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Rivera Rumbo Al Futuro Hipolito Zas Recarey 1996

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DEDICATORIA

A la perenne memoria de la
que subió al Cielo una noche
de Jutio.
El amor que encierran estos
libritos que recuerdan a su
Rivera, es solo un tímido
reflelo del dolor que invade
el espíritu de aquellos a
quienes solo les queda el
consuelo de esperar...
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RIVERA
l

RUMBO
AL FUTURO

HIPOLITO ZAS RECAREY

1996
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s,,c L¡l.<t4a-rw fra, olrfgarv?

(S-9lL*a- a"tS'*,,*-)

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CÚ?U

o,*¿.
¿
tra.t
Yo nací en este pueblo
que florece, romántico y ufano,
en el cóncavo agreste de dos cewos,
corno en el hueco tibio de un& tnano. L.M,T

RIVERA R.UMBO AL FUTURO

Lle querido. con el más afectuoso de mis recuerdos, comen-


E-lrur elPrólogo del quinto libro sobre Rivera, sus glorias y tradicio-
nes, con la primera estrofa de una poesía de Luis María Teehera, inolvi-
dable poeta riverense con quien en mi infancia compartí eI banco de la
Escuela de Varones.
Por supuesto que guardo de su persona un recuerdo que ni siquiera
la cantidad de años transcurridos (estamos hablando de 1918) han logra-
do atenuar.
Muchos jóvenes de las nuevas generaciones esbozarán una sonri-
sa al leer un número que casi se acerca a principios de siglo, pero es
lógica la reacción.
También yo me reía cuando escuchaba comentarios de mis ante-
cesores, pero ahora debo reconocer que ellos eran solo unos eslabones
más en esta cadena infinita del tiempo que imperturbable se burla de las
t
humanas incomprensiones.
Sin dejar de tratar aspectos de mis temas favoritos que son los que
se ubican en el período ya lejano de mi niñez y juventud riverense, no
quiere decir que me despreocupe en absoluto de mi pueblo en los presen-
tes días y en los que indefectiblemente debemos afrontar en el futuro.
El título del libro: Rivera: rumbo alfuturo ya está indicando una
preocupación por la suerte de nuestra frontera en los tumultuosos años
que estamos viviendo y en los más tumultuosos aún que pueden definir
el futuro.
Ya es un tema ampliamente comentado en todos los medios de
comunicación (diarios, radio, televisión, etc.) de lo que significa para el
lJruguay la puesta en marcha dei Tratado de Asunción y su inevitable
repercusión en todos sus aspectos económicos, culturales, laborales, ju-
rídicos, sociales, etc.

5
: -::. ::-:.:.;::.:: -.-..:.._i- :.::.:l -- j. -.-=: : :1f ,gJO dg
l;J. :..-:1e S .1Ue e:. ir: i - . .1í erc OSUr ; LeJ.e .::- :- - t :,1rtJ. :TlU\ pafticu-
ia¡ a nuestro Departamento.
Quizás n1 nosotros mrsmos nos demos cuenta, en su verdadera
dimensrón, 1o que puede significar para nuestra hermosa ciudad fronte-
rtza la ubicación excepcional que ocupa en el mapa geográfico de la
regrón.
No cabe duda que ya estarán operando los madrugadores profe-
sionales, los que desde afuera maniobran en pos de situaciorles que re-
dundarán en su propio beneficio y muy poco les importa la tierra donde
tanto iucharon los que hicieron de Rivera lo que actualmente es, ni tam-
poco la pasada existencia de un conjunto maravilloso de poetas, perio-
distas, escritores, artistas, educadores, profesionales de todas 1as ramas
y honestos y capacitados trabajadores, que impulsaron obras que para
otros ahora servirá de pértiga firme para saltar por encima de esfuerzos y
logros ajenos, en busca de satisfacer cómodamente sus ambiciones.
En fin, voy a cerrar este paréntesis que sin duda tarnbién se inscri-
be en el enorme cariño que siento por mi pueblo, pero no quiero que se
entienda que lo único que me sirve de terna son las gentes y episodios
que integran el pasado.
Pero vuelvo a decirlo, a riesgo de parecer reiterativo, cuidemos a
Rivera, hacerio con profuncla t'e, trabajemos por ella en forrna acorde al
momento que vive el mundo, sintamos como un mandato divino la obli-
gación de traba.jar por ella que, o mucho me equivoco, está destinada a
ser una pieza muy importante que debemos saber jugar en horas tan
delicadas corno las que vive este rincón privilegiado de Arnérica Latina.
Es el deber de todos, desde ios más encumbrados hasta los más
humildes.
Lievar a Rivera Rumbo al futuro tiene la fuerza y Ia obligatorie-
dad de un nuevo Mandamiento y que Dios nos perdone si tal asevera-
ción implica una blasfemia que no merece ser redirnida.

Y cierro este Prólogo que como todos los míos es un tanto sui
generis, escapando a las normas clásicas en la materia ante el consi-
guiente korror de los literatos, quiero decir que había comenzado a es-
cribirlo enla Semana Santa, recluido en mi casa de Parque del Plata,

D
le -::.ado de una crisis de pesimismo y angustia, por 1o cual me convencí
u- ,: 1a necesidad de tirarlo al fondo de la papelera.
Creo que adopté una decisión feliz.
:a Ciertos estados de ánimo no deben salir de nuestro fuero íntimo y
l- :.lcho menos cuando esos pensamieritos están destinados a un grupo de
:iJl.ntes y heroicos lectores que no tiene pcrrque hacerse solidarios de
-:, que a otros les pasa.
Recogeré solamente parte de lo dicho en mis hojas escritas en la
Semana dedicada a la comunidad cristiana, con la convicción de que en
:, campo de lo espirituatr sentimos antes y ahora el misnio iespeto y
-:roción que aprendimos descte muy niños, a evocar la historia de un
:-¡mbre que rnurió en la cruz para salvar a la Humanidad.

Pero al margen de su contenirlo religioso, vamos a dar vuelta al


::rés las hojas del viejo calendario y nos situamos un Viernes Santq
: -¡de ando la mesa t'amiliar en el aimuerzo tradicional, con el sentimiento
*. que realmente estamos viviendo un día trascendente.
La ciudad estaba silenciosa. Las calles de tierra solamente levan-
:;ban uri poao de polvo al paso cle unaforc,lzel¡¿ ruidosa que ponía Ia nota
in tarlto exótica en un clima de calma y siesta"
Liegarla ia media tarule, ei ambiente, a eornpás de una gurisada
:ierviosa que ya no aguantaba más el ceioso contralor de los tnayores, se
;umplía con otro ritual muir rivere.nse, definitorio de una costuntbre arrai-
sacla en nuestra frontera: ilas cometas!
Entonces todos éramos espectalistas: muchachos y veterano§.
El {erro del Marco (citamos atr que nos quedaba más cerca de
ruestra casa) al igual que otros csrros situados en las estribaciones de la
Cuchilla Negra o ia Cuchiltra Santana, se cubrían con cometas de niúlti-
ples fbrmas y tonalidades.
Tenemos la sensación que ya algo sobre las cornetas dijimos en
algunos de los libros anteriores, pero, ¡no iinporta! es con gran gusto
que volvemos al tema.
Nadie se resignaba a que sa corneta no formara parte de aquel
enjambre rnulticolor que le daban al cieio riverense una irnagen tan irreal
c0nlo prodigiosa.
La gurisada preparaba sus cornetas con la debida anticipación, en
pleno verano aún.

7
Algunos sacábamos (con autorización del dueño) ias cañas que
crecían profusamente en un cañaveral situado en un solar baldío, en la
esquina de Faustino Carámbula y Uruguay'
Deteníamos nuestra labor depredadora cuando veíamos acergarse
a un jinete cuyo caballo esquivaba los agujeros y montones
de tierra que

caracterizaban entonces la casi intransitable calle Uruguay: nos


produ-
cía un cierto temor (sin razones atendibles) 1a presencia de Don
Joaquín
Rasgado, un personaje popular que vivía en la cuadra siguiente.
No vayan a Suponer los lectores que no conocieron el arte de cons-
truir una cometa que se trataba de una tarea fácil. Exigía toda una téCni-
cil artesanal.
Y lo podemos demostrar. Los que teníamos la pretensién de con-
que
sicleramos buenos cometeros (disculpen el neologisrno) sabíamos
no era sopa cilmplir con la delicada tarea de elegir 1as cañas, cortarlas
por rlonde correspondía, pulirlas, ubicar debidamente las piolas prrnci-
pales, preparar el engrudo prolijamente, forrarlas con papel de corneta o
á. s.tlu, combinar los colores, ponerle los flecr:s, resolver el delicado
problema de los flros, darle las medidas necesarias a la cola (algunos
üanclidos le agregaban una hojita de afeitar) y f,rnaimente, elegir el mo-
mento y cl lugar para remontarlas airosamente luego Ce un estudla cien-
tffico de\ viento.

Y ya que estamos consemana santalueg() de la experiencia"co-


tneta" <lel viernes, con ei desborde de botnbas, estrellus, ntarinbondos,
cajos, etc. al día siguiente vivíamos las alternativas de un glan día: ¡Sá-
batio de Glorial
A media mañana las campanas de la lglesia ya anunciaban la resu-
rrección de Cristo.
Todo era algarabía en aquel pueblo de tan firmemente arraigadas
tradiciones que desde la vieja Europa y el Oriente Medio, habían traído
a 1a joven América españoles, italianos y libaneses fundamentalmente y
todos vivían la euforia desbordante del momento, aunque no supieran
mucho de Historia Sagrada ni que a un delincuente llamado Barrabás lo
habían libertado mientras decidían que Cristo fuera sacrificado.
Las cuatro campanas de la Iglesia no cesaban un momento de to-
car, con la colaboración de la gurisada que se iba turnando en la tarea de
prenderse de alguna de las cuerdas que movían los badajos.

8
{

Frente a la Iglesia, en la vereda de la plaza, con su cañoncito de


-,--ería, el inefable Escaletti se movía con un ritmo de máquina para
-.:1e al espectáculo la sinfonía de bombas y cohetes que lo tenían a él
: -:¡o indiscutido maestro de ceremonias.
En la puerta principal el Padre Lor sonreía beatíficamente ante la
-,ilciosa denrostración de fe cristiana.
Al poner en orden los borradores de esta nota, oúavez se me apa-
.:¡ la impertinente pregunta: ¿Y el Frólogo?
Se me ocurre uno muy cortito y fácil de entender:
¡Rivera!, ¡Rivera! y ¡Rivera!
¿Hace falta algo más?
Entiendo, salvo mejor opinión de ustedes que está todo dicho.
Comencemos entonces con la prirnera nota, dedicada a una queri-
-. 'niea, orgullo de las letras riverenses: María {,uisa Í.arena.

I
Es cíerto que soy frágil y pequeña
pero en mi se concentró la ra4a,
que define lafirmeza de su traza
en l.a herenci.a que tengo camo enseña.
M.I,.L"

MAR.IA LT]I§A LARENA


La poetisa del alma estremecida, al decir de C. Zum Felde

ffi ntramos a navegar en aguas profundas ya que no es tan


!- tacit afrontar la misión de describir la personalidad y la tras-
cendencia de la obra literaria de María Luisa Larena, poetisa que
llegó a esta ciudad fronteriza que ella amó entrañablemente en
19A7, cuando tenía solamente '.l0 años de edad y que, de más
está decirlo, alumbró con su talento desbordante un período muy
señalado de la historia cultural de nuestra ciudad en el entorno
de las bellas letras.
Corresponde igualrnente destacar que llevó a cabo una
encomiable actuación en el periodismo local y de tierra adentro y
en su muy constructiva presencia cuando de impulsar obras so-
ciales se trataba.
En la búsqueda de orientar la sernblanza biográfica de una
figura cuya poco común personalidad quizá no aquilaten en toda
su dimensión salvo las lógicas y naturales excepciones, los rive-
renses de los actuales tiempos, debí recurrir a diversas fuentes
de información.
No solamente a sus familiares, quienes me facilitaron una
documentación muy valiosa al respecto, constituída por cartas
que comentan sus poesías, recoñes de periódicos, fotografías,
etc. sino también los aportes de quienes a través de los años
tuvimos ei privilegio de ser sus amigos y admiradores.
En lo estrictamente personal, Ia conocí en la primavera del
año 1935. Por esa época edité el primer número de la revista
Frontera en la que ella colaboró con su brillantez característica.

10
Poetisa de alma estremecida la definió el escritor Carlos
Zum Felde que en 1936 intervino en los actos de la semana de
Arte y cultura organizados por el naciente Ateneo de Rivera.
varias veces mas nos vímos en ocasión de los períodicos
viajes que yo realizaba a mi querida ciudad, cuando er destino
me llevó a radícarme en Montevideo.
Pasaron los años y a fines de 1g85 fui a visitarla a su Casa
del camino ftlaldonado (Km 11 y medio) donde vivía con sus
hermanas.
En mi libro cerro del Marcoalfinal del último capítulo dedi,
cado al Ateneo expresaba:
... y finalmente de María Luisa Larena que en su coqueta
casita de Camino Maldonado, allá donde la ciudad grande se
desviste de su estructura urbana y comienzan los cercos de ma-
dreselvas, sigue escribiendo, sígue tejiendo incansable la apre-
tada red de sus quimeras y sigue soñando con el día felíz en que
pueda tener nuevamente sobre su cabeza el cielo de Rívera.
No pudo ser. En cama, en un estado de salud declinante,
aunque conservando el ánimo con que siempre comentaba los
aspectos de una vida que se iba apagando lentamente como una
de las velitas que allá a principios de síglo alumbraban sus sue-
ños de niña, dejó la vivienda de camino Maldonado (vivió arrede-
dor de un año en Shangrilá) y se mudó a Montevideo a un apar-
tamento del Complejo Barradassituado enla calle Gualeguay 9386
y fue allí, ante la congoja de familiares y amigos, que subió al
cielo el 31 de julio de 1986.
Habían quedado truncos sus sueños de fener sobre su ca-
beza el cielo de Rivera. Fui de los pocos acompañantes de un
sepelio que la vio desaparecer en un nicho del Cementerio del
Nor1e.
Allí, en un rincón perdido de la extensa necrópolis quedó
el cuerpo de la brillante poetisa, hasta que hace unos tres años,
merced a las gestiones efectuadas por el Club de Residen-
fes de Rivera ante la lntendencia Municipal de Rivera, se lo-
gró, tras la tramitación injustificadamente demorada, que cul:
rninaran las aspiraciones con las cuales María Luisa soñó un
día y fue así como se trasladaron al Cementerio de Rivera sus
restos mortales.

11
Allá en su pueblo que tanto honró con su obra, descansa
ahora junto a la urna mortuoria de Doña Zenobia, su madre'

Y luego de esta evocaciÓn de muy triste recuerdo que nos


provocó el impacto emocional que es de suponer, vamos a deli-
near, a grandes trazos, los aspectos mas importantes de su bio-
grafía, aunque lo trascendental, en nuestra opinión, es que la
misma María Luisa narre las alternativas fundamentales de su
existencia que en la parte final agregaremos a la presente nota.
En la 6q Sección del Departamento de Salto, en un paraje
rural denominado Sopas nació el 19 de agosto de 1 897.
Su padre: Francisco Larena y Arrugueta (vasco).
Su madre: Zenobia Márquez Pereira (de Salto Oriental)'
Fue la mayor de una familia que se completó con diez her-
manos: José, Francisco, Elvira, Julio, Celia, Blanca, Esperanza,
Laura, Be¡1a y Juan Bautista.
Actualmente viven Laura, Esperanza y Celia.
La familia Larena luego de una breve permanencia en la
provincia argentina de Corrientes y en el ttilunicipio de Livramen-
to, se instala en Rivera en 1907.
María Luisa realizÓ sus primeros estudios en la Escuela
Ne 16 de Sopas y luego se f ue a la Argentina donde cumplió la
etapa de educación secundaria. La citada Escuela Ne 16 ha-
bía sido fundada y construída merced al aporte personal de su
padre y de su tío Manuel Larena, quienes luego la traspasa-
ron al dominio del Estado.
Por esa época su progenitor explotaba una finca situada
(sin dato cierto) en las inmediaciones de la Picada de hlora don-
de además de la cría de ganado realizaba diversas tareas aErí-
colas.
También cerca del Cementerio Nuevo había montado una
fábrica de ladrillos.
Se instaló igualmente, en la zona urbana de la ciudad, con
una fábrica de elaboración de café llamada El Cosmos cuya pro-
ducción era exportada a Alemania casi totalmente'
En 1972\a familia se traslada a Montevideo'

12
Volviendo a María Luisa, su obra literaria es particularmen-
te intensa. Es materialmente imposible citar los títulos de todas
las poesías y comentarios literarios que ella escribió incansable-
mente en Montevideo, colaborando además con cantidad de pe-
riódicos de Rivera, de ciudades del lnterior y países vecinos.
No poseemos, lamentablemente un detalle exhaustivo de
todos los libros que publicó, pero he aquí algunos de los títulos:
Fervor, Flores de Luz, Aristas Americanas, Espejo de
Brumas, Mar lnfinito, Tiempo sin Tiempo, lsla Unica, Vaces
k la frontera...
Se hizo acreedora a distinciones de nivel internacional, ta-
les como: Miembro de la Academia Romana de Cultura; de Ho-
nor de la Academia Griega de Atenas; de Ia Asociación de Hom-
bres de Letras de Rio; Caballero de la Croux d'honeur de El Sal-
vador; Miembro de la Rosa Blanca de Martí (Cuba).
Es muy exitosa su labor en materia de periodismo.
Como mero ejemplo, ya que su accionar en esta actividad
fue muy intenso, citaremos la campaña que lideró en 1934 en
Rivera Libre, semanario dirigido por Antonio Amorés (h); para
poner al desnudo una cadena de crímenes, enoubrimientos, etc.
que dañaban la fisonomía social y política de nuestra frontera.
Al final se impuso la justicia reclamada por el pueblo.
Otro episodio en el que tuvo señalada intervención fue el
vinculado al asesinato del Dr. Waldemar Ripoll, ex parlamentario
portoalegrense exilado en nuestro país.
En la cumbre del cerro del Marco cierta vezlajusticia local
improvisó seu pelourinho, como dijo un periodista brasileño.
El Proceso Ripoll hizo época en los anales dé la justicia
riograndense. Ante una multitud integrada por vecinos de ambas
ciudades, el acusado Rodriguez Romaguera fue objeto de un
careacon la mujer de Pedro Borges, el bárbaro matador de Ripoll.
La militancia de María Luisa en planos reservados arbitra-
riamente a la exclusividad de los hombres, determinó que un
periodista la llamara Quijote con faldas, lo que ella aceptaba
como un timbre de honor.

13
Su pasión por el prestigio cultural de Rivera y su irresistible
dinamisrno por las causas que tendieran a ese propósito, la con-
virtió en uno de los pilares fundamentales de la fundaclón del
Ateneo de Rivera.
Se creó el 3 de julio de 1935, siendo doce los fundadores:
Alfredo Lepro, Bernardo Ferreira Avila, Antonio Collazo,
Claudio Barboza, María Luisa Larena, Antonio Carámbula, Agustín
R. tsisio, Olyntho María Simoes, José J. Chiappara, Héctor
Podestá, Tell Ramis y Colombia Segovia.
El carEo de Presidente se confió a Alfredo Lepro, siendo la
Secretaria María Luisa Larena, cargo donde desplegó una inten-
sa y feliz gestión.

Con la prudencia y tolerancia que constituyen los cimientos


en que descansan este tipo de comentarios, sin pretender ser
dueños de una verdad que siempre puede dar origen a polémi-
cas o diferencias de criterio, debo admitir que sin llegar a confun-
dir las evaluaciones que en general los hombres tenemos de las
mujeres, experimenté una sensación sumamente grata cuando
conocí personalrnente a María Luisa.
Coincido con una sobrina de ella, María Isabel, que la defi-
nié así:
Fascinante y extraña en su personalidad, esta mujer de fir-
rnes valores ha dejado una huella imborrable en el recuerdo de
los que la conocieron.
Completamente de acuerdo con este juicio.
Es más, la misma lt¡laría Luisa afirmaba: soy la que na com-
prendieron porque no conocieron.
La citada sobrina afirmaba que ...su familia sabe que jamás
dejó de escribir... En esos diálogos que solía mantener con los
suyos les decía que se sorprendia ante la excitación de su mente
cada vez que agarraba un lápiz y un papel. No lo podía evitar;
quizá fuera la búsqueda de una protección contra esa soledad
de la que tanto hablaba su lirismo exagerado.
En cuanto a mi opinión personal, continuando con el relato
de como he juzgado a la poetisa a partir de nuestro primer en-
cuentro hace ya más de 60 años, comenzaré afirmando que me

14
'-s,:nó en forma muy sensible la firrneza graníti*a de sus

: ,: leas, no entraba en eljuego libre de las discusiones, espe-


: -^:nte cuando se toea[:an tennas de contenido social, ar1ísti-

lefen,Jía su opinión con serena firmeza, p#ro cuando el


"=":ambio de puntos en disousión alcanzaba un nlve! que en-
:- : )^ desordenado, dejaba trunco el carnbio de opiniones añt-
: ='=':cse en una sonrisa extrañamente enigmática.
3e querlaba cailada y parecía que su pensamiento volaba
- - lr, a otras coordenadas.
Era característico en ella un gesto dubitativo, sin exteriori-
::. -'a frustración, ante situaciones eue quizá solo ella era ca-
: :: :s descifrar en su fuero íntirno.
¿ivió horas de grandes satisfacciones; era sensible y aEra-
- :: ra ante los halagos de amigos, comentaristas y colegas, pero
: - nrarecer ciesdeñelsa CI suficlente. Toda esa miel la iba dilu-
:-:l en el recuerdo cie algo o de alguien. N/'liraba hacia el crelo
-
: : significativa frecuencia y entonces sí desaparecía ese hálito
-=
*,elancolía definitoria de una meta inalcanzable.
rra buena, cCIrriprensiva, eolaboradora y entusiasta en toda
, :'a cenéfica o cultural y junto a otros prestiglosos inteleetu¡ales
. .:'enses colocó a su pueblo en un sitial de privilegio.
Y entrandn en una zona parlicuiarrnente difícil de transitar y
= ::ecto a lo cual no corresponde
hacer conjeturas, recurro nue-
, -'oñt* a un comentario ds su sobrina que expresa:
Su vida arnürüsa fue triste y de desilucion, su panürama
: =-tiimental siempre esluvo ocuito a los ojos de la gente, solo s¿:
'
. - ,'iia y sus amigros rfiás cercanos supre ron todo lo qu* suf rio v
- -:ntas {ueron sws lágrimas de dslar"
A raíz de esfcs desconsuelas Eiraría casitsda su abra, una
-':zcla Ce amergura, soledad y frustraeianes que hicieron de s¿:
- -:-.sía verdaderas eanios a la vida y al transitar por ella c,*n sue-
' 's. lágrimas, energías, esperanzas, ilusiones y desencsnfos.

eorno ya io hemos expresado en otra parte eie esta n'lisrna


' -,¿t, §us herrnar¡as f ueron custodiandr: cientos de cartas, r§cor-
tes de periódicos, expresiones muy significativas del concepto
que de ella se tenía y dentro de esa documentación he hallado
un material precioso: una Semblanza biogtáfica escrita por la pro-
pia Maria Luisa.
l-a he cons¡derado tan valiosa de todo punto de vista que
no he resistido a la tentación de darla a conocer a los lectores,
por lo menos en algunos conceptos fundamentales.
Dice así:
Llegué al mundo de ta reatidad, por la mano de una equivo'
cación.
Elaccidente de mi nacimiento se produio en un planeta que
no era precisamente en el que debía haber nacido.
Quizá deié un hueco de actividad y sueño en otro planeta
más cómodo y menos egoísta. Desde este accidente vivo extra'
ña entre las gentes que me rodean, y soy extraniera en todos los
rincones de esta tierra amarga y rara.
Dicen mis padres, que aparecí en una noche fría de Agosto
llorando a lágrima tendida. Hasta el sol estaba ausente en esa
hora. La medianoche bautizó mi arribo con el bautismo de un
desgarramíento insÓlito.
Creci en un medio huraño y fui huraña también.
A tos cinco años, había creado un lenguaie propio que uti'
lizaba para hablar con los insectos, /as flores y los astros.
Creía que los árboles eran seres animados a quienes una
fuerza superior había inmovilizado o deiado mudos, pero que oían
y sufrían. Me dolía cuando alguien cortaba un árbol.
Los respetaba como a dioses. Me gustaba estar con ellos.
Un temperamento supersensible fue la nanifestación de una
infancia madurada precozmente. Siempre me gustó estar sola.
En et colegio rehuía el trato de mis compañeras, porque
sufría por la cosa más insignificante.
De cualquier suceso hermoso sacaba conclusiones de be-
lleza, y me extasiaba dándole forma.
Mis composiciones escolares me pusieron en primera fila; y
fui siempre obediente Y Puntual.
Me tastimaba ettrato con las personas que no en'traban en
mi mundo. En mi hogar fomentaron mis extrañas ocurrencias,

16
:: 2^7cme ser como era. El fantasma de la imaginación, me pin-
:: : * tndos que yo recorría con la emoción de ser allí el supre-
-: a':':ra.
'.ie gustaba pensar. Toda emoción feliz me trastornaba al
: ,"'i -c de querer gritarla porque me sentía pequeña para cCIn-
.-:'e Mis muñecas tardaron en abandonarme. A los catorce
, --,. as vestía con modelos creados por mí,
=

-as maestras que tuve eran seres perfectos y las quise can
- - ..' a. Todas dejaron huellas prafundas en mi espíritu. Todas
* :' s ,Jna que tuvo la virtud de decepcionarme y a quien miré
-
--. - 'Ct'ferencia. Su falta de tacto la mató en mi alma de niña-
-"
:'
- Que Dios me perdone. Mi adolescencia estuvo repleta de
'-'nas ilusorias.
Impecé titubeando a volcar en el papel esfas ilusianes.
--; -: QU€ f lotaban en mi rnente, cerrada todavía para toda lucha
;
:,':-cr, sellaban mis cantos de niña de un extraño efecto de
' - - :Íud.
A los siete años un eanta de escuela despidiéndorne de

A los ocho añas, balbuceando salió a ser objeta de risas y


:- -ás unos pseudo versos titulados: Adids a los añ6s pasa-
:rs de pretendido corte serio, Todavía me acuerdo de esfos
:':::cces ripios y sus efectos.
Mientras crecía mi inquietud yo abría las ventanas del alma,
::'a ciar paso al lenguaje de una estrella; al canta de un pájara;
: a contemplación de cualquier panorama de belleza.
La naturaleza me encantaba. Nadie conspiró contra esta
: soosición. Y por eso, tal vez, mi piedra fundamental fue el opti-
* smo. Confianza en los seres y fe en el camino.
En cambio, sin saber por qué, ¡yo era triste! ¡Siempre lo fui!
Empecé a ofrecer demasiado temprano para el funeral de
* s ilusiones. Rocé el borde delvaso de miel; también sin saber
: trqué.
A las columnas del Comercio llevé, como un malhechor
:-e se agazapa en las sombras, rnis primeros ensayos, ocultos
'as un pseudónima.

17
Fueensuspáginasqueconfiémistemoresenelporuenir.
casi una niña, sin rónor"i t, vida, la encaraba con el lente de su
verdaderoaspecto,Yasílogréhacermelugarenelalmadealgu-
ni, prrtonas hastiadas'
Casiinconscientemente,fuiderramandouncontenidoamar-
la criatura huma-
go, sin haberto gustado' ¡lngénito principio de
todos las obstáculos.
nal Sin explicarmi iu ,^rui, me a,anaron
Asípudeseguir..'nuncapaséporetmartiriodeaguardaren
Elestímulo
la antesala AetAe'iiontento, ú audiencia detfracaso'
rne aPuntaló.
Aquíhagoreferenciasatpubticoyalperíodicoyacitada
de aquella audacia
qu" Áá oauizari ion ta prime'ra irnpretsión
deuda de gratitud' Más
!írica... y con qr,rii,ngo' contraída'una
tarde,vinolo.queyo,'-p,,,ba.Laprimeracaronadeespinasme
flores.
la ofiec¡ó ta vida,'disimutada entre falaces
presentido se agigantó' ex-
De aquí qui aquet pesimismo
que sollocé mf desencantos
tendiéndase en mis estrófas. creo
'joi
tas vitriiab de /os periódicos locales. Fue
una explo'
'sién to¿u,
incontenida. Sin pudar' Sincera'
Yanotliceversosenellibrefraseomasarnenospulido,
Poresecaminadesombt'as,llevéesaangustiamásalládemi de varias
puebto. Fue en ese período q.ug.merecí los honores
'transcripciones
en la prensa del lnterior'
Recorríatrasciudadescamounasacerdotisapaganadan-
do la eucaristía de mi ácimo Pan'
AestaalturademiGótgota,entabtéconocimientoconotros
muchachos Ae ispiritu biei orientada'
que' con sed de iusticia
fundaronunperiódicodecombate,célebreporsucampaña,inol-
vidable aún en el recuerdo de la población'
Bajotatma'ntifestaciónderebeldía,apaguélaltamavivadel
dolor,ynacióensutugarunapiedaddesmedida,infinita,por
su foco de trage-
todosesos sere S que *Zt o menos arrastraban
dia.
TuveelhonordesersoticitadaporMercurioprestigiosa
revistadetaCapital,encuyascolumnaspubliquéinfinidadde
é99c.a' fue un puente
versos. L. Micná|, su director en aquetla
que adquirídespués de hacer-
entre mi timrtadá poputaridad y ta
me conocer en Montevideo'

18
Hasta ahora, na he desmayado jamás. Hasta ahora no he
: -".iado de ser lo que fui. un alma torturada de sueños que buscó
., susca espacio para salir...
No soy literata. Para ser literato hay que someterse atcapri-
:'c del figurín literario. Esa literatura de catátogo que adopta
':'nes para cada estación, no tiene cabida en mi espíritu.
Son sencillamente YO.
En cada cátedra libre donde la erudición está ausente.
Declaro que nunca soñé con eldeseo de ser ALGIJIEN en
ieiras. En ellas he buscada la forma viable de descongestio-
=s
- 2' un poca esta ansia insostenible
de sañar.
Escribir. Escribir... una sucesión de tristezas y reacciones
r- a se visten en el templo de la Musa.
frebelde por temperamento, nunca pude someterme a nin-
: -q sistema.
Nadie. Ni siquiera ese abismo de decepciones subsionante,
. -1que un insoluto deber hacia los pocas, que aun mantienen la
:na de mi fe.
Y sobre ella, mi alma, que fluctúa en las rebelianes casfas
:= mi omnímoda saberanía.
M.L.L,

f9
... y tu Ceruo del Marco, Eue es un puño
cuyo índice gigante
señala eternamente las estrellas
indica eternamente lo insondable...
(O.M.Simoes)

LUIS AT-BERTO OSPITALECHE


La personalidad del autor del "Marco de Oro"

F n una interesante publicación (Diceionaria Riverense, cuyo


E áutot es José Salomón de León) el Prof. Luis Alberto Ospi-
taleche, realizael siguiente comentario que no resistimos la ten-
tación de transcribirlo textualmente.

Desde la creación de Rivera fueron muy pocos los artistas


plásticos que se dedicaron a la escultura en nuestro Departa-
mento, por lo tanta muy poca es la obra que e1tos coterráneos
dejaron y puede ser vista par nuestra población. Los gobiernos
departamentales no se han preocupado del embellecimiento de
ta ciudad con monumentos públicos, en homenaie a sus líderes
o heehos históricos, y muy pocos y aislados han sido las perso-
nas o instituciones que han por propia iniciativa (colectas, rifas,
etc.) hornenajeado a quien cons¡deraron merecedar de esa dis-
tinción.
Recordamos a Agustín Bisio; Gral. José G. Artigas (Plaza
Artigas); Homenaie a la madre (Plaza lnternacional); Cnel.
Bemabté Rivera (But. B. Rivera); Paul Harris;José Enrique Rodó
(Ptazoleta del Liceo Nn t);
Otyntho Maria Simoes ("Bica");
Marmaduque Pedrozo (Plaza J. Zorrilla de san Martín); carlos
Gardet (Bul. Pte. Viera); Quim. Federico Diaz; Barón de Rio
Branca; La Negra (Miguel Anollés) y varias mas distribuidas en
escuelas: estelas, bustos, etc.

20
Al margen delantedicho comentario, confieso que no es tan
fácil intentar darle forma a una nota biográfica que refleje, o inten-
te reflejar, la personalidad de un artista riverense de las caracte-
rísticas, creador de importantes obras , de Luis Alberto Ospitale-
che, propósito que quizá esté mas allá de los fines que me han
guiado a escribir esta serie de libros que pretenden recoger algu-
nos trozos dispersos de episodios que peftenecen ya a la historia
de una comunidad que paso a paso va tratando de conveftirse en
uno de los centros culturales mas evolucionados del país.
Pero voy a intentarlo y para ello recurriré a juicios de críti-
cos prestigiosos y al comentario, tan lleno de hermosas reminis-
cencias, de quien, en su obra de escultor, ha alcanzado ya la
atención admirativa, de quienes deseamos ver a Rivera en la
cumbre de las mejores realizaciones artísticas y del desarrollo
cultural que merece ampliamente.
Para llevar adelante mi finalidad voy a recurrir, por razones
obvias, no solamente a la palabra del propio escultor, sino a un
,¡r.ricio que en el hermoso libro La Mirada delTiempo, de la auto-
nía de dos escritoras de muy fina sensibilidad (Delia Cazarré de
Alvez y la siempre recordada Mirtha Garat de Marín) que en di-
cho libro transcriben una nota de Robefto de Espada, que expre-
sa en una de sus partes:
Ospitaleche, en reciente fase creadora, encauza en apa-
riencias simples un mundo complejo: murallas grandes y peque-
ñas con testas de guerreros y escudos de combate; torreones
que avizoran; y, de pronto, en una ojiva diminuta, una cabecita
con algo de asombro y de inocencia.
San Juan de Acre, sobre el Mediterráneo, tiene esos mu-
I'os, esos torreones, esos guerreros. Es que el Siglo Xl se im-
pregna con sus barcos y Castillos, sus almenas y sus puentes, et
alma del artista, y de esa amalgama de historia cristiana y árabe,
estalla esa riqueza esencialy formal...
Cada una de sus cerámicas es una provocación para inter-
narse por los vericuetos que crea por medio de tubos, vacíos,
plenos... e incitan a una contemplaclón detenida que puede re-
godearse penetrando esos micro-ámbitos. severos y sensible§.

21
En forma coherente con los juicios que se han expuesto,
podríamos citar trozos de comentarios muy significativos que al
respecto han efectuado conocidos especialistas de arle de nues-
tro ambiente:
...cuya obra maestra merecería ser enviada a exposiciones
bienales e internacionales. (Amalia Polleri: julio 1987).
Una bella conformación determina su imaginada búsqueda
que da pie para armonízar sus piezas. (Dr. Horacio Rosete de
Salto; palabras al finalizar un comentario, donde refiriéndose a
artistas plásticos citó a Lucio Fontana, Scialoja, Rothko y Ospita-
leche. Destacamos que los tres primeramente nombrados son
los más importantes artistas plásticos del mundo que innovaron
el concepto de la expresión artística).
Son elocuentes las expresiones de Jorge Abbondanza que
dijo: Asr, con el paso del tiempo y el ingreso de sabiduría, se ha
formado en los terrenos de Rivera un artista que a menudo pro-
yecta el resultado de su faena sobre el resta del país.

Y dejando para la parte final de este artículo algunas crea-


ciones particularmente atractivas (El Marco de Oro, por ejem-
plo) vamos a referirnos a datos elementales de la biografía de
Ospitaleche, propiamente dicha:
Su apellido paterno era Ospitaletche (de orígen vasco) que
quiere decir casa que ofrece hospitalidad.
Nació en Rivera el 17 de noviembre de 1945, en una casa
situada en Av. Sarandí y Florencio Sánchez.
Su padre, Joaquín Ospitaletche Erazum era oriundo de
Durazno, donde nació en 1888.
Era de profesión talabartero (especializado en la fabrica-
ción de botas) pero al nacer su hijo Luis Alberto se alejó de su
anterior oficio (tenía 57 años entonces) y se instaló con un bar en
la citada esquina de Sarandí y Florencio Sánchez.
En cuanto a su madre, Doña Jacyra Machado, era artiguen-
se.
Con referencia a su casa paterna y a su niñez, dice así
Ospitaleche:

22'
La casa donde nací, muy antigua, casa de piedra con un
gran patio en el cual can un duraznero al centro, el gallinero y el
horno de pan, hizo crear una gran eantídad de fantasmas y con
eÍlos los temores naturales de mi niñez.
Desde allí fui invadiendo el mundo exterior, con juegos a la
nayuela, soldadítos de plamo y salidas al Cine Astral (los miérco-
,{es a/ matineé de las 5 de la tarde), la mayoría de las veces en-
Wando gratís, pues como era vecino, "ElGordo" (portero) me per-
rnitía "calarme". Recuerdo que en una ocasión (a solicitud de mi
madre) recogí en el gallinero unas cuantos huevos y can ellos en
el bolsillo me fui al cine. En el primer "zapateo" sentí una viscosa
frialdad bajar por mis piernas desnudas, de pantalanes cortos...
Nuestra vida era un juego, el "flaco" Carlos Castillo; mi her-
rnano "Chungo" (Jaaquín Marcelo), mi hermana Teri (Teresita),
Ruben Leal Mora, Pinocho "JLtlio" Suarez y su hermana Marilú:
También el recuerdo del negrito Ramas (faltecido en agosto
de 1955 en un trágico accidente); el Beto Cardozo y sus herma-
nas Sonia y Rita; el Bebe (Heber) Brum; el Pino Rodríguez; los
hermanos Araújo; Ruben e lca lglesias Lara (del último recibí mi
primera y negativa impresión al perder un buen amigo pues una
bala perdida se llevó a muy temprana edad la vida de un niño al
cual quería profundamente).
También mi gran amigo Nelson Rebollo Palomeque, com'
pañero de banco en el colegio de monias de 2e año, el destino
quiso que ese mísma año el "Tornado de Tranqueras" llevase a
su madre entre los desastres causados. Recuerdo como sifuera
hoy cuando a Nelson lo retiraron de clase, luego de lo cual la
monjita nos explicó lo sucedido. ¡Con qué terror y lástima nos
miramos con elturco Fiat (Raberto), al cualyo le hacía los dibu'
jos!
Ese mismo año apareció en el colegio y en el barrio (venido
de Paysandú) Julia Salaberryborda con sus hermanas, amiga
que se sumó at grupo de diablillos que entre inocentes y no tan
inocentes bromas atribularon a las vecinos que pugnaban po¡
progresar.
Pitin Righeti, Bichito Berrutti, Nenito Ariet Blanco, Olga Co-
rrea Paiva y otros, junto a nosotros, devastabain (en pequeña

23
medida) lo que la firma Leal y Giani edificaban para el progreso
del barrio.
Con los tanques de 200 litros hacíamos carreras, con las
zorras cargadas de materialnos largábamos en la bajada de Flo-
rencio Sánchez y Agraciada, y la policía (vecina del barrio) nos
llevaba detenidos ¡por jugar a la pelota en la calle!
Lo más gracioso era que quien denunciaba solía ser el pa-
dre de alguno del grupo, generalrnente Don Napoleón Cardozo
(almacenero) padre del Beto, único vecino con teléfono.

Dejemos al niño Luis, a sus revoltosos y simpáticos compa-


ñeros de correrías por el barrio y comentemos su pasaje por la
escuela y el liceo.
En tercer año ingresó a la Escuela Ne 1 Afigas y fue allí,
luego de una charla que tuvo con la maestra Azorina Narbondo
que estalló la chispa que iluminó la senda artística que con cre-
ciente éxito fue recorriendo el futuro escultor.
En esa misma escuela tuvo maestros y directores que alen-
taron los propósitos del joven alumno, entre los que recuerda al
maestro De la Vega y a la Srta. Beatriz Sosa.
Entre sus queridos maestros de tan señalada época de su
carrera, además de la maestra Narbondo de decisiva trascen-
dencia en si.J orientacién, no olvida al maestro Abel Pereira, la
maestra Olga Aguinsky y al maestro Miguel Blanco.
Finalizada la etapa de Primaria, realizó todos sus estudios
secundarios en ei Liceo Na 1, manifestando que no puede dejar
de recordar a tres de sus profesores de Dibujo que colaboraron
con él haciendo aflorar su creatividad: el Profesor Nernesio Suárez
y Afturo "Pitoto" Mendez y con Mocita Carballo con la cualtuvo el
primer contacto con el barro y la forma.
Comenta Ospitaleche que el destino le brindó una emocio-
nada alegría el día que il/ocita llegó hasta su taller con el carác-
ter de alumna.
Un detalle que parece carente de significación pero cuya
trascendencia espiritual no puede silenciarse es el siguiente: la
Profesora de Geografía María Victoria Albornoz y el Profesor de
Francés Badán, elogiaron la calidad de sus dibujos y lo invitaron

24
a que dibujara en el pizarrón ante la complacencia admiratíva de
sus cornpañeros de clase.
La influencía de los vecinos tambíén fue muy valiosa, como
lo evidencia el hecho de que Don carlos "pepe" García, almace-
nero de la esquina de Agraciada y Florencio sánchez, le hacía
llegar toda la información periodística referida al ambiente artísti-
co nacional y en particular (década del 60) los comentarios que
la prensa especializada realizaba en sus primeras intervencio.
nes en eventos añísticos.
No termina en lo antedicho la relación de quienes vincula-
dos o no a la enseñanza lo alentaron a proseguir en una carrera
tan exitosamente iniciada.
Dice Ospitaleche al respecto:

También empecé a sentir el apoyo y ta simpatía de mi que-


rida poetisa María Luisa Larena que se consideraba con orgulto
"madrina" de mi actividad.
Ella me consideraba, además de vecino, amigo y cotega
artístico, porque en sus últimos años en Rivera, me entregó sus
últimos manuscritos para que los leyera, los cuales en mi igno-
rancia na supe valorar.
No debo olvidar a Doña Manuela Brum y su esposo et Co-
ronel Aparicio suárez; a Dan Alvear Méndez (secretario de ta
lntendencia Municipal y autor de muy buenos trabajos sobre his-
toria de Rivera) y tantos otros que coma vecinos y arnigos apoya-
ron mi incipiente actividad.
Allá en 'f 964 me vi influído por una obra del gran artista y
retratista riverense Ruben Quepfert ("Retrato de níño con man-
zana") propiedad de la lntendencia, el cual copié a satisfacción
de mis colegas municipales (yo también era funcionario munici-
pal), y por ellos fui incentivado a ingresar a la Escuela Tatter de
Artes Plásticas. Desde ahí me inicié en los cursos que dirigidos
por Ruben Quepfert (Dibujo y Pintura) me llevaron a conocer los
misterios del barro.
Por cosas del destino quiso éste que el gran ceramista uru-
guayo Jaime Nowinsky visitara Rivera y en esa opartunidad dic-
tara cursos de cerámica, a fin de encontrar a un artista can habi-

25
lidades a tal fin, y a ese grupa me acerqué, siendo entances se-
leccionado, en calidad de becado, para concurrir a Mantevideo.
Attí continué estudios con Edgardo Ribeiro (pintura y dibu-
jo) y con José Cotlell, y Cerámica can Marca López Lomba. Des-
de ahí en adelante estaba en mi salsa, las aportunidades, las
exposiciones, los cursos, los salones, los premios, los alumnos,
hicieron parte de mi vida.
Ya en 1968 estaba dando clases en la ETAP y en 1969
ingresé a Educación Secundaria.
En la faz artística me acompañaron excelentes alumnos
como Luiz Cartos Canabarro Machado (actual renombrado artis-
ta brasiteño), Gabriet Dutra (pintor, ceramista y dibuiante ya de-
saparecido) y tlegando a la actualidad con Jonhy Umpierre, Juan
Carlos Urioste, Betty Bras, Francisco Jansen Ferreira, Teresa
Escobar, José Batao, Rose Alvez, que me han llenado de orgullo
recibiendo premios en varios salones en los cuales participaron.
Sobre mitrabaio podré decir que he ganado varios premios,
sienda el mayor de ellos el reconocimiento de mis conciudada-
nos; las invitaciones que me llegan desde mi país para exponer,
también las del exterior para dictar cursos en otros países y rea'
lizar exposiciones; tener la certeza de ver una obra finalizada
que eE bgena, y es buena porque con ella me siento conforme,
feliz, realizado, y que mas puede querer un artista que sentirse
auténtica, no estar haciendo lo que et pÚblica pide, sina lo que él
siente.
En esta nota ya he mencionado a varias plásticos riveren-
ses que l"tan influído en mi obra, ingrato sería no recordar a posi-
blemente et principfl de ellos, y me refiero a Osmar Santos, tam'
bién mi admiraciÓn para Clever Lara (compañero de estudia en
et tatter de Edgardo Ribeiro iunto a Ramón lglesias y Nelson
Leites).
En Rivera: Antonio Higueras (ahora en Madrid), Ely Albernaz,
Gustavo Alsó, Washington Bruno, Hugo Lago, todos ellos cfea-
dores de atta sensibitidad, que le han dado a las artes plásticas
riverenses una firme ubicaciÓn en el área nacional, con el reco-
nocimienta de mucftos países, pues hemos ganado premios a
nivei internacional y numerosas invitaciones (Brasil, Argentina,
Francia, Paraguay y EsPaña).
¿o

f
En el momento me encuentro trabajando artísticamente (en
: ::cencia) en Livramento. He sido invitado a expaner en la
: :ad de Santa Maria (Brasil) y dictar cursos en el mismo lu-
=: -
' :' :7c ello previsto para el segundo semestre de setiembre de
'r;n
eara ello me encuentro trabajanda en unas formas escultó-
-: s r? terracota, con una vieja idea, siembre basándome en el
s;' \umano, eon una búsqueda apoyada por un profundo cono-
-
,' : -:o del manejo del barro.
lsta misma muestra creo será traída a nuestra frontera y
, . -: :'ormente llevada a Madrid, donde estay comprornetido a
i, I i.€t próximamente.

Como colofón de esta crónica que nos habla de la obra que


,, "=,'és del tiempo ha ido señalando las realizaciones de un ar-
= a Je la calidad de Luis Ospitaleche, uno de los seres a los
. -: ss la varita mágica del Destino lo ha señalado como un triun-
'-::'en el complejo reino de las artes plásticas, meta anhelada
-
: : :nuchos pero reservada para pocos, deseamos hacer una
-'=-:ión muy especial a una de las últimas realizaciones surgi-
:; s Ce sus manos... y de su mente privilegiada'. el Marco de Qro.
Esta distinción, que periódicamente la Comisión de Cultura
: : - e en manos de aquellos que a su juicio han desarrollado una
: :'a de significación en el futuro de nuestro Departamento, no
: : I en el ámbito cultural o ar1ístico, sino en creaciones de todos
: s órdenes (industrial, econónnico, social, etc.) le fue encomen-
:a:a al escultor Ospitaleche por la Junta Deparlamental de Ri-
:'a. que en 1941 presidía el maestro Valentín Leal.
Debemos exteriorizar nuestro más cordial sentimiento de
:';ullo terruñero, por haber recibido del Señor lntendente, el
'',larco de Oro (en el área Letras) en una imborrable ceremonia
;uada a cabo a fines de 1944.
Por supuesto que el Marco ocupa un lugar de honor en el
-gar de trabajo de este riverense que al margen de reacciones
=nimicas de pretendida modestia, no oculta la satisfacción que
':coge luego de una vida de evocaciones muy gratas por el solar
- ativo.

27
Un tema final, cuya esencia no es de fácil análisis, es el
relacionado con lo que el Marco de Oro, más allá de sus carac-
terísticas físicas, puede representar en la mente de quienes vi-
ven la emoción de tratar de descifrar (lo indescifrable) de lo que
encierran los objetos materiales que tienden a definir un cierto
simbolismo.
No vamos a tratar de penetrar en un mundo que peftenece
exclusivamente al creador.
Pero no podemos tampoco dejar de decir algo, por lo me-
nos dentro de las limitaciones que, reconocemos, tenemos en el
planteo de temas como el que hoy enfrentamos.
I.los impactó de entrada elfeliz antropornorfismo que im-
pulsó Ospitaleche a través de su figura.
Efectivamente, allí está plenamente logrado el espírifu que
anima a una antigua construcción de piedra y mezcla calcárea.
Lo hemos elegido como tema central de la carátula de nues-
tro anterior libro (Aleluya Rivera) donde luce con una prestancia
y una tuerza de muy expresiva modalidad.
Es la figura de un ser cuya visión nos irnpone por su aspec-
to de gladiador de la época de los Césares o de Hidalgo español
de cuando transitábamos por las rutas del coloniaje.
Y toda esa figura está imaginando, a través de su estilizada
imagen, las líneas constructivas o arquitectónicas del histórico y
querido marco fronterizo, del nnismo que nos habituannos a qL.¡e-
rer, a admirar, a compaftir con él nuestras incógnitas de niños y
luego nuestras incertidumbres de hombres.
En nuestro primer libro, que se tituló justamente Cerro del
Marcs le dedicábamos un capítulo (Cada comarca en la tierra
tiene un Marco prominente...) donde dialogamos extensamente
de cosas muy queridas con nuestro amigo de piedra.
Y a propósito de piedra, el cuerpo central de la histórica
construcción fronteriza culmina en su parte superior con un pris-
ma de granito que Ospitaleche perpetuó en la cabeza del mar-
co-símbolo.
No podemos dejar de recordar la parte final de los magnífi-
cos versos de Olyntho Maria Simoes, que expresa:

28
','tu Cerro del Marco, que es un puño
:-'.a índice gigante
se,ñala eternamente las estrellas
e dica eternamente lo insondable.

' ::'rro corresponde, finalizamos esta sernblanza bioEráfi-


-i 33r-nۖtario que sobre elterna le merece su propia obra
..
:. 'Cudable que un buen escultor tiene también una sen-
: ::::e poeta, de soñador, de artífice material de lo que él
" " 1'- 1 :- un rincón de su sensibilidad.
-- r3s podemos tener en nuestras manos un trozo de ba-
: a'cilla, de nrármol o de metal, pero
' , ::- = :cra de afie si quien lo modela tieneeseel barro tomará for-
pensamiento fijo
: - --= spiración creativa.
lspitaleche le da a su fillarco un contenido muy especial
- -: -:s apresuramos a divulgaryacompartirsu esencia.
I ce así:
''\'Ltestros conocidos marcos, llevados a la unificación en el
:-: :ncima del "Cerro del Marco" es parte de nuestrc escuda
' :'."se, puede, para las pesimistas ser símbolo de separación;
: -- -'r para algún patriótico e integracionista discurso ser "de
-
"\ nA/"
J)Y ,

En el caso que tratamos, nuestro símbolo es de Rivera


-
-:stra ciudad).
Fara un creador, el árido Marco, sin una belleza artística
-::'ente, fue un desafío: con poco ya elabarado, llegar a un
- -:ho, artístico y eterno.
Y desde ahí, armando y desarmando lo ya hecho, llegué a
=
'Jpresentación delHombre, fundamento de nuestra sociedad,
: -e al integrarse tanto a ella, pasa a ser no solamente riverense,
: "c Rivera que se funde en el bronce dorado para ser la esen-
: a misma de nuestra historia.

29
Yengo del Norte...
Vengo del Norte, donde estall.a el suelo
en potentes pezones y campa.nas...
Vengo del Norte. ¡Vengo
d.euna tierra de fuego y de esperanza!
(Ayutan)

Poeta, escritor Y Periodista


TAUNAY DE BARROS FRANCO
La vida inquieta de un creador

ara los riverenses, especialmente para los moradores que


P cont¡núan teniendo sus hogares en nuestra ciudad, ya que
Somos varias decenas de millares los que debimos radicarnos
por distintas causales en la Capital u otras ciudades del lnterior y
aún fuera de los límites territoriales del país, el nombre deTaunay
de Barros integra la lista de quienes, con el correr de los años
han logrado mantener en la memoria el nombre de los que, con
SUS real¡zac¡ones, han sabido honrar a estas tierras de frontera.
Puede ser motivo de distintos enfoques resolver en que
característica de la actividad cultural o intelectual debemos in-
cluirlo.
Su obra, dentro y fuera de su ciudad natal, ha sido de pe-
renne dinamismo y siempre ha sido considerado con justicia un
triunfador.
Logró sin duda las mejores realizaciones como poeta, es-
critor y periodista, pero lo evidente es que su inquietud perma-
nente lo llevó a intervenir, con el mejor de los sucesos, en otras
actividades vinculadas directamente a obras sociales que siguen
dando motivos muy gratos a la recordación.
ATaunay de Barros lo conocíen 1982 (no podría precisar la
fecha) cuando en un diario de la mañana leí la noticia de que un
poeta riverense realizaba en la sede de la Asociación de Em-

30
pleados Bancarios el lanzamiento de un libro titulado Frontera
en Soifa.
Por supuesto que allí estaba yo cuando lvan Kmaid hizo la
presentación de rigor, destacando los mérítos literarios del autor.
fronterizo.
A partir de ese día nos vimos periódicamente ya que ambos
integramos la comisión de cultura delctub de Residentes de
Rivera que luchaba por proyectarse en una comunidad que (pe-
dimos disculpas si somos injustos en er comentario) no siempre
acompañó con vigor la obra desarrollada con gran espírítu de
superación y cariño por el núcleo de riverenses que dirigía el
Club que nos agrupaba.
Pero, ese es un tema que hoy no vamos a profundizar.
Y ya que mencioné a Frontera en Satfa aprovecho la oca-
sión para manifestar mi opinión al respecto. No estamos frente a
un libro vulgar ni mucho menos; me atrevo a decir que en una
forma un tanto exótica, si se quiere, de características muy pecu-
liares, constituye un bosquejo histórico, de temas insólitos, de
una época de Rivera comprendida en un período de casi 60 años:
1885 a 1944.
¿Que fue lo que hizo?
Muy sencillamente, de hecho se enclaustró durante un lap-
so muy prolongado en las salas de la Biblioteca Nacional (lugar
donde recibió la cordial atención de sus funcionarios) y leyó,te
punta a punta, los diarios, periódicos y revístas editados en Rive-
na entre los citados años.
Y acá viene lo realmente digno de destaque.
Mejor dicho, hay dos cosas sin parangón:
1e) seleccionó editoriales, crónicas políticas, comentarios
generales, avisos comerciales, edictos judiciales, fiestas socia-
Ies, eventos deportivos, curiosidades, episodios graciosos y de
los otros, actividades artísticas, etc. Todo, absolutamente todo,
le siruió de tema.
2e) Todo eso fue objeto de una versión poética, lo cual lo
reflejó en un verso surgido de su frondosa imaginación.
No voy a enunciar una temática que se extiende a través de
127 pequeños versos, pero allí está todo lo que simboliza el alma

31
de Rivera desde fines del siglo pasado hasta mediados del que
se acerca al final.
Como ejemplos, solamente cito algunos:
La diligencia de Don Esteban carballo; crÓnica oficial de
una tertulia;ápisodios delaleva; la mudanza de la Familia Sichero;
Tranqueras pide un puente sobre el río Tácuarembó; Juan Crisci
el zapatero; vales para comprar carne expedidos por La France;
rico eambrays que ofrece la tienda de Salvador Gomez; La Fon-
da ltaliana de Don Bautista viviani; baile en el club Uruguay;
¡sopa julianal y un pectoral que vende la
Farmacia Royol; calza-
do en io de Aparicio Urnpierrez; cuando la suerf e grande cayó en
Rivera; banda militar de un batallón; domingo de carnaval; rece-
ta para un budín inglés; la aparición de la Gitlete; corridas de
toros en Santa Ana; la Barbería Central de Juan A. Villoz; el alji-
be de la Estación; crónica de una maravilla qLle nace: el cine; La
France vende Agua ariente para la piel; ¿Por carruaje? pero
¡viejo! día y noche funciona la Cochería del Pueblo
de Cándido
Quinteros o Benito seleguín; en la Plaza de Toros de sant'Ana
ovacionan al lidiador que remata al coitadinho; el corset Karo en
casa salus; elauto overland; la epidenria de gripe; carlos cavaco
en Rivera; Queso y barba en la Barbería de AraÚjo; caña abierta
del coron el Pau Furado; el consejo y la perrera; el agua de la
Fuente Oriente; el crimen de los plátanos arrasados; etc.
Corto la mención de los temas cuyo nÚmero se acerca a
doscientos.

VICTOR, PIRRONGELLI

Antes de continuar con la obra y vida de Taunay deseo ha-


cer una referencia muy especial sobre el dibujante Victor
Pirrongelli, autor, no solo de la carátula del citado libro, sino tam-
bién de los quince espléndidos dibujos que en forma brillante
ilustran sus páginas.
Confieso que no soy un especialista en la materia, pero sin
ninguna jactancia creo que algo conozco sobre dibujos y dibu-
jantes, por lo cual me atrevo a opinar que la técnica de Pirrongelli
me ha impresionado sensiblemente.
32
Ya he visto en otras publicaciones riverenses sus trabajos
pero las circunstancias han impedido que tuviera el gusto de co-
nocerlo personalmente. solamente me consta (a través de una
pequeña crónica que el libro de Taunay publica en la "solapa,'de
su libro) que a fines de 1978 pirrongelli inauguraba en una Gale-
ría de Arrte de Montevideo, una exposición de sus terracotas,
dedicada a la memoria de Olyntho Maria Simoes.
Había seleccionado textos del gran poeta como temas
de sus creaciones, y junto a ellos, textos de otros autores co-
terráneos.
confío que el destino me dé algún día la oportunidad de
crindarle mi amistad y admiración a pirrongelli y aprovechar la
r:casión para darle forma a una semblanza biográfica que me-
:ianamente esté de acuerdo con la calidad artística del gran
: bujante.

\.OLVAMOS A TAUNAY

Nació en Rivera el s de octubre de 1g26, en la casa de la


Avenida sarandí Ne 670, donde luego se instaló el cine Riveren-
se y años después el Cine Astral.
Su padre, Don Hildebrando de Barros, que durante va,
rios años estuvo al frente de la Administración de Rentas, na-
ció en Ia 2e sección Judicial de Rivera, siendo hijo de portu-
gués y brasileña.
En cuanto a su madre, Doña Diamantína Franco, era oriun-
da de Rívera e hija de brasileña.
cuenta Taunay que al margen de su natural inclinación por
las letras, fue muy impodante la influencia que en tal sentido re-
cibió de su padre y madre.
Expresa que Don Hildebrando fue un verdadero autodi-
dacta, ferviente lector de libros de Historia y de ciencias Natu-
rales (especialmente Botánica) alcanzando merced a su es-
tuerzo y a su capacidad, un caudal de conocimientos que le
permitieron desarrollar su vida funcional en una forma particu-
larmente efectiva.

33
En cuanto a su rnadre, manifiesta que siempre lo alentó en
sus iniciativas juveniles, no dejando nunca de confiar plenamen-
te en el porvenir de su hijo.
En su casa de Sarandí 670 tuvo como vecinos a Sarandy
Cabrera (escritor, poeta y político) que volvió a su Patria luego de
una larga permanencia en la República Argentina; a la Familia
Frós; la de lsidro Neme (propietario de una tienda) y la de Don
Elvaro Arzeno.
En una de las esquinas de su cuadra estaba el alrnacén de
Bias y en la otra José Giani comenzaba su exitosa función en la
rama automovilística.
Comenzó sus estudios primarios en la Escu¡ela mixta ubica-
da en la esquina de las Avenidas Brasil y Sarandí, donde luego
funcionó la fábrica de pastas de Rodolfo De Leonardis.
Cumplió la mayor pafie del ciclo de Primaria en la Escuela
Ns 1 (Arfrgas) donde tuvo maestras, entre las que recuerda, a
Leda l\4ulattieri y Beatriz Sosa.
Terminada la actuación escolar ingresó al Liceo, entonces
emplazado en la esquina de Sarandíy [\lonseñor Vera (frente al
Banco República).
Recuerda con mucho afecto a sus profesores de los distin-
tos años: Dr. MiguelAguerre Aristegui, Dra. Celia Pomoli, Merce-
des irigoyen, Lorenzo Laborde y la Química Camiruaga.
Afirma que sin desmerecer en lo más mínimo a los citados
educadores, tiene una reminiscencia inolvidable para el Dr. ltalo
Batello (profesor de Historia) y del Dr. Aldo Ciasullo (Profesor de
Literatura).
No llegó a terminar en Rivera los cursos de enseñanza media
ya que estando a mitad del curso (junio de 1943) debió abando-
nar nuestra ciudad ya que su padre Don Hildebrando fue trasla-
dado a Artigas.
En Artigas finalizó los estudios de tercer año y todo el cuar-
to año. De su actuación liceal en la ciudad del Cuareim, recuerda
con mucho cariño a los profesores de Literatura Aníbal W. Alves
y Pilucha Amaraly a su profesor de Historia, el lng. Eladio Dieste.
Como en Artigas no había cursos Preparatorios, se vino a
Montevideo solo, pero estando en la Capital enfermó de fiebre
tifoidea.

34
En Artigas estuvo dos años.
Taunay dice ai respecto: Artigas es mi patria de adop-
ción. Allí hizo teatro, periodismo, política, etc.
Tiene un buen recuerdo para el Dr. Carlos Mandioni, Direc-
:' del Hospital, quien lo operó de apendicitis. Lo asistió en la
::eración el Dr. Sarasúa.
Regreso a ltlontevideo. Comenzó los cursos Preparatorios
:: Derecho en el Liceo Nocturno (l.A.V.A.), pero pronto abando-
- ¡ la actividad estudiantil.
Al dejar de estudiar comenzó su carrera bancaria, ingre-
- ando en el Departamento Comercial del Banco de la República.
Corresponde destacar que en Montevideo estudió en el lns-
",to Cultural Brasileiro-Uruguaro donde tomó contacto con el
r lma poftugués, tornándose con el tiempo en un caracterizado
= -.:udioso de la lengua de Camoes.
En 1961 estuvo en Río de Janeiro, en un curso de cuatro
-*sses lievado a cabo en la Facultad de Filosofía.
Sus padres regresaron luego a Rivera con carácter definiti-
:. pero Táunay solamente viajaba esporádicamente a su viejo y
:-erido pueblo, ya que en Montevideo había ya organizado su
-
-cleo familiar.
No queremos olvidar algo que cumplió en su siempre in-
:-Leta vida artiguense. En uno de sus viajes a Arligas fue el ini-
: ador del Elenco Experimental de Teatro, llevando a escena
: -r'as de autores argentinos y brasileños.
Realizan sus espectáculos en el Cine-Teatro AIDA.
Promovió también la creación del periódico lnquietudes,
-:egrando el equipo de redactores.
En su accionar en Rivera y Livramento publicó buena parte
re su obra literaria en periódicos, con poesías y prosas.
Fue en ese período que conoció a Agustín Bisio, cuya
:'illante trayectoria poética y experiencia le ha sido de mucha
-:ilidad.
Su producción era divulgada en particular por el poeta Luis
',iaria Techera.
En Montevideo colaboró con el periódico Antorcha de la
.,¿entud baldomi rista.

35
En los últimos tiempos colaboró con el periódico lntegra-
ción que salió a las calles en seis oportunidades.
lnteresa conocer que en su actuación periodística utiliza-
ba el seudónimo de Dino Cresti(anagrama de la palabra rn-
discreto).

SU OBRA LITERARIA

En 1950 publicó su primer libro: tos problemas sencillos.


Su seudónimo en la actividad poética es el de Ayutan (for-
mado por las mismas letras que Táunay).
En cuanto al nombre de Taunay, se inspiró en el del Viz-
conde de Táunay, figura importante de la novelística brasileña
de pasados años.
En 1968 editó O Caminho Encantado, poemario bilingüe,
en los talleres de Fotha Popularde Santana.
Entre otros trabajos en prosa, escritos en español y en por-
tugués, tiene aún inédito El Dejo de lats Leianías, que él define
como Poemario de Amor.

Conforme a lo que anunciamos al hacer referencia a Tierra


y Sueño, dice Taunay en su primer libro:
No voy a ocultar que, luego de la publicación de "Los Pro-
blemas Sencillos", recibí múltiples voces de estímula, y debo
agradecer esas demostraciones de la generosa gente de mi pue-
blo fronterizo, de los periodistas del terruño, que no han querido
desalentarme, en fin, de los corazones que me honran con su
afecto.
Era mi primer libro... Y ellos quisieron ver solamente lo que
consideraron digno de elogio. Además, nadie ignora el esfuerzo
que significa editar, cuando no se cuenta con otros recursos que
los destinados exclusivamente a la atención de las mínimas ne-
cesidades de la vida. Para intentarlo, debí golpear puerta por
puerta, ofreciendo en venta, anticipadamente, el fruto que aun
se encontraba en estado original. Este fue mi único mérito.
Logré realizar mi propósito, porque tuve a mi favor la com-
prensión ajena. De ahí, mi gratitud. (Ayutan).

JO
\t) en los noticieros, hoy presentamos al:

DR. LUIS ALBERTO TOGNOLA PALOMEQUE


El cardiólogo riverense que conquistó Montevideo

\l efectivamente es así: un triunfador.


T El Dr. Luis Alberto Tognola Palomeque, nacido en el pinto-
r::c y querido barrio de Rivera chico, cerca de la calle cuaró, a
_ a cuadra de la f rontera (palabras textuales del
- mismo Dr.
-::nola) el 6 de junio de 1924.
Nuevamente las páginas de esta serie de libros destinados
= : ,,ulgar las vidas obras
y de figuras riverenses de notoriedad,
-.=:acán con satisfacción la trayectoria de uno pro6edente de
:. rumildes barrios, como lo era entonces Bivera chico, que ha
perseverancia, sentido de
=;ado, apoyado por su inteligencia,
=
-:onsabilidad profesional y anhelo de superación, a ocupar un
_:a: imporlante en esa escala de valores que colocan en los
:' -reros planos a los que merecen semejante distinción'
Este brillante médico cardiólogo, acreedor a la satisfacción
'- ^ que los coterráneos mencionamos una carrera universitar¡a
: ,.cnada por una actuación poco frecuente en quienes se han
:=licado a una especialidad médica de tanta jerarquía, s¡gue
: -eriendo a Rivera como en SuS años de infancia, con el misnno
1'?cto, recordando la cantidad de viejos amigos, algunos de los
: _ales fueron sus compañeros en la época en que con el apodo
-z Folito jugaba alfÚtbol en los campitos que por aquel entonces
:l,nstituyeron la mejor es6uela para los que luego defendieron
::rn gallardía la camiseta celeste del seleccionado de Rivera,
lampéon del Norte en varias oportunidades. ¡Eran otros tiem-
^^^t
Un amigo de esos años, radicado actualmente también en
','ontevideo, nos decía días atrás:
Potito integró L¡no de aquellos cuadritos de barrio que en
:sa zona de la ciudad disputaban ardorosos y entreverados par-

37
tidos en los cuales a falta de una pelota de fútbol de verdad, que
en ese entonces costaba un rnontón de dinero (¡10 pesosl) nos
arreglábamos con una pelota casera de trapr: (fornada con algu-
na media vieja) o recurriendo a pelotas chicas de goma que cir-
cunstancialmente alguien consegu ía.
Y agregaba: A Polito le gustaba jugar de entreala, en cuya
posición se desempeñaba con mucha habilidad.

Pero dejemos el fútbol y sigamos con la biografía de este


universitario cuyo nombre se agrega a la larga lista de los que en
la Capital aicanzaron la culminacién de su esfuerzo. (Reflexión:
lástima grande que muchos se olvidaron de la tierra que los vio
nacer y les dio educación...).
Su padre fue Don Damián Tognola (nacido en Brasil) y su
madre doña Olinda Palomeque (oriunda de Rivera).
El Dr. Tognola contrajo enlace con la Sra. t\¡lirlha Elizalde.
En su niñez comenzó los estudios primarios en Villa Sara
(Paso del Horno), lugar donde por algún tiempo se había radica-
do la familia.
En la escuela de ese paraje hizo primero y segundo año
con la maestra Palmira Suárez. El Director de la escuela era Rico
de Carlos.
Al carnbiar su residencia, ingresó a la Escuela Artigas Ne l,
situada en la esquina de laPlaza Río tsranco: Agraciada esquina
Montevideo (calle hoy llamada General Arligas).
Allí tuvo como maestras a Elisa Egaña y Felicia Ospitale-
che. Posteriormente completó los cursos de cuarto, quinto y sex-
to año en la Escuela Ne 1 (Plaza Bonet), recordando a la maestra
Pochonga Gaye y al maestro Vicente Villanustre (que luego fue
Director de la Plaza de Deportes).
Finalizada esa primera etapa de sus estudios, ingresó al
Liceo Departamental, ubicado en aquel entonces frente al Banco
República (Sarandí y Monseñor Vera).
Conoció allí a dos Directores: Agrimensor Jacinto Chiossoni
y a Don Eduardo Alvarez.
Entre los diversos profesores que tuvo en los cuatro años
de estudios secundarios, recuerda a Pablo Fons, Dra. Celia

38
:::noli, Rosita Sichero, Tell Ramis, Dr. Aldo Ciasullo, Dr. ltalo
: a:ello, Anita Santini, Dr. Rubén Armand Ugón y Dr. Miguel
::-lerre Aristegui.
Cumplido este segundo objetivo de sus estudios, vino a
:ntevideo a realizar los cursos preparatorios en el l.A.V.A.
Tuvo oportunidad entonces de conocer a varios estudian-
'- s de Rivera, tales como el Dr. Luis Eduardo Vignolo puglia, el
-;eniero Agrónomo Luis de León (que llegó al decanato de la
:=:ultad de Agronomía), Escribano Lenín Da Costa y al Farma-
- =.rico Diego Peláez.
El 4 de julio de 1960 vivió la satisfacción de alcanzar su
- o de Médico, siendo de destacar que antes de finalizar su
"-^-,era se desempeñó como Practicante en Salud Pública y en
l:caña Mutualista.
Luego de la culminación de su pasaje por la Universidad.
-: durante 10 años Médico lnternista en el Hospital Fasteur, en
- Servicio del Dr. Juan Carlos Plá. Posteriormente, actuando ya
, : ro Médico Cardiólogo, durante 25 años estuvo trabajando con

= trrofesor Eduardo Canabal, uno de los técnicos más desco-


r^res que tuvo nuestro país en la respectiva especiaiización.
Como corolario de tan significativa tarea, fue designado
:-:,fesor Grado 3 Cardiología, ocupando también, en 1gg3, la
r'asidencia de la Sociedad Uruguaya de Cardiolagía.
Tiene un solo hijo (Luis Alberto Tognola Elizalde) que si-
: - endo el ejemplo de su padre obtuvo el título de fulédico car-
: :logo, trabajando actualmente en la clínica de su progenitor.
Tognola (hijo) le ha brindado a su padre la alegría de darle
::s nietos.

Volviendo al relato de sus años de niñez y juventud, resta-


"a señalar que antes de residir en la zona rural de Rivera, estuvo
- ^os cuatro años en la casa de su abuela (Olinda Cottens) ubi-
:aCa en Av. Brasil 725, esquina Camacuá.
Dicha señora era hija de Francisco Cottens (o Cotteins)
*aestro de la primera época cuyo nombre
figura en diversas cró-
- las y en planos diversos (del Agrimensor Martin pays en los
aios 1865 y 1867).

3E
Francisco Cottens fue Director de la Escuela Rural en
Cuñapirú (Enero 1886) y presidió luego la Comisión Auxiliar en
1 869.
La citada abuela del Dr. Tognola luvo 22 hijos, era vecina
de Don José Posada, a la vuelta de la Sa/a de Auxilios, frente a la
manzana que años después se transformaría en la Plaza de
Deportes.
Cuando solo tenía Tognola cuatro años de edad tuvo un
accidente, lo internaron en Rivera, donde recibió la atención del
Dr. Miguel Aguerre Aristegui.
Con posterioridad a dicho episodio, la familia Tognola se
mudó a la Ciudad, ocupando una casa situada en Agraciada 616,
lindera a la vivienda de la familia de Don Eusebio Arcos (Agracia-
da, entre Aftigas y Rodó).

Cerramos así un muy breve flashbiográfico de un ciudada-


no riverense que merece que se sepa de sus éxitos, de su cali-
dad humana, bonhomía, alta capacitación técnica, con el recuer-
do siempre latente de aquella época nunca olvidada en que Polito
distraía sus ocios de niño jugando al fútbol y a todos los entrete-
nimientos propios de esa etapa inolvidable de un tiempo cuyo
recuerdo ilumina el espíritu de todos los que tuvieron el privilegio
de conocer a Rivera de calles de tierra bordeadas de plátanos
cuajados de gorriones.
Ya lo dijo Carlitos, el inmortal: ...perdoná si al evocarfe se
me pianta un lagrimón...

4A
: :" ,' la cúpula de San Pedro, con Pio XI y luan XXAI !-l

rY.)

MONSBNOR CARLOS PA.RTELI


Arzobispo Emérito de Montevideo

L capacitación de narradores, volvemos a nuestro tema favo-


- - Rivera, con sus tradiciones, gentes y recuerdos imborra-
: :s a fin de destacar, con la prudencia a que tal tarea obliga, la
: de quienes antes y ahora han contribuido al desa-
':='sonalidad
o de un pueblo que vigorosamente se va abriendo paso en
-
- glo de desconcerlantes connotaciones.
s
En el presente capítulo nos referiremos a una de las figuras
: = 'n¿s señalada actuación, no solamente en un pasado relativa-
*:rte cercano sino también en los complejos días que vive nues-
": caís y, en pañicular, la comunidad cristiana.
Nos referimos a Carlitos Parteli, al Presbítero Carlos Parleli,
, 3bispo de una diócesis impofiante, alArzobispo Carlos Parteli,
= 'eligioso que a través de una tan intensa como brillante carrera
==
ió un día, siendo casi un niño, de su natal Rivera y llegó a
=.:r'echar las manos de dos Papas, Pio Xl y Juan XXlll, bajo la
: - cula de la Catedral de San Pedro, en Roma.
Digamos, como simple anécdota, que a Carlos Parteli lo
:: nocimos cuando ya era Cura Párroco de Rivera (por la década
--:l 60) en opoftunidad de un viaje a Rivera que debimos realizar
: -ando ocupábamos el cargo de Agrimensor-Jefe del Banco Hi-
::tecario, a los efectos de determinar el límite entre los terrenos
:: la Curia con una casona vieja (antigua Administración de Ren-
:.s y de la Oficina de Correos: remembera Don Hildebrando de
larros y al Jefe de Correos Sr. Romeo), pared medianera cuya
:;<acta ubicación era necesariaya que el referido Banco tenía el

11
propósito de levantar en el predio de la esquina un moderno edi-
ficio. Por supuesto que el peritaje se llevó a cabo con todo éxito.
con respecto a la biografía de Monseñor Pafieli he recurri-
do, entre otras fuentes de información, a una semblanza de su
vida publicada hace algo más de 10 años en e! periódico Jaque
del cual he transcripto algunos pasajes ya que no eS razonable
que no se respeten conceptos y opiniones que el propio
biografiado ha expresado en forma inobjetable.

vat difvon. Abierto y soleado valle de la provincia de Trento.


Numerosos pueblitos dispersos en las laderas.
Cles, el mayor de todos, a orillas del lago de Santa Justina,
es un racimo de casas de techos de teja, callejas limpias y balco-
nes floridos.
Los pobladores del valle se convirtieron a la fe cristiana en
el siglo V, gracias a la predicación de san Virgilio, primer obispo
de Trento.
Los Keller son una de las familias más antiguas de Cles. Un
primo de Parteli, le aseguró que eltronco de la familia arranca de
un noruego de apellido Kólher afincado allí en el siglo XI.
convertido al cristianismo se bautizó con el nombre de vito
y construyó una capilla dedicándola a su santo patrono.
En la antigua casona de los Keller (barrio Splnaceda) nació
María,la madre de Carlos Parleli, el27 de octubre de 1875.
Los padres de María fueron Vito (nombre repetido en cada
generación de los Keller) y Catterina Pontara.
La madre de Parteli era la menor de los cinco hijos. Los
otros se llamaban Luis, Carlos, Teresa y Vito.
Tenía María tan solo 11 años cuando sufrió la imprevista
muerte de su padre, víctima de pulmonía, que entonces era irre-
mediable.
La madre de María al enviudar, se sintió incapaz de hacer-
se cargo del giro comercial de su espo5o (fuente de los recursos
familiares) y fue dejando en manos del hijo mayor, Luis, el cuida-
do de los bienes de la familia.
Luis, de extraño carácter autoritario, se empeñó en impo-
ner una rígida disciplina monacal a las dos hermanas.

42
\ r'a.íz de las tensi*nes familiares, dos de los hernnanos
r -esse ausentaro!'l pera curnplir el seri¡icio rnilitar en Viena"
\'lo nrueho después también Teresa emigró al lejano Uru-

-
".uneios y emprendedor que se había lahrado una hoigada
- ón económica cCIrlo empresario. Era primo de 8om Fran-
: i,:i ei padre de F,¡lonseñor.
iran Fañeli había estado en Farís y en la Argentina; se
. - -ntraba luego en el Uruguay dedicado a trabajos en la línea
. ':a Paso de los Toros-Rivera. Estando en Rivera decidió ca:
,">e, oara lo cual emprendió viaje a su pueblo natal en busca de
:sa, la joven rlue no había oividado, pese al tiempo y a la
- . - ^ ^;^
- r i.r luld.
Tras contraer matrimonio volvió al Uruguay con su esposa,
, -
-ándose primero en Tacuarembó y después en Rivera.
Previendo que la ciudad fronteriza sería importante polo de
= =a.i'o!!o, comprÓ LJna
manzana entera en el centro de la pianta
::rna, construyó una casa para su familia y siguió edificando
. ':S para renta.
En Rivera, Teresa sentía nnucha nostalgia. Escribía segui-
, a su madre contándole de su dificultad para adaptarse a un
.Jio de costumbres tan diferentes y no dejaba de rogarle a su
- :'-rana María que viniera a acompañarla.

Al fin, lueEo de no pocas vacilaciones, tomó Ia decisión de


= -':¡' el viaje. Hizo su
primera escala en Trento, en casa de sus
,; Pondara.
De Trento pasó a Bérgamo. Siguié luego a Génova para
: --sarcarse en compañía de una familia amiga que tarnbién ve-
- : al Uruguay.
Su estancia en Montevideo fue nnuy breve; había ido a es-
,:'arla su cuñado Juan.
¿Como es Flivera?, le pregunta con mucha curicsidad.
Piú a mena come Milano,le respondió con sorna, pero ella
. ;i'eyÓ.
For eso fue grande su desilusión al descender dei tren y no
:'mas que un pueblo de calles de tierra y casas dispersas, ia
* avoría de ladrillos sin revocar.

43
El reencuentro con su hermana atenuÓ la primera impre-
sión. Era el 18 de setiembre de 1898.
Muchos años más tarde, evoca Carlos Parteli, dos amigos
de su misma edad, que la habían conocido en aquellos días,
Agustín Bisio y Vitelio Gazapina, se complacían en describirla
como una linda rubia, de ojos azules, que irradiaba simpatía por
su jovialldad y desenfado.
Enseguida trabó amistad con familias italíanas de Rivera y
Sant'Ana que entonces eran muy numerosas.
Se encontraban los domingos en la chacra de Bisio, alraí'
dos no solo por la amable acogida de los dueños de casa, sino
también por el lugar encantador, la sombra de sus parrales y sus
muchos árboles frutales.

FRANCI§CO, EL PADR.E DE CARI-O§

!-os Partelitambién eran trentinos. Mi padre, Francisco, nació


en Cles, lugar donde se había radicado su abuelo a principios de
siglo, para reconstruir eldwa¡mo que se caía de viejo. Era la suya
una de aquellas antiguas familias de maestros de obras que se
trasmitían el oficio de padres a hijos.
En rnemoria de aquellos antepasaCo, constructores de tem-
plos, quise que en miescudo episcopalla iglesia diocesana estu-
viera figurada por un campanario de agudo capitel, característico
de los valles alpinos. Completé el ernblema con una cuchara de
albañil, para expresar mi compromiso de trabajar en la edifica-
cién de la diócesis.
Francisco, llamado por su primo Juan que lo invitaba a ve-
nir a asociarse a su empresa de construcciones, decidió emigrar
al Uruguay.
Era joven y soltero (poco más de 30 años) y se hospedó en
Flivera en el hotel de Montebelli, un coterráneo suyo.
Visitaba asiduamente la casa de su primo y allí se encon-
traba con María, la joven hermana de Teresa.
No mucho tiempo después pasaron de la amistad al amor y
luego al matrimonio. Se casaron en la iglesia parroquíal de la

44
lnmaculada el7 de agosto de 1901. Pasaron a ocupar la casa de
Juan y Teresa quienes emprendieron un viaje de placer a Euro-
pa, aunque al regresar a Rivera liquidaron sus propiedades y se
fueron para siempre.
La partida de Teresa fue un duro golpe para María. Fue una
frustración que en momentos difíciles le hacía decir con tristeza:
Yo no era muchacha para América.
Volviendo a su padre Francisco, comenta el futuro Arzobis-
po, que cuando llegó a Rivera su progenitor fue testigo de algu-
nos episodios de las guerras civiles de uno y otro lado de la fron-
tera, en épocas en que la Villa quedó desguarnecida y a merced
de los bandoleros.
Ante esa situación los extranjeros que era numerosos in-¡-
provisaron una guardia policial de voluntarios, entre la cual esta-
ba Don Francisco haciendo la ronda con una escopeta al hom-
bro. Le gustaba lacaza. Algunos domingos de invierno salía con
su perro y regresaba con el morral lleno de perdices. Todos ayu-
daban a pelarlas. Hacía sus contratos de obra en Rivera o
Sant'Ana indistintamente. Algunas veces su hijo Carlos lo ayuda-
ba a ealcar los planos con tinta china en papel-tela.
l-os domingos se vestía con su mejor atuendo: camisa almi-
donada, corbata de moñita y cadena de oro en el chaleco para ir
a Misa y después salir a pasear con alguno de nosotros. Los que
eran elegidos para acompañarlo se sentía ufanos alser llevados
de su mano cuando iban a alguna de la cervecerías de la l-ínea
donde siempre encontraba algún amigo.
El se servía un vaso de espumoso chopp, mientras su jo-
ven acompañante saboreaba un refresco o le obsequiaba un
puñado de caramelos.
Su último trabajo fue el de las naves abovedadas de la igle-
sia parroquial. En 1930, viajó a su pueblo natal donde pasó un
año con sus hermanos y sobrinos. Falleció en Rivera en 1941 , a
la edad 76 años.

Volvamos a la historia de Carlos. Poco antes de cumplir los


siete años ingresó a la Escuela de Varones Ne 1. Lo llevó su
madre, dándole ánimos en el camino, pero se le fue el susto

45
cuando vio que su madre saludaba y conversaba con amigos y
con el Director Don Arturo Saavedra.
Pronto salió al patio mezclándose con los niños que corrían
y gritaban.
Al sonar la campanilla se hizo un silencio irnpresionante y
alguien lo puso en una fila.
La maestra, Guiazul Quíroga, de cara redonda y gruesos
lentes, tenía una voz fuefie que imponía respeto.
Los de cursos superiores, condiscípulos de sus tres herma-
nos mayores, lo trataban cariñosamente de Parteli chico.
El mayor de los tres, Francisco, cursaba el 6e año y se des-
empeñaba como monitor de la escuela, llevando aula por aula
las carpetas con las listas de los alumnos.
Un leve rasguño en un pie fue bastante para que Francisco
contrajera el tétano. Lamentablemente el médico no acertó con
el diagnóstico a tiempo, y cuando se le aplicó el suero era tarde:
falleció el 23 de julio de 1917. Por ser de los más chicos, en la
escuela le tocaba encabezar las filas y ocupar los primeros ban-
cos del salón, quedando indefenso bajo la mirada directa de la
maestra. Se sintió feiiz el día en que un travieso del fondo lo
trajeron al primer banco y a él lo mandaron al suyo.
Las notas buenas y algún elogio de la maestra lo hacían
figurar entre los primeros de la clase, lo que si bien lo halagaba,
no dejaba de fastidiarlo. lntuía que eso lo distanciaba de algunos
compañeros, tan es así que un día sorpresivamente, uno le dio
una trompada en la cara diciéndole ¡Para que no seas adulón de
la maestra!
El implicado por el episodio dice que aunque lo afectó el
golpe, mas le dolió la ofensa porque jamás había hecho nada
para merecer tal reproche.
Faltando pocos días para el 25 de agosto Ia maestra dijo
que tenía unos trajes nuevos para regalar a los que los necesita-
ran para el desfile escolar y quienes los quisieran levantaran la
mano. Unos pocos la levantaron, pero mientras anotaban sus
nombres, al advertir que un pardito no lo hacía le preguntó:
-¿Pongo tu nombre?
-No quiero, contestó.

46
\

-No sea bobo le dijo uno.


-¡fuli madre es una lavandera pobre, pero no quiere limos-
nas!
Un silencio de sorpresa y también de humillación llenó la
clase.

¡srÑonrrA, PARTELI SERA CURA!


Los domingos de tarde, al sonar las campanas del catecis-
mo, la madre se asomaba al patío donde jugaba con los arnigos
1
del barrio y adelantaba la orden: ¡a vestirse muchachos y al cate-
cismo!.
En elternplo, distribuidos en grupos, la catequista los hacía
aprender las oraciones y al cabo de u¡l rato entraba el sacerdote,
reunía a todos los grupos, los hacía cantar y daba una charla con
preguntas.
Un día daba la clase el Padre Lor; alcontestarle el pequeño
Parteli varias preguntas sucesivas, lo miró con atención y dijo:
¡tu serás seminarisfalAlfinal se le acercó para decirle que habla-
ría con su madre.
Efectívamente, al día siguiente vino a su casa y habló con
ella. Al contarle su madre lo conversado con el Padre Lor, notó
que deseaba alguna respuesta, pero sin presionarlo para que la
diera.
t{o le dijo ni si, ni no. No sabía en verdad qué responder.
Tenía doce años y estaba finalizando la escuela.
Daba por descontado que ingresaría al Liceo, le gustaba
estudiar, pero no había pensado en ninguna carre!'a en partícr.l-
lar. No tenía una noción muy clara del sacerdote, afirma Parteli,
aunque si una cierta imagen adquirida en el trato, ni muy asiduo
ni muy estrecho, con los de la Parroquia.
Lo veía como un personaje vestido de manera extraña, se-
rio, y alavez muy bondadosa con los niños.
Poco sabía de lo que era un seminarista, ya que entonces
no había ninguno en Rivera, ni sabía que es un Seminario, au¡*
que se lo imaginaba parecido a una escuela en donde los mu-
chachos viven como en familia.

47
Lentamente se fue convenciendo que debía ir al serninario;
de todas maneras si ese no era el camino del futuro, pensaba
que tendría bastante tiernpo para analizar el problerna con más
claridad.
Ternía que circulara la noticia porque no sabía como la reci-
birían sus amigos del barrio y compañeros de clase. Uno de ellos
lo sr;po y tre dijo a !a maestra: ¡Señorita, Parteli será cura!
Ella miró sin mucha sorpresa y le dijo: Me alegro, es una
linda carrera. Exige muclto estudio parque el latín es una lengua
muy difícil; los sacerdotes saben de todo y dan buenos conseios.

LOS YECINOS DE LA CUADR.A

¡\ntes de proseguir con el relato de los restantes pasos dei


futuro seminarista, vamos a hacer una ligera referencia de su
veclndario riverense de la calle ltuzaingó.
Al lado de su casa vivía la familia Segui. Beatriz era rnaes-
tra de su escuela. Doña Graciana, la abuela, oriunda de Paysan-
clú les cantaba episodlos que había vivido de niña durante el sltio
de aquella eludad, sin ahorrarle adjetivos poeo amables a la figu-
ra de Leandro Gomez.
A! otro lado vivían los Vazquez, y mas adelante Agustín Bisio,
el poeta y sus herrnanas.
En la esquina estaba la lnspección de Escuelas y la familia
del lnspector Ortiz Saralegui. Sus dos hijos iban a la misma es-
cuela que Carlitos Parteli.
A uncr de ellos, Juvenal, lo llamaban el filósofo.
En la vereda de enfrente estaba la Departamental Naciona-
lista en cuyo patio, recuerda, qL¡e un día de elecciones encendie-
ron un gran fogón para un asado de ocho costillares de vaca.
Cerca estaba la casita de una costurera. Recuerda la pobre
pieza en que fue velada su hija, una niña que murió de peritoni-
tis.
Un poco más adelante, en una casa de balcones de már-
rnol, vivió Oxilio Sichero, diputado y dueño de un molino de yerba
cerca de la estación.

48
Luego estaba la casa del Dr. Lino Aranda correa, Fiscal
-=:'ado y Profesor de Historia y Educación cívica en el Liceo,
: -e había escrito un libro titulado A solascon una página
- '-1a a Policarpo, un popular desti-
moreno loco que usaba galera y
- aclaba
solo por la calle.
Al lado de la casa del Dr. Aranda vivía el coronel pedro
l-etti, único hombre del barrio, al decir de parteli, que vio en
' sa algunavez. Todas las mañanas un asistente le traía un ca-
: a o tordillo para ir al cuartel. En la otra esquina estaba
el alma-
-:r de curuchet, cuyo dueño le daba un caramelo de yapa cuan-
: l compraba algo.

EN EL SEMINARIO DE SANTA LUCIA

Retomando la narración que habíamos interrumpido almen-


cionar el vecindario der citado rincón de Rivera, los pañeli reci_
bieron en determinado momento una carta del padre Rector
con
un prospecto del seminario y una lísta de prendas de vestír y
objetos varios que debía llevar el seminarista en ciernes.
En total se necesitaban $ 2OO Que no los había en la casa
de los Parteli.
su madre se ros pidió prestados a un escribano amigo y
Parteli escuchó este diálogo:
-sé que usted no ros podrá devorver, pero se tos doy to
mismo con mucho gusto porque quiero colabarar en la formación
de un sacerdote.
-Le agradezco, pero pronto se /os devotveré
retigiosamen-
fe, replicó ella.
Así cumplió efectivamente at poco tiempo.
Esa misma tarde concurrieron a ta tienda a comprar
el ajuar:
dos trajes, dos pares de zapatos, ropa interior, ropá o. y
otras cosas mas. "a*a
una volanta de dos caballos se detuvo a la puerta de su
casa. Después de mi madre subió carlitos con su hermana y los
dos hermanos mayores.
Le dio un beso a su padre que quedó en ra vereda mirándo-
los partir. Al doblar la esquina, el capitán Despaux que
tomaba
49
rnate ea lá vereda ios despidiÓ agitando ia rnano: el sabía que
iba ai Seniinario
Era la prirnera vez que subía a un tren" Los ojos humedeci-
dos de la madre decían más que sus paiabras'
El tren arrancÓ despaclo, la estaciÓn y las casas fueron co-
rriendo hacia atrás; luego a rltrno sostenido avanzó por el campo
húmedo de ¡'ocío.
Por las cor'lversaciones de los pasajeros supe que muchos
iban a MontevideCI para las fiestas de la inauguracién del il¡lonu-
rrnento a Artigas al día siguiente.
üscuretía cuandei el tren llegó a Santa Lucía. Lo esperaba
*ri la estacién el Fadre Oscar Andrade, profesor dei Sen'llnario,
que lo recibiÓ muy afectuosamente.

HACIA E[,COLEGIO PIO LATINO AMERICANO

A fines de 1926 visitó el seminario Monseñor Joaquín


Arrospide, Obispo de Melo. Estuvo con todos los seminaristas en
et paiio y luego quiso conversar por separado con cada uno de
los de su diócesis.
En el recibidor estaban también el Padre Rector y el Padre
Paseggi, profesor de matemáticas.
Ái preguntarle si le gustaba estudiar, el Padre Paseggi se
adelantó a la respuesta diciendo de Una rnanera muy Suya: eS un
taita para elestudio. Durante el recreo de la noche el Padre Rec-
tor lo llamó a su cuarto y le pregunlÓ: ¿te gustaría ir a Roma? Tu
obispo quiere enviarte elCotegio Pio Latino a estudiar Filosofía.

VIAJE A ITALIA

Hizo el viaje conjuntamente con tres seminaristas de la Ar-


quidiócesis, en elvapor Gíulio Cesare. Durante quince días estu-
vo en contacto con gentes del mundo.
Fue para él una novedad mantener largas conversaciones
con extraños" Uno hablaba de sus negocios, otro de sus viajes,

50
.\

I otro de las mujeres, otro grandilocuente, lamentaba que ya no


hubiera héroes como antaño.
En Génova se hospedaron en el convento de unos Padres
Capuchinos que habían residido en Montevideo. Visitaron la ciu-
dad, el cementerio famoso y algunas iglesias.
De noche viajaron a Roma. Llegados a la estacién Termini
I
prefirieron subir a una carruzzella para atravesar despacio la ciu-
l dad.
i I
I
El joven riverense era todo ojos, miraba todo con avidez:
I
los arabescos de los adoquines de las calles, eltravertino oscuro
i de los palacios y las iglesias, los letreros de los comercios; las
caras de la gente y finalmente el Tíber amarillo, encajonado en
I altos murallones de piedra. A su orilla en la avenida costanera se
detuvo el carruaje frente a un gran edificio rojizo: era el Colegio
Pio Latino.
Allí Pafteli fu¡e incorporado a la sexta camerata: la de los
menores. Eran unos 30, de varias nacionalidades. Las clases de
la Universidad Gregoriana se daban dos veces al día, de rnaña-
t, na y de tarde, lo que suponía cuatro caminatas de media hora
cada una.
Emocionante fue la primera audiencia del Fapa Fio Xl Era
una tarde de invierno. Al entrar al Vaticano no cesaban de admi-
I rar las amplias salas decoradas, los vistosos uniformes de los
guardias suizos y el severo ceremonial protocolar" El Papa les
dio varios consejos y les impartió la bendición.

EL TRATADO DE LETRAN

A principios de 1929 se difundió con agradable sorpresa de


todos, el anuncio del acuerdo entre la Santa Sede y el Eobierno
italianc¡ para resolver el viejo problema de la llamada Cuestién
Homana.
Después de la caída de Roma (1870) y perdido el dominio
sobre los Estados Pontificios, el Papa se había encerrado en el
Vaticano en señal de protesta. Ríos de tinta se habían gastado
en quejas y lamentos por aquella pérdida del poder temporal del
Papa y a[rora, sorpreslvamente, Pio Xl coñaba el nudo gordiano,

51
reconociendo que el minúsculo territorio de la Ciudad del Vatica-
no era suficiente para garantizar su libeñad de Jefe de la lglesia
universal. Solo quienes como Parteli se habían acostumbrado a
ver en el Papa un prisionero voluntario, pudieron medir la alegría
de verlo salir por primera vez, luego de 60 años de encierro.
Fue cuando, presidiendo la Procesión de Corpus Chrlstí,
salió de la Basílica Vaticana y dio la vuelta a la Plaza de San
Pedro bajo los portales de Bernini
Eran muy lindos aquellos años juveniles, llenos de optimis-
rr¡o, aunque no dejaba de sentir la asfixia de aquella vida reclusa,
viendo siempre las rnismas caras y escuchando las mismas vo-
ces.
Siete años permaneció en aquel colegio. Afirma que los re-
cuerda bien, pero sin nostalgia.

REGRE§O A T,A PATRIA

Vamos a ubicarnos en el tiempo. Estamos en agosto de


1933, Parteli se había ordenado de Presbítero el Sábado Santo
de dicho año, pero antes de partir,tenía que dar examen de
Universa teologia. Al mismo tiempo que la preparaba iba arre-
glando sus cosas: gestionar nuevo pasaporte, embalar y enviar
sus libros y programar una visita de despedida a sus parientes
del norte de ltalia.
Terminado el examen fue a recoger sus maletas, despedir-
se de los compañeros y correr a la estación para tomar el tren
que lo ilevaría a Trento. Luego de unos felices días con los viejos
tíos y los muchos primos, fue a embarcarse en el puerto de Trieste,
justo el día en que una escuadrilla de aviones italianos culmina-
ba la proeza de viajar sin escalas a Nueva York y toda ltalia fes-
tejaba ruidosamente la hazaña.
Luego de quince días de navegación, al final entraron en
las turbias aguas del Río de la Plata.
Cuando luego de una espesa niebla se abrió un claro en el
y
cielo apareció el sol poniéndose detrás del Cerro, el grupo de
uruguayos, sin poder contenerse, se pusieron a cantar "cual re-
tazo de los cielos, de los cielos...".
52
En el puerto lo esperaban dos hermanos y al día siguiente
continuó a Rivera en ferrocarril. Al detenerse el tren en la esta-
ción vio una multitud, oye una banda de música y el tronar de
cohetes.
Le pregunta a sus hermanos, ¿que pasa? No le habían que-
rido anunciar que el Cura Párroco Pbro. Ricardo Alvarez había
preparado una recepción al prímer sacerdote riverense.
En medio de aquella alegre columna, marchando por el cen-
tro de la calle Sarandí, se fueron acercando a la lglesia, en don-
de el coro de las Teresas de Sant'Ana cantó el solemne Te Deum
de Perosi.
Aunque estaba un poco desconceñado, al final tuvo que
improvisar unas palabras.

OCHO AÑOS EN FLORIDA

En ese año 1933, regresado a la Patria y luego de unos


días de vacaciones en su casa, pasó a ocupar el cargo de Vicario
Cooperador de la Catedral de Florida. El párroco ie dijo: encár-
gate del Despacho Parroquial, de los Luises y de la Catequesis.
Los primeros días la tarea, por lo novedosa, resultó agrada-
ble. Comenzó a conocer personalmente a algunas personas que
veía en la iglesia y que llegaban a encargar alguna Misa, a tratar
las parejas de novios que se apuntaban para el casamiento y a
trabar amistad con algunos vecinos de la plaza que venían a
pasar el rato.
Hacía práctica de caligrafía asentando partidas y aprendía
a leer Ia letra manuscrita, a veces endiablada, de sus anteceso-
res.
El despacho se atendía todos los días excepto los domin-
gos. Fara los bautismos no había horario, algunas veces venían
hasta la noche.
Todos los días temprano celebraba la Misa en la Catedral s
en la capilla del contiguo Colegio del Huerto.
De tardecita rezaba el rosario o hacía los mesesy novenas.

ca
Los domingos celebraba tres Misas, todas con homilía y en
ayunas. Cada quince días iba a las capillas de Mendoza y La
Cruz.
A las dos de la tarde daba el catecismo a los niños con
ayuda de alguna catequista.
Aquel rit¡'no de trabajo continuado, sin un día libre en todo el
año, y sin oportunidad de encontrarse con otros sacerdotes de
su edad, le hacían añorar los días del Pio Latino de Roma'

DTECIOCHO AÑOS EN RIYER.A

Marzo de 1942. El Párroco de Rivera que se sentía anciano


y enfermo, había pedido al Obispo un Vicario Coadjutor con mi-
ras a ir dejando en sus manos la conducción total de la parro-
quia.
Designado el Padre Carlos Pañeli para ese cargo, lo acep-
tó muy contento de volver a su cit-ldad natal.
No tenía un plan pastoral articulado, pero si algunas líneas
generales. No se resignaba a que la parroquia fuera tan solo un
lugarpara el grupo de los asiduos y para administrar sacramen-
tos indiscriminadamente.
Soñaba con una parroquia de pueftas abiertas, integrada a
la vida de la ciudad, y con sus cuadros organizados de modo que
todos, sobre todo los jóvenes, encontraran en ella un lugar aco-
gedor y atrayente.
Conrentaba el Padre Parteli que. esa apertura exigía que-
brar el ritmo tranquilo de la casa; y dedicarle tiempo y atención a
los grupos que se iban formando.
No obstante mi cuidado, afirmaba, de no acelerar el proce-
so para evitar disgustos, pronto supe cuán difícil es enfrentar las
rutínas. A tal punto era difícil, que bastaba cambiar un mueble de
su lugar para que surgiera un conflicto.
La acción parroquial estaba centrada en la celebración de
la Misa y la administración de los sacramentos. Una vez por mes
se reunían las damas de la Guardia de Honor y las Hijas de Ma-
ría. Había una Conferencia de San Vicente y un centro de estu-
diantes liceales.
54
Deseoso de trabajar, fue arrpliando este ámbito de la ac-
ción pastoral fundando los centros de todas las ramas de la Ac-
ción Católica, reforzando el equipo de catequistas y creando ora-
torios en todos los barrios hasta llegar al número de dieciocho.
Luego publicó un semanario y comenzó a dar charlas en Radio
Charrúa.
En sus propósitos contó con la colaboración de uno, y a
veces dos vicarios cooperadores; casi todos jóvenes que en Ri-
vera comenzaban su práctica pastoral. A todos Pafteli los recuer-
da con gran afecto.
Es más, sostiene que si la parroquia pudo verse libre del
peligro de anquilosarse se debió en buena medida a la participa-
ción de círculos de la Acción Católica, especialmente los gru-
pos de las ramas juveniles que se reforzaban con constantes
incorporaciones y se reunían asiduamente dando la parroquia la
imagen de una institución viviente.
La eficacia de este servicio de los laicos era patente en las
campañas preparatorias de las Comuniones Pascuales que lo,
graban acercar a mucha gente a cumplir el precepto.
Entre los estudiantes el entusiasmo era adrnirable" Hubo
algún año en que clases enteras del Liceo Departamental y del
lnstituto Normal, cumplieron coR el Precepto Pascual.
Gracias a estos grupos de Acción Católica pudieron reali-
zarse dos Congresos memorables: el Eucarístico Parroquial y el
hrlariano, como también la fiesta inolvidable de las Bodas de Dia-
mante de la Parroquia y las grandes Misiones. Expresa fVlons.
Parteli: El reouerdo de mis años en la Parraquia de Rivera está
plenamente ligado a aquellos laicos -hombres y mujeres- que
prestaban su concurso generoso y entusiasta a la tarea común"
A mi personalmente; sin saberlo ellos, me infundían aliento esti-
mulando mi responsabilidad.

DOS PAR.ROQUTAS NUEVAS

Al enviarlo a Rivera el Obispo le pidió al Padre Parteli que


fuera pensando en dos nuevas parroquias: una en la ciudad, en
el barrio Rivera e.hieo y otra en el Pueblo de Tranqueras.
55
Le indicó que viera una buena ubicacién, adquiriera el te-
rreno y construyera los edificios necesarios. Como se ve, una
mlsión de gran responsabilidad.
Sería largo recordar los pasos y tropiezos para elegir el lu-
gar, financiar la compra del terreno, proyectar los edificios, movi-
lizar las comisiones, organizar kerrneses, rifas y colectas y, sobre
todo, vencer las inercias.
Felizmente el dinámico cura riverense cumplió con el pe-
dido del Obispo y con las esperanzas que su pueblo depositó
en á1.
Al cabo de tres años la lglesia y la Casa parroquial de
Rivera Chico estuvieron terminadas. Fue erigida la nueva pa-
rroquia que él quiso dedicarla a Santo Domingo, en honor al
Padre Domingo A. Lor.
Las campanas echadas a vuelo anunciaron la culminación
deltemplo materíaly el nacimiento de una nueva comunidad cris-
tiana.
Algo semejante aconteció en Tranqueras, aunque con me-
nor dificultad porque ya había una capilla en el pueblo, atendida
rnensualmente desde Rivera.
La casa de la Parroquia de la lnmaculada era una cons-
trucción muy vetusta ubicada detrás de la iglesia de Rivera.
Para llegar a ella había que pasar por un portoncito, atrave-
sar un baldío lleno de yuyos y llamar en la primera puerta que era
ia de la cocina.
Los que no conocían este recorrido gorpeaban ras manos
inútilmente, terminando por irse sin ser atendidos.
Apenas tuvo libertad de acción, al día siguiente, el padre
Parteli llamó al Arq. Ney Leites a fin de que proyectara una casa
nueva frente alaPlaza. Hizo cálculos, echó mano a sus ahorros
y comenzó la obra.
La construcción seguía paso a paso, con la ansiedad de
verla terminada.
Decía Parteli: No me saciaba de contemptar et hall revesti-
do de piedra arenisca rasada con una tinda mayótica de la vir-
gen, en bajorrelieve.

s6
EL RELOJ DE LA, TSR,RE Y EL AUTAR.

Años antes, cuando se construyó la torre de la lglesia, se


había previsto la posibilidad de colocarle un reroj, dejándose abier-
tos los huecos para las respectivas esferas.
Pasaron los año y el reloj no aparecía. Alguien propuso en
la Junta Departamental que Ia Municipalidad lo proveyera. Sé
discutió mucho al respecto, pero la iniciativa quedó en punto
muerto.
En oportunidad de visitar el Padre parteli en la Curia de
Montevideo al Padre José Felipe Elizalde, vio un montón de en-
granajes y campanas.
Le preguntó qué era aquello y le contestó que era un reloj
de torre que había comprado en el remate de la casa corralejo
(la casa corralejo fue una gran tienda del Montevideo de antes
que funcionó en el predio donde luego se construyó el Banco
Hipotecario y que actualmente es oficina del B.p.S.).
Su precio era írrisorio, dijo el Padre Elizalde, vale solo $ eSO
Yo lo compro, dijo Parteli y lo envió a Rivera"
Años después, conversando con un antiguo ernpleado de
la casa corralejo se enteró que había sido adquirido en rnErate-
rra a principios de siglo y había costado varios miles de libras
esterlinas.
En cuanto al altar, hacía tiempo que deseaba quitar el mons-
truoso retablo de cedro oscuro y poner en su lugar algo más
simple.
No pasaba de ser un deseo, cuando un día recibió la visita
de Doña Josefa l. de Bonino, quien le ofrece la donacién de un
altar nuevo de mármol. Gracias a ese gesto pudo construirlo,
dándole al templo mayor amplitud y luminosidad.
En los años siguientes pudo construir en un terreno donado
por las hermanas del poeta Agustín Bisio, una capilla dedicada a
Santa Rosa y empezar otra en el Cerro del Mareo.
Ya había obtenido la donación de un predío de dos rflanza-
nas, tras pacientes gestiones ante el Municipio, para un ambicio-
so proyecto cívico-religioso que abancaría col*gio, §iceo, teatno,
campo de deportes, etc. a cuyo frente estarían loe padres Sale,
sianos"

57
Ya funcionaba la comisión recaudadora de fondos y había
obtenido una ayuda del extranjero, cuando fue trasladado a Ta-
cuarembó.

EN TACUAREMBO

Raras veces el Padre Parteliviajaba a Montevideo, sus via-


jes se reducían al que hacía ant¡almente para los Ejercicios Espi-
rituales.
Quedó sorprendido en uno de sus viajes, al saber que el
Nuncio (entonces Monseñor Alfredo Paccini) lo invitaba a su casa
porque quería hablar con é1. Entre otras cosas habló de sus ex-
periencias en Yugoslavia, pero nada más. Algún tiempo después
recibió una caña de la Nunciatura (esta vez del nuevo Nuncio)
solicitándole un informe sobre la situación de la Parroquia de Ri-
vera y a los pocos días otra caña rnas, pidiéndole que lo visitara"
El Nuncio le notificó entonces la elección para la sede epis-
copaN de Tacuarembó, informándole que esa diécesis había sido
creada pocos días antes y que su territorio abarcaría los departa-
mentos de Tacuarembó y Rivera.
For el conocimiento que tenía de los dos departamentos
norteños se había fornrado una imagen de su realidad: vivían allí
unas '150.000 almas, la mayor parte en tres ciudades y algunos
pueblos menores, el resto dispersas en las estancias y en los
pequeños caseríos formados a su imaEen.
Las rutas qL¡e van de norte a sur y de este a oeste cruzán-
dose en la misma ciudad de Tacuarembó, facilitaban las comuni-
caciones. La población es igual a la de todo el país, con sus
desniveles de orden cultural y económico. Pensando en aquella
realidad alasumir la responsabilidad de fundar la diócesis se pre-
guntaba: ¿cuál es el cometido a cumplir?
Por sus largos años de ministerio sacerdotal sabía conducir
una parroquia. El código de Derecho Canónico y las Constitucio-
nes Sinodales determinaban en detalle lo que había que hacer.
Siguiendo ese esquema pastoral, el Obispo velaba por la
buena marcha de las parroquias, buscaba la manera de crear

58
alguna más allí donde el crecimiento vegetativo de la población
lo requiriera.
En la nueva diócesis no tendría dificultad en seguir el mis-
mo esquema. Pronto se ordenarían algunos seminaristas teélo-
gos y era posible la creación de cuatro o cinco parroquias nue-
vas. Si bien esas posibilidades lo tranquilizaban, no dejaba de
inquietarle Ia generalizada indifereneia religiosa de la mayor par-
te de la población. Veía el problema pero no lograba imaginar la
rnanera de resolverlo.
A los sacerdotes no se les podía pedir más de Io que esta-
ban haciendo y a los laicos solo se les pedía que curnplieran sus
deberes de estado, dieran buen ejemplo y frecuentaran los sa-
cramentos.
Fue mas tarde, luego del Concitio Vaticano ll (1962) que la
lglesia vio que toda ella debe ser misionera; que existe para el
mundo y no para sí misma, se comprometió a tener un amor
preferencial por los pobres y a hacer suyas las alegrías:y triste-
zas de todos los honnbres, definió la naturaleza de los laicos, les
asignó un lugar de trabajo dentro de la estructura pastoral, a or-
denar los asuntos temporales según el plan de Dios.
Creada la diócesis dos años antes del Coneilio, Ia preocu-.
pación de nuestro coterráneo se limitaba a poder contar con la
estructu ra ecl esiástica ndispensable para comenzar.
i

En aquel momento había once parroquias. En unas pocas


la Acción Católica había logrado formar un grupo de laicos dis-
puestos a colaborar en el apostolado.
Esperaba contar con algunos sacerdotes que reforzarían el
presbiterio, pero en forma imprevista, aun antes de tomar pose-
sión de la diócesis, comenzó un desbande que lo st¡mié en un
estado de tremenda angustia.
De las once parroquias, siete iban a quedar acéfalas.
Se preguntaba Parteli: ¿cómo podría llenar tantos vacíos
con solo los cinco sacerdotes diocesanos que quedaban?
Continúa diciendo: Hubiera preferido ordenarme en la lgle-
sia de Rivera o la de Tacuarembó, pero el espacio de sus respec-
tivos presbíterios era demasiado reducida para el gran desplie.
gue de personas que requería ta ceremonia de aquettiempo.

59
Escogió entonces la Catedral de Florida para la consagra-
ción porque sentíase afectivamente unido a ella y también por su
devoción a la Virgen de los Treinta y Tres. Quiso que Monseñor
Paternain, antiguo y querido Obispo, fuera el consagrante y se-
ñaló como fecha el 27 de diciembre (1960) fiesta de San Juan
Apóstol.

PRIMEROS PASOS

Una multitudinaria y cálida recepción que le brindó la ciu-


dad de Tacuarembó el día de la posesión de la Diócesis, le ento-
nó el ánimo.
También le valió mucho la amistad que lo unía a algunas
personas y familias de la ciudad, y de modo pañicular la del Pbro.
Mario Rodríguez, Párroco de la Catedral, a quien nombro ense-
guida Vicario General.
lnstaló la Curia en una casa alquilada, trajo consigo a su
madre para comparlir su mesa y a su hermana para dirigir la
casa. Careciendo de secretario efectivo, él mismo despachába
la correspondencia y atendía la puerta.
Al cabo de pocos meses ya había podido recorrer la dióce-
sis visitando todas las parroquias, los núcleos rurales y las casas
religiosas, estableciendo así contacto con toda la diócesis.
La primera experiencia de actividad a nivel diocesano fue la
Semana Catequística que congregó en la ciudad buen número
de catequistas de casi todas las parroquias.
Vinieron luego las grandes Misiones de las ciudades de
Tacuarembó y Rivera, contando con la presencia de dieciocho
misioneros durante quince días en cada una, misiones que abar-
caron todos los barrios.
Iniciado el proceso de formación de la diócesis, le dio un
impulso decisivo a la Semana Pastoral, con la presencia del ca-
nónigo Boulard, infatigable propulsor de la Pastoral de Conjunto
de las países de América Latina. Participaron prácticamente'to-
dos los sacerdotes, todas las religiosas y aquellos laicos, no
muchos en número, que se consideraban militantes. Recién en

60
aquella Semana la diócesis comenzó a sentirse de veras una
:omunidad de vida plena y propia.

PENOSAS IMPRESIONES DE LA MISER.IA

Siempre estuvo en contacto con los pobres. En Rivera por-


que los visitaba en sus casas y los encontraba a cada paso en
sus idas por los barrios; luego en Tacuarembó visitando los case-
ríos de campaña vio que la situación era idéntica en un lado y
otro.
Dice al respecto Mons. Pañeli: Por este conocimíenta vine
a saber que hay varias clases de pobres y todos no reaccionan
de la misma manera ante su situación.
Unos sobrellevan la pobreza serenamente, sin envidia y con
dignidad; otros se amargan y fácilmente se hacen insociables,
sin que falten los que se degradan en los vicios.
Parece que miseria material y espiritual se condicionan
mutuamente de tal manera que cienan un circuito muy difícil de
romper.
Fruto evídente de esta miseria eran las pandillas de lus-
trabotas mal hablados y pendencieros que pululaban a la salida
de los cines y bares, como también las infelices niñas que pe-
dían un real a los transeúntes.
¿Qué futuro espera a esas criaturas?
Había mucha gente deseosa de ganarse la vida con su tra-
bajo, pero no tenían oficio.
Participaba yo un día en una alegre fiesta con tatlarinada
que ofrecía Don José Repetto a sus amigos, en et patio de su
casa-quinta del Cerro del Marco.
En cierto momento me dice: esfo es muy agradable, pero
me amarga ver a esa chiquilinada que nos está mirando con ojos
de hambre detrás deltejido

En 1963 se decidié el Obispo Parteli aorganizar una mis!én


popular grande, simultánea en todos los barrios de modo que
toda la ciudad se sintiera en estado de misión.

61
Se puso en contacto con el Padre Jonge Ostertag, enearga-
do de su tonEregaeión (Redentoristas) a fin de orEanizar los equi-
pos neeesarics para rnisiones de este tipo.
En TacuarernbÓ había que preparar !r;s ánim*s, dejar todo
dispuest* par& qL¡e, desde la llegada de los n'iisioneros, en cada
unn Ce los barrios pudiera Cornenzar la misién, que duraría quin-
ce dias"
Fuei.on en caravana de autas hasta Paso Bonilla a esperar
a los dleciocho misioneros y luego, concentrada una g¡an mu-
i:hedumbre en la Flaza 19 de Abril, se dio cornienzo a !a misión
que durante quince días conrnovió la ciudad'

T,.A CASA EP{SCOPAL

Desde que el propietario de la vivienda que alquilaba le pi-


dió qge la desocupara, el obispo vio la necesidad de una casa
propia para la Curia.
Hizo cálculos, visitó alguna casa en venta y alfin se decidió
a con'lprar un terreno frente a la calle lateral de la Catedral.
Un amigo muy generoso le había donado una cantidad casi
suficiente para comprarla. Apenas adquirido buscé un proyect¡s-
ta. Lo vio al Arq. Jauregui, de Montevideo, quien falleció cuando
estudiaba el anteproyecto.
Luego solicitó el trabajo a otros pero sin éxito.
Por aquellos días viajó a ltalia y aprovechó a pedirle el pro-
yecto a un primo suyo de Milán, arquitecto, que en pocos días
hizo los pianos.
De regreso le solicitó al lng. Juan Caorsi que lo adaptara al
tipo de construcción localy dirigiera la obra, cosa que hizo con su
reconocida competencia y total generosidad.
No disponía el Obispo Parteli más que unos pocos pesos
pero empezé lo mismo la obra, confiando en la Providencia.
Apenas lo supo Doña Alice, vino a decirle que le regalaba
todos los ladrillos que precisara. La construeción siguió sin pau-
SAS.
La urgencia de mudarse lo obligó a ocupar la casa nueva
todavía inconclusa, en pleno invierno, pero él erateliz en su casa
62
prop¡a, siguiendo día a día los trabajos de ter¡.ninación: pinturas,
estufa, pulido de pisos y por último el oratorío con lambriz de
maderas brasileñas.
Se sentía feliz en Tacuarembó, cuando empezó a rumo-
rearse que sería trasladado...

EL SRASLADO A L.4. AR

¿Es cierto que se va a Montevideo? Esta pregunta se la


hacían a cada paso. Desconocía el origen de tal rumor, pero su
insistencia no dejaba de preocuparlo.
¿Será posible-se preguntaba- que deba desarraigarrne otra
vez?
¿Tendré que interrumpir este proceso tan gratíficante para
ir a complicarme la vida en una diócesis tan compleja y tensiona-
da como la de Montevideo?
Deseaba que aquettos rumores fueran infundados. pero no
fue así.
Un llamado telefónico del Nuncio Alfredo Bruniera avisán-
dome que quería hablar conmigo, lo antes posible, me hizo pen-
sar que el cambio estaba en puertas.
Lo visité el 11 de febrero de 1966, día de la Virgen de Lour-
des, y me hizo saber que la Santa Sede me encomendaba ta
conducción de la Arquidiócesis en calidad de Arzobispo coad-
jutor pero con plenas facultades.
Entendí que no podía negar este seruicio a la lglesia, pero
de todas maneras, antes de contestar, quise escuchar at padre
Joaquín Freire, amigo mío desde la infancia.
Me alentó a aceptar, asegurándome que sería muy bien
recibido y secundado por el clero de la ciudad.
Si bien no tenía mayores vinculaciones en Montevideo, es-
taba informado de la situación.
No era un secreto que había tensiones dentro de ta misma
lglesia. unos querían ponerse a tono con la corriente innovado-
ra, mientras otros consideraban desviación todo lo que impticara
un cambio.

63
En et medio quedaba una ancha frania de fieles aienos a lo
que estaba pasando.

CULMIN,A.CION

Finalizamos la semblanza biográfica del brillante riverense


que un día lejano abandonara su pueblo natal ante la emociona-
da expectativa de sus seres queridos y fieles amigos, para entre-
gar lo mejor de sus esfuerzos, lo más puro de su inteligencia
privilegiada, lo más sincero de su vocación, para enfrentar con
Serena confianza los avatares de una carrera eclesiástica que lo
ha llevado, a través de los años, a ocupar un lugar de privilegio
en el corazón de quienes como riverenses nos sentimos orgullo-
sos de pronunciar su nombre con el respeto y admiración que
merece.
Aunque sería muy digna de destacar la actuación desarro-
llada por él en los Últimos años, antes de su retiro el 8 de mazo
de 1985 al cumplir 75 años de edad, dejamos cerrada nuestra
labor biográfica ya que en los Últimos años su actuación ha sido
motivo de una amplia divulgación.
Razones de espacio tarnbién integran la causal'
Ya habíamos señalado que Monseñor Carlos Parteli había
solicitado su retiro por eclad, tras cumplir 75 años en la fecha ya
señalada.
El12de julio siguiente transferiría la titularidad de la Arqui-
diócesis de Montevideo a Monseñor Gottardi quien tuvo recorda-
da intervención en un episodio que ha sacudido fuertemente al
catolicismo: el cuestionamiento de la actividad en nuestro país
de la llamada Camunidad Jerusalén y de las Misioneras de Cris-
to Resucitado.
No vamos a intentar opinar sobre el tema. En muchos as-
pectos nos supera.
lnteresa solamente ponerle punto final a esta nota, estable-
ciendo que fueron casi veinte años decisivos para los destinos
de la lglesia Católica en los cuales Monseñor Pañeti desplegó su
labor incansable, época en que Juan XXlll abría las ventanas en

64
el aggiornamento del Concilio Vaticano !1, mientras Uruguay se
lnternaba en la crisls de los años 60 y comenzaba a recorrer la
espiral de violencia que desembocaría en una declinación, de
triste recuerdo, de las instituciones democrátícas.
Con referencia al sonado acontecirniento que tiene como
protagonista central al Padre Antelo, el Arzobispo riverense dijo
textualmente: Yo estoy por el entendimiento y na por el desen-
tendimiento.
Retirado hace ya varios años de la actividad eclesiástica,
aunque aún continúa participando de las reuniones del Episco-
pado Nacional, ve corno él mismo lo expresa, el problemia desde
afuera.
Declinó dar opinión sobre el la¡'nentable episodio que tanto
agitó a la opinión pública y acerca de las denuncias que se han
divulgado precisó: prefiero no juzgarlas.
lndicó que a ta tgtesia Catótica Uruguaya esta resonancia
del caso no le hace bien, pero son cosas humanas, diferencias
de criterio muy explicables, para juzgar a un grupo.

65
¡Dulce Cuñapinú Vall.e querido
donde el áureo metal está escondido!
tu has de ser un día no lejano,
un venero también de naranjales
y han de nacer propicios anozales
donde está el totoral de tus pantanos!

DON TITO PERE,IRA


Un hombre con reflejos de oro en su personalidad

!\ esde que era gurí, en la época en que felices, con ojos de


lJ asombro, veíamos en la pantalla de ladrillo blanqueado de
la esquina de Agraciada y Figueroa (anexo al aire libre del F/o-
rencio Sánchez) o en el Cine lnternacional de la Línea, aquellas
películas de la era del blanco y negroy del cine mudo (actual-
mente verdaderas joyas para coleccionistas), asistimos entre
nerviosos y expectantes, a las aventuras que en el mítico Far
West del super héroe Buffalo Bill (gracias Umberto Curi por ha-
j bernos reseryado el Tit-Bis), protagonizaban nuestros héroes in-
victos (Tom Mix, William Hart, Buck Jones, etc.) enfrentando a
las hordas de indios pieles rojas acaudillados por Toro Sentado,
Caballo Loco o Aguila Blanca, casi siempre el tema central de la
película consistía en saber quienes se apoderaban de la mina de
oro que peftenecía al pobre padre de la heroína rubia que se
deshacía en gestos de desesperación y gritos histéricos, mien-
tras sus buenos defensores se entreveraban en una pelea a
muerte con las bandas de indios forajidos.
Menos mal que siempre la trenzada terminaba con la co-
barde huída de la indiada que trataba de robar al viejo progenitor
de la deslumbrante rubia.
Con ese final todos nos íbamos contentos, saboreando los
últimos maníes que aún restaban en el fondo del bolsillo aguje-
reado, comentando la próxima hazaña del mocinho que segura-
mente se reiteraría el domingo siguiente.

66
Lo que escapa al reino de Ia fantasía es que nosotros, in-
sensiblemente, sin tener la menor noción de quien tenía larazón
en aquel intercambio de golpes, revolcones, flechazos y tiros,
íbamos dándole a nuestra sensibilidad una prioridad especial a
la fascinación del oro.
Casi ya no nos preocupaban las correrías de salvajes y va-
queros, ni tampoco sus preocupaciones por los problemas del
viejo terrateniente, nitampoco de la rubia que alfinalterminaba a
los besos con alguno de nuestros favoritos.
Lo que importaba realmente eran aquellas piedritas con
manchas amarillas que guardadas en una bolsita eran utilizadas
para que a su dueño le sirvieran abundantes vasos de cerveza
en el esfaño del boliche o la pulpería que generalmente era pro-
piedad de un gordo con cara patibularia
Todo Io anterior es el retazo de una historia rigurosamente
fidedigna, enquistada en Ia época en que usábamos pantalón
corto con tiradores, cuando nos peinaban alaÍuerza y recibía-
mos la bendición de un baño cornpleto cuando debíamos asistir
a[ casamiento de algún pariente...

Pasa eltiempo rnás rápidamente de lo que hubiérannos de-


seado y media docena de años después, sin habernos olvidado
de la fiebre del oro que tanto nos impactó cuando pagábamos
medio realla entrada en el cine de la cuadra de casa o de 1000
reis en el lnternacional santanense, vamos a cambiar radical-
mente de escenario y hénos aquí, juiciosos y de traje azul, senta-
dos en un salón de clase del Liceo de Sarandí y Lavalleja"
En efecto, un cieño día (allá por fines de ia década del 20)
estábamos en una clase de Historia Natural, cuando el Profesor
Don Dámaso Uribe, depositó sobre su pupitre una cantidad de
piedras de diversos colores y tamaños y dió comienzo a su clase
de Mineralogía.
Mencionó los nombres de cada piedra, pero centró su co-
mentario sobre los verdaderos cuarzos allí presentes: cristal de
roca, amatistas, falsos topacios, ágatas y icuarzo aurífero! Este
último monopolizó nuestra atención, pareciéndonos casi una fan-

67
tasía que fueran trozos de oro las manchitas amarillas que apa-
recían incrustadas en las piedras.
Se cornplementó la clase con una extensa disertación so-
bre el proceso de elaboracién que se llevaba a cabo en una in-
dustria que en aquel entonces aún se efectuaba en la zona de
Corrales, aunque el ritrno de los trabajos ya había disminuído
sensiblernente.
Pese a que el tema ha sido objeto de infinidad de crónicas
desde que en el siglo pasado, a partir de 1885, las minas de
Corrales fueron explotadas por una compañía francesa que una
vez alcanzado el límite rentable que la tecnología de la época
permitía, abandonó el filón.
Reiteramos que mucho se ha escrito al respecto sobre este
tema, siendo muy compleja la tarea de discriminar donde cesaba
la fantasía y comenzaba la realidad, o viceversa.
Pues bien, nuevamente la Quimera del Oro (recordar a
Chaplín, con acento en la í y no en la a) vuelve a ocupar los
titulares de la prensa nacional.
Ya no se habla deltrágico fin de Moctezuma y de Atahualpa,
que debieron pagar con sus vidas el pecado de ser depositarios
de los tesoros auríferos que anhelaban con desesperación los
reyes de España a través de las conquistas de sus capitanes
Cortés y Pizarro.
No queremos traer al comentario el triste relato de uno de
los tantos capítulos sangrientos de una usurpación que en cierto
modo nos avergüenza a todos los hispanoamericanos.
Nos limitamos al recuerdo de un episodio que tuvo lugar en
aquella lejana época de la niñez: el descubrimiento de la rutilante
mascarilla de oro macizo que cubría el rostro de Tutankamon
que en 1922 descubrieron los ojos de Carter y Carvanon debajo
de las arenas del legendario Egipto"
Y volvemos a nuestras experiencias, ya que el tema se ha
actualizado.

A cornienzos del segundo semestre del corriente año (épo-


ca en que escribimos esta nota) ya se ha divulgado la noticia del
acuerdo entre el Ministerio de lndustria y Energía, la lntendencia

68
Municipal de Rivera y la Empresa Becursos Americanos Uru-
guayos para la instalación de una planta procesadora de cuarzo
aurífero, en una zona situada a seis kilómetros de Minas de Co-
rrales.
Todos los detalles relacionados con este gran impulso que
puede proporcionarle a nuestro Departamento el desarrollo in-
dustrial que se proyecta, a lo que debe agregarse el beneficio de
una interesante fuente de trabajo, sin duda llegará en un futuro
próximo a conocimiento de los lectores a través de los medios de
comunicación habituales.

LEYENDA NUEVA DE MINAS DE CORRALES

Con todo gusto dedicamos esta nota a Don'llto Pereira que


nació en Minas de Corrales y al cual Jornada de Rivera, publi-
cacién siempre atenta a todo lo que pueda significar un factor de
progreso y desarrollo para el Depaftamento, le ha dedicado un
muy ajustado comentario en uno de sus números con motivo de
la Vl Semana de Rivera.
A lo escrito en Jsrnadale agregamos unas menciones bio-
gráficas escritas por dos prestigiosos amigos, Don Humberto
Chirico y su señora esposa, quienes conforme lo citamos en nues-
tro libro anterior, ¡Aleluya Rivera!,vivieron varios años en el pue-
blo cuyo nombre atrae nuevamente la atención a nivel nacionale
internacional.
La Vl Semana de Rivera organizó en nuestra ciudad una
muestra de herrarnientas y materiales auríferos procedentes de
la Quinta y Sexta Sección, siendo el portador Don Tlto Pereira
quien desde hace más de medio siglo recorre la zona cateando
materiales auríferos.
Nació Don Tito en Minas de Corrales el 5 de febrero de
1922, siendo su padre Don Leandro Pereira y su madre Doña
Andrea Bayle. Era el cuarto de trece hermanos.
Su padre llegó a Carpintería a principios de siglo, como car-
pintero armador de obra, trabajando con las compañías extranje-
ras que entonces tenían la explotación de las minas de oro.

59
El bisabuelo paterno de Don Tito (Rómulo Pereira) era oriun-
do de la provírrcia argentina de San.Juan;vino a Mcntevídeo sien-
do aún adolescente, cursando estud¡os en un colegio privado.
§* hailaba radieado en nuestra Capital cuando su pueblo,
San Juan, fue prácticamente arrasado por un terribie terrernoto
en el que desaparecieron todos sus farniliares.
Ante un *pisodir: de tan graves consecLrencias Don Rómulo
se raelieó definitlvamente en nuestro país, comenzando a traba-
jar en las obras de la Represa de Cuñapirú, construcción consi-
derada cCIrr:o ia primera que se levantó ai sur cje nuestro conti-
nente.
En lo referente e sLis bisabuelos rnaternes sabemos que
eran vasros franceses de muy buena posicién eeonén-:iea.
Respecto ai padre de Dcn Tita Fer"eira, las mentas coinci-
den en que se trataba de un hombre rnuy hun'ianitario, no titu-
beando en ofrecer alojan'liento en su casa a rnuchos de aquellos
que llegaban ilusisnados a las promisorias tierras en busca de
dorados hc¡rizontes.
En uno de esos gestos humanitarios que curnpiía en toda
ocasión oropicia, le brindé su apCIyo a un zapatero de apellido
Carnacho, cuyü hijo culminó su carrera de n:éclico estanda ac-
tualnrente radicado en lu4ontevideo.
L,lientras Tito ternrinaba sus estudios primarios se encontró
con el inconveniente de no poder ingresar a Secundaria ya que
en el pueblo aún no se había habilitado el Liceo.
Se le ocurrió entonces entretener sus ocios concurriendo al
pequeño taller de zapatero de su amigo Camacho y pronto apren-
dió el oficio.
En compañía del zapatero y de otro arnigo comenzó a rea-
lizar incursiones (especialnnente ios fines de semana) realizando
operaciones de cateo. Al respecto Tito comentaba que para mo-
ier el cuarzo obtenido consiguió la primera máquina moledora,
surnamente rudimentaria, traída del Brasil por Fermiano Paz
Brizola.
En sus correrías en pos de las vetas tuvo oportunidad de
recoger numerosos ejemplares de origen indígena: puntas de fle-
cha, boleadoras, etc.

70
Como elemento de contenido histórico, de acuerdo a docu-
rnentos citados por A. Barrios Pintos, el primero en encontrar oro
en la zona fue un ganadero brasileño, de Minas Gerais, llamado
Jesús Suárez, al promediar el siglo pasado.
Posteriormente aparecieron otros, entre 1843 y 1857: José
Frithe, Adam Sander, Samuel Rocherd y Lisbon Freira.
Dos de ellos (Rocherd y Sander) trabajaron en una veta
aurífera a un medio kilómetro de la Mina de San Gregorio llama-
da así por pertenecer, según mentas, al General Gregorio Suárez
{conocido con el apodo de Goyo Jeta\.
Según parece, los nombrados extrajeron dos libras de oro,
extraídas del cuarzo aurífero merced a una molienda de morte-
ros de madera.

En honor a la verdad histórica existe cie¡to confusión rela-


cionada con las fechas y los nombres de los que podrían citarse
como pioneros del comienzo de la fama de la zona de Cuñapirú
como custodia de sus tesoros enterrados.
Como muestra de lo antedicho, una noticia relacionada con
los yacimientos auríferos riverenses, publicada en Londres en
1858 por los hermanos Miguel y Eduardo Mulhall, afirmaba que
El primer oro fue descubierto en 1858 por un gaucho quien halló
una pepita de 4 onzas en el Arroyo Corrales.
En 1888 Manuel Castrillón formó una compañía para traba-
jar las minas de Cerro Arecuá. Las muestras traídas a Monteví-
deo resultaron tener un 82'/" de oro.
Posteriormente se formó la Compañía Minera de Guñapirai
que trajo de lnglaterra maquinarias y mineros especializados, pero
hubo allí algún problema y el lngeniero que dirigía la obra y los
mineros regresaron a Europa.
El mismo informe dice que un minero americano, RogtLts,
estableció un molino mejicano con el cual pudo sacar hasta seis
onzas por día.
Menciona también dicho informe que el General Goyo
Suárez ha vendido en Montevideo más de 200 onzas de oro,
pero la falta de capital y maquinaria impide el desarrollo de la

71
industria, existiendo otro obstáculo mayor par causa de las cons-
tantes guerras.
En síntesis, corno ha sido regla general en los relatos vin-
culados a episodios relacionados con los descubrimientos de oro,
piedras preciosas, petróleo, etc. sCIn muy abundantes y contra-
dictorias las versiones que pretenten fijar en el tiempo cu¡ales
fueron los pasos iniciales en tal sentido"
Vamos mejor a enfrentar la realidad de los sucesos y deja-
remos a Don Tito Pereira que nos ilustre al respecto.
Textualmente expresaba el periodista que en Rivera lo en-
trevistó:
Cuando yo deiaba de ir a la escuela, hacía la rabona para
andar atrás de los mineros en busca de oro. Entraba a las gale-
rías de los mineros, en ausencia de las capataces, porque era
prohibida la entrada de menores.
Me ttevaban para mostrarme como se sacaba eloro. En las
vetas se veía eloro... ¡era lindo! Los días que ellos no trabaiaban
sa!íamos, porque había mucho oro por arriba de la tierra y se
juntaba mucha piedra. En una semana se molía esa piedra, se
sacaba el oro y hacíamos unos buenos pesos'
Luego de mostrarnos los cernidores, un mortero de hierro
de más de un centenar de kilos, una trituradora manual (miniatu-
ra de ta trituradora mecánica del Cerro del Estado) Don Tito nos
cuenta:
Yo trabajo (tnicamente con mercurio. Me han querido
enseñar a trabajar con cianuro, pera yo nunca quise, es un
elemento que me dicen, es muy peligroso" IVo sé como se Io
emplea.
En Zapucay, una compañía que estuvo ahi, traio gran
cantidad de cianuro, los tambores esfaban apilados en el
campo.
El gobierno no les permitió trabaiar porque el forro de
abajo que era una lona no era suficiente para aislarlo del
medio ambiente.
Las empresas extranieras que estuvieron en Cuñapirú, tra'
bajaron con cianuro y los residuos los echaban al arroyo. Hace
unos años vino un geóloga a trabaiar en las arenas que fueron
abandonadas. Recuperó mucho oro con cianuro.
72

t
Afi¡ xn día quedó la portera abierta, vinieron dos vacas del
::inü, lore¡aran a7ua y quedaron muerfas enseguida.
5se r::o¡fero {nos indlca en su stand) §s ¿r}ro de /os sels
{*rü-q que llegaran al Urugway 8n 187ú desrj* Brasil.
Tales ias expresicnes de De;n Titc Fereina, tornadas par-
; n:ente, que ha sido y seEuirá sieride , ur¡ rmctivo que ocupa-
. a ateneión todos los riverenses, quienes confían que al
'' ,.1.1e. d*{ másdepreciado fde rs productos que puaede brinclar-
-s ia lo,ladre Tierra se logre para nuestro Departannento una
.":ctlva reacciórr de todos los órdenes, que nos devuelva !a
-'csBeridad a que tiene derecho una zona de la República
:-e tan intensarnente ha i¡rtentarjo siempre alcanzar la címá
:: su desarrollo.

73
Una personatidad de nuestra RIYER'L
en el primer cuarto ilel Siglo XX

LUI§ FELIPE ROYܧ- &ALI,[


Hijo Y Padre de farmacéuticos

bicación: la muy riverense esquina de sarandíy Faustino


U Carámbula.
Epoca: comienzos de
a la década del '20: el año de la gripe
para los memoriosos.
133
En uno de los cuatro solares esquineros de la Manzana
en aque-
estaba instalada laFarmacia Royol,toda una institución
recién
llos tiennpos en que el combate contra las enfermedades
Fleming
comenzaba con el apode de las sulfamidas, mientras
auge creciente
descubría de casualidad la penicilina, iniciando el
de las drogas maravillosas.
FrentealaFarmaciaestabaelfamosoalmacénde
de vi-
Sambarino, mágico emporio de papel de cometas' bolitas
que costaban
drio, cuentitos dL Calleiasy barritas de chocolate
el lujo ar-
un solo vintén; mientras las otras dos esquinas lucían
quitectónico de las viviendas de dos familias imporlantes: la de
óon Arturo Quesada y la de Don Nazario Leal'
Existieron otras farmacias en aquel pueblo que quería na-
cer: algunas se han mantenido y otras desaparecieron.
F-rente al club uruguay estuvo la Farmacia del lndio,
de
Don Segismundo camacho; en la otra cuadra se instalé la
Far-
macia ñarto, adquirida luego por el investigador y benefactor ri-
verense Federico Diaz.
ElqueridoamigoDr.orlandoGilnosmencionóqueporel
que años
año 191á existió uná Farmacia Gaffone en el predio
después ocupÓ la tienda La Parisien. Esa farmacia la adquirió
Orien-
Oon Rtf reOo V. Quintero antes de instalarse con laFarmacia
Brasil.
fal en la calle sarandí, a media cuadra de Avenida

74
Fero no nos dispersemos en etr eomentario eentral de esta
:ota dedieada a la Farmacia Royoty ai hcmbre que fue su crea-
:*r: So¡r C-erus Fefipe Foy*i Ga§/s.
La gurisada que con ei eriteria consiguiente se r"novía en ei
:'r:trecruzar de ltuzaingé, sarandí y Agraeiada con lvionseñor vera,
iaustino caránnbr¡la y Figueroa, tenía una atracc!ór'r exfra: curio-
sfar a través de los vidrios
'*e un ventanaf que daba a la calle
=austino Carámbula y segilir atentamente lo que hacía eR un
ri':provisada iaborafor¡o, un señor de lentes que manipulaba una
,.erie de líquidos rnezclados cün extrañas sustancias que circula-
"to
¡an a través d* una serie de artefaetos de eristal {er:ando años
:espués coneurrimos a las elases de 8uírniea de! Liceo ncs en-
^a reraffios que esos artefactas eran rr¡¿trñce§, tubos de ensayo,
-:,*eherüs, fiitros, etc") pero mientras iantc aquello
tenía sabor a
JO
tqueiarre.
¡e-
Á^ De vez en cuand* el que rnanipulaba aquellas rnaravilias
Élt
;raía cte la estantería que tenía ia farmacia en elfrente a saranejí,
n^
'Ite ".,n r€cipi€nte de porcelana (ahora están todos en ias casas de
antigüedades) eon una inscripcién cuya pronunciación se nos
iracía difícil.
de En una oporlunidad que tratábamos infruetuosamente ave-
vi- riguar que signifieaban aquellos nombres que exhibían ros diabó-
ran
,iecs frascos, una señora se presté a colaborar con nuestros inte-
ar 'rogantes y nos dijo: esos nombres están escritos en latín.
de
La mira¡nos con sorpresa y adrniraeión y pensarrios: ¡cuán-
ta sabiduría para saber cosas tan difíciles!

de Pues bien, estamos aun en la época en la cual la mayor


:ar- parte de los medicamentos no venían ya acondicionados para
r ri- venderlos directamente al público.
Elfarmacéutico tenía una misión trascendente: elaborar los
rel productos conforme a las indicaciones, fórmulas que fijaban con
ños rigurosa exactitud las cantidades de los diversos componentes,
ririó todo lo cual el médico lo señalaba en la receta respectiva.
ien- No había lugar para errores. Del exacto accionar del quími-
co-farmacéutico dependía la salud de un enfermo.

75
En nuestro caso no podemos olvidar un detalle importante:
el señor que asumía la responsabilidad de una tarea tan delicada
era Royol.
Si, así sencillamente, con ese descaro con que los niños
enfrentan a los mayores, lo recordamos simpiemente como Royol
(un apellido que nos traía a la met"noria el nombre de alguna
elaboración farmacéutica).
Pero lo respetábamos como lo que era: el ángel guardián
de nuestra salud.
El nombre completo de este ciudadano eminente era:

LU§ FELIPE ROYOL GALI-I

En esta semblanza biográfica vamos a unir el recuerdo de


Su persona a la de sus antecesores y a la de los que continuaron
su obra en el futuro.
De la información que hemos recogido, aun a riesgo de co-
meter un error, hen'los reunido los antecedentes de la vida de
nuestro Royol, es decir, del que observábamos con ojos grandes
de admiración a través de la ventana; con la de su padre Royol y
con todos los Royol que continuaron luego su obra.
¿Está claro? Puede ser que no, pero allá vamos.

Don Luis Felipe Royot Gallinació en PaysandÚ el 26 de


mayo de 1879.
Era hijo de Emmerick Royol (con título de farmacéutico ex-
pedido por la Universidad de Sorbonne, París) y de Adela Galli
(franceses de Avignon).
El matrimonio Royol-Galli vivió sucesivamente en Buenos
Aires, Paysandú, Mercedes, Pelotas (Rio Grande do Sul) y en La
Paz (Dpto. de Canelones).
En 1906 se trasladaron de La Paz a nuestra fronteriza
Hivera.

76
lr el transcurso de escs años y durante los sucesivos cam-
: -:e resldencia, nacieron 12 hijos. Uno de esos hijos ([_uis
'. : i: selamente llegó a conoeer a euatro de sus hermanos:
,3abriela {argenrtina, casada con el argentino Francisco R*-
.": illaría Luisa, Arístides Á.dríano y Julieta [rlatiide (brasile-
' : :asada con Gregorio Earreto García).

Volvamos a Luis Felipe Royol Galli.


Se recibió de Químico-Farmacéutico en la Facultad de Me-
Cbina de Montevideo. (En esa época no existía aun la Facultad
Ce Química y Farmacia).
Llegado a Rivera en 1906, compró una farmacia a un ciuda-
dano italiano, que regresó enseguida a su patria.
Surge así la Farmacia Royol en su primera época.
El 29 de enero de 1910, Luis Felipe se casa con María lnés
Rocchietti Previtali (hija de José Rocchietti Van Der Ser y de lnés
Frevitali, ambos farmacéuticos).
lnés Previtali era sobrina de Pablo Rocchietti, muy amigo
de Don José Batlle y Ordóñez, cuyo partido representó como
diputado por Rivera en el año 1904.
Elcitado matrimonio Luis Felipe Royol-María lnrás Rocchietti,
tuvo tres hijos:
José Emmerick lgnacio (Médico), Luis María (Químico-Far-
macéutico) y Adela (falleció a los tres años en 1gi 3).
Destaquemos que Don Luis Felipe Galli falleció en Monte-
video el 12 de marzo de 1931 y su esposa, María lnés Rocchietti
falleció también en la Capital el 15 de junio de 1944.
Al deceso de Don Luis Felipe Royol se hizo cargo de la
farmacia el Químico Farmacéutico Juan B. Cázeres y el Sr.
Gregorio Barreto García.

De los tres hijos de Don Luis Felipe Royol, subsiste sola-


mente un querido amiEo, el Farmacéutico Luis María Royol,quien
al enfrentar la instancia de elegir una carrera profesional siguió
los pasos de sus anteeesores: padre y abuelo.
No somos de los que nos creemos con derecho a transitar
por sendas cuyo privilegio queda reservado para quienes en la

77
vida orientan su accionar al compás de los dictados de sus predi-
lecciones, ambiciones o impulsos qLre integran el secreto invul-
nerable de un mundo privado que nos guía hacia destinos que se
escabullen ante el nnenor intento de análisis.
Luis [¡1aría no tiene por que escapar a ese mandato natural
que la vida nos impone desde la etapa de gestación.
El desarrolló su futuro universitario en forma irnpecable,
haciendo honor a la tradición familiar que se concretaba en el
reino fabuloso del rnatraz, el tubo de ensayo, el mechero, el ter-
mómetro y los mil y un artefactos que regían su especialización
universitaria, pero no podemos silenciar una de las facetas más
notorias de su personalidad: su proyección en el mundo de lo
social.
Dentro de lo poco que pudimos conversar con él sobre pro-
blernas físicos que afectaban a la comunidad de la cual forma-
mos parte, debido a que físicamente una gran distancia nos ha
separado, siempre nos llamó la atención la forma como encara-
ba, con serenidad no exenta de preocupación, la problemática
de una sociedad que ya en aquellos años anunciaba un peligro-
so decaimiento cuyos resultados estamos padeciendo en los
actuales días.
Las instituciones que enca!'aban sus obras dentro de estos
andariveles contaron siernpre con su simpatía y colaboración.
Nos place destacarlo ya que Rivera necesita urgentemente
contar con el apoyo de muchos Luls Maria para reeditar, si es
posible, épocas más felices"
Está sobranclo la pasión, la inclinación aÍ insulto o a Ia ma-
ledicencia venenosa que es aun peCIr; no sabemos de donde
viene esa inundación o quien agita tan violentarnente el oleaje,
pero en elfondo hay algo que no entra en ningún plan de confor-
mismo: o aprendemos a actuar como seres civilizados o nos hun-
dimos irremediablemente en el lodo, como le sucedió a Juan
Barullo en un episodio que no por grotesco deja de pintar todas
las características de una época felizmente superada.

No querernos finalizar esta nota dedicada a una de las gran-


des familias del pasado sin un recuerdo a otro de los hijos de

78
Don Luis Felipe Royol Galli: el médico José Emmerick lgnacio
Royol Rocchietti, cuyo lamentable fallecimiento cortó una bri-
llante carrera universitaria ya que con su reconocida capacita-
ción se había constituido en uno de los baluartes de un servicio
de jerarquía poco común.
Una resolución del Poder Ejecutivo del 18 de abril del co-
rriente año, estableció que con el nombre del brillante médico
fuera designado el Centro de Salud de Rivera.
De su primer matrimonio tuvo cinco hijos: María lnés, María
Cristina, Miriam Julia, María Elena y José Luis.
De las segundas nupcias nacieron Ricardo y Luis Gabriel.
Su nacimiento tuvo lugar el 30 de setiembre de 1924 en la
casa paterna de la Avenida Sarandí Ne 500, donde hoy se en-
cuentra, como siempre, la Farmacia Royol.
Pepe, como cariñosamente lo llamaban y conocían los rive-
renses siguió estudios de Medicina egresando, con exoneración
del pago de los derechos del Título por alta escolaridad, el 2 de
mayo de 1958, como Doctor en Medicina y Cirugía, de la Univer-
sidad de Ia República.
Especializado en pediatría en la Escuela de Graduados de
la misma Facultad, cuando ya había formado su hogar con Elba
Ghiringuelli, con la cual había retornado a Rivera al culminar sus
estudios y comenzar a volcar sus conocimientos en nuestra co-
) munidad, ya como Profesor de Higiene en el Liceo Depaftamen-
) tal y en el lnstituto Magisterial, ya como profesional universitario
en la calle Agraciada, ya participando en diversas actividades
sociales y culturales.
Ya había comenzado a prestar servicios de Medicina, ini-
ciada en el primer semestre de 1952 como Fracticante Externo
del Ministerio de Salud Pública, cargo obtenido por concurso.
Ostentaba entonces un vasto currículum incluyendo el Cer-
tificado de Staggiero expedido por la Clínica Pediátrica del Prof.
S Pierre Mozziconacci de la Facultad de Medicina de París; la li-
cenciatura en Salud Pública ganada en la Universidad de Chile,
además de una extensa actuación en nuestro país cuando se
t-
radicó entre nosotros en 1961 , culminando su desempeño como
[¡lédico Asistente Honorario del servicio correspondiente del Cen-
U
tro Depaftamental de Salud de Rivera.

79
con Enotivo de su fallecimientc el periódico local lntegra-
ción decía en su artículo de despedida:
can la partida dei Dr. José Royol.". la cultura se ha sentido
agredida.

80
' ,ts vida de relevantes reaÍizaciones.

SOLEDAD LOPB,Z
Poetisa, escritora y periodista

Primera reacción del autor:


Debo recanocer, sin echarle la culpa a nadie, ya que a esta
de mi vida creo tener amplio derecho a ser dueño de mi§
=irura
:ecisiones y cargar can la cuota de responsabilidad que carres-
:cnda, que los largos años de mí alejamiento de Rivera, la que-
'da tierra que una y mil veces alimenta mis meiores recuerdos,
ne ha impedido vivir la experiencia de conocer a tantas figuras
'elevantes de una ciudad que a través de varias décadas ha eo-
ccado a brillantes figuras de las nuevas generaciones en los
nás elevados planos de la admiración y gratitud.
Es razonable que esfas situaciones se pongan en eviden-
:ia. Jóvenes a quienes conocí de niños o que no habían nacido
,:uando yo ya presurnía de ser un hombre experiente, hoy ocu-
can los primeros planas en las actividades más diversas y, en
especial, en las de mayar contenido cultural.
Una de esas figwras relevantes con la cual estamos
Cesplazados en eltiempo es la de la poetisa, escritora y periadista
SOLEDAD LOPEZ, a la cualdedicamos con afecto, este Capítulo
Ce nuestro quinto libra sobre el solar nativo.
Y ahara que nos hemos "confesado", Por lo menos queda-
mos en paz con nuestra conciencia.

J\ igamos, para empezar que Soledad López es su nombre


U lilerario. Su verdadero nombre es Manuela Velasco Üelga-
do, nacida en Poño Alegre (calle Casimiro de Abreu 917) el
12 de diciembre de 1932. (En esa fecha yo ya estaba radicado
en Montevideo "estudiando" en el IAVA los Preparatorios de
lngeniería).

81
Adoptó la nacionalidad uruguaya y su nombre literario se
compone de su nombre de bautismo (Soledad) y el apellido de
quien fuera su esposo, Sirio Antonio López.
Tiene la más pura sangre andaluza (¡olé!) ya que sus pro-
genitores nacieron en dos ciudades maravillosas del sur de Es-
paña.
Su padre: Manuel Velasco (cordobés) y su madre: Elena
Delgado (sevillana)" Pues bien: en '1926 Manuel y Elena contra-
jeron enlace, festejaron el acontecimiento en el Barrio de Santa
Cruzy resolvieron, en plena luna de miel, emigrar al Brasil, país
fabuloso que ofrecía a los jóvenes tremendo atractivo en pos de
un futuro feliz.
Llegaron al Nuevo Mundo en procura de dorados sueños
pero su condición de extranjeros no facilitó los propósitos de su
padre, quien luego de trabajar de minero en Minas Gerais pasó a
ser funcionario de la Compañía Telefónica de Porto Alegre.
En el Brasil nacieron cinco hijos, de los cuales la menor era
Soledad. Cuando la bautizaron se cuenta que su padrino fue el
fan'loso Manolete (torero de enorme fama, que murió en la Plaza
de Linares en 1947, herido por el loro lslero de la ganadería de
Miura).
En marzo de 1933, la familia Velasco Delgado se trasladó a
Rivera donde pasó a residir y donde nacieron sus restantes hi-
jos.
Manuela tenía entonces tres meses. Se instalaron en una
casa de Faustino Carámbula '1340, que aún existe.
A los seis años Soledad concurrió a la Escuela Ne 5 de Ri-
vera Chico.
A los trece años se trasladó a Montevideo donde cursó quinto
y sexto grado en la Escuela República de VenezueÍa, situada en
la calie Rivera.
No hizo estudios de enseñanza secundaria pero realizó el
aprendizaje con sus hermanas. Leía mucho, ayudándole la cir-
cunstancia de que su padre tenía una pequeña librería en la es-
quina de Agraciada y Brasil.
A los diecisiete'años contrajo matrimonio y en setiembre de
1951 nacía su primer hijo: Sirio. Cuatro años y medio después
nacía su hija Anahí.

82
Debido a las tareas inherentes al cuidado de los hijos, no
disfrutó deltiempo necesario para curriplir la aetividad literaria en
ei hcgar y debié organizar rnuy espaciai!"nente su tiempo a fin de
ci.,:mplir eon los compromisos de la siempre delieada tarea.
§e propuso entonces crear un espaeio radial (año 1e61) y
para elNo, como durante el día trabajab,a en Conaproie, rnientras
curnplía con su obligación laboral aprovechaba algún rato iíbre
cara prepara¡'el libreto del progranna.
Fue entonees, cuando en ffiad¡o lnternac.io,r¡af nació AEuí
fta#fa uma mar¡'eren el cual se tocaban vivencias de hondo eon-
¡enido ernscional.
Continué luego su trayectoria en dieha ernisora, realizando
en esa ép*ca hasta tres programas diferentes por día.
ñn 1962 se celebró el Frimer Aenbnaria de Rivera.
Entre los actos programados figura la presentación de la
iervista de A. Barrios Fintos: #iwdad de ffigwcra ?S#, llevada a
cabo en 1963.
Soiedad Lépez ie hace un reportaje al hlstorin**r que tlivCI
Éspeciales connotacione§. f;n efeet*, esa noche en el Club Uru-
Gray se realízó la llan:ada fdccÍ*e de la Fsesíe ter¡iendo cotfiü
n,¡ltada a Juana de IbarbclirsLl, rocleada por un errtusiasnnado
público de ambas eiudades fror:terizas"
Atrlíestaban presentes los poetas lugareños Olintho filaria
Sirnoes, Luis fi,{aría Techera, l\4aría Luisa l-arena, Mania Elcira
Serruti y, por supuesto, Soledad López, quien recitó una herrno-
se poesía de su autoría, titulada Romance Ce dos razas.
Al día siguiente un pequeño grupo de mujeres, en el auto-
inóvil de la Profesora tsrenda Varsi de López, recorrieron junto a
)
ii;ana de lbarbol,¡rou o, rnejor aún, junto a Juana de Amériea,
1
por !ugares que la laureada poetisa le interesaba conccer.
l
Cuando iba a ascender al coche, Juana se adelantó, abrió
1a puefta, invita a Soledad a subir y ésta ante gesto tan cordial le
dijc:
-Algún día escribiré rnis mernorias y contaré que la excelsa
pcetisa de Amériea ,?r# abrió la puerta de un cache", ante lo culal
Juana replicé:
S
-Cuando publique su primer libro de poesía yo escribiré el
prólogo.

83
Esa promesa fue cumplida ya que en 1968 Soledad publicó
sus 20 poemas de amor y un olvido con prólogo de Juana de
tbarbourou e ilustraciones de Osmar Santos.

La vida no fue fácil ni serena para soledad. Debió luchar


sola, con sus hijos, para asegurarles un futuro promisorio, aun-
que en los momentos más duros y amargos, no dejó de lado su
fantasía y vocación literaria.
En esa época mantenía correspondencia con escritores y
poetas de Brasil, Chile, PerÚ, Argentina y tt/éxico.
La poetisa argentina Cristina Dalbes dijo de ella:
-Su nombre: Sotedad. Su credo: Poesía. Su destino: Mujer
y sufrir. Prodigio de ta divina locura de escribir, llega desde la otra
oritta det Plata una tarde cualquiera de Otoño, como un motivo
de vida y milagro, flor y creación...
El poeta peruano Oscar. L. Cavagnaro expresa: de padres
andaluces, lleva en sus venas todo el ardor del sur de España,
de esa Sevilta que Carmen de Burgos definió como ¡ciudad cla-
ra!...
Por su parte dice de ella Juana de lbarbourou: Hace de su
vida un vasa de amor y de sus sueños, poemas tan femeninos y
tan llenas de potencia lírica que nadie vacila en asegurar que es
una poetisa Esenciaf , nacida para confíarnas los secretos de su
alma ltena de matices en los que hombres y muieres encuentran
ta huella de sus íntimos estremecimientos.

SUS VIAJES

En 1963 Soledad LÓpezvisita Buenos Aires, invitada por la


lnstitución Cultural l|Íadre, donde recita varios poernas y vuel-
ve con un álbum firmado por todos los escritores presentes'
En 1977 es invitada por la artista plástica y periodistaTereza
Kolontai, de Río de Janeiro.
ofrece una disertación en el Mlnisterio de Educación y cul-
tural de Brasit y posteriormente es agasajacla corr una cena en
su honor, a la que concurren figuras reNevantes del arte carisca.

84
En su disertación enfoca perfiles líricos de Juana de lbar_
: :.trou, Alfonsina Storni y Cecília Meirelles.
En esa reunión el poeta bahiano Telmo padirha la invita
a
: r:rocer la zona del cacau, ofrecer una diserlación
en la univer-
. Jad de ltabuna y traducir al castellano su libro de poesía.
con lo que obtuvo por conceptos de honorarios por la tra-
:-cción realizada pagó el hospedaje y el regreso, con su espo-
Slr, ?l uruguay.
Durante su breve estadía en Río de Janeiro, conoció a la
:aulista Heloneida studart, escritora y periodista, autora de va-
":s libros de ediciones agotadas.
Por requerimiento de Ediciones de la Torre (España) escri-
:e una antología sobre Juana de lbarbourou, para coleccién es_
:ecial de poesías para niños. ya se habían publicado nombres
: rmo Rubén Darío, Pablo Neruda, etc. pero se le había
_endado enco-
a Soledad la difícil tarea.
El libro salió de la imprenta en mayo de 1gg1.
con los derechos de autor, soledad pudo solventar los gas-
::s de pasajes. Las ilustraciones del libro fueron realizadas pár et
a rtista riverense Víctor p!rrongelli.

En agosto de ese año 1gg1 soredad regresó a Rivera.


Ella desea enfatizar que el tiempo que residió en Europa,
:anto en Bélgica como en España, trabajó mucho, desempeñan-
:o diversas tareas.
Trabajó en la Feria del Librode Madrid, en el parque Reti-
'0, en 1980 y 1990, para la misma Editorial
(Fundamentos, cara-
:as Ne 15, Madrid).

IRAYECTORIA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACION

En 1961 soledad comenzó a realizar programas en Radio


lnternaeional can libreto propio. Allí se desempeñó hasta 196g
3n que fue invitada a desempeñar tareas de locución en el
-v canal
10.
Durante nueve años fue funcionaria de canal 10, luego vía-
ó a Europa en 1977, reintegrándose a su trabajo al regresar.

85
En 1979 vuelve a partir hacia Bélgica donde reside su hijo
Sirio, su nuera María Josefina y su nieta Carolina.
cuando regresa, el sr. D'Artagnan Pedezert la invita a inte-
grarse a cX 144 Radio Rivera. DesCe noviembre de ese año
hasta ahora realiza su programa Ary*tíffosmfras.
si embargo no abandona el canal de sus amores y alterna
su vida con tareas domésticas.
Al comienzo de su carrera fue invitada a trabajar en canal
'13 de Buenos Aires y en la TV lmembuy de San Fablo.
Én 1972 fue contratada para trabajar en Montecarlo TV
Canal 4 de Montevideo.
En marzo de 1977 viaia a París, donde se encontraba su
hijo. Luego de recorrer museos y lugares históricos de la Ciu-
dad Luz durante dos meses, Se traslada a Madrid donde resi-
dían dos,de sus hermanas, las acompaña durante un mes y
regresa a Rivera.
En 1979 viaja a Europa nuevamente, esta vez a Bruselas, a
fin de conocera su nietita Carolina, de tres meses.
Con su hijo Sirio y su nuera María Josefina, ambos usufruc'
tuands una beca universitaria, comparte la vida durante un largo
y fascinante año, en el transcurso del cual visita Londres, Arns-
terdam, Colonia y Frankfort
Viaja varias veces a París y finalmente con su familia se
traslada a España recorriendo Madrid, Valencia y Andalucía.
En éste interín conoce al editor José María Gutierrez de
una firma de Madrid, quien se interesa por la novela de la escrito-
ra brasileña citada y contrata a Soledad López par:a la traducción
de la obra al castellano.
En octubre de 1981 sale la edición española con el título EI
gorrión es un pájaro azul, que se distr:ibuyó en Colombia, Ve'
nezuela y México. Luego de su regreso Soledad sigue escribien-
do y publicando sus trabajos, alternando con viajes a diferentes
ciudades del sur del Brasil y Argentina y departamentos del Uru-
guay.
Por terceravez viaja a Europa en 1989. Va directamente
a Madrid donde reside su hermana Elsa, pero su viaje tiene
como obje'tivo la presentación de su segundo libro publicado
en España.
86
En 1973 contrae enlace su hija Anahí con José A. Duarte
de cuya unión nace la nieta bautizada con el mismo nombre que
la madre.
En julio de 1977 nace otra nieta: Solange paloma.
Dos años mas tarde nace en Europa su nieta carolina y
nuego, en 1983, su único nieto: Sirio Roberto.
La familia sigue creciendo con la llegada de simeone, doce
años después del nacimiento de Solange.
En 1991 contrae enlace su nieta mayor que pasa a residir
en Montevideo y al año siguiente nace una niña que también
lleva el nonnbre de Anahí.
A la edad de 58 años soledad López se convierte en bis-
abueNa, título que ostenta con evidente orgullo y honda ternura.
Actualmente su hijo sirio se desempeña como profesor de
Filosofía en la Universidad de Río Grande (Brasil) y su nuera
María Josefina como profesora de españor en la mísma universi-
dad.
soledad asogura que su hi.io es un escritor innato y de mu-
cho prestigio, ha publicado dos libros de su especialidad (Fíloso-
fía de la Liberación) y tiene dos noveras a puhlicarse próxima-
mente.
se doctoró en Filosofía en la universidad de Lovaina (Bél-
gica) y su nuera es licenciada en lingüística.
sostiene que como escritora riverense (así se denomina por
amor alterruño) ha difundido en todos los países que ha visitado ta
excepcional peculiaridad de esta frontera que tanto ama.
Tiene la convicción de que er misterio de la creación artísti-
ca radica en que todos sus componentes deben transitar por el
mismo sendero, razón por la cual ha de unir la plástica con la
literatura.
Por eso uno de sus libros: Estupor de rosas desveladas
está ilustrado por varios plásticos de gran prestigio dentro y fuera
de fronteras, entre los destaca la personalidad de osmar §antos.
En uno de sus libros para niños lo define como El pintor de
Rivera, correspondíendo destacar que el citado artista plástico
ha ilustrado a cinco de sus libros.
soledad se siente privilegiada pues ha gozado siempre del
caríño de su gente, a través de gestos imperecederos.

87
Ha trabajado incesantemente, sigue colaborando con el dia-
rio Jornada, integra el taller literario y afirma que más que nada
despliega se ternura de mujer en la hermosa tarea de ser madre,
-y,
abu'eta ahora, también bisabuela
Finalizamos esta nota repitiend* sus emoeionadas palabras:
cada vez que abro los oios por la mañana, agradezco a la vida
por haberme brindado esta cosecha de luz y rosas, que ilumina'
'rán
en recodo que me tlevará un día, al universo del misterio
eterno.

OBRAS PUBLICADAS

1 960 Tiernamente. Poemas. Ed. del Norte.


1 961 El precio de la miseria. Novela. Ed' Rolleri. Montevideo.
1 968 20 poemas de amor y un olvido. Poemas. Prólogo de
Juana de lbarbourou.
Ed. A. Folha Popular. Sant'Ana do Livramento.
1 983 Ronda y Luna. Páginas para niños. llustraciones de
Osmar Santos. Ed. Copicenter. Sant'Ana do Livramento.
1 984 Bermeia y Orientala. Canto a Rivera en el primer cente-
nario de la creación del departamento 1884. Rivera 1984.
llustraciones de Julio Sander. Talleres gráficos El
Riverista.
1 986 EI Cometa hlalley. Libro para niños. Serigrafía de Julio
Sander. lmpresora Atlántida. Rivera.
1 986 Estupor de rosas desveladas. Poemas. Libro bilingüe,
ilustrado por diez artistas plásticos. Edigraf. Sant'Ana do
Livramento.
1 99ü Vivir. Cuentos. Portada de Vícton González. lmpreso en
Línea. Rivera.
1 981 Juana de lbarbourou para niños. lntroducción y edi-
ción preparada por la autora. llustraciones de Víctor
Firrongelli. Ediciones de l-a Torre, Madrid, España.
1 994 Buendes. Libro para niños. llustraciones de Osrnar
Ferreira. Ed. lmpresora Atlántida, Rivera.
88

I
CON OTRO§ AUTOR-ES

'991 Taller: del sábado a las 14:30. Ed. A.T.G. Rivera.


'994 Nosotros. Cuentos. tmp. Ailántida, Rivera.

TRADUCCIONES AL ESPAÑOI
DE OERAS EN POR,TUGUE§

977 Teorema. Poemas de Telmo padilha. Bahía. Ed. La Ban-


da Oriental, Montevideo.
981 El gorrión es un páiaro azul. Novela de Heloneida stu-
dart. Edíciones de La Torre, Madrid, España.

DiSTTNCIONES

1985 l-aureada con el prímer premio de poesía en Flío de Ja-


neiro. Brasil. Shogun Arte.
'1986 obtuvo el 2e Premio del concurso de Remuneraciones
Literarias del Ministerio de Educación y cultura con su
libro para niños: E! corneta l-!a!ley.
1993 Marco de oro. Premio otorgado por la lntendencia Mu-
nicipal y la Junta Departamental de Rivera, por su
trayectora literaria.

89
Voy por tus calles del braza de esa luna
que cuando ehico nze corría por la plaza
y en el verano' con sus lágrimas de espurma
ibafiltrando por la p&rrfl su blancura
y había estrellas en el patio de mi cuss-." !

VICTORTO GUILLERMO CHAPARRO


Manicero, canillita, riverense orgulloso de su origen

F sta nota tiene un comienzo realmente "insólito". Suena el


E i"i¿tono, atiendo y una voz inconfundible, expresa con un
volumen de "hincha" festejando un gol:
-¡Negritol: esfás hablando con chaparro, tenía muchos de-
seos de iaber atgo de ti pues ta úttima vez que nos vimos fue
hace ya varios añas en Parque del Plata.
confieso que me emoc¡oné conectarme con alguien a quien
conocísiendo él casi un niño, especialmente en aquella inolvida-
ble época en que viví las alternativas de la fundación del Club
Atlas y del enjambre de chiquilines que se acercaron a colaborar
con §u presencia, dinarnismo, cariño y solidaridacl, una obra que,
como dlce una canciÓn popular, ... se fue para no volver"'
¿Quien en Rivera, excepto los que se han integrado a nues-
tra eiuelad en los Últimos años, no saben quien es Chaparro?
Para los pocos q[Je no lo conocen me apresuro a presentar-
lo con todo gusto: se trata de Victor Guillermo Chaparro, popular
vendecior de diarios y revistas, integrante del eEuípo de Ourí, en
aquellos años comprendidos en el entornCI del Centenario. Unos
años antes u otros después de aque! señalado año, no influyen
mayormente en la narraciÓn.
Luego de hablar con ál lo invité a concurrir a mi casa'
Entendí ELre este era L¡R riverense que merecía se divulga-
ran sus andanzas por la vida ya que méritos Sobrarlo§ ostentaba
para que los Xectores tuvieran rroticia.§ de tan singular personaje.

s0
Aunque no es necesario que lo diga, chaparro es un legíti-
mo representante de una clase social que luchó incansablemen-
te, con enorme sacrificio, superando como pudo fas ñorcas
caudinas de una época particularmente compleja de la vida rive-
rense.
Y lo hizo con lealtad, con decencia, con una conducta que
no va más allá de alguna travesura de niño similar a la que todos
hemos cometido entonces: é1, yo y usted, estimado lector.
En esta serie de libros donde se han destacado los aspec-
tos biográficos de una serie de personajes importantes (poetas.
escritores, pintores, ed ucado res, deportistas, un iversitarios, rel í-
giosos, periodistas, comerciantes, etc.) siempre tiene cabida un
comentario sobre la vida de un hombre de la mas humilde extrac-
ción social: canillitavendedor de diarios y revistas, an'riEo de todo
el mundo, servidor espontáneo de todos los que de ér necesita-
ron, sin preocuparse de la personalidad exuberante o modestísi-
ma de quien recurría a él en cualquier ernergencia.
Fue un pobre que tuvo la feliz oportunidad de demostrar
que el Destino también sabe reconocer las virtudes de quien os-
tenta la suprema riqueza de comprender que la verdadera mi-
sión del hombre no es solamente la de adornarse con los orope-
les de un modus vivendicírcunstancial, sino disfrutar del placer
de constarle que nació para misiones más trascendentes.
En las varias ocasiones que conversé con Chaparro debo
confesar que me asombró con las demostraciones de una me-
moria poco común.
En efecto, conoce a todos los riverenses de su época juve-
nil, característica a la cual sin duda lo ayudó mucho el trabajo
que realizaba día a día en contacto permanente con gentes de
ambas ciudades vecinas.
A mi me hablaba de una persona llamada Fulano, casado
con sutana, que fueron los padres de Menganito y de varios hi-
jos mas, rigurosamente ídentificados, y yo liquidaba el diálogo
afirmando que efectivarnente conocía a Fulano, a Sutana y a
todo el resto de la prole.
Lóglcamente yo no recordaba a nadie de los nombrados,
pero si a chaparro se le hace este comentario élse encargará de

91
que efecti-
seguir agregando información para que usted afirme
vamente se acuerda de los involucrados en la charla.
Nosotros vamos a dejar que Chaparro diga lo suyo'
Adverlimos que en la mención de los nombres no existe en
algunos de ellos, una identificación precisa'
Algunos aparecen con nombres escritos (errores de origen)
solo el
con eviáentes iallas ortográficas, de otros se menciona
apellidoymuchosfiguran,apenas,conelapodo'detallemuy
fücuente este último en la jerga fronteriza'
Pero, allá vamos, con Chaparro y su mundo'
Ne 322
Nació en la calle carlos Reyles, Manzana catastral
de Rivera, entre san Martín (ex Lambaré) y Dr. Ugón (ex
Camacuá) el 5 de abril de 1924'
que se-
La citada Manzana se halla justamente en el límite
Peraza
para el Barrio detcentrodel de Rivera chico, según José
Lavin, autor de una interesante publicación sobre Nomenclatura
de Rivera.
Lacasanatalyanoexiste'Formabaantiguamenteparte
del Barrio La Humedad, detrás de la Plaza de Deportes,
a unas
(¡ojalá
dos cuadras de la zona donde termina la vía delferrocarril
vuelvan a sus rieles nuestros queridos trenes de antaño!)'
su padre, pintor de letras, nacido en Durazno, fue Nicanor
Braz,
Chaparro (apodado etquerido), siendo su madre Doña Auta
nacida en Livramento e integrante de una familia poduguesa'
Én su casa natal (sobre la calle Reyles solo existían tres
viviendas) vivié hasta 1931 y recuerda en sus alrededores a los
vecinos siguientes:
Teodoro Brito (casado con lmbelina santos), Eugenia Pereira
de Lima, Don Regino Mendez casado con Doña Jacinta Manfredini
(dice chaparro qi. conoció a todos los hijos, excepto a Aparicio
y a nm¿iico); iacinto González (guarda aduan.ero)' Perico
(padre de va-
il¡1autone, Micol (hermano de Hermes Micol), Gallo
rias maestras), éonzalez (uno de sus hijos, ,Ataulfo fue Jefe de
los
eonreos), los Barbitta (una de sus irijas se casó con Parreño),
cheloni, los Trentini, y el almacén de Fervenza al lado del cual
(Diego l-amas y Nieto Clavera) se mudó Chaparro en 1932'
(traba-
También recuerda de ese barrio a Dindo Azannbuya
jaba en la usina), Émilio Paribelli (sub-jefe de la Estación), al

s2

t
:,.arda Gré y la fannilia Palorneque (23 hermanos a los cuales
, :.roció).
Aunque en su andar diarío reer¡rría todos ios rincones de
'l
. -:bas ciudades, la zona habitual de la actividaef de chaparro se
.', sarrollaba e¡r las adyacencias de su casa, pudiendo estable-
l
':"se dentro de los siguientes límites: Avenida Brasil, Nieto Cla-
rl ::a, A. Ortega y Tangarupá.
Y

En 1930 ingresé , ," * Ne 1, cuyo Director era Don


:ablo Fons. Tene un recuerdo muy grato de las dos rnaestras
- -e cCInoció en su fugaz incursién por las aulas de primaria: Leda
':latt!eri y Elida Botella.
La neeesidad tiene cara de hereje, dice un viejo refrán y
-ercn menesteres inaplazables los que obligaron a Chaparre a
: landonar el banco escolar luego de 1s o f 0 días de asistencia.
Tenía que aamer afirma y la alternativa no adrnitía dudas.
.-:jé su lugar en e! banco escolar que dunante tan breve lapso
-, "rpartió con Cicerón Benítez, Arístieles Vega y Fatiiila"
Al habiar de r¡raestres cuenta r{ue á través de su aetividad
-:ir']c i'epartidor de diarios y revistas evoca eon sran afecta a
-:-'rcadores ccmo Juan castillos, ltalo eastilios, Gílbe ffio da cos-
': übrer, Diego Vega y a las hermanas María l*uisa y pochonga
- -l',i6
- *.y v.
Es de señaiar que algunos años después, ya en la época
--,e había constituido su propio hogar, durante algunos meses
.aió, a través de clases particulares
con Ema Julia cazarré,
-rolorar algo una orlografía que
luego le permitió, decorosarnen-
. resolver sus problemas de futuro.
Su trabajo habitual, comenzado en 1986, cuando tenía 12
:ños, se extendió hasta comienzos de 1gT2, aunque correspon-
:= señalar que su espíritu de iniciativa, su tesén por salir adelan-
: avalado por una condueta irreprochable en la esfera cCIrner-
ai, lo llevó en la década del 70 a dedicarse a ra construcción.
Construyó (con ei apor"ie efectivo de sus propias manos en
¿reas originadas en las s^r:is¡nas obras) siete casas en las
-:yaceneias de la fi:tuna Avenlda Presidente Viera, que poste-
:rmente vendió a fin de adquirir una propiedad situada en la

93
calle Sarandí, frente a la casa que por aquellos años tenía un
buen amigo desaparecido: Fernando de la Fuente'

En 1945 había contraído enlace con Amelia vereciartú, unión


de la cual nacieron Graciela y Guillerrno'
su hija Graciela, quien había culminado su carrera de abo-
gada, falleció, siendo aún muy joven, ante la desolación de una
iamilia que sigue aún sintiendo las consecuencias de una trage-
dia tan sentida como injusta.
En cuanto a Guillermo se desernpeña en Buenos Aires como
periodista, siendo también autor de varios libros'
Volviendo a su primera época, digamos que sus orígenes
laborales comienzan con la venta de maní en las calles de am-
bas ciudades fronterizas.
con una bolsa al hombro y cobrando un vintén pcr cada
tarrito, vendía los maníes que él adquiría a Feliciano Duarte o en
los boliches del barrio. Cuando los compraba crudos, se los tos-
taba Doña Rosa Vargas de Alonso.
Además de la venta de maní, fue vendedor callejero de fru-
ta, empleado de César Rehermann, en Santana estuvo trabajan-
do en el n"lercado de Maluf (Tamandaréy silveira Martins) y re-
cién despuás se dispuso a trabajar en el rarno de la construc-
cién"
un par de años anduvo cargando la bolsa de maní o dedi-
cándose a las otras tareas mencionadas, pero antes de probar
suerte en la construcción, volvió a su vieja labor: venta de diarios
y revistas.

Én su actividad callejera conté con la colaboración del Pa-


dre Domingo A" Lor (que fue quien lo casÓi y de Dern urnbefio
Curi, un hombre cuyo reeuerdo despierta en ehaparro
rernembrarlzas mUy afectuosas y sinceras, afirmando que con él
se cclmportó como un verdadero padre"
A prin*ipios de 19,43 se instaló en sa!'andí 319, frente a la
casa Siñeriz. Alquilé allíun salÓn a $ 8.0§ por rnes, eon la garan-
tía ele Doña fielina Leal de ,§egarra, quien fu* madrina d* eu
easamient0"

s4

I
:gregó a slj neEocio ia venta de cigarrillos, lotería,
libros;
' : a, chucherías y golosinas y que él compraba directamente
: -:¡os Aires, con el consiguiente ahorro.

:n1937 (volviendo un poüo atrás en la narración) en uno


.-s:recuentes viajes a Montevideo, fue repartidor de leche de
e
-:rmanos Aguirrezabala, quienes ie pagaban $ 3.00 por rnes
. :abáñ, además, un litro de leche.
:e aumentaron el sueldo a $ 10.ü0 pero é1, con sus aho-
a . j -rspuso de lo necesario para regresar a Rivera.
ln el viaje en ferrocarril no tenía ni i.¡n centésir"no para co-
S
. 3€ro aiií encontró una salida a la situación: se juntó a ctro
='a.l.an pata como é1, que tenía una guitarra; cantaron en dúo
.-:ias reeorrían los vagones y con lo recolectado pudieron
'. ^-
a/,
Ai regreso a su pueblo siguió vendiendo diarios.
Sin querer magnificar la situación, agrega Chaparro:
?asé rnwy malos mamentos. Con frecu*ncia no tenía que

Reconozco que tampoco rne preocupaba por ahortrar, pese


"- Jo íne cansidero un hombre de suefte, sin alviCar que en
. *.as
C
oporÍunidades Cebí dorrnír en la calle parque fui echaCo
. a pensión.

a' Y en lo que se refiere a la parte anecdótica, he aquí algu-


]S -os episodios y comentarios que tuvieron a Chaparro como pro-
=gonista.
En 1943 se le ocurrió fundar un club de fútbol integrado
a- ::talmente por canillitas.
10 Disputaron el ascenso a Primera División enfrentando a log
,o 4uipos de reserva de los clubes que ya integraban la Primera, o
ci sea, Oriental, LaValleja, Peñarol y Artigas.
Tenían buenas posibilidades, pero al perder el último de los
'a :artidos frente a Oriental, el cuadro se disolvió.

Como ya lo pondremos de manifiesto alfinal de la presente


::a, Chaparro fue un hincha feryoroso delClub Deportivo Atlas,
95
cuyos jugadores de básquetbol en su mayoría formaban parte
del conjunto que bajo la orientación del Profesor de Educación
Física y Director de la Plaza de Deportes, Sr. Vicente Villanustre,
desarrollaba este deporte que en ese entonces ya comenzaba a
atraer la atención de la juventud.
Cita Chaparro a los siguientes:
Juan Rebollo, Evaristo Dico Severo, Enrique Silva, Carmelo
Bremerman, Pepito García, Nenito Montani, FlaúlAlonso, Ramén
Scaletti (hermano del cohetero'¡, Beltrán Pedroso, Rolando
Quevedo Brumn, Jacinto sosa, José Posada (hijo del donante
de la Man zana donde se construyó laPlaza de Deportes), Luis y
Federico Díaz, hermanos Leivas, entre otros.

En el verano de 1940 se adhirió a una huelga contra Umbefio


curi. El opina que fue un gesto disparatado ya que si había al-
guien que en todas las circunstancias apoyó al gremio de canilli-
fas fue Curi.
Elorigen de la huelga radicaba simplemente en una acusa-
ción, contra un veterano, de haber cometido un pequeño delito.
Felizmente una gestión exitosa ante Don Ventura Pirez, Jefe
de Policía en aquella época, arregló la situación y ¡todo el mundo
a vender diarios!

Una vez se reuniÓ en la Casa del Empleado con Lalo


Mendoza, Carmelo Sosa, Otilio Bottino, lt/ario Alvez, Bernardino
Rodríguez, Yuyo Mendoza, lvo Perez y alguno más, con el pro-
pósito de fundar una sociedad nativista, pese a que ya existía La
Criolla.
Para ponerle nombre a la nueva Sociedad, Lalo y otros dis-
cutieron largamente. Lalo quería ponerle El horcón del medioy
otros preferían ponerle Nativistas auténticos.
Se conversó mucho pero nunca más volvieron a reunirse.

Chaparro eru hinchade Lavalleja, equipo en el cual su pa-


dre había jugado en el puesto de half (marcador de punta, que le
dice¡r ahora).

96
El amiEo Chaparro jugaba de entreala (en
-'téctor scarone, nada menos), habiendo jugado
el puesto de
a
sólo un partido
I s¡r Primera (año 1938) pero abandonó ya que el fútbol no le po-
:ia proporcionar lo que él necesitaba en rnomentos difíciles.
Comenta que el primer gran cuadro que vio jugarfue Orien-
'e I en 1931, con: Laxalde, Pedro Mendez y
Banana,D,Alesandro,
¡uán cor y Fablito Labarthe, Flomeo silveira, Moreira (MingoteJ,
t^ Sortagaray, Mauricio de los Santos y Justo Tamborindegui-
o Otro gran cuadro fue para él el Lavalleja en 1g32: Tito
e 3amps, carballo y Lino Alves, trloríbaldo Lara, Graciano Acosta
)' 1 Mauro Tocade los Santos, Nenito paz, Viola, Añur Neoquesau,
\{ingote Moreira y Justo Tamborindegui.
En un comentario al margen dijo que a pascualito Rodrigo
i"rvo opoftunídad de verlo jugar cuando el gran centre farward de
as selecciones de Rivera estaba en el ocaso de su carrera.

En cierta ocasión (década del 60i aparecié pcr Hívera un


. áño, que frecuentaba ei caf¿á Es Troní* frente a la fienda
1 'eriz. liábilrnente
consiguíó darle forsxa a una ca/esifa que por
- xenos a él le dio buenos resultados: eCImpraba autos usados
:s vendía a precios relatlvamente módieos.
Los compraba a arédito, pero los vendía pagaderos al con-
.^
- .u.
lg cuando los resultados recogidos fueron adecuados, el ita-
'o :ic se evaporó. En la Sasa del Empleado los damnificados
- : r la maniobra se reunieron en asamblea y uno de ellos hizo
--ccién a fin de que se le
i, rcontrar a Busconi.
autorizara viajar a Milán y tratar de
=
La idea no tuvo ambiente ya que otro dijo: después tone-
'cs que valver a ltalia para traerlos
)y a los dos.

Como ya lo expresáramos, Chaparro fue en sus años mo-


zos un incondicional partidario de Ailas.
Desde que el nuevo club apareeió en elambiente fronterizo
)a-
pretendiendo darle una nueva imagen al desarrollo de los llama-
ie
dos deportes menores (el 1g de agosto de 1g40 señala la fecha
de su fundación) allí estaba élalentando con sus gritos y optimis-

97
mo contagioso a aquel grupo de amigos con los euales había
alternadsln partidos que improvisaban en la rÚstica cancha de
piso de tosca que tenía la Plaza de Depoñes'
La estrella que acompañó al nuevo club en sus nuevos
pasos pronto se aPagó'
' (depoftivas, eco-
¿Alguien tuvo la culpa? Las circunstancias
pudie-
nOmicásletc.) que definían a Rivera en aquella época no
ron superar la indiferencia que ostentan inexplicablemente los
pueblos hacia ciedo tipo de actividades '
No hay que buscar ningún pretexto o explicación. La reali-
zación es esa Y Punto.
volvamos a chaparro. cuando el Día de la Educación Fí-
sica {22 de octubre de 1940) debutÓ Atlas venciendo al equipo
santanens e de lraiá, allí estaba nuestro personaje. La base del
equipo estaba constituido ese día por García, Juan José Noli,
Enrique Silva, Juan Rebollo Y Dico.
Pero su alegría máxima la vivió el 1e de diciernbre de ese
añc, cuando se inaugurÓ elAflas sfadiufi?, denominaciÓn exce-
sivamente desmesuiada y vanidosa para las nnodestas instala-
ciones de la calle ltuzaingÓ'
No hubo ceremonial (salvo algunas palabras a cargo del
amigo Dr. Faustino Pereda); no se sintleron los acordes de nin-
groá banda de música; ni la cohetería de Scaletti, ni la presencia
de autoridades...
Attas nació desvalido, pero no por eso dejó de contar con
la adhesión bullieiosa de una legión de chiquilines que con su
griterío le dieron una calurosa bienvenida.
Entre ellos estaba chaparro: gritón y nervioso como nunca,
corriendo por todos lados, ayudando en lo que estaba a su al-
cance, trepando incansable los tablones de algo parecido a una
tribunaque con criolla audacia se había construido con madera
procedente de lo que quedó del incendio del Cine lnternacianal
contagiaba a rnuchos una euforia que le salía del alma.
Para él y para muchos fue sin duda una noche inolvidable.

Y cerramos esta nota que con mucho afecto hernos dedica-


do a narrar algunos de los principales aspectos de la victa de un

gB
:oterráneo cuyos méritos quizá no hayan sabido aquilatar en su
"aal dimensión algunos riverenses que siguen creyendo que el
a@rte de los que han brindado lo mejor de su intellgencia y dina-
-rismo para jerarquizar el desarrollo de nuestro Departarnento,
s gue centrándose exclusivarnente en determinadas clases so-
:,ales, olvidando injustamente el aporte decisivo, con aristas de
*eroicidad, que
al servicio de la misma causa han puesto ciuda,
lanos de humilde origen cuya personatidad nos honrarnos en
:estacar.

99
"Murió tu Padre, es verdad
lo lloras, tienes razón,
pero tu resignación
que existe una eternidad
do no hay Penas,..
Y en un trozo de azucena
ntoran lns iustos cantando..."
(R. Darío)

Ninguna zanja del destino detuvo su vocaeién


MARIA DTLMA OLTVERA PINTOS
Un toque de color sobre el gris de Rivera

F xoerimento una satisfacción muy especial en destacar larive-


ca-
ffi *r; que en el desenvolvimiento de las artes de su energía
plásticas
renses está alcanzando una fiEura cuyo ¡mpulso
creadora puede fijarse en el tiempo en el correr del añs 1982,
cuando guiada por la mano de la providencia inició Sus estudios
en la Eáeuela de Arfes Apeles de Livramento, bajo la orienta-
ción de un verdadero maestro en elarte de descubrir alumnos de
venturoso porvenir: el Profesor Osrnar Santos'
Esa arlista que hoy ya es una realidad indiscutible se llama
María Dilma Afivera Pintos y destaco el mérito especial de su
obra si tenemos en cuenta todos los altibajos de una vida que no
se caracterizó por la paz espiritual que siempre eS una aliada
invalorable cuando se trata de alguien que además de proceder
de una zona rural alejada de la capital departamental, ha tenido
que vencer enormes dificultades derivadas de circunstancias de
iontenido afectivo cuya valoración merece tenerse en cuentá'
Lo que acabamos de decir representa para nosotros una
especie de revancha, muy amistosa en líneas generales, sitene-
mos en cuenta la forma como algunos Sectores de la sociedad
uruguaya, disfrutando de todos los privilegios que les brinda una
po.Ttioá realidad económica y familiar, a fin de alcanzar fácilmen-
te las metas que otros anhelan Sin esperanzas, desperdician, en

100
actitudes que muchas veces no adm¡ten retarno,las oportunida-
des que se le ofrecen a quienes desean curtivar sus inquietudes
aftísticas dentro del mundo rnaravilloso de las artes y las letras.
Escribimos estas líneas (24 de agosto) .uunáo llegan a
nosotros, con significativa intensidad, los impaetos de una situa-
ción que ha provocado grandes reacciones en la masa estudian-
t¡l .

lgnoramos como y cuándo se llegará a ia instan cia del pun-


to final.
La pasión, especialmente cuando se refugia en las mentes
de los jóvenes y niños es siempre una mala consejera.
Quienes hemos visto transcurrir muchos años ocupando los
bancos del estudiante o el pupitre del docente, sabemos bien
que ese tesoro de experiencía que hemos ido recogiendo paso a
paso entre el bullicio de los patios estudiantiies o las discusiones
(exaltadas muchas veces) en los sarones de profesores, consti-
td- tuyen la esencía de algo que no nos resignarnos a perder.
re- Borraríamos la historia de un siglo alimentado por la capa-
Ía cidad creadora de tantos educadores cuyo recuerdo y sentimien-
12, to de gratitud debernos mantener incólur¡'¡es, una obra que no
OS corresponde ser analizada y revisada por núcleos que recién
tcl- comienzan su tránsito por la vida, o por otros que la han transita-
de do nnás de lo debido...
Evidentenrente estamos ante un gesto de vanidad que se
na exalta hasta llegar a la soberbia.
SU Pero, no es nuestro ánirno agregar más leña a la hoguera.
no Los medios de comunicación se encargarán de definir las
da posiciones de cada uno, con la esperanza que la lamparita
del
ler gesto comprensivo de estudiantes, profesores, autorídades
uni-
do versitarias y farniliares de estudiantes, perrnanezca encendida
de en el alma de quienes desean lo mejor para los que estarán des-
;
tinados a orientar al mundo del mañana.
na
e-
ad
Tendríamos muchos argumentos más en esta encendida
polémica, pero pieferímos entrar de lleno en el comentario
na cuya
rfl-
finalidad es destacar hasta donde se puede llegar, en el caso de
la educacién, cuando el que desea salir adelante t¡ene la presen-
3n

101
cia de ánimo, elfervor, ei espíritu de lucha para venser los escCI-
llos que la vida le ha ido presentando, que han ido jelorrandc Ia
aetuación de esta mujer riverense qile Se vá asereÉncjo, {[rme-
mente, a Colocar su nonnbre en la llsta de !*s ar{ista§ riveren§es
que hoy son triunfadores, pese a quicl: rJese'
De las menciones biográficas ri* [a pinte,ra surgen nítida-
mente como enfrentÓ una serie de *ircunstarieias negativas y
logró finalmente alcanzar la meta anhelada.
"1947, en la Sexta Sección del
Nació el 12 de febrero de
Deparlamento de Rivera, en !a zona rural de Amarilla-
Sus padres: Enerino Olivera y Ernelina Pintos.
No conocié a su padre, pues este rnuriÓ 5 meses antes del
nacimiento de María Dilma, a la edad de 20 años.
vivié durante dos años con su madre, abuelos y un herma-
no rnayor.
§u madre, que vive actualmente en Joaquín Suárez Na 333,
Contrajo enlace nuevamente con un señor viudo que tenía seis
hijos, con los cuales pasó a convivir como si integraran una sola
familia.
su madre, después de su segundo casamiento, tttvo otros
dos hijos.
A tos v afios,cuenta Mlaría Dilma, me ínternaran en un cole'
gio católico (Teresiano) camo pupila y es ahí donde pasa a vivir
una existencia muy solitaria, leias de mi {amilia.
En el crsleEio estudié música y cuando mi famitia decide
pasar a residir en la Ciudad, yo ingreso a la Escuela PúblicaJosé
Pedro Varela, continuando el Ciclo Biásico en ef Licea Üra. Celia
Parnol§.
En 1964 me casoy tengo dos hiios. Me divorcia después de I
olha añas de matrimonio y comienzo a trabaiar Cornfr vendedara
de tibros de una Editorial dwrante diez años.
En el año 1976 vuelvo a cantraer matrimoni? y nace mi ter'
cer hija.
Qaiera destacar que estoy espiritualmente identificada con
mi padre, quien fatteció fulminado par un raYa; su presencia me'
tafísica me aezm7añó siemPre'
tlna rnañana de verano llevét pineeles y pintwra y pinte ave'
jitas y cosás en la urna que guarda sus resfos.

102

¡. ;
cuando vendía líbros siempre me encantaba ta vida y obra
:e los pintores y me fue gustando de tal manera que en l gg'l
tgresé en la Escuela de Arte en Livramento, aprendiendo dife-,
entes técnicas con el Profesor Osmar Santos.
En el año 1986 ingreso al taller del pintor Nelson Ramos en
ftontevideo, viajando los fines de semana, trabajando g horas aÍ

Hemos efectuado una transcripción parcial de la narración


:e la pintora entendiendo que Ia elocuencia de sus palabras son
:e tal significación que confirman lo expresado al comienzo de la
:'esente nota.
Los enco ntronazo.s con la realidad de una vida que le en-
señó a seguir un camíno iluminado desde el cielo por las mismas
:ndas que fulminaron a su padre cuando ella era muy niña, le
.¿ .:
jreron la fortaleza necesaria para enfrentar situaciones que sola-
rnente a espíritus superiores se les permite transitar por ser la
-uta de los triunfadores.
Le hizo frente a la fatalidad con serena esperanza en sus
'ls aJerzas, amparándose
de paso en una vocación que la irnpulsó
altriunfo.
¡J- Y lo logró

como comentario final, rnuy expresivo por ciefto, sintetiza-


)sé
ros la obra llevada a cabo por Maria Dilma desde sus comien-
zos en 1982, hasta su Exposición lndividual SESC Lívramento"
tl¡a

ESTUDIOS REALIZADOS
:)ia

Escuela de Añe Aspes Livramento 1982 con profesor Osmar


Santos.
'an Taller de Nelson Ramos. C.E.A. 1gBS. Montevideo.
.e- Dibujo: Adriana Gutiérrez. Rivera"
t i:)-
Cerámica: Profesor Luis Ospitaleche.
Historia del Arte con Carlos Scarinei, Arlindo Trevisan.

103
EXPOSICIONES COLECTIVAS

1 984 Vl Salón de Artes de Rivera.


1 986 Vll Salón de Artes de Rivera.
1 986 Exposición lnternacional de Añe Correo Por la liber'
tad de Mandela.
1 988 Nuestro Arte. Teatro Municipal de Rlvera.
1 988 ll Salón Nacional de Afies. Rivera.
1 988 Asociación de Alberguistas del Uruguay. Montevideo'
1 989 Vl Salón Nacional de PaYsandÚ.
1 989 lntegra Museo Municipal de Artes. Livramento'
1 989 Mujeres. Galería Parlenon. Rivera.
1 990 Muestra de Arle de la Mujer. Alegrete. Rio Grande do
Sul. Brasil.
1 990 Arte de la Frontera. Atelier Livre da Prefeitura. Potlo
Alegre.
1 991 20 años Taller C.E.A. Biblioteca Nacional. Montevideo.
1 991 Exposición Bi-Nacional de Artes Plásticas. Rivera-Li-
vramento.
1 991 Vl Concurso de Pintura. Embajada de Chile' It/ontevi-
deo.
1 991 lntegra Pinacoteca del lnstitulo Dra. Celia Pomoli. Ri-
vera.
1 992 lntercambio Cultural Bagé. Livramento.

EXPOSICIONES INDIVIDUAI,ES

1 992 Exposición lndividual. Prefeitura de Livramento. Salao


Nobre.
1 994 Teatro Municipal de Rivera.
1 995 lntegra Museo de Artes Plásticas de Rivera.
1 996 Exposición lndividual SESC. Livramento.

104

L
PREMIOS OTORGADOS

1 989 I Salón de Artes Livramento. Mención de honor.


1 990 l1 Salón de Artes Lívramento. 2e lugar Categoría pro-
puesta.
1 991 lll Salón de Artes Livramento. 1", lugar. Categoría pro-
puesta.
1 993 I Salón de Artes Plásticas del Norte. Rivera. Mención
de Honor.

),

r-

105

I
El salteño que conquistó Rivera

WILMAR PEREIRA ARANGUIZ


Publicista, dibujante, decorador, pintor, etc.

§n plena zona rural (6a Sección del Departamento de Salto),


l- nació el 1e de abril de 938, Wilmar Pereira Aranguiz. Cuan-
1

do solamente tenía cinco años de edad se incorporó con el resto


de la familia (su padre era hacendado) a nuestra ciudad de Rive-
ra, donde logró una muy merecida nombradía por su labor como
publicista gráfico, dibujante, caricaturista, serigrafista y decora-
dor comercial, sin olvidar su actuación como Profesor de Publici-
dad Gráfica en la Escuela Técnica de Rivera (dependencia de la
Universidad del Trabajo del Uruguay) y Profesor de Dibujo y Pin-
tura en su propio taller.
Sobre sus comienzos en la actividad artística, él se expresa
así:
Eramos una familia compuesta por nuestros padres y cinco
hermanos, tres de ellos varones.
En ese entonces vivíamos en una casa de la calle Artigas,
casi José Pedro Varela.
Corría el año 1942 y el mundo vivía aun los últimos años de
la 2c Guerra Mundial, situacíón que se reflejaba en la depresión
económica y anímica que envolvía a todos los países y por tanto
Rivera no era ajena a ella.
A pesar de mi corta edad, recuerdo hechos que me conmo-
vieron, tales como el de aquel día que, en pleno mediodía, el
cielo se oscureció y luego cayó agua turbia, casi negra.
Mis padres y los vecinos decían que se debía a un volcán
de Chile, otros a la bomba atómica, y otros alfin del mundo...
Después mi padre, que era funcionario de O.S.E., pasó a
desempeñarse en la Represa del Cuñapírú y allá fuimos noso-
tros.

106

I -
No hemos tenido la oporlunidad de conversar con pereira
Aranguiz respecto a una serie de aspectos relacionados con esta
rota, que al igual que todas las que figuran en nuestros libros,
:ienen fundamentalmente un conten rdo biográ{íco; pero entende=
rnos del caso dar nuestra opinión sobre una circunstancía que
.uzgamos interesante.
En efecto, cuando un aftista, dentro de las distintas escue-
as y modalidades personales, comienza a darle alas a su inspi-
),

ración creadora, parece lógico suponer que eltrabajo que realiza


tiene su origen en la propia sensibilídad. del que penetra en la
0
esencia de una labor que no es patrímonio de cualquiera que se
i-
decida a cumplirla, sino solamente de aquellos que tienen eldon,
inspiración., la virtud, para lograr tales propósítos.
t- 'a
Pero, si bien creemos que así tiene que ser, tenemos igual-
mente la certidumbre de que es muy importante, decisivo sin duda,
que el artista en ciernes vea facilitadas sus inquietudes movién-
dose en un medio físico y espiritual adecuado.
No solamente nos referímos a un clima de paz espiritual,
a por ejemplo, sino tambíén a las características del entorno geo-
gráfico que define el paisaje, el panorama, que la Naturaleiale
ofrece como marco.
cuando Pereira Aranguiz fue a vivir a la zona de la Represa
i
tuvo ante si uno de los espectácuros más hermosos de la serra-
nía riverense.
5
Y así lo expresa él con estas palabras: De attí guardo re-
cuerdos gratos, como el de pasar días dibujando, tantó tos paísa-
c jes como animales o personajes del lugar.
Entendemos perfectamente sus reacciones. El futuro dibu-
iante entretenía sus ocios y afirmaba la base de su técnica de
)i diseño, teniendo como modero a una naturaleza de delirio, excep-
cional, integrada por corrientes de agua que serpenteaban entre
n
los cerros y cuchillas vecinas, árbores cr:iollos que ofrecían a la
fantasía del diseñador la atracción de sus ramazones retorcidas,
el culebreo de los montes que corlaban zigzagueantes la línea
)-
del horizonte, la belleza salvaje de frores que iban desde ya arri-
mándole colores a su futura paleta de pintor.

't07
Y continúa nilestro artista: Todo eso derivó mi ingreso tar-
dío a la escuela, pues ya tenía siete años, por lo cual cuando me
inscribieron lo hicieron en el Colegio Teresiano.
Recuerdo atlí a la Madre Teresa, así como cuando íbamos
a ta lglesia Matriz, a los padres Domingo A. Lor y Carlos Parteli.
Posteriormente pasé a la Escueh Artigas ,ve l, recordan-
do a los maestros Diego vega (Director), castro, Justo de los
Santos, Luisa Aguinsky y Lita Cazarré.
A propósito de Lita, surge una anécdota el día que un ins-
pector de Primaria visita nuestra clase de 5e año'
La maestra (Lita) nos había deiado so/os un instante para
acompañar
'cuandoal inspector desde el despacho de la Dirección.
llegaron habíamos armado una batahola infernal.
La clase era un caos, con silbidos, gritos, riñas, etc'
El inspector enmudecié. cuando se retiró, Lita nos pasó un
sermón fenomenal, pero mientras hablaba le corrían las lágri-
mas...
De un recuerdo negativo surEe la figura humana de Lita,
demostrando que su apostolado de la enseñanza no era superti-
cial.
Después vinieron los años del Liceo Ne 1. El aña que se
inauguró ingresé a é1.
Recuerdo a Rasa Maciel en Francés; Bolívar Correa en
Matemática; Vlashington Rodríguez en Historia Universal; Nedi
Normey en ltÁusica y al Profesor Gamboa en Dibuio.
lnsótitamente, no tenía buena nota en dibuio con Gamboa
a raíz de un hecho que lo ofuscó. Cierto día hice su caricatura en
el pizarrón, antes que llegara al salón. Como le puse algunos
elementos negativos que lo caracterizaban, alverse refleiado en
ellos, se enoió mucho.
Me envió a la Dirección, donde la Directora, Dra. Celia
Pomoli, completó la sanción.
También fuidibujante de planos de arquitectura después de
estudiar esa disciplina en et vieio Liceo Ariel de Montevideo,
además de Pubticidad Gráfica, mi actividad actual.
Ya con ta opción de trabaiar en publicidad, ingresé al taller
de Sica en Montevideo, agencia de publicidad y carteleria.

108

t ,
Posteriormente en paysandú, en er tatter de correa y
c_attáneo, que trabajaban en excrusívidad para Funsa y
coca
cola, volviendo a Rivera can un contrato con Funsa para hacer
cartelería en Tacuarembó y Rivera.
Todo ello me reportó gran experiencia, de to que resurtó
un
buen manejo de pincet y materiales.
Pero estuvo siempre latente una incursión format por tas
artes plásticas. Esfo se dio tardíamente y aunque seguí
de cerca
la actividad del grupo de ta Escuela Ta-tter aá arteé pásticas,
recién entre las décadas del70/g0, me relacioné con
osmar san_
tos, partiendo de ailí una actividad ptástica sin pausas.
En 1989 ingresé como profesor de publicidad Gráfica en ta
Escuela Técnica de Rivera (ttrtt), cargo que desempeño
ac_
tualmente.
con anterioridad, había trabajado en la lntendencia Munici_
pal en el Taller de pubticidad Gráfica.
como plástico, sotidario con ra vieja tueha de mis coregas
en cuanto a la creación de una verdadera Dirección cultural
Mu_
nicipal que tenga una real potítica cultural, hostigué desde
lgg4
a la fecha a las autoridades, en columnas perioáísticas, primero
en el periódico Jornada y tuego en Diario Norte.
Esto causó diversas reacciones, convirtíéndose en potémi_
ca, consecuencia natural de una región que no ha despertado
aun a una realidad cultural contemporánea.
Pese a elro continuaré en esa lucha mientras viva y
mien_
tras por supuesto, ocurra dicha inercia.
De mi famiria, diré que tengo dos hijas mayores, Andrea y
Adriana y mi señora lvane.

La obra de pereira Aranguiz puede decirse que


se inicia en
la época en que siendo aun un niño se radica con
iu famiria en ra
zona de la Represa y enfrenta con sus lápices, sus colores
y con
su naciente vocación, el desafío de que su mano pueda
trasmitir
al papel aquelra maraviila der paisaje crioilo, qré hemos
hecho
referencia con anterioridad.
Examinando sus datos curricurares encontramos que
eraño
1975 registra en er tiempo su obra de mayor antigüedad
ya qué

103
ese año logra el primer premio en el concurso realizado a fin'de
crear un logotipo para el Club Sarandí.
Vamos a completar esta nota mencionando la participaciÓn
del afiista riverense en importantes eventos artísticos y publicita-
rios, entre los cuales se destacan:

1981 - Salón Municipal de Artes de Rivera.


1982 - lV Salón Municipal de Afie de Rivera.
- I Salón de Artes Plásticas y Visuales de Paysandú.
1983 - ll Salón de PaYsandú.
- V Salón del lnterior en Rocha.
- V Salón N/unicipal de Aftes de Rivera'
- ll Salón Nacional de Artes Plásticas de Maldonado'
- ll Bienal de Primavera de Salto.
- lV Salón de Artes Plásticas y Visuales de San José"
1984 - Gran Concurso de Arle Nacional, de Punta del Este.
- 1u' Salón Nacional de Arles Plásticas de Durazno.
- Vl Salón de Arles de Hivera.
- V Saión Nacional de Artes Piásticas de San José'
- Vl Salón del lnterior en Rocha.
- Salón con seleccién de obras premiadas en Rocha, reali-
zado en el [\lirador Municipal de Montevideo.
1985 - Salón Premia Nacianal de Pintura /nca destinado a mues-
tra itinerante en todo el país.
- Saión de Artes en Semana de San José.
19BO - Salón Municipal de Afies en Rivera.
- Premio Nacional de Pintura /nca.
1987 - lll Salón de Arles Flásticas de PaysandÚ.
- Vlll Salón Municipal de Rivera.
1988 - lV Salón Nacional de Maldonado.
- Vll Salón de Pintura del Automóvil Club del Uruguay.
- ll Salón de Artes Plásticas de Soriano.
- Premio Nacional de Expresión Plástica organizado por
lnca.
- Certamen de Arte Post-Guernika, Gal. Bruzzone, Monte-
video.

110
1989 - Salón de Arles Plásticas de Paysandú.
1991 " XXll Salón de Artes Plásticas de San José.
1992 - Muestra Colectiva Artistas de la Frontera, en Bagé.
1993 - Salón de Pintura Marítima en el Club Naval, Montevideo.
Salón de Artistas del lnterior en San José.
Participación en Premio lnternacional de Pintura lbarra
en Sevilla, España.
Seleccionado en Concurso de Mini Escultura de Galería
Les Marchands D'arts, Montevideo.

PR.EMIOS OBTENIDOS
1975 - 1"'Premio Logotipo Club Sarandíde Rivera.
1977 - 1"'Premio Logotipo lndustrias Lular Rivera.
1983 - Premio Adquisición Salón Nacional Rocha.
- Premio Especial Salón Municipal de Artes, Rivera.
- Premio Adquisición Salón Nacional paysandú.
1984 - Premio Banco República, Rivera.
1986 - Premio creación 30 Años de Turismo en Rivera, Logoti-
po.
t-
1987 - Premio Especial Salón lnternacíonal de Rivera.
- Gran Premio Ministerio de Educación y Cultura en el Sa-
lón lnternacional de Rivera.
1988 - 1" Premio Creación Logotipo Adeome, Rivera.
- Premio en el Concurso post Guernika organizado por la
Embajada de España en Uruguay.
1990 - 1"' Premio afiche y logotipo Semana de Rivera.

rOf

te-

111
Una figura brillante del arte riverense.

LIVIA MARIA ROSA DTJCOS §ENESE


Aspectos sintéticos de su biografía

autor debe tratar en lo posible de salvar una gaffe.


I
E En efecto, merced a una atención de Diccionario Riverense
que mucho estimamos, llegó a nuestro poder una biografía de
Beba Ducos, máximo exponente de las manifestaciones del ba-
llet en nuestro medio.
Por razones de espacio y en momentos de proceder al cie-
rre del presente libro, transcribimos la nota aparecida en el Ne 5
del citado Diceionario.

Nació el 18.9.1920 en la casa sita en la calle Paysandú,


entre Joaquín Suárez e ltuzaingó, donde moró hasta los 7 meses
de edad en que su familia se trasladó a Santa Ana do Livramento.
Recién retarnarán cuando Beba cuenta 15 años de edad pasan-
do a residir en casa de propiedad del Dr. Pedro Quartara sita en
calle Ceballos, casi Sarandí. Al lado (en una esquina) se instaló
el comercio de Perlas y Ferreira (¿antes Joyería Quartara?).
Actualmente hay una casa comercialy un edificio de apartarnen-
fos.
Su hermana Ernestina, con la cual hoy vive Beba, había
nacida en Montevideo el 1e.2.1919, Sus ofros dos hermanos son
fallecidas; José Antonio (en Livramento) y Teresita.
Alvender la propiedad el mencionado Dr. Pedra Quartara la
familia Ducos pasó a vivir en la casa gemela, prapiedad de un
español, donde hoy se encuentra la zapatería Sfilus sobre calle
Sarandí. En ella su madre, Filomena Senese Guariglia (Bs. As.,
28.10.1895; Rivera, 24.4.1995). Modista de Alta Costura y Prof.
de Corte y Confección, con estudios en Buenos Aires con una
profesora francesa y otra italiana, estableció la casa Modas
Ducos. En ella no solo atendía una seleeta clientela particular
sino y tanbién producía confecciones para grandes casas de la

112

....J-
capital de la República. sus anuales desfites de moda, siempre
en calidad de beneficios para diversa.s y diferentes obras socia_
les, marcaron época.
Tiempo después perlas y Ferreira disuelven ta sociedad y
se jubilan por razones de enferrnedad y le alquitan a Doña Fitá-
mena la casa donde hoy se hatta et camercio casa de los !m-
portados.
Posteriorrnente la familia Ducos residió en la casa propie-
dad del Dr. Miguelaguerre Aristeguí, calle sarandí, que después
le adquiere club casa del Empleado para su actual sede.
Beba, que cursó sus estudios primarios hasta 4e año en ra
escuela Peleteiro (Agraciada entre cebailos y ss orientales),
después Ne 8, de los cuales recuerda muy especialmente a sus
maestras de 2e año (srta. Miranda) y de 4e (gra. cheroni), no
dejará de seguir vinculada a ella y años después integré su co-
yfión Fomento y participó en varios beneficios det-conjunto
Hispanoa¡nericano (teatrat) que integraba como co-fwndadora y
actriz. vinculación con Primaria tambíén coma profesionat puás
fue nombrada para actuar como profesora de Baite para las es-
cuelas Nn 2 y Ne 7 de Rivera conferido por el consejo de Ense-
ñanza Primaria y Normat en 1950.

ACTUACIONES

- Porto ,Alegre y diversas rocafidades de Río Grande der


sur, desde santa Ana de Livramento y san Gabriel hasta Dom
Pedrito, Bagé, Alegrete y Llruguayana.
- Club Social, Culturat y Deportivo Rivera (p.ej.Noche
de Danza y Poesía del 27.1.1956 y ta muttiexposiición Rivera
expone efectuada entre el 2s de enero y et s de febrero del mis-
mo año; en la primera actuando y en la 2e exponiendo en su
calidad de artista de la Escuela de Arte pictórico de Rivera su
obra Bailarina).
- Teatro conservatorio Nacional de tb\úsiea (Tacuarem-
bó) y en Club 25 de Agosto de paso de los Toros.
- con auspicio de Amigos der sodre (grupo der cuar es
co-fundadora).

'I 13
- La Comedia d* Rivera que dirigida porGraziano Erramún
primero y por De Bellis y Alvear lúéndez después le tuvo Óomo
co-fundadora e integrante de su e{encs teatre! estable.

COTA,tsORACTONES

Con todo tipo de instituciones sociales, caso, por eiemplo


de:
- Rotary lnternacional (desde el amenizar con sus dan-
zas la 4s Conferencia del Distrito 124 efectuada en Livramenta
los días 24 a 27.4.1952, organizando y dirigiendo el día 24 el
Programa da Hora de Arte, hasta numerosos beneficios organi-
zados por este club de seruicio).
- 'ls Semana de Rivera.
- Semana del Niño.
- Club Uruguay.
- Club Social y Cultural Casa del Empleado.
- Club Social y Deportivo Sarandí Universitario.
- Ctub Nacional.
Esc. Ne 102 de Recuperación Psíquica y otras muchas es'
cuelas públicas de todo el departamento.
- Hogar de Ancianos.
- Hogar Estudiantil.
- Club Social, Cultural y Deportivo Rivera.
- Centro José Enrique Rodó.
- Escuela Earl Carlson para niños lisiados.
- Centro Materno lnfantil del Consejo del Niño.
- M.A.D.E.R. (Tranqueras).
- Comunidad de Hermanas Franciscanas de Rivera. (Co-
legio Juana de lbarbourou).
- Capilla Mormona.
- Colegio y LiceoTeresiano.
- Liceo Departamental Ne 1.
- Asociación de Estudiantes Magisteriales de Rivera.
- Asociación de Estudiantes Liceales de Rivera.
- Comisiones de Fomento escolar.
- Biblioteca Municipal Artigas de Rivera.
114

Ú_
tún Historia de la Radiotelefonía Riverense
)i-na

VICTORIANO CABRERA VIVIANI


La obra de sus paladines

rplo
E I pt"."nte capítulo tiene dos propósitos fundamentales: en
'an- lrprimer término ofrecer a los lectores una sintétiéa imagen
del nacimiento y posterior evorución de la radiotelefonía en nues-
nto
tra ciudad de Rivera y en una segunda finalidad destacar Ia per-
lel sonalidad de un querido amigo, victoriano cabr6ra, el pivoi al-
ni- rededor del cual giraron las más señaladas iniciativas de este
popular medio de comunícación.
En su casi totalidad la reseña que ofrecemos ha llegado a
nuestras manos merced a los buenos oficios de cabrerita, quien
nos hizo sufrir a través de varios meses anunciando el envío del
materíal inforrnativo el cual llegó cuando ya nos habíamos resig-
nado a prescindir de tan atractiva narración.
De modo que el tema se dividirá en dos aspectos: primera-
es-
mente hablaremos de la historia de nuestra radiotelefonía local y
luego referiremos detalles biográfic*s y curriculurnde cabreritá,
aunque en determinado momento es posible que haya cierta in-
terconexión entre los respectivos comentarios.
Y comenzamos:

HISTORIA DE LA RADIO RIVER.ENSE


)o-
se díce que la primera estación de radio de Ia frontera se
instaló en Lívramento en er año 'l906. La íniciativa fue de dos
personas que estuvieron en nuestra frontera no con el ánimo de
radicarse en ella, sino que llegaron hasta estos pagos en una
etapa que tenía como punto finarderviaje la ciudad dssao paulo,
pero les encantó el clirna de paz y de buena anristad internacio-
nal que acá reinaba y resolvieron deja r para otra ocas!ón la idea
de llegar a tierras paulistas.

115
¿Quienes eran esos dos Pioneros?
se trataba de dos personas que lograron en nuestra ciudad
un bien ganado prestigio de personas de bien, honorables, por
su serieáad en la actuación comereial y cultural que poseían y
por los conocimientos técnicos en rnateria radial'
Tuvimos la fortuna de conocerlos personalmente, disfrutan-
do de sus amables charlas sobre los más variados tópicos.
uno era Don Jorge Downton García, nacido en chile y el
otro era Don Francisco Albasio, hombre de radio de la vecina
Repriblica Argentina.

Aproximadamente unos tres años estuvieron trabajando en


Livramento, pero luego tuvieron problemas con la renovación del
permiso para seguir funcionando y se trasladaron a Rivera.
No nos guía el más mínimo propósito de polemizar con el
amigo Cabrerita respecto a la fecha del comienzo de la actividad
radiál en Rivera, pero nos inclinarnos a recordar una circunstan-
cia que quizás muchos riverenses hayan olvidado o ignorado,
pero nosotros la tenemos muy presente.
En efecto, siendo muy jovencitos aún, antes de ingresar al
Liceo (año 1928 más o menos) tuvimos oportunidad de conocer
una emisora que estaba instalada en la calle José Enrique Rodó,
casiAgraciada, en alvereda de enfrente de la calle donde estaba
el almacén de Zagía y donde también terminaba el edificio de la
Jefatura de Policía.
un dato más:en esa vereda vivía la familia de Zenón García
en aquel entonces.
No estamos en condiciones de citar el nombre del propieta-
rio, ni la característica de la estación, ni hasta que año funcionó,
pero seguramente algún riverense memorioso, de los pocos que
vamos quedando, pt-lede aportar más información.
Nos fascinaba ver como funcionaba el aparato (un vulgar
tocadiscos) desde el cual se trasmitía música merced a los dis-
cos de 78 revoluciones de la éPoca.
cabrerita, con toda razón fija el comienzo de la actividad
radial en 1936, pero queremos destacar un hecho sintomático:
en los años que funcionaba la citada estación (últimos años de la

116

t
década del 20) recién nacía cabrerita. Deseamos que lo antedi-
u cho tenga para el lector un simple contenido anecdótico, de modo
que seguimos con el comentario de ta ¡'adio de Downton García y
_t Albasio.
Hay un detalle (se trata solamente de una posibilidad y no
'I-
de una certeza) que puedg aclarar el porqué tos citados hombres
Ce radio tuvieron que dejár Livramento.
En el año '193g nosotros vivíamos en Livramento y recorda-
a rnos que por ese entonces (año del comienzo de la ll segunda
Guerra Mundial) en Brasil se puso en vigencia la ilamad a Ley da
faixa da lronteira que fijaba determinadas exigencias a quienes
no siendo de nacionalidad brasileña desplegaban en su territorio
actividades comerciales y de otra índole.
se trata de una mención que quizás entre en colisíén con la
verdad, pero como una simple teoría, aunque con algo de funda-
t: nrento, la divulgamos"
Sigamos adelante con nuestra crónico.
C En Rivera, Dowton García y Albasio instalaron su estación
en la calle ltuzaingó N9 574t al lado de la casa de la familia parteli.
Füncionó allí la Radio charrúa hasta julio de 19s8, fecha
en que fue clausurada por el gobierno por no haberse adaptado
a disposiciones de la Dirección de Comunicaciones.
Albasio volvió a laArgentina a comienzos de 1g40 y Downton
García ia dirigió hasta su muerte en marzo 1949.
Tenía un servicio de prensa que divulgaba las noticias de la
Guerra Mundial, siendo el informativista el propio Downton, con-
tando con la colaboración del recordado José Gerardo Ramón.
Y fue en 1943, ya a fines de la Guerra, que Victoriano Ca-
brera hacía su ingreso a la actividad radiar, tarea por la cual sen-
tía una indiscutible vocación.
Tenía entonces solamente 1B años, comenzó realizando la
tarea de cobrador, pero dos años después er promisorio quincea-
ñero era locutor y se iniciaba en la compleja misión del
informativista.
Corresponde señalar que en ese entonces la gente de ra-
dio no contaba aun con la ayuda que significaban los grabado-
res, tuvo entonces que aprender y lo hizo muy bien, la técnica de
captar las noticias y luego trasmitirlas a sus oyentes.

117
El 25 de agosto de 1940 es una fecha importante.
Un prestigioso hombre de radio de Montevideo, Walfrido
Figueira Morán, que el 12 de octubre de 1928 había fundado CX
28 Radio lmparcial, fundó en Rivera Radio lnternacional que
tuvo su primer estudio en la calle Sarandí, al lado del Club Uru-
guay, pasando en 1951 a ocuparel edificio de Sarandí Ne 732,
que entonces era propiedad de Don Jorge Neme.
Corresponde recordar a dos brillantes jóvenes riverenses,
Luis Eduardo Gil (Chito) y al maestro Heber Aazarré, como los
primeros locutores que tuvo Radio lnternacional al fundarse y a
Néstor lcardi, un jovencito que traía la música en onda de aque-
llos años, con un programa diario de iazz.
Tenía también la radio la colaboración de locutores brasile-
ños, tales como Antonio Canabarro Panizza y posteriormente el
popular Darcy Neves que también se había hecho conocer como
músico.
Con la fundación de Radio lnternacionalen agosto de 1940,
aparecieron también los cantores [Vlanolo Cunha, Luis Fernández,
Constantina Azzar Amatti, Genesí Bueno, las guitarras de Bruno,
Aquino y Sena y el conocido pianista y amigo E. Cano. (Un párra-
fo para Canito que con su pianito desafinado acompañó a más
de una generación de tangueros caverneros junto al violinista
Canchita, el bandeonista /Warcialy al Cubano baterista, en no-
ches que animaban el humorismo de XecaTatú y la voz ronca de
Fernandito).
Volvamos a Radio lnternacionaf,la frase anterior es solo
un resplandor de saudades que no le hace mal a nadie.
Cantaban también entonces los nrños Víctor y Rúben Sa-
lón, siendo el primero, con el nombre deVíctor Ruiz, quien luego
cantara los estribillos en la orquesta del maestro Donato Racciatti,
quien aún sigue arrugando el fuelle en varios países del mundo.
Esta radio tuvo como primer Director a Carlos Duarte (com-
pañero inseparable de juegos en los felices días de la esquina de
Agraciada y Figueroa) quien alcanzó a ocupar el cargo de Emba-
jador del Uruguay en varias capitales del mundo, falleciendo en
época bastante reciente.
También aportaron su colaboración hombres como
D'Artagnan Lavalleja Pedezert, Pablo Bruno (cajero del Banco
118

t
: epi;blica), Sehubert §arasola, sin olvidar, ciaro está, a Cabrerita
+^ actualmente a Ciaudio Yanuzo y a Patricia [glesias (nieta del
IA, ir-idadCIr de Ia radio).
ffil prinrer té*nico fue D" Pedeze¡"t, padr"e del segundo Direc-
i', y el primer operador del trasnrisor (ubicado en el Cerro def

¿ Ssfader) fue Aldo Tedeschi, tío de Rodolfo (ei actual técnico).


Desde 1940 hasta que terminé su actuación Sarascla, el
s -argo principal era el de Adminístrador.
Figueira l\f orán cambió la designacién de dicho cargo por el
;e üirector, a partir de n'¡arzo de 1961, correspondiéndclle a
.'ictoriano Cabrera la designación.
fradio lnternaei*¡¡aI innovó en audiciones deportivas, mu-
sica actualizada que venía de ffiadio §mparcial y con esto au-
nenté sensiblemente su ya creciente audiencia, cosa que con
anterir:ridad Hadia üharrúa lo llevaba a cabo pero con menor
'recuencia.

z En febrero de 1960, luego de estar Radio Internacional so/a


- en el aire en el Departamento durante siete años, el gobierno
adjudica la onda de Radia Rivera a D'Artagnan L. Pedezert que
i.^
se instala con estudios en Monseñor Vera 1 132, trabajando du-
i^
rante varios años solo estas dos emisoras,en nuestro Departa-
mento.
l^
l= El 15 de setiembre de 1975 se adjudica una tercera emiso-
ra, Radio Reconqul'sta a dos hombres provenientes de Cerro
Largo:José Godiño y Enrique Mariño, que instalan sus estudios
en la esquina de ltuzaingó y GeneralArtigas, radio que años más
tarde, en 1979, pasó a manos de EverildoViera (oriundo de Mon-
tevideo) que es actualmente su propietario junto a su esposa Lucy
I
Grau, Sub-directora.
En la década del 80 se instalaron por su orden, las estacio-
nes de F.M. Horizonfe (de Carlos Alberto Pedezert), Calumbia
de Luis A. Godiño y en 1995 comienza a funcionar la tercera
radio de F.M. Cenit con estudio y planta emisora en el Cerro
n Marconi.
El hombre de radio de meyor antigüedad, que sigue vigente
o desde los tiempos heroicos de la radio es Victoriano Cabrera,
o

119
ante las muertes muy lamentables de Luis Eduardo Gil, Heber
Cazarré y Schubert Sarasola, pioneros en esta actividad.

VICTORIANO ANTONIO CABRERA VIVIANI

Cumplida la historia de la radiotelefonía en nu¡estro Depar-


tamento, el complemento de esta nota implica un cornentario
destinado a la actividad que en el campo de las comunicaciones
ha desarrollado Cabrerita a través de tantos años de persistente
e inteligente accionar en pro del desarrollo cultural de la ciudad
que con tanto cariño ha defendido en todas las circunstancias.
Al comentar el desarrollo de la radiotelefonía riverense des-
de aquella lejana época al comienzo de la década del Centena-
rio, ya hemos puesto de manifiesto algunas facetas destacadas
de la obra de este pionero de la radio, pero ahora complementa-
remos el cornentario con referencias de contenido más particu-
lar.
En este sentido lamentamos que Io que podemos decir al
repecto sea dernasiado escueto, pero la premura en redactar este
capítulo, agregado a que diversos motivos impidieron nuestros
habituales viajes a Rivera, no logramos entrevistarnos personal-
mente con Cabrerita, con lo cual hubiérarnos completado con
mas detalles esta semblanza biográfica, especialmente la vida
en sLrs primeros años. En efecto, nos hubiera gustado saber algo
más de su niñez: una estampa de su barrio, sus vecinos, cornpa-
ñeros de juegos, travesuras, la gran aventura de la primera es-
cuela, maestras, alegrías, anhelos, fantasías...
Pero no importa, otra vez será.
Sorpresivamente (aunque Io consideramos un riverense de
ley) nació en Montevideo el 13 de julio de 1928.
Hijo de Hermindo Cabrera Cast¡'o (nacido en Toledo, depar-
tamento de Canelones) y de Angela Viviani Siri.
Sus abuelos maternos, dos italianos llegados a Arnérica a
fines del siglo pasado e instalados con molinos en Paysandú,
son Juan Bautista Viviani y tVlodesta Siri.

120

L
.j^¡^-
Está casado en Edith Ruiz Ferreira, tienen un h¡jo, carlos,
seriodista y redactor de fútbol de Radio lnternacional,
cabrerita ha sido un hombre que ha orientado su vída en
-ln ritmo de enorme dinamismo.
Toda su vida la dedicó a forjarse un adecuado porvenir para
é1, para sus familiares y para todos los que tuvieroñ el priviLgio
ce estar junto a su persona en actividades laborales, periodíiti-
oas, funciones públicas, acción comunitaria, etc.
tario
En forma un tanto somera haremos referencia a efias:
En actividad radia! trabajó en c.w. 19 A Radio charrúa
durante diez años: 1g43 a 1953.
rdad
culminó su actuacién como Gerente hasta el año 1gs3 en
AS,
.J^^ que se integró a c.w. 43 Radio lnternaciona{ donde ocupó
../95- el
cargo de Director General desde 1g61 a 1990.
-J^ ^
como periodista fue durante once años corresponsal de la
ud.
Agencia Nacional de lnformaciones (A.N.l.).
1r.,,- Redactor Responsabre de La patabra (década der ,s0).
creador de la página de Rivera en A plateia; años l gsg a
1961.
ral La frantera es así página de A Ftatera en los añ os 1990-
1 991.

Realizador del programa Rivera es así


tal- {Radio lnternacia-
rcad), divulgado diariamente, fundado el 20 de junio
)¿l
de 1g55, siendo
el periodístico más antiguo de la radiotelefonía local.
L

ida
ñ-)
En la función priblica fue Jefe de prensa y Relaciones
Públicas de la Jefatura de policía de Rivera y Direótor de
)2 - Admi_
nistración de la misma Jefatura.
En actividades conrunitarias fue miernbro dela cornisión
Mixta lnternaeional Rivera-Livramento (1g76-1g7g) de la
co_
,.1
misión lnternacional de Actividades creativas; pres¡dente del
^
club de Polo ae
fly9ra (198s-89); de ra comisión de Apoyo a
la seccional le (lgsa-gO);
¡ r- Tesorero de ra comisión oep. ae
Emergencia (1991-9a); presidente del Rotary ctub ae ri¡vera
(1e7s-76 y 1984-Bs).
conferencista en el Foro Rotario lnternacionatdeeuaraí.
ú,
Delegado por Rivera ar tt congreso Nacionat de tnstitu-
ciones Patrióticas, en Montevideo [anos 1966 y lggo).

121
Recibe medalla de la Embajada de los EE.UU. de América
por cooperación prestada ala Voz de los EE.UU. (año 1972).
Secretario de la Asoeiación Patriótiea de Ñivera (1973 a
1e84).
Miembro de la Gomr'síóm de Á*Trgos del Sodre y de la
eo¡nisión Adm. de Actividades ffunfcrpafes (1978-1981) al
fundarse el Teatro Municipal"
Miernbro de la Camisión Delegada Departamental del
Consejo del Niño (1984-Bg), Coordinador de Brigadas Civites
de Rivera (año 1959).
Dirigió la campaña de divulgación del Lisado del Carazón
(1e61-1e63).
Dirigió la campaña de ayuda al Hospital de Rivera (1960).
Fue objeto de varios homenaies:
En junio de 1985: de la Junta Departamental de Rivera por
los 30 años de su programa Rivera es así.
Homenaje popular en Galenos al alejarse de Radia lnter-
nacional.
En diciembre de 1990 recibe el Trafeo Ceballas en los 60
años de la Asaeiaeión Comercial e lndustrial de Rivera elegi-
do como el Mejor Comunicador de Rivera"
Plaqueta eomo Unico hamenaieada por Rivera en la entre-
ga de los §uper Speeial lnternacionai 1991 (Teatro Municipal)'
Homenaje del Ctub de Leones Rivera'Livramenfo con
motivo de las Bodas de Plata del programa Rivera es así.
Recibe el Marco de Aro en Comunicacianes, el 28 de di-
ciembre de 1995, adjudicado por la lntendencia Municipal y Jun-
ta Departamental.
Actualmente, en su aetuacién social debemos destacar
que en agosto de 1966 realizó la primera trasmisión de un parti-
do de fútbol desde el Estadio Centenario (Real Madrid-Peñarof¡.
Fue relator de fútbol durante quince años (1947-1962) en
Radio Gharrúay Radia lnternacional.
En 1972 organizó la trasmisión exclusiva para todo el Uru-
guay de los pañidos de Ia Mini-Capadisputados en Rio de Janeiro,
Sao Paulo y Porto Alegre.
Unico caso en la historia que una radio del lnterior acompa-
ña a la Selección Uruguaya de Fútbol.

122

L, ,-r-
Otra muestra del gento creador de Osnnar Santos

HISTORIA DE NUESTRA CARATULA


Ia Cueva de Bottaro y Ia hazañade1924
,l

fi ueridos iectores:
1
\lt ¿Qué les ha parecido la carátt¡la de nuestro quinto libro
dedicado a recordar las glorías riverenses?
¡ ¡Espléndida, sin dudas!!

Le pedimos al gran artista y amigo Osmar Santos que nos


diera una ídea sobre como tendría que ser la carátura de un libro
que se refiere a una ciudad que se proyecta hacia el futuro.
Con su característica buena voluntad, sumada a su sensibi-
lidad de gran artista riverense que ama de verdad a su tierra, nos
envió esa composición fotográfica qL¡e muestra un edificio que
realmente merece ser algo así como el primer adelantadode una
urbe que busca en los años veníderos una fisonomía urbana acor-
de con su prestigio, considerando su excepcional ubicación geo-
gráfica.
El edificio a que nos referimos, situado en L¡na esquina de
gran tradición fronteriza, se levanta en el predio que algunas dé-
cadas atrás ocupó la Panadería Bottaro, en cuyo subsuelo se
instaló la famosa cueva que tantos recuerdos trae a la memoria
de pasadas generaciones. En homena.ie a la historia de aquella
querida cantina y como prueba de gratitud al artista que hoy nos
permite renovar viejas emociones, transcribimos la nota apareci-
da en nuestro primer libro (Cerro del Marco) hace algo más de
una década.
Decía así:

Cuando Enrique Sanlos Discépolo en su más lograda reali-


zación como letrista escribió aquello De chiquitín te miraba de
afuera como esas cosas que nanca se alcanzan.,, quizá haya
tenido en la mente el sentimiento que algún día animó su propia

't23
alma de chiquitín porteño que desde la vereda contempló fasci-
nado, a través de los vidrios, el interior de un cafetín de Buenos
Aires.
Pero si le quitamos al episodio un contenido tan personal y
exclusivo y pensamos en la universalidad delpersonaie, no hay du'
das que en todas las ciudades del mundo, grandes o pequeñas, en
todos los barrios, residenciales a modestos, mientras hayan boli-
ches, cafés o bares y mientras existan chiquilines, habrá quienes
sueñan con entrar atgún día en ese mundo que Se les antoia ertra-
ño y maravilloso donde se reúnen los mayores a charlar, a discutir, a
fumar un cigarillo, a iugar a los naipes, dados o aiedrez, o simple-
mente a beber, rodeados de una atrnósfera donde el huma contribu'
ye a borronear escenas que se desarrollan en medio de un tintinear
de copas y pocillos, escapes de vapory músicas distorsionadas por
gangosas receptores de radio.
Así son los boliches de ahora y así lo han sido siempre.
Yo también fui niño y también suspiré impaaiente espe-
rando que a.tgun día podría trasponer aquella puerta y baiar
los cuatro escalones que conducían al interior del lugar cuya
entrada había sido declarada tabú por mandato imperativo de
mis mayores.
La ciudari de mi niñez no era precisamente la Buenos Aires
de Discépalo, sino otras más chiquita y humilde; y en cuanto al
lugar, tampoco era uno de esos safisticados cafés, de larga his-
toria, con que se viste orgullosa la calle Corrientes.
fiti pequeña ciudad era Rivera y en cuanto al café no era
otro que lacantina de Bottaro a la Cueva, situada en elsubsuelo
de un viejo edificio que desapareciera no hace mucho para ceder
su lugar a una moderna torre de propiedad horizontal.
Con la demolición de la Cueva no se borró simplemente del
esquema urbano a una de las tantas casas vieias que seguían
desafiando la marcha del progreso, sino que se fue con ella un
ramántico motivo de recordación para más de una generación de
fronterizas.
Respecto a su origen es muy poca la información que
tengo. Lo más prabable es que don Juan Bottaro al levantar el
edificio de la panadería, haya destinado ese local a depósito
de harina.
'124

E
I
asci- Por alguna razón se desechó ese primer propósito y fue
?nos entonces que su propietario (siempre en mero tren de presuncio-
nes) le puso el visto bueno al deseo de sus dos hijos mayores
Ml y (Juancito y el Nene) de transformar el frustrado depósito en un
v du-
local para café.
s, en lgnoro por qué razón en aquella época, (comienzos de la
boli- década del '20) se le llamaba la cantina de Bottaro, pero tengo la
enes sensación, salvo mejor parecer de quienes tengan más memoria
trtra- o más años que yo, que nunca fue propiamente una cantina, es
ttir, a decir, casa de comidas o venta al público de bebidas y comesti-
nple- bles, sino solamente de bebidas y café.
tribu- La costumbre y sus características constructivas hicieron
,'near que luego se comenzara a designarla can el nombre de la Cweva
s por y así se le siguió llamando hasta que la piqueta le puso punto
final a su pintoresca existencia.
e, Desde el día que abrió sus puertas (tenía dos por la calle
spe- Figueroa), salvo la presencia habitualde un pequeño grupo inte-
tajar grado por comerciantes, bancarios y de algunas veteranos que
cuya iban allí a estirar sus ocios rnientras jugaban un partidito de mus
,o de o de truco, o discutían sobre los eolapsos de la Guerra del 14, la
mayor parte de la clíentela fue siempre Eente vinculada al depor-
Aires te, especialmente al fútbol.
úo al La tranquilidad pueblerina de las horas de la mañana o de
t his- la primera mitad de la tarde, era sustituida luego y en especial los
sábados y domingos, por la baraúnda infernal de hinchas que
) era convertían a la Cueva en una gran mesa redonda, discutienda
;uelo las mil incidencias de /os partidos que entonces se jugaban en el
:eder Prado, en la vieja cancha de Oriental, a orillas del Cuñapírú.
Es imposible, considerando las limitaciones que tiene este
'e del tipo de notas en lo que a extensión se refiere, recoger todas o
iuian
parte de las mil anécdotas que tuvo como escenario el siernpre
ia un recordado cafetín de Sarandí y Figueroa, pero les voy a contar
in de un epísodio, con la menar deformación posible, que nos dejó un
recuerdo imborrable a todos los que tuvimos el privilegio de ser
que ocasionales fesfigos del mismo.
tar el Ese acontecimiento tuvo lugar un glorioso I de junio de 1924,
ósito fecha de la cual se cumplieron ya más de 70 años.

125
Como antecedente interesante digamos que a Rivera no
ttegaban aún las emisiones de las primeras estaciones de radio
montevideanas.
A ta lejana Capital de la República solamente nos vinculaba
el correo y el telégrafo.
Dadas las peculiares características tipográficas de nues-
tra ciudad, solamente algún aficianado, provisto de los primiti-
vas receptores a galena, lograba captar ondas procedentes
de las estaciones de Buenos Aires, mucho más potentes que
las nuestras.
Siguiendo con eltema que nos interesa, oorresponde seña'
lar que en aquel lluvioso iunio de 1924 toda la población de Rive'
ra y también ta de Santana, fueran o no aficionados al fútbol,
estaba pendiente de lo que en París, la legendaria ciudad-luz,
pudiera hacer un bisoño equipo uruguayo que audazmente se
había aventurado en la conquista de un imposible.
Elalma del criollo es desconcertante. En efecto, contrarian-
do todo lo que parecía la lógica y el sentido común, los orientales
presentíamas que estábamos en la antesala de una hazaña ini-
gualada y la Cueva parecía ser el centro neurálgico de toda esa
inquieta esperanza.
Luego que un periodista gallego escñUó aquello de que
Por los campos de Coya cruzó una ráfaga olírnpica, todos
vivíamos la ansiedad de tener noticias de lo que estaba pasando
en la Olimpíada de Colombes.
A faka de comunicacién radiotelefónica, como diiimos, las
noticias de los partidos llegaban a la Cueva merced a telegra-
mas que alguien enviaba desde Montevidea, cuyos textos se iban
escribiendo en un pequeño pizarrón de colegial ubicado sobre la
puerta principal, frente a la calle.
Y luego de los triunfos frente a Yugoslavia, Estados Uni'
dos, Francia y Holanda, llegamos a aquel 9 de iunio de la final
contra Suiza.
Eran las primeras horas de latarde, casi nadie había almor'
zado ese día.
En la vereda de la Cueva todos estaban pendientes de la
llegada del mensajero delTelégrafo, mensaiero de la esperan-

126


za, deltriunfo y en general de todo eso que alienta en el alma
del hincha.
Cuando ttegó ta notícia del primer got de Petrone la multitud
estalló, dando escape a una ansiedad que a esa altura se hacía
insostenible.
Y luego el pízarroncrto de la gloria fue regístrando el segun-
do Eol delvasco Cea y un tercero de Romano.
La descripción de todo lo que pasó después escapa a las
posibilidades literarias del cronista. Solo sabíamos que el queri-
do y pequeño Uruguay era campeón del Mundo. ¡¡lncreíble!!
En honor a la verdad, no nos dábamos cuenta cabal de la
dimensión de la hazaña. En actítudes que en ese mCImento nos
parecían desconeertantes, gritábamos los chicos y lloratban los
grandes, pero todos, borrando barreras generacionales y socia-
les, nos estrechábamos en un abrazo grande de emoción y ale-
gría, quizá tratando de convencernos mutuamente de que todo
aquello tan maravilloso no era un sueño.
Me quedó grabado entonces la actitud de das populares
lustradores de calzado Ghico Pata y PirinEa, que tiraron sus
pobres cajones a la cuneta de Sarandí y Figueroa. ¿Una prome-
sa? Puede ser, pero tal vez fue un simple gesto de desprendi-
miento, un irnpulso irresistible que tendía a dernostrar, dentro de
la mentalídad un tanto infantil de sus protagonistas, que ellos
también vivían horas excepcionales y de alguna forma había que
demastrarlo.
Dejemos a los especialistas psicólogos, sipueden, que cla-
rifiquen ellos el punto.
Y sin ninguna concertación previa, de allí de la Cueva par-
tió la manifestación, rumbo a la Línea. Como por arte de magia
aparecieron banderas patrias, de clubes deportivos, cohetes y
bandas de música. Como no podía ser de otra forma, hasta ora-
dores se treparon a improvisadas tribunas, pero nadie escucha-
ba nada, cada uno gritaba en la medida gue. sus pulmones lo
admitían.Y allá fuimos todos, chapaleando barro, Sarandí arriba,
coreando el nombre de la Patria y los de algunos de los ídolos
celestes.
¡Qué recuerdo inolvidable!

127
Prosiguiendo ahora con nuestra historia, digamos que pos-
teriormente, luego de los Bottaro, la Cueva tuvo a su frente, du-
rantevarios años a los herrnanos Francisco y Máximo Castiñeiras.
El primer falleció hace Ya tiemPo.
En cuanto al otro, at flaca Gastiñeiras, compañero en la
línea de backs de aquet gran capitán que tuvieran los selecciona'
dos de Rivera en una época triunfal, el inigualado saporiti, me
enteré que luego de varios añas de ausencia había regresado a
Rivera. (comentario escrito hace diez años).
Quise darle un abrazo al buen amigo de pasados tiempos.
Lo ubiqué en la Pension Don José..., en la calle Agraciada,
donde anteriormente funcionara el Anglo.
Allí, en una pequeña pero muy praliia habitación de una
casa donde todos lo quieren y respetan, el vieio crack, con sus
aún jóvenes 82 años, enfrentando los avatares de la vida con la
misma clase y serenidad con que antes enfrentara a los delante-
ros rivales, recuerda can cariño indisimulado a su Gaeva.
Lentamente, pero sin titubeos, entrecerrando los oios como
si con etto facititara la acción de una memoria que está hurgando
en un pasada que aparece ya muy leiana, habla del lugar donde
compartió koras felices oon mucha gente que no olvidará.
Van surgiendo así, con ese desorden encantador que tie-
nen las cosas vieias, nambres de comerciantes, profesionales,
obreros, deportistas, funcionarios públicos, iubilados, tales como
Don Luis Bernatto, Colacho y Campero l-andó, el ioyero Tubino,
Sapariti, Lesnardi, Antúnez, Mauricia Paiva Olivera, Romeo
Silveira, Bonora, el negrito Méndez, Arístides y el Negro López
lrulegui, Dr. Tratta, los Arregui, Seleguin, Saldanha, Siñeriz,
Laxalde, Tamborindegui, Santitos, Gaspar Martínez, Alvez,
Daninelli, Btas de la Barrera, Fiat, los hermanos Bravo, Manuelito
y Chico Gil, Alfonso Crisci, Omar Berterretche, Federico Díaz,
Alfredo Lepro, Ferreira Avila, etc.
Con indisimulado orgullo afirma que sería rnuy larga la lista
de partidarías de todos los clubes de Rivera y Livramento que allí
eoncurrían asiduamente, sin que nunca, absolutamente nunca,
se registrara el menor incidente.
Ya dijimas que este tipo de notas debe tener una ertensión
razonable y vamos a cumplir con este propósito.

128

t-
i
Es por esta razón que muy a nuestro pesar, dejamos la gra-
ta compañía de Castiñeiras, dispuesto a proseguir una siesta que
h ab íamos i nte rru m pido.
Lo dejamos solo en su pieza, modesta, luminosa, limpia,
con su camita de una plaza, una manta de piel, una mesita, un
ventilador, una cocinilla a supergás y en la pared cantidad de
fotos, muchas fotos, de familiares, amigas y de equipos de fútbol
de una época en que los públicos adictas enronquecían alentan-
do y vivando a uno de sus campeones que con más auténtica
prestancia supo vestir la gloriosa casaquilla celeste de las selec-
ciones de Rivera.

l-

129
A 37 añas de algo inonvídsble"

[,4§ ''BRIGAEA§ CIVX§"ffi§'N ffiHL ANG '59

(eerro del
E a presente nota fue publicada en nuestro libro que
W Mareo) escrito en dicienrbre de 1985, edieiórr se ha-
lla agotada.
En el transcurso de los últi¡nos años se produjo el falleci-
rniento det Coronel José Agustín [Vloratorio y en homenaje a su
mernoria dedicarnos esta narración de una ohra suya de ribetes
casi epopéyicos.
Solamente hernos introdueido en el texto original las nece-
sarias actualizaciones de fechas"

¿Se acuerdan vi*ios arntgos fronterizos de aquellas inolvi-


dabtes tardes domingweras, cuando por mil reis íbarnas a la rna'
tineeá del fnternar;i*na!, donde además de unas películas cortas
de BenTwrpin, h/f utt y Jeff , Betty Boop, etc., nos daban de yapa el
episoCio de una seríe que traía a la pantalla muchas indios, mu'
ehas tit'os, rn¿¡chás correrias, rfiientras la gwrisada de la platea y
el Eaͧinero arnenizaban las escenas o/T un infernal bochlnche
de silbidas, grit*s y aplausos?
Elt*ma de hoy también tíene mueho de película de acaion,
cem la enarrne diferencia E{Je sus ese*narios no fueran los del
iegendario Far West nsrteara*rican*, sina tierra nuestra, tierra
riverense y s{.rs f:érses na han sa/ido Cel mundo fabwl*sa eJe la
ficciót-t sina de una realidad tangible, que mere€* ampliarnente
los k*nores de /a evocaeién.
Y vamos a recordarlCI en §us aspeefos básieos, recurriendo
tambián a la téc;nica del eine en sus añcs keroicos, es de;ir, la
varnüS a dividir en los cf¿ís¡'eos i§ episadios. lVo perdamos tiem-
pü, apagamos ia luz y eomienza el espectáeulo.

130

t I
Episodio I
Fines de marzo de lgíg. La naturaleza despide at verano
con unas lluvias torrenciales que cayeron durante un mes, casi
sín tregua, en todo el país. Como es habitual, at principio no se le
i9
dio importancia, luego comenzaron las temores y hacia etfinatse
vivió unapsrcosr.s de verdadera angwstia. se desbo rdaran los rías
y arroyos, desapareció bajo et torrente buena parte de nuestra
reserva agropeauaria, se cortaron las principales rutas y los pue-
blos comenzaron a quedar aislados.
Hubo que proceder a la evacuación de centenares de fami-
lias que quedaron sin techo y sin sus pertenencias erementales.
se vivía un elima de catástrofe y la ayuda internacionar trataba,
no siempre con éxito, de mitigar las consecuencias.

Episodio 2

Por iniciativa estatal y privada se hizo lo posibte para ate-


nuar las lamentables derivaciones de /os sucesos. Hubo gesfos
muy elevados, muy acordes con el espíritu de sotidaridad tan
necesario en esas difíciles circunstancias.
Pero hubo también de los otras... Si, hubo muchos que se
concretaron a desempeñar, con irritante tranquilidad, el papel de
damnificados.
[vlientras algunos se desesperaban por tratar de aliviar la
apremiante situación que vivían sus semejantes, no faltaban
quienes por su carácter de directamente perjudicadas por el de-
sastre, se mantenían inmutables, sin dar un solo paso para ayu_
-al
dar a quienes estaban luchando por el bienestar de ellos mis-
{nos.
En cuarteles y refugios improvisados, gente joven y fuerte
-?-
dejaba transcurrir las interminables horas en ruedas de cuentos
y mate amargo, esperando que todo les cayera del cieto: ropas,
)'1 -
alimentos, medicamentos. solamente emergían de ese estado
de quíetismo físico y mental para quejarse... ¡¡era poco lo que se
les daba!!

131
Episodio 3

Attá por el norte de ta República, en el franterizo departa'


mento de Rivera, las lluvias habían tteiado una impresionante
huella.
La Ruta 5, en plena construeción, era prácticamente intran'
sitabte;tampoco era posible eltráfico por vía aérea, debido a que
los campos de aterrizaie estaban cubiertos de agua'
solamente la vía férrea abría una ventanita de esperanza,
Nuevamente iba a subir al primer plano aquel vieio ferroearril de
Ios ingleses, factor deeisivo en la fundación y desarrallo de tan-
tos pueblos del interior, incluso Rivera, por supuesto.
Pero también éste estaba herida de muerte. La turbulencia
de las aguas había deshecho los terraplenes y arrastrado dur-
mientes y vías en un tramo que llegaba más allá del puente de
Tranqueras.
l_a situacion se tornaba desesperante. En la ciudad herma-
na de Santa Ana las cosas no presentaban neior cariz y la gente
comenzaba a pan€rse nerviasa. Cama de costumbre prolifera'
ban las versiones sensacianalistas, las cuales, Como es habitual
también, no se caracterizaban precisamente por su optirnismo.

Episodío 4

Pero paralelamente con la aceión estatal, surgió lo que as-


piramos sea eltema centralde esta nota. Algo que por la calidez
humana que trasunta, merece los honores de la posteridad.
Fue en Rivera, en nuestra Rivera, donde camenzó a escri'
birse una hermosa página de solidaridad y patriotismo bien en-
tendido.
Ante la adversidad y luego de los primeros instantes de
desconcierto, hubo un sectCIr de la población que salió a la calle
a jugarse la carta decisiva. Sin temor a las inevitables críticas a a
los comentarios virulentos. Accionados por un impulso i¡'resisti-
ble, natural o sobrenatural, que los alentaba a intentar un esfuer'
zo supremo, un grupo de hambres de buena voluntad tomó a su

132
cargo la tarea aparentemente insuperable de hacer nuevamente
transitable la destrozada vía ferrocarrilera. Faltaba todo lo nece-
sario: dinero, asesoramiento técnico, alimentos, materiales, he-
+^
rramientas, etc.
Solo había abundancia de fervor, de cariño al terruño, de
hacer en Rivera lo que nadie hizo o no quiso hacer en todos los
a-
r¡ncones del país: luchar con uñas y dientes contra el destino
adverso.
Y fue en este clima de lucha, de espíritu de revancha contra
la
la naturaleza desatada, haciendo oídos sordos a los augurios
pesimistas de los conocidos de siempre que surgié radíante,
espléndida, una de las agrupaciones humanas más dígnas que
tuvo el Uruguay en las últimas décadas: ¡¡LAS BRIGADA9 ClVl-
LES DE RIVERA!!
l-

ra

Episodio 5

Sí, amigos lectores, no hay ningún /apsus o exageración


en lo antedicho y lo volvemos a repetir por si no se nos entendió
bien: la más digna agrupación humana en esta patria de Artigas
en los últimos años"
No sabemos de quien o quienes fue la íniciativa. euizá sea
imposible o hasta injusto buscarle paternidad a la idea.
Ha sido algo tan hermoso que es preferible pensar que sur-
gió espontáneamente del alma de un pueblo que no se resignó a
someterse ni aun a la fuerza incontenible de los elementos natu-
rales.
Y como todos los que van a la guerra, también tas Briga-
das Civiles tuvieron sus armas y su bandera.
Sus armas: el pico y la pala. Su bandera: una magnífica
creación (concurso mediante) en la que junto a los colores de la
te
Patria y el escudo de Rívera aparecen cruzados los dos emble-
mas humildes pero representativos del espíritu que animaba a
esos hombres: el pico y la pala.
i'-

ii

133
Episodio 6

La Brigada está racionalmente organizada. Había una Co-


misión que orientaba las tareas del grupo, presidida por Ricardo
Basso y que integrabanWaldemar Rodríguez Navarro, Oscar Rie-
ra, Alberto Posadas, Hafael Bertrin, Moisés Lemonnier,
Dominguez, Ramos, Martínez, Huertas, etc' (Creemos interpre-
tar el sentir de todos esfos dignísimos ciudadanos suprimiendo,
en rnérito a razones obvias, la mención de cargos oficiales o títu-
los profesionales).
A esta Comisión debe agregarse, por su invalorable aporte
a la causa, el nombre de RADIO INTERNACIONAL que con
Schubert Sarazola alfrente, se convirtió en algo así como elCuar-
tel General de las Brigadas en aquellos 31 días Ce dura batalla.
Un equipo de locutores tenía permanentemente informada
a la población sobre la marcha de los trabaios y se hacían llama-
das a nuevos voluntarios que eran obieto de la respectiva inscrip'
ción por un núcleo de estudiantes. El aporte que abundantemen-
fe se ofrecía no se concretaba solo a trabaiadores, ya que se
pusieron a disposición de las Brigadas /os carnioneros y todos
los que paseían algún medio de un transporte adecuado.

Episodio 7

El personal se dividió de acuerdo con sus aptitudes o cono-


cimientos. Los obreros municipales, habituados a trabaiar en las
canteras, tomaron a su cargo la extracción de piedras y posterior
carga en los camiones que las conducían hasta la Estación don-
de eran trasladadas a zorras que las llevarían a su destino..
Otra grupo constituido por turnos diarios de 50 a 8CI hom-
bres, se embarcaban en dos vagones de pasaieros, acoplados a
zorras, hasta los lugares de trabaio. El lugar de las operaciones,
como es lógico, se iba aleiando a medida que se adelantaba la
reconstrucción de las vías.l-a supervisión de los trabaios lo ha'
cían los experirnentados empleados de A.EE. de la Sección
Guadrillas, dirigidos por un capataz, de apellido Gadea, a quien

134
todos sus compañeros de patriada recuerdan por su valía como
técnico y como persona.
La camidá durante los primeros cinco días de trabajo estu-
vo a cargo del Regimiento de caballería Ne s, pero at atejarse et
centro de operaciones hubo que cocinar en el mismo lugar de
trabajo. En esta situación surgen nuer/os aportes de buina vo-
luntad, ya que la responsabilidad de organizar comidas estuvo
durante los 26 días siguientes a cargo det tnstituta de Alirnenta-
eión, que a través del sr. Klapenbach reatizó una labor altamente
meritoria.
En cuanto a las provisiones necesarias para las comidas
fueron facilitadas por Don Eduardo Dri, quien, can su gesto, híza
honor a su justa fama de hombre generoso y patriota.

Episodio I
Antes de salir el sol, las encargadas de la inseripción en
Hadio lnternacional distribuían er persona!: quíenes irían a las
canteras del cerro del Estado para extraer la piedra que, condu-
cida a la Estación era cargada en zorras por la llamada Brigada
del silencío (formada por jubitados ferroviarios), y quienes esfa-
ban destinacos a los trabajos en ra vía, a los cuales en el andén
se /es pasaba lista antes de embarcar.
El contralor de los trabajos estaba a cargo de dos capata-
ces estupendas, trabajadores incansables, excelentes organíza-
dores: Sesefredo Paiva y Moisés Lemoníer.
Llegados a la zona de trabajo muchas días bajo persistente
llovizna o espesas cerrazoneg se iniciaron tos trabajos no sin
antes gritar un ¡viva la Patria! junto a una inmensa caña tacuara
que servía de mástil a la bandera de ta Brigada.

Episodio 9

Este episodio es el que pretende destacar la inmensa esta-


tura espiritud de aquellos extraordinarios hombres de Rivera,
razón por la cual, sin colocarnos en un plano de hipócrita modes-

135
tia, confesamos que no deia de ser extraño que sea un hombre
de números quien tome a su oargo la compleia tarea de traducir
en palabras la obra de aquellos titanes que sin más ambicién que
ta de sentirse útites a su querida comunidad, deiaron allá, entre
el barra y tas piedras de la vía rota, lo meior de sí mismos:salud,
ocupaciones, tranquilidad, todo, absolutamente todo, sin limita-
ciones, con firmeza, apretando los dientes en un gesto de rabia
que trasuntaba et propósito de llegar al fin de cualquier forma y el
fin estaba allá a lo lejos, a muchos kilómetros de Rivera, en IJn
puente cuyas vías al aire semeiaban a una mana gigante y muti-
tada pidiendo el apoyo de la Providencia.
¿Y quienes eran ellos?
No tenemos duda que en la historia completa que algún día
se escribirá de esta verdadera epopeya, surgirán nombres de
todos los que participaron en ella.
En este mornento no deseamos cometer la tremenda inius'
ticia de una sola omisión.
Muy a nuestro pesar, debernos cantentarnos con decir que
las maravillosas Brigadas Civiles estaban integradas por hom'
bres de todas las actividades, credos, rnilitancias y edades.
Manos acostumbradas a faenas rudas del campo o la ciu'
dad y manas finas, adecuadas a la labor intelectual, se mezcla-
ron en la ntisma tarea al coniuro de la ansiedad de sus dueños.
Transportando pesadas piedras con el primitivo procedimien-
to de pasarlas de mano en mano a través de largas filas que iban
desde las zorras hasta ellugar en que se necesitaban, reponien-
do pedregullo, apaleando tierra portoneladas, colocando durmien-
tes, emplazando rieles, apisonando elterreno, rellenando pozos,
rehaciendo terraplenes desaparecidos, trabaiando muchas ve-
ces con el agua hasta la cintura sufriendo las inclemencias de un
tiempo que se empecinaba en mostrarse hostil, mordiendo con
desesperación las ansias de ganarle una carrera difícil al infortu'
nio, trabajando hombro con hombro obreros de la ciudad, agri'
culto res, peones rtt rales, estudi antes, m il itares, maestros, com e r-
ciantes, universitarios, sacerdotes, altas autoridades civiles, to-
das estaban allí, agradeciendo quizá aldestino la oportunidad de
ser partícipes de una obra tan digna.

136

t-
Y si algún nombre propio merece citarse, he aquí los de
algunos de los más veteranos: Don Baltasar cabrera
@a años),
Don Abondio Mujica (76), Don Diamantino Abreu (79). Los abue-
los no solamente trabajaron a la par de cualquiera, sino que se
molestaban si tenían la sensacién de que por razones de edad
se /es asignaba alguna tarea menos pesada.

Episodio 10

La finalidad de esta nota nos lleva a no ser muy extensos en


cuanto a detalles relacionados can toda la jornada de trabajo,
por lo cual nss cancretamos a los que estimamos más interesan-
fes.
A las 11 de la mañana se detenían las tareas; /os mateado-
res ya tenían pronta el agua caliente y luego, en fila india, ptato
hondo en la mano, cada uno recogía la camida y el pan frente a
la gran olla.
A la una de la tarde se reanudaba e! trabaja que duraba
hasta la puesta del soÍ. Luego se recogían ras herramientas, se
hacía un recuento minucioso y antes de subir altren que tos tte-
varía de regreso al hogar, se reiteraba la siempre emotiva esce-
na del ¡Viva la Patria! junto a la bandera.
Ya en Rivera, a las 20 horas, en Radio lnternacional se rea-
lizaba la Audicién del Regreso, donde junto a cabrerita,
sarazola, Gil y caballero, se daba cuenta a ta población de ta
tarea desarrollada en eldía, se exhortaba a la inscripción de nue-
vos voluntarios, manteniendo así, desde el primer día, un clima
de estrecha colaboración entre et puebto y tos integrantes de las
Brigadas Civiles.

Episodio 1I

La culminación de la obra tuvo lugar et l7 de mayo.


Ese día se logró, con el mejor de los éxitos y tuego de horas
previas de indisimulada ansiedad, empalmar la vía reparada con

137
la correspondiente al puente sobre el arroyo Tranqueras, lugar
donde los efectos de las corrientes de agua habían sido más
perjudiciales ya que habían hecho desaparecer los terraplenes.
Todos se habían dado cita allí: los integrantes de las Briga'
das, los técnicos y autoridades de A.EE.llegados en la mañana
de ese día y práctícamente todo el pueblo de Tranqueras.
Cuando el último ajuste de la vía se logré, la eventual tran'
quilidad pueblerina se vio alertada por el estampido de una ova-
ción.
Brazos en alto, vivas, abrazos y lágrimas, rnuchas lágrimas,
fueron el broche de ora de 31 días alucinantes.
Había culminado con felicidad una iniciativa titánica, lleva-
da a cabo por titanes.
No caben muchas más palabras al respecto. Episodios como
el que narramos se captan más con el corazón que con la cabe-
za. La llegada a Rivera fue de apateosis. No podía ser de otra
manera. Se /es recibié coÍno lo que eran: coma héroes" Rivera y
Santa Ana vivieron uno de sus grandes días. Manifestaciones,
cohetes, himnos, música, flores en los balcones, la población
entera volcada en Sarandíy la culminación de los actos en Radio
lnternacional, nervio motor de la actividad de las Brigadas Civi-
les desde e! primer día.
Fosteriarmente, acallada la emoción de entrecasa, reinte-
grados todos al hogar y a sus tareas habituales, vinieron los ho-
menajes de las que fuera de Rivera habían seguido expectantes
y admiradas el desarrollo de los acantecimientos.
En efecto, el 23 de mayo el Directario de A.EE. en pleno,
presididrs entonces por elGeneralOscar D. Gestido, vino a Hive-
ra con tal fin, dando origen a un acto de extraordinarias propor-
ciones.
Se pronunciaron conceptuo.sos drscursos y se descubrié una
placa de bronce alegórica en el edificio de la Estación Rivera.
Posteriormente el 12 de oetubre, se realizó otro acto de si-
milares características en la Estación Km 512 que a partir de ese
día se denominó BriEadas Giviles de Rivera.
Pero todos esos homenajes, pese a su trascendencia a es-
cala nacional, no tienen para nasotros el toque de ternura, de

138

*
calidez humana, de espontaneidad, de un pequeñito episodio,
casi desapercibido, que na resistimos la tentación de narrar
se estaba trabajando en las eercanías de la Estación Ata-
ques, una mañana húmeda, neblínasa. Don Diamantino Abreu,
un portugués de 79 años, bajo, grueso, de tez curtida, cabellos
blancos, gran bigote y profundos ojos azules, colaboraba tam-
bién en la medida de sus fuerzas, llevando en ra cabeza, sola-
mente protegida por un paño, una gran piedra cuyo destino finat
era una zona a rellenar. No dejaba de ser conmavedora la actitud
del anciano que en toda forma quería éttambién hacer su aporte
a la obra común. un compañero de la BriEada que lo vio; acudió
prontamente a ayudarle luego de lo cual le dío un beso en la
mejilla. Elviejo portugués quedó un instante desconcertado pero
luego se le llenaron los ojas de lágrimas y soto atinó un instante
a balbucear:'corone!, que distinta hubiera sido mi vida sí en
mi juventud hubiera tenido la suerte de encontrar hombres
como usted.
Es a este hombre, elque también lagrimeó de emocion ante
las palabras de Don Diamantino, al que vamos a dedícarte e|...

Episodio 12

¡¡ frloratorio! ! por supuesto.


En la parte más compteja de esta cróníca. No es fácil con-
certar en pocas líneas la personatidad desbordante de este ciu-
dadano excepcional. Tememos caer en lugares comunes at ha-
blar de é1, es rnás, creemos'que alguna de sus más destacadas
aristas no va a ser resaltada en fa forma que se merece.
Corresponde decir, antes que nada, que no era riverense,
si el hecho de ser o no riverense se refiere, claro está, a lo que
surja de los documentos oficiales de ídentificación. Fuera de ese
formalismo, debe haber pocos oriundos de Rivera que sean tan
riverenses como Moratorio . Era naturalde Meto y llegó a nuestra
ciudad en abrilde 1948 como jefe de estado Mayor de la Brigada
de caballería Ne 1 que venía de satto. pero este hombre dásde
que llegó a Rivera y al margen de su actividad oficial, se dedícó

139
íntegramente, de cuerpo y alma, a una sola cosa: a luchar por el
engrandecimiento de Rivera en todos las terrenos.Y lo hizo como
acostumbraba ét a hacer las cosas; sin titubeos, con ardor, con-
tagiando a todos los que estaban a su alrededor un optimismo
désbordante, irresistibte. Por muchos años toda obra de trascen'
dencia que se atentó en Rivera en el campo de la acción social,
culturaty deportiva, tuvo a José Agustín Moratorio como abande-
rado.
No siempre logró sus metas.También él debió ceder alguna
vez ante la fuerza, muy poderosa por cierto, de ciertos sectores
ciudadanos.
!-a historia de nuestra ciudad cantiene muchas páginas es-
oritas por los que nunea hicieron nada ni de,laron hacer nada por
et pueblo que los vio nacer, o les dio educación o los encumbró
económicamente.
Pero él nunca se dio por vencido,Volvía a la carga una y mil
veces. Proyectaba cosas, discutía con todo el mundo, rebatía ar-
gumentos, golpeaba todas las puertas en busca de recursos y
soluciones y nunca arriaba bandera. Si para muestra basta un
botón como dice el refrán, ahí está la obra sin parangón de Sa-
randí Universitario.
En otro orden de cosas el que tenía un problema de cual-
quier orden, especialmente dentro de los humildes que lo adora-
ban, iba Moratorio en busca de algo que le permitiera salir de la
situación de apremio o de angustia en que se hallaba. Y nunca
quedaba defraudado. Si el aspecto material estaba fuera de su
alcance por lo menos le hacía llegar el regalo inconmensurable
de su afecto, de su simpatía inigualada, de esa solidaridad que
tanto significa en la vida de muchos hombres que pasan por tran-
ces amargos.
Como es fácil suponer, las Brigadas Civiles encontlaron
en Moratorio a algo más que un simpatizante. Desde el primer
momento fue el líder: indiscutido e indiscutible. Prácticamente todo
el andamiaje de la organización giró a su alrededor. Su poder de
convicción, su prestigio de hombre de acción, de trabaiador in-
cansable, de amigo leal de punta a punta, hacen que no pueda
dejar de asociarse su nombre al meior recuerdo que se tenga de
las Brigadas Civiles.

140
Personalmente a través de los rnicrófonos de Radio lnter-
tn
nacional, contagió a jóvenes y viejos su entusiasmo, srl patrio-
tismo, sus ansias de demostrarle a los hijos de Rivera cómo se
to
debe hacer para honrar el terruño chico o la patria grande.
?-
Y ese amor a Rivera él lo derrochaba a raudales.
tl
En cada ¡Viva la Patria! al pie de la bandera de las Briga-
,-
das Civiles, Moratoria volcaba esa presión emocional que le re-
ventaba el pecho.
a Fue él quien cubrió una a una todas las etapas de una orga-
s nizacién sin precedentes.
El fue atrás del obrero, del profesional, del camionero, del
i- capataz idóneo en determinadas tareas, delque podía proveer a
)r la alimentación de sus huestes. El fue el primero en alentar al
ó desfalleciente, el que estaba donde era necesaria su presencia,
con la pala, con el pico, cargando piedras, programando la futura
i,i tarea, asesorando a los novatos, inyectándoles su optimismo, sLt
grandeza de espíritu, su amor entrañable al prójimo.
Y Su torso delgado era el primero que aparecía en aquellas
1
frías mañanas otoñales, cuando alrededor de la vía destruida
todo era desolación.
En aquellos homenajes que el país agradecido rindió a las
Brigadas Civiles (a las que hicimos mención en el Episodio l l )
en todas esas demostraciones de gratitud de ana comunidad iba
implícito el homenaje particular al hombre que se había constitui-
do en el paladín de la causa.
Radicado en Montevideo, luego de su incesante trajín en
pro de tantas causas nobles, éltambién añoraba aquellas queri-
das tierras norteñas donde día a día esperan su regreso una
legión de amigos,
Es una lástima... Rivera no debió haber perdido nunca el
concurso invalorable de este hombre.

Epílogo
Se terminaron amigos, los episodios reales, de una haza-
ña inaudita, más sugestiva, humana y conmovedora que aque-
llas que protagonizaban los sombrerudos héroes del cetutoide
en la añorada sala de la Línea.

141
Para los que hace rato peinamos canas (y cada vez
es stn duda muy poco tiempo 37 años, pero
que en aquel entonces daban sus prímeros
en la vida, son ahora ciudadanos de la República, se justiftca
publicación de esta nota.
En cierto aspecto está dedicada a esa generación.
Dios quiera que sirva de estímulo para luchar con fe en
det destino venturoso al cual tienen pleno derecho.

142
l: : . -

Prólogo: RMRA RUMBO AL FL'TLR'{:l

MARIA LUISA LARENA


IA "poetisa de alma eslremecida", al decir de C Zun F¿';¡

LUIS ALBERTO OSPITALECHE


Lt personalidad del autor del "Marco de Aro"
Poeta. escritor y Periodista
3t)
TAUNAY DÉ BARROS FRAN'CO
l-avida inquieta de un creador

Conto en los' noticieros', l¡ol fresctllattlor al'


ón. luls ALBERTo roGNoLA P.{Lo}IEQUE .. """" """" 37
EI cardiólogo riverense que conquistó trlor'tetttie¡

Baio la cúoula de San Pedro' con Pia Xl t Juan XXIII


UbNSOÑOR CARLOS PARTELI
4l
Arzobispo Emérito de Mo¡t¡et'ideo
66
DON TITO PEREIRA
lJn hombre con reflejos de oro en su ¡tersonalidad

{Jna oersonalidad rle nuestra RTVERA en el prinrcr cuarlo del Siglo


XX
74
LUIS FELIPE ROYOL GALLI
Hijo t padre de fannocéuticos

LJna vida de relevantes realizaciones


81
SOLEDADLOPEZ
Poetisa, escritora ,- Periodista
90
VICTORIO GUILLERMO CHAPARRO "...".......
Manisero, "canillita"', ri'erense orgulloso de su origert

iüdfiiii;itMio;lvERÁ prNros
Ninpuna zania del destitto detuvo su t'ocació¡t
roo
gris
IJn toque de color sobre el de Rivera

El salteito que conquistó Rivera


WILMARPEREIRA ARANGUIZ 106
Publicista, d.ibuiante, dec orador,pi ntor, etc'

lJna fisura brillante del arte riverense


iÍí,itrNiíñiA l6b['buóó§ ssxpsE ............'.." rtz
Aspectos sintéticos de su biografia

Historia de la Radiotelefonía riverettse'Itt obra de sus paladines'


VICTORIANO CABRbRÁ TÍTIANI 115

Otra muestra deL .qenio creador de OSM' R SANIOS


ffi§#ó'üiÁ6xfÑÜE§rñÁ'óÁn'erul¡.
kt "cueva" la dede Bottaro ,t' hazaña ],924
123

Ai7 anos de algo inolvidable 130


LÁs-;;sRlcan¿,s cIvILES" DEL ANo'59 """"""""
143
Este libro se terminó de imPrimir
en el mes de setiembre de 1996
en AMAUTA Talleres Gráficos
José E. Rodó 1847, Telefax: 49 81 22
Montevideo
Depósito Legal: 304.383

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NOTA SOBRE. EL AUTORI.
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