Cuadernillo Relaciones de Genero
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N 402 Morón
Modulo 1
Biologicismo o género
Durante mucho tiempo los términos sexo y género fueron conceptos intercambiables,
tanto teórica como operativamente. Aún hoy, muchas planillas y formularios
administrativos piden completar femenino/masculino en los espacios destinados a
género/sexo entendiendo que son conceptos reemplazables. Sin embargo, las Ciencias
Sociales con los aportes de la teoría feminista de la segunda ola -a partir de la década
de 1960- comenzaron a diferenciar un término del otro. Esto permitió evidenciar y
denunciar que a partir de atributos anatómicos se construían relaciones sociales
desiguales. El biologicismo explica gustos, capacidad, habilidades, características
anatómicas y fisiológicas de las personas a partir de su sexo biológico, determinado por
las marcas corporales internas y externas desde el momento en que nacemos. Por
ejemplo, esta teoría le asigna características “naturales” a las mujeres a partir de su
capacidad gestante (de su capacidad de ser madre). De acuerdo a la distinción que el
feminismo hizo entre sexo y género, los cuerpos nacen sexuados, esto quiero decir,
tienen marcas corporales de genitales y sólo mediante un proceso de socialización y
constitución subjetiva se construyen respectivamente como femeninos y masculinos.
Simone de Beauvoir en su libro El segundo sexo, escribe que no se nace mujer, sino que
se llega a serlo (Beauvoir, S. 1949). El feminismo incorpora el concepto del género que
se refiere a las construcciones sociales que se erigen sobre la sexualidad. A su vez, se
incorpora un tercer concepto, el deseo cómo parte de la sexualidad. Como veremos en
la próxima clase, los estereotipos o roles de género son las expectativas sociales que
hay para un sujeto según el sexo al que pertenezca. Ser femenino o ser masculino,
hombre o mujer, con los roles que conlleva cada etiqueta, no puede ser entendido,
entonces, como algo natural sino como algo construido socialmente. Este es un
concepto relacional y situado, esto significa que estudia las relaciones sociales entre
géneros de forma situada tanto histórica como culturalmente. En ese sentido, podemos
pensar al género como el conjunto de ideas, representaciones y prácticas que se asignan
socialmente a las personas, según la “lectura” que se haga de su sexo biológico. Es
cultural, porque varía según el lugar geográfico en donde nos encontremos, en cada
sociedad, y a su vez, cambia a lo largo del tiempo, las mujeres del siglo 19 no han
tenido las mismas vivencias que las del siglo 20 o del 21.
Sistema sexo/género
Patriarcado
El género como desigualdad Sexo y género se constituyen desde este punto de vista
como resultados de las prácticas sociales asimétricas, superando así perspectivas
biologicistas. De igual forma, las diferencias biológicas no son negadas por las
feministas dedicadas a la historia, la economía y demás estudios que analizan la
dominación patriarcal. La categoría género viene a dar luz cuando esas diferencias se
vuelven desigualdad y se toma como natural la subordinación. Marta Lamas,
antropóloga mexicana sostiene que: “Que la diferencia biológica, cualquiera que esta
sea (anatómica, bioquímica, etc.) se interprete culturalmente como una diferencia
sustantiva que marcará el destino de las personas, con una moral diferenciada para
unos y para otras, es el problema político que subyace toda la discusión académica
sobre la diferencia entre hombres y mujeres” (Lamas, 1986 p. 178).
En la misma línea la historiadora estadunidense Joan Scott distingue al sexo del género
para entender las relaciones entre las prácticas sociales que reproducen las
desigualdades de género: los símbolos culturales, las normas, las instituciones y las
organizaciones sociales (como el mundo laboral y la economía) y la identidad subjetiva
(la construcción de la identidad de género). La autora establece una relación entre las
diferencias de género y las relaciones de poder en la sociedad, que lleva a la pregunta
sobre la vinculación entre la diferencia sexual y la desigualdad social.
Como vimos, género no sólo asigna características a cada sexo biológico y las presenta
como si fueran características “naturales” de las personas, sino que al asignarlas
también las jerarquiza. Esto quiere decir que prioriza y le da más importancia a
algunas características, roles y tareas, mientras que desvaloriza otras. Esto lo vamos a
profundizar en el módulo dos cuando veamos el valor que le asigna la sociedad a las
tareas de cuidado. En el patriarcado las tareas asignadas a la masculinidad hegemónica
tienen mayor valor social y económico que las asignadas a la feminidad hegemónica. A
su vez, esta asignación binaria y complementaria de características “normaliza” las
identidades de género al configurar sólo dos como posibles: la masculina y la
femenina. Así se desvalorizan y “anormalizan” todas aquellas identidades que se
construyen por fuera de la dicotomía varón-mujer. Esta es una manera binaria de
diferenciar a las personas, que incluso ha sido cuestionada desde la 10 misma biología,
la existencia de tan solo dos sexos biológicos (varón y mujer) es uno de los clichés más
naturalizados sobre los géneros. Mirar la realidad con la lente de la perspectiva de
género significa entender que no existe una forma única de ser varón y/o mujer. Esto
nos permite empezar a pensar la construcción de la identidad de las personas como
algo dinámico y en permanente reformulación.
Los estudios de género plantean los diversos matices existentes dentro de las
concepciones de femineidad y masculinidad: hay muchas maneras de expresar
feminidades, masculinidades y otras identidades. Sin embargo, cada sociedad delinea
sus estereotipos ideales: “La masculinidad hegemónica” y “La femineidad
hegemónica” que explicaremos en el módulo dos.
Género e interseccionalidad
Hasta ahora vimos cómo el concepto de género nos permite reflexionar sobre las
desigualdades sociales, culturales y económicas entre varones y mujeres. Por lo tanto,
hablar de relaciones de género implica también discutir relaciones de poder. Desde este
punto podemos decir que los varones, mujeres y personas LGBT+, experimentan de
modo muy distinto su estar en el mundo, su desarrollo personal y las posibilidades que
se les habilitan –o dificultan– según esta construcción. Es a partir de esta jerarquización
social, simbólica y cultural, que se sostiene y reproduce la desigualdad en el resto de
las esferas de la vida. Podemos reconocer la complejidad de los procesos que generan
las desigualdades sociales tomando el enfoque de interseccionalidad. Este fue acuñado
por Kimberlé Crenshaw en 1989 y plantea que el 15 género, la etnia, la clase u
orientación sexual, son categorías sociales que lejos de ser “naturales” o “biológicas”
son construidas y están interrelacionadas. Este concepto nos ayuda a entender que el
género, cuando se cruza con otras variables, tales como la orientación sexual, el origen
étnico, la discapacidad, la educación, la clase social o la edad incrementan la
vulnerabilidad a las que están expuestas las mujeres o identidades LGBTI+.
1. Sexo: Refiere a la clasificación binaria entre varón y mujer. Una clasificación que
hoy está relativizada en la medida en que se reconoce que los aspectos que
constituyen el sexo biológico y anatómico de un ser vivo (cromosomas,
hormonas, gónadas, estructuras sexuales internas y genitalidad) se dan de un
modo diverso, y, según categorías culturales.
Estereotipos y roles de género Partiendo de esta base, en esta clase trabajaremos los
estereotipos y los roles de género. Entendemos a los mismos como las expectativas
sociales que hay para un sujeto según el sexo al que pertenezca. Ser femenino o ser
masculino, hombre o mujer, con los roles que conlleva cada etiqueta, no puede ser
entendido, desde entonces, como algo natural sino como algo construido socialmente.
En ese sentido, es importante comprender que los “roles” de género asignados tienen
un correlato con una forma de organización histórica para el ordenamiento de la
sociedad que modela las representaciones y las relaciones sociales, que llamamos
“patriarcado”. Su estructura construye diferencias y jerarquiza a los varones individual
y colectivamente por sobre las mujeres y disidencias sexo-genéricas. Es así que
podemos decir que en las sociedades patriarcales, se asignan características, roles y
atributos, desde donde el género prescribe lo que es considerado “propio” de los
varones (“lo masculino”) y lo que es “propio” de las mujeres (“lo femenino”). Los
estudios de género plantean los diversos matices existentes dentro de las concepciones
de femineidad y masculinidad: hay muchas maneras de expresar feminidades,
masculinidades y otras identidades. Tal como mencionamos la clase anterior, cada
sociedad delinea sus estereotipos ideales. Ambas construcciones ideales se juegan
dentro de una matriz sexual heteronormativa. De allí que “la masculinidad
hegemónica” se construye en torno a la fuerza física, el control emocional y el trabajo
en espacios públicos para proveer a la “típica” estructura familiar. “La femineidad
hegemónica” se construye en torno a ideales de delicadeza, belleza, emocionalidad y
cuidado reproductivo en el espacio privado y doméstico. A lo largo de la historia,
podemos visibilizar cómo las mujeres han irrumpido en el espacio público
históricamente negado para ellas. Un ejemplo de esto en nuestro país son las Madres
de Plaza de Mayo, quienes en la última dictadura militar a partir de la ocupación
política de Plaza de Mayo, se organizaron para buscar a sus hijos e hijas que habían
sido detenidos o secuestrados y así reclamar información sobre sus paraderos. Otro
ejemplo lo podemos encontrar en la lucha que llevan adelante las Madres del Paco,
también conocidas como Mujeres por la Vida, una agrupación surgida como espacio de
contención y encuentro, orientada hacia la búsqueda de líneas de acción frente al grave
problema de las adicciones de sus hijos e hijas. Es interesante pensar que estos
movimientos de mujeres principalmente irrumpen en la escena social desde su rol
materno-es decir, desde un rol socialmente aceptado para la mujer y ligado a las tareas
cuidado- pero a lo largo del tiempo su lucha se resignifica y se constituyen como
movimientos políticos trascendiendo la esfera privada designada históricamente para
la mujer. Continuando, seguramente ustedes en algún momento de sus vidas habrán
escuchado algunas de las siguientes frases: “todas las mujeres son sensibles y suelen
llorar”; “los varones son fuertes y no lloran”; “las mujeres son más emocionales y los
varones más racionales”; “las niñas son más prolijas que los varones y prestan más
atención en clase”; “los niños son desprolijos y pelean más en clase”, “esa letra parece
de nena”, etc. Sin embargo, estas características no son innatas. Ser prolija, ser sensible,
ser más o menos racional, son características que no están inscriptas en la biología, sino
que son asignadas y aprehendidas a lo largo de la vida en diversos espacios sociales
como la familia, el jardín de infantes, la escuela, los medios de comunicación, etc.
Delimitaremos en los siguientes apartados los conceptos de roles y estereotipos de
género.
Roles de género
¿Qué es el cuidado?
Para continuar con la explicación sobre trabajo reproductivo y las tareas de cuidado,
primero planteemos nuestro punto de partida:
Las desigualdades del mundo laboral Como vimos en la clase anterior la desigual
distribución del trabajo productivo y reproductivo entre los géneros es la causa de las
desigualdades en el mundo del trabajo. Para continuar con este módulo postulamos
que el trabajo es lo que dignifica la vida y es un pilar organizador de la vida cotidiana
en esta sociedad. Entonces, resaltamos dos nociones que consideramos fundamentales.
● Las desigualdades del mundo laboral tienen su origen en la distribución desigual del
trabajo doméstico y de cuidado no remunerado entre los géneros.
Además, dentro del trabajo remunerado, el género constituye una diferenciación entre
ciertas ocupaciones mejores pagas y con más reconocimiento socio-profesional
ejercidas principalmente por los varones y otras ocupaciones con salarios más bajos
vinculadas con el trabajo doméstico y el cuidado que son mayormente desempeñadas
por mujeres y cuerpos feminizados. Principales indicadores del mundo del trabajo Si
bien en las últimas décadas asistimos a la inclusión masiva de las mujeres en el mundo
del trabajo, la participación femenina continúa estando fuertemente determinada por la
división sexual del trabajo. Avancemos sobre la caracterización de la situación laboral
de las mujeres. Los indicadores laborales clásicos para la provincia de Buenos Aires nos
muestran cómo las mujeres se insertan en el trabajo remunerado de una forma muy
diferente a como lo hacen los varones.
Techo de Cristal
La Segregación Vertical y el concepto aún más conocido de “techo de cristal” son muy
importantes al hablar de la brecha salarial, ya que los lugares en donde se obtienen los
salarios más altos y los mayores beneficios laborales (como acceso a un auto
corporativo, bonos de productividad, etc.), están mayormente ocupados por varones.
Las mujeres que tienen hijos/as a cargo o viven en hogares con personas dependientes,
suelen ver sus carreras profesionales obstaculizadas y detenidas por el techo de cristal
o las “escaleras cortadas”, en la dificultad de conciliar la vida productiva con la vida
reproductiva. A esto se le suma que las características de liderazgo se vincula con el
estereotipo de masculinidad, haciendo que la participación femenina se concentre en
los escalones más bajos de las estructuras jerárquicas. Datos de la EPH del tercer
trimestre del 2019 7 muestran que en Argentina, solo el 4.7% de las mujeres que
trabajan ocupan cargos de dirección o jefatura, cuando este porcentaje para los varones
es de 8.5%. Casi el doble. Además esta diferencia no ha variado en los últimos 15 años.
Esto quiere decir que aunque se han incorporado más mujeres al trabajo remunerado
en los últimos años, no ha incrementado significativamente su participación en los
puestos jerárquicos. Aun en las actividades feminizadas, no se corrobora una
proporcionalidad de dicha feminización en los puestos de dirección y jefatura. La
mayoría de las mujeres se concentran en los extremos más bajos de las jerarquías
ocupacionales, y por lo tanto de las salariales. La segregación horizontal es otro
concepto que tiene raíz en la división sexual del trabajo.
INTRODUCCION.
El mobbing o acoso moral muchas veces se vincula en ciertos casos con el abuso de
poder jerárquico ejercido por el empleador o por quien imparte órdenes en la empresa
u organización. De ahí que las relaciones o vínculos laborales se van deteriorando con
el transcurso del tiempo, sin que el trabajador encuentre razones de lo que sucede a su
alrededor en su actividad laboral.
Tiene como punto de partida la existencia de conflictos insignificantes, pero que sirven
como posibles estrategias tendientes a dar comienzo a lo que denominamos como
"acoso moral o laboral"(.
El mobbing o acoso moral se asocia al abuso de poder del empleador, vale decir que
toda violencia o acoso laboral será considerada como una modalidad en el ejercicio de
poder que tendrá el empleador.
Dicho hostigamiento comprende tanto las físicas y hasta las verbales, exteriorizando no
solo su amplio poder sino además sus conductas ilimitadas llegando hasta la propia
humillación del trabajador.
De ahí que la violencia laboral es una modalidad de abuso cuyos efectos repercuten en
el trabajador y al resto de la empresa u organización. El abuso de poder significa que
en el ejercicio de su mandato, el empleador se excede de los límites establecidos,
haciendo que las relaciones laborales sean mas toxicas y mas difíciles de llevar.
Ello configura que el abuso de poder sea un riesgo psicosocial para el trabajador dentro
de un contexto de hostigamiento o de acoso laboral, cuyos efectos conciben costos
económicos y sociales.
4-El mobbing o acoso moral se asocia al abuso de poder del empleador, vale decir que
toda violencia o acoso laboral será considerada como una modalidad en el ejercicio de
poder que tendrá el empleador.
7-Por último, el mobbing o acoso moral es una forma de abuso de poder que tiene
como finalidad, someter o excluir a un trabajador de su lugar de trabajo.
Donde denunciar!!!
https://www.argentina.gob.ar/trabajo/igualdad
https://www.argentina.gob.ar/servicio/recibir-asesoramiento-sobre-violencia-
laboral-y-denunciarla-oficina-de-violencia-laboral
En caso de sufrir Violencia de Genero podes comunicarte al 144
o acercate a la comisariade la mujer mas cercana o a la Fiscalia de tu
departamneto Judicial y pregunta por la fiscalia de genero!