143 Gastroenteritis Verminosa
143 Gastroenteritis Verminosa
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INTRODUCCIÓN
Los parásitos internos que afectan a los animales en producción pueden considerarse como una de las limitan-
tes más importantes en los sistemas desarrollados bajo condiciones de pastoreo.
Clínicamente, las pérdidas se asociaban a mortandades producidas en bovinos y ovinos sometidos a importan-
tes niveles de infección parasitaria, y estimativamente podían alcanzar cifras cercanas al 10%. Actualmente, los
cuadros de parasitosis clínica con muerte de animales han pasado a ser muy esporádicos en virtud de la importante
transferencia de conocimientos que se ha realizado en las últimas décadas y el avance en los aspectos terapéuticos
de la enfermedad.
No obstante y en función de que, los sistemas actuales de manejo son más intensivos -con un aumento en el
aprovechamiento de los recursos forrajeros a través del incremento significativo de la carga animal en los pasto-
reos- las parasitosis internas se han convertido en una enfermedad que afecta la salud productiva de los animales,
impactando notablemente en la rentabilidad final del sistema de producción. Así, es posible detectar pérdidas que
pueden variar entre 20 y 80 kg por animal durante la invernada de bovinos sometidos a infecciones parasitarias de
las pasturas bajas o muy altas, respectivamente. De la misma manera, se presentan pérdidas en la producción de
leche en tambos donde los pastoreos son la base de la cadena nutricional, y en las explotaciones ovinas, con mor-
tandad de animales e importantes mermas en la producción de corderos, carne y lana.
El curso de la enfermedad en bovinos y ovinos deja secuelas que también impactan sobre el desarrollo
músculo-esquelético de los animales con consecuencias importantes en el rendimiento de la res y en los aspectos
reproductivos de las hembras que se disponen anualmente para la reposición del sistema.
A las pérdidas económicas que se producen en el sistema de producción y sus consecuencias, debe sumarse el
alto gasto en antiparasitarios que se emplean anualmente para el control de la enfermedad. En la práctica, dicho
control se basa principalmente en la aplicación de tratamientos complementados, en algunos casos, con la utiliza-
ción de pasturas que ayudan a minimizar las pérdidas en producción. El notable avance y consolidación del fenó-
meno de resistencia a los antiparasitarios en la última década ha introducido otra variable muy importante que
influye seriamente en el diagnóstico y control de la enfermedad.
En este escenario donde los parásitos, el sistema de producción y las herramientas disponibles para el diag-
nóstico y control son los principales protagonistas, los efectos de la enfermedad en el mencionado sistema son
ampliamente variables, por lo que sería casi infundado transpolar situaciones individuales a toda la ganadería bo-
vina y ovina del país para hacer una estimación del impacto global de los parásitos internos comparable a las pro-
yecciones que se realizaban tres o cuatro décadas atrás.
En resumen, las pérdidas directas que ocasionan los nematodes se traducen en:
♦ Mermas significativas en las ganancias de peso durante la recría e invernada.
♦ Disminución de la calidad y rendimiento de la res.
♦ Baja en la producción de leche.
♦ Disminución de la producción de lana y carne.
♦ Inversiones en antiparasitarios con bajo retorno económico.
♦ Fallas en la eficacia de los antihelmínticos por desarrollo de resistencia.
Las pérdidas indirectas asociadas a programas de control mal implementados, representan una pesada carga
económica para el sistema de producción:
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♦ Excesivo período de permanencia de los animales en el campo para llegar a peso de faena.
♦ Subutilización del forraje bajo pastoreo.
♦ Falta de desarrollo corporal adecuado para el servicio de vaquillonas.
♦ Complicaciones de manejo.
No obstante, debe tenerse en cuenta que la complejidad de las interacciones entre los actores involucrados en
esta temática obliga y exige el mayor aporte técnico y de los conocimientos para lograr el control más eficiente y
sustentable de los parásitos en los sistemas de producción.
En tal sentido, el espacio para la intervención profesional es muy amplio y este documento incluye la infor-
mación básica necesaria para comprender la relación entre los animales y los parásitos, así como las pautas para
incorporar a la práctica profesional el diagnóstico, la terapéutica y el control de las enfermedades parasitarias en el
sistema de producción.
El tamaño varía entre 2,5 y 25 mm de largo y los nematodes económicamente más importantes son los que
parasitan el cuajo, debido al tipo de lesión que provocan y las consecuencias para el funcionamiento correcto de
los procesos digestivos. Sin embargo, el problema aparece casi siempre provocado por infecciones mixtas en cua-
jo e intestino
Es así que Cooperia, de localización intestinal, y Ostertagia, ubicada en el cuajo son los principales géneros
parasitarios en el bovino. En tanto que el tercer lugar lo ocupa Trichostrongylus axei en la pampa húmeda, y
Haemonchus placei en la región subtropical.
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En los lanares, los principales géneros parasitarios son Haemonchus contortus (gusano grande/rojo del cuajo)
y Trichostrongylus colubriformis (pequeño gusano intestinal). El primero de ellos productor de muertes asintomá-
ticas (anemia) hacia fines primavera y otoño, y el segundo responsable de las diarreas de fines de otoño-invierno.
La lombriz de pulmón -Dictyocaulus spp.- aparece también ciertas veces asociada a la parasitosis gastrointes-
tinal, produciendo lesiones serias en los bronquios y tejido pulmonar.
EPIDEMIOLOGÍA
Los animales se enferman cuando ingieren las larvas infectivas (L3) que se encuentran en el pasto -miden
0,6-0,8 mm-, éstas llegan al tubo digestivo y penetran profundamente en las glándulas ubicadas en la pared de
cuajo e intestinos. Luego de varias mudas, alcanzan el estadío adulto aproximadamente a las 3 semanas. Las hem-
bras comienzan a poner huevos previa fertilización por el macho.
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Los huevos son transportados con la materia fecal a las pasturas, provocando la contaminación de las mismas.
Los huevos en la "bosta" evolucionan hasta dar lugar a la larva 1, que rompe la estructura externa del huevo para
llegar a larva infectiva luego de algunas transformaciones. Este proceso se cumple en un período que varía entre 2
y 6 semanas dependiendo si es verano o invierno.
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Aunque las larvas infectivas tienen movilidad propia, la transmisión más importante a la pastura, se produce
cuando las gotas de lluvia golpean la costra superficial de las bostas ablandándola y trasladando las larvas a los
pastos circundantes por las micro-gotas del spray que se genera, provocando la infectividad de las pasturas.
Los niveles más importantes de contaminación e infectividad de las pasturas se producen durante el otoño,
invierno y primera parte de la primavera.
En bovinos, las larvas infectivas pueden sobrevivir en el pasto, pero fundamentalmente en la bosta en canti-
dad suficiente como para asegurar que la enfermedad pase de un ciclo de producción a otro. En términos epide-
miológicos, el hábitat compuesto por las bostas y las pasturas, se conoce como refugio.
Es por esta razón que todas las pasturas permanentes están infectadas por parásitos en mayor o menor grado,
siendo hasta ahora casi imposible erradicar la enfermedad de los campos.
Debe quedar claro, que los parásitos establecidos en los animales, son solo una mínima proporción (< 5%) de
los que se encuentran en el refugio, por lo tanto cuando se aplican los tratamientos antiparasitarios, se afecta mí-
nimamente el número total de parásitos del sistema de producción.
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como las que se generan con las primeras lluvias post-sequías prolongadas- pueden ser suficientes para sobrepasar
la aún precaria capacidad de respuesta inmune de dicha categoría.
Los terneros nacidos a fin de invierno o principios de primavera, comienzan a infectarse con cantidades im-
portantes de larvas a partir del verano en adelante, hasta llegar al destete. Si el estado de las vacas es bueno y la
disponibilidad forrajera es suficiente en cantidad y calidad, la ganancia de peso de los terneros al pie generalmente
no se afecta como consecuencia de las infecciones por nematodes.
Sin embargo, cuando la disponibilidad de pasto es muy baja, con mal estado de las vacas y acompañado por
una primavera y verano lluviosos, la ganancia de peso de los terneros puede afectarse. Esto hace que al destete, el
peso pueda mermar entre 10 y 15 kilogramos, sobre todo, si el destete se hace tardíamente en el otoño.
Infecciones parasitarias durante la cría e invernada de bovinos sobre pasturas: períodos de mayor riesgo e im-
pacto sobre la ganancia de peso.
La vaca de cría, puede albergar una cantidad importante de parásitos -principalmente inmaduros/inhibidos-
sin que ello provoque efectos en producción. Este equilibrio se debe a la sólida inmunidad que desarrollan y que
excepcionalmente es quebrada; por ej.: vacas viejas recién paridas, mala alimentación, otras enfermedades, etc.
Es por esto que las vacas deberían desparacitarse solamente sobre las circunstancias mencionadas o, en situa-
ciones especiales, como el tratamiento previo al engorde de vacas “refugadas” al tacto y destinadas a la venta para
consumo.
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cientes hasta entrada la primavera, a partir de la cual la creciente disponibilidad y calidad forrajera contribuyen al
desarrollo de una sólida repuesta inmune en animales mayores al año de edad.
En la región del NEA, se presenta una situación similar, con el aditamento que las infecciones se prolongan
durante la primavera, no siendo tan marcado el efecto inmunitario en la disminución de las cargas parasitarias de
los animales.
Bajo esas condiciones, los animales pueden desarrollar clínicamente la enfermedad con pérdidas de peso que
pueden alcanzar los 40-60 kg/animal hacia fines del invierno. Sin embargo, en la mayoría de los establecimientos
ganaderos, la parasitosis gastrointestinal cursa sin síntomas clínicos -enfermedad subclínica- provocando mermas
en la producción de carne que pueden llegar a 20-40 kg/animal en el mismo período.
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Las pérdidas que se producen durante el otoño e invierno como consecuencia de infecciones permanentes por
nematodes, no son compensadas durante la primavera. Los novillitos y vaquillonas deberán permanecer en el
campo por más tiempo para llegar al peso apropiado de faena.
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Durante la primavera, las ganancias de peso son muy buenas, pero la mayoría de las larvas de Ostertagia os-
tertagi que son ingeridas con el pasto inhiben su desarrollo en el estadío L4, constituyendo lo que se conoce como
Ostertagiosis pre-Tipo II. No hay síntomas o signos de enfermedad parasitaria durante ese período de pastoreo.
Si no se aplicaron tratamientos preventivos apropiados, las larvas hipobióticas alojadas en las glándulas de la
mucosa abomasal reanudan su ciclo desde fin de la primavera en adelante, provocando síntomas clínicos de en-
fermedad parasitaria o nuevamente pérdidas subclínicas que pueden oscilar entre 10 y 20 kg/animal (Ostertagiosis
Tipo II).
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Ostertagiosis Tipo II en animales adultos o jóvenes de cruza cebú (nótese edema de pliegues abomasales)
c) Vaquillonas de reposición
Con las vaquillonas de reposición del rodeo, se debe tener especial cuidado durante el primer año después del
destete, aún cuando el servicio se realice a los 27 meses.
Durante ese período, las vaquillonas están en pleno crecimiento y desarrollo, por lo que cualquier problema
parasitario influirá sobre su conformación esquelética y muscular condicionado "vientres chicos" en el rodeo y
consecuentemente, un alto porcentaje de problemas de distocias y ayudas en el momento de la parición.
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Las vaquillonas de primera parición, bajo determinadas condiciones, pueden acumular un número importante
de nematodes -maduros e inmaduros-, que pueden generar trastornos durante la época de parto y primeras sema-
nas de lactación.
En campos con antecedentes de enfermedad parasitaria, se debe establecer la oportunidad del tratamiento an-
tiparasitario peri-parto a las vaquillonas para remover las cargas parasitarias, especialmente las que se encuentran
inhibidas en su desarrollo, evitando así las complicaciones durante la lactación.
Bajo tales condiciones, los animales lecheros de recría estarán expuestos a mayores cargas parasitarias por
mayor tiempo que los de carne, condicionando también un mayor riesgo de enfermedad.
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No obstante, los efectos sobre la producción de leche son variables y dependen estrictamente de la proporción
en que las pasturas permanentes participan de la dieta de las vacas durante el período de lactación y los niveles de
infectividad a los cuales están sometidas las vacas durante el pastoreo. Otro elemento que juega de manera impor-
tante en la medición del efecto parasitario sobre la producción láctea es el tipo de antiparasitarios utilizado para su
control.
De tal manera que hasta mediados de la década del ´90, se utilizaron antiparasitarios con serias restricciones
de uso por su detección en leche (dependiente del principio activo), recomendándose su utilización pre-parto. En
tal condición, la bibliografía internacional indica una gran controversia en relación a la respuesta positiva en tér-
minos productivos.
Promediando la década del ´80, en sistemas de producción de leche de la región pampeana, bajo condiciones
pastoriles y en base a tratamientos mensuales con fenbendazole granulado en la ración, se demostraron mermas
promedio de aproximadamente 5%, considerando lactancias de otoño y primavera. No obstante, los resultados no
son consistentes en las distintas explotaciones, coincidiendo con la bibliografía internacional.
Posteriormente, utilizando oxfendazole al parto y a los 45 días en vaquillonas de primera lactación se hallaron
diferencias no significativas del orden del 3.7% a los 120 días de lactancia, manteniendo la controversia de la
oportunidad del tratamiento antiparasitario en vacas lecheras.
Hacia fines de los ´90 se generó un importante avance por el desarrollo de formulaciones en base a lactonas
macrocíclicas de aplicación pour-on, que pueden ser aplicadas libremente por su insignificante eliminación por
leche. En tales condiciones, en nuestro país ha sido demostrado un efecto positivo (10%) en la lactancia tras la
administración de eprinomectina pour-on al parto en 6 tambos cercanos a Venado Tuerto y con moxidectin pour
on en la cuenca lechera de Tandil mejorando la producción en un 3.5% en los primeros 120 días de lactación.
En lechería, las etapas de cría y recría de terneras de reposición deben ser consideradas de alto riesgo. Se tor-
na necesario planificar los programas de control de acuerdo con el riesgo que tenga cada establecimiento en parti-
cular; considerando que para que la vaca lechera alcance su máxima expresión productiva debe tener un óptimo
crecimiento y desarrollo.
OVINOS
Los ovinos exhiben un cuadro diferente, no solo en lo que se refiere a la presentación de la enfermedad, sino
también en cuanto a la susceptibilidad a las parasitosis.
Se acepta que los bovinos adquieren una buena capacidad de respuesta inmune -con nutrición y sanidad ase-
guradaalrededor de los 12-18 meses de edad en tanto que los lanares, son susceptibles a las parasitosis durante
toda su vida, aumentando notablemente el riesgo en categorías como corderos, borregos diente de leche y ovejas
durante el parto y la lactación. Esta última categoría es la responsable de contaminar las pasturas con huevos de
parásitos que luego darán origen a una importante cantidad de larvas infectivas en el forraje que afectarán de ma-
nera significativa a los corderos.
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A diferencia de lo que ocurre en bovinos, los géneros que afectan a los ovinos exhiben una mayor estaciona-
lidad.
Es así que los cuadros producidos por “el gusano grande del cuajo” Haemonchus contortus se presentan con
condiciones climáticas de elevadas temperaturas y humedad (lluvias).
En consecuencia, es factible hallar casos de mortandad (especialmente en corderos) hacia fines de primavera,
y fin de verano-principio de otoño (en borregos).
Estos cuadros se caracterizan por anemia severa y pueden producir mortandades en forma aguda, sin que los
animales presenten la sintomatología típica de las parasitosis gastrointestinales (diarrea, pérdida de condición
corporal, edemas, etc).
Por su parte el cuadro otoño-invernal de los lanares está dominado por “el parásito pequeño del intestino”
Trichostrongylus colubriformis, que presenta una mayor sintomatología, expresada por diarreas de tipo crónico,
con menores mortandades pero comprobados efectos sobre la ganancia de peso y el peso y calidad del vellón.
Infecciones por Haemonchus contortus (verano) y Teladorsagia circumcincta (invierno) en la Pampa Húmeda
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En invierno las pasturas bajan su rendimiento, forzando el pastoreo de los animales más cerca de las bostas,
lo que aumenta el riesgo de infección
Cuando el programa de control de parásitos es deficiente, los sistemas de pastoreo rotativo semi-intensivo o
intensivo (PRI) lejos de ayudar a disminuir la infectividad de las pasturas, generalmente la agravan seriamente.
El aumento de la carga animal incrementa el riesgo de infectividad de las pasturas. A medida que el sistema
de pastoreo se hace más extensivo, con menor carga animal y permitiendo a los animales pastorear con selección
de áreas, el riesgo de la enfermedad tiende a disminuir.
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b) Sistemas agricolo-ganaderos
En los campos con posiblidad de hacer recría/invernada sobre cadenas forrajeras mixtas, combinando ver-
deos de época (avena, sorgo, maíz, etc.) con pasturas viejas y nuevas, los riesgos de la enfermedad son menores,
facilitando la implementación del programa de control de parásitos. Esto se debe a que el laboreo del suelo para
cultivos o implantación de praderas reduce la infectividad del campo, aunque no la elimina.
El laboreo del suelo, rastrojos, heno y forraje cortado –y sazonado- para suministro a los animales disminu-
yen drásticamente los riesgos de infección parasitaria.
BOVINOS
NIVELES DE INFECCIÓN DE LAS PASTURAS POR NEMATODES GASTROINTESTINALES Y
POTENCIAL DE PÉRDIDAS PRODUCTIVAS EN LAS DISTINTAS CATEGORÍAS
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OVINOS
NIVELES DE INFECCIÓN DE LAS PASTURAS POR NEMATODES GASTROINTESTINALES Y
POTENCIAL DE PÉRDIDAS PRODUCTIVAS EN LAS DISTINTAS CATEGORÍAS
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tos se encargan de expresar las inmunoglobulinas a nivel sanguíneo (IgM, IgG, IgE) y mucosa gastrointestinal
(IgA).
El complejo inmunitario actúa sobre los nematodes condicionando el metabolismo con una reducción del ta-
maño y generando alteraciones morfológicas que interfieren en la reproducción, especialmente la oviposición que
es significativamente disminuida.
Además del efecto directo sobre los parásitos, la inmunidad genera y condiciona fenómenos adicionales que
condicionan seriamente la estabilidad de las poblaciones parasitarias en el tracto digestivo, como son: el fenómeno
de expulsión rápida que protege contra re-infecciones (en ovinos autocura o “self cure”) y la producción exacer-
bada de mucus sobre la superficie gastrointestinal que atrapa y retiene a los nematodes, facilitando además, el
contacto con las inmunoglobulinas locales.
En la práctica, la inmunidad genera posibilidades adicionales en el control de los nematodes internos con al-
cance en la epidemiología de la enfermedad y en el manejo de pasturas con distintos niveles de infectividad. En
términos generales, puede considerarse que la respuesta inmunológica se consolida a partir de los 15 meses de
vida, limitando seriamente la excreción de huevos de los nematodes en la materia fecal con una disminución efec-
tiva de la infectividad de las pasturas.
Este fenómeno está muy estudiado y puede observarse que la curva que refleja la postura de huevos en bovi-
nos a partir del destete, tiene una presentación estereotipada caracterizada por un aumento hasta mediados del
invierno y luego un descenso a valores muy bajos en la primavera y verano. Dicha tendencia no siempre se corre-
laciona con la infectividad de las pasturas, que depende mayormente de las cuestiones climáticas. De hecho, en
situaciones de baja carga parasitaria en el forraje (sequías), la tendencia de la excreción de huevos, se mantiene a
favor de una mayor postura de huevos por parte de los parásitos que persisten en el tubo digestivo de los animales.
Desde el punto de vista del diagnóstico y el control a través de tratamientos antihelmínticos, la valoración co-
rrecta de los conteos de huevos para una interpretación apropiada y la decisión de efectuar el tratamiento y el co-
nocimiento del patrón o perfil que presenta la enfermedad parasitaria en su etapa de patencia contribuye notable-
mente a mejorar los programas de control.
DIAGNÓSTICO
Las técnicas que se utilizan mayoritariamente en la práctica para el diagnóstico de las enfermedades parasita-
rias en los rumiantes han sido descriptas en el manual Diagnóstico de las parasitosis más frecuentes de los rumian-
tes: Técnicas de laboratorio e interpretación de resultados (Fiel y col. 2011) elaborado en el marco del programa
Control Parasitario Sustentable (CPS).
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El control de los parásitos debe ser entendido como una herramienta que contribuye a mejorar los niveles de
producción. Como tal, debe proyectarse un sistema racional basado en la epidemiología y bioecología de los pará-
sitos, sumado al convencimiento que la erradicación de la enfermedad en el campo es al presente imposible.
Es por esto, que en el equilibrio de convivir con los parásitos pero con pérdidas mínimas en el sistema de
producción, es fundamental, la programación integral del control desde el momento en que los animales comien-
zan el período de engorde.
La materialización de los programas de control se encuentra facilitada por la existencia de una variedad muy
grande de productos antihelmínticos con alta eficacia contra los nematodes de mayor importancia económica. No
obstante, se deben tener en cuenta algunas consideraciones para la elección y utilización del antiparasitario más
apropiado:
♦ Correcto diagnóstico y caracterización del problema parasitológico.
♦ Espectro requerido de eficacia antiparasitaria.
♦ Efecto ovicida y persistencia de la actividad antiparasitaria.
♦ Vía de administración del producto.
♦ Calidad y precio del antiparasitario.
Es habitual que para productores y profesionales, la mayor preocupación gire en torno a las cualidades tera-
péuticas y precios de los distintos productos específicos. Sin embargo, la realidad indica que las mayores pérdidas
de producción se deben a errores en la programación del control.
Es necesario también considerar, que la correcta elección de un producto, evitará fracasos inesperados duran-
te el desarrollo de un apropiado programa de control.
Si bien es cierto que se considera “al control de las parasitosis gastrointestinales como tecnología de bajo cos-
to y alto impacto productivo”, un considerable número de ganaderos ha tomado a su cargo el control parasitario
tras un falso concepto de practicidad, simplificación y economía, prescindiendo de los profesionales veterinarios.
Muchos de ellos, especialmente los de sistemas de producción intensiva, se han inclinado por los “tratamien-
tos antihelmínticos supresivos”, que se aplican intensivamente durante todo el año, en la mayoría de los casos con
una frecuencia mensual.
El manejo irracional de antiparasitarios, especialmente cuando los niveles de contaminación e infectividad de
las pasturas son bajos, se reconoce como la principal causa de resistencia antihelmíntica.
En general, el control racional de la parasitosis gatrointestinal en sistemas intensivos de producción, trascien-
de ampliamente los conceptos tradicionales o simplistas que se manejan en la práctica.
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Los benzimidazoles se adhieren a los receptores de tubulina provocando un desorden de la homeostasis intra-
celular, llevando finalmente a la muerte del parásito por desnutrición. Este efecto está principalmente asociado
con la desaparición de los microtúbulos que son esenciales en varias funciones de las células, como el transporte
de nutrientes y el mantenimiento y división de la estructura celular. Los benzimidazoles muestran una afinidad
muy alta a la tubulina de los invertebrados en comparación con la de los mamíferos lo que explica la importante
seguridad cuando se los administra a los animales.
Los imidazothiazoles y tetrahydropirimidinas afectan los receptores nicotínicos de acetilcolina cambiando la
permeabilidad de la membrana post-sináptica y generando una parálisis rígida de los nematodes. A dosis altas,
también inhiben directamente la acetilcolina. Estos efectos no son ejercidos solamente sobre el parásito sino que
también lo pueden hacer sobre los receptores del hospedador. El levamisole es hidrosoluble y cuando la dosifica-
ción es cercana al doble de la indicada se pueden producir severos efectos colaterales después del tratamiento.
También se han descripto efectos inmuno-moduladores activando la linfoblastogénesis en bovinos y la producción
de anticuerpos.
Los derivados del amino acetonitrilo intervienen a nivel de la placa sináptica en la unión nerviosa con la es-
tructura muscular sobre los receptores nicotínicos de acetilcolina. El modo de acción es similar a los imidazothia-
zoles pero actúan en una subunidad de receptores diferentes, lo que hace que sean eficaces aún en cepas de nema-
todes resistentes a levamisole. Debido a que la subunidad de receptores donde actúa es exclusiva de los nemato-
des, el tratamiento de mamíferos con monepantel resulta inocuo para los ovinos aunque la dosis sea aumentada
varias veces.
Las salicylanidas actúan contra los estadíos adultos de Fasciola sp. y el modo de acción no ha sido muy defi-
nido, aunque puede haber una combinación de efectos sobre el metabolismo del parásito sobre la fosforilzación
oxidativa- e interferencias en la transmisión nerviosa. El praziquantel es la droga de elección para el tratamiento
de los cestodes debido al daño y aumento de la permeabilidad que genera en el tegumento de los segmentos ante-
riores del parásito. Este efecto conduce a desordenes metabólicos y fuertes contracciones de los músculos tegu-
mentales seguido por parálisis de los parásitos.
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Para comenzar a desarrollar este tópico se deberían establecer con mayor precisión los alcances de algunas
definiciones que usualmente son utilizadas en el control de las infecciones parasitarias. Esto ayudará a dimensio-
nar el encuadre técnico de las prácticas profesionales una vez inmersos en la atención y solución de este problema
sanitario.
El conocimiento del ciclo biológico de los nematodes, la biología de los estadíos de vida libre y la variación
anual del parasitismo en los animales ha permitido detectar los momentos oportunos o sensibles para administrar
los tratamientos a los animales. Luego de realizado el diagnóstico, el criterio profesional definirá las opciones de
tratamientos en base a los principios de control de las infecciones parasitarias mediante el uso de antihelmínticos.
En la práctica, el desarrollo de los principios de control mediante el uso de antihelmínticos persigue como ob-
jetivos centrales:
1. Disminuir el riesgo de exposición a las infecciones parasitarias en las pasturas (tratamientos estratégicos o pre-
ventivos).
2. Minimizar las pérdidas productivas en animales bajo pastoreo con alta infectividad de nematodes trichostrong-
ylideos (tratamientos tácticos o curativos).
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Debe dejarse claramente establecido que ambos principios no son excluyentes. Por el contrario el profesional
decidirá, según el caso, la aplicación de uno u otro, o más frecuentemente su utilización complementaria.
El intervalo entre los tratamientos se establece sobre la base del poder residual del producto utilizado, 2-3
días para benzimidazoles y 21-28 días para los endectocidas- a lo que se suma el período de prepatencia de los
nematodes -21 días-. Así, el levamisole y los benzimidazoles deberían aplicarse cada 3-4 semanas y los endecto-
cidas cada 5-8 semanas
Si bien este régimen reduce drásticamente la infectividad de las pasturas, ya en el primer año de implementa-
ción, debe necesariamente ser supervisado por un profesional que efectúe los ajustes precisos para cumplir con el
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doble propósito de optimizar los resultados con el menor número de desparasitaciones. De lo contrario, coexiste
alto riesgo de desarrollo de resistencia antihelmíntica.
La eficiencia de este tipo de tratamientos sobre la productividad de los animales es variable, dependiendo
principalmente de la frecuencia con que se apliquen, el espectro de eficacia o persistencia del efecto antihelmínti-
co, y sobre todo de la participación profesional en los seguimientos de campo. Desde el punto de vista epidemio-
lógico no se modifica significativamente la infectividad en las pasturas, dado que el objetivo central es proteger a
los animales.
Dentro de Tratamientos antihelmínticos Tácticos o Curativos se pueden identificar tres categorías de trata-
mientos:
a) Tratamientos SINTOMÁTICOS
Los tratamientos sintomáticos han sido tradicionalmente aplicados a los animales durante décadas. En este
caso, los signos y síntomas clínicos evidentes de la gastroenteritis parasitaria como son la diarrea, pérdida de esta-
do, debilitamiento, edemas, pelo arratonado, enfermedades concomitantes, etc., determinan la decisión del pro-
ductor para realizar el tratamiento antiparasitario o la consulta al veterinario para confirmar el diagnóstico y apli-
car el tratamiento.
Ante tratamientos sintomáticos, los animales usualmente responden con una mejora relativamente rápida. No
obstante, debe tenerse en cuenta que cuando la parasitosis se hace clínicamente evidente, las pérdidas subclínicas
previamente acumuladas son muy significativas, pudiendo llegar a 40-50 kg por animal.
Por esta razón, los tratamientos sintomáticos son totalmente desalentados en el sistema de producción. Ade-
más, no impiden la peligrosa contaminación de las pasturas con huevos lo que asegura niveles altos de infectivi-
dad parasitaria a través de los distintos ciclos de producción.
b) Tratamientos PRE-FIJADOS
En esta categoría de tratamientos se agrupan aquellos que se ejecutan de rutina, basados en su aplicación
arraigada y el conocimiento epidemiológico, sin la necesidad de un diagnóstico previo. En tal condición se hallan
la desparasitación al destete y la de fin de año.
La desparasitación “al destete” se justifica en la eliminación de las cargas parasitarias provenientes de la
crianza, que podrían ejercer su efecto por la situación de estrés generada por el destete. Por otra parte, en animales
de compra, es recomendable para evitar el ingreso de cepas posiblemente resistentes a los antihelmínticos.
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La desparasitación “de fin de año” se recomienda con un sentido profiláctico, para evitar el efecto productivo
de la ostertagiosis Tipo II durante el verano. Se recomienda el tratamiento a fines de noviembre con una droga
efectiva sobre larvas inhibidas (benzimidazoles o lactonas macrocíclicas). Tal recomendación se basa en la impo-
sibilidad diagnóstica con métodos de rutina (solo con sacrificio y digestión de mucosa gástrica) y en el hecho ven-
tajoso de tratarse de un fenómeno estacional.
También podrían agruparse aquí, una serie de indicaciones que prescinden del profesional veterinario, y que
no contemplan las variaciones epidemiológicas generadas por el clima. Al igual que los tratamientos estratégicos,
este tipo de tratamientos fijos muy divulgados comercialmente, se asientan en la epidemiología de las infecciones
parasitarias. Sin embargo, resulta prácticamente imposible establecer la eficacia de los mismos debido a que las
variaciones climáticas pueden influenciar significativamente las tendencias epidemiológicas locales, retrasando o
adelantando los cursos frecuentes de las infecciones en animales y pasturas. De este modo, tales tratamientos,
pueden quedar desfasados de los momentos que oportunamente hubieran sido óptimos. Una exageración simplista
y altamente peligrosa de tal concepto lo constituyen los tratamientos mensuales o sistemáticos.
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los beneficios que significan para el sistema la planificación de una cadena nutricional con bajos niveles de infec-
tividad.
Por otro lado, y en situaciones comprometidas en cuanto a los niveles de contaminación y/o infectividad de
una pastura, se dispone de varias alternativas para lograr atenuarlas o bajarlas a niveles compatibles con el sistema
de producción, entre las que se encuentran:
♦ Descanso de las pasturas: permite reducir significativamente la cantidad de larvas aunque esa reducción difí-
cilmente llegue a cero; usualmente, es necesario un prolongado período de tiempo para que sea efectivo. En
nuestro país se propone aprovechar las condiciones climáticas de veranos tórridos que, sumado a laboreos que
logren reducir la cobertura del forraje (cortes destinados a reservas), producen una gran mortandad de larvas
libres en la pastura.
♦ Pastoreo alternado con distintas especies: esta basado en que la transmisión cruzada de los parásitos entre
distintas especies es muy restringida lo que permite la eliminación paulatina de la mayoría de los géneros pa-
rasitarios específicos de cada una de ellas. Lo habitual es alternar bovinos con ovinos.
♦ Pastoreo alternado con animales de la misma especie: Se utilizan los animales adultos para que, como produc-
to de su inmunidad, disminuyan la contaminación e infectividad de las praderas.
Los programas integrados de control encuentran en las explotaciones agrícola-ganaderas, el mayor número de
alternativas para brindar, a los animales, forrajes con baja carga de larvas infectantes producto de la disponibilidad
de rastrojos, verdeos y pasturas a largo del año.
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Sin embargo, los efectos de los nematodes sobre la producción de leche son variables y dependen principal-
mente, de la proporción en que las pasturas permanentes y sus niveles de infectividad, intervienen en la dieta de
las vacas.
Con esa observación, se puede esperar una respuesta positiva al tratamiento antiparasitario aplicado previa-
mente al parto en vaquillonas y vacas de tambos, donde las pasturas -contaminadas/infectadas- intervienen en gran
proporción en la dieta de los animales. Durante la lactancia, puede también observarse una respuesta positiva al
tratamiento antiparasitario -teniendo cuidado con el retiro del producto en la leche-, aunque los resultados no son
en general consistentes de acuerdo con la información bibliográfica a nivel internacional.
Las etapas de cría, recría y engorde de las terneras de reposición del tambo, deben ser consideradas de alto
riesgo. Se torna necesario planificar los programas de control de acuerdo con el riesgo de cada establecimiento en
particular y teniendo en cuenta los conceptos epidemiológicos, bioecológicos y terapéuticos descriptos para el
ganado de carne.
Además, se debe considerar que para que la vaca lechera alcance su máxima expresión productiva, debe tener
un crecimiento y desarrollo óptimos durante las etapas en que precisamente son más susceptibles a las parasitosis
internas
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Todas estas referencias son orientativas y se debe tener en cuenta que el asesoramiento profesional junto al
diagnóstico de la enfermedad parasitaria a través del análisis de materia fecal incluyendo el coprocultivo, consti-
tuyen el procedimiento más racional para controlar efectivamente las infecciones parasitarias y prolongar la vida
útil de los antiparasitarios.
Durante los períodos cálidos, Haemonchus contortus puede ciclar muy rápidamente en animales y pasturas
generando cuadros clínicos agudos/subagudos de anemia que pueden conducir a la muerte de ovinos sin distinción
de categorías y con la característica que los animales presentan buen estado corporal y rara vez diarrea
Además de la necropsia, que confirma la parasitosis si se encuentra una abundante cantidad de lombrices al
abrir el cuajo, la inspección de la mucosa conjuntival permite determinar e identificar de manera individual la
gravedad del cuadro en los animales que componen la majada o categoría afectada. La valoración del nivel y se-
riedad de la infección por H. contortus a través de un rasgo clínico como lo es la revelación de la anemia en la
mucosa conjuntival del animal parasitado, se denomina FAMACHA, por las siglas de quién lo desarrolló en Sud
Africa, Francois (Faffa) Malan Chart (tabla de referencia en inglés). La apropiada interpretación clínica de los
niveles de anemia permite determinar el tratamiento al animal que realmente lo necesite, minimizando la utiliza-
ción de antihelmínticos y retardando el desarrollo del fenómeno de resistencia.
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Si bien se citan una serie de causas que inducen al desarrollo de resistencia antihelmíntica, las principales se
centran en la alta frecuencia de tratamientos, uso indiscriminado de antiparasitarios y la falta de rotación de prin-
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cipios activos. Podría agregarse el riesgo que representan en las condiciones antedichas las formulaciones de efec-
to prolongado
Cualquiera sea el método utilizado para la detección de resistencia antihelmíntica, la correcta anamnesis se
impone como un elemento imprescindible para establecer la posibilidad cierta de resistencia. Es primordial la
información acerca de la categoría animal, manejo del pastoreo, plan sanitario, pero por sobre todo resulta funda-
mental el historial de desparasitaciones de los últimos 2-3 años, donde se detalle minuciosamente la frecuencia de
uso, los principios activos, el nombre comercial y las dosis utilizadas.
Diferentes métodos han sido desarrollados para la detección de resistencia antihelmíntica, que abarcan test in
vivo e in vitro, pero sin dudas el más simple, económico y práctico de todos ellos (en términos de la actividad
profesional a campo) es el test de reducción del conteo de huevos (T.R.C.H.) en materia fecal con un doble mues-
treo, uno al momento del tratamiento y otro a los 15 días del mismo. El coprocultivo permitirá además, conocer
los géneros sospechados de resistencia.
Establecida una disminución de la sensibilidad de las poblaciones parasitarias a través del T.R.C.H., el test de
eficacia controlada (T.E.C.) permitirá establecer cual es el grado de resistencia antihelmíntica.
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Un efecto similar sería el que potencialmente se ejerce con las drogas o formulaciones de efecto prolongado,
y a través de tratamientos antihelmínticos sucesivos (estratégicos) cuyo principal objetivo es interrumpir el perío-
do prepatente para evitar la contaminación de las pasturas desde el destete y hasta mediados de invierno. Sin em-
bargo, falta también determinar si la rotación de principios activos durante ese período puede evitar la selección
de resistencia antihelmíntica en bovinos.
La recomendación del uso de drogas de espectro reducido en bovinos no es tan sencilla de instrumentar como
en ovinos, donde el closantel es una buena alternativa de control para Haemonchus contortus en los establecimien-
tos donde no se ha detectado resistencia a ese principio activo. La característica multigenérica de las cargas parasi-
tarias de los bovinos determina el uso de antihelmínticos de amplio espectro. De cualquier forma un diagnóstico
parasitológico previo permitirá evaluar alternativas a la hora de recomendar un antiparasitario.
Para evitar problemas de falta de eficacia, que bien podrían ejercer selección hacia resistencia, se recomienda
ser especialmente rigurosos en la elección de productos de calidad asegurada y en la apropiada implementación
del tratamiento en lo referido a la correcta dosificación, vía de aplicación y manipulación del producto.
En cuanto a la rotación de antihelmínticos, debe insistirse en el concepto que no se refiere al cambio de pro-
ducto comercial sino a la rotación de principio activo. A diferencia de la rotación rápida de principios activos,
fuertemente criticada como seleccionadora de resistencia antihelmíntica para todas las drogas en un esquema de
alta frecuencia de tratamientos, la rotación lenta con cambios anuales de antiparasitarios con diferente modo de
acción es recomendable porque el cambio de principio activo permite la eliminación de los especímenes seleccio-
nados como resistentes por la droga anterior.
Por último, se puede citar una larga lista de alternativas que apuntan a disminuir el número de desparasitacio-
nes, basadas en alternativas de manejo del pastoreo de las diferentes categorías animales y en el conocimiento de
la epidemiología parasitaria.
Un hecho ventajoso sobre los ovinos, es que los bovinos desarrollan una sólida inmunidad alrededor del año
de edad, ejerciendo un sólido control sobre las cargas parasitarias, acotando la etapa de mayor riesgo a un relati-
vamente corto período ubicado entre el destete (fin de otoño) y la siguiente primavera vegetal. Es en este período
de unos 6-8 meses en el que se utilizan masivamente los antihelmínticos. Si se establece un programa de control
integrado a través de la combinación de tratamientos antihelmínticos y pasturas con bajos niveles de infectividad
(verdeos, rastrojos, praderas nuevas y/o controladas, etc) sin dudas se disminuirá la frecuencia de desparasitacio-
nes y con ello el riesgo de resistencia antihelmíntica.
Estas recomendaciones, tomadas en gran parte de las experiencias en ovinos, podrán variar a futuro en la me-
dida que se disponga de información detallada acerca de los mecanismos que generan la resistencia antihelmíntica
en bovinos.
La adaptación de la información al manejo de cada establecimiento es sin dudas un trabajo profesional. Por
ello, la aplicación de cada concepto debe realizarse en el marco de un programa de control integral, en el que el
uso de antiparasitarios esté subordinado al manejo parasitológico profesional, y no a la inversa.
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campo- es el test de reducción del conteo de huevos (T.R.C.H.) en materia fecal luego de aplicado el tratamiento
antiparasitario a los animales.
Si se confirma la presencia de resistencia en la población parasitaria bajo estudio y si económicamente se jus-
tifica, se puede realizar un test de eficacia controlada (T.E.C.) que permitirá establecer con mayor precisión los
alcances del problema y las especies parasitarias involucradas en el problema.
Animales
Se recomienda la utilización de animales jóvenes, menores de un año de edad, dado que la respuesta inmune
del huésped puede disminuir o anular la oviposición en gran parte de los géneros parasitarios luego del año de
edad con un adecuado nivel nutricional. Deberán estar identificados y disponer de una estimación del peso lo más
exacta posible.
Los animales seleccionados para la realización del T.R.C.H. deberán tener conteos mínimos de 100 H.p.g. (en
ovinos 200). Los grupos de animales se formarán sobre la base de los conteos de H.p.g de forma tal que se asegure
una distribución homogénea para cada uno de ellos. A tal fin se recomienda ordenar los conteos de menor a mayor
y luego distribuirlos uno por cada grupo –tratamiento a evaluar- en forma de “guarda griega”.
Dada la variabilidad y la baja repetibilidad de los conteos de huevos en lo bovinos, se recomienda un mínimo
de 10 animales/grupo, aunque entre 15 y 20 es la cantidad óptima.
Las muestras de materia fecal (40-60 gr por cada animal) son individuales y se extraerán directamente del
recto en bolsas de polietileno correctamente identificadas.
Tratamientos antiparasitarios
Se conformarán los grupos de animales de acuerdo con la variedad de principios activos que se evaluará en el
T.R.C.H. agregando un control no tratado. Cada uno de los animales será identificado con caravana de color y
numeración distintiva para cada tratamiento, sirviendo la identificación original del campo (primer muestreo para
seleccionar en base al H.p.g.) como doble identificación en caso de pérdida de aquella.
Se sugiere la conformación de tres grupos de animales para involucrar los tres principios activos más impor-
tantes (benzimidazoles, levamisoles y avermectinas) más el control no tratado.
Los animales deberán ser tratados de acuerdo a las indicaciones del marbete del producto a evaluar ajustando
la dosis al peso vivo individual. Se recomienda la utilización de los productos comerciales originalmente registra-
dos y aprobados (“drogas madres”) sobre los cuales se cuente con eficacia declarada para cada género parasitario
en las pruebas de registro inicial.
Técnica para determinar el número de huevos por gramo de materia fecal (H.p.g.)
Se recomienda la utilización de la técnica de Mc Master modificada con un factor 10 de ajuste del conteo, pa-
ra disponer de una sensibilidad importante que contribuye a mejorar la confiabilidad de los resultados. Para esto,
se utilizan 3 g de materia fecal en 57 cm3 de solución sobresaturada de cloruro de sodio (dilución: 1/20) y se car-
ga la cámara de conteo que tiene 4 retículos de 0.5 cm3 de capacidad cada uno, lo que da un volumen total de 2
cm3.
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En aquellos casos donde no se puede dejar un grupo control sin tratamiento hasta el segundo muestreo, la
R.C.H. para cada antiparasitario se calcula utilizando el promedio de H.p.g. del día 0 y el del día +14/15 post tra-
tamiento. La fórmula que se utiliza es la siguiente:
Cuando los animales después de los tratamientos son cambiados a potreros muy diferentes o se les modifica
la alimentación durante el período de espera hasta el segundo muestreo, la materia fecal puede sufrir modificacio-
nes con respecto al muestreo inicial y alterar la interpretación de los conteos de H.p.g. En esta particular situación,
se sugiere utilizar la siguiente fórmula (Presidente, 1985; Dash, et.al., 1988)
Donde:
T 1: media aritmética H.p.g. grupo tratado día 0
T 2: media aritmética H.p.g. grupo tratado día +14/15 p.t.
C 1: media aritmética H.p.g. grupo control día 0
C 2: media aritmética H.p.g. grupo control día +14/15 p.t.
Cualquiera sea la fórmulas que se utilice, se aplican para cada uno de los principios químicos evaluados de
manera de obtener la eficacia clínica en términos de reducción del conteo de huevos (%) para cada uno de ellos
Cuando la R.C.H. se ubica por debajo del 90% (95% en ovinos) existe una fuerte sospecha de resistencia a
ese antihelmíntico.
Los resultados de este test son solo una estimación de la eficacia antihelmíntica debido a que la postura de
huevos no siempre guarda una estrecha correlación con la carga parasitaria y solo mide la eficacia sobre hembras
maduras.
No obstante, en la práctica profesional, constituye una herramienta de gran valor diagnóstico cuando se com-
plementa con los cultivos de huevos para determinar los géneros parasitarios que están involucrados en el fenó-
meno de resistencia.
Con el objetivo de obtener información acerca de los géneros involucrados en la resistencia antihelmíntica, se
recomienda la realización de coprocultivos en pool de muestras por grupo (4-5 g por muestra) el día 0 y 14-15
posttratamiento, y la identificación posterior de larvas infectivas (L3) para determinar la participación relativa de
cada género parasitario.
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adultos en el tubo digestivo, y que pueden estar “enmascarando” a otros géneros con menor potencial biótico co-
mo Trichostrongylus y Ostertagia.
Aun teniendo en consideración todos los conceptos desarrollados anteriormente, las muestras de materia fecal
que son enviadas al laboratorio para la determinación del H.p.g., deberían ser también cultivadas para conocer el
espectro de géneros parasitarios involucrados en el sistema de producción
Como aproximación a un diagnóstico parasitológico de mayor calidad y precisión, podría considerarse que:
a) Si el promedio de los conteos de huevos del grupo en seguimiento es nulo o menor a 50 H.p.g., se podría pres-
cindir del coprocultivo.
b) Cuando el promedio de los conteos de huevos del grupo en seguimiento es menor a 50 H.p.g. pero con algunos
conteos individuales de 300-400 H.p.g., entonces es fundamental el coprocultivo para determinar el espectro
parasitario y relacionarlo con su patogenicidad y los riesgos en términos productivos.
c) Promedios de conteos de huevos mayores a 100 H.p.g. deben ser complementados con coprocultivos.
d) Cualquier conteo individual de huevos que se diferencie significativamente del resto de los animales de su gru-
po debe ser cultivado
Debe recordarse, que los seguimientos de H.p.g. tienen limitaciones para detectar las pérdidas subclínicas
precozmente. La utilización de técnicas complementarias como la ganancia de peso de los animales y la infectivi-
dad de la pastura pueden complementar y mejorar la eficacia del programa de control.
Conteos de H.P.G. en materia fecal. Diferencias en las ganancias de peso vivo (100 gr/día). Inefectividad de
las pasturas (L3/Kg. pasto seco)
El Grupo 2 se toma como referencia para desparasitar el resto de los animales de la misma categoría del esta-
blecimiento.
Este sistema de control en base al seguimiento del peso vivo y los indicadores parasitológicos, debe necesa-
riamente comenzar con un T.R.C.H. para evaluar la eficacia de los distintos principios activos e involucrar una
rotación de los mismos, con una evaluación anual de la eficacia a través del T.R.C.H. La cuarentena y monitoreo
de la eficacia de los antiparasitarios que se administran a las tropas que llegan al establecimiento y se incorporan a
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