Char Nay
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Para un espíritu científico todo conocimiento es una respuesta a una pregunta. Si no ha habido
pregunta no puede haber conocimiento científico. Nada viene solo, nada es dado. Todo es construido.
BACHELARD, La formación del espíritu científico
¿Lecciones de la historia?
Construir el sentido...
Uno de los objetivos esenciales (y al mismo t iempo una de las dificultades principales) de la
enseñanza de la matemát ica es precisamente que lo que se ha enseñado esté cargado de significado, tenga
sentido para el alumno.
Para G. Brousseau (1983),
*
En Grand N, revista de matemática, ciencias y tecnología para los maestros de la escuela primaria y pre-primari a, nº
42, enero 1988, Documento CRDP, Grenoble, Francia. Traducción del francés de Santiago Ruiz en colaboración con
Gema Fioriti y María Elena Ruiz, y publicado con autorización del CRDP (Centre Regional de Documentation
Pédagogique).
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Agreguemos que la construcción de la significación de un conocimiento debe ser considerada en dos
niveles:
un nivel “externo”: ¿cuál es el campo de ut ilización de este conocimiento y cuáles son los límites
de este campo?
un nivel “interno”: ¿cómo y por qué funciona tal herramienta? (por ejemplo, ¿cómo funciona un
algoritmo y por qué conduce al result ado buscado?).
La cuestión esencial de la enseñanza de la matemática es entonces: ¿cómo hacer para que los
conocim ientos enseñados tengan sentido para el alumno?
El alumno debe ser capaz no sólo de repet ir o rehacer, sino también de resignificar en situaciones
nuevas, de adaptar, de transferir sus conocimientos para resolver nuevos problemas.
Y es, en principio, haciendo aparecer las nociones matemáticas como herramientas para resolver
problemas como se permitirá a los alumnos construir el sentido. Sólo después estas herramientas podrán ser
estudiadas por sí mismas.
Estrategia de aprendizaje
Se plantea entonces al docente la elección de una estrategia de aprendizaje. Esta elección (que cada
uno hace al menos implícitamente) está influida por numerosas variables: el punt o de vista del docente sobre
la disciplina enseñada (¿qué es la matemática?, ¿qué es hacer matemática?), su punto de vista sobre los
objetivos generales de la enseñanza y sobre aquellos específicos de la matemática, su punto de vista sobre los
alumnos (sus posibilidades, sus expectativas), la imagen que el docente se hace de las demandas de la
institución (explícitas, implícitas o supuestas), de la demanda social o t ambién de la de los padres...
Para describir algunos modelos de aprendizaje, se puede apoyar en la idea de “ contrato didáctico”,
tal como Brousseau lo ha definido:
conjunto de comportamientos (específicos) del maestro que son esperados por el alumno, y
conjunto de comportamientos del alumno que son esperados por el maestro, y que regulan el
funcionamiento de la clase y las relaciones maestro-alumnos-saber, definiendo así los roles de cada
uno y la repartición de las tareas: ¿quién puede hacer qué?, ¿quién debe hacer qué?, ¿cuáles son
los fines y los objetivos?...
Así, una situación de enseñanza puede ser observada a través de las relaciones que se “ juegan” entre
estos tres polos: maestro, alumno, saber:
analizando:
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– El saber ya está acabado, ya construido.
Se reconocen allí los métodos a veces llamados dogmáticos (de la regla a las aplicaciones) o
mayeúticos (preguntas/respuestas).
Notemos que ningún docente utiliza exclusivamente uno de los modelos; que el acto pedagógico en
toda su complejidad utiliza elementos de cada uno de los modelos..., pero que, a pesar de todo, cada uno
hace una elección, consciente o no y de manera privilegiada, de uno de ellos.
Agreguem os que el estudio de estos m odelos provee una buena herram ienta de análisis de las
situaciones didácticas y de reflexión para los docentes en formación.
Tres elementos de la actividad pedagógica se muestran privilegiados para diferenciar estos tres
modelos y reflexionar sobre su puesta en práctica:
– El comportamiento del docente frente a los errores de sus alumnos: ¿qué interpretación hace de
ellos?, ¿cómo interviene?, ¿para hacer qué?, ¿qué demanda, entonces a sus alumnos?
– Las prácticas de utilización de la evaluación: ¿de qué sirve la evaluación?, ¿en qué momento
interviene en el proceso de aprendizaje?, ¿bajo qué formas?
– El rol y el lugar que el maestro asigna a la actividad de resolución de problemas: ¿qué es para él un
problema?, ¿cuándo utiliza problemas, en qué momentos del aprendizaje?, ¿con qué fin?
A continuación, nos interesamos esencialm ente en este tercer punto. Para esto, proponemos un
esquema, inspirado en un artículo de R. Cham pagnol (Revue Française de Pédagogie) que resume las
diversas posiciones respecto a la utilización de la resolución de problemas en relación con los tres modelos
de aprendizaje descritos anteriormente.
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sentidos problemas (utilización de los conocimientos para el
alumno, control para el maestro)
– lo que conduce a menudo a estudiar tipos de problemas: confront ado a un nuevo problema, el
alumno busca si ya ha resuelto uno del mismo tipo.
– es el modelo de referencia de numerosos manuales, siendo la idea subyacente que es necesario
partir de lo fácil, de lo simple, para acceder a lo complejo, y que un conocimiento complejo puede ser, para
el aprendizaje, descompuesto en una serie de conocimientos fáciles de asimilar y que, finalmente, todo
aprendizaje debe ir de lo concreto a lo abstracto.
resignificación problemas
nueva herramienta
ejercitación
institucionalización sínt esis, lenguaje convencional
problemas: evaluación para el maestro,
resignificación para el alumno
– es principalment e a través de la resolución de una serie de problemas elegidos por el docente como
el alumno construye su saber, en interacción con los otros alumnos.
– la resolución de problemas (y no de simples ejercicios) interviene así desde el comienzo del
aprendizaje.
Estas opciones se apoyan en resultados de investigación y dependen, por una parte, de elecciones
ideológicas. Ellas se basan en la pregunta “ ¿Cómo aprenden los alumnos?”.
1) Los conocimientos no se apilan, no se acumulan, sino que pasan de estados de equilibrio a est ados
de desequilibrio, en el transcurso de los cuales los conocimientos anteriores son cuestionados. Una nueva
fase de equilibrio corresponde entonces a una fase de reorganización de los conocimientos, donde los nuevos
saberes son integrados al saber antiguo, a veces modificado (cf. Piaget).
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Así, un nuevo saber puede cuestionar las concepciones del alumno originadas por un saber anterior:
por ejemplo, el estudio de los decimales debería conducir al alumno a cuestionar la idea de que la
multiplicación “ agranda” siempre (idea que él ha podido elaborar estudiando los nat urales).
Del mismo modo, un saber adquirido puede hacerse fracasar fácilmente aun ante mínimas
modificaciones de las variables de la situación: así, G. Vergnaud (1981) ha mostrado que la “ noción de
adición” o las estructuras aditivas no son totalmente dominadas hasta muy tarde...
4) Las producciones del alumno son una inform ación sobre su "estado de saber"
En particular, ciertas producciones erróneas (sobre todo si ellas persisten) no corresponden a una
ausencia de saber sino, más bien, a una manera de conocer (que a veces ha servido en otros contextos) contra
la cual el alumno deberá construir el nuevo conocimiento. El alumno no tiene jamás la cabeza vacía: no
puede ser considerado como una página en blanco sobre la cual será suficiente imprimir conocimientos
correctos y bien enunciados.
En el triángulo docente-alumnos-problema
– La actividad debe proponer un verdadero problema por resolver para el alumno: debe ser
comprendido por todos los alumnos (es decir que éstos puedan prever lo que puede ser una respuesta al
problema).
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– Debe permitir al alumno utilizar los conocim ientos anteriores...., no quedar desarmado frente a
ella.
– Pero, sin embargo, debe ofrecer una resistencia suficiente para llevar al alumno a hacer
evolucionar los conocimientos anteriores, a cuestionarlos, a elaborar nuevos (problema abierto a la
invest igación del alumno, sentimiento de desafío intelectual).
– Finalmente, es deseable que la sanción (la validación) no venga del maestro, sino de la situación
m isma.
Relación docente-alumno
¿Qué percepción tiene el alumno de las expectativas del maestro? Las relaciones pedagógicas deben
conducir a los alumnos a percibir que les es más conveniente est ablecer ellos mismos la validez de lo que
afirman que solicitar pruebas a los otros.
– Una distinción net a debe ser establecida entre los aportes del docente y las pruebas que los
alumnos aportan.
Relación maestro-situación
Una precisión ante t odo: el térm ino “ problema” utilizado aquí no se reduce a la situación propuesta
(enunciado-pregunta). Se define, más bien, como una terna: sit uación-alumno-entorno. Sólo hay problema si
el alumno percibe una dificultad: una determinada situación que “hace problema” para un determinado
alumno puede ser inmediatamente resuelta por otro (y entonces no será percibida por este último como un
problema). Hay, entonces, una idea de obstáculo a superar. Por fin, el entorno es un elemento del problema,
en particular las condiciones didácticas de la resolución (organización de la clase, intercambios, expectat ivas
explícitas o implícitas del docente).
Sin duda conviene diferenciar los objetivos de la actividad de resolución de problemas:
Desde esta última óptica, se pueden considerar algunas cuestiones que se le plantean al maestro
respecto de un conocimiento dado:
– Elección de enseñar una determinada concepción del conocimiento considerado (problema de
transposición didáctica): ¿cuáles son las concepciones tomadas en cuenta (estado actual de este
conocimiento, de su enseñanza, estados anteriores, evolución histórica, diferentes aspectos): cuest iones de
epistemología; cuáles son las concepciones posibles con los alumnos de un determinado nivel de enseñanza
en relación con los niveles precedentes y siguientes?, ¿de qué tipo de saber se trata (formal, descriptivo u
operativo, funcional)?
– Elección de la situación o más bien de la serie de situaciones a proponer a los alumnos. La idea de
obstáculo es aquí importante: sin los conocimientos anteriores adecuados para resolver el problema no hay
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interés por movilizar una nueva herramienta. La elección es difícil: es necesario no desmovilizar al alumno
con una dificultad demasiado grande ni dar la impresión de “derribar puertas abiertas con una excavadora”.
– Elección de una puesta en marcha pedagógica. No hay soluciones tipo, pero se puede anticipar con
la mayor parte de los didactas actuales una estrategia de referencia que comprenda varias etapas: investigar
individualmente y/o en grupos, formular oralmente o por escrito, validar, institucionalizar (identificación del
saber, convenciones para el lenguaje, las not aciones), evaluar, proceso que puede extenderse en varias
sesiones e incluso utilizar varias situaciones problemas.