Ecob, RGID9898120141A PDF
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2 VICENS-V[VF..S, 1., «Estructura administrativa estatal en los siglos xv’ y XVII», en Co-
yuntas-a económica y reformismo burgués. Barcelona, 1969; FAYARO, Los miembros del Con-
sejo de Castilla (1621-046), Madrid, 1982.
3 Obrapionerafuc la de CARANDE, R., carlos Vysus banqueros, Madrid, 1968,3 vols.;
para la época de Felipe IV, DOMÍNGUEZ ORTIZ, A., Política y Hacienda de Felipe IV, M¿adrid,
1960; una visión de conjunto en ARTOTA, M., La Hacienda del Antiguo Régimen, Madrid,
1982.
4 Puoou, R., El soldado gentilhombre. Autorretrato de una sociedad guerrera: La Es-
paña del siglo xv’, Barcelona, 1984.
5 ANDERSON, P., El Estado Absolulo, y ELÍAS, N., La sociedad cúrle,sana, México,
1982.
6 Reflexiones genéricas hechas desde España, CLAVERO, BML.. Tantas personas como
estados. Por una antropología política de la historia europea, Madrid, 1986; FERNÁNDEZ Aí.-
BAtIALEJO, P., «La transición política y la instauración del Absolutismo», en Zona Abierta, ni’
II Vid. ACEDO CASTILLA, J. E., «El rey, la justicia y el derecho en nuestra literatura de
la Edad de Oro», en Boletín de la Real Academia, VII, Sevilla, 1979, pp. 5-14; BENEYTO PPE-
REZ. J., «Burocracia y derecho público: la conciencia y los medios de Estado en la España
Moderna», en R.E.P., 95, 1957, pp. 15-39; BERMEJO CABRERO, .1. L., Derecho y Administra-
ción pública en la España del Antiguo Régimen, Madrid, 1985; BERMEJO CABRERO, J. L., As-
pecios jurídicos e it,stitucionales del Antiguo Régimen en España, Bamelona, ¡985; Bm<ME-
io CABRERO, J. L., Estudios sobre la Administración central española (ss. xvtt-xvnt), Madrid,
1982: DOMÍNGUEZ ORTIZ, A., Instituciones y sociedad en la España de los Austrias, Barcelo-
na, 1985; GóMEZ UROÁÑEZ, J. L., y LORENZO CADARSO, P. L., «Las comunidades reales frente
al Estado Absoluto», en Las Comunidades rurales españolas en los siglos xtv-x¡x, eds.
C.N.R.S. y Casa de Velázquez, París; GoNzÁLez Aí,onso, B., Gobernación y gobernadores.
Notas sobre la administración de Castilla en el período deformación del Estado Moderno,
Madrid, 1974; MARAVALL, J. A., Estado Moderno y mentalidad social, Madrid, 1972,2 vols.;
SÁNCHEZ-ARCIt.LA, i., La Administración de Justicia Real de León y Castilla (1252-1504),
Madrid, 1980.
2 Corno estudio general con carácter introductorio puede servir MoLAS, P., La Mo-
‘íarquía Española (Ss. xvt.xvm), Madrid, 1990.
148 Pedro Luis Lorenzo Cadas-so
2. JURiSDICCIÓN SEÑORIAL
3. jURISDICCIÓN INQUISITORIAL
4. JURISDICCiÓN ECLESIÁSTICA
~ Vid. LORENZO CADARSo, P. L., Los conflictos populares en Castilla (siglos xw y xvtt).
Madrid, Siglo XXI, 1996; GUILARTE ZAPATERO, A., El régimen señorial en el siglo xvt, Ma-
drid, 1962; y Moxó, 5. DE, «Los señoríos. En torno a una problemática para el estudio del ré-
gimen señorial», en Hispania, 94, 1964, pp. 185-236.
4 De la amplia bibliografía que existe al presente sobre ellO.»
0 especial Santo Oficio yoHistoria
destacada,
Aniversario 16,
corno estudios generales, VV.AA.. La Inquisición. n.
Madrid, 1986; y KAMEN, II., La Inquisición española, Barcelona, 1985. Como investignción
específica sobre el funcionamiento de un tribunal de distrito, CONTRERAS CONTRERAS, 1., El
Santo Oficio de la Inquisición de Galicia: poder, sociedad y cultura, Madrid, 1982.
Los tribunales castellanos en los siglos xvi y xvii... 149
5. JURISDICCIONES ESPECIALES
1. Jurisdicción militar
2. Jurisdicción universitaria.
3. Jurisdicción de las Órdenes Militares.
4. Jurisdicción de la Santa Hermandad i6
5. Jurisdicción de la Mesta.
6. Jurisdicciones de corporaciones profesionales u otras agrupacio-
nes.
‘7. Jurisdicciones de policía urbana: tribunales del campo, tribunales
de abastos, etc.
8. Otras jurisdicciones.
3. TRIBUNALES SUPERIORES
1. JURADOS Y SIMILARES
3. ALCALDES MAYORES
4. CoRREGÍr,ORcs
5. ADELANTADOS
— Procurador Mayor.
— Alcalde de Huerta.
— Alcalde de Campo.
— Regidor de montes.
— Diputados.
— Quiñoneros.
— Sexemeros.
— Etc.
22 Junto a las Leyes de estilo, cuya primera redacción dMa de 1310, el procedimiento
estaba fijado por un buen número de disposiciones legales, a menudo contradictorias y mu-
chas veces olvidadas por la práctica procesal, entre ellas una norma anterior, el Libro III de
las Siete Partidas, y otra posterior, dictada pnr los Reyes Católicos en 1499, las Leyes hechas
por los md< altos y muy poderosos príncipes y señores el rey don Fernando y la reyna isa-
bel soberanos por la brevedad y urden de los pleitos.
154 Pedro Luis Lorenzo Cadas-so
23 Para dar respuesta a este problema, los Consejos y otros tribunales reales solían
asignar a sus jueces de comisión una ayuda de costa al iniciarse el procesn.
24 Era frecuente que a los acusados se les exigiese el pago anticipado de una parte de
las costas que preVisiblemente les iban a corresponder; esto solía hacerse en el mismo mo-
menlo de producirse la acusación formal, antes, por tanto, de que fuesen sentenciados. Vid.
LALINDE MAnÍA, J.. «Los gastos del proceso en el derecho histórico español>», en Anuas-lo de
Historia del Derecho EspañoL 34, 1964, pp. 249-416.
25 El IS de diciembre de 1636 se hizo pública en Madrid la Real Pragmática que im-
ponía el uso de papel sellado.
Los tribunales castellanos en los siglos xvi y xvii... 155
111.2. LA PORTADA
del Libro de autos o Sumaria. Debe tenerse en cuenta que el inicio del pro-
ceso se entiende en términos estrictamente procesales, nunca cronológicos,
de modo que los hechos que han dado lugar al juicio pueden haber sucedi-
do con décadas de antelación, pero su reconstrucción era el resultado de la
investigación, de modo que ésta aparecerá mucho más adelante26. También
podían existir peticiones, denuncias, cartas anónimas u otros documentos
presentados por particulares que justifican la apertura del sumario, pero
que no lo inician procesalmente; tanto es así, que muchos de estos docu-
mentos denunciadores ni siquiera aparecen incluidos en el sumario y sólo
podemos conocerlos por las referencias que a ellos se hacen en los autos de
procesamiento o en las Reales Provisiones designando juez.
En este asunto se hace necesario distinguir, cuando menos, entre cuatro
tipos distintos de procesos, cada uno con un método diferente de apertura:
Las medidas punitivas a las que podía recurrir el juez durante la ins-
trucción del sumario eran básicamente dos —amén de la tortura, ya co-
mentada—: la privación de libertad y el embargo de los bienes del encau-
sado. La primera era una medida con un procedimiento procesal
relativamente sencillo, bastaba un auto de prisión contra el procesado y un
mandamiento al alguacil y al alcaide de la cárcel para que lo ejecutasen. El
segundo era más complejo técnicamente y podía retrasar la instrucción del
sumario durante años incluso. Básicamente consistía en una primera co-
municación al encausado instándole bajo amenaza de cárcel y embargo de
bienes a que cumpliese determinada orden; a este procedimiento se le de-
nominaba, si el destinatario no estaba procesado, compulsorio. Si se trata
de un proceso primero se dictaba un auto de apremio, que se concretaba en
una diligencia de apremio por la cual el encausado era enviado a la cárcel
mientras no cumpliese la orden. En el supuesto de que la cárcel no fuera
suficiente, se procedía a ejecutar un requerimiento, que suponía el embar-
go de sus bienes hasta la cantidad fijada por el juez.
El embargo, salvo que el encausado procediera al abono en metálico de
la cantidad que se le exigía, daba lugar a un procedimiento de subasta pú-
blica de los bienes secuestrados. Esta era comunicada públicamente me-
diante una serie de pregones de los que el escribano levantaba acta, así co-
mo de las posturas o pujas presentadas por los licitantes y del remate o
asignación del bien subastado al mejor postor.
Sentencia.
— Requerimiento.
b) Dirigidos a los empleados inferiores del tribunal:
Mandamiento.
c) Dirigidos a otras instancias jurisdiccionales:
— Requisitoria.
d) Destinatario genérico:
— Cabeza de proceso.
a) Documentos inquisitivos:
— Información sumaria.
— Confesión.
— Tortura.
b) Documentos de certificación procesal:
— Diligencia.
— Fe o testimonio judicial.
Acta de recepción.
— Pregón.
— Notificación.
e) Documentos de legitimación del procedimiento:
Memorial ajustado.
En este apartado no sólo incluimos los expedidos por las partes perso-
nadas en la causa, sino todos aquellos suscritos por un particular o una ins-
titución que participa en ella de algún modo sin ejercer función jurisdic-
cional.
Este conjunto heterogéneo de documentos pueden dividirse en cinco
grandes grupos: