TRABAJO
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3º Curso / 2º Cuatrimestre
EXÁMEN MISTERIO DE DIOS TEMAS 1-3 // 23/04/2023
Segunda cuestión
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perdido. De esta otra, noto que no me gusta. De aquella, que me cae mal. Y terminas
tratando mejor o peor a las personas por afinidades. Pero no es ese el testimonio que da
Jesús. Jesús es testigo de que Dios está con nosotros, de que el amor verdadero es posible
en nuestras vidas, y de que cada uno de nosotros somos amables porque estamos habitados
por el espíritu. Afortunadamente, tenemos mucho que aprender y crecer (cada uno). A
eso lo llamamos de conversión. Y quizás lo aprenderemos dejando que Jesús nos cuente
quién es Dios, cómo es el mundo y cómo nosotros mismos podemos llegar a ser. Porque
solo escuchándole y creyéndole, decidimos seguirle.
Sigo creyendo que, la vida cristiana es esencialmente relación: ser hijo y hermano. Ser
cristiano es vivir en comunión. Quien entra en comunión con Dios, entra necesariamente
en unión con los hermanos, con los que también Dios está comunicado. Sólo quien ama
está en Dios y en los demás. No hay cristianismo sin comunidad. Ser Iglesia es vivir en
fraternidad es ser y llamar “hermanos” a los otros. La riqueza de valores en la vida
cristiana y humana es siempre el resultado de los encuentros que hemos tenido en la vida.
La relación en el amor es el banquete y el manjar por excelencia en la vida de todo
hombre.
Dios nos ama inmensamente y nos creó para ser felices. Nos hizo POR amor y PARA el
amor, por eso la felicidad la vamos a encontrar en el AMOR o sea amando: Amor a Dios,
Amor al prójimo y Amor a mí mismo. Amar quiere decir buscar el bien del ser amado.
El esfuerzo de todo cristiano, es que nuestra fe, no quede reducida a lo especulativo, y
esto solo puede ocurrir, si realmente vivimos la experiencia de la fe, de Dios, que por
medio de su hijo, quien ha salido al encuentro de cada persona, y que a través del espíritu
santo, permite que todo hombre, de cualquier raza, religión y pensamiento, pueda realizar
la experiencia más grande a la que es capaz todo hombre, pero a la que muy pocos llegan,
la de poder decir, plenamente: Abba, Padre, mío y tuyo, de todos. Sólo así, el hombre
quedará apto para humanizar su propia vida y para hacer de la historia un momento real
de recapitulación nueva de bien y de verdad. De felicidad y de encuentro entre todos los
hombres, culturas e ideologías, por más diversas que sean.