Van Gogh, El Suicidado Por La Sociedad - Antonin Artaud
Van Gogh, El Suicidado Por La Sociedad - Antonin Artaud
Van Gogh, El Suicidado Por La Sociedad - Antonin Artaud
van gogh,
el suicidado por la sociedad
en mayo de 1946 se interrumpe el confinamiento de antonin artaud en el psiquiátrico de rodez, pero sólo le
quedan dos años de vida que serán especialmente fecundos. "artaud, el momo", "la cultura indiana" y "van
gogh, el suicidado por la sociedad", jalonan ese tiempo en el que también dibuja rostros humanos y
pronuncia o intenta pronunciar una conferencia en el vieux colombier, que asombra aún a los espectadores
sobrevivientes.
introducciÓn
la buena salud mental de van gogh puede ser proclamada, pues a lo largo de toda su vida sólo se hizo
cocinar una mano y, dejando esto de lado, no llegó más que a cortarse la oreja izquierda, en un mundo en
que la gente come todos los días vagina asada con salsa verde, o sexo de recién nacido azotado y
encolerizado ingerido tal como sale del sexo de la madre.
y no es una imagen, sino una realidad cotidiana, repetida con frecuencia, y sembrada en toda la
extensión de la tierra.
así es como se sostiene -aunque esta afirmación resulte delirante- la vida actual en su viejo clima de
estupro, de anarquía, de caos, de extravío, de descalabro, de alienación crónica, de inercia burguesa, de
desviación mental, (pues no es el hombre el que se ha desviado sino el mundo), de impudicia deliberada e
ilustre hipocresía, de inmundo descrédito por todo lo que representa nobleza,
de reivindicación de un orden fundado absolutamente en el acatamiento de una primitiva injusticia,
en síntesis, de crimen organizado.
las cosas andan mal porque en este momento el mayor interés de la conciencia alienada es no salir
de su enfermedad.
es así como una sociedad estropeada inventó la psiquiatría para protegerse de las
indagaciones de algunos iluminados superiores cuyas facultades de profecía les resultaban molestas.
gerard de nerval estaba loco, pero lo acusaron de estarlo con la intención de desacreditarlo sobre
ciertas revelaciones fundamentales que estaba por hacer, y una noche, además de acusarlo, lo golpearon
en la cabeza-golpeado realmente en la cabeza-para que olvidara los monstruosos hechos que iba a revelar
y que, a consecuencia del golpe, pasaron en su interior al terreno de lo supranatural; porque toda la
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sociedad, confabulada tácitamente contra su conciencia, en ese momento era bastante poderosa como para
hacerle olvidar su realidad.
no, van gogh no estaba loco, pero sus telas conformaban mezclas incendiarias, bombas atómicas,
cuyo punto de vista, en comparación con el de todas las pinturas que causaban furor en la época, hubiera
podido alterar gravemente el conformismo larval de la burguesía del segundo imperio, y de los sicarios de
thiers, de gambetta, de félix faure tanto como los de napoleón iii.
porque la pintura de van gogh no se opone a cierto conformismo de las costumbres sino al de las
mismas instituciones. y después del paso de van gogh por la tierra, ni la naturaleza exterior, con sus
mareas, sus climas y tormentas equinocciales puede conservar la misma gravitación.
con más razón en el terreno social, las instituciones se desarticulan, y la medicina parece un cadáver
inservible y en estado de descomposición que proclama la locura de van gogh.
la lucidez en acción de van gogh, deja a la psiquiatría reducida a un tugurio de gorilas, obcecados y
perseguidos, que sólo tienen como recurso, para atenuar los más terribles estados de angustia y opresión
humana, una ridícula terminología, producto que corresponde a sus viciados cerebros. no hay psiquiatra, en
efecto, que no sea un manifiesto erotómano.
y no creo que haya excepciones en la regla de la arraigada erotomanía de los psiquiatras.
hay uno que hace algunos años se rebeló ante la posibilidad de verme acusar, en su totalidad, al
conjunto de notables crápulas y timadores patentados al que él pertenecía.
señor artaud, en lo que a mí me toca -me decía- no soy erotómano, y lo reto a que muestre una sola
prueba para justificar su acusación.
sólo tengo que presentarlo a usted mismo como prueba, dr. l...; lleva la marca en la cara, pedazo de
sucio cochino.
tiene el aspecto de quien mete su presa sexual bajo la lengua y después la hace girar como una
almendra, para despreciarla a su manera.
es un hombre que elige volverse loco -en el sentido en que se usa socialmente la palabra- antes
que traicionar un pensamiento superior de la dignidad humana.
por ese motivo la sociedad se sirve de los asilos para amordazar a todos aquellos de los que quiere
deshacerse o defenderse, por haberse negado a convertirse en cómplices de las más grandes porquerías.
ya que un alienado, en realidad, es un hombre al que la sociedad no quiere escuchar, y quiere
evitar que manifieste determinadas verdades intolerables.
pero el encierro, en este caso, no es el único recurso, porque la confabulación de los hombres
cuenta con otras armas para sojuzgar a las voluntades que pretende quebrar.
más allá de las mínimas hechicerías de los brujos de pueblo están los importantes pases de magia
colectiva en la que interviene periódicamente toda la conciencia en estado de alerta.
de este modo, en ocasión de una guerra, de una revolución, de una hecatombe social todavía
latente, la conciencia unánime es cuestionada, se cuestiona, y llega a emitir su propio juicio.
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puede suceder también, que en ciertos casos individuales sobresalientes se le haya inducido a salir
de sí misma.
es así como hubo hechizos generales en los casos de baudelaire, edgar poe, gerard de nerval,
nietzsche, kierkegaard, hölderlin, coleridge,
tentacular de una especie de magia cívica que no demorará en presentarse explícitamente en las
costumbres.
frente a esa inmundicia general, que tiene de un lado al sexo y del otro a la masa, o a otro rituales
psíquicos análogos como fundamento o punto de partida, no es indicio de delito alguno el pasearse de
noche con un sombrero coronado con doce luces para plasmar en la tela un paisaje del natural;
¿de qué otra forma, si no, habría podido iluminarse el pobre van gogh?, como lo puso en evidencia en
cierta ocasión nuestro buen amigo el actor roger blin.
con respecto a la mano cocinada, es un acto de puro y sencillo heroísmo;
y en relación a la oreja cortada sólo se trata de lógica directa,
y repito:
a un mundo que cada vez más de día y de noche come lo incomible
para llevar su maléfica voluntad a la materialización de sus fines,
no le queda, en ese punto, otro recurso que enmudecer.
post scriptum
lo suicidó.
y esto le sucedió a van gogh como suele suceder en ocasión de una
bacanal, de una misa, de una absolución, o de cualquier otro rito de posesión,
de consagración, de sucubación o de incubación.
así esta sociedad se metió en su cuerpo
esta sociedad perdonada consagrada santificada
y poseída
barrió con su conciencia sobrenatural que recién había adquirido, y como una invasión de cuervos
negros en las fibras de su tronco interior
lo hundió en una última oleada, y ocupando su lugar, lo mató.
ya que es parte de la lógica anatómica del hombre moderno, poder vivir y pensar en vivir, sólo como
poseído.
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el suicidado por la sociedad
me apasionó durante largo tiempo la pintura lineal pura, hasta que descubrí a van gogh. en lugar
de líneas y formas, él pintaba cosas de la naturaleza inerte que parecían movidas por convulsiones.
e inerte.
como bajo el espantoso ataque de ese impulso de inercia al que todos hacen alusión con medias
palabras, y que jamás ha sido tan turbia como desde que la totalidad de la tierra y de la vida actual se
confabularon para aclararla.
pero son mazazos, verdaderos mazazos los que sin cesar dispensa van gogh a todas las formas de la
naturaleza y a los objetos.
los paisajes cardados por el punzón de van gogh, exponen a la vista su carne hostil,
en la tela hay un cielo muy bajo, aplanado, violáceo como los bordes del rayo.
sobre el sillón de paja verde, la vela encendida pareciera delinear el límite luminoso que separa las
dos individualidades antagónicas de van gogh y gauguin.
el motivo estético de su controversia perdería interés si fuera relatado, pero resultaría útil para
mostrar una básica escisión humana entre las personalidades de van gogh y gauguin.
en mi opinión, gauguin creía que le artista debía buscar el origen, el símbolo, elevar las cosas de la
vida hasta la dimensión del mito,
en tanto que van gogh creía que hay que partir del mito y deducir de él las cosas más pedestres de
la vida,
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y no es posible dejar de notar esa rajadura de la luz lila que ciñe los travesaños del gran sillón
torvo, del vetusto sillón esparrancado de paja verde, aunque no se lo advierta a la primera mirada.
ya que el foco está situado en otro ángulo, y su fuente es extrañamente sombría, como si fuese un
secreto del cual sólo van gogh habría conservado la clave.
no necesito acudir a la gran plañidera para que me revele de qué supremas obras maestras se
hubiera enriquecido la pintura si van gogh no hubiese muerto a los 37 años,
ya que no puedo decidirme a creer que van gogh hubiese pintado un cuadro más después de "los
cuervos".
pienso que murió a los 37 años porque, ay, había llegado a la culminación de su luctuosa y penosa
historia de oprimido por un espíritu maléfico.
pues van gogh no abandonó la vida por sí mismo, por efecto de su propia locura.
fue por la coacción, dos días antes de su muerte, de ese espíritu maléfico conocido como dr. gachet,
psiquiatra profano, causa eficiente, directa y suficiente de esa muerte.
después de leer las cartas de van gogh a su hermano, he llegado a la franca y segura certeza de que
el doctor gachet, "psiquiatra", aborrecía, en verdad, a van gogh, pintor, y que lo aborrecía como pintor, pero
sobre todo como genio.
es inútil intentar ser a la vez médico y hombre honrado, pero es humillantemente imposible ser
psiquiatra sin estar a la vez marcado a fuego por la más incuestionable insanía: la de no poder
oponerse a ese antiguo reflejo atávico de la turba que hace que cualquier hombre de ciencia,
atrapado en la turba, se convierta en una especie de enemigo nato e innato de todo genio.
el origen de la medicina es el mal, si es que no ha originado de la enfermedad, y si, al contrario, ha
causado y creado toda la enfermedad para procurarse una razón de ser; pero la psiquiatría ha tenido
como origen la turba plebeya de los seres que han querido preservar el mal en la fuente de la enfermedad,
y que han extirpado así de su propia nada una especie de guardia suizo para arrancar de raíz el
impulso de rebelión reivindicatoria que está en el germen de todo genio.
hay en el alienado un genio incomprendido que resguarda en su mente una idea que causa pavor, y
que sólo el delirio le permite encontrar una salida a las opresiones que la vida le depara.
el doctor gachet no le decía a van gogh que estaba allí para modificar su pintura (como le oí decir al
doctor gastón ferdière, médico jefe del asilo de rodez, que estaba allí para modificar mi poesía), pero lo
mandaba a pintar del natural, a sumergirse en un paisaje para evitarle el tormento de pensar.
pero ni bien van gogh giraba la cabeza, el doctor gachet le apagaba el conmutador del pensamiento.
como quien no quiere la cosa, pero usando uno
de esos desdeñosos y fútiles fruncimientos de nariz en los que todo el inconsciente burgués de la
tierra ha dejado la huella de la antigua fuerza mágica de un pensamiento cien veces reprimido.
,al hacer esto, el doctor gachet no impedía solamente los perjuicios del problema,
acumular cuerpos
el mundo que de este modo se recupera, no es el astral sino el de la creación directa, más allá de
la conciencia y del cerebro.
están congelados.
pero quién podría soñarlos más férreos bajo la incisión seca que descubre su impenetrable
estremecimiento.
no, doctor gachet, un lienzo nunca ha fatigado a nadie. son furiosas energías en reposo, que no
producen agitación.
yo también, como el pobre van gogh, he dejado de pensar, pero organizo, cada día, extraordinarias
ebulliciones internas, y sería interesante ver que un médico cualquiera viniera a reprocharme que me
fatigo.
alguien adeudaba cierta suma de dinero a van gogh, la historia nos dice que van gogh se preocupaba
desde hacía varios días.
las naturalezas superiores-situadas siempre un peldaño por encima de lo real- tienen la tendencia a
interpretar todo por el influjo de una conciencia maléfica,
a creer que nada está librado al azar, y que todo lo malo que ocurre se debe a una voluntad
maléfica,
inteligente, consciente y predeterminada. cuestión en la que los
psiquiatras no creen jamás.
cuestión en la que los genios creen siempre. cuando me enfermo, es porque me hechizaron, y no
puedo considerarme enfermo, si no admito, por otro lado, que alguien tiene interés en quitarme la salud
y obtener de eso algún beneficio.
23 de julio de 1890
"tal vez veas ese boceto del jardinero de daubigny -es una de las telas en las que trabajé con más
empeño-, y agrego un boceto de viejas chozas, y los bocetos de dos telas de 30 que representan grandes
extensiones de trigo después de la lluvia...
"el jardín de daubigny con hierbas verde y rosa en primer plano. un matorral verde y lila y una
cepa de planta con follaje blanquecino a la izquierda. un macizo de rosas en el centro, un vallado a la
derecha, un muro y por sobre e1 muro un nogal de follaje violeta. después una mata de lilas, una hilera
de redondeados tilos amarillos, la casa rosada en el fondo, con tejados azulinos. tres sillas y un banco,
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una silueta negra con sombrero amarillo, y un gato negro en el primer plano. cielo verde pálido.
8 de septiembre de 1888
"en mi pintura "café por la noche", intenté mostrar que el café es un lugar donde uno puede arruinarse,
cometer crímenes, enloquecer. busqué, en síntesis, por medio de contrastes de rosa suave y rojo sangre y
excreciones de vino, de verde tenue luis xv y veronés en contraste con verdes amarillentos y verdes
blancuzcos duros, todo reunido en un clima de horno infernal de azufre lavado, mostrar algo así como la
energía tenebrosa de una taberna.
"y no obstante todo eso, adoptando una apariencia de jolgorio japonés unido a la inocencia de un
tartarín...
"¿qué significa dibujar? ¿cómo se llega a hacer? es el movimiento de abrirse camino a través de
un muro de hierro invisible que parece interponerse entre lo que se siente y lo que es posible hacer.
de qué manera atravesar ese muro, ya que de nada sirve golpear con fuerza contra él; para conseguirlo hay
que corroerlo despacio y pacientemente con una lima, eso es lo que pienso.
un recorte de trigo doblado bajo el viento, sobre el trigo las alas de un sólo pájaro dispuesto en
vírgula; qué pintor que no fuera rigurosamente pintor, podría haber tenido la osadía de van gogh de
aplicarse a un motivo de tan desbaratante sencillez.
no, en las pinturas de van gogh no hay fantasmas, no hay sujeto ni hay drama y yo diría que ni siquiera
hay objeto, ya que el motivo mismo, ¿qué es?
salvo que sea algo así como la sombra de hierro del motete de una indiscernible música antigua,
algo como el disparador de un tema que desespera en sí mismo.
es naturaleza pura y descarnada, tal como se revela al ser vista cuando uno sabe situarse en su
máxima cercanía.
prueba de ello ese paisaje de oro fundido, de bronce cocido en el antiguo egipto, donde un enorme sol
descansa sobre los techos tan sofocados por la luz que parecen en estado de descomposición.
no he visto ninguna pintura jeroglífica, fantasmagórica, patética o apocalíptica que me produzca
esa sensación de oculta extrañeza, de cadáver de inútil hermetismo, que entrega su secreto con la cabeza
abierta sobre el madero de la ejecución.
no pienso, al decir esto, en el "tío tranquilo", ni en esa fananbulesca avenida de otoño por donde
pasa, en último término, un anciano encorvado con un paraguas colgado del brazo como el gancho de un
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trapero.
y por otro lado el único, absolutamente el único, que haya excedido absolutamente la pintura, el acto
inerte de representar la naturaleza para hacer salir, de esa representación única de la naturaleza,
una energía giratoria, un elemento extraído directamente del corazón.
ha hecho surgir, bajo la representación, un aspecto y encerrar en ella un nervio que no se encuentra en
la naturaleza, que son de una naturaleza y un aspecto más auténtico que el aspecto y el nervio de la
naturaleza auténtica.
en el instante en que escribo estas líneas veo el rojo rostro ensangrentado del pintor acercarse a mí,
el mismo clima tormentoso había en egipto 0 sobre las honduras de la judea semita,
tal vez las mismas sombras cubrían caldea, mongolia o los montes del tibet, y nadie me ha dicho que
se hayan mudado.
y sin embargo, al mirar esa extensión de trigo 0 de piedras blancas como un osario en la tierra, sobre
la que se apoya un viejo cielo violáceo, ya no se puede creer en los montes del tibet.
pintor, ninguna otra cosa que pintor, van gogh incorporó los medios de la pura pintura y no los excedió.
quiero decir que para pintar, no hizo más que valerse de los medios que la pintura le ofrecía.
un cielo encrespado,
sin embargo,
a van gogh, en cambio, que puso a cocinar una de sus manos, nunca lo acobardó la lucha para vivir, es
decir, para diferenciar el hecho de vivir de la idea de existir,
pues todo mono, antes que él, ha vivido de las fuerzas que él llegó a juntar.
y que serán las fuerzas que ahora habrá que restituir para que la resurrección de van gogh sea
posible.
frente a una humanidad de perros empapados y monos cobardes, la pintura de van gogh dará
testimonio de haber pertenecido a una época en la que no hubo alma, ni espíritu, ni conciencia, ni
pensamiento; sólo elementos iniciales, alternativamente encadenados y desencadenados.
paisajes de fuertes convulsiones, de traumatismos desbocados, como los de un cuerpo martirizado
por la fiebre para devolverle la salud perfecta.
el cuerpo es una usina recalentada debajo de la piel,
y por fuera,
el enfermo resplandece, brilla,
con todos sus poros,
expandidos,
semejantes a un paisaje
de van gogh
al mediodía.
sólo la guerra eterna puede hacer entender una paz que sólo es transitoria,
lo mismo que la leche a punto de derramarse puede hacer entender la cacerola en que hervía.
desconfíen de los bellos paisajes de van gogh plácidos y envolventes,
estremecidos y contenidos.
representan la salud entre dos estallidos de fiebre ardiente que está por irse.
representan la fiebre entre dos estallidos de una rebelión de buena salud. un día la pintura de van gogh
aprovisionada de fiebre y de buena salud,
volverá para desparramar al viento un mundo encarcelado que su corazón no podía tolerar.
antonin artaud
post scriptum
¿alguien vio alguna vez una tierra semejante al mar como en esta tela?
van gogh es, entre todos los pintores, el que más hondo nos despoja hasta llegar a la esencia, pero a la
manera de quien se despoja de una obsesión.
la obsesión de transformar los objetos en otros, la de animarse a arriesgar el pecado del otro: y aunque
la tierra no puede hacer galas del color de un mar líquido, es justamente como un mar líquido que van gogh
plasma su tierra como una serie de golpes de azadón.
e inunda la tela de un color de borra de vino; y es la tierra con olor a vino la que todavía salpica entre
oleadas de trigo, la que eleva una cresta de gallo oscuro contra las nubes bajas que se amotinan en el cielo
por todos lados.
pero como ya he dicho, lo tenebroso del asunto radica en la magnificencia con que están representados
los cuervos.
ese color almizclado, de nardo extravagante, de trufas podrían provenir de un gran banquete.
en las hondonadas violáceas del cielo dos o tres cabezas de ancianos de humo semejan una mueca de
apocalipsis, pero allí están los cuervos de van gogh alentándolos a un mayor decoro quiero decir a menos
espiritualidad,
y es precisamente lo que van gogh quiso decir en esa pintura, con un cielo rebajado, como delineada en el
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mismo instante en que él se liberaba de la existencia, ya que esa pintura tiene, además, una rara tonalidad
casi pomposa de nacimiento, de boda, de despedida,
oigo el sonido de las alas de los cuervos como fuertes golpes de cimbal por encima de una tierra cuya
corriente van gogh ya no parece poder contener,
después la muerte,
los olivos de saint-rémy.
el dormitorio.
de carnicero colorado que nos mira inquisitivamente y vigila, que nos inspecciona con mirada torva.
no conozco a ningún psiquiatra capaz de inspeccionar un rostro humano con una fuerza tan
arrasadora, como diseccionando con un estilete su indiscutible psicología.
el ojo de van gogh es el de un gran genio, pero por la manera en que lo veo diseccionarme brotando
de la profundidad de la tela, ya no es el genio de un pintor el que siento vivir en él en este momento, sino el
genio de un filósofo como nunca supe en la vida de alguien semejante. .
no, sócrates no tenía esa mirada; solamente el desafortunado nietszche tuvo tal vez antes que él esa
mirada que desnuda el alma, desata al cuerpo del alma, desnuda el cuerpo del hombre, más allá de las
argucias del espíritu.
la mirada de van gogh está soldada, colgada, petrificada detrás de sus párpados pelados, de sus cejas
ralas y sin ceño.
es una mirada que taladra, que penetra directa, partiendo de ese rostro moldeado a golpes como un
árbol hachado a escuadra.
pero van gogh congeló el instante en que la pupila va a hundirse en el vacío,
en que esa mirada dirigida hacia nosotros como el proyectil de un meteoro, adquiere el color
inexpresivo y de lo inerte que lo inunda.
el gran van gogh, mejor que cualquier psiquiatra del mundo, definió así su enfermedad.
renazco, irrumpo, inquiero, engancho, rompo el sello de clausura, mi vida muerta no tiene secretos, no
esconde la nada, y la nada, por otra parte, nunca ha lastimado a nadie; lo que me lleva imperiosamente a
retornar al interior es esa ausencia desoladora que pasa y que por momentos me hunde, pero en ell a veo con
claridad, tanto que hasta sé qué es la nada, y podría decir qué hay en su interior.
y van gogh tenía razón; se puede vivir para lo infinito, llenarse sólo con lo
infinito, pues hay suficiente infinito sobre la tierra y en las esferas como para
colmar a miles de grandes genios, y si van gogh no llegó a saciar su deseo de
iluminar toda su vida con él, fue porque la sociedad no se lo permitió.
y van gogh podría haber encontrado el infinito suficiente como para vivir
durante toda su vida si la
conciencia animal de la turba no hubiese decidido arrebatárselo para alimentar sus propias orgías
que nunca tuvieron ninguna relación con la pintura o con la poesía.
pero en el caso del suicidio, para que el cuerpo se decida al acto contra natura de privarse de la propia
vida se necesita un ejército de seres malditos.
y creo que en el límite extremo del instante de la muerte, siempre hay otro
que nos despoja de la propia vida.
y porque había concluido con la vida, van gogh se condenó, y como
permiten entrever las cartas a su hermano, porque ante el nacimiento de un
hijo de su hermano,
pero van gogh quería, por sobre todas las cosas, encontrarse al fin con ese infinito como quien se embarca
en un tren hacia una estrella, como suele decirse, y se embarca el día en que uno ha decidido
definitivamente quitarse la vida.
ahora bien, tal como sucedió con la muerte de van gogh, no creo que ese sea lo que sucedió.
van gogh fue despedido de este mundo, en primer término por su hermano al anoticiarlo del
nacimiento de su sobrino, y seguidamente por el doctor gachet, quien, en lugar de aconsejarle descanso y
aislamiento, hizo que fuera a pintar del natural un día en que él era plenamente consciente de que a van
gogh le hubiera hecho mejor irse a acostar.
pues no se compensa de manera tan directa una lucidez y una delicadeza como las de van gogh el
torturada.
hay almas que en ciertos momentos se matarían a causa de una mínima contradicción, y para eso no es
imprescindible estar loco, loco diagnosticado y catalogado; por el contrario, alcanza con tener una buena
salud y contar con la razón de su lado.
en cuanto a mí, en un caso semejante, no toleraría sin cometer un crimen que me dijeran: "usted,
señor artaud, delira", como me ha ocurrido frecuentemente.
post-scriptum 2
a propósito de van gogh, de la magia y de los hechizos, todos los que durante dos meses han estado
desfilando ante la exposición de sus pinturas en el museo de l'orangerie, ¿tienen acaso la seguridad de
recordar todo lo que hicieron y todo lo que les ocurrió cada noche de esos meses de febrero, marzo, abril y
mayo de 1946? ¿y no recuerdan cierta noche en que la atmósfera en las calles se tornaba como licuada,
gelatinosa, inestable, y en que la luz de las estrellas y de la bóveda celeste se desvanecía?
y van gogh, que pintó el café de arlés, no se encontraba allí. pero yo
estaba en rodez, es decir, aún sobre la tierra, mientras todos los habitantes de
parís, durante toda una noche, se habrán sentido muy cerca de abandonarla.
y es que todos habían participado unidos en ciertas inmundicias
generalizadas, en las cuales la conciencia de los parisinos por un par de horas
olvidó el nivel normal y pasó a otro, a una de esos arranyues masivos de odio,
de los que, en muchas ocasiones, me ha tocado ser otra cosa que testigo a lo
largo de mis nueve años de internación. el odio ahora ha sido olvidado, así
como las expurgaciones nocturnas que vinieron después, y los mismos que
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tantas veces mostraron descarnadas y a la vista de todos sus almas humillantes
de puercos, desfilan ahora ante van gogh, mientras que, cuando vivía, ellos o
sus padres y madre le apretaron el cuello con premeditación.
¿pero no ocurrió en una de esas noches a las que me refiero, que cayó en el boulevard de la
madelaine, en la esquina de la calle des mathurins, una gigante piedra blanca como proviniendo de una
reciente erupción del volcán popocatepetl?
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