Apunte de Catedra Itinerario Iii Barroco
Apunte de Catedra Itinerario Iii Barroco
Apunte de Catedra Itinerario Iii Barroco
La arquitectura barroca se desarrolló entre finales del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVIII aproximadamente.
Surgió en Italia y desde allí se extendió a toda Europa. Se irradió también en América Latina por medio de la
colonización.
Por eso cabe preguntarse, ¿cuáles son las características generales de la arquitectura barroca? ¿Quiénes fueron sus
máximos exponentes y obras? ¿Cuál es el contexto de la arquitectura barroca y cuál fue el papel que cumplió?
En una conferencia titulada Lo barroco y lo real maravilloso, Alejo Carpentier afirmaría que el barroco se describe
como un estilo signado por el:
… horror al vacío, a la superficie desnuda, a la armonía lineal geométrica, estilo donde en torno al eje central (...) se
multiplican lo que podríamos llamar los “núcleos proliferantes”, es decir, elementos decorativos que llenan
totalmente el espacio ocupado por la construcción, las paredes, todo el espacio disponible arquitectónicamente, con
motivos que están dotados de una expansión propia y lanzan, proyectan las formas con una fuerza expansiva hacia
afuera. Es decir, es un arte en movimiento, un arte de pulsión…
La arquitectura barroca pretende otorgar a sus estructuras dinamismo compositivo, en lugar del carácter reposado
renacentista. El movimiento será una de sus búsquedas principales. Esto se aplicará, por ejemplo, en el uso de
ondulaciones para muros interiores y fachadas, así como también en las columnas.
Las edificaciones barrocas poseen diversos centros o ejes constructivos según la complejidad del diseño. En lugar de
restringirse a figuras con un único eje central, como el círculo, el cuadrado y la cruz griega, crean un efecto
policéntrico mediante otras figuras o mediante nuevas y atrevidas combinaciones de las figuras mencionadas.
La arquitectura barroca prefiere el uso de las líneas curvas y las superficies ondulantes. En este sentido, abandona las
líneas rectas y las superficies planas.
Plaza San Pedro, Vaticano, Roma. Derecha: vista desde la basílica. Izquierda: vista satelital. Nótese el diseño elíptico
de la plaza.
Como consecuencia de lo anterior, en el barroco se prefiere el uso de plantas elípticas, aunque también formas
complejas mixtilíneas, es decir, que combinan líneas curvas y rectas. Se usan también formas de la naturaleza para la
proyección de plantas inusuales.
Búsqueda de la infinitud
El propósito del dinamismo fue diluir los límites espaciales y crear un efecto de continuidad e infinitud mediante la
forma abierta, que implica el suavizado de líneas y volúmenes segmentados. También se pretendió lograr este efecto
por medio de la decoración.
El barroco admitió la riqueza ornamental de gran exuberancia, una decoración que recargaba todo el espacio. Los
arquitectos se valieron de todas las artes, integrando arquitectura, pintura y escultura en un todo complejo. Fueron
válidos también los juegos de espejos y las ilusiones ópticas (llamadas trampantojo), estas últimas aplicadas en
muros, bóvedas y cúpulas.
En lugar de optar por una luz diáfana y natural, la arquitectura barroca se caracteriza por crear efectos atmosféricos
mediante la manipulación y regulación de las entradas de luz. La búsqueda de los efectos del claroscurso es una
constante. El investigador Conti señala que esto:
Es posible contraponiendo pronunciados salientes, pronunciados «vuelos» como dicen los arquitectos con bruscas y
amplias entradas. También es posible «troceando» las superficies, encrespándolas de distinta manera.
Izquierda: orden alomónico (Iglesia de los Jesuitas en Quito). Centro: orden colosal (Basílica San Pedro en el
Vaticano). Derecha: estípite (Santuario de Caravaca de la Cruz, Murcia)
Los arquitectos barrocos desarrollan especialmente el orden salomónico, el orden colosal y las columnas tipo
estípite, a los que eventualmente suman órdenes de estilo oriental.
El orden salomónico, inspirado en la descripción bíblica del Templo de Salomón, consiste en un fuste torso o
entorchado, cuya torsión suele dar seis vueltas. Con frecuencia, esta columna torneada es ricamente decorada con
diversos motivos.
El fuste salomónico se erige sobre una basa y culmina en un capitel. Este último suele rematarse con motivos
tomados de los órdenes clásicos conocidos, especialmente el orden toscano y el compuesto.
El orden colosal o gigante consiste en columnas colosales cuya altura se extiende a lo largo de varios niveles o
plantas. Ya en el Renacimiento se hicieron proyectos con este tipo de columnas (muchos no llegaron a construirse),
pero su uso se hizo extendido en el barroco.
Estípite es una palabra que designa a las columnas troncopiramidales invertidas, las cuales son de origen micénico.
Fueron muy utilizadas en el barroco, especialmente en el barroco latinoamericano. Podían decorarse con todo tipo
de formas vegetales, animales o antropoformas.
Aletas o aletones: elemento decorativo en forma de ala, usado para ocultar las cubiertas o como solución
estructural a los contrafuertes medievales.
Volutas: adornos en forma de espiral, usados para el remate de capiteles, aletas y otros elementos
arquitectónicos.
Frontones de nuevo diseño, con preferencia por los fragmentados y/o curvos.
La arquitectura del barroco también dio un lugar importante al desarrollo de complejos urbanísticos como jardines,
áreas ciudadanas o cierto tipo de residencias. Desarrollaron ampliamente las avenidas y las plazas redondas y
elípticas, inscritas dentro de una red conectada. Asimismo, con frecuencia existía una relación de conjunto entre el
edificio barroco y el espacio circundante.
Dentro de la variedad de edificaciones del barroco, destacan dos tipos arquitectónicos: los palacios (ciudadanos,
reales o campestres) y las iglesias (catedrales, parroquiales o conventuales). Esto va de la mano con el crecimiento
del absolutismo, por un lado, y la afirmación del poder eclesiástico, por el otro.
Bernini: Baldoquino de San Pedro. Basílica de San Pedro, Vaticano, Roma. Fotografía de Rubén Ramos Blanco.
Italia fue el origen y centro de irradiación del barroco. Fue especialmente relevante en materia de arquitectura
religiosa, influida por la necesidad de reafirmación de la Iglesia católica frente al impacto de la Reforma protestante.
Su arquitectura se caracterizó por el uso de plantas y muros sumamente complejos. Asimismo, de acuerdo con el
investigador Conti, Italia le confirió gran exuberancia en las proporciones a los elementos arquitectónicos del
Renacimiento, como la cúpula y las columnas. Se reconoce la siguiente periodización:
Barroco temprano: se desarrolla entre 1584 y 1625. Abarca las primeras manifestaciones del espíritu
barroco, de manera que aún pueden registrarse algunos aspectos de la arquitectura renacentista.
Alto barroco: se desarrolla entre 1625 y 1675. Es el período de consolidación del barroco, donde el estilo
define su verdadera identidad. Entre sus máximos representantes están Bernini y Borromini.
Barroco tardío: período que va de 1667a 1750. Coincide con la expansión del barroco a América y con el
declive progresivo de la influencia del papado tras la muerte del papa Alejandro VII.
Giacomo della Porta (c. 1540 - 1602): colaborador de Miguel Ángel, de manera que este artista dejó una
importante influencia en su trabajo. Asimismo, recibió clases de Jacopo Barozzi de Vignola. Entre sus obras
más conocidas se encuentran: iglesia del Gesù y la cúpula de la Basílica de San Pedro.
Gian Lorenzo Bernini (1598 - 1680): arquitecto, escultor y pintor italiano. Entre sus trabajos arquitectónicos
más emblemáticos están el baldaquino de la Basílica de San Pedro en Roma y la Plaza de San Pedro en el
Vaticano.
Francesco Borromini (1599 - 1667): su verdadero nombre era Francesco Castelli. Entre sus obras destaca la
iglesia de San Carlos de las cuatro fuentes.
Baltasar Longhena (1597-1682): arquitecto y escultor veneciano. Entre sus construcciones destacan la iglesia
de San Salvador y la iglesia Santa María de la Salud, Venecia.
La arquitectura barroca francesa fue el principal instrumento de propaganda de los monarcas absolutistas Luis XIII,
Luis XIV y Luis XV. Los franceses destacaron en la arquitectura palaciega y urbana, dispuesta al servicio del poder
absolutista francés. Además de servir a la causa política, este estilo fue aplicado por la alta burguesía en las
construcciones hoteleras y viviendas.
El barroco francés fue más clásico y contenido que el italiano en lo que a exteriores se refiere. Sus fachadas fueron
más severas, sus plantas menos complejas y las proporciones más comedidas. Procuraron eliminar las
“arbitrariedades italianas” y se abocaron a efectos más delicados. Sin embargo, los interiores contrastan con las
fachadas por la extrema riqueza ornamental.
Salomon de Brosse (1571- 1626): una de sus obras más conocidas es el Palacio del Luxemburgo, construido
entre 1615 y 1620.
François Mansart (1598 - 1666): su obra mejor divulgada es el palacio de Maisons-Laffitte, erigido entre 1630
y 1651.
Jules Hardouin-Mansart (1646 - 1708): llevó a cabo importantes y memorables obras como la Orangerie y el
Gran Trianón (incluidos en el conjunto del Palacio de Versalles).
Louis Le Vau (1612 - 1670): fue el arquitecto del rey Luis XIII. Entre sus máximas obras están el palacio de
Vaux-le-Vicomte y las ampliaciones del palacio de Versalles.
Robert de Cotte (1656 - 1735): responsable por la finalización de la capilla del palacio de Versalles y la
construcción del Palacio Rohan.
Ange-Jacques Gabriel (1698 - 1782): ampliamente conocido por el Castillo de Menars, la Plaza de la
Concordia y el palacio de Compiègne. Fue el último arquitecto de Versalles.
Primer barroco: abarca desde finales del siglo XVI hasta buena parte del XVII. Bebió de la inspiración del
estilo de Juan Herrera, y se caracterizó por su austeridad, que por veces llegaba a dar una imagen sombría,
muy lejana de la vivacidad del barroco italiano.
Segundo barroco: se caracteriza por abrir paso paulatinamente a una mayor ornamentación.
Estilo bornónico: preferido por la dinastía de los Borbones, que optó por un estilo afrancesado, de rasgos
académicos y clasicistas opuestos al churrigueresco. Se caracterizó también por los espacios amplios y el
ritmo sereno y ordenado.
Juan Gómez de Mora (1586 - 1648): inscrito en el primer barroco español. Algunas de sus obras más
conocidas son la Plaza Mayor, el Ayuntamiento y el Colegio de los Jesuitas en Salamanca.
Alonso Cano Almansa (1601 - 1667): inscrito en el segundo barroco español. Es conocido por la fachada de la
catedral de Granada.
Felipe Sánchez (? - 1712): también inscrito en el segundo barroco español, autor del proyecto de la basílica
del Pilar de Zaragoza.
José Benito Churriguera (1665-1725): conocido por la iglesia de San Cayetano en Madrid y el palacio de
Goyeneche, completado por su hermano Alberto.
Teodoro Ardemáns (1661-1726): del período borbónico, autor de la Real Colegiata de la Granja de San
Ildefonso.
Santiago Bonavía (1695 – 1759): entre sus obras destacan el palacio de Aranjuez y la basílica de San Miguel.
Ventura Rodríguez (1717- 1785): conocido por la cúpula de la capilla del Palacio del Infante don Luis (Boadilla
del Monte), y el monasterio de Santo Domingo de Silos (Burgos).
José Lezama Lima dice que el barroco latinoamericano se caracteriza por el “plutonismo”, es decir, un “fuego
originario que rompe los fragmentos y los unifica”. Para él, el barroco latinoamericano es la conjunción de las
diferentes culturas yuxtapuestas que forman una estética en permanente tensión, pero con pleno sentido.
La arquitectura barroca latinoamericana acogió buena parte de la estética española, al valerse de elementos como
las columnas salomónicas y estípites. Pero también hizo uso de elementos indígenas locales, lo que explica su gran
diversidad. Tanto sus fachadas como espacios interiores fueron profusamente decorados, haciendo gala de un
auténtico horror vacui. Conozcamos algunos ejemplos de la arquitectura barroca latinoamericana.
En la arquitectura barroca de México podemos mencionar como ejemplo la Catedral Metropolitana de Ciudad de
México. Esta catedral contó con el trabajo de muchos arquitectos a lo largo de los siglos. En el siglo XVIII,
plenamente barroco, destacaron los aportes de los arquitectos:
Jerónimo de Balbás (1673 - 1748): introdujo el estilo estípite. Diseñó y construyó el retablo de los reyes de la
catedral.
Lorenzo Rodríguez (1704 - 1774): realizó el diseño y la ejecución del Sagrario de la catedral.
Otro ejemplo digno de mención es la iglesia de San Francisco Javier en Tepotzotlán, estado de México, hoy parte del
Museo Nacional del Virreinato. En la construcción participaron los arquitectos y artistas:
Diego de la Sierra (1656- c. 1711): además de colraborar en la iglesia Francisco Javier de Tepotzotlán,
también ejecutó la portada norte de la catedral y el claustro del hospital de san Pedro, ambas construcciones
en Puebla.
José Durán (1652 - siglo XVII): realizador de la bóveda de la iglesia. También inició el proyecto de la Basílica
de Nuestra Señora de Guadalupe.
Ildefonso de Iniesta Bejarano y Durán (1716 - 1781): responsable de la fachada y la torre de la iglesia
Francisco Javier. También realizó la Iglesia de la Santísima y el Acueducto de los Remedios.
En la arquitectura barroca de Perú señalamos como ejemplo la Catedral del Cuzco, conocida también como Basílica
de la Virgen de la Asunción. Como arquitectos participaron:
Juan Miguel de Veramendi, desarrolló el plano inicial e inició los trabajos, pero no pudo continuar por
problemas legales.
Miguel Gutiérrez Sencio (siglo XVII): fue el responsable del trazado y los muros de la basílica.
En la arquitectura barroca de Ecuador podemos mencionar como ejemplo la Iglesia de la Compañía, en Quito,
realizada a partir de los planos traídos desde Roma.
Participaron en ella varios arquitectos y constructores. Entre ellos estaban Martín de Azpitarte, Gil de Madrigal y
Marcos Guerra, entre otros.
El Barroco en Argentina
En Argentina el movimiento barroco como tal no se dio como se quería, fundamentalmente por la temporalidad, en
el País se dio el Barroco español, más conocido como Estilo Colonial, hay mucha obra en Buenos Aires y el interior
del país, las obras más importantes se dieron en la arquitectura, sobre en la Arquitectura Eclesiástica, ante la
necesidad de recibir a los nuevos creyentes, usan exuberante ornamentación, y algunas obras suelen ser coloridas.
Escuelas de artes y oficios enseñan a los indígenas las técnicas de la escultura policromada y estofada.
Llegan de España maestros escultores y trabajan bajo ordenanzas que regulan el trabajo y garantizan el buen
funcionamiento.
Tuvo un papel fundamental para la conversión y evangelización de los indios y como expresión propia de una
sociedad mestiza.
Fue particularmente expresiva y simbólica, dio forma plástica al mensaje religioso. Influencia europea: manierismo,
barroco y finalmente neoclásico.
El barroco se enmarca al mismo tiempo el fin de una era y el nacimiento de otra. Respondió, de hecho, a una época
en crisis, precipitada por la confrontación entre los avances científicos, la Reforma y la Contrarreforma, las guerras
de religión, el crecimiento del absolutismo, la expansión occidental y la colonización de América.
La arquitectura barroca se convirtió en un brazo propagandístico de la Iglesia, por un lado, y del poder de los reyes
absolutistas por el otro. Por eso, el barroco fue la expresión del poder conquistado por los grupos de élite de
aquellas sociedades cada vez más complejas, incluso también de los sectores burgueses más adinerados.
Durante la Ilustración, en la segunda mitad del siglo XVIII, el barroco comenzó a ser observado con desconfianza, ya
que sus "excesos" decorativos se asociaban a todo aquello que el Iluminismo cuestionaba, tales como el absolutismo
político y el fanatismo religioso.
Por ende, el vocablo portugués antiguo “barroco”, que designaba un tipo de perla irregular y extravagante, fue
usado para describir peyorativamente a este estilo. Como respuesta a la exuberancia y dramatismo del barroco, la
Ilustración respondió con la estética neoclásica, más austera y racionalista. Solo a partir del siglo XIX, el barroco
volvió a mirarse con la valoración que merece.
GIAN LORENZO BERNINI (1598-1680). Hijo de un escultor florentino instalado en Nápoles, es arquitecto, escultor y
pintor. Protegido por los papas, contribuye poderosamente a dar a Roma su aspecto barroco y triunfal. Fue
nombrado arquitecto oficial de San Pedro del Vaticano, donde realiza sus conocidísimos Baldaquino y Columnata. En
sus iglesias prefiere plantas elípticas, como en Sant'Andrea al Quirinale; un juego de superficies cóncavas y convexas
relaciona exterior e interior. Entre sus construcciones civiles destaca la fachada del Palacio Barberini. Llamado a
Francia, realiza un proyecto de ampliación del palacio del Louvre que no fue aceptado.
FRANCESCO BORROMINI (1599-1667). Sin el éxito personal y los medios de los que dispone Bernini, sus obras son
más reducidas y modestas, pero reflejan una extraordinaria fantasía y capacidad técnica. Recibe numerosos
encargos de las abundantes órdenes religiosas establecidas en Roma. Sus obras más conocidas son San Carlo alle
quatro fontane y Sant'Ivo alla Sapienza, de planta central estrellada situada al fondo de un largo patio. OTROS.
También destacan Carlo Maderno, ya citado por su terminación de la Basílica de San Pedro del Vaticano, Baldassare
Longhena con Santa María de lla Salute (Venecia), y Guarino Guarini con la Capilla del Santo Sudario (Turín).
ESPAÑA
La Cárcel de Corte (hoy Ministerio de Asuntos Exteriores) en Madrid, de Juan Gómez de la Mora (1611-1616), es
obra representativa de este período. En la segunda mitad del siglo XVII desaparece paulatinamente la severidad
anterior, en una tendencia cada vez más decorativa y movida. Francisco de Herrera el Mozo (†1685) contribuirá al
proyecto de la Basílica de El Pilar de Zaragoza; el también escultor Alonso Cano (†1667) proyectará la monumental
fachada de la catedral de Granada. En el siglo XVIII predomina un barroco ornamental, con decoración recargada y
exuberante. Además de Alberto de Churriguera, que hemos mencionado al tratar del urbanismo, son muy
representativos Francisco Hurtado con la Sacristía de la Cartuja de Granada (1732), y Fernando Casas y Novoa
(†1749) con la fachada del Obradoiro de la catedral de Santiago de Compostela. Esta tendencia coexistirá con otra
corriente de barroco clasicista, más sobria y equilibrada. A ella corresponde el Palacio Real de Madrid, de los
italianos Filippo Juvarra y Giovanni Battista Sacchetti (1735), que sustituye al anterior Alcázar de Madrid, destruido a
causa de un incendio. En esta magna construcción se formó Ventura Rodríguez (1717-1785), figura clave de esta
tendencia. Junto con la Santa Capilla de El Pilar, obra en la subraya el carácter escenográfico del barroco, se puede
mencionar otras obras suyas como la Iglesia de San Marcos de Madrid, y, correspondiente a su etapa final más
severa, la fachada de la catedral de Pamplona.
FRANCIA
La arquitectura barroca francesa se caracteriza por el predominio del lenguaje clasicista, que predomina por igual en
los templos (Jacques Lemercier, Iglesia de Val-de-Grace de París), hospitales (Jules-Hardouin Mansart, Los Inválidos
en París), palacios rurales (François Mansart, Castillo de Blois) y sus versiones más reducidas urbanas (Jean de
Cerceau, Hôtel de Sully en París). Un caso excepcional en que se une arquitectura, urbanismo, jardinería y todas las
artes es el Palacio de Versalles, en Francia. Se ampliará progresivamente hasta convertirse en una auténtica ciudad
palatina que reflejo el poder de Luis XIV, el rey Sol. Versalles se convertirá en el modelo de palacio a seguir por todas
las Cortes europeas del absolutismo
LA PINTURA
CARACTERÍSTICAS GENERALES
Las técnicas más empleadas son el fresco para la pintura mural, y el óleo sobre lienzo (en ocasiones de enormes
dimensiones). Se abandona casi por completo la pintura sobre tabla. Naturalismo. Se pinta cuanto se ve, lo feo y lo
bonito, lo agradable y lo desagradable, y hasta lo repugnante. En los países protestantes abundarán las escenas de la
vida cotidiana. Las grandes conquistas de la pintura barroca son la luz, el movimiento y el color: La luz se condensa,
llegando en ocasiones a expresar todo el valor del cuadro. Desaparece el sfumato para dar paso al claroscuro, una
sucesión de planos luminosos y planos sombreados. El color, tomado de la escuela veneciana, contribuye a la
consecución de la forma. Liso y uniforme al principio terminó siendo suelto y desenfadado. Adquiere su pleno valor y
se emancipa del dibujo, pasando éste a un segundo plano. El movimiento se expresa mediante composiciones
asimétricas (nada en la naturaleza es simétrico) y dentro de la asimetría la composición diagonal es sin duda la más
usada. Los escorzos muy violentos, y de uso muy frecuente, favorecen la sensación de movimiento. Se abandona el
rigor de la perspectiva matemática y el pulido acabado para llegar a la visualización de un espacio abierto sin límites
precisos, en el que color, luz y efectos atmosféricos fingen la profundidad en la realidad bidimensional del cuadro.
Las composiciones oscilan desde el efectismo exagerado y los escorzos violentos, hasta las diagonales que buscan la
expresión de un movimiento que afecte al espectador, o, por el contrario, el exceso de quietud y austeridad que con
otro registro emotivo vincula con la trascendencia. Temática religiosa. De gran importancia en los países católicos,
con los siguientes temas: Los momentos más relevantes de la vida de Cristo. La Virgen, con iconografías tradicionales
o novedosas (la Inmaculada Concepción). Los santos, sus experiencias, éxtasis o martirios, como ejemplos de
comportamiento. Figuras alegóricas que representan los sacramentos (en especial la penitencia y la eucaristía), u
otras realidades (virtudes como la fe o la caridad, la Iglesia, etc.). La vanitas mundi, inanidad de la gloria y riquezas
terrenales, en oposición a las celestiales. Supone la representación de la muerte, macabra o solemne, racional o
dramática.
Temática profana:
Pintura de género: representación realista de interiores y de escenas de vida cotidiana, con un importante
desarrollo durante el siglo XVII, especialmente en Holanda. Los paisajes, terrestres o marinos, toman gran desarrollo.
La naturaleza muerta y el bodegón también debidos a los nuevos gustos burgueses. Los retratos toman gran
desarrollo. En Holanda nace el retrato colectivo. Tendencias. Todas parten de presupuestos idénticos y comunes: la
reacción contra el Manierismo y el deseo de realismo; sin embargo, la trayectoria será diferente entre: El
naturalismo se basa en la observación directa de lo que nos rodea, y la representación fiel y objetiva de todos sus
aspectos, agradables y desagradables. Considera que es en el conocimiento de lo concreto y de lo particular donde
reside la esencia del hombre. El clasicismo representa las cosas como deberían ser. Busca un equilibrio entre lo ideal
y lo real. Persigue una visión razonada de la realidad porque considera que la única y auténtica verdad reside en la
idea percibida por la razón tras la experiencia cognoscitiva.
ITALIA MICHELANGELO MERISI, CARAVAGGIO (1571-1610). Es un artista formado en el siglo XVI, por lo que
mantiene algunos aspectos de composición y dibujo de la pintura renacentista. Y a pesar de ello es el iniciador del
barroco, y el creador del tenebrismo que consiste en el empleo de una luz dirigida que incide sobre la composición
creando fuertes contrastes de zonas iluminadas y oscuras, destacando figuras y objetos sobre los fondos en
penumbra. De esta forma se impone al espectador lo que se quiere resaltar. Asimismo, presenta un exagerado
realismo que hizo que en ocasiones sus obras fueran rechazadas por algunos clientes. Caravaggio, que poseía un
carácter brusco e irascible que le lleva a la cárcel en ocasiones, tuvo que huir de Roma perseguido por la justicia tras
un asesinato. Se establece en Nápoles donde un grupo de seguidores, entre ellos Ribera, aprenderán a desdeñar los
viejos modelos clásicos. En la primera etapa sus obras presentan composiciones muy sencillas, con escaso número
de personajes y tan sólo un esbozo del tenebrismo. Domina la temática mitológica y de género. Destacan: Baco
(1591), Los tramposos (1596) y Cesto de fruta (1597). En torno a 1600 recibe sus primeros grandes encargos
religiosos y desarrolla plenamente su estilo en obras como La vocación de San Mateo, La Crucifixión de San Pedro, El
Entierro de Cristo (1604) o la controvertida, en su tiempo, Muerte de la Virgen (1605). Durante sus últimos cuatro
años tras su huida de Roma realizó obras como David con la cabeza de Goliath (1609).
ANNIBALE CARRACCI (1550-1609). Se le puede considerar representante de la pintura barroca clasicista. Procedente
de Bolonia, su marcha a Roma le consagra definitivamente. Un ejemplo muy característico de su obra lo constituye el
conjunto de frescos de tema mitológico (El triunfo de Baco, Polifemo...) que pinta en 1597 en la Gran Galería del
Palacio Farnesio de Roma. Del siglo XVIII son los pintores de vedutas (vistas), especialmente de Venecia, realizadas
para los ricos viajeros del norte de Europa que realizan su grand tour (origen del turismo). Destaca especialmente
Canaletto.
FLANDES
El Flandes hispánico vivió en el siglo XVII una gran prosperidad económica, lo que permitió un notable desarrollo de
la actividad artística, de la que constituye la cúspide la figura de Rubens.
PETER PAUL RUBENS (1577-1640). Educado por los jesuitas, su estancia en Italia durante ocho años le da a conocer
la obra de Tiziano y Caravaggio. Consigue una gran fama, múltiples encargos e incluso misiones diplomáticas para el
Archiduque Alberto de Austria, lo que le permite visitar toda Europa. En España conoce a Velázquez y recrea y copia
obras de las importantes colecciones reales. Su fama le proporciona múltiples encargos, que realiza con la ayuda de
su taller, en el que, como maestro, dibuja, perfila y da los últimos retoques a las obras. Su estilo se caracteriza por
una pincelada amplia, de gran riqueza colorista, con colores cálidos, luminosos y alegres; predominan las líneas
curvas, las composiciones en diagonal y el dinamismo. Son característicos los desnudos femeninos ampulosos,
sensuales y llenos de vida. A pesar de la profunda y estudiada elaboración de sus obras, de gran imaginación, su
técnica es suelta. En su obra de tema religioso busca una renovación iconográfica que dote a las imágenes de mayor
valor emocional, como en La adoración de los Reyes, La lanzada o el sobrecogedor Descendimiento de la Catedral de
Amberes. En la pintura mitológica gusta de escenas con gran número de personajes y composiciones complejas,
llenas de sensualidad y gracia. Destacan obras como El rapto de las hijas de Leucipo o El juicio de Paris. Realiza
numerosos retratos, también de sí mismo y de sus sucesivas esposas. Las alegorías son muy valoradas por las gentes
barrocas; como ejemplo se puede citar el Triunfo de la Iglesia sobre la furia, la discordia y el odio.
ANTOON VAN DYCK (1599-1641). Discípulo de Rubens, su estilo evoluciona a partir del de su maestro, adquiriendo
una gran personalidad. Desarrolla buena parte de su carrera en Inglaterra donde se convierte en el retratista más
afamado. Destaca su retrato del rey Carlos I de cazador, y el de Sir Edymion Porter. En este último se autorretrata, lo
que indica el reconocimiento social que alcanzan los pintores.
HOLANDA
En el siglo XVII se afirma definitivamente la independencia de Holanda, tras largas guerras con España. Su
patriotismo, su credo protestante y su favorable economía propiciaron un arte característicamente burgués, en el
que destaca Rembrandt.
REMBRANDT VAN RIJN (1606-1669). Hijo de un molinero, pronto adquirirá gran reputación como pintor de temas
bíblicos y retratista. En sus últimos años perdió parte de su prestigio al considerársele pasado de moda, y llegó a
pasar estrecheces al arruinarse por su mala administración. Su estilo está basado en la autonomía de la luz, en el
claroscuro ambiental y en la creación de un espacio fantástico e irreal. Destaca particularmente el tratamiento que
hace de la luz. La luz no es natural, no es el elemento que nos ofrece una visión clara y racional de las cosas, las
personas y los objetos. El espacio no es un espacio racional, perspectivo, sino que viene definido por la luz que surge
de los propios objetos o personajes, de los que emana esa cualidad luminosa que les confiere su verdadera
existencia subjetiva. Rembrandt no se limita a representar lo que ve, sino que todo están animado de una profunda
interioridad. Rembrandt es uno de los pocos pintores de su país que aún siguen representando temas religiosos,
tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, como La vuelta del hijo pródigo excepcional obra de sus últimos
años. En ellos sus modelos son populares, situados en un marco arquitectónico anticlásico, y la composición, en
general, está desprovista de cualquier elemento de solemnidad retórica. Sus retratos son intimistas y muestran su
maestría para la penetración psicológica y para la captación de la espiritualidad del retratado. Realiza numerosos
retratos colectivos, muy solicitados por la sociedad holandesa de la época, como la Lección de Anatomía del Dr. Tulp
y el conocido equivocadamente como La ronda nocturna. A través de sus muy numerosos autorretratos realiza una
auténtica labor de introspección.
JAN VERMEER VAN DELFT (1632-75). Reside en la ciudad de Delft, fuera de los grandes centros económicos de los
Países Bajos independientes. Realiza una personal obra en la que predominan las escenas de interiores, que aúnan
características intimistas y simbólicas: El arte de la pintura, Muchacha leyendo una carta, La joven de la perla, etc.
ESPAÑA
Durante los siglos XVII y XVIII existe una enorme demanda tanto de cuadros de altar (sobre lienzo), como de la
decoración al fresco del interior de los templos. Ello explica el gran número de pintores de los que conservamos
innumerables obras. Predominará, por tanto, la pintura religiosa, siendo más escasa que en otros países la de otros
temas.
JOSÉ DE RIBERA, ESPAÑOLETO (1591-1652). Nacido en Játiva, no se conoce casi nada de su vida hasta que se
establece en Nápoles en 1616, donde permanecerá hasta su muerte. Influido por Caravaggio, lleva su realismo e
iluminación hasta sus últimas consecuencias. Su naturalismo es muy intenso, pintando con minuciosidad piel y
arrugas de sus personajes, las diferentes texturas... A partir de 1630 su paleta se aclara, realizando obras más
luminosas, aunque bajo los mismos principios. Muchas de sus obras destacan por su intenso dramatismo. Entre otras
se pueden citar el Martirio de San Felipe y El sueño de Jacob, ambos en el Museo del Prado, y el profundo y humano
Patizambo, en el Louvre.
DIEGO VELÁZQUEZ (1599-1660). Es una de las cumbres de la pintura universal, y se diferencia por su biografía y por
su obra de los demás pintores españoles de la época. Nacido y formado en Sevilla con Francisco Pacheco, sus
primeras composiciones son sencillas y marcadamente tenebristas. Concede gran importancia a la naturaleza muerta
y a la individualización de los personajes como en Vieja friendo huevos. A partir de 1623 se traslada a Madrid
llamado por el Conde Duque de Olivares. Nombrado pintor del rey, del que realizará numerosos retratos oficiales a
lo largo de su vida, desempeñará distintos cargos en la corte. Ahora su paleta se aclara y desaparece el tenebrismo
anterior, como se observa en Los Borrachos, en la que desmitifica el viejo tema mitológico del triunfo de Baco.
Durante dos años (1629-1631) viaja por Italia y estudia las obras de los grandes maestros renacentistas y barrocos.
Allí pinta La fragua de Vulcano, en la que de nuevo un tema mitológico es presentado casi como un cuadro
costumbrista. A su vuelta pinta su más importante obra religiosa, el Cristo de San Plácido. El conde duque de
Olivares, al que pinta en un memorable retrato ecuestre, le encarga dirigir la decoración del Salón de Reinos del
Palacio del Buen Retiro, que acaba de construirse en Madrid para Felipe IV. Velázquez diseñará un complejo
programa iconográfico en alabanza de la monarquía y del reino y buscará la colaboración de los más afamados
pintores. Él mismo realizará los retratos de las personas reales y Las Lanzas. Hacia 1638 realiza una serie de ocho
bufones captados con gran verismo, a la vez que, con enorme respeto por su dignidad, como se refleja en El Niño de
Vallecas. Entre 1649 y 1651 realiza su segundo viaje a Italia con la misión de adquirir obras para las colecciones
reales. Allí pinta su Venus del espejo y el retrato del papa Inocencio X, así como sus dos bellísimas vistas de Villa
Medicis. A su regreso se inicia la última etapa, de auténtica culminación, de su obra. En ella destacan Las Meninas
(una escena de la Corte) y Las Hilanderas (un cuadro mitológico), en las que se puede advertir una reflexión sobre el
sentido y valor del arte y del artista.
FRANCISCO DE ZURBARÁN (1598-1664). Sevillano, como Velázquez, Zurbarán supone un caso particular dentro del
panorama del barroco hispánico. Su estilo carece de la complejidad compositiva de los demás pintores. Su pintura es
realista, aunque se interesa más por el aspecto general de la obra que por la minuciosidad del detalle. Utiliza la
técnica de un claroscuro muy acentuado para destacar aún más el volumen. Consigue una honda espiritualidad
mediante la expresividad de sus rostros de santos. Su obra es básicamente de temática religiosa, ya que su clientela
habitual son las congregaciones monásticas: mercedarios, cartujos, dominicos y jerónimos. Destacan obras como la
Aparición de San Pedro a San Pedro Nolasco, o San Hugo visitando el refectorio, y sus características
representaciones de santas vestidas como damas o campesinas de la época, como Santa Margarita. Su principal
producción profana la realiza para el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro; pinta la Defensa de Cadiz y la serie
de Los trabajos de Hércules. Su conocido Bodegón contrasta (como los de algunos otros pintores españoles) por su
austeridad, en comparación con los muy ostentosos que realizan numerosos pintores españoles, flamencos y
holandeses.
BARTOLOMÉ ESTEBAN MURILLO (1617-1682). Sevillano como Velázquez y Zurbarán, y más joven que ellos. En su
obra privilegia los aspectos más emotivos y sentimentales como modo de aproximarse al espectador. En este
sentido, Murillo desdramatiza la pintura religiosa, como en la Sagrada Familia del Pajarito y en sus famosas
Inmaculada. Por otra parte, realizó idealizadas descripciones de la vida cotidiana a través de niños pícaros y
vagabundos, como su Niños comiendo fruta o Los pequeños vendedores de fruta.
FRANCIA NICOLÁS POUSSIN (1594-1665). Su obra se caracteriza por el clasicismo y la idealización. Reside gran parte
de su vida en Roma, trabajando para la nobleza francesa e italiana. Sus temas más frecuentes se refieren a la
mitología y a la historia antigua. Algunas obras muy conocidas son Et in Arcadia Ego, y El triunfo de David,
presentado al modo de un personaje olímpico.
GEORGES DE LA TOUR (1593-1652). Aunque parece que no viajó nunca a Italia, la influencia de Caravaggio es
patente en su obra, basada en el realismo y los juegos lumínicos. Son muy representativas El taller de San José, y San
Sebastián y Santa Irene
Bibliografía.
Carpentier, Alejo: Lo barroco y lo real maravilloso. Conferencia dictada en el Ateneo de Caracas el 22 de mayo de
1975.
Conti, Flavio: Cómo reconocer el arte barroco. Barcelona: Editorial Médica y Técnica, 1980.
Lezama Lima, José: La expresión americana, en El reino de la imagen, Editorial Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1981.