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Decalogo Del Abogado

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FACULTAD DE DERECHO

CARRERA DE DERECHO

DECALOGO DE UN ABOGADO

Materia: Deontologia y Prosocialidad


Docente: Ariel Siles Claure
Integrante: Nayara Sanjines Hinojosa

Cochabamba - Bolivia
INTRODUCCION

La abogacía es, arte y política, ética y acción. Como arte, tiene sus reglas; pero
éstas, al igual que todas las reglas del arte, no son absolutas, sino que quedan
libradas a la inagotable aptitud creadora del hombre. El abogado está hecho para
el derecho y no el derecho para el abogado.

Como política, la abogacía es la disciplina de la libertad dentro del orden. Los


conflictos entre lo real y lo ideal, entre la libertad y la autoridad, entre el individuo y
el poder, constituyen el tema de cada día. En medio de esos conflictos, cada vez
más dramáticos, el abogado no es una hoja en la tempestad. Por el contrario,
desde la autoridad que crea el derecho o desde la defensa que pugna por su justa
aplicación, el abogado es quien desata muchas veces ráfagas de la tempestad y
puede contenerlas.

LOS 10 MANDAMIENTOS DEL ABOGADO

1° ESTUDIA:
El derecho se trasforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada día
un poco menos abogado.

¿Qué abogado puede abrigar la seguridad de conocer todas las


disposiciones? ¿Quién puede estar cierto de que, al emitir una opinión,
ha tenido en cuenta, en su sentido plenario y total, ese imponente
aparato de normas?

2° PIENSA:
El derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando. El proceso escrito
es un libro cuyas principales páginas han sido pensadas y redactadas
cuidadosamente por los abogados.

El abogado recibe la confidencia profesional como un caso de angustia


humana y lo trasforma en una exposición tan lúcida como su
pensamiento se lo permite.

El abogado trasforma la vida en lógica y el juez trasforma la lógica en justicia.

El derecho no es lógica pura: su pensar es, al mismo tiempo, inteligencia,


intuición, sensibilidad y acción. La lógica del derecho no es una lógica
formal, sino una lógica viva hecha con todas las sustancias de la experiencia
humana.

3° TRABAJA:
La abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la justicia.

Se trata de dar consejos, orientaciones e ideas en materia de negocios, asuntos


de familia, prevención de conflictos futuros, etc. En todos estos casos, la ciencia
cede su paso a la prudencia.

La opinión pública juzga el trabajo del abogado y su dedicación a él,


con el mismo criterio con que otorga el título a los campeones
olímpicos: por la reserva de energías para decidir la lucha en el empuje
final.

4° LUCHA:
Tu deber es luchar por el derecho; pero el día que encuentres en
conflicto el derecho con la justicia, lucha por la justicia.

No sólo en los viejos textos se atribuye a la abogacía una significación


guerrera. El proceso oral o escrito son su batalla dialéctica;

El derecho no es un fin, sino un medio. En la escala de los valores, no


aparece el derecho. Aparece, en cambio, la justicia, que es un fin en sí
y respecto de la cual el derecho es tan sólo un medio de acceso. La lucha debe
ser, pues, la lucha por la justicia.

Los asuntos no se dividen en chicos o grandes, sino en justos o


injustos. Ningún abogado es tan rico como para rechazar asuntos
justos porque sean chicos, ni tan pobre como para aceptar asuntos injustos
porque sean grandes.

5° SE LEAL:
Sé leal para con tu cliente, al que no debes abandonar hasta que comprendas que
es indigno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo.
Leal para con el juez, que ignora los hechos y debe confiar en lo que tú le dices; y
que, en cuanto al derecho, alguna que otra vez, debe confiar en el que tú le
invocas.
El día máximo de esa lealtad es el día de ajustar los honorarios; ya que
lo grave de la defensa es que, instantáneamente, de un día para otro,
la fuerza de las cosas trasforma al defensor en acreedor. Y ese día no
es posible lanzar al suelo el escudo para que el cliente lo tome en
resguardo de su nuevo enemigo.

6° TOLERA:
Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la
tuya.

Este punto es profundo y delicado. Ser a un mismo tiempo enérgico, como lo


requiere la defensa, y cortés como lo exige la educación; práctico, como lo pide el
litigio, y sutil como lo demanda la inteligencia; eficaz y respetuoso; combativo y
digno; ser todo esto tan opuesto y a veces tan contradictorio, a un mismo tiempo, y
todos los días del año, en todos los momentos, en la adversidad y en la buena
fortuna, constituye realmente un prodigio.

7° TEN PACIENCIA:
El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración.

Existe un pequeño demonio que ronda y acecha en torno de los abogados y que
cada día pone en peligro su misión: la impaciencia.

Paciencia, para escuchar. Cada cliente cree que su asunto es el más importante
del mundo.

Paciencia, para hallar 1 abslución. Esta no siempre aparece a primera vista y es


menester andar detrás de ella durante largo tiempo.

Paciencia, para soportar al adversario. Ya hemos visto que le debemos lealtad y


tolerancia, hasta cuando sea un majadero.

Paciencia, para esperar la sentencia. Esta demora, y mientras el


cliente se desalienta y desmoraliza, incumbe al abogado contener su
desfallecimiento.

8° TEN FE:
Ten fe en el derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en
la justicia, como destino normal del derecho; en la paz, como sustituto bondadoso
de la justicia; y sobre todo, ten fe en la libertad, sin la cual no hay derecho, ni
justicia, ni paz.
Cada abogado, en su condición de hombre, puede tener la fe que su
conciencia le indique. Pero en su condición de abogado, debe tener fe
en el derecho, porque hasta ahora el hombre no ha encontrado, en su
larga y conmovedora aventura sobre la tierra, ningún instrumento que
le asegure mejor la convivencia. La razón del más fuerte no es
solamente la ley de la brutalidad, sino también la ley de la angustiosa
incertidumbre.

En cuanto a la fe en la libertad, sin la cual no hay derecho, ni justicia,


ni paz, ésa no necesita explicaciones entre los mandamientos del
abogado.

9° OLVIDA:
La abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras cargando tu alma
de rencor, llegará un día en que la vida será imposible para ti. Concluido el
combate, olvida tan pronto tu victoria como tu derrota.

El abogado que sigue discutiendo después de la cosa juzgada, en nada


difiere del deportista que, terminado el encuentro, pretende seguir en
el campo de juego tratando de obtener, contra un enemigo inexistente,
una victoria que se le ha escapado de las manos.

10° AMA A TU PROFESION:


Traía de considerar la abogacía de tal manera, que el día en que tu hijo te pida
consejo sobre su destino, consideres un honor para tí proponerle que se haga
abogado.
El amor al oficio lo eleva a la jerarquía de arte. El amor por sí solo transforma el
trabajo en creación; la tenacidad, en heroísmo; la fe, en martirio; la
concupiscencia, en noble pasión; la lucha, en holocausto; la codicia, en prudencia;
la holganza, en éxtasis; la idea, en dogma; la vergüenza, en sacrificio; la vida, en
poesía.

Cuando un abogado ha llegado al punto de aconsejar a su hijo, en el


día tremendo en que debe asistirle en la elección de su destino, que
siga su propia profesión, es porque ha hallado. en ella algo más que un oficio.
Oficio ansiarnos para nosotros mismos; pero para nuestro hijo desearnos, de ser
posible, la gloria.
La abogacía no es ciertamente un camino glorioso; está hecho, como todas las
cosas humanas, de penas y de exaltaciones, de amarguras y de esperanzas, de
desfallecimientos y de renovadas ilusiones. Pero gran virtud es entrever algún día
en ella ese pequeño hilo de oro de la gloria que ansiamos para nuestro hijo.

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