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La Mineria en La Colonia

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b.

La minería:

 Evolución del oro y la plata


La minería en América logró dinamizar el control político y administrativo de las
colonias, debido a que estas tierras aportaron el metálico más importante de
aquellos tiempos: la plata. En el Nuevo Mundo solo se conocían ciertos metales
(entre ellos la plata y el oro), pero no le otorgaban el uso que los occidentales
le daban, ya que no existía el comercio (transacción entendida en términos
occidentales) principalmente en los andes (en Mesoamérica existían los
mindalaes, pero aún no se sabe a ciencia cierta si es que cumplieron una
función mercantil). Los españoles trajeron los implementos y tecnología
adecuada para una explotación a nivel "industrial", gracias también a la
utilización de la fuerza indígena. Se cree que en la década de 1540 fue
descubierto Potosí y recién en 1570 explotado a gran escala. La mita dejó su
forma prehispánica para convertirse en una forma en la que los españoles
podían obtener mano de obra barata (aunque con los años los indios lograrían
prerrogativas y muchos beneficios en las minas). Uno de los pilares de la
minería fue la fuerza de trabajo. Los indios mineros debían pasar entre una y
dos semanas (cada mes o mes y medio) dentro de la mina, sin salir en ningún
momento, hasta completar su trabajo. Sin embargo, durante el siglo XVIII la
minería no pasaba por su mejor momento ya que las minas de Potosí (las mas
importante) apenas
alcanzaba los doscientos mil marcos anuales de plata, habiéndose ubicado por
encima del medio millón de marcos durante el período 1580-1650, hasta casi
rozar el millón en algunos momentos. Ninguno de los nuevos descubrimientos
mineros ocurridos durante las últimas décadas del siglo diecisiete (Huantajaya,
en la costa de Iquique, y Laicacota, en Puno, por mencionar los dos más
relevantes) resultó de una importancia duradera como para tomar la posta de
la
célebre Villa imperial altoperuana. De esta manera, la producción de Potosí era
la que seguía siendo la más cuantiosa del virreinato; y esta tónica era
claramente la del estancamiento, cuando no del retroceso.
Una consecuencia de la caída de la producción de plata fue la disminución
de las remesas del metal a España. Estas correspondían tanto a transferencias
del superávit fiscal desde la periferia colonial hasta el centro del imperio,
cuanto a pagos por el comercio de mercaderías españolas (o europeas en
general)
que llegaban al Callao por la vía de Portobello. Si el Perú no tenía plata para
exportar, tampoco podía importar bienes de Europa. La disminución de la
producción minera terminaba contrayendo el comercio que hoy llamaríamos
internacional por lo que los objetos que se traían de España, como el papel, el
fierro, el vino, las obras de arte, los muebles y la ropa, se racionaba, se subían
de precio o debían confeccionarse manualmente en el país, lo que en parte
sucedió (por ejemplo, con las bebidas, las pinturas, muebles y tejidos), pero no
con todos los bienes. A mediados del siglo diecisiete, tales remesas habían
mantenido un promedio superior a los
dos millones de pesos anuales, mientras que en las primeras décadas del nuevo
siglo casi habían desaparecido, reduciéndose a algunas decenas de miles de
pesos.
La declinación de la producción de plata fue el resultado de un conjunto de
factores: agotamiento de las menas más ricas de los yacimientos que venían
explotándose desde hacía cien o más años (Potosí, Castrovirreina, Oruro,
Cailloma); problemas de anegamiento de las labores, al haberse profundizado
hasta atravesar el nivel de la capa freática; problemas en el suministro de
azogue, que era el ingrediente básico para la refinación de los minerales de
plata (y también de oro); encarecimiento de la mano de obra, conforme las
dificultades para reclutar trabajadores forzados (o de “mita”) acrecían, al
compás de la caída demográfica que afectó a la población indígena. Aun
cuando esta caída pareció haber llegado a su fin durante el siglo diecisiete, la
epidemia de 1719-1721 terminó dejando a la población del país en su punto
más bajo desde que llegaron los españoles al Perú: alrededor de setecientos mil
habitantes. Un problema adicional fue la escasez de capital para la inversión en
minería. Varias de las dificultades mencionadas, como el agotamiento de las
vetas o su anegamiento, podían ser resueltas mediante nuevas prospecciones o
la apertura de socavones de drenaje; pero ello (sobre todo lo último)
significaba gruesas inversiones, cuyo retorno si bien podía llegar a ser elevado,
no era ni rápido ni mucho menos seguro. El capital no abundaba en el
virreinato y atraerlo hacia la minería resultaba difícil en medio de tal escenario.
Por todo ello, se entiende que el Estado colonial en el Perú diera una clara
preferencia a la producción argentífera. Esta política se manifestaba en la
concesión a los productores mineros de indios “de mita”, que no venían a ser
otra cosa que campesinos indígenas obligados a contratarse temporal y
periódicamente (un año de cada siete) como trabajadores mineros, a cambio
de un salario fijado institucionalmente por el Gobierno. Aun cuando el salario
pagado a los mitayos (cuatro reales diarios, igual a medio peso) pudiera parecer
“justo” y hasta elevado, en la medida en que era mayor, por ejemplo, que el
cobrado por los jornaleros que operaban en la ciudad de Lima, no cabe duda de
que, sin la obligación de la mita, los jornales que los empresarios mineros
hubieran tenido que desembolsar a sus trabajadores habrían sido todavía
mayores, como lo comprueba la fuerte diferencia que existía entre el salario de
los mitayos y el de los “mingados” o trabajadores libres.
Sin embargo, este modelo, diseñado durante el gobierno del virrey Francisco de
Toledo, comenzó a degradarse ya que, para obtener una concesión o
“denuncio” en un Real de Minas, era necesario estar inscrito en un padrón de
“mineros del rey”, conocido como “matrícula de mineros”, por lo que el trámite
significaba una barrera de entrada a la actividad empresarial, puesto que para
ingresar en la “matrícula” era indispensable estar inmerso en redes sociales
que facilitasen la conexión con el corregidor y con las autoridades de la Real
Hacienda que debían aprobar al nuevo minero. Pertenecer a la matrícula de
mineros del reino pasó a convertirse, entonces, en algo que brindaba una
renta. Los trabajadores indígenas, el azogue, los artículos de fierro, el agua y la
madera podían arrendarse o revenderse a quienes no pertenecieran a la
dichosa matrícula. Cuando esto ocurría, se producía una pérdida de eficiencia
de los subsidios, ya que terminaban enriqueciendo a unos privilegiados, en vez
de apoyar a los productores mineros para un incremento de la cantidad de
plata. Aunque las autoridades virreinales percibieron estos problemas les fue
difícil enfrentar la situación y dar paso a una reforma que depurase el modelo
de sus depredadores
 Características
1. La mano de obra explotada en las minas estuvo constituida
principalmente por la población indígena a través del sistema de la mita
colonial: Trabajo obligatorio aplicado a los aborígenes varones que
tenían entre 18 y 50 años. A estos hombres se les llamó “mitayos” o
“indios de cédula”. El reclutamiento de los mitayos era realizado por el
corregidor a través del Cacique
2. El hallazgo del yacimiento de Potosí produjo toda una revolución en la
economía europea.
3. La minería fue la base de la economía mercantilista colonial.
4. El oro fue el mineral más codiciado sin embargo el mineral que obtuvo
los mayores niveles de producción fue la plata.
5. El monopolio comercial que estuvo alrededor de la minería se vio
afectado rápidamente por el contrabando de materiales (azogue,
hierro), reventa de minerales y sobre todo por la salida del mineral
(plata) a través de embarques ilegales, como Arica, hacia mercados
franceses e ingleses.
 Tecnología e instrumentos
Las técnicas para la extracción de plata mejoraban rápidamente. En un inicio la
plata era separada de los demás metales a través de los hornos llamados
huairas (en los andes), pero solo servía para la plata de alta ley (que por lo
general se encontraba casi a ras del suelo), para la plata que se encontraba en
las vetas más profundas este tipo de fundición no servía. En 1555 el español
Bartolomé de Medina creó (en México) la separación de la plata a través del
azogue (mercurio). El mercurio absorbe la plata siempre y cuando ésta se
encuentre en estado de polvo o harina. "Esta acción daba como resultado una
amalgamación llamada pella". Luego se separaba el azogue y quedaba la plata
pura y de alta ley. Lo económico de este método es que el mercurio podía
volver a utilizarse luego del proceso.

Nueva España (México) tuvo que importar azogue desde la península a


diferencia del Virreinato del Perú que contaba con la Minas de Huancavelica
(Oropesa, las minas de Santa Bárbara). A partir de 1572 la producción de plata
de Potosí se triplicó gracias al método de la amalgamación. Aunque la inversión
fue elevada, tanto Potosí como Zacatecas daban dividendos altísimos, lo que
impulsaba a varios hombres pudientes a realizar molinos para la trituración de
metales, hornos para la fundición, etc. Los centros mineros fueron ciudades
que rápidamente se convirtieron en emporios comerciales que engranaron
todo un circuito comercial en el que se encontraban la ciudad de México (para
Zacatecas y Guanajuato) y la ciudad de los Reyes (para Potosí, Cerro de Pasco y
Huancavelica). Para obtener los beneficios del nuevo método, se requerían
importantes inversiones en infraestructura. Se montaron grandes ingenios de
piedra para triturar y moler los minerales hasta reducirlos a polvo. Estos
ingenios eran movidos por fuerza hidráulica, por lo que se requirió la
construcción de represas. En Potosí se erigió una veintena de ellas.
A veces, en lugar de la fuerza hidráulica, se utilizaron mulas en los llamados
molinos de sangre. También se necesitaron patios de loza o cajones de madera
de varios metros de diámetro, donde se mezclaban las sustancias, a las que se
añadía sal y otros reactivos como el hierro molido.
La adecuada mezcla de sustancias requería el uso de caballos y, luego, de tinas
impermeables donde se lavaba toda la masa.
La producción en mayor escala en esta nueva etapa demandaba la extracción
de más minerales de las minas, lo que llevó a la construcción de socavones para
la minería subterránea.
 Principales yacimientos
1. El yacimiento de plata de Potosí (1545), Bolivia, fue uno de los más
importantes. Se calcula que de este lugar salieron las dos terceras
partes de la plata peruana que se produjo hasta 1776, año en que la
mina pasó a pertenecer al virreinato del Río de la Plata.
2. También fueron importantes productoras de plata las minas de
Castrovirreyna (1590) en Huancavelica, Oruro (1608) en el actual
territorio boliviano, Caylloma (1608) en Arequipa, Laicacota (1619) en
Puno, Lucanas y Parinacochas en Ayacucho y Canta en Lima, las tres
últimas descubiertas hacia 1630. Si bien las minas de Pasco empezaron
a ser trabajadas desde 1567, su producción cobró importancia recién en
el siglo XVIII.

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