La Banca en Colombia
La Banca en Colombia
La Banca en Colombia
El desarrollo del sistema bancario y de la política monetaria en el siglo XIX y comienzos del siglo XX
son un reflejo claro de las discusiones políticas que vivió el país en esta época. Así las dificultades
fiscales y económicas de comienzos de la vida republicana se vieron acompañadas por un
desarrollo casi inexistente del mercado financiero formal. El período federal vio el surgimiento de
una propuesta novedosa de la banca que permitió la aparición de un mercado de capitales aunque
restringido, más amplio. Al final, el proceso de centralización política y económica que comenzó
con la regeneración dio paso a un difícil camino de transformación del negocio bancario y de la
política económica que solo culminó en 1923 con la fundación del Banco de la República y la
instauración de un modelo de banca central estable en Colombia. Más allá de las discusiones
técnicas o teóricas que se puedan derivar de estos cambios de modelo de política pública y del
sistema bancario, lo que se percibe es una asociación clara entre estos y el modelo de país que
uno u otro partido defendió, incluso por las armas, durante estos años.
En 1870 no había un solo banco en Colombia. Hasta esa época la Iglesia y los principales
comerciantes dominaron el limitado mercado crediticio existente. Además, no circulaban
billetes de ningún tipo. El circulante estaba compuesto por monedas de oro, plata, níquel y
cobre. El país tenía, pues, un sistema monetario y crediticio muy poco desarrollado.
Todo ello empezó a cambiar en 1870 con la fundación del primer banco privado exitoso: el
Banco de Bogotá. Las condiciones para el surgimiento de la banca colombiana se gestaron
en la década de 1860 con tres cambios que crearon las condiciones para su desarrollo. El
primero, fue la desamortización de los bienes de manos muertas, es decir, la puesta en el
mercado de aquellas propiedades eclesiásticas que hasta ese momento eran inajenables y de
los bienes raíces privados que por estar hipotecados a entidades religiosas no podían ser
comprados ni vendidos. Ello permitió el desmonte del sistema de crédito hipotecario que
controlaba la Iglesia desde la colonia, los llamados censos.
El segundo cambio importante en la década de 1860 que ayudó a que surgieran los bancos
fue la promulgación en 1863 de la Constitución de Rionegro, la cual defendió los principios
de la libertad para la iniciativa económica privada, incluyendo el negocio bancario, el cual
debía ceñirse a un mínimo grado de regulación.
1- La desamortización de los bienes de manos muertas, es decir, poner a la venta las propiedades
de la iglesia y aquellos que esa institución tenía hipotecados. Esto desmontó el sistema de crédito
hipotecario que controlaba desde la colonia que se conocía con el nombre de censos.
El primer banco exitoso en Colombia se constituyó el 15 de noviembre de 1870 y abrió sus puertas
en enero de 1871 en una pequeña oficina de la Carrera Octava entre calles 13 y 14 en Bogotá.
Entre sus estatutos tuvo la posibilidad de emitir billetes propios convertibles a una moneda
mercancía como el oro.
Tras esta primera experiencia, otros bancos privados abrieron también oficinas en Bucaramanga,
Popayán, Medellín, Barranquilla y Cartagena. También con la misma posibilidad de emitir billetes
propios.
Entre 1870 y 1886, Colombia vivió una era de banca libre muy exitosa. En ese período, como se
aprecia en el recuadro, se crearon un total de 34 bancos privados, más que en cualquier otro
subperíodo de la etapa inicial de la banca en Colombia y probablemente más que en cualquier
otro período de nuestra historia económica.
Es necesario resaltar que durante el período en el cual operó la banca libre en Colombia hubo
estabilidad tanto bancaria como monetaria. Debido a algunas de las experiencias negativas de la
banca libre a nivel internacional, como por ejemplo lo sucedido en algunas regiones de los Estados
Unidos, en buena parte de la literatura sobre historia monetaria y bancaria se encuentran
evaluaciones negativas acerca de dicho régimen. Algunos analistas consideran que la banca libre
tiene el riesgo de la sobre-emisión de billetes por parte de los bancos y que eventualmente ello
puede llevar a brotes inflacionarios y a los pánicos bancarios, una vez que los depositantes se
percatan de la situación.
En Colombia, en la década de 1870, nunca se presentó un pánico bancario nacional y aunque hubo
uno en Medellín en 1875, debido a la guerra civil, los bancos pudieron superarlo sin demasiados
traumatismos.
En 1875 se fundó en la capital el Banco de Colombia el cual, junto con el de Bogotá, fundado en
1870, tal como se mencionó, ayudaron al éxito de la banca libre, ya que fueron bancos muy
influyentes y estuvieron muy bien administrados, absteniéndose de adelantar actividades de tipo
especulativo. Ello contribuyó a que sus billetes siempre fueran aceptados sin reticicencias y a que
éstos siempre mantuvieran la convertibilidad por oro. Como resultado, en 1886 entre el Banco de
Bogotá y el Banco de Colombia habían emitido el 46 % de todos los billetes de los bancos
bogotanos .
Otros bancos que funcionaron en este período fueron el Banco de Antioquia, fundado en 1872, el
Banco de Barranquilla, que inicio operaciones en 1873 y el Banco de Cartagena, de 1881.
Para entender un poco más el fin de la era de la banca libre colombiana es necesario tener en
cuenta las políticas económicas de la Regeneración. Con la creación del Banco Nacional en 1880,
las cosas empezaron a cambiar para la actividad bancaria en Colombia, puesto que ya los bancos
comerciales no gozaban de todas las libertades que les había otorgado la Constitución de 1863.
En efecto, aunque se permitió que los bancos siguieran emitiendo billetes después de la creación
del Banco Nacional, estos debían aceptar los billetes de dicha institución a su precio de mercado.
Sin embargo, para 1886 el Banco Nacional había sobre-emitido sus billetes y, ante la inminente
depreciación, se vio forzado a suspender su convertibilidad por oro. A los bancos privados se les
suspendió el derecho a seguir emitiendo los suyos, y se les obligó a recogerlos en un breve período
de tiempo. Se inició así lo que se conoce en la historia monetaria colombiana como el curso
forzoso, el cual existió hasta la reforma monetaria de Rafael Reyes en 1905.
A los bancos comerciales nunca más se les restableció su capacidad para emitir billetes: la era de la
banca libre en Colombia llegó a su fin en 1886. Ello ocurrió no por el mal funcionamiento de la
banca libre sino,, todo lo contrario, por el mal manejo que hizo el banco estatal, el Banco Nacional,
de sus propios billetes. Es decir, que la competencia en la provisión de billetes resultó en la
estabilidad monetaria. Todo lo contrario sucedió con el monopolio para emitir que se le dio al
Banco Nacional a partir de 1881. En efecto, dicho banco llevó al país entre 1889 y 1903 a la peor
inflación de su historia.
En síntesis, la banca libre en Colombia desapareció por la avidez del gobierno por participar en el
negocio de la emisión de billetes para utilizar esa función en el financiamiento de sus frecuentes
déficit. A diferencia de la experiencia con la banca libre, el monopolio en la emisión de billetes sí se
ha caracterizado, durante muchos períodos de nuestra historia económica a partir de 1886, por la
sobre-expansión.
Mediante la Ley 25 de 1923 se creó el Banco de la República, como banco central colombiano. Se
organizó como sociedad anónima con un capital original de $10 millones oro, de los cuales un 50%
lo aportó el Gobierno y la diferencia los bancos comerciales nacionales, extranjeros y algunos
particulares. A esta entidad se le confió, en forma exclusiva, la facultad de emitir la moneda legal
colombiana, se le autorizó para actuar como prestamista de última instancia, administrar las
reservas internacionales del país, y actuar como banquero del Gobierno. La Junta Directiva del
Banco, conformada por 10 miembros, representantes del sector privado y del Gobierno, fue
encargada por la misma Ley, de ejercer las funciones de regulación y control monetario bajo
estrictos parámetros de ortodoxia financiera. Se le encomendó, además, fijar la tasa de descuento
y la intervención para controlar las tasas de interés.