TAREA V DERECHO ROMANO Curatela y Tuteladocx
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La tutela y la curatela eran instituciones civiles destinadas a proteger los derechos de los
ciudadanos esos que no fuesen capaces de ejercerlos por cuenta propia.
La tutela era el poder y protección sobre una persona libre (sui iuris) mientras se mantuviera la
patria potestad. La tutela es el poder sobre un menor para protegerlo puesto que este no puede
defenderse por sí mismo.
En el derecho romano, la tutela era un mecanismo legal aplicado para proteger y representar a
las personas que no podían cuidar de sí mismas o de sus propios intereses legales.
La tutela se otorgaba principalmente a los menores de edad, a las personas con discapacidades
mentales o físicas y a las mujeres en algunas circunstancias. Estas personas eran consideradas
incapaces de tener plena capacidad legal y necesitaban un tutor para proteger sus derechos y
tomar decisiones en su nombre.
El tutor era generalmente un pariente cercano o alguien designado por el magistrado romano.
El tutor podía ser un padre, un abuelo, un hermano o un hombre mayor de la familia. El
principio fundamental era que el tutor debía actuar en el mejor interés de la persona bajo tutela
y proteger sus derechos.
El tutor tenía la autoridad para administrar los asuntos legales, financieros y personales del
pupilo. Esto incluía la administración de sus propiedades, la representación legal en los
tribunales y la autorización de matrimonio, entre otros. Sin embargo, el tutor debía rendir
cuentas de su gestión ante un magistrado romano, quien supervisaba su desempeño.
En cuanto a la duración de la tutela, solía extenderse hasta que el pupilo alcanzara la mayoría de
edad, que en el derecho romano variaba dependiendo de la época y el contexto, pero
generalmente era a los 25 años para los hombres y a los 20 años para las mujeres. Sin embargo,
en algunos casos la tutela podía durar más tiempo, como por ejemplo en situaciones en las que
el pupilo sufría de discapacidad permanente.
Es importante destacar que la tutela en el derecho romano se basaba en el deber del tutor de
actuar en beneficio del pupilo y proteger sus derechos. Había una responsabilidad legal y ética
asociada al papel del tutor, y su incumplimiento podía ser objeto de sanciones legales.
La curatela era el poder de decisión que poseía el curador sobre los bienes del pupilo. El curador
no era más que un encargado de administrar los bienes del pupilo.
En algunos aspectos la curatela y la tutela son parecidas puesto que compartían las mismas
bases, ambas eran instituciones que protegían los derechos de aquellos que no lo podían hacer
por sí mismos; Pero, además estas instituciones eran afines en sus clases y poseían casi las
mismas formas de extinción; además de las similitudes en sus funciones y requisitos de los
respectivos curadores o tutores, pero habia una gran diferencia entre ambas.
Menores emancipados que carezcan de progenitores o cuyos padres hayan sido privados de la
patria potestad. También los que recibieran el beneficio de la mayor edad.
Personas declaradas pródigas.
Incapacitados parcialmente por sentencia judicial. En caso de que la incapacitación fuera total,
estas personas deberían someterse a tutela. Por tanto, la sentencia determinará los actos para
los cuales el incapacitado parcialmente requiere de la autorización de un curador.
Para que se extinga la curatela deberá cesar la causa que la motivó. En particular:
Respecto a los menores emancipados y los que obtuvieron el beneficio de mayor edad, se
extinguirá la curatela cuando cumplan 18 años.
Y respecto a los pródigos o los parcialmente incapacitados por sentencia judicial se extinguirá en
caso de remoción de efectos de la sentencia.
En la curatela el curador se nombraba en interés del patrimonio sin importar tanto el interés de
la persona, por otra parte, el tutor se estaba encargaba tanto de cuidar el patrimonio como a la
persona.
Se entendía por ella un cargo público que obligaba a una persona designada por la ley o por el
magistrado a dirigir la administración de los bienes de un sui iuris púber e incapaz de ejercer por
sí solo sus derechos.
El curador administraba los bienes de la persona en curatela, pero sin dar auctoritas.
La Ley de las XII Tablas la organizó solo para remediar la incapacidad de los furiosi sin intervalos
lúcidos y de los pródigos que disipaban los bienes recibidos ab intestato de sus ascendientes
paternos. Los restantes dementes y pródigos no estaban en curatela, lo cual se explicaba por la
finalidad de la curatela en aquellos tiempos, no encaminada a proteger los intereses de los
incapaces, sino los de la familia agnada.
El derecho romano hizo distinción entre el furiosi y el mente capti. El primero era el
completamente privado de razón, tuviera o no intervalos lúcidos, en tanto que el segundo era el
poseedor de un poco de inteligencia o de facultades intelectuales escasamente desarrolladas.
Si, Pero: Pero al ocuparse la ley decenviral únicamente del furiosus sui iuris y púber (sin la
protección, consecuentemente, de un paterfamilias o de un tutor), determinó que quedara
sometido a la curatela legítima de los agnados y, en subsidio, de los gentiles, quedando claro
que desde el momento mismo de la manifestación de la locura en el púber sui iuris se abrían las
puertas a la curatela sin la necesidad de previo decreto de interdicción judicial.
Al curador del furiosis le asistía la obligación tanto de administrar los bienes de éste como de
velar por su curación, sin que el pupilo, mientras durara la locura, pudiera ejecutar acto jurídico
alguno, por lo que, contrario sensu, al recobrar toda su capacidad intelectiva, podía obrar por sí
solo como si nunca hubiera estado loco.
En suma, tratándose del furiosis, el curador debía limitarse en cuanto a los bienes
administrarlos sin llegar a la auctoritas, quedando con la obligación de rendir cuentas al concluir
la curatela e, incluso, en todas las ocasiones en que el pupilo, por recobrar la cordura,
reclamaba la administración de sus bienes.