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Vivimos una crisis civilizatoria pues las fuerzas productivas capitalistas se han
vuelto fuerzas destructivas. Son cada vez más graves y recurrentes las crisis
encadenadas que azotan a la mayoría de la humanidad: crisis de escasez de
todo (energía, metales, tierra, agua, etc.) que alimentan crisis interimperialistas
por el reparto del mundo y guerras que se escalan; crisis financieras que se
vuelven crisis económicas, que a su vez nutren crisis migratorias, que generan
crisis de gobernabilidad; crisis alimentarias que se transforman crisis sanitarias,
ecológicas, de escasez… Pero lo más peligroso es el colapso ecológico en
curso, que significa un inusitado incremento de la contaminación
medioambiental, un acelerado y global ecocidio, así como el inquietante
Cambio Climático.
Y en esa transformación radical deben jugar un papel central las y los jóvenes y
los y las estudiantes.
Ante estos hechos, la ONU declaró que el clima del planeta está fuera de
control y algunos expertos climáticos afirmaron que entramos en un terreno
aterrador e inexplorado: el de cada vez más intensas y recurrentes catástrofes
ecosociales.
Vivimos una crisis civilizatoria pues las fuerzas productivas capitalistas se han
vuelto fuerzas destructivas. Son cada vez más graves y recurrentes las crisis
encadenadas que azotan a la mayoría de la humanidad: crisis de escasez de
todo (energía, metales, tierra, agua, etc.) que alimentan crisis interimperialistas
por el reparto del mundo y guerras que se escalan; crisis financieras que se
vuelven crisis económicas, que a su vez nutren crisis migratorias, que generan
crisis de gobernabilidad; crisis alimentarias que se transforman crisis sanitarias,
ecológicas, de escasez… Pero lo más peligroso es el colapso ecosocial en
curso, que significa un inusitado incremento de la contaminación
medioambiental, un acelerado y global ecocidio, así como el avance del
peligroso Cambio Climático.