottilien 1987,37-65.
El autor ha vuelto sobre este tema desde la categoría de comunión en D ie Commu-
nio-Ekklesiologie. die theologische M ethode und die ¡oci-theologici-Lehre Mel-
chior Canos: Theologische Quartalschrift 187 (2007) 1-20.
47. Cf. G. Philips, La Chiesa e il suo mistero. Storia. testo e commento della
«Lumen gentium». Milano 1975, 153s y 2S0s.
La memoria: la Tradición 163
otros diez propuestos por M elchor Cano, pues ella no es más que la
expresión orante y celebrativa de lo que la Iglesia cree y es50. Según
Y ves Congar, «la liturgia es la expresión de la Iglesia en acto de vivir,
en alabanza a Dios y en realización de una comunión santa con El»51.
Más que lugar teológico es la expresión dramática de la Iglesia como
lugar teológico radical.
En este sentido, si el objeto de la ciencia litúrgica es la fe celebra
da, existe entonces una radical coincidencia con el objeto propio de la
teología, es decir, la fe. Pues resulta secundaria, en este caso, la espe
cificidad propia de la liturgia, a saber, la fe dentro de la celebración52.
Y puesto que, en puridad la liturgia no es un nuevo lugar teológico
donde recabar argumentos a favor o en contra (especie de arsenal dog
mático), ni tampoco aquel lugar desde donde realizar inmediatamente
el quehacer teológico, es necesario concluir que se trata, más bien, del
«lugar privilegiado de la Tradición; y no sólo en su aspecto de con
servación, sino también en su aspecto de progreso»^3.
50. M. Seckler, Die ekklesiologische Bedeutung des System s der loci theolo
gici. Erkenntnisttheoretische K atholozitat und strukturale Weisheit, 44, nota 11.
51. Y. Congar, La Tradition et les traditions //. Essai théologique, París 1963,184.
52. Cf. A. Saberschinsky, D er gefeierte Glaube. Einjuhrung in die Liturgie-
wisstnschaft, Freiburg 2006, 13-27.
53. Y. Congar, La Tradition et les traditions II, 186.
166 El ejercicio de la teología
tual. Dos son las razones que corroboran tal afirmación: primera, por
que su metafísica de la salvación o su ontologia trinitaria nace de la
necesidad de salvar el dato bíblico y la experiencia personal y comu
nitaria de la salvación: segunda, porque su diálogo fecundo con la cul
tura nace de la convicción de la novedad radical aportada por Cristo
en su venida al mundo, novedad que el cristianismo tiene que extender
y comunicar.
5. La época de los Padres resulta relevante para la Iglesia de cual
quier tiempo por la conjunción única que se ha dado entre teología y
santidad y entre teología y vida.
En este sentido, tres son las características fundamentales de su
teología que deben ser consideradas. En prim er lugar, su pastoralidad.
Los teólogos son antes de nada pastores, es decir, su teología está al
servicio de la edificación de la Iglesia de Dios. En segundo lugar, su
sacramentalidad. Pues su teología es comunicación, ilustración y de
fensa del misterio cristiano. Un misterio que no es entendido tanto co
mo objeto de estudio, sino como realidad desde la que se vive, se ce
lebra y se ora; es decir, el lugar vital desde el que se trabaja. En tercer
lugar, su integralidad. El resultado objetivo de la teología de los Pa
dres responde a las condiciones subjetivas de su trabajo.; sin embargo,
todos buscan la unidad de la fe y de la realidad cristiana, contemplan
do siempre la teología y la fe como un todo (analogía de la fe). Su teo
logía no está dispersa en tratados particulares, sino que se preocupa de
mostrar e ilustrar el movimiento esencial de la revelación y de la eco
nomía de la salvación (E f 1, 3-14)58.
Una vez esbozadas estas cinco grandes razones que ponen de ma
nifiesto la enorme significación de la teología de los Padres, podemos
dirigir nuestra mirada, como contraste, a la teología actual. Al con
templarla en sus luces y sus sombras, podem os preguntam os si real
mente ella muestra esa misma pasión por el diálogo con la cultura mo
derna y antigua desde la convicción de que Cristo tiene 1a capacidad
de penetrar hasta el último rincón del mundo y otorgar una novedad
única para la vida humana. O si tiene ese arraigo en la historia de la
salvación tal como demostraron los padres de la Iglesia (la teología
como economía, es decir, como obediencia a la revelación), para des
Conclusión
Introducción
1. Cf. J. Ratzinger, L exiko n fíir Theologie und Kirche 448. El autor utiliza
la expresión Leitfaden para referirse a la Escritura y a la Tradición; Grenzstein pa
la referirse al m agisterio en su relación con la teología.
172 E l ejercicio de la teología
a) Perspectiva cristológico-escatológica
b) Perspectiva pneiimático-eclesiológica
ministerio que compete a todo el pueblo de Dios (LG 12). En este sen
tido amplio podemos hablar del magisterio de los testigos y de los
mártires, de los doctores y de los maestros, de los santos y de los m ís
ticos, de los fieles y de los creyentes.
No obstante, hay que afirm ar que el magisterio entendido en un
sentido moderno es, a su vez, un carisma otorgado de forma específi
ca a los sucesores de los apóstoles10. Estos no poseen la única palabra
en la Iglesia, pero sí la última cuando se produce un conflicto en su in
terpretación. El ejercicio y el ministerio de esta palabra autorizada y
auténtica en la interpretación de la Escritura y de la verdadera Tradi
ción de la Iglesia, tiene sus exigencias y es realizado en diversos gra
dos". La recepción por parte de los fieles, el grado de adhesión re
querido y la posible crítica a su contenido y expresión, depende del
grado que ocupe respecto a su naturaleza.
A partir de la carta apostólica de Juan Pablo II, A d Tuendam fidem
(1998), se habla en la actualidad de tres tipos fundamentales de m a
gisterio. El corazón y centro de la profesión de la fe de un cristiano se
halla en el símbolo, confesado semanalmente en la asamblea litúrgica
convocada para celebrar la eucaristía. Junto a esta forma fundamental
de expresión y confesión de la fe, A d Tuendam fidem añade tres apar
tados donde se explicitan y exponen las verdades de la fe católica que
la Iglesia, en los siglos sucesivos y bajo la guía del Espíritu santo, ha
indagado o debe aún estudiar con mayor profundidad.
En un primer bloque se sitúan las dos formas fundamentales del
llamado magisterio infalible:
10. Cf. Y. Congar, Pour une histoire sémantique du terme «M agisterium»: Re
vue des Sciences philosophiques et théologiques 60 (1976) 94: «La expresión el ma
gisterio en su acepción actual fue introducida por la teología del siglo XVTII, pero
sobre todo por los canonistas alemanes de comienzos del siglo XIX». Todavía este
estudio de Y. Congar sobre la historia del término «magisterio» sigue siendo funda
mental. En plena sintonía con este artículo, cf. B. Sesboüé. «La noción de m agiste
rio en la historia de la Iglesia y de la teología», en E l magisterio a examen, 17-67.
11. Cf. Congregación para la Doctrina de la fe. Donum veritatis, 23-24.
178 El ejercicio de la teologia
E n u n s e g u n d o b lo q u e se e n c u e n tr a el m a g is te r io d e fin itiv o -.
12. «Aunque cada uno de los prelados por sí no posea la prerrogativa de la in
falibilidad, sin embargo, si todos ellos, aun estando dispersos por el mundo, pero
m anteniendo el vínculo de comunión entre sí y con el sucesor de Pedro, convienen
en un mismo parecer como maestros auténticos que exponen como definitiva una
doctrina en las cosa de fe y de costumbres, en ese caso anuncian infaliblemente ia
doctrina de Cristo» (LG 25). Cf. Concilio Vaticano I, D ei Filius, 3 (DH 3011).
13. Hasta ahora se hablaba de magisterio infalible y no infalible. A partir de la
carta apostólica A d tuendam fidem se ha añadido una tercera forma que se denomi
na definitivo. Hoy la teología trata de com prender correctam ente esta forma que,
sin ser del todo nueva, supone una novedad en la doctrina del magisterio; además,
por esta razón, ha creado cierta perplejidad a la hora de distinguir de hecho el m a
gisterio infalible del definitivo. Cf. B. Sesboüé. El magisterio a examen, 345-363.
El marco: el magisterio eclesial 179
16. Cf. K. Rahner, M agisterio eclesiástico, 392. Esta idea fue aplicada por
Rahner en un célebre artículo sobre los problemas actuales de cristología. con m o
tivo del 450 aniversario de la celebración del concilio de Calcedonia («Problemas
actuales de cristología», en Escritos de teología I, M a d rid 31967, 167-221).
17. K. Rahner. «Problemas actuales de cristología», 167.
18. H. U. von Balthasar, «El lugar de la teología», en Verbum Caro. Ensayos
teológicos I, Madrid 1964, 203 (original: ¿Qué debe ser la teología? Su lugar y su
figura en la vida de la Iglesia: Word und Wahrheit 8 [1953] 325-332, aquí 330). Es-
El marco: el magisterio eclesial 1S3
Quiero finalizar con una imagen, una imagen deficiente a todas lu
ces, pero que aun así ilumina la función esencial del magisterio en la
teología. Toda obra de arte necesita un marco. Éste puede ensancharse,
agrandarse y aun confundirse con la obra artística realizada o con el
mundo del sujeto que la contempla. Pero un límite y un horizonte es la
condición de posibilidad del conocimiento del mundo como tal.
Ésto mismo puede decirse de la teología. Como ejercicio humano,
necesita de unos límites y unas normas, de unas reglas de juego. Para
comprender mejor el juego, las normas son susceptibles de ser revisa
das, aunque esto sólo pueda hacerlo el órgano competente (concilio
ecuménico, colegio episcopal unido a la cabeza, el obispo de Roma).
Veamos las dos caras de un mismo ejemplo. Un teólogo particular
puede decidir unilateralmente rom per o cambiar esas reglas, pero no
puede pretender que la comunidad eclesial, incluida la teológica, le si
ga en ese camino. También la autoridad competente puede decir de
forma expresa que esas nuevas reglas no respetan la naturaleza del
juego y que por lo tanto no sirven ni son vinculantes para los demás.
En todo caso, el marco y las reglas son un límite, pero precisamen
te por ello son una posibilidad. Desde el punto de vista del conoci
miento humano, el marco siempre es histórico; mas desde el punto de
vista de la revelación de Dios, en Cristo y el Espíritu, siempre es defi
nitivo y escatológico. Por tanto, ese marco no es sólo un límite formal
que el teólogo deba soportar, sino contenido propio de su tarea y de su
ejercicio, que le abre a nuevos horizontes y a la verdadera catolicidad.
LA FORMA CATÓLICA DE LA TEOLOGÍA
Introducción
1) Perspectiva lingüística
2) Perspectiva ontológica
3) Perspectiva teológica
Por último, esta cuestión tiene que ser tratada desde un punto de
vista teológico, como forma de entender en Cristo la relación de Dios
y el hombre.
Dios ha hablado al hombre en lenguaje humano, haciendo del idio
ma un medio e instrumento capaz de decir lo divino. Los dos movi
mientos de la analogía vertical tienen pleno sentido y los dos son ad
mitidos por la teología católica. Pero desde una perspectiva teológica;
ella pone en el centro y en el principio de todo decir y pensar de Dios la
revelación divina, pues el movimiento descendente es el que funda el
movimiento ascendente. Sólo Dios puede hablar bien de Dios; y porque
ha hablado en Jesucristo, asumiendo las anteriores palabras de los hom
bres y llevándolas a su plenitud, el hombre puede hablar bien de Dios.
Sólo mediante la analogía es posible hablar de una participación
de la realidad en Dios (creación), sin que ello signifique un panteísmo
que no respeta la diferencia y alteridad entre Dios y el mundo (univo
cidad, riesgo de analogía de atribución); pero también es posible ha
blar de una comprensión del mundo donde no se logra la unidad de lo
diverso, sin que ello nos lleve a un relativismo y pluralismo radicales
(equivocidad, riesgo de analogía de proporcionalidad).
Karl Barth no ha podido por menos de criticar a la teología liberal
porque, según él, disuelve la revelación en el correlato de una expe
riencia humana dada ya con anterioridad en el sujeto. Pero además, ha
criticado la analogía entis que usa la teología católica porque, para él,
se trata de un intento de reducción de la soberanía y el ser de Dios a la
naturaleza y conocimiento de los hombres; como si pudiéramos inte
grar bajo un mismo concepto de ser a Dios y al hombre. Esta crítica
ha provocado, de hecho, una reelaboración y profundización en la
doctrina de la analogía.
Con todo, el propio Barth afirm a la posibilidad de una analogia, es
decir, una relación entre Dios y el hombre; aunque semejante relación
sólo puede darse en la fe {analogía fidei: cf. Rom 12, 6). De esta m a
lina. intenta que la relación entre Dios y el hombre no se convierta en
iilyo estático y en una naturaleza disponible para el ser humano, que
pueda oscurecer o poner en duda la soberanía y la gratmdad de Dios.
Por su parte, la teología católica responde aclarando lo que entien-
ilt en realidad, por analogia entis. Para nada se trata de un concepto
196 El ejercicio de la teología
4) Consecuencias
18. Cf. más textos en Y. Congar. El Espíritu santo. Barcelona 1991, 67.
La forma católica 201
para siempre. Así, el Espíritu unlversaliza y hace eficaz para todos los
tiempos y lugares la obra de Cristo, realizada en un momento y lugar
concretos. Al unlversalizarla la actualiza y la presencializa, especial
mente en los sacramentos. Y al actualizarla la interioriza en la con
ciencia de los creyentes y de todos los hombres:
4) Consecuencias
d) La teología de la mediación
29. Cf. Juan Pablo II, R edem ploris missio, 5; Congregación para la Doctrina
de la fe, Dom inus Jesús, 14.
30. Cf. A. Cordovilla, Gramática de la encarnación, 125-139.
208 El ejercicio de la teología
2) Catolicidad
Conclusión
LA BIOGRAFÍA DE LA TEOLOGÍA
Introducción
-I l Ino de los ejem plos más claros puede verse en Orígenes, De Principiis I,
i in lii uní de M. Simmonetti. Tormo 1989, 121-122).
El ejercicio de ¡a teología
2. De la Escritura al Símbolo
La teología surge cuando los primeros cristianos tienen que dar ra
zón de su vida y de su fe en un contexto diverso en el que acontece la
revelación de Dios y surge la experiencia y el testimonio cristiano ori
ginal. El primer momento de esta relación es el encuentro en diálogo
y confrontación del cristianismo nacido en un contexto judío ante la ra
zón griega y la cultura romana. Los nombres de Justino, Ireneo, Cle
mente de Alejandría, Tertuliano, Orígenes, Cipriano, etc., entre los más
destacados, son expresión cualificada de esta fecunda relación que se
realizó, por un lado, con la clara conciencia de la identidad y novedad
del cristianismo ante la cultura circundante, pero, por otro, con la con
vicción de la profunda sintonía que existía con ella. ¿Qué relación ins
taura el cristianismo con esta vida y cultura anterior? Fundamental
mente podemos resumirla en que la hereda, en un ejercicio que implica
un triple movimiento que va a constituir la forma casi normativa de to
do diálogo posterior del cristianismo en el encuentro con o ta s cultu-
i as: la asume, la purifica y la transforma (LG 17 y AG 9).
Esta relación en el origen puede resumirse muy bien en el dicho
formulado por Pablo de Tarso en la Carta a los filipenses que va a ser
permanentemente comentado por los autores cristianos: «Todo cuan
to hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de hono-
u b le, todo cuanto sea vim id o valor, tenedlo en aprecio» (Flp 4, 8).
I n verdad este cristianismo primitivo actúa de esta manera porque es
i oiisciente de que esta realidad buena y verdadera con la que se en
cuentra es expresión del Logos amoroso y creador de Dios que ha ido
sembrando fragmentos de su presencia en la vida de los hombres,
conduciéndoles con una luz interior, sin violentar su libertad (con
ciencia) hacia su presencia definitiva en el Logos encamado. Desde
esta cristología del Logos presente de forma incipiente en el prólogo
(Id evangelio de Juan y desarrolla posteriormente en los siglos II y III,
i I ci islianismo va a establecer el diálogo con la cultura que le prece
de v con la que se encuentra no tanto desde el ámbito de las religiones
226 El ejercicio de la teología
antigua. Pues por hipótesis en este momento no bastan las palabras an
tiguas para clarificar el debate»13. Con la expresión «es decir», que apa
recía en el credo de Nicea y que fue eliminada posteriormente en el así
llamado nicenoconstantinopolitano, se pone de relieve que los Padres
no quieren añadir nada nuevo al keiygma y a la fe tradicional de la Igle
sia, sino sencillamente interpretar esa fe. Es una explicación autoriza
da y auténtica de 1a sagrada Escritura, una precisión lingüística, pues
los Padres del concilio de Nicea no quieren hacer otra cosa que «una in
terpretación auténtica de la Escritura a la luz de la regla de fe»14.
Sin entrar a valorar cada una de las propuestas, hay una pregunta
muy sencilla que nos podemos hacer: ¿cómo podemos juzgar una he
rejía como tal si no es desde lo que denominamos regla de la fe o ca
non de la verdad? «En el cristianismo la dialéctica ortodoxia-herejía
era distinta. Al dato original de Jesús de Nazaret se le dio la única lec
tura posible con garantía suficiente de los testigos directos, aceptado
como tales en la comunidad. En esta línea se asentó la ortodoxia; fue
ra de este surco, señalado luego técnicamente como ‘apostólico’, y sin
prescindir de él es como se habló de herejía, que por consiguiente no
puede definirse más que en relación con la ortodoxia»17.
La herejía nace como una legítima tendencia teológica. Legítima
porque en su origen parte de una dimensión auténtica de la verdad de
fe. El problema viene por la absolutización que hace de uno de sus
afirmaciones y por la negación de aquellos que tiene dificultad de in
tegrar en su sistema teológico, precisamente por esta absolutización.
La herejía tiene razón, normalmente, en aquello que afirma, ya que es
una parte esencial del dogma de la Iglesia. Pero no tiene razón en
aquello que niega, pues esa parte pertenece también al cuerpo de la
verdad. La teología ha de dar razón de la totalidad, en su complejidad
y en su paradoja, sin caer en la tentación de reduccionismos de ningún
tipo. El tópico paulino que habla de la necesidad de las herejías, po
demos comprenderlo como la necesidad histórica que tiene el pensa
miento humano de ir acercándose a la verdad completa, cayendo a ve
ces en errores inevitables.
El estudio de las doctrinas heterodoxas no ha de hacerse desde un
juicio moral a los autores que las han sostenido o a las tendencias teo
lógicas que puedan tener algo de ellas en la actualidad. El interés ha de
centrarse más bien en mostrar que el pensamiento, incluso el pensa
miento teológico, es histórico, y que la Iglesia guiada y asistida por el
I spíritu se va acercando hacia la verdad completa. El estudio de las
doctrinas heterodoxas no debe ofrecer un plano para ir a la búsqueda
obsesiva de herejías en la teología contemporánea, sino proporcionar
lü■ herramientas necesarias para conocer más profundamente la teolo
gía cristiana en sus orígenes, con sus logros y aciertos, con sus límites
1) Teología asiática
3 ) Teología gnóstica
hecho, actualmente hay autores que hablan de una vuelta del gnosti
cismo, bajo diferentes formas y ropajes50, que está suponiendo un re
to renovado a la Iglesia31.
Ramón Trevijano ha señalado cuatro aspectos centrales de su sis
tem a teológico: a) Un conocimiento teosófico y antroposófico. El
hombre se reconoce en su yo profundo como parte integrante de la di
vinidad. b) El dualismo anticósmico, entre el yo profundo y el mundo,
c) Radicaliza esta escisión entre el yo y el mundo proyectándola sobre
la divinidad: el mundo no procede directamente de Dios, sino de una
divinidad inferior; d) Esta concepción dualista de la realidad se elabo
ra sobre un fondo monista, que se expresa, con el recurso de la m ito
logía, en un doble movimiento de degradación y reintegración en la
divinidad32. La salvación es la reintegración de estos elementos en el
pléroma (la escatologia se identifica con la protología)33.
Como indica Ysabel de Andia34, la falsa gnosis constituye una pér
dida de la unidad: de la unidad de Dios, de la unidad de la Escritura
(Antiguo Testamento-Nuevo Testamento), de la unidad de la Iglesia.
Ella destruye la unidad de la fe de la Iglesia y la unidad del hombre,
pues dividiendo al hombre en tres partes, no sólo menosprecia la car
ne del hombre, sino también su razón, pues la gnosis quiere pasar de
la ignorancia del Dios desconocido (agnosticismo) a la gnosis secreta
35. Ibid., 472. ¿No habría que entender en este contexto una de las insisten
cias mayores de J. Ratzinger, com o teólogo, y después del papa Benedicto XVI?
C'f. el nuevo prólogo de la obra de J. Ratzinger. Introducción al cristianismo. Sa
lamanca 2006: Benedicto XVI, Glaube und Vernunfl. D ie Regensburger Voriesung,
I reiburg 2006.
36. Y. de Andia, La gnosis de nombre mentiroso: seducción y divisiones, 472.
37. B. Studer, Soteriologie. In der Schrift und Patristik, en M. Schm aus
(hrsg. ]. Handbuch der Dogmengeschichte. Christologie - Soteriologie - Mariolo-
i;h' 111 2a, Freiburg-Basel-W ien 1978, 158-159.
38. Agustín de Hipona, Confesiones.
236 El ejercicio de la teología
g) La síntesis tardía
39. Esta es la tesis principal de la gran obra sobre este autor, cf. H. U. von
Balthasar, Kosmische Liturgie. Das Weltbild M axim us des Bekenners (1941), Ein-
siedeln 21961.
muuuuuuuumn La biografía 237
b) De la «lectio» a la «quesrio»
53. Carta Cum in nostra delpapa Alejandro III al arzobispo Guillermo de Sens
(DH 749).
La biografía 243
sas sumas. De los tres el más significativo es santo Tomás quien junto
con san Agustín será considerado como el gran teólogo de la tradición
teológica occidental. El Aquinate otorga a la razón un papel importan
te en la reflexión teológica, colocando su interpretación de Aristóteles
como base de su teología, con una fuerte visión optimista de la reali
dad. Su obra más importante es la Suma de teología con una transpa
rente y rigurosa construcción que, no obstante, dejó incompleta.
Ya hemos comentado que el objetivo principal de esta obra es fun
damentalmente pedagógico, de ahí que su estructura sea muy sencilla.
En un esquema circular, de salida de Dios de sí mismo al mundo y al
hombre, y de nueva vuelta hacia Él a través de Cristo comprendido
como camino, santo Tomás irá exponiendo el contenido fundamental
de la teología cristiana. Este esquema ha sido descrito desde el esque
ma neoplatónico exitus-reditus, pero independientemente de esta re
ferencia, es indudable que este sencillo esquema pertenece a la entra
ña misma de la estructura de la historia de la salvación, tal como
puede verse en los himnos cristológicos que encontramos en el Nuevo
Testamento (E f 1,3-14) y en afirm aciones del evangelio de Juan: «He
salido de Dios y vuelvo a Dios» (Jn 13,4). Después del prólogo en el
que santo Tomás explica la razón pedagógica por la que escribe la Su
ma de teología, expone brevemente su estructura:
A sí, pues, co m o quiera q u e el objetivo principal de esta doctrina sa
g rad a es el conocim iento d e D ios, y no solo com o ser, sino tam bién co
m o principio y fin de to d as las cosas, especialm ente de las criaturas ra
cionales según h a q uedado dem ostrado (q. la , 7), en nuestro intento de
ex p o n er d ich a doctrina tratare m o s lo siguiente: prim ero, de D ios: se
g u n d o de la m archa del ho m b re hacia D ios; tercero de C risto, el cual
com o hom bre, es el cam ino en nuestra m archa h acia D ios54.
via, que después hace imposible pensar en toda su hondura lo que sig
nifica e implica la encarnación de Dios y la muerte del Hijo para la
comprensión dei ser de Dios*” .
64. Sobre este tem a A. Gesché, Dios. Dios para pensar III, Salam anca 2007.
La biografía 249
Textos básicos sobre el D ios de los cristianos, Salam anca 2005.449-488 (cap. 12:
«M ística. Contem plación trinitaria»),
68. Puede verse en sus atrevidísim as afirm aciones sobre cóm o el hom bre
puede llegar a ser Dios por participación, cf. Cántico espiritual B. estrofa 39 y
Llama de am or viva, 4, 17.
69. Cf. B. A. Gerrish. A Prince o f the Church. Schleierm acher and the Begin-
nings o fM o d e m Theology, Oregon 2001. Aunque hay que ser conscientes de que
La biografía 251
'■■.ir juicio no es compartido por todos ya que mientras para algunos ha sabido in-
mir s prolongar el punto de partida de la teología de Lutero (experiencia), para
míos ha sido quien ha vaciado de contenido el Evangelio, reduciéndolo a una pu-
iii experiencia subjetiva y antropológica.
70. F. Schleiermacher, Sobre la religión, Madrid 1990. 35 (Über die Religión,
Herlin 2001, 79: «Ihr Wesen ist w eder Denken noch Handeln, sondem Anschauung
und Gefuhl»).
71. E. Brito. Schleierm acher, en J. Y. Lacoste (ed. ), D ictionnaire critique de
Théologie. Paris 1999, 1070.
72. F. Schleiermacher. D er Chrislliche Glaube, § 3.
252 El ejercicio de la teología
Quizá dentro del catolicismo no hemos tenido una figura tan rele
vante como Schleiermacher, pero sí ha habido una serie de teólogos
que, sin ser excesivamente significativos en el momento en que vivie
1) El giro fenomenológico
51. Id.. 553-554. La obra de J. Haberm as, E l pensam iento postm etajisico,
identifica cuatro m ovimientos en la filosofía del siglo XX.
52. R. Gibellini, L a teología del siglo X X , 553.
83. J. Ortega y Gasset. Qué es filo so fía , en Obras com pletas VII, M adrid
1964.306.
256 E l ejercicio de la teología
2) El giro antropológico
3) El giro histórico-social
84. Cf. G. Pasquale. La teologia della storia della salveza nel secolo XX, Bo-
lognu 2001.
85. Después de la gran obra de G. Gutiérrez. Teología de la liberación (1972),
' ..il.imanca 172004, quizá la obra colectiva dirigida por I. Ellacuria-J. Sobrino (eds.)
' / wwrium liberationis I-II, El Salvador 1989, sea la obra más representativa de es-
t ii corriente teológica.
258 El ejercicio de la teologia
4) El giro contextual
Nos encontramos en una situación donde la teología se ve inserta
en un contexto ecuménico y planetario. Ella percibe mejor el desaño
interno que supone el ecumenismo para las confesiones cristianas, así
como el empuje cada vez mayor del pluralismo religioso. Junto a esta
conciencia ecuménica y pluralista, se cae en la cuenta de la importan
cia que tiene el contexto concreto desde donde cada teólogo hace teo
logía (contextual). así como del desaño que supone la globalización.
Esta conciencia agudizada de ejercer la teología en contexto, es vi
vida desde dos perspectivas fundamentales. La primera alude a un tipo
de teología que ante esta situación plural, opta por una búsqueda de su
significación y relevancia desde las ciencias adyacentes, como la feno
menología, la sociología, la filosofía, la filología, la historia (de las re
ligiones), pidiendo con insistencia que la teología abandone su método
tradicional para adaptarse a esta nueva situación mundial. Se constata
que la teología ha estado encerrada en sus propios ámbitos y hoy no in
teresa a casi nadie. Sin afirmarlo explícitamente, da la impresión de
que la teología se diluye en estas ciencias que, aunque necesarias para
ella, resultan insuficientes para dar razón de su objeto y método.
La segunda opción se refiere a aquéllos que reconociendo tam
bién esta pluralidad, ven en esta situación una posibilidad de volver a
un ejercicio propio de la teología, conscientes de su situación humil
de, relativa y minoritaria, pero también cayendo en la cuenta de que
ella, en cuanto ciencia de la fe, tiene una palabra única que no puede
soslayar ni dejar de pronunciar. Una teología que es consciente de
pertenecer a una determinada comunidad de referencia, a una tradi
ción lingüística y a un ámbito de memoria, desde la cual realiza m e
jo r su tarea y su misión. La teología está llamada a recuperar una
cierta unidad esencial de contenido y su significación universal, des
de un conocimiento riguroso de las diferentes materias que la con
forman y desde la conciencia de su específica singularidad. «En Eu
ropa la teología sólo puede asum ir adecuadam ente los desafíos
eclesiales y sociales del incipiente siglo X X I si ella tiene claro cuál
es su tarea específica, y, agudizándola, se abre hacia fuera, sin poner
enjuego su propia identidad»86.
Es difícil saber cuál será la form a teológica del futuro. Pero una
cosa parece clara: si la teología quiere perdurar, tiene que ser verda
deramente tal. En el prim er capitulo he hablado de sus diferentes di
mensiones (altura, anchura y profundidad). Sin duda, la forma del fu
turo habrá de atender a esas tres dimensiones esenciales: una teología
teológica (altura), una teología histórica (hondura) y una teología ecu
ménica (anchura). Pero es esencial que la teología, independiente
mente de la forma que revista en el futuro, sea y permanezca necesa
riamente como teo-logía, es decir, palabra de Dios y sobre Dios.
Los cuatro giros y movimientos de la teología del siglo XX han de
hacemos percibir la importancia de las anteriores dimensiones. No es
posible una teología dialéctica que pone a Dios en el centro si no atien
de a la verdad última de quien es su destinatario. Pero tampoco es posi
ble atender a la estructura fundamental del destinatario de la revelación
y de la palabra de Dios si no lo contemplamos como un ser histórico y
social, un ser que vive en un contexto determinado. Por lo tanto, los gi
ros de la teología no significan una derrota de la perspectiva anterior, si
no la necesidad de su recíproca integración. Ningún movimiento teoló
gico se pierde si es verdaderamente teológico: queda integrado en el
siguiente, siendo asumido e interpretado en un marco superior.
Sin olvidar esta historia y asumiendo en su justa medida los dife
rentes movientes teológicos en el siglo XX, hago mías las palabras de
Eberhard Jüngel cuando, refiriéndose al futuro de la teología, dice: «La
libertad de la teología es la exigencia de caminar hacia la concentra
ción en lo necesario»87. Su futuro depende de que retome a su tarea es
pecífica y esencial. Igual que Marta, la teología parece haber estado
absorta en infinidad de tareas, pero ahora es tiempo de que se vuelva,
como María, hacia lo único necesario. La teología agoniza encerrada
en sus propias disquisiciones «científicas», o mendigando foros y ám
bitos desde tareas que no le pertenecen. Sólo tendrá futuro si se centra
en su tarea específica, aunque sin encerrarse en su propio ámbito teo
lógico. Los teólogos han de ser conscientes de que el lugar fundamen
tal de su ejercicio es la Iglesia, y, el destino de su tarea, la sociedad.
S7. «Die Freiheit der Theologie ist die Zumutung, die Konzentration a u f das
Notvvendige zu wagen», tomado de U. Ruh, Wozu Theologie?, 109.
260 El ejercicio de la teología
Conclusión
Introducción
1. K.. Rahner, «Freunde Gottes», en Id., Hórer des Wories, Sámtliche Werke IV.
Diisseldorf-Freiburg i. B. 1997, 294-295.
2. A. Stolz, ¡Vas ist Theologie?, en G. Baum gartner (hrg.), Die Siebten Sali-
tnuger Hochschulwochen, Salzburg 1937, 17-23.
262 El ejercicio de la teologia
El te ó lo g o : a pó sto l de J e s u c r is t o y .a m i g o d e D io s
m andam iento del Señor, aquel que am a hasta la m uerte, aquel que realiza obras
y trae frutos, y por últim o, el am igo de C risto y de D ios. Y esto que nuestro Se
ñ o r dice de form a especial aquí de todo hom bre cristiano y de todo apóstol es
lo m ás bello y definitivo. «N o os llam o siervos, sino am igos» («N on iam dico
vos servos, sed am icos»). Para quienes som os sacerdotes, esta palabra resuena
dulcem ente desde el día de nuestra ordenación. M as tam bién resulta válida pa
ra todos ios que por el bautism o hem os llegado a ser am igos de Dios.
Palabra que Dios m ism o es. Porque detrás de nuestras preguntas y de nuestras
respuestas tiene que estar la seriedad de la inteligencia; pues se trata, en el fon
do, de una escucha cada vez m ejo r de esa Palabra por la que el D ios infinito
quiso abrim os y co n fiam o s el últim o y definitivo m isterio de su propia vida.
Breve comentario
4. «Mea gramatica Chrisms esr»: Pedro Dam iano, Ep. 8. en PL 144. 476.
Amistad de Dios y don del Espíritu 267
Anselmo que vaya al monasterio de Sorrento para sustituir durante los meses de ve
rano al capellán. Probablemente visitando entonces un hospital alemán es contagia
do de tifus. Retoma a Roma en estado febril y sin guardar reposo para curarse, mar
cha a la Camáldula (Camaldoli) a predicar ejercicios espirituales a los m onjes... A
finales de septiem bre regresa a R om a... El 18 le llega la crisis y el 19 la muerte.
A causa del peligro de infección, sus pertenencias personales fueron quemadas».
6. A. Stolz, Glaubensgnade und Glaubenslicht nach Thomas von A quín,
Rom 1933. Con esta obra se inicia la prestigiosa colección Sntdia Anselmiana. Cf.
E. Salmann (ed.), La teologia mistico-sapienziale di Anselm Stolz, Roma 1988, 5-
11: Das Problem der «analisis fid ei» beiA Stolz und P. R ousselot, en Id., 71-99.
7. Aquí hay que situar su famoso libro Theologie der M ystik, Regensburg
1937. La ruptura con una interpretación psicológica y subjetivista de la m ística a
favor de una interpretación objetiva y teológica es favorecida por la llegada de teó
logos ortodoxos rusos a las universidades francesas. C f O. González de Cardedal,
E l lugar de la teología, Madrid 1986.
8. Cipriano Vagaggini es el discípulo más famoso de A. Stolz. En la voz
«Teología», redactada para el Nuovo D izionario di Teologia, Roma 1977, 1597-
1711, Vagaggini ha profundizado en el sentido y en el program a de una teología
sapiencial iniciado por su maestro. Cf. E. Salmann (ed.), La teología mistico-sa
pienziale di Anselm Stolz, 7. nota. 7.
9. E. Salmann, D ie Anselm -interpretation bei A. Stolz, en Id., La teología
mistico-sapienziale di Anselm Stolz, 101-124.
10. Esta apertura desde dentro se expresa en la serie de m anuales de teologia.
11. La preocupación que está en el fondo de las lecciones tanto de Rahner co
mo de A. Stolz es el debate en tomo a la cuestión de la posibilidad o no de una «fi
losofía cristiana», como se puede ver al final de la conferencia de Stolz. Cf. K.
Rahner, Religionsphilosophie und Theologie, en Samtilche Werke IV, 285-293; H. U.
A m istad de D ios y don del Espíritu 269
von Balthasar, Von den Aufgaben der katholischen Philosophie in der Zeit (1946):
E. Coreth, Dios en el pensam iento de los filósofos. Salamanca 2006, 244-256.
12. Cf. A. Stolz, H’a s ist Theologie?, en G. Baumgartner (hrsg.), Die siebenten
Salzburger Hochschuhvochen. Salzfaurg 1937, 17-23.
13. A. Stolz. Teologie der M ystik, Regensburg 1937; B. Calaú. Linee portan-
ti della mística di A. Stolz e la spiritualitá oggi, en E. Salmann (ed.), La teologia
misticosapienziale di Anselm Stolz, 25-48: A. Lipari, Teologia della misríca in A.
Stolz, en Id., 49-69.
14. Para com prender estas afirm aciones de Stolz tenemos que tener en cuenta
el debate sobre Has ist Theologie? entre K. Barth, E. Peterson y A. Stolz. Cf. B.
Nichtweiss, Erik Peterson. Neue Sich aufL eben und Werk, Freiburg 1992,499-721.
15. Esta com prensión de la teología es compartida por R.ahner; cf. la homilía
final de estas jom adas, Freunde Gottes, en Samtilche Werke IV, 294.
16. Cf. K. Rahner, Problemas de cristología actual, en Escritos de teología I,
Madrid 1965 y en Curso fundam ental sobre la fe.
270 El ejercicio de la teologia
¿Q ué e s te o lo g ía ?
T eología es, dicho de una m anera general, h a b la r de D ios («R eden von
G ott»), Esto presupone que D ios ha hablado de sí m ism o a los hom bres. C on
todo, la Palabra de D ios llega a nosotros p o r m edio de los libros inspirados de
la sagrada E scritura y, de m anera propia, en la en cam ació n del H ijo, la P ala
bra eterna y divina. La teología sólo es posible, en su pleno sentido, si hay sa
g rada E scritura y si hay encam ación. Sin am bas [realidades] habría a lo sum o
un h ab lar sobre D ios («R eden über G ott»), pero no u n hablar de D ios, es de
cir, un hablar que tiene su punto de partida en D ios. Y en el fondo, un hablar
sobre D ios a penas es capaz de d ecir nada de la realidad de la vida interna de
D ios (por ejem plo de su paternidad).
[Teología y revelación]
■ ■ ■ ■ ■ ■ ■
272 El ejercicio de la teologia
El carism a es un don efectivo del E spíritu santo, que capacita a los cris
tian o s para el de sa rro llo del ser cristiano en u n a d e te rm in a d a d irección. Los
carism as son un efecto del E spíritu Santo; dicho con otras palabras, abren la
estrechez de la naturaleza m ediante el po d er sobrenatural de Dios. E n este sen
tido, cada cristiano es u n carism ático, es decir, aquel que encam ina su vida de
gracia hacia el pleno desarrollo. E n la teo lo g ía a ntigua sólo algunas acciones
gozaban de la consideración de carism as (consolación, obras de m isericordia),
las cuales convivían ju n to a otros dones de la gracia, com o la expulsión de de
m onios y el hablar con sabiduría. C ada expresión de la vida cristiana es «ca-
rism ática». L a teología p o sterio r h a lim itado este concepto a los dones de la
gracia que, en una determ inada form a, sirven a la totalid ad de la com unidad
cristiana, com o p o r ejem plo el don de lenguas, el discernim iento de espíritus,
el don de hacer m ilag ro s, etc. Si la teología es d e fin id a com o carism a en el
sentido de la antigua teología, es para señ alar que el h ab lar de D ios proviene
del E spíritu de Dios, el cual desciende sobre la estrech ez de la pura naturaleza
y donde el puro p en sam ien to natural no puede intervenir. Por otra p arte, en
cuanto hablar carism ático de D ios, la teologia es un signo del incipiente seño
río de D ios. Sin em bargo, en cuanto discurso que v ien e del E sp íritu consola
dor, puede que no sea en prim er lu g ar un discurso sistem ático y doctrinal, si
no aquella palabra que de facilita el tiem po de la espera entre la p rim era y la
segunda venida y aporta consuelo a los creyentes. El discurso de D ios en este
tiem po de espera es un signo para que la hum anidad sea liberada del dom inio
de los ídolos m udos (1 C o r 12, 2), que no sólo no dan gloria a D ios, sino que
roban a los hom bres el verdadero conocim iento y la verdadera adoración. Por
este m otivo, la teología es tam bién encuentro con los poderes enem igos, que
tratan de envolver en el engaño a los hom bres.
m as. El es (a diferencia del apóstol y del profeta, bajo los cuales está) quien or
dena una determ inada com unidad, hace com prensible la doctrina de la fe en su
273
unidad y consuela a los creyentes hasta la venida del Señor. E l m aestro, al m is
m o tiem po y a d iferencia del profeta, está esencialm ente referido y depende
del estudio personal. E stas prop ied ad es son las que con derecho los teólogos
han asum ido. E n los teólogos pervive el m aestro (d idáskalos) del cristianism o
prim itivo. Y com o m aestros que son se les da parte en el m agisterio de la Ig le
sia y se les hace p articipes de un don espiritual. El obispo de R om a, en quien
perm anece el a p ostolado, es p o rta d o r en p rim e r lugar del carism a de e n se
ñanza. L a plen itu d de su c arism a de enseñanza se m u estra sobre todo en la
universalidad de su tarea m ag iste ria l y en la in falib ilid ad de sus d ecisiones
dogm áticas. El obispo posee este carism a p a ra su diócesis, el p árroco p a ra su
parroquia, el teólogo para su círculo, para el cual le h a sido dada la tarea. Ju n
to a esto hay que anotar que el c arism a de enseñanza (prescindiendo de las d e
c isiones p o n tific ia s) es e sen cialm en te dependiente de la colaboración de los
p ortadores en lo que respecta a su repercusión.
E l se r carism ático de los teólogos se funda en la gracia de la fe que fuer
za su naturaleza p a ra co m p ren d er la visión d e D ios en profundidad y plenitud.
Se profundiza la g ra cia de la fe hasta una «experiencia» de lo divino, d onde el
creyente llega a se r m ístico. El tiene la p o sib ilid a d y la tarea de e x p resa r su
profundo co nocim iento y co m partirlo con otros. L a p rofundización de la g ra
cia de la fe es, e n el fondo, el fun d am en to del q u e h ac er teológico. E sta es la
razón p o r la que p o d e m o s h a b la r en cad a cristiano singular de una llam ada a
la m ística y a la teología, aunque con la lim itación de que cualquiera no po see
la h abilidad y el encargo de ejercer com o m aestro.
Tam bién la teología puede ser co n tem plada com o ciencia ( W issenschaft).
E sta co m prensión no es excluida p o r la visión anterior. L os apologetas del
cristianism o prim itivo dieron el p rim e r paso h acia esta com p ren sió n cuando
c alific a ro n la d o ctrina de la fe - e n oposición a la filo so fía p a g a n a - com o la
verdadera filo so fía . E llos pusieron en una relación cercana, p o r prim era vez.
la doctrina cristiana y el conocim iento filo só fico , razón p o r la cual han podi
do ser denom inados com o reales fundadores de la ciencia teológica. Sin em
bargo (y esto proviene de su posición polém ica frente a la filo so fía pagana),
los apologetas no podían p o n e r de relieve directam ente el c ará cte r científico
de la teologia, sin d e cir con anterioridad que la doctrina c ristian a ofrecía la
plenitud de aquello que la filosofía pagana había b uscado a tientas. Los a p o
logetas pusieron en relación su com prensión de la teología com o filo so fía con
la doctrina de la redención: C risto ha venido al m undo para enseñam os la ver
d adera filosofía. C on ello nos ha librado del d om inio de los dem o n io s que
m antenían a la hum anidad encerrada en el engaño.
[Santo Tomás]
En la época de santo Tom ás las cosas cam bian. El habla conscientem ente
de la teología subrayando su carácter cien tífico . Para ello, se deja g u iar fie l
m ente por el pensam iento aristotélico: la teología, com o cu alq u ier otra c ie n
cia, contiene unas verdades fundam entales (las a firm acio n es de fe) desde las
cuales pueden extraerse nuevos conocim ientos aplicando un riguroso m étodo
científico. Sin em bargo, la teología sigue siendo u n a ciencia con m étodo pro
pio, el cual se funda en aquello q u e se encuentra e n su b ase, o sea, en la fe.
Porque en la teología la aceptación de las verdades de fe no proviene, com o en
el resto de las ciencias, de la capacidad del p e n sa m ien to h u m an o (E insicht),
sino de lo que acontece en la fe sobrenatural actuada p o r la gracia. Por esta ra
zón, el carácter c ie n tífico de la teología no puede se r tom ado en un sentido
absoluto. L as p ro p ied ad es de la teología se aclaran a través de lo que se e n
tiende por ciencia, pero, con ello, su esencia no es to talm en te com prendida.
Los apologetas del cristianism o prim itivo, al com prender y realizar la te o
logía com o verdadera filosofía, provocaron a su vez el d esarrollo de la exége-
Amistad de Dios y don del Espíritu 275
sis cristiana. En este sentido resulta m uy significativo que las antiguas escuelas
teológicas se caractericen p o r la exégesis de la E scritura que llevan a cabo sus
fundadores. C risto es com prendido com o el fundador de la «verdadera filo so
fía» y los libros de la sagrada E scritura com o el fruto y sedim ento de su ense
ñanza. A l ser com prendida la teología com o discurso de D ios («R eden von
G ott»), ella tiene que ser buscada en la Palabra escrita de D ios, pero esta re la
ción se hace aún m ás fuerte por la com prensión de C risto, el fundador de la
«verdadera filosofía». La exégesis de la E scritura de las escuelas teológicas si
gue siendo decisiva en la E dad M edia. Sólo al establecerse la posterior c o m
prensión tom ista del carácter científico de la teología, vino la disolución de la
enseñanza propiam ente teológica de la E scritura (que había sido preparada por
las Sentencias de Pedro L om bardo). L a doctrina del carácter científico de la
teología todavía entre otras consecuencias im portantes el deseo de una síntesis
(«ordo disciplinae»), que naturalm ente no podía venir de la ruptura. La co m
prensión tom ista del carácter científico de la teología tuvo el m érito de condu
cir la exégesis diversificada de las diferentes escuelas teológicas, en su y a d e
generación alegórica, a los cam inos de la objetividad, protegiendo así la teología
del racionalism o de la dialéctica. La teología, com o ciencia ordenada al cono
cim iento de D ios («scientia subaltem ata»), no se conform a con una com pren
sión racional de las verdades de fe, sino que tiende siem pre a la realidad m ism a.
La com prensión tom asiana del carácter científico de la teología tiene en sí
m ism a, sin em bargo, el pelig ro de se p a ra r la teología de su s fuentes (e sp e
cialm ente de la sagrada E scritu ra). L a escolástica tardía no supo evitar en to
das las ocasiones este problem a. P or ello se produjo u n a decadencia de la te o
logía, contra la que se re ac cio n ó en la ép o ca hum anista con la incip ien te
teología positiva. La refo rm a in troducida no está aún term inada. La siguiente
laica de la teología habrá de co n sistir en elaborar arm ónicam ente este nuevo
m aterial bíblico y patristico en el sistem a doctrinal escolástico.
| teología y filosofía]
I r~-
276 El ejercicio de la teología
[Teología y magisterio]
Hoy tiene un especial interés la relación entre la teología y el m agisterio,
una relación u sualm ente m al interpretada, a saber, la relación entre la teología
y las decisiones de fe infalibles de un concilio general o de los papas. Ya que
estas decisiones infalibles (com o se p uede d ed u cir de las a firm acio n es de los
padres del concilio V aticano I) no son necesariam ente un final para cualquier
desarro llo dogm ático, la teología no puede, en tan to n inguna h erejía intran
quilice a la Iglesia, p re v er su tarea con el fin de in tro d u cir c ualquier decisión
m agisterial. La teología tam poco co n stru irá sus tratad o s so b re los dogm as o
sobre las solas afirm acio n es definidas com o puntos cardinales de los tratados,
porque no to d o s los p u n to s esenciales de la do ctrin a de la fe y de la teologia
son definidos.
[U nidad en Cristo]
Breve comentario
Prólogo ....................................................................................................................... 9
1. ¿Q ué es la te o lo g ía ? .......................................................................................... 11
1. El sentido de la preg u n ta .......................................................................... 11
a) Sobre el preg u n tar m ism o ................................................................. 11
b) N ecesidad de resp o n d er p ersonalm ente ........................................ 11
c) U na sencilla m irada a la historia de esta cuestión en el s. XX . 13
2. Sentido etim ológico de la palab ra «teología» ................................... 17
a) L a paradoja: D ios en palab ra h u m a n a ........................................... 17
b j U nidos en dos d ire c c io n e s ................................................................. 18
3. U nidad y pluralidad en su o rigen y en su sentido ............................ 20
a) D ios, sujeto y objeto de la teología ................................................ 20
b j C oncentración en el o b jeto y anchura en la m irada .................. 22
c) Las tres form as fundam entales de teología .................................. 22
4. ¿Q ué es la teología? D efin ició n y características esenciales ....... 28
a) U na d e f in ic ió n ........................................................................................ 28
b) L a teología, características e s e n c ia le s ............................................ 28
5. L as dim ensiones de la te o lo g ía ............................................................... 36
a) La altura de la teología: hacia una teología teológica .............. 36
b) La hondura de la teología: h acia una teología histórica ........... 37
c) La anchura de la teología: hacia una teología d ia ló g ic a ........... 38
C o n c lu s ió n .................................. ......................................................................... 38
142
142
b) T radición com o o r g a n is m o ................................................................. 143
c) T radición com o m em oria ................................................................... 144
3. La Tradición com o elem ento constitutivo de la cultura h u m a n a ....... 146
a) El hom bre com o ser de T radición ................................................... 147
b) A ctitudes fundam entales ante la T radición .................................. 147
4. El principio de la T radición en el c ris tia n is m o .................................. 149
a) La T radición a la luz del acontecim iento de la revelación (D ei
Verbum) y del m isterio de la Iglesia (Lum en gentium ) ............... 149
b) A cto, contenido y sujeto de la T ra d ic ió n ....................................... 155
c) N orm as y criterios de d iscernim iento ............................................ 157
5. Testigos y actores priv ileg iad o s d e la T ra d ic ió n ................................ 163
a) La T radición en acto. L a liturgia ..................................................... 163
b) La T radición en figura. L os padres de la I g l e s i a ........................ 165
C o n c lu s ió n ........................................................................................................... 169
D e sd e e sta in h ab itac ió ri p e r s o n a l h a n id o su rg ie n d o i
- - ¥&
d ife re n te s fo rm as te o ló g ic a s q u e h a n c o n fig u ra d o su
m a n e ra d e se r y d e a p a r e c e r e n m e d io el m u n d o . ■'
* - -
L a p re se n te o b ra e s tá e a z rila c o n J a c o n v ic c ió n
d e q u e la te o lo g ía ¿ o tie n e la m e a p a la b ra e n e l á m
b ito d e la s c ie n cia s hum anas^ r.i siq u ie ra e n e l p ro b le
m a p ro p io re fe rid o a la c u e s tió n d e D io s, p e r o sí le
c o rre s p o n d e u n a p a la b ra ú n ic a q u e so lo e lla p u e d e
d e c ir y p ro p o n e r c o m o se rv ic io a l a I g le s ia y a l a s o
c ie d ad . P o r e sta ra zó n , y c o n sc ie n te a l m is m o tiem p o
d e la situ a c ió n p lu ra lista y m in o rita ria e n la q u e h o y
se e n c u e n tra , el lib ro se p re se n ta d e s d e u n a c o n fia n -
j 8 '
za ra d ic a l en el e je rc ic io deáa te o lo g ía .
Á n g e l C o rd o v ílla e s p n íf e s o r d e t e o i p g i á ^ g a i á i
e n la U n iv e rsid a d P o n frfíc ia C o m íO a s d e M a d n d .