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Sentencia C 893 de 2001

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Sentencia C-893/01

COSA JUZGADA CONSTITUCIONAL-Contenido de norma


sustancialmente diferente

ADMINISTRACION DE JUSTICIA POR PARTICULARES-Términos


que determine la ley/ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA POR
PARTICULARES-Reserva de ley

CENTROS DE CONCILIACION EN MATERIA DE LO


CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO-Incompetencia del Gobierno para
reglamentar requisitos

PRINCIPIO DEMOCRATICO-Reserva de ley

GOBIERNO NACIONAL-Incompetencia de reglamentación por reserva


de ley

POTESTAD REGLAMENTARIA-Límites por reserva de ley

ADMINISTRACION DE JUSTICIA-Competencia general

ADMINISTRACION DE JUSTICIA-Competencia permanente y


ordinaria/ADMINISTRACION DE JUSTICIA-Función pública estatal de
naturaleza esencial

DERECHO DE LIBRE ACCESO A LA JURISDICCION-Alcance

En virtud del derecho constitucional del libre acceso a la jurisdicción, las personas tienen
derecho a ser parte en un proceso promoviendo la actividad jurisdiccional que
desemboque en una decisión judicial sobre las pretensiones que se le formulen. El artículo
229 Superior reconoce a todas las personas el derecho a obtener tutela judicial efectiva
por parte de los jueces y tribunales que integran la administración de justicia, garantía que
entraña la posibilidad de acudir libremente a la jurisdicción siendo parte en un proceso
promoviendo la actividad jurisdiccional que concluya con una decisión final motivada,
razonable y fundada en el sistema de fuentes. También implica obviamente la existencia de
pretensiones legítimas en cabeza de quienes accionan el aparato de la justicia.

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ADMINISTRACION DE JUSTICIA POR AUTORIDAD
ADMINISTRATIVA-Función excepcional

ADMINISTRACION DE JUSTICIA POR PARTICULARES-Función


transitoria habilitada por las partes

MECANISMOS ALTERNATIVOS DE RESOLUCION DE


CONFLICTOS-Transitoriedad y alternatividad

MECANISMOS ALTERNATIVOS DE RESOLUCION DE


CONFLICTOS-Participación de la sociedad civil en asuntos que los
afectan

Los mecanismos alternativos de solución de conflictos no deben ser interpretados


solamente como una manera de descongestionar el aparato de justicia sino también, y
principalmente, como una forma de participación de la sociedad civil en los asuntos que
los afectan. En este sentido, es incuestionable su estirpe democrática, en la medida en que
generan espacios de intervención de la comunidad en el desarrollo de la función
jurisdiccional evitando la conflictivización de la sociedad y logrando, por ende, el
fortalecimiento de la legitimidad del aparato de justicia estatal en la medida en que éste
puede dedicarse a resolver aquellos asuntos que son de verdadera trascendencia social.
Desde esta perspectiva, se ha considerado que el presupuesto básico para la efectividad de
la justicia consensual es la existencia de una sociedad civil organizada, integrada cultural,
valorativa y normativamente, pues al decir Auerbach "sólo cuando existe congruencia
entre los individuos y su comunidad, con valores y deberes compartidos, existe la
posibilidad de justicia sin derecho".

MECANISMOS ALTERNATIVOS DE RESOLUCION DE


CONFLICTOS-Problemas que presenta/JUSTICIA INFORMAL-
Problemas que presenta

MECANISMOS ALTERNATIVOS DE RESOLUCION DE


CONFLICTOS-Complementarios de la justicia formal/JUSTICIA
INFORMAL-Complementaria de la formal

La justicia informal proveniente de la aplicación de los mecanismos alternativos de


solución de conflictos no es sustitutiva sino complementaria de la justicia estatal formal.
De ahí la necesidad de que sea desarrollada gradualmente por el legislador, como
expresión de una política de Estado tendiente a propiciar la vinculación de la sociedad
civil en la construcción de su propio destino.

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MECANISMOS ALTERNATIVOS DE RESOLUCIÓN DE
CONFLICTOS-No imposición unilateral por el
Estado/ADMINISTRACION DE JUSTICIA-Problemas estructurales

Estas alternativas privadas para la solución de conflictos no deban ser impuestas


unilateralmente por el Estado con el fin de solucionar los problemas estructurales que
aquejan a la administración de justicia, porque en vez de propender por la eficacia de ésta
función pública se estarían generando serios problemas prácticos producto del
resquebrajamiento de la autonomía privada y la consecuente desconfianza de las partes en
los árbitros y conciliadores. En verdad, esta clase de soluciones parciales pueden ser
dañinas y contraproducentes cuando se las concibe como remedios absolutos y
unilaterales.

SISTEMA JUDICIAL-Eficiencia/JUSTICIA-Alcance

MECANISMOS ALTERNATIVOS DE RESOLUCION DE


CONFLICTOS-Regulación legal de conformidad con la Constitución

MECANISMOS ALTERNATIVOS DE RESOLUCION DE


CONFLICTOS-Libertad de regulación legislativa

CONCILIACION-Opción alterna para resolución de conflictos jurídicos

CONCILIACION-Objeto

Busca involucrar a la comunidad en la resolución de sus propios conflictos, mediante la


utilización de instrumentos flexibles, ágiles, efectivos y económicos que conduzcan al
saneamiento de las controversias sociales y contribuyan a la realización de valores que
inspiran un Estado social de derecho, como son la paz, la tranquilidad, el orden justo y la
armonía de las relaciones sociales; además de que persigue la descongestión de los
despachos judiciales, reservando la actividad judicial para los casos en que sea necesaria
una verdadera intervención del Estado. La conciliación es un procedimiento por el cual un
número determinado de individuos, trabados entre sí por causa de una controversia
jurídica, se reúnen para componerla con la intervención de un tercero neutral -
conciliador- quién, además de proponer fórmulas de acuerdo, da fe de la decisión de
arreglo y el imparte su aprobación. El convenio al que se llega como resultado del acuerdo
es obligatorio y definitivo para las partes que concilian.

CONCILIACION-Origen

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CONCILIACION EN MATERIA LABORAL-Voluntariedad

ADMINISTRACION DE JUSTICIA POR PARTICULARES-Función


transitoria/ADMINISTRACION DE JUSTICIA POR
PARTICULARES-Inconstitucionalidad por delegación permanente

CONCILIACION EXTRAJUDICIAL EN MATERIA DE LO


CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO-Inconstitucionalidad por
delegación permanente/CONCILIACION EXTRAJUDICIAL EN
MATERIA LABORAL-Inconstitucionalidad por delegación permanente

CONCILIACION-Voluntariedad

Por mandato del artículo 116 Superior la conciliación tiene un carácter esencialmente
voluntario, porque son las partes las que, en cada caso en concreto, seleccionan en forma
espontánea al particular que habrá de hacer las veces de conciliador, lo cual impide que,
desde este punto de vista, se establezca una suerte de permanencia en el ejercicio de dicha
función.

NOTARIO-Función conciliadora transitoria

CONCILIACION-Inconstitucionalidad por permanencia y onerosidad

IGUALDAD DE OPORTUNIDADES EN ACCESO A LA


ADMINISTRACION DE JUSTICIA-Vulneración por
onerosidad/ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA-Gratuidad

CONCILIACION EN MATERIA LABORAL-Inconstitucionalidad por


onerosidad

CONCILIACION-Carácter potestativo y voluntario/FACULTADES


PARA TRANSIGIR Y CONCILIAR SOBRE DERECHOS
INCIERTOS Y DISCUTIBLES-Libertad

CONCERTACION LABORAL-Promoción y no obligación

CONCILIACION EN CONVENCION COLECTIVA O LAUDO


ARBITRAL-Inconstitucionalidad de deber de
incorporación/CONCILIACION PARA CONTROVERSIAS
LABORALES-Inconstitucionalidad de deber de incorporación

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MECANISMOS ALTERNATIVOS DE RESOLUCIÓN DE
CONFLICTOS-Reserva de ley

CONCILIADOR Y ARBITRO-Reserva de ley

CONCILIADOR Y ARBITRO-Libertad de habilitación es de rango


constitucional

Debe reiterarse que el amparo concedido por la Constitución al derecho de las partes de
habilitar a los conciliadores y a los árbitros, es de rango constitucional y, en consecuencia,
tal potestad debe ser respetada, incluso por la Ley que defina los lineamientos generales
para su ejercicio. De este modo, no obstante la regulación legal que se expida para definir
la forma y el modo de la habilitación no puede disminuir, en manera alguna, la libertad de
habilitación o escogencia de los individuos, frente al conciliador que consideran más apto
para adelantar la audiencia.

CONCILIACION EN CONVENCION COLECTIVA O LAUDO


ARBITRAL-Inconstitucionalidad de obligatoriedad por potenciales
beneficiarios

La Corte no encuentra válida la razón por la que el legislador quiso hacer obligatoria la
incorporación de una cláusula para escoger conciliadores únicamente en los casos en que
la convención colectiva o el laudo arbitral beneficie a más de trescientos trabajadores,
toda vez que la cantidad de potenciales beneficiarios no es un motivo que justifique
objetivamente la exclusión para otros trabajadores de la posibilidad de acceder a un
acuerdo conciliatorio a bajo costo y ante personas que pueden inspirar confianza a la
partes.

MECANISMOS ALTERNATIVOS DE RESOLUCION DE


CONFLICTOS-Voluntariedad

CONCILIACION EXTRAJUDICIAL EN MATERIA LABORAL-


Inconstitucionalidad de requisito obligatorio de procedibilidad

CONCILIACION EXTRAJUDICIAL EN DERECHO-


Inconstitucionalidad del requisito obligatorio de procedibilidad

ACCESO A LA ADMINISTRACION DE JUSTICIA-No puede ser


diferido ni obstaculizado por condición de procedibilidad

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Referencia: expediente D-3399

Acción pública de inconstitucionalidad contra los artículos 12, 23,


28, 30, 35 y 39 (parciales) de la Ley 640 de 2001 "Por la cual se
modifican normas relativas a la conciliación y se dictan otras
disposiciones"

Actor: Andrés De Zubiría Samper

Magistrada Ponente:

Dra. CLARA INÉS VARGAS HERNÁNDEZ

Bogotá D.C., veintidós (22) de agosto de dos mil uno (2001)

La Sala Plena de la Corte Constitucional de la República de Colombia, en nombre del


pueblo y por mandato de la Constitución y previo el cumplimiento de los trámites
señalados en la Carta Política y en el Decreto 2067 de 1991, ha proferido la presente
sentencia con fundamento en los siguientes,

I. ANTECEDENTES

El ciudadano Andrés de Zubiría Samper, actuando en nombre propio y en ejercicio del


derecho consagrado en los artículos 40-6, 241-4 y 242-1 de la Carta Política, demandó ante
esta Corporación la inconstitucionalidad de algunas expresiones contenidas en los artículos
12, 23, 28, 30, 35 y 39 de la Ley 640 de 2001.

Mediante auto del 15 de febrero de 2001, se admitió la demanda, se ordenó su fijación en


lista y se dispuso correr traslado de la misma al Presidente de la República, al Congreso de
la república, al Ministerio de Justicia y del derecho, al Ministerio de Trabajo y Seguridad
Social, ala Cámara de Comercio de Bogotá, a los Centros de Conciliación de la Universidad
Nacional y de la Universidad de los Andes, al Instituto Colombiano de Derecho Procesal y
a la Academia Colombiana de Jurisprudencia.

Debe precisarse que según determinación adoptada por la Sala Plena de esta Corporación,
la presente sentencia se aprobó con fundamento en un nuevo proyecto redactado por la

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suscrita Magistrada Sustanciadora, debido a que en el proceso de la referencia se configuró
la situación descrita en el artículo 34 del Reglamento Interno de la Corte Constitucional. No
obstante, se conservan algunos de los apartes de la ponencia original presentada por el
Magistrado Marco Gerardo Monroy Cabra.

Cumplidos los trámites constitucionales y legales propios de esta clase de juicios y oído el
concepto del Procurador General de la Nación, procede la Corte a decidir de fondo la
demanda de la referencia.

II. LAS NORMAS DEMANDADAS

Se transcribe a continuación el texto de las disposiciones acusadas, con la advertencia de


que se subraya lo demandado:

"LEY 640 DE 2001

(enero 5)

"por la cual se modifican normas relativas a la conciliación y se dictan


otras disposiciones.

"Artículo 12. Centros de conciliación autorizados para conciliar en


materia de lo contencioso administrativo. El Gobierno Nacional expedirá
el reglamento mediante el cual se determinen los requisitos que deberán
cumplir los centros para que puedan conciliar en materia de lo contencioso
administrativo.

"(…)

"Artículo 23. Conciliación extrajudicial en materia de lo contencioso


administrativo. Las conciliaciones extrajudiciales en materia de lo
contencioso administrativo sólo podrán ser adelantadas ante los Agentes del

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Ministerio Público asignados a esta jurisdicción y ante los conciliadores de
los centros de conciliación autorizados para conciliar en esta materia.

"(…)

"CAPITULO VII

"De la conciliación extrajudicial en materia laboral

"Artículo 28. Conciliación extrajudicial en materia laboral. La


conciliación extrajudicial en derecho en materia laboral podrá ser adelantada
ante conciliadores de los centros de conciliación, ante los inspectores de
trabajo, los delegados regionales y seccionales de la Defensoría del Pueblo,
los agentes del Ministerio Público en materia laboral y ante los notarios. A
falta de todos los anteriores en el respectivo municipio, esta conciliación
podrá ser adelantada por los personeros y por los jueces civiles o promiscuos
municipales.

"Artículo 30. Del mecanismo conciliatorio especial para resolver


controversias laborales. Cuando una convención colectiva de trabajo o un
laudo arbitral beneficie a más de trescientos (300) trabajadores, deberá
incorporarse en ellos un mecanismo para escoger uno o varios conciliadores
a los cuales se podrá acudir para resolver los conflictos de los trabajadores
beneficiarios, de acuerdo con las normas legales que rigen la conciliación.
Los costos del servicio serán compartidos entre la empresa, el sindicato y el
trabajador. A cada uno de estos dos últimos no se le podrá asignar en caso
alguno porcentaje superior al diez por ciento (10%) de ese valor.

"De no insertarse este mecanismo, se entiende incorporado en ellos el


modelo oficial que expida el Gobierno Nacional, siguiendo los mismos
criterios.

"CAPITULO X

"Requisito de procedibilidad

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"Artículo 35. Requisito de procedibilidad. En los asuntos susceptibles de
conciliación, la conciliación extrajudicial en derecho es requisito de
procedibilidad para acudir ante las jurisdicciones civil, contencioso
administrativa, laboral y de familia, de conformidad con lo previsto en la
presente ley para cada una de estas áreas.

"Realizada la audiencia sin que se haya logrado acuerdo conciliatorio total o


parcial, se prescindirá de la conciliación prevista en el artículo 101 del
Código de Procedimiento Civil o de la oportunidad de conciliación que las
normas aplicables contemplen como obligatoria en el trámite del proceso,
salvo cuando el demandante solicite su celebración.

"El requisito de procedibilidad se entenderá cumplido cuando se efectúe la


audiencia de conciliación sin que se logre el acuerdo, o cuando vencido el
término previsto en el inciso 1° del artículo 20 de esta ley la audiencia no se
hubiere celebrado por cualquier causa; en este último evento se podrá acudir
directamente a la jurisdicción con la sola presentación de la solicitud de
conciliación.

"Con todo, podrá acudirse directamente a la jurisdicción cuando bajo la


gravedad del juramento, que se entenderá prestado con la presentación de la
demanda, se manifieste que se ignora el domicilio, el lugar de habitación y
el lugar de trabajo del demandado, o que este se encuentra ausente y no se
conoce su paradero.

"Cuando en el proceso de que se trate, y se quiera solicitar el decreto y la


práctica de medidas cautelares, se podrá acudir directamente a la
jurisdicción. De lo contrario, tendrá que intentarse la conciliación
extrajudicial en derecho como requisito de procedibilidad, de conformidad
con lo previsto en la presente ley.

"Parágrafo. Cuando la conciliación extrajudicial en derecho sea requisito de


procedibilidad y se instaure la demanda judicial, sin perjuicio de lo previsto
en los artículos 22 y 29 de esta ley el juez impondrá multa a la parte que no
haya justificado su inasistencia a la audiencia. Esta multa se impondrá hasta
por valor de dos (2) salarios mínimos legales mensuales vigentes en favor
del Consejo Superior de la Judicatura.

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"Artículo 39. Requisito de procedibilidad en asuntos laborales. Si la
materia de que se trate es conciliable, la conciliación extrajudicial en
derecho deberá intentarse antes de acudir a la jurisdicción laboral en los
asuntos que se tramiten por el procedimiento ordinario.

"La conciliación extrajudicial en derecho como requisito de procedibilidad


suplirá la vía gubernativa cuando la ley la exija."

III. LA DEMANDA

El primer cargo de la demanda se refiere a la supuesta violación de la función pública


transitoria de los conciliadores. El actor sostiene que siendo transitoria la atribución de
administrar justicia por los particulares, por expresa disposición del canon 116
constitucional, resultan inconstitucionales las disposiciones acusadas que la conceden dicha
facultad de manera permanente a los conciliadores, a los centros de conciliación y a los
notarios.

El segundo reproche consiste en la presunta infracción del artículo 53 constitucional. Según


el impugnador, mientras la norma superior le atribuye carácter facultativo a la conciliación
en materia laboral, los artículos 35 y 39 de la Ley 640 de 2001 la convierten en obligatoria
al establecerla como requisito general de procedibilidad de las acciones laborales. Tal
defecto, en su sentir, se predica también del artículo 30 de la ley demandada, en la medida
en que hace imperativa la conciliación en las convenciones colectivas o laudos arbitrales
que involucren más de 300 trabajadores.

Finalmente en parecer del demandante las normas censuradas de la Ley 640 de 2001
quebrantan el principio de la cosa juzgada constitucional, por cuanto reproducen el
contenido material de dos normas de la Ley 446 de 1998, que fueron declaradas
inexequibles por la Corte Constitucional y según las cuales, la conciliación se imponía
como requisito de procedibilidad para acudir ante la jurisdicción laboral.

IV. INTERVENCIONES

Intervención de Luz Angélica Cáceres Fernández

La ciudadana de la referencia intervino dentro de la oportunidad prevista para coadyuvar a


la demanda en cuanto a la inexequibilidad de los artículos 35 y 39 de la Ley 640 de 2001.

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Según la interviniente, con la expedición de las normas demandadas el legislador
desconoció los criterios sentados por la Corte Constitucional en la Sentencia C-160 de
1999, por virtud de la cual se declaró la inexequibilidad de otras normas que establecían la
conciliación como requisito de procedibilidad en materia laboral, pues dicha providencia
afirma que no podrá acudirse a la conciliación como etapa previa obligatoria mientras no
estén dadas las condiciones materiales y personales para garantizar un acceso efectivo a la
administración de justicia, y la interviniente señala que la infraestructura real de la
conciliación en Colombia no es aún la adecuada para asumir esta responsabilidad.

Intervención del Ministerio de Justicia y del Derecho

El ciudadano José Camilo Guzmán Santos, en representación del Ministerio de la


referencia, solicitó a la Corte Constitucional declarar exequibles las normas demandadas de
la Ley 640 de 2001, con fundamento en los siguientes argumentos.

El representante del Ministerio manifiesta que, por un lado, el aparte demandado del
artículo 12 de la Ley 640/01 no tiene conexión con el primer cargo de la demanda, relativo
a la transitoriedad de la atribución constitucional de administrar justicia. En efecto, el
interviniente sostiene que la orden impartida al Gobierno por el artículo 12 para que
reglamente los centros de conciliación de lo contencioso administrativo, no concede per se
una atribución permanente para administrar justicia, pues los que concilian son los
conciliadores, no los centros de conciliación, unidades dispuestos apenas para servir de
apoyo logístico a las audiencias. Adicionalmente -sostiene-, la norma constituye en ejemplo
del ejercicio legítimo de la facultad configurativa del legislador y en nada quebranta los
cánones constitucionales invocados.

De otra parte -dice-, los artículos 23 y 28 conceden a los particulares funciones


jurisdiccionales transitorias, no permanentes como lo sostiene la demanda, pues la actividad
del conciliador se inicia cuando las partes en conflicto formulan la solicitud de conciliación
y termina cuando se llega a un acuerdo o este fracasa. Sobre el particular, considera
aplicables los argumentos expuestos por la Corte Constitucional respecto de la
exequibilidad de la atribución de la función jurisdiccional a los árbitros en la sentencia C-
431 de 1995 pues a los árbitros, como a los conciliadores, se les predica competencia
únicamente del negocio puesto a su consideración.

Frente al cargo que descalifica la conciliación como requisito obligatorio de procedibilidad


de la acción laboral, el interviniente sostiene que las normas acusadas no imponen a los
trabajadores la obligación de transigir o conciliar los conflictos surgidos sobre derechos

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inciertos y discutibles. Lo que la norma exige es el agotamiento de una etapa pre-procesal
que busca el acercamiento de las partes en conflicto, mas no exige que el acuerdo se realice.

El principio constitucional de la cosa juzgada no se altera por virtud de las normas


demandadas, dice finalmente el Ministerio, pues aunque es cierto que la Corte
Constitucional se pronunció sobre la inexequibilidad de algunas disposiciones que
establecían la conciliación como requisito de procedibilidad en materia laboral, dicha
inexequibilidad no devino de una contradicción directa entre dicha institución y la
Constitución Política, sino de una incompatibilidad entre la obligatoriedad del recurso y
una realidad material que hacía imposible su aplicación efectiva, pues el Estado no contaba
con la infraestructura ni con la normatividad necesarias para asumir ese compromiso.

El Ministerio sostiene que, conforme a lo dicho por la Corte Constitucional en la Sentencia


C-160 de 1999, la conciliación laboral prejudicial puede ser regulada por el legislador
siempre y cuando se den las condiciones materiales, personales y jurídicas para garantizar
el efectivo acceso a la administración de justicia en materia laboral. Como la Corte impuso
al Estado la carga de probar que tales condiciones estuvieran dadas con el fin de instalar
nuevamente el sistema de conciliación prejudicial, el representante del Ministerio se
encarga de demostrar cómo en el término de un año, lapso en el cual empezarán a regir las
disposiciones de la Ley 640 de 2001, las condiciones materiales y personales de los centros
de conciliación serán óptimas para atender las peticiones de quienes están interesados en
poner fin a un conflicto laboral.

Así mismo, en cumplimiento de las exigencias contenidas en la Sentencia C-160/99, la Ley


640 definió los conflictos susceptibles de ser conciliados y los que están por fuera de dicho
procedimiento; se esclareció que la conciliación suple la vía gubernativa cuando la ley lo
exige, se determinó que la petición de conciliación interrumpe la prescripción y se instituyó
el lapso después del cual, si los intentos por conciliar resultan fallidos, las partes quedan en
libertad de acudir a la jurisdicción laboral. Así las cosas, el interviniente reconoce que el
nuevo panorama de la conciliación cumple con los requisitos establecidos por la Corte
Constitucional para que dicha institución se avenga a los preceptos superiores.

Intervención de Alexander Marín Ruiz

El ciudadano de la referencia intervino en el proceso para solicitar la declaración de


exequibilidad de las normas acusadas. A su juicio, la conciliación no es un escenario en el
que se administre justicia en sentido estricto: las partes se reúnen en presencia del
conciliador, quien vela por el cumplimiento de la ley, y deciden el conflicto conforme a su

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voluntad. Así, gracias a este sistema, se efectivizan los principios de la administración de
justicia consagrados en la Constitución Política.

En el mismo sentido, las normas acusadas no consagran la conciliación como una


obligación, traducida en términos de requisito de procedibilidad de la acción judicial: no
deben confundirse -a su juicio- la conciliación como mecanismo y la conciliación como
facultad de disposición de los derechos subjetivos.

Finalmente, para el ciudadano de la referencia no existe violación de la cosa juzgada


constitucional pues la razón que llevó a la Corte a declarar inexequible el artículo 68 de la
Ley 446 de 1998 en la Sentencia C-160/99, tuvo que ver con la incapacidad del Ministerio
de Trabajo de asumir efectivamente el volumen de solicitudes de conciliación previstas
para la época. Desde esa fecha -dice- el Estado ha implantado las instituciones y la
normatividad necesarias para robustecer el sistema de solución alternativa de conflictos.
Para ilustrar dicha evolución, trae como ejemplo los Decretos 1818 de 1998, 1890 de 1999,
1908 de 2000, 1214 de 2000.

Intervención de la ciudadana Patricia Miranda Gómez

En ejercicio de su derecho constitucional, la citada ciudadana presentó ante la Corte


solicitud para que se declare la inexequibilidad de las normas acusadas porque, a su juicio,
reproducen el contenido material de los artículos 68 y 82 de la Ley 446 de 1998, que fueron
declarados inexequibles por la Corte Constitucional mediante la Sentencia C-160 de 1999.

V. CONCEPTO DEL PROCURADOR GENERAL DE LA NACIÓN

Dentro de la oportunidad procesal prevista en la ley, el señor Procurador General de la


Nación, Eduardo Maya Villazón, solicitó la declaración de exequibilidad de las normas
demandadas.

Luego de un estudio preliminar sobre los mecanismos alternos de solución de conflictos, el


señor Procurador aduce que la transitoriedad de la atribución de administrar justicia por
parte de los conciliadores se reduce únicamente a los casos sub judice y, dentro de éstos, a
la tarea de proponer fórmulas de acuerdo durante la respectiva audiencia para el
levantamiento posterior de las actas. Las normas que el legislador expida para regular los
mecanismos alternos de solución de conflictos no cobijan, por tanto, la atribución
transitoria de que está investido el conciliador. De allí que no pueda deducirse una

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concesión permanente de administrar justicia por parte de los artículos 12, 23 y 28 de la
Ley 640 de 2001.

Por otra parte, no encuentra la Vista Fiscal que se haya quebrantado el principio de la cosa
juzgada constitucional visto que la declaración de inexequibilidad hecha en la Sentencia C-
160 de 1999, se adoptó con base en las dificultades operativas y normativas con que se
enfrentaban las autoridades del Estado para aplicar las normas que establecieron la
conciliación como requisito de procedibilidad de la acción laboral. Como el contenido
normativo de los preceptos que regulan la conciliación en la Ley 640/01, son diferentes a
los que fueron retirados del ordenamiento jurídico mediante la Sentencia C-160/99, no
puede decirse que, respecto de ellos, hayan operado los efectos de la cosa juzgada. Más
aún, dice, la Corte reconoció al final de la providencia que la conciliación laboral
prejudicial no era por sí misma contraria a la Carta Política.

Finalmente, el Ministerio Público se adentra en el tema de si la nueva legislación, adoptó


las medidas operativas y normativas que fueron echadas de menos por la Corte cuando en
la pluricitada Sentencia C-160/99, se decidió declarar inexequibles los artículos de la Ley
446 de 1998 que regulaban la materia. La conclusión de la Procuraduría, luego de analizar
el cuerpo normativo en cuestión, es que la nueva legislación sí acogió las previsiones de la
sentencia de la Corte y, por tanto, debe considerarse superada la inexequibilidad que
declaró esta Corporación en aquella oportunidad.

Para el Procurador, "la obligatoriedad del uso del mecanismo alternativo de la conciliación
en asuntos laborales como lo disponen las normas acusadas no entraba este derecho
fundamental; por el contrario, lo privilegia, en la medida que descongestiona el aparato
judicial del Estado en procura de una pronta y cumplida justicia como lo exige la Carta
Política, para aquellos asuntos en los que la conciliación fracasó o no es procedente."

Además -dice-, el artículo 53 de la Carta Política no debe ser interpretado de manera


restringida, entendiendo que la facultad de transigir o conciliar se ve menguada por las
normas demandadas. Como estos mecanismos de autocomposición, son voluntarios -
continúa- porque son las partes las que "habilitan al particular para resolver la controversia
y como su objetivo es llegar a un acuerdo pronto y oportuno sobre el conflicto, qué mejor
para las partes en conflicto que sea requisito agotar esta vía antes de acudir al aparato
judicial estatal en donde indefectiblemente tendrán que asumir unos costos económicos y
prolongar en el tiempo la definición de su conflicto".

Finalmente, en relación con el artículo 30 de la Ley 640/01, la vista fiscal pide la inhibición
por parte de la Corte Constitucional por falta de nexo entre el contenido normativo de la

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norma y el cargo formulado en su contra, visto que la disposición en comento no impone la
conciliación como mecanismo obligatorio para resolver los conflictos laborales que
involucren a más de 300 trabajadores, cual es el reproche del demandante, sino que ordena,
en las convenciones colectivas o laudos arbitrales que beneficien a dicha cantidad, se
incluya un mecanismo para escoger uno o varios conciliadores a los cuales se puede acudir
en caso de controversia.

VI. CONSIDERACIONES Y FUNDAMENTOS

1. Competencia

De acuerdo con el numeral del artículo 241-4 de la Carta Política, la Corte Constitucional
es competente para resolver la demanda de la referencia, toda vez que las normas acusadas
hacen parte de una Ley de la República

2. Lo que se debate

La demanda que suscita la presente causa plantea los siguientes problemas jurídicos que
deben ser resueltos por esta Corporación a efecto de establecer la validez constitucional de
las disposiciones censuradas:

Si es inconstitucional la norma que habilita al Gobierno para expedir el


reglamento de los centros de conciliación en materia de lo contencioso
administrativo.

Si es inconstitucional la norma que autoriza a los conciliadores de los centros de


conciliación para adelantar conciliaciones extrajudiciales en materia de lo
contencioso administrativo.

Si es inconstitucional la norma que habilita a los centros de conciliación y a los


notarios para adelantar la conciliación extrajudicial en materia laboral.

Si es inconstitucional la norma que establece la inclusión obligatoria del


mecanismo de la conciliación en las convenciones colectivas o laudos arbitrales que
beneficien a más de 300 trabajadores.

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Si es inconstitucional la norma que consagra la conciliación extrajudicial como
requisito de procedibilidad en asuntos laborales.

3. Asunto previo: inexistencia de cosa juzgada constitucional

Antes de abordar el fondo del asunto es indispensable establecer si con relación a las
normas que en esta oportunidad se revisan ha operado el fenómeno de la cosa juzgada
constitucional previsto en el artículo 243 de la Carta, toda vez que para el actor tales
disposiciones reproducen el texto normativo de los artículos 68, 82, 85 y 87 de la Ley 446
de 1998, que fueron declarados inexequibles en la sentencia C-160 de 1999.

Contrariamente a lo que piensa el demandante, para la Corte no se cumplen los


presupuestos para que en este caso se configure la cosa juzgada constitucional, por cuanto
el contenido de las normas acusadas de la Ley 640 de 2000 es sustancialmente diferente del
texto de las disposiciones de la Ley 446 de 1998, que fueron retiradas del ordenamiento
legal por medio de la citada providencia.

En particular, la norma de la Ley 446 de 1998 que establecía la conciliación como requisito
de procedibilidad fue declarada inexequible, porque en criterio de la Corporación al
momento del pronunciamiento no existían las condiciones materiales que aseguraran la
efectividad de esta determinación legal.

Por lo tanto, la Corte considera que no existe obstáculo que le impida proceder a examinar
de fondo la constitucionalidad de los artículos impugnados de la Ley 640 de 2000.

4. Incompetencia del Gobierno Nacional para reglamentar los requisitos de los centros
de conciliación en materia de lo contencioso administrativo

De conformidad con el artículo 12 de la Ley 640 de 2001, demandado en su totalidad, al


Gobierno Nacional le compete expedir el reglamento mediante el cual se determinen los
requisitos que deberán cumplir los centros para que puedan conciliar en materia de lo
contencioso administrativo.

La norma transcrita contiene dos elementos fundamentales: el primero refrenda la


institucionalización de la conciliación en materia contencioso administrativa; y el segundo

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autoriza al Ejecutivo para que dicte el reglamento que establezca los requisitos que deben
cumplir los centros de conciliación en este campo.

En efecto, la norma reafirma la conciliación en materia contencioso administrativa, la cual


fue prevista en el capítulo V de la Ley 23 de 1991, reglamentado en el Decreto 173 de 1993
y fue hallada conforme a los cánones constitucionales de 1991 mediante Sentencia N° 143
del 12 de diciembre de 1991 de la Corte Suprema de Justicia.

Ahora bien, en lo que hace referencia a la orden impartida al Ejecutivo para que proceda a
reglamentar los requisitos de los centros de conciliación en materia contencioso
administrativa, esta Corte considera que el artículo 12 bajo análisis es inconstitucional por
las razones que pasan a explicarse.

Conforme a lo dispuesto en el tercer inciso del artículo 116 de la Constitución Política, los
particulares pueden ser investidos transitoriamente de la función de administrar justicia en
la condición de conciliadores o en la de árbitros habilitados por las partes para proferir
fallos en derecho o en equidad, "en los términos que determine la ley", lo cual significa
que para la regulación de estas materias el Constituyente instituyó una reserva legal dada la
trascendencia social que implica el traslado a los particulares de la función pública de
impartir justicia.

En consecuencia, mal hace el legislador en autorizar al Gobierno a través del artículo 12,
bajo examen, con el objeto de reglamentar los requisitos que deberán cumplir los centros de
conciliación para que puedan conciliar en materia de lo contencioso administrativo, toda
vez que con esta medida está desconociendo de manera flagrante la competencia
constitucional del Congreso de la República para determinar estos asuntos.

Conviene reiterar que en virtud de la denominada reserva legal el órgano legislativo -en su
condición de garante del principio democrático- ha recibido del Constituyente el encargo de
desarrollar determinados mandatos superiores, tal como lo ha expresado la jurisprudencia
constitucional:

"La reserva de ley es una institución jurídica, de raigambre constitucional, que


protege el principio democrático, al obligar al legislador a regular aquellas
materias que el constituyente decidió que fueran desarrolladas en una ley. Es una
institución que impone un límite tanto al poder legislativo como al ejecutivo. A
aquél, impidiendo que delegue sus potestades en otro órgano, y a éste, evitando
que se pronuncie sobre materias que, como se dijo, deben ser materia de ley".

17
Por lo tanto, es claro que al Gobierno está vedado reglamentar las materias respecto de las
cuales opera la reserva de ley. Así lo ha precisado la jurisprudencia:

"La potestad reglamentaria, o el poder reglamentario, es un derecho propio


constitucionalmente otorgado al Presidente de la República como autoridad
administrativa, para dictar las normas de carácter general que son necesarias
para la correcta ejecución de la ley. Por consiguiente, esta atribución no necesita
de norma legal expresa que la conceda, pero su ejercicio se amplía o restringe en
la medida en que el Congreso utilice en mayor o menor grado sus poderes
jurídicos.

"(..)

"Ahora bien, la potestad reglamentaria se caracteriza por ser una atribución


constitucional inalienable, intransferible, inagotable, pues no tiene plazo y puede
ejercerse en cualquier tiempo y, es irrenunciable, por cuanto es un atributo
indispensable para que la Administración cumpla con su función de ejecución de
la ley. Sin embargo, esta facultad no es absoluta pues encuentra su límite y radio
de acción en la Constitución y en la Ley, es por ello que no puede alterar o
modificar el contenido y el espíritu de la ley, ni puede dirigirse a reglamentar
leyes que no ejecuta la Administración, así como tampoco puede reglamentar
materias cuyo contenido está reservado al legislador. Por lo tanto, si un
Reglamento rebosa su campo de aplicación y desconoce sus presupuestos de
existencia, deberá ser declarado nulo por inconstitucional por la autoridad
judicial competente (El Consejo de Estado, de acuerdo con el artículo 237-2 de la
Constitución)". Se subraya

Por lo anterior, la norma acusada desconoce abiertamente el principio consagrado en el


artículo 113 de la Constitución Política que prescribe que "los diferentes órganos del Estado
tienen funciones separadas…", así como el establecido en el canon 121 Superior en virtud
del cual "ninguna autoridad del Estado podrá ejercer funciones distintas de las que le
atribuyen la Constitución y la Ley".

Basten estas razones para que la Corte declare inexequible el artículo 12 de la Ley 640 de
2001.

5. Perfil constitucional de los mecanismos alternativos de resolución de


conflictos

18
Con el objeto de dilucidar los restantes cuestionamientos de la demanda, la Corte considera
indispensable fijar un marco teórico en el cual se precise cuál es el perfil constitucional de
los mecanismos alternativos de resolución de conflictos, de los cuales forma parte el de la
conciliación.

El artículo 116 de la Carta preceptúa:

La Corte Constitucional, la Corte Suprema de Justicia, el Consejo de


Estado, el Consejo Superior de la Judicatura, la Fiscalía General de la
Nación, los Tribunales y los Jueces, administran justicia. También lo
hace la justicia penal militar.

El Congreso ejercerá determinadas funciones judiciales.

Excepcionalmente la ley podrá atribuir función jurisdiccional en


materias precisas a determinadas autoridades administrativas. Sin
embargo no les será permitido adelantar la instrucción de sumarios ni
juzgar delitos.

Los particulares pueden ser investidos transitoriamente de la función de


administrar justicia en la condición de conciliadores o en la de árbitros
habilitados por las partes para proferir fallos en derecho o en equidad,
en los términos que determine la ley.

De la norma superior se desprende que por regla general la función de administrar justicia
está confiada a la Corte Constitucional, la Corte Suprema de Justicia, el Consejo de Estado,
el Consejo Superior de la Judicatura, la Fiscalía General de la Nación, los Tribunales, los
Jueces y la justicia penal militar. El Congreso también ejerce determinadas funciones
judiciales (arts. 174 y 175 de la C.P.).

Corresponde a estas instituciones satisfacer en forma permanente y ordinaria la demanda


social de tutela judicial efectiva. En este sentido, es claro que la administración de justicia
es una función pública estatal de naturaleza esencial, porque aparte de ser una actividad
estatal continua e ininterrumpida "...configura unos de los pilares fundamentales del Estado
democrático social de derecho, al garantizar que una persona investida de autoridad pública
y con el poder del Estado para hacer cumplir sus decisiones, resuelva, de manera
responsable, imparcial, independiente, autónoma, ágil, eficiente y eficaz, los conflictos que

19
surjan entre las personas en general, en virtud de los cuales se discute la titularidad y la
manera de ejercer un específico derecho, consagrado por el ordenamiento jurídico vigente".

La función pública de administrar justicia puede ser concebida desde este enfoque como la
contrapartida del derecho constitucional del libre acceso a la jurisdicción, en virtud del cual
las personas tienen derecho a ser parte en un proceso promoviendo la actividad
jurisdiccional que desemboque en una decisión judicial sobre las pretensiones que se le
formulen.

Ciertamente, el artículo 229 Superior reconoce a todas las personas el derecho a obtener
tutela judicial efectiva por parte de los jueces y tribunales que integran la administración de
justicia, garantía que entraña la posibilidad de acudir libremente a la jurisdicción siendo
parte en un proceso promoviendo la actividad jurisdiccional que concluya con una decisión
final motivada, razonable y fundada en el sistema de fuentes (art. 230 de la C.P). También
implica obviamente la existencia de pretensiones legítimas en cabeza de quienes accionan
el aparato de la justicia.

Retomando el texto del artículo 116 de la Ley Fundamental, se tiene que excepcionalmente
las autoridades administrativas pueden ser investidas legalmente de la función de
administrar justicia en las materias específicamente previstas en la Ley, siempre y cuando
ésta habilitación no implique la instrucción de sumarios y el juzgamiento de delitos.

Así mismo, la Carta Política permite extender transitoriamente la potestad de administrar


justicia a los particulares en calidad de conciliadores o árbitros habilitados por las partes
para proferir fallos en derecho o en equidad.

En este mandato está el origen de los denominados mecanismos alternos de resolución de


conflictos, en virtud de los cuales los ciudadanos son investidos ocasionalmente por la ley
de la función de impartir justicia, en condición de árbitros o conciliadores.

Tal como lo ha reconocido la jurisprudencia, esta facultad es esencialmente ocasional o


transitoria y es además de carácter voluntario o espontáneo, por cuanto al tenor de la norma
superior en comento son las partes quienes habilitan al particular para resolver su
controversia.

La transitoriedad y alternatividad de estos instrumentos deriva del hecho de que constituyen


una forma de colaboración de los particulares para el buen suceso de la administración de
justicia (art. 95-7 de la C.P.). De ahí que por razones de orden público no sea concebible el
traslado permanente de la función jurisdiccional a los particulares.

20
En torno a este aspecto, la jurisprudencia constitucional ha sido enfática:

"La coercibilidad, elemento que acompaña al derecho, requiere de la


existencia permanente de un aparato institucionalizado que administre la
coacción de conformidad con la Constitución y la ley, las que a su turno le
imprimen a su ejercicio, en razón del contenido y valores que defienden, el
sello indeleble de la legitimidad democrática. Sólo así, el empleo de las
medidas de coacción por las instituciones permanentes del Estado, no se
identifica con la violencia o el terror organizado.

"El ordenamiento jurídico no se limita a diseñar y establecer el aparato de


fuerza y las condiciones para su ejercicio, sino que, adicionalmente, indica
el método de su actuación y las formas procesales que deben observarse
cuando se viola una norma jurídica y se hace entonces necesario poner en
marcha sus dispositivos de constreñimiento o de reparación. En este orden
de ideas, el uso de la coacción resulta inseparable de sus condiciones de
ejercicio y de las formas procesales que deben agotarse para su correcto
empleo, fijadas en el derecho objetivo.

(...)

"Según el artículo 116 de la CP., la ley puede transitoriamente atribuir la


función jurisdiccional a particulares que obren como árbitros o
conciliadores. En el Estado social de derecho, los particulares colaboran
de variadas maneras en el desarrollo de las funciones y fines estatales.
Dicha colaboración, en el ámbito jurisdiccional, no obstante, tiene
carácter transitorio y excepcional. En primer término, la conciliación y el
arbitraje sólo pueden tener por objeto asuntos que por su naturaleza sean
susceptibles de dicho trámite, y es evidente que no todos lo son. En
segundo término, la paz y el orden público, se ponen en peligro si a los
particulares, así obren como conciliadores o árbitros, se les atribuye
directamente la facultad de disponer del poder coactivo. No es concebible
que el ejercicio de la jurisdicción, como función estatal, se desplace de
manera permanente y general a los árbitros y conciliadores ( CP art 113).
Se resalta

Sin embargo, los mecanismos alternativos de solución de conflictos a que se hace mención
no deben ser interpretados solamente como una manera de descongestionar el aparato de

21
justicia sino también, y principalmente, como una forma de participación de la sociedad
civil en los asuntos que los afectan (Preámbulo y arts. 1 y 2 de la C.P.). En este sentido, es
incuestionable su estirpe democrática, en la medida en que generan espacios de
intervención de la comunidad en el desarrollo de la función jurisdiccional evitando la
conflictivización de la sociedad y logrando, por ende, el fortalecimiento de la legitimidad
del aparato de justicia estatal en la medida en que éste puede dedicarse a resolver aquellos
asuntos que son de verdadera trascendencia social.

Desde esta perspectiva, se ha considerado que el presupuesto básico para la efectividad de


la justicia consensual es la existencia de una sociedad civil organizada, integrada cultural,
valorativa y normativamente, pues al decir Auerbach "sólo cuando existe congruencia entre
los individuos y su comunidad, con valores y deberes compartidos, existe la posibilidad de
justicia sin derecho".

Con todo se han identificado algunos de los peligros que encierra la puesta en práctica de la
justicia informal: las profundas desigualdades materiales entre las partes, que inclinaría la
balanza a favor del más poderoso; la existencia de una justicia comunitaria de tipo
sancionador; la trivialización de las demandas ciudadanas de cambio social; la
desactivación de los movimientos de organización comunitaria mediante la judialización de
la participación social y la legitimación de una descarga de trabajo para la administración
de justicia.

En este contexto resulta, pues, claro que la justicia informal proveniente de la aplicación de
los mecanismos alternativos de solución de conflictos no es sustitutiva sino complementaria
de la justicia estatal formal. De ahí la necesidad de que sea desarrollada gradualmente por
el legislador, como expresión de una política de Estado tendiente a propiciar la vinculación
de la sociedad civil en la construcción de su propio destino.

Por las mismas razones, estas alternativas privadas para la solución de conflictos no deban
ser impuestas unilateralmente por el Estado con el fin de solucionar los problemas
estructurales que aquejan a la administración de justicia, porque en vez de propender por la
eficacia de ésta función pública se estarían generando serios problemas prácticos producto
del resquebrajamiento de la autonomía privada y la consecuente desconfianza de las partes
en los árbitros y conciliadores. En verdad, esta clase de soluciones parciales pueden ser
dañinas y contraproducentes cuando se las concibe como remedios absolutos y unilaterales.

Por ello, en este campo se impone la necesidad de que el Estado y la sociedad civil aúnen
esfuerzos para construir un sistema judicial eficiente, porque "la necesidad de justicia no es
independiente de otras necesidades sociales. La justicia no es un agregado social autónomo,

22
ni una fórmula milagrosa capaz de resolver todos los conflictos sociales. En este sentido,
los esfuerzos, no solo estatales sino también comunitarios, destinados a crear mecanismos
judiciales o extrajudiciales para la solución de conflictos, deben ir de la mano con esfuerzos
destinados al fortalecimiento de la integración social. La justicia es una tarea que no se
logra, de manera concomitante, sin la realización de otras tareas, tan complejas o aún más
complejas que ella, que a falta de términos más específicos denominamos aquí como
construcción social e institucional".

Aparte de ser reconocidos por la Constitución Política, los mecanismos alternativos fueron
recogidos por la Ley Estatutaria de la Administración de Justicia (LEAJ) del siguiente
modo:

"ARTICULO 8º. ALTERNATIVIDAD. La ley podrá establecer


mecanismos diferentes al proceso judicial para solucionar los conflictos
que se presenten entre los asociados y señalará los casos en los cuales
habrá lugar al cobro de honorarios por estos servicios"

Sobre este particular, la Corte dijo:

"Para esta Corporación, las formas alternativas de solución de conflictos no


sólo responden a los postulados constitucionales anteriormente descritos,
sino que adicionalmente se constituyen en instrumentos de trascendental
significado para la descongestión de los despachos judiciales, problema éste
que desafortunadamente aqueja en forma grave y preocupante a la
administración de justicia en el país. Adicionalmente, debe insistirse en que
con los mecanismos descritos se logra cumplir con los deberes
fundamentales de que trata el artículo 95 superior, como es el caso de
colaborar con el funcionamiento de la justicia (Num 5o.) y propender al
logro y el mantenimiento de la paz (Num. 6o). Con todo, conviene
puntualizar que el término "asociados" que hace parte de la norma bajo
examen, incluye, además de los particulares, también a las entidades
públicas" (Sentencia C-037 de 1996)

En este sentido, tal como lo sentó la Sentencia C-037 de 1996, por la cual se efectuó la
revisión de constitucionalidad de la Ley Estatutaria de la Administración de Justicia, la Ley
está facultada para regular los aspectos sustanciales y procedimentales de estos
instrumentos jurídicos, sin perjuicio de que los particulares, en aquellos casos "no previstos
por el legislador, puedan fijar sus propias reglas para el ejercicio de su labor de impartir

23
justicia, siempre y cuando se ajusten a los parámetros establecidos en la Constitución y en
la ley". En relación con este punto conviene citar el siguiente aparte del fallo en cuestión:

"En conclusión, las formas alternativas de resolver conflictos pueden ser


reguladas por la ley, de acuerdo con los lineamientos constitucionales. A
través de ellas, no sólo no se desconoce el artículo 116 superior sino que se
interpretan y se desarrollan los principios y valores que regulan a toda la
Constitución, como es la búsqueda de la paz, la convivencia y el orden
justo."(Sentencia C-037 de 1996, subrayas fuera del original) Se subraya

Debe decirse, finalmente, que cuando la Carta Política facultó al Congreso para regular los
aspectos atinentes a los mecanismos alternativos de solución de conflictos, también le
confirió una libertad de regulación que aquella potestad implica, de modo que el legislador
es libre de establecer, dentro de los parámetros que le impone el Ordenamiento Superior,
los requisitos, las exigencias y, en general, las características sustanciales a este tipo de
mecanismos de administración de justicia.

6. La conciliación. Génesis y características

La conciliación es una de las herramientas ofrecidas por el aparato jurisdiccional del Estado
como opción alternativa para la resolución de los conflictos jurídicos. La filosofía que
soporta este tipo de alternativas pretende que los particulares resuelvan las contiendas que
comprometen sus derechos disponibles, por fuera de los estrados judiciales, apelando a la
búsqueda del acuerdo antes que al proceso formalmente entablado.

Con ello se busca involucrar a la comunidad en la resolución de sus propios conflictos,


mediante la utilización de instrumentos flexibles, ágiles, efectivos y económicos que
conduzcan al saneamiento de las controversias sociales y contribuyan a la realización de
valores que inspiran un Estado social de derecho, como son la paz, la tranquilidad, el orden
justo y la armonía de las relaciones sociales (Cfr. Preámbulo, arts. 1° y 2° C.P.); además de
que persigue la descongestión de los despachos judiciales, reservando la actividad judicial
para los casos en que sea necesaria una verdadera intervención del Estado.

24
La conciliación es un procedimiento por el cual un número determinado de individuos,
trabados entre sí por causa de una controversia jurídica, se reúnen para componerla con la
intervención de un tercero neutral -conciliador- quién, además de proponer fórmulas de
acuerdo, da fe de la decisión de arreglo y el imparte su aprobación. El convenio al que se
llega como resultado del acuerdo es obligatorio y definitivo para las partes que concilian.

El origen de la conciliación se remonta a los sistemas jurídicos de las primeras sociedades,


al tiempo que fue desarrollado por los regímenes legales más evolucionados, como el
romano. Su importancia como herramienta de control social y pacificación de la comunidad
ha sido reconocida por casi todas las culturas en todos los tiempos. La Ley de las XII
tablas, por ejemplo, otorgaba fuerza obligatoria a lo que convinieran las partes al ir a juicio.
En el régimen judicial de la antigua China, la mediación era considerada como el principal
recurso para resolver las desavenencias, tal como lo planteaba Confucio al sostener que la
resolución óptima de las discrepancias se lograba mediante la persuasión moral y el
acuerdo, pero no bajo coacción.

En algunas regiones del África, la asamblea de vecinos constituye el órgano de mediación


cooperativo para solucionar contiendas comunitarias, al igual que en la religión judía el
Beth Din actúa como consejo de rabinos para mediar en la solución de los conflictos. La
iglesia católica también ha facilitado la solución concertada de las disputas al disponer a los
párrocos como mediadores. Rastros de instituciones semejantes se hallan en el medioevo,
para conciliar los asuntos que enfrentaban intereses de gremios, mercaderes y gitanos; a la
vez que en la legislación portuguesa, en el Código Manuelino de 1521, se ordena acudir a la
conciliación como requisito previo antes de presentar la demanda. En la Constitución
Política de la Monarquía Española, que rigió en Guatemala antes de la independencia, se
dispuso por expresa voluntad del artículo 282 que el alcalde municipal debía ejercer
funciones de conciliador entre quienes pretendiesen demandar por negocios civiles o por
injurias, mientras que en el artículo 284 se impedía entablar pleito alguno si no se
demostraba haber intentado el arreglo previamente.

En épocas más recientes, estatutos legales de gran incidencia para el desarrollo jurídico
moderno han reconocido la importancia de incluir la conciliación en su sistema judicial. Tal
es el caso del Código de Procedimiento Civil francés de 1806, en el que se conservó la
institucionalización de la conciliación como procedimiento obligatorio que había sido
adoptada a la legislación francesa mediante la Ley del 24 de agosto de 1790. Por su parte,
el derecho canónico la adopta en el Codex Iuris Canonici de 1917, como la reproduce en la
versión de 1983, al señalar que:

25
"Al comenzar el litigio, y en cualquier otro momento siempre que se abrigue
alguna esperanza de éxito, el juez no dejará de exhortar y ayudar a las partes
para que procuren de común acuerdo buscar una solución equitativa de su
controversia, y les indicará los medios oportunos para lograr este fin,
recurriendo incluso a personas serias como mediadoras." (Cánon 1446)

En los Estados Unidos, diferentes comunidades han integrado sistemas de resolución de


conflictos a partir de la decisión de autoridades locales. Tal es el caso de la Chinese
Benevolent Association, establecida por los inmigrantes chinos; el Jewish Conciliation
Board, fundado en Nueva York en 1920 como foro de mediación y arbitraje para la
comunidad judía; el Community Relations Service del Departamento de Justicia, fundado
en 1964 para ayudar en la conciliación de desavenencias raciales, y el Federal Mediation
and Conciliation Service (FMCS), creado en 1947 para resolver controversias laborales e
industriales, entre otros. A este respecto debe anotarse que en Estados Unidos la
conciliación no sólo es un sistema privado de solución de conflictos, sino un proceso
fundamentalmente voluntario.

En la legislación colombiana, la conciliación se remonta al Decreto 2158 de 1948, adoptado


como legislación permanente por el Decreto 4133 de 1948, por el cual se dicta el Código
Procesal del Trabajo. El artículo 19 del estatuto (que corresponde al artículo 41 del Decreto
compilatorio 1818 de 1998), establece que "la conciliación podrá intentarse en cualquier
tiempo, antes o después de presentarse la demanda". La institución se encuentra regulada
además en los artículos 20 al 24 del mismo estatuto. El artículo 15 del Código Sustantivo
del Trabajo también incluyó la transacción, advirtiendo que no es válida cuando se trate de
derechos ciertos e indiscutibles.

Con posterioridad, fue la Ley 23 de 1991 en su capítulo tercero dictó el régimen atinente a
la conciliación laboral, pero la misma no entró a regir debido a que nunca se expidió el
decreto que pretendía modificar la estructura del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social
para garantizar el adecuado funcionamiento del sistema de conciliación obligatoria, cual era
la condición de vigencia impuesta por el artículo 46 de la propia Ley 23.

La Ley 446 de 1998, expedida con el fin de regular íntegramente la materia, define la
conciliación como "un mecanismo de resolución de conflictos a través del cual, dos o más
personas gestionan por sí mismas la solución de sus diferencias, con la ayuda de un tercero
neutral y calificado, denominado conciliador." (Art. 64 Ley 446 de 1998, correspondiente
al artículo 1º del Decreto 1818 de 1998, por medio del cual se expide el Estatuto de los
mecanismos alternativos de solución de conflictos).

26
La conciliación se ha extendido a otros campos del derecho. Así en la jurisdicción de
familia existe dos clases: la procesal, que se verifica en el curso del proceso y la
extraprocesal que se puede surtir ante el defensor de familia, ante el juez de familia o ante
un centro de conciliación (art. 101 de la Ley 446 de 1998).

En materia agraria el Decreto 2303 de 1989, en su artículo 31 dispone que en los procesos
ordinarios y en el especial de deslinde y amojonamiento, habrá lugar a una audiencia
preliminar de conciliación. En todos los procesos declarativos de índole agraria habrá,
igualmente una audiencia de conciliación (art. 35).

Así mismo, en materia civil, la regla general respecto de la audiencia prevista por el
artículo 101 del Código de Procedimiento Civil consiste en que se limita a los procesos
ordinarios y abreviados, salvo disposición en contrario, lo cual significa que se excluyen los
que ella expresamente mencione. No se incluyen los verbales, porque en ellos tiene
aplicación sin excepción alguna (artículos 432 y 439 del C.P.C.). Entre los ordinarios de
mayor cuantía donde no procede la audiencia preliminar está únicamente el de pertenencia
(art.407-12 del C.P.C.). En los abreviados se excluye en la entrega de la cosa por el tradente
al adquirente (art. 417 inc.4°); rendición provocada de cuentas (art.418 num.6°); pago por
consignación (art.420. num 2° inc. 4°); declaración de bienes vacantes y mostrencos
(art.422 inc.6°); patronatos y capellanías laicos (art.423 inc.3°) y restitución del inmueble
arrendado (art. 424 par.6°).

Finalmente, esta institución jurídica fue elevada a rango estatutario por el artículo 13 de la
Ley Estatutaria de la Administración de Justicia, que la consagró como mecanismo de
ejercicio de la función judicial en los siguientes términos:

"ARTICULO 13º. DEL EJERCICIO DE LA FUNCION


JURISDICCIONAL POR OTRAS AUTORIDADES Y POR
PARTICULARES. Ejercen función jurisdiccional de acuerdo con lo
establecido en la Constitución Política:

"(…)

"3. Los particulares actuando como conciliadores o árbitros habilitados por


las partes, en asuntos susceptibles de transacción, de conformidad con los
procedimientos señalados en la ley…"

27
La Ley 640 de 2001 introdujo nuevas modificaciones a la figura de la conciliación cuya
validez constitucional será analizada más adelante.

Las características fundamentales de la conciliación son los siguientes:

1) La conciliación es un mecanismo de acceso a la administración de


justicia. Y lo es porque, como se desprende de sus características propias, el
acuerdo al que se llega entre las partes resuelve de manera definitiva el
conflicto que las enfrenta, evitando que las mismas acudan ante el juez para
que éste decida la controversia. Independiente del fracaso o del éxito de la
audiencia, la conciliación permite el acercamiento de las partes en un
encuentro que tiende hacia la realización de la justicia, no como imposición
judicial, sino como búsqueda autónoma de los asociados.

2) La conciliación es un mecanismo alternativo de solución de conflictos


que puede realizarse por fuera del proceso judicial o en el curso del mismo.
Puede ser voluntaria, u obligatoria como requisito para iniciar un proceso.
Puede llevarse a cabo por un tercero independiente o por una institución
como un centro de conciliación. Además, puede ser conciliación nacional o
internacional para la solución de conflictos privados entre personas de
distinta nacionalidad o entre Estados e inversionistas de otros Estados, o
entre agentes económicos de distintos Estados. Conciliación hay en las
distintas ramas del derecho como civil, comercial, laboral, contencioso
administrativo y en ciertos aspectos del proceso penal.

3) Es una forma de resolver los conflictos con la intervención de un tercero


que al obrar como incitador permite que ambas partes ganen mediante la
solución del mismo, evitado los costos de un proceso judicial.

4) La función del conciliador es la de administrar justicia de manera


transitoria, mediante habilitación de las partes, en los términos que
determine la Ley. A propósito de esta disposición, que es la contenida en el
artículo 116 constitucional, debe decirse que la habilitación que las partes
hacen de los conciliadores no ofrecidos por un centro de conciliación, es una
habilitación expresa, en la medida en que el particular es conocido por las
partes, quienes le confieren inequívocamente la facultad de administrar
justicia en el caso concreto.

Existe también la habilitación que procede cuando las partes deciden


solicitar el nombramiento de un conciliador, de la lista ofrecida por un

28
determinado centro de conciliación. En principio, esta habilitación supone la
aquiescencia de las partes respecto del conciliador nominado por el centro,
pero también implica la voluntad que conservan las mismas para recusar al
conciliador, si consideran que no les ofrece la garantía de imparcialidad o
independencia para intervenir en la audiencia.

En este sentido, puede decirse que las figuras del impedimento y la


recusación son esenciales a la conciliación, y son parte de su carácter
eminentemente voluntario. Además, en esta materia se siguen las normas del
Código de Procedimiento Civil.

7) Es un acto jurisdiccional, porque la decisión final, que el conciliador


avala mediante un acta de conciliación, tiene la fuerza vinculante de una
sentencia judicial (rei iudicata) y presta mérito ejecutivo (art. 66, Ley 446 de
1998).

8) La conciliación es un mecanismo excepcional, porque dependiendo de la


naturaleza jurídica del interés afectado, sólo algunos de los asuntos que
podrían ser sometidos a una decisión jurisdiccional, pueden llevarse ante una
audiencia de conciliación. En general, son susceptible de conciliación los
conflictos jurídicos que surgen en relación con derechos disponibles y por
parte de sujetos capaces de disponer.

A la conciliación le caben los mismos argumentos expuestos por la Corte en


relación con el arbitramento, en lo que tiene que ver con las materias
susceptibles de transacción. Así debe decirse que están excluidos de ser
conciliables asuntos relativos al estado civil o a los derechos de incapaces, o
derechos sobre los cuales la ley prohíba a su titular disponer. Del mismo
modo, puede decirse que a conciliación no pueden ser sometidos asuntos que
involucren el orden público, la soberanía nacional o el orden constitucional,
o materias relacionadas con la legalidad de los actos administrativos.

7) Finalmente, por definición la conciliación es un sistema voluntario,


privado y bilateral de resolución de conflictos, mediante el cual las partes
acuerdan espontáneamente la designación de un conciliador que las invita a
que expongan sus puntos de vista y diriman su controversia. La intervención
incitante del tercero conciliador no altera la naturaleza consensual de la
composición que las partes voluntariamente concluyen, sino que la facilita y
la estimula.

29
Debe advertirse que en materia laboral, la voluntariedad de la conciliación
está expresamente reconocida en el artículo 53 de la Carta Política, que al
consagrar los principios mínimos fundamentales del trabajo consagra las
"facultades para transigir y conciliar sobre derechos inciertos y
discutibles".

7. Examen material de las normas acusadas

Artículos 23 y 28 de la Ley 640 de 2001

Estas disposiciones son del siguiente tenor:

"Artículo 23. Conciliación extrajudicial en materia de lo contencioso


administrativo. Las conciliaciones extrajudiciales en materia de lo
contencioso administrativo sólo podrán ser adelantadas ante los Agentes del
Ministerio Público asignados a esta jurisdicción y ante los conciliadores de
los centros de conciliación autorizados para conciliar en esta materia.

"(…)

"Artículo 28. Conciliación extrajudicial en materia laboral. La


conciliación extrajudicial en derecho en materia laboral podrá ser adelantada
ante conciliadores de los centros de conciliación, ante los inspectores de
trabajo, los delegados regionales y seccionales de la Defensoría del Pueblo,
los agentes del Ministerio Público en materia laboral y ante los notarios. A
falta de todos los anteriores en el respectivo municipio, esta conciliación
podrá ser adelantada por los personeros y por los jueces civiles o promiscuos
municipales.

Según el demandante las expresiones acusadas de esta normas son inconstitucionales,


porque en contravención a lo dispuesto en el canon 116 Fundamental, le concede a los
conciliadores de los centros de conciliación y a los notarios una función permanente para la
resolución de asuntos de naturaleza judicial.

Para la Corte el cargo está llamado a prosperar, pues en efecto las normas acusadas
establecen una delegación permanente de la función de administrar justicia en los
particulares, desconociendo flagrantemente el texto del artículo 116 de la Carta que
expresamente autoriza al legislador para atribuirles dicha función pero en forma transitoria.

30
Ciertamente, cuando el artículo 23 acusado alude a "los conciliadores de los centros de
conciliación", indudablemente se está refiriendo a un grupo determinado de individuos que
tienen como función habitual actuar como conciliadores, toda vez que se trata de personas
que por regla general deben ser abogados en ejercicio que habiendo acreditado la
capacitación en mecanismos alternativos de solución de conflictos avalada por el Ministerio
de Justicia y del Derecho, se inscriben ante un centro de conciliación y se encuentran, por
ende, en continua disponibilidad de servir como conciliador (art. 6° de la Ley 640 de 2000)

Aparte de lo anterior, debe recordarse que por mandato del artículo 116 Superior la
conciliación tiene un carácter esencialmente voluntario, porque son las partes las que, en
cada caso en concreto, seleccionan en forma espontánea al particular que habrá de hacer las
veces de conciliador, lo cual impide que, desde este punto de vista, se establezca una suerte
de permanencia en el ejercicio de dicha función.

En el caso de los notarios ocurre algo similar. Aún cuando los notarios son particulares que
ejercen una función pública y, por ende, podrían ser en principio autorizados legalmente
para que oficien como conciliadores, la norma acusada no establece un límite en el tiempo
para el ejercicio de su función conciliadora contraviniendo de esta manera el artículo 116
Fundamental que le asigna carácter transitorio a la conciliación.

Aparte de estas razones, no deja de preocupar a la Corte que la función asignada a los
conciliadores de los centros de conciliación y a los notarios además de tener vocación de
permanencia en el tiempo -hecho que por sí solo la hace inconstitucional-, sea onerosa en
términos económicos para quienes deseen hacer uso de ella, pues en este sentido se estaría
desconociendo la igualdad de oportunidades para acceder libremente a la administración de
justicia.

Sobre el particular valga tener presente que por disposición del artículo 6° de la Ley
Estatutaria de la Justicia "la administración de justicia será gratuita y su funcionamiento
estará a cargo del Estado, sin perjuicio de las expensas, agencias en derecho y costos
judiciales". Al analizar esta norma, la Corte sentó la siguiente doctrina constitucional cuyos
fundamentos se prohíjan en esta oportunidad:

"A pesar de que la Carta Política no hace referencia expresa al principio de


gratuidad en el acceso a la administración de justicia, para la Corte éste se infiere de
los objetivos mismos que persigue la labor de impartir justicia y de la realización
plena del derecho a la igualdad contenido en el artículo 13 superior.

"En efecto, como se estableció, uno de los pilares esenciales del Estado social de
derecho es la prestación seria, responsable y eficiente de la justicia, a través de la

31
cual es posible la materialización de un orden justo, caracterizado por la
convivencia, la armonía y la paz. Sin embargo, como lo ha señalado la Corte, la
aplicación y operatividad de la justicia "se hace efectiva cuando las instituciones
procesales creadas como instrumentos para asegurar su vigencia, arbitran los
mecanismos idóneos para que puedan acceder a ellas todas las personas en
condiciones de igualdad". Pero, valga anotarlo, esas condiciones de igualdad no
se predican únicamente de las oportunidades para acceder a la administración
de justicia, sino también de las condiciones mismas en que se accede. Y en este
punto juega un papel preponderante la capacidad económica de las partes, la
cual, como señala la sentencia citada, "no puede colocar a una de ellas en
situación de privilegio frente a la otra ni propiciar, por consiguiente, la
discriminación".

"El principio de gratuidad apunta, pues, a hacer efectivo el derecho constitucional


fundamental a la igualdad. Con ello no quiere la Corte significar que aquellos gastos
que originó el funcionamiento o la puesta en marcha del aparato judicial, debido a la
reclamación de una de las partes, tengan igualmente que someterse al principio de
gratuidad. Por el contrario, si bien toda persona tiene el derecho de acceder sin costo
alguno ante la administración de justicia, no sucede lo mismo con los gastos
necesarios para obtener la declaración de un derecho. Por tal razón, la mayoría de
las legislaciones del mundo contemplan la condena en costas -usualmente a quien
ha sido vencido en el juicio-, así como las agencias en derecho, esto es, los gastos
en que incurrió la parte favorecida o su apoderado (a través de escritos, diligencias,
vigilancia, revisión de expedientes) durante todo el trámite judicial. Se trata, pues,
de restituir los desembolsos realizados por quienes presentaron una demanda o
fueron llamados a juicio y salieron favorecidos del debate procesal.

"No obstante lo expuesto, encuentra la Corte que al señalar la norma en


comento que "en todos los procesos" habrán de liquidarse las agencias en
derecho y las costas judiciales, se está desconociendo la posibilidad de que la
Carta Política o la ley contemplen procesos o mecanismos para acceder a la
administración de justicia que no requieran erogación alguna por parte de los
interesados. La acción de tutela de que trata el artículo 86 superior, reglamentada
por el Decreto 2591 de 1991, y la acción pública de constitucionalidad prevista en
los artículos 241 y 242 del Estatuto Fundamental y reglamentada por el Decreto
2067 de 1991, son algunos de los ejemplos que confirman los argumentos
expuestos. Así las cosas, esta Corte advierte que será responsabilidad del legislador
definir, en cada proceso, si se amerita o no el cobro de las expensas judiciales, así
como el determinar, según las formas propias de cada juicio, si se incluye o no a las

32
entidades públicas dentro de la liquidación de agencias en derecho, costas y otras
expensas judiciales.

"En ese orden de ideas, la Corte considera que el artículo bajo revisión, al consagrar
el principio de gratuidad y permitir que los interesados, incluyendo las entidades
públicas, sufraguen los costos judiciales, respeta el derecho a la igualdad contenido
en la Constitución, así como la libertad para acceder a la administración de justicia.
Por ello, habrá de declararse su exequibilidad, salvo la expresión "que habrán de
liquidarse en todos los procesos sin excluir a las entidades públicas", la cual, por las
razones anotadas, se declarará inexequible".

Pero la onerosidad del servicio que ofrecen los centros de conciliación y los notarios es más
inquietante tratándose de los asuntos de índole laboral, donde el trabajador, por lo general,
carece de los medios económicos para acudir a este mecanismo alternativo de solución de
conflictos con el objeto de dirimir amigablemente una controversia con su empleador.

Por los motivos expuestos, la Corte declarará la inexequibilidad de las expresiones


acusadas de los artículos 23 y 28 de la Ley 640 de 2000.

Artículo 30 de la Ley 640 de 2000

Dispone esta norma:

"Artículo 30. Del mecanismo conciliatorio especial para resolver


controversias laborales. Cuando una convención colectiva de trabajo o un
laudo arbitral beneficie a más de trescientos (300) trabajadores, deberá
incorporarse en ellos un mecanismo para escoger uno o varios conciliadores
a los cuales se podrá acudir para resolver los conflictos de los trabajadores
beneficiarios, de acuerdo con las normas legales que rigen la conciliación.
Los costos del servicio serán compartidos entre la empresa, el sindicato y el
trabajador. A cada uno de estos dos últimos no se le podrá asignar en caso
alguno porcentaje superior al diez por ciento (10%) de ese valor.

"De no insertarse este mecanismo, se entiende incorporado en ellos el


modelo oficial que expida el Gobierno Nacional, siguiendo los mismos
criterios.

33
El artículo 30 impugnado señala en su primer inciso que en caso de que una convención
colectiva o un laudo arbitral beneficie a más de 300 trabajadores, existe el deber de
incorporar mecanismos para escoger uno o varios conciliadores. Este deber, como se
deduce de las consideraciones precedentes no sólo constituye una clara violación del
carácter potestativo y voluntario de la conciliación (art. 116 de la C.P.) sino también del
principio constitucional que obliga al Estado a tener en cuenta la libre facultad de
disposición de los derechos inciertos y discutibles de los trabajadores (art. 53 de la C.P.).

Pero además, el hecho de que en las convenciones y en los laudos arbitrales, que son actos
jurídicos de reconocimiento de derechos, se obligue la inserción de mecanismos que
permiten la resolución ágil y económica de los conflictos jurídicos derivados de aquellos,
vulnera el artículo 55 de la Carta que establece el deber de promover -no de obligar- la
concertación laboral. La norma en cita dispone:

"ARTICULO 55. Se garantiza el derecho de negociación colectiva para


regular las relaciones laborales, con las excepciones que señale la ley.

"Es deber del Estado promover la concertación y los demás medios


para la solución pacífica de los conflictos colectivos de trabajo". Se
subraya

Además la Corte encuentra que cuando el último inciso del artículo 30 de la Ley 640 de
2001, prescribe que "De no insertarse este mecanismo, se entiende incorporado en ellos el
modelo oficial que expida el Gobierno Nacional, siguiendo los mismos criterios", está
vulnerando la reserva legal que establece el artículo 116 para la regulación de los
mecanismos alternativos de solución de conflictos.

La inconstitucionalidad de esta disposición reside en que según el artículo 116 de la


Constitución Política la habilitación de los conciliadores y de los árbitros es una potestad
exclusiva de las partes que se ejerce de acuerdo con los lineamientos legales. Es decir que
por mandato del artículo superior, el constituyente instauró una reserva de ley en materia de
habilitación de conciliadores y árbitros.

Según se analizó anteriormente, conforme a este principio las materias o asuntos sobre los
cuales recae dicha reserva sólo pueden ser regulados mediante una norma de rango legal.
Así las cosas, el legislador está obligado a dictar la normatividad pertinente a través de una
ley. No obstante, la restricción impuesta por dicho principio impide al Congreso
desprenderse definitivamente de dicha potestad, transfiriéndola al Gobierno para que éste la
desarrolle en ejercicio de su potestad reglamentaria.

34
A juicio de la Corporación, la intención del artículo 116 de la Carta Política es amparar,
bajo el imperio de la ley, el derecho que tienen las partes de habilitar autónomamente a los
conciliadores. Ello, con el fin de garantizar la efectividad de las normas que regulan este
aspecto de la conciliación y a la vez dotar de legitimidad -debido al carácter eminentemente
democrático de la ley-, las medidas que se adopten en relación con la forma, el modo y las
condiciones en que debe hacerse la habilitación a los conciliadores para aplicar justicia.

A propósito de este punto, debe reiterarse que el amparo concedido por la Constitución al
derecho de las partes de habilitar a los conciliadores y a los árbitros, es de rango
constitucional y, en consecuencia, tal potestad debe ser respetada, incluso por la Ley que
defina los lineamientos generales para su ejercicio. De este modo, no obstante la regulación
legal que se expida para definir la forma y el modo de la habilitación no puede disminuir,
en manera alguna, la libertad de habilitación o escogencia de los individuos, frente al
conciliador que consideran más apto para adelantar la audiencia.

El inciso final del artículo 30 de la Ley 640, contraviniendo la Carta dispone entonces que
el Gobierno Nacional expedirá el mecanismo al cual deberán acogerse las empresas y los
trabajadores para nombrar conciliadores, si dicho dispositivo no se inserta en la convención
colectiva. Esta autorización es, de acuerdo con lo dicho, inconstitucional, porque significa
llanamente que la voluntad del Ejecutivo estaría llamado a suplir la voluntad de las partes,
en caso de que éstas guarden silencio en relación con el tema de la conciliación; pero
también supliría la voluntad de la Ley, siendo ésta la única autorizada para regular la
habilitación en la materia, según quedó dicho.

Ahora bien, admitiendo en gracia de discusión la bondad del mecanismo previsto en el


artículo bajo análisis, la Corte no encuentra válida la razón por la que el legislador quiso
hacer obligatoria la incorporación de una cláusula para escoger conciliadores únicamente
en los casos en que la convención colectiva o el laudo arbitral beneficie a más de
trescientos trabajadores, toda vez que la cantidad de potenciales beneficiarios no es un
motivo que justifique objetivamente la exclusión para otros trabajadores de la posibilidad
de acceder a un acuerdo conciliatorio a bajo costo y ante personas que pueden inspirar
confianza a la partes.

Artículos 35 y 39 de la Ley 640 de 2000

35
"Artículo 35. Requisito de procedibilidad. En los asuntos susceptibles de
conciliación, la conciliación extrajudicial en derecho es requisito de
procedibilidad para acudir ante las jurisdicciones civil, contencioso
administrativa, laboral y de familia, de conformidad con lo previsto en la
presente ley para cada una de estas áreas.

"Realizada la audiencia sin que se haya logrado acuerdo conciliatorio total o


parcial, se prescindirá de la conciliación prevista en el artículo 101 del
Código de Procedimiento Civil o de la oportunidad de conciliación que las
normas aplicables contemplen como obligatoria en el trámite del proceso,
salvo cuando el demandante solicite su celebración.

"El requisito de procedibilidad se entenderá cumplido cuando se efectúe la


audiencia de conciliación sin que se logre el acuerdo, o cuando vencido el
término previsto en el inciso 1° del artículo 20 de esta ley la audiencia no se
hubiere celebrado por cualquier causa; en este último evento se podrá acudir
directamente a la jurisdicción con la sola presentación de la solicitud de
conciliación.

"Con todo, podrá acudirse directamente a la jurisdicción cuando bajo la


gravedad del juramento, que se entenderá prestado con la presentación de la
demanda, se manifieste que se ignora el domicilio, el lugar de habitación y
el lugar de trabajo del demandado, o que este se encuentra ausente y no se
conoce su paradero.

"Cuando en el proceso de que se trate, y se quiera solicitar el decreto y la


práctica de medidas cautelares, se podrá acudir directamente a la
jurisdicción. De lo contrario, tendrá que intentarse la conciliación
extrajudicial en derecho como requisito de procedibilidad, de conformidad
con lo previsto en la presente ley.

"Parágrafo. Cuando la conciliación extrajudicial en derecho sea requisito de


procedibilidad y se instaure la demanda judicial, sin perjuicio de lo previsto
en los artículos 22 y 29 de esta ley el juez impondrá multa a la parte que no
haya justificado su inasistencia a la audiencia. Esta multa se impondrá hasta
por valor de dos (2) salarios mínimos legales mensuales vigentes en favor
del Consejo Superior de la Judicatura.

"Artículo 39. Requisito de procedibilidad en asuntos laborales. Si la


materia de que se trate es conciliable, la conciliación extrajudicial en

36
derecho deberá intentarse antes de acudir a la jurisdicción laboral en los
asuntos que se tramiten por el procedimiento ordinario.

"La conciliación extrajudicial en derecho como requisito de procedibilidad


suplirá la vía gubernativa cuando la ley la exija."

Para la Corte las normas trascritas son inconstitucionales en los apartes que se acusan,
puesto que dada la naturaleza voluntaria de los mecanismos alternativos de solución de
conflictos en general, y de la conciliación laboral, en particular, el legislador no podía
establecerla como un requisito obligatorio de procedibilidad para acudir ante la jurisdicción
laboral, además porque al hacerlo desconoce el derecho de los particulares de acceder
libremente a la administración de justicia para solicitar la tutela judicial efectiva de sus
derechos.

En efecto, el artículo 35 de la Ley 640 de 2001 al disponer que en los asuntos susceptibles
de ser conciliados, entre otros en materia laboral, debe haberse intentado el arreglo
conciliatorio para que la demanda judicial sea admisible, somete la posibilidad de acudir a
la jurisdicción a una condición que no resulta válida a la luz de la Carta en la medida en que
la obligación de un arreglo conciliatorio obstruye la libertad de acceder a la administración
de justicia (art. 229 C.P.).

En lo que se refiere a la conciliación como requisito de procedibilidad de la acción laboral,


la norma quebranta abiertamente el principio constitucional contenido en el artículo 53 de
la Carta, según el cual, corresponde a la Ley tener en cuenta la facultad de los trabajadores
para transigir y conciliar sobre derechos inciertos y discutibles, la cual se ve afectada
cuando se exige al particular acudir a la conciliación como requisito previo a la
presentación de la demanda.

Por las mismas razones, resulta inconstitucional el inciso segundo de la disposición que se
comenta según el cual la "conciliación extrajudicial en derecho como requisito de
procedibilidad suplirá la vía gubernativa cuando la ley la exija.". Esta decisión legislativa
tampoco es acorde con el espíritu general de la conciliación, porque si bien busca prescindir
del procedimiento contencioso administrativo laboral en asuntos que recaen sobre materia
conciliable, agilizando la resolución del conflicto mediante la omisión una de las etapas del
litigio contencioso administrativo que es la vía gubernativa, de todas formas parte del
supuesto de la obligatoriedad de la conciliación que, tal como se advirtió, es a todas luces
contraria al Ordenamiento Superior.

Desde otro ángulo de análisis puede afirmarse que la inconstitucionalidad del requisito de
procedibilidad en asuntos laborales es contrario al conjunto de disposiciones superiores que

37
le atribuyen al trabajo la condición de derecho fundamental y le imponen al Estado el deber
de brindarle especial protección.

Efectivamente, la Constitución Política de 1991, además de enmarcar a Colombia como


Estado Social de Derecho (art. 2°), prodiga al trabajo una especial protección de parte del
Estado. De ahí que cuando se desconocen los derechos consagrados a favor de un
trabajador, éste debe gozar de los mecanismos expeditos de acción para defenderlos ante las
autoridades competentes, sin condicionamientos que enerven la efectividad de los mismos.

Corolario de lo anterior es el precepto 53 de la Carta Fundamental, que le señala al Estatuto


del Trabajo la obligación de instituir unos principios mínimos fundamentales, entre otros,
los de igualdad de oportunidades para los trabajadores; remuneración mínima, vital y
móvil; estabilidad en el empleo; irrenunciabilidad a los beneficios mínimos contenidos en
normas laborales; situación más favorable al trabajador en caso de duda en la aplicación e
interpretación de las fuentes formales del derecho; garantía a la seguridad social; y
facultades para transigir y conciliar sobre derechos inciertos y discutibles.

Todo este elenco de normas protectoras, que arranca del presupuesto indubitable de la
diferencia en la relación individual de trabajo donde existe una parte, el trabajador, en
condición de inferioridad, podría quedar enervado, o al menos seriamente amenazado, si el
titular de los derechos que le han sido vulnerados, tuviese limitantes o cortapisas impuestas
por el legislador como condición para poderlos ejercer de modo expedito.

El carácter social de estos derechos -que muchas veces tienen incluso un contenido vital-, y
la especial tutela estatal que se brinda constitucionalmente a los mismos, exige que el
acceso a la justicia no pueda estar diferido ni obstaculizado por una condición de
procedibilidad impuesta aún contra la voluntad del beneficiario, con mayor razón si para
ese trámite obligatorio previo al proceso se contempla la posibilidad de que el titular del
derecho tenga en ocasiones que sufragar de su propio peculio, muchas veces escaso,
expensas significativas para poder accionar ante los jueces.

No es que la conciliación en materia laboral vaya a desaparecer. Por el contrario, conserva


su especial relevancia histórica siempre y cuando no se la instituya como un requisito de
procedibilidad en contra de los principios y valores constitucionales del trabajo y ante
autoridades que en algunos casos por no ser versados en esta especialidad la tornan ineficaz
y ocasionalmente onerosa.

Aunque lo dicho anteriormente pone en evidencia la inconstitucionalidad de las


disposiciones que se examinan, existe otra razón que corrobora su contradicción con los
dictados superiores: al prever la Ley 640 de 2000 la conciliación obligatoria judicial en

38
todos los procesos ordinarios del trabajo como requisito de procedibilidad, esto es, antes de
la presentación de la demanda, no se consulta la norma superior que distingue entre
derechos inciertos o discutibles para efectos de acudir a este medio de solución de
controversias.

En efecto, la previsión contenida en las disposiciones que se revisan implica que aún
cuando el trabajador tenga la certeza de que le asiste un derecho indiscutible y cierto, y
realmente ese derecho tenga tal carácter, no lo puede ejercitar directamente sin antes
haberse sometido al procedimiento conciliatorio previo y obligatorio, lo cual, sin duda,
constituye no sólo una dilación inexplicable sino también un contrasentido
constitucionalmente inadmisible.

Para finalizar, la Corte cree conveniente precisar que no obstante la plausible intención con
la cual fueron adoptadas las disposiciones cuya inexequibilidad se declara en esta
providencia, los notorios defectos estructurales que se advierten en la Ley 640 de 2000 en
el diseño de la conciliación para asuntos laborales hacen pensar que aún subsisten las
causas que llevaron a la Corte en la Sentencia C-160 de 1999 a retirar del ordenamiento
legal las normas de la Ley 446 de 1998, que establecían la conciliación como requisito de
procedibilidad.

Al respecto es pertinente señalar que en la mencionada providencia C-160 de 1999 la Corte


en ningún momento avaló la constitucionalidad de la conciliación obligatoria como
requisito de procedibilidad para acudir ante la justicia del ramo. Allí simplemente afirmó
que "no habría ningún problema en admitir la posibilidad de establecer la conciliación
prejudicial en materia laboral, como requisito de procedibilidad" si además de las
exigencias constitucionales se daban las condiciones materiales establecidas en esta
jurisprudencia, que para el caso de las normas examinadas en aquella ocasión no se
cumplían acarreando su declaratoria de inexequibilidad.

En este pronunciamiento la Corte no pretende desconocer la necesidad planteada en la


sentencia de marras en el sentido de que existan unas condiciones materiales mínimas para
la implementación de la conciliación como mecanismo alternativo de solución de
conflictos, siempre y cuando en el diseño de esta herramienta el legislador además tenga
presente las características constitucionales que le atribuye el artículo 116 de la Carta
Política, cuyo sentido y alcance han sido analizados extensamente en esta providencia.

VII. DECISION

En mérito de lo expuesto, la Corte Constitucional, administrando justicia, en nombre del


pueblo y por mandato de la Constitución,

39
R E S U E L V E:

PRIMERO.- Declarar INEXEQUIBLES los artículos 12, 30 y 39 de la Ley 640 de 2001.

SEGUNDO.- Declarar INEXEQUIBLES las siguientes expresiones:

"…y ante los conciliadores de los centros de conciliación autorizados para


conciliar en esta materia", contenida en el artículo 23 de la Ley 640 de 2001.

"…ante conciliadores de los centros de conciliación…" y "...ante los notarios...",


contenidas en el artículo 28 de la Ley 640 de 2001.

"...requisito de procedibilidad"..."laboral...", contenidas en el artículo 35 de la


Ley 640 de 2001, en los términos de esta sentencia.

Cópiese, notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional,


cúmplase y archívese el expediente.

ALFREDO BELTRÁN SIERRA

Presidente

JAIME ARAÚJO RENTERIA

Magistrado

40
MANUEL JOSÉ CEPEDA ESPINOSA

Magistrado

JAIME CÓRDOBA TRIVIÑO

Magistrado

RODRIGO ESCOBAR GIL

Magistrado

MARCO GERARDO MONROY CABRA

Magistrado

LUIS EDUARDO MONTEALEGRE LYNETT

Magistrado

41
ALVARO TAFUR GALVIS

Magistrado

CLARA INÉS VARGAS HERNÁNDEZ

Magistrada

MARTHA V. SÁCHICA DE MONCALEANO

Secretaria General

Salvamento de voto a la Sentencia C-893/01

MECANISMOS ALTERNATIVOS DE RESOLUCION DE


CONFLICTOS-Denominación/MECANISMOS ALTERNATIVOS DE
RESOLUCION DE CONFLICTOS-Procedimiento mínimo (Salvamento
de voto)

JUEZ-Imparcialidad (Salvamento de voto)

CONCILIACION EXTRAJUDICIAL-Requisito de procedibilidad


constituye un procedimiento de fácil acceso a la administración de
justicia/CONCILIACION EXTRAJUDICIAL-No es justicia comunitaria
de tipo sancionador/CONCILIACION EXTRAJUDICIAL-Disponibilidad
(Salvamento de voto)

ADMINISTRACION DE JUSTICIA-Modificación de cultura litigiosa


(Salvamento de voto)

42
CONCILIACION-Origen y aceptación (Salvamento de voto)

CONCILIACION EXTRAJUDICIAL OBLIGATORIA-No depende de


grado de cultura o civilización (Salvamento de voto)

CONCILIACION-Mecanismo alterno de solución de conflictos


(Salvamento de voto)

CONCILIACION-No requiere de grado superior de civilización y cultura


para funcionamiento (Salvamento de voto)

ACCESO A LA ADMINISTRACION DE JUSTICIA-Fundamental


(Salvamento de voto)

DERECHO DE ACCESO A LA ADMINISTRACION DE JUSTICIA-


Fundamento último (Salvamento de voto)

El fundamento último del derecho al acceso de la administración de justicia reside en el


derecho de toda persona a obtener una solución justa de su conflicto ya sea en forma
adversarial, o mediante el reconocimiento de la autocomposición mediante la negociación
o transacción, o ante un tercero neutral e imparcial como sucede con la conciliación y el
arbitraje.

ACCESO A LA ADMINISTRACION DE JUSTICIA-No vulneración


por distintos procedimientos de realización (Salvamento de voto)

ACCESO A LA ADMINISTRACION DE JUSTICIA EN


CONCILIACION EXTRAJUDICIAL-Alcance (Salvamento de voto)

DERECHO DE ACCESO A LA ADMINISTRACION DE JUSTICIA-


Regulación legal/CONCILIACION EXTRAJUDICIAL-Regulación legal
(Salvamento de voto)

ACCESO A LA ADMINISTRACION DE JUSTICIA-Presupuestos


(Salvamento de voto)

El acceso a la administración de justicia exige estos presupuestos: a) Que exista la


persona particular en su calidad de conciliador o árbitro, o entidad pública cuando ejerza
funciones jurisdiccionales, o ante una de las autoridades judiciales previstas en la
Constitución, ante quien se pueda impetrar la solución del conflicto; b) Una normatividad

43
que regule el derecho sustancial invocado; c) Un procedimiento que no requiere ser
necesariamente judicial; y, d) Un autoridad que haga cumplir la decisión.

CONCILIACION EXTRAJUDICIAL OBLIGATORIA-Cumplimiento


de presupuestos (Salvamento de voto)

CONCILIACION-Transitoriedad para el caso (Salvamento de voto)

La conciliación no es una institución permanente sino que respecto de cada caso es


transitoria porque la función de los conciliadores y la actuación de las partes en conflicto
es relativa a cada conflicto. La función de los conciliadores es esencialmente transitoria
para el caso que tramitan y cada conflicto es especial y en el mismo intervienen partes
determinadas para la solución de un conflicto específico.

CENTROS DE CONCILIACION-Parte operativa (Salvamento de voto)

CENTROS DE CONCILIACION-Administración de justicia transitoria


en cada caso/CENTROS DE CONCILIACION-Función (Salvamento de
voto)

A la luz del artículo 116 de la Constitución Política, no son los centros de conciliación sino
los conciliadores los que reciben la potestad de administrar justicia de manera transitoria
en cada caso determinado. La función de los centros se limita, exclusivamente, a servir de
base logística para el desarrollo de las audiencias que habrán de celebrarse en materia de
conciliación.

CONCILIACION EXTRAJUDICIAL-Conciliador es un particular


distinto en cada caso (Salvamento de voto)

CONCILIACION EXTRAJUDICIAL-No concesión permanente de


función (Salvamento de voto)

CONCILIADOR-Disposición permanente a ser convocados en audiencia


(Salvamento de voto)

CONCILIADOR-Selección por las partes en cada caso (Salvamento de


voto)

44
Las partes son, en cada caso concreto, quienes seleccionan al particular que desempeñará
el papel de conciliador, lo cual evita considerar que su función se realiza de manera
permanente.

CONCILIADOR-Función transitoria (Salvamento de voto)

NOTARIO-Falta de establecimiento de término para ejercicio de función


(Salvamento de voto)

La falta de establecimiento de un término no constituye per se, vicio de


inconstitucionalidad de la norma, toda vez que de la naturaleza de la conciliación se tiene
que la función de administrar justicia, conferida por el artículo 116 constitucional a los
notarios que actúan como conciliadores, finaliza cuando las partes firman el acuerdo o
cuando convienen en que no es posible llegar a él. La transitoriedad de la función judicial,
exigida por la constitución, no tiene nada que ver con el establecimiento de un término
dentro del cual puedan ejercerse funciones de conciliador, sino con la naturaleza misma de
la conciliación.

UNIDAD NORMATIVA-Integración (Salvamento de voto)

CONCILIACION EXTRAJUDICIAL OBLIGATORIA EN MATERIA


LABORAL-Constitucionalidad del requisito de
procedibilidad/CONCILIACION EXTRAJUDICIAL EN MATERIA
LABORAL-Obligatoriedad de intentar llegar al acuerdo (Salvamento de
voto)

CONCILIACION-Acepciones (Salvamento de voto)

CONCILIACION-Procedimiento y convenio (Salvamento de voto)

CONCILIACION-Acuerdo no obligatorio/CONCILIACION-
Procedimiento es obligatorio (Salvamento de voto)

CONCILIACION EXTRAJUDICIAL OBLIGATORIA-Observancia de


trámite como requisito de procedibilidad (Salvamento de voto)

Cuando la ley hablaba de la conciliación extrajudicial obligatoria como requisito de


procedibilidad de la acción laboral, debió entenderse el término en su sentido
instrumental, procedimental y mediático, como un trámite obligatorio que es necesario
agotar antes de acudir a la jurisdicción, más no en su acepción sustantiva, vinculada al

45
arreglo, según la cual, es obligatorio llegar al acuerdo para acudir a la vía jurisdiccional,
lo cual sería verdaderamente contradictorio. A lo anterior se suma lo relacionado con el
hecho de que la conciliación, como requisito de procedibilidad, constituye en sí misma un
mecanismo de acceso a la administración de justicia.

CONFLICTOS COLECTIVOS DE TRABAJO-Concertación y solución


pacífica (Salvamento de voto)

CONCILIACION EN CONVENCION COLECTIVA O LAUDO


ARBITRAL-Obligación de presentación de fórmula de arreglo (Salvamento
de voto)

CONCILIACION EXTRAJUDICIAL OBLIGATORIA EN MATERIA


LABORAL-Precedente jurisprudencial en materia de requisito de
procedibilidad (Salvamento de voto)

CONCILIACION-Materias/CONCILIACION EXTRAJUDICIAL
LABORAL-Materias (Salvamento de voto)

CONCILIACION EXTRAJUDICIAL-Sustitución de vía gubernativa


como requisito de procedibilidad (Salvamento de voto)

CONCILIACION EXTRAJUDICIAL-Suspensión de la prescripción o la


caducidad (Salvamento de voto)

CONCILIACION-Tiempo para intentarse (Salvamento de voto)

CONCILIACION-Medios materiales y personales suficientes (Salvamento


de voto)

CONCILIACION EXTRAJUDICIAL OBLIGATORIA-Infraestructura


(Salvamento de voto)

LIBERTAD DE CONFIGURACION LEGISLATIVA DE FORMAS


PROCESALES-Diseño de estructura jurídica (Salvamento de voto)

CONCILIACION EXTRAJUDICIAL OBLIGATORIA EN MATERIA


LABORAL-Descongestión judicial (Salvamento de voto)

46
Referencia: expediente D-3399.

Demanda de inconstitucionalidad contra los artículos 12, 23, 28, 30, 35 y 39 (parciales) de
la Ley 640 de 2001

Actor: Andrés de Zubiría Samper.

Magistrado Ponente:

Dra. CLARA INÉS VARGAS HERNÁNDEZ

Con nuestro acostumbrado respeto, nos permitimos salvar el voto en el proceso D-3399,
Sentencia C-893 del 22 de agosto de 2001, que decidió la demanda de inconstitucionalidad
presentada por el ciudadano de la referencia contra los artículos 12, 23, 28, 30, 35 y 39
(parciales) de la Ley 640 de 2001 "Por la cual se dictan normas relativas a la conciliación y
se dictan otras disposiciones".

Los magistrados que salvamos el voto disentimos de la sentencia respecto de la declaratoria


de inexequibilidad de las expresiones"…y ante los conciliadores de los centros de
conciliación autorizados para conciliar en esta materia", contenida en el artículo
23;"…ante conciliadores de los centros de conciliación…" y "...ante los notarios...",
contenidas en el artículo 28; "...requisito de procedibilidad..." y "...laboral...", contenidas
en el artículo 35; el primer inciso del artículo 30 y el artículo 39 de la Ley 640 de 2001,
mas no de la que derivó en la inconstitucionalidad de los artículos 12 y 30, en su inciso
final, con la cual estuvimos de acuerdo. Así entonces, este salvamento se restringirá a
cuestionar los argumentos que fundamentaron las decisiones antes mencionadas.

1. Constitucionalidad de los mecanismos alternativos de solución de conflictos.

Los suscritos magistrados que salvamos el voto en la sentencia de la referencia,


coincidimos con la posición mayoritaria en algunos de los argumentos que sustentan la
constitucionalidad de los mecanismos alternativos de solución de conflictos.

En efecto, muchos de los apartes de la providencia en cuestión fueron tomados


directamente de la ponencia original, que fue derrotada en Sala Plena, en vista de que
aquellos constituían la base discursiva que justificaba, desde el punto de vista
constitucional, la existencia de los mecanismos alternativos para la solución de los
conflictos jurídicos.

47
Por ejemplo, estamos de acuerdo con la mayoría en que se hubiera reconocido que por
virtud de lo dispuesto en el artículo 116 de la Constitución Política, la función de
administrar justicia está a cargo de la Corte Constitucional, de la Corte Suprema de Justicia,
del Consejo de Estado, del Consejo Superior de la Judicatura, de la Fiscalía General de la
Nación, de los Tribunales, los Jueces y la justicia penal militar, que la ejercerán de manera
permanente. Efectivamente, el carácter esencial de la función de administración de justicia
exige la institucionalización de organismos jurisdiccionales encargados de impartirla
continuamente, sin interrupción ni obstáculo.

También coincidimos en que este derecho de acudir ante los órganos de administración de
justicia del Estado se deriva directamente del artículo 229 de la Carta y que aquél incluye la
garantía de asistir libremente a la jurisdicción, como parte en un proceso, con el fin de
obtener una decisión justa que ponga fin al conflicto.

Admitimos también la excepcionalidad de la función de administrar justicia por parte de


ciertas autoridades administrativas, según lo autoriza el propio artículo 116 de la Carta, así
como la transitoriedad de la misma potestad, en cabeza de particulares, cuando éstos actúan
como conciliadores o árbitros habilitado por las partes para proferir fallos en derecho o en
equidad.

Reconocemos que sería en todo contrario a la voluntad del constituyente, afirmar que dicha
potestad puede ser conferida de otra manera que no sea transitoria u ocasional (aunque éste
último vocablo no sea el empleado por la Constitución), y admitidos el carácter netamente
voluntario que define los instrumentos alternativos de solución de conflictos en la medida
en que son las partes las que habilitan al particular para resolver la controversia y que está
en la voluntad de las mismas, decidir o rechazar la solución propuesta para la contienda.

A nuestro juicio, la función de administrar justicia a cargo de los particulares se entiende


circunscrita, además y por obvias razones, al deber que le asiste a los particulares de
colaborar con el buen funcionamiento de la administración de justicia (95-7 C.P.), y
constituye no sólo una forma de favorecer el descongestionamiento del aparato de justicia
sino una vía para la realización del principio de participación de la sociedad civil en los
asuntos que la afectan.

No obstante que, como se dijo, reconocemos la validez jurídica de las afirmaciones


precedentes, los magistrados que salvamos el voto disentimos de las argumentaciones que
prosiguen.

La Corte sostiene, sobre la base de que los instrumentos alternativos de solución de


conflictos son instituciones de funcionamiento transitorio y voluntario, que su implantación

48
encierra "algunos peligros", derivados de "las profundas desigualdades materiales entre
las partes, que inclinaría la balanza a favor del más poderoso; la existencia de una justicia
comunitaria de tipo sancionador; la trivialización de las demandas ciudadanas de cambio
social; la desactivación de los movimientos de organización comunitaria mediante la
judialización de la participación social y la legitimación de una descarga de trabajo para
la administración de justicia." Como consecuencia de lo dicho, la Corte consideró en la
sentencia que la "justicia informal", con la cual se identificó a la conciliación, debía ser
instaurada como elemento complementario de la justicia estatal formal, y que su regulación
debía ser materia de "desarrollo gradual" por parte del legislador, de tal forma que
constituyera un tema de política de Estado tendente a propiciar la vinculación de la
sociedad civil en la construcción de su propio destino.

Los reparos que nos surgen respecto de las anteriores consideraciones son múltiples.

En primer lugar, los medios alternativos de solución de conflictos no pueden denominarse


"justicia informal" o "justicia consensual". Además de estar previstos en la Constitución
(art. 116), existe un procedimiento mínimo, se capacita a los conciliadores en técnicas
apropiadas, se levanta un acta, y el acuerdo conciliatorio hace tránsito a cosa juzgada y
presta mérito ejecutivo.

De otro lado, las "profundas desigualdades materiales entre las partes, que inclinaría la
balanza a favor del más poderoso" es una circunstancia que se presenta también en todos
los procesos judiciales que son decididos por jueces que, como los mediadores, actúan en
forma imparcial sin que por esta situación de desequilibrio económico se pueda enjuiciar a
la administración de justicia.

El requisito de procedibilidad de la conciliación para acudir a un proceso judicial no es


"justicia comunitaria de tipo sancionador" sino es un procedimiento de fácil acceso a la
administración de justicia dado que los conciliadores administran justicia por mandato de la
Constitución. No se entiende tampoco cómo pueda estar involucrado el elemento
sancionador en los proceso de conciliación cuando la esencia de los mismos es la
resolución de conflictos surgidos en torno a derechos disponibles, materia ajena a la de la
potestad punitiva.

No se presenta la "trivialización de las demandas ciudadanas de cambio social" porque de


lo que se trata es de modificar la cultura litigiosa del país, introduciendo un procedimiento
ágil, breve, eficaz y que permite la solución del conflicto en forma pronta lo que cumple
una función social. En efecto, a los trabajadores se les permite solucionar los conflictos que

49
tienen con sus empleadores en forma oportuna y con el abono del pago de honorarios a los
abogados por la atención de los procesos judiciales respectivos.

Las demandas ciudadanas de cambio social no se ejercitan ante los conciliadores ni ante los
jueces, sino que tienen previstos otros procedimientos constitucionales.

Tampoco la conciliación extrajudicial tiene como objetivo "la desactivación de los


movimientos de organización comunitaria mediante la judicialización de la participación
social y de la legitimación de una descarga de trabajo para la administración de justicia".
En efecto, la conciliación extraprocesal obligatoria tiene como un fin legítimo la
descongestión del sistema judicial al borde del colapso por el gran número de procesos que
impide su pronta resolución a pesar de la actividad de los jueces. Los conflictos que se
deciden por conciliación y ante la justicia son conflictos jurídicos y no políticos y por ende
las mencionadas afirmaciones son ajenas al control constitucional y a la validez de la
conciliación extrajudicial obligatoria.

Los métodos alternativos de solución de conflictos y entre ellos la conciliación


extraprocesal no son sustitutivos de la administración de justicia, sino que constituyen
alternativas previstas en la Constitución para lograr la paz y la convivencia sociales a fin de
lograr pronta y cumplida justicia. No se puede asimilar la solución del conflicto con el
proceso judicial porque la Constitución le otorgó a los particulares la función de
administrar justicia en su condición de conciliadores.

Ahora bien, en cuanto a la gradualidad a que se refieren las consideraciones de la Sentencia


C-893/01, puede decirse que ésta se encuentra prevista en la ley que fue demandada y que
existen mecanismos, para implementarla a fin de que logre los objetivos previstos en la
norma. La política de Estado al poner en marcha la conciliación extraprocesal cumple la
función de participación ciudadana en el logro de la paz social y el orden justo que son
valores constitucionales.

Es indudable que la conciliación extraprocesal obligatoria cumple la democratización de la


función pública referida a la administración de justicia porque los particulares investidos
transitoriamente de la facultad de administrar justicia, contribuyen a la convivencia y no
obstaculizan del acceso a la administración de justicia, pues la conciliación extraprocesal es
un mecanismo de acceso a la misma.

No puede asimilarse la conciliación extrajudicial obligatoria como requisito de


procedibilidad a los jueces de paz porque estos tienen regulación especial y obedecen a
criterios diferentes. Tampoco se trata de justicia comunitaria no prevista en la legislación
colombiana.

50
Finalmente, debe decirse que la justicia se logra tanto en los procedimientos judiciales
como en los medios alternativos con la observación de que en estos se resuelve el conflicto
en menor tiempo, en forma mas expedita y con iguales efectos jurídicos.

La Sentencia C-893 de 2001, sostiene además "que el presupuesto básico para la


efectividad de la justicia consensual es la existencia de una sociedad civil organizada,
integrada cultural, valorativa y normativamente, pues al decir Auerbach ‘sólo cuando existe
congruencia entre los individuos y su comunidad, con valores y deberes compartidos, existe
la posibilidad de justicia sin derecho’. .

Sobre este particular, debe decirse que la constitucionalidad de la conciliación no puede


depender de que el pueblo colombiano no haya alcanzado un grado de madurez o cultura
que le permita utilizar adecuadamente esta institución como se declara en la sentencia.

Como la misma providencia lo refiere al adoptar la reseña histórica que traía la ponencia
original, la conciliación no es nueva y, además, ha sido aceptada por todas las culturas y
civilizaciones desde la antigüedad hasta hoy.

En efecto, la conciliación como alternativa a los trámites legales formales es institución de


vieja data. Como lo expresan Jay Folberg y Alison Taylor "Las formas de resolución de
conflictos en las que una tercera parte ayuda a los contendientes a resolver sus conflictos y
a llegar a sus propias decisiones probablemente han existido desde que había tres o más
personas sobre la tierra. La mediación, como la mayoría de los conceptos, no es una
innovación novedosa, sino una adaptación de la que ya existía en otras culturas o en otras
épocas." Como lo expresan estos autores a quienes seguimos en la referencia histórica, la
conciliación ha existido en todas las culturas y civilizaciones.

No puede decirse que la conciliación extrajudicial como requisito de procedibilidad


depende del grado de cultura o de civilización del pueblo colombiano que se le considera
incapaz de conciliar. El éxito de la conciliación en los Consultorios Jurídicos de las
Facultades de Derecho, y de la conciliación prevista en el artículo 101 del Código de
Procedimiento Civil demuestran que el pueblo colombiano ha aceptado la conciliación
como mecanismo alterno de solución de conflictos.

Aunque esta referencia ya existe en la sentencia, la mediación ha sido uno de los


mecanismos de resolución de conflictos más importantes en culturas como la China, (
Brown, 1982, Taylor, 1992), donde todavía se practica; en el Japón, (Henderson, 1965),
donde fueron aprobadas antes de la segunda guerra mundial; en el África, donde es
potestativo de cualquier persona convocar una asamblea para que actúe como conciliadora

51
cooperativa de conflictos (Taylor, 1992); que ha sido aplicada por las iglesias en las
diferentes religiones ( Yaffe, 1972), etc.

El modelo más conocido de utilización de los métodos alternativos de solución de


conflictos es el de los Estados Unidos y desde luego sirve para la solución de desavenencias
en las relaciones obrero patronales ( Merry, 1982). El modelo de solución alternativa de
conflictos (ADR) surgió en 1960 con la Conferencia del Chief Justice Warren Burger sobre
las causas de la insatisfacción popular con la administración de justicia (Pound Conference
in Saint Paul, Minnesota). Los estudios se realizaron y el movimiento de ADR fue aceptado
en 1976 cuando la American Bar Association estableció un Comité Especial para resolver
las disputas menores. Muchos Estados y asociaciones federales establecieron estos Comités
y las escuelas de derecho establecieron en su curriculum cursos sobre métodos alternativos
de solución de conflictos. La Administrative Dispute Resolution Act de 1990, 5 U.S.C.A,
581, requiere a todas las agencias federales desarrollar políticas sobre el uso de los métodos
alternativos de solución de conflictos ( Saner, 1976). Estos métodos incluyen la
negociación, la mediación, el arbitraje, el "summary jury trial", el denominado "early
neutral evaluation", "The mini –trial", etc.

Como se deduce de las anteriores consideraciones, pero además de las que ya fueron
tenidas en cuenta en la Sentencia de la cual nos apartamos, la conciliación ha existido y
existe en diversas culturas y no depende su aceptación del nivel de desarrollo porque los
conflictos siempre han existido y la solución neutral por un tercero es un método
prácticamente universal. De hecho, resulta extraño que la providencia en cuestión haya
adoptado el recurso de la referencia histórica, que incluye el desarrollo de la conciliación
desde tiempos remotos, para proceder luego a reservar su aplicabilidad a sociedades de
avanzada estructura cívica.

Muchos profesores de derecho han contribuido a un enfoque interdisciplinario y teórico de


la resolución de conflictos, pero ningún autor ha puesto de presente, como sí lo hace la
decisión mayoritaria de la Corte, que se requiera de un grado superior de civilización y
cultura para que funcione la conciliación. Sobre este particular opinan los profesores
Folberg y Taylor:

"Todas las actividades actuales encaminadas a la resolución no coercitiva de


desavenencias tuvieron el impulso y enriquecimiento, directo o indirecto de
los escritos de numerosos eruditos, teóricos y profesionales que estudiaron
mecanismos alternativos de resolución de desavenencias. Los antropólogos
culturales como Laura Nader (1969, 1978, 1979, 1980) y P.H. Gulliver
(1979), estudiaron los mecanismos de conciliación de desavenencias en

52
distintos ambientes, y los interpretaron para que otros pudieran aplicar los
principios entre culturas. El profesor de derecho Richard Abel (1973, 1982),
prolífico autor y editor, contribuyó con su enfoque interdisciplinario y
teórico a la resolución de conflictos. Algunos estudiosos en derecho, en
especial Lon Fuller (1963, 1971), Frank Sander (1976, 1977, 1982), y Roger
Fisher (1978, 1983), todos ellos de la Harvard Law School, han contribuido
en la formación del pensamiento profesional y público respecto a los
procedimientos, la aplicación y las técnicas para la resolución de conflictos
fuera de los tribunales. Robert Mnookin y Lewis Kornhauser (1979),
analizaron el papel de las normas legales en la conciliación de las
desavenencias domésticas. David Trubek, Marc Galanter, y Stewart
Macaulay, del University of Wisconsin Dispute Processing Research
Program (1983), dieron un carácter empírico al estudio de la conciliación
legal de desavenencias. Tres destacados mediadores con estudios
interdisciplinarios: O.J. Coogler (1978), Howard Irving (1980), y John
Haynes (1981), han publicado durante los últimos años, libros que han
contribuido a guiar y promover un rápido desarrollo en la aplicación de
técnicas de mediación para desavenencias familiares y de divorcio.
Probablemente, el análisis de mayor influencia y profundidad sobre la
resolución de conflictos en general es el que realizó Morton Deutsch (1973).
En su libro The Resolution of Conflict, examina proceso constructivos y
destructivos de conciliación de desavenencias y, según parece, han tenido
una influencia profunda en el movimiento hacia la mediación y otros
procesos cooperativos de conflicto."

En consideración a lo dicho el argumento expuesto por la Corte en este sentido carece, a


nuestro juicio, de validez histórica, sociológica, antropológica y jurídica.

2. Objeciones a las declaratorias de inexequibilidad consignadas en la Sentencia C-893


de 2001.

Consideraciones generales

Lo que fundamentalmente declara inconstitucional la Sentencia C-893 de 2001 es la


consagración de la conciliación extrajudicial obligatoria como requisito de procedibilidad
para la acción judicial. En términos generales y sin perjuicio de lo que adelante se expresará
en relación con cada una de las consideraciones de la sentencia, los suscritos magistrados
consideramos que ese tipo específico de conciliación es una institución ajustada a los
artículos 116 y 229 de la Constitución Política.

53
La razón principal es que el artículo 116 de la Constitución les otorga a los particulares la
función de administrar justicia en la condición de conciliadores o en la de árbitros
habilitados por partes, por lo cual los conciliadores efectivamente administran justicia.

El acceso a la administración de justicia es un derecho fundamental previsto en los artículos


2º, 228 y 229 de la Constitución. Este derecho lo tienen todas las personas en condiciones
de igualdad, tiende a la realización de la justicia y a la solución de los conflictos jurídicos
surgidos entre los asociados.

Esta solución debe realizarse por una autoridad imparcial que puede ser un juez, o ante un
conciliador, o mediante un tribunal arbitral previo el procedimiento arbitral acordado por
las partes o previsto en la ley.

El fundamento último del derecho al acceso de la administración de justicia reside en el


derecho de toda persona a obtener una solución justa de su conflicto ya sea en forma
adversarial, o mediante el reconocimiento de la autocomposición mediante la negociación o
transacción, o ante un tercero neutral e imparcial como sucede con la conciliación y el
arbitraje.

La posibilidad de que la ley pueda establecer mecanismos de solución alternativa de


conflictos está prevista, además, en los artículos 8º y 13 de la Ley Estatutaria de la
Administración de Justicia (LEAJ) que autoriza al legislador ordinario para establecerlos,
por lo que las normas atinentes de la Ley 640 de 2001 eran un desarrollo de la ley
estatutaria.

Adicionalmente, la Corte Constitucional en la Sentencia C-037 de 1996 dijo que "...las


formas alternativas de resolver conflictos pueden ser reguladas por la Ley, de acuerdo con
los lineamientos constitucionales."

La jurisprudencia de la Corte Constitucional ha reconocido que el acceso a la


administración de justicia debe realizarse mediante un procedimiento pero no hay
obligación de que el procedimiento sea único o judicial, y por ende bien puede ser la
conciliación extrajudicial. Al respecto, la Corporación ha dicho que "[e]l derecho de acceso
a la justicia no se vulnera por existir distintos procedimientos, sino- más bien- por exigir a
personas cuyo patrimonio es mínimo que para hacer efectivo su derecho tengan que acudir
a procesos complejos y dilatados, lo que atentaría, precisamente, contra el propio derecho
cuya efectividad se pretende"

La conciliación extrajudicial obligatoria no impide el acceso a la administración de justicia


previsto en el artículo 229 precisamente porque las personas cuando acuden a intentar

54
resolver sus controversias ante los conciliadores están accediendo a la administración de
justicia. Cosa distinta es que en la conciliación no se configure la llamada relación jurídica
procesal, que es la que se deriva propiamente del litigio formalmente entablado a través de
una demanda.

La conciliación no vulnera el acceso a la administración de justicia porque los particulares


acceden a la misma ante el conciliador cuando intentan la conciliación extrajudicial. El
agotamiento de la vía gubernativa se ha considerado requisito de procedibilidad y no se ha
considerado ni inconstitucional ni que limita el acceso a la administración de justicia.

El acceso a la administración de justicia, conlleva el que la decisión debe ser pronta y


oportuna y esto se cumple con la conciliación extrajudicial obligatoria cuando se logra el
acuerdo de las partes que así evitan acudir a un proceso que usualmente tiene una duración
excesiva.

El derecho fundamental de acceso a la justicia, siendo derecho fundamental, admite ser


regulado por la ley para su eficaz ejercicio Ahora bien, siendo la conciliación extrajudicial
obligatoria una institución procesal que permite el acceso a la justicia, podía ser regulada
por la Ley 640 de 2001.

El acceso a la administración de justicia exige estos presupuestos: a) Que exista la persona


particular en su calidad de conciliador o árbitro, o entidad pública cuando ejerza funciones
jurisdiccionales, o ante una de las autoridades judiciales previstas en la Constitución, ante
quien se pueda impetrar la solución del conflicto; b) Una normatividad que regule el
derecho sustancial invocado; c) Un procedimiento que no requiere ser necesariamente
judicial; y, d) Un autoridad que haga cumplir la decisión.

En la conciliación extrajudicial obligatoria la ley establece los conciliadores, los centros de


conciliación, la normatividad es la Ley 640 de 2001, el procedimiento está previsto en
dicha Ley, el acta de conciliación tiene valor de cosa juzgada y presta mérito ejecutivo para
la ejecución de lo acordado. Por tanto, se cumplen los presupuestos para el reconocimiento
del derecho fundamental del acceso a la administración de justicia que no es
exclusivamente judicial.

La administración de justicia, que es función pública y cuyas decisiones son independientes


( art 228), corresponde a la Corte Constitucional, la Corte Suprema de Justicia, el Consejo
de Estado, el Consejo Superior de la Judicatura, la Fiscalía General de la Nación, los
tribunales y los jueces, y en cuanto a los miembros de la fuerza pública en servicio activo (
art 221), a la justicia penal militar. Pero, esta administración permanente de justicia no se
opone a que previamente al proceso y como requisito de procedibilidad se consagre la

55
conciliación extrajudicial obligatoria en derecho por cuanto cuando los particulares acuden
a la conciliación ya están accediendo a la administración de justicia en forma transitoria.

La conciliación no es una institución permanente sino que respecto de cada caso es


transitoria porque la función de los conciliadores y la actuación de las partes en conflicto es
relativa a cada conflicto. La función de los conciliadores es esencialmente transitoria para
el caso que tramitan y cada conflicto es especial y en el mismo intervienen partes
determinadas para la solución de un conflicto específico.

Quienes concilian son las partes ante un tercero neutral e imparcial que es el conciliador.
Los Centros de Conciliación constituyen la parte operativa para que se desarrolle la
conciliación. Estos Centros no administran en forma permanente justicia sino quienes
administran justicia son los conciliadores que dejan constancia en un acta del acuerdo a que
llegaron las partes si concilian todo o parte de la controversia.

Tan cierto es que los conciliadores administran transitoriamente justicia que el acta de
conciliación hace tránsito a cosa juzgada y presta mérito ejecutivo al tenor del artículo 91
del Decreto 1818 de 1998 que compila el artículo 109 de la Ley 446 de 1998 que modifica
el artículo 87 de la Ley 23 de 1991.

La conciliación extrajudicial obligatoria es una institución procesal y el legislador en virtud


del principio de la libre configuración legislativa podía establecerla mediante ley.

La Corte Constitucional en sentencia C-160 de 1999 no dijo que la conciliación


extrajudicial obligatoria en materia laboral fuera inconstitucional sino que se limitó a poner
condiciones para la operancia de la misma que se han cumplido en forma cabal como
adelante se verá.

Pasan entonces a desarrollarse de manera concreta, cada uno de los reproches formulados a
la Sentencia C-893 de 2001

Argumentos específicos que sustentan la constitucionalidad de las normas declaradas


inexequibles

Como primera medida, la decisión mayoritaria resolvió declarar inexequibles las


expresiones subrayadas de las siguientes normas, contenidas ambas en la Ley 640 de 2001.

56
"Artículo 23. Conciliación extrajudicial en materia de lo contencioso
administrativo. Las conciliaciones extrajudiciales en materia de lo
contencioso administrativo sólo podrán ser adelantadas ante los Agentes del
Ministerio Público asignados a esta jurisdicción y ante los conciliadores de
los centros de conciliación autorizados para conciliar en esta materia.

"(…)

"Artículo 28. Conciliación extrajudicial en materia laboral. La


conciliación extrajudicial en derecho en materia laboral podrá ser adelantada
ante conciliadores de los centros de conciliación, ante los inspectores de
trabajo, los delegados regionales y seccionales de la Defensoría del Pueblo,
los agentes del Ministerio Público en materia laboral y ante los notarios. A
falta de todos los anteriores en el respectivo municipio, esta conciliación
podrá ser adelantada por los personeros y por los jueces civiles o promiscuos
municipales.

La razón fundamental para declararlas inexequibles consistió en que, según la Sentencia,


los artículos acusados le conceden a los conciliadores de los centros de conciliación y a los
notarios una función permanente para la resolución de asuntos de naturaleza judicial.

La providencia en cita agrega:

"Ciertamente, cuando el artículo 23 acusado alude a "los conciliadores de


los centros de conciliación", indudablemente se está refiriendo a un grupo
determinado de individuos que tienen como función habitual actuar como
conciliadores, toda vez que se trata de personas que por regla general
deben ser abogados en ejercicio que habiendo acreditado la capacitación
en mecanismos alternativos de solución de conflictos avalada por el
Ministerio de Justicia y del Derecho, se inscriben ante un centro de
conciliación y se encuentran, por ende, en continua disponibilidad de servir
como conciliador (art. 6° de la Ley 640 de 2000)"

El fallo de la Corte acogió el argumento de la demanda y sostuvo - equivocadamente a


nuestro juicio- que las normas acusadas consagraban en efecto una delegación permanente
de la función de administrar justicia a cargo de los particulares, sin reparar en las siguientes
circunstancias que fueron puestas de manifiesto en su oportunidad.

57
La referencia hecha por las normas demandadas a los centros de conciliación, a los
conciliadores o a lo notarios, no confiere por sí misma, potestad de conciliar en casos
determinados, como tampoco concede potestad de administrar justicia de manera
permanente.

En primer lugar, porque a la luz del artículo 116 de la Constitución Política, no son los
centros de conciliación sino los conciliadores los que reciben la potestad de administrar
justicia de manera transitoria en cada caso determinado. La función de los centros se limita,
exclusivamente, a servir de base logística para el desarrollo de las audiencias que habrán de
celebrarse en materia de conciliación.

Ahora bien, el término "conciliador", que se encuentra incluido en las normas acusadas, se
usa en ambos artículos como un referente genérico de quien ha adquirido, para un caso
particular, la potestad de conciliar. Este es –incluso- el término utilizado por el
constituyente en el artículo 116 cuando afirma que "los particulares pueden ser investidos
transitoriamente de la función de administrar justicia en la condición de conciliadores…"

La referencia hecha por la ley es, como resulta lógico, abstracta, en la medida en que el
conciliador o el notario designado para ese menester, puede ser cualquier particular que
haga las veces de tal. Así las cosas, sólo asume el rol de conciliador el particular que
interviene en calidad de conciliador en una audiencia de conciliación. De allí que en cada
caso, el conciliador sea un particular distinto.

Contrario a lo sostenido por el fallo del cual nos apartamos, las expresiones atacadas no
concedían, en absoluto, la función permanente de administrar justicia, pues sólo se
limitaban a señalar que las conciliaciones solicitadas por los particulares podían ser
tramitadas ante los conciliadores de los centros de conciliación, los cuales, para cada caso
particular, eran individuos escogidos de la lista manejada por los centros.

El fallo en cuestión confunde el ejercicio permanente de la actividad jurisdiccional con la


circunstancia de que los particulares se encontraren constantemente dispuestos a servir
como conciliadores, en los casos para los cuales fuesen seleccionados. Es entendible que,
según los mandatos de la Constitución, no pueda haber particulares que de manera
permanente administren justicia como conciliadores, pero nada impide que los particulares,
merced al entrenamiento y a la capacitación recibida en la materia, puedan denominarse
genéricamente "conciliadores" y estén dispuestos, permanentemente, a ser convocados para
las audiencias de conciliación. Es elemento mínimo de operatividad del sistema, que la
administración de justicia cuente con un equipo de personas calificadas y permanentemente

58
preparadas –no necesariamente en permanente ejercicio - para atender las audiencias que
sea necesario dirigir.

Además de lo anterior, y para responder a la argumentación de la Sentencia, es de


fundamental importancia resaltar que la condición impuesta por el artículo 116
constitucional para admitir el ejercicio de la función jurisdiccional por parte de los
particulares, es que en los casos de conciliación se respete el derecho de las partes a
habilitar al conciliador.

Las partes son, en cada caso concreto, quienes seleccionan al particular que desempeñará el
papel de conciliador, lo cual evita considerar que su función se realiza de manera
permanente. Es más, dentro de la hipótesis de que un centro de conciliación asignara la
celebración de una audiencia a un particular que se encontrare inscrito en la lista de
conciliadores, es claro que los interesados, en ejercicio del derecho constitucional que les
asiste, podrían perfectamente rechazar dicha designación si consideran que ese particular no
es apto para conducir la audiencia.

Adicionalmente, y para recabar en la idea de que la función ejercida por los conciliadores
no es permanente sino transitoria, debe recordarse que el ejercicio de la función del
conciliador se restringe exclusivamente al escenario de la audiencia y culmina con la
concreción del acuerdo o con el fracaso de la misma, pero jamás se extiende a hipótesis o
diligencias posteriores o anteriores.

Además de lo anterior, la Sentencia sostiene que la asignación de funciones conciliatorias a


los notarios es inexequible porque, en primer lugar, no se establece un término para el
ejercicio de esa función.

Al respecto valga decir que la falta de establecimiento de un término no constituye per se,
vicio de inconstitucionalidad de la norma, toda vez que de la naturaleza de la conciliación
se tiene que la función de administrar justicia, conferida por el artículo 116 constitucional a
los notarios que actúan como conciliadores, finaliza, tal cual se dijo, cuando las partes
firman el acuerdo o cuando convienen en que no es posible llegar a él. La transitoriedad de
la función judicial, exigida por la constitución, no tiene nada que ver con el establecimiento
de un término dentro del cual puedan ejercerse funciones de conciliador, sino con la
naturaleza misma de la conciliación.

En segundo lugar, la posición mayoritaria sostiene que el carácter oneroso de la


conciliación celebrada ante notarios, previsto expresamente en el artículo 4º de la Ley 640
de 2001, es contrario al principio de gratuidad que caracteriza el sistema de administración
de justicia y hace que la disposición acusada sea inexequible.

59
Sin perjuicio de la discusión de fondo en torno a si las conciliaciones celebradas ante
notarios deben o no ser onerosas, pues a pesar de existir un principio de gratuidad en el
acceso a la administración de justicia, es lo cierto que la ley también reconoce la necesidad
del pago de expensas, agencias en derecho y costas judiciales, la verdad es que en este caso
la sentencia procedió de manera ilegítima al derivar la inconstitucionalidad de una norma
demandada sobre la base de la supuesta inexequibilidad de otra que no lo fue y con la cual
primera no tiene relación inescindible de conexidad.

En efecto, el artículo 4º de la Ley 640 de 2001, que sirvió de fundamento "constitucional" a


la sentencia para declarar la inexequibilidad del artículo 28, no fue objeto de reproche en la
demanda, pero tampoco lo había sido antes de la sentencia. Sin embargo, como dicho
artículo 4º aceptaba la posibilidad de que los notarios cobraran por sus servicios como
conciliadores, y esta onerosidad -a juicio de la mayoría- era contraria a la Carta, se dispuso
ilegítimamente la inexequibilidad de una norma diferente, la expresión del artículo 28, que
se limitaba conceder a los notario, potestad conciliadora.

Sin proceder a la integración de la unidad normativa, o por lo menos sin justificarla, la


providencia dedujo la inexequibilidad de una disposición legal, de la aparente
inexequibilidad de otra con la que la primera no guarda conexidad inescindible que
implicase su irremediable inexequibilidad: una cosa es que los notarios puedan celebrar
audiencias de conciliación y otra, muy distinta, es que puedan cobrar por hacerlo.

Es evidente que el estudio realizado en la providencia de la cual nos apartamos, vinculado


con la gratuidad del acceso a la administración de justicia, tuvo que ver principalmente con
la inexequibilidad del artículo 4º de la Ley 640 (que además no fue declarada), mas no con
la del artículo 28, que sí fue objeto de reproche por vía de acción de inconstitucionalidad.

a. Inconstitucionalidad de los artículos 35 y 39 de la Ley 640 de 2001.

La Sentencia C-893/01 también declaró inexequibles los apartes subrayados de las


siguientes normas:

"CAPITULO X

"Requisito de procedibilidad

"Artículo 35. Requisito de procedibilidad. En los asuntos susceptibles de


conciliación, la conciliación extrajudicial en derecho es requisito de

60
procedibilidad para acudir ante las jurisdicciones civil, contencioso
administrativa, laboral y de familia, de conformidad con lo previsto en la
presente ley para cada una de estas áreas.

"Realizada la audiencia sin que se haya logrado acuerdo conciliatorio total o


parcial, se prescindirá de la conciliación prevista en el artículo 101 del
Código de Procedimiento Civil o de la oportunidad de conciliación que las
normas aplicables contemplen como obligatoria en el trámite del proceso,
salvo cuando el demandante solicite su celebración.

"El requisito de procedibilidad se entenderá cumplido cuando se efectúe la


audiencia de conciliación sin que se logre el acuerdo, o cuando vencido el
término previsto en el inciso 1° del artículo 20 de esta ley la audiencia no se
hubiere celebrado por cualquier causa; en este último evento se podrá acudir
directamente a la jurisdicción con la sola presentación de la solicitud de
conciliación.

"Con todo, podrá acudirse directamente a la jurisdicción cuando bajo la


gravedad del juramento, que se entenderá prestado con la presentación de la
demanda, se manifieste que se ignora el domicilio, el lugar de habitación y
el lugar de trabajo del demandado, o que este se encuentra ausente y no se
conoce su paradero.

"Cuando en el proceso de que se trate, y se quiera solicitar el decreto y la


práctica de medidas cautelares, se podrá acudir directamente a la
jurisdicción. De lo contrario, tendrá que intentarse la conciliación
extrajudicial en derecho como requisito de procedibilidad, de conformidad
con lo previsto en la presente ley.

"Parágrafo. Cuando la conciliación extrajudicial en derecho sea requisito de


procedibilidad y se instaure la demanda judicial, sin perjuicio de lo previsto
en los artículos 22 y 29 de esta ley el juez impondrá multa a la parte que no
haya justificado su inasistencia a la audiencia. Esta multa se impondrá hasta
por valor de dos (2) salarios mínimos legales mensuales vigentes en favor
del Consejo Superior de la Judicatura.

"Artículo 39. Requisito de procedibilidad en asuntos laborales. Si la


materia de que se trate es conciliable, la conciliación extrajudicial en

61
derecho deberá intentarse antes de acudir a la jurisdicción laboral en los
asuntos que se tramiten por el procedimiento ordinario.

"La conciliación extrajudicial en derecho como requisito de procedibilidad


suplirá la vía gubernativa cuando la ley la exija."

El artículo 35 de la Ley 640 de 2001 establecía, en lo demandado, que en asuntos


susceptibles de ser conciliados, en materia civil, contencioso administrativa, laboral y de
familia, debía haberse intentado el arreglo conciliatorio para que la demanda judicial fuera
admisible.

El artículo 39 demandado repetía, con énfasis en lo laboral, lo previsto en el 35, por lo que
respecto de esa norma, eran aplicables los argumentos defendidos por la minoría.

La razón principal que llevó a la Corte a declarar inexequibles las normas señaladas fue
que, "dada la naturaleza voluntaria de los mecanismos alternativos de solución de conflictos
en general, y de la conciliación laboral, en particular, el legislador no podía establecerla
como un requisito obligatorio de procedibilidad para acudir ante la jurisdicción laboral,
además porque al hacerlo desconoce el derecho de los particulares de acceder libremente a
la administración de justicia para solicitar la tutela judicial efectiva de sus derechos."

La Sentencia en cuestión advierte además que "la obligación de un arreglo conciliatorio


obstruye la libertad de acceder a la administración de justicia" y que la misma disposición
"quebranta abiertamente el principio constitucional contenido en el artículo 53 de la Carta,
según el cual, corresponde a la Ley tener en cuenta la facultad de los trabajadores para
transigir y conciliar sobre derechos inciertos y discutibles, la cual se ve afectada cuando se
exige al particular acudir a la conciliación como requisito previo a la presentación de la
demanda".

Los suscritos magistrados consideramos, contrario a lo sostenido por la mayoría, que la


posibilidad de acudir a la jurisdicción se sometía a una condición plenamente válida, a la
luz de la Carta, que consistía en haber intentado la opción de un arreglo conciliatorio. Las
disposiciones demandadas en manera alguna obstruían el principio de acceso a la
administración de justicia (art. 229 C.P.), sino que buscaban su racionalización, evitando
que por congestionarse, se pusiera en entredicho el buen funcionamiento de los despachos
judiciales.

En lo que se refiere a la conciliación como requisito de procedibilidad de la acción laboral,


la norma tampoco quebrantaba el principio constitucional contenido en el artículo 53 de la
Carta, según el cual, corresponde a la Ley tener en cuenta las facultades de los trabajadores

62
para transigir y conciliar sobre derechos inciertos y discutibles. Creemos que la facultad de
disposición sobre éste tipo de derechos permanecía incólume a la luz de la disposición
declarada inexequible, no obstante se exigiera al particular acudir a la conciliación como
requisito previo a la presentación de la demanda, pues como reiteradamente se ha dicho, lo
que resultaba obligatorio, al tenor de las disposiciones acusadas, no era llegar a un acuerdo
efectivo entre trabajadores y empleadores, sino intentar llegar al acuerdo. Adicionalmente,
según se desprende del texto del artículo 8º de la Ley 640 de 2001, una de las obligaciones
de los conciliadores es la de "velar por que no se menoscaben los derechos ciertos e
indiscutibles, así como los derechos mínimos e intransigibles". De la misma manera, es
claro que, según el artículo 19 de la Ley 640 de 2001, "sólo son conciliables las materias
susceptibles de transacción, desistimiento y conciliación, lo cual excluye, por supuesto, los
derechos ciertos e indiscutibles.".

Concretamente, los magistrados que suscribimos el presente salvamento de voto


consideramos que los argumentos citados en la Sentencia confunden dos fenómenos
jurídicos que deben ser claramente diferenciados.

Tal como se ha dicho, la conciliación es "un mecanismo de resolución de conflictos a través


del cual, dos o más personas gestionan por sí mismas la solución de sus diferencias, con la
ayuda de un tercero neutral y calificado, denominado conciliador." (Art. 64 Ley 446 de
1998). De acuerdo con esta definición legal, la conciliación es un mecanismo, un
procedimiento constituido por una serie ordenada de pasos que persigue solucionar una
diferencia jurídica.

No obstante, según las voces del Diccionario Real de la Lengua Española, la conciliación
no sólo es la acción de conciliar sino también el efecto. Es, en tal sentido, "componer y
ajustar los ánimos de los que estaban opuestos entre sí.".

Por manera que el término admite dos acepciones: una jurídico procesal, que lo clasifica
como un mecanismo extrajudicial o trámite procedimental judicial que persigue un fin
específico; y otra jurídico sustancial que se refiere al acuerdo en sí, a la resolución del
conflicto que pretendía componerse.

De allí que en el argot jurídico se hable indistintamente, cuando la distinción no se exige,


de conciliación como trámite y de conciliación como acuerdo. Es decir, que se confundan el
procedimiento y el convenio.

La Sentencia C-893/01 incurre claramente en este equívoco al analizar los cargos


formulados contra los artículo 35 y 39, porque supone que la obligatoriedad del trámite es
sinónimo de obligatoriedad del acuerdo.

63
En efecto, si a la base de la conciliación se encuentra la libertad de disposición de los
derechos debatidos, sería ilegítimo –o cuando menos incongruente- que el Estado
procediera en contra de dicha libertad, obligando al particular a ceder derechos que éste no
está dispuesto a entregar. Por ello, el acuerdo no es -y no podría ser- obligatorio.

Cosa distinta ocurre con la conciliación como procedimiento, pues ésta sí puede serlo. En
efecto, por el sólo hecho de acudir a ella, el particular no cede ninguno de sus derechos
disponibles. Conforme al ejercicio de su libertad dispositiva, aún sometiéndose al trámite
conciliatorio, el individuo conserva el derecho de oponerse al acuerdo propuesto y,
consecuentemente, mantiene la opción de recurrir al órgano jurisdiccional del Estado para
que un juez desate el conflicto. Inclusive, las partes pueden asistir a la audiencia de
conciliación para manifestar que no tienen ánimo conciliatorio, y con ello estarían
cumpliendo con el deber que les imponían las normas declaradas inexequibles. Lo que
perseguía el legislador al imponer dicho trámite, era agotar todas las posibilidades de
arreglo temprano del conflicto reduciendo al máximo la intervención judicial, cuando ésta
no fuera indispensable.

En este sentido, puede decirse con certeza que no existía en la ley demandada, norma
alguna que obligara a los particulares a disponer de sus derechos sustanciales por fuera de
su propia voluntad.

Adicionalmente, debe decirse que no hay en la Carta Fundamental disposición que impida
al legislador, convertir la conciliación -en su procedimental acepción- en etapa obligatoria y
previa, e incorporarlo, como efectivamente intentó hacerlo la Ley 640, al proceso judicial.
Entiéndase que lo que debe protegerse es el derecho que le asiste a los particulares de ceder
sus derechos sustanciales, pero esto no incluye el cumplimiento de los deberes relacionados
con el acceso a la administración de justicia.

En resumen, cuando la ley hablaba de la conciliación extrajudicial obligatoria como


requisito de procedibilidad de la acción laboral, debió entenderse el término en su sentido
instrumental, procedimental y mediático, como un trámite obligatorio que es necesario
agotar antes de acudir a la jurisdicción, más no en su acepción sustantiva, vinculada al
arreglo, según la cual, es obligatorio llegar al acuerdo para acudir a la vía jurisdiccional, lo
cual sería verdaderamente contradictorio.

A lo anterior se suma lo dicho con anterioridad en este salvamento, relacionado con el


hecho de que la conciliación, como requisito de procedibilidad, constituye en sí misma un
mecanismo de acceso a la administración de justicia. De allí que no pueda decirse –como lo
hizo la Sentencia- que su institucionalización sea un obstáculo para dicho acceso, pues es

64
visto que el acuerdo al que llegan las partes respecto del conflicto planteado tiene todos los
visos de una sentencia judicial, por lo que, antes que impedir, lo que la conciliación
pretendía era facilitar la solución del conflicto.

Por esto resulta cuando menos sorprendente la contradicción en que incurre la providencia
citada, al admitir en el numeral sexto de las consideraciones generales que la conciliación
es un mecanismo de acceso a la administración de justicia, y luego reconocer que aquél
mecanismo constituye un obstáculo para dicho acceso. Esta diferencia de criterios solo es
entendible si se repara en el hecho de que en el fallo correspondiente se incluyeron
importantes secciones argumentativas de la ponencia original que sustentaban la posición
contraria.

Finalmente, debe hacerse referencia al hecho de que en la parte resolutiva de la Sentencia


C-893 de 2001 se declararon inexequibles tanto la expresión "requisito de procedibilidad"
como la expresión "laboral" contenidas en el artículo 35 de la Ley 640, sin vincular dichas
expresiones entre sí, lo cual podría conducir a que se interpretara que la expresión,
"requisito de procedibilidad" comprende también a la conciliación civil, contencioso
administrativa y de familia, pues es predicado común de todas éstas.

Sin embargo, entendemos que esta parte resolutiva hay que entenderla de acuerdo con la
parte motiva, que vincula el requisito de procedibilidad, únicamente en materia laboral.

b. Inconstitucionalidad del artículo 30 de la Ley 640 de 2001

Con similares argumentos a los expuestos previamente, la Sentencia C-893 de 2001 declaró
la inexequibilidad total del artículo 30 de la Ley 640 de 2001.

El texto de la norma era el siguiente:

"Artículo 30. Del mecanismo conciliatorio especial para resolver


controversias laborales. Cuando una convención colectiva de trabajo o un
laudo arbitral beneficie a más de trescientos (300) trabajadores, deberá
incorporarse en ellos un mecanismo para escoger uno o varios conciliadores
a los cuales se podrá acudir para resolver los conflictos de los trabajadores
beneficiarios, de acuerdo con las normas legales que rigen la conciliación.
Los costos del servicio serán compartidos entre la empresa, el sindicato y el
trabajador. A cada uno de estos dos últimos no se le podrá asignar en caso
alguno porcentaje superior al diez por ciento (10%) de ese valor.

65
"De no insertarse este mecanismo, se entiende incorporado en ellos el
modelo oficial que expida el Gobierno Nacional, siguiendo los mismos
criterios.

Quienes salvamos el voto coincidimos, como antes se dijo, en la declaración de


inexequibilidad del inciso final, de acuerdo con las razones expuestas en la Sentencia.

No obstante, manifestamos nuestra oposición a la declaratoria de inexequibilidad del primer


inciso de la norma porque, a nuestro juicio, la disposición acusada no constituye infracción
a las normas constitucionales, particularmente al artículo 116 de la Carta Fundamental.

Conforme lo expuso la posición mayoritaria en la Sentencia, no le está permitido al


legislador obligar al trabajador a implementar mecanismos de concertación y solución
pacífica de conflictos, sino apenas a promoverlos, tal como se lo indica el artículo 55
Superior. La providencia sostiene también que la norma atenta contra el principio
constitucional que obliga al Estado a tener en cuenta la libre facultad de disposición de los
derechos inciertos y discutibles de los trabajadores (art. 53 de la C.P.).

Pues bien, los suscritos magistrados estimamos que respecto de este artículo, son aplicables
los argumentos presentados en relación con la exequibilidad de los artículos 35 y 39 de la
Ley 640.

La circunstancia de obligar a la inserción de éste tipo de cláusulas, antes que perjudicar a


los trabajadores, beneficia los intereses comprometidos, incluyendo los de los empleadores,
porque promueve la concertación y la solución pacífica de los conflictos, derivada del
artículo 55 de la Carta, que, a la letra, establece:

"ARTICULO 55. Se garantiza el derecho de negociación colectiva para


regular las relaciones laborales, con las excepciones que señale la ley.

"Es deber del Estado promover la concertación y los demás medios para la
solución pacífica de los conflictos colectivos de trabajo".

La obligación consignada en la norma no constituía trasgresión de las normas


constitucionales y, antes bien, promocionaba la aplicación del artículo 553 de la Carta que
obliga al Estado a tener en cuenta la facultad de disposición de los derechos inciertos y
discutibles de los trabajadores.

Esta es la razón por la cual, los magistrados que disentimos del fallo consideramos que la
norma debió haberse conservado. El mecanismo de la conciliación como herramienta de

66
solución de conflictos, no veía desdibujada su naturaleza ni cedía, a favor de los
particulares y de manera permanente, la facultad de administrar justicia, visto que a pesar
de que los trabajadores y el empleador estaban obligados a incluir una cláusula de
composición en la convención colectiva, los mismos podían optar por la solución directa
del conflicto, sin intermediarios, o por convocar la conciliación según el mecanismo de
escogencia previsto en el laudo o en la convención colectiva, o hacerlo a través de otra vía.

Y ello es así, porque el carácter facultativo de la conciliación sólo se entiende por oposición
a la potestad que tienen las partes de resolver el conflicto por otros medios de composición
como la negociación y de la transacción, o a la facultad que asiste a las mismas para
escoger un mecanismo distinto para el nombramiento de conciliadores, si existe común
acuerdo sobre su escogencia. La norma sólo pretendía obligarlos a presentar una fórmula de
arreglo, más no a acogerse a ella. Ello comprueba aún más que la conciliación prevista en el
artículo 30 de la Ley 640 no debió ser entendida como una imposición de arreglo, sino
como una medida tendiente a precaver, por una sola vez, la formulación del litigio con las
consecuencias desfavorables ínsitas al procedimiento jurisdiccional.

3. Precedente jurisprudencial, desconocido por la Sentencia C-893/01

Con la decisión adoptada por la Corte en la Sentencia C-893 de 2001, se pone en entredicho
además el principio de la seguridad jurídica en materia constitucional, visto que la
institución de la conciliación laboral como requisito de procedibilidad había sido
considerada como ajustada a la Constitución Política en Sentencia C-160 de 1999, decisión
a la cual se atuvo el legislador para expedir la Ley 640 de 2001.

En aquella oportunidad, la Corte Constitucional estableció, como punto de partida, que la


conciliación laboral como requisito de procedibilidad de la acción judicial estaba acorde
con las disposiciones constitucionales que consagran el libre acceso a la administración de
justicia. En efecto, la Corte dijo que jurídicamente "No habría ningún problema en admitir
la posibilidad de establecer la conciliación prejudicial en materia laboral, como requisito de
procedibilidad, con miras a realizar los fines constitucionales antes mencionados," aunque
advirtió que ello era posible si se cumplían ciertas condiciones.

No obstante reconocer la legitimidad de dicha institución, la Corte reconoció que en las


circunstancias históricas reinantes a la fecha de expedición de la Ley 446 de 1998, el
Estado no se encontraba en condiciones de garantizar el correcto funcionamiento de este
mecanismo alterno, pues el que había sido instaurado no cumplía con los requisitos
mínimos que aseguraran el cumplimiento de sus fines, lo cual constituía, sin más, un
obstáculo importante para la presentación de la demanda ante los jueces.

67
En esas condiciones, la Corporación declaró inexequibles los artículos 68, 82, 85 y 87 de la
Ley 446 de 1998. El artículo 68 declarado inexequible consagraba la conciliación como
requisito de procedibilidad de la acción laboral en los siguientes términos:

"Artículo 68. Requisito de procedibilidad. La conciliación es requisito de


procedibilidad para acudir ante la jurisdicción en asuntos laborales, de
acuerdo con lo establecido en la presente ley."

Las demás normas retiradas del ordenamiento jurídico desarrollaban aspectos derivados de
la conciliación como requisito de procedibilidad, por lo que, desapareciendo la norma
principal, desaparecieron las dependientes.

La Corporación consideró que para sostener la exequibilidad de la conciliación como


requisito de procedibilidad, era necesario el cumplimiento de los siguientes requisitos:

"I) que se cuente con los medios materiales y personales suficientes para
atender las peticiones de conciliación que se presentan por quienes están
interesados en poner fin a un conflicto laboral; II) que se especifique
concretamente cuáles son los conflictos susceptibles de ser conciliados, y
cuáles por exclusión naturalmente no admiten el trámite de la conciliación;
III) que se defina, tratándose de conflictos que involucran a la Nación o a
entidades públicas descentralizadas o instituciones o entidades de derecho
social sí, además, del agotamiento de la via gubernativa se requiere agotar la
conciliación, o si ésta sustituye el procedimiento no relativo a dicho
agotamiento; IV) que se establezca que la petición de conciliación,
interrumpe la prescripción de la acción; V) que se determine un tiempo
preciso durante el cual se debe intentar la conciliación expirado el cual las
partes tienen libertad para acceder a la jurisdicción laboral."

La Corte profundizó en este asunto en términos que, por ser de vital importancia para esta
argumentación, deben ser transcritos in extenso:

"Las referidas condiciones, a juicio de la Corte, constituyen las bases


mínimas que permiten asegurar, no sólo las finalidades constitucionales que
se persiguen con la conciliación laboral prejudicial, instituida como un
requisito de procedibilidad necesario para dar paso al proceso judicial, sino
el fácil y rápido acceso a la justicia. Dicho acceso no puede quedar
supeditado a la exigencia de requisitos exagerados, irrazonables y

68
desproporcionados contenidos en la respectiva regulación normativa, ni ser
obstaculizado en razón de omisiones del legislador, que igualmente
conduzcan a que la normación se torne irrazonable y desproporcionada.

"Estima la Corte que la norma bajo examen no supera las exigencias antes
mencionadas, como se verá a continuación:

"En el proceso quedó establecido que el Ministerio de Trabajo y Seguridad


Social no cuenta con los medios físicos y personales para atender en forma
pronta, oportuna, eficaz y eficiente las funciones que en materia de
conciliación le han sido asignadas a los inspectores del trabajo.

"Del informe rendido por el titular de dicho Ministerio, a petición de la


Corte, se deduce que aún no se ha reestructurado su planta de personal, con
el fin de atender oportunamente las solicitudes de conciliación, pese a que la
obligación de realizar dicha reestructuración ya se había establecido en el
artículo 46 de la ley 23 de 1991.

"Es más, los inspectores dado el cúmulo de funciones que deben cumplir
sólo pueden dedicar una parte muy limitada de su tiempo a las labores de
conciliación. Es un hecho fácilmente comprobable que los inspectores del
trabajo solamente atienden estas diligencias en las horas de la mañana y que
en la práctica únicamente pueden despachar unos pocos casos, con la
consecuencia de que existe gran congestión en el trámite de las solicitudes
de conciliación en las inspecciones y los interesados tienen que someterse al
vía crucis de tener que esperar varias horas, en colas que comienzan desde
antes de las 6 a.m., simplemente para poder presentarlas y para que se les
expida la boleta de citación. Como si fuera poco las citaciones para
audiencia se están programando para 2 o 3 meses después.

"Según las pruebas que obran en el expediente, tampoco el funcionamiento


de los centros de conciliación han contribuido a la realización oportuna de
las conciliaciones, por varias razones:

"Los que funcionan en las universidades sólo laboran durante 8 a 10 meses


aproximadamente en el año, y su actividad se reduce básicamente a las
capitales de departamento donde están concentradas las Facultades de
Derecho.

69
"Los demás centros, autorizados por la ley para conciliar, son escasos y no
cuentan con la cobertura, el sistema logístico y operativo para satisfacer las
peticiones de conciliación laboral en todo el territorio nacional.

"En cuanto al señalamiento de los asuntos susceptibles de conciliación, ni la


norma acusada ni ninguna otra de la ley 446/98 han determinado claramente
los conflictos laborales susceptibles de conciliación, en la medida en que se
establece la regla general de la conciliación de todos ellos, sin determinar los
casos que deben ser excluidos. Es así como existe la duda, en el sentido de si
la conciliación opera en relación con los procesos ejecutivos y de fuero
sindical o si dichos asuntos se encuentran excluidos de la misma.

"A juicio de la Corte, la conciliación no opera en los procesos ejecutivos,


porque en razón de su naturaleza la conciliación busca crear una situación de
certeza en cuanto a los derechos laborales que el trabajador reclama al
empleador, lo cual, por sustracción de materia no se requiere cuando ya se
posee un título ejecutivo del cual emana una obligación a cargo de éste que
para el trabajador configura un derecho cierto e indiscutible que no se puede
renunciar ni negociar, como lo prevé el art. 53 de la Constitución Política.

"Tampoco la conciliación opera para los asuntos de fuero sindical, en cuanto


a la garantía que tienen los trabajadores aforados para no ser despedidos o
desmejorados en sus condiciones de trabajo o trasladados a otro
establecimiento de la empresa, porque el derecho al fuero sindical,
reconocido por la propia Constitución (art. 39) se vincula íntimamente con el
derecho fundamental de asociación sindical, siendo por consiguiente, un
aspecto nuclear de éste. De modo que, en principio, no parece procedente
que se pueda negociar o renunciar un derecho que es esencial para la
vigencia efectiva del derecho fundamental de asociación; es mas en este
evento, por aparecer involucrado este derecho el asunto trasciende al simple
interés personal del trabajador, de naturaleza económica, para internarse en
el ámbito de una cuestión vinculada a la vigencia y realización efectiva de
un derecho fundamental, el cual no es susceptible de negociación.

"Ni en la norma acusada ni en ninguna otra de la ley 446/98, se resuelve el


problema consistente en saber si el agotamiento de la vía gubernativa y la
conciliación prejudicial son mecanismos de respuesta a la solución de los
conflictos laborales que operan independientemente, o si ellos se excluyen,

70
es decir, si el trámite de la vía gubernativa sustituye la conciliación o si ésta
configura una excepción a la necesidad de acudir a dicha vía.

"No se prevé en la normatividad acusada si la petición de conciliación


interrumpe o no el término para la prescripción de la acción. Podría pensarse
que aquélla si interrumpe ésta, en cuanto se pueda asimilar dicha petición al
reclamo escrito al empleador que prevé la ley sustancial (art. 489 C.S.T.)
para interrumpir la prescripción. Sin embargo, existen opiniones
divergentes, en el sentido de que no es viable una extrapolación de dicha
norma, a efecto de regular una cuestión esencial en la institución de la
conciliación que corresponde al legislador.

"- La indeterminación normativa sobre las materias antes mencionadas ha


conducido a que no exista certeza para los operadores jurídicos en cuanto a
los asuntos que están excluidos de la conciliación prejudicial, la
compatibilidad o incompatibilidad entre vía gubernativa y conciliación, la
interrupción o no de la prescripción por la presentación de la petición de
conciliación, todo lo cual da lugar a la aplicación de criterios disimiles que
hacen en extremo difícil la labor de los conciliadores y que inciden en la
garantía del acceso a la justicia.

"- El acceso efectivo a la justicia no puede asegurarse sobre la base de reglas


inciertas acerca de si en un momento dado es procedente o no agotar la
conciliación como requisito de procedibilidad y que están libradas al criterio
discrecional de los conciliadores y jueces, quedando las personas que
demandan justicia sujetas a la incertidumbre de si sus derechos sustanciales
se harán efectivos como lo manda el art. 2 de la Constitución.

"Por último, no contempla la normatividad examinada un término prefijo


prudencial dentro del cual deba agotarse la conciliación, ni este puede
inferirse de la misma, razón por la cual el acceso a la tutela judicial efectiva
queda en suspenso, en la incertidumbre, al arbitrio de la voluntad de los
conciliadores y a las maniobras dilatorias de la parte no interesada en buscar
el arreglo amistoso del conflicto por la vía de la conciliación. En opinión de
la Corte el establecimiento de dicho término es vital, porque la conciliación
prejudicial no puede tornarse en una etapa indefinida que frustre el oportuno
acceso a la justicia, que igualmente es anejo al principio de la seguridad
jurídica.

71
"Por las razones anteriores, la norma del art. 68 será declarada
inexequible"(Sentencia C-160 de 199) (Subrayas por fuera del original)

Las consideraciones anteriores conducen indefectiblemente a sostener que la conciliación


extrajudicial laboral obligatoria no es, jurídicamente considerada, una institución extraña al
ordenamiento constitucional y que por tanto, la Sentencia C-893 de 2001 se pronunció en
contravía de dicha jurisprudencia.

Adicionalmente, la Sentencia C-893 de 2001 sostuvo que "no obstante la plausible


intención con la cual fueron adoptadas las disposiciones cuya inexequibilidad se declara
en esta providencia, los notorios defectos estructurales que se advierten en la Ley 640 de
2000 en el diseño de la conciliación para asuntos laborales hacen pensar que aún
subsisten las causas que llevaron a la Corte en la Sentencia C-160 de 1999 a retirar del
ordenamiento legal las normas de la Ley 446 de 1998, que establecían la conciliación
como requisito de procedibilidad."

Y además dijo: "En este pronunciamiento la Corte no pretende desconocer la necesidad


planteada en la sentencia de marras en el sentido de que existan unas condiciones
materiales mínimas para la implementación de la conciliación como mecanismo alternativo
de solución de conflictos, siempre y cuando en el diseño de esta herramienta el legislador
además tenga presente las características constitucionales que le atribuye el artículo 116 de
la Carta Política, cuyo sentido y alcance han sido analizados extensamente en esta
providencia."

Quienes salvamos el voto consideramos que, si bien la Sentencia C-893/01 no consideró


necesario abordar el estudio de las condiciones mínimas materiales para la implementación
de la conciliación laboral como requisito de procedibilidad, este análisis se imponía como
necesario, ya que fue uno de los condicionamientos impuestos por la Corte en la Sentencia
C-160 de 1999.

En efecto, como en la sentencia pasada la Corte consideró que la inexequibilidad de la


figura conciliatoria no se derivaba de su naturaleza jurídica sino de ciertas deficiencias
conceptuales y materiales en su estructura, bastaba con verificar el cumplimiento de las
mismas por parte de la nueva normatividad, para darle vía libre a la institución.

La ponencia original incluía el estudio que a continuación se relaciona.

La Sentencia C-160 de 1999 determinó que la exequibilidad de la conciliación extrajudicial


laboral dependía del cumplimiento de ciertas exigencias. Pues bien, a juicio de quienes
salvamos el voto, la Ley 640 de 2001 llenó satisfactoriamente los vacíos alertados por la

72
Sentencia C-160 y, en consecuencia, la reciente normatividad cumplía con los requisitos
que la hacían acorde con la Constitución Política.

* Especificación concreta de los conflictos susceptibles de ser conciliados, y cuáles por


exclusión naturalmente no admiten el trámite de la conciliación;

La Ley 640, en su artículo 19, establece cuáles son las materias susceptibles de
conciliación, a saber: "[s]e podrán conciliar todas las materias que sean susceptibles de
transacción, desistimiento y conciliación..."

Del mismo modo, la Ley 640 aclara en su artículo 39 que la conciliación extrajudicial
laboral opera para los asuntos que se tramiten mediante procedimiento ordinario,
descartando con ello todos los demás, incluidos el proceso ejecutivo y el de fuero sindical,
asunto que preocupó especialmente a la Corte en la citada Sentencia C-160/99 y que, con la
expedición de esta norma, ha quedado claro.

* Que se defina, tratándose de conflictos que involucran a la Nación o a entidades


públicas descentralizadas o instituciones o entidades de derecho social si, además, del
agotamiento de la vía gubernativa se requiere agotar la conciliación, o si ésta sustituye
el procedimiento no relativo a dicho agotamiento;

El inciso segundo del mismo artículo 39 recogía la apreciación contenida en la Sentencia C-


160/99 al determinar con claridad que "[l]a conciliación extrajudicial en derecho como
requisito de procedibilidad suplirá la vía gubernativa cuando la ley la exija", por lo que éste
requisito también se entendía cumplido.

La disposición en comento se expidió entonces en expreso cumplimiento de las


apreciaciones consignadas en la Sentencia C-160/99, por lo que no se entiende que en la
Sentencia de la cual nos apartamos, se haya dicho que esta decisión "no se encuentra acorde
con el espíritu general de la conciliación".

* Establecimiento de que la petición de conciliación interrumpe la prescripción de la


acción;

En relación con este reparo, hecho en la Sentencia C-160 de 1999, la Ley 640 de 2001 en su
artículo 21 dispuso expresamente:

"Artículo 21. Suspensión de la prescripción o de la caducidad. La


presentación de la solicitud de conciliación extrajudicial en derecho ante el
conciliador suspende el término de prescripción o de caducidad, según el

73
caso, hasta que se logre el acuerdo conciliatorio o hasta que el acta de
conciliación se haya registrado en los casos en que este trámite sea exigido
por la ley o hasta que se expidan las constancias a que se refiere el artículo
2° de la presente ley o hasta que se venza el término de tres (3) meses a que
se refiere el artículo anterior, lo que ocurra primero. Esta suspensión operará
por una sola vez y será improrrogable.

De lo anterior se entiende que el legislador cumplió con el requisito que, en esta materia, le
impuso el fallo de la Corte.

* Determinación de un tiempo preciso durante el cual se debe intentar la conciliación


expirado el cual, las partes tienen libertad para acceder a la jurisdicción laboral.

En relación con esta exigencia, debe anotarse que los artículos 20 y 35 de la Ley 640 de
2001 establecen en 3 meses el tiempo máximo durante el cual podrá intentarse la
conciliación, tiempo después del cual se entenderá cumplido el requisito y se permite acudir
a la vía jurisdiccional. Con ello se cumple el citado requisito, impuesto por la Corte en la
Sentencia C-160/99. El texto pertinente de los artículos mencionados es el siguiente:

"Artículo 20. Audiencia de conciliación extrajudicial en derecho. Si de


conformidad con la ley el asunto es conciliable, la audiencia de conciliación
extrajudicial en derecho deberá intentarse en el menor tiempo posible y, en
todo caso, tendrá que surtirse dentro de los tres (3) meses siguientes a la
presentación de la solicitud. Las partes por mutuo acuerdo podrán prolongar
este término."

"Artículo 35. Requisito de procedibilidad….

"(…)

"El requisito de procedibilidad se entenderá cumplido cuando se efectúe la


audiencia de conciliación sin que se logre el acuerdo, o cuando vencido el
término previsto en el inciso 1° del artículo 20 de esta ley la audiencia no se
hubiere celebrado por cualquier causa; en este último evento se podrá acudir
directamente a la jurisdicción con la sola presentación de la solicitud de
conciliación.

74
"Con todo, podrá acudirse directamente a la jurisdicción cuando bajo la
gravedad del juramento, que se entenderá prestado con la presentación de la
demanda, se manifieste que se ignora el domicilio, el lugar de habitación y
el lugar de trabajo del demandado, o que este se encuentra ausente y no se
conoce su paradero.

"Cuando en el proceso de que se trate, y se quiera solicitar el decreto y la


práctica de medidas cautelares, se podrá acudir directamente a la
jurisdicción. De lo contrario, tendrá que intentarse la conciliación
extrajudicial en derecho como requisito de procedibilidad, de conformidad
con lo previsto en la presente ley"

* Necesidad de los medios materiales y personales suficientes para atender las


peticiones de conciliación que se presentan por quienes están interesados en poner fin
a un conflicto laboral;

A partir de la expedición de la Ley 446 de 1998, y con fundamento en la decisión de la


Corte Constitucional (Sentencia C-160 de 1999), el Estado Colombiano ha venido dictando
numerosas disposiciones tendentes a consolidar un sistema efectivo de solución alterna de
conflictos. Las normas que a continuación se comentan, muestran un panorama renovado
en la materia, que daba pie para considerar la exequibilidad de la norma demandada, en
cumplimiento del último de los requisitos impuestos por la Corte.

1) El Decreto 1818 de 1998, "por medio del cual se expide el Estatuto de los mecanismos
alternativos de solución de conflictos", constituye el primer intento de compilar las normas
aplicables a la conciliación, al arbitraje, a la amigable composición y a la conciliación en
equidad, vigentes hasta la Ley 446 de 1998.

2) Por el Decreto 1128 de 1999, el Presidente de la República procedió a efectuar la


reestructuración del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, concediéndole en el artículo
19 a las Direcciones Territoriales del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, la función
de "participar en el proceso de conciliación administrativa laboral en los conflictos
individuales y colectivos de trabajo."(num. 7). A su vez, en el artículo 17, el Decreto le
confirió a la Unidad Especial de Inspección, Vigilancia y Control del Trabajo, dependencia
con autonomía administrativa, técnica y financiera, la función de "coordinar y vigilar la
asistencia de los trabajadores que así lo requieran, en los casos de conflictos individuales".

75
3) Por medio del Decreto 1169 de 1999, el Gobierno Nacional, en ejercicio de las
facultades extraordinarias concedidas por el artículo 120 de la Ley 489 de 1998, procedió a
reestructurar el Ministerio de Justicia y del Derecho. Con fundamento en esta disposición,
el Gobierno confirió a la Dirección de Acceso a la Justicia y Fomento a los Medios
Alternativos de Solución de Conflictos la función, entre otras, de "elaborar iniciativas para
promover el desarrollo de sistemas de justicia comunitaria de carácter autocompositivo y
heterocompositivo, y en general, de mecanismos alternativos de solución de conflictos.".

En el mismo sentido, la Dirección tenía el encargo de "diseñar programas de


fortalecimiento, promoción, divulgación y seguimiento y control de la jurisdicción de paz,
la conciliación, el arbitraje y otros instrumentos de solución extrajudicial de conflictos" y
"organizar, promover y evaluar los programas, procedimientos y centros de conciliación,
arbitramento y amigable composición".

4) Mediante Decreto 1890 de 1999, el Gobierno procedió a dictar nuevas disposiciones en


torno a la reorganización del Ministerio de Justicia, gracias a lo cual complementó en
puntos específicos las funciones de la Dirección de Acceso a la Justicia y Fomento a los
Medios Alternativos de Solución de Conflictos, así: se le concedió a la Dirección la
facultad de autorizar, de acuerdo con lo previsto en la ley, la creación y constitución de los
centros de conciliación y arbitraje, así como las tarifas por los servicios que prestan los
mismos (num. 9º art. 14)

Finalmente, el Gobierno Nacional reconoció la necesidad de reestructurar la organización


interna del Ministerio de Justicia y del Derecho con el fin de crear las condiciones
necesarias para que esta institución enfrentara definitivamente la función de promover la
solución alternativa de los conflictos jurídicos. En desarrollo de esta nueva perspectiva, el
Gobierno, con fundamento en el numeral 16 del artículo 189 de la Constitución, dictó el
Decreto 2618 de 2000. La norma fue expedida con el propósito de "de cumplir
eficientemente con la labor de acceso a los mecanismos alternos de solución de conflictos y
la reglamentación, creación y vigilancia de los centros de conciliación". Para su expedición,
el decreto tuvo en cuenta que "el Ministerio de Justicia y del Derecho, requiere una mayor e
inmediata atención a las futuras demandas del servicio y por ello se identifica la necesidad
de particularizar en la atención del servicio que debe prestar el Ministerio con relación a los
Centros de Conciliación y Arbitraje".

El Ministerio dividió sus funciones entre las asignadas a la Dirección de Acceso a la


Justicia y Fomento a los Medios Alternativos de Solución de Conflictos y las asignadas a la
Dirección de Centros de Conciliación, Arbitraje y Amigable Composición.

76
Estas dos dependencias se repartieron las funciones en materia de mecanismos alternos de
solución de conflicto, entre las cuales vale la pena destacar las siguientes:

"Artículo 2°. Funciones de la la Dirección de Acceso a la Justicia y Fomento


a los Medios Alternativos de Solución de Conflictos

1. Preparar propuestas de políticas de Justicia no Formal en coordinación


con los planes y programas de Justicia Formal y con observancia de las
políticas integrales de Estado en materia de Justicia.

2. Elaborar iniciativas para promover el desarrollo de sistemas de justicia


comunitaria de carácter autocompositivo y heterocompositivo, y en general,
de mecanismos alternativos de solución de conflictos.

(…)

4. Diseñar estrategias para fomentar la creación, apoyar el funcionamiento,


promocionar el servicio y hacer la evaluación y el seguimiento de la
jurisdicción de paz, la conciliación en equidad y los demás mecanismos de
solución extrajudicial de conflictos.

5. Diseñar los programas de capacitación a los encargados de la aplicación


en medios alternativos de solución de conflictos y definir estrategias para
que estos tengan la cobertura y la calidad requerida.

6. Diseñar y ejecutar, en coordinación con las entidades y organizaciones


que desarrollan actividades afines, los programas de promoción, divulgación
y capacitación a la comunidad, preparándola para aprovechar integralmente
los mecanismos alternativos de solución de conflictos.

(…)

9. Controlar y evaluar el cumplimiento de los objetivos, planes y programas


de promoción a los mecanismos para la solución de conflictos.

"Art. 3º Dirección de Centros de Conciliación, Arbitraje y Amigable


Composición. Son funciones de la Dirección de Centros de Conciliación,
Arbitraje y Amigable Composición, las siguientes:

77
1. Preparar propuestas de políticas de conciliación, arbitraje y amigable
composición, en coordinación con los planes y programas de los otros
medios alternativos de solución de conflictos, de la justicia formal y con
observancia de las políticas integrales de Estado en materia de justicia.

2. Establecer las normas y metodologías para la creación, puesta en


funcionamiento y sostenibilidad de los centros de conciliación, arbitraje y
amigable composición.

3. Diseñar estrategias para fomentar la creación de centros de conciliación,


arbitraje y amigable composición.

4. Expedir la autorización para la creación y puesta en funcionamiento de los


centros de conciliación, arbitraje y amigable composición.

5. Proponer programas y estrategias de capacitación en materia de


conciliación, dar aval previo a las organizaciones que lo soliciten y hacer
seguimiento a la actualización teórica y práctica de los conciliadores.

6. Aprobar los reglamentos que presenten los centros de conciliación y


arbitraje de conformidad con los parámetros señalados por el Gobierno
Nacional.

7. Procesar la información recibida de los centros de conciliación y arbitraje


en los meses de enero y junio, o cuando la dirección se lo solicite, y llevar
las estadísticas correspondientes.

(…)

10. Apoyar y asistir a los centros de conciliación establecidos en el país en


su organización, administración, cumplimiento y aplicación de las normas y
procedimientos adoptados.

11. Designar los centros de arbitraje que deben conocer de las controversias
contractuales previo rechazo del centro de conciliación designado por las
partes.

12. Hacer control y seguimiento al funcionamiento y servicio de los centros


de conciliación, arbitraje y amigable composición y determinar y aplicar los

78
incentivos y sanciones de acuerdo con el cumplimiento de los indicadores de
gestión previamente establecidos.

13. Practicar visitas de inspección a los centros de conciliación, con el fin de


adoptar oportunamente, según lo aconsejen las circunstancias particulares
del caso, medidas en defensa de los intereses de los usuarios del servicio.

(…)

15. Las demás funciones que le sean asignadas conforme a su naturaleza."

5) La Ley 497 de 1999 creó la llamada jurisdicción de paz. Esta jurisdicción, diseñada para
lograr la solución integral y pacífica de los conflictos comunitarios o particulares, concedió
a los jueces de paz la competencia para conocer "de los conflictos que las personas o la
comunidad, en forma voluntaria y de común acuerdo, sometan a su conocimiento, que
versen sobre asuntos susceptibles de transacción, conciliación o desistimiento y que no sean
sujetos a solemnidades de acuerdo con la ley, en cuantía no superior a los cien (100)
salarios mínimos legales mensuales vigentes". (Art. 9º). Los asuntos sometidos al
conocimiento de los jueces de paz deben agotar un procedimiento compuesto por dos
etapas: una de conciliación y otra de sentencia o resolutiva (art. 22). La necesidad de agotar
la primera de las etapas del juicio garantiza que, a lo sumo, en los asuntos puestos a
consideración de los jueces de paz, se acudirá a este mecanismo como solución alterna de
justicia, lo cual constituye un factor de expansión en el uso del mismo.

6) Por disposición del Decreto 1477 de 2000 se creó en Colombia el Plan Nacional de
Casas de Justicia, que tiene por objeto "facilitar a la comunidad el acceso a la justicia,
prioritariamente en las zonas marginales, en las cabeceras municipales y en centros
poblados de los corregimientos de más 2.500 habitantes" (art. 1º). Los objetivos de las
Casas de Justicia son, entre otros, el de crear espacios para ampliar la cobertura de la
administración de justicia, involucrar a la comunidad en la resolución formal y no formal
de los conflictos e implementar metodologías para el uso y la difusión de los mecanismos
alternativos de solución de conflictos.

Ahora bien, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 4º del mencionado decreto, las casas
de justicia ofrecen los servicios de mecanismos alternativos de solución de conflictos,
incluida la conciliación, ya que los centros de conciliación tienen participación activa en
aquellas (art. 5º ibídem). El Ministerio de Justicia y del Derecho tiene además la función

79
especial de promover la participación de los conciliadores en equidad y de los jueces de paz
en estas casas (art. 7º-4 ibídem)

7) Finalmente, al modificar el Decreto 196 de 1971 en su artículo 30, la Ley 583 de 2000
dispuso que los consultorios jurídicos de las facultades de derecho podrán disponer que sus
estudiantes litiguen en causa ajena, actuando como abogados de pobres "4. En los procesos
laborales, en que la cuantía de la pretensión no exceda de 20 salarios mínimos legales
mensuales vigentes y en las diligencias administrativas de conciliación en materia laboral".
Esta posibilidad de litigio en materia laboral, con un mínimo que determina la cuantía,
incluye por supuesto la posibilidad de representar al cliente del consultorio en las
audiencias de conciliación que podrán realizarse para solucionar su conflicto particular.

8) Lo anterior, claro está, sin contar con las innovaciones introducidas por la propia Ley
640 de 2001, en materia de conciliación extrajudicial. En la ponencia para primer debate
ante la Cámara de Representantes, los ponentes, h. Representante Germán Navas Talero y
Hernán Andrade Serrano hacen expresa mención de la Sentencia C-160 de 1999 en donde
la Corte declaró inexequible la conciliación como requisito de procedibilidad de la acción
laboral. Consciente de las falencias del primer intento por institucionalizar este proyecto,
contenido en la Ley 446 de 1998, el que fue sometido a debate en la Cámara tuvo en
consideración los siguientes puntos:

"Dentro de los inconvenientes planteados, merece especial mención el tema


de la oferta de conciliadores, que el proyecto busca asegurar de la mejor
manera. Así, como primera medida se amplía el rango de funcionarios
públicos habilitados para actuar como conciliadores, de forma tal que en
adelante podrá tramitarse la conciliación ante los inspectores de trabajo, los
defensores de familia, los comisarios de familia, los delegados regionales y
seccionales de la defensoría del pueblo, los agentes del Ministerio Público,
los jueces civiles o promiscuos municipales, los jueces de familia y los
personeros municipales. Pero si ello fuera poco, este rango de conciliadores
se ve ampliamente fortalecido al permitir que los notarios también puedan
actuar como conciliadores, lo cual no sólo se presenta en pro de la cantidad
sino de la calidad, legitimidad y cobertura del servicio.

Efectivamente, por disposición del artículo 28 de la Ley 640 de 2001, en materia laboral
adquirieron potestad conciliatoria, además de los centros de conciliación y los inspectores
de trabajo, los delegados regionales y seccionales de la Defensoría del Pueblo, los agentes
del Ministerio Público en materia laboral y los notarios. A falta de todos los anteriores en el

80
respectivo municipio –dice la norma-, esta conciliación podrá ser adelantada por los
personeros y por los jueces civiles o promiscuos municipales.

Adicionalmente, la ponencia extendió a los abogados titulados la posibilidad de actuar


como conciliadores. Las consideraciones que fueron tenidas en cuenta se expresaron del
siguiente modo:

"No obstante lo anterior, mediante una comparación juiciosa entre las cifras
estadísticas sobre el número de procesos que entran a la jurisdicción y el de
conciliadores, se ha concluido que la oferta que aportan los funcionarios
públicos puede resultar insuficiente a efecto de exigir la conciliación como
requisito de procedibilidad sin causar traumatismos en el acceso a la justicia.

"En tal virtud, además de los funcionarios conciliadores, se promoverá un


giro estructural en el manejo de los conflictos a través de la posibilidad de
que los abogados en ejercicio puedan actuar como mecanismos alternativos
de solución de conflictos, que los habilite para el ejercicio de tan importante
misión y bajo la égida de los centros de conciliación que, en adelante,
cambiarán su actual concepción para convertirse en la célula de un sistema
más amplio de solución de conflictos a través del mecanismo conciliatorio."
(Gaceta del Congreso No 451 de 2000. Pág. 17)

La norma a que hace referencia la cita anterior, es el artículo 7° de la Ley 640 de 2001 que
dispone:

"Artículo 7°. Conciliadores de centros de conciliación. Todos los abogados


en ejercicio que acrediten la capacitación en mecanismos alternativos de
solución de conflictos avalada por el Ministerio de Justicia y del Derecho,
que aprueben la evaluación administrada por el mismo Ministerio y que se
inscriban ante un centro de conciliación, podrán actuar como conciliadores.
Sin embargo, el Gobierno Nacional expedirá el Reglamento en el que se
exijan requisitos que permitan acreditar idoneidad y experiencia de los
conciliadores en el área en que vayan a actuar.

"Los abogados en ejercicio que se inscriban ante los centros de conciliación


estarán sujetos a su control y vigilancia y a las obligaciones que el
reglamento del centro les establezca.

"Parágrafo. La inscripción ante los centros de conciliación se renovará cada


dos años."

81
Además de lo anterior y consciente de la necesidad de otorgar un compás de espera que
permitiese consolidar el funcionamiento de la conciliación como requisito de
procedibilidad, la ponencia del proyecto agregó las siguientes consideraciones:

"Se ha considerado que la entrada en vigencia de la conciliación como


requisito de procedibilidad para acudir a la jurisdicción no puede ser
inmediata pues es un hecho que se requerirá de algún tiempo para poder
cumplir integralmente con las condiciones que hagan del nuevo sistema
propuesto, un éxito. Por ello, se propondrá que la entrada en vigencia de
estas normas se haga de manera gradual atendiendo a un índice que permita
contar con la cantidad de conciliadores capacitados suficiente para atender el
número de procesos en los que deberá cumplirse con el requisito.

"Índice para determinar la entrada en vigencia del requisito de


procedibilidad

"El índice mencionado se definió como un porcentaje del total de procesos


que por año entran a la rama jurisdiccional por cada una de las materias
aludidas, atendiendo a una determinada carga laboral que se busca mantener
para los funcionarios y demás personas que serán conciliadores, de acuerdo
con lo establecido por el Proyecto de Ley 148 de 1999."

Esta consideración, expuesta en el seno de la cámara legislativa, condujo a que en el texto


definitivo de la Ley 640 de 2001 se incluyera un artículo referido a la aplicación gradual de
esta institución que, a la letra, prescribe:

"Artículo 42. Artículo transitorio. Las normas previstas en el presente


capítulo entrarán en vigencia gradualmente, atendiendo al número de
conciliadores existentes en cada distrito judicial para cada área de
jurisdicción.

"En consecuencia, con base en el último reporte anualizado disponible


expedido por el Consejo Superior de la Judicatura sobre número de procesos
ingresados a las jurisdicciones civil, laboral, de familia y contencioso
administrativa, independientemente, el Ministerio de Justicia y del Derecho
determinará la entrada en vigencia del requisito de procedibilidad para cada
Distrito Judicial y para cada área de la jurisdicción una vez aquel cuente con
un número de conciliadores equivalente a por lo menos el dos por ciento
(2%) del número total de procesos anuales que por área entren a cada
Distrito.

82
"Parágrafo. Para la determinación del índice de que trata este artículo, no se
tendrá en cuenta el número de estudiantes que actúen como conciliadores en
los centros de conciliación de los consultorios jurídicos de facultades de
derecho".

El sentido de la norma indica que la exigencia de la conciliación extrajudicial en materia


laboral no se aplicaría de manera automática cuando se cumpliera el término de entrada en
vigencia de la Ley 640, que según el artículo 50 de la misma es de un año contado a partir
de su publicación, sino que se haría en forma progresiva, según lo determinara la
verificación hecha el Consejo Superior de la Judicatura, relacionada con el número de
procesos que ingresan a las jurisdicciones correspondientes y el número de conciliadores
disponibles.

Con esta medida se buscaba precaver el desequilibrio entre oferta y demanda de medios
conciliatorios que fue temido por la Corte en la Sentencia C-160/99, y que justificó en su
momento la declaratoria de inexequibilidad de ese mecanismo jurídico.

La medida garantizaba entonces que la conciliación como requisito de procedibilidad


laboral, sólo sería obligatoria cuando se contara con una cantidad mínima de conciliadores,
que había sido calculada por la Ley como equivalente al 2% del número total de procesos
que por área ingresan a cada distrito judicial, con el fin de que, según las proyecciones, a
cada conciliador corresponda realizar, en promedio, cuatro (4) conciliaciones por mes
(cálculo previsto en la ponencia para primer debate en Cámara, Gaceta del congreso N° 451
de 2000, pág 19)

Debe tenerse en cuenta además que esta implantación del sistema se podía hacer de manera
sectorizada, es decir, según que cada distrito judicial hubiera alcanzado el porcentaje de
conciliadores requerido por la Ley.

Al respecto, es pertinente señalar que el representante del Ministerio de Justicia y del


Derecho en el proceso de la referencia, el Dr. José Camilo Guzmán Santos, remitió a la
Corte Constitucional, mediante oficio 0900-DOJ, un detallado informe en el que incluyó las
estadísticas y datos de la situación de la conciliación en el país, del cual se desprende
importante información que permitió evaluar, en su momento, la cobertura de la institución
en relación con la demanda de conciliación en materia laboral y en las demás
jurisdicciones.

A dicho informe se hizo amplia referencia en la ponencia que fue derrotada en Sala Plena,
porque, a juicio del magistrado sustanciador, las cifras en él contenidas demostraban

83
claramente que la infraestructura que se encontraba a la base del sistema de conciliación,
podía soportar plenamente el funcionamiento de dicha institución.

El documento ilustra, en un total de 10 tablas comentadas, las cifras que maneja el


Ministerio de Justicia en relación con los recursos que cuenta el Estado para asumir la carga
de conciliaciones demandadas por los ciudadanos.

En primer lugar, el análisis incluye el número de los centros de conciliación existentes en el


país, discriminados por distritos judiciales. Las cifras arrojan un total de 145 centros, con
sede en las principales ciudades del distrito judicial respectivo.

A los centros se adicionan las cifras de los funcionarios públicos facultados por la ley para
actuar como conciliadores. Las cifras finales en este aspecto señalan que en el país hay un
total de 2.616 funcionarios, entre inspectores de trabajo, delegados regionales y seccionales
de la Defensoría del Pueblo, agentes del Ministerio Público, notarios y jueces civiles,
promiscuos municipales y personeros, habilitados para llevar a cabo audiencias de
conciliación en los 31 distritos judiciales en que está distribuido el territorio nacional. Ello,
sin contar con los comisarios de familia, cuyas cifras no fueron aportadas por el Ministerio,
pero que también están investidos con potestad conciliatoria. Los totales relacionados por el
Ministerio de Justicia y del Derecho, provienen de información oficial suministrada por el
ICBF, la Procuraduría General de la nación, la Defensoría del Pueblo, la Superintendencia
de Notariado y Registro, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y el propio Consejo
Superior de la Judicatura.

El oficio también registra una proyección por distrito judicial, del número de abogados
litigantes que será necesario capacitar, con el fin de que, sumados a los funcionarios
públicos con potestad conciliadora, la cifra de conciliadores equivalente al 2% del total de
los procesos que ingresan a los distritos judiciales, pueda ser alcanzada. Así, por ejemplo,
las tablas entregadas por el Ministerio dan cuenta de que en el Distrito Judicial de Bogotá,
es necesario capacitar a por lo menos 1.300 abogados con el fin de que, sumados a los 217
funcionarios facultados para conciliar, se alcance la cifra de 1.517 conciliadores, necesarios
para absorber la demanda ciudadana en la materia. En la ciudad de Medellín, la cifra de
abogados es de 550, que deberán sumarse al grupo de los 671 funcionarios facultados, con
el fin de llegar al 2% exigido por la Ley 640. El cálculo entregado por el Ministerio,
incluye, como se dijo, cada uno de los 31 Distritos Judiciales.

Adicionalmente, como el programa de capacitación de conciliadores es la base sobre la cual


se estructura el sistema de conciliación diseñado por la Ley 617, el Ministerio aporta las
cifras de las facultades de derecho y de los centros de conciliación autorizados hasta la

84
fecha por el mismo ministerio para dictar los cursos de capacitación a las personas que
deseen fungir como conciliadores, y a los funcionarios judiciales que deberán hacerlo por
mandato legal. El total de facultades de derecho que podrán realizar los programas de
capacitación es de 105, a las cuales se suman los 145 centros de conciliación autorizados
por el Gobierno para preparar conciliadores.

Las etapas en la estrategia de capacitación de este gran total de conciliadores, también


fueron descritas en el informe que presentó el Ministerio de Justicia a la Corte
Constitucional. El programa está estructurado en tres fases de capacitación, cada cual
correspondiente a uno los tres grupos en que se dividieron los distritos judiciales del país,
según el volumen de procesos tramitados. Así, por ejemplo, la primera fase estará destinada
a educar en técnicas de conciliación, a los funcionarios de los Distritos de Bogotá, Cali,
Medellín, Bucaramanga, Barranquilla e Ibagué, por ser éstos los distritos que registran el
mayor ingreso de procesos judiciales, calculado en el 52% del total nacional. Las dos etapas
restantes cubrirán los demás distritos judiciales del país.

Además de haber sido dividido en tres fases, el procedimiento de preparación de


conciliadores, incluye una estrategia dirigida tanto a los abogados como a los funcionarios,
que se realizará mediante foros y/o seminarios y mediante la escogencia de una entidad que
se encargue de dictar los cursos correspondientes, con docentes calificados.

Finalmente, el oficio remitido por el Ministerio recoge los resultados finales de los cálculos
hechos sobre el número total de conciliadores que será necesario capacitar en cada distrito
judicial, a fin de que se cumpla la cifra equivalente al 2% previsto por la Ley, extraída de la
proporción que debe lograrse entre conciliadores y número total de procesos ingresados a la
jurisdicción en los que se exija la conciliación como requisito de procedibilidad.

En este sentido, y a manera de ejemplo, el Ministerio estimó que con base en los reportes
del año 1999, en Bogotá era necesario preparar a por lo menos 1.517 conciliadores, entre
abogados y funcionarios, con el fin de absorber el volumen total de procesos que ingresaron
a la jurisdicción en ese año, el cual fue de 75.832. Ello, como quedó dicho, va encaminado
a que cada conciliador atienda en promedio un total de 4 conciliaciones por mes.

Por otro lado, valga resaltar que la conciliación extrajudicial obligatoria en materia laboral
no era una institución originaria del sistema jurídico colombiano. Otros países del mundo la
han aplicado con éxito considerable. Tal es el caso de Australia, donde el sistema funciona
hace más de 120 años. En dicho régimen, el Workplace Relations Act es el estatuto que
regula el procedimiento al cual deben acogerse empleadores y empleados para resolver sus
diferencias laborales previo a la presentación de su caso ante la jurisdicción.

85
En nuestro continente, el ejemplo más relevante es el argentino. Mediante la Ley 24.573 de
1995, la República de Argentina implementó el proceso conciliatorio como etapa previa a
la presentación de la demanda laboral que se encuentra a cargo del Servicio de Conciliación
Laboral Obligatorio (SECLO), administrado por el Ministerio de Justicia de ese país. El
artículo 1º de dicha normatividad prescribe, a la letra:

"Artículo 1º- Institúyese con carácter obligatorio la mediación previa a todo


juicio, la que se regirá por las disposiciones de la presente ley. Este
procedimiento promoverá la comunicación directa entre las partes para la
solución extrajudicial de la controversia. (…)"

La Ley 24.573 fue reglamentada a su vez por el Decreto 1021 de 1995, modificado por el
Decreto 477 de 1996.

De las consideraciones precedentes, los magistrados que disentimos de la posición


mayoritaria concluimos que, contrario a lo que ocurría con las disposiciones de la Ley 446
de 1998, la Ley 640 de 2001 fue cuidadosa en diseñar mecanismos adecuados para
implantar la conciliación como requisito prejudicial, evitando que tal medida restringiera u
obstaculizara el acceso de los ciudadanos al servicio de administración de justicia, pues ésta
figura es ya, en sí misma, un mecanismo de acceso a la administración de justicia.

En este sentido, consideramos que la infraestructura que había sido construida para poner
en marcha esta institución, hacía de la conciliación extrajudicial obligatoria una figura
jurídica razonada y justificada desde el punto de vista de la realidad social colombiana, lo
cual permitía afirmar que sus normas se ajustaban a la Carta Política.

En efecto, la necesidad con que cuenta todo sistema de administración de justicia de


optimizar los recursos y de garantizar una prestación efectiva, involucra la incorporación de
medidas que, como la presente, racionalicen la utilización del aparato de justicia, en aras de
mejorar la calidad de las decisiones y de aminorar la carga de trabajo de los servidores
públicos. En este sentido, la medida era necesaria, porque perseguía un fin concreto y era el
de la racionalización de los recursos de la administración de justicia para lograr su eficaz
funcionamiento. La institución tenía un objetivo legítimo, porque tendía hacia la
consecución de uno de los fines del Estado, cual era el de lograr la convivencia pacífica y la
vigencia de un orden justo, mediante la disminución de la tendencia litigiosa de los
asociados.

La medida también era útil porque gracias al requisito de la conciliación como etapa previa
a la demanda, se incrementaba el índice de procesos que podían ser resueltos de manera
prematura, sin la intervención del juez, lo cual favorecía el trabajo de dichos funcionarios

86
reduciendo su carga laboral y permitiéndole dedicar más tiempo a los casos que finalmente
han sido puestos a su consideración.

A lo anterior se suma lo ya dicho en torno a la vigencia de la medida, pues la Ley 640 de


2001 entraría a regir a partir del año 2002, lo cual concedía al Gobierno un amplio margen
de preparación para adecuar las instituciones a dicho mecanismo y otorgaba un periodo
razonable para que quienes tenían a su cargo el desarrollo de este plan, recibieran la
capacitación necesaria con el fin de ejecutarlo con eficiencia.

Lo anterior se afirma sin perjuicio de la aplicación gradual de la medida, tal como quedó
explicado precedentemente. En efecto, según quedó establecido y argumentado en Sala
Plena, es la propia ley la que establecía el índice del 2%, para determinar el momento en
que debía entrar a regir la medida. Ni el Ministerio de Justicia ni el Consejo Superior de la
Judicatura tenían la potestad de definir el momento de entrada en vigencia de la figura. Al
primero le correspondía ponerla en marcha cuando el segundo hubiera certificado que el
porcentaje requerido por la Ley había sido alcanzado, pero en últimas, no era su voluntad
sino la del legislador la que establecía el momento en que el que la conciliación se
convertiría en requisito para la presentación de la demanda laboral.

Por tanto, la gradualidad en la aplicación de la conciliación extrajudicial laboral obligatoria


era razonable, proporcional, acorde con los principios del Estado Social de Derecho -en
cuanto perseguía un orden justo mediante la pronta y cumplida administración de justicia
por medio de conciliadores- y, por ende, constitucional.

Visto lo anterior, los magistrados que salvamos el voto estimamos que el incremento de la
cobertura del sistema, su diseño -específicamente encaminado a absorber la demanda de las
audiencias de conciliación-, el esquema jurídico que delineaba las normas básicas a las que
debían ajustarse los conciliadores y, en general, la nueva perspectiva que el ordenamiento
jurídico le había dado a esta institución, hacían de la misma una institución que cumplía
con las garantías mínimas que debían tenerse en cuenta al erigir la conciliación como
requisito de procedibilidad judicial y permitían afirmar que dicha figura, no sólo se ajustaba
a los cánones constitucionales sino que prometía dotar de importantes herramientas a la
administración de justicia para optimizar el ejercicio de su función pública.

4. Libertad configurativa del legislador.

En apoyo de las consideraciones anteriores debe decirse que, en ejercicio de las funciones
constitucionales que le asignan el artículo 150 en sus numerales 1 y 2 de la Carta, el

87
Legislador cuenta con un amplio margen de libertad de configuración para diseñar la
estructura jurídica de las formas procesales, que sin embargo debe respetar los lineamientos
constitucionales que obligan a garantizar el derecho sustancial. Según se ha dicho
precedentemente, la conciliación constituye un mecanismo alternativo para la solución de
conflictos que, además, se lleva a cabo mediante la intervención de un conciliador que, a la
luz del artículo 116 constitucional, administra justicia en el caso particular. Estas
consideraciones hacen de la conciliación una verdadera forma de acceso a la administración
de justicia que, como tal, puede ser regulada ampliamente por el legislador, siempre y
cuando se respeten los límites constitucionales pertinentes. Entendida además como etapa
obligatoria en el trámite de acceso a la administración de justicia, nada impedía al
legislador ubicarla como diligencia previa a la demanda. La conciliación extrajudicial
obligatoria era un requisito de procedibilidad y, por ende, era materia del procedimiento
que es de libre configuración del legislador.

Sobre este particular la Corte Constitucional había dicho:

"Ahora bien, ¿Qué se entiende por formas propias de cada juicio? Pues son
las reglas –señaladas en la norma legal- que, de conformidad con la
naturaleza de cada juicio, determinan cada una de las etapas propias de un
proceso y que, a su vez, se constituyen en las garantías de defensa y
seguridad jurídica para los intervinientes en el respectivo litigio. Esas reglas,
como es lógico, deben ser establecidas única y exclusivamente por el
legislador, quien, consultando la justicia y el bien común, expide las pautas a
seguir –con fundamento en la cláusula general de competencia y,
generalmente, a través de códigos (art. 150-2 C.P.)- dentro de cada proceso
judicial. Es así como los procesos laborales, por ejemplo, contienen
procedimientos que difieren de lo dispuesto para los asuntos penales, o los
administrativos, o las controversias relativas al derecho de
familia".(Sentencia C-140 de 1995)

Adicionalmente, la Corte sostuvo en otra oportunidad:

"De manera pues, que de conformidad con lo preceptuado por el artículo


150-2 del Ordenamiento Constitucional, le corresponde al Congreso de la
República "Expedir los códigos en todos los ramos de la legislación y
reformar sus disposiciones", es decir, goza el Legislador, por mandato
constitucional, de amplia libertad para definir el procedimiento en los
procesos, actuaciones y acciones originadas en el derecho sustancial.

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"Por lo tanto, como lo tiene establecido la doctrina constitucional, el órgano
legislativo tiene una importante "libertad de configuración legislativa", que
le permite desarrollar plenamente su función constitucional y, en ese orden
de ideas, le corresponde evaluar y definir las etapas, características, términos
y demás elementos que integran cada procedimiento judicial". (Sentencia C-
927 de 2000)

5. Conclusión.

Consideramos que las expresiones demandadas de los artículos 23, 28, 30 (excepto el inciso
final), 35 y 39 han debido ser declaradas constitucionales por las razones antes expuestas.

Ello, por cuanto que la conciliación extrajudicial laboral como requisito de procedibilidad
se ajustaba a los artículos 116 y 229 de la Constitución.

Al declararse la inconstitucionalidad de esta conciliación se ha perdido una oportunidad no


sólo para hacer mas fácil el acceso a la administración de justicia en materia laboral, sino
para resolver mediante la conciliación gran número de controversias.

La conciliación extrajudicial obligatoria en materia laboral hubiera logrado descongestionar


en gran parte la administración de justicia, se hubiera permitido ir formando la cultura de la
conciliación con el rechazo del carácter adversarial y litigioso imperante en el medio
jurídico colombiano, y se hubiera contribuido al logro de la paz social y del orden justo
establecidos como valores en la Constitución de 1991.

En esta forma dejamos cumplido el deber de sustentar las razones de nuestro disentimiento.

Fecha ut supra

89
Marco Gerardo Monroy Cabra Jaime Córdoba Triviño

Rodrigo Escobar Gil Eduardo Montealegre Lynett

Aclaración de voto a la Sentencia C-893/01

CONCILIACION-Reducción del ámbito constitucional legítimo


(Aclaración de voto)

DERECHO LABORAL-Rasgos específicos/DERECHO LABORAL-


Protección de derechos del trabajador (Aclaración de voto)

Referencia: expediente D-3399

Acción pública de inconstitucionalidad


contra los artículos 12, 23, 28, 30, 35 y
39 (parciales) de la Ley 640 de 2001
"Por la cual se modifican normas
relativas a la conciliación y se dictan
otras disposiciones"

Actor: Andrés de
Zubiría Samper

Magistrada ponente:

Dra. CLARA INÉS


VARGAS
HERNÁNDEZ

Con el debido respeto, manifiesto que comparto la decisión de la Corte de declarar


inexequible la norma según la cual la conciliación es requisito de procedibilidad para

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acceder a la jurisdicción laboral contenida en el artículo 35 demandado. Sin embargo,
estimo necesario aclarar mi voto.

1. El artículo 35, uno de los demandados, establece que la conciliación extrajudicial en


derecho es requisito de procedibilidad para acudir ante diferentes jurisdicciones en él
enunciadas. Dentro de ellas se encuentra la jurisdicción laboral. En este proceso la Corte
tuvo que resolver si es compatible con la Constitución que se obligue a un trabajador a
agotar la etapa de conciliación extrajudicial en derecho antes de poder acudir a la
jurisdicción laboral. La Corte declaró inexequible este sentido normativo por diversas
razones, de las cuales sólo comparto algunas y por eso aclaro mi voto.

2. Las razones en que funda su decisión la Corte son de dos tipos. Las primeras son de tipo
general puesto que comprenden los mecanismos alternativos de resolución de conflictos y
la conciliación como uno de ellos. Mi voto en esta oportunidad no se funda en estas
razones. En ellas se exponen argumentos que reducen demasiado el ámbito constitucional
legítimo de la conciliación y de los mecanismos alternativos de acceso a la justicia. Esto
explica la nota de pie de página n° 25 en la cual se recuerda la opinión de Bentham al
respecto.

Las segundas razones son de tipo específico en la medida en que se concretan a analizar la
cuestión de si la conciliación puede ser un requisito extrajudicial obligatorio de
procedibilidad de las acciones laborales. Comparto las razones allí expuestas, con algunos
matices que no viene al caso mencionar, puesto que estimo que el derecho laboral tiene
unos rasgos específicos que se reconocen en la Constitución debido a la situación de
subordinación en la cual se encuentran los trabajadores lo cual representa un contexto en el
que los derechos constitucionales mencionados en la providencia merecen especial
protección del juez constitucional para evitar que la asimetría en la relación de poder entre
el empleador y el trabajador derive en menoscabo de los derechos de este último.

Fecha ut supra,

MANUEL JOSE CEPEDA ESPINOSA

Magistrado

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