Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Juárez El Republicano

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 5

Juárez el Republicano

Juárez, como militante liberal, se destacó por tomar sus distancia


con la Iglesia, sobre todo cuando ocupó la Suprema Corte de
Justicia con Comonfort, en la presidencia y el decreto de las
Leyes de Reforma con el fin de someter a la Iglesia al poder
civil. El trabajo de la autora nos introduce en la serie de
altibajos que enfrentó el presidente Juárez cuando se vio
amenazada no sólo la estabilidad del país, sino la soberanía
nacional ante gobiernos extranjeros que habían posado sus ojos
oportunistas en la nación que estaba dibujando la ruta por donde
caminaría; así, las luchas entre conservadores y liberales estaban
impregnadas de estos aromas. Una expresión de ello es la llegada
de Maximiliano, quien llegó a representar una amenaza para los
conservadores pues, a pesar de todo, compartía algunos principios
con Juárez. En otros casos, no había mucho que hacer, y se
tuvieron que tomar decisiones y hacer concesiones no muy
ventajosas para nuestro país.

En la cuestión de planeación para el país, que Juárez tenía, la


autora señala que eran nítidamente liberales, le interesaba
promover la educación, promover las ramas de la economía con
inversiones extranjeras y construir comunicaciones, metas nada
ajenas a nuestro presente. Pero también quería el poder, por lo
menos mantenerlo hasta sentar bases firmes al sistema
constitucional y consideraba fundamental lograr que los tres
poderes federales tuvieran un peso equilibrado, para lo cual era
necesario restaurar el Senado y equilibrar las competencias del
gobierno federal y de los estados.
La Constitución estableció un gobierno centralista y no incluyó la
libertad de comercio que deseaban los novohispanos, por lo que
muchos la rechazaron. La Constitución liberal obligó a convocar a
elecciones y al llevarse a cabo, estimularon la movilización de la
población. Como la prensa creó una efervescencia en la población,
el virrey Francisco de Venegas no tardó en suspenderla. También
detendría las elecciones de la ciudad de México, al darse cuenta
de que los criollos habían movilizado a todos los grupos sociales
para que no resultara elegido ningún peninsular. Su sucesor, Félix
Calleja, decidiría cambiar de táctica. Empezó por aprobarlas
elecciones y después se dedicó a difundir la Constitución,
pensando que en esa forma podría convencer a los insurgentes que
la mayoría de sus objetivos ya los otorgaba, y en su texto se
reconocía la soberanía de la nación y se garantizaban los derechos
y libertades individuales. sin lograr convencer a los insurgentes,
les permitió familiarizarse con las ideas liberales.

Nueva España pareció pacificada, pero la realidad era otra. El


reino mostraba el cansancio de tantos años de lucha. Los campos
minas y pequeñas industrias estaban abandonados. Los caminos,
llenos de bandidos, habían roto las viejas redes comerciales y el
dominio de amplias regiones por los rebeldes hizo que el gobierno
virreinal perdiera el control político y decayera el cobro de
impuestos. Los jefes militares, tanto realistas como insurgentes
ejercían poderes extraordinarios y exigían impuestos, forrajes,
animales y hombres, lo que les permitió conquistar un poder que
nunca habían gozado y que tratarían de mantener. Aun antes de
consumarse la independencia, el virreinato ya no funcionaba. Los
costos de la lucha serían difíciles de remediar ya que la
productividad económica se había reducido ala mitad. La bancarrota
hacendaría y la ruptura de la vida institucional construida a lo
largo de casi tres siglos rompieron el equilibrio en las
relaciones entre el centro político y económico y las élites
provinciales. Esto provocó ondas divisiones que, sumadas a las
aspiraciones surgidas en todas las clases sociales, en especial en
el ejército, favorecerían una larga inestabilidad. Benito Pablo
Juárez García, don Benito Juárez, vio la luz el 21 de marzo de
1806 en Guelatao, un pueblecito de sólo veinte familias, escondido
en la sierra oaxaqueña y con una única ventana al mundo exterior
gracias a su cercanía con el pueblo de Santo Tomás Ixtlán. Sus
padres, Marcelino Juárez y Brígida García eran, según sus
palabras, "indios de la raza primitiva del país" Para 1809, apenas
con tres años el niño Benito quedaba huérfano y en el virreinato
habían despertado las inquietudes que darían inicio a la lucha
independentista. El huérfano pasó a vivir con sus abuelos primero
y después con un tío. El mismo Juárez dejó constancia cómo su tío
le enseñó a leer, insitiéndole en "lo útil y conveniente que era
saber el idioma castellano", y sus deseos de que se hiciera
eclesiástico. Benito creció cumpliendo con las labores de campo,
pero su tío le había despertado el interés en instruirse y soñaba
con aprender todo lo que no sabía, lo que no era fácil en ese
rincón de la sierra. Con apenas 12 años el joven Benito decidió
fugarse de Guelatao. El 17 de Diciembre de 1818, muy temprano,
Benito caminó a la ciudad de Oaxaca adonde llegó esa misma noche.

La historiadora narra cómo es que deja su pueblo natal para


incorporarse al Colegio Seminario de Oaxaca, donde tomaría sus
primeras enseñanzas; pero también como éste no cumpliría con sus
expectativas, sus inclinaciones e ideales liberales —de alguna
manera toma conocimiento de las ideas provenientes de la guerra de
Independencia—, se integra a un colegio civil, al recién creado
Instituto de Ciencias y Artes —atacado sobre todo por los
militantes conservadores—.

Una de las características de este libro es el tono breve y


conciso para contar los acontecimientos, pues en un capítulo
resume una de las épocas de mayor vulnerabilidad que han dolido a
México, la pérdida de Texas y la ocupación de la Ciudad de México
por tropas estadounidenses. Asimismo, la autora describe la
carrera de Juárez, iniciando con el ejercicio de su profesión —la
abogacía—; para 1838 ya ingresaba en la política como secretario
del Tribunal Superior de Justicia. Para 1845, con experiencia
suficiente, lanzó su candidatura como diputado a la Asamblea
Legislativa de Oaxaca y, aunque ganó, no fructificó; pero le abrió
las puertas a otros cargos como ser gobernador de su estado.
Juárez, como militante liberal, se destacó por tomar sus distancia
con la Iglesia, sobre todo cuando ocupó la Suprema Corte de
Justicia con Comonfort, en la presidencia y el decreto de las
Leyes de Reforma con el fin de someter a la Iglesia al poder
civil. El trabajo de la autora nos introduce en la serie de
altibajos que enfrentó el presidente Juárez cuando se vio
amenazada no sólo la estabilidad del país, sino la soberanía
nacional ante gobiernos extranjeros que habían posado sus ojos
oportunistas en la nación que estaba dibujando la ruta por donde
caminaría; así, las luchas entre conservadores y liberales estaban
impregnadas de estos aromas. Una expresión de ello es la llegada
de Maximiliano, quien llegó a representar una amenaza para los
conservadores pues, a pesar de todo, compartía algunos principios
con Juárez. En otros casos, no había mucho que hacer, y se
tuvieron que tomar decisiones y hacer concesiones no muy
ventajosas para nuestro país.
En la cuestión de planeación para el país, que Juárez tenía, la
autora señala que eran nítidamente liberales, le interesaba
promover la educación, promover las ramas de la economía con
inversiones extranjeras y construir comunicaciones, metas nada
ajenas a nuestro presente. Pero también quería el poder, por lo
menos mantenerlo hasta sentar bases firmes al sistema
constitucional y consideraba fundamental lograr que los tres
poderes federales tuvieran un peso equilibrado, para lo cual era
necesario restaurar el Senado y equilibrar las competencias del
gobierno federal y de los estados. A partir de 1870 su salud se
fue minando y se vio afectada aún más después de la muerte de su
esposa en 1871, que lo postraría para siempre en 1872

También podría gustarte