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1 5°c

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¡1.5° C!

Andrés Lund Medina

La noticia pasó desapercibida en los medios de comunicación, pero se informó


de ella. El viernes 16 de junio de este año, en el periódico La Jornada, en su
página 4, apareció una breve nota arrinconada que decía: “Aumentó 1.5 grados
la temperatura media global”, firmada por Angélica Enciso L. En ella se decía lo
siguiente:

“La temperatura media global ya superó el umbral de incremento de 1.5 grados


durante los primeros días de junio, límite establecido en las negociaciones
globales sobre cambio climático, reportaron el Centro Europeo de Meteorología
a Mediano Plazo y el Programa de Observación de la Tierra de la Unión
Europea. Esto lleva al riesgo de alterar las capas de hielo de Groenlandia y la
Antártida, lo que ocasionaría el aumento del nivel del mar en más de un metro.”
Luego, la nota informativa pasaba a lo nacional avisando de doce entidades de
México cuyas temperaturas serían superiores a los 45°C (Sonora, Sinaloa,
Michoacán, Guerrero, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, San Luis Potosí,
Veracruz, Tabasco, Campeche y Yucatán) y de otras que estarían entre 40 a
45 grados (Baja California Sur, Nayarit, Jalisco, Colima, Oaxaca, Chiapas,
Chihuahua, Durango, Morelos, Puebla e Hidalgo). Ello ya ocurrió.

Se informaba después que Francisco Estrada, coordinador del Programa de


Investigación en Cambio Climático de la UNAM, argumentó que México “es uno
de los países más vulnerables al cambio climático” porque, dada su ubicación
geográfica, en nuestro territorio “la temperatura aumenta más rápido que el
promedio a nivel global, pues ha crecido en 1.69 grados centígrados (a partir
del periodo base de entre 1900 y 1930) y con esto supera la meta prevista de
1.5 grados en el planeta para evitar mayores daños por el calentamiento
global.”

Buscándole un poco más sobre el tema, descubrimos que la Organización


Meteorológica Mundial sostiene que la subida de la temperatura media mundial
llegará a 1,5 °C probablemente entre 2023 y 2027. El secretario general de la
OMM, Petteri Taalas afirmó:

"Estos datos no significan que vayamos a superar de forma permanente el nivel


de 1,5 °C previsto en el Acuerdo de París, que se refiere al calentamiento a
largo plazo durante muchos años. Aun así, la Organización Meteorológica
Mundial da la voz de alarma sobre el hecho de que superaremos el nivel de 1,5
°C de forma transitoria y cada vez con más frecuencia."
Y si exploramos más sobre las noticias al respecto, descubriremos que el
martes 4 de julio de este año fue el día más cálido de la historia de la
humanidad (16.92°C, promedio planetario); ello se expresó en este mes de julio
pues, en algunos países europeos, la temperatura aumentó un 4°C por encima
del promedio (en los Países Bajos) y hasta un 5°C en algunas partes de
Inglaterra. Todavía más: otras notas anuncian que con el fenómeno
meteorológico de la corriente cálida de El Niño, que nos acompañará estos
próximos dos años, las temperaturas serán todavía más elevadas. Habrá días
más calientes en el futuro.

Estamos rebasando ya el límite que el Panel Intergubernamental sobre Cambio


Climático dijo, hace más de treinta años, que no debíamos de pasar para
intentar estabilizar la temperatura global del planeta. En las noticias se advierte
que este Cambio Climático afectará la salud, la subsistencia, la seguridad
humana y alimentaria, así como el suministro de agua y el crecimiento
económico. En realidad, amenaza con el fin de la civilización humana y pone
en riesgo de extinción a la propia especie humana y a toda la vida del planeta.

Todo mundo sabe (o debiera saber) que esta tendencia de incremento de la


temperatura planetaria se debe al crecimiento de la industria capitalista,
conectada con la extracción y uso de combustibles fósiles (carbón, petróleo,
gas), que además de dañar la salud humana y de los ecosistemas generan
gases de efecto invernadero (GEI) que provocan el calentamiento climático.
También juegan un papel muy importante en las emisiones de GEI los
agronegocios de la industria alimentaria y los medios de transporte que usan
combustibles fósiles.

Si vamos a la Raíz, la causa de ello es la lógica productivista y consumista


capitalista que busca crecer ilimitadamente en una biosfera limitada,
explotando el trabajo humano y los recursos naturales para que las ganancias
se incrementen. Esta irracionalidad capitalista se ha sobrepuesto a todo intento
de estabilizar el clima. Por eso llevamos años de Cumbres Climáticas que
fracasan mientras crecen las emisiones de GEI, la temperatura global aumenta
y se agravan los desbarajustes climáticos. Como en otros años, el aumento de
la temperatura planetaria viene acompañado de lluvias torrenciales e
inundaciones (ahora mismo en varias ciudades en China), incendios
incontrolables (en estos días, afectando 8 millones de hectáreas en Canadá),
huracanes cada vez más poderosos, el deshielo del permafrost, el
descongelamiento de los glaciares, etc.

Vivimos una crisis civilizatoria pues las fuerzas productivas capitalistas se han
vuelto fuerzas destructivas. Son cada vez más graves y recurrentes las crisis
encadenadas que azotan a la mayoría de la humanidad: crisis de escasez de
todo (energía, metales, tierra, agua, etc.) que alimentan crisis interimperialistas
por el reparto del mundo y guerras que se escalan; crisis financieras que se
vuelven crisis económicas, que a su vez nutren crisis migratorias, que generan
crisis de gobernabilidad; crisis alimentarias que se transforman crisis sanitarias,
ecológicas, de escasez… Pero lo más peligroso es el colapso ecológico en
curso, que significa un inusitado incremento de la contaminación
medioambiental, un acelerado y global ecocidio, así como el inquietante
Cambio Climático.

Es importante cambiar la vida, nuestros hábitos de consumo y depredación


ecológica, pero ello resulta insuficiente para detener la catástrofe en curso.
También resulta muy positivo crear zonas autónomas ecológicas, aunque ello
no va a detener la lógica destructiva del capitalismo. Por eso, las ecofeministas
y los ecosocialistas decimos que es urgente y necesario comprometerse con
una transformación sistémica del patriarcado capitalista, cortar con él de Raíz e
iniciar una transformación ecosocialista y ecofeminista.

Y en esa transformación radical deben jugar un papel central las y los jóvenes y
los y las estudiantes.

¡CAMBIEMOS EL SISTEMA, NO EL CLIMA!


¡1.5° C!

Andrés Lund Medina

La noticia pasó desapercibida en los medios de comunicación, pero se informó


de ella. El viernes 16 de junio de este año, en el periódico La Jornada, en su
página 4, apareció una breve nota arrinconada que decía: “Aumentó 1.5 grados
la temperatura media global”, firmada por Angélica Enciso L. En ella se decía lo
siguiente:

“La temperatura media global ya superó el umbral de incremento de 1.5 grados


durante los primeros días de junio, límite establecido en las negociaciones
globales sobre cambio climático, reportaron el Centro Europeo de Meteorología
a Mediano Plazo y el Programa de Observación de la Tierra de la Unión
Europea. Esto lleva al riesgo de alterar las capas de hielo de Groenlandia y la
Antártida, lo que ocasionaría el aumento del nivel del mar en más de un metro.”
Luego, la nota informativa pasaba a lo nacional avisando de doce entidades de
México cuyas temperaturas serían superiores a los 45°C (Sonora, Sinaloa,
Michoacán, Guerrero, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, San Luis Potosí,
Veracruz, Tabasco, Campeche y Yucatán) y de otras que estarían entre 40 a
45 grados (Baja California Sur, Nayarit, Jalisco, Colima, Oaxaca, Chiapas,
Chihuahua, Durango, Morelos, Puebla e Hidalgo). Ello, en efecto, ocurrió.

Se informaba después que Francisco Estrada, coordinador del Programa de


Investigación en Cambio Climático de la UNAM, argumentó que México “es uno
de los países más vulnerables al cambio climático” porque, dada su ubicación
geográfica, en nuestro territorio “la temperatura aumenta más rápido que el
promedio a nivel global, pues ha crecido en 1.69 grados centígrados (a partir
del periodo base de entre 1900 y 1930) y con esto supera la meta prevista de
1.5 grados en el planeta para evitar mayores daños por el calentamiento
global.”

Buscándole un poco más sobre el tema, descubrimos que la Organización


Meteorológica Mundial sostiene que la subida de la temperatura media mundial
llegará a 1,5 °C probablemente entre 2023 y 2027. El secretario general de la
OMM, Petteri Taalas afirmó:

"Estos datos no significan que vayamos a superar de forma permanente el nivel


de 1,5 °C previsto en el Acuerdo de París, que se refiere al calentamiento a
largo plazo durante muchos años. Aun así, la Organización Meteorológica
Mundial da la voz de alarma sobre el hecho de que superaremos el nivel de 1,5
°C de forma transitoria y cada vez con más frecuencia."
Este año entramos al 1.5°C de aumento de la temperatura planetaria y en los
próximos cuatro años tal será la temperatura media mundial, al tiempo que se
mantiene la tendencia a que ésta siga creciendo.

Si exploramos más sobre las noticias al respecto, descubriremos que el martes


3 de julio de este año fue el día más cálido (16.92°C, promedio planetario) y
esa fue la semana más calurosa de la historia de la humanidad.

Este mes de junio, en algunos países europeos, la temperatura aumentó un


4°C por encima del promedio (en los Países Bajos) y hasta un 5°C en algunas
partes de Inglaterra. Todavía más: otras notas anuncian que, con el fenómeno
meteorológico de la corriente cálida de El Niño, que nos acompañará estos
próximos dos años, las temperaturas serán todavía más elevadas. Habrá días
todavía más calientes en el futuro.

Estamos rebasando ya el límite que el Panel Intergubernamental sobre Cambio


Climático dijo, hace más de treinta años, que no debíamos de pasar para
intentar estabilizar la temperatura global del planeta. En las noticias se advierte
que este Cambio Climático afectará la salud, la subsistencia, la seguridad
humana y alimentaria, así como el suministro de agua y el crecimiento
económico. En realidad, amenaza con el fin de la civilización humana y pone
en riesgo de extinción a la propia especie humana y a toda la vida del planeta.

Ante estos hechos, la ONU declaró que el clima del planeta está fuera de
control y algunos expertos climáticos afirmaron que entramos en un terreno
aterrador e inexplorado: el de cada vez más intensas y recurrentes catástrofes
ecosociales.

Todo mundo sabe (o debiera saber) que esta tendencia de incremento de la


temperatura planetaria se debe al crecimiento de la industria capitalista,
conectada con la extracción y uso de combustibles fósiles (carbón, petróleo,
gas), que además de dañar la salud humana y de los ecosistemas generan
gases de efecto invernadero (GEI) que provocan el calentamiento climático.
También juegan un papel muy importante en las emisiones de GEI los
agronegocios de la industria alimentaria y los medios de transporte que usan
combustibles fósiles.

Pero la raíz del problema es la lógica productivista y consumista capitalista


que busca crecer ilimitadamente en una biosfera limitada, explotando el trabajo
humano y los recursos naturales para que las ganancias se incrementen.

Esta irracionalidad capitalista se ha sobrepuesto a todo intento de estabilizar el


clima o detener el colapso ecológico. Por eso llevamos años de Cumbres
Climáticas que fracasan mientras crecen las emisiones de GEI, aumenta la
temperatura global y se agravan los desbarajustes climáticos. Como en otros
años, el aumento de la temperatura planetaria viene acompañado de lluvias
torrenciales e inundaciones (ahora mismo, superando récords pasados, en
varias ciudades en China, en la India, en Japón y en Nueva York), incendios
incontrolables (en estos días, afectando 8 millones de hectáreas en Canadá),
calentamiento de océanos así como el acelerado descongelamiento del Ártico y
de la Antártico (este año, en un 17%), que juegan un papel importante en el
enfriamiento de la Tierra, el deshielo del permafrost (en el que subyacen
toneladas de gas metano que retroalimentarían aún más el cambio climático),
etc. A corto plazo, se pronostican nuevas oleadas de calor que pueden elevar
la temperatura hasta 50°C en algunas zonas del norte de México y del suroeste
de Estados Unidos (anunciando temperaturas potencialmente mortales en
Arizona, por ejemplo).

Vivimos una crisis civilizatoria pues las fuerzas productivas capitalistas se han
vuelto fuerzas destructivas. Son cada vez más graves y recurrentes las crisis
encadenadas que azotan a la mayoría de la humanidad: crisis de escasez de
todo (energía, metales, tierra, agua, etc.) que alimentan crisis interimperialistas
por el reparto del mundo y guerras que se escalan; crisis financieras que se
vuelven crisis económicas, que a su vez nutren crisis migratorias, que generan
crisis de gobernabilidad; crisis alimentarias que se transforman crisis sanitarias,
ecológicas, de escasez… Pero lo más peligroso es el colapso ecosocial en
curso, que significa un inusitado incremento de la contaminación
medioambiental, un acelerado y global ecocidio, así como el avance del
peligroso Cambio Climático.

Se nos dice que es importante cambiar la vida, nuestros hábitos de consumo y


depredación ecológica, pero ello resulta insuficiente para detener la catástrofe
en curso. También resulta muy positivo crear zonas autónomas ecológicas,
aunque ello no va a detener la lógica destructiva del capitalismo. Por eso, los
ecosocialistas decimos que es urgente y necesario comprometerse con una
transformación sistémica del patriarcado capitalista, cortar con él de raíz e
iniciar una transformación ecosocialista y ecofeminista.

Es necesario apoyar a los movimientos de los pueblos originarios y campesinos


que hoy luchan contra las políticas de despojo capitalista en el campo, por la
Vida, el Territorio y la madre Tierra.

También es urgente promover una conciencia ecosocial entre los trabajadores


de la ciudad para que luchen por demandas sanitarias en un sentido más
amplio: que impidan que seamos envenenados por el aire contaminados que
respiramos (por el cual se mueren 8 millones de muertes al año en el mundo,
sin considerar todos los que padecen afectaciones respiratorias recurrentes),
que evite que seamos enfermados por las mercancías tóxicas de la industria
alimentaria (causantes de las principales enfermedades por las que mueren
tempranamente los seres humanos) o amenazados por las próximas crisis
hídricas en los centros urbanos y todas las demás crisis de escasez que se
avecinan (entre ellas, la del desempleo, por la introducción de la Inteligencia
Artificial en industrias y servicios).

Si los campesinos hoy luchan por el Territorio, la Vida y la Madre Naturaleza,


los trabajadores de la ciudad deben luchar hoy y mañana por un Trabajo digno
(sin explotadores), la Vida y la Salud humana y planetaria, demandas que si
fueran asumidas masivamente nos conducirían a la transformación
revolucionaria del sistema capitalista. Y en esa transformación radical deben
jugar un papel central las y los jóvenes, los y las estudiantes, que empiezan a
cobrar conciencia de que el capitalismo les está arrebatando su futuro,
impulsando desde ya organizaciones ecosocialista y ecofeministas.
Ya estamos en el fatídico 1.5°C de aumento de la temperatura media
planetaria. Ese es el aviso de incendio que nos debe llevar a redoblar los
esfuerzos por unir a todos los afectados por el capitalismo para luchar contra el
sistema.

¡CAMBIEMOS EL SISTEMA, NO EL CLIMA!

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