Rivera Rumbo Al Futuro Hipolito Zas Recarey 1996
Rivera Rumbo Al Futuro Hipolito Zas Recarey 1996
Rivera Rumbo Al Futuro Hipolito Zas Recarey 1996
A la perenne memoria de la
que subió al Cielo una noche
de Jutio.
El amor que encierran estos
libritos que recuerdan a su
Rivera, es solo un tímido
reflelo del dolor que invade
el espíritu de aquellos a
quienes solo les queda el
consuelo de esperar...
I
t
t¡
I
I
t:
lr
i:
l
lr
I
i
t
I
;
RIVERA
l
RUMBO
AL FUTURO
1996
gLn-.n*,,
¿wL
WL an4zb,,
yrL b;L^-i-a,
s,,c L¡l.<t4a-rw fra, olrfgarv?
(S-9lL*a- a"tS'*,,*-)
//
¿o
a. á' e-5
¿
¿o
CÚ?U
o,*¿.
¿
tra.t
Yo nací en este pueblo
que florece, romántico y ufano,
en el cóncavo agreste de dos cewos,
corno en el hueco tibio de un& tnano. L.M,T
5
: -::. ::-:.:.;::.:: -.-..:.._i- :.::.:l -- j. -.-=: : :1f ,gJO dg
l;J. :..-:1e S .1Ue e:. ir: i - . .1í erc OSUr ; LeJ.e .::- :- - t :,1rtJ. :TlU\ pafticu-
ia¡ a nuestro Departamento.
Quizás n1 nosotros mrsmos nos demos cuenta, en su verdadera
dimensrón, 1o que puede significar para nuestra hermosa ciudad fronte-
rtza la ubicación excepcional que ocupa en el mapa geográfico de la
regrón.
No cabe duda que ya estarán operando los madrugadores profe-
sionales, los que desde afuera maniobran en pos de situaciorles que re-
dundarán en su propio beneficio y muy poco les importa la tierra donde
tanto iucharon los que hicieron de Rivera lo que actualmente es, ni tam-
poco la pasada existencia de un conjunto maravilloso de poetas, perio-
distas, escritores, artistas, educadores, profesionales de todas 1as ramas
y honestos y capacitados trabajadores, que impulsaron obras que para
otros ahora servirá de pértiga firme para saltar por encima de esfuerzos y
logros ajenos, en busca de satisfacer cómodamente sus ambiciones.
En fin, voy a cerrar este paréntesis que sin duda tarnbién se inscri-
be en el enorme cariño que siento por mi pueblo, pero no quiero que se
entienda que lo único que me sirve de terna son las gentes y episodios
que integran el pasado.
Pero vuelvo a decirlo, a riesgo de parecer reiterativo, cuidemos a
Rivera, hacerio con profuncla t'e, trabajemos por ella en forrna acorde al
momento que vive el mundo, sintamos como un mandato divino la obli-
gación de traba.jar por ella que, o mucho me equivoco, está destinada a
ser una pieza muy importante que debemos saber jugar en horas tan
delicadas corno las que vive este rincón privilegiado de Arnérica Latina.
Es el deber de todos, desde ios más encumbrados hasta los más
humildes.
Lievar a Rivera Rumbo al futuro tiene la fuerza y Ia obligatorie-
dad de un nuevo Mandamiento y que Dios nos perdone si tal asevera-
ción implica una blasfemia que no merece ser redirnida.
Y cierro este Prólogo que como todos los míos es un tanto sui
generis, escapando a las normas clásicas en la materia ante el consi-
guiente korror de los literatos, quiero decir que había comenzado a es-
cribirlo enla Semana Santa, recluido en mi casa de Parque del Plata,
D
le -::.ado de una crisis de pesimismo y angustia, por 1o cual me convencí
u- ,: 1a necesidad de tirarlo al fondo de la papelera.
Creo que adopté una decisión feliz.
:a Ciertos estados de ánimo no deben salir de nuestro fuero íntimo y
l- :.lcho menos cuando esos pensamieritos están destinados a un grupo de
:iJl.ntes y heroicos lectores que no tiene pcrrque hacerse solidarios de
-:, que a otros les pasa.
Recogeré solamente parte de lo dicho en mis hojas escritas en la
Semana dedicada a la comunidad cristiana, con la convicción de que en
:, campo de lo espirituatr sentimos antes y ahora el misnio iespeto y
-:roción que aprendimos descte muy niños, a evocar la historia de un
:-¡mbre que rnurió en la cruz para salvar a la Humanidad.
7
Algunos sacábamos (con autorización del dueño) ias cañas que
crecían profusamente en un cañaveral situado en un solar baldío, en la
esquina de Faustino Carámbula y Uruguay'
Deteníamos nuestra labor depredadora cuando veíamos acergarse
a un jinete cuyo caballo esquivaba los agujeros y montones
de tierra que
8
{
I
Es cíerto que soy frágil y pequeña
pero en mi se concentró la ra4a,
que define lafirmeza de su traza
en l.a herenci.a que tengo camo enseña.
M.I,.L"
10
Poetisa de alma estremecida la definió el escritor Carlos
Zum Felde que en 1936 intervino en los actos de la semana de
Arte y cultura organizados por el naciente Ateneo de Rivera.
varias veces mas nos vímos en ocasión de los períodicos
viajes que yo realizaba a mi querida ciudad, cuando er destino
me llevó a radícarme en Montevideo.
Pasaron los años y a fines de 1g85 fui a visitarla a su Casa
del camino ftlaldonado (Km 11 y medio) donde vivía con sus
hermanas.
En mi libro cerro del Marcoalfinal del último capítulo dedi,
cado al Ateneo expresaba:
... y finalmente de María Luisa Larena que en su coqueta
casita de Camino Maldonado, allá donde la ciudad grande se
desviste de su estructura urbana y comienzan los cercos de ma-
dreselvas, sigue escribiendo, sígue tejiendo incansable la apre-
tada red de sus quimeras y sigue soñando con el día felíz en que
pueda tener nuevamente sobre su cabeza el cielo de Rívera.
No pudo ser. En cama, en un estado de salud declinante,
aunque conservando el ánimo con que siempre comentaba los
aspectos de una vida que se iba apagando lentamente como una
de las velitas que allá a principios de síglo alumbraban sus sue-
ños de niña, dejó la vivienda de camino Maldonado (vivió arrede-
dor de un año en Shangrilá) y se mudó a Montevideo a un apar-
tamento del Complejo Barradassituado enla calle Gualeguay 9386
y fue allí, ante la congoja de familiares y amigos, que subió al
cielo el 31 de julio de 1986.
Habían quedado truncos sus sueños de fener sobre su ca-
beza el cielo de Rivera. Fui de los pocos acompañantes de un
sepelio que la vio desaparecer en un nicho del Cementerio del
Nor1e.
Allí, en un rincón perdido de la extensa necrópolis quedó
el cuerpo de la brillante poetisa, hasta que hace unos tres años,
merced a las gestiones efectuadas por el Club de Residen-
fes de Rivera ante la lntendencia Municipal de Rivera, se lo-
gró, tras la tramitación injustificadamente demorada, que cul:
rninaran las aspiraciones con las cuales María Luisa soñó un
día y fue así como se trasladaron al Cementerio de Rivera sus
restos mortales.
11
Allá en su pueblo que tanto honró con su obra, descansa
ahora junto a la urna mortuoria de Doña Zenobia, su madre'
12
Volviendo a María Luisa, su obra literaria es particularmen-
te intensa. Es materialmente imposible citar los títulos de todas
las poesías y comentarios literarios que ella escribió incansable-
mente en Montevideo, colaborando además con cantidad de pe-
riódicos de Rivera, de ciudades del lnterior y países vecinos.
No poseemos, lamentablemente un detalle exhaustivo de
todos los libros que publicó, pero he aquí algunos de los títulos:
Fervor, Flores de Luz, Aristas Americanas, Espejo de
Brumas, Mar lnfinito, Tiempo sin Tiempo, lsla Unica, Vaces
k la frontera...
Se hizo acreedora a distinciones de nivel internacional, ta-
les como: Miembro de la Academia Romana de Cultura; de Ho-
nor de la Academia Griega de Atenas; de Ia Asociación de Hom-
bres de Letras de Rio; Caballero de la Croux d'honeur de El Sal-
vador; Miembro de la Rosa Blanca de Martí (Cuba).
Es muy exitosa su labor en materia de periodismo.
Como mero ejemplo, ya que su accionar en esta actividad
fue muy intenso, citaremos la campaña que lideró en 1934 en
Rivera Libre, semanario dirigido por Antonio Amorés (h); para
poner al desnudo una cadena de crímenes, enoubrimientos, etc.
que dañaban la fisonomía social y política de nuestra frontera.
Al final se impuso la justicia reclamada por el pueblo.
Otro episodio en el que tuvo señalada intervención fue el
vinculado al asesinato del Dr. Waldemar Ripoll, ex parlamentario
portoalegrense exilado en nuestro país.
En la cumbre del cerro del Marco cierta vezlajusticia local
improvisó seu pelourinho, como dijo un periodista brasileño.
El Proceso Ripoll hizo época en los anales dé la justicia
riograndense. Ante una multitud integrada por vecinos de ambas
ciudades, el acusado Rodriguez Romaguera fue objeto de un
careacon la mujer de Pedro Borges, el bárbaro matador de Ripoll.
La militancia de María Luisa en planos reservados arbitra-
riamente a la exclusividad de los hombres, determinó que un
periodista la llamara Quijote con faldas, lo que ella aceptaba
como un timbre de honor.
13
Su pasión por el prestigio cultural de Rivera y su irresistible
dinamisrno por las causas que tendieran a ese propósito, la con-
virtió en uno de los pilares fundamentales de la fundaclón del
Ateneo de Rivera.
Se creó el 3 de julio de 1935, siendo doce los fundadores:
Alfredo Lepro, Bernardo Ferreira Avila, Antonio Collazo,
Claudio Barboza, María Luisa Larena, Antonio Carámbula, Agustín
R. tsisio, Olyntho María Simoes, José J. Chiappara, Héctor
Podestá, Tell Ramis y Colombia Segovia.
El carEo de Presidente se confió a Alfredo Lepro, siendo la
Secretaria María Luisa Larena, cargo donde desplegó una inten-
sa y feliz gestión.
14
'-s,:nó en forma muy sensible la firrneza graníti*a de sus
16
:: 2^7cme ser como era. El fantasma de la imaginación, me pin-
:: : * tndos que yo recorría con la emoción de ser allí el supre-
-: a':':ra.
'.ie gustaba pensar. Toda emoción feliz me trastornaba al
: ,"'i -c de querer gritarla porque me sentía pequeña para cCIn-
.-:'e Mis muñecas tardaron en abandonarme. A los catorce
, --,. as vestía con modelos creados por mí,
=
-as maestras que tuve eran seres perfectos y las quise can
- - ..' a. Todas dejaron huellas prafundas en mi espíritu. Todas
* :' s ,Jna que tuvo la virtud de decepcionarme y a quien miré
-
--. - 'Ct'ferencia. Su falta de tacto la mató en mi alma de niña-
-"
:'
- Que Dios me perdone. Mi adolescencia estuvo repleta de
'-'nas ilusorias.
Impecé titubeando a volcar en el papel esfas ilusianes.
--; -: QU€ f lotaban en mi rnente, cerrada todavía para toda lucha
;
:,':-cr, sellaban mis cantos de niña de un extraño efecto de
' - - :Íud.
A los siete años un eanta de escuela despidiéndorne de
17
Fueensuspáginasqueconfiémistemoresenelporuenir.
casi una niña, sin rónor"i t, vida, la encaraba con el lente de su
verdaderoaspecto,Yasílogréhacermelugarenelalmadealgu-
ni, prrtonas hastiadas'
Casiinconscientemente,fuiderramandouncontenidoamar-
la criatura huma-
go, sin haberto gustado' ¡lngénito principio de
todos las obstáculos.
nal Sin explicarmi iu ,^rui, me a,anaron
Asípudeseguir..'nuncapaséporetmartiriodeaguardaren
Elestímulo
la antesala AetAe'iiontento, ú audiencia detfracaso'
rne aPuntaló.
Aquíhagoreferenciasatpubticoyalperíodicoyacitada
de aquella audacia
qu" Áá oauizari ion ta prime'ra irnpretsión
deuda de gratitud' Más
!írica... y con qr,rii,ngo' contraída'una
tarde,vinolo.queyo,'-p,,,ba.Laprimeracaronadeespinasme
flores.
la ofiec¡ó ta vida,'disimutada entre falaces
presentido se agigantó' ex-
De aquí qui aquet pesimismo
que sollocé mf desencantos
tendiéndase en mis estrófas. creo
'joi
tas vitriiab de /os periódicos locales. Fue
una explo'
'sién to¿u,
incontenida. Sin pudar' Sincera'
Yanotliceversosenellibrefraseomasarnenospulido,
Poresecaminadesombt'as,llevéesaangustiamásalládemi de varias
puebto. Fue en ese período q.ug.merecí los honores
'transcripciones
en la prensa del lnterior'
Recorríatrasciudadescamounasacerdotisapaganadan-
do la eucaristía de mi ácimo Pan'
AestaalturademiGótgota,entabtéconocimientoconotros
muchachos Ae ispiritu biei orientada'
que' con sed de iusticia
fundaronunperiódicodecombate,célebreporsucampaña,inol-
vidable aún en el recuerdo de la población'
Bajotatma'ntifestaciónderebeldía,apaguélaltamavivadel
dolor,ynacióensutugarunapiedaddesmedida,infinita,por
su foco de trage-
todosesos sere S que *Zt o menos arrastraban
dia.
TuveelhonordesersoticitadaporMercurioprestigiosa
revistadetaCapital,encuyascolumnaspubliquéinfinidadde
é99c.a' fue un puente
versos. L. Micná|, su director en aquetla
que adquirídespués de hacer-
entre mi timrtadá poputaridad y ta
me conocer en Montevideo'
18
Hasta ahora, na he desmayado jamás. Hasta ahora no he
: -".iado de ser lo que fui. un alma torturada de sueños que buscó
., susca espacio para salir...
No soy literata. Para ser literato hay que someterse atcapri-
:'c del figurín literario. Esa literatura de catátogo que adopta
':'nes para cada estación, no tiene cabida en mi espíritu.
Son sencillamente YO.
En cada cátedra libre donde la erudición está ausente.
Declaro que nunca soñé con eldeseo de ser ALGIJIEN en
ieiras. En ellas he buscada la forma viable de descongestio-
=s
- 2' un poca esta ansia insostenible
de sañar.
Escribir. Escribir... una sucesión de tristezas y reacciones
r- a se visten en el templo de la Musa.
frebelde por temperamento, nunca pude someterme a nin-
: -q sistema.
Nadie. Ni siquiera ese abismo de decepciones subsionante,
. -1que un insoluto deber hacia los pocas, que aun mantienen la
:na de mi fe.
Y sobre ella, mi alma, que fluctúa en las rebelianes casfas
:= mi omnímoda saberanía.
M.L.L,
f9
... y tu Ceruo del Marco, Eue es un puño
cuyo índice gigante
señala eternamente las estrellas
indica eternamente lo insondable...
(O.M.Simoes)
20
Al margen delantedicho comentario, confieso que no es tan
fácil intentar darle forma a una nota biográfica que refleje, o inten-
te reflejar, la personalidad de un artista riverense de las caracte-
rísticas, creador de importantes obras , de Luis Alberto Ospitale-
che, propósito que quizá esté mas allá de los fines que me han
guiado a escribir esta serie de libros que pretenden recoger algu-
nos trozos dispersos de episodios que peftenecen ya a la historia
de una comunidad que paso a paso va tratando de conveftirse en
uno de los centros culturales mas evolucionados del país.
Pero voy a intentarlo y para ello recurriré a juicios de críti-
cos prestigiosos y al comentario, tan lleno de hermosas reminis-
cencias, de quien, en su obra de escultor, ha alcanzado ya la
atención admirativa, de quienes deseamos ver a Rivera en la
cumbre de las mejores realizaciones artísticas y del desarrollo
cultural que merece ampliamente.
Para llevar adelante mi finalidad voy a recurrir, por razones
obvias, no solamente a la palabra del propio escultor, sino a un
,¡r.ricio que en el hermoso libro La Mirada delTiempo, de la auto-
nía de dos escritoras de muy fina sensibilidad (Delia Cazarré de
Alvez y la siempre recordada Mirtha Garat de Marín) que en di-
cho libro transcriben una nota de Robefto de Espada, que expre-
sa en una de sus partes:
Ospitaleche, en reciente fase creadora, encauza en apa-
riencias simples un mundo complejo: murallas grandes y peque-
ñas con testas de guerreros y escudos de combate; torreones
que avizoran; y, de pronto, en una ojiva diminuta, una cabecita
con algo de asombro y de inocencia.
San Juan de Acre, sobre el Mediterráneo, tiene esos mu-
I'os, esos torreones, esos guerreros. Es que el Siglo Xl se im-
pregna con sus barcos y Castillos, sus almenas y sus puentes, et
alma del artista, y de esa amalgama de historia cristiana y árabe,
estalla esa riqueza esencialy formal...
Cada una de sus cerámicas es una provocación para inter-
narse por los vericuetos que crea por medio de tubos, vacíos,
plenos... e incitan a una contemplaclón detenida que puede re-
godearse penetrando esos micro-ámbitos. severos y sensible§.
21
En forma coherente con los juicios que se han expuesto,
podríamos citar trozos de comentarios muy significativos que al
respecto han efectuado conocidos especialistas de arle de nues-
tro ambiente:
...cuya obra maestra merecería ser enviada a exposiciones
bienales e internacionales. (Amalia Polleri: julio 1987).
Una bella conformación determina su imaginada búsqueda
que da pie para armonízar sus piezas. (Dr. Horacio Rosete de
Salto; palabras al finalizar un comentario, donde refiriéndose a
artistas plásticos citó a Lucio Fontana, Scialoja, Rothko y Ospita-
leche. Destacamos que los tres primeramente nombrados son
los más importantes artistas plásticos del mundo que innovaron
el concepto de la expresión artística).
Son elocuentes las expresiones de Jorge Abbondanza que
dijo: Asr, con el paso del tiempo y el ingreso de sabiduría, se ha
formado en los terrenos de Rivera un artista que a menudo pro-
yecta el resultado de su faena sobre el resta del país.
22'
La casa donde nací, muy antigua, casa de piedra con un
gran patio en el cual can un duraznero al centro, el gallinero y el
horno de pan, hizo crear una gran eantídad de fantasmas y con
eÍlos los temores naturales de mi niñez.
Desde allí fui invadiendo el mundo exterior, con juegos a la
nayuela, soldadítos de plamo y salidas al Cine Astral (los miérco-
,{es a/ matineé de las 5 de la tarde), la mayoría de las veces en-
Wando gratís, pues como era vecino, "ElGordo" (portero) me per-
rnitía "calarme". Recuerdo que en una ocasión (a solicitud de mi
madre) recogí en el gallinero unas cuantos huevos y can ellos en
el bolsillo me fui al cine. En el primer "zapateo" sentí una viscosa
frialdad bajar por mis piernas desnudas, de pantalanes cortos...
Nuestra vida era un juego, el "flaco" Carlos Castillo; mi her-
rnano "Chungo" (Jaaquín Marcelo), mi hermana Teri (Teresita),
Ruben Leal Mora, Pinocho "JLtlio" Suarez y su hermana Marilú:
También el recuerdo del negrito Ramas (faltecido en agosto
de 1955 en un trágico accidente); el Beto Cardozo y sus herma-
nas Sonia y Rita; el Bebe (Heber) Brum; el Pino Rodríguez; los
hermanos Araújo; Ruben e lca lglesias Lara (del último recibí mi
primera y negativa impresión al perder un buen amigo pues una
bala perdida se llevó a muy temprana edad la vida de un niño al
cual quería profundamente).
También mi gran amigo Nelson Rebollo Palomeque, com'
pañero de banco en el colegio de monias de 2e año, el destino
quiso que ese mísma año el "Tornado de Tranqueras" llevase a
su madre entre los desastres causados. Recuerdo como sifuera
hoy cuando a Nelson lo retiraron de clase, luego de lo cual la
monjita nos explicó lo sucedido. ¡Con qué terror y lástima nos
miramos con elturco Fiat (Raberto), al cualyo le hacía los dibu'
jos!
Ese mismo año apareció en el colegio y en el barrio (venido
de Paysandú) Julia Salaberryborda con sus hermanas, amiga
que se sumó at grupo de diablillos que entre inocentes y no tan
inocentes bromas atribularon a las vecinos que pugnaban po¡
progresar.
Pitin Righeti, Bichito Berrutti, Nenito Ariet Blanco, Olga Co-
rrea Paiva y otros, junto a nosotros, devastabain (en pequeña
23
medida) lo que la firma Leal y Giani edificaban para el progreso
del barrio.
Con los tanques de 200 litros hacíamos carreras, con las
zorras cargadas de materialnos largábamos en la bajada de Flo-
rencio Sánchez y Agraciada, y la policía (vecina del barrio) nos
llevaba detenidos ¡por jugar a la pelota en la calle!
Lo más gracioso era que quien denunciaba solía ser el pa-
dre de alguno del grupo, generalrnente Don Napoleón Cardozo
(almacenero) padre del Beto, único vecino con teléfono.
24
a que dibujara en el pizarrón ante la complacencia admiratíva de
sus cornpañeros de clase.
La influencía de los vecinos tambíén fue muy valiosa, como
lo evidencia el hecho de que Don carlos "pepe" García, almace-
nero de la esquina de Agraciada y Florencio sánchez, le hacía
llegar toda la información periodística referida al ambiente artísti-
co nacional y en particular (década del 60) los comentarios que
la prensa especializada realizaba en sus primeras intervencio.
nes en eventos añísticos.
No termina en lo antedicho la relación de quienes vincula-
dos o no a la enseñanza lo alentaron a proseguir en una carrera
tan exitosamente iniciada.
Dice Ospitaleche al respecto:
25
lidades a tal fin, y a ese grupa me acerqué, siendo entances se-
leccionado, en calidad de becado, para concurrir a Mantevideo.
Attí continué estudios con Edgardo Ribeiro (pintura y dibu-
jo) y con José Cotlell, y Cerámica can Marca López Lomba. Des-
de ahí en adelante estaba en mi salsa, las aportunidades, las
exposiciones, los cursos, los salones, los premios, los alumnos,
hicieron parte de mi vida.
Ya en 1968 estaba dando clases en la ETAP y en 1969
ingresé a Educación Secundaria.
En la faz artística me acompañaron excelentes alumnos
como Luiz Cartos Canabarro Machado (actual renombrado artis-
ta brasiteño), Gabriet Dutra (pintor, ceramista y dibuiante ya de-
saparecido) y tlegando a la actualidad con Jonhy Umpierre, Juan
Carlos Urioste, Betty Bras, Francisco Jansen Ferreira, Teresa
Escobar, José Batao, Rose Alvez, que me han llenado de orgullo
recibiendo premios en varios salones en los cuales participaron.
Sobre mitrabaio podré decir que he ganado varios premios,
sienda el mayor de ellos el reconocimiento de mis conciudada-
nos; las invitaciones que me llegan desde mi país para exponer,
también las del exterior para dictar cursos en otros países y rea'
lizar exposiciones; tener la certeza de ver una obra finalizada
que eE bgena, y es buena porque con ella me siento conforme,
feliz, realizado, y que mas puede querer un artista que sentirse
auténtica, no estar haciendo lo que et pÚblica pide, sina lo que él
siente.
En esta nota ya he mencionado a varias plásticos riveren-
ses que l"tan influído en mi obra, ingrato sería no recordar a posi-
blemente et principfl de ellos, y me refiero a Osmar Santos, tam'
bién mi admiraciÓn para Clever Lara (compañero de estudia en
et tatter de Edgardo Ribeiro iunto a Ramón lglesias y Nelson
Leites).
En Rivera: Antonio Higueras (ahora en Madrid), Ely Albernaz,
Gustavo Alsó, Washington Bruno, Hugo Lago, todos ellos cfea-
dores de atta sensibitidad, que le han dado a las artes plásticas
riverenses una firme ubicaciÓn en el área nacional, con el reco-
nocimienta de mucftos países, pues hemos ganado premios a
nivei internacional y numerosas invitaciones (Brasil, Argentina,
Francia, Paraguay y EsPaña).
¿o
f
En el momento me encuentro trabajando artísticamente (en
: ::cencia) en Livramento. He sido invitado a expaner en la
: :ad de Santa Maria (Brasil) y dictar cursos en el mismo lu-
=: -
' :' :7c ello previsto para el segundo semestre de setiembre de
'r;n
eara ello me encuentro trabajanda en unas formas escultó-
-: s r? terracota, con una vieja idea, siembre basándome en el
s;' \umano, eon una búsqueda apoyada por un profundo cono-
-
,' : -:o del manejo del barro.
lsta misma muestra creo será traída a nuestra frontera y
, . -: :'ormente llevada a Madrid, donde estay comprornetido a
i, I i.€t próximamente.
27
Un tema final, cuya esencia no es de fácil análisis, es el
relacionado con lo que el Marco de Oro, más allá de sus carac-
terísticas físicas, puede representar en la mente de quienes vi-
ven la emoción de tratar de descifrar (lo indescifrable) de lo que
encierran los objetos materiales que tienden a definir un cierto
simbolismo.
No vamos a tratar de penetrar en un mundo que peftenece
exclusivamente al creador.
Pero no podemos tampoco dejar de decir algo, por lo me-
nos dentro de las limitaciones que, reconocemos, tenemos en el
planteo de temas como el que hoy enfrentamos.
I.los impactó de entrada elfeliz antropornorfismo que im-
pulsó Ospitaleche a través de su figura.
Efectivamente, allí está plenamente logrado el espírifu que
anima a una antigua construcción de piedra y mezcla calcárea.
Lo hemos elegido como tema central de la carátula de nues-
tro anterior libro (Aleluya Rivera) donde luce con una prestancia
y una tuerza de muy expresiva modalidad.
Es la figura de un ser cuya visión nos irnpone por su aspec-
to de gladiador de la época de los Césares o de Hidalgo español
de cuando transitábamos por las rutas del coloniaje.
Y toda esa figura está imaginando, a través de su estilizada
imagen, las líneas constructivas o arquitectónicas del histórico y
querido marco fronterizo, del nnismo que nos habituannos a qL.¡e-
rer, a admirar, a compaftir con él nuestras incógnitas de niños y
luego nuestras incertidumbres de hombres.
En nuestro primer libro, que se tituló justamente Cerro del
Marcs le dedicábamos un capítulo (Cada comarca en la tierra
tiene un Marco prominente...) donde dialogamos extensamente
de cosas muy queridas con nuestro amigo de piedra.
Y a propósito de piedra, el cuerpo central de la histórica
construcción fronteriza culmina en su parte superior con un pris-
ma de granito que Ospitaleche perpetuó en la cabeza del mar-
co-símbolo.
No podemos dejar de recordar la parte final de los magnífi-
cos versos de Olyntho Maria Simoes, que expresa:
28
','tu Cerro del Marco, que es un puño
:-'.a índice gigante
se,ñala eternamente las estrellas
e dica eternamente lo insondable.
29
Yengo del Norte...
Vengo del Norte, donde estall.a el suelo
en potentes pezones y campa.nas...
Vengo del Norte. ¡Vengo
d.euna tierra de fuego y de esperanza!
(Ayutan)
30
pleados Bancarios el lanzamiento de un libro titulado Frontera
en Soifa.
Por supuesto que allí estaba yo cuando lvan Kmaid hizo la
presentación de rigor, destacando los mérítos literarios del autor.
fronterizo.
A partir de ese día nos vimos periódicamente ya que ambos
integramos la comisión de cultura delctub de Residentes de
Rivera que luchaba por proyectarse en una comunidad que (pe-
dimos disculpas si somos injustos en er comentario) no siempre
acompañó con vigor la obra desarrollada con gran espírítu de
superación y cariño por el núcleo de riverenses que dirigía el
Club que nos agrupaba.
Pero, ese es un tema que hoy no vamos a profundizar.
Y ya que mencioné a Frontera en Satfa aprovecho la oca-
sión para manifestar mi opinión al respecto. No estamos frente a
un libro vulgar ni mucho menos; me atrevo a decir que en una
forma un tanto exótica, si se quiere, de características muy pecu-
liares, constituye un bosquejo histórico, de temas insólitos, de
una época de Rivera comprendida en un período de casi 60 años:
1885 a 1944.
¿Que fue lo que hizo?
Muy sencillamente, de hecho se enclaustró durante un lap-
so muy prolongado en las salas de la Biblioteca Nacional (lugar
donde recibió la cordial atención de sus funcionarios) y leyó,te
punta a punta, los diarios, periódicos y revístas editados en Rive-
na entre los citados años.
Y acá viene lo realmente digno de destaque.
Mejor dicho, hay dos cosas sin parangón:
1e) seleccionó editoriales, crónicas políticas, comentarios
generales, avisos comerciales, edictos judiciales, fiestas socia-
Ies, eventos deportivos, curiosidades, episodios graciosos y de
los otros, actividades artísticas, etc. Todo, absolutamente todo,
le siruió de tema.
2e) Todo eso fue objeto de una versión poética, lo cual lo
reflejó en un verso surgido de su frondosa imaginación.
No voy a enunciar una temática que se extiende a través de
127 pequeños versos, pero allí está todo lo que simboliza el alma
31
de Rivera desde fines del siglo pasado hasta mediados del que
se acerca al final.
Como ejemplos, solamente cito algunos:
La diligencia de Don Esteban carballo; crÓnica oficial de
una tertulia;ápisodios delaleva; la mudanza de la Familia Sichero;
Tranqueras pide un puente sobre el río Tácuarembó; Juan Crisci
el zapatero; vales para comprar carne expedidos por La France;
rico eambrays que ofrece la tienda de Salvador Gomez; La Fon-
da ltaliana de Don Bautista viviani; baile en el club Uruguay;
¡sopa julianal y un pectoral que vende la
Farmacia Royol; calza-
do en io de Aparicio Urnpierrez; cuando la suerf e grande cayó en
Rivera; banda militar de un batallón; domingo de carnaval; rece-
ta para un budín inglés; la aparición de la Gitlete; corridas de
toros en Santa Ana; la Barbería Central de Juan A. Villoz; el alji-
be de la Estación; crónica de una maravilla qLle nace: el cine; La
France vende Agua ariente para la piel; ¿Por carruaje? pero
¡viejo! día y noche funciona la Cochería del Pueblo
de Cándido
Quinteros o Benito seleguín; en la Plaza de Toros de sant'Ana
ovacionan al lidiador que remata al coitadinho; el corset Karo en
casa salus; elauto overland; la epidenria de gripe; carlos cavaco
en Rivera; Queso y barba en la Barbería de AraÚjo; caña abierta
del coron el Pau Furado; el consejo y la perrera; el agua de la
Fuente Oriente; el crimen de los plátanos arrasados; etc.
Corto la mención de los temas cuyo nÚmero se acerca a
doscientos.
VICTOR, PIRRONGELLI
\.OLVAMOS A TAUNAY
33
En cuanto a su rnadre, manifiesta que siempre lo alentó en
sus iniciativas juveniles, no dejando nunca de confiar plenamen-
te en el porvenir de su hijo.
En su casa de Sarandí 670 tuvo como vecinos a Sarandy
Cabrera (escritor, poeta y político) que volvió a su Patria luego de
una larga permanencia en la República Argentina; a la Familia
Frós; la de lsidro Neme (propietario de una tienda) y la de Don
Elvaro Arzeno.
En una de las esquinas de su cuadra estaba el alrnacén de
Bias y en la otra José Giani comenzaba su exitosa función en la
rama automovilística.
Comenzó sus estudios primarios en la Escu¡ela mixta ubica-
da en la esquina de las Avenidas Brasil y Sarandí, donde luego
funcionó la fábrica de pastas de Rodolfo De Leonardis.
Cumplió la mayor pafie del ciclo de Primaria en la Escuela
Ns 1 (Arfrgas) donde tuvo maestras, entre las que recuerda, a
Leda l\4ulattieri y Beatriz Sosa.
Terminada la actuación escolar ingresó al Liceo, entonces
emplazado en la esquina de Sarandíy [\lonseñor Vera (frente al
Banco República).
Recuerda con mucho afecto a sus profesores de los distin-
tos años: Dr. MiguelAguerre Aristegui, Dra. Celia Pomoli, Merce-
des irigoyen, Lorenzo Laborde y la Química Camiruaga.
Afirma que sin desmerecer en lo más mínimo a los citados
educadores, tiene una reminiscencia inolvidable para el Dr. ltalo
Batello (profesor de Historia) y del Dr. Aldo Ciasullo (Profesor de
Literatura).
No llegó a terminar en Rivera los cursos de enseñanza media
ya que estando a mitad del curso (junio de 1943) debió abando-
nar nuestra ciudad ya que su padre Don Hildebrando fue trasla-
dado a Artigas.
En Artigas finalizó los estudios de tercer año y todo el cuar-
to año. De su actuación liceal en la ciudad del Cuareim, recuerda
con mucho cariño a los profesores de Literatura Aníbal W. Alves
y Pilucha Amaraly a su profesor de Historia, el lng. Eladio Dieste.
Como en Artigas no había cursos Preparatorios, se vino a
Montevideo solo, pero estando en la Capital enfermó de fiebre
tifoidea.
34
En Artigas estuvo dos años.
Taunay dice ai respecto: Artigas es mi patria de adop-
ción. Allí hizo teatro, periodismo, política, etc.
Tiene un buen recuerdo para el Dr. Carlos Mandioni, Direc-
:' del Hospital, quien lo operó de apendicitis. Lo asistió en la
::eración el Dr. Sarasúa.
Regreso a ltlontevideo. Comenzó los cursos Preparatorios
:: Derecho en el Liceo Nocturno (l.A.V.A.), pero pronto abando-
- ¡ la actividad estudiantil.
Al dejar de estudiar comenzó su carrera bancaria, ingre-
- ando en el Departamento Comercial del Banco de la República.
Corresponde destacar que en Montevideo estudió en el lns-
",to Cultural Brasileiro-Uruguaro donde tomó contacto con el
r lma poftugués, tornándose con el tiempo en un caracterizado
= -.:udioso de la lengua de Camoes.
En 1961 estuvo en Río de Janeiro, en un curso de cuatro
-*sses lievado a cabo en la Facultad de Filosofía.
Sus padres regresaron luego a Rivera con carácter definiti-
:. pero Táunay solamente viajaba esporádicamente a su viejo y
:-erido pueblo, ya que en Montevideo había ya organizado su
-
-cleo familiar.
No queremos olvidar algo que cumplió en su siempre in-
:-Leta vida artiguense. En uno de sus viajes a Arligas fue el ini-
: ador del Elenco Experimental de Teatro, llevando a escena
: -r'as de autores argentinos y brasileños.
Realizan sus espectáculos en el Cine-Teatro AIDA.
Promovió también la creación del periódico lnquietudes,
-:egrando el equipo de redactores.
En su accionar en Rivera y Livramento publicó buena parte
re su obra literaria en periódicos, con poesías y prosas.
Fue en ese período que conoció a Agustín Bisio, cuya
:'illante trayectoria poética y experiencia le ha sido de mucha
-:ilidad.
Su producción era divulgada en particular por el poeta Luis
',iaria Techera.
En Montevideo colaboró con el periódico Antorcha de la
.,¿entud baldomi rista.
35
En los últimos tiempos colaboró con el periódico lntegra-
ción que salió a las calles en seis oportunidades.
lnteresa conocer que en su actuación periodística utiliza-
ba el seudónimo de Dino Cresti(anagrama de la palabra rn-
discreto).
SU OBRA LITERARIA
JO
\t) en los noticieros, hoy presentamos al:
37
tidos en los cuales a falta de una pelota de fútbol de verdad, que
en ese entonces costaba un rnontón de dinero (¡10 pesosl) nos
arreglábamos con una pelota casera de trapr: (fornada con algu-
na media vieja) o recurriendo a pelotas chicas de goma que cir-
cunstancialmente alguien consegu ía.
Y agregaba: A Polito le gustaba jugar de entreala, en cuya
posición se desempeñaba con mucha habilidad.
38
:::noli, Rosita Sichero, Tell Ramis, Dr. Aldo Ciasullo, Dr. ltalo
: a:ello, Anita Santini, Dr. Rubén Armand Ugón y Dr. Miguel
::-lerre Aristegui.
Cumplido este segundo objetivo de sus estudios, vino a
:ntevideo a realizar los cursos preparatorios en el l.A.V.A.
Tuvo oportunidad entonces de conocer a varios estudian-
'- s de Rivera, tales como el Dr. Luis Eduardo Vignolo puglia, el
-;eniero Agrónomo Luis de León (que llegó al decanato de la
:=:ultad de Agronomía), Escribano Lenín Da Costa y al Farma-
- =.rico Diego Peláez.
El 4 de julio de 1960 vivió la satisfacción de alcanzar su
- o de Médico, siendo de destacar que antes de finalizar su
"-^-,era se desempeñó como Practicante en Salud Pública y en
l:caña Mutualista.
Luego de la culminación de su pasaje por la Universidad.
-: durante 10 años Médico lnternista en el Hospital Fasteur, en
- Servicio del Dr. Juan Carlos Plá. Posteriormente, actuando ya
, : ro Médico Cardiólogo, durante 25 años estuvo trabajando con
3E
Francisco Cottens fue Director de la Escuela Rural en
Cuñapirú (Enero 1886) y presidió luego la Comisión Auxiliar en
1 869.
La citada abuela del Dr. Tognola luvo 22 hijos, era vecina
de Don José Posada, a la vuelta de la Sa/a de Auxilios, frente a la
manzana que años después se transformaría en la Plaza de
Deportes.
Cuando solo tenía Tognola cuatro años de edad tuvo un
accidente, lo internaron en Rivera, donde recibió la atención del
Dr. Miguel Aguerre Aristegui.
Con posterioridad a dicho episodio, la familia Tognola se
mudó a la Ciudad, ocupando una casa situada en Agraciada 616,
lindera a la vivienda de la familia de Don Eusebio Arcos (Agracia-
da, entre Aftigas y Rodó).
4A
: :" ,' la cúpula de San Pedro, con Pio XI y luan XXAI !-l
rY.)
11
propósito de levantar en el predio de la esquina un moderno edi-
ficio. Por supuesto que el peritaje se llevó a cabo con todo éxito.
con respecto a la biografía de Monseñor Pafieli he recurri-
do, entre otras fuentes de información, a una semblanza de su
vida publicada hace algo más de 10 años en e! periódico Jaque
del cual he transcripto algunos pasajes ya que no eS razonable
que no se respeten conceptos y opiniones que el propio
biografiado ha expresado en forma inobjetable.
42
\ r'a.íz de las tensi*nes familiares, dos de los hernnanos
r -esse ausentaro!'l pera curnplir el seri¡icio rnilitar en Viena"
\'lo nrueho después también Teresa emigró al lejano Uru-
-
".uneios y emprendedor que se había lahrado una hoigada
- ón económica cCIrlo empresario. Era primo de 8om Fran-
: i,:i ei padre de F,¡lonseñor.
iran Fañeli había estado en Farís y en la Argentina; se
. - -ntraba luego en el Uruguay dedicado a trabajos en la línea
. ':a Paso de los Toros-Rivera. Estando en Rivera decidió ca:
,">e, oara lo cual emprendió viaje a su pueblo natal en busca de
:sa, la joven rlue no había oividado, pese al tiempo y a la
- . - ^ ^;^
- r i.r luld.
Tras contraer matrimonio volvió al Uruguay con su esposa,
, -
-ándose primero en Tacuarembó y después en Rivera.
Previendo que la ciudad fronteriza sería importante polo de
= =a.i'o!!o, comprÓ LJna
manzana entera en el centro de la pianta
::rna, construyó una casa para su familia y siguió edificando
. ':S para renta.
En Rivera, Teresa sentía nnucha nostalgia. Escribía segui-
, a su madre contándole de su dificultad para adaptarse a un
.Jio de costumbres tan diferentes y no dejaba de rogarle a su
- :'-rana María que viniera a acompañarla.
43
El reencuentro con su hermana atenuÓ la primera impre-
sión. Era el 18 de setiembre de 1898.
Muchos años más tarde, evoca Carlos Parteli, dos amigos
de su misma edad, que la habían conocido en aquellos días,
Agustín Bisio y Vitelio Gazapina, se complacían en describirla
como una linda rubia, de ojos azules, que irradiaba simpatía por
su jovialldad y desenfado.
Enseguida trabó amistad con familias italíanas de Rivera y
Sant'Ana que entonces eran muy numerosas.
Se encontraban los domingos en la chacra de Bisio, alraí'
dos no solo por la amable acogida de los dueños de casa, sino
también por el lugar encantador, la sombra de sus parrales y sus
muchos árboles frutales.
44
lnmaculada el7 de agosto de 1901. Pasaron a ocupar la casa de
Juan y Teresa quienes emprendieron un viaje de placer a Euro-
pa, aunque al regresar a Rivera liquidaron sus propiedades y se
fueron para siempre.
La partida de Teresa fue un duro golpe para María. Fue una
frustración que en momentos difíciles le hacía decir con tristeza:
Yo no era muchacha para América.
Volviendo a su padre Francisco, comenta el futuro Arzobis-
po, que cuando llegó a Rivera su progenitor fue testigo de algu-
nos episodios de las guerras civiles de uno y otro lado de la fron-
tera, en épocas en que la Villa quedó desguarnecida y a merced
de los bandoleros.
Ante esa situación los extranjeros que era numerosos in-¡-
provisaron una guardia policial de voluntarios, entre la cual esta-
ba Don Francisco haciendo la ronda con una escopeta al hom-
bro. Le gustaba lacaza. Algunos domingos de invierno salía con
su perro y regresaba con el morral lleno de perdices. Todos ayu-
daban a pelarlas. Hacía sus contratos de obra en Rivera o
Sant'Ana indistintamente. Algunas veces su hijo Carlos lo ayuda-
ba a ealcar los planos con tinta china en papel-tela.
l-os domingos se vestía con su mejor atuendo: camisa almi-
donada, corbata de moñita y cadena de oro en el chaleco para ir
a Misa y después salir a pasear con alguno de nosotros. Los que
eran elegidos para acompañarlo se sentía ufanos alser llevados
de su mano cuando iban a alguna de la cervecerías de la l-ínea
donde siempre encontraba algún amigo.
El se servía un vaso de espumoso chopp, mientras su jo-
ven acompañante saboreaba un refresco o le obsequiaba un
puñado de caramelos.
Su último trabajo fue el de las naves abovedadas de la igle-
sia parroquial. En 1930, viajó a su pueblo natal donde pasó un
año con sus hermanos y sobrinos. Falleció en Rivera en 1941 , a
la edad 76 años.
45
cuando vio que su madre saludaba y conversaba con amigos y
con el Director Don Arturo Saavedra.
Pronto salió al patio mezclándose con los niños que corrían
y gritaban.
Al sonar la campanilla se hizo un silencio irnpresionante y
alguien lo puso en una fila.
La maestra, Guiazul Quíroga, de cara redonda y gruesos
lentes, tenía una voz fuefie que imponía respeto.
Los de cursos superiores, condiscípulos de sus tres herma-
nos mayores, lo trataban cariñosamente de Parteli chico.
El mayor de los tres, Francisco, cursaba el 6e año y se des-
empeñaba como monitor de la escuela, llevando aula por aula
las carpetas con las listas de los alumnos.
Un leve rasguño en un pie fue bastante para que Francisco
contrajera el tétano. Lamentablemente el médico no acertó con
el diagnóstico a tiempo, y cuando se le aplicó el suero era tarde:
falleció el 23 de julio de 1917. Por ser de los más chicos, en la
escuela le tocaba encabezar las filas y ocupar los primeros ban-
cos del salón, quedando indefenso bajo la mirada directa de la
maestra. Se sintió feiiz el día en que un travieso del fondo lo
trajeron al primer banco y a él lo mandaron al suyo.
Las notas buenas y algún elogio de la maestra lo hacían
figurar entre los primeros de la clase, lo que si bien lo halagaba,
no dejaba de fastidiarlo. lntuía que eso lo distanciaba de algunos
compañeros, tan es así que un día sorpresivamente, uno le dio
una trompada en la cara diciéndole ¡Para que no seas adulón de
la maestra!
El implicado por el episodio dice que aunque lo afectó el
golpe, mas le dolió la ofensa porque jamás había hecho nada
para merecer tal reproche.
Faltando pocos días para el 25 de agosto Ia maestra dijo
que tenía unos trajes nuevos para regalar a los que los necesita-
ran para el desfile escolar y quienes los quisieran levantaran la
mano. Unos pocos la levantaron, pero mientras anotaban sus
nombres, al advertir que un pardito no lo hacía le preguntó:
-¿Pongo tu nombre?
-No quiero, contestó.
46
\
47
Lentamente se fue convenciendo que debía ir al serninario;
de todas maneras si ese no era el camino del futuro, pensaba
que tendría bastante tiernpo para analizar el problerna con más
claridad.
Ternía que circulara la noticia porque no sabía como la reci-
birían sus amigos del barrio y compañeros de clase. Uno de ellos
lo sr;po y tre dijo a !a maestra: ¡Señorita, Parteli será cura!
Ella miró sin mucha sorpresa y le dijo: Me alegro, es una
linda carrera. Exige muclto estudio parque el latín es una lengua
muy difícil; los sacerdotes saben de todo y dan buenos conseios.
48
Luego estaba la casa del Dr. Lino Aranda correa, Fiscal
-=:'ado y Profesor de Historia y Educación cívica en el Liceo,
: -e había escrito un libro titulado A solascon una página
- '-1a a Policarpo, un popular desti-
moreno loco que usaba galera y
- aclaba
solo por la calle.
Al lado de la casa del Dr. Aranda vivía el coronel pedro
l-etti, único hombre del barrio, al decir de parteli, que vio en
' sa algunavez. Todas las mañanas un asistente le traía un ca-
: a o tordillo para ir al cuartel. En la otra esquina estaba
el alma-
-:r de curuchet, cuyo dueño le daba un caramelo de yapa cuan-
: l compraba algo.
VIAJE A ITALIA
50
.\
EL TRATADO DE LETRAN
51
reconociendo que el minúsculo territorio de la Ciudad del Vatica-
no era suficiente para garantizar su libeñad de Jefe de la lglesia
universal. Solo quienes como Parteli se habían acostumbrado a
ver en el Papa un prisionero voluntario, pudieron medir la alegría
de verlo salir por primera vez, luego de 60 años de encierro.
Fue cuando, presidiendo la Procesión de Corpus Chrlstí,
salió de la Basílica Vaticana y dio la vuelta a la Plaza de San
Pedro bajo los portales de Bernini
Eran muy lindos aquellos años juveniles, llenos de optimis-
rr¡o, aunque no dejaba de sentir la asfixia de aquella vida reclusa,
viendo siempre las rnismas caras y escuchando las mismas vo-
ces.
Siete años permaneció en aquel colegio. Afirma que los re-
cuerda bien, pero sin nostalgia.
ca
Los domingos celebraba tres Misas, todas con homilía y en
ayunas. Cada quince días iba a las capillas de Mendoza y La
Cruz.
A las dos de la tarde daba el catecismo a los niños con
ayuda de alguna catequista.
Aquel rit¡'no de trabajo continuado, sin un día libre en todo el
año, y sin oportunidad de encontrarse con otros sacerdotes de
su edad, le hacían añorar los días del Pio Latino de Roma'
s6
EL RELOJ DE LA, TSR,RE Y EL AUTAR.
57
Ya funcionaba la comisión recaudadora de fondos y había
obtenido una ayuda del extranjero, cuando fue trasladado a Ta-
cuarembó.
EN TACUAREMBO
58
alguna más allí donde el crecimiento vegetativo de la población
lo requiriera.
En la nueva diócesis no tendría dificultad en seguir el mis-
mo esquema. Pronto se ordenarían algunos seminaristas teélo-
gos y era posible la creación de cuatro o cinco parroquias nue-
vas. Si bien esas posibilidades lo tranquilizaban, no dejaba de
inquietarle Ia generalizada indifereneia religiosa de la mayor par-
te de la población. Veía el problema pero no lograba imaginar la
rnanera de resolverlo.
A los sacerdotes no se les podía pedir más de Io que esta-
ban haciendo y a los laicos solo se les pedía que curnplieran sus
deberes de estado, dieran buen ejemplo y frecuentaran los sa-
cramentos.
Fue mas tarde, luego del Concitio Vaticano ll (1962) que la
lglesia vio que toda ella debe ser misionera; que existe para el
mundo y no para sí misma, se comprometió a tener un amor
preferencial por los pobres y a hacer suyas las alegrías:y triste-
zas de todos los honnbres, definió la naturaleza de los laicos, les
asignó un lugar de trabajo dentro de la estructura pastoral, a or-
denar los asuntos temporales según el plan de Dios.
Creada la diócesis dos años antes del Coneilio, Ia preocu-.
pación de nuestro coterráneo se limitaba a poder contar con la
estructu ra ecl esiástica ndispensable para comenzar.
i
59
Escogió entonces la Catedral de Florida para la consagra-
ción porque sentíase afectivamente unido a ella y también por su
devoción a la Virgen de los Treinta y Tres. Quiso que Monseñor
Paternain, antiguo y querido Obispo, fuera el consagrante y se-
ñaló como fecha el 27 de diciembre (1960) fiesta de San Juan
Apóstol.
PRIMEROS PASOS
60
aquella Semana la diócesis comenzó a sentirse de veras una
:omunidad de vida plena y propia.
61
Se puso en contacto con el Padre Jonge Ostertag, enearga-
do de su tonEregaeión (Redentoristas) a fin de orEanizar los equi-
pos neeesarics para rnisiones de este tipo.
En TacuarernbÓ había que preparar !r;s ánim*s, dejar todo
dispuest* par& qL¡e, desde la llegada de los n'iisioneros, en cada
unn Ce los barrios pudiera Cornenzar la misién, que duraría quin-
ce dias"
Fuei.on en caravana de autas hasta Paso Bonilla a esperar
a los dleciocho misioneros y luego, concentrada una g¡an mu-
i:hedumbre en la Flaza 19 de Abril, se dio cornienzo a !a misión
que durante quince días conrnovió la ciudad'
EL SRASLADO A L.4. AR
63
En et medio quedaba una ancha frania de fieles aienos a lo
que estaba pasando.
CULMIN,A.CION
64
el aggiornamento del Concilio Vaticano !1, mientras Uruguay se
lnternaba en la crisls de los años 60 y comenzaba a recorrer la
espiral de violencia que desembocaría en una declinación, de
triste recuerdo, de las instituciones democrátícas.
Con referencia al sonado acontecirniento que tiene como
protagonista central al Padre Antelo, el Arzobispo riverense dijo
textualmente: Yo estoy por el entendimiento y na por el desen-
tendimiento.
Retirado hace ya varios años de la actividad eclesiástica,
aunque aún continúa participando de las reuniones del Episco-
pado Nacional, ve corno él mismo lo expresa, el problemia desde
afuera.
Declinó dar opinión sobre el la¡'nentable episodio que tanto
agitó a la opinión pública y acerca de las denuncias que se han
divulgado precisó: prefiero no juzgarlas.
lndicó que a ta tgtesia Catótica Uruguaya esta resonancia
del caso no le hace bien, pero son cosas humanas, diferencias
de criterio muy explicables, para juzgar a un grupo.
65
¡Dulce Cuñapinú Vall.e querido
donde el áureo metal está escondido!
tu has de ser un día no lejano,
un venero también de naranjales
y han de nacer propicios anozales
donde está el totoral de tus pantanos!
66
Lo que escapa al reino de Ia fantasía es que nosotros, in-
sensiblemente, sin tener la menor noción de quien tenía larazón
en aquel intercambio de golpes, revolcones, flechazos y tiros,
íbamos dándole a nuestra sensibilidad una prioridad especial a
la fascinación del oro.
Casi ya no nos preocupaban las correrías de salvajes y va-
queros, ni tampoco sus preocupaciones por los problemas del
viejo terrateniente, nitampoco de la rubia que alfinalterminaba a
los besos con alguno de nuestros favoritos.
Lo que importaba realmente eran aquellas piedritas con
manchas amarillas que guardadas en una bolsita eran utilizadas
para que a su dueño le sirvieran abundantes vasos de cerveza
en el esfaño del boliche o la pulpería que generalmente era pro-
piedad de un gordo con cara patibularia
Todo Io anterior es el retazo de una historia rigurosamente
fidedigna, enquistada en Ia época en que usábamos pantalón
corto con tiradores, cuando nos peinaban alaÍuerza y recibía-
mos la bendición de un baño cornpleto cuando debíamos asistir
a[ casamiento de algún pariente...
67
tasía que fueran trozos de oro las manchitas amarillas que apa-
recían incrustadas en las piedras.
Se cornplementó la clase con una extensa disertación so-
bre el proceso de elaboracién que se llevaba a cabo en una in-
dustria que en aquel entonces aún se efectuaba en la zona de
Corrales, aunque el ritrno de los trabajos ya había disminuído
sensiblernente.
Pese a que el tema ha sido objeto de infinidad de crónicas
desde que en el siglo pasado, a partir de 1885, las minas de
Corrales fueron explotadas por una compañía francesa que una
vez alcanzado el límite rentable que la tecnología de la época
permitía, abandonó el filón.
Reiteramos que mucho se ha escrito al respecto sobre este
tema, siendo muy compleja la tarea de discriminar donde cesaba
la fantasía y comenzaba la realidad, o viceversa.
Pues bien, nuevamente la Quimera del Oro (recordar a
Chaplín, con acento en la í y no en la a) vuelve a ocupar los
titulares de la prensa nacional.
Ya no se habla deltrágico fin de Moctezuma y de Atahualpa,
que debieron pagar con sus vidas el pecado de ser depositarios
de los tesoros auríferos que anhelaban con desesperación los
reyes de España a través de las conquistas de sus capitanes
Cortés y Pizarro.
No queremos traer al comentario el triste relato de uno de
los tantos capítulos sangrientos de una usurpación que en cierto
modo nos avergüenza a todos los hispanoamericanos.
Nos limitamos al recuerdo de un episodio que tuvo lugar en
aquella lejana época de la niñez: el descubrimiento de la rutilante
mascarilla de oro macizo que cubría el rostro de Tutankamon
que en 1922 descubrieron los ojos de Carter y Carvanon debajo
de las arenas del legendario Egipto"
Y volvemos a nuestras experiencias, ya que el tema se ha
actualizado.
68
Municipal de Rivera y la Empresa Becursos Americanos Uru-
guayos para la instalación de una planta procesadora de cuarzo
aurífero, en una zona situada a seis kilómetros de Minas de Co-
rrales.
Todos los detalles relacionados con este gran impulso que
puede proporcionarle a nuestro Departamento el desarrollo in-
dustrial que se proyecta, a lo que debe agregarse el beneficio de
una interesante fuente de trabajo, sin duda llegará en un futuro
próximo a conocimiento de los lectores a través de los medios de
comunicación habituales.
59
El bisabuelo paterno de Don Tito (Rómulo Pereira) era oriun-
do de la provírrcia argentina de San.Juan;vino a Mcntevídeo sien-
do aún adolescente, cursando estud¡os en un colegio privado.
§* hailaba radieado en nuestra Capital cuando su pueblo,
San Juan, fue prácticamente arrasado por un terribie terrernoto
en el que desaparecieron todos sus farniliares.
Ante un *pisodir: de tan graves consecLrencias Don Rómulo
se raelieó definitlvamente en nuestro país, comenzando a traba-
jar en las obras de la Represa de Cuñapirú, construcción consi-
derada cCIrr:o ia primera que se levantó ai sur cje nuestro conti-
nente.
En lo referente e sLis bisabuelos rnaternes sabemos que
eran vasros franceses de muy buena posicién eeonén-:iea.
Respecto ai padre de Dcn Tita Fer"eira, las mentas coinci-
den en que se trataba de un hombre rnuy hun'ianitario, no titu-
beando en ofrecer alojan'liento en su casa a rnuchos de aquellos
que llegaban ilusisnados a las promisorias tierras en busca de
dorados hc¡rizontes.
En uno de esos gestos humanitarios que curnpiía en toda
ocasión oropicia, le brindé su apCIyo a un zapatero de apellido
Carnacho, cuyü hijo culminó su carrera de n:éclico estanda ac-
tualnrente radicado en lu4ontevideo.
L,lientras Tito ternrinaba sus estudios primarios se encontró
con el inconveniente de no poder ingresar a Secundaria ya que
en el pueblo aún no se había habilitado el Liceo.
Se le ocurrió entonces entretener sus ocios concurriendo al
pequeño taller de zapatero de su amigo Camacho y pronto apren-
dió el oficio.
En compañía del zapatero y de otro arnigo comenzó a rea-
lizar incursiones (especialnnente ios fines de semana) realizando
operaciones de cateo. Al respecto Tito comentaba que para mo-
ier el cuarzo obtenido consiguió la primera máquina moledora,
surnamente rudimentaria, traída del Brasil por Fermiano Paz
Brizola.
En sus correrías en pos de las vetas tuvo oportunidad de
recoger numerosos ejemplares de origen indígena: puntas de fle-
cha, boleadoras, etc.
70
Como elemento de contenido histórico, de acuerdo a docu-
rnentos citados por A. Barrios Pintos, el primero en encontrar oro
en la zona fue un ganadero brasileño, de Minas Gerais, llamado
Jesús Suárez, al promediar el siglo pasado.
Posteriormente aparecieron otros, entre 1843 y 1857: José
Frithe, Adam Sander, Samuel Rocherd y Lisbon Freira.
Dos de ellos (Rocherd y Sander) trabajaron en una veta
aurífera a un medio kilómetro de la Mina de San Gregorio llama-
da así por pertenecer, según mentas, al General Gregorio Suárez
{conocido con el apodo de Goyo Jeta\.
Según parece, los nombrados extrajeron dos libras de oro,
extraídas del cuarzo aurífero merced a una molienda de morte-
ros de madera.
71
industria, existiendo otro obstáculo mayor par causa de las cons-
tantes guerras.
En síntesis, corno ha sido regla general en los relatos vin-
culados a episodios relacionados con los descubrimientos de oro,
piedras preciosas, petróleo, etc. sCIn muy abundantes y contra-
dictorias las versiones que pretenten fijar en el tiempo cu¡ales
fueron los pasos iniciales en tal sentido"
Vamos mejor a enfrentar la realidad de los sucesos y deja-
remos a Don Tito Pereira que nos ilustre al respecto.
Textualmente expresaba el periodista que en Rivera lo en-
trevistó:
Cuando yo deiaba de ir a la escuela, hacía la rabona para
andar atrás de los mineros en busca de oro. Entraba a las gale-
rías de los mineros, en ausencia de las capataces, porque era
prohibida la entrada de menores.
Me ttevaban para mostrarme como se sacaba eloro. En las
vetas se veía eloro... ¡era lindo! Los días que ellos no trabaiaban
sa!íamos, porque había mucho oro por arriba de la tierra y se
juntaba mucha piedra. En una semana se molía esa piedra, se
sacaba el oro y hacíamos unos buenos pesos'
Luego de mostrarnos los cernidores, un mortero de hierro
de más de un centenar de kilos, una trituradora manual (miniatu-
ra de ta trituradora mecánica del Cerro del Estado) Don Tito nos
cuenta:
Yo trabajo (tnicamente con mercurio. Me han querido
enseñar a trabajar con cianuro, pera yo nunca quise, es un
elemento que me dicen, es muy peligroso" IVo sé como se Io
emplea.
En Zapucay, una compañía que estuvo ahi, traio gran
cantidad de cianuro, los tambores esfaban apilados en el
campo.
El gobierno no les permitió trabaiar porque el forro de
abajo que era una lona no era suficiente para aislarlo del
medio ambiente.
Las empresas extranieras que estuvieron en Cuñapirú, tra'
bajaron con cianuro y los residuos los echaban al arroyo. Hace
unos años vino un geóloga a trabaiar en las arenas que fueron
abandonadas. Recuperó mucho oro con cianuro.
72
t
Afi¡ xn día quedó la portera abierta, vinieron dos vacas del
::inü, lore¡aran a7ua y quedaron muerfas enseguida.
5se r::o¡fero {nos indlca en su stand) §s ¿r}ro de /os sels
{*rü-q que llegaran al Urugway 8n 187ú desrj* Brasil.
Tales ias expresicnes de De;n Titc Fereina, tornadas par-
; n:ente, que ha sido y seEuirá sieride , ur¡ rmctivo que ocupa-
. a ateneión todos los riverenses, quienes confían que al
'' ,.1.1e. d*{ másdepreciado fde rs productos que puaede brinclar-
-s ia lo,ladre Tierra se logre para nuestro Departannento una
.":ctlva reacciórr de todos los órdenes, que nos devuelva !a
-'csBeridad a que tiene derecho una zona de la República
:-e tan intensarnente ha i¡rtentarjo siempre alcanzar la címá
:: su desarrollo.
73
Una personatidad de nuestra RIYER'L
en el primer cuarto ilel Siglo XX
74
Fero no nos dispersemos en etr eomentario eentral de esta
:ota dedieada a la Farmacia Royoty ai hcmbre que fue su crea-
:*r: So¡r C-erus Fefipe Foy*i Ga§/s.
La gurisada que con ei eriteria consiguiente se r"novía en ei
:'r:trecruzar de ltuzaingé, sarandí y Agraeiada con lvionseñor vera,
iaustino caránnbr¡la y Figueroa, tenía una atracc!ór'r exfra: curio-
sfar a través de los vidrios
'*e un ventanaf que daba a la calle
=austino Carámbula y segilir atentamente lo que hacía eR un
ri':provisada iaborafor¡o, un señor de lentes que manipulaba una
,.erie de líquidos rnezclados cün extrañas sustancias que circula-
"to
¡an a través d* una serie de artefaetos de eristal {er:ando años
:espués coneurrimos a las elases de 8uírniea de! Liceo ncs en-
^a reraffios que esos artefactas eran rr¡¿trñce§, tubos de ensayo,
-:,*eherüs, fiitros, etc") pero mientras iantc aquello
tenía sabor a
JO
tqueiarre.
¡e-
Á^ De vez en cuand* el que rnanipulaba aquellas rnaravilias
Élt
;raía cte la estantería que tenía ia farmacia en elfrente a saranejí,
n^
'Ite ".,n r€cipi€nte de porcelana (ahora están todos en ias casas de
antigüedades) eon una inscripcién cuya pronunciación se nos
iracía difícil.
de En una oporlunidad que tratábamos infruetuosamente ave-
vi- riguar que signifieaban aquellos nombres que exhibían ros diabó-
ran
,iecs frascos, una señora se presté a colaborar con nuestros inte-
ar 'rogantes y nos dijo: esos nombres están escritos en latín.
de
La mira¡nos con sorpresa y adrniraeión y pensarrios: ¡cuán-
ta sabiduría para saber cosas tan difíciles!
75
En nuestro caso no podemos olvidar un detalle importante:
el señor que asumía la responsabilidad de una tarea tan delicada
era Royol.
Si, así sencillamente, con ese descaro con que los niños
enfrentan a los mayores, lo recordamos simpiemente como Royol
(un apellido que nos traía a la met"noria el nombre de alguna
elaboración farmacéutica).
Pero lo respetábamos como lo que era: el ángel guardián
de nuestra salud.
El nombre completo de este ciudadano eminente era:
76
lr el transcurso de escs años y durante los sucesivos cam-
: -:e resldencia, nacieron 12 hijos. Uno de esos hijos ([_uis
'. : i: selamente llegó a conoeer a euatro de sus hermanos:
,3abriela {argenrtina, casada con el argentino Francisco R*-
.": illaría Luisa, Arístides Á.dríano y Julieta [rlatiide (brasile-
' : :asada con Gregorio Earreto García).
77
vida orientan su accionar al compás de los dictados de sus predi-
lecciones, ambiciones o impulsos qLre integran el secreto invul-
nerable de un mundo privado que nos guía hacia destinos que se
escabullen ante el nnenor intento de análisis.
Luis [¡1aría no tiene por que escapar a ese mandato natural
que la vida nos impone desde la etapa de gestación.
El desarrolló su futuro universitario en forma irnpecable,
haciendo honor a la tradición familiar que se concretaba en el
reino fabuloso del rnatraz, el tubo de ensayo, el mechero, el ter-
mómetro y los mil y un artefactos que regían su especialización
universitaria, pero no podemos silenciar una de las facetas más
notorias de su personalidad: su proyección en el mundo de lo
social.
Dentro de lo poco que pudimos conversar con él sobre pro-
blernas físicos que afectaban a la comunidad de la cual forma-
mos parte, debido a que físicamente una gran distancia nos ha
separado, siempre nos llamó la atención la forma como encara-
ba, con serenidad no exenta de preocupación, la problemática
de una sociedad que ya en aquellos años anunciaba un peligro-
so decaimiento cuyos resultados estamos padeciendo en los
actuales días.
Las instituciones que enca!'aban sus obras dentro de estos
andariveles contaron siernpre con su simpatía y colaboración.
Nos place destacarlo ya que Rivera necesita urgentemente
contar con el apoyo de muchos Luls Maria para reeditar, si es
posible, épocas más felices"
Está sobranclo la pasión, la inclinación aÍ insulto o a Ia ma-
ledicencia venenosa que es aun peCIr; no sabemos de donde
viene esa inundación o quien agita tan violentarnente el oleaje,
pero en elfondo hay algo que no entra en ningún plan de confor-
mismo: o aprendemos a actuar como seres civilizados o nos hun-
dimos irremediablemente en el lodo, como le sucedió a Juan
Barullo en un episodio que no por grotesco deja de pintar todas
las características de una época felizmente superada.
78
Don Luis Felipe Royol Galli: el médico José Emmerick lgnacio
Royol Rocchietti, cuyo lamentable fallecimiento cortó una bri-
llante carrera universitaria ya que con su reconocida capacita-
ción se había constituido en uno de los baluartes de un servicio
de jerarquía poco común.
Una resolución del Poder Ejecutivo del 18 de abril del co-
rriente año, estableció que con el nombre del brillante médico
fuera designado el Centro de Salud de Rivera.
De su primer matrimonio tuvo cinco hijos: María lnés, María
Cristina, Miriam Julia, María Elena y José Luis.
De las segundas nupcias nacieron Ricardo y Luis Gabriel.
Su nacimiento tuvo lugar el 30 de setiembre de 1924 en la
casa paterna de la Avenida Sarandí Ne 500, donde hoy se en-
cuentra, como siempre, la Farmacia Royol.
Pepe, como cariñosamente lo llamaban y conocían los rive-
renses siguió estudios de Medicina egresando, con exoneración
del pago de los derechos del Título por alta escolaridad, el 2 de
mayo de 1958, como Doctor en Medicina y Cirugía, de la Univer-
sidad de Ia República.
Especializado en pediatría en la Escuela de Graduados de
la misma Facultad, cuando ya había formado su hogar con Elba
Ghiringuelli, con la cual había retornado a Rivera al culminar sus
estudios y comenzar a volcar sus conocimientos en nuestra co-
) munidad, ya como Profesor de Higiene en el Liceo Depaftamen-
) tal y en el lnstituto Magisterial, ya como profesional universitario
en la calle Agraciada, ya participando en diversas actividades
sociales y culturales.
Ya había comenzado a prestar servicios de Medicina, ini-
ciada en el primer semestre de 1952 como Fracticante Externo
del Ministerio de Salud Pública, cargo obtenido por concurso.
Ostentaba entonces un vasto currículum incluyendo el Cer-
tificado de Staggiero expedido por la Clínica Pediátrica del Prof.
S Pierre Mozziconacci de la Facultad de Medicina de París; la li-
cenciatura en Salud Pública ganada en la Universidad de Chile,
además de una extensa actuación en nuestro país cuando se
t-
radicó entre nosotros en 1961 , culminando su desempeño como
[¡lédico Asistente Honorario del servicio correspondiente del Cen-
U
tro Depaftamental de Salud de Rivera.
79
con Enotivo de su fallecimientc el periódico local lntegra-
ción decía en su artículo de despedida:
can la partida dei Dr. José Royol.". la cultura se ha sentido
agredida.
80
' ,ts vida de relevantes reaÍizaciones.
SOLEDAD LOPB,Z
Poetisa, escritora y periodista
81
Adoptó la nacionalidad uruguaya y su nombre literario se
compone de su nombre de bautismo (Soledad) y el apellido de
quien fuera su esposo, Sirio Antonio López.
Tiene la más pura sangre andaluza (¡olé!) ya que sus pro-
genitores nacieron en dos ciudades maravillosas del sur de Es-
paña.
Su padre: Manuel Velasco (cordobés) y su madre: Elena
Delgado (sevillana)" Pues bien: en '1926 Manuel y Elena contra-
jeron enlace, festejaron el acontecimiento en el Barrio de Santa
Cruzy resolvieron, en plena luna de miel, emigrar al Brasil, país
fabuloso que ofrecía a los jóvenes tremendo atractivo en pos de
un futuro feliz.
Llegaron al Nuevo Mundo en procura de dorados sueños
pero su condición de extranjeros no facilitó los propósitos de su
padre, quien luego de trabajar de minero en Minas Gerais pasó a
ser funcionario de la Compañía Telefónica de Porto Alegre.
En el Brasil nacieron cinco hijos, de los cuales la menor era
Soledad. Cuando la bautizaron se cuenta que su padrino fue el
fan'loso Manolete (torero de enorme fama, que murió en la Plaza
de Linares en 1947, herido por el loro lslero de la ganadería de
Miura).
En marzo de 1933, la familia Velasco Delgado se trasladó a
Rivera donde pasó a residir y donde nacieron sus restantes hi-
jos.
Manuela tenía entonces tres meses. Se instalaron en una
casa de Faustino Carámbula '1340, que aún existe.
A los seis años Soledad concurrió a la Escuela Ne 5 de Ri-
vera Chico.
A los trece años se trasladó a Montevideo donde cursó quinto
y sexto grado en la Escuela República de VenezueÍa, situada en
la calie Rivera.
No hizo estudios de enseñanza secundaria pero realizó el
aprendizaje con sus hermanas. Leía mucho, ayudándole la cir-
cunstancia de que su padre tenía una pequeña librería en la es-
quina de Agraciada y Brasil.
A los diecisiete'años contrajo matrimonio y en setiembre de
1951 nacía su primer hijo: Sirio. Cuatro años y medio después
nacía su hija Anahí.
82
Debido a las tareas inherentes al cuidado de los hijos, no
disfrutó deltiempo necesario para curriplir la aetividad literaria en
ei hcgar y debié organizar rnuy espaciai!"nente su tiempo a fin de
ci.,:mplir eon los compromisos de la siempre delieada tarea.
§e propuso entonces crear un espaeio radial (año 1e61) y
para elNo, como durante el día trabajab,a en Conaproie, rnientras
curnplía con su obligación laboral aprovechaba algún rato iíbre
cara prepara¡'el libreto del progranna.
Fue entonees, cuando en ffiad¡o lnternac.io,r¡af nació AEuí
fta#fa uma mar¡'eren el cual se tocaban vivencias de hondo eon-
¡enido ernscional.
Continué luego su trayectoria en dieha ernisora, realizando
en esa ép*ca hasta tres programas diferentes por día.
ñn 1962 se celebró el Frimer Aenbnaria de Rivera.
Entre los actos programados figura la presentación de la
iervista de A. Barrios Fintos: #iwdad de ffigwcra ?S#, llevada a
cabo en 1963.
Soiedad Lépez ie hace un reportaje al hlstorin**r que tlivCI
Éspeciales connotacione§. f;n efeet*, esa noche en el Club Uru-
Gray se realízó la llan:ada fdccÍ*e de la Fsesíe ter¡iendo cotfiü
n,¡ltada a Juana de IbarbclirsLl, rocleada por un errtusiasnnado
público de ambas eiudades fror:terizas"
Atrlíestaban presentes los poetas lugareños Olintho filaria
Sirnoes, Luis fi,{aría Techera, l\4aría Luisa l-arena, Mania Elcira
Serruti y, por supuesto, Soledad López, quien recitó una herrno-
se poesía de su autoría, titulada Romance Ce dos razas.
Al día siguiente un pequeño grupo de mujeres, en el auto-
inóvil de la Profesora tsrenda Varsi de López, recorrieron junto a
)
ii;ana de lbarbol,¡rou o, rnejor aún, junto a Juana de Amériea,
1
por !ugares que la laureada poetisa le interesaba conccer.
l
Cuando iba a ascender al coche, Juana se adelantó, abrió
1a puefta, invita a Soledad a subir y ésta ante gesto tan cordial le
dijc:
-Algún día escribiré rnis mernorias y contaré que la excelsa
pcetisa de Amériea ,?r# abrió la puerta de un cache", ante lo culal
Juana replicé:
S
-Cuando publique su primer libro de poesía yo escribiré el
prólogo.
83
Esa promesa fue cumplida ya que en 1968 Soledad publicó
sus 20 poemas de amor y un olvido con prólogo de Juana de
tbarbourou e ilustraciones de Osmar Santos.
SUS VIAJES
84
En su disertación enfoca perfiles líricos de Juana de lbar_
: :.trou, Alfonsina Storni y Cecília Meirelles.
En esa reunión el poeta bahiano Telmo padirha la invita
a
: r:rocer la zona del cacau, ofrecer una diserlación
en la univer-
. Jad de ltabuna y traducir al castellano su libro de poesía.
con lo que obtuvo por conceptos de honorarios por la tra-
:-cción realizada pagó el hospedaje y el regreso, con su espo-
Slr, ?l uruguay.
Durante su breve estadía en Río de Janeiro, conoció a la
:aulista Heloneida studart, escritora y periodista, autora de va-
":s libros de ediciones agotadas.
Por requerimiento de Ediciones de la Torre (España) escri-
:e una antología sobre Juana de lbarbourou, para coleccién es_
:ecial de poesías para niños. ya se habían publicado nombres
: rmo Rubén Darío, Pablo Neruda, etc. pero se le había
_endado enco-
a Soledad la difícil tarea.
El libro salió de la imprenta en mayo de 1gg1.
con los derechos de autor, soledad pudo solventar los gas-
::s de pasajes. Las ilustraciones del libro fueron realizadas pár et
a rtista riverense Víctor p!rrongelli.
85
En 1979 vuelve a partir hacia Bélgica donde reside su hijo
Sirio, su nuera María Josefina y su nieta Carolina.
cuando regresa, el sr. D'Artagnan Pedezert la invita a inte-
grarse a cX 144 Radio Rivera. DesCe noviembre de ese año
hasta ahora realiza su programa Ary*tíffosmfras.
si embargo no abandona el canal de sus amores y alterna
su vida con tareas domésticas.
Al comienzo de su carrera fue invitada a trabajar en canal
'13 de Buenos Aires y en la TV lmembuy de San Fablo.
Én 1972 fue contratada para trabajar en Montecarlo TV
Canal 4 de Montevideo.
En marzo de 1977 viaia a París, donde se encontraba su
hijo. Luego de recorrer museos y lugares históricos de la Ciu-
dad Luz durante dos meses, Se traslada a Madrid donde resi-
dían dos,de sus hermanas, las acompaña durante un mes y
regresa a Rivera.
En 1979 viaja a Europa nuevamente, esta vez a Bruselas, a
fin de conocera su nietita Carolina, de tres meses.
Con su hijo Sirio y su nuera María Josefina, ambos usufruc'
tuands una beca universitaria, comparte la vida durante un largo
y fascinante año, en el transcurso del cual visita Londres, Arns-
terdam, Colonia y Frankfort
Viaja varias veces a París y finalmente con su familia se
traslada a España recorriendo Madrid, Valencia y Andalucía.
En éste interín conoce al editor José María Gutierrez de
una firma de Madrid, quien se interesa por la novela de la escrito-
ra brasileña citada y contrata a Soledad López par:a la traducción
de la obra al castellano.
En octubre de 1981 sale la edición española con el título EI
gorrión es un pájaro azul, que se distr:ibuyó en Colombia, Ve'
nezuela y México. Luego de su regreso Soledad sigue escribien-
do y publicando sus trabajos, alternando con viajes a diferentes
ciudades del sur del Brasil y Argentina y departamentos del Uru-
guay.
Por terceravez viaja a Europa en 1989. Va directamente
a Madrid donde reside su hermana Elsa, pero su viaje tiene
como obje'tivo la presentación de su segundo libro publicado
en España.
86
En 1973 contrae enlace su hija Anahí con José A. Duarte
de cuya unión nace la nieta bautizada con el mismo nombre que
la madre.
En julio de 1977 nace otra nieta: Solange paloma.
Dos años mas tarde nace en Europa su nieta carolina y
nuego, en 1983, su único nieto: Sirio Roberto.
La familia sigue creciendo con la llegada de simeone, doce
años después del nacimiento de Solange.
En 1991 contrae enlace su nieta mayor que pasa a residir
en Montevideo y al año siguiente nace una niña que también
lleva el nonnbre de Anahí.
A la edad de 58 años soledad López se convierte en bis-
abueNa, título que ostenta con evidente orgullo y honda ternura.
Actualmente su hijo sirio se desempeña como profesor de
Filosofía en la Universidad de Río Grande (Brasil) y su nuera
María Josefina como profesora de españor en la mísma universi-
dad.
soledad asogura que su hi.io es un escritor innato y de mu-
cho prestigio, ha publicado dos libros de su especialidad (Fíloso-
fía de la Liberación) y tiene dos noveras a puhlicarse próxima-
mente.
se doctoró en Filosofía en la universidad de Lovaina (Bél-
gica) y su nuera es licenciada en lingüística.
sostiene que como escritora riverense (así se denomina por
amor alterruño) ha difundido en todos los países que ha visitado ta
excepcional peculiaridad de esta frontera que tanto ama.
Tiene la convicción de que er misterio de la creación artísti-
ca radica en que todos sus componentes deben transitar por el
mismo sendero, razón por la cual ha de unir la plástica con la
literatura.
Por eso uno de sus libros: Estupor de rosas desveladas
está ilustrado por varios plásticos de gran prestigio dentro y fuera
de fronteras, entre los destaca la personalidad de osmar §antos.
En uno de sus libros para niños lo define como El pintor de
Rivera, correspondíendo destacar que el citado artista plástico
ha ilustrado a cinco de sus libros.
soledad se siente privilegiada pues ha gozado siempre del
caríño de su gente, a través de gestos imperecederos.
87
Ha trabajado incesantemente, sigue colaborando con el dia-
rio Jornada, integra el taller literario y afirma que más que nada
despliega se ternura de mujer en la hermosa tarea de ser madre,
-y,
abu'eta ahora, también bisabuela
Finalizamos esta nota repitiend* sus emoeionadas palabras:
cada vez que abro los oios por la mañana, agradezco a la vida
por haberme brindado esta cosecha de luz y rosas, que ilumina'
'rán
en recodo que me tlevará un día, al universo del misterio
eterno.
OBRAS PUBLICADAS
I
CON OTRO§ AUTOR-ES
TRADUCCIONES AL ESPAÑOI
DE OERAS EN POR,TUGUE§
DiSTTNCIONES
89
Voy por tus calles del braza de esa luna
que cuando ehico nze corría por la plaza
y en el verano' con sus lágrimas de espurma
ibafiltrando por la p&rrfl su blancura
y había estrellas en el patio de mi cuss-." !
s0
Aunque no es necesario que lo diga, chaparro es un legíti-
mo representante de una clase social que luchó incansablemen-
te, con enorme sacrificio, superando como pudo fas ñorcas
caudinas de una época particularmente compleja de la vida rive-
rense.
Y lo hizo con lealtad, con decencia, con una conducta que
no va más allá de alguna travesura de niño similar a la que todos
hemos cometido entonces: é1, yo y usted, estimado lector.
En esta serie de libros donde se han destacado los aspec-
tos biográficos de una serie de personajes importantes (poetas.
escritores, pintores, ed ucado res, deportistas, un iversitarios, rel í-
giosos, periodistas, comerciantes, etc.) siempre tiene cabida un
comentario sobre la vida de un hombre de la mas humilde extrac-
ción social: canillitavendedor de diarios y revistas, an'riEo de todo
el mundo, servidor espontáneo de todos los que de ér necesita-
ron, sin preocuparse de la personalidad exuberante o modestísi-
ma de quien recurría a él en cualquier ernergencia.
Fue un pobre que tuvo la feliz oportunidad de demostrar
que el Destino también sabe reconocer las virtudes de quien os-
tenta la suprema riqueza de comprender que la verdadera mi-
sión del hombre no es solamente la de adornarse con los orope-
les de un modus vivendicírcunstancial, sino disfrutar del placer
de constarle que nació para misiones más trascendentes.
En las varias ocasiones que conversé con Chaparro debo
confesar que me asombró con las demostraciones de una me-
moria poco común.
En efecto, conoce a todos los riverenses de su época juve-
nil, característica a la cual sin duda lo ayudó mucho el trabajo
que realizaba día a día en contacto permanente con gentes de
ambas ciudades vecinas.
A mi me hablaba de una persona llamada Fulano, casado
con sutana, que fueron los padres de Menganito y de varios hi-
jos mas, rigurosamente ídentificados, y yo liquidaba el diálogo
afirmando que efectivarnente conocía a Fulano, a Sutana y a
todo el resto de la prole.
Lóglcamente yo no recordaba a nadie de los nombrados,
pero si a chaparro se le hace este comentario élse encargará de
91
que efecti-
seguir agregando información para que usted afirme
vamente se acuerda de los involucrados en la charla.
Nosotros vamos a dejar que Chaparro diga lo suyo'
Adverlimos que en la mención de los nombres no existe en
algunos de ellos, una identificación precisa'
Algunos aparecen con nombres escritos (errores de origen)
solo el
con eviáentes iallas ortográficas, de otros se menciona
apellidoymuchosfiguran,apenas,conelapodo'detallemuy
fücuente este último en la jerga fronteriza'
Pero, allá vamos, con Chaparro y su mundo'
Ne 322
Nació en la calle carlos Reyles, Manzana catastral
de Rivera, entre san Martín (ex Lambaré) y Dr. Ugón (ex
Camacuá) el 5 de abril de 1924'
que se-
La citada Manzana se halla justamente en el límite
Peraza
para el Barrio detcentrodel de Rivera chico, según José
Lavin, autor de una interesante publicación sobre Nomenclatura
de Rivera.
Lacasanatalyanoexiste'Formabaantiguamenteparte
del Barrio La Humedad, detrás de la Plaza de Deportes,
a unas
(¡ojalá
dos cuadras de la zona donde termina la vía delferrocarril
vuelvan a sus rieles nuestros queridos trenes de antaño!)'
su padre, pintor de letras, nacido en Durazno, fue Nicanor
Braz,
Chaparro (apodado etquerido), siendo su madre Doña Auta
nacida en Livramento e integrante de una familia poduguesa'
Én su casa natal (sobre la calle Reyles solo existían tres
viviendas) vivié hasta 1931 y recuerda en sus alrededores a los
vecinos siguientes:
Teodoro Brito (casado con lmbelina santos), Eugenia Pereira
de Lima, Don Regino Mendez casado con Doña Jacinta Manfredini
(dice chaparro qi. conoció a todos los hijos, excepto a Aparicio
y a nm¿iico); iacinto González (guarda aduan.ero)' Perico
(padre de va-
il¡1autone, Micol (hermano de Hermes Micol), Gallo
rias maestras), éonzalez (uno de sus hijos, ,Ataulfo fue Jefe de
los
eonreos), los Barbitta (una de sus irijas se casó con Parreño),
cheloni, los Trentini, y el almacén de Fervenza al lado del cual
(Diego l-amas y Nieto Clavera) se mudó Chaparro en 1932'
(traba-
También recuerda de ese barrio a Dindo Azannbuya
jaba en la usina), Émilio Paribelli (sub-jefe de la Estación), al
s2
t
:,.arda Gré y la fannilia Palorneque (23 hermanos a los cuales
, :.roció).
Aunque en su andar diarío reer¡rría todos ios rincones de
'l
. -:bas ciudades, la zona habitual de la actividaef de chaparro se
.', sarrollaba e¡r las adyacencias de su casa, pudiendo estable-
l
':"se dentro de los siguientes límites: Avenida Brasil, Nieto Cla-
rl ::a, A. Ortega y Tangarupá.
Y
93
calle Sarandí, frente a la casa que por aquellos años tenía un
buen amigo desaparecido: Fernando de la Fuente'
s4
I
:gregó a slj neEocio ia venta de cigarrillos, lotería,
libros;
' : a, chucherías y golosinas y que él compraba directamente
: -:¡os Aires, con el consiguiente ahorro.
96
El amiEo Chaparro jugaba de entreala (en
-'téctor scarone, nada menos), habiendo jugado
el puesto de
a
sólo un partido
I s¡r Primera (año 1938) pero abandonó ya que el fútbol no le po-
:ia proporcionar lo que él necesitaba en rnomentos difíciles.
Comenta que el primer gran cuadro que vio jugarfue Orien-
'e I en 1931, con: Laxalde, Pedro Mendez y
Banana,D,Alesandro,
¡uán cor y Fablito Labarthe, Flomeo silveira, Moreira (MingoteJ,
t^ Sortagaray, Mauricio de los Santos y Justo Tamborindegui-
o Otro gran cuadro fue para él el Lavalleja en 1g32: Tito
e 3amps, carballo y Lino Alves, trloríbaldo Lara, Graciano Acosta
)' 1 Mauro Tocade los Santos, Nenito paz, Viola, Añur Neoquesau,
\{ingote Moreira y Justo Tamborindegui.
En un comentario al margen dijo que a pascualito Rodrigo
i"rvo opoftunídad de verlo jugar cuando el gran centre farward de
as selecciones de Rivera estaba en el ocaso de su carrera.
97
mo contagioso a aquel grupo de amigos con los euales había
alternadsln partidos que improvisaban en la rÚstica cancha de
piso de tosca que tenía la Plaza de Depoñes'
La estrella que acompañó al nuevo club en sus nuevos
pasos pronto se aPagó'
' (depoftivas, eco-
¿Alguien tuvo la culpa? Las circunstancias
pudie-
nOmicásletc.) que definían a Rivera en aquella época no
ron superar la indiferencia que ostentan inexplicablemente los
pueblos hacia ciedo tipo de actividades '
No hay que buscar ningún pretexto o explicación. La reali-
zación es esa Y Punto.
volvamos a chaparro. cuando el Día de la Educación Fí-
sica {22 de octubre de 1940) debutÓ Atlas venciendo al equipo
santanens e de lraiá, allí estaba nuestro personaje. La base del
equipo estaba constituido ese día por García, Juan José Noli,
Enrique Silva, Juan Rebollo Y Dico.
Pero su alegría máxima la vivió el 1e de diciernbre de ese
añc, cuando se inaugurÓ elAflas sfadiufi?, denominaciÓn exce-
sivamente desmesuiada y vanidosa para las nnodestas instala-
ciones de la calle ltuzaingÓ'
No hubo ceremonial (salvo algunas palabras a cargo del
amigo Dr. Faustino Pereda); no se sintleron los acordes de nin-
groá banda de música; ni la cohetería de Scaletti, ni la presencia
de autoridades...
Attas nació desvalido, pero no por eso dejó de contar con
la adhesión bullieiosa de una legión de chiquilines que con su
griterío le dieron una calurosa bienvenida.
Entre ellos estaba chaparro: gritón y nervioso como nunca,
corriendo por todos lados, ayudando en lo que estaba a su al-
cance, trepando incansable los tablones de algo parecido a una
tribunaque con criolla audacia se había construido con madera
procedente de lo que quedó del incendio del Cine lnternacianal
contagiaba a rnuchos una euforia que le salía del alma.
Para él y para muchos fue sin duda una noche inolvidable.
gB
:oterráneo cuyos méritos quizá no hayan sabido aquilatar en su
"aal dimensión algunos riverenses que siguen creyendo que el
a@rte de los que han brindado lo mejor de su intellgencia y dina-
-rismo para jerarquizar el desarrollo de nuestro Departarnento,
s gue centrándose exclusivarnente en determinadas clases so-
:,ales, olvidando injustamente el aporte decisivo, con aristas de
*eroicidad, que
al servicio de la misma causa han puesto ciuda,
lanos de humilde origen cuya personatidad nos honrarnos en
:estacar.
99
"Murió tu Padre, es verdad
lo lloras, tienes razón,
pero tu resignación
que existe una eternidad
do no hay Penas,..
Y en un trozo de azucena
ntoran lns iustos cantando..."
(R. Darío)
100
actitudes que muchas veces no adm¡ten retarno,las oportunida-
des que se le ofrecen a quienes desean curtivar sus inquietudes
aftísticas dentro del mundo rnaravilloso de las artes y las letras.
Escribimos estas líneas (24 de agosto) .uunáo llegan a
nosotros, con significativa intensidad, los impaetos de una situa-
ción que ha provocado grandes reacciones en la masa estudian-
t¡l .
101
cia de ánimo, elfervor, ei espíritu de lucha para venser los escCI-
llos que la vida le ha ido presentando, que han ido jelorrandc Ia
aetuación de esta mujer riverense qile Se vá asereÉncjo, {[rme-
mente, a Colocar su nonnbre en la llsta de !*s ar{ista§ riveren§es
que hoy son triunfadores, pese a quicl: rJese'
De las menciones biográficas ri* [a pinte,ra surgen nítida-
mente como enfrentÓ una serie de *ircunstarieias negativas y
logró finalmente alcanzar la meta anhelada.
"1947, en la Sexta Sección del
Nació el 12 de febrero de
Deparlamento de Rivera, en !a zona rural de Amarilla-
Sus padres: Enerino Olivera y Ernelina Pintos.
No conocié a su padre, pues este rnuriÓ 5 meses antes del
nacimiento de María Dilma, a la edad de 20 años.
vivié durante dos años con su madre, abuelos y un herma-
no rnayor.
§u madre, que vive actualmente en Joaquín Suárez Na 333,
Contrajo enlace nuevamente con un señor viudo que tenía seis
hijos, con los cuales pasó a convivir como si integraran una sola
familia.
su madre, después de su segundo casamiento, tttvo otros
dos hijos.
A tos v afios,cuenta Mlaría Dilma, me ínternaran en un cole'
gio católico (Teresiano) camo pupila y es ahí donde pasa a vivir
una existencia muy solitaria, leias de mi {amilia.
En el crsleEio estudié música y cuando mi famitia decide
pasar a residir en la Ciudad, yo ingreso a la Escuela PúblicaJosé
Pedro Varela, continuando el Ciclo Biásico en ef Licea Üra. Celia
Parnol§.
En 1964 me casoy tengo dos hiios. Me divorcia después de I
olha añas de matrimonio y comienzo a trabaiar Cornfr vendedara
de tibros de una Editorial dwrante diez años.
En el año 1976 vuelvo a cantraer matrimoni? y nace mi ter'
cer hija.
Qaiera destacar que estoy espiritualmente identificada con
mi padre, quien fatteció fulminado par un raYa; su presencia me'
tafísica me aezm7añó siemPre'
tlna rnañana de verano llevét pineeles y pintwra y pinte ave'
jitas y cosás en la urna que guarda sus resfos.
102
¡. ;
cuando vendía líbros siempre me encantaba ta vida y obra
:e los pintores y me fue gustando de tal manera que en l gg'l
tgresé en la Escuela de Arte en Livramento, aprendiendo dife-,
entes técnicas con el Profesor Osmar Santos.
En el año 1986 ingreso al taller del pintor Nelson Ramos en
ftontevideo, viajando los fines de semana, trabajando g horas aÍ
ESTUDIOS REALIZADOS
:)ia
103
EXPOSICIONES COLECTIVAS
EXPOSICIONES INDIVIDUAI,ES
104
L
PREMIOS OTORGADOS
),
r-
105
I
El salteño que conquistó Rivera
106
I -
No hemos tenido la oporlunidad de conversar con pereira
Aranguiz respecto a una serie de aspectos relacionados con esta
rota, que al igual que todas las que figuran en nuestros libros,
:ienen fundamentalmente un conten rdo biográ{íco; pero entende=
rnos del caso dar nuestra opinión sobre una circunstancía que
.uzgamos interesante.
En efecto, cuando un aftista, dentro de las distintas escue-
as y modalidades personales, comienza a darle alas a su inspi-
),
't07
Y continúa nilestro artista: Todo eso derivó mi ingreso tar-
dío a la escuela, pues ya tenía siete años, por lo cual cuando me
inscribieron lo hicieron en el Colegio Teresiano.
Recuerdo atlí a la Madre Teresa, así como cuando íbamos
a ta lglesia Matriz, a los padres Domingo A. Lor y Carlos Parteli.
Posteriormente pasé a la Escueh Artigas ,ve l, recordan-
do a los maestros Diego vega (Director), castro, Justo de los
Santos, Luisa Aguinsky y Lita Cazarré.
A propósito de Lita, surge una anécdota el día que un ins-
pector de Primaria visita nuestra clase de 5e año'
La maestra (Lita) nos había deiado so/os un instante para
acompañar
'cuandoal inspector desde el despacho de la Dirección.
llegaron habíamos armado una batahola infernal.
La clase era un caos, con silbidos, gritos, riñas, etc'
El inspector enmudecié. cuando se retiró, Lita nos pasó un
sermón fenomenal, pero mientras hablaba le corrían las lágri-
mas...
De un recuerdo negativo surEe la figura humana de Lita,
demostrando que su apostolado de la enseñanza no era superti-
cial.
Después vinieron los años del Liceo Ne 1. El aña que se
inauguró ingresé a é1.
Recuerdo a Rasa Maciel en Francés; Bolívar Correa en
Matemática; Vlashington Rodríguez en Historia Universal; Nedi
Normey en ltÁusica y al Profesor Gamboa en Dibuio.
lnsótitamente, no tenía buena nota en dibuio con Gamboa
a raíz de un hecho que lo ofuscó. Cierto día hice su caricatura en
el pizarrón, antes que llegara al salón. Como le puse algunos
elementos negativos que lo caracterizaban, alverse refleiado en
ellos, se enoió mucho.
Me envió a la Dirección, donde la Directora, Dra. Celia
Pomoli, completó la sanción.
También fuidibujante de planos de arquitectura después de
estudiar esa disciplina en et vieio Liceo Ariel de Montevideo,
además de Pubticidad Gráfica, mi actividad actual.
Ya con ta opción de trabaiar en publicidad, ingresé al taller
de Sica en Montevideo, agencia de publicidad y carteleria.
108
t ,
Posteriormente en paysandú, en er tatter de correa y
c_attáneo, que trabajaban en excrusívidad para Funsa y
coca
cola, volviendo a Rivera can un contrato con Funsa para hacer
cartelería en Tacuarembó y Rivera.
Todo ello me reportó gran experiencia, de to que resurtó
un
buen manejo de pincet y materiales.
Pero estuvo siempre latente una incursión format por tas
artes plásticas. Esfo se dio tardíamente y aunque seguí
de cerca
la actividad del grupo de ta Escuela Ta-tter aá arteé pásticas,
recién entre las décadas del70/g0, me relacioné con
osmar san_
tos, partiendo de ailí una actividad ptástica sin pausas.
En 1989 ingresé como profesor de publicidad Gráfica en ta
Escuela Técnica de Rivera (ttrtt), cargo que desempeño
ac_
tualmente.
con anterioridad, había trabajado en la lntendencia Munici_
pal en el Taller de pubticidad Gráfica.
como plástico, sotidario con ra vieja tueha de mis coregas
en cuanto a la creación de una verdadera Dirección cultural
Mu_
nicipal que tenga una real potítica cultural, hostigué desde
lgg4
a la fecha a las autoridades, en columnas perioáísticas, primero
en el periódico Jornada y tuego en Diario Norte.
Esto causó diversas reacciones, convirtíéndose en potémi_
ca, consecuencia natural de una región que no ha despertado
aun a una realidad cultural contemporánea.
Pese a elro continuaré en esa lucha mientras viva y
mien_
tras por supuesto, ocurra dicha inercia.
De mi famiria, diré que tengo dos hijas mayores, Andrea y
Adriana y mi señora lvane.
103
ese año logra el primer premio en el concurso realizado a fin'de
crear un logotipo para el Club Sarandí.
Vamos a completar esta nota mencionando la participaciÓn
del afiista riverense en importantes eventos artísticos y publicita-
rios, entre los cuales se destacan:
110
1989 - Salón de Arles Plásticas de Paysandú.
1991 " XXll Salón de Artes Plásticas de San José.
1992 - Muestra Colectiva Artistas de la Frontera, en Bagé.
1993 - Salón de Pintura Marítima en el Club Naval, Montevideo.
Salón de Artistas del lnterior en San José.
Participación en Premio lnternacional de Pintura lbarra
en Sevilla, España.
Seleccionado en Concurso de Mini Escultura de Galería
Les Marchands D'arts, Montevideo.
PR.EMIOS OBTENIDOS
1975 - 1"'Premio Logotipo Club Sarandíde Rivera.
1977 - 1"'Premio Logotipo lndustrias Lular Rivera.
1983 - Premio Adquisición Salón Nacional Rocha.
- Premio Especial Salón Municipal de Artes, Rivera.
- Premio Adquisición Salón Nacional paysandú.
1984 - Premio Banco República, Rivera.
1986 - Premio creación 30 Años de Turismo en Rivera, Logoti-
po.
t-
1987 - Premio Especial Salón lnternacíonal de Rivera.
- Gran Premio Ministerio de Educación y Cultura en el Sa-
lón lnternacional de Rivera.
1988 - 1" Premio Creación Logotipo Adeome, Rivera.
- Premio en el Concurso post Guernika organizado por la
Embajada de España en Uruguay.
1990 - 1"' Premio afiche y logotipo Semana de Rivera.
rOf
te-
111
Una figura brillante del arte riverense.
112
....J-
capital de la República. sus anuales desfites de moda, siempre
en calidad de beneficios para diversa.s y diferentes obras socia_
les, marcaron época.
Tiempo después perlas y Ferreira disuelven ta sociedad y
se jubilan por razones de enferrnedad y le alquitan a Doña Fitá-
mena la casa donde hoy se hatta et camercio casa de los !m-
portados.
Posteriorrnente la familia Ducos residió en la casa propie-
dad del Dr. Miguelaguerre Aristeguí, calle sarandí, que después
le adquiere club casa del Empleado para su actual sede.
Beba, que cursó sus estudios primarios hasta 4e año en ra
escuela Peleteiro (Agraciada entre cebailos y ss orientales),
después Ne 8, de los cuales recuerda muy especialmente a sus
maestras de 2e año (srta. Miranda) y de 4e (gra. cheroni), no
dejará de seguir vinculada a ella y años después integré su co-
yfión Fomento y participó en varios beneficios det-conjunto
Hispanoa¡nericano (teatrat) que integraba como co-fwndadora y
actriz. vinculación con Primaria tambíén coma profesionat puás
fue nombrada para actuar como profesora de Baite para las es-
cuelas Nn 2 y Ne 7 de Rivera conferido por el consejo de Ense-
ñanza Primaria y Normat en 1950.
ACTUACIONES
'I 13
- La Comedia d* Rivera que dirigida porGraziano Erramún
primero y por De Bellis y Alvear lúéndez después le tuvo Óomo
co-fundadora e integrante de su e{encs teatre! estable.
COTA,tsORACTONES
Ú_
tún Historia de la Radiotelefonía Riverense
)i-na
rplo
E I pt"."nte capítulo tiene dos propósitos fundamentales: en
'an- lrprimer término ofrecer a los lectores una sintétiéa imagen
del nacimiento y posterior evorución de la radiotelefonía en nues-
nto
tra ciudad de Rivera y en una segunda finalidad destacar Ia per-
lel sonalidad de un querido amigo, victoriano cabr6ra, el pivoi al-
ni- rededor del cual giraron las más señaladas iniciativas de este
popular medio de comunícación.
En su casi totalidad la reseña que ofrecemos ha llegado a
nuestras manos merced a los buenos oficios de cabrerita, quien
nos hizo sufrir a través de varios meses anunciando el envío del
materíal inforrnativo el cual llegó cuando ya nos habíamos resig-
nado a prescindir de tan atractiva narración.
De modo que el tema se dividirá en dos aspectos: primera-
es-
mente hablaremos de la historia de nuestra radiotelefonía local y
luego referiremos detalles biográfic*s y curriculurnde cabreritá,
aunque en determinado momento es posible que haya cierta in-
terconexión entre los respectivos comentarios.
Y comenzamos:
115
¿Quienes eran esos dos Pioneros?
se trataba de dos personas que lograron en nuestra ciudad
un bien ganado prestigio de personas de bien, honorables, por
su serieáad en la actuación comereial y cultural que poseían y
por los conocimientos técnicos en rnateria radial'
Tuvimos la fortuna de conocerlos personalmente, disfrutan-
do de sus amables charlas sobre los más variados tópicos.
uno era Don Jorge Downton García, nacido en chile y el
otro era Don Francisco Albasio, hombre de radio de la vecina
Repriblica Argentina.
116
t
década del 20) recién nacía cabrerita. Deseamos que lo antedi-
u cho tenga para el lector un simple contenido anecdótico, de modo
que seguimos con el comentario de ta ¡'adio de Downton García y
_t Albasio.
Hay un detalle (se trata solamente de una posibilidad y no
'I-
de una certeza) que puedg aclarar el porqué tos citados hombres
Ce radio tuvieron que dejár Livramento.
En el año '193g nosotros vivíamos en Livramento y recorda-
a rnos que por ese entonces (año del comienzo de la ll segunda
Guerra Mundial) en Brasil se puso en vigencia la ilamad a Ley da
faixa da lronteira que fijaba determinadas exigencias a quienes
no siendo de nacionalidad brasileña desplegaban en su territorio
actividades comerciales y de otra índole.
se trata de una mención que quizás entre en colisíén con la
verdad, pero como una simple teoría, aunque con algo de funda-
t: nrento, la divulgamos"
Sigamos adelante con nuestra crónico.
C En Rivera, Dowton García y Albasio instalaron su estación
en la calle ltuzaingó N9 574t al lado de la casa de la familia parteli.
Füncionó allí la Radio charrúa hasta julio de 19s8, fecha
en que fue clausurada por el gobierno por no haberse adaptado
a disposiciones de la Dirección de Comunicaciones.
Albasio volvió a laArgentina a comienzos de 1g40 y Downton
García ia dirigió hasta su muerte en marzo 1949.
Tenía un servicio de prensa que divulgaba las noticias de la
Guerra Mundial, siendo el informativista el propio Downton, con-
tando con la colaboración del recordado José Gerardo Ramón.
Y fue en 1943, ya a fines de la Guerra, que Victoriano Ca-
brera hacía su ingreso a la actividad radiar, tarea por la cual sen-
tía una indiscutible vocación.
Tenía entonces solamente 1B años, comenzó realizando la
tarea de cobrador, pero dos años después er promisorio quincea-
ñero era locutor y se iniciaba en la compleja misión del
informativista.
Corresponde señalar que en ese entonces la gente de ra-
dio no contaba aun con la ayuda que significaban los grabado-
res, tuvo entonces que aprender y lo hizo muy bien, la técnica de
captar las noticias y luego trasmitirlas a sus oyentes.
117
El 25 de agosto de 1940 es una fecha importante.
Un prestigioso hombre de radio de Montevideo, Walfrido
Figueira Morán, que el 12 de octubre de 1928 había fundado CX
28 Radio lmparcial, fundó en Rivera Radio lnternacional que
tuvo su primer estudio en la calle Sarandí, al lado del Club Uru-
guay, pasando en 1951 a ocuparel edificio de Sarandí Ne 732,
que entonces era propiedad de Don Jorge Neme.
Corresponde recordar a dos brillantes jóvenes riverenses,
Luis Eduardo Gil (Chito) y al maestro Heber Aazarré, como los
primeros locutores que tuvo Radio lnternacional al fundarse y a
Néstor lcardi, un jovencito que traía la música en onda de aque-
llos años, con un programa diario de iazz.
Tenía también la radio la colaboración de locutores brasile-
ños, tales como Antonio Canabarro Panizza y posteriormente el
popular Darcy Neves que también se había hecho conocer como
músico.
Con la fundación de Radio lnternacionalen agosto de 1940,
aparecieron también los cantores [Vlanolo Cunha, Luis Fernández,
Constantina Azzar Amatti, Genesí Bueno, las guitarras de Bruno,
Aquino y Sena y el conocido pianista y amigo E. Cano. (Un párra-
fo para Canito que con su pianito desafinado acompañó a más
de una generación de tangueros caverneros junto al violinista
Canchita, el bandeonista /Warcialy al Cubano baterista, en no-
ches que animaban el humorismo de XecaTatú y la voz ronca de
Fernandito).
Volvamos a Radio lnternacionaf,la frase anterior es solo
un resplandor de saudades que no le hace mal a nadie.
Cantaban también entonces los nrños Víctor y Rúben Sa-
lón, siendo el primero, con el nombre deVíctor Ruiz, quien luego
cantara los estribillos en la orquesta del maestro Donato Racciatti,
quien aún sigue arrugando el fuelle en varios países del mundo.
Esta radio tuvo como primer Director a Carlos Duarte (com-
pañero inseparable de juegos en los felices días de la esquina de
Agraciada y Figueroa) quien alcanzó a ocupar el cargo de Emba-
jador del Uruguay en varias capitales del mundo, falleciendo en
época bastante reciente.
También aportaron su colaboración hombres como
D'Artagnan Lavalleja Pedezert, Pablo Bruno (cajero del Banco
118
t
: epi;blica), Sehubert §arasola, sin olvidar, ciaro está, a Cabrerita
+^ actualmente a Ciaudio Yanuzo y a Patricia [glesias (nieta del
IA, ir-idadCIr de Ia radio).
ffil prinrer té*nico fue D" Pedeze¡"t, padr"e del segundo Direc-
i', y el primer operador del trasnrisor (ubicado en el Cerro def
119
ante las muertes muy lamentables de Luis Eduardo Gil, Heber
Cazarré y Schubert Sarasola, pioneros en esta actividad.
120
L
.j^¡^-
Está casado en Edith Ruiz Ferreira, tienen un h¡jo, carlos,
seriodista y redactor de fútbol de Radio lnternacional,
cabrerita ha sido un hombre que ha orientado su vída en
-ln ritmo de enorme dinamismo.
Toda su vida la dedicó a forjarse un adecuado porvenir para
é1, para sus familiares y para todos los que tuvieroñ el priviLgio
ce estar junto a su persona en actividades laborales, periodíiti-
oas, funciones públicas, acción comunitaria, etc.
tario
En forma un tanto somera haremos referencia a efias:
En actividad radia! trabajó en c.w. 19 A Radio charrúa
durante diez años: 1g43 a 1953.
rdad
culminó su actuacién como Gerente hasta el año 1gs3 en
AS,
.J^^ que se integró a c.w. 43 Radio lnternaciona{ donde ocupó
../95- el
cargo de Director General desde 1g61 a 1990.
-J^ ^
como periodista fue durante once años corresponsal de la
ud.
Agencia Nacional de lnformaciones (A.N.l.).
1r.,,- Redactor Responsabre de La patabra (década der ,s0).
creador de la página de Rivera en A plateia; años l gsg a
1961.
ral La frantera es así página de A Ftatera en los añ os 1990-
1 991.
ida
ñ-)
En la función priblica fue Jefe de prensa y Relaciones
Públicas de la Jefatura de policía de Rivera y Direótor de
)2 - Admi_
nistración de la misma Jefatura.
En actividades conrunitarias fue miernbro dela cornisión
Mixta lnternaeional Rivera-Livramento (1g76-1g7g) de la
co_
,.1
misión lnternacional de Actividades creativas; pres¡dente del
^
club de Polo ae
fly9ra (198s-89); de ra comisión de Apoyo a
la seccional le (lgsa-gO);
¡ r- Tesorero de ra comisión oep. ae
Emergencia (1991-9a); presidente del Rotary ctub ae ri¡vera
(1e7s-76 y 1984-Bs).
conferencista en el Foro Rotario lnternacionatdeeuaraí.
ú,
Delegado por Rivera ar tt congreso Nacionat de tnstitu-
ciones Patrióticas, en Montevideo [anos 1966 y lggo).
121
Recibe medalla de la Embajada de los EE.UU. de América
por cooperación prestada ala Voz de los EE.UU. (año 1972).
Secretario de la Asoeiación Patriótiea de Ñivera (1973 a
1e84).
Miembro de la Gomr'síóm de Á*Trgos del Sodre y de la
eo¡nisión Adm. de Actividades ffunfcrpafes (1978-1981) al
fundarse el Teatro Municipal"
Miernbro de la Camisión Delegada Departamental del
Consejo del Niño (1984-Bg), Coordinador de Brigadas Civites
de Rivera (año 1959).
Dirigió la campaña de divulgación del Lisado del Carazón
(1e61-1e63).
Dirigió la campaña de ayuda al Hospital de Rivera (1960).
Fue objeto de varios homenaies:
En junio de 1985: de la Junta Departamental de Rivera por
los 30 años de su programa Rivera es así.
Homenaje popular en Galenos al alejarse de Radia lnter-
nacional.
En diciembre de 1990 recibe el Trafeo Ceballas en los 60
años de la Asaeiaeión Comercial e lndustrial de Rivera elegi-
do como el Mejor Comunicador de Rivera"
Plaqueta eomo Unico hamenaieada por Rivera en la entre-
ga de los §uper Speeial lnternacionai 1991 (Teatro Municipal)'
Homenaje del Ctub de Leones Rivera'Livramenfo con
motivo de las Bodas de Plata del programa Rivera es así.
Recibe el Marco de Aro en Comunicacianes, el 28 de di-
ciembre de 1995, adjudicado por la lntendencia Municipal y Jun-
ta Departamental.
Actualmente, en su aetuacién social debemos destacar
que en agosto de 1966 realizó la primera trasmisión de un parti-
do de fútbol desde el Estadio Centenario (Real Madrid-Peñarof¡.
Fue relator de fútbol durante quince años (1947-1962) en
Radio Gharrúay Radia lnternacional.
En 1972 organizó la trasmisión exclusiva para todo el Uru-
guay de los pañidos de Ia Mini-Capadisputados en Rio de Janeiro,
Sao Paulo y Porto Alegre.
Unico caso en la historia que una radio del lnterior acompa-
ña a la Selección Uruguaya de Fútbol.
122
L, ,-r-
Otra muestra del gento creador de Osnnar Santos
fi ueridos iectores:
1
\lt ¿Qué les ha parecido la carátt¡la de nuestro quinto libro
dedicado a recordar las glorías riverenses?
¡ ¡Espléndida, sin dudas!!
't23
alma de chiquitín porteño que desde la vereda contempló fasci-
nado, a través de los vidrios, el interior de un cafetín de Buenos
Aires.
Pero si le quitamos al episodio un contenido tan personal y
exclusivo y pensamos en la universalidad delpersonaie, no hay du'
das que en todas las ciudades del mundo, grandes o pequeñas, en
todos los barrios, residenciales a modestos, mientras hayan boli-
ches, cafés o bares y mientras existan chiquilines, habrá quienes
sueñan con entrar atgún día en ese mundo que Se les antoia ertra-
ño y maravilloso donde se reúnen los mayores a charlar, a discutir, a
fumar un cigarillo, a iugar a los naipes, dados o aiedrez, o simple-
mente a beber, rodeados de una atrnósfera donde el huma contribu'
ye a borronear escenas que se desarrollan en medio de un tintinear
de copas y pocillos, escapes de vapory músicas distorsionadas por
gangosas receptores de radio.
Así son los boliches de ahora y así lo han sido siempre.
Yo también fui niño y también suspiré impaaiente espe-
rando que a.tgun día podría trasponer aquella puerta y baiar
los cuatro escalones que conducían al interior del lugar cuya
entrada había sido declarada tabú por mandato imperativo de
mis mayores.
La ciudari de mi niñez no era precisamente la Buenos Aires
de Discépalo, sino otras más chiquita y humilde; y en cuanto al
lugar, tampoco era uno de esos safisticados cafés, de larga his-
toria, con que se viste orgullosa la calle Corrientes.
fiti pequeña ciudad era Rivera y en cuanto al café no era
otro que lacantina de Bottaro a la Cueva, situada en elsubsuelo
de un viejo edificio que desapareciera no hace mucho para ceder
su lugar a una moderna torre de propiedad horizontal.
Con la demolición de la Cueva no se borró simplemente del
esquema urbano a una de las tantas casas vieias que seguían
desafiando la marcha del progreso, sino que se fue con ella un
ramántico motivo de recordación para más de una generación de
fronterizas.
Respecto a su origen es muy poca la información que
tengo. Lo más prabable es que don Juan Bottaro al levantar el
edificio de la panadería, haya destinado ese local a depósito
de harina.
'124
E
I
asci- Por alguna razón se desechó ese primer propósito y fue
?nos entonces que su propietario (siempre en mero tren de presuncio-
nes) le puso el visto bueno al deseo de sus dos hijos mayores
Ml y (Juancito y el Nene) de transformar el frustrado depósito en un
v du-
local para café.
s, en lgnoro por qué razón en aquella época, (comienzos de la
boli- década del '20) se le llamaba la cantina de Bottaro, pero tengo la
enes sensación, salvo mejor parecer de quienes tengan más memoria
trtra- o más años que yo, que nunca fue propiamente una cantina, es
ttir, a decir, casa de comidas o venta al público de bebidas y comesti-
nple- bles, sino solamente de bebidas y café.
tribu- La costumbre y sus características constructivas hicieron
,'near que luego se comenzara a designarla can el nombre de la Cweva
s por y así se le siguió llamando hasta que la piqueta le puso punto
final a su pintoresca existencia.
e, Desde el día que abrió sus puertas (tenía dos por la calle
spe- Figueroa), salvo la presencia habitualde un pequeño grupo inte-
tajar grado por comerciantes, bancarios y de algunas veteranos que
cuya iban allí a estirar sus ocios rnientras jugaban un partidito de mus
,o de o de truco, o discutían sobre los eolapsos de la Guerra del 14, la
mayor parte de la clíentela fue siempre Eente vinculada al depor-
Aires te, especialmente al fútbol.
úo al La tranquilidad pueblerina de las horas de la mañana o de
t his- la primera mitad de la tarde, era sustituida luego y en especial los
sábados y domingos, por la baraúnda infernal de hinchas que
) era convertían a la Cueva en una gran mesa redonda, discutienda
;uelo las mil incidencias de /os partidos que entonces se jugaban en el
:eder Prado, en la vieja cancha de Oriental, a orillas del Cuñapírú.
Es imposible, considerando las limitaciones que tiene este
'e del tipo de notas en lo que a extensión se refiere, recoger todas o
iuian
parte de las mil anécdotas que tuvo como escenario el siernpre
ia un recordado cafetín de Sarandí y Figueroa, pero les voy a contar
in de un epísodio, con la menar deformación posible, que nos dejó un
recuerdo imborrable a todos los que tuvimos el privilegio de ser
que ocasionales fesfigos del mismo.
tar el Ese acontecimiento tuvo lugar un glorioso I de junio de 1924,
ósito fecha de la cual se cumplieron ya más de 70 años.
125
Como antecedente interesante digamos que a Rivera no
ttegaban aún las emisiones de las primeras estaciones de radio
montevideanas.
A ta lejana Capital de la República solamente nos vinculaba
el correo y el telégrafo.
Dadas las peculiares características tipográficas de nues-
tra ciudad, solamente algún aficianado, provisto de los primiti-
vas receptores a galena, lograba captar ondas procedentes
de las estaciones de Buenos Aires, mucho más potentes que
las nuestras.
Siguiendo con eltema que nos interesa, oorresponde seña'
lar que en aquel lluvioso iunio de 1924 toda la población de Rive'
ra y también ta de Santana, fueran o no aficionados al fútbol,
estaba pendiente de lo que en París, la legendaria ciudad-luz,
pudiera hacer un bisoño equipo uruguayo que audazmente se
había aventurado en la conquista de un imposible.
Elalma del criollo es desconcertante. En efecto, contrarian-
do todo lo que parecía la lógica y el sentido común, los orientales
presentíamas que estábamos en la antesala de una hazaña ini-
gualada y la Cueva parecía ser el centro neurálgico de toda esa
inquieta esperanza.
Luego que un periodista gallego escñUó aquello de que
Por los campos de Coya cruzó una ráfaga olírnpica, todos
vivíamos la ansiedad de tener noticias de lo que estaba pasando
en la Olimpíada de Colombes.
A faka de comunicacién radiotelefónica, como diiimos, las
noticias de los partidos llegaban a la Cueva merced a telegra-
mas que alguien enviaba desde Montevidea, cuyos textos se iban
escribiendo en un pequeño pizarrón de colegial ubicado sobre la
puerta principal, frente a la calle.
Y luego de los triunfos frente a Yugoslavia, Estados Uni'
dos, Francia y Holanda, llegamos a aquel 9 de iunio de la final
contra Suiza.
Eran las primeras horas de latarde, casi nadie había almor'
zado ese día.
En la vereda de la Cueva todos estaban pendientes de la
llegada del mensajero delTelégrafo, mensaiero de la esperan-
126
l¡
za, deltriunfo y en general de todo eso que alienta en el alma
del hincha.
Cuando ttegó ta notícia del primer got de Petrone la multitud
estalló, dando escape a una ansiedad que a esa altura se hacía
insostenible.
Y luego el pízarroncrto de la gloria fue regístrando el segun-
do Eol delvasco Cea y un tercero de Romano.
La descripción de todo lo que pasó después escapa a las
posibilidades literarias del cronista. Solo sabíamos que el queri-
do y pequeño Uruguay era campeón del Mundo. ¡¡lncreíble!!
En honor a la verdad, no nos dábamos cuenta cabal de la
dimensión de la hazaña. En actítudes que en ese mCImento nos
parecían desconeertantes, gritábamos los chicos y lloratban los
grandes, pero todos, borrando barreras generacionales y socia-
les, nos estrechábamos en un abrazo grande de emoción y ale-
gría, quizá tratando de convencernos mutuamente de que todo
aquello tan maravilloso no era un sueño.
Me quedó grabado entonces la actitud de das populares
lustradores de calzado Ghico Pata y PirinEa, que tiraron sus
pobres cajones a la cuneta de Sarandí y Figueroa. ¿Una prome-
sa? Puede ser, pero tal vez fue un simple gesto de desprendi-
miento, un irnpulso irresistible que tendía a dernostrar, dentro de
la mentalídad un tanto infantil de sus protagonistas, que ellos
también vivían horas excepcionales y de alguna forma había que
demastrarlo.
Dejemos a los especialistas psicólogos, sipueden, que cla-
rifiquen ellos el punto.
Y sin ninguna concertación previa, de allí de la Cueva par-
tió la manifestación, rumbo a la Línea. Como por arte de magia
aparecieron banderas patrias, de clubes deportivos, cohetes y
bandas de música. Como no podía ser de otra forma, hasta ora-
dores se treparon a improvisadas tribunas, pero nadie escucha-
ba nada, cada uno gritaba en la medida gue. sus pulmones lo
admitían.Y allá fuimos todos, chapaleando barro, Sarandí arriba,
coreando el nombre de la Patria y los de algunos de los ídolos
celestes.
¡Qué recuerdo inolvidable!
127
Prosiguiendo ahora con nuestra historia, digamos que pos-
teriormente, luego de los Bottaro, la Cueva tuvo a su frente, du-
rantevarios años a los herrnanos Francisco y Máximo Castiñeiras.
El primer falleció hace Ya tiemPo.
En cuanto al otro, at flaca Gastiñeiras, compañero en la
línea de backs de aquet gran capitán que tuvieran los selecciona'
dos de Rivera en una época triunfal, el inigualado saporiti, me
enteré que luego de varios añas de ausencia había regresado a
Rivera. (comentario escrito hace diez años).
Quise darle un abrazo al buen amigo de pasados tiempos.
Lo ubiqué en la Pension Don José..., en la calle Agraciada,
donde anteriormente funcionara el Anglo.
Allí, en una pequeña pero muy praliia habitación de una
casa donde todos lo quieren y respetan, el vieio crack, con sus
aún jóvenes 82 años, enfrentando los avatares de la vida con la
misma clase y serenidad con que antes enfrentara a los delante-
ros rivales, recuerda can cariño indisimulado a su Gaeva.
Lentamente, pero sin titubeos, entrecerrando los oios como
si con etto facititara la acción de una memoria que está hurgando
en un pasada que aparece ya muy leiana, habla del lugar donde
compartió koras felices oon mucha gente que no olvidará.
Van surgiendo así, con ese desorden encantador que tie-
nen las cosas vieias, nambres de comerciantes, profesionales,
obreros, deportistas, funcionarios públicos, iubilados, tales como
Don Luis Bernatto, Colacho y Campero l-andó, el ioyero Tubino,
Sapariti, Lesnardi, Antúnez, Mauricia Paiva Olivera, Romeo
Silveira, Bonora, el negrito Méndez, Arístides y el Negro López
lrulegui, Dr. Tratta, los Arregui, Seleguin, Saldanha, Siñeriz,
Laxalde, Tamborindegui, Santitos, Gaspar Martínez, Alvez,
Daninelli, Btas de la Barrera, Fiat, los hermanos Bravo, Manuelito
y Chico Gil, Alfonso Crisci, Omar Berterretche, Federico Díaz,
Alfredo Lepro, Ferreira Avila, etc.
Con indisimulado orgullo afirma que sería rnuy larga la lista
de partidarías de todos los clubes de Rivera y Livramento que allí
eoncurrían asiduamente, sin que nunca, absolutamente nunca,
se registrara el menor incidente.
Ya dijimas que este tipo de notas debe tener una ertensión
razonable y vamos a cumplir con este propósito.
128
t-
i
Es por esta razón que muy a nuestro pesar, dejamos la gra-
ta compañía de Castiñeiras, dispuesto a proseguir una siesta que
h ab íamos i nte rru m pido.
Lo dejamos solo en su pieza, modesta, luminosa, limpia,
con su camita de una plaza, una manta de piel, una mesita, un
ventilador, una cocinilla a supergás y en la pared cantidad de
fotos, muchas fotos, de familiares, amigas y de equipos de fútbol
de una época en que los públicos adictas enronquecían alentan-
do y vivando a uno de sus campeones que con más auténtica
prestancia supo vestir la gloriosa casaquilla celeste de las selec-
ciones de Rivera.
l-
129
A 37 añas de algo inonvídsble"
(eerro del
E a presente nota fue publicada en nuestro libro que
W Mareo) escrito en dicienrbre de 1985, edieiórr se ha-
lla agotada.
En el transcurso de los últi¡nos años se produjo el falleci-
rniento det Coronel José Agustín [Vloratorio y en homenaje a su
mernoria dedicarnos esta narración de una ohra suya de ribetes
casi epopéyicos.
Solamente hernos introdueido en el texto original las nece-
sarias actualizaciones de fechas"
130
t I
Episodio I
Fines de marzo de lgíg. La naturaleza despide at verano
con unas lluvias torrenciales que cayeron durante un mes, casi
sín tregua, en todo el país. Como es habitual, at principio no se le
i9
dio importancia, luego comenzaron las temores y hacia etfinatse
vivió unapsrcosr.s de verdadera angwstia. se desbo rdaran los rías
y arroyos, desapareció bajo et torrente buena parte de nuestra
reserva agropeauaria, se cortaron las principales rutas y los pue-
blos comenzaron a quedar aislados.
Hubo que proceder a la evacuación de centenares de fami-
lias que quedaron sin techo y sin sus pertenencias erementales.
se vivía un elima de catástrofe y la ayuda internacionar trataba,
no siempre con éxito, de mitigar las consecuencias.
Episodio 2
131
Episodio 3
Episodío 4
132
cargo la tarea aparentemente insuperable de hacer nuevamente
transitable la destrozada vía ferrocarrilera. Faltaba todo lo nece-
sario: dinero, asesoramiento técnico, alimentos, materiales, he-
+^
rramientas, etc.
Solo había abundancia de fervor, de cariño al terruño, de
hacer en Rivera lo que nadie hizo o no quiso hacer en todos los
a-
r¡ncones del país: luchar con uñas y dientes contra el destino
adverso.
Y fue en este clima de lucha, de espíritu de revancha contra
la
la naturaleza desatada, haciendo oídos sordos a los augurios
pesimistas de los conocidos de siempre que surgié radíante,
espléndida, una de las agrupaciones humanas más dígnas que
tuvo el Uruguay en las últimas décadas: ¡¡LAS BRIGADA9 ClVl-
LES DE RIVERA!!
l-
ra
Episodio 5
ii
133
Episodio 6
Episodio 7
134
todos sus compañeros de patriada recuerdan por su valía como
técnico y como persona.
La camidá durante los primeros cinco días de trabajo estu-
vo a cargo del Regimiento de caballería Ne s, pero at atejarse et
centro de operaciones hubo que cocinar en el mismo lugar de
trabajo. En esta situación surgen nuer/os aportes de buina vo-
luntad, ya que la responsabilidad de organizar comidas estuvo
durante los 26 días siguientes a cargo det tnstituta de Alirnenta-
eión, que a través del sr. Klapenbach reatizó una labor altamente
meritoria.
En cuanto a las provisiones necesarias para las comidas
fueron facilitadas por Don Eduardo Dri, quien, can su gesto, híza
honor a su justa fama de hombre generoso y patriota.
Episodio I
Antes de salir el sol, las encargadas de la inseripción en
Hadio lnternacional distribuían er persona!: quíenes irían a las
canteras del cerro del Estado para extraer la piedra que, condu-
cida a la Estación era cargada en zorras por la llamada Brigada
del silencío (formada por jubitados ferroviarios), y quienes esfa-
ban destinacos a los trabajos en ra vía, a los cuales en el andén
se /es pasaba lista antes de embarcar.
El contralor de los trabajos estaba a cargo de dos capata-
ces estupendas, trabajadores incansables, excelentes organíza-
dores: Sesefredo Paiva y Moisés Lemoníer.
Llegados a la zona de trabajo muchas días bajo persistente
llovizna o espesas cerrazoneg se iniciaron tos trabajos no sin
antes gritar un ¡viva la Patria! junto a una inmensa caña tacuara
que servía de mástil a la bandera de ta Brigada.
Episodio 9
135
tia, confesamos que no deia de ser extraño que sea un hombre
de números quien tome a su oargo la compleia tarea de traducir
en palabras la obra de aquellos titanes que sin más ambicién que
ta de sentirse útites a su querida comunidad, deiaron allá, entre
el barra y tas piedras de la vía rota, lo meior de sí mismos:salud,
ocupaciones, tranquilidad, todo, absolutamente todo, sin limita-
ciones, con firmeza, apretando los dientes en un gesto de rabia
que trasuntaba et propósito de llegar al fin de cualquier forma y el
fin estaba allá a lo lejos, a muchos kilómetros de Rivera, en IJn
puente cuyas vías al aire semeiaban a una mana gigante y muti-
tada pidiendo el apoyo de la Providencia.
¿Y quienes eran ellos?
No tenemos duda que en la historia completa que algún día
se escribirá de esta verdadera epopeya, surgirán nombres de
todos los que participaron en ella.
En este mornento no deseamos cometer la tremenda inius'
ticia de una sola omisión.
Muy a nuestro pesar, debernos cantentarnos con decir que
las maravillosas Brigadas Civiles estaban integradas por hom'
bres de todas las actividades, credos, rnilitancias y edades.
Manos acostumbradas a faenas rudas del campo o la ciu'
dad y manas finas, adecuadas a la labor intelectual, se mezcla-
ron en la ntisma tarea al coniuro de la ansiedad de sus dueños.
Transportando pesadas piedras con el primitivo procedimien-
to de pasarlas de mano en mano a través de largas filas que iban
desde las zorras hasta ellugar en que se necesitaban, reponien-
do pedregullo, apaleando tierra portoneladas, colocando durmien-
tes, emplazando rieles, apisonando elterreno, rellenando pozos,
rehaciendo terraplenes desaparecidos, trabaiando muchas ve-
ces con el agua hasta la cintura sufriendo las inclemencias de un
tiempo que se empecinaba en mostrarse hostil, mordiendo con
desesperación las ansias de ganarle una carrera difícil al infortu'
nio, trabajando hombro con hombro obreros de la ciudad, agri'
culto res, peones rtt rales, estudi antes, m il itares, maestros, com e r-
ciantes, universitarios, sacerdotes, altas autoridades civiles, to-
das estaban allí, agradeciendo quizá aldestino la oportunidad de
ser partícipes de una obra tan digna.
136
t-
Y si algún nombre propio merece citarse, he aquí los de
algunos de los más veteranos: Don Baltasar cabrera
@a años),
Don Abondio Mujica (76), Don Diamantino Abreu (79). Los abue-
los no solamente trabajaron a la par de cualquiera, sino que se
molestaban si tenían la sensacién de que por razones de edad
se /es asignaba alguna tarea menos pesada.
Episodio 10
Episodio 1I
137
la correspondiente al puente sobre el arroyo Tranqueras, lugar
donde los efectos de las corrientes de agua habían sido más
perjudiciales ya que habían hecho desaparecer los terraplenes.
Todos se habían dado cita allí: los integrantes de las Briga'
das, los técnicos y autoridades de A.EE.llegados en la mañana
de ese día y práctícamente todo el pueblo de Tranqueras.
Cuando el último ajuste de la vía se logré, la eventual tran'
quilidad pueblerina se vio alertada por el estampido de una ova-
ción.
Brazos en alto, vivas, abrazos y lágrimas, rnuchas lágrimas,
fueron el broche de ora de 31 días alucinantes.
Había culminado con felicidad una iniciativa titánica, lleva-
da a cabo por titanes.
No caben muchas más palabras al respecto. Episodios como
el que narramos se captan más con el corazón que con la cabe-
za. La llegada a Rivera fue de apateosis. No podía ser de otra
manera. Se /es recibié coÍno lo que eran: coma héroes" Rivera y
Santa Ana vivieron uno de sus grandes días. Manifestaciones,
cohetes, himnos, música, flores en los balcones, la población
entera volcada en Sarandíy la culminación de los actos en Radio
lnternacional, nervio motor de la actividad de las Brigadas Civi-
les desde e! primer día.
Fosteriarmente, acallada la emoción de entrecasa, reinte-
grados todos al hogar y a sus tareas habituales, vinieron los ho-
menajes de las que fuera de Rivera habían seguido expectantes
y admiradas el desarrollo de los acantecimientos.
En efecto, el 23 de mayo el Directario de A.EE. en pleno,
presididrs entonces por elGeneralOscar D. Gestido, vino a Hive-
ra con tal fin, dando origen a un acto de extraordinarias propor-
ciones.
Se pronunciaron conceptuo.sos drscursos y se descubrié una
placa de bronce alegórica en el edificio de la Estación Rivera.
Posteriormente el 12 de oetubre, se realizó otro acto de si-
milares características en la Estación Km 512 que a partir de ese
día se denominó BriEadas Giviles de Rivera.
Pero todos esos homenajes, pese a su trascendencia a es-
cala nacional, no tienen para nasotros el toque de ternura, de
138
*
calidez humana, de espontaneidad, de un pequeñito episodio,
casi desapercibido, que na resistimos la tentación de narrar
se estaba trabajando en las eercanías de la Estación Ata-
ques, una mañana húmeda, neblínasa. Don Diamantino Abreu,
un portugués de 79 años, bajo, grueso, de tez curtida, cabellos
blancos, gran bigote y profundos ojos azules, colaboraba tam-
bién en la medida de sus fuerzas, llevando en ra cabeza, sola-
mente protegida por un paño, una gran piedra cuyo destino finat
era una zona a rellenar. No dejaba de ser conmavedora la actitud
del anciano que en toda forma quería éttambién hacer su aporte
a la obra común. un compañero de la BriEada que lo vio; acudió
prontamente a ayudarle luego de lo cual le dío un beso en la
mejilla. Elviejo portugués quedó un instante desconcertado pero
luego se le llenaron los ojas de lágrimas y soto atinó un instante
a balbucear:'corone!, que distinta hubiera sido mi vida sí en
mi juventud hubiera tenido la suerte de encontrar hombres
como usted.
Es a este hombre, elque también lagrimeó de emocion ante
las palabras de Don Diamantino, al que vamos a dedícarte e|...
Episodio 12
139
íntegramente, de cuerpo y alma, a una sola cosa: a luchar por el
engrandecimiento de Rivera en todos las terrenos.Y lo hizo como
acostumbraba ét a hacer las cosas; sin titubeos, con ardor, con-
tagiando a todos los que estaban a su alrededor un optimismo
désbordante, irresistibte. Por muchos años toda obra de trascen'
dencia que se atentó en Rivera en el campo de la acción social,
culturaty deportiva, tuvo a José Agustín Moratorio como abande-
rado.
No siempre logró sus metas.También él debió ceder alguna
vez ante la fuerza, muy poderosa por cierto, de ciertos sectores
ciudadanos.
!-a historia de nuestra ciudad cantiene muchas páginas es-
oritas por los que nunea hicieron nada ni de,laron hacer nada por
et pueblo que los vio nacer, o les dio educación o los encumbró
económicamente.
Pero él nunca se dio por vencido,Volvía a la carga una y mil
veces. Proyectaba cosas, discutía con todo el mundo, rebatía ar-
gumentos, golpeaba todas las puertas en busca de recursos y
soluciones y nunca arriaba bandera. Si para muestra basta un
botón como dice el refrán, ahí está la obra sin parangón de Sa-
randí Universitario.
En otro orden de cosas el que tenía un problema de cual-
quier orden, especialmente dentro de los humildes que lo adora-
ban, iba Moratorio en busca de algo que le permitiera salir de la
situación de apremio o de angustia en que se hallaba. Y nunca
quedaba defraudado. Si el aspecto material estaba fuera de su
alcance por lo menos le hacía llegar el regalo inconmensurable
de su afecto, de su simpatía inigualada, de esa solidaridad que
tanto significa en la vida de muchos hombres que pasan por tran-
ces amargos.
Como es fácil suponer, las Brigadas Civiles encontlaron
en Moratorio a algo más que un simpatizante. Desde el primer
momento fue el líder: indiscutido e indiscutible. Prácticamente todo
el andamiaje de la organización giró a su alrededor. Su poder de
convicción, su prestigio de hombre de acción, de trabaiador in-
cansable, de amigo leal de punta a punta, hacen que no pueda
dejar de asociarse su nombre al meior recuerdo que se tenga de
las Brigadas Civiles.
140
Personalmente a través de los rnicrófonos de Radio lnter-
tn
nacional, contagió a jóvenes y viejos su entusiasmo, srl patrio-
tismo, sus ansias de demostrarle a los hijos de Rivera cómo se
to
debe hacer para honrar el terruño chico o la patria grande.
?-
Y ese amor a Rivera él lo derrochaba a raudales.
tl
En cada ¡Viva la Patria! al pie de la bandera de las Briga-
,-
das Civiles, Moratoria volcaba esa presión emocional que le re-
ventaba el pecho.
a Fue él quien cubrió una a una todas las etapas de una orga-
s nizacién sin precedentes.
El fue atrás del obrero, del profesional, del camionero, del
i- capataz idóneo en determinadas tareas, delque podía proveer a
)r la alimentación de sus huestes. El fue el primero en alentar al
ó desfalleciente, el que estaba donde era necesaria su presencia,
con la pala, con el pico, cargando piedras, programando la futura
i,i tarea, asesorando a los novatos, inyectándoles su optimismo, sLt
grandeza de espíritu, su amor entrañable al prójimo.
Y Su torso delgado era el primero que aparecía en aquellas
1
frías mañanas otoñales, cuando alrededor de la vía destruida
todo era desolación.
En aquellos homenajes que el país agradecido rindió a las
Brigadas Civiles (a las que hicimos mención en el Episodio l l )
en todas esas demostraciones de gratitud de ana comunidad iba
implícito el homenaje particular al hombre que se había constitui-
do en el paladín de la causa.
Radicado en Montevideo, luego de su incesante trajín en
pro de tantas causas nobles, éltambién añoraba aquellas queri-
das tierras norteñas donde día a día esperan su regreso una
legión de amigos,
Es una lástima... Rivera no debió haber perdido nunca el
concurso invalorable de este hombre.
Epílogo
Se terminaron amigos, los episodios reales, de una haza-
ña inaudita, más sugestiva, humana y conmovedora que aque-
llas que protagonizaban los sombrerudos héroes del cetutoide
en la añorada sala de la Línea.
141
Para los que hace rato peinamos canas (y cada vez
es stn duda muy poco tiempo 37 años, pero
que en aquel entonces daban sus prímeros
en la vida, son ahora ciudadanos de la República, se justiftca
publicación de esta nota.
En cierto aspecto está dedicada a esa generación.
Dios quiera que sirva de estímulo para luchar con fe en
det destino venturoso al cual tienen pleno derecho.
142
l: : . -
iüdfiiii;itMio;lvERÁ prNros
Ninpuna zania del destitto detuvo su t'ocació¡t
roo
gris
IJn toque de color sobre el de Rivera
del
::li
NOTA SOBRE. EL AUTORI.
' t ..
- -: :"'''.
-:i.,: .,:
:
'cumplió en
en
v
de
Diciembre; de,t
radieado ''
vanos v
'ir a
Se le .el:
Aires.-
15 de fue
P de
de la
de
riaq,- ;
.- En
arnba. , ciu-
de ,pqr la
f A.:'
v ,:- 'ho
b
trj-!tl ,
g¡"¡e:',":
.-.'¡¡