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Historia Del Uso Del Gentilicio: Porteño Es El

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Porteño es el gentilicio que corresponde a los que viven en el territorio que hoy es la Ciudad de

Buenos Aires (CABA), en Argentina. No debe confundirse con el gentilicio «bonaerense».

Este caso es el típico caso de cuando un mismo conglomerado urbano se encuentran repartido
entre dos provincias, estados o jurisdicciones de primer orden. Es decir, esta situación es igual a
las siguientes: el de Barranqueras y Resistencia es chaqueño y el de Corrientes capital es
correntino, el de Cipolletti es rionegrino y el de Neuquén capital es neuquino, el de Viedma es
rionegrino y el de Carmen de Patagones es bonaerense y el de Paraná es entrerriano y el Santa Fe
capital es santafesino; entre otros ejemplos. En todos esos núcleos urbanos anteriormente
mencionado conforman un único conglomerado urbano que en las tareas de día a día (trabajo,
estudios, atención hospitalaria, movimientos, etc) funcionan prácticamente como una única
ciudad.

Cabe destacar que la revitalización del gentilicio "porteño" y su restricción a los límites de la
Capital Federal se corresponden con la conformación de la ciudad autónoma de Buenos Aires a
partir de 1994. Hasta entonces el uso de la palabra "porteños" para referirse a sí mismos estaba
más relacionado al ámbito cultural y a lo "pintoresco" que a lo cotidiano, similar de alguna
manera al uso de "galo" por francés o de "teutón" por alemán. La autonomía motivó, más que
nada en la dirigencia de la nueva entidad política, la necesidad de diferenciarse de la provincia
homónima, y de este modo el uso del gentilicio se generalizó, cobrando nuevo impulso. La
promoción de este uso exclusivista del término "porteño" deja al habitante del Gran Buenos
Aires sin el gentilicio compartido con los capitalinos, interrumpiendo de este modo el empleo
tradicional del término, el cual aludía en el siglo XIX a todos los habitantes de la provincia. A
pesar de que la ciudad y el Gran Buenos Aires constituyen un área geográfica y sociocultural
común, la dinámica política de la autonomía de la ciudad de Buenos Aires terminó imponiendo
una identidad diferenciada, que se expresa en el uso exclusivo del gentilicio en cuestión. Desde
la provincia de Buenos Aires también se dio un proceso análogo a partir los años '90 del siglo
XX, cuando desde los sucesivos gobiernos provinciales se comienza a nombrar a instituciones,
entidades y habitantes con el gentilicio "bonaerense", hasta entonces un cultismo de uso poco
frecuente. Más allá del empleo formal de los gentilicios antedichos, las personas provenientes del
Gran Buenos Aires y de La Plata son identificadas en el interior de la Argentina y en países
limítrofes como "porteños". Este cambio del gentilicio "porteño" a "bonaerense" se puede
entender como una etapa en un proceso que comienza con la ley de 1880 de federalización de la
ciudad de Buenos Aires. Lo que en un momento representó una identidad regional devino en un
gentilicio oficial y exclusivo. A la pérdida territorial que sufrió la provincia de Buenos Aires
dispuesta por esta ley, y que fue resistida en su momento por un alzamiento armado que dejó al
menos tres mil muertos, le sigue poco más de un siglo después la pérdida de su gentilicio
histórico.

Historia del uso del gentilicio


Primera vista conocida de Buenos Aires (1628).

El uso del gentilicio para referirse a los habitantes de la ciudad de Buenos Aires, refundada en
1580 como Ciudad de la Trinidad, Puerto de Santa María de los Buenos Ayres, es de larga data.
Aunque anterior es el gentilicio referido a El Puerto de Santa María, (Cádiz) España, fundada por
el rey ateniense Menesteo, ocupada por los árabes y luego reconquistada por el rey español
Alfonso X 'el Sabio' en 1281.

Poco poblado el territorio rural cercano y dependientes de la capital, el uso se hizo extensivo a
sus habitantes. Tras la independencia, era incluso habitual entre los extranjeros utilizar el
vocablo porteño como sinónimo de argentino. De esto deja fe lo siguiente: «Sucedía
generalmente en los primeros tiempos de la guerra de la emancipación americana que tanto los
nuevos estados cuanto muchos extranjeros que no conocían la geografía o división política de
las Provincias Unidas del Río de la Plata consideraban sinónimo de argentino los adjetivos de
porteño o de Buenos Aires, así en Chile como en el Perú y en Bolivia como en Colombia, a los
ciudadanos del Río de la Plata no nos llamaban ni han llamado argentinos sino general e
indiferentemente porteños o de Buenos Aires. Los argentinos mismos que entonces y aun después
hayan viajado por esas regiones probablemente han tenido ocasión de notar esa costumbre
aunque posteriormente se ha modificado bastante cuando han ido conocidas las Constituciones
políticas de los nuevos estados».1

Hasta las primeras décadas del siglo XIX el vocablo "argentino" era de hecho un sinónimo de
"porteño", un adjetivo para referirse a lo relacionado con el Río de la Plata o la Ciudad de
Buenos Aires, que se extendía a los territorios que administrativamente dependían de esta
ciudad, a los que se denominaban "provincias argentinas".2

No obstante, en las restantes provincias el gentilicio argentino fue adoptado, especialmente tras
el Congreso General de 1824. Sin embargo, aún en 1839 algunos restringían el alcance del
gentilicio argentino a los porteños, aunque despertaba la indignación de los provincianos que lo
habían hecho suyos, como puede verse en las Memorias del general cordobés José María Paz. No
sucedió lo propio con el de porteño y los tempranos conflictos civiles, cuyo foco fue en buena
medida la resistencia a los intentos de la ciudad de Buenos Aires de hegemonizar el poder
político y económico en la nueva nación, no contribuyeron a ello, siendo la dicotomía "porteño"-
"provinciano"/Buenos Aires (la ciudad)-"interior" clave en la política y cultura argentina,
especialmente en la época del Directorio y después de constituido el Estado de Buenos Aires.

En la provincia de Buenos Aires el término continuó usándose tanto para los habitantes de la
ciudad de Buenos Aires como para los habitantes puebleros y rurales (habitantes de "la
campaña") de los distintos territorios bajo dominio de la ciudad de Buenos Aires. Tras la
expedición de Juan Manuel de Rosas contra las tribus aborígenes, la relación de cautivos
rescatados los curiosamente clasifica a todos como "porteños", especificando luego el pueblo.
Así, uno es "porteño de Lobos", otro "porteño de Dolores" y otro más un "porteño del Salto".
Hay también una "porteña del Pergamino".34

Tras el fracaso de la Revolución de 1880 y la federalización de la ciudad de Buenos Aires,


convertida en capital de la República y separada políticamente, a esos efectos, del resto de la
provincia. Desde entonces, se emplearía la forma porteño para los habitantes de esa ciudad y la
forma bonaerense para los habitantes de la ya separada provincia de Buenos Aires.

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