HISTORIA Y CULTURA 30 Comprimido
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HISTORIA 30
Y CULTURA 2019
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Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú
Plaza Bolívar s/n
Lima 21 – Perú
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www.cultura.gob.pe
ARTÍCULOS.
1. Paul Charney: El regreso de Juan Choque Mamani: Reconstrucción 13
de la comunidad de Laja en el siglo XVII. Omasuyos, Alto Perú
/ The Return of Juan Choque Mamani: A Reconstruction of the
Seventeenth-Century Community of Laja. Omasuyos, Alto Peru.
2. Joanne Pillsbury / Lisa Trever: El rey, el obispo y la creación de 51
una antigüedad americana / The King, the Bishop, and the Cre-
ation of an American Antiquity.
3. Horacio Maldonado: El proceso libertario del Perú y las acciones 101
militares del libertador don José de San Martín / The Independence
Process and Liberator José de San Martín’s Military Actions in Peru.
4. Jaime Urrutia: La feria de Vilque: entre mulas, lanas y timba / The 135
Fair of Vilque: Among Mules, Wool, and Gambling.
5. Stefan Ziemendorff / Mario Millones / Edwin Greenwich: Las 163
momias reales incaicas en el Hospital de San Andrés: su perma-
nencia e identificación / Royal Inca Mummies at the San Andrés
Hospital: Its Presence and Identification.
6. Jorge Ortiz Sotelo: Comunidad peruana en Francia durante la se- 209
gunda mitad del siglo XIX / The Peruvian Community in France
during the Latter Half of the Nineteenth Century.
7. Luis Tello: Auge y ocaso de las políticas desarrollistas en el Perú 235
(1960-1990) / Rise and Decline of Developmentalism Policies in
Peru (1960-1990).
RESEÑAS.
8. Daniel R. Guzmán Salinas: Global Indios: The Indigenous Strug- 269
gle for Justice in Sixteenth-Century Spain, por Nancy E. Van De-
usen.
9. Susan E. Ramírez: Agua, Riego y Árboles: Ancestros y Poder en 273
el Cuzco de los Incas, por Jeanette E. Sherbondy.
10. Luis Arana Bustamante: Escritos de historia andina. Tomo I, por 274
Pierre Duviols.
11. Víctor Eduardo Andrés Medina: La Guerra Senderista: hablan 279
los enemigos, por Antonio Zapata Velasco.
AUTORES 285
PRESENTACIÓN
Joanne Pillsbury y Lisa Trever presentan una faceta poco discutida, pero
muy dentro del carácter del célebre obispo de Trujillo, Baltasar Jaime Martínez
Compañón. Este prelado, ampliamente conocido por la monumental obra etnográ-
fica sobre su diócesis, revela un temprano interés por la arqueología, influenciado
por los descubrimientos contemporáneos de Pompeya y Herculano, así como por
la excavación de Chan Chan, lo cual se evidencia a lo largo del noveno volumen de
7
Trujillo del Perú. El detalle técnico de los dibujos de entierros y ajuares, así como
mapas de distintos sitios monumentales Chimú, Moche y otros—argumentan las
autoras—no son solamente muestra de la vocación humanista del obispo, sino que
también representan un hito para el estudio de la historia de la arqueología ame-
ricana.
Jaime Urrutia nos presenta un estudio sobre la feria de Vilque, la más im-
portante del sur peruano durante las primeras décadas del siglo XIX. Esta feria, que
convertía al pequeño poblado de Vilque en un punto neurálgico del comercio de
lana durante la temporada de Pentecostés, atraía también un importante comercio de
mulas, pero sobre todo, evidenciaba un importante sector económico movido exclu-
sivamente por producción indígena.
9
ARTÍCULOS
HISTORIA Y CULTURA
2019 N° 30 pp. 13 - 49
Paul Charney
Resumen
A fines del siglo XVII, la comunidad de Laja en Omasuyos, una provincia de Alto Perú (hoy
Bolivia), se convirtió en el escenario de un litigio relacionado con el cacique, don Martín
Fernández Chui, quien fue acusado de malversación fiscal por don Juan Choque Mamani.
La evidencia material y el testimonio revelaron no solo los ingresos y la viabilidad financiera
de la comunidad, sino también los esfuerzos de don Martín para repatriar (o reducir, según
los documentos) a los indios que habían dejado Laja para evadir las obligaciones tributarias.
La repatriación se usó como una forma de reponer los niveles de tributos y de ayllus1 muy
agotados—pero no les sentó bien a todos. Los esfuerzos de Don Martín, en consecuencia,
encontraron resistencia y crearon enemigos, uno de los cuales fue Choque Mamani. Por
lo tanto, este litigio sirve como una ventana a los esfuerzos andinos para reconstruir las
comunidades devastadas por epidemias y emigración.
1 Un ayllu está compuesto por familias vinculadas a una deidad ancestral, que tienen derechos sobre
tierras, rebaños y pastos. Ver, por ejemplo, Irene Silverblatt, Moon Sun, and Witches: Gender Ideolo-
gies and Class in Inca and Colonial Peru (Princeton: Princeton University Press, 1987), 217-20. Para
un artículo que analiza cómo varios cronistas definieron el ayllu, ver Ana Raquel Portugal, Historia e
historiografia do ayllu Andino”, Historia y Sociedad 14 (2008): 69-93.
13
HISTORIA Y CULTURA 30
Palabras clave
Abstract
Keywords
Mapa 1. En Nathan Wachtel, “Men of the Water: The Uru Problem (Sixteenth and Seven-
teenth Centuries)”, en Anthropological History of Andean Polities, John V. Murra, Nathan
Wachtel y Jacques Revel, eds. (Cambridge, Cambridge University Press 1986), 287.
2 “Testimonio del juicio criminal seguido por querella de Juan Choque Mamani, cacique de Laja a nom-
bre de los comunarios contra Martín Fernandez cacique y gobernador del mismo pueblo, accusandolo
de exacciones cometidos con ellos”, Archivo Nacional de Bolivia, Sucre (en adelante ANB), Expedi-
entes (en adelante E) 1685.22. “Expediente de la causa seguida por Juan Choque Mamani, principal
del pueblo de Laja contra Martín Fernandez Chui, cacique y gobernador del dicho pueblo acusandole
de usurpación de tierras, usurpación de tributos de indios ausentos, retencion de su servicio personal
agravios y molestias los indígenas de su comun”, ANB, Expendientes Coloniales (en adelante EC)
1689.31. Los cuadros 1-5 se basaron en las memorias (informes) que no fueron notarizadas y se en-
cuentran firmadas por el demandante y el demandado. Obtuvieron información tal vez de varias fuen-
tes, mientras que las visitas—cuadros 6 y 7—fueron realizadas por el corregidor y certificadas por un
notario público real.
15
HISTORIA Y CULTURA 30
Sin duda, la acusación de Choque Mamani que señalaba que don Martín
malversó el tributo y los ingresos de la comunidad llamó la atención de las autoridades
coloniales, aunque don Martín finalmente presentó una defensa exitosa que reveló
gran parte de los fundamentos fiscales de la comunidad. Además, este litigio reveló
mucho sobre cómo una comunidad y su cacique enfrentaron el enorme desafío de
la pérdida de población causada por enfermedades epidémicas y la emigración. De
hecho, sus predecesores afirmaron en 1667 que su pueblo estaba virtualmente “sin
indios”,3 por lo que don Martín hizo todo lo posible para repatriar, o reducir, a los
indios originarios que habían emigrado por su cuenta, presumiblemente para evitar
rendir tributo o cumplir la mita de Potosí. A algunos, como Choque Mamani, les
molestaba ser repatriados o reducidos, lo que parecía ser la razón oculta de este litigio
que creo algunas facciones y generó malos sentimientos dentro de la comunidad.
También sostengo que la evidencia material y los testimonios trascienden el tema
del supuesto mal comportamiento del cacique, es decir, revelaron que sus esfuerzos
de repatriación no solo recuperaron a hombres sanos, sino que también reforzó los
lazos de parentesco de la comunidad y las instituciones prehispánicas, así como
afirmó su autoridad tradicional y extraterritorial. Y aquellos que proporcionaron
un testimonio favorable para don Martín—ya sean indios y españoles—, apoyaron
implícitamente los esfuerzos del cacique por reconstruir la comunidad de Laja. De
hecho, la Audiencia finalmente falló a favor de don Martín.
3
Thierry Saignes, “Indian Migration and Social Change in Seventeenth Century Charcas”, in Ethnicity,
Markets, and Migration in the Andes at the Crossroads of History and Anthropology, Brooke Larson,
Olivia Harris, and Enrique Tandeter, eds. (Durham: Duke University Press, 1995), 181. La población
de Laja en el censo de Toledo fue de 3,441 con 752 tributarios: ver Noble David Cook, ed., Tasa de la
visita general de Francisco de Toledo (Lima: Seminario de Historia Rural Andina, 1975); el estimado
(1681) de aquellos hombres que pagan tributo incluye a los residentes permanentes, reducidos y aus-
entes / mitimaes (no forasteros) basado en los cuadros 6 y 7 es 161.
4 Alcira Dueñas, Indians and Mestizos in the “Lettered City”: Reshaping Justice, Social Hierarchy, and
Political Culture in Colonial Peru (Boulder: University Press of Colorado, 2010), capítulo 5.
16
CHARNEY/El regreso de Juan Choque Mamani
5
Nicolás Sánchez-Albornoz, Indios y tributos en el Alto Peru (Lima: Instituto de Estudios Peruanos,
1978), 93-94, 113-149; Ignacio González Casanovas cita un documento (ANB EC 1688.32) en el que
la gobernadora de la parroquia de Chuquisaca busca “reducir” a los indios que residen allí; ver, Las
dudas de la corona: La política de repartimientos para la minería de Potosí (1680-1732) (Madrid,
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HISTORIA Y CULTURA 30
Martín, este envió a sus principales / hilacatas (jefes subordinados) con una carta de
justicia requisitoria que autorizó la recaudación de tributos de los ausentes y miti-
maes en Laza (aproximadamente a 70 km. de Laja) y Collana, además de Caracollo
y Sicasica (aproximadamente 60 y 140 km. respectivamente, al sureste de Laja),
algunos de los cuales pueden haber sido los mismos indios enumerados en las visitas
(ver cuadros 4, 6 y 7) y en el mapa 2.6 Por supuesto, los tributarios originarios re-
patriados trabajarían sus propias parcelas de tierra, así como también se emplearían
como trabajadores temporales en las muchas haciendas españolas que salpicaban el
campo de Omasuyos.7
La política colonial que comenzó con Toledo sancionó este registro de au-
sencias, “incluso sin llamarlos a casa para que se los cuente en persona”.8 Este tipo
de registro en papel y los pagos presumiblemente realizados tuvieron el efecto de
sostener a Laja como una comunidad viable, independientemente del número de los
que viven en otro lugar. El etnohistoriador Thierry Saignes argumentó que, hasta la
década de 1660, Laja y otras aldeas indígenas en realidad aprobaban las migraciones
cuyo propósito era explotar los recursos en diversas elevaciones como lo habían
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2000), 169. Ver también Ward Stavig, “Continuing
the Bleeding of these Pueblos Will Shortly Make them Cadavers: the Potosi Mita, Cutural Identity, and
Communal Survival in Colonial Peru”, The Americas 56, n°. 4 (2000): 542-545; Ann Wightman, Indig-
enous Migration and Social Change: The Forasteros of Cuzco, 1570-1720 (Durham y Londres: Duke
University Press, 1990), 24-25, 30, 37-42; Brian Evans, “Migration Processes in Upper Peru in the
Seventeenth Century”, en Migration in Colonial Spanish America, David J. Robinson, ed. (Cambridge,
Nueva York, Port Chester, Melbourne y Sidney, 1990), 70-74.
6
ANB, EC1689.31, ff. 174v-77v contiene la memoria de don Martín de los montos recaudados. El
envío de hilacatas o cobradores (recolectores) para cobrar de los ausentes era una práctica estándar y
su disposición a pagar no era infrecuente ya que deseaban mantener vínculos con sus comunidades de
origen. Vea See Sánchez-Albornoz, Indios y tributos, 92-94, y Evans, “Migration Processes,” 78. Don
Martín incluso notó que un funcionario español anónimo lo ayudó a repatriar a sus indios. Ver ANB,
E1685.22, ff. 48r-v. Quizás debido a la falta de personal, los principales en Laja pudieron haber actuado
como hilacatas, quienes representaban a los ayllus individuales y tenían la responsabilidad de recau-
dar tributos a la población común. Los caciques a menudo seleccionaban a los hilacatas. Para el siglo
XVIII, los principales podían ser nobles o no, posiblemente ancianos, con diversos grados de autoridad.
Ver Sinclair Thomson, We Alone Will Rule: Native Andean Politics in the Age of Insurgency (Madison:
The University of Wisconsin Press, 2002), 23-24, 29, 47-49, 57-60.
7
En el documento, “Información testimonial tomada por el corregidor de Potosí, 1690” (AGN, 13,
23.10.2), los funcionarios indios declararon que en una época anterior, las comunidades en Omasuyus
habían sido dueños de 170 haciendas y posteriormente fueron tomadas por los caciques para ellos mis-
mos o vendidas a españoles. Ver Sánchez-Albornoz, Indios y tributos, 122-123.
8 Jeremy Ravi Mumford, Vertical Empire: The General Resettlement of Indians in the Colonial Andes
(Durham y Londres: Duke University Press, 2012), 112-113.
18
CHARNEY/El regreso de Juan Choque Mamani
Aun así, la evasión de mitas y tributos continuó siendo un problema para las
autoridades coloniales. El virrey Duque de la Palata (1681-1692) solicitó una enu-
meración o censo en las 16 provincias de mita para evaluar y reformar la, y requirió
que todos los caciques ayudaran a los corregidores en la realización de este censo.
Tardó cinco años en completarse (1683-1688).11 Para explicar el paradero y el esta-
do de sus súbditos, que se convirtió en un tema importante en el litigio, don Martín
aludió a la posibilidad de que utilizara la información recopilada de la enumeración
con la ayuda del corregidor, además de confiar en su propio conocimiento y archivos.
Los cuadros 1-8 revelaron la capacidad de don Martín para recopilar información
muy amplia, como los nombres de inquilinos españoles e indios (probablemente
forasteros) y cuánto pagaron, los indios que dieron nombres falsos que Don Martín
corrigió, las ausencias y los mitimaes que continuaron pagando tributos, tributarios
o residentes permanentes (es decir, originarios), indios repatriados e incluso censos
(gravamen sobre propiedad). Por lo tanto, dicha información proporcionó un detal-
lado perfil fiscal y demográfico de Laja que Don Martín usó para defenderse contra
los cargos de malversación.
9 Saignes, “Indian Migration and Social Change”, 174-181. Los mitimaes han sido descritos como
colonos que suministran a la comunidad de origen productos que esta no podía cultivar o apacentar
debido a las diferentes elevaciones y el medio ambiente. Ver John V. Murra, Formaciones económicas
y políticas del mundo andino (Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1975), 216-18.
10
Karen Powers sugiere lo mismo en su estudio de los movimientos migratorios en Quito. Ver, Andean
Journeys: Migration, Ethnogenesis, and the State in Colonial Quito (Albuquerque: University of New
Mexico Press, 1995), 51.
11
Jeffrey A. Cole, The Potosí Mita, 1573-1700: Compulsory Indian Labor in the Andes (Stanford:
Stanford University Press, 1985), 106-107.
19
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12
ANB, EC1689.31, ff. 198v-199r. Quedarse corto de tributo no era inusual; Laura Escobarí de Quere-
jazu encontró que los déficits de tributos eran comunes en la región de La Paz. Ver, Caciques, yanaconas
y extravagantes: La Sociedad Colonial en Charcas, siglos XVI-XVIII (La Paz: Plural Editores / Institu-
to Francés de Estudios Andinos, 2001), 43-44.
13
Los pueblos nativos andinos se dividieron en dos parcialidades; hanansaya, la parcialidad superior, y
hurinsaya, la parcialidad inferior, cada una formada por varios ayllus. Los españoles llamaron cacique
principal al cacique hanansaya, que “ejerció cierto grado de ascendencia sobre hurinsaya”. Ver Mum-
ford, Vertical Empire, 29. En Aymara, las parcialidades reflejaban complementariedad: alasaa (hanan-
saya), se consideraba el superior masculino, mientras que la mancasa (hurinsaya), la hembra inferior.
Ver Saignes, En busca del poblamiento etnico de los Andes Bolivianos (Siglos XV y XVI) (La Paz:
Museo Nacional de Etnografía y Folklore, 1986): 42-43. Bernabé Cobo afirmó que los incas dividían
las ciudades bajo su gobierno en parcialidades superiores (hanan) y bajas (hurin), y aunque los nombres
denotaban superior e inferior, no había desigualdad. Los incas hicieron esto por varias razones: divid-
ieron la voluntad de los pueblos sujetos, mejores prácticas contables en términos de tributo y trabajo, o
mantener rivalidades para seleccionar a los más talentosos. Ver, History of the Inca Empire: An Account
of the Indians customs and their origin together with a treatise on Inca legends, history, and social
institutions, Roland Hamiliton, trad. y ed. (Austin: University of Texas Press, 1983), 195-196.
14
ANB, EC1689.31, ff. 206v-207r; esta cantidad fue confirmada por el procurador y varios testigos
indios (ver ANB, EC1689.31, ff. 352r-353v, 359r.
15
ANB, EC1689.31, f. 128r. El propio don Martín confirmó que el urinsaya pagó solo 200 pesos (ver
ANB, E1685.22, f. 36v). Los tributos variaban ampliamente y generalmente se ajustaban para tener en
20
CHARNEY/El regreso de Juan Choque Mamani
cuenta las fluctuaciones de la población. Una visita a principios del siglo XVIII [Archivo General de
las Indias, Audiencia de Charcas 236 (1716-19)] observó tres pagos de tributos diferentes para cada uno
de los habitantes de Laja: 43 originarios (10 pesos cada uno); 19 forasteros (7 pesos); 319 yanaconas
(5 pesos). Según Mumford, a pesar del hecho de que los funcionarios coloniales basaban el tributo en
el número de tributarios, “cada tributario no siempre pagaba una cantidad fija; en su lugar, los caciques
y los principales repartieron tributos según su propio juicio, lo recolectaron lo mejor que pudieron y
compensaron la diferencia con los fondos de la comunidad”. Ver, Vertical Empire, 181. Sánchez-Albor-
noz cita cargos aún más altos en 30 pesos en Azángaro, que parecieron provenir del abuso de poder de
un cacique; ver Indios y tributos, 92. Los estudios de los registros de khipus indican que los niveles de
tributo se determinaron mediante un proceso de negociación y se graduaron de acuerdo con la riqueza.
La mayoría no pagó lo mismo a pesar de que la fecha de tributo muestra que todos lo hicieron. Ver
Manuel Medrano and Gary Urton, “Toward the Decipherment of a Set of Mid-Colonial Khipus from
the Santa Valley, Coastal Peru,” Ethnohistory, 65, n° 1 (2018): 15-16.
16
ANB, EC1689.31, ff. 190r-v y 229v-30r. A pesar de las diferencias en los ingresos, ni Chui ni Choque
Mamani tienen en cuenta los posibles ingresos por alquiler para los otros tres ayllus del hanansaya que
podrían haber alcanzado el nivel de tributo de 2,200 pesos. Dicho esto, Chui proporciona datos sobre
fuentes de ingresos que Choque Mamani no proporciona. Mientras que el urinsaya estaba obligado a
pagar 200 pesos en tributo y el hanansaya 2,000 pesos, el ingreso del primero lo excedía y el segundo
se quedaba corto. Cualquier déficit podría haberse compensado de maneras no indicadas por ninguno de
los litigantes. Dado que solo se tomaron promedios anuales para alquileres y recaudaciones de tributos
de ausentes y mitimaes, los montos anuales variaron y en algunos años, el ingreso podría haber sido
mayor que en otros. Si las rentas y los tributos adeudados fueran pagados, entonces el tributo podría
haber sido cubierto. El tributo que los indios repatriados le debían a Pueri (ver cuadros 5 y 9) podría
haber marcado la diferencia, al menos durante un año. Algunas de las ausencias en las visitas pueden
haber sido registradas en el cuadro 4, pero no hay forma de saber sin los nombres. Los nombres de los
mitimaes en el cuadro IV coinciden con los nombres en la visita al urinsaya y sus montos de tributo
son menores en seis pesos. Quizás fue menor para los ausentes y, aunque no se hizo distinción entre los
originarios y los forasteros, lo más probable es que la visita solo contara originarios.
17
Ibíd., ff. 357r-v.
21
HISTORIA Y CULTURA 30
22
CHARNEY/El regreso de Juan Choque Mamani
urinsaya para igualar los restos, o al menos hacer que el resto inferior sea más via-
ble? Tal vez los repatriados tenían vínculos de parentesco o raíces familiares en los
otros ayllus del hanansaya, revelando que se colocaron en ayllus donde pertenecían,
no para satisfacer ningún esfuerzo de igualación. El parentesco y la afiliación de
ayllu, por lo tanto, continuaron siendo un componente importante de la organización
social andina.
24
CHARNEY/El regreso de Juan Choque Mamani
25
HISTORIA Y CULTURA 30
señala en las visitas también le deberían a la Corona. Estas cuentas revelaron que don
Martín había mejorado la supervivencia financiera y física de Laja, con 30 de los 36
repatriados en 1681 con esposas, ya sea reunidas o traídas con ellas (ver cuadro 8). Por
supuesto, tal evidencia también pretendía desacreditar a Choque Mamani.
se informa y se hace para obtener algún tipo de ventaja. Saignes cita el ejemplo de un tal Pedro Alaca
Arussi que cambió su apellido a Guallpa y su estatus a yanacona (dependiente servil); cuando su ca-
cique intentó reclamarlo, la Audiencia confirmó su estatus en 1643. Ver “Indian Migration”, 177-178.
Otro cambió su nombre y fue a la Audiencia para argumentar que ya no debería ser un yanacona. Ver,
Ann Zulawski, They Eat from their Labor: Work and Social Change in Colonial Bolivia (Pittsburgh y
Londres: University of Pittsburg Press, 1995), 195-196. En la numeracíon de Palata (1683), muchos
indios dieron identidades falsas; ver Cole, The Potosí Mita, 109.
27
ANB, EC1689.31, ff. 193v-196v.
28
Ibíd., ff. 353r-v. En todas de las transcripciones de los documentos, la ortografía se ha modernizado.
26
CHARNEY/El regreso de Juan Choque Mamani
pagado cada año e indicaba qué parte variaba, como se mencionó anteriormente.
Además, el tributo recogido de los ausentes y los mitimaes en Sicasica (ver cuadro
4), así como sus padrones de tributos que incluían a los repatriados, así como los
ausentes, convencieron a la Audiencia de la inocencia de don Martín y de que actuó
de manera responsable. Su representante argumentó que, de hecho, don Martín ha
podido retener a los indios, no ahuyentarlos, porque los trata bien y atiende sus
necesidades, pagando unos 600 pesos a lo largo de los años para ayudar a cumplir
con los requisitos de tributo; “Él no solo es su gobernador, sino padre descarnándose
de lo que es propio suyo y adquiere con su trabajo e industria no solo para este efecto
sino para los demás indios que todo el dicho pueblo”.29 El mismo don Martín se jactó
de su deposición:
27
HISTORIA Y CULTURA 30
Urinsaya. Esto implicó reclamar siete estancias de los españoles que se resistieron
a dar una compensación a Laja. Como gobernador en ese momento, y como princi-
pal y alcalde mayor de Laja cuando prestó servicio como testigo, Quino afirmó que
obtuvo del virrey una provisión para el regreso de siete estancias, pero fue en vano
hasta que don Martín llegó al cargo y pudo devolverle las tierras a Laja. Sin especifi-
car los años, Quino también declaró que don Martín repatrió o redujo a cincuenta y
ocho indios, y que esta difícil tarea lo dejó enfermo. Sin embargo, no habría podido
mantener su cargo si no hubiera tenido la suficiente riqueza que adquirió debido
a su arduo trabajo, industria y habilidad. Según Quino, Laja tenía más indios que
nunca y por esa razón obtuvo solvencia, aunque además de usar su propia riqueza
para cubrir el tributo, don Martín obtuvo préstamos de individuos de confianza en
La Paz y en otros lugares.32 El capitán don Marcos Sotelo de Pasalón, un español,
habló con entusiasmo de los esfuerzos del cacique por devolverle las tierras a Laja,
pero se encontró con mucha resistencia de los terratenientes españoles que pusieron
su vida en peligro. Además, de acuerdo con Pasalón, don Martín tuvo tanto éxito en
la entrega de tributos completos,
que los corregidores se van muy contentos y agradecidos de que sea tan gran
servidor y leal vasalo de su Magestad ... [y] el haber tratado de sus indios con
todo amor y cariño agajandoles dando mucho socorros en sus necesidades de
hambres en los malos años que ha habido de comidas para que por esta parte
no se ausentasen de su pueblo y fiándoles plata para sus tasas y habiandolos
para la mita de Potosi a su costa.33
Don Martín y sus partidarios intentaban, por lo tanto, demostrar a las autoridades
coloniales que era un cacique eficaz, dados sus esfuerzos por repatriar a los indios de
los valles de las tierras bajas, recaudar tributos de los indios ausentes y rendir cuentas
32
ANB, E1685.22, ff. 69r-69v. Por ley, cualquier transacción relacionada con bienes indígenas tenía
que estar bajo la supervisión del corregidor o protector de los naturales. La afirmación de Quino de que
obtuvo el permiso virreinal podría haber sido exagerada. Ver Recopilación de leyes de los reyes de las
indias (Madrid, 1756 [1680]), II, libro IV, ley 18. Los procedimientos de De la Torre también confirma-
ron lo que Quino había declarado en la deposición, y agregó que don Martín era rico antes de asumir el
cargo; ver ANB, EC1689.31, ff. 202r-203r, 356v. En los cuadros 1 y 2, los años en que se recolectaron
las rentas podrían provenir de algunas de las tierras restituídas a Laja debido a las acciones tomadas
por don Martín. Curiosamente, los testigos del demandante corroban el testimonio de Quino sobre que
don Martín obtuvo préstamos para ayudar a pagar el tributo, pero sostienen que el cacique no utilizó
ninguna de sus propias riquezas. Ver ANB, EC1689.31, f. 193v.
33
ANB, E1685.22, ff. 81r-v, 82r.
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CHARNEY/El regreso de Juan Choque Mamani
de los que simplemente habían huido. Y su gente estaba dedicada a él, no a Choque
Mamani, quien, según don Martín, no tenía “los susodichos calidades de [los] gober-
nadores”.34 El interés de don Martín, de su gente y del estado pareció converger;
todos querían una comunidad fiscalmente solvente y demográficamente estable.
29
HISTORIA Y CULTURA 30
lo que implicaba que el pleito era una táctica para resistir tal presión y obtener el
estatus de exento.37
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CHARNEY/El regreso de Juan Choque Mamani
una nueva capa al testimonio de Callisaya al culpar al corregidor por golpear a Bar-
tolomé Aroquipa y embargar sus bienes por delitos y deudas, y que él, Pedro Aroqui-
pa, como alcalde (que señaló su integración en la comunidad), hubiera sabido si don
Martín estaba recogiendo más de lo que se debía.43 Coincide con don Martín en que
tampoco conoce a algunos de los indios que figuran padrón de tributos de Choque
Mamani, y se hace eco de lo que han atestiguado. Lo describió como un buen cris-
tiano que apoya a la iglesia y ayuda a los pobres y señaló que “don Martín siempre
ha procedido en todo con la obligacion de su oficio y no ha oído que se haya quejado
indio alguno del si pero para los malos”.44 El procurador de la causa de don Martín
señaló que debido a que varios de los testigos de Choque Mamani se perjuraron a
sí mismos, don Martín fue inmediatamente (se usó la palabra latín inconttinentti)
e injustamente encarcelado y sus bienes fueron embargados.45 Sin duda, el propio
Choque Mamani cometió perjurio diciendo que era de un estatus más alto y, en con-
secuencia, la Audiencia declaró a Choque Mamani un mero “yndio tributario”, como
su padre antes que él y sujeto al gobierno de don Martín, y por lo tanto lo encarceló
por gastos legales, aunque más tarde admitió que estaba en quiebra.46 El ejercicio
de la repatriación, por lo tanto, podría ser riesgoso, causando conflictos dentro de la
comunidad y desafiando a la autoridad cacical.
¿Fue este litigio parte de una lucha de poder? A medida que las comunidades
enfrentaban una crisis demográfica, el poder y el estatus se volvieron cada vez más
negociables y ofrecieron oportunidades a los arribistas, como Choque Mamani.
Según el testimonio en su contra, Choque Mamani poseía una personalidad desa-
gradable y su aspiración o reclamo de un cargo más alto fue rechazado por la comu-
nidad; tampoco fue aceptable para los funcionarios coloniales. Sin embargo, el litigio
reveló que las emociones desenfrenadas—el llanto de los súbditos de don Martín por
su encarcelamiento y el “odio apasionado” de los enemigos de don Martín—podrían
haberse salido de control si no fuera por el sistema legal, o incluso por la red más
amplia de don Martín. El acceso al sistema legal español proporcionó así una salida
43
Ibíd., ff. 294v.
44
Ibíd., ff.296r-v.
45
ANB, E1685.22, ff. 66r.
46
ANB, EC1689.31, ff. 445r-446r. Y puede haber habido casos similares. Jeffrey A. Cole cita el caso de
un plebeyo indio que afirmó ser un cacique principal en un intento obvio de evitar el servicio de mita.
Ver The Potosi Mita, 36.
31
HISTORIA Y CULTURA 30
para la frustración social y la proclividad bien establecida de los indios (así como los
no indios) para litigar evitó el potencial para la violencia.47
47
Colin M. MacLachlan, Spain’s Empire in the New World: The Role of Ideas in Institutional and Social
Change (Berkeley: University of California Press, 1988), 29, 48, 64.
32
CHARNEY/El regreso de Juan Choque Mamani
Sicasica, una zona intermedia a 1,400 metros de altitud y más de 100 kilómetros
al este de Laja, lo que los hace casi indistinguibles de los mitimas en Collana y
Caracolla, e indica algún intento de acceder a una zona ecológica diferente a Laja,
a 3,900 metros de altitud (ver cuadro 4). Por lo tanto, los caciques y sus súbditos
buscaron alternativas a la pérdida de los arreglos verticales prehispánicos, como las
que Saignes denominó “neo mitimaes”.48
33
HISTORIA Y CULTURA 30
fuerzo para restaurar los grupos de parentesco. Si bien la repatriación instigó el fac-
cionalismo dentro de Laja, también podría servir para mejorar la viabilidad de Laja.
Conclusión
De hecho, la tarea de reconstruir las comunidades fue difícil, incluso con el deseo
de hacerlo. Don Martín enfrentó resistencia, aunque hizo valer su jurisdicción tradi-
cional, extraterritorial sobre los cuerpos—hombres y mujeres—dondequiera que
estuvieran. Su conocimiento sobre el paradero de estos sugiere que hubo algún mon-
itoreo o planificación involucrado, sin duda como lo fue en tiempos prehispánicos.
Don Martín obviamente recibió asistencia en los esfuerzos de repatriación que con-
tribuyeron a la viabilidad fiscal de Laja, el mantenimiento del sistema de parciali-
dades (al menos parcialmente), el restablecimiento de los lazos de parentesco y el
fortalecimiento de linajes paralelos.
dos que los que simplemente los vieron como mano de obra adicional. Por lo tanto,
la repatriación representaba una convergencia de intereses entre los oprimidos y los
opresores, suficiente para sostener el sistema colonial y permitir alguna superviven-
cia sociocultural entre los pueblos andinos.50
50
Mi análisis se deriva de las ideas invocadas en “Articulation Theory”. Ver Stuart Hall, Cultural
Studies 1983: A Theoretical History (Durham: Duke University Press, 2016), 120-122. También con-
sideré la visión expansiva de Antonio Gramsci de la hegemonía en la que la clase hegemónica tiene en
cuenta el interés de los grupos subalternos. Ver, Selections from the Prison Notebooks, Quintin Hoare
y Geoffrey Nowell Smith, eds. y trans. (Nueva York: International, 2010), 180-185, y Chantel Mouffe,
“Hegemony and Ideology Gramsci”, en Gramsci and Marxist Theory, Chantel Mouffe, ed. (Boston:
Routledge,, 1979), 180-182.
35
HISTORIA Y CULTURA 30
36
CHARNEY/El regreso de Juan Choque Mamani
2 37
HISTORIA Y CULTURA 30
Otros
Juan Quinoamilluco 1681-84 5+6+10+10=31
Alonso Paranco 1681-84 3+2+3+2=10
Pedro Pajsi 1683-84 4
Ana Paranto 1683 6
Antonio Flores 1683-84 6
Antonio Quispe 1683-84 5
Total anual=58 (promediando las cantidades que variaron anualmente)
3
38
CHARNEY/El regreso de Juan Choque Mamani
Urinsaya 30
Total=100
Fuente: 1685.31, 190r-191v.
*a don Martin Chui (ff.190r-191v)
** 2 protectores de indios Lima and La Paz
(1) De 1680 a 1684, los agentes del Virrey Sr. Conde de Monterrey recolectaron 100p cada año, totalizando 500p
(192r-v)
39
HISTORIA Y CULTURA 30
40
5
CHARNEY/El regreso de Juan Choque Mamani
41
HISTORIA Y CULTURA 30
42
CHARNEY/El regreso de Juan Choque Mamani
Ausente [ ]
Sume [hda. Mutuaya, 40 Choncaya
Sicasica]
Condori [Palca, Sicasica] 39 Choncaya
Tacuraci [?] 29 Sissa
Tola, fugitivo [?]
Corpa [Collana)
43
8
HISTORIA Y CULTURA 30
44
CHARNEY/El regreso de Juan Choque Mamani
En lugar de una edad, aparecería un doble cero en el documento original después de aquellos nombrados para
indicar su inelegibilidad para pagar tributos, o la edad, o el paradero desconocido.
** Sin especificar el estado civil, todos fueron repatriados “con su familia.”
Urinsaya
Puracani 8 7 1 (1) 7 (6)
Copaquira 2 1 1
Collana 33 1 1 23 (9) 5
Desconocido _____ 2 ___________
Total 43 8 3 (1) 8 (6) 2* 23 (9) 5
45
HISTORIA Y CULTURA 30
CUADRO 9: Promedio anual de ingresos en Laja (en pesos) basado en los cuadros 1-6
Renta Tributo pagado Ausentes** Censo**
Parcialidad CM Chui CM Chui /Mitimas Tributo /Pulperia
Hanansaya 248 [195] ND 59x15=885* 122 221
(Pueri) (Pueri) (4 ayllus)
Urinsaya 511 [181] 351 [52] + 7x7*= ND 91
(3 ayllus) (3 ayllus) 101
Total 759 376 351 986 122 312
CM =Choque Mamani
CM total= 1110
Chui total=1796
[ ] correcciones por Chui
*Visita
ND=no data
**data de Chui
46
CHARNEY/El regreso de Juan Choque Mamani
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49
HISTORIA Y CULTURA
2019 N° 30 pp. 51 - 100
Resumen
Palabras clave
Abstract
Bishop Baltasar Jaime Martínez Compañón (1737-1797) was the driving force be-
hind the creation of nine volumes of watercolors depicting the natural and cultur-
al history of the diocese of Trujillo, Peru. Volume Nine, dedicated to archaeology,
includes some of the most detailed and sophisticated illustrations known to us of
antiquities and archaeological sites of the Americas. Yet the bishop’s project has
languished as a curious anomaly in the history of American archaeology. This article
reconsiders his work in a broader framework of eighteenth-century scholarly tradi-
tions, relating the excavation and study of Chan Chan and other sites of the Peruvian
North to developments in Andean mining and to archaeological work in Naples,
then under Charles of Bourbon (the future Charles III of Spain). Though marked by
these influences, the bishop’s work also demonstrated vision and striking originality.
Chan Chan can perhaps be thought of with some reason as Martínez Compañón’s
American Pompeii.
Keywords
1
John Howland Rowe, “The Kingdom of Chimor”, Acta Americana 6, no 1-2 (1948): 26-59.
2
Michael E. Moseley y Carol J. Mackey, Twenty-Four Architectural Plans of Chan Chan, Peru: Struc-
ture and Form at the Capital of Chimor (Cambridge: Peabody Museum Press / Peabody Museum of
Archaeology and Ethnology / Harvard University, 1974), Moseley y Kent C. Day, eds., Chan Chan:
Andean Desert City (Albuquerque: University of New Mexico Press, 1982).
52
PILLSBURY Y TREVER/El rey, el obispo y la creación de una antigüedad americana
donde su acceso a materiales de investigación era limitado. Pero por más que Rowe
escribiera desde Lima o Berkeley, parece poco seguro que el obispo se hubiese
incluido, ya que por aquella época la obra de Martínez Compañón apenas se conocía
más allá de Bogotá, Madrid y Trujillo. La tardía llegada de los volúmenes del obispo
al foco de atención de los estudiosos ha demorado la apreciación de la riqueza de la
historia temprana de la arqueología en el Perú.
3
Manuel Ballesteros Gaibrois, “Un manuscrito colonial del siglo XVIII: su interés etnográfico”, Jour-
nal de la Société de Américanistes, n.s., 27 (1935): 145-173; Marcos Jiménez de la Espada, “La Huaca
Tantalluc”, Historia y Arte 2, no 5 (1896): 89-91.
4
Baltasar Jaime Martínez Compañón y Bujanda, Trujillo del Perú a fines del siglo XVIII, Jesús Domín-
guez Bordona, ed. (Madrid: Biblioteca del Palacio / Talleres Gráficos de C. Bermejo / Talleres de
Hauser y Menet, 1936 [1781-1789]).
5
Martínez Compañón, Trujillo del Perú, 12 vols. (Madrid: Ediciones Cultura Hispánica, 1978-1994
[1781-1789]). Los materiales adicionales, incluso una copia del Volumen 1, se encuentran en la Biblio-
teca Nacional de Colombia, Bogotá (s 216). Otras acuarelas, correspondientes a los Volúmenes 2 y 7,
han salido a relucir desde la creación del facsímil de Madrid. Ver Pablo Macera, Arturo Jiménez Borja
e Irma Franke, Trujillo del Perú: Baltazar Jaime Martínez Compañón: acuarelas: siglo XVIII (Lima:
Fundación del Banco Continental, 1997); Martínez Compañón, Trujillo del Perú (1993 [1781-1789]).
53
HISTORIA Y CULTURA 30
6
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El obispo y su proyecto
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9
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11
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13
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colaboración con Center for Advanced Study in the Visual Arts, National Gallery of Art, Washington,
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15
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56
PILLSBURY Y TREVER/El rey, el obispo y la creación de una antigüedad americana
16
Berquist, “Bishop Martínez Compañón’s Practical Utopia”.
17
Alcina Franch, “Arqueologia e identidad cultural en México, antes de la Independencia”, en De la
ciencia ilustrada a la ciencia romántica, actas de las II Jornadas sobre “España y las expediciones
científicas en América y Filipinas”, Alejandro R Diez Torre, Tomás Mallo y Daniel Pacheco Fernández,
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(Madrid: Editorial Patrimonio Nacional, 1976), 54.
18
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del D. Baltasar Martinez Compañon, Inge Schjellerup, trad. y ed. (Trujillo: Museo de Arqueología,
Universidad Nacional de Trujillo, 1991 [1788-1789]).
19
Richard Schaedel, “Martínez de Compañon, Founder of Peruvian Archeology”, American Antiquity
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20
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mar, eds. (Filadelfia: University of Pennsylvania Press, 2011), 236-253.
57
HISTORIA Y CULTURA 30
El obispo y la arqueología
21
Moseley y Mackey, Twenty-Four Architectural Plans of Chan Chan.
22
Cabello Carro, “Las colecciones peruanas en España”, “Dos tumbas”, “Pervivencias funerarias”,
“Mestizaje y ritos funerarios”.
23
Trever, “The Uncanny Tombs”; Trever y Pillsbury, “Martínez Compañón and his Illustrated
‘Museum’”.
58
PILLSBURY Y TREVER/El rey, el obispo y la creación de una antigüedad americana
59
HISTORIA Y CULTURA 30
Imagen 2. Mapa del sitio de Chan Chan. En Martínez Compañón, Trujillo del Perú, vol. 9,
fol. 6. Copyright © Patrimonio Nacional.
60
PILLSBURY Y TREVER/El rey, el obispo y la creación de una antigüedad americana
61
HISTORIA Y CULTURA 30
Imagen 4. Una sección del edificio incaico en Cajamarca conocido como el “cuarto
de rescate,” donde Atahualpa fue secuestrado por Francisco Pizarro. En Martínez
Compañón, Trujillo del Perú, vol. 9, fol. 3. Copyright © Patrimonio Nacional.
62
PILLSBURY Y TREVER/El rey, el obispo y la creación de una antigüedad americana
24
Louis Feuillée, Journal des observations physiques, mathématiques et botaniques, faites par l’ordre
du roy sur les côtes orientales de l’Amérique méridionale, & dans les Indes occidentales, depuis l’an-
née 1707, jusques en 1712, 3 vols. (París: Pierre Giffart / Jean Mariette, 1714-1725), Amédée François
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25
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Development of Scientific Field Work in the Andes, 1735-1744”, Andean Past 2 (1989): 175-236
26
Antón Pazos, “Presentación”, en Sociedad y religión en Trujillo (Perú), 1780-1790, 2 vols., Daniel
Restrepo, ed. (Vitoria-Gasteiz: Eusko Jaurlaritzaren Argitalpen Zerbitzu Nagusia – Servicio Central de
Publicaciones del Gobierno Vasco, 1992), 30, n. 12. Andrés Saumell Lladó ha sostenido que la Relación
histórica fue escrita por Antonio Ulloa sólo. Ver Antonio de Ulloa, Viaje a la América meridional, An-
drés Saumell Lladó, ed. (Madrid: Dastin, 2002).
63
HISTORIA Y CULTURA 30
64
PILLSBURY Y TREVER/El rey, el obispo y la creación de una antigüedad americana
especímenes de historia natural en el siglo XVIII, entre ellos uno en 1776, pero una
solicitud redactada por Ulloa en 1777, pidiendo ciertas adquisiciones para el segun-
do gabinete real (fundado en 1771), fue particularmente específica en sus solicitudes
de reconocimiento de ruinas y la recolección de objetos de las Américas).27
27
Alcina Franch, Arqueólogos o anticuarios, 182; Cabello Carro, “Las colecciones peruanas en Es-
paña”, 469, Política investigadora de la época de Carlos III en el área Maya. Descubrimiento de
Palenque y primeras excavaciones de carácter científico, según documentación de: Calderón, Ber-
nasconi, Del Río y otros (Madrid: Ediciones de la Torre, 1992), 16-18; Restrepo, “Las fuentes: notas
preliminares”, en Trujillo del Perú, apéndice 2, 34.
28
Blenda Femenías, “Jorge Juan y Antonio de Ulloa”, en Guide to Documentary Sources, vol. 2, 326-
335.
29
Trever, “The Uncanny Tombs”; Trever y Pillsbury, “Martínez Compañón”.
65
HISTORIA Y CULTURA 30
Imagen 6. Plano y elevaciones de Huaca del Sol en Moche. En Martínez Compañón, Trujillo
del Perú, vol. 9, fol. 7. Copyright © Patrimonio Nacional.
66
PILLSBURY Y TREVER/El rey, el obispo y la creación de una antigüedad americana
67
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Imagen 8. Plano de Marca Huamachuco. En Martínez Compañón, Trujillo del Perú, vol. 9,
fol. 8. Copyright © Patrimonio Nacional.
68
PILLSBURY Y TREVER/El rey, el obispo y la creación de una antigüedad americana
69
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70
PILLSBURY Y TREVER/El rey, el obispo y la creación de una antigüedad americana
Imagen 11. Antigüedades precolombinas y una huaca. En Juan y Ulloa, Relación histórica,
624 lám. XV.
30
Miguel Feijoo [Feyjoo] de Sosa, Relación descriptiva de la ciudad y provincia de Trujillo del Perú
(Lima: Fondo del Libro / Banco Industrial del Perú, 1984 [1763]); Pazos, “Presentación, 30, n. 12.
31
Guillermo Lohmann Villena, “Miguel Feijoo de Sosa: el hombre y su obra”, en Relación descriptiva, 34.
32
Cabello Carro, “Las colecciones peruanas en España”; Política investigadora, 19-20.
71
HISTORIA Y CULTURA 30
Una vez más, sin embargo, la obra de Martínez Compañón se parece poco
a la de Feyjoo. Feyjoo incluye datos de la demografía, administración, economía y
asuntos eclesiásticos de la región, pero están expresados de una manera mucho más
escueta y superficial. Sus mapas, planos y paisajes revelan poco interés por las rui-
nas prehispánicas. El tratamiento de Chan Chan se limita mayormente a relaciones
textuales de contenidos de tumbas, particularmente estimaciones del “tesoro” sacado
del sitio.33
Los planos elaborados por el obispo de las ruinas de Chan Chan y otros
sitios arqueológicos no son solamente distintos de los de sus predecesores en el
Perú, sino también difieren de los de sus contemporáneos en México—individuos
que también respondían a los mismos impulsos transmitidos desde España.34 A
Para una discusión e ilustraciones del trabajo de José Antonio Calderón, Antonio Berna-
34
sconi, Antonio del Río y otros, ver Cabello Carro, Política investigadora. Nada en México
ni en Centroamérica, sin embargo, se acerca a la escala de los planos y excavaciones de
Martínez Compañón.
72
PILLSBURY Y TREVER/El rey, el obispo y la creación de una antigüedad americana
¿Habrá en la obra de Martínez Compañón una influencia hasta ahora poco reconocida?
Quizás los modelos más cercanos no hayan sido los viajeros científicos a Sudaméri-
ca, sino más bien las excavaciones realizadas en Europa en las décadas anteriores a
la partida de Martínez Compañón hacia el Perú. El interés por las antigüedades era
ampliamente difundido en la Europa del siglo XVIII, incluso el estudio de restos en
la Península Ibérica, pero las excavaciones en Herculano y Pompeya, en particular,
tuvieron un impacto extraordinario en la vida cultural e intelectual de Europa.36 El
efecto de las excavaciones vesubianas sobre la arqueología del Nuevo Mundo ape-
nas ha sido abordado, más allá de unas discusiones relativamente breves en publi-
caciones europeas,37 y más recientemente en México por Leonardo López Luján y
Eduardo Matos Moctezuma.38
35
Schnapp, The Discovery of the Past, 125; Christopher Parslow, Rediscovering Antiquity: Karl Weber
and the Excavation of Herculaneum, Pompeii, and Stabiae (Cambridge: Cambridge University Press,
1995); Stuart Piggott, Antiquity Depicted: Aspects of Archaeological Illustration (Londres: Thames and
Hudson, 1978).
36
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Eighteenth-Century Art, 2da impresión, con correcciones y prefacio especial (Princeton: Princeton Uni-
versity Press, 1969).
37
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“Introducción”, en Trujillo del Perú, 11-27; Cabello Carro, Política investigadora; Jiménez de la Es-
pada, “La Huaca Tantalluc”.
38
Leonardo López Luján, “Noticias de Herculano: las primeras publicaciones mexicanas de
73
HISTORIA Y CULTURA 30
74
PILLSBURY Y TREVER/El rey, el obispo y la creación de una antigüedad americana
arqueología”, Arqueología Mexicana 90 (2008): 74-80; Eduardo Matos Moctezuma, “La arqueología
y la ilustración (1750-1810)”, Arqueología Mexicana 9, no 53 (2002): 18-27. López Luján ha abordado
este capítulo clave desde el punto de vista de la historia de la arqueología mexicana. Hay menciones
de las excavaciones vesubianas en relación con la arqueología mexicana ya en el 1777; la discusión de
Antonio León y Gama de Herculano y Pompeya desde el punto de vista del hallazgo de dos esculturas
monumentales mexica en la Ciudad de México fue circulada en su Descripción histórica y cronológica
de las dos piedras… (1978 [1792-1832]).
39
Félix Fernández Murga, “Los ingenieros españoles Roque Joaquín de Alcubierre y Francisco la Vega,
descubridores de Herculano, Pompeya y Estabia” (tesis doctoral, Universidad de Madrid, 1964); Car-
los III y el descubrimiento de Herculano, Pompeya y Estabia (Salamanca: Universidad de Salamanca,
1989).
40
Parslow, Rediscovering Antiquity.
41
Ibíd. 7, 197.
42
Ibíd. 170-171, 197.
75
HISTORIA Y CULTURA 30
43
Esteban Puig, “Folclor norteño en las acuarelas de la obra de Martínez Compañon”, en Vida y obra
del obispo Martínez Compañón, José Navarro Pascual, et al., eds. (Piura: Universidad de Piura / Fac-
ultad de Ciencias y Humanidades, 1991), 70; Teoófilo Arbeiza en Restrepo, “La visita pastoral de d.
Baltasar Jaime Martínez Compañón a la diócesis de Trujillo (1780-1785)”, en Vida y obra del obispo
Martínez Compañón, 100.
44
Jiménez de la Espada, “La Huaca Tantalluc”, 89, n. 1; Puig, “Folclor norteño”, 70; Restrepo, Socie-
dad y religión en Trujillo, vol. 1, 110.
76
PILLSBURY Y TREVER/El rey, el obispo y la creación de una antigüedad americana
Imagen 14. Plano y corte transversal de un anfiteatro en Stabiae, dibujado por Rocque Joa-
quin de Alcubierre. Gentileza de la Soprintendenza Speciale per i Beni Archeologici di Nap-
oli e Pompei, Nápoles (Archivio Disegno # 78).
77
HISTORIA Y CULTURA 30
obispo por medio de fuentes francesas. Los franceses se interesaban mucho por las
ruinas arquitectónicas y, aparentemente, Bardet puede haber suministrado planos
al embajador francés de manera regular, actos que iban extremadamente contra los
esfuerzos borbónicos por guardar de cerca la información y destinarla sólo para
publicación oficial en los volúmenes de la Accademia Ercolanese. Los primeros
planos oficiales de los Borbones no se publicaron hasta 1797, pero hubo una extensa
circulación de planos en publicaciones francesas.45 Es de imaginarse que esas fuentes
estaban a mano cuando se realizaba el plano de Marca Huamachuco (Imagen 8): en
todo el resto del Volumen 9 se emplea el término español correcto “plano”; pero aquí
de repente se asoma el aparente galicismo, “plan”.46
Imagen 15. Plano de la Villa dei Papiri en Herculano, dibujado por Karl Weber en 1758. Gen-
tileza de la Soprintendenza Speciale per i Beni Archeologici di Napoli e Pompei, Nápoles.
45
Parslow, Rediscovering Antiquity, 57-59, 197, 276.
46
Esto también es el caso de varias ilustraciones de iglesias y seminarios en el Volumen 1.
78
PILLSBURY Y TREVER/El rey, el obispo y la creación de una antigüedad americana
79
HISTORIA Y CULTURA 30
Un renovado interés por los recursos minerales del norte del Perú en el siglo
XVIII y el empleo de técnicas de excavación cada vez más metódicas para extraer
los minerales pueden haber contribuido a la documentación realizada por Martínez
Compañón de una estratigrafía arqueológica. Entre los años 1740 y 1780 hubo
un fuerte incremento de la producción minera en los Andes, además de un interés
general por nuevas tecnologías y nuevos hallazgos.48 El obispo apoyó enérgicamente
las mejoras e innovaciones mineras y para 1790, las minas de Trujillo eran las más
rentables del Perú.49 Entre los materiales que el obispo hizo enviar a España en 1788,
47
Shinya Watanabe, “El reino de Cuismancu: orígenes y transformación en el Tawantinsuyu”, Boletín
de Arqueología PUCP 6 (2002): 111.
48
Guillermo Mira, “Minería y metalurgia”, en Ciencia y técnica entre el viejo y nuevo mundo, siglos
XV-XVIII, Jaime Vilchis y Victoria Arias, eds. (Madrid: Sociedad Estatal Quinto Centenario / Ministerio
de Cultura / Dirección de Bellas Artes y Archivos / Lunwerg Editores, 1992), 86.
49
Berquist, “Bishop Martínez Compañón’s Practical Utopia”.
80
PILLSBURY Y TREVER/El rey, el obispo y la creación de una antigüedad americana
81
HISTORIA Y CULTURA 30
50
Martínez Compañón, Razón de las especies.
51
Compárense, por ejemplo, las ilustraciones de Martínez Compañón con otros dibujos con-
temporáneos de minería en Vilchis y Arias, Ciencia y técnica entre el viejo y nuevo mundo,
103, 104, 109.
52
Schnapp, The Discovery of the Past, 123.
53
Daniel Schávelzon, “The History of Stratigraphic Excavation in Latin American Archaeology: A
New Look”, Bulletin of the History of Archaeology 9, no 2 (1999): 1-10; Schnapp, 198-203.
54
Paz Cabello sugirió que estas excavaciones fueron llevadas a cabo a solicitud de Miguel de
Feyjoo en 1765. Ver “Las colecciones peruanas”. Hay otros candidatos posibles, sin embargo,
ya que Feyjoo por entonces se había ido de Trujillo para dedicar sus esfuerzos al monopolio
del tabaco en Lima. Ver Susan Ramírez, “Feyjoo de Sosa”, en Guide to Documentary Sources,
vol. 2.
82
PILLSBURY Y TREVER/El rey, el obispo y la creación de una antigüedad americana
Como mínimo, podemos decir que existe la posibilidad de que Martínez Compañón
haya estado enterado de la existencia de las publicaciones anteriores. Carlos III
55
Parslow, Rediscovering Antiquity, 2.
56
Ibíd., 3.
57
I.C. McIlwaine, Herculaneum, a Guide to Printed Sources (Nápoles: Bibliopolis / Centro Internazio-
nale per lo Studio dei Papiri Ercolanesi / Istituto Italiano per gli Studi Filosofici, 1988).
83
HISTORIA Y CULTURA 30
58
Accademia Ercolanese Di Archeologia, Antichità di Ercolano, 9 vols. (Nápoles: Regia Stamperia,
1755-1792).
59
Mora, “The Image of Rome”, 50.
60
Parslow, Rediscovering Antiquity, 197, 276.
61
Alden R. Gordon, “Subverting the Secret of Herculaneum: Archeological Espionage in the Kingdom
of Naples”, en Antiquity Recovered, 37-57.
62
Mora, “The Image of Rome”, 40; Pazos, “Presentación”, 30, n. 12.
63
López Luján, “Noticias de Herculano”.
84
PILLSBURY Y TREVER/El rey, el obispo y la creación de una antigüedad americana
Imagen 18. Retrato de Carlos III como rey arqueólogo por Camillo Paderni en la Antichità di
Ercolano, 1755-1792. National Gallery of Art Library, Washington, D.C. David K. E. Bruce
Fund.
85
HISTORIA Y CULTURA 30
Imagen 19. Retrato de Carlos III. En Feijoo [Feyjoo] de Sosa, Relación descriptiva,
frontispicio.
86
PILLSBURY Y TREVER/El rey, el obispo y la creación de una antigüedad americana
Imagen 20. Retrato de Carlos III. En Martínez Compañón, Trujillo del Perú, vol. 1, fol. 3.
Copyright © Patrimonio Nacional.
87
HISTORIA Y CULTURA 30
vías informales.64 También es probable que la llegada de Carlos III a España en 1759,
después de años en Nápoles, haya tenido un impacto significativo sobre el interés
por las antigüedades allí en los años importantes antes de la partida de Martínez
Compañón al Perú.
64
Fernández Murga, “Los ingenieros españoles”, 22; Parslow, Rediscovering Antiquity, 33ff.
65
Chantal Grell y Christian Michel, “Erudits, hommes de lettres et artistes en France au XVIIIe siècle
face aux découvertes d’Herculanum”, en Ercolano 1738-1988.
66
McIlwaine, I.C. Herculaneum, 324.
67
López Luján, “Noticias de Herculano”.
68
James Stuart y Nicholas Revett, The Antiquities of Athens (Londres: J. Haberkorn, 1762-1830).
88
PILLSBURY Y TREVER/El rey, el obispo y la creación de una antigüedad americana
89
HISTORIA Y CULTURA 30
El Trujillo del Perú de Martínez Compañón sigue siendo una obra sorprendentemente
original. Sus orígenes pueden estar en las prácticas de la visita eclesiástica y expedi-
ciones botánicas, pero el resultado final es algo totalmente novedoso y todavía tiene
la capacidad de asombrarnos. La cantidad considerable de tiempo dedicado a la ilus-
tración del pasado prehispánico, así como el intento de comprenderlo, son llamativos
para la época. Hay un deseo claro de descubrir patrones, como el reconocimiento de
los tipos arqueológicos principales en Chan Chan (Imagen 2; obsérvense los rectángu-
los rojos indicados por “1”). La documentación de un sitio de este tamaño no se había
intentado anteriormente, ni volvería a intentarse por un siglo más.71 El compromiso
del obispo con una provincia a lo largo de una década, y su enfoque colaborativo en
su recreación en las páginas de Trujillo del Perú, era inédito a escala internacional. La
dedicación de un equipo de artistas a la representación de la provincia—artistas cuyo
conocimiento de la flora, fauna, objetos y lugares informaron la organización y pre-
sentación de este museo cartáceo o “museo de papel”72—no tenía parangón ni en Eu-
ropa ni en América. En este sentido, el proyecto del obispo fue extraordinario, en tanto
casi no tenía antecedentes, ni sería nunca duplicado; sin embargo, fue muy congruente
con las dinámicas de la vida intelectual de fines del siglo XVIII.
70
José Ignacio de Lecuanda, Artículos varios del Mercurio Peruano, 1792-1794, reproducidos en Tru-
jillo del Perú, apéndice III (Madrid: Ediciones Cultura Hispánica, 1978-1994 [1781-1789]).
71
Con esto, no obstante, no estamos diciendo que sus opiniones siempre fueron acertadas. Él sugirió
que las estructuras con forma de U se utilizaron para la confesión—aunque debe considerarse que los
académicos recientes tampoco han desarrollado un entendimiento definitivo de esos espacios.
72
Trever y Pillsbury, “Martínez Compañón and his Illustrated ‘Museum’”.
90
PILLSBURY Y TREVER/El rey, el obispo y la creación de una antigüedad americana
como precursor de los académicos del tardío siglo XIX, quienes intentarían revelar
una historia preincaica en la región andina. En la Europa de ese momento, los
intereses anticuarios estaban motivados mayormente por el estudio de fuentes
antiguas literarias. No se sabe si el interés de Martínez Compañón por las ruinas
fue motivado por un deseo de entender una historia para la cual no había ningún
texto contemporáneo. Sea cual fuere su inspiración, la obra de Martínez Compañón
constituyó un primer paso decisivo para empezar a entender la historia preincaica de
los Andes y, ciertamente, hacia el uso de la arqueología para entender el pasado en
regiones donde la escritura alfabética no se utilizaba.
Es posible que el problema del legado particular del obispo se sitúe en otra
parte. Martínez Compañón se fue de Trujillo en la última década del siglo XVIII.
Fue nombrado arzobispo de Santa Fe de Bogotá en 1791 y asumimos que allí planeó
escribir el texto para acompañar sus acuarelas de Trujillo. Esta historia nunca se
completó, hasta donde se sabe.73 Los nueve volúmenes, encuadernados a su pedido,
incluyeron páginas vacías, presuntamente para ser completadas más tarde. Murió en
1797, sin jamás llenar esas últimas páginas restantes. Los volúmenes eventualmente
llegaron a España en 1803.74 En última instancia, el impacto de las excavaciones
vesubianas en la arqueología del nuevo mundo fue limitado. El interés por las anti-
güedades en España disminuyó en el temprano siglo XIX, desplazado por una mayor
preocupación con los eventos que desembocarían en la Guerra de Independencia
contra Napoleón.75 Entre tanto, en Sudamérica, la era de la revolución bolivariana
acarreó un alejamiento intelectual de los proyectos a gran escala conducidos por
agentes de la autoridad española. El trabajo de Martínez Compañón no se daría a
conocer al mundo más amplio por un siglo más, para cuando la arqueología ameri-
cana ya habría escrito otra historia de su historia.
73
Restrepo, “Las fuentes: notas preliminares” 31-39.
74
Jesús Domínguez Bordona, “Prólogo”, en Trujillo del Perú a fines del siglo XVIII, 9.
75
Mora, “The Image of Rome”, 53.
91
HISTORIA Y CULTURA 30
Agradecimientos
Una versión anterior de este artículo se publicó en inglés en la revista Ñawpa Pacha.
Las autoras desean reconocer la colaboración de los doctores Pablo Julián Davis y
Elizabeth M. Pettinaroli, quienes con esmero y con perspectiva literaria e histórica
han realizado la versión en castellano de este artículo. Las autoras agradecen asimis-
mo, por sus valiosos comentarios y sugerencias, a Monica Barnes, Emily Berquist,
Cammy Brothers, Paz Cabello Carro, Sergio J. Chávez, Marco Curatola Petrocchi,
David Fleming, Bridget Gazzo, Joan Gero, Ingrid Gibson, Emily Gulick, Edward S.
Harwood, Jorge Hidalgo, Stephen Houston, Catherine Julien, Leonardo López Lu-
ján, Claire Lyons, Carol Mackey, Jerry Moore, Juan Antonio Murro, Keith Muscutt,
Christopher Parslow, Daniel Restrepo, Katharina Schreiber, Katharine von Stackel-
berg, Elisenda Vila, Flora Vilches y Alexei Vranich. Todo error que pudiera subsistir
en el texto es de exclusiva responsabilidad de las autoras.
92
PILLSBURY Y TREVER/El rey, el obispo y la creación de una antigüedad americana
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100
HISTORIA Y CULTURA
2019 N° 30 pp. 101 - 133
Resumen
La llegada de la expedición libertadora del general don José de San Martín oca-
sionó una gran ansiedad en la población limeña por la presencia de un ejército
que pondría en jaque a la vida cotidiana de la sociedad virreinal. La primera
medida tomada por el jefe de la expedición fue hacer ingresar al general Juan
Antonio Álvarez de Arenales al centro del país para levantar el ánimo de los pue-
blos y que pasaran a formar parte de su contingente de hombres y de voluntades.
Al principio tuvo éxito y los pueblos se sintieron protegidos por los libertadores.
Luego surgieron errores en las comunicaciones quedando la sierra nuevamente
en manos de los realistas. Más adelante, el general San Martín maneja la guerra
con criterios más políticos que militares y va perdiendo ascendencia entre los je-
fes, sobre todo en el más calificado, el general Álvarez de Arenales. Finalmente
la incursión temeraria del general español José de Canterac, quien logra ocupar
los castillos del Callao, y la falta de iniciativa de San Martín por batirlo en el
campo de batalla, hacen perder la confianza en su liderazgo, intenta obtener ayu-
da externa y luego de la conferencia con Simón Bolívar en Guayaquil, emprende
la retirada.
101
HISTORIA Y CULTURA 30
Palabras clave
Abstract
The arrival of José de San Martín’s liberating expedition generated great anxiety
among the population of Lima, as the presence of his army would jeopardize daily
life within the colonial society. San Martín’s first order was to send General Juan
Antonio Álvarez de Arenales to the central Andes in order to improve the people’s
spirits and bolster the army’s numbers. Although successful at the beginning, with
people feeling protected by the liberators, communication errors aided the royalists
in recovering control of the highlands. San Martín’s criteria for conducting the war
became increasingly political, rather than military, gradually losing the trust of his
officers, most notably his most qualified one, Arenales. Finally, Spanish General José
de Canterac’s bold incursion, which managed to capture the fortresses of Callao, and
San Martín’s lack of initiative to beat him on the field eroded his leadership, which
forced him to request foreign support. After the Guayaquil Conference, had to with-
draw from Peru, making way for Simon Bolívar.
Keywords
Introducción
Por esa razón, repasaremos las campañas del general Álvarez de Arenales en
la sierra del Perú, las descoordinaciones, el avance y retroceso en la consolidación
de la idea de la independencia y cómo lograr que la población se una a la gesta de la
independencia. Igualmente, en la segunda campaña de la sierra dirigida por el mis-
mo general, veremos cómo estando este en una posición estratégica de ventaja para
poder vencer al ejercito realista, no se dio este final deseado por las armas patriotas.
Razones políticas e ideológicas se mezclan con la dirección del ejército que vino
para combatir y conseguir la independencia, con lo que se da inicio a un deterioro de
las relaciones entre el jefe de la campaña y el Libertador. El tercer punto a estudiar
será el ingreso del general realista don José de Canterac, quien en una incursión de
mucha osadía se enfrenta al ejército patriota con movimientos tácticos arriesgados
e ingresa a Lima y al Callao, luego de lo cual en ningún momento es hostilizado
militarmente por los patriotas—quienes en ese momento mantenían una mejor po-
sición estratégica, así como un ejército con buen ánimo para la lucha—, para luego
de varios días salir de Lima y volver a la sierra. Este final motivó que la población
sintiese inseguridad y el temor de volver a ser atacados por los realistas, con lo cual
la imagen de libertador del general San Martín se vio muy afectada.
La expedición libertadora que salió de Chile con destino al Perú comandada por
el general don José de San Martín llegó a las costas peruanas el 7 de setiembre de
1820 y desembarcó en la bahía de Paracas al día siguiente. Con esto se daba inicio
al proceso de la independencia política del Perú y el término del virreinato español.
La primera orden de San Martín con respecto a las operaciones militares fue
enviar al entonces coronel mayor Juan Antonio Álvarez de Arenales hacia la sierra
con la finalidad de levantar los ánimos de la población y conseguir su adhesión hacia
la causa libertadora. Esta acción en principio se paralizó debido a que se estableció
un armisticio por 8 días mientras se llevaba a cabo la conferencia de Miraflores.
103
HISTORIA Y CULTURA 30
Lo que nos dice Camba es que las órdenes militares del virrey no eran las
más adecuadas, haciendo notar las discrepancias al interior del ejército español con
respecto a cómo se comandaban las acciones contra los patriotas. Es un aspecto so-
bre el cual el general San Martín no logró sacar una real ventaja.
104
MALDONADO/ El proceso libertario del Perú
del Perú y, sobre todo, de las que venían desde Arequipa con Mariano Ricafort. Tal
circunstancia, según el historiador militar, general Carlos Dellepiani, podría haber
puesto en dificultades a Arenales.3
Ricafort, en su marcha hacia la sierra central sufrió una gran deserción, señal
de que su tropa estaba conformada por milicias y la reserva que comandaba aún no
estaba consolidada. Además, con el batallón del Imperial Alejandro venía mucha
tropa desde el Alto Perú y querían retornar a sus comunidades. 4
105
HISTORIA Y CULTURA 30
más selectos del ejército español. Además, consiguieron tomar 12 000 pesos que
ayudarían a reforzar las arcas del ejército libertador.8
[…] de la capital de Lima, no saldrá un solo hombre, pues son muchas las
atenciones que actualmente tiene tanto mis partidas sueltas, que las tengo
dispuestas sobre la sierra, como el disgusto de sus tropas que continuamente
se le desertan […] En mi última nota dije a VS. el número de armamento que
conducía a esa el capitán Pedro Pelo, y los motivos que tenía para no haber
remitido de todo dicho armamento y municiones”.10
106
MALDONADO/ El proceso libertario del Perú
107
HISTORIA Y CULTURA 30
El 29 de diciembre, los comandados por Otero se juntaron con las tropas que
José Félix Aldao había logrado sumar a la causa patriota. Este cuerpo estaba compues-
to básicamente por pobladores indígenas de la zona y la poca caballería que se había
dejado en el desembarco de Pisco a órdenes del comandante Francisco Bermúdez. A
ellos se adhirieron las del cura Terrones, todos muy entusiastas pero con escasa forma-
ción militar. Esta fuerza heterogénea fue la que se enfrentó a Ricafort en Huancayo el
29 de diciembre. Durante la batalla, el batallón “Victoria” se volvió a pasar a las filas
realistas, generando confusión y luego la derrota a manos del español:
[…] tomé el mando a las apuradas de las tropas combinadas de Yca y pro-
vincias de Jauja […] el enemigo debe tener unos 2000 hombres cuya cuarta
parte debe ser apta para combate […]. Los oficiales de tropas de Huancayo,
Jauja y Tarma, dicen no estar preparados, y por eso opte retirarme a Huanca-
yo y ahí esperar al enemigo. Tenía 500 milicianos que de verdad sus armas
son palos ondas y rejones, el fuego desde los costados desconcentró a mis
fuerzas resultando la deserción de soldados y oficiales de milicias […]. Ma-
nifestándosele en el todo las que mandaba el que mandaba el coronel inten-
dente de Tarma, teniendo este bravo coronel el dolor de ver pasar casi toda
la compañía del Victoria al enemigo.12
108
MALDONADO/ El proceso libertario del Perú
presa difícil por las lluvias y aspereza del país. Habiendo logrado completa-
mente su designio, hasta el grado que todos los habitantes de dichos pueblos
se hayan podido reconciliarse [sic], desengañado de sus errores convencidos
de la superioridad y mérito de nuestras armas y de la cobardía con que los
insurgentes los han abandonado, causándoles tantos daños. Esos mismos
pueblos persiguen a sus verdaderos enemigos.14
El general Miller, en sus memorias, nos dice que era de esperar que Arenales
se quedase en la sierra, pero “ocurrió que desgraciadamente el coronel Alvarado, que
mandaba las fuerzas de avanzada de San Martín en Chancay, fue engañando por fal-
sas noticias y escribió a Arenales en términos que cruzara la cordillera. San Martín,
dio la contraorden para que se quedase, pero ya era tarde”.16
Por otro lado, Bulnes, justificando a Arenales por intermedio Juan Gre-
gorio de Las Heras, dice que “el 12 de diciembre desde su campamento de Sa-
cramento, el coronel Arenales, avisa poder auxiliar al ejército con algún dinero i
de ponerse en marcha a situarse en Canta”.18 Pero Miller dice que Arenales llegó
14
BN, Mss. 2000023482.
15
Otero Hart, 71.
16
John Miller, Memorias del General Guillermo Miller al servicio de la República del Perú (Lima:
Editorial Arican 1975 [1829], 206.
17
Bulnes, Historia de la expedición libertadora, 453.
18
Ibíd., 454.
109
HISTORIA Y CULTURA 30
[…] dentro de pocos días aguardo noticias del coronel Arenales, que según
me informan mis corresponsales de Lima, está en Huamanga, no dudo que
a la fecha haya continuado su marcha con suceso y nada me induce tanto a
creerlo como los serios cuidados que causa al virrey, aquella división contra
la cual ha destinado alguna fuerza.21
Otra orden militar que no se comprende bien es con la que San Martín
dice que enviará al coronel Alvarado hacia Tarma con 500 hombres para reforzar
a Arenales. Pero cuando esta columna recibió un amague de ataque por parte el
coronel Valdés, inmediatamente la retrasó. Si Arenales le decía que se estacionaría
en Canta, su división serviría para el apoyo de Alvarado. Arenales, sin apoyo, bajó
a la costa, al cuartel de Retes; la sierra ya estaba en manos de los españoles y no la
perdieron hasta la batalla de Ayacucho en 1824.
19
Miller, Memorias, 207.
20
Dellepiane, Historia Militar del Perú, 92.
21
Bulnes, 489.
110
MALDONADO/ El proceso libertario del Perú
Es por esta última acción que Camba mostró nuevamente su desacuerdo con
el virrey Pezuela, ya que este dio la contra orden a Valdés para que no actuara contra
Alvarado. En ese momento, el regimiento Numancia—compuesto por granadinos—
estaba bajo el mando del coronel Valdés y luego de la retirada, los jefes del Numan-
cia aprovecharon que fueron dejados en la retaguardia y se pasaron al lado patriota.22
Si hacía meses atrás se esperaba que este regimiento desertara, era difícil
que hubiese presentado batalla con un gran ardor contra Alvarado. Hay acciones
que quedarán como incógnita. Si bien el pase del Numancia podía ser un duro revés
para las fuerzas realistas, en la práctica solo fue una derrota moral y esperada, ya
que la mayoría de ellos vinieron de Venezuela con Murillo y esperaban una oportu-
nidad para regresar a su tierra. Fue finalmente la llegada de las fuerzas del Alto Perú,
comandadas por Canterac, uno de los más destacados jefes militares, con mucha
experiencia en la lucha contra los insurgentes de esta región, lo que revitalizó a los
realistas tras toda la pérdida anterior.
111
HISTORIA Y CULTURA 30
norte del Perú estaba en pro de la independencia, además de que no existían grandes
fuerzas militares en el área, tal situación no tendría por qué ser más un impedimento;
adicionalmente, ahora tendría los recursos necesarios en cuanto a hombres, alimento
y de donde incrementar su ejército.
Hemos citado al general Camba, quien fue muy crítico del accionar del vi-
rrey Pezuela en la dirección de la guerra contra los patriotas. Esta posición se vio
reforzada con la llegada del general Canterac. La posición defensiva del virrey se vio
enfrentada con los otros jefes (Valdés, Camba, Carratalá), ya que ellos eran de la idea
de salir en búsqueda del enemigo y no seguir acantonados en Aznapuquio sufriendo
enfermedades y deserciones que a la larga ocasionarían problemas a su ejército. 24
Este malestar llegaró a su clímax cuando San Martín colocó a la mayor can-
tidad de su tropa en la hacienda Retes, ante lo cual los jefes realistas opinaron que los
independentistas no estaban en una buena situación estratégica y que si ellos salían
de amanecida llegarían a posiciones enemigas con las mayores probabilidades de
vencer. Canterac recibió órdenes de avanzar y se le indicó que lo seguiría el general
La Serna, pero ocurrió que el virrey dio marcha atrás, ordenándole que regrese a
su posición, ya que San Martín se había retirado al norte. Camba reclamó haciendo
notar que dentro de las filas realistas existían “traidores internos”.25 Este suceso oca-
24
Timothy E. Anna, La caída del gobierno español en el Perú. El dilema de la independencia (Lima:
Instituto de Estudios Peruanos, 2003), 225-226.
25
García Camba, Memorias, 487.
112
MALDONADO/ El proceso libertario del Perú
No podemos dejar de lado que esta situación también era influenciada por
la opinión pública, que veía en el bloqueo de la capital un gran problema de salud y
deterioro de las relaciones sociales. El sacerdote Javier Luna Pizarro, en febrero de
1821, denominó a este período de la guerra la “guerra pasiva”:
[…] era preciso penetrar los planes de San Martín, que por su tranquilidad
parece que se hubiera propuesto levantar casa y echar raíces en Huaura […]
si él se pusiese en situación de dar o recibir acción, ya podríamos esperar el
fin de uno o dos meses […] con esta guerra pasiva nos está matando.26
Parecería que su deseo de que San Martín diese batalla tenía la finalidad en
que la causa patriota salga vencedora, ya que el 18 de marzo escribía que “el ejército
realista debe estar reducido a poco de 2000 hombres, con lo que se sacó para Cañete,
más 1200 enfermos en los hospitales”.27 Si esas eran las cuentas que hacía Luna Pi-
zarro, seguramente ese dato también lo conocía el mismo San Martín por sus espías
y la gente del mismo cabildo adictos a la independencia. Pero en ningún momento se
forzaron o se amagaron las posiciones militares; se siguió apostando por el bloqueo
y la rendición de la capital.
Del otro lado, los vecinos españoles también estaban muy preocupados e in-
conformes por el bloqueo y la falta de alimentos, como vemos en la carta que remite
el señor Juan del Valle al doctor Vitorio, el 3 de marzo de 1821:
[…] solo me queda ponderarle los apuros y escases en que aquí nos halla-
mos, el pan se encuentra muy raro, malo y pequeño y me parece que solo
este mes lo comeremos. Son muy pocas las panaderías que están abiertas.
Cierran por falta de trigo […] es momento de tener paciencia conformidad
este es el modelo de vencer a San Martín.28
26
Carmen Villanueva, Francisco Javier de Luna Pizarro. Parlamentario y primer presidente del Con-
greso del Perú (Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú / Instituto Riva–Agüero, 2016), 91.
27
Ibíd.
28
BN, Mss. 2000023545.
113
HISTORIA Y CULTURA 30
114
MALDONADO/ El proceso libertario del Perú
Con la toma del poder por parte del general La Serna, ambos bandos volvie-
ron a las conversaciones que buscaba llegar a la paz. Sobre la mesa estuvo la nue-
va forma de gobierno preferida por San Martín—la propuesta monárquica—, pero
siempre sobre la base de un Perú independiente. A esto el virrey respondió que todo
sería posible en la medida que el honor de las fuerzas españolas quedase incólume.
Al final no se avanzó por las propuestas y contrapropuestas sobre los términos del
armisticio, los diputados que viajarían a España y la forma como se conformarían y
estacionarían los ejércitos en el Perú.
San Martín había ordenado que la división de Arenales subiera a la sierra como una
forma de salir de los lugares que habían estado causando estragos en la salud de los
soldados y se estableció en Huaura el 25 de abril de 1821 y luego pasó a Oyón.35
Para reforzar la estadía de Arenales en la sierra, y obligar a Carratalá a retroceder
hacia el centro, el 2 de mayo San Martín nombró al sargento mayor Isidoro Villar
como jefe de partidas y al capitán Francisco Vidal como su subalterno.36 Al coronel
Agustín Gamarra, quien se había pasado a las filas de los patriotas con el regimiento
33
Montoya, La Independencia, 77, n. 39.
34
Ibíd., 70, n. 22.
35
CDIP, tomo VI, vol. 2, 225.
36
Ibíd., 242.
115
HISTORIA Y CULTURA 30
Arenales otorgó al coronel Agustín Gamarra una fuerza compuesta por 500
cazadores y 500 de caballería para perseguir al huidizo Carratalá, al que dio alcance
la madrugada del 25 de mayo. Sin embargo, esperó hasta la salida del sol y con ese
tiempo perdido dio oportunidad para que el realista pueda seguir su derrotero sin
mayor apremio.39
116
MALDONADO/ El proceso libertario del Perú
paso al español en Tarma, mientras que él seguiría la misma ruta a poca distancia,
Alvarado no la llegó a ejecutar y se excusó aduciendo cansancio de su caballada y
tener que herrarla.41 Como vemos, los jefes que estaban secundando la campaña de
Arenales no pusieron el empeño necesario para conseguir el objetivo deseado, pero
esto no fue obstáculo para que el ánimo del patriota argentino Juan Antonio Álvarez
de Arenales decayera.
41
Bulnes, Historia de la expedición libertadora, 144.
42
Ibíd., 119.
43
Villanueva, Francisco Javier de Luna Pizarro, 93.
44
Bulnes, 119-120.
117
HISTORIA Y CULTURA 30
había reanimado las fuerzas del general argentino.45 García del Río mencionó que
“nos obliga a desplazar mayor energía i separarnos de […] la línea de suavidad i
conciliación”.46
Ante esta situación, el virrey optó por dejar Lima, que se había convertido
en una ciudad enferma y no era ya una plaza militar por defender. Dio órdenes para
que los castillos del Callao se defiendan con alguna tropa y abastecimiento; parte
de la población se trasladó hacia allá en busca de protección mientras que el grueso
de su ejército debía retirarse hacia la sierra, donde Arenales se encontraba en plena
persecución de Carratalá para consolidar la presencia independentista en el centro
del país y eliminar a los realistas.
Ibíd., 75.
46
118
MALDONADO/ El proceso libertario del Perú
San Martín procedió de igual manera cuando La Serna desocupó Lima con
el resto del ejército. No dio indicaciones militares para que se obstruyera su pacífico
andar; solo algunas montoneras hostigaron su paso, al parecer por iniciativa propia,
con la finalidad de quitarle el ganado tanto vacuno como de caballos.
Ibíd., 176.
47
CDIP, tomo XXVII, “Relación de Viajeros”, vol. 1, Colección Documental de la Independencia del
48
Perú, Estuardo Núñez, ed. (Lima: Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del
Perú, 1971), 223.
119
HISTORIA Y CULTURA 30
El general San Martín gobernaba las aguas y los puertos […] estaba en sus
manos evitar a discreción toda acción y todo compromiso que no fuera con-
ducente con su plan […] toda combinación que se intentara el enemigo por
la desértica costa debería ser burlada con la ayuda que nos presta las dificul-
tades de la naturaleza […] por el constante asedio de las partidas guerrilleras
[…]. De lo anterior solo le queda al ejército español ir hacia la sierra […].
Persuadido Arenales que se acercaba los momentos de fijar definitivamente
la suerte del Perú, pedía redoblar los esfuerzos de la inteligencia y actividad
militar.50
120
MALDONADO/ El proceso libertario del Perú
le decía al Libertador, en carta del 9 de julio, que estaba informado de los movi-
mientos de La Serna y Canterac, al mismo tiempo que desechaba los informes que le
habían llegado desde el cuartel general, expresándole que debería atacar con la tropa
que tiene y evitar bajar a la costa con su ejército, agregando que:
[…] evacuar la sierra por cualquier parte que se tenga que atravesar la cordi-
llera trae el preciso resultado de perder la opinión, perder la caballería, estro-
pear la tropa, perder 1500 reclutas, todos los recursos que ofrece la sierra y
por último la propia división. Sabe Dios cuándo volverá a ponerse en estado
de expedicionar sobre la sierra. En estas circunstancias nada nos importaría
haber tomado la capital, desolada como lo expresa usted, solo perderíamos
lo mejor parte del país. 51
El 22 de julio, Arenales acusaba recibo del oficio del pasado 13, donde se le
ordenaba el retiro de la sierra central. Desde La Oroya escribió:
121
HISTORIA Y CULTURA 30
Paz Soldán muestra la carta de San Martín a O’Higgins, en la que decía que
“me he propuesto mi plan de guerra con el que pienso entrar a Lima, con más segu-
ridad que fiando el éxito a la suerte de una batalla. Los muchachos desearían esto
último para terminar la guerra, pero es menester que tengan la misma cachaza que
yo”.55 Ya estaba decidida la idea de San Martín, pero nunca se la comunicó a sus jefes
militares y, en el caso particular de Juan Antonio Álvarez de Arenales, le produjo una
gran decepción.
[…] después que las fuerzas del ejército libertador ocuparan esta ciudad
abandonada por el enemigo el seis pasado a consecuencia del convencimien-
to práctico que adquirieron de la imposibilidad de mantener su influjo por
54
BN, Mss. 2000023578.
55
Paz Soldán, Historia Perú Independiente, 182.
56
Bulnes, Historia de la expedición libertadora, 123-124.
122
MALDONADO/ El proceso libertario del Perú
más tiempo en un país que aborrece el dominio español […] esta operación
ha tenido éxito por la masiva deserción en las filas enemigas […]. La Di-
visión que salió de esta capital con el general La Serna, tomó el camino a
Lunahuaná y después de increíbles dificultades ha experimentado una baja
tan considerable y el gran número de deserción y enfermos y según noticias
solo tiene 800 hombres disponibles y estos son ardientemente perseguidos
por las partidas guerrilleras que no le dan tregua. El que La Serna, va a Jauja,
a incorporarse a la División de Canterac, y es probable que cuando llegue el
caso de su reunión, ambos estén reducidos a una situación doblemente de-
plorable. Para dar a las operaciones de la guerra un nuevo impulso y preparar
por medio de un descanso momentáneo el desenlace enérgico que debe tener
la campaña, SE dispuso que la división al mando del general Arenales bajase
a las inmediaciones de esta capital lo que ya se ha verificado. [Rubrica al
costado del general San Martín].”57
Entre inicios de julio y fines de agosto, el ejército realista, al no tener enemigo que
lo presione, se recuperó tanto por el lado de las enfermedades, como por el militar.
Al salir de Lima, dejaron en el Callao a población civil y militar con pocos recursos
para su subsistencia y ese estado no había variado mucho. Para dar solución a esto,
el virrey La Serna decidió enviar parte de su ejército al mando del general Canterac
para tomar esa plaza
123
HISTORIA Y CULTURA 30
Parece que esa arenga caló en el pueblo que se mostraba a favor de la in-
dependencia y solo con saber que llegaban los realistas se pusieron del lado de la
independencia. Según Hipólito Únanue en carta a San Martín:
124
MALDONADO/ El proceso libertario del Perú
Callao, según palabras de Camba, “con una serie de movimientos atrevidos, bien
dispuestos y ejecutados”. 61 Por la tarde acampó en la hacienda Baquíjano y Las
Heras, en Mirones.
Ante este accionar tan repentino y audaz del ejército realista, Bernardo Mon-
teagudo, envió una comunicación al secretario de Estado en el Departamento de
Guerra de Chile el 12 de setiembre de 1820 diciendo:
[…] el ejército español que evacuó esta capital el seis de julio, después de
haber experimentado una disminución considerable de su fuerza llegó a la
provincia de Jauja y unido a la división del Brigadier Canterac, se puso en
marcha nuevamente a órdenes de este jefe el 22 de agosto. El tres de setiem-
bre Canterac bajó por Sisicaya con un ejército fuerte de 5 batallones y 700
caballos. SE, el Protector hubo tomado medidas anticipadas para el mayor
éxito de las operaciones de guerra. El enemigo no ha querido enfrentarse por
la inferioridad de su fuerza.”62
Se nota una incongruencia en esta segunda carta. Por un lado, Canterac lle-
gaba con una gran fuerza, pero se señala que este no quiere enfrentarse por la infe-
rioridad de esta. Acepta que La Serna, al unirse con Canterac, ha formado un nuevo
ejército, pero no vemos una crítica al accionar pasado, sino que mantiene un tono de
triunfalista. De los hechos se desprende que no hubo la mínima intención de enfren-
tarse al enemigo.
De esta acción podríamos preguntar si San Martín pensaba que Canterac ve-
nía a quedarse en el Callao, en ese caso sería una carga para el mantenimiento de la
fortaleza del Callao en vez de ayuda, y por eso no lo atacó. Quizás debió atacar con
parte del ejército y propiciar desbande de los realistas, buscar disminuir sus tropas
y luego, ya en el Callao, ver como el ejército realista se diluía y presionar por una
posible capitulación. Preguntas sin respuesta, pero lo que sí obtuvo es el malestar de
la tropa y la misma población y esto se reflejó en sentir que los españoles hacían una
demostración de fuerza y destreza frente a un ejército sin respuesta.
125
HISTORIA Y CULTURA 30
correría la misma suerte si no salía prontamente de los castillos. Canterac traía dine-
ro para La Mar y con la erogación de las personas que se encontraban en el castillo
comprarían alimentos. Esto se frustró por que el señor Del Mazo, quien debía hacer
la negociación con comerciantes ingleses, no encontró al comerciante que era el
nexo para esa operación. Viendo esta situación, al general realista no le quedaba más
que abandonar los castillos y volver a la sierra. 63
El 19 de setiembre:
126
MALDONADO/ El proceso libertario del Perú
Parece ser que el disgusto no fue solo por el dinero, sino también por la di-
rección de la guerra, como lo manifestó Miller en sus memorias. En estas se indica
que tras de la batalla de Ica, el 7 abril de 1822, en la que Canterac derrotó a Pío Tris-
tán y a Agustín Gamarra, los mandos superiores argentinos y chilenos reclamaron
que el nombramiento de Tristán como comandante en el sur por parte del Protector
no fue el más conveniente.66 De Gamarra, existían reclamos desde el tiempo que
estuvo bajo las órdenes de Arenales.
127
HISTORIA Y CULTURA 30
El Protector no tenía una gran comunicación con las partidas que se en-
contraban en la sierra al momento que Canterac dejó Lima, como consta en la co-
municación que envío Juan Delgado al cuartel general de Lima el 22 de setiembre
de 1821, a raíz de un oficio enviado por el teniente gobernador de Churín sobre los
movimientos de la tropa realista y de un enfrentamiento que sostuvieron con ellos:
[…] transcribo a VS. copia del oficio que con fecha de ayer me ha dirigido
el comandante militar de Churín, D. Miguel Silva, que a la letra dice así; las
dos comunicaciones de usted del de diez y nueve y veinte del presente me
instruyeron de los movimientos del ejército enemigo en la capital de Lima
[…] por lo que respecta al Cerro de Pasco, queda por ahora tranquilo, pues
acaba de llegar a este punto D. Buenaventura Llavería, quien me ha hecho
presente que el día antes de su salida llegó un oficio del gobernador de Re-
yes, en que relaciona que en el lugar de Guaspacha, una partida nuestra (que
no sabe de qué división), sorprendió a otra enemiga tomándoseles prisionero
un oficial, un sargento y diez y seis soldados, lo mismos que han marchado
para Lima por la vía de Canta a disposición del Prefecto, declarando antes
que la intención de la división que tienen por Jauja a Huancayo es retirarse
a Huamanga […]69
[…] en este instante me ha ordenado el Exmo. Sr. Protector, que de una or-
den para que mis partidas bajen a la ciudad de Lima, sin pérdida de momento
abiendome que yo de mi parte, dispuse para que inmediatamente se ponga en
marcha a esa capital y que él no lo verificaba por sus muchas ocupaciones.70
68
BN, Mss. 2000023521.
69
BN, Mss. 2000023306.
70
BN, Mss. 2000023405.
128
MALDONADO/ El proceso libertario del Perú
Conclusiones
El inicio de la campaña hacia la sierra tuvo como intención que los pueblos sintiesen
que existía una nueva fuerza y que la independencia que conocían de lejos estaba
ahora cerca. A esto los pueblos reaccionaron positivamente. Con la victoria sobre el
general O’Reilly, la misión de Arenales, consiguió ganar el centro del país. Sin em-
bargo, Arenales volvió a la costa, perdiendo esa gran iniciativa y el poder consolidar
desde allí una cabecera para formar un nuevo ejército. No se dieron las cosas en ese
sentido y se siguió un plan original de poco alcance, con lo que se entregó la riqueza
del centro del país al ejército realista.
Hubo una gran sobreestimación de la actividad que podrían generar las mon-
toneras o guerrillas. Al no conocer la idiosincrasia local, el mando patriota debió
129
HISTORIA Y CULTURA 30
preocuparse por conseguir buenos guías militares y líderes para formar nueva tropa.
No bastó dar una orden y jefaturas en el papel; se debió tener oficiales encargados de
formar una estrategia de alcance militar y no solo de amagues y pequeñas correrías.
Las montoneras que tuvieron más iniciativa desde el lado militar tuvieron éxito,
como ya vimos cuando atacaron a Ricafort.
Está claro que San Martín no deseaba un enfrentamiento directo con los rea-
listas y buscó minar sus fuerzas con el bloqueo de la capital, estrategia que le estaba
rindiendo frutos gracias a la presión de los comerciantes, del cabildo y hasta de la
misma iglesia para la realización de la paz. Esto debió haber sido acompañado de
avances militares que ahondasen las contradicciones que existían dentro de las filas
enemigas, con lo que hubiera tenido dos puntos de presión y la factibilidad de vic-
toria hubiese crecido. La pasividad llevó a que los jefes españoles se reactiven y en
un primer momento reorganicen las fuerzas del Callao, plaza fuerte que San Martín
anhelaba tener, lo que se demostró cuando se rindió La Mar y él dispuso que no se
persiga a la columna de Canterac.
principio por los propios jefes del ejército patriota, como se evidenció por la renun-
cia del general Juan Antonio Álvarez de Arenales.
131
HISTORIA Y CULTURA 30
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Fuentes Primarias
Manuscritos
MSS. 2000023521
MSS 2000023306
MSS 2000023405
MSS 2000023578
MSS 2000023488
MSS 2000023491
MSS 2000023545
MSS 2000012661
MSS 2000023482
MSS 2000023543
Fuentes secundarias
Colección Documental de la Independencia del Perú. Tomo VI. “Asuntos militares”. Vo-
lumen 2. “El ejército libertador del Perú”. Edición y prólogo de Félix Denegri Luna.
Lima: Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú, 1971.
132
MALDONADO/ El proceso libertario del Perú
García Camba, Andrés. Memorias del general García Camba para la historia de las
armas españolas en el Perú, 1809-1821. Madrid: Editorial América, 1916 [1846].
Dellepiane, Carlos. Historia Militar del Perú. Tomo I. Cuarta edición. Lima: Im-
prenta Ministerio de Guerra, 1943.
Miller, John. Memorias del General Guillermo Miller al servicio de la República del
Perú. Lima: Editorial Arica, 1975 [1829].
Paz Soldán, Mariano Felipe. Historia del Perú Independiente. Primer Período,
1819-1822. El Havre: Imprenta de Alfonso Lemale, 1868.
133
HISTORIA Y CULTURA
2019 N° 30 pp. 135 - 162
Resumen
Palabras clave
Abstract
Located in the Andean highlands, a few kilometers from the city of Puno, the town
of Vilque hosted the most famous fair in Southern Peru. The fair flourished during
135
HISTORIA Y CULTURA 30
the early nineteenth century, until the arrival of the railroad to Puno, which boosted
the growth of Juliaca, and conditioned the gradual decay of the fair. During Pente-
cost in the eighteenth century, the town of Vilque, with its few hundred inhabitants,
was a center of pilgrimage for the faithful of the Lord of Vilque. The early nine-
teenth-century growth of the camelid wool export market, and the demand for mules
from Argentina turned Vilque into a fair where tens of thousands of people carried
out business taking advantage of the flow of people and cash. We emphasize the
importance of the fiber offer, exclusively in the hands of indigenous people without
the participation of haciendas, reinforcing the notion of native economic autonomy
during the first half of the nineteenth century.
Keywords
El boom lanero
Ubicado en el altiplano puneño, a una altura de 3,860 metros sobre el nivel del mar,
a pocos kilómetros de la ciudad de Puno, Vilque es hoy un humilde pueblo con algu-
nas centenas de habitantes, que no debe confundirse con Vilque Chico, siendo este
último un distrito de la provincia de Huancané. Hoy, el nombre de Vilque no evoca la
importancia de su pasado, durante el cual tuvo lugar la principal feria del sur peruano
desde las primeras décadas de 1800, hasta la llegada del ferrocarril a Puno, en 1874.
1
Emilio Vásquez, La rebelión de Juan Bustamante (Lima: Librería Editorial Juan Mejía Baca, 1976).
136
URRUTIA/ La feria de Vilque
1834 57 183
1. 1854-1860: expansión
2. 1860-1880: declive
3. 1880-1892: expansión
4. 1892-1911: declive
5. 1911-1919: expansión
2
Heraclio Bonilla, “Islay y la economía del sur peruano en el siglo XIX”, Apuntes. Revista de Ciencias
Sociales 2 (1974): 34.
137
HISTORIA Y CULTURA 30
Cuadro 2. Precio de la lana de alpaca (peniques). En Bonilla, “Islay y la economía del sur
peruano en el siglo XIX”.
La cruenta guerra civil que se libró entre 1856 y 1858 fue el mayor ejemplo,
en el periodo que nos interesa, de la azarosa vida política del país, enfrentando cau-
dillos e intereses regionales y parcialmente ideológicos, con secuelas directas sobre
la economía del sur altiplánico, como señalan los informes de los cónsules británicos
citados por Bonilla:
Durante el año pasado los negocios han sido malos en la ciudad de Arequipa,
debido en gran parte a la reacción generad después del sobre-comercio ocu-
rrido en 1858. El comercio con el interior ha sufrido un daño incalculable a
138
URRUTIA/ La feria de Vilque
causa del movimiento revolucionario que tuvo lugar en la ciudad del Cuzco
en el mes de mayo, el mismo que destruyó la feria de Vilque.3
Junto con las luchas caudillistas, no podemos dejar de mencionar las innu-
merables protestas indígenas ocurridas en el altiplano—sobre todo en Huancané—
contra el intento de reimplantación de la contribución personal, en el marco de lo
que se ha denominado exageradamente como “guerra de castas” en clara alusión a la
sublevación maya en Yucatán ocurrida en la misma época, que condujo a la respues-
ta genocida del estado mexicano. El punto culminante en Huancané fue la revuelta
encabezada por Juan Bustamante entre 1866 y 1868, que altera profundamente la
cotidianeidad de la región, en la cual las economías indígenas, conforme veremos,
eran el vector más importante de los intercambios comerciales gracias a la produc-
ción alpaquera.
3
Ibíd.
4
Erick D Langer, “Indian Trade and Ethnic Economies in the Andes, 1780-1880”, Estudios Interdisci-
plinarios de América Latina y el Caribe 15, n° 1 (2004): 18.
139
HISTORIA Y CULTURA 30
nes del siglo XVIII e inicios del XIX, período en el cual la peregrinación original al
Señor de Vilque, posiblemente impulsada por los jesuitas—como señala Jacobsen—
fue derivando en un evento básicamente comercial.
Diversos viajeros del siglo XIX han perennizado, con sus vívidas descrip-
ciones, las características de la feria de Vilque, además de informes oficiales de fun-
cionarios ingleses y franceses destacados a la región (ver Bibliografia). Markham la
describe en 1860:
Fuera del pueblo había miles de mulas de Tucumán esperando que los arrie-
ros peruanos las compraran. En la plaza había puestos de todo tipo de pro-
ductos de Manchester y Birmingham; en lugares más apartados había polvo
de oro y café de Carabaya, plata de las minas, corteza y chocolates de Boli-
via alemanes con cristalería y prendas de lana de punto, modistos franceses,
italianos, indios quechuas y aimaras en sus diversos trajes pintorescos; de
hecho, todas las naciones y lenguas…El camino estaba repleto de personas
que venían de Arequipa a la feria de Vilque: tenderos nativos, comerciantes
ingleses llegados a concertar sus suministros de lana, y una ruidosa com-
pañía de arrieros en camino a comprar mulas, y armados hasta los dientes
con pistolones, viejas armas e inmensas dagas, para defender sus bolsas de
dinero.5
5
Nils Jacobsen, Ilusiones de la transición. El altiplano peruano, 1780-1930 (Lima Banco Central de
Reserva del Perú / Instituto de Estudios Peruanos, 2013), 129-130.
6
Eugène de Sartigues, “Viaje a las repúblicas de América del Sur (1834)”, en Dos viajeros franceses
en el Perú republicano, por E. de Sartigues y A. de Botmiliau, Emilia Romero, trad. (Lima: Cultura
Antártica, 1947 [1848]).
140
URRUTIA/ La feria de Vilque
A algunas leguas del gran lago Titicaca, que duerme como un mar interior
entre la meseta del Collao y las montañas de Bolivia, se levanta el villorrio
de Vilque. Es allí donde se celebra esa feria, la más considerable del Perú y
quizás de toda la América del Sur y a la que afluyen las poblaciones, no solo
de los departamentos vecinos, Arequipa, Moquegua y el Cusco, sino tam-
bién de Bolivia y de las provincias argentinas, en particular del Tucumán.
Durante quince días Vilque, que apenas cuenta con algunos centenares de
habitantes, ve elevarse su población hasta diez o doce mil almas.7
Hasta la segunda mitad del siglo XVIII, la gran feria de mulas del sur perua-
no se realizaba en Paucarcolla, a pocos kilómetros de Vilque:
A las dos leguas de Puno, camino algo escabroso sin riesgo y de trotar, está
el pueblo de Paucarcolla, que fue la capital de la provincia y que actualmente
está arruinado, pero sin vestigios de haber sido de alguna consideración. En
él se proveen de mulas correos y pasajeros con mucha prontitud, porque hay
abundancia.8
7
Adolphe de Botmiliau, “La republica peruana”, en Sartigues y Botmiliau, Dos viajeros, 204.
8
Alonso Carrió de la Vandera “Concolorcorvo”, El Lazarillo de Ciegos Caminantes, desde Bue-
nos-Ayres, hasta Lima (Buenos Aires: Ediciones Argentinas Solar, 1942 [1773]), 247.
141
HISTORIA Y CULTURA 30
(editado en Lima en 1776), no menciona a Vilque, tal como si hace con Paucarcolla,
Coporaque y Tucle, citando estas dos últimas como dos grandes ferias de mulas, en
Cusco y Jauja respectivamente. Sin embargo, describe con minuciosidad la “indus-
tria” de crianza y venta de mulas desde Tucumán al Perú. En recuerdo de ese pasado
existe actualmente una danza en Vilque llamada “los Tucumanos”, inspirada en los
arrieros que confluían en Vilque. Y en Salta, Argentina, se rinde culto al Señor de
Vilque, en el pequeño pueblo de Sumalao, la gran “tablada” de mulas en Salta de
donde partían las recuas hacia el altiplano y el Perú.
El otro documento, que data de 1823, señala que “la subasta de la feria será
por 158.3 1/2 reales”. Los agentes consulares ingleses instalados en Islay eran los
primeros interesados en adquirir información sobre la feria, convertida en un espacio
crucial tanto para conocer el precio de la fibra de camélido como para sondear la
potencial adquisición de productos ingleses:
Vilque es un pequeño pueblo en el Departamento de Puno, distante a unas
cinco leguas de la ciudad de ese nombre, y a unas cuarenticinco leguas de
Arequipa. En la feria realizada allí, se llevan a cabo un número considerable
de transacciones comerciales; gran cantidad de mercadería es enviada allí
por los comerciantes de Arequipa, y llegan compradores desde Cuzco, Bo-
livia, y las provincias argentinas. Aquellos de este último país traen consigo
gran cantidad de mulas para la venta; allí también se hacen cuantiosos con-
tratos para la entrega de lana, la materia prima que constituye la exportación
principal del distrito; así, se verá que el éxito o fracaso de esta feria es un
asunto de no poca importancia para la comunidad comercial.10
9
Archivo Regional de Puno.
10
Informe del Sr. Wilthew, Cónsul británico en Islay, sobre el comercio de su distrito consular durante
el año 1859, en Bonilla, Gran Bretaña y el Perú, 1826-1919. Informes de los cónsules británicos, tomo
IV (Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1977), 109.
143
HISTORIA Y CULTURA 30
antes que su paisano viajero Botmilieu y envió en 1846 un informe al cónsul francés
en Lima, resumiendo la oferta comercial que había observado en la feria:
Productos en la feria de Vilque:
Productos del país:
oro de Paucartambo,
plata, café, coca, chocolate, cacao del Cusco,
azúcar
bayetones, telas de lana ordinaria,
aguardiente
sillas de montar
contratos para las lanas y la quinquina (que se exportan
por Islay y Arica).
Mulas de Tucumán,
Oro de Bolivia,
Plata de Bolivia
Artículos franceses:
vinos, aguardientes y licores, telas, merinos, chales de
lana, chales de seda, pañuelos, tejidos de seda, rubana
de seda, tela para chaleco, tejidos de algodón, mercería,
arpillería, librería, papelería, joyería, armas e instrumentos.
Artículos ingleses:
bayetón, algodones impresos y crudos, tocuyo, calicota,
quincallería, telas, medias de algodón, medias de seda,
cerveza (de uso generalizado entre los indios).
Artículos de procedencia diversa:
vino de España, juguetes de niños, vidriería ordinaria.11
Jaime Urrutia, Informes de los cónsules franceses en Lima, 1842-1877 (Lima: Instituto Francés de
11
144
URRUTIA/ La feria de Vilque
12
Ibíd.
13
Mateo Paz Soldán, Geografía del Perú (París: Fermin Didot, 1862), 423.
145
HISTORIA Y CULTURA 30
Jacobsen hace una propuesta más cauta, señalando que “el volumen de los
negocios realizados en la feria a finales de la década de 1840 podría haber alcanzado
entre los 750 mil y los 2 millones de pesos”.16
14
Vásquez, La rebelión, 40.
15
Bonilla, Gran Bretaña, vol. IV, 172.
16
Jacobsen, Ilusiones, 130.
17
Alberto Flores Galindo, Arequipa y el sur andino: ensayo de historia regional (siglos XVIII-XX)
146
URRUTIA/ La feria de Vilque
En efecto, Flores Galindo afirma que el espacio regional del sur, que hasta el
surgimiento de la república tenía un eje longitudinal que desde el Cusco articulaba
el altiplano y el Alto Perú, desde la década de 1830 se modificó por otro eje, esta vez
transversal, que unía el altiplano peruano con Arequipa y el puerto de Islay, sobre la
base de exportación de lanas, oro, plata y quinina. Según el mismo Flores, en 1821
se estableció en Arequipa la casa Braillard (francesa), luego la casa Gibbs (inglesa),
y otras como Forga, Stafford, Gibson y Fletcher. En total, más de doce grandes casas
comerciales que acopiaban lana procedente de las ferias campesinas, siendo Vilque
(Puno) la más importante de ellas.18
147
HISTORIA Y CULTURA 30
20
Antonio Raimondi, El Perú. Itinerario de viajes, libro II (Lima: Imprenta Torres Aguirre, 1929),
379, http://www.cervantesvirtual.com/obra/el-peru-itinerarios-de-viajes-version-literal-de-libretas-ori-
ginales--0/
21
José Manuel Valdez y Palacios, Bosquejo sobre el estado político, moral y literario del Perú en sus
tres grandes épocas (Lima: Biblioteca Nacional, 1971 [1843]).
148
URRUTIA/ La feria de Vilque
Y tal como había descrito Valdez, el vice cónsul francés ratifica la importan-
cia de los juegos de azar en la feria:
El aspecto de un campo de batallas después del combate no es menos si-
niestro que el de un salón de juego peruano alumbrado por las primeras
claridades del alba. El monte de la feria de Vilque es además célebre en el
Perú. Devora a menudo grandes fortunas y se cita a más de un negociante
cuya ruina ha sido precipitada en esta forma. En todas partes en el Perú, el
monte tiene sus templos.22
22
Botmilau, “La República peruana”, 207.
23
Ibíd.
24
Ibíd.
25
Bonilla, Gran Bretaña, vol. IV, 247.
149
HISTORIA Y CULTURA 30
Ibíd.
27
150
URRUTIA/ La feria de Vilque
Langer ha propuesto que la primera parte del siglo XIX se caracteriza por un
periodo de preeminencia de las economías étnicas andinas, lo cual no sucedía desde
mediados del siglo XVI. La historia de la feria de Vilque, inicialmente una feria
campesina, es un capítulo importante en la historia de la articulación económica del
sur andino y explica en buena medida la relación de importantes sectores ganaderos
indígenas al mercado, así como la dinámica de un amplio espacio rural involucrado
en este centro de transacciones.
Ibíd., 15.
29
151
HISTORIA Y CULTURA 30
30
Ibíd., 9.
31
Ibíd., 19.
32
Jacobsen, Ilusiones, 237-238.
152
URRUTIA/ La feria de Vilque
dados hispanizados, entre la década de 1890 y 1920, originó una endémica violencia
abierta en el campo azangarino.33
Nuestro interés central ha sido mirar la feria “desde adentro”, es decir, iden-
tificar y describir el funcionamiento mismo de las formas de compra y venta, mi-
rando más hacia la sociedad indígena y su comportamiento. A modo de inicio de la
investigación que nos hace falta, quisiéramos proponer tentativamente una hipótesis:
la economía campesina de la región del altiplano, básicamente ganadera, nos remite
no solo a la propiedad de los hatos y, por ende, al mayor tiempo disponible de las
familias respecto a otras sociedades centralmente agrícolas y al intercambio comer-
cial como parte de sus estrategias, sino también a formas culturales precapitalistas,
donde los ritos y celebraciones implican un gasto importante, y en las cuales la acu-
mulación de prestigio es quizás más importante que la acumulación de capital.
En suma, luego de vender su producción a los comerciantes, los producto-
res de lana del Altiplano no se daban la vuelta y gastaban inmediatamente
sus ganancias en productos importados. Esto era evidente para Clements
Markham, quien se preguntaba qué hacían los criadores de alpacas “con las
enormes sumas de dinero recibidas”. Sugirió entonces que usualmente ente-
rraban este ingreso en metálico.
Ibíd., 379.
33
153
HISTORIA Y CULTURA 30
Es difícil explicar entierros como los sugeridos por Markham, que formaban
parte de la mitología de los grupos dominantes en la región, como destino final del
dinero “ahorrado” por los vendedores indígenas:
Entre la élite de Puno aún florecía en las décadas de 1850 y 1860 una leyenda
según la cual los campesinos indígenas habían enterrado unos diez millones
de pesos bolivianos, que eran sus ingresos procedentes de la creciente venta
de lana, un dinero que de este modo “desapareció de la circulación”.36
35
Jacobsen, Ilusiones, 280.
36
Ibíd., 315.
37
Botmiliau, “La república peruana”, 208.
38
Gustavo A. Prado R, “Efectos Económicos de la Adulteración Monetaria en Bolivia, 1830-1870”, Revista
de Humanidades y Ciencias Sociales 1 (1995): 151. El informe está fechado en Islay, 22 de enero, 1877.
154
URRUTIA/ La feria de Vilque
Colonos Comuneros
Contratas de
Hacendados lana
Repartidores
Alcanzadores o
Mandones
Intermediarios
distritales
Intermediarios
provinciales Medianos
compradores
Otros
intermediarios
CASAS EXPORTADORAS
Arequipa 1901
155
HISTORIA Y CULTURA 30
Productor indígena
Ofertante indígena
Cuadro 4.
En primer lugar, obviamente, están los indígenas ofertantes, sobre todo de
lana de alpaca obtenida de hatos familiares pequeños pero manejados en las parcia-
lidades colectivamente a través de pastores, puesto que las pasturas no están privati-
zadas. La esquila es familiar y nos remite a la venta individual de la fibra en pequeña
escala pues no disponemos de información sobre ofertas y ventas colectivas en ma-
yores volúmenes que podrían negociar en principio mejores precios, tal como sucede
posteriormente con las haciendas.
Ese fue el inicio del fin de la gran feria de Vilque y el surgimiento de la ciu-
dad de Juliaca como el nuevo foco comercial del altiplano y el sur andino. Un escri-
tor arequipeño sugirió al gobierno peruano, ante la llegada del ferrocarril, trasladar
la feria de Vilque a Arequipa para atraer el comercio internacional.39 Digamos que la
feria fue languideciendo hasta fines del siglo XIX, manteniéndose en el traslado de
lana los circuitos tradicionales:
El ferrocarril no reemplazó de la noche a la mañana al transporte con llamas y
mulas. Las recuas eran necesarias para llevar la lana y otros productos de las
haciendas y los centros urbanos de acopio no conectados a la línea del tren,
hasta los almacenes. […] El transporte animal tampoco desapareció inmedia-
tamente de los antiguos senderos de mula que cruzaban la Cordillera Occiden-
tal. Todavía en la década de 1920, casi el 20% a 25% de la lana exportada del
Altiplano era transportada hasta Arequipa en recuas de llamas o mulas.40
39
José Fernández Nodal, Los peruanos ante sus autoridades y el Sacrosanto Concilio Ecuménico de
Roma (Arequipa: Estudio del autor, 1870).
40
Jacobsen, Ilusiones, 299-230.
157
HISTORIA Y CULTURA 30
ANEXO 1
“La provincia de Tucumán envía todos los años muchos millares de esos animales
semi-salvajes los cuales son muy solicitados por los peruanos para los viajes y el
transporte de mercaderías a través de las cordilleras. A un kilómetros del pueblo se
reúne a esas mulas en tropas de quinientos o seiscientas o a veces más, al cuidado
de tres o cuatro gauchos, quienes con sus caras morenas, grandes ponchos que los
envuelve por entero, su chiripá que les cubre las piernas a guisa de pantalón y el
cuchillo siempre pendiente de su cinturón, tienen más bien el aire de bandidos que
de honrados comerciantes venidos para vender sus mulas. Se mantienen inmóviles
sobre sus sillas, con las riendas en la mano y el lazo en la otra, en espera de la llegada
de los compradores. Los aficionados afluyen en gran número. Escogen con los ojos,
pero sin poder acercarse mucho, la bestia que les conviene, la designan al capataz
o jefe de los gauchos, y tratan con él del precio en algunas palabras. En general el
precio es de 30 a 60 pesos y el negocio se concluye rápidamente.
Solo falta coger a la bestia en medio de esa multitud de animales con largas orejas,
jóvenes, obstinados y de los cuales ninguno ha sentido todavía el freno. A una señal
del capataz, uno de los gauchos toma su lazo, lo hace silbar por encima de la cabeza
corriendo a gran trote alrededor de la tropa, medio espantada. Las mulas se ponen
también a correr en círculo y se aprietan más y más unas contra otras. La que el
comprador ha escogido desaparece muy pronto. Pero el gaucho no la ha perdido de
vista, Su lazo recogido se balancea sobre su cabeza. Muy pronto, cuando el momen-
to favorable se presenta, lo despliega como una enorme serpiente y a doce o quince
pasos del jinete, va a coger el animal designado. En vano la mula espantada se resiste
al apretón, el lazo atado a la misma montura del gaucho no suelta al pobre animal.
Por el contrario, mientras más esfuerzos hace por desasirse, con más fuerza la aprieta
el nudo corredizo. La mula cae algunas veces y se revuelca sobre el polvo con rabia
y dolor. ¡Vanos esfuerzo! La respiración le falta, las fuerzas la abandonan, está ven-
cida. El gaucho, tranquilo como un hombre que no ha hecho otra cosa en su vida,
descabalga, se acerca lentamente al animal dominado sin quitar el lazo que lo tiene
cautivo y le echa rápidamente su poncho sobre los ojos. Todo ha concluido, es el
dueño y puede hacer lo que quiere. Entonces empieza otra escena más animada aún.
158
URRUTIA/ La feria de Vilque
Se trata de montar la mula, de hacerla galopar con su jinete para conocer su paso,
pues en estas ferias el comprador no puede probarla sino después de haber cerrado
el trato. Da 4 reales (2 fr.50) al gaucho, el cual por esta módica retribución, no teme
exponerse a quebrarse el espinazo. Mientras que la mula está todavía en tierra, se
le pone un freno muy fuerte en la boca. Una especie de albarda apenas cubierta con
un viejo cuero hecho jirones, con dos cuerdas pasadas por un pedazo de madera a
guisa de estribos, se echa sobre el lomo del animal y es fuertemente cinchado. En el
momento en que, libre del lazo, la mula se levanta todavía medio aturdida y espan-
tada, el gaucho se lanza sobre su lomo, la aprieta entre sus dos piernas armadas de
inmensas espuelas de fierro con rosetas anchas como la palma de la mano. De ordi-
nario, la mula se detiene un instante, como admirada del peso nuevo que siente sobre
ella y del freno que le oprime la boca por primera vez. De repente, replegándose
sobre sí misma, se lanza en saltos cortos y nerviosos, inclinándose a la derecha, a la
izquierda, encabritándose, arrastrándose, enderezándose. Pero el gaucho no la deja.
Esta tan tranquilo, tan impertérrito sobre su silla en medio de estos saltos espantosos,
como un petimetre que galopa en el Bois de Boulogne llevado dulcemente por el
animal de una caballeriza. Cuando la desgraciada bestia fatigada y agotada, empieza
a calmarse gracias a los esfuerzos victoriosos del jinete, éste le hunde las espuelas
en los flancos, la empuja, la excita a su vez, la lanza arrojando espuma en medio de
la llanura, en donde, después de haber corrido un tiempo, regresa a galope al punto
de partida. Entonces se detiene por fin, arroja de nuevo su poncho sobre los ojos del
animal extenuado, le pasa una cuerda alrededor del cuello y lo conduce donde el
comprador, quien le paga los cuatro reales prometidos. El gaucho examina sin decir
nada la moneda de plata, como para asegurarse que es de buena ley, la guarda en el
cinturón de cuero que lleva siempre sobre si y sube impasible sobre su montura, en
donde espera que un nuevo comprador le ofrezca pronto la ocasión de ganar otra
pieza de cuatro reales por una hazaña semejante”.
159
HISTORIA Y CULTURA 30
ANEXO 2
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
161
HISTORIA Y CULTURA 30
Universidad Católica del Perú / Banco Central de Reserva del Perú / Centro Ama-
zónico de Antropología y aplicación práctica, 2001.
Paz Soldán, Mateo. Geografía del Perú. París: Fermin Didot, 1862.
Prado R, Gustavo A. “Efectos Económicos de la Adulteración Monetaria en Bolivia,
1830-1870”. Revista de Humanidades y Ciencias Sociales 1 (1995): 35-76.
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Rengifo, Grimaldo. “Exportación de lanas y movimientos campesinos en Puno,
1895 – 1925”. Tesis de licenciatura, Universidad Nacional Mayor de San Mar-
cos, 1990.
Sartigues, E. de. “Viaje a las repúblicas de América del Sur (1834)”. En Dos viajeros
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do por Emilia Romero. Lima: Cultura Antártica, 1947 [1848].
Urrutia, Jaime. Informes de los cónsules franceses en Lima, 1842-1877. Lima: Insti-
tuto Francés de Estudios Andinos / Instituto de Estudios Peruanos, 2015.
Valdez y Palacios, José Manuel. Bosquejo sobre el estado político, moral y literario
del Perú en sus tres grandes épocas. Lima: Biblioteca Nacional, 1971 [1843].
Vásquez, Emilio. La rebelión de Juan Bustamante. Lima: Librería Editorial Juan
Mejía Baca, 1976.
162
HISTORIA Y CULTURA
2019 N° 30 pp. 163 - 208
Stefan Ziemendorff
Mario Millones Figueroa
Edwin Greenwich Centeno
Resumen
Tras varios intentos fallidos de ubicar los restos mortales de la familia real incaica,
entre ellas las momias de Pachacútec y Huayna Cápac, en el antiguo Hospital de
San Andrés en Lima, es momento de revisar las hipótesis y alternativas posibles
que indican que los restos ya no se encuentran ahí o que nunca llegaron. Se analiza
la posibilidad de que dichos restos fueran encontrados en 1877 sin ser identificados
como tales y trasladados a la fosa común del cementerio general de Lima. Se llega a
la conclusión que existe una alta probabilidad de que no se tratase de los restos de los
incas. Siendo ésta tercera alternativa analizada la última en descartarse, se propone
que todavía hay la posibilidad de que los restos permanezcan aún en el subsuelo del
otrora Hospital. Se indica cuál sería el modo de su identificación e individualización
en caso de ser hallados.
Palabras clave
Pachacútec / Huayna Cápac / Mama Ocllo / Momias / San Andrés / Presbítero Maes-
tro / Osteología antropológica.
163
HISTORIA Y CULTURA 30
Abstract
After several unsuccessful attempts to locate the remains of the Inca royal family, in-
cluding the mummies of Pachacutec and Huayna Capac, at the San Andrés Hospital
in Lima, this article proposes a review of the hypotheses and alternatives stating that
the remains were either removed, or never stored at this place. It also analyzes the
possibility that the remains were found in 1877, and sent unidentified to the general
cemetery of Lima. The authors conclude that there is a high probability that those
remains were in fact not the Incas’. Being this third alternative the last one to be
discarded, the authors propose that there is a chance that the actual remains are still
found under the hospital. In the case the remains were located, the authors propose a
method for their identification and individualization.
Keywords
Introducción
Según varios testimonios escritos entre 1571 y 1638, las momias de Pachacútec,
Huayna Cápac y Mama Ocllo, más algunos otros restos de difícil identificación, fue-
ron remitidas a inicios de 1560 desde Cusco a Lima por el entonces corregidor Polo
Ondegardo, quien había hecho retirar a estas momias de sus respectivas panacas.1 En
Lima fueron trasladadas al Hospital de San Andrés, el hospital de españoles, donde,
hasta cierto momento, fueron expuestas a un público exclusivamente español.2
1
Ver por ejemplo Juan Polo Ondegardo, “Las razones que movieron a sacar esta relación y notable daño
que resulta de no guardar a estos indios sus fueros”, en Pensamiento colonial crítico: Textos y actos de
Polo Ondegardo, Gonzalo Lamana Ferrario, ed. (Cusco: Instituto Francés de Estudios Andinos / Centro
Bartolomé de las Casas, 2012 [1571]), 261, 277; Pedro Sarmiento de Gamboa, Historia Índica (Buenos
Aires: Emecé Editores, 1942 [1572]), 142, 166; Inca Garcilaso de la Vega, Comentarios Reales de los
Incas (Lima: AMC editores S.A.C., 2008 [1609]), 323-325; Bernabé Cobo, Historia del nuevo mundo,
tomo III (Sevilla: Imprenta de E. Rasco 1892 [1653]), 167, 191.
2
José de Acosta, Historia natural y moral de las Indias, tomo II (Madrid: Ramón Anglés, 1894 [1590])
206; Antonio de la Calancha, Coronica moralizada de la Orden de San Agustín en el Perú, tomo I (La
Paz, Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, s/f [1638]), 185; Reginaldo de Lizárraga, Descripción
breve de toda la tierra del Perú, Tucumán, Rio de la Plata y Chile, tomo II (Buenos Aires: Librería La
Facultad, 1916 [1605]), 73.
164
ZIEMENDORFF, MILLONES Y GREENWICH/ Las momias reales incaicas
165
HISTORIA Y CULTURA 30
Antecedentes
166
ZIEMENDORFF, MILLONES Y GREENWICH/ Las momias reales incaicas
12
Riva-Agüero, “Epistolario”, 386-387.
13
Riva-Agüero, “Sobre las momias”, 398.
14
Teodoro Hampe Martínez, “La última morada de los Incas. Estudio histórico-arqueológico del Real
Hospital de San Andrés”, Revista de Arqueología Americana 22 (2003): 121.
167
HISTORIA Y CULTURA 30
Análisis de las probabilidades que los restos hallados en 1877 fueran incas
Riva-Agüero menciona que los cuerpos hallados en 1877 eran de momias / cadáveres
y que aún tenían cabello. De la revisión de sus obras completas se desprende que usa
el término “momia” en el sentido de restos humanos antiguos que conservan tejido
blando,16 mientras el término cadáver lo usa en un sentido más amplio, que engloba
momias, recién muertos y hasta restos esqueletizados.17 Por ello es probable que
15
Bauer y Coello “The Hospital of San Andrés”, 12-13 (traducción propia).
16
Riva-Agüero usa otras 38 veces el termino momia(s), de las cuales 30 se refieren a momias de la
realeza inca, 2 veces a las conocidas momias chancas de Uscovilca y Huancovilca, 2 veces a momias
egipcias, 2 veces a cabezas trofeos reducidas jíbaros, una vez a las diferencias entre momias aimaras
y quechuas y una vez a momias chinchas. En los primeros 36 casos se refiere claramente a momias o
cabezas momificadas en el sentido estricto de la palabra, mientras en los últimos dos casos no conoce-
mos los restos humanos precisos a los que se refiere. Ver Riva-Agüero, Obras completas (Lima: Fondo
Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 1962-1971).
17
De las 27 veces que Riva-Agüero usa el término cadáver lo aplica 15 veces a muertos recientes, 8
veces a los incas reales momificados, una vez a cuerpos que dieron posteriormente lugar a restos esque-
letizados y una vez a los referidos chancas momificados y, finalmente, dos veces para un esqueleto que
168
ZIEMENDORFF, MILLONES Y GREENWICH/ Las momias reales incaicas
Riva-Agüero se haya referido a los restos hallados en 1877 pensando que estas aún
conservaban tejido blando. Sin embargo al día de hoy no podemos tener la seguridad
de que los informantes de Riva-Agüero recordaban este detalle correctamente o si
inclusive hayan aplicado el término “momia” en forma equivocada frente a restos ya
esqueletizados, especialmente porque los restos conservaban su cabello y por ello,
por lo menos también su cuero cabelludo que unió este cabello a la cabeza. En este
sentido aquí se analizará si los cuerpos incas pudieran haber estado aún momificados
o por lo menos conservar su cabello y cuero cabelludo en las condiciones del lugar
donde fueron hallados en 1877 los restos que parecían indígenas.
Al respecto, cabe recordar que el jesuita Acosta notó una o dos décadas des-
pués de la llegada de las momias que el clima húmedo de Lima no era óptimo para
su conservación al aire libre cuando escribió que “[…] en el Hospital de San Andrés,
que fundó el dicho Marqués, han visto muchos Españoles este cuerpo con los demás,
aunque ya están maltratados y gastados”.18 Garcilaso agrega que “[…] es de advertir
que la ciudad de los Reyes (donde había casi veinte años que los cuerpos estaban
cuando su paternidad los vio) es tierra muy caliente y húmeda, y por ende muy co-
rrosiva, particularmente de carnes, que no se pueden guardar de un día para otro”.19
169
HISTORIA Y CULTURA 30
Sex Biases in the Preservation of Human Skeletal Remains”, American Journal of Physical Anthropol-
ogy 76, n° 2 (1988).
22
Melissa Scott Murphy, From Bare Bone to Mummified: Understanding Health and Disease in an Inca
Community, (Tesis doctoral, University of Pennsylvania, 2004).
23
Anónimo, “Las excavaciones en el antiguo Hospital de San Andrés”, Diario El Comercio, 5 de agos-
to, 1937.
24
Janey M. Cronyn, The Elements of Archaeological Conservation (Londres y Nueva York: Routledge,
1990); Anne Moncrieff y Graham Weaver, Science for Conservators. Volume 1. An Introduction to Ma-
terials (Londres y Nueva York: Routledge, 2002); Robert E. M. Hedges y Andrew R. Millard, “Bones
170
ZIEMENDORFF, MILLONES Y GREENWICH/ Las momias reales incaicas
and Groundwater: Toward the Modelling of Diagenetic Processes”, Journal of Archaeological Science,
n° 22 (1995).
25
Por ejemplo, las momias de los pantanos, donde el cuerpo resulta aislado del contacto aeróbico, o
momias de las cumbres alto andinas, donde los cuerpos envueltos se encuentran congelados, como
“Juanita”.
26
Arthur C. Aufderheide, The Scientific Study of Mummies (Cambridge: Cambridge Univer-
sity Press, 2003), 502-511.
27
Las momias incas fueron momificadas deshidratando el cuerpo. Ver Sonia Guillén, “Arti-
ficial Mummies from the Andes Collegium Antropologicum 28, Suplemento 2 (2004): 151-
154. Esto no pasó desapercibido por Inca Garcilaso de la Vega al notar que “los cuerpos pe-
saban tan poco que cualquiera indio los llevaba en brazos o en los hombros.” Ver Garcilaso,
Comentarios reales, 325.
28
Andrew S. Wilson, “The Decomposition of Hair in the Buried Body Environment”, en Soil Analysis,
123.
29
Wilson, “Taphonomic Alterations to Hair and Nail”, en Taphonomy of Human Remains. Forensic
Analysis of the Dead and the Depositional Environment, Eline M. J. Schotsmans, Nicholas Márquez-
Grant y Shari L. Forbes eds. (Oxford: Wiley, 2017), 81.
30
Wilson y Desmond. J. Tobin, “Hair after Death”, en Aging Hair, Ralph M. Trüeb y Desmond J. Tobin,
eds. (Heidelberg: Springer, 2010), 253.
31
Hampe menciona que es arenoso, por lo que este tipo de subsuelo es óptimo para el uso del georadar,
mientras subsuelos con presencia de algún tipo de minerales (como aquellos que podrán detener la
descomposición) lo inhiben. Ver Hampe, “La última morada”, 124.
171
HISTORIA Y CULTURA 30
ello, aún en el caso que lo que Riva-Agüero calificó como “momias” o “cadáveres”
no fueran más que esqueletos con cabello, es improbable que en el ambiente de la
bóveda (muy húmedo, no ventilado y con una temperatura de 18 a 21°C) se pueda
haber conservado cuero cabelludo y menos el cabello durante siglos, aunque sí más
probable que en el caso de tejidos blandos. Aún más improbable es, sin embargo, que
el cabello se haya conservado en tan buen estado que aún pueda servir para califi-
car los individuos a base del cabello como indígenas. Por ello parece que los restos
hallados en 1877 no hayan sido restos tan antiguos como los de los incas, sino que
correspondieran más bien a individuos muertos en un tiempo mucho más reciente.
2. Que dejaron los huesos en su lugar sin trasladarlos al cementerio. Si las mo-
mias incas ya se habían desintegrado y convertido en nada más que huesos,
hubieran estado entonces a salvo de ser trasladados al cementerio.
Tanto Riva-Agüero como Hampe asumen que la única posibilidad conocida de que
indígenas llegasen a este sitio es que se tratase de las momias de incas, por haber sido
el San Andrés un hospital exclusivamente de españoles y criollos. Entonces ¿se pue-
de realmente descartar la posibilidad de que hubieran restos mortales de indígenas (o
que parezcan indígenas) en 1877 en el hospital?
32
Anónimo, “Los Incas enterrados en el antiguo Hospital de San Andrés”, Diario El Comercio, 4 de
agosto, 1937.
172
ZIEMENDORFF, MILLONES Y GREENWICH/ Las momias reales incaicas
se acercan”.33 Ello quiere decir que accedieron hasta 1875 (año en que el hospital fue
cerrado), durante medio siglo, pacientes indígenas y mestizos. Disponemos de datos
estadísticos que nos dan una idea de la posibilidad de encontrar restos indígenas en
el sitio. Así, en 1858, año en el cual murieron 775 pacientes del San Andrés, del total
de 8,894 pacientes, el porcentaje de pacientes indígenas era de 50% y el de mestizos
20%.34 Si extrapolamos estos datos para los 50 años en que funcionó el hospital du-
rante la época republicana, tenemos un total aproximado de 20,000-30,000 muertos
entre indígenas y mestizos en el San Andrés. Con una cifra tan elevada no debería
sorprender que hubiera habido casos en los cuales no se transfirieron los restos mor-
tales al cementerio general, el cual era el lugar previsto para todas sepulturas desde el
1808. Ello también explicaría por qué lo encontrado en 1877 en la bóveda no fueron
solamente huesos, sino cadáveres, ya que el proceso de descomposición aún no se
había completado por el corto tiempo transcurrido.
Riva-Agüero escribe que el capellán español y las monjas han llegado a la con-
clusión que por la forma de sus cabezas se trataba de indígenas.35 Ello implica que
deben haber revisado los cráneos atentamente. Pero, ¿era en 1877 realmente posible
que se identificara el origen étnico en base a la revisión del cráneo y los cabellos
preservados por más de tres siglos por un seglar? Aún si fuera posible que el capellán
español poseyera algún conocimiento sobre la forma de identificación de la etnici-
dad, debería considerarse que en 1877 el estado de conocimiento no era lo suficien-
temente avanzado para dar resultados inequívocos.
173
HISTORIA Y CULTURA 30
y sus alumnos eran examinados sobre proporcionalidad corporal y los ángulos fa-
ciales de Camper.37 El uso certero de estas precisiones distaba, sin embargo, aún de
validez diagnóstica incluso en momentos en que la craneología poseía supremacía
como disciplina. La asignación tipologista de las razas humanas se encontraba ya en
circulación debido a la influencia de la escuela francesa de osteología de Paul Broca,
en particular en América debido a los textos fundacionales de determinación racial
a partir su renombrado estudio Crania Americana.38 En dicho tratado, Morton se
ocupaba también de cráneos peruanos, siendo que para esas fechas se contaba con
escasos y breves aportes para diferenciar razas para las poblaciones andinas, elabo-
rados por Rivero y Tschudi,39 Blake40 y Gosse.41 Dichos estudios se enfrentaban a la
dificultad de colecciones osteológicas sucintas y provenientes de una arqueología
andina incipiente, pero también a la modificación craneana que alteraba la anatomía.
En todo caso, los criterios diagnósticos que pudieran haberse considerado en este en-
tonces distan en mucho del desarrollo que un siglo más tarde se logrará a partir de los
nuevos bríos de la antropología forense42 e, incluso, de un mejor entendimiento del
reparto de la diversidad genética en la especie humana ante el inminente descrédito
del valor biológico de las razas humanas.43
37
Real Universidad de San Marcos de Lima, Examen de anatomía y fisiología (Lima: Imprenta Real
de los Niños Huérfanos, 1807), 6-7. El ángulo de Camper es la primera medida, ampliamente aceptada,
que permitió comparar razas y nacionalidades sobre cráneos humanos. Dicha medida fue propuesta Pe-
trus Camper, médico holandés (1722-1789). La traducción al francés fue publicada póstumamente. Ver
Pierre Camper, Dissertation sur les variétés naturelles qui caractérisent la physionomie des hommes
des divers climats et des différens ages. Suivie de réflexions sur la beauté; particulièrement sur celle de
la tête (Paris y La Haya: H. J. Jansen, 1791).
38
Samuel Morton, Crania Americana or a Comparative View of the Skulls of Various Aboriginal Na-
tions (Filadelfia: J. Dobson, 1839).
39
Mariano Eduardo de Rivero y Juan Diego de Tschudi, Antigüedades peruanas (Viena: Imprenta Im-
perial de la Corte y Estado, 1851), 22-36.
40
Charles C. Blake, “On the Cranial Characters of the Peruvian Races of Men”, Transactions of the
Ethnological Society 2 (1863): 216-231.
41
Louis A. Gosse, “Dissertation sur les races qui composaient l’ancienne population du Pérou”, Mé-
moires de la Société d’Anthropologie de Paris (1860-1863) 1 (1863): 149-176.
42
George W. Gill y Stanley J. Rhine, eds., Skeletal Attribution of Race: Methods for Forensic An-
thropology (Albuquerque: Maxwell Museum of Anthropology, 1990); William W. Howells, “Who’s
Who in Skulls. Ethnic Identification of Crania from Measurements” (Cambridge: Peabody Museum of
Archaeology and Ethnology, Harvard University, 1995): 1-108; C. Loring Brace, “Region Does Not
Mean ‘Race’: Reality versus Convention in Forensic Anthropology”, Journal of Forensic Sciences 40,
n° 2 (1995): 171-175.
43
Richard C. Lewontin, “The Apportioned of Human Diversity”, en Evolutionary Biology 6, T. Dob-
zhansky, M. K. Hecht y W. C. Steere, eds. (Nueva York: Springer, 1972). 381-398; AAPA (American
Association of Physical Anthropology), “AAPA Statement on Biological Aspects of Race”, American
174
ZIEMENDORFF, MILLONES Y GREENWICH/ Las momias reales incaicas
En el caso de los cabellos, cabe indicar que si bien estos se preservan nor-
malmente mucho mejor que el tejido blando, sí sufren una importante pérdida de
volumen y frecuentemente cambian de color. Todos los cabellos contienen una com-
binación de eumelanina (pigmento negro-marrón) y la phaeomelanina (pigmento
rojo-amarillo), ambos pigmentos son susceptibles a cambios químicos bajo ciertas
condiciones. Las condiciones que ocurren en un ambiente de entierro favorecen la
preservación de la phaeomelanina, revelando o potenciando los colores rojo-ama-
rillos de los cabellos que contienen este pigmento. Los cambios de color ocurren
mucho más lento en condiciones de oxidación seca que en condiciones de humedad
anóxica.44 Añadido a eso, varios cronistas que fueron testigos oculares de la momia
de Pachacútec señalaron que tenía el cabello completamente canoso,45 factor que
podría haber dificultado su identificación como indígena en base al cabello, si real-
mente fue el caso que se trató de los incas, pero que no se aplica si fueron cadáveres
mucho más recientes.
El hecho de que las monjas y/o el capellán tuvieran que acudir a la forma de
las cabezas y los cabellos para la identificación de la etnicidad, implica, además, que
no hubiera otra forma más evidente para la identificación de la procedencia indíge-
na. Sin embargo, sabemos que las momias estaban originalmente envueltas en rico
textiles.46 Algunos de estos textiles aún se mantenían antes de su transporte de Cusco
a Lima, como atestigua Garcilaso de la Vega, quien las vio en aquel momento, en el
que “estaban con sus vestiduras, como andaban en vida: los llautos en las cabezas,
Journal of Physical Anthropology 101, n° 4 (1996): 569-570; National Human Genome Research In-
stitute, “The Use of Racial, Ethnic, and Ancestral Categories in Human Research”, American Journal
of Human Genetics 77, n° 4 (2005): 519-532; Stephen D. Ousley, Richard. L. Jantz y Donna Freid,
“Understanding Race and Human Variation: Why Forensic Anthropologists are good at Identifying
Race”, American Journal of Physical Anthropology 139, n° 1 (2009): 68-76; Keith L. Hunley, Graciela
S. Cabana y Jeffrey C Long, “The Apportionment of Human Diversity Revisited”, American Journal
of Physical Anthropology 160, n° 4 (2016): 561-569; Stephen D. Ousley, Richard L. Jantz, y Joseph
T. Hefner, “From Blumenbach to Howells: The Slow, Painful Emergence of Theory through Forensic
Race Estimation”, en Forensic Anthropology. Theoretical Framework and Scientific Basis, C. Clifford
J. Boyd y Donna C. Boyd, eds. (Hoboken: Wiley, 2018): 67-97
44
Wilhelm Sandermann, “Über blondes Haar, Bärte und weisse Haut bei Indianern präkolumbianischer
Kulturen”, Antike Welt 13, n° 1 (1982): 35-43; Wilson, “Taphonomic Alterations”, 84.
45
Ver Acosta, Historia natural, 23; Garcilaso, Comentarios reales, 324, aunque el último cambió la
identidad de Pachacútec por la de Viracocha intencionalmente. Para la discusión sobre este tema, ver
Ziemendorff, “El hallazgo de las momias”, 224-226.
46
Pedro Sancho de la Hoz, “Relación para su majestad”, en Biblioteca Peruana, tomo I (Lima: Editores
Técnicos Asociados S.A., 1968 [1534]), 334.
175
HISTORIA Y CULTURA 30
sin más ornamento ni insignias de las reales.”47 Obviamente las momias ya habían
sido despojadas de sus pertenencias de valor monetario por sus descubridores espa-
ñoles, pero es posible que estos textiles u otros elementos de su ajuar funerario no
les fueran quitados en el camino a Lima, ni en los años posteriores en el San Andrés
justamente por no tener un valor económico en este tiempo. Si algo de esto hubiera
sido reportado por las monjas y/o el capellán, con seguridad Riva-Agüero lo hubiera
anotado, ya que él sí pensaba que estos elementos podían ayudar a identificar a las
momias incas.48
¿Será posible identificar el lugar donde se encontraron los cadáveres o momias su-
puestamente indígenas como el “corral” donde habrían estado las momias aún a
comienzos del siglo XVII, según Antonio de la Calancha?49
176
ZIEMENDORFF, MILLONES Y GREENWICH/ Las momias reales incaicas
Al haber descartado con cierta probabilidad las hipótesis alternativas existentes so-
bre la desaparición de las momias incas del otrora Hospital Real de San Andrés, cabe
preguntar si valdría la pena seguir buscándolos allí.
Así, en el 2010 se cita al historiador Hampe quien afirmó que “lo que nos
toca ahora es buscar en la parte del cementerio antiguo, pero para ello se necesitan
recursos.”55 El mismo año, con ocasión de una invasión al local del antiguo hospital
y el enlozado de una parte por el invasor, se indica en el diario El Comercio que
“Hampe señala que el apoyo que les dio, en ese entonces, la Universidad de Chicago
177
HISTORIA Y CULTURA 30
fue importante para develar la existencia de cinco lugares subterráneos con eviden-
cias de entierros. Los trabajos se suspendieron por falta de financiamiento y solo
algunas zonas fueron exploradas. Una de las faltantes se encuentra bajo el cemento
que sembró Rodríguez.”56
Una revisión de los informes emitidos tras las últimas excavaciones deja
bastante claro que lo excavado efectivamente hasta la fecha es una porción pe-
queña del antiguo hospital. Así, del informe de exploración del subsuelo del San
Andrés con un Radar Penetrante del Suelo (GPR) se desprende que buena parte
del terreno no pudo ser explorado (ni tampoco fue luego excavado) “por tratarse
de áreas clausuradas o en uso cotidiano, y algunas de ellas porque tenían nume-
rosas cañerías de desagüe.”58 Con el uso cotidiano se refiere a que buena parte
del antiguo hospital estaba aún en uso como colegio.
178
ZIEMENDORFF, MILLONES Y GREENWICH/ Las momias reales incaicas
60
Coello y Bauer, “Excavaciones arqueológicas”, 177.
61
Castelli, “La primera imagen”, 210-213; Cobo, Historia de la fundación, 301-306.
62
Castelli, “La primera imagen”, 211.
63
Cobo, Historia de la fundación, 304-305.
179
HISTORIA Y CULTURA 30
Imagen 3. Mapas del predio del San Andrés en Barrios Altos. La línea naranja indica la
extensión actual y la línea roja la probable extensión aproximada entre 1560 y 1780. Elabo-
ración propia basado en Juan y Ulloa, Plano escenográfico de la Ciudad de los Reyes (1983
[1748]) y Google Earth (2018).
En base a este mapa, el informe de exploración del subsuelo del San Andrés64
y el informe de excavación,65 hemos elaborado un mapa (imagen 4) que muestra los
antecedentes de las investigaciones efectuadas hasta la fecha. Ello permite llegar a
las conclusiones siguientes:
180
ZIEMENDORFF, MILLONES Y GREENWICH/ Las momias reales incaicas
4. El área que no fue explorada con el Georadar, por estar aún en uso en el 2001
(aunque ya no lo está, debido a que el colegio fue clausurado hace algunos
años), consiste aproximadamente del 14% de la superficie total.
Imagen 4. Mapa del San Andrés con los avances de la exploración. Elabora-
ción propia basada en Hampe, et al., “Informe Final”, mapa n° 2.
En conclusión, menos de la octava parte del área que puede aún albergar los
restos mortales de Pachacútec y Huayna Cápac fue investigada y más del 88% aún
espera ser revisada, siendo de especial importancia ampliar el área de la búsqueda
a la parte de la “gran huerta”, la cual al día de hoy está ocupada por un estaciona-
miento de la comisaría de San Andrés, un campo deportivo del colegio “Héroes del
Cenepa” y algunas construcciones presuntamente informales (ver imagen 4). Ello no
181
HISTORIA Y CULTURA 30
solamente por su tamaño, sino porque parece un lugar más propicio que las grandes
porciones construidas del San Andrés, pues no parece muy probable que las momias
fueran enterradas debajo de algún edificio en pleno uso como la farmacia, la cocina
o inclusive debajo de camas ocupadas de enfermos. Por lo contrario, es mucho más
probable que la porción de la “gran huerta” o de los “corrales para el ganado” pudie-
ra corresponder con más exactitud al corral en el cuál fueron vistas por última vez
por Antonio de la Calancha en 1630-31,66 aunque como ya se mostró en un artículo
anterior, la suposición de que las momias fueron enterradas en este corral, no cuenta
con un respaldo histórico seguro.67
2. Reiteradamente han salido restos óseos del hospital sin ser analizados. A
parte de los cadáveres trasladados al cementerio general en 1877, ese mis-
mo año se halló una gran cantidad de restos humanos entre dos paredes, los
cuales correspondieron a un elevado número de personas.70 También durante
las excavaciones de José de la Riva-Agüero, fueron extraídos algunos restos
para ser entregados al médico y antropólogo Dr. Carlos Morales Macedo
66
Calancha, Coronica moralizada, 185.
67
Ziemendorff, “Los Marqueses de Santiago de Oropesa”, 250-254.
68
Por ejemplo, la presunta cabeza del ídolo de Viracocha fue enterrada a una profundidad de 8 metros.
Ver Juan Larrea, “Una estatua-enigma del Cusco”, en Corona Incaica (Córdoba: Facultad de Filosofía
y Humanidades. Universidad de Córdoba, 1960), 157.
69
Ziemendorff, “Los Marqueses de Santiago de Oropesa”, 250-254.
70
José Toribio Polo, “Momias de los Incas”, en Documentos literarios del Perú, tomo X, Manuel de
Odriozola, ed. (Lima: Imprenta del Estado, 1877), 377.
182
ZIEMENDORFF, MILLONES Y GREENWICH/ Las momias reales incaicas
183
HISTORIA Y CULTURA 30
Primero, José de la Riva-Agüero asume que los cuerpos incas podrán ser
reconocidos ya no por objetos asociados a ellos, sino porque posiblemente se en-
cuentran envueltos en textiles incas y por indicios antropológicos de ser indígenas:
Es de suponer que los cuerpos de Incas y coyas inhumados en Lima lo fue-
ron en lugar secreto del Hospital, y despojados de sus ídolos y ofrendas,
como que el motivo de su traída a nuestra ciudad y su sepultura en ella fue
evitar supersticiones; pero algunas mantas ricas y otros indicios quedarían
reconocibles, aunque no fueran sino las peculiaridades de la raza indígena,
en un Hospital destinado a castellanos, mestizos y otras castas, con exclu-
sión de los indios, para los cuales se reservaba el próximo de Santa Ana.76
184
ZIEMENDORFF, MILLONES Y GREENWICH/ Las momias reales incaicas
niveles de excavación? Hampe piensa que los cuerpos embalsamados ofrecerán una
consistencia distinta, a pesar de haber sufrido cuatro siglos de humedad limeña. Asi-
mismo, es muy probable que cuenten con su ajuar funerario.”78 El mismo historia-
dor es citado en diferentes medios, en los cuales especifica que no piensa encontrar
asociadas piezas de oro79 y sugiere pruebas de ADN comparativa con descendientes
actuales de los incas y estudios paleopatológicos.80
Para poder identificar los restos mortales incas de otros restos humanos provenientes
del San Andrés, específicamente en el caso de que se efectúen nuevas excavacio-
nes, proponemos métodos mucho más precisos de identificación bioantropológica de
acuerdo a una propuesta previa de individualización de las momias incas.81
Debido al frecuente traslado de los cuerpos incas después de su hallazgo por Polo
Ondegardo, primero dentro del Cusco, después de Lima a Cusco y luego dentro del
mismo hospital de San Andrés, no creemos probable que pueda encontrarse muchos
objetos que estuvieran asociados a los cuerpos. Sin embargo objetos de poco valor
monetario en la colonia temprana, como cualquier resto de textil, sí podrían ser un
buen indicador de su identidad, dependiendo si el grado de conservación permite su
correcta identificación como un bien que pudiera identificar a la realeza inca.
78
Enrique Planas, “Buscando a tres incas”, Diario El Comercio, 30 de octubre, 2005: C4.
79
“Aunque de encontrarse, ya no estarían con las piezas de oro porque probablemente los españoles se
las habrían retirado [...]”. Ver Luna, “La verdad se esconde”.
80
“Si las encontramos muy deterioradas podremos hacer la prueba del ADN, pues todavía existen las
panacas de estos incas”. Ver Teresita Muñoz-Najar, “Buscando al Inca”, Caretas, 19 de julio, 2001: 58.
“No sabemos en qué estado se hallan las momias, quizás están amontonadas con otros huesos o dete-
rioradas, pero recurriremos a la ciencia, al ADN y a las investigaciones de los paleopatólogos para ver
qué queda, comentó”. Ver anónimo, “Excavarán Lima antigua en busca de momias de incas”, El País
(Montevideo, Uruguay), 18 de setiembre, 2002.
81
Ziemendorff, “El hallazgo de las momias”: 223-229.
185
HISTORIA Y CULTURA 30
82
Bradley J. Adams y John E. Byrd, eds., Commingled Human Remains. Method in Recovery, Anal-
ysis, and Identification (Ámsterdam, Boston, Heidelberg, Londres, Nueva York, Oxford, París, San
Diego, San Francisco, Singapur, Sídney, Tokio: Academic Press 2014); Anna J. Osterholtz, Kathryn M.
Baustian y Deborah L. Martin, eds., Commingled and disarticulated human remains. Working toward
improved theory, method and data (Springer 2014); Anna J. Osterholtz, ed., Theoretical approaches to
analysis and interpretation of commingled human remains (Cham, Heidelberg, Nueva York, Dordrecht,
Londres: Springer 2016).
83
Henri Duday, The Archaeology of the Dead: Lectures in Archaeothanatology (Oxford: Oxbow Books,
2009); Henri Duday, Patrice Courtaud, Éric Crubezy, Pascal Sellier y Anne-Marie Tillier, “L’anthropol-
ogie «de terrain» reconnaissance et interprétation des gestes funéraires.” Bulletins et Mémoires de la
Société d’Anthropologie de Paris 2, n° 3-4 (1990): 29-49.
84
John E. Byrd, “Models and Methods for Osteometric Sorting”, en Recovery, Analysis, and identifi-
cation of commingled human remains, Bradley. J. Adams y John. E. Byrd (Nueva York: Humana Press
2008), 199-220; John E. Byrd y Carrie B. LeGarde, “Evaluation of Method Performance for Sorting of
Commingled Human Remains”. Forensic Sciences Research 3, n° 4 (2018): 343-349.
85
Edwin Greenwich y Tania Delabarde, “L’examen du squelette pouvant être celui du conquistador de
l’empire inca: Francisco Pizarro”, en Manuel pratique d’anthropologie médico-légale, Tania Delabarde
y Bertrand Ludes, eds (París: ESKA, 2014), 419-428
186
ZIEMENDORFF, MILLONES Y GREENWICH/ Las momias reales incaicas
187
HISTORIA Y CULTURA 30
89
Jiawei Li, Wen Zeng, Ye Zhan, Albert Min-Shan Ko, Chunxiang Li, Hong Zhu y Qiaome Fu, “An-
cient DNA Reveals Genetic Connections Between Early Di-Quiang and Han Chinese”. BMC Evolu-
tionary Biology 17, n° 239 (2017): 1-13.
90
José R. Sandoval, Daniel R. Lacerda, Marliza S. Jota, Ronald Elward, Oscar Acosta, Donaldo Pinedo,
Pierina Danos, Cinthia Cuellar, Susana Revollo, Fabricio R Santos y Ricardo Fujita, “Genetic Ancestry
of Families of Putative Inka Descent”, Molecular Genetics and Genomics 293, n° 4 (2018): 873–881.
91
Mario Millones, “‘Morte secca et parentela’. Parientes del pasado, entierros del presente”, en Al
final de camino, Luis Millones y Moises Lemlij, eds. (Lima: Seminario Interdisciplinario de Estudios
Andinos, 1996), 51-67.
92
José Manuel Monroy Kuhn, Mattias Jakobson y Torsten Günther, “Estimating Genetic Kin Rela-
tionships in Prehistoric Populations”. Plos ONE 13, n° 4 (2018): https://doi.org/10.1371/journal.
pone.0195491.
93
María Rostworowski de Diez Canseco, Pachacútec (Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 2001
[1953]), 44.
188
ZIEMENDORFF, MILLONES Y GREENWICH/ Las momias reales incaicas
Si bien ciertos isótopos estables son los que se utilizan para caracterizar la
dieta (carbono, nitrógeno) y otros los que se utilizan para caracterizar el origen y
la movilidad poblacional (estroncio y oxígeno), son los estudios multi-isotópicos
los que proporcionan una distinción más completa de las huellas isotópicas. Dicha
caracterización resulta compleja, incluso sólo en términos de lograr patrones de re-
ferencia para establecer migraciones para el territorio andino, tal como lo hace notar
Knudson.95 Una mejor resolución de la dieta se logra al incorporar isótopos adicio-
nales como el sulfuro96 o la relación de dichas huellas isotópicas con indicadores de
salud.97
189
HISTORIA Y CULTURA 30
incas y una mayor migración con origen diverso de mujeres hacia etapas posterio-
res.99 Por ello, el uso de las isotópicas en las momias incas podría ser de interés para
diferenciar restos que resulten señalados a nivel morfológico.
Dimorfismo sexual
Modificaciones craneales
190
ZIEMENDORFF, MILLONES Y GREENWICH/ Las momias reales incaicas
la necesidad que fuese realizada a una temprana edad, es probable que los incas bus-
cados presenten modificación craneal, específicamente del tipo tabular erecto. Por
otro lado, no existe data histórica, ni arqueológica para afirmar que las coyas tam-
bién tenían modificaciones craneales. Esto concuerda con el hallazgo de que las tres
mujeres que fueron enterradas junto con el Inca Paullu no presentaron modificacio-
nes.102 Sin embargo, tampoco se podrá descartar esta posibilidad ya que esta práctica
fue también aplicada en mujeres, como muestran los hallazgos de individuos de sexo
femenino con modificación tabular erecta en Sacsayhuamán.103
Paleopatología
Tal como ha sido indicado por Teodoro Hampe Martínez,104 la paleopatología podrá
servir para la identificación de los restos. Ello es por lo menos cierto para la identifi-
cación de los dos más importantes personajes entre las momias: la de Pachacútec y la
de Huayna Cápac. La primera porque es conocido que Pachacútec recibió una herida
102
Millones, “Reporte de osteología humana del Inca Paullu”, en “Informe del Proyecto: Buscando el
contexto funerario del Inca Cristóbal Paullu en el templo de San Cristóbal, Cusco”, María del Carmen
Martín Rubio y Alfredo Candía Gómez (Cusco: Informe presentado al Instituto Nacional de Cultura,
2008).
103
Andrushko, Elva C. Torres Pino y Viviana Bellifemine, “The Burials at Sacsahuaman and
Chokepukio: A Bioarchaeological Case Study of Imperialism from the Capital of the Inca Empire”,
Ñawpa Pacha, n° 28 (2006): 74.
104
Anónimo, “Excavarán Lima antigua”.
191
HISTORIA Y CULTURA 30
en la cabeza por un golpe o una piedra arrojada,105 a la cual sobrevivió y que aún era
visible en su momia,106 siendo un criterio de identificación bastante específico. Para
este caso, será necesario hacer un estudio de lesiones antemortem y establecer la
presencia de dicha lesión curada, tomando tomografías al cráneo de manera que tam-
bién se notará la lesión internamente.107 Adicionalmente, será de sumo interés saber
si la herida muestra algún signo de haber sido trepanada.108 Por su parte, los restos de
Huayna Cápac, dependiendo de su estado de conservación, podrían mostrar señales
de su enfermedad terminal o bien de señales de haber sido envenenado.109 A parte de
las momias mencionadas, se conoce que tanto Mama Ocllo como Mama Anahuarque
(o Mama Runtu) eran varias veces madre, lo cual podría dejar marcas de parto reco-
nocibles en la cara interna distal de los huesos pubis del coxal. Si bien la posibilidad
de poder atribuir ciertas marcas a partos o inclusive la cantidad de partos fue bastante
cuestionada,110 recientes investigaciones muestran que sí hay una asociación estadís-
tica significativa entre dichas marcas y los partos vaginales, siendo más marcadas en
casos de múltiples partos.111 Por ello estas marcas podrán ser usadas como un método
adicional de identificar el sexo y como distintivo, aunque no muy seguro en caso de
encontrar restos de mujeres indígenas sin marcas de parto.
105
Sarmiento, Historia Índica, 115; Joan de Santacruz Pachacuti Yamqui, “Relación de antigüedades
deste reyno del Pirú”, en Tres relaciones de antigüedades peruanas, Marcos Jiménez de la Espada, ed.
(Madrid: Imprenta y Fundición de M. Tello, 1879 [1613]), 279.
106
Acosta, Historia natural, 206.
107
Leonard J. King y David C. Wherry, ABC of Imaging in Trauma (Chichester: Wiley-Blackwell,
2010); Vicki L. Wedel y Alison Galloway, Broken Bones. Anthropological Analysis of Blunt Force
Trauma, 2da edición (Springfield: Charles C. Thomas, 2013).
108
Verano, Holes in the Head. The Art and Archaeology of Trepanation in Ancient Peru (Dumbarton
Oaks: Research Library and Collection, 2016); Andrushko y Verano, “Prehistoric Trepanation in the
Cusco Region of Peru. A View into an Ancient Andean Practice” American Journal of Physical Anthro-
pology 137 (2008):4-13.
109
Para la discusión sobre la causa de la muerte de Huayna Capác, ver Robert McCaa, Aleta Nimlos y
Teodoro Hampe Martínez, Why Blame Smallpox? The Death of the Inca Huayna Capac and the De-
mographic Destruction of Tawantinsuyu (Ancient Peru), 2004, www.hist.umn.edu/~rmccaa/aha2004/
whypox.doc.; Ziemendorff, “Revisión de argumentos respeto al hipotético asesinato del inca Huayna
Cápac”, Uku Pacha 20 (2016): 5-25.
110
Douglas H. Ubelaker y Jade S. de La Paz, “Skeletal Indicators of Pregnancy and Parturition: A His-
torical Review”, Journal of Forensic Sciences 57, n°4 (2012): 866-872.
111
Tatum A. McArthur. Isuzu Meyer, Bradford Jackson, Michael J. Pitt y Matthey C. Larrison, “Parturi-
tion Pit: The Bony Imprint of Vaginal Birth”, Skeletal Radiology 45, n° 9 (2016): 1263–1267.
192
ZIEMENDORFF, MILLONES Y GREENWICH/ Las momias reales incaicas
Edad
193
HISTORIA Y CULTURA 30
Antigüedad
Si bien lo dicho sobre la edad de los incas también es aplicable para la antigüedad de
sus restos, en este punto por lo menos es posible distinguir los restos incas de restos
mortales más recientes. Como ya se mencionó, es muy posible que se encuentren restos
mortales de indígenas de la época republicana en el antiguo hospital, más precisamente
entre 1825 y 1875, mientras las momias de los incas datan (aproximadamente) de 1528
(Huayna Cápac), 1471 (Pachacútec), 1438 (Viracocha). En cuanto a los demás incas,
nos limitamos a señalar que murieron en la segunda mitad del siglo XV o comienzos
Introduction, Natalie R. Langley y Maria Teresa A. Tersigni-Tarrant, 2da edición (Boca Ratón, Londres
y Nueva York: CRC Press, 2017), 175-194.
118
John H. Rowe, “La fecha de la muerte de Wayna Qhapaq”, Revista Histórica 2, n° 1 (1978): 86.
119
Rostworowski, Pachacútec, 125
120
Rowe y Catherine Julien, “A Question of Time: Juan de Betanzos and the Narrative of the Incas”.
Ñawpa Pacha 29, n°1 (2008): 159.
121
Con la revisión de las fuentes tempranas, María Rostworowski estima su edad en 80 años. Ver
Pachacútec, 123-124.
122
Rowe y Julien, “A question of time”, 159.
123
Lucille E. St. Hoyme y Mehmet Y. Iscan, “Determination of Sex and Race: Accuracy and Assump-
tions”, en Reconstruction of life, 53-93.
194
ZIEMENDORFF, MILLONES Y GREENWICH/ Las momias reales incaicas
del XVI. Esta diferencia de por lo menos unos 300 años entre posibles restos indígenas
de la época republicana por un lado y los restos incas podrá ser mostrada con total se-
guridad mediante el método C14. Sin embargo, su margen de error, combinado con la
inseguridad acerca de las fechas de muerte precisas, no podrá servir para distinguir con
precisión a Huayna Cápac de Amaru Topa Inga y Pachacútec por un lado y a Mama
Anahuarque (o Mama Runtu) y Mama Ocllo por otro lado.
Otros marcadores
En el caso de Mama Ocllo, hay una referencia a que tenía los ojos postizos, siendo,
según Cobo, la momia mejor preservada de todas.124 Otro marcador antes mencio-
nado señala que Viracocha fue quemado, por lo que, de encontrar sus huesos, están
tendrían claramente estas marcas.125 Finalmente, hay que recordar que las momias
se mantenían juntas, por lo menos hasta el último reporte que se tuvo de ellas, por lo
cual, si se mantuvo este conjunto en un solo contexto arqueológico se aumentaría la
facilidad de identificarlos.126
Figura 2. Criterios de identificación de los restos incas en el San Andrés. (Elaboración pro-
pia).
124
Cobo, Historia del nuevo mundo, 191.
125
Christopher W Schmidt y Steven A. Symes, eds., The Analysis of Burned Human Remains. Londres
y San Diego: Academic Press, 2015.
126
Por ejemplo, si se halla un individuo masculino, indígena y de avanzada edad con la mencionada
herida curada en la frente (y que por ello podría ser Pachacutec) junto a los restos quemados de un
individuo masculino, indígena adulto o adulto mayor (que podría ser Viracocha) y junto con ellos dos
mujeres indígenas adultas, la probabilidad que estas dos últimas sean las buscadas coyas aumentaría,
frente a un escenario donde son halladas en forma apartada.
195
HISTORIA Y CULTURA 30
Conclusiones y recomendaciones
3. Hasta la fecha solo fue excavada una pequeña parte del otrora Hospital Real
de San Andrés en 1937 y 2005. En ambas excavaciones se ha obviado gran-
des partes del antiguo predio en específico, aquellas partes que correspon-
dieron a las amplias huertas y corrales al interior del San Andrés, donde, sin
embargo, la probabilidad que fueran enterradas es mayor.
197
HISTORIA Y CULTURA 30
198
ZIEMENDORFF, MILLONES Y GREENWICH/ Las momias reales incaicas
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204
ZIEMENDORFF, MILLONES Y GREENWICH/ Las momias reales incaicas
Resumen
Palabras clave
Abstract
209
HISTORIA Y CULTURA 30
wealthy citizens who settled permanently, or for long periods of time so to enjoy
French culture; government dignitaries (diplomats, consuls, among other officials),
students and artists; and finally, a less favoured group referred to as the “abandoned”,
composed of sailors who stayed in port for some reason, servants abandoned by their
masters, and widows and orphans. Each group had its own dynamic, but, although
tenuous in some cases, the link with the country of origin was maintained essentially
thanks to the work of our diplomats and consuls.
Keywords
Los procesos migratorios son tan antiguos como la humanidad y las razones por
las que se emprenden suelen ser muy variadas, desde la supervivencia misma del
individuo o del grupo, hasta la aspiración de insertarse en un espacio geográfico con
mayores recursos o en una sociedad a la que se considera más sofisticada, o mejor de
la que se procede, y que brinda oportunidades de progreso. Los ejemplos abundan,
desde la misma expansión de la especie humana a partir de África, pasando por los
asentamientos fenicios y griegos en el Mediterráneo, la ocupación árabe de España,
la migración europea al Nuevo Mundo, el repliegue de los pueblos aborígenes asen-
tados en el Amazonas para huir de la esclavitud, las grandes migraciones europeas
impulsadas por la hambruna en el siglo XIX, los refugiados por las guerras del siglo
XX, la presencia hispanoamericana en Estados Unidos, el actual drama sirio y lo que
sucede en Venezuela.
La segunda mitad del siglo XIX no fue excepcional en ese sentido, produ-
ciéndose movimientos migratorios entre una Hispanoamérica que salía de las tur-
bulencias iniciales de sus jóvenes repúblicas, y una Europa que se iba sosegando
tras los movimientos revolucionarios surgidos como consecuencia indirecta de la
revolución industrial.
210
ORTIZ/ La comunidad peruana en Francia durante la segunda mitad del siglo XIX
Sobre estas bases, podemos decir que, para la segunda mitad del siglo XIX,
en algunos países europeos había cuatro grupos de hispanoamericanos. El primero
estaba formado por aquellos que disfrutaban de una cómoda posición económica
que les permitía asentarse en alguna ciudad europea o emprender largos viajes por el
viejo continente. Sobre ellos comentó David J. Guzmán en 1868, en el caso concreto
de París, que “hace aún algunos años sus fiestas eran célebres; hoy ya se han eclip-
sado un poco, a causa de los disturbios políticos de las repúblicas que deben haber
ocasionado bajas sensibles en sus fortunas”.1
1
El Eco Hispanoamericano n° 417, 24 de junio, 1868, 3, col. 3-4.
211
HISTORIA Y CULTURA 30
De todos estos grupos, solo los dos primeros, aunque el segundo en menor
medida, estuvieron en condiciones de escoger su lugar de destino. Si bien algunos de
ellos mantenían vínculos familiares en España, el destino predilecto fue Francia, más
precisamente, París. Obviamente, algunos se dirigieron a otros países o ciudades,
pero esa preferencia por París merece alguna explicación.
2
La Región parisina o Región de la Isla de Francia (Île-de-France) es una de las 18 regiones que, junto
con los territorios de Ultramar comprenden la República Francesa. Está compuesta por los Departa-
mentos de Essone, Hauts-de-Seine, París, Seine-Saint-Denis, Seine-et-Marne, Val-de-Marne, Val-d’Oi-
se e Yvelines.
3
Gérard Béaur y Béatrice Marin, “La Statistique Générale de la France”, L’Atelier du Centre de re-
cherches historiques, censos de 1851 a 1886, https://journals.openedition.org/acrh/2890.
212
ORTIZ/ La comunidad peruana en Francia durante la segunda mitad del siglo XIX
4
Daniel Emilio Rojas, “Los latinoamericanos de París en el cambio de siglo. Sobre Die
Hauptstdt Lateinamerikas (2013), de Jens Streckert”, Colombia Internacional n° 87 (2016):
247-248 y 255.
Rojas, “Los latinoamericanos de París”, 250.
5
213
HISTORIA Y CULTURA 30
La comunidad peruana
Definidos algunos aspectos generales, cabe ahora plantearse algunas preguntas sobre
los integrantes de la comunidad peruana en Francia, tales como ¿quiénes la con-
formaron? ¿Dónde se instalaron? ¿A quiénes frecuentaron? ¿A qué se dedicaron?
¿Retornaron al Perú o permanecieron en Francia?
6
Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú (en adelante AMRREE), Legación en Fran-
cia, 1868, ff. 177-182; Consulado en París 1868, oficio del 31/10; y 1869.
7
AMRREE, Legación en Francia, 1857; consulado en París 1857, oficio del 14/11.
214
ORTIZ/ La comunidad peruana en Francia durante la segunda mitad del siglo XIX
hermanos, Bernardo y Felipe, casado este último con Eloísa Álvarez Calderón, tam-
bién estaban en París durante la Guerra del Pacífico.8
El arequipeño Ventura Marcó del Pont y Roiz del Barrio, nacido en 1826,
fue quizá quien más tiempo cumplió funciones consulares en París, pues figura como
vicecónsul entre 1852 y 1867, y como cónsul desde 1874 hasta 1886. Casado en
Buenos Aires con Augusta Quiroz, se trasladó a París, donde estableció una casa co-
mercial.9 Si bien es mencionado con comprensible frecuencia en la documentación
consultada, es poco lo que conocemos sobre su vida.
Se conoce más sobre el cuarto aportante a esa colecta, el limeño Felipe Eu-
genio Cortés Alcázar, cuya posición económica era acomodada gracias a las extensas
propiedades que había heredado en el valle central chileno. Tras incursionar en nuestra
siempre convulsionada vida política, en 1858 pasó a Europa y se asentó en París, a donde
eventualmente, y por periodos variados de tiempo, se le unieron algunos parientes, entre
ellos sus hijos Scipión y José Regis; su hermana Pastora con su hija Zelmira; y su cuñada
María Solís viuda de Nieto, con sus hijos Leonidas, Domingo, Beatriz y Fortunata.10
Cortés disfrutó de todas las ventajas y diversiones que París ofrecía a una
persona con recursos abundantes, entablando además relaciones afectivas al menos
con dos mujeres, fruto de las cuales tuvo tres hijos. Su intensa vida social lo llevó a
contactarse con numerosos hispanoamericanos, contándose entre ellos a los perua-
nos Juan Manuel Iturregui, Ulises Delboy, Manuel Soyer Lavalle, Luciano Benjamín
Cisneros y Nicolás Lissón,11 y al chileno Ruperto Ovalle Vicuña, quien a partir de
1880 tomó ventaja de la creciente senilidad de Cortés para hacerle suscribir una serie
de contratos en beneficio propio. Los hijos de Felipe Eugenio impugnarían dichos
contratos y, tras la muerte de su padre, acaecida en 1886, iniciaron un largo proceso
judicial para recuperar sus propiedades.
8
José Agustín de la Puente Candamo y José de la Puente Brunke, El Perú desde la intimidad. Epistola-
rio de Manuel Candamo (1873-1904) (Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 2016), 96 y 98.
9
De la Puente y De la Puente, El Perú, 550.
10
Jorge Ortiz Sotelo, Lazos de sangre: la familia Cortés en Perú y Chile (siglos XVII al XX) (Lima:
Instituto Peruano de Economía y Política / Universidad Bernardo O’Higgins / Pontificia Universidad
Católica de Valparaíso, 2013), 194-209; “Felipe Eugenio Cortés y la Convención Nacional de 1855,”
Aula y Ciencia 9, n° 13 (2017): 85-116.
11
José Regis Cortés, El robo de los hermanos F. Javier i Ruperto Ovalle Vicuña ante los
tribunales de Chile (Santiago: Imprenta de El Progreso, 1887).
215
HISTORIA Y CULTURA 30
Como ocurre actualmente, con ocasión de las fiestas patrias, las represen-
taciones diplomáticas y consulares peruanas debieron organizar diversos tipos de
celebraciones. Así, en la de 1870 se invitó a las “señoras y caballeros peruanos en
París, así como al barón Gauldreé Boileau, ministro del imperio en Lima, y a varios
ciudadanos y periodistas. La reunión fue desde las 3 hasta las 11”.15
12
AMRREE, Legación en Francia, 1867, ff. 87 y 89.
13
De la Puente Candamo, Miguel Grau (Lima: Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú,
2003), 459-460 y 472.
14
De la Puente y De la Puente, El Perú, 30-31, 54 y 623.
15
AMRREE, Legación en Francia 1870, f. 136.
216
ORTIZ/ La comunidad peruana en Francia durante la segunda mitad del siglo XIX
No faltaron políticos que llegaron a Francia por distintos motivos, entre ellos
Ramón Castilla (1865), cuando fue deportado por el gobierno del presidente Pezet;
este último, antes de asumir el cargo y luego de ser depuesto,18 y Nicolás de Piérola
(1891-1892), en un exilio voluntario por razones políticas.19
Funcionarios
Durante el periodo bajo análisis, el Perú estuvo representado ante el gobierno francés
por un ministro plenipotenciario, ocupando dicha función personajes como Juan Cri-
sóstomo Torrico, Pedro Gálvez Egúsquiza, José de la Riva-Agüero y Looz Corwa-
rem, Andrés A. Cáceres, y los ya mencionados Carlos Candamo, Francisco de Rive-
ro Ustariz y José Francisco Canevaro. No viene al caso extendernos en cada uno de
ellos, pero sí podemos dedicar algunas palabras a los cuatro primeros.
16
Europa y América n° 126, 15 de marzo, 1886, 3.
17
De la Puente y De la Puente, El Perú, 533 y 609.
18
El Eco Hispanoamericano n° 298, 31 de diciembre, 1865, 3, col. 4.
19
El Hispanoamericano n° 33, 17 de noviembre, 1882, 10; n° 37, 17 de diciembre, 1882, 10-11.
20
AMRREE, Consulado en Le Havre, 1876, f. 46.
217
HISTORIA Y CULTURA 30
Debió gozar de una holgada posición económica, lo que posiblemente facilitó que
su hija menor, Jeanne, contrajera matrimonio en 1874 con el conde de Champflour,
oficial de Estado Mayor y miembro de una las más viejas familias de Auvergne.21
Riva-Agüero era hijo del primer presidente peruano y llegó a ser ministro de
Hacienda y de Relaciones Exteriores, presidente del Senado, y ministro plenipoten-
ciario en Bélgica y Francia de 1875 a 1877.
El general Cáceres, quien en 1862, con el grado de capitán, había sido ad-
junto a la legación peruana en París,23 fue nombrado ministro plenipotenciario en
1891.24 Permaneció poco tiempo en esa ciudad, pues en abril del siguiente año retor-
nó al Perú, con licencia.25
Al igual que Cáceres, hubo varios adjuntos o agregados militares, de los que
se ha identificado al menos a una docena entre 1862 y 1893. Entre ellos figuran el
ya mencionado capitán Cáceres, el sargento mayor Carlos Augusto Salaverry (1870-
1877), quien llegó a ser un notable poeta y dramaturgo,26 el capitán de artillería César
Canevaro Valega (1868-1870), quien se distinguió en la Guerra del Pacífico y llegó a
ser vicepresidente de la República en dos oportunidades; y el capitán de navío Meli-
tón Carvajal Ambulodegui (1891-1893), combatiente a bordo del Huáscar.
21
Le Figaro, 5 de octubre, 1874, 2, col. 2.
22
AMRREE, Legación en Francia, 1886, ff. 9 y 25.
23
AMRREE, Legación en Francia, 1863-I, ff. 152-165; y II, f. 174.
24
AMRREE, Legación en Francia, 1891.
25
AMRREE. Legación en Francia, 1892.
26
El Americano n° 35, 15 de noviembre, 1873.
218
ORTIZ/ La comunidad peruana en Francia durante la segunda mitad del siglo XIX
A fines de marzo de 1879, su esposa, Manuela Suárez, falleció tras una larga
enfermedad y ante la crisis que se venía produciendo entre Chile y Bolivia, Muñoz
renunció a su cargo y pidió retornar al Perú para reincorporarse al servicio naval.29
No obstante su renuncia, continuó como cónsul hasta octubre de ese año, reportando
los envíos de artículos de guerra que algunas casas comerciales hacían hacia Chile.30
Permaneció en Europa para apoyar en los desesperados esfuerzos que hacía el go-
bierno peruano para adquirir elementos navales.31 Falleció en Londres el 7 de marzo
de 1886.32
27
AMRREE. Legación en Francia 1872.
28
AMRREE, Consulado en Le Havre, 1877, f. 93. En 1851, Pareja fue embarcado en la fragata de gue-
rra francesa Algerie, en la que navegó a Chile, Oceanía y Brasil, antes de arribar a Brest y continuó a In-
glaterra para completar la dotación de la Amazonas. Ver Ortiz y Alicia Castañeda Martos, Diccionario
biográfico marítimo peruano (Lima: Asociación de Historia Marítima y Naval Iberoamericana, 2007).
29
AMRREE, Consulado en Le Havre, 1879, ff. 13, 18-21 y 26-27.
30
AMRREE, Consulado en Le Havre, 1879, ff. 28-30, 35 y 60.
31
Ortiz, La Armada en la Guerra del Pacífico. Aproximación estratégica-operacional (Lima: Asocia-
ción de Historia Marítima y Naval Iberoamericana, 2017), 118.
32
AMRREE, Legación en Francia, 1886, ff. 31-36; Consulado en París, 1886.
219
HISTORIA Y CULTURA 30
33
Ortiz y Castañeda, Diccionario.
34
AMRREE, Consulado en Le Havre, 1880, ff. 53-55.
35
AMRREE, Consulado en Le Havre, 1880, ff. 18 y 43; y 1881.
36
AMRREE, Legación del Perú 1880, f. 35. Jean Boÿ, “Historique de la 54e promotion de l’Ecole
impériale spéciale militaire de Saint-Cyr (1869-1879), promotion du 14 août 1870, olim promotion du
Rhin”, consultado el 11 de agosto, 2016, http://www.saint-cyr.org/medias/editor/files/1869-1871-54e-
promotion-du-14-aout-1870.pdf.
220
ORTIZ/ La comunidad peruana en Francia durante la segunda mitad del siglo XIX
Antonio de la Roca, con menos jerarquía y suerte que Pezet, fue diputado
por la provincia del Callao; y aunque no he podido determinar los motivos de su
presencia en París, falleció en esa ciudad en julio de 1857.38
Castañón viajó a Francia por primera vez en 1870, con el coronel Francisco
Bolognesi, para adquirir armas para nuestro ejército. Su experiencia en este tema lo
hizo retornar a ese país en 1873 y en 1875, permaneciendo en esas funciones hasta
37
AMRREE, Legación en Francia, 1863, ff. 73 y 126.
38
AMRREE, Legación en Francia, 1857, f. 52.
39
El Americano n° 43, 20 de enero, 1873, 722.
221
HISTORIA Y CULTURA 30
1878. Castañón tuvo una destacada participación en la Guerra del Pacífico; y resulta
casi innecesario resaltar la de Bolognesi.
Estudiantes
Los hubo de todo tipo y en todos los ámbitos, incluso el escolar. Algunos de ellos
fueron becarios del gobierno, figurando como agregados o adjuntos en la legación en
Francia; otros cursaron sus estudios a cargo de sus respectivas familias; y no faltaron
los que buscaron sus propios medios para solventar su permanencia en el país.
Entre los escolares figura Numa Genaro Llona Marchena, hijo del ya men-
cionado Numa Pompilio Llona. En 1876 estudiaba en el Liceo Louis Le Grand, en
Versalles, donde recibió varios premios por su desempeño.41 Retornó al Perú al esta-
llar la Guerra del Pacífico y falleció en la batalla de Miraflores.
40
Ortiz, Miguel Grau: el hombre y el mar (Lima: Fondo Editorial del Congreso de la República, 2015),
115.
41
AMRREE, Legación en Francia 1876, ff. 93-95 y 108.
42
AMRREE, Legación en Francia, 1868, f. 144.
222
ORTIZ/ La comunidad peruana en Francia durante la segunda mitad del siglo XIX
Entre los artistas destacó el piurano Ignacio Merino, quien viajó a París en 1827,
con apenas diez años, donde estudió en el Liceo Español fundado ese año por Manuel
Silvela e inició su carrera artística bajo la guía de destacados maestros franceses. Regresó
al Perú en 1840, dirigió una academia de dibujo y pintura, retornando a París en forma
definitiva en 1850. En esta ciudad estudió con Eugéne Delacroix y logró ganar un bien
cimentado prestigio con su obra, siendo premiado en la exposición de bellas artes de
1863 por su cuadro “Colón ante los doctores”. En 1873 vivía en el Boulevard de Clichy
n° 1,46 y al fallecer tres años después, legó sus cuadros a la ciudad de Lima, y sus demás
bienes al pueblo de Piura. Su ejecutor testamentario fue Juan Sescau, quien realizó el
inventario de sus bienes junto con el cónsul Ventura Marcó del Pont.47
43
AMRREE, Legación en Francia, 1868, ff. 113 y 128.
44
AMRREE, Legación en Francia, 1887 y 1888.
45
AMRREE, Legación en Francia, 1865-II, f. 133; 1866, ff. 85 y 248.
46
AMRREE, Legación en Francia, 1863, f. 182. El Americano n° 50, 10 de junio, 1873): 835.
47
AMRREE, Consulado en París 1876; Legación de Francia en Perú 1890.
48
AMRREE, Legación en Francia, 1873 II, f. 151.
223
HISTORIA Y CULTURA 30
Otra pintora peruana fue Marta Ducos, alumna de Charles Joshua Chaplin,
que participó en la Exposición de París de 1889, en la que los aguardientes de Lo-
cumba obtuvieron una medalla de bronce. Por algún motivo, el jurado de Bellas
Artes no evaluó sus diez cuadros, pero la calidad de los mismos mereció que el go-
bierno peruano le otorgara las Palmas Académicas en grado de oficial.49
Finalmente, cabe mencionar el caso del joven Juan Mata Saavedra, quien
en 1857 reporta el descubrimiento de un sistema fotográfico que permitía imprimir
imágenes en seda.54
Intelectuales
49
AMRREE, Consulado en Le Havre, 1889, f. 186. Sofía Karina Pachas Maceda, “Las artistas plásticas
de Lima 1891-1918” (tesis de maestría, UNMSM, 2008).
50
Fernando Villegas Torres, “La escultura en el 900: entre la obra europea importada y la
formación de la escultura nacional”, Revista del Museo Nacional 50 (2010): 211-245.
51
AMRREE, Consulado en París 1866.
52
AMRREE, Legación en Francia, 1867, f. 69; 1868, f. 19; 1870, f. 33; 1871, f. 120; 1873, f. 94; y
1874 I, f. 77.
53
AMRREE, Legación en Francia 1867-II, ff. 108, 135; 1873 II, f. 64; y 1874, f. 1.
54
AMRREE, Legación en Francia, 1857, f. 146; Consulado en París 1857, oficio del 30/6.
224
ORTIZ/ La comunidad peruana en Francia durante la segunda mitad del siglo XIX
sio Fuentes, “El Murciélago”, viajó a París para adquirir un gabinete de física, quí-
mica e historia natural para mejorar el del referido colegio. Cumplida su comisión,
retornó al Perú en enero del siguiente año. Volvió a viajar a la capital francesa a fines
de 1865, esta vez con su familia, donde publicó su libro Lima, apuntes históricos,
descriptivos, estadísticos y de costumbres, primero en inglés (1866), y luego en fran-
cés y español (1867). Permaneció en París al menos hasta mediados de 1868.55
Profesionales
Abandonados
Bajo este título encontramos a un grupo muy diverso de compatriotas, que hemos
procurado clasificar de acuerdo a la huella que han dejado en los registros diplomá-
ticos y consulares.
Así, tenemos a varios marinos que por algún motivo quedaron en puertos
franceses. Dos de ellos fueron los guardiamarinas Federico E. Matos y Roberto Es-
225
HISTORIA Y CULTURA 30
Un caso interesante fue el del limeño Marcelino Segura, quien con 23 años
se embarcó como marinero en 1863 en un buque guanero norteamericano que, cuan-
do se dirigía del Callao a Amberes, fue capturado y quemado por el corsario confe-
derado Alabama. Junto con otros tripulantes, Segura desembarcó en Santa Helena,
donde pasó 18 meses sirviendo como mozo de cocina, y finalmente llegó a Le Havre,
donde trató infructuosamente de engancharse en otro buque con destino al Perú. Fi-
nalmente, nuestro consulado en dicho puerto intervino en su favor y logró repatriarlo
en setiembre de 1864.60
El caso del joven paiteño Manuel Francisco Torres fue algo distinto, ya que
después de haber sentado plaza en el Caranday, a principios de 1874 quedó desem-
barcado en Hamburgo, de donde pasó a Le Havre. El cónsul en este puerto consiguió
que sentara plaza como tripulante del A. W. Singleton, que en febrero de aquel zarpó
hacia Pensacola,61 sin que volvamos a tener noticias suyas.
57
AMRREE, Consulado en Le Havre, 1876, ff. 119-122
58
AMRREE, Consulado en Le Havre, 1877, ff. 11 y 17.
59
Ortiz y Castañeda, Diccionario.
60
AMRREE, Legación en Francia 1864, f. 71.
61
AMRREE, Consulado en Le Havre, 1874, f. 9.
226
ORTIZ/ La comunidad peruana en Francia durante la segunda mitad del siglo XIX
la Guerra del Pacífico en abril de 1879. En octubre de este último año se liquidó los
servicios de Yanela, quien falleció el día 19, víctima de “congestión alcohólica”. Sus
escasos bienes fueron inventariados por el cónsul y remitidos al Callao en la barca
francesa Paita, siendo recibidos por su hermana Manuela Yanela de Endeiza.62 La
fragata fue vendida a fines de noviembre de 1880.63
Algunas familias peruanas viajaron a Europa con sus criados, entre ellos
menores de edad, como lo prueba el caso de Eusebio Acuña, joven arequipeño que
falleció en París en marzo de 1878, estando al servicio del funcionario consular Car-
los A. Washburn.64
Obviamente, hubo varios casos más, que llevaron a que, al menos desde
1876, el consulado en Le Havre, y posiblemente en otras localidades, gestionara
que a los peruanos en estado de indigencia se les admitiera en los hospitales de los
puertos en casos de enfermedad, tal como sucedía en el Perú.67 Esta clase de pedidos
se reiterará de tiempo en tiempo, al menos hasta 1893.68
62
AMRREE, Consulado en Le Havre, 1878, ff. 87, 89, 93-99.
63
AMRREE, Consulado en Le Havre, 1884.
64
AMRREE, Consulado en Le Havre, 1878, f. 68.
65
AMRREE, Consulado en Le Havre, 1876, ff. 3, 25-36 y 48.
66
AMRREE, Consulado en Le Havre, 1877, ff. 13 y 19.
67
AMRREE, Consulado en Le Havre, 1876.
68
AMRREE, Consulado en Le Havre, 1893, f. 58.
227
HISTORIA Y CULTURA 30
El caso del joven Manuel Calienes muestra otro tipo de situaciones. Con
apoyo de su tío Juan del Busto y del comerciante italiano Pedro Denegri, había via-
jado a Génova, donde quedó al cuidado de Juan Bautista Torre. Este logró que fuese
admitido en un colegio secundario en París, pero su conducta no fue muy buena, lo
que condujo a que, en enero de 1854, el director de dicho colegio se presentara ante
el ministro peruano para que lo reconviniera. Si bien el referido joven dio muestras
de mejoría, su problema más serio era que, desde octubre, su tío había dejado de
apoyarlo económicamente, habiéndose generado una deuda de 2000 francos con el
colegio. No he podido determinar el final de esta historia, pero es probable que este
joven debiera abandonar sus estudios y pasar a Génova como indicaba su tío.71 Debe
haber habido algunos otros casos en los que un estudiante peruano se viera en una
situación parecida, aunque no he encontrado evidencias de ello en los archivos de
nuestra legación en Francia.
Un caso más dramático fue el del piurano Pedro Mujica, quien en 1866 se
encontraba en París completamente ciego y sin recursos. Ante esto, el ministro pe-
ruano en Francia escribió al Prefecto de Piura para que contacte a su familia y que
esta pueda facilitar los medios para enviarlo de regreso al Perú.72
69
José Ignacio López Soria, Historia de la UNI (Lima: Universidad Nacional de Ingeniería, 2012), I:
128.
70
AMRREE, Consulado en Le Havre, 1892-I, f. 6; 1892-II, ff. 55 y 130; 1893-I, ff. 71-73; 1893-III, f.
84.
71
AMRREE, Legación en Francia, 1854, ff. 5-8.
72
AMRREE, Legación en Francia 1866-I, f. 269v. Es posible que este personaje haya sido el marino
paiteño Pedro José Justo Mujica Sánchez Navarrete. Ver Nicanor Mujica Álvarez Calderón y Francisco
228
ORTIZ/ La comunidad peruana en Francia durante la segunda mitad del siglo XIX
Otro caso dramático fue el de Juana Ramírez Mendoza, viuda del comercian-
te y artista Andrés Augusto Bonnaffé. Autor de un álbum costumbrista publicado en
Lima en 1856, este falleció poco después de regresar a Francia con su familia hacia
1872, posiblemente en su natal Burdeos.75 La señora Ramírez se encontró desampa-
rada y con dos menores hijos, Julio Eduardo y Carlos Manuel, por lo que se propuso
retornar al Perú. Para dicho efecto, en agosto de 1874 pidió que se le exoneraran los
derechos de importación para su menaje, pero en noviembre se le comunicó que el
gobierno había denegado su pedido.76
El caso del joven José Salaverry resulta ilustrativo sobre la diversidad de si-
tuaciones en las que se aparecía un peruano en París. Su familia había trabajado para
Carlos Candamo, quien le había estado pasando una mensualidad a su madre, y lue-
go que esta falleció, a su abuela, no como obligación sino porque deseaba hacerlo.
El referido joven consideró que el monto de dicha mensualidad era insuficiente, por
lo que, de acuerdo con su abuela, a mediados de 1888 se embarcó hacia Cherburgo
para pedirle a Candamo que la aumentara. Prácticamente sin un centavo, logró llegar
a París, donde se encontró “en medio de la calle con un franco en el bolsillo y sin
saber una palabra de francés; que providencialmente se encontró con un negrito que
hablaba español y que compadecido de su situación lo llevó a su cuarto”. Logró fi-
nalmente ser recibido por Candamo, quien le explicó las cosas en términos tales que
al joven Salaverry solo le quedó pedir “mil excusas y me rogó encarecidamente que
lo mandara de vuelta a Lima”, cosa que hizo los primeros días de octubre.77
Mujica Serelle, Nicanor Mujica Álvarez Calderón. Auto/biografía. Memorias para un país desmemo-
riado (Lima: Francisco Mujica Serelle, 2015), 48.
73
AMRREE, Legación en Francia, 1866-II, f. 200; y 1867-I, f. 172.
74
Ortiz y Castañeda, Diccionario.
75
Pascal Riviale, Los viajeros franceses en busca del Perú Antiguo (1821-1914) (Lima: Insti-
tuto Francés de Estudios Andinos / Pontificia Universidad Católica del Perú, 2000), 158-159.
AMRREE, Consulado en El Havre, 1874, docs, 61 y 83.
76
229
HISTORIA Y CULTURA 30
La guerra franco-prusiana
78
AMRREE, Legación en Francia 1870, f. 176.
79
AMRREE, Legación en Francia 1870, ff. 206-209 y 222-225; y 1871, ff. 47 y 309-311
80
AMRREE, Legación en Francia 1870, f. 1.
230
ORTIZ/ La comunidad peruana en Francia durante la segunda mitad del siglo XIX
Otro caso fue el planteado por Mercedes Castañeda, esposa del boliviano
Emeterio Villamil de Rada, residente en Versalles. Durante el sitio tuvo que alojar y
dar desayuno a un empleado civil de la comitiva del príncipe de Prusia, así como a dos
soldados. Sus problemas no cesaron con el final de la guerra, pues durante la insurrec-
ción de la Comuna tuvo que albergar al doctor Pasquier, cirujano jefe del regimiento de
gendarmería montada, quien se instaló en su domicilio con toda su familia.82
Obviamente, no faltaron los peruanos que, sin mayores recursos para aban-
donar el país, debieron recurrir a la legación para pedir apoyo.84 Uno de ellos fue el
peluquero Eduviges Carrillo, quien llegó a Francia en 1870 y fue socorrido durante
el sitio. Es posible que en esos duros meses contrajera tisis pulmonar, por lo que en
agosto de 1871 fue repatriado.85
Conclusiones preliminares
Si bien en 1876 se hizo un esfuerzo por censar a los peruanos residentes en Francia,
cuyos resultados fueron calificados como pocos fiables por nuestra propia legación,86
no es posible determinar cuántos de nuestros connacionales vivieron en ese país du-
rante la segunda mitad del siglo XIX.
81
AMRREE, Legación en Francia 1871, ff. 66-70.
82
AMRREE, Legación en Francia, 1872, ff. 15, 21-24v.
83
AMRREE, Legación en Francia, 1871, f. 41.
84
AMRREE, Legación en Francia, 1870, ff. 215-218.
85
AMRREE, Legación en Francia, 1871, ff. 108-111.
86
AMRREE, Legación en Francia, 1876, ff. 74-91.
231
HISTORIA Y CULTURA 30
Sí podemos afirmar que fue un grupo muy diverso y que la mayor parte
residió en París. En alguna medida, quienes no eran funcionarios se mantuvieron en
contacto con el Perú a través de los medios de prensa, la correspondencia con sus
familiares y amigos, o al requerir apoyo de por nuestras representaciones oficiales
o al ser requeridos por estas para apoyar alguna causa. Los más acomodados se in-
sertaron sin mayores problemas en los mejores círculos sociales franceses. Menos
suerte tuvieron los del grupo de los “abandonados”, que debieron pasar diversas
penurias, en parte por su condición de extranjeros, pero fundamentalmente por la
propia realidad social francesa.
El tema, por supuesto, requiere mucha más investigación, pero creo haber
contribuido a desbrozar el camino para ello.
232
ORTIZ/ La comunidad peruana en Francia durante la segunda mitad del siglo XIX
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Fuentes primarias
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1868, 1870, 1871, 1872, 1873, 1874, 1876, 1880, 1886, 1887, 1888, 1890,
1891 y 1892.
• Consulado del Perú en París. Años 1866, 1868, 1869 y 1886.
• Consulado del Perú en Le Havre. Años 1874, 1876, 1877, 1878, 1879,
1880, 1884, 1889, 1892 y 1893.
Periódicos
• El Americano: Números 35, 43 y 50 (1873).
• El Eco-Hispanoamericano: Números 298 (1865) y 417 (1868).
• El Hispanoamericano: 33 y 37 (1882).
• Europa y América: Número 126 (1886).
• Le Figaro: 5 de octubre, 1874.
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234
HISTORIA Y CULTURA
2019 N° 30 pp. 235 - 265
Resumen
Este artículo presenta un análisis de las políticas públicas relacionadas con el sector
industrial durante el periodo comprendido entre 1960 y 1990, siendo este el último
esfuerzo por impulsar las políticas de desarrollismo e industrialismo en el Perú. Esta
serie de políticas fueron siendo introducidas desde el segundo gobierno de Manuel
Prado Ugarteche (1956-1962), hasta el fin de la era post-reformista en 1990, pasando
por la “primera fase” del Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada del general
Juan Velasco Alvarado (1968-1975), durante el cual se dio el momento más radical
de dicho proceso histórico.
Palabras clave
Abstract
This article analyzes the public policies aimed at the industrial sector between 1960
and 1990, a period which witnessed the last effort in order to promote developmen-
235
HISTORIA Y CULTURA 30
talism and industrialism in Peru. This series of policies were introduced during the
second government of Manuel Prado Ugarteche (1956-1962), and lasted until the
end of the post-reformist era in 1990. The “first phase” of the Revolutionary Govern-
ment of the Armed Forces of General Juan Velasco Alvarado (1968-1975) provided
the backdrop for the most radical period of this historical process.
Keywords
Introducción
Desde tiempos coloniales, las economías latinoamericanas han sido fuertemente pri-
mario-exportadoras, hecho que las condujo a una profunda relación de dependencia
con los grandes centros industriales de Occidente. Después de concluida la Segun-
da Guerra Mundial, y con la creación de la Organización de las Naciones Unidas
(ONU) y sus agencias económicas como el Fondo Monetario Internacional y el Ban-
co Mundial producto de las reuniones de Bretton Woods en julio de 1944; así como
con la formación de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América
Latina y El Caribe (CEPAL), es que se ha procurado buscar un desarrollo económico
armónico de las economías latinoamericanas.
Los industriales han sido las nuevas clases propietarias o “fracciones de cla-
se”, en el buen decir de Francisco Durand, que han aparecido en el Perú tímidamente
desde mediados del siglo XIX y con mayor asiduidad luego de la Guerra del Pací-
fico, en el período denominado de la “Reconstrucción Nacional” (1885-1899). Se
han favorecido por las sucesivas normas promulgadas para estimular la actividad
manufacturera desde finales del siglo XIX y a lo largo del siglo XX, tal como lo han
estudiado Rosemary Thorp y Geoffrey Bertram.1 ¿Por qué es tan importante la indus-
tria? O también, ¿por qué es importante que el Perú desarrolle políticas industriales?
Se ensayarán algunas respuestas posibles, como las siguientes que a continuación se
sugieren.
1 Rosemary Thorp y George Bertram, Perú: 1890-1977. Crecimiento y políticas en una economía
abierta (Lima: Mosca Azul Editores / Friedrich Ebert / Universidad del Pacífico, 1978).
237
HISTORIA Y CULTURA 30
2 Efraín Gonzáles de Olarte, Una economía incompleta Perú 1950-2007. Análisis estructural (Lima:
Fondo editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2015), 71.
3 Congreso de la República del Perú, “Decreto Ley N° 14238 – Bases para la Reforma Agraria”, 16 de
noviembre de 1962. http://www.leyes.congreso.gob.pe/Documentos/Leyes/14238.pdf.
238
TELLO/ Auge y ocaso de las políticas desarrollistas en el Perú (1960-1990)
4 Ibíd.
239
HISTORIA Y CULTURA 30
lo que tuviera cierto atisbo de cambio o simple reforma por muy superficial o apa-
rente que pudiera ser.
público y privado, así como el recorte del gasto orientado al financiamiento de los
programas sociales, con un enorme costo social que profundizó las asimetrías socia-
les ya existentes.
242
TELLO/ Auge y ocaso de las políticas desarrollistas en el Perú (1960-1990)
portadores cañeros de la costa norte del Perú, que en realidad constituían un sector
más moderno y dinámico que los gamonales de la sierra, tal como lo demuestran
diversos estudios, como los de Peter Klarén.6 En la década de 1960, todavía se vi-
vía un proceso expansión industrial en el Perú liderado por empresas extranjeras o
mixtas asociadas al capital extranjero.7 Cotler explica, cita Durand, que la burguesía
peruana se convirtió en satélite de las nuevas empresas extranjeras, representando
sus intereses “nacionales”.8
6 Peter Klarén, Formación de las haciendas azucareras y orígenes del APRA (Lima: Instituto de
Estudios Peruanos, 1976).
7 Durand, Francisco, La década frustrada. Los industriales y el poder 1970-1980 (Lima: Centro de
Estudios y Promoción del Desarrollo DESCO, 1982), 26-27.
8 Ibíd., 27.
9 Congreso de la República, “Ley N° 13270”. Art. 30°.
243
HISTORIA Y CULTURA 30
Aspectos institucionales
244
TELLO/ Auge y ocaso de las políticas desarrollistas en el Perú (1960-1990)
de tal importancia que, hasta la actualidad, el jefe de Estado asiste, ya sea para la
inauguración o para la clausura de la misma.13
245
HISTORIA Y CULTURA 30
246
TELLO/ Auge y ocaso de las políticas desarrollistas en el Perú (1960-1990)
247
HISTORIA Y CULTURA 30
21 Congreso de la República del Perú, “Decreto Ley N° 18350 – Ley General de Industrias”, 27 de
julio de 1970, http://www.leyes.congreso.gob.pe/Documentos/Leyes/18350.pdf.
22 Durand, 51.
248
TELLO/ Auge y ocaso de las políticas desarrollistas en el Perú (1960-1990)
La Comunidad Industrial
Uno de los puntos fuertes de esta norma era la reforma de la empresa a través de la
creación de la Comunidad Industrial, que fue un sistema co-participatorio de tres
niveles: utilidades, propiedad y gestión. Se creaba un organismo distinto al sindicato
y funcionaba a partir del reparto del 25 por ciento de la renta neta, del cual el 15 por
ciento se destinaba al reparto de utilidades y el 10 por ciento a la compra de acciones,
sobre esa medida, accediendo a la propiedad del capital hasta el 50 por ciento. Esta
reforma afectaba al conjunto de las empresas industriales, desde las más grandes
hasta las de cinco trabajadores. Hacia 1975, existían 3,699 comunidades industriales,
agrupando a 205,635 trabajadores. La Comunidad Industrial afectó mayormente a
las empresas medianas y pequeñas y avanzó gradualmente de manera equilibrada en
las grandes, sin llegar a concluir el proceso, al paralizarse el mismo en 1976.
23 Congreso de la República del Perú, “Decreto Ley N° 18471 – Causales de despedida de los tra-
bajadores sometidos al régimen de actividad privada”. 10 de noviembre de 1970. http://www.leyes.
congreso.gob.pe/Documentos/Leyes/18471.pdf.
24 Durand, 52-53.
249
HISTORIA Y CULTURA 30
Para 1971, la SNI tenía 2,305 asociados, de los cuales 1,680 eran pequeños
(el 73 por ciento). Parte de la dirigencia de la Sociedad pertenecía al sector grande,
como Juan Tudela Bentín (posteriormente sucesor de Duharte), integrante del sec-
tor cervecero-vidriero y algunos afectados, como los cementeros expropiados. La
composición del directorio era heterogénea, predominantemente pequeña y mediana
empresa nacional.27 En 1972, Raymundo Duharte fue elegido presidente de la sin,
encabezando al grupo tradicional. Por otra parte, el grupo modernizante de Tabini
se agrupó en el Comité de Exportadores, transformado en la Asociación de Expor-
tadores (ADEX). Duharte ejecutó una táctica de enfrentamiento con el gobierno,
manifestando que el diálogo debía ser institucional y no personalizado, criticando a
quienes hacían el juego al régimen aceptando cargos y manteniendo silencios cóm-
plices.28
250
TELLO/ Auge y ocaso de las políticas desarrollistas en el Perú (1960-1990)
251
HISTORIA Y CULTURA 30
Velasco anunció que las Empresas de Propiedad Social (EPS) “son priorita-
rias dentro del esquema de pluralismo económico”, lo que fue interpretado por los
industriales como el anuncio del fin de la empresa privada en el Perú. Era probable
que, para inicios de 1975, se hubiera realizado la expropiación de las cementeras sin
concertación previa, lo que no sucedió finalmente. El descontento en el sector em-
presarial era de tal magnitud que Juan Tudela Bentín no tuvo reparo en decir en un
discurso en el Centro de Altos Estudios Militares (CAEM), en mayo de 1974, y en
un documento dirigido al Comité de Asesoramiento a la Presidencia de la República
(COAP), que la Comunidad Industrial había fracasado como ensayo de paz social,
que además, entorpecía la marcha de las empresas; la estabilidad laboral era la causa
de la caída de la productividad, las EPS atentaban contra la propiedad privada, que el
Estado no debía intervenir en donde el capital privado era eficiente, que debía poner
límites a su presencia en la actividad económica y que la agitación laboral aumenta-
ba obedeciendo a un plan comunista para quebrar a la empresa privada.31
252
TELLO/ Auge y ocaso de las políticas desarrollistas en el Perú (1960-1990)
253
HISTORIA Y CULTURA 30
Cuadro N° 2
Perú: deuda externa de mediano y largo plazo
Adeudados por fuente de financiamiento
Serie histórica de 1970 a 1990
(en millones de dólares)
Nota: a) Incluye saldos adeudados de los Préstamos de COFIDE sin Garantía de la República a partir
del año 1997.
b) Excluye préstamos al BCRP para apoyo a la Balanza de Pagos.
1
Incluye servicio atendido a través del Sistema de Pago ALADI-CCR.
2
Incluye a la República Popular China.
Fuente: Banco Central de Reserva del Perú.
Elaboración: Del autor.
254
TELLO/ Auge y ocaso de las políticas desarrollistas en el Perú (1960-1990)
255
HISTORIA Y CULTURA 30
nada” del poder en cuatro años.38 Con el sistema de control estatal sobre los aspectos
claves de la producción creado durante el velasquismo casi intacto, era sumamente
difícil que los empresarios llegasen a un entendimiento con los militares. Para los
empresarios (tanto los industriales como los exportadores), era claro que había que
desmontar buena parte del aparato dejado por las reformas de Velasco para que se
pudiera llegar a algún tipo de acuerdo buscado por los militares. Por otra parte, había
una fuerte presión por parte del Fondo Monetario Internacional para que el gobierno
realizara reformas que consideraba imprescindibles para que el país pudiera ser suje-
to de crédito financiero. Estas reformas, declaradas inadmisibles por el Banco Cen-
tral de Reserva del Perú, incluían una devaluación del 30 por ciento, además del alza
del precio de la gasolina, la reducción de la burocracia, el aumento de los impuestos,
la privatización de las empresas públicas, así como la eliminación del CERTEX y la
libertad de comercio.
256
TELLO/ Auge y ocaso de las políticas desarrollistas en el Perú (1960-1990)
exigió austeridad a los ministerios y, al no ser oído, renunció el 6 de julio, siendo re-
emplazado por el general Alcibíades Sáenz Barsallo, quien tuvo que armar un equipo
de emergencia.39
257
HISTORIA Y CULTURA 30
El equipo del BCR también fue cambiado, siendo encabezado por un ex de-
mocristiano como Manuel Moreyra, que logró conciliar los intereses de las fuerzas
armadas y las distintas fracciones burguesas y, de esta forma, tener cierta tranquili-
dad para afrontar las exigencias fondomonetaristas. En mayo, el gobierno anunció
un “paquetazo” de alzas: 40 por ciento de aumento para la gasolina, los alimentos,
el transporte y 80 por ciento para el petróleo. Nuevos impuestos: entre 15 y 17 por
ciento para las exportaciones, 2.5 por ciento para bienes y servicios, 10 por ciento de
tasa temporal a las importaciones, 50 por ciento al rodaje, entre otros. La reacción
popular fue inmediata: las centrales sindicales agrupadas en el Comando Unitario de
Lucha convocaron a un nuevo paro para los días 22 y 23 de mayo, siendo más fuerte
que el del 19 de julio, según cifras oficiales (según cifras del Ministerio de Trabajo,
paralizaron alrededor de un millón de trabajadores). El paro no afectó al programa,
que fue aplicado casi de manera disciplinada en el lapso de un año. Este plan con-
templaba tres aspectos básicos: estabilización, negociación financiera y reactivación.
El programa de ajuste y estabilización dio frutos al menos en lo que respecta a la
capacidad de negociación de Silva Ruete con los diversos actores internos y exter-
nos, convirtiéndose en una especie de contemporizador entre los intereses de las
diversas fracciones empresariales y los organismos multilaterales financieros y el
Estado peruano.
258
TELLO/ Auge y ocaso de las políticas desarrollistas en el Perú (1960-1990)
alianza del Partido Aprista Peruano con el Partido Popular Cristiano, lo que ayudó a
la “salida ordenada” de los militares prevista para 1980, de acuerdo con lo anunciado
en el Plan Túpac Amaru. En los meses finales del régimen, se desató un nuevo con-
flicto entre los industriales y el gobierno, cuyo punto álgido constituyó la salida de
Gabriel Lanatta Piaggio del Ministerio de Industrias (empresario cervecero, sindica-
do como “el ministro de la Sociedad de Industrias” por su abierta identificación con
los intereses del gremio empresarial). La Sociedad de Industrias colisionó con las
medidas que tomó el gobierno como la liberación de las importaciones y la creación
del Fondo Nacional de Viviendas (FONAVI), el que tenía una carga del cuatro por
ciento que afectaba al sector empresarial. Alfredo Ferrand, presidente de la Sociedad
de Industrias, criticó el tiempo perdido a lo largo de la década. En la CADE 78 se
observaron fisuras en el bloque empresarial por las expresiones tanto de los indus-
triales que criticaban al modelo, por un lado, y, por el otro, a los exportadores que lo
alababan, como un capítulo más de lo acontecido durante los años setenta.
42 Javier Iguíñiz e Ismael Muñoz, Políticas de industrialización en el Perú: 1980-1990 (Lima: Con-
sorcio de Investigación Económica / Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo DESCO, 1992),
154.
259
HISTORIA Y CULTURA 30
260
TELLO/ Auge y ocaso de las políticas desarrollistas en el Perú (1960-1990)
Cuadro N° 3
Perú: Tipo de cambio, Índice de Precios al Consumidor y Producto Bruto Interno
De 1960 a 1990
Índice de Precios al
Producto Bruto Interno
Tipo de cambio (en Consumidor
Año (variación anual en
moneda nacional) (variación anual en
porcentajes)
porcentajes)
1960 26.76(1) 8.73 9.9
1961 26.81 6.02 7.3
1962 26.82 6.62 10.0
1963 26.82 6.02 4.3
1964 26.82 9.85 6.5
1965 26.82 16.36 5.6
1966 26.82 8.89 8.2
1967 38.70 11.46 3.9
1968 38.70 19.12 0.2
1969 38.70 6.23 3.5
1970 38.70 5.02 3.4
1971 38.70 6.81 4.6
1972 38.70 7.19 3.5
1973 38.70 9.51 6.3
1974 38.70 16.88 9.4
1975 40.37 23.63 4.3
1976 55.76 33.49 1.4
1977 84.06 38.04 0.3
1978 156.73 57.85 -2.6
1979 229.72 67.70 4.1
1980 297.60 59.16 5.9
1981 428.99 75.42 5.6
1982 710.96 64.46 -0.2
1983 1 685.72 111.15 -10.4
1984 3 714.35 110.21 3.6
(2)
1985 12.74 163.40 2.1
1986 17.87 77.92 9.4
1987 31.80 85.85 9.7
1988 297.06 666.96 -9.4
1989 4 420.80 3 398.27 -12.3
1990 205 344.71 7 461.69 -5.0
261
HISTORIA Y CULTURA 30
Cuadro N° 4
PBI por sectores productivos
(Millones de soles a precios de 1970)
1970 1971 1972 1973 1974 1975(1) 1976(1) 1977(2) 1978(2) 1979(2) 1980(2)
Agropecuario 36 247 37 334 37 633 38 536 39 442 39 816 41 130 41 130 39 896 41 125 38 865
Pesquería 6 576 5 682 2 960 2 276 3 093 2 623 3 145 2 972 3 867 4 235 4 116
Minería 19 840 19 046 20 398 20 276 21 026 18 734 20 401 25 952 29 871 32 948 32 025
Manufactura 57 223 62 140 66 662 71 595 76 965 80 582 83 966 78 503 75 682 78 634 84 080
Construcción 10 010 11 061 12 433 13 055 15 927 18 603 18 082 16 690 14 003 14 521 17 145
Gobierno 19 368 20 627 22 071 22 557 23 076 24 114 24 596 25 285 25 159 25 033 25 408
Otros 91 402 97 124 105 625 116 089 124 370 129 557 132 239 129 192 125 505 129 342 134 214
PBI 240 666 253 014 267 782 284 384 303 879 314 029 323 559 319 729 313 983 325 838 335 853
(1) Preliminares: Instituto Nacional de Estadística.
(2) Preliminares: Banco Central de Reserva.
Fuente: Banco Central de Reserva del Perú.
Cuadro N° 5
Producto Bruto Interno por sectores productivos: 1981-1990
(Millones de intis de 1979)
1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990(1)
Agropecuario 395 4 405 5 366 3 406 6 414 9 431 7 453 9 480 5 462 9 420 9
Pesquería 18 7 20 9 13 0 21 7 24 5 31 8 28 1 36 3 37 7 36 3
Minería 449 8 463 9 441 6 464 2 495 4 475 8 458 1 383 9 395 5 377 3
Manufactura 897 4 853 8 696 0 747 8 794 1 936 9 1 065 7 928 5 751 4 718 0
Construcción 248 8 251 7 199 9 199 8 178 3 221 2 256 5 246 2 206 5 215 1
Gobierno 239 7 241 8 258 0 277 6 279 0 302 5 313 3 321 7 290 4 282 2
Otros 1 599 8 1 603 1 1 380 6 1 432 8 1 442 1 1 560 7 1 712 9 1 533 8 1 320 2 1 257 0
PBI 3 849 6 3 840 7 3 355 4 3 550 5 3 628 3 3 960 6 4 288 5 3 930 9 3 464 6 3 306 8
(1) Preliminar.
Fuente: Banco Central de Reserva del Perú.
trabajo y la reducción de turnos. En 1980, la PEA industrial era el 12.8 por ciento
de la PEA total, aproximadamente 680,000 trabajadores; en 1985 fueron 637,200
trabajadores que equivalían al 10 por ciento de la PEA; en 1989 fueron 800,000 tra-
bajadores, representando al 10.8 por ciento de la PEA. Entre 1970 y 1979, el salario
creció en un promedio anual de 2.5 por ciento y en la década siguiente la tendencia
fue a la inversa, cayendo tanto que, en 1989 representaba el 20 por ciento de lo que
era en 1980.45
262
TELLO/ Auge y ocaso de las políticas desarrollistas en el Perú (1960-1990)
263
HISTORIA Y CULTURA 30
REFERENCIAS BIBLIOGRÁGICAS
Banco Central de Reserva del Perú. Memoria 1980. Lima: Banco Central de Reser-
va del Perú, 1980. http://www.bcrp.gob.pe/docs/Publicaciones/Memoria/Memo-
ria-BCRP-1980.pdf.
_____ Memoria 1990. Lima: Banco Central de Reserva del Perú, 1990. http://www.
bcrp.gob.pe/publicaciones/memoria-anual/memoria-1990.html.
Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Series históricas del creci-
miento de América Latina. Santiago de Chile: Comisión Económica para Amé-
rica Latina y el Caribe CEPAL, 1978.
Congreso de la República del Perú. “Decreto Ley N° 14238 – Bases para la Re-
forma Agraria”. 16 de noviembre de 1962. http://www.leyes.congreso.gob.pe/
Documentos/Leyes/14238.pdf.
_____ “Decreto Ley N° 22126 – Decreto Ley ampara derecho a mantener vínculo
laboral y señala las causales de su recisión”. 21 de marzo de 1978. http://www.
leyes.congreso.gob.pe/Documentos/Leyes/22126.pdf.
264
TELLO/ Auge y ocaso de las políticas desarrollistas en el Perú (1960-1990)
_____ “Ley N° 9140 – Disponiendo que en los convenios que celebre el Poder
Ejecutivo para proteger y estimular la industrialización del país, podrá conceder
exoneraciones de impuestos y derechos. 14 de junio de 1940. http://www.leyes.
congreso.gob.pe/Documentos/Leyes/09140.pdf.
Cotler, Julio. Clases, Estado y Nación en el Perú. Lima: Instituto de Estudios Pe-
ruanos, 1992.
Klarén, Peter. Formación de las haciendas azucareras y orígenes del APRA. Lima:
Instituto de Estudios Peruanos, 1976.
Pease García, Henry. El ocaso del poder oligárquico. Lucha en la escena oficial
1968-1975. Lima: Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo DESCO,
1979.
265
RESEÑAS
Global Indios: The Indigenous Struggle for Justice in Sixteenth-Century Spain. Por
Nancy E. Van Deusen. Durham y Londres: Duke University Press, 2015. Mapas.
Notas. Índice. Xvi. 325pp.
un problema, ya que como Van Deusen logra señalar, el término indio era aplicado
básicamente a cualquier individuo que no fuera blanco o proveniente del África sub-
sahariana. Esto alcanzaba a pobladores nativos del continente americano, el este y
sur de Asia, el norte de África—bereberes, por ejemplo—y hasta moriscos y prove-
nientes de algunas islas del Mediterráneo. Incluso cuando se otorgaba la libertad, la
tolerancia que generaba el paternalismo europeo sobre los indios los mantenía en una
situación de sujeción, visible incluso a través de los esfuerzos de personajes como
Gregorio López Tovar y Hernando Pérez de la Fuente, inspectores del Consejo de
Indias encargados en 1543 y 1549 respectivamente de asegurar el cumplimiento de
las Leyes Nuevas en cuanto a la esclavitud.
271
Agua, Riego y Árboles: Ancestros y Poder en el Cuzco de los Incas. Por Jeanette E.
Sherbondy. Compilado y editado por Nicanor Domínguez Faura. Lima: Sociedad
Geográfica de Lima, 2017. 284pp.
Agua, Riego y Árboles: Ancestros y Poder en el Cuzco de los Incas por Jeanette
E. Sherbondy es una adición bienvenida a las estanterías de los estudiosos andinos. El
volumen, compilado y editado por Nicanor Domínguez Faura, incluye siete artículos, a
veces difíciles de encontrar, escritos a lo largo de su larga carrera. En su totalidad, expone
sus ideas sobre temas en el entorno natural y cómo se entendieron y manipularon los
recursos. Los temas del agua, su distribución y sus lazos con el poder se recapitulan en
varias partes.
273
HISTORIA Y CULTURA 30
Esta compilación, entonces, debe ser valorada por sus detalles y por sus
avances metodológicos. Combina información de fuentes primarias con datos de
etnografía, que no están exentos de sus propios defectos y problemas, para completar
sus interpretaciones. Sherbondy también utiliza la lingüística para traducir topóni-
mos y nombres, que ayudan a matizar sus observaciones.
Sin embargo, este libro, como mencioné al comienzo de esta reseña, segur-
amente se convertirá en un clásico que ganará un lugar en bibliotecas institucionales
y privadas en los Andes y en cualquier otro lugar donde un investigador busque el
significado de los pueblos sin letras.
—Pierre Duviols
275
HISTORIA Y CULTURA 30
Los siguientes dos capítulos, seis y siete, aparecen aquí por primera vez
traducidos del francés al castellano. Se trata de “Camaquen upani: un concepto ani-
mista de los antiguos peruanos”, publicado en 1978 en el tomo I de una colectánea de
homenaje a Herman Trimborn, y el igualmente importante estudio “Un simbolismo
de la ocupación, el ordenamiento y la explotación del espacio: el monolito ‘huan-
ca’ y su función en los Andes prehispánicos”, publicado originalmente en la revista
L´Homme 19 en 1979.
En seguida, con los números diez y once, figuran dos tratamientos importan-
tes del tema de la guerra de inkas y chancas, que deben leerse juntos y no son muy
conocidos a pesar de haber aparecido originalmente en castellano. El primero es “La
276
guerra entre el Cuzco y los chancas: ¿historia o mito?”, que se remonta a 1979, y
el segundo “El inca, rey solar responsable y garante de la fertilidad y de la armonía
cósmica, social y política: el ejemplo de las guerra rituales de sucesión”, el cual data
de 1997. Vale la pena reproducir la aserción final de la addenda de 2016 del autor
sobre este tema:
Es presumible que estos relatos, presentados como históricos por las fuentes,
son en realidad míticos y que recuerdan sin duda un mito importantísimo,
que tal vez engendraba actividades rituales correspondientes durante la co-
ronación de cada uno de los sucesivos Incas (p. 305).
Hay que volver a señalar la feliz iniciativa de los editores en agrupar y hacer
traducir por primera vez varios de estos trabajos y recomendar la lectura pausada de
estos. Pese a tener ya sus años, varios de ellos plantearon de modo profundo y du-
radero—en ocasiones denso—el análisis de las fuentes etnohistóricas a disposición
sobre estos temas en las fuentes, usando una poderosa heurística y haciendo uso
tanto de la etnología religiosa como la historia de la religión en la búsqueda de la
resolución de varios temas de la esfera de las representaciones entre los incas y otras
sociedades del Perú prehispánico tardío.
277
La Guerra Senderista: hablan los enemigos. Por Antonio Zapata Velasco. Lima:
Taurus, 2017. 251pp.
La guerra que desató el grupo terrorista Partido Comunista del Perú – Sen-
dero Luminoso (PCP – SL) en las últimas dos décadas del siglo pasado fue la más
sanguinaria, cruel, violenta y traumática que ha vivido el Perú contemporáneo. A
pesar de la conmoción que produjo en el país, el conflicto armado es considerado
casi un tabú entre los peruanos que sufrieron y vivieron la barbarie que el PCP – SL
desencadenó con el inicio de su lucha armada. El Perú de hoy es un país distinto;
con una economía que no ha parado de crecer desde inicios de siglo, atrás queda-
ron los días del terror, la violencia y el miedo producto del accionar de los grupos
terroristas. Sin embargo, después de años de conflicto, las causas que lo originaron
aún están vigentes. Vivimos en una sociedad con desigualdades económicas im-
portantes, una clase política altamente corrupta, carente de institucionalidad y en
donde miles de peruanos no acceden a servicios básicos fundamentales. Después
de más de dos décadas de haber concluido el conflicto, las recomendaciones para
evitar un fenómeno similar, hechas por la CVR y otros investigadores de la violen-
cia política, han caído en oídos sordos. Es por esto que el libro que nos presenta
Antonio Zapata adquiere mayor vigencia; una importante investigación que cuenta
la historia de una guerra fratricida que se originó en el Perú durante las últimas dos
décadas del siglo XX.
El libro inicia haciendo una brevísima descripción de los personajes más repre-
sentativos de los diversos grupos que se enfrentaron en la guerra. Es en ese sentido que se
propone el subtítulo Hablan los enemigos, ya que es un esfuerzo del autor por exponer y
contrastar las diferentes ópticas que presentaban los involucrados en la guerra.
Desde la otra trinchera, el autor cuenta con los relatos orales de una de
los personajes claves dentro de la agrupación terrorista. La versión de Elena Ypara-
guirre, número tres de la cúpula senderista y miembro del comité permanente que
dirigió el partido, da luces sobre la lógica del actuar del PCP – SL, sus motivacio-
nes, sus justificaciones y sus objetivos. Del mismo modo, señala los errores y ex-
cesos en los que incurrió Sendero Luminoso y explica, desde la lógica senderista,
el porqué de su derrota. Zapata recoge toda esta información a través de una serie
de entrevistas y conversaciones que sostuvo con Yparraguirre durante el año 2009
luego brindar una conferencia y organizar un curso de historia de la independen-
cia a pedido de las internas del penal para mujeres de Chorrillos. Para el análisis
280
del otro grupo terrorista, el MRTA, Zapata usa las memorias que el mismo Victor
Polay Campos, en calidad de comandante general del movimiento, le hace llegar.
Este documento inédito es usado como la versión oficial del balance que hace el
MRTA sobre el conflicto.
El libro también nos muestra una faceta más humana de los involucrados
en el conflicto. A través de la biografía de Yparaguirre, brinda las fuertes contradic-
ciones éticas y morales que tenían los miembros de la cúpula de Sendero Luminoso.
Trata de dar una explicación a cómo un sector de la clase media y alta (provinciana
en su mayoría) intelectual y fuertemente politizada, ricos y acomodados, vivieron un
conflicto personal interno dentro de una sociedad profundamente desigual. Las pre-
guntas y contradicciones morales que tenía Yparraguirre sobre el Perú encontraron
respuestas y soluciones en el fuerte dogmatismo que propalaba Guzmán. Muchos de
los iniciadores del accionar terrorista buscaron aplacar sus dudas y justificar sus pro-
pias acciones a través de la fe ciega en el partido y el “pensamiento Gonzalo”. Los
líderes no fueron el típico estereotipo de personas sojuzgadas por años de injusticias
sociales, sino miembros de las clases medias y altas de la periferia (no capitalinas)
que van sentirse responsables de iniciar un proceso revolucionario para traer justicia
a una sociedad fuertemente desigual. Se explica entonces por qué dentro del mis-
mo movimiento existía un fuerte distanciamiento entre los mandos operativos y la
cúpula que tomaba las decisiones. La cúpula de Sendero se justifica diciendo que
la barbarie que se desencadenó se debió a que los mandos medios, quienes reali-
zaban las operaciones militares, aplicaban una fuerte crueldad producto de años de
resentimiento social. La cúpula daba órdenes genéricas y cada mando se ocupaba en
cumplirlas. Muchas de esas acciones terminaron en grandes masacres, por lo que la
281
HISTORIA Y CULTURA 30
cúpula se auto justifica alegando que ellos no tenían el control sobre las formas de
accionar de los mandos operativos.
Las instituciones estatales alegaron una respuesta similar ante los excesos
cometidos por sus efectivos. El ejército y la marina indicaron que nunca hubo una
directiva oficial que atentara contra los derechos humanos y que los excesos y crí-
menes cometidos por algunos de sus efectivos en la lucha antiterrorista se debieron
a la falta de directivas políticas claras con las que se les envió a combatirlo. El libro
de Zapata recoge entonces la versión de las instituciones armadas en donde se señala
que nunca hubo un respaldo por parte de las fuerzas políticas civiles para combatir
a Sendero; se les encargó una tarea para la cual no estaban preparadas y de ahí el
porqué de los crímenes cometidos por oficiales que buscaban cumplir con su labor
de la mejor manera posible. Zapata entonces contrasta las versiones dadas por los
militares con los informes de la CVR, en donde se habla de la aplicación de terro-
rismo de estado para combatir al terrorismo senderista. Si bien es cierto el ejército
y la marina niegan la aplicación de combatir el terror con terror, es evidente que sí
existieron importantes crímenes y violaciones de los derechos humanos cometidos
por las fuerzas que combatieron a Sendero Luminoso y al MRTA.
283
AUTORES
288
de las Reformas borbónicas en las comunidades rurales del norte en el siglo XVIII.
Actualmente está terminando un libro titulado In Praise of the Ancestors: Living
History in Africa and the Americas, en el cual compara los mecanismos de memo-
ria entre los pobladores andinos del siglo XVI, los africanos de los siglos XVIII al
XX y los nativos Hodenosaunee de América del Norte en los siglos XVII y XVIII.
Correo electrónico: s.ramirez@tcu.edu.
289
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