Sentencia C 893 de 2001
Sentencia C 893 de 2001
Sentencia C 893 de 2001
En virtud del derecho constitucional del libre acceso a la jurisdicción, las personas tienen
derecho a ser parte en un proceso promoviendo la actividad jurisdiccional que
desemboque en una decisión judicial sobre las pretensiones que se le formulen. El artículo
229 Superior reconoce a todas las personas el derecho a obtener tutela judicial efectiva
por parte de los jueces y tribunales que integran la administración de justicia, garantía que
entraña la posibilidad de acudir libremente a la jurisdicción siendo parte en un proceso
promoviendo la actividad jurisdiccional que concluya con una decisión final motivada,
razonable y fundada en el sistema de fuentes. También implica obviamente la existencia de
pretensiones legítimas en cabeza de quienes accionan el aparato de la justicia.
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ADMINISTRACION DE JUSTICIA POR AUTORIDAD
ADMINISTRATIVA-Función excepcional
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MECANISMOS ALTERNATIVOS DE RESOLUCIÓN DE
CONFLICTOS-No imposición unilateral por el
Estado/ADMINISTRACION DE JUSTICIA-Problemas estructurales
SISTEMA JUDICIAL-Eficiencia/JUSTICIA-Alcance
CONCILIACION-Objeto
CONCILIACION-Origen
3
CONCILIACION EN MATERIA LABORAL-Voluntariedad
CONCILIACION-Voluntariedad
Por mandato del artículo 116 Superior la conciliación tiene un carácter esencialmente
voluntario, porque son las partes las que, en cada caso en concreto, seleccionan en forma
espontánea al particular que habrá de hacer las veces de conciliador, lo cual impide que,
desde este punto de vista, se establezca una suerte de permanencia en el ejercicio de dicha
función.
4
MECANISMOS ALTERNATIVOS DE RESOLUCIÓN DE
CONFLICTOS-Reserva de ley
Debe reiterarse que el amparo concedido por la Constitución al derecho de las partes de
habilitar a los conciliadores y a los árbitros, es de rango constitucional y, en consecuencia,
tal potestad debe ser respetada, incluso por la Ley que defina los lineamientos generales
para su ejercicio. De este modo, no obstante la regulación legal que se expida para definir
la forma y el modo de la habilitación no puede disminuir, en manera alguna, la libertad de
habilitación o escogencia de los individuos, frente al conciliador que consideran más apto
para adelantar la audiencia.
La Corte no encuentra válida la razón por la que el legislador quiso hacer obligatoria la
incorporación de una cláusula para escoger conciliadores únicamente en los casos en que
la convención colectiva o el laudo arbitral beneficie a más de trescientos trabajadores,
toda vez que la cantidad de potenciales beneficiarios no es un motivo que justifique
objetivamente la exclusión para otros trabajadores de la posibilidad de acceder a un
acuerdo conciliatorio a bajo costo y ante personas que pueden inspirar confianza a la
partes.
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Referencia: expediente D-3399
Magistrada Ponente:
I. ANTECEDENTES
Debe precisarse que según determinación adoptada por la Sala Plena de esta Corporación,
la presente sentencia se aprobó con fundamento en un nuevo proyecto redactado por la
6
suscrita Magistrada Sustanciadora, debido a que en el proceso de la referencia se configuró
la situación descrita en el artículo 34 del Reglamento Interno de la Corte Constitucional. No
obstante, se conservan algunos de los apartes de la ponencia original presentada por el
Magistrado Marco Gerardo Monroy Cabra.
Cumplidos los trámites constitucionales y legales propios de esta clase de juicios y oído el
concepto del Procurador General de la Nación, procede la Corte a decidir de fondo la
demanda de la referencia.
(enero 5)
"(…)
7
Ministerio Público asignados a esta jurisdicción y ante los conciliadores de
los centros de conciliación autorizados para conciliar en esta materia.
"(…)
"CAPITULO VII
"CAPITULO X
"Requisito de procedibilidad
8
"Artículo 35. Requisito de procedibilidad. En los asuntos susceptibles de
conciliación, la conciliación extrajudicial en derecho es requisito de
procedibilidad para acudir ante las jurisdicciones civil, contencioso
administrativa, laboral y de familia, de conformidad con lo previsto en la
presente ley para cada una de estas áreas.
9
"Artículo 39. Requisito de procedibilidad en asuntos laborales. Si la
materia de que se trate es conciliable, la conciliación extrajudicial en
derecho deberá intentarse antes de acudir a la jurisdicción laboral en los
asuntos que se tramiten por el procedimiento ordinario.
III. LA DEMANDA
Finalmente en parecer del demandante las normas censuradas de la Ley 640 de 2001
quebrantan el principio de la cosa juzgada constitucional, por cuanto reproducen el
contenido material de dos normas de la Ley 446 de 1998, que fueron declaradas
inexequibles por la Corte Constitucional y según las cuales, la conciliación se imponía
como requisito de procedibilidad para acudir ante la jurisdicción laboral.
IV. INTERVENCIONES
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Según la interviniente, con la expedición de las normas demandadas el legislador
desconoció los criterios sentados por la Corte Constitucional en la Sentencia C-160 de
1999, por virtud de la cual se declaró la inexequibilidad de otras normas que establecían la
conciliación como requisito de procedibilidad en materia laboral, pues dicha providencia
afirma que no podrá acudirse a la conciliación como etapa previa obligatoria mientras no
estén dadas las condiciones materiales y personales para garantizar un acceso efectivo a la
administración de justicia, y la interviniente señala que la infraestructura real de la
conciliación en Colombia no es aún la adecuada para asumir esta responsabilidad.
El representante del Ministerio manifiesta que, por un lado, el aparte demandado del
artículo 12 de la Ley 640/01 no tiene conexión con el primer cargo de la demanda, relativo
a la transitoriedad de la atribución constitucional de administrar justicia. En efecto, el
interviniente sostiene que la orden impartida al Gobierno por el artículo 12 para que
reglamente los centros de conciliación de lo contencioso administrativo, no concede per se
una atribución permanente para administrar justicia, pues los que concilian son los
conciliadores, no los centros de conciliación, unidades dispuestos apenas para servir de
apoyo logístico a las audiencias. Adicionalmente -sostiene-, la norma constituye en ejemplo
del ejercicio legítimo de la facultad configurativa del legislador y en nada quebranta los
cánones constitucionales invocados.
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inciertos y discutibles. Lo que la norma exige es el agotamiento de una etapa pre-procesal
que busca el acercamiento de las partes en conflicto, mas no exige que el acuerdo se realice.
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voluntad. Así, gracias a este sistema, se efectivizan los principios de la administración de
justicia consagrados en la Constitución Política.
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concesión permanente de administrar justicia por parte de los artículos 12, 23 y 28 de la
Ley 640 de 2001.
Por otra parte, no encuentra la Vista Fiscal que se haya quebrantado el principio de la cosa
juzgada constitucional visto que la declaración de inexequibilidad hecha en la Sentencia C-
160 de 1999, se adoptó con base en las dificultades operativas y normativas con que se
enfrentaban las autoridades del Estado para aplicar las normas que establecieron la
conciliación como requisito de procedibilidad de la acción laboral. Como el contenido
normativo de los preceptos que regulan la conciliación en la Ley 640/01, son diferentes a
los que fueron retirados del ordenamiento jurídico mediante la Sentencia C-160/99, no
puede decirse que, respecto de ellos, hayan operado los efectos de la cosa juzgada. Más
aún, dice, la Corte reconoció al final de la providencia que la conciliación laboral
prejudicial no era por sí misma contraria a la Carta Política.
Para el Procurador, "la obligatoriedad del uso del mecanismo alternativo de la conciliación
en asuntos laborales como lo disponen las normas acusadas no entraba este derecho
fundamental; por el contrario, lo privilegia, en la medida que descongestiona el aparato
judicial del Estado en procura de una pronta y cumplida justicia como lo exige la Carta
Política, para aquellos asuntos en los que la conciliación fracasó o no es procedente."
Finalmente, en relación con el artículo 30 de la Ley 640/01, la vista fiscal pide la inhibición
por parte de la Corte Constitucional por falta de nexo entre el contenido normativo de la
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norma y el cargo formulado en su contra, visto que la disposición en comento no impone la
conciliación como mecanismo obligatorio para resolver los conflictos laborales que
involucren a más de 300 trabajadores, cual es el reproche del demandante, sino que ordena,
en las convenciones colectivas o laudos arbitrales que beneficien a dicha cantidad, se
incluya un mecanismo para escoger uno o varios conciliadores a los cuales se puede acudir
en caso de controversia.
1. Competencia
De acuerdo con el numeral del artículo 241-4 de la Carta Política, la Corte Constitucional
es competente para resolver la demanda de la referencia, toda vez que las normas acusadas
hacen parte de una Ley de la República
2. Lo que se debate
La demanda que suscita la presente causa plantea los siguientes problemas jurídicos que
deben ser resueltos por esta Corporación a efecto de establecer la validez constitucional de
las disposiciones censuradas:
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Si es inconstitucional la norma que consagra la conciliación extrajudicial como
requisito de procedibilidad en asuntos laborales.
Antes de abordar el fondo del asunto es indispensable establecer si con relación a las
normas que en esta oportunidad se revisan ha operado el fenómeno de la cosa juzgada
constitucional previsto en el artículo 243 de la Carta, toda vez que para el actor tales
disposiciones reproducen el texto normativo de los artículos 68, 82, 85 y 87 de la Ley 446
de 1998, que fueron declarados inexequibles en la sentencia C-160 de 1999.
En particular, la norma de la Ley 446 de 1998 que establecía la conciliación como requisito
de procedibilidad fue declarada inexequible, porque en criterio de la Corporación al
momento del pronunciamiento no existían las condiciones materiales que aseguraran la
efectividad de esta determinación legal.
Por lo tanto, la Corte considera que no existe obstáculo que le impida proceder a examinar
de fondo la constitucionalidad de los artículos impugnados de la Ley 640 de 2000.
4. Incompetencia del Gobierno Nacional para reglamentar los requisitos de los centros
de conciliación en materia de lo contencioso administrativo
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autoriza al Ejecutivo para que dicte el reglamento que establezca los requisitos que deben
cumplir los centros de conciliación en este campo.
Ahora bien, en lo que hace referencia a la orden impartida al Ejecutivo para que proceda a
reglamentar los requisitos de los centros de conciliación en materia contencioso
administrativa, esta Corte considera que el artículo 12 bajo análisis es inconstitucional por
las razones que pasan a explicarse.
Conforme a lo dispuesto en el tercer inciso del artículo 116 de la Constitución Política, los
particulares pueden ser investidos transitoriamente de la función de administrar justicia en
la condición de conciliadores o en la de árbitros habilitados por las partes para proferir
fallos en derecho o en equidad, "en los términos que determine la ley", lo cual significa
que para la regulación de estas materias el Constituyente instituyó una reserva legal dada la
trascendencia social que implica el traslado a los particulares de la función pública de
impartir justicia.
En consecuencia, mal hace el legislador en autorizar al Gobierno a través del artículo 12,
bajo examen, con el objeto de reglamentar los requisitos que deberán cumplir los centros de
conciliación para que puedan conciliar en materia de lo contencioso administrativo, toda
vez que con esta medida está desconociendo de manera flagrante la competencia
constitucional del Congreso de la República para determinar estos asuntos.
Conviene reiterar que en virtud de la denominada reserva legal el órgano legislativo -en su
condición de garante del principio democrático- ha recibido del Constituyente el encargo de
desarrollar determinados mandatos superiores, tal como lo ha expresado la jurisprudencia
constitucional:
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Por lo tanto, es claro que al Gobierno está vedado reglamentar las materias respecto de las
cuales opera la reserva de ley. Así lo ha precisado la jurisprudencia:
"(..)
Basten estas razones para que la Corte declare inexequible el artículo 12 de la Ley 640 de
2001.
18
Con el objeto de dilucidar los restantes cuestionamientos de la demanda, la Corte considera
indispensable fijar un marco teórico en el cual se precise cuál es el perfil constitucional de
los mecanismos alternativos de resolución de conflictos, de los cuales forma parte el de la
conciliación.
De la norma superior se desprende que por regla general la función de administrar justicia
está confiada a la Corte Constitucional, la Corte Suprema de Justicia, el Consejo de Estado,
el Consejo Superior de la Judicatura, la Fiscalía General de la Nación, los Tribunales, los
Jueces y la justicia penal militar. El Congreso también ejerce determinadas funciones
judiciales (arts. 174 y 175 de la C.P.).
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surjan entre las personas en general, en virtud de los cuales se discute la titularidad y la
manera de ejercer un específico derecho, consagrado por el ordenamiento jurídico vigente".
La función pública de administrar justicia puede ser concebida desde este enfoque como la
contrapartida del derecho constitucional del libre acceso a la jurisdicción, en virtud del cual
las personas tienen derecho a ser parte en un proceso promoviendo la actividad
jurisdiccional que desemboque en una decisión judicial sobre las pretensiones que se le
formulen.
Ciertamente, el artículo 229 Superior reconoce a todas las personas el derecho a obtener
tutela judicial efectiva por parte de los jueces y tribunales que integran la administración de
justicia, garantía que entraña la posibilidad de acudir libremente a la jurisdicción siendo
parte en un proceso promoviendo la actividad jurisdiccional que concluya con una decisión
final motivada, razonable y fundada en el sistema de fuentes (art. 230 de la C.P). También
implica obviamente la existencia de pretensiones legítimas en cabeza de quienes accionan
el aparato de la justicia.
Retomando el texto del artículo 116 de la Ley Fundamental, se tiene que excepcionalmente
las autoridades administrativas pueden ser investidas legalmente de la función de
administrar justicia en las materias específicamente previstas en la Ley, siempre y cuando
ésta habilitación no implique la instrucción de sumarios y el juzgamiento de delitos.
20
En torno a este aspecto, la jurisprudencia constitucional ha sido enfática:
(...)
Sin embargo, los mecanismos alternativos de solución de conflictos a que se hace mención
no deben ser interpretados solamente como una manera de descongestionar el aparato de
21
justicia sino también, y principalmente, como una forma de participación de la sociedad
civil en los asuntos que los afectan (Preámbulo y arts. 1 y 2 de la C.P.). En este sentido, es
incuestionable su estirpe democrática, en la medida en que generan espacios de
intervención de la comunidad en el desarrollo de la función jurisdiccional evitando la
conflictivización de la sociedad y logrando, por ende, el fortalecimiento de la legitimidad
del aparato de justicia estatal en la medida en que éste puede dedicarse a resolver aquellos
asuntos que son de verdadera trascendencia social.
Con todo se han identificado algunos de los peligros que encierra la puesta en práctica de la
justicia informal: las profundas desigualdades materiales entre las partes, que inclinaría la
balanza a favor del más poderoso; la existencia de una justicia comunitaria de tipo
sancionador; la trivialización de las demandas ciudadanas de cambio social; la
desactivación de los movimientos de organización comunitaria mediante la judialización de
la participación social y la legitimación de una descarga de trabajo para la administración
de justicia.
En este contexto resulta, pues, claro que la justicia informal proveniente de la aplicación de
los mecanismos alternativos de solución de conflictos no es sustitutiva sino complementaria
de la justicia estatal formal. De ahí la necesidad de que sea desarrollada gradualmente por
el legislador, como expresión de una política de Estado tendiente a propiciar la vinculación
de la sociedad civil en la construcción de su propio destino.
Por las mismas razones, estas alternativas privadas para la solución de conflictos no deban
ser impuestas unilateralmente por el Estado con el fin de solucionar los problemas
estructurales que aquejan a la administración de justicia, porque en vez de propender por la
eficacia de ésta función pública se estarían generando serios problemas prácticos producto
del resquebrajamiento de la autonomía privada y la consecuente desconfianza de las partes
en los árbitros y conciliadores. En verdad, esta clase de soluciones parciales pueden ser
dañinas y contraproducentes cuando se las concibe como remedios absolutos y unilaterales.
Por ello, en este campo se impone la necesidad de que el Estado y la sociedad civil aúnen
esfuerzos para construir un sistema judicial eficiente, porque "la necesidad de justicia no es
independiente de otras necesidades sociales. La justicia no es un agregado social autónomo,
22
ni una fórmula milagrosa capaz de resolver todos los conflictos sociales. En este sentido,
los esfuerzos, no solo estatales sino también comunitarios, destinados a crear mecanismos
judiciales o extrajudiciales para la solución de conflictos, deben ir de la mano con esfuerzos
destinados al fortalecimiento de la integración social. La justicia es una tarea que no se
logra, de manera concomitante, sin la realización de otras tareas, tan complejas o aún más
complejas que ella, que a falta de términos más específicos denominamos aquí como
construcción social e institucional".
Aparte de ser reconocidos por la Constitución Política, los mecanismos alternativos fueron
recogidos por la Ley Estatutaria de la Administración de Justicia (LEAJ) del siguiente
modo:
En este sentido, tal como lo sentó la Sentencia C-037 de 1996, por la cual se efectuó la
revisión de constitucionalidad de la Ley Estatutaria de la Administración de Justicia, la Ley
está facultada para regular los aspectos sustanciales y procedimentales de estos
instrumentos jurídicos, sin perjuicio de que los particulares, en aquellos casos "no previstos
por el legislador, puedan fijar sus propias reglas para el ejercicio de su labor de impartir
23
justicia, siempre y cuando se ajusten a los parámetros establecidos en la Constitución y en
la ley". En relación con este punto conviene citar el siguiente aparte del fallo en cuestión:
Debe decirse, finalmente, que cuando la Carta Política facultó al Congreso para regular los
aspectos atinentes a los mecanismos alternativos de solución de conflictos, también le
confirió una libertad de regulación que aquella potestad implica, de modo que el legislador
es libre de establecer, dentro de los parámetros que le impone el Ordenamiento Superior,
los requisitos, las exigencias y, en general, las características sustanciales a este tipo de
mecanismos de administración de justicia.
La conciliación es una de las herramientas ofrecidas por el aparato jurisdiccional del Estado
como opción alternativa para la resolución de los conflictos jurídicos. La filosofía que
soporta este tipo de alternativas pretende que los particulares resuelvan las contiendas que
comprometen sus derechos disponibles, por fuera de los estrados judiciales, apelando a la
búsqueda del acuerdo antes que al proceso formalmente entablado.
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La conciliación es un procedimiento por el cual un número determinado de individuos,
trabados entre sí por causa de una controversia jurídica, se reúnen para componerla con la
intervención de un tercero neutral -conciliador- quién, además de proponer fórmulas de
acuerdo, da fe de la decisión de arreglo y el imparte su aprobación. El convenio al que se
llega como resultado del acuerdo es obligatorio y definitivo para las partes que concilian.
En épocas más recientes, estatutos legales de gran incidencia para el desarrollo jurídico
moderno han reconocido la importancia de incluir la conciliación en su sistema judicial. Tal
es el caso del Código de Procedimiento Civil francés de 1806, en el que se conservó la
institucionalización de la conciliación como procedimiento obligatorio que había sido
adoptada a la legislación francesa mediante la Ley del 24 de agosto de 1790. Por su parte,
el derecho canónico la adopta en el Codex Iuris Canonici de 1917, como la reproduce en la
versión de 1983, al señalar que:
25
"Al comenzar el litigio, y en cualquier otro momento siempre que se abrigue
alguna esperanza de éxito, el juez no dejará de exhortar y ayudar a las partes
para que procuren de común acuerdo buscar una solución equitativa de su
controversia, y les indicará los medios oportunos para lograr este fin,
recurriendo incluso a personas serias como mediadoras." (Cánon 1446)
Con posterioridad, fue la Ley 23 de 1991 en su capítulo tercero dictó el régimen atinente a
la conciliación laboral, pero la misma no entró a regir debido a que nunca se expidió el
decreto que pretendía modificar la estructura del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social
para garantizar el adecuado funcionamiento del sistema de conciliación obligatoria, cual era
la condición de vigencia impuesta por el artículo 46 de la propia Ley 23.
La Ley 446 de 1998, expedida con el fin de regular íntegramente la materia, define la
conciliación como "un mecanismo de resolución de conflictos a través del cual, dos o más
personas gestionan por sí mismas la solución de sus diferencias, con la ayuda de un tercero
neutral y calificado, denominado conciliador." (Art. 64 Ley 446 de 1998, correspondiente
al artículo 1º del Decreto 1818 de 1998, por medio del cual se expide el Estatuto de los
mecanismos alternativos de solución de conflictos).
26
La conciliación se ha extendido a otros campos del derecho. Así en la jurisdicción de
familia existe dos clases: la procesal, que se verifica en el curso del proceso y la
extraprocesal que se puede surtir ante el defensor de familia, ante el juez de familia o ante
un centro de conciliación (art. 101 de la Ley 446 de 1998).
En materia agraria el Decreto 2303 de 1989, en su artículo 31 dispone que en los procesos
ordinarios y en el especial de deslinde y amojonamiento, habrá lugar a una audiencia
preliminar de conciliación. En todos los procesos declarativos de índole agraria habrá,
igualmente una audiencia de conciliación (art. 35).
Así mismo, en materia civil, la regla general respecto de la audiencia prevista por el
artículo 101 del Código de Procedimiento Civil consiste en que se limita a los procesos
ordinarios y abreviados, salvo disposición en contrario, lo cual significa que se excluyen los
que ella expresamente mencione. No se incluyen los verbales, porque en ellos tiene
aplicación sin excepción alguna (artículos 432 y 439 del C.P.C.). Entre los ordinarios de
mayor cuantía donde no procede la audiencia preliminar está únicamente el de pertenencia
(art.407-12 del C.P.C.). En los abreviados se excluye en la entrega de la cosa por el tradente
al adquirente (art. 417 inc.4°); rendición provocada de cuentas (art.418 num.6°); pago por
consignación (art.420. num 2° inc. 4°); declaración de bienes vacantes y mostrencos
(art.422 inc.6°); patronatos y capellanías laicos (art.423 inc.3°) y restitución del inmueble
arrendado (art. 424 par.6°).
Finalmente, esta institución jurídica fue elevada a rango estatutario por el artículo 13 de la
Ley Estatutaria de la Administración de Justicia, que la consagró como mecanismo de
ejercicio de la función judicial en los siguientes términos:
"(…)
27
La Ley 640 de 2001 introdujo nuevas modificaciones a la figura de la conciliación cuya
validez constitucional será analizada más adelante.
28
determinado centro de conciliación. En principio, esta habilitación supone la
aquiescencia de las partes respecto del conciliador nominado por el centro,
pero también implica la voluntad que conservan las mismas para recusar al
conciliador, si consideran que no les ofrece la garantía de imparcialidad o
independencia para intervenir en la audiencia.
29
Debe advertirse que en materia laboral, la voluntariedad de la conciliación
está expresamente reconocida en el artículo 53 de la Carta Política, que al
consagrar los principios mínimos fundamentales del trabajo consagra las
"facultades para transigir y conciliar sobre derechos inciertos y
discutibles".
"(…)
Para la Corte el cargo está llamado a prosperar, pues en efecto las normas acusadas
establecen una delegación permanente de la función de administrar justicia en los
particulares, desconociendo flagrantemente el texto del artículo 116 de la Carta que
expresamente autoriza al legislador para atribuirles dicha función pero en forma transitoria.
30
Ciertamente, cuando el artículo 23 acusado alude a "los conciliadores de los centros de
conciliación", indudablemente se está refiriendo a un grupo determinado de individuos que
tienen como función habitual actuar como conciliadores, toda vez que se trata de personas
que por regla general deben ser abogados en ejercicio que habiendo acreditado la
capacitación en mecanismos alternativos de solución de conflictos avalada por el Ministerio
de Justicia y del Derecho, se inscriben ante un centro de conciliación y se encuentran, por
ende, en continua disponibilidad de servir como conciliador (art. 6° de la Ley 640 de 2000)
Aparte de lo anterior, debe recordarse que por mandato del artículo 116 Superior la
conciliación tiene un carácter esencialmente voluntario, porque son las partes las que, en
cada caso en concreto, seleccionan en forma espontánea al particular que habrá de hacer las
veces de conciliador, lo cual impide que, desde este punto de vista, se establezca una suerte
de permanencia en el ejercicio de dicha función.
En el caso de los notarios ocurre algo similar. Aún cuando los notarios son particulares que
ejercen una función pública y, por ende, podrían ser en principio autorizados legalmente
para que oficien como conciliadores, la norma acusada no establece un límite en el tiempo
para el ejercicio de su función conciliadora contraviniendo de esta manera el artículo 116
Fundamental que le asigna carácter transitorio a la conciliación.
Aparte de estas razones, no deja de preocupar a la Corte que la función asignada a los
conciliadores de los centros de conciliación y a los notarios además de tener vocación de
permanencia en el tiempo -hecho que por sí solo la hace inconstitucional-, sea onerosa en
términos económicos para quienes deseen hacer uso de ella, pues en este sentido se estaría
desconociendo la igualdad de oportunidades para acceder libremente a la administración de
justicia.
Sobre el particular valga tener presente que por disposición del artículo 6° de la Ley
Estatutaria de la Justicia "la administración de justicia será gratuita y su funcionamiento
estará a cargo del Estado, sin perjuicio de las expensas, agencias en derecho y costos
judiciales". Al analizar esta norma, la Corte sentó la siguiente doctrina constitucional cuyos
fundamentos se prohíjan en esta oportunidad:
"En efecto, como se estableció, uno de los pilares esenciales del Estado social de
derecho es la prestación seria, responsable y eficiente de la justicia, a través de la
31
cual es posible la materialización de un orden justo, caracterizado por la
convivencia, la armonía y la paz. Sin embargo, como lo ha señalado la Corte, la
aplicación y operatividad de la justicia "se hace efectiva cuando las instituciones
procesales creadas como instrumentos para asegurar su vigencia, arbitran los
mecanismos idóneos para que puedan acceder a ellas todas las personas en
condiciones de igualdad". Pero, valga anotarlo, esas condiciones de igualdad no
se predican únicamente de las oportunidades para acceder a la administración
de justicia, sino también de las condiciones mismas en que se accede. Y en este
punto juega un papel preponderante la capacidad económica de las partes, la
cual, como señala la sentencia citada, "no puede colocar a una de ellas en
situación de privilegio frente a la otra ni propiciar, por consiguiente, la
discriminación".
32
entidades públicas dentro de la liquidación de agencias en derecho, costas y otras
expensas judiciales.
"En ese orden de ideas, la Corte considera que el artículo bajo revisión, al consagrar
el principio de gratuidad y permitir que los interesados, incluyendo las entidades
públicas, sufraguen los costos judiciales, respeta el derecho a la igualdad contenido
en la Constitución, así como la libertad para acceder a la administración de justicia.
Por ello, habrá de declararse su exequibilidad, salvo la expresión "que habrán de
liquidarse en todos los procesos sin excluir a las entidades públicas", la cual, por las
razones anotadas, se declarará inexequible".
Pero la onerosidad del servicio que ofrecen los centros de conciliación y los notarios es más
inquietante tratándose de los asuntos de índole laboral, donde el trabajador, por lo general,
carece de los medios económicos para acudir a este mecanismo alternativo de solución de
conflictos con el objeto de dirimir amigablemente una controversia con su empleador.
33
El artículo 30 impugnado señala en su primer inciso que en caso de que una convención
colectiva o un laudo arbitral beneficie a más de 300 trabajadores, existe el deber de
incorporar mecanismos para escoger uno o varios conciliadores. Este deber, como se
deduce de las consideraciones precedentes no sólo constituye una clara violación del
carácter potestativo y voluntario de la conciliación (art. 116 de la C.P.) sino también del
principio constitucional que obliga al Estado a tener en cuenta la libre facultad de
disposición de los derechos inciertos y discutibles de los trabajadores (art. 53 de la C.P.).
Pero además, el hecho de que en las convenciones y en los laudos arbitrales, que son actos
jurídicos de reconocimiento de derechos, se obligue la inserción de mecanismos que
permiten la resolución ágil y económica de los conflictos jurídicos derivados de aquellos,
vulnera el artículo 55 de la Carta que establece el deber de promover -no de obligar- la
concertación laboral. La norma en cita dispone:
Además la Corte encuentra que cuando el último inciso del artículo 30 de la Ley 640 de
2001, prescribe que "De no insertarse este mecanismo, se entiende incorporado en ellos el
modelo oficial que expida el Gobierno Nacional, siguiendo los mismos criterios", está
vulnerando la reserva legal que establece el artículo 116 para la regulación de los
mecanismos alternativos de solución de conflictos.
Según se analizó anteriormente, conforme a este principio las materias o asuntos sobre los
cuales recae dicha reserva sólo pueden ser regulados mediante una norma de rango legal.
Así las cosas, el legislador está obligado a dictar la normatividad pertinente a través de una
ley. No obstante, la restricción impuesta por dicho principio impide al Congreso
desprenderse definitivamente de dicha potestad, transfiriéndola al Gobierno para que éste la
desarrolle en ejercicio de su potestad reglamentaria.
34
A juicio de la Corporación, la intención del artículo 116 de la Carta Política es amparar,
bajo el imperio de la ley, el derecho que tienen las partes de habilitar autónomamente a los
conciliadores. Ello, con el fin de garantizar la efectividad de las normas que regulan este
aspecto de la conciliación y a la vez dotar de legitimidad -debido al carácter eminentemente
democrático de la ley-, las medidas que se adopten en relación con la forma, el modo y las
condiciones en que debe hacerse la habilitación a los conciliadores para aplicar justicia.
A propósito de este punto, debe reiterarse que el amparo concedido por la Constitución al
derecho de las partes de habilitar a los conciliadores y a los árbitros, es de rango
constitucional y, en consecuencia, tal potestad debe ser respetada, incluso por la Ley que
defina los lineamientos generales para su ejercicio. De este modo, no obstante la regulación
legal que se expida para definir la forma y el modo de la habilitación no puede disminuir,
en manera alguna, la libertad de habilitación o escogencia de los individuos, frente al
conciliador que consideran más apto para adelantar la audiencia.
El inciso final del artículo 30 de la Ley 640, contraviniendo la Carta dispone entonces que
el Gobierno Nacional expedirá el mecanismo al cual deberán acogerse las empresas y los
trabajadores para nombrar conciliadores, si dicho dispositivo no se inserta en la convención
colectiva. Esta autorización es, de acuerdo con lo dicho, inconstitucional, porque significa
llanamente que la voluntad del Ejecutivo estaría llamado a suplir la voluntad de las partes,
en caso de que éstas guarden silencio en relación con el tema de la conciliación; pero
también supliría la voluntad de la Ley, siendo ésta la única autorizada para regular la
habilitación en la materia, según quedó dicho.
35
"Artículo 35. Requisito de procedibilidad. En los asuntos susceptibles de
conciliación, la conciliación extrajudicial en derecho es requisito de
procedibilidad para acudir ante las jurisdicciones civil, contencioso
administrativa, laboral y de familia, de conformidad con lo previsto en la
presente ley para cada una de estas áreas.
36
derecho deberá intentarse antes de acudir a la jurisdicción laboral en los
asuntos que se tramiten por el procedimiento ordinario.
Para la Corte las normas trascritas son inconstitucionales en los apartes que se acusan,
puesto que dada la naturaleza voluntaria de los mecanismos alternativos de solución de
conflictos en general, y de la conciliación laboral, en particular, el legislador no podía
establecerla como un requisito obligatorio de procedibilidad para acudir ante la jurisdicción
laboral, además porque al hacerlo desconoce el derecho de los particulares de acceder
libremente a la administración de justicia para solicitar la tutela judicial efectiva de sus
derechos.
En efecto, el artículo 35 de la Ley 640 de 2001 al disponer que en los asuntos susceptibles
de ser conciliados, entre otros en materia laboral, debe haberse intentado el arreglo
conciliatorio para que la demanda judicial sea admisible, somete la posibilidad de acudir a
la jurisdicción a una condición que no resulta válida a la luz de la Carta en la medida en que
la obligación de un arreglo conciliatorio obstruye la libertad de acceder a la administración
de justicia (art. 229 C.P.).
Por las mismas razones, resulta inconstitucional el inciso segundo de la disposición que se
comenta según el cual la "conciliación extrajudicial en derecho como requisito de
procedibilidad suplirá la vía gubernativa cuando la ley la exija.". Esta decisión legislativa
tampoco es acorde con el espíritu general de la conciliación, porque si bien busca prescindir
del procedimiento contencioso administrativo laboral en asuntos que recaen sobre materia
conciliable, agilizando la resolución del conflicto mediante la omisión una de las etapas del
litigio contencioso administrativo que es la vía gubernativa, de todas formas parte del
supuesto de la obligatoriedad de la conciliación que, tal como se advirtió, es a todas luces
contraria al Ordenamiento Superior.
Desde otro ángulo de análisis puede afirmarse que la inconstitucionalidad del requisito de
procedibilidad en asuntos laborales es contrario al conjunto de disposiciones superiores que
37
le atribuyen al trabajo la condición de derecho fundamental y le imponen al Estado el deber
de brindarle especial protección.
Todo este elenco de normas protectoras, que arranca del presupuesto indubitable de la
diferencia en la relación individual de trabajo donde existe una parte, el trabajador, en
condición de inferioridad, podría quedar enervado, o al menos seriamente amenazado, si el
titular de los derechos que le han sido vulnerados, tuviese limitantes o cortapisas impuestas
por el legislador como condición para poderlos ejercer de modo expedito.
El carácter social de estos derechos -que muchas veces tienen incluso un contenido vital-, y
la especial tutela estatal que se brinda constitucionalmente a los mismos, exige que el
acceso a la justicia no pueda estar diferido ni obstaculizado por una condición de
procedibilidad impuesta aún contra la voluntad del beneficiario, con mayor razón si para
ese trámite obligatorio previo al proceso se contempla la posibilidad de que el titular del
derecho tenga en ocasiones que sufragar de su propio peculio, muchas veces escaso,
expensas significativas para poder accionar ante los jueces.
38
todos los procesos ordinarios del trabajo como requisito de procedibilidad, esto es, antes de
la presentación de la demanda, no se consulta la norma superior que distingue entre
derechos inciertos o discutibles para efectos de acudir a este medio de solución de
controversias.
En efecto, la previsión contenida en las disposiciones que se revisan implica que aún
cuando el trabajador tenga la certeza de que le asiste un derecho indiscutible y cierto, y
realmente ese derecho tenga tal carácter, no lo puede ejercitar directamente sin antes
haberse sometido al procedimiento conciliatorio previo y obligatorio, lo cual, sin duda,
constituye no sólo una dilación inexplicable sino también un contrasentido
constitucionalmente inadmisible.
Para finalizar, la Corte cree conveniente precisar que no obstante la plausible intención con
la cual fueron adoptadas las disposiciones cuya inexequibilidad se declara en esta
providencia, los notorios defectos estructurales que se advierten en la Ley 640 de 2000 en
el diseño de la conciliación para asuntos laborales hacen pensar que aún subsisten las
causas que llevaron a la Corte en la Sentencia C-160 de 1999 a retirar del ordenamiento
legal las normas de la Ley 446 de 1998, que establecían la conciliación como requisito de
procedibilidad.
VII. DECISION
39
R E S U E L V E:
Presidente
Magistrado
40
MANUEL JOSÉ CEPEDA ESPINOSA
Magistrado
Magistrado
Magistrado
Magistrado
Magistrado
41
ALVARO TAFUR GALVIS
Magistrado
Magistrada
Secretaria General
42
CONCILIACION-Origen y aceptación (Salvamento de voto)
43
que regule el derecho sustancial invocado; c) Un procedimiento que no requiere ser
necesariamente judicial; y, d) Un autoridad que haga cumplir la decisión.
A la luz del artículo 116 de la Constitución Política, no son los centros de conciliación sino
los conciliadores los que reciben la potestad de administrar justicia de manera transitoria
en cada caso determinado. La función de los centros se limita, exclusivamente, a servir de
base logística para el desarrollo de las audiencias que habrán de celebrarse en materia de
conciliación.
44
Las partes son, en cada caso concreto, quienes seleccionan al particular que desempeñará
el papel de conciliador, lo cual evita considerar que su función se realiza de manera
permanente.
CONCILIACION-Acuerdo no obligatorio/CONCILIACION-
Procedimiento es obligatorio (Salvamento de voto)
45
arreglo, según la cual, es obligatorio llegar al acuerdo para acudir a la vía jurisdiccional,
lo cual sería verdaderamente contradictorio. A lo anterior se suma lo relacionado con el
hecho de que la conciliación, como requisito de procedibilidad, constituye en sí misma un
mecanismo de acceso a la administración de justicia.
CONCILIACION-Materias/CONCILIACION EXTRAJUDICIAL
LABORAL-Materias (Salvamento de voto)
46
Referencia: expediente D-3399.
Demanda de inconstitucionalidad contra los artículos 12, 23, 28, 30, 35 y 39 (parciales) de
la Ley 640 de 2001
Magistrado Ponente:
Con nuestro acostumbrado respeto, nos permitimos salvar el voto en el proceso D-3399,
Sentencia C-893 del 22 de agosto de 2001, que decidió la demanda de inconstitucionalidad
presentada por el ciudadano de la referencia contra los artículos 12, 23, 28, 30, 35 y 39
(parciales) de la Ley 640 de 2001 "Por la cual se dictan normas relativas a la conciliación y
se dictan otras disposiciones".
47
Por ejemplo, estamos de acuerdo con la mayoría en que se hubiera reconocido que por
virtud de lo dispuesto en el artículo 116 de la Constitución Política, la función de
administrar justicia está a cargo de la Corte Constitucional, de la Corte Suprema de Justicia,
del Consejo de Estado, del Consejo Superior de la Judicatura, de la Fiscalía General de la
Nación, de los Tribunales, los Jueces y la justicia penal militar, que la ejercerán de manera
permanente. Efectivamente, el carácter esencial de la función de administración de justicia
exige la institucionalización de organismos jurisdiccionales encargados de impartirla
continuamente, sin interrupción ni obstáculo.
También coincidimos en que este derecho de acudir ante los órganos de administración de
justicia del Estado se deriva directamente del artículo 229 de la Carta y que aquél incluye la
garantía de asistir libremente a la jurisdicción, como parte en un proceso, con el fin de
obtener una decisión justa que ponga fin al conflicto.
Reconocemos que sería en todo contrario a la voluntad del constituyente, afirmar que dicha
potestad puede ser conferida de otra manera que no sea transitoria u ocasional (aunque éste
último vocablo no sea el empleado por la Constitución), y admitidos el carácter netamente
voluntario que define los instrumentos alternativos de solución de conflictos en la medida
en que son las partes las que habilitan al particular para resolver la controversia y que está
en la voluntad de las mismas, decidir o rechazar la solución propuesta para la contienda.
48
encierra "algunos peligros", derivados de "las profundas desigualdades materiales entre
las partes, que inclinaría la balanza a favor del más poderoso; la existencia de una justicia
comunitaria de tipo sancionador; la trivialización de las demandas ciudadanas de cambio
social; la desactivación de los movimientos de organización comunitaria mediante la
judialización de la participación social y la legitimación de una descarga de trabajo para
la administración de justicia." Como consecuencia de lo dicho, la Corte consideró en la
sentencia que la "justicia informal", con la cual se identificó a la conciliación, debía ser
instaurada como elemento complementario de la justicia estatal formal, y que su regulación
debía ser materia de "desarrollo gradual" por parte del legislador, de tal forma que
constituyera un tema de política de Estado tendente a propiciar la vinculación de la
sociedad civil en la construcción de su propio destino.
Los reparos que nos surgen respecto de las anteriores consideraciones son múltiples.
De otro lado, las "profundas desigualdades materiales entre las partes, que inclinaría la
balanza a favor del más poderoso" es una circunstancia que se presenta también en todos
los procesos judiciales que son decididos por jueces que, como los mediadores, actúan en
forma imparcial sin que por esta situación de desequilibrio económico se pueda enjuiciar a
la administración de justicia.
49
tienen con sus empleadores en forma oportuna y con el abono del pago de honorarios a los
abogados por la atención de los procesos judiciales respectivos.
Las demandas ciudadanas de cambio social no se ejercitan ante los conciliadores ni ante los
jueces, sino que tienen previstos otros procedimientos constitucionales.
50
Finalmente, debe decirse que la justicia se logra tanto en los procedimientos judiciales
como en los medios alternativos con la observación de que en estos se resuelve el conflicto
en menor tiempo, en forma mas expedita y con iguales efectos jurídicos.
Como la misma providencia lo refiere al adoptar la reseña histórica que traía la ponencia
original, la conciliación no es nueva y, además, ha sido aceptada por todas las culturas y
civilizaciones desde la antigüedad hasta hoy.
51
cooperativa de conflictos (Taylor, 1992); que ha sido aplicada por las iglesias en las
diferentes religiones ( Yaffe, 1972), etc.
Como se deduce de las anteriores consideraciones, pero además de las que ya fueron
tenidas en cuenta en la Sentencia de la cual nos apartamos, la conciliación ha existido y
existe en diversas culturas y no depende su aceptación del nivel de desarrollo porque los
conflictos siempre han existido y la solución neutral por un tercero es un método
prácticamente universal. De hecho, resulta extraño que la providencia en cuestión haya
adoptado el recurso de la referencia histórica, que incluye el desarrollo de la conciliación
desde tiempos remotos, para proceder luego a reservar su aplicabilidad a sociedades de
avanzada estructura cívica.
52
distintos ambientes, y los interpretaron para que otros pudieran aplicar los
principios entre culturas. El profesor de derecho Richard Abel (1973, 1982),
prolífico autor y editor, contribuyó con su enfoque interdisciplinario y
teórico a la resolución de conflictos. Algunos estudiosos en derecho, en
especial Lon Fuller (1963, 1971), Frank Sander (1976, 1977, 1982), y Roger
Fisher (1978, 1983), todos ellos de la Harvard Law School, han contribuido
en la formación del pensamiento profesional y público respecto a los
procedimientos, la aplicación y las técnicas para la resolución de conflictos
fuera de los tribunales. Robert Mnookin y Lewis Kornhauser (1979),
analizaron el papel de las normas legales en la conciliación de las
desavenencias domésticas. David Trubek, Marc Galanter, y Stewart
Macaulay, del University of Wisconsin Dispute Processing Research
Program (1983), dieron un carácter empírico al estudio de la conciliación
legal de desavenencias. Tres destacados mediadores con estudios
interdisciplinarios: O.J. Coogler (1978), Howard Irving (1980), y John
Haynes (1981), han publicado durante los últimos años, libros que han
contribuido a guiar y promover un rápido desarrollo en la aplicación de
técnicas de mediación para desavenencias familiares y de divorcio.
Probablemente, el análisis de mayor influencia y profundidad sobre la
resolución de conflictos en general es el que realizó Morton Deutsch (1973).
En su libro The Resolution of Conflict, examina proceso constructivos y
destructivos de conciliación de desavenencias y, según parece, han tenido
una influencia profunda en el movimiento hacia la mediación y otros
procesos cooperativos de conflicto."
Consideraciones generales
53
La razón principal es que el artículo 116 de la Constitución les otorga a los particulares la
función de administrar justicia en la condición de conciliadores o en la de árbitros
habilitados por partes, por lo cual los conciliadores efectivamente administran justicia.
Esta solución debe realizarse por una autoridad imparcial que puede ser un juez, o ante un
conciliador, o mediante un tribunal arbitral previo el procedimiento arbitral acordado por
las partes o previsto en la ley.
54
resolver sus controversias ante los conciliadores están accediendo a la administración de
justicia. Cosa distinta es que en la conciliación no se configure la llamada relación jurídica
procesal, que es la que se deriva propiamente del litigio formalmente entablado a través de
una demanda.
55
conciliación extrajudicial obligatoria en derecho por cuanto cuando los particulares acuden
a la conciliación ya están accediendo a la administración de justicia en forma transitoria.
Quienes concilian son las partes ante un tercero neutral e imparcial que es el conciliador.
Los Centros de Conciliación constituyen la parte operativa para que se desarrolle la
conciliación. Estos Centros no administran en forma permanente justicia sino quienes
administran justicia son los conciliadores que dejan constancia en un acta del acuerdo a que
llegaron las partes si concilian todo o parte de la controversia.
Tan cierto es que los conciliadores administran transitoriamente justicia que el acta de
conciliación hace tránsito a cosa juzgada y presta mérito ejecutivo al tenor del artículo 91
del Decreto 1818 de 1998 que compila el artículo 109 de la Ley 446 de 1998 que modifica
el artículo 87 de la Ley 23 de 1991.
Pasan entonces a desarrollarse de manera concreta, cada uno de los reproches formulados a
la Sentencia C-893 de 2001
56
"Artículo 23. Conciliación extrajudicial en materia de lo contencioso
administrativo. Las conciliaciones extrajudiciales en materia de lo
contencioso administrativo sólo podrán ser adelantadas ante los Agentes del
Ministerio Público asignados a esta jurisdicción y ante los conciliadores de
los centros de conciliación autorizados para conciliar en esta materia.
"(…)
57
La referencia hecha por las normas demandadas a los centros de conciliación, a los
conciliadores o a lo notarios, no confiere por sí misma, potestad de conciliar en casos
determinados, como tampoco concede potestad de administrar justicia de manera
permanente.
En primer lugar, porque a la luz del artículo 116 de la Constitución Política, no son los
centros de conciliación sino los conciliadores los que reciben la potestad de administrar
justicia de manera transitoria en cada caso determinado. La función de los centros se limita,
exclusivamente, a servir de base logística para el desarrollo de las audiencias que habrán de
celebrarse en materia de conciliación.
Ahora bien, el término "conciliador", que se encuentra incluido en las normas acusadas, se
usa en ambos artículos como un referente genérico de quien ha adquirido, para un caso
particular, la potestad de conciliar. Este es –incluso- el término utilizado por el
constituyente en el artículo 116 cuando afirma que "los particulares pueden ser investidos
transitoriamente de la función de administrar justicia en la condición de conciliadores…"
La referencia hecha por la ley es, como resulta lógico, abstracta, en la medida en que el
conciliador o el notario designado para ese menester, puede ser cualquier particular que
haga las veces de tal. Así las cosas, sólo asume el rol de conciliador el particular que
interviene en calidad de conciliador en una audiencia de conciliación. De allí que en cada
caso, el conciliador sea un particular distinto.
Contrario a lo sostenido por el fallo del cual nos apartamos, las expresiones atacadas no
concedían, en absoluto, la función permanente de administrar justicia, pues sólo se
limitaban a señalar que las conciliaciones solicitadas por los particulares podían ser
tramitadas ante los conciliadores de los centros de conciliación, los cuales, para cada caso
particular, eran individuos escogidos de la lista manejada por los centros.
58
preparadas –no necesariamente en permanente ejercicio - para atender las audiencias que
sea necesario dirigir.
Las partes son, en cada caso concreto, quienes seleccionan al particular que desempeñará el
papel de conciliador, lo cual evita considerar que su función se realiza de manera
permanente. Es más, dentro de la hipótesis de que un centro de conciliación asignara la
celebración de una audiencia a un particular que se encontrare inscrito en la lista de
conciliadores, es claro que los interesados, en ejercicio del derecho constitucional que les
asiste, podrían perfectamente rechazar dicha designación si consideran que ese particular no
es apto para conducir la audiencia.
Adicionalmente, y para recabar en la idea de que la función ejercida por los conciliadores
no es permanente sino transitoria, debe recordarse que el ejercicio de la función del
conciliador se restringe exclusivamente al escenario de la audiencia y culmina con la
concreción del acuerdo o con el fracaso de la misma, pero jamás se extiende a hipótesis o
diligencias posteriores o anteriores.
Al respecto valga decir que la falta de establecimiento de un término no constituye per se,
vicio de inconstitucionalidad de la norma, toda vez que de la naturaleza de la conciliación
se tiene que la función de administrar justicia, conferida por el artículo 116 constitucional a
los notarios que actúan como conciliadores, finaliza, tal cual se dijo, cuando las partes
firman el acuerdo o cuando convienen en que no es posible llegar a él. La transitoriedad de
la función judicial, exigida por la constitución, no tiene nada que ver con el establecimiento
de un término dentro del cual puedan ejercerse funciones de conciliador, sino con la
naturaleza misma de la conciliación.
59
Sin perjuicio de la discusión de fondo en torno a si las conciliaciones celebradas ante
notarios deben o no ser onerosas, pues a pesar de existir un principio de gratuidad en el
acceso a la administración de justicia, es lo cierto que la ley también reconoce la necesidad
del pago de expensas, agencias en derecho y costas judiciales, la verdad es que en este caso
la sentencia procedió de manera ilegítima al derivar la inconstitucionalidad de una norma
demandada sobre la base de la supuesta inexequibilidad de otra que no lo fue y con la cual
primera no tiene relación inescindible de conexidad.
"CAPITULO X
"Requisito de procedibilidad
60
procedibilidad para acudir ante las jurisdicciones civil, contencioso
administrativa, laboral y de familia, de conformidad con lo previsto en la
presente ley para cada una de estas áreas.
61
derecho deberá intentarse antes de acudir a la jurisdicción laboral en los
asuntos que se tramiten por el procedimiento ordinario.
El artículo 39 demandado repetía, con énfasis en lo laboral, lo previsto en el 35, por lo que
respecto de esa norma, eran aplicables los argumentos defendidos por la minoría.
La razón principal que llevó a la Corte a declarar inexequibles las normas señaladas fue
que, "dada la naturaleza voluntaria de los mecanismos alternativos de solución de conflictos
en general, y de la conciliación laboral, en particular, el legislador no podía establecerla
como un requisito obligatorio de procedibilidad para acudir ante la jurisdicción laboral,
además porque al hacerlo desconoce el derecho de los particulares de acceder libremente a
la administración de justicia para solicitar la tutela judicial efectiva de sus derechos."
62
para transigir y conciliar sobre derechos inciertos y discutibles. Creemos que la facultad de
disposición sobre éste tipo de derechos permanecía incólume a la luz de la disposición
declarada inexequible, no obstante se exigiera al particular acudir a la conciliación como
requisito previo a la presentación de la demanda, pues como reiteradamente se ha dicho, lo
que resultaba obligatorio, al tenor de las disposiciones acusadas, no era llegar a un acuerdo
efectivo entre trabajadores y empleadores, sino intentar llegar al acuerdo. Adicionalmente,
según se desprende del texto del artículo 8º de la Ley 640 de 2001, una de las obligaciones
de los conciliadores es la de "velar por que no se menoscaben los derechos ciertos e
indiscutibles, así como los derechos mínimos e intransigibles". De la misma manera, es
claro que, según el artículo 19 de la Ley 640 de 2001, "sólo son conciliables las materias
susceptibles de transacción, desistimiento y conciliación, lo cual excluye, por supuesto, los
derechos ciertos e indiscutibles.".
No obstante, según las voces del Diccionario Real de la Lengua Española, la conciliación
no sólo es la acción de conciliar sino también el efecto. Es, en tal sentido, "componer y
ajustar los ánimos de los que estaban opuestos entre sí.".
Por manera que el término admite dos acepciones: una jurídico procesal, que lo clasifica
como un mecanismo extrajudicial o trámite procedimental judicial que persigue un fin
específico; y otra jurídico sustancial que se refiere al acuerdo en sí, a la resolución del
conflicto que pretendía componerse.
63
En efecto, si a la base de la conciliación se encuentra la libertad de disposición de los
derechos debatidos, sería ilegítimo –o cuando menos incongruente- que el Estado
procediera en contra de dicha libertad, obligando al particular a ceder derechos que éste no
está dispuesto a entregar. Por ello, el acuerdo no es -y no podría ser- obligatorio.
Cosa distinta ocurre con la conciliación como procedimiento, pues ésta sí puede serlo. En
efecto, por el sólo hecho de acudir a ella, el particular no cede ninguno de sus derechos
disponibles. Conforme al ejercicio de su libertad dispositiva, aún sometiéndose al trámite
conciliatorio, el individuo conserva el derecho de oponerse al acuerdo propuesto y,
consecuentemente, mantiene la opción de recurrir al órgano jurisdiccional del Estado para
que un juez desate el conflicto. Inclusive, las partes pueden asistir a la audiencia de
conciliación para manifestar que no tienen ánimo conciliatorio, y con ello estarían
cumpliendo con el deber que les imponían las normas declaradas inexequibles. Lo que
perseguía el legislador al imponer dicho trámite, era agotar todas las posibilidades de
arreglo temprano del conflicto reduciendo al máximo la intervención judicial, cuando ésta
no fuera indispensable.
En este sentido, puede decirse con certeza que no existía en la ley demandada, norma
alguna que obligara a los particulares a disponer de sus derechos sustanciales por fuera de
su propia voluntad.
Adicionalmente, debe decirse que no hay en la Carta Fundamental disposición que impida
al legislador, convertir la conciliación -en su procedimental acepción- en etapa obligatoria y
previa, e incorporarlo, como efectivamente intentó hacerlo la Ley 640, al proceso judicial.
Entiéndase que lo que debe protegerse es el derecho que le asiste a los particulares de ceder
sus derechos sustanciales, pero esto no incluye el cumplimiento de los deberes relacionados
con el acceso a la administración de justicia.
64
visto que el acuerdo al que llegan las partes respecto del conflicto planteado tiene todos los
visos de una sentencia judicial, por lo que, antes que impedir, lo que la conciliación
pretendía era facilitar la solución del conflicto.
Por esto resulta cuando menos sorprendente la contradicción en que incurre la providencia
citada, al admitir en el numeral sexto de las consideraciones generales que la conciliación
es un mecanismo de acceso a la administración de justicia, y luego reconocer que aquél
mecanismo constituye un obstáculo para dicho acceso. Esta diferencia de criterios solo es
entendible si se repara en el hecho de que en el fallo correspondiente se incluyeron
importantes secciones argumentativas de la ponencia original que sustentaban la posición
contraria.
Sin embargo, entendemos que esta parte resolutiva hay que entenderla de acuerdo con la
parte motiva, que vincula el requisito de procedibilidad, únicamente en materia laboral.
Con similares argumentos a los expuestos previamente, la Sentencia C-893 de 2001 declaró
la inexequibilidad total del artículo 30 de la Ley 640 de 2001.
65
"De no insertarse este mecanismo, se entiende incorporado en ellos el
modelo oficial que expida el Gobierno Nacional, siguiendo los mismos
criterios.
Pues bien, los suscritos magistrados estimamos que respecto de este artículo, son aplicables
los argumentos presentados en relación con la exequibilidad de los artículos 35 y 39 de la
Ley 640.
"Es deber del Estado promover la concertación y los demás medios para la
solución pacífica de los conflictos colectivos de trabajo".
Esta es la razón por la cual, los magistrados que disentimos del fallo consideramos que la
norma debió haberse conservado. El mecanismo de la conciliación como herramienta de
66
solución de conflictos, no veía desdibujada su naturaleza ni cedía, a favor de los
particulares y de manera permanente, la facultad de administrar justicia, visto que a pesar
de que los trabajadores y el empleador estaban obligados a incluir una cláusula de
composición en la convención colectiva, los mismos podían optar por la solución directa
del conflicto, sin intermediarios, o por convocar la conciliación según el mecanismo de
escogencia previsto en el laudo o en la convención colectiva, o hacerlo a través de otra vía.
Y ello es así, porque el carácter facultativo de la conciliación sólo se entiende por oposición
a la potestad que tienen las partes de resolver el conflicto por otros medios de composición
como la negociación y de la transacción, o a la facultad que asiste a las mismas para
escoger un mecanismo distinto para el nombramiento de conciliadores, si existe común
acuerdo sobre su escogencia. La norma sólo pretendía obligarlos a presentar una fórmula de
arreglo, más no a acogerse a ella. Ello comprueba aún más que la conciliación prevista en el
artículo 30 de la Ley 640 no debió ser entendida como una imposición de arreglo, sino
como una medida tendiente a precaver, por una sola vez, la formulación del litigio con las
consecuencias desfavorables ínsitas al procedimiento jurisdiccional.
Con la decisión adoptada por la Corte en la Sentencia C-893 de 2001, se pone en entredicho
además el principio de la seguridad jurídica en materia constitucional, visto que la
institución de la conciliación laboral como requisito de procedibilidad había sido
considerada como ajustada a la Constitución Política en Sentencia C-160 de 1999, decisión
a la cual se atuvo el legislador para expedir la Ley 640 de 2001.
67
En esas condiciones, la Corporación declaró inexequibles los artículos 68, 82, 85 y 87 de la
Ley 446 de 1998. El artículo 68 declarado inexequible consagraba la conciliación como
requisito de procedibilidad de la acción laboral en los siguientes términos:
Las demás normas retiradas del ordenamiento jurídico desarrollaban aspectos derivados de
la conciliación como requisito de procedibilidad, por lo que, desapareciendo la norma
principal, desaparecieron las dependientes.
"I) que se cuente con los medios materiales y personales suficientes para
atender las peticiones de conciliación que se presentan por quienes están
interesados en poner fin a un conflicto laboral; II) que se especifique
concretamente cuáles son los conflictos susceptibles de ser conciliados, y
cuáles por exclusión naturalmente no admiten el trámite de la conciliación;
III) que se defina, tratándose de conflictos que involucran a la Nación o a
entidades públicas descentralizadas o instituciones o entidades de derecho
social sí, además, del agotamiento de la via gubernativa se requiere agotar la
conciliación, o si ésta sustituye el procedimiento no relativo a dicho
agotamiento; IV) que se establezca que la petición de conciliación,
interrumpe la prescripción de la acción; V) que se determine un tiempo
preciso durante el cual se debe intentar la conciliación expirado el cual las
partes tienen libertad para acceder a la jurisdicción laboral."
La Corte profundizó en este asunto en términos que, por ser de vital importancia para esta
argumentación, deben ser transcritos in extenso:
68
desproporcionados contenidos en la respectiva regulación normativa, ni ser
obstaculizado en razón de omisiones del legislador, que igualmente
conduzcan a que la normación se torne irrazonable y desproporcionada.
"Estima la Corte que la norma bajo examen no supera las exigencias antes
mencionadas, como se verá a continuación:
"Es más, los inspectores dado el cúmulo de funciones que deben cumplir
sólo pueden dedicar una parte muy limitada de su tiempo a las labores de
conciliación. Es un hecho fácilmente comprobable que los inspectores del
trabajo solamente atienden estas diligencias en las horas de la mañana y que
en la práctica únicamente pueden despachar unos pocos casos, con la
consecuencia de que existe gran congestión en el trámite de las solicitudes
de conciliación en las inspecciones y los interesados tienen que someterse al
vía crucis de tener que esperar varias horas, en colas que comienzan desde
antes de las 6 a.m., simplemente para poder presentarlas y para que se les
expida la boleta de citación. Como si fuera poco las citaciones para
audiencia se están programando para 2 o 3 meses después.
69
"Los demás centros, autorizados por la ley para conciliar, son escasos y no
cuentan con la cobertura, el sistema logístico y operativo para satisfacer las
peticiones de conciliación laboral en todo el territorio nacional.
70
es decir, si el trámite de la vía gubernativa sustituye la conciliación o si ésta
configura una excepción a la necesidad de acudir a dicha vía.
71
"Por las razones anteriores, la norma del art. 68 será declarada
inexequible"(Sentencia C-160 de 199) (Subrayas por fuera del original)
72
Sentencia C-160 y, en consecuencia, la reciente normatividad cumplía con los requisitos
que la hacían acorde con la Constitución Política.
La Ley 640, en su artículo 19, establece cuáles son las materias susceptibles de
conciliación, a saber: "[s]e podrán conciliar todas las materias que sean susceptibles de
transacción, desistimiento y conciliación..."
Del mismo modo, la Ley 640 aclara en su artículo 39 que la conciliación extrajudicial
laboral opera para los asuntos que se tramiten mediante procedimiento ordinario,
descartando con ello todos los demás, incluidos el proceso ejecutivo y el de fuero sindical,
asunto que preocupó especialmente a la Corte en la citada Sentencia C-160/99 y que, con la
expedición de esta norma, ha quedado claro.
En relación con este reparo, hecho en la Sentencia C-160 de 1999, la Ley 640 de 2001 en su
artículo 21 dispuso expresamente:
73
caso, hasta que se logre el acuerdo conciliatorio o hasta que el acta de
conciliación se haya registrado en los casos en que este trámite sea exigido
por la ley o hasta que se expidan las constancias a que se refiere el artículo
2° de la presente ley o hasta que se venza el término de tres (3) meses a que
se refiere el artículo anterior, lo que ocurra primero. Esta suspensión operará
por una sola vez y será improrrogable.
De lo anterior se entiende que el legislador cumplió con el requisito que, en esta materia, le
impuso el fallo de la Corte.
En relación con esta exigencia, debe anotarse que los artículos 20 y 35 de la Ley 640 de
2001 establecen en 3 meses el tiempo máximo durante el cual podrá intentarse la
conciliación, tiempo después del cual se entenderá cumplido el requisito y se permite acudir
a la vía jurisdiccional. Con ello se cumple el citado requisito, impuesto por la Corte en la
Sentencia C-160/99. El texto pertinente de los artículos mencionados es el siguiente:
"(…)
74
"Con todo, podrá acudirse directamente a la jurisdicción cuando bajo la
gravedad del juramento, que se entenderá prestado con la presentación de la
demanda, se manifieste que se ignora el domicilio, el lugar de habitación y
el lugar de trabajo del demandado, o que este se encuentra ausente y no se
conoce su paradero.
1) El Decreto 1818 de 1998, "por medio del cual se expide el Estatuto de los mecanismos
alternativos de solución de conflictos", constituye el primer intento de compilar las normas
aplicables a la conciliación, al arbitraje, a la amigable composición y a la conciliación en
equidad, vigentes hasta la Ley 446 de 1998.
75
3) Por medio del Decreto 1169 de 1999, el Gobierno Nacional, en ejercicio de las
facultades extraordinarias concedidas por el artículo 120 de la Ley 489 de 1998, procedió a
reestructurar el Ministerio de Justicia y del Derecho. Con fundamento en esta disposición,
el Gobierno confirió a la Dirección de Acceso a la Justicia y Fomento a los Medios
Alternativos de Solución de Conflictos la función, entre otras, de "elaborar iniciativas para
promover el desarrollo de sistemas de justicia comunitaria de carácter autocompositivo y
heterocompositivo, y en general, de mecanismos alternativos de solución de conflictos.".
76
Estas dos dependencias se repartieron las funciones en materia de mecanismos alternos de
solución de conflicto, entre las cuales vale la pena destacar las siguientes:
(…)
(…)
77
1. Preparar propuestas de políticas de conciliación, arbitraje y amigable
composición, en coordinación con los planes y programas de los otros
medios alternativos de solución de conflictos, de la justicia formal y con
observancia de las políticas integrales de Estado en materia de justicia.
(…)
11. Designar los centros de arbitraje que deben conocer de las controversias
contractuales previo rechazo del centro de conciliación designado por las
partes.
78
incentivos y sanciones de acuerdo con el cumplimiento de los indicadores de
gestión previamente establecidos.
(…)
5) La Ley 497 de 1999 creó la llamada jurisdicción de paz. Esta jurisdicción, diseñada para
lograr la solución integral y pacífica de los conflictos comunitarios o particulares, concedió
a los jueces de paz la competencia para conocer "de los conflictos que las personas o la
comunidad, en forma voluntaria y de común acuerdo, sometan a su conocimiento, que
versen sobre asuntos susceptibles de transacción, conciliación o desistimiento y que no sean
sujetos a solemnidades de acuerdo con la ley, en cuantía no superior a los cien (100)
salarios mínimos legales mensuales vigentes". (Art. 9º). Los asuntos sometidos al
conocimiento de los jueces de paz deben agotar un procedimiento compuesto por dos
etapas: una de conciliación y otra de sentencia o resolutiva (art. 22). La necesidad de agotar
la primera de las etapas del juicio garantiza que, a lo sumo, en los asuntos puestos a
consideración de los jueces de paz, se acudirá a este mecanismo como solución alterna de
justicia, lo cual constituye un factor de expansión en el uso del mismo.
6) Por disposición del Decreto 1477 de 2000 se creó en Colombia el Plan Nacional de
Casas de Justicia, que tiene por objeto "facilitar a la comunidad el acceso a la justicia,
prioritariamente en las zonas marginales, en las cabeceras municipales y en centros
poblados de los corregimientos de más 2.500 habitantes" (art. 1º). Los objetivos de las
Casas de Justicia son, entre otros, el de crear espacios para ampliar la cobertura de la
administración de justicia, involucrar a la comunidad en la resolución formal y no formal
de los conflictos e implementar metodologías para el uso y la difusión de los mecanismos
alternativos de solución de conflictos.
Ahora bien, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 4º del mencionado decreto, las casas
de justicia ofrecen los servicios de mecanismos alternativos de solución de conflictos,
incluida la conciliación, ya que los centros de conciliación tienen participación activa en
aquellas (art. 5º ibídem). El Ministerio de Justicia y del Derecho tiene además la función
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especial de promover la participación de los conciliadores en equidad y de los jueces de paz
en estas casas (art. 7º-4 ibídem)
7) Finalmente, al modificar el Decreto 196 de 1971 en su artículo 30, la Ley 583 de 2000
dispuso que los consultorios jurídicos de las facultades de derecho podrán disponer que sus
estudiantes litiguen en causa ajena, actuando como abogados de pobres "4. En los procesos
laborales, en que la cuantía de la pretensión no exceda de 20 salarios mínimos legales
mensuales vigentes y en las diligencias administrativas de conciliación en materia laboral".
Esta posibilidad de litigio en materia laboral, con un mínimo que determina la cuantía,
incluye por supuesto la posibilidad de representar al cliente del consultorio en las
audiencias de conciliación que podrán realizarse para solucionar su conflicto particular.
8) Lo anterior, claro está, sin contar con las innovaciones introducidas por la propia Ley
640 de 2001, en materia de conciliación extrajudicial. En la ponencia para primer debate
ante la Cámara de Representantes, los ponentes, h. Representante Germán Navas Talero y
Hernán Andrade Serrano hacen expresa mención de la Sentencia C-160 de 1999 en donde
la Corte declaró inexequible la conciliación como requisito de procedibilidad de la acción
laboral. Consciente de las falencias del primer intento por institucionalizar este proyecto,
contenido en la Ley 446 de 1998, el que fue sometido a debate en la Cámara tuvo en
consideración los siguientes puntos:
Efectivamente, por disposición del artículo 28 de la Ley 640 de 2001, en materia laboral
adquirieron potestad conciliatoria, además de los centros de conciliación y los inspectores
de trabajo, los delegados regionales y seccionales de la Defensoría del Pueblo, los agentes
del Ministerio Público en materia laboral y los notarios. A falta de todos los anteriores en el
80
respectivo municipio –dice la norma-, esta conciliación podrá ser adelantada por los
personeros y por los jueces civiles o promiscuos municipales.
"No obstante lo anterior, mediante una comparación juiciosa entre las cifras
estadísticas sobre el número de procesos que entran a la jurisdicción y el de
conciliadores, se ha concluido que la oferta que aportan los funcionarios
públicos puede resultar insuficiente a efecto de exigir la conciliación como
requisito de procedibilidad sin causar traumatismos en el acceso a la justicia.
La norma a que hace referencia la cita anterior, es el artículo 7° de la Ley 640 de 2001 que
dispone:
81
Además de lo anterior y consciente de la necesidad de otorgar un compás de espera que
permitiese consolidar el funcionamiento de la conciliación como requisito de
procedibilidad, la ponencia del proyecto agregó las siguientes consideraciones:
82
"Parágrafo. Para la determinación del índice de que trata este artículo, no se
tendrá en cuenta el número de estudiantes que actúen como conciliadores en
los centros de conciliación de los consultorios jurídicos de facultades de
derecho".
Con esta medida se buscaba precaver el desequilibrio entre oferta y demanda de medios
conciliatorios que fue temido por la Corte en la Sentencia C-160/99, y que justificó en su
momento la declaratoria de inexequibilidad de ese mecanismo jurídico.
Debe tenerse en cuenta además que esta implantación del sistema se podía hacer de manera
sectorizada, es decir, según que cada distrito judicial hubiera alcanzado el porcentaje de
conciliadores requerido por la Ley.
A dicho informe se hizo amplia referencia en la ponencia que fue derrotada en Sala Plena,
porque, a juicio del magistrado sustanciador, las cifras en él contenidas demostraban
83
claramente que la infraestructura que se encontraba a la base del sistema de conciliación,
podía soportar plenamente el funcionamiento de dicha institución.
A los centros se adicionan las cifras de los funcionarios públicos facultados por la ley para
actuar como conciliadores. Las cifras finales en este aspecto señalan que en el país hay un
total de 2.616 funcionarios, entre inspectores de trabajo, delegados regionales y seccionales
de la Defensoría del Pueblo, agentes del Ministerio Público, notarios y jueces civiles,
promiscuos municipales y personeros, habilitados para llevar a cabo audiencias de
conciliación en los 31 distritos judiciales en que está distribuido el territorio nacional. Ello,
sin contar con los comisarios de familia, cuyas cifras no fueron aportadas por el Ministerio,
pero que también están investidos con potestad conciliatoria. Los totales relacionados por el
Ministerio de Justicia y del Derecho, provienen de información oficial suministrada por el
ICBF, la Procuraduría General de la nación, la Defensoría del Pueblo, la Superintendencia
de Notariado y Registro, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y el propio Consejo
Superior de la Judicatura.
El oficio también registra una proyección por distrito judicial, del número de abogados
litigantes que será necesario capacitar, con el fin de que, sumados a los funcionarios
públicos con potestad conciliadora, la cifra de conciliadores equivalente al 2% del total de
los procesos que ingresan a los distritos judiciales, pueda ser alcanzada. Así, por ejemplo,
las tablas entregadas por el Ministerio dan cuenta de que en el Distrito Judicial de Bogotá,
es necesario capacitar a por lo menos 1.300 abogados con el fin de que, sumados a los 217
funcionarios facultados para conciliar, se alcance la cifra de 1.517 conciliadores, necesarios
para absorber la demanda ciudadana en la materia. En la ciudad de Medellín, la cifra de
abogados es de 550, que deberán sumarse al grupo de los 671 funcionarios facultados, con
el fin de llegar al 2% exigido por la Ley 640. El cálculo entregado por el Ministerio,
incluye, como se dijo, cada uno de los 31 Distritos Judiciales.
84
fecha por el mismo ministerio para dictar los cursos de capacitación a las personas que
deseen fungir como conciliadores, y a los funcionarios judiciales que deberán hacerlo por
mandato legal. El total de facultades de derecho que podrán realizar los programas de
capacitación es de 105, a las cuales se suman los 145 centros de conciliación autorizados
por el Gobierno para preparar conciliadores.
Finalmente, el oficio remitido por el Ministerio recoge los resultados finales de los cálculos
hechos sobre el número total de conciliadores que será necesario capacitar en cada distrito
judicial, a fin de que se cumpla la cifra equivalente al 2% previsto por la Ley, extraída de la
proporción que debe lograrse entre conciliadores y número total de procesos ingresados a la
jurisdicción en los que se exija la conciliación como requisito de procedibilidad.
En este sentido, y a manera de ejemplo, el Ministerio estimó que con base en los reportes
del año 1999, en Bogotá era necesario preparar a por lo menos 1.517 conciliadores, entre
abogados y funcionarios, con el fin de absorber el volumen total de procesos que ingresaron
a la jurisdicción en ese año, el cual fue de 75.832. Ello, como quedó dicho, va encaminado
a que cada conciliador atienda en promedio un total de 4 conciliaciones por mes.
Por otro lado, valga resaltar que la conciliación extrajudicial obligatoria en materia laboral
no era una institución originaria del sistema jurídico colombiano. Otros países del mundo la
han aplicado con éxito considerable. Tal es el caso de Australia, donde el sistema funciona
hace más de 120 años. En dicho régimen, el Workplace Relations Act es el estatuto que
regula el procedimiento al cual deben acogerse empleadores y empleados para resolver sus
diferencias laborales previo a la presentación de su caso ante la jurisdicción.
85
En nuestro continente, el ejemplo más relevante es el argentino. Mediante la Ley 24.573 de
1995, la República de Argentina implementó el proceso conciliatorio como etapa previa a
la presentación de la demanda laboral que se encuentra a cargo del Servicio de Conciliación
Laboral Obligatorio (SECLO), administrado por el Ministerio de Justicia de ese país. El
artículo 1º de dicha normatividad prescribe, a la letra:
La Ley 24.573 fue reglamentada a su vez por el Decreto 1021 de 1995, modificado por el
Decreto 477 de 1996.
En este sentido, consideramos que la infraestructura que había sido construida para poner
en marcha esta institución, hacía de la conciliación extrajudicial obligatoria una figura
jurídica razonada y justificada desde el punto de vista de la realidad social colombiana, lo
cual permitía afirmar que sus normas se ajustaban a la Carta Política.
La medida también era útil porque gracias al requisito de la conciliación como etapa previa
a la demanda, se incrementaba el índice de procesos que podían ser resueltos de manera
prematura, sin la intervención del juez, lo cual favorecía el trabajo de dichos funcionarios
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reduciendo su carga laboral y permitiéndole dedicar más tiempo a los casos que finalmente
han sido puestos a su consideración.
Lo anterior se afirma sin perjuicio de la aplicación gradual de la medida, tal como quedó
explicado precedentemente. En efecto, según quedó establecido y argumentado en Sala
Plena, es la propia ley la que establecía el índice del 2%, para determinar el momento en
que debía entrar a regir la medida. Ni el Ministerio de Justicia ni el Consejo Superior de la
Judicatura tenían la potestad de definir el momento de entrada en vigencia de la figura. Al
primero le correspondía ponerla en marcha cuando el segundo hubiera certificado que el
porcentaje requerido por la Ley había sido alcanzado, pero en últimas, no era su voluntad
sino la del legislador la que establecía el momento en que el que la conciliación se
convertiría en requisito para la presentación de la demanda laboral.
Visto lo anterior, los magistrados que salvamos el voto estimamos que el incremento de la
cobertura del sistema, su diseño -específicamente encaminado a absorber la demanda de las
audiencias de conciliación-, el esquema jurídico que delineaba las normas básicas a las que
debían ajustarse los conciliadores y, en general, la nueva perspectiva que el ordenamiento
jurídico le había dado a esta institución, hacían de la misma una institución que cumplía
con las garantías mínimas que debían tenerse en cuenta al erigir la conciliación como
requisito de procedibilidad judicial y permitían afirmar que dicha figura, no sólo se ajustaba
a los cánones constitucionales sino que prometía dotar de importantes herramientas a la
administración de justicia para optimizar el ejercicio de su función pública.
En apoyo de las consideraciones anteriores debe decirse que, en ejercicio de las funciones
constitucionales que le asignan el artículo 150 en sus numerales 1 y 2 de la Carta, el
87
Legislador cuenta con un amplio margen de libertad de configuración para diseñar la
estructura jurídica de las formas procesales, que sin embargo debe respetar los lineamientos
constitucionales que obligan a garantizar el derecho sustancial. Según se ha dicho
precedentemente, la conciliación constituye un mecanismo alternativo para la solución de
conflictos que, además, se lleva a cabo mediante la intervención de un conciliador que, a la
luz del artículo 116 constitucional, administra justicia en el caso particular. Estas
consideraciones hacen de la conciliación una verdadera forma de acceso a la administración
de justicia que, como tal, puede ser regulada ampliamente por el legislador, siempre y
cuando se respeten los límites constitucionales pertinentes. Entendida además como etapa
obligatoria en el trámite de acceso a la administración de justicia, nada impedía al
legislador ubicarla como diligencia previa a la demanda. La conciliación extrajudicial
obligatoria era un requisito de procedibilidad y, por ende, era materia del procedimiento
que es de libre configuración del legislador.
"Ahora bien, ¿Qué se entiende por formas propias de cada juicio? Pues son
las reglas –señaladas en la norma legal- que, de conformidad con la
naturaleza de cada juicio, determinan cada una de las etapas propias de un
proceso y que, a su vez, se constituyen en las garantías de defensa y
seguridad jurídica para los intervinientes en el respectivo litigio. Esas reglas,
como es lógico, deben ser establecidas única y exclusivamente por el
legislador, quien, consultando la justicia y el bien común, expide las pautas a
seguir –con fundamento en la cláusula general de competencia y,
generalmente, a través de códigos (art. 150-2 C.P.)- dentro de cada proceso
judicial. Es así como los procesos laborales, por ejemplo, contienen
procedimientos que difieren de lo dispuesto para los asuntos penales, o los
administrativos, o las controversias relativas al derecho de
familia".(Sentencia C-140 de 1995)
88
"Por lo tanto, como lo tiene establecido la doctrina constitucional, el órgano
legislativo tiene una importante "libertad de configuración legislativa", que
le permite desarrollar plenamente su función constitucional y, en ese orden
de ideas, le corresponde evaluar y definir las etapas, características, términos
y demás elementos que integran cada procedimiento judicial". (Sentencia C-
927 de 2000)
5. Conclusión.
Consideramos que las expresiones demandadas de los artículos 23, 28, 30 (excepto el inciso
final), 35 y 39 han debido ser declaradas constitucionales por las razones antes expuestas.
Ello, por cuanto que la conciliación extrajudicial laboral como requisito de procedibilidad
se ajustaba a los artículos 116 y 229 de la Constitución.
En esta forma dejamos cumplido el deber de sustentar las razones de nuestro disentimiento.
Fecha ut supra
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Marco Gerardo Monroy Cabra Jaime Córdoba Triviño
Actor: Andrés de
Zubiría Samper
Magistrada ponente:
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acceder a la jurisdicción laboral contenida en el artículo 35 demandado. Sin embargo,
estimo necesario aclarar mi voto.
2. Las razones en que funda su decisión la Corte son de dos tipos. Las primeras son de tipo
general puesto que comprenden los mecanismos alternativos de resolución de conflictos y
la conciliación como uno de ellos. Mi voto en esta oportunidad no se funda en estas
razones. En ellas se exponen argumentos que reducen demasiado el ámbito constitucional
legítimo de la conciliación y de los mecanismos alternativos de acceso a la justicia. Esto
explica la nota de pie de página n° 25 en la cual se recuerda la opinión de Bentham al
respecto.
Las segundas razones son de tipo específico en la medida en que se concretan a analizar la
cuestión de si la conciliación puede ser un requisito extrajudicial obligatorio de
procedibilidad de las acciones laborales. Comparto las razones allí expuestas, con algunos
matices que no viene al caso mencionar, puesto que estimo que el derecho laboral tiene
unos rasgos específicos que se reconocen en la Constitución debido a la situación de
subordinación en la cual se encuentran los trabajadores lo cual representa un contexto en el
que los derechos constitucionales mencionados en la providencia merecen especial
protección del juez constitucional para evitar que la asimetría en la relación de poder entre
el empleador y el trabajador derive en menoscabo de los derechos de este último.
Fecha ut supra,
Magistrado
91