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Asambleas 73 y 74

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73. Las asambleas: órgano de deliberación y de gobierno. Integración.

Obligatoriedad de sus
decisiones. Clases de asambleas: criterios para diferenciarlas. Aspectos formales:
convocatoria, publicidad, orden del día, asistencia, quórum, mayorías, debate, voto, actas.
Las asambleas unánimes.
El ÓRGANO DE DELIBERACIÓN Y GOBIERNO ENCARGADO DE SOCIAL ES LA ASAMBLEA.
El ÓRGANO DE ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES SOCIALES Y EL QUE EJECUTA LAS
DECISIONES ASAMBLEARIAS ES EL DIRECTORIO.
Por último, el ÓRGANO DE FISCALIZACIÓN ES EL QUE TIENE A SU CARGO LA TAREA DE
CONTROLAR A LA ADMINISTRACIÓN, PUEDE ESTAR A CARGO DE UNA SINDICATURA DE
UN CONSEJO DE VIGILANCIA O DE LOS MISMOS SOCIOS según lo permita la LGS
CONCEPTO Y CARACTERÍSTICAS
ASAMBLEA: reunión de los accionistas convocada y celebrada de acuerdo con la ley y los
estatutos, para considerar y resolver sobre los asuntos indicados en la convocatoria.
Las deliberaciones se generan por la voluntad individual de cada 1 de sus integrantes destinadas
a proteger el interés social. En su funcionamiento prevalece el grupo mayoritario que expresa la
voluntad social
Las asambleas toman decisiones que producen efectos en la esfera interna de la sociedad,
como los dividendos y en el ámbito externo al aprobar un contrato de suministro
Son características de las asambleas de accionistas:
a) Es el órgano de gobierno de la sociedad, lo cual implica que no es asamblea cualquier reunión
de accionistas, sino aquella que es convocada y celebrada conforme a la ley y los estatutos con
todas las formalidades legales, y cuyas decisiones, obtenidas a través del régimen de mayorías,
son obligatorias para todos los integrantes de la sociedad, atribuyéndose a ésta las consecuencias
y efectos que se deriven de tales acuerdos.
b) Es un órgano no permanente de la sociedad, en el sentido de que no funciona
ininterrumpidamente durante toda la existencia de la sociedad, sino cuando es convocada por el
órgano de administración de la compañía, quien deberá hacerlo una vez por año, dentro de los
cuatro meses del cierre del ejercicio, para considerar los balances y estados contables, la política
de ganancias, la gestión de los directores y síndicos y su remuneración. El incumplimiento de esta
expresa directiva es suficiente causal de remoción de los integrantes de los órganos de
administración y fiscalización de la sociedad.
c) Sus facultades son indelegables, por cuanto su competencia es exclusiva y no puede ser
suplida por decisiones de otros órganos de la sociedad. Por las mismas razones, no puede la
asamblea de accionistas invadir esferas reservadas a otros órganos sociales, habiéndo sostenido
que los vicios de competencia generan nulidades absolutas, inconfirmables e imprescriptibles.
d) La validez de sus decisiones implica el respeto de la legalidad en todas y cada una de las
etapas formativas de la voluntad social. La asamblea de accionistas es un acto formal ad
solemnitatem, regulado por el legislador en forma muy minuciosa, para permitir la participación de
todos los accionistas y evitar el abuso por parte del grupo de control.
e) Sus decisiones, en tanto respeten el estatuto y el ordenamiento legal, son obligatorias para
todos los accionistas, que deben acatar la decisión de la mayoría, y deben ser cumplidas
por el directorio
INTEGRACIÓN: Se encuentra integrada por los accionistas de la sociedad, quienes tienen la carga
de asistir a sus deliberaciones.
Además, deben concurrir en forma obligatoria: los directores, los gerentes generales, el o los
síndicos y en su caso, los miembros del Consejo de vigilancia
OBLIGATORIEDAD DE LAS DECISIONES: Art. 233, las asambleas tienen competencia exclusiva
para tratar los temas previstos en los arts. 234 y 235.
Las resoluciones sociales adoptadas sobre la base del principio mayoritario y de acuerdo a la ley y
al Estatuto, serán obligatorias para todos los Acciona accionistas, hayan participado o no en la
asamblea respectiva, salvo el derecho de receso no a lo dispuesto por el artículo 245 y deberán
ser ejecutadas por el directorio.
Si los acuerdos sociales son contrarios al marco normativo que brinda la ley y el Estatuto podrá ser
objeto de una acción de impugnación en sede judicial artículo 251
LUGAR DE REUNIÓN: Las asambleas deben celebrase en la sede o en el lugar que corresponda
a la jurisdicción del domicilio social
Competencia. ARTICULO 233. — Las asambleas tienen competencia exclusiva para tratar
los asuntos incluidos en los artículos 234 y 235.
Lugar de reunión. Deben reunirse en la sede o en el lugar que corresponda a jurisdicción del
domicilio social.
Obligatoriedad de sus decisiones. Cumplimiento. Sus resoluciones conformes con la ley y
el estatuto son obligatorias para todos los accionistas salvo lo dispuesto en el artículo 245
y deben ser cumplidas por el directorio.
CLASES DE ASAMBLEAS. Las asambleas se clasifican de la siguiente manera:
a) Por los accionistas que participan.
1. Asambleas generales o universales, a las cuales deben asistir, deliberar y votar todos los
accionistas de la sociedad.
2. Asambleas especiales, en las cuales solo participan los integrantes de determinada clase de
accionistas, cuando tales "clases" o "categorías" fueron creadas en el estatuto.
b) Por los temas que se consideran, los actos asamblearios se dividen en:
1. Asambleas ordinarias, cuya competencia está determinada por el art. 234 de la ley 19.550, a
saber: consideración de los balances y estados contables del ejercicio, así como sus
resultados, designación, remoción, remuneración y gestión de los administradores y
síndico. Asimismo, la asamblea ordinaria puede resolver sobre el aumento del capital dentro
del quíntuplo de su valor, si así estuviere autorizado en el estatuto, y cualquier otra medida
relativa a la gestión de la sociedad que le competa resolver conforme a la ley y al estatuto o que
sometan a su decisión el directorio u órgano de control.
Asamblea ordinaria. ARTICULO 234. — Corresponde a la asamblea ordinaria considerar y
resolver los siguientes asuntos:
1) Balance general, estado de los resultados, distribución de ganancias, memoria e informe
del síndico y toda otra medida relativa a la gestión de la sociedad que le competa resolver
conforme a la ley y el estatuto o que sometan a su decisión el directorio, el consejo de
vigilancia o los síndicos;
2) Designación y remoción de directores y síndicos miembros del consejo de vigilancia y
fijación de su retribución;
3) Responsabilidad de los directores y síndicos y miembros del consejo de vigilancia;
4) Aumentos del capital conforme al artículo 188.
Para considerar los puntos 1) y 2) será convocada dentro de los cuatro (4) meses del cierre
del ejercicio.
2. Asambleas extraordinarias, cuya competencia está prevista por el art. 235 de la ley 19.550, y
que en términos generales se convoca a los efectos de modificar el estatuto o reglamento de
la sociedad o decidir ciertos actos de trascendencia económica o financiera para la sociedad
(emisión de debentures y su conversión en acciones, emisión de bonos, rescate, reembolso y
amortización de acciones, etc.), o que implican la reorganización empresaria de la compañía
(fusión, transformación, escisión) o finalmente decidir sobre los actos encaminados a su
extinción (disolución, nombramiento, remoción y retribución de los liquidadores, etc.).
Asamblea extraordinaria. ARTICULO 235. — Corresponden a la asamblea extraordinaria
todos los asuntos que no sean de competencia de la asamblea ordinaria, la modificación
del estatuto y en especial:
1º) Aumento de capital, salvo el supuesto del artículo 188. Sólo podrá delegar en el
directorio la época de la emisión, forma y condiciones de pago;
2º) Reducción y reintegro del capital;
3º) Rescate, reembolso y amortización de acciones;
4º) Fusión, transformación y disolución de la sociedad; nombramiento, remoción y
retribución de los liquidadores; escisión; consideración de las cuentas y de los demás
asuntos relacionados con la gestión de éstos en la liquidación social, que deban ser objeto
de resolución aprobatoria de carácter definitivo;
5º) Limitación o suspensión del derecho de preferencia en la suscripción de nuevas
acciones conforme al artículo 197;
6º) Emisión de debentures y su conversión en acciones;
7º) Emisión de bonos.

ETAPAS PARA LA ADOPCIÓN DE DECISIONES ASAMBLEARIAS: La doctrina nacional las


resume en tres: a) requisitos de convocatoria; b) requisitos de reunión, y c) requisitos de
deliberación y de voto.
Requisitos de convocatoria
1. La convocatoria debe ser efectuada por parte del órgano competente de la sociedad que, por
regla general, es el directorio. También se encuentra legitimado para proceder a la convocatoria el
órgano de fiscalización — sindicatura o consejo de vigilancia, autorizando el art. 294, inc. 7º, de la
ley 19.550 para hacerlo, tratándose de asambleas extraordinarias cuando lo juzgue conveniente, y
en omisión del directorio, tratándose de asambleas ordinarias y especiales—. Del mismo modo,
cualquier accionista está habilitado para requerir al directorio la convocatoria a asamblea de
accionistas, siempre y cuando el peticionante tuviera una participación accionaria de cuanto menos
el 5% del capital social, si los estatutos no fijaran una representación menor.
En este caso, el accionista que solicita la convocatoria a asamblea debe indicar al directorio o
sindicatura los temas que considera necesario tratar y este o el síndico deberán proceder a la
convocatoria, debiendo celebrarse el acto asambleario dentro de los cuarenta días de recibida la
solicitud.
La omisión por parte del directorio o la sindicatura para proceder a la convocatoria solicitada por el
accionista da derecho para que este la solicite judicial o administrativamente, a través de la
autoridad de control (art. 236, in fine, ley 19.550), sin perjuicio de configurar tal actuación suficiente
causal de remoción de los integrantes de aquellos órganos.
Nutrida jurisprudencia se ha pronunciado sobre el derecho del accionista a solicitar la convocatoria
judicial a asamblea, siendo jurisprudencia pacífica que, ante el cumplimiento de los recaudos
sustanciales y formales establecidos por la ley, el juez en lo comercial interviniente en el asunto
deberá proceder a convocar directamente, sin dar traslado de la pretensión a la sociedad, haciendo
solo conocer al directorio la fecha de la asamblea, así como la designación del funcionario que
presidirá el acto.
¿Puede la asamblea de accionistas autoconvocarse? La ley 19.550 no contempla esta posibilidad
y, salvo algunas opiniones doctrinarias en contrario, la jurisprudencia cerró las puertas a la auto
convocatoria, basada en los términos del art. 236 de la ley 19.550, que no la admite. Ello provocó
situaciones de conflicto que afectan gravemente el funcionamiento de la sociedad, como sucede
cuando se vende el paquete accionario y los directores, ajenos al grupo de control, se resisten a
abandonar sus cargos en el órgano de administración de la sociedad y rehúsan efectuar la
convocatoria a asamblea para tratar su desvinculación y reemplazo. La ley 19.550 no trata el
supuesto, pero sí lo hace el art. 158 del Cód. Civ. y Com. para todas las personas jurídicas, al
disponer que "Los miembros que deban participar en una asamblea, o los integrantes del consejo,
pueden autoconvocarse para deliberar, sin necesidad de citación previa. Las decisiones que se
tomen son válidas, si concurren todos y el temario a tratar es aprobado por unanimidad", siendo
esta norma aplicable a las sociedades comerciales, por simple aplicación de lo dispuesto por el art.
150, inc. a), del Cód. Civ. y Com., en cuanto, ante el carácter imperativo de dicha norma, esta
predomina sobre el silencio de la ley 19.550, que no establece solución contraria.
2. Efectuada la convocatoria por el directorio, requisito del cual no están exentas las asambleas
unánimes, el directorio u órgano convocante debe proceder a publicar edictos en el Boletín Oficial
y en un diario de amplia circulación en la República, cuando se trate de sociedad anónima incluida
en el art. 299. La publicación del orden del día debe efectuarse por cinco días, con diez de
anticipación a la celebración de la asamblea y no más de treinta, cuando se tratare de asamblea
en primera convocatoria, y por tres días, con ocho de anticipación como mínimo, cuando se tratare
de asamblea en segunda convocatoria, la cual deberá celebrarse dentro de los treinta días de
fracasado el acto asambleario en primera convocatoria, debiendo tenerse presente que, siempre
con el ánimo de facilitar la celebración de las asambleas, el legislador autoriza la convocatoria
simultánea de asambleas en primera y segunda convocatoria, siempre y cuando el estatuto lo
autorice expresamente, y si la asamblea fuere citada para el mismo día, la celebración del acto en
segunda convocatoria deberá hacerse con un intervalo no inferior a una hora de la fijada para la
primera (art. 237, in fine, ley 19.550). Tal posibilidad se encuentra limitada para las sociedades que
hacen oferta pública de sus acciones, en las que la convocatoria simultánea queda reservada para
las asambleas ordinarias.
La necesidad de publicación de edictos de convocatoria ha sido objeto de justas críticas por parte
de la doctrina, pues tal requisito solo se justifica en las sociedades que cotizan en bolsa, pues nada
autoriza semejante dispendio cuando se trata de sociedades anónimas cerradas o de familia, que
constituyen la gran mayoría de las sociedades de este tipo que funcionan en nuestro medio, y en
las cuales resulta suficiente la comunicación personal fehaciente al domicilio constituido por los
accionistas en la sociedad. La sanción de la ley 24.587 de nominatividad obligatoria de las acciones
ha facilitado el camino para una reforma legislativa en tal sentido.
Requisitos de reunión
En cuanto a los requisitos de reunión, el art. 238 de la ley 19.550 establece que los accionistas que
pretenden participar en asamblea de accionistas deben comunicar su voluntad de asistencia con
no menos de tres días de anticipación a la fecha de la celebración de la asamblea, por modo
fehaciente, para su inscripción en el libro de Registro de Accionistas y Asistencia a Asambleas.
Como consecuencia de la sanción de la ley 24.587, que convirtió de pleno derecho a todas las
acciones en títulos nominativos no endosables, no rige más la obligación que tenían los propietarios
de acciones al portador de presentar y depositar sus títulos a la sociedad, con tres días de
anticipación. Basta hoy la comunicación fehaciente a la compañía dando noticia de la voluntad de
cada accionista de participar en la asamblea.
Antes de comenzar el acto asambleario, los accionistas o sus representantes que concurran a ella
deben firmar el libro de asistencia en el que se dejará constancia de sus domicilios, documentos de
identidad y número de votos que corresponda. Dicho registro es de libre consulta por todos los
accionistas, quienes tienen derecho a solicitar copia.
La asamblea solo puede válidamente sesionar si se reúne el quorum previsto por la ley 19.550 y
los estatutos sociales. El quorum es el número mínimo de accionistas requerido para sesionar, el
cual varía de acuerdo con la clase de asamblea o naturaleza del asunto a considerar.
El legislador ha intentado favorecer la celebración de las asambleas de accionistas y ha previsto la
posibilidad de que el quorum pueda ser reducido en una segunda convocatoria. De tal manera, las
asambleas ordinarias que requieren la presencia de accionistas que representen la mayoría de las
acciones con derecho a voto en primera convocatoria, pueden celebrarse en segunda convocatoria
cualquiera que sea el número de acciones presentes. En materia de asambleas extraordinarias, el
quorum es más riguroso: en primera convocatoria se exige la presencia de accionistas que
representen el 60% de las acciones con derecho a voto, si el estatuto no exige quorum mayor, y en
segunda convocatoria se requiere la concurrencia de accionistas que representen el 30% de las
acciones con derecho a voto, salvo que el estatuto fije quorum mayor o menor.
Las asambleas deben realizarse en la sede social o en cualquier lugar que corresponda a la
jurisdicción del domicilio social.
Requisitos de deliberación y voto
En primer lugar, corresponde manifestar que los accionistas pueden hacerse representar en las
asambleas, siendo suficiente el otorgamiento de mandato en instrumento privado con la firma
certificada en forma judicial, notarial o bancaria, salvo disposición en contrario del estatuto.
Asimismo, resulta válido el poder otorgado por el accionista en presencia del síndico o del directorio
de la sociedad, aun cuando la firma de este no contuviere ninguna certificación o cuando existiere
certeza absoluta de que la firma inserta en el poder pertenece de puño y letra al accionista
otorgante. No pueden ser mandatarios los directores, síndicos, integrantes del consejo de
vigilancia, los gerentes y demás empleados de la sociedad (art. 239, ley 19.550).
Las deliberaciones deben estar dirigidas por el presidente de la asamblea, cargo que en principio y
salvo disposición contraria del estatuto, está a cargo del presidente de la sociedad. Si se tratara de
una asamblea convocada judicialmente o por la autoridad de control, ella será presidida por el
funcionario que estos designen —art. 242, ley 19.550 —.
La asamblea puede pasar a cuarto intermedio por una sola vez, salvo acuerdo unánime de todos
los accionistas, y debe continuar necesariamente dentro de los treinta días siguientes. Solo pueden
participar en la segunda reunión los accionistas que habían asistido a la primera parte del acto
asambleario. Las decisiones adoptadas antes de pasar a cuarto intermedio son obligatorias y
ejecutables por el directorio incluso antes de su reanudación. Lo dispuesto por el art. 233, in fine, y
la necesidad de confeccionar actas de cada reunión, expresamente prevista por el art. 247 de la
ley 19.550, refuerzan tal conclusión.
Durante la celebración del acto asambleario, todos los accionistas gozan del derecho de voz,
incluso los titulares de acciones preferidas sin derecho a voto. Asimismo, gozan del derecho de voz
los directores no accionistas, los síndicos o miembros del consejo de vigilancia y los gerentes
generales, quienes, no obstante, no pueden emitir su voto en todas las decisiones vinculadas con
la aprobación de los actos de su gestión o en las resoluciones atinentes a su responsabilidad o
remoción con causa (art. 241, ley 19.550). Los accionistas o sus representantes, que en una
operación determinada tengan por cuenta propia o ajena un interés contrario al de la sociedad, si
bien pueden participar en la deliberación del tema, deben la obligación de abstenerse de votar en
los acuerdos relativos a aquella (art. 248, ley 19.550), supuesto que se presenta ante la aprobación
de la gestión de los directores y la determinación de su remuneración.
La asamblea de accionistas no puede decidir sobre materias no incluidas en el orden del día, salvo
los siguientes supuestos: a) si estuviere presente la totalidad del capital y la decisión se adopte por
unanimidad de las acciones con derecho a voto; b) la promoción de acciones de responsabilidad
contra los directores o síndicos, cuando ella es consecuencia directa de una resolución incluida en
el orden del día; c) la elección de los encargados de firmar el acta (art. 246, ley 19.550).
Las decisiones o acuerdos asamblearios, para ser válidos, deben reunir las mayorías
previstas legalmente:
a) Si se trata de asambleas ordinarias, ellos podrán ser tomados por mayoría absoluta de
votos presentes que pueden emitirse en la respectiva decisión, salvo exigencia mayor del
estatuto.
b) Si se trata de asambleas extraordinarias, las resoluciones deben ser adoptadas por
mayoría absoluta de los votos presentes que puedan emitirse en la respectiva decisión,
salvo cuando el estatuto exija mayor número. En otras palabras, el régimen de mayorías es
idéntico para la celebración de asambleas, tanto ordinarias como extraordinarias, en primera
y en segunda convocatoria.
Debe destacarse que hay determinados casos, a los cuales la ley 19.550 en el art. 244, in fine, los
llama "supuestos especiales", en donde la mayoría se adopta de una manera diferente,
requiriéndose el voto favorable de la mayoría de acciones con derecho a voto, sin aplicarse la
pluralidad de votos, computándose asimismo el de los titulares de acciones preferidas sin derecho
a él. Son los casos en que deba resolverse la transformación, prórroga, reconducción, disolución
anticipada de la sociedad, transferencia del domicilio al extranjero, cambio fundamental del objeto,
reintegración total o parcial del capital social, fusión y escisión, salvo para la sociedad incorporante,
elección y remoción de los síndicos y formación de cualquier reserva que supere el monto del capital
social y de la reserva legal (art. 244, ley 19.550).
En principio, la ley excluye la unanimidad para la adopción de acuerdos asamblearios. Esta solo se
requiere para el caso de reconducción de la sociedad si es decidida luego de inscripta la
designación del liquidador en el Registro Público (art. 95, ley 19.550), exigencia que puede
calificarse de asistemática en nuestro ordenamiento societario y se contrapone con lo dispuesto
por el art. 100, en su actual redacción por la ley 26.994, que no se aparta del régimen ordinario de
mayorías para la remoción de las causales de disolución.
Clausurado el acto asambleario, el directorio debe labrar acta de lo allí acontecido, la cual debe
resumir las manifestaciones hechas en la deliberación, las formas de las votaciones y sus
resultados con expresión completa de las decisiones. Dicha acta debe estar confeccionada y
firmada dentro de los cinco días por el presidente y los socios designados al efecto. Cualquier
accionista puede solicitar a su costa copia firmada del acta, que incluye las constancias respectivas
del libro de Asistencia a Asambleas, que la integra (arts. 73 y 249, ley 19.550).
LAS ASAMBLEAS UNÁNIMES
Existen también las asambleas denominadas "unánimes", que son aquellas no convocadas por
medio de edictos y a las cuales deben comparecer todos los accionistas, resolviendo por
unanimidad cada uno de los puntos del orden del día.
Ellas están previstas en el último párrafo del art. 237 de la ley 19.550 y son de muy frecuente
celebración en las sociedades anónimas cerradas o de familia, aunque la exigencia de la
unanimidad en la adopción de la correspondiente decisión asamblearia parece requisito
innecesario; basta a nuestro juicio la presencia de todos los accionistas para evitar la publicidad
legal prevista por el art. 237 de la ley 19.550 y a partir de allí nada justifica apartarse del régimen
ordinario de mayorías previsto por los arts. 243 y 244 del citado ordenamiento legal.
Son aquellas en las que se encuentra presente el 100% del capital social compuesto de acciones
con y sin derecho a voto y todas las decisiones sociales son adoptadas por la unanimidad de los
votos posibles
Estas asambleas se encuentran liberadas de cumplir con las formalidades de publicidad para su
convocatoria y de un temario preestablecido, ya que pueden resolver sobre temas ajenos al orden
del día, solo se exige que sean convocadas por el órgano con facultades para ello artículo 236.
En esta clase de asambleas no se habla de mayorías porque las decisiones para que sean válidas,
deben adoptarse por la unanimidad de las acciones con derecho a voto posibles
El quórum referido es la presencia de accionistas que representen la totalidad de las acciones en
que se divide el capital social.
No tiene competencia específica con relación a los temas que pueden deliberar, precisamente
porque al estar la totalidad de las accionistas presentes y las decisiones adoptadas por la totalidad
de los autos posibles, pueden considerar cualquier tema de la Asamblea Ordinaria como de la
extraordinaria, sin necesidad de la previa publicación de la convocatoria por edictos.
74. Mayorías: supuestos especiales. Derecho de receso: limitaciones, titulares, caducidad,
fijación del valor. Derecho a voto: a) limitaciones; b) sindicato de accionistas. Impugnación
de decisiones asamblearias; titulares, suspensión de la ejecución, responsabilidad de los
accionistas.
MAYORÍAS: SUPUESTOS ESPECIALES
QUORUM: Es un requisito legal en virtud del cual, se exige la presencia de un número mínimo de
participantes para que un cuerpo legal pueda funcionar válidamente. se trata de una exigencia que
tiende a asegurar que la asamblea sea representativa
De acuerdo a la LGS, es el número mínimo de acciones con derecho a voto necesarias para que
deben estar presentes para que la asamblea pueda constituirse, sesionarse y resolver válidamente.
Se calcula sobre la base de la totalidad de las acciones pondré a voto que se encuentran en la
asamblea y deben mantenerse durante todo el acto asambleario.
Si falta quórum, la asamblea deberá pasar a sesionar una segunda convocatoria o llamarse a una
nueva asamblea, quedando firmes aquellas decisiones que fueron adoptadas por con quórum hasta
ese momento
No todas las acciones sirven para calcular el quórum.
No participarán del quórum a) las acciones preferidas, salvo que estemos frente a los supuestos
que la ley habilita para votar; b) las acciones en cartera; c) las acciones en mora de las acciones
adquiridas y las d) las acciones de una sociedad constituida en el extranjero que no hayan cumplido
con los requisitos de la articul0 123
ASAMBLEA ORDINARIA. QUORUM. MAYORÍAS
Asamblea ordinaria. Quórum. ARTICULO 243. — La constitución de la asamblea ordinaria en
primera convocatoria, requiere la presencia de accionistas que representen la mayoría de las
acciones con derecho a voto.
Segunda convocatoria. En la segunda convocatoria la asamblea se considerará constituida
cualquiera sea el número de esas acciones presentes.
Mayoría. Las resoluciones en ambos casos serán tomadas por mayoría absoluta de los votos
presentes que puedan emitirse en la respectiva decisión, salvo cuando el estatuto exija mayor
número.
Para la Asamblea Ordinaria en primera convocatoria exige que concurran accionistas que
representen la mayoría absoluta de las acciones con derecho a voto, computando las acciones de
voto plural como si tuvieran voto simple. La Asamblea Ordinaria en su historia y ante el eventual
desinterés por parte de los accionistas de participar de la asamblea, podrá sesionar sea cual fuera
el número de las acciones con derecho a voto que se encuentra presentes
Mayorías: las resoluciones sociales adoptarán, tanto en primera como en segunda convocatoria,
por la mayoría absoluta de los votos presentes que se puedan emitir en la respectiva decisión.
Cuando la ley habla de mayoría absoluta se refiere a aquella mayoría que se obtiene con la suma
de más de la mitad de la totalidad de los votos presentes que pueden votar en cada decisión social.
El Estatuto podrá establecer una mayoría superior pero nunca una inferior.
ASAMBLEA EXTRAORDINARIA. QUORUM. MAYORÍAS.
Asamblea extraordinaria. Quórum. ARTICULO 244. — La asamblea extraordinaria se reúne en
primera convocatoria con la presencia de accionistas que representen el sesenta por ciento (60 %)
de las acciones con derecho a voto, si el estatuto no exige quórum mayor.
Segunda convocatoria. En la segunda convocatoria se requiere la concurrencia de accionistas que
representen el treinta por ciento (30 %) de las acciones con derecho a voto, salvo que el estatuto
fije quórum mayor o menor.
Mayoría. Las resoluciones en ambos casos serán tomadas por mayoría absoluta de los votos
presentes que puedan emitirse en la respectiva decisión, salvo cuando el estatuto exija mayor
número.
SUPUESTOS ESPECIALES. CUANDO SE TRATARE DE LA TRANSFORMACIÓN, PRÓRROGA
O RECONDUCCIÓN, EXCEPTO EN LAS SOCIEDADES QUE HACEN OFERTA PÚBLICA O
COTIZACIÓN DE SUS ACCIONES; DE LA DISOLUCIÓN ANTICIPADA DE LA SOCIEDAD; DE
LA TRANSFERENCIA DEL DOMICILIO AL EXTRANJERO, DEL CAMBIO FUNDAMENTAL DEL
OBJETO Y DE LA REINTEGRACIÓN TOTAL O PARCIAL DEL CAPITAL, TANTO EN LA
PRIMERA CUANTO EN SEGUNDA CONVOCATORIA, LAS RESOLUCIONES SE ADOPTARÁN
POR EL VOTO FAVORABLE DE LA MAYORÍA DE ACCIONES CON DERECHO A VOTO, SIN
APLICARSE LA PLURALIDAD DE VOTO. ESTA DISPOSICIÓN SE APLICARÁ PARA DECIDIR
LA FUSIÓN Y LA ESCISIÓN, SALVO RESPECTO DE LA SOCIEDAD INCORPORANTE QUE SE
REGIRÁ POR LAS NORMAS SOBRE AUMENTO DE CAPITAL.
Quorum: la Asamblea Extraordinaria en primera convocatoria requirió la presencia de accionistas
que representan el 60% de las acciones con derecho a voto, salvo que el Estatuto establezca un
quórum mayor. en segunda convocatoria requiere la presencia de accionistas que representan el
30% de las acciones con derecho a voto, salvo que el Estatuto establezca un quórum mayor o
menor
Mayorías: las resoluciones sociales se adoptarán tanto en primera como en segunda convocatoria,
por la mayoría absoluta de los votos presentes que se puedan emitir en la respectiva decisión.
Constitución y desarrollo de la asamblea. VOTACIÓN: Verificado el quórum, se declara abierto
el acto asambleario y se pone consideración cada 1 de los puntos del orden del día.
Se desarrolla las deliberaciones suministrando a los accionistas interesados, un amplio derecho a
la información por parte del directorio y en su caso, del síndico.
Todos los accionistas ejercerán el derecho de voz participando en las discusiones de cada tema
previsto y solo se retirará, como medida disciplinaria o por restricciones del tiempo. finalizado el
debate, se procede a la votación. Agotado el orden del día, se confeccionará el acto en los términos
de los artículos 73 y 249 y será suscripta por el presidente, por el síndico en su caso y por los
accionistas designados al efecto.
SUPUESTOS ESPECIALES: Son aquellos actos societarios que implican un cambio sustancial en
la estructura de la sociedad y sobre los cuales, el legislador a previsto un régimen particular
El párrafo del artículo 244 enumera una serie de institutos comprendidos dentro de los supuestos
especiales:
a. La transformación, la prórroga o reconducción: excepto las que hagan oferta pública de sus
acciones
b. La disolución anticipada de la sociedad
c. la transferencia del domicilio al extranjero
d. el cambio fundamental del objeto
e. al reintegro total o parcial del capital
f. la escisión o la fusión por absorción, salvo la sociedad incorpórate que se regirá por las
normas del aumento del capital social.
Ante estos supuestos clasificados por el legislador como especiales, todas las resoluciones sociales
se deberán adoptar, tanto en primera como en segunda convocatoria, con el voto favorable de la
mayoría absoluta de acciones con derecho a voto sin aplicarse la pluralidad de voto. Las acciones
preferidas participarán en estas decisiones sociales con derecho a 1 voto por acción.
Cuando se resuelvan los puntos antes señalados, la mayoría exigida es agravada porque en
segunda convocatoria se requerirá un quórum que represente por lo menos más del 50% de las
acciones con derecho a voto y se computa sobre la totalidad de las acciones y no sobre las acciones
presentes.
DERECHO DE RECESO
ARTICULO 244. Supuestos especiales. Cuando se tratare de la transformación, prórroga o
reconducción, excepto en las sociedades que hacen oferta pública o cotización de sus
acciones; de la disolución anticipada de la sociedad; de la transferencia del domicilio al
extranjero, del cambio fundamental del objeto y de la reintegración total o parcial del capital,
tanto en la primera cuanto en segunda convocatoria, las resoluciones se adoptarán por el
voto favorable de la mayoría de acciones con derecho a voto, sin aplicarse la pluralidad de
voto. Esta disposición se aplicará para decidir la fusión y la escisión, salvo respecto de la
sociedad incorporante que se regirá por las normas sobre aumento de capital.
ARTICULO 245. — Los accionistas disconformes con las modificaciones incluidas en el
último párrafo del artículo anterior, salvo en el caso de disolución anticipada y en el de los
accionistas de la sociedad incorporante en fusión y en la escisión, pueden separarse de la
sociedad con reembolso del valor de sus acciones. También podrán separarse en los pasos
de aumentos de capital que competan a la asamblea extraordinaria y que impliquen
desembolso para el socio, de retiro voluntario de la oferta pública o de la cotización de las
acciones y de continuación de la sociedad en el supuesto del artículo 94 inciso 9).
Tiene por objetivo compatibilizar dos intereses igualmente legítimos: el de la sociedad para
modificar sus estatutos y el derecho individual del accionista de no aceptar tales
modificaciones cuando con estas se altera sustancialmente la sociedad de la cual forma
parte, desvinculándose de ella, con reembolso del valor de su participación.
No cualquier modificación estatutaria otorga a los socios disconformes el derecho de receso.
El art. 245 de la ley 19.550 menciona a la TRANSFORMACIÓN, PRÓRROGA, RECONDUCCIÓN,
EXCEPTO DE LAS SOCIEDADES QUE HACEN OFERTA PÚBLICA O COTIZACIÓN DE SUS
ACCIONES, LA TRANSFERENCIA DEL DOMICILIO AL EXTRANJERO, EL CAMBIO
FUNDAMENTAL DEL OBJETO, LA FUSIÓN POR INCORPORACIÓN PARA LOS ACCIONISTAS
DE LA SOCIEDAD FUSIONADA, LA ESCISIÓN, EL AUMENTO DEL CAPITAL SOCIAL SIEMPRE
Y CUANDO SU DECISIÓN COMPETA A LA ASAMBLEA EXTRAORDINARIA E IMPLIQUE
EFECTIVOS DESEMBOLSOS PARA LOS SOCIOS, EL RETIRO VOLUNTARIO DE LA OFERTA
PÚBLICA O DE COTIZACIÓN DE LAS ACCIONES Y LA CONTINUIDAD DE LA ACTIVIDAD DE
LA SOCIEDAD ANÓNIMA SANCIONADA CON LA CANCELACIÓN FIRME DE LA OFERTA
PÚBLICA O COTIZACIÓN.
TODOS ESOS SUPUESTOS JUSTIFICAN SOBRADAMENTE EL EJERCICIO DEL DERECHO
DE RECESO, pues con la transformación se modifica el régimen de responsabilidad del socio: la
prórroga o reconducción le obliga a permanecer en una sociedad, perdiendo la expectativa del
reembolso del capital y la percepción de la cuota liquidatoria; el cambio fundamental del objeto
evita al accionista volcar sus conocimientos sobre una determinada actividad de la sociedad, a la
cual había integrado precisamente por tener experiencia en el desarrollo de su objeto original; la
transferencia del domicilio social al exterior modifica la legislación aplicable y el aumento del capital
social, cuando no puede suscribirlo, puede hacerle perder el ejercicio de derechos inderogables,
como el de denuncia e información, etc.
Finalmente, el retiro de la sociedad del régimen de la oferta pública impide al inversor liquidar
fácilmente sus participaciones a través del mercado bursátil.
Los supuestos descriptos por el art. 245 de la ley 19.550 no deben considerarse taxativos,
pues el estatuto puede prever otros supuestos no contemplados en la ley (art. 89, ley 19.550),
resultando admisible otorgarlo en todos los casos donde una decisión asamblearia afecta
sustancialmente la posición que el socio tenía en la sociedad, como, por ejemplo, la
suspensión o limitación del derecho de preferencia previsto por el art. 197 de la ley 19.550.
En las sociedades que hacen oferta pública de seis acciones o se hallan autorizadas para la
cotización de ellas, los accionistas no pueden ejercer el derecho de receso en los casos de fusión
o de escisión si las acciones que deben recibir estuviesen admitidas a la oferta pública o para la
cotización, según el caso. Podrán ejercerlo si la inscripción bajo dichos regímenes fuera desistida
o denegada (art. 245, párrafo 2º, ley 19.550).
El derecho de receso solo puede ser ejercido por los accionistas presentes que votaron en contra
de la decisión, dentro del quinto día de clausurada la asamblea y por los ausentes que acrediten la
calidad de accionistas al tiempo de la celebración del acto asambleario, dentro de los quince días
de su clausura. La voluntad de receso puede notificarse de cualquier forma fehaciente, y se
perfecciona mediante el conocimiento que la sociedad tenga de su declaración,
independientemente de la inscripción registral de la reforma estatutaria.
Como el ejercicio del derecho de receso implica para la sociedad fuertes desembolsos dinerarios,
la ley permite que una nueva asamblea de accionistas pueda revocar la decisión asamblearia que
originó el derecho de receso. En tal sentido, el art. 245, párr. 3º, de la ley 19.550 establece que el
derecho de receso y las acciones emergentes caducan si la resolución que los origina es revocada
por asamblea celebrada dentro de los sesenta días de expirado el plazo para su ejercicio por los
ausentes. Los recedentes readquieren sin más el ejercicio de sus derechos, retrotrayéndose los de
naturaleza patrimonial al momento en que notificaron el receso.
La cuestión más controvertida que plantea el ejercicio de este derecho reside en la
determinación del valor de las acciones del accionista recedente, que la ley lo fija
ateniéndose al valor resultante del último balance realizado o que deba realizarse en
cumplimiento de normas legales o reglamentarias. Su importe deberá ser pagado dentro del
año de la clausura de la asamblea que originó el receso, salvo los casos de retiro voluntario,
desistimiento o denegatoria de la oferta pública, o cotización, o de continuación de la sociedad en
el supuesto del art. 94, inc. 9º, de la ley 19.550, en los que deberá pagarse dentro de los sesenta
días de la clausura de la asamblea o desde que se publique el desistimiento, la denegatoria o la
aprobación del retiro voluntario. El valor de la deuda se ajustará a la fecha del efectivo pago (art.
245, in fine, ley 19.550).
Jurisprudencialmente ha predominado la tesis de que el balance a que se refiere el art. 245 de la
ley 19.550 corresponde al balance del ejercicio en que se produjo el receso y, en consecuencia,
deben valuarse las tenencias accionarias según el valor que surja del ejercicio en que se recedió,
aun cuando el derecho de separación se haya ejercido o notificado el último día de aquel. La
Suprema Corte de Justicia de Mendoza, en fallo de fecha 21 de diciembre de 2010, ha admitido
expresamente la procedencia de la inclusión del valor llave en el cálculo del valor de las
participaciones del socio recedente.
Así interpretado, es de toda evidencia que el recedente tiene amplias facultades para impugnar el
balance con base en el cual se determinará el valor de reembolso, pero dicha acción no podrá ser
intentada dentro de los cauces del art. 251 de la ley 19.550, pues aquel ha dejado de revestir el
carácter de accionista, con la consiguiente pérdida de sus derechos societarios. Se trata, en
definitiva, de una demanda de nulidad de acto jurídico mercantil promovida en exclusivo interés
particular del recedente y sometida a las normas del ordenamiento común.
DERECHO A VOTO: Todas las acciones ordinarias con voto simple y plural y las acciones que no
se encuentran en mora con relación a su integración, podrán participar en las decisiones sociales
con derecho a voto.
Las acciones preferidas pueden carecer de voto, sin embargo, la ley se le otorga: a) en los
supuestos especiales (artículo 244 última parte); b) cuando la sociedad esté en mora con relación
a su privilegio o patrimonial (artículo 271); y c) cuando se haya retirado suspendido la autorización
para cotizar en bolsa (artículo 217)
EL DERECHO DE VOTO ES PROPIO DEL ACCIONISTA Y RESULTA INDIVISIBLE. No puede
votar por un porcentaje accionario de una manera y por el restante porcentaje de otra forma
diferente. se debe ejercer en la asamblea a viva voz e individualizando la votación de cada
accionista. Por lo tanto, se encuentra prohibido el voto por correspondencia artículo 238 y 239, el
voto secreto artículo 248 y 254
Efectuada la votación con las limitaciones previstas en la ley: A) Cuando exista interés contrario
(artículo 248), B) inhabilidades para votar por parte de los directores, síndicos, miembros del
Consejo de vigilancia y gerentes generales (artículo 241), el presidente de la asamblea proclama
el resultado y la decisión adoptada
EL VOTO DE ABSTENCIÓN: El accionista que concurre a una asamblea puede votar por la
afirmativa o por la negativa en cada decisión social que se ponga en consideración. Pero también
puede no votar, es decir, puede abstenerse de hacerlo lo que genera alguna controversia en la
doctrina acerca de su cómputo o no, para determinar las mayorías.
La doctrina mayoritaria, considera que el voto de abstención voluntario se debe computar como
voto negativo porque para alcanzar la mayoría solo se tienen en cuenta los votos emitidos en forma
positiva. En cambio, la doctrina minoritaria encabezada, consideran el voto de abstención voluntario
debe restarse del cómputo para determinar las mayorías, porque no es un voto ni a favor ni en
contra. precisamente el accionista abstenido no quiso participar en la votación respectiva
Esta abstención voluntaria se debe diferenciar de la abstención obligatoria prevista en el artículo
241 que consagra la prohibición que tienen los directores de votar sobre la gestión, responsabilidad
y su remoción y del artículo 248, que dispone el comportamiento a seguir a un interés contrario ante
un interés. En estos dos supuestos a diferencia de la abstención voluntaria, el legislador obliga a
restar del cómputo de las mayorías, los votos correspondientes a las tensiones forzosas.
SINDICATO DE ACCIONISTAS: Asociación que agrupa a los accionistas de una sociedad para la
defensa de sus intereses frente a otros accionistas o terceros. Suele incluir la representación
común, el voto en el mismo sentido y el derecho preferente de compra por los otros miembros del
sindicato.
Un SINDICATO DE ACCIONISTAS ES UN ACUERDO CELEBRADO ENTRE SOCIOS DE UNA
MISMA EMPRESA, PARALELO A LA SOCIEDAD, CON EL FIN DE ORIENTAR LAS
DECISIONES DE LA COMPAÑÍA EN UN DETERMINADO SENTIDO, Y PERSIGUIENDO UNA
SERIE DE OBJETIVOS
Es decir, LOS SOCIOS QUE FORMAN PARTE DE UN SINDICATO DE ACCIONISTAS SE
COMPROMETEN A VOTAR DE MANERA CONJUNTA Y DE UN MODO ESPECÍFICO. ESTO,
YA SEA CONSERVANDO SUS ACCIONES O ENTREGANDO UN PODER A UN
REPRESENTANTE.
En el ámbito académico, Isaac Halperín y Julio César Otegui, en su libro «Sociedades anónimas «,
definen a los sindicatos de accionistas, como la vinculación temporal o permanente de
determinados accionistas entre sí, los cuales persiguen seguir una conducta determinada dentro
de la sociedad, así como imponer su voto en las asambleas en un determinado sentido y con base
en esos objetivos que les motiva a actuar así. En cierta forma, con el objetivo principal de mantener
a un grupo al frente del gobierno de la sociedad.
Modalidad: Las modalidades más comunes de estos sindicatos son dos: los de voto o mando y
los de bloqueo.
El sindicato es de voto o mando cuando mediante las convenciones celebradas se persigue
desarrollar una determinada política de dirección, creando normativamente una situación
que concluye imponiendo un criterio en la asamblea.
Por su parte, el sindicato de bloqueo es aquel mediante el cual los sindicados, están
sometidos a una serie de procedimientos antes de desprenderse de la titularidad de las
acciones o transferirlas, como la notificación a los demás, el ejercicio del derecho de
preferencia, etc. El bloqueo puede obtenerse sin tener que recurrir al pacto, mediante
disposiciones contractuales o estatutarias, conforme las disposiciones de los arts. 152 y 214 de la
ley 19.550.
IMPUGNACIÓN DE DECISIONES ASAMBLEARIAS
EFECTOS DE LAS DECISIONES ASAMBLEARIAS. IMPUGNACIÓN JUDICIAL DE
ASAMBLEAS Y DECISIONES ASAMBLEARIAS
Como principio general, las decisiones asamblearias adoptadas conforme a la ley y al estatuto son
obligatorias para todos los accionistas y deben ser cumplidas por el directorio (art. 233, ley 19.550).
Este principio sufre, sin embargo, las siguientes excepciones:
a) Si un accionista ejerciera el derecho de receso previsto por el art. 245 de la ley 19.550, que
es un derecho de carácter excepcional que otorga nuestra legislación a todo accionista que votó en
contra o estuvo ausente del acto asambleario que modificó sustancialmente las bases del contrato
de sociedad.
b) Cuando las decisiones asamblearias fueran contrarias a la ley, estatuto, reglamento o
cuando fueron adoptadas para perjudicar a un grupo de accionistas, en clara manifestación
de abuso de mayorías.
En tal caso, la ley ha otorgado a los accionistas que no contribuyeron a formar la voluntad social la
acción de impugnación de acuerdos sociales (art. 251, ley 19.550), la cual debe ser promovida
dentro de los tres meses de clausurada la asamblea. Se trata de un derecho inderogable de que
gozan todos los accionistas, tendientes a controlar el funcionamiento legal de la sociedad que
integran y cuyo ejercicio no está subordinado a la tenencia de determinados porcentajes
accionarios. Sin embargo, para preservar la estabilidad de las relaciones societarias, la ley ha
otorgado un brevísimo plazo de prescripción para promover dicha acción que es de tres meses de
clausurada la asamblea, salvo falsa causa en la decisión asamblearia adoptada, en cuyo caso el
plazo de prescripción de la acción correspondiente se somete al derecho común, que es de dos
años, previsto para todo pedido de declaración de nulidad relativa (art. 2562, Cód. Civ. y Com.) o
nulidad absoluta del referido acuerdo, lo cual llevaría a la imprescriptibilidad de la acción
impugnatoria y a la inconfirmabilidad del acto atacado de nulidad (art. 387, Cód. Civ. y Com.).
La nulidad de los acuerdos asamblearios puede ser consecuencia de irregularidades en la
convocación, formación o celebración de la asamblea, así como por ilegitimidad de la
decisión adoptada por los accionistas, pues como ha sido sostenido por la jurisprudencia en
forma reiterada, todas las etapas que confluyen a la regularidad del acto asambleario deben ser
cumplidas estrictamente, porque todas ellas son formativas y conducen a la resolución final y a su
ejecución por el directorio.
Son sujetos legitimados para interponer la acción de nulidad de la asamblea o de ciertas decisiones
asamblearias, no solo los accionistas que no han contribuido para adoptar dicho acuerdo
(accionistas que votaron en contra, abstenidos o ausentes que acrediten haber sido accionistas a
la fecha de la asamblea), sino también los directores, los integrantes del consejo de vigilancia o
sindicatura y la autoridad de control.
La promoción de dicha acción, que siempre reviste el carácter de social, pues es iniciada en
beneficio de la sociedad y no del impugnante, constituye una obligación para los directores y
miembros del órgano de fiscalización y no el ejercicio de un mero derecho, como parecería
desprenderse del texto literal del art. 251 de la ley 19.550.
Los accionistas que votaron favorablemente una decisión asamblearia no pueden luego atacarla
de nulidad, salvo vicio de la voluntad, supuesto que se plantea cuando los directores presentan a
la asamblea balances falsos cuyas irregularidades solo pudieron ser advertidas con posterioridad
a la aprobación asamblearia de tales instrumentos.
La acción de nulidad de asambleas o decisiones asamblearias debe promoverse contra la
sociedad ante el juez de su domicilio social.
La ley 19.550 se ha preocupado muy bien en reglamentar esta acción, estableciendo normas de
carácter procesal y medidas precautorias compatibles con el contenido de la demanda que se
analiza.
En tal sentido, y salvo el dictado de la medida cautelar sobre la cual luego nos explayaremos,
promovida la demanda solo se proseguirá el juicio una vez vencido el término de tres meses con
que cuentan los interesados para promoverla. Tal solución cobra sentido para facilitar la
acumulación en caso de pluralidad de acciones del mismo contenido, a cuyo efecto el directorio
tiene la obligación de denunciar en cada expediente la existencia de todas las demandas de nulidad
promovidas contra el mismo acto asambleario.
Asimismo, cuando la acción es intentada por la mayoría de los directores o miembros del consejo
de vigilancia, los accionistas que votaron favorablemente deben designar por mayoría un
representante ad hoc en asamblea especial convocada al efecto, según el procedimiento previsto
por el art. 250 de la ley 19.550. Si no se alcanzare esa mayoría, el representante será designado
de entre ellos por el juez (art. 253, ley 19.550).
LA SUSPENSIÓN PROVISORIA DE LA EJECUCIÓN DE LA DECISIÓN ASAMBLEARIA
ATACADA DE NULIDAD
El art. 252 de la ley 19.550 prevé expresamente una medida cautelar que es compatible con la
acción de fondo, consistente en la suspensión de la ejecución de la resolución impugnada,
exigiendo para ello los siguientes requisitos:
a) Que sea pedida por la parte impugnante.
b) Que no medie perjuicio para los terceros, concepto dentro del cual no pueden ser considerados
ninguno de los integrantes de la sociedad.
c) Otorgamiento por el actor de garantía suficiente para responder por los daños que dicha medida
pudiere causar a la sociedad.
Asimismo, y por tratarse de una medida precautoria, son exigibles los requisitos de verosimilitud
del derecho y peligro en la demora, propia de todas las medidas de esta naturaleza.
A pesar de que el legislador no ha previsto, como lo ha hecho al legislar sobre la intervención
judicial, un criterio "restrictivo" por parte de los jueces en el otorgamiento de la precautoria prevista
por el art. 252 de la ley 19.550, nuestros tribunales mercantiles han exhibido una incomprensible
restricion en su otorgamiento que de manera alguna se compadece con el espíritu del legislador.
En tal sentido, reiterados precedentes jurisprudenciales han exigido que el peticionante debe
acreditar que el perjuicio alegado por este es apreciablemente mayor al que se seguiría para la
sociedad y los socios no impugnantes con la paralización de la resolución de la asamblea, con lo
cual ponen en cabeza del actor una prueba diabólica, que jamás puede ser satisfecha.
Del mismo modo, ha sido exigido reiteradamente, para el progreso de la medida cautelar prevista
por el art. 252 de la ley 19.550, que la violación a los derechos inderogables de un accionista,
ocasionados durante el desarrollo de una asamblea (omisión de toda información sobre el tema
considerado o cuestionamiento de la política de dividendos, atento a la reiterada costumbre del
grupo de control de "reservar" las ganancias del ejercicio, luego de percibir suculentas
remuneraciones como administradores) no habilitan al dictado de esa precautoria, por constituir
hechos que no afectan el interés social, identificando de tal manera a dicho interés con el interés
de la mayoría y restringiendo indebidamente el concepto de interés social, que obviamente
comprende el normal funcionamiento de la sociedad en todos sus aspectos.
Y como si ello fuera poco, ha sido lamentablemente sostenido, a pesar de que la ley 19.550 no ha
formulado excepciones a la cautelar prevista en su art. 252, que hay decisiones asamblearias que
no son susceptibles de ser suspendidas, como la aprobación de los balances y estados contables,
con el argumento de que tal acuerdo se agota en sí mismo y que de él no se derivan actos
susceptibles de ejecución, con total olvido de que solo de los estados contables aprobados por la
asamblea de accionistas, la sociedad se encuentra habilitada para distribuir dividendos y pagar las
remuneraciones a los directores (arts. 68, 224 y 261, ley 19.550).
Este criterio, que primó durante los años 90 y principios de este siglo, está en manifiesto retroceso
en la jurisprudencia. El grave daño que tal manera de resolver causa al tráfico mercantil es enorme,
pues lejos de alentar la constitución de sociedades, desanima a cualquiera que pretende invertir
sus fondos en emprendimientos societarios y cuyos derechos esenciales no serán objeto de
protección judicial por aquellos precedentes que equivocadamente consideran que la intromisión
judicial en sociedades mercantiles constituye cuestión de gravedad institucional, que debe ser
admitida con excesiva prudencia.
LA NULIDAD DE LAS ASAMBLEAS Y EL ORDEN PÚBLICO SOCIETARIO
Uno de los temas más controvertidos en nuestro derecho societario lo constituye la inclusión, o no,
dentro del plazo de tres meses previsto por el art. 251 de la ley 19.550, de toda causa de nulidad
que pudiera afectar la respectiva asamblea o decisión asamblearia.
Para quienes se enrolan en la teoría de la institución para definir la naturaleza del contrato de
sociedad, esto es, quienes colocan el funcionamiento del sujeto de derecho de segundo grado por
encima de las personas que lo integran, el art. 251 es comprensivo de toda causal de invalidez que
pudiera afectar el acto asambleario, negando la posibilidad de que, en materia societaria, puedan
existir nulidades absolutas. En este orden de ideas, se sostiene que cuando la ley 19.550 ha
prohibido afectar los derechos inderogables de los accionistas (arts. 68, 69, 194, 245, 261, etc.) no
lo ha hecho por cuestiones de orden público, revistiendo tales normas el carácter de imperativas,
como categoría diferente del mencionado concepto.
Muy por el contrario, quienes sostienen el carácter contractual de la sociedad, previsto por el
ordenamiento legal como un mero instrumento de concentración de capitales, la norma del art. 251
de la ley 19.550 solo comprende las nulidades relativas y no las nulidades absolutas, criterio este
que ha merecido adhesión casi unánime de nuestra jurisprudencia, aun cuando esta línea
jurisprudencial ha predicado la necesidad de limitar al extremo los casos de nulidad absoluta.
El problema radica en determinar si existe orden público en la protección de los derechos
inderogables de los accionistas o si las normas que custodian tales derechos son meramente
imperativas, en el sentido de que, si bien ellas prohíben limitar o condicionar esos derechos, estas
han sido previstas en el interés particular de los afectados y no de la comunidad en general.
Nuevamente, y como hemos comentado al analizar los aportes irrevocables a cuenta de futuras
suscripciones, se ha recurrido al argumento de cambiar de nombre las cosas para pretender con
ello obtener efectos diferentes a los que son propios e inherentes del instituto que se pretende
disfrazar con otra denominación.
El concepto de "normas imperativas" constituye una creación doctrinaria carente de todo respaldo
normativo, pues en puridad semántica, el concepto de norma imperativa carece de todo significado,
ya que, de acuerdo con el Diccionario de la lengua española de la Real Academia, "imperativo" es
un adjetivo que califica a todo lo que impera o manda y ello no es extraño sino característico de
toda norma jurídica.
Comparto la tesis de que la materia patrimonial no es ajena al orden público, pues consideradas
las sociedades anónimas como de trascendental importancia en la economía capitalista, nada obsta
a que el legislador, para alentar precisamente la constitución de sociedades y la circulación de los
títulos accionarios, haya protegido a través de normas de tal naturaleza a los derechos esenciales
del accionista para permitirle el control de su inversión y participar en la vida de ella.
Por ello, cuando el legislador, al referirse al derecho de aprobación e impugnación de los estados
contables (art. 69), al derecho de preferencia (art. 194), al derecho de receso (art. 245) y al voto
acumulativo (art. 263), prohíbe su supresión o condicionamiento, por vía estatutaria o por imperio
de una decisión asamblearia, resguardos que deben extenderse al derecho al dividendo y al
derecho de exigir la adecuación del funcionamiento de la sociedad a la ley y los estatutos, ha
querido evitar de un modo categórico que a través de un acuerdo asambleario adoptado por las
mayorías que el accionista disconforme no integra, queden vulnerados de una manera definitiva el
ejercicio de sus derechos más elementales.
Ello no autoriza a sostener que la adopción de cualquier decisión asamblearia, en la cual se han
afectado los derechos esenciales de los socios, deba ser inmediatamente catalogada como nula
de nulidad absoluta. La ley solo pretende evitar, a través de aquellas normas, de evidente orden
público, que mediante un acuerdo de los accionistas, adoptado en el seno de una asamblea, se
alteren definitivamente tales prerrogativas, como ha ocurrido, por ejemplo, cuando a través de un
acuerdo asambleario se reduce el número de directores para frustrar el derecho de ingresar al
directorio a través del voto acumulativo o cuando se intenta licuar la participación accionaria de un
accionista a través de un falso aumento del capital social, privándoselo, a través de tal maniobra,
del ejercicio de aquellos derechos societarios que la ley subordina a la tenencia de tan determinado
porcentaje de acciones (arts. 236 y 294, ley 19.550).
De todos modos, y fuera de los derechos de los accionistas, la doctrina que pretende incluir dentro
del art. 251 de la ley 19.550 a toda causal de invalidez de los actos societarios resulta inadmisible,
pues mal podría quedar firme por el transcurso del tiempo una decisión asamblearia que fue
adoptada sin cumplir los requisitos formales previstos por la ley 19.550 para la formación de la
voluntad social. Las normas que establecen las formalidades para la celebración de las asambleas
de accionistas son también de evidente orden público, porque la adopción de acuerdos sociales a
través del mencionado órgano constituye cuestión incluida dentro de la tipicidad de las sociedades
anónimas, en donde está comprometida la seguridad jurídica, como bien lo advirtieron los autores
de la ley 19.550 en la exposición de motivos, capítulo I, del citado ordenamiento.
JUSTICIABILIDAD DE LA DECISIÓN ASAMBLEARIA QUE APRUEBA UN AUMENTO DEL
CAPITAL SOCIAL
Supuesto del aumento del capital social, habida cuenta de la existencia de un trascendente y muy
comentado fallo de la Cámara de Apelaciones en lo Comercial, que resolviera que la decisión sobre
la necesidad, conveniencia y oportunidad del aumento del capital social constituye una cuestión no
justiciable, reservada a la esfera de la política empresaria, que como principio, y a salvo el caso de
arbitrariedad extrema o de irracionalidad dañosa del cual resulten perjuicios para terceros, debe
quedar exclusivamente reservado a los órganos societarios naturales que tienen competencia leal
sobre tal materia.
La gravedad de esa precedente resulta sencillamente alarmante, pues convierte al accionista en
prisionero de la voluntad mayoritaria, cuyo grupo de control puede, con el solo recurso de aumentar
el capital mediante desembolsos inaccesibles para los accionistas, licuar la participación accionaria
de estos, sin posibilidad alguna de revisar ese acto en sede jurisdiccional.
Tal fallo ignora que la licuación de capitales minoritarios es moneda corriente en nuestra práctica
societaria y que el aumento de capital social, cuando se inspira en intereses ajenos al social y
propios de los sujetos controlantes, constituye la herramienta más adecuada para lograr esos
propósitos.
El art. 251 de la ley 19.550 no consagra semejante arbitrariedad y ninguna salvedad efectúa con
respecto a los actos asamblearios susceptibles de ser atacados de nulidad. La doctrina que emerge
del aludido precedente, en cuanto asimila a la administración de una sociedad mercantil con los
actos de gobierno o de administración de los poderes estatales, donde existe una esfera reservada
a la Administración Pública, es lisa y llanamente insostenible, pues son ámbitos e intereses
totalmente diferentes que no tienen el menor punto en común.
La sociedad, cualquiera que fuere el tipo adoptado, constituye una herramienta para el desarrollo
de actividades económicas de carácter privado, y no resulta acertado sostener que quienes
administran patrimonios ajenos se encuentran librados de explicar y justificar los motivos por los
cuales exigen nuevos desembolsos a los socios, sometiendo la cuestión a la órbita del Poder
Judicial en caso de controversias.
Y mucho más desacertado es abrir las puertas del Poder Judicial, como predica el caso "Pereda",
solo en hipótesis de "arbitrariedad extrema" o "irracionabilidad dañosa", pues ni la arbitrariedad ni
la irracionabilidad pueden ser susceptibles de grados para convertir en cuestión justiciable el acto
que padece de semejantes vicios.
REVOCACIÓN DEL ACUERDO IMPUGNADO DE NULIDAD El art. 254, párr. 1º, de la ley 19.550
establece: "Los accionistas que votaron favorablemente las resoluciones que se declaren nulas,
responden ilimitada y solidariamente de las consecuencias de las mismas, sin perjuicio de la
responsabilidad que corresponda a los directores, síndicos e integrantes del consejo de
vigilancia...".
REVOCACIÓN DEL ACUERDO IMPUGNADO. LAS ASAMBLEAS "CONFIRMATORIAS"
La ley admite la posibilidad de que una asamblea posterior puede revocar el acuerdo impugnado
de nulidad. "Esta resolución surtirá efecto desde entonces y no procederá la iniciación o la
continuación del proceso de impugnación. Subsistirá la responsabilidad por los efectos producidos
o que sean su consecuencia directa" (art. 254, in fine, ley 19.550).
Sin embargo, la ley 19.550 no prevé el supuesto contrario, esto es, cuando una asamblea vuelve a
tratar y aprobar determinadas cuestiones que ya habían sido aprobadas con anterioridad, pero que
se encontraban cuestionadas, en sede judicial o extrajudicial. Esta manera de proceder fue
denominada en la práctica como "ratificación" de asambleas o decisiones asamblearias,
denominación totalmente impropia, pues la ratificación es una figura legal prevista para contratos
bilaterales, donde una parte "ratifica" lo actuado por otro a su nombre (mandato, comisión o
consignación, gestión de negocios, etc.), lo cual es impensable en el esquema societario, donde
una misma persona jurídica no puede "ratificar" lo hecho o actuado por ella con anterioridad. Se
trata, por el contrario, de un supuesto de confirmación de actos nulos, que supone un
reconocimiento de la invalidez del acto precedente y así lo ha considerado la Inspección General
de Justicia en el art. 48 de las "Nuevas Normas de la Inspección General de Justicia" (resolución
general 7/2015), el cual dispone que si los errores u omisiones afectan en su totalidad o en
determinadas resoluciones a una asamblea, reunión de socios u otra forma de acuerdo habilitada
por la ley de fondo, la subsanación o saneamiento del acto afectado, se halle o no inscripto, cuando
resulte posible por la naturaleza del vicio, debe ajustarse a lo dispuesto en materia de confirmación
de actos jurídicos por los arts. 1061 y 1062 del Cód. Civil —hoy arts. 393 a 395 del Cód. Civ. y
Com.—, debiendo efectuarse en cada resolución o acuerdo confirmatorio referencia específica al
anterior que se dispone a confirmar. Si el acto que se confirma no está inscripto, su inscripción debe
practicarse juntamente con la del confirmatorio, sin perjuicio de los efectos retroactivos de este
último, establecidos por la ley sustancial.

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