Parálisis Facial Periférica
Parálisis Facial Periférica
Parálisis Facial Periférica
Anatomía
El séptimo par craneal o nervio facial contiene fibras motoras mímicas, eferentes viscerales
y gustativas. Dentro del canal del facial nacen las siguientes ramas:
a. Nervio petroso mayor → fibras preganglionares secretoras para las glándulas lacrimales,
nasales y palatinas → xerostomía - epífora
b. Nervio estapedio → inerva el músculo homónimo del oído medio → hiperacusia
(respuesta aumentada de los huesecillos del oído a las vibraciones sonoras)
c. Cuerda del tímpano → fibras gustativas de los dos tercios anteriores de la lengua y fibras
preganglionares de las glándulas sublingual y submandibular
Saliendo del cráneo el nervio facial se divide en sus ramas terminales a nivel de la glándula
parótida (plexo parotídeo):
Fisiopatología
Su mecanismo fisiopatológico probablemente consista en una alteración en la
microcirculación, que conduce a una hiperemia con formación de un edema en la vaina
del nervio, el cual, al encontrarse en un canal óseo de paredes inextensibles, sufre una
compresión con isquemia que altera el retorno venoso e instaura un círculo vicioso.
Etiología
Respecto a su etiología, como se desprende de la nomenclatura, actualmente sigue sin
estar clara, aunque parece haber evidencias sobre la existencia de fenómenos
inflamatorios secundarios a una infección vírica como causantes del cuadro. El virus
causante principalmente implicado ha sido el herpes simple tipo 1 (VHS-1), puesto que en
estudios, como el de Murakami, se ha reproducido la clínica al inocularlo en la rama
auricular del nervio facial, encontrándose en un elevado porcentaje de los animales que
desarrollaron la parálisis, ADN vírico en el nervio o en el líquido cefalorraquídeo. Asimismo
se ha relacionado también con el virus de Epstein-Barr, basándose en la existencia de
anticuerpos contra dicho virus en un 13% de los casos, y en su relación a posteriori, un
10%, con la leucemia linfoblástica aguda y con el linfoma de Burkitt.
Hay que destacar otra situación, que sin ser enfermedad propiamente dicha sí que
incrementa el riesgo de padecer una parálisis facial periférica, como es el embarazo.
No se ha identificado el motivo etiológico, aunque se relaciona con causas hormonales.
Únicamente se sabe que parece ser más frecuente en el tercer trimestre.
Manifestaciones clínicas
La parálisis facial periférica es un cuadro de instauración aguda o subaguda que se
caracteriza por una parálisis fláccida de todos los músculos de la mímica facial
ipsilaterales, tanto superiores como inferiores. A veces puede precederse de un proceso
vírico.
Merecen especial atención tres síndromes en cuyo seno se presenta un cuadro de parálisis
facial periférica:
- Síndrome de Ramsay-Hunt
La parálisis periférica aguda se acompaña de otalgia intensa y una erupción muy
dolorosa sobre el pabellón auricular, conducto auditivo externo, tímpano, y más
raramente en el paladar blando, cavidad oral y cuello. En ocasiones pueden afectarse otros
pares craneales como el V (trigémino), VIII (hipogloso), IX (glosofaríngeo) y X (vago). Se
debe a una infección por herpes zoster del ganglio geniculado.
- Síndrome de Melkerson-Rosenthal
Se caracteriza por episodios recurrentes de parálisis facial uni o bilateral. Se acompaña
de edema labial, en los párpados y cara, queilitis y lengua fisurada o plicata. Se trata de
un cuadro de posible base hereditaria que podría representar una forma de sarcoidosis.
- Síndrome de Heerfordt
También se denomina fiebre uveoparotidea. Es una forma extrapulmonar de la sarcoidosis
que combina la parálisis facial con la uveítis, la parotiditis, la hipoacusia de percepción y la
meningoencefalitis.
Exploración física
El diagnóstico de la parálisis facial es clínico, por lo que la exploración física es
fundamental. Se debe realizar una valoración general del nervio facial:
Exploración de vecindad
- Otros pares craneales: Si existe una parálisis del territorio inervado por el nervio
facial juntamente con una desviación hacia dentro del ojo del mismo lado
(estrabismo convergente) y una parálisis de la abducción de dicho ojo
sospecharemos una lesión conjunta del VI y VII pares craneales, lo que sugiere una
lesión topográficamente localizada en la protuberancia. En el supuesto de una
afectación conjunta de V-VII-VIII-IX, la cual se puede dar cuando la lesión se localiza
en ángulo pontocerebeloso o meato auditivo interno, la sospecha etiológica se
dirigirá hacia un neurinoma del acústico o un meningioma. Asimismo si coexisten
lesiones en los territorios o campos inervados por el VII y VIII pares craneales nos
orientará hacia una lesión localizada en el meato auditivo interno, siendo las causas
más habituales los tumores de peñasco y los procesos infecciosos.
- Boca y garganta: la lengua parece desviada al ser protruida, aunque se aprecia que
estará en la línea media al comparar su situación con la de sus dientes. Al
pronunciar la sílaba «ah» de forma mantenida, la úvula se desvía hacia el lado de
la parálisis, hecho común también con la lesión de los pares craneales IX y X.
Pruebas complementarias
Contribuyen al diagnóstico etiológico de la parálisis facial además de demostrar y cuantificar
el grado de afectación del nervio. Las pruebas complementarias se agrupan en las pruebas
electrofisiológicas y las no electrofisiológicas. Las primeras estarían indicadas sólo ante la
ausencia de contracción voluntaria, aunque fuera mínima, ya que la abolición facial es
el indicador clínico de mal pronóstico. Sin embargo, hay pacientes con parálisis
completa que evolucionan favorablemente, por lo que estas pruebas más sensibles son muy
útiles para determinar cuál será la evolución del cuadro.
a. Actividad espontánea muscular, reflejada por ondas positivas, fibrilaciones, etc., que
traducen degeneración axonal
b. Patrón voluntario, que se correlaciona con el número de axones funcionantes
3. Radiología: Ante una parálisis facial aguda son pocas las indicaciones de estudios
de imagen para su diagnóstico, ya que ofrecen pocas opciones de anormalidad, por
ello se utilizan en casos atípicos y para excluir causas no idiopáticas. De este
modo se emplea la tomografía axial computarizada (TAC) craneal y la resonancia
magnética nuclear (RMN) en pacientes que asocian sordera, otorrea,
tinnitus,afectación de otros pares craneales, traumatismo o parálisis de más
de tres meses de evolución.
Diagnóstico
El diagnóstico de la parálisis facial periférica está basado fundamentalmente en la historia
clínica y la exploración física, ayudado en ocasiones por las exploraciones complementarias
citadas, y ha de ir encaminado a distinguir entre la forma periférica y la central. Repasemos
los conceptos brevemente:
Diagnóstico diferencial
Teniendo claro que se trata de una parálisis facial periférica, hay que distinguir la forma
idiopática (80%) de otras formas secundarias, principalmente para instaurar un tratamiento
correcto y determinar el pronóstico. Nos hará sospechar que se trata de una parálisis
facial periférica idiopática su instauración rápida, de menos de 48 horas de evolución,
la exploración de cabeza, cuello y oído normal y la recuperación de la movilidad de la
musculatura facial como máximo en seis semanas. Por el contrario, nos orientará hacia
una parálisis facial periférica posiblemente no idiopática una instauración del cuadro
clínico lenta y progresiva, con presencia de espasmos previos a la parálisis,
afectación de una sola rama o bien afectación bilateral y falta de recuperación en seis
semanas.
Complicaciones
Una parálisis facial no recuperada totalmente puede dejar secuelas no sólo por la ausencia
de función, flacidez o contracturas, sino por las consecuencias clínicas de la reinervación
aberrante como son las sincinesias y las lágrimas de cocodrilo.
Las sincinesias son una de las secuelas objetivadas en aquellas parálisis faciales que
cursan con un grado de degeneración axonal mayor al 80%. Se deben a una reinervación
aberrante y consiste en la activación asíncrona de varios músculos del lado afectado, tras la
activación voluntaria o refleja de alguno de los músculos faciales. El tratamiento de elección,
en caso de precisarlo, es la inyección de toxina botulínica en el músculo orbicular de los
párpados. Se denomina lágrimas de cocodrilo a aquellas lágrimas que se producen durante
la masticación, por rebosamiento.
Tratamiento
Como no es posible predecir cuáles son los pacientes que tendrán formas graves con
secuelas, se aconseja en general el tratamiento inmediato con corticoides. La dosis
total recomendada de prednisona en adultos es de 1 mg/kg/día durante diez días. Si la
parálisis es incompleta, se disminuye diariamente hasta suspenderla totalmente, siendo lo
más frecuente bajar un tercio de la dosis cada dos días. Si hay dudas sobre la gravedad o
progresión de la enfermedad, se mantiene la dosis inicial durante cinco días más, para
suspenderla igualmente de la forma descrita. El uso de corticoides está demostrado en
modelos animales con parálisis facial experimental; sin embargo, siguen apareciendo
estudios donde no se evidencian diferencias significativas entre pacientes que han tomado
esteroides comparados con los que no los reciben, en cuanto a recuperaciones completas
en seis u ocho semanas. La prednisona se aconseja también en el tratamiento de la
parálisis facial de los diabéticos, el síndrome de Heerfordt y la parálisis que sigue a la
cirugía odontológica. En el síndrome de Merkelsson-Rosenthal pueden tener utilidad los
corticoides inyectados localmente, mientras que la tumefacción parece mejorar con
clofamicina. El buen pronóstico de las parálisis faciales en los niños hace innecesario el
tratamiento con esteroides.
En ocasiones se ha visto que es útil la asociación de los tratamientos expuestos con los
antiviriásicos. En el síndrome de Ramsay-Hunt al tratamiento con prednisona se añade
aciclovir (800 mg cinco veces al día por vía oral o intravenosa). La eficacia de añadir
aciclovir (200-400 mg vía oral cinco veces al día durante diez días) al tratamiento con
prednisona en la parálisis facial de Bell no está determinada. Dichas indicaciones vienen
determinadas por la existencia de estudios que evidencian una reducción significativa de
secuelas en pacientes con síndrome de Ramsay-Hunt tratados con aciclovir, aunque no en
los casos de parálisis de Bell.
- Rehabilitación
El objetivo del reentrenamiento neuromuscular es facilitar los movimientos simétricos e
inhibir la actividad motora grosera no deseada (sincinesias). El 90% de los ejercicios los
realiza el paciente en su domicilio mediante ejercicios previamente enseñados por un
terapeuta delante de un espejo. El proceso puede durar de uno a tres años.
Dentro de este apartado incluimos también la rehabilitación quirúrgica de las secuelas. Las
técnicas para este fin son variadas, pero con resultados limitados, y consisten en implantes
de oro en párpados para mejorar la oclusión del ojo, anastomosis del nervio facial con el
hipogloso para proporcionar una función motora aceptable en la mitad inferior de la cara, o
transposición del músculo temporal para proporcionar movilidad a la comisura de la boca de
una forma inmediata, enseñando al paciente la nueva forma de utilizar este músculo.
Pronóstico
En la parálisis facial idiopática la probabilidad de recuperación completa es del 90% si la
lesión afecta a menos del 90% de las fibras, siendo la recuperación del 50% si las fibras
afectadas son en número superior al 90%. Se podría resumir que el 84% consiguen una
recuperación total o con un déficit en la mímica facial imperceptible. Las secuelas
secundarias a la reinervación aberrante, sincinesias y las lágrimas de cocodrilo aparecen en
el 1% de los casos.