El Concepto de Género
El Concepto de Género
El Concepto de Género
El concepto de género, elaborado por el feminismo, viene a dar cuenta de la diferencia entre la
dimensión biológica (relacionada con lo físico-genital y las capacidades reproductivas) y los atributos,
funciones, roles, responsabilidades e identidades que se construyen socialmente (muy ligados al
tiempo histórico-social) y determinan estructuras y jerarquías de poder en la sociedad. El género
agrupa y clasifica identidades creadas desde una mirada social e histórica de los cuerpos a partir de
los cuales se destacan diferencias que a su vez crean una clasificación valorativa de lo que se
construye como femenino y como masculino en cada sociedad. El género es, por lo tanto, un
elemento inestable, cultural, diacrónico y con carácter vinculante en la medida en que marca y
determina pautas de comportamientos que se consideran normales o anormales si se desvían.
El concepto de género es una categoría de análisis relacional; por lo tanto, no es sinónimo de mujer
ni tampoco puede pluralizarse (género no es igual a “hombre”, “mujer” o “trans”, sino que estos
términos son sus productos). La norma del dispositivo sexo-género implica dirigir el deseo sexual
hacia el otro sexo dentro de un marco relacional heteronormativo, lo cual quiere decir que la
heterosexualidad actúa como regla imperante en nuestra sociedad.
¿Qué es el género?
Se refiere a los aspectos socialmente atribuidos a un individuo, diferenciando lo masculino de lo
femenino, en base a sus características biológicas. Es decir que es lo que las sociedades esperan que
piense, sienta y actúe alguien por ser varón o por ser mujer. Por ejemplo, se dice que “los hombres
no lloran” o que “a las mujeres les gusta la ropa”. Así, el género condiciona los roles, las
posibilidades, las acciones, el aspecto físico y la expresión de la sexualidad de las personas.
Es una construcción social y cultural que puede corresponder o no con el sexo biológico.
En las definiciones de género e identidad de género, se remarca que estos pueden corresponder o no
con el sexo biológico. Debido a esto es que cabe preguntarnos ¿de qué hablamos cuando nos
referimos a sexo biológico?
Finalmente, cuando hablamos de quién nos gusta, atrae o resulta atractivo hacemos referencia a la
orientación sexual.
La socialización de género empieza tempranamente, toda vez que los cuerpos infantiles son
marcados desde su nacimiento con un sexo/género a partir de la diferenciación binaria
(varón/mujer) que configura la identidad sexual considerada normal.
Aquí el lenguaje tiene un papel fundamental debido a su rol para estructurar culturalmente a los
sujetos y volverlos seres sociales. Las metáforas del género han representado al varón como la
norma y a la mujer como la desviación; al varón como un ser completo y con poderes, a la mujer
como ser inacabado, mutilado y sin autonomía. Conforme con estas construcciones simbólicas,
fijadas ya en la filosofía griega, las teologías judeocristianas y la tradición jurídica sobre las que se
levanta la civilización occidental, los varones han explicado el mundo en sus propios términos y han
definido cuáles eran las cuestiones de importancia para convertirse así en el centro del discurso.
Bourdieu señala que el orden social masculino está tan profundamente arraigado que no requiere
justificación. Se impone a sí mismo como autoevidente. Además es tomado como natural gracias al
acuerdo “casi perfecto e inmediato” que obtiene de estructuras sociales como la organización social
del espacio-tiempo y la división sexual del trabajo, y de las estructuras cognitivas inscritas en los
cuerpos y las mentes (el habitus). Estas estructuras cognitivas se inscriben mediante el mecanismo
básico y universal de la oposición binaria. El habitus es el producto del género y, a su vez, es
productor del género.