TP N 2 Etica Profesional para La Sustentabilidad 6
TP N 2 Etica Profesional para La Sustentabilidad 6
TP N 2 Etica Profesional para La Sustentabilidad 6
6º AÑO
TRABAJO PRÁCTICO Nº 2
Estimados Estudiantes.
Deberán leer los textos que a continuación les transcribo, lo que han sido tomados de diferentes
libros. Luego deberán responder las consignas al final. Podrán imprimir todo; o bien, en hoja
aparte responder las consignas. El trabajo deberán entregarlo por escrito cuando nos
reencontremos personalmente.
¿QUÉ ES LA ÉTICA?
La ética es la parte de la filosofía que tiene por objeto la moral; de allí que el término
ética y la expresión filosofía moral pueden entenderse como sinónimos. La palabra moral tiene
su origen en el vocablo latino mor – en plural mores – que significa “costumbre” o “forma de
conducta de una persona o un pueblo”. En español, moral se emplea como adjetivo y como
sustantivo. Se usa como adjetivo con el propósito de valorar las acciones humanas deliberadas
como morales o inmorales; por ejemplo, cuando se califica la acción de ayudar a una persona
en peligro como una acción moralmente correcta. En cambio, se emplea como sustantivo en
referencia a las formas de comportamiento, los valores o las normas de un individuo o un
conjunto de individuos, por ejemplo, cuando se afirma que la moral de una sociedad considera
sagrados determinados animales, cuya vida debe preservarse en cualquier circunstancia.
La ética se plantea el problema de cómo se debe vivir, es decir, cómo se debe actuar en
el mundo en el que se vive. Esta pregunta lleva a otras; por ejemplo, en qué consiste el bien,
qué es un deber o una obligación moral, qué relación existe entre la libertad y la acción moral,
etc. En el transcurso de la historia, los filósofos han ofrecido muchas respuestas a estos
interrogantes.
La ética es una disciplina filosófica que reflexiona sobre el obrar humano. Es un saber
práctico que tiene por objeto las acciones de los hombres en tanto requieren ser fundamentadas
con sensatez.
El hombre es un ser libre y por eso puede actuar de diversas maneras. La ética nace de
la preocupación por realizar el bien. Como este obrar no está referido sólo a sí mismo, sino
además a otras personas, posee una dimensión social. De allí su íntima relación con la vida
ciudadana o política.
Por eso, la ética no nos resulta ajena a ninguno de nosotros en tanto somos capaces de
hacernos responsables de nuestras acciones. Se trata entonces de la formación de un carácter
moral que nos permite obrar bien y ser buenos, a diferencia de los escépticos, que relativizan el
alcance de esta tarea, y de los fundamentalistas, que creen resolver la moral en la mera
aplicación de sus convicciones. La ética nos enseña a hacernos cargo del sentido de nuestras
acciones, sus motivaciones y consecuencias, para no obrar como un zombie para quien nunca
hay problemas y que va donde lo lleva la corriente, ni como un fanático que absolutiza su
convicción y se niega a una actitud reflexiva.
Si entendemos que el mundo es nuestra casa, podemos abordar una primera definición
de la ética desde el desafío de aprender a habitarla. La ética surge de la reflexión acerca de
nuestros modos de habitar el mundo. Nace de la preocupación y el cuidado de nuestro modo de
obrar; en casa, en el barrio, en la escuela, en la universidad. Este cuidado y esta preocupación
son éticos en tanto que, a través de nuestra deliberación, deseamos hacer las cosas bien.
Desde los filósofos griegos, podemos aprender cómo el bien introduce en nuestras vidas
la reflexión ética. No nos alcanza con la mera intención de querer hacer el bien, sino que es
necesario preocuparse por encontrar los modos efectivos para hacerlo.
Ética y moral son palabras que se usan indistintamente, pero que a la hora de
considerarlas en sí mismas tienen sus diferencias. La palabra ética proviene de dos acepciones
del término griego ethos. En primer lugar significa habitar, morar, lugar donde se habita. Según
esto podemos definir la ética como el aprender a habitar, a ser habitantes de esta casa, de esta
ciudad, de este mundo. Pero además significa carácter, costumbre, hábito. Como vemos, estos
dos vocablos no están tan alejados uno del otro. El carácter se logra mediante el habitar.
En la ética se configuran las primeras formas de la libertar a partir de las cuales nos
vamos volviendo capaces de gobernarnos a nosotros mismos. Éste era el antiguo significado de
la palabra autarquía. La ética nos enseña a ser libres, es decir, a tener en nosotros mismos el
gobierno de nuestras acciones, y a descubrir cómo nuestras acciones van conformando nuestro
ser. De este modo, aprender a habitar significa también aprender a practicar los hábitos que nos
permiten realizar el bien y ser buenos. Es la formación de un carácter moral que, desde su opción
por el bien, pueda hacer frente a los cambios y conflictos que se van presentando a lo largo de
la vida.
En este sentido, podemos afirmar que el hombre es moral en tanto es libre. En tanto se
hace cargo de su libertad comienza su reflexión sobre el bien. Podríamos decir que quiere que
su libertad lo haga feliz, con lo cual existe la ética en tanto existan hombres que deseen ser
felices.
Vivir una buena vida requiere mucho entrenamiento práctico para percibir en cada
ocasión qué es el curso de acción que está justificado por la razón. No se trata de un asunto
teórico, sino de disponer de sabiduría práctica y emocional par actuar según lo que significa, en
cada ocasión, crecer y enriquecerse en todas las dimensiones humanas. Esta sabiduría práctica
se obtiene mediante los hábitos y la socialización; y si bien los amigos y la familia pueden ser de
gran ayuda, la mayor responsabilidad para adquirir y ejercer racionalmente las virtudes, le
corresponde a cada persona.
Una acción moralmente correcta es, para Kant, aquella que está causada por una
voluntad buena – o puramente moral-, que decide en forma autónoma actuar de acuerdo con
el cumplimiento del deber. Sólo cuando se actúa inspirado por una voluntad de esta clase, se es
realmente racional para actuar y, por ende, digno de respeto. Por consiguiente, el núcleo de la
moralidad reside para Kant, no tanto en qué se hace, sino en los motivos para hacerlo; en esto
reside la excelencia moral de una persona.
MODERNIDAD Y POSMODERNIDAD.
El prototipo de hombre moderno es aquel que confía en que el curso de la historia debe
estar orientado por el progreso, vive y proyecta su vida para ello. Para él, el progreso garantiza
que el día de mañana será mejor que el de hoy. En cambio, la posmodernidad surge del
descreimiento, de la desconfianza y hasta del escepticismo. Ya no se cree que el progreso
constituye necesariamente un bien para la humanidad. “El progreso se ha vuelto rutina”, dice el
filósofo italiano Gianni Vattimo en su libro El fin de la modernidad.