Juárez se destacó como militante liberal al tomar distancia de la Iglesia y someterla al poder civil a través de las Leyes de Reforma. Como presidente enfrentó amenazas a la estabilidad y soberanía de México por parte de gobiernos extranjeros y la llegada de Maximiliano. Juárez quería mantener el poder para sentar las bases del sistema constitucional y equilibrar los tres poderes federales. Su salud se deterioró después de 1870 y la muerte de su esposa en 1871 lo afectó hasta su fallecimiento en 1872.
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Juárez se destacó como militante liberal al tomar distancia de la Iglesia y someterla al poder civil a través de las Leyes de Reforma. Como presidente enfrentó amenazas a la estabilidad y soberanía de México por parte de gobiernos extranjeros y la llegada de Maximiliano. Juárez quería mantener el poder para sentar las bases del sistema constitucional y equilibrar los tres poderes federales. Su salud se deterioró después de 1870 y la muerte de su esposa en 1871 lo afectó hasta su fallecimiento en 1872.
Juárez se destacó como militante liberal al tomar distancia de la Iglesia y someterla al poder civil a través de las Leyes de Reforma. Como presidente enfrentó amenazas a la estabilidad y soberanía de México por parte de gobiernos extranjeros y la llegada de Maximiliano. Juárez quería mantener el poder para sentar las bases del sistema constitucional y equilibrar los tres poderes federales. Su salud se deterioró después de 1870 y la muerte de su esposa en 1871 lo afectó hasta su fallecimiento en 1872.
Juárez se destacó como militante liberal al tomar distancia de la Iglesia y someterla al poder civil a través de las Leyes de Reforma. Como presidente enfrentó amenazas a la estabilidad y soberanía de México por parte de gobiernos extranjeros y la llegada de Maximiliano. Juárez quería mantener el poder para sentar las bases del sistema constitucional y equilibrar los tres poderes federales. Su salud se deterioró después de 1870 y la muerte de su esposa en 1871 lo afectó hasta su fallecimiento en 1872.
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Juárez el Republicano
Juárez, como militante liberal, se destacó por tomar sus distancia
con la Iglesia, sobre todo cuando ocupó la Suprema Corte de Justicia con Comonfort, en la presidencia y el decreto de las Leyes de Reforma con el fin de someter a la Iglesia al poder civil. El trabajo de la autora nos introduce en la serie de altibajos que enfrentó el presidente Juárez cuando se vio amenazada no sólo la estabilidad del país, sino la soberanía nacional ante gobiernos extranjeros que habían posado sus ojos oportunistas en la nación que estaba dibujando la ruta por donde caminaría; así, las luchas entre conservadores y liberales estaban impregnadas de estos aromas. Una expresión de ello es la llegada de Maximiliano, quien llegó a representar una amenaza para los conservadores pues, a pesar de todo, compartía algunos principios con Juárez. En otros casos, no había mucho que hacer, y se tuvieron que tomar decisiones y hacer concesiones no muy ventajosas para nuestro país.
En la cuestión de planeación para el país, que Juárez tenía, la
autora señala que eran nítidamente liberales, le interesaba promover la educación, promover las ramas de la economía con inversiones extranjeras y construir comunicaciones, metas nada ajenas a nuestro presente. Pero también quería el poder, por lo menos mantenerlo hasta sentar bases firmes al sistema constitucional y consideraba fundamental lograr que los tres poderes federales tuvieran un peso equilibrado, para lo cual era necesario restaurar el Senado y equilibrar las competencias del gobierno federal y de los estados. La Constitución estableció un gobierno centralista y no incluyó la libertad de comercio que deseaban los novohispanos, por lo que muchos la rechazaron. La Constitución liberal obligó a convocar a elecciones y al llevarse a cabo, estimularon la movilización de la población. Como la prensa creó una efervescencia en la población, el virrey Francisco de Venegas no tardó en suspenderla. También detendría las elecciones de la ciudad de México, al darse cuenta de que los criollos habían movilizado a todos los grupos sociales para que no resultara elegido ningún peninsular. Su sucesor, Félix Calleja, decidiría cambiar de táctica. Empezó por aprobarlas elecciones y después se dedicó a difundir la Constitución, pensando que en esa forma podría convencer a los insurgentes que la mayoría de sus objetivos ya los otorgaba, y en su texto se reconocía la soberanía de la nación y se garantizaban los derechos y libertades individuales. sin lograr convencer a los insurgentes, les permitió familiarizarse con las ideas liberales.
Nueva España pareció pacificada, pero la realidad era otra. El
reino mostraba el cansancio de tantos años de lucha. Los campos minas y pequeñas industrias estaban abandonados. Los caminos, llenos de bandidos, habían roto las viejas redes comerciales y el dominio de amplias regiones por los rebeldes hizo que el gobierno virreinal perdiera el control político y decayera el cobro de impuestos. Los jefes militares, tanto realistas como insurgentes ejercían poderes extraordinarios y exigían impuestos, forrajes, animales y hombres, lo que les permitió conquistar un poder que nunca habían gozado y que tratarían de mantener. Aun antes de consumarse la independencia, el virreinato ya no funcionaba. Los costos de la lucha serían difíciles de remediar ya que la productividad económica se había reducido ala mitad. La bancarrota hacendaría y la ruptura de la vida institucional construida a lo largo de casi tres siglos rompieron el equilibrio en las relaciones entre el centro político y económico y las élites provinciales. Esto provocó ondas divisiones que, sumadas a las aspiraciones surgidas en todas las clases sociales, en especial en el ejército, favorecerían una larga inestabilidad. Benito Pablo Juárez García, don Benito Juárez, vio la luz el 21 de marzo de 1806 en Guelatao, un pueblecito de sólo veinte familias, escondido en la sierra oaxaqueña y con una única ventana al mundo exterior gracias a su cercanía con el pueblo de Santo Tomás Ixtlán. Sus padres, Marcelino Juárez y Brígida García eran, según sus palabras, "indios de la raza primitiva del país" Para 1809, apenas con tres años el niño Benito quedaba huérfano y en el virreinato habían despertado las inquietudes que darían inicio a la lucha independentista. El huérfano pasó a vivir con sus abuelos primero y después con un tío. El mismo Juárez dejó constancia cómo su tío le enseñó a leer, insitiéndole en "lo útil y conveniente que era saber el idioma castellano", y sus deseos de que se hiciera eclesiástico. Benito creció cumpliendo con las labores de campo, pero su tío le había despertado el interés en instruirse y soñaba con aprender todo lo que no sabía, lo que no era fácil en ese rincón de la sierra. Con apenas 12 años el joven Benito decidió fugarse de Guelatao. El 17 de Diciembre de 1818, muy temprano, Benito caminó a la ciudad de Oaxaca adonde llegó esa misma noche.
La historiadora narra cómo es que deja su pueblo natal para
incorporarse al Colegio Seminario de Oaxaca, donde tomaría sus primeras enseñanzas; pero también como éste no cumpliría con sus expectativas, sus inclinaciones e ideales liberales —de alguna manera toma conocimiento de las ideas provenientes de la guerra de Independencia—, se integra a un colegio civil, al recién creado Instituto de Ciencias y Artes —atacado sobre todo por los militantes conservadores—.
Una de las características de este libro es el tono breve y
conciso para contar los acontecimientos, pues en un capítulo resume una de las épocas de mayor vulnerabilidad que han dolido a México, la pérdida de Texas y la ocupación de la Ciudad de México por tropas estadounidenses. Asimismo, la autora describe la carrera de Juárez, iniciando con el ejercicio de su profesión —la abogacía—; para 1838 ya ingresaba en la política como secretario del Tribunal Superior de Justicia. Para 1845, con experiencia suficiente, lanzó su candidatura como diputado a la Asamblea Legislativa de Oaxaca y, aunque ganó, no fructificó; pero le abrió las puertas a otros cargos como ser gobernador de su estado. Juárez, como militante liberal, se destacó por tomar sus distancia con la Iglesia, sobre todo cuando ocupó la Suprema Corte de Justicia con Comonfort, en la presidencia y el decreto de las Leyes de Reforma con el fin de someter a la Iglesia al poder civil. El trabajo de la autora nos introduce en la serie de altibajos que enfrentó el presidente Juárez cuando se vio amenazada no sólo la estabilidad del país, sino la soberanía nacional ante gobiernos extranjeros que habían posado sus ojos oportunistas en la nación que estaba dibujando la ruta por donde caminaría; así, las luchas entre conservadores y liberales estaban impregnadas de estos aromas. Una expresión de ello es la llegada de Maximiliano, quien llegó a representar una amenaza para los conservadores pues, a pesar de todo, compartía algunos principios con Juárez. En otros casos, no había mucho que hacer, y se tuvieron que tomar decisiones y hacer concesiones no muy ventajosas para nuestro país. En la cuestión de planeación para el país, que Juárez tenía, la autora señala que eran nítidamente liberales, le interesaba promover la educación, promover las ramas de la economía con inversiones extranjeras y construir comunicaciones, metas nada ajenas a nuestro presente. Pero también quería el poder, por lo menos mantenerlo hasta sentar bases firmes al sistema constitucional y consideraba fundamental lograr que los tres poderes federales tuvieran un peso equilibrado, para lo cual era necesario restaurar el Senado y equilibrar las competencias del gobierno federal y de los estados. A partir de 1870 su salud se fue minando y se vio afectada aún más después de la muerte de su esposa en 1871, que lo postraría para siempre en 1872