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Unidad #9

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HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA

Actividad Nº 3

1) Explique brevemente, las circunstancias en la que se produjo la Declaración de


nuestra Independencia.

REGLAMENTO PROVISORIO DE 1817.

Proclamada la independencia de las Provincias Unidas, faltaba en verdad, resolver el


grave asunto de dar una Constitución que organizara en forma integral y definitiva a la
Nación. Durante el año 1816 se redactaba un Reglamento provisorio que obtiene la
aprobación del Congreso, luego de no pocas deliberaciones.

El Reglamento provisorio no innova mayormente sobre lo establecido en el Estatuto de


1815. Las pocas modificaciones son para darle un neto carácter unitario: la elección de
gobernadores intendentes y tenientes gobernadores. Por el Estatuto de 1815, se
nombraban, por el director del Estado, a propuesta en terna del Cabildo de su
residencia, en el Reglamento del 17, dichas designaciones quedaban al arbitrio del
supremo director del Estado, de las listas de personas elegibles de dentro o fuera de la
provincia.

Donde más se destaca el tinte unitario de este reglamento es en el Poder Ejecutivo, que
si bien reside en el director supremo, asume un mayor número de prerrogativas y
facultades al suprimirse la Junta de observación nacida en 1815, y por ende, escapa a
su fiscalización. De esta manera, sin las trabas que obstaculizaban su acción y con el
absoluto control de las provincias, la nueva Constitución acentuó el exagerado
centralismo que venían ejerciendo los gobiernos de Buenos Aires.

Este reglamento de carácter esencialmente unitario, rigió provisoriamente hasta la


sanción definitiva de la Constitución de 1819.

LA CONSTITUCIÓN DE 1819.

Luego de varios meses de labor, el proyecto de Constitución definitiva fue presentado al


director supremo, y el 31 de julio de 1818 comenzó su tratamiento.

Para hacer el análisis de la Constitución de 1819 es necesario distinguir su aspecto


doctrinario del histórico: de esta manera se podrá realizar una justa valoración crítica de
su importancia jurídica y de su trascendencia como hecho histórico.

Si bien esta Constitución puede aceptarse en algunos de sus aspectos doctrinarios, su


sanción, como hecho histórico, en las circunstancias en que nace, mueve a la más dura
crítica. La Constitución del 19 significaba la muerte de las autonomías provinciales, del
gobierno propio, del federalismo histórico, de las aspiraciones democráticas y
republicanas por las que había luchado sin desmayo el pueblo argentino. El repudio de
las provincias cuando les fue presentada, muestra palpablemente que otros valores, más
contantes y profundos, movían a los pueblos.

La crítica fundamental a esta Constitución se encuentra en la integración de su Senado.


Efectivamente, dicho cuerpo está formado por "los senadores de provincias, cuyo
número será igual al de las provincias; tres senadores militares, un obispo y tres
eclesiásticos, un senador por cada Universidad y el director del Estado".

Como se puede apreciar, la constitución del Senado era una nueva negación de los
principios de Mayo. Esta composición netamente aristocrática produjo incontenible
reacción en las provincias que, después de casi diez años de libertad, creían estar
liberadas de los resabios de la época anterior.

El Poder Ejecutivo reúne, dada la naturaleza de la Constitución, la suma de los poderes,


conformando un neto sistema de unidad.

En cuanto a sistema o forma de gobierno, concretamente no adopta ninguno, con el


visible propósito de poder adaptar la Ley Fundamental sancionada a una monarquía
constitucional.

RECHAZO DE LA CONSTITUCIÓN UNITARIA Y CAUSAS DEL ALZAMIENTO


NACIONAL.

Conocidos los principios de la nueva Constitución que acababa de sancionarse, las


provincias argentinas, especialmente las del litoral, viendo menoscabados sus derechos
y violadas sus soberanías particulares, se levantan contra las autoridades nacionales.

No significa esto que la sanción de la Constitución del 19 es la única causa de la


rebelión. Es la consecuencia directa de una errónea política, dirigida por los grupos
centralistas porteños en torno a regímenes o sistemas de unidad, a un menosprecio por
los derechos de los pueblos del interior y a un desconocimiento de la realidad histórica,
que por aquel entonces obedecía a un federalismo de hecho y derecho que las
provincias sostenían como bandera.

La insurrección comenzada en el litoral cunde por todo el país, descontento contra la


política centralista dominante.

Al comenzar el año 1820 la efervescencia de los pueblos litorales cunde por todo el
territorio. A las sublevaciones de Tucumán, La Rioja y de las provincias limítrofes, y al
estado de guerra de Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes, se le suma la desobediencia
sanmartiniana y la sublevación en 9 de enero de ese año del Regimiento de Cazadores
en San Juan.
EL ESTATUTO PROVISIONAL DE SANTA FE.

Después de firmado a principios de 1819 el armisticio de San Lorenzo entre Buenos


Aires y Santa Fe, la provincia entró temporariamente en una época de paz. Estanislao
López aprovecha la ocasión para organizar la provincia institucionalmente. Este
pensamiento, que había orientado al gobierno de López, se convierte en realidad, y así,
en julio de 1819 encarga a la Junta electoral la redacción de un Estatuto constitucional.

El Cabildo aprueba el 26 de agosto de 1819 el Estatuto provisional de Santa Fe, siendo


así esta provincia, la primera en darse su Constitución. Ello significa el ideal autonómico
de un estado argentino en darse sus propias instituciones, en darse su ley fundamental,
organizando sus poderes. Es decir, convertir a este federalismo de hecho, practicado y
vivido en el azar de la guerra, en un federalismo de derecho, concretado en la norma.
Gobierno propio, Constitución propia, leyes propias, conforman la autonomía particular
de los Estados siendo la base de todo sistema federal, sobre todo, si tenemos en cuenta
que se aspiraba a la formación de un gobierno general, organizado constitucionalmente.

La Constitución de Santa Fe significó una réplica contundente a la Constitución


Nacional. Por eso, a pesar de su endeblez, a pesar de sus enormidades jurídicas, es la
espontánea manifestación de un pueblo por concretar su vida dentro de la ley.

LA CRISIS ANTERIOR A 1820.

Singular importancia reviste, no sólo para la historia constitucional, sino para la vida
política, económica y social del pueblo argentino, la revolución de 1820.Veamos ahora
las características fundamentales de esta crisis.

a) Participación del pueblo. Es recién en 1820 cuando el pueblo vuelve a retomar el


pulso de la Revolución de Mayo y decidir los destinos superiores.

b) Ruptura definitiva de la estructura colonial. En 1820, y de ahí su importancia, se


quiebra la estructura colonial y cada pueblo, cada provincia, pasa a ejercer sus legítimos
derechos, a gozar abiertamente y sin dependencias extrañas, su propia autonomía.

c) Triunfo del federalismo. En 1820 se produce el legítimo triunfo del federalismo que
concretará su ideario en la Constitución del 53.

d) Derrumbe de los organismos. Es consecuencia inmediata de los hechos ocurridos a


principios del año XX, la caída del Congreso y del Directorio, y el surgimiento de la
provincia de Buenos Aires y su primera Junta de representantes.

La caída de los dos organismos nombrados es de capital importancia, ya que con ella
termina toda una política encaminada a desvirtuar, pese a las mejores intenciones, la
orientación de Mayo.

e) Anhelo de autonomía económica. Producido el movimiento revolucionario se inicia el


proceso independiente bajo la égida del librecambio.
f) La “anarquía federal”. Librada la batalla de Cepeda el 1 de febrero de 1820, con el
triunfo de las fuerzas federales, Ramírez envía una nota al Cabildo de la ciudad de
Buenos Aires manifestándole que “no activará las operaciones del ejército dentro del
término de ocho días”, los suficientes como para que deliberen sobre su suerte y
comuniquen sus decisiones.

Transcurridos los ocho días que habían otorgado de plazo para que se destituyera a las
autoridades y se convocara a Cabildo abierto, los caudillos federales deciden avanzar
sobre la ciudad de Buenos Aires.

Ante el avance de éstos y los términos de su proclama, las autoridades de Buenos Aires
no tuvieron otra determinación que tener que resignar sus cargos.

TRATADO DEL PILAR.

El 23 de febrero de 1820, en la capilla del Pilar queda “hecha y concluida”, la convención


entre los gobernadores don Manuel Sarratea, de la provincia de Buenos Aires, don
Francisco Ramírez, de la de Entre Ríos y Don Estanislao López, de la de Santa Fe, con
el fin de:

“...terminar la guerra suscitada entre dichas provincias, proveer a la seguridad ulterior de


ellas y de concentrar sus fuerzas y recursos en un gobierno federal”.

Es la obra institucional de los pueblos litorales, asentando los principios básicos sobre
los que habrá de organizarse políticamente la nación, es el pacto de unión sobre el que
habrán de consolidarse las autonomías provinciales, y del cual surgirán de una manera
absoluta y definitiva los principios de federalismo y nacionalidad. Sobre estos dos
pilares, a través de toda una dolorosa etapa de lucha civil, habrá de organizarse la patria
en 1853.

EL TRATADO CUADRILÁTERO.

Muerto Ramírez, después de su frustrada campaña contra Buenos Aires, el panorama


político del país cambiaba fundamentalmente su fisonomía. Por su parte Corrientes y
Misiones quedaban en el "pleno goce de su libertad"luego de estos sucesos. Rivadavia,
atento al proceso político, manejado hábilmente desde Buenos Aires, ve así más
próximos sus anhelos de organizar el país bajo el sistema de unidad, en un Congreso
cuya sede sea la vieja capital. La corriente promovida por Bustos desde Córdoba, inspira
la reunión de las provincias litorales bajo las formas de un tratado, que prepare el futuro
Congreso nacional.

Fueron convocados los representantes de las cuatro provincias litorales (Santa Fe,
Buenos Aires, Entre Ríos y Corrientes), en la ciudad capital de la provincia de Santa Fe.

El Tratado Cuadrilátero, haciendo una breve síntesis, es el sustituto legal del Congreso
de Córdoba, desviado por Rivadavia hacia Buenos Aires, con el único propósito de
debilitar la influencia de Bustos, apagar el anhelo ferviente de federalismo que
ostentaban las provincias y preparar el camino hacia el Congreso, que en 1824
comenzaría su labor en la ciudad capital.

El Congreso Nacional 1824-1827

La realización de una de las más importantes asambleas argentinas, iniciada el 6 de


diciembre de 1824 y disuelta el 18 de agosto de 1827, es el resultado de un largo
proceso histórico donde se conjugan poderosas fuerzas en pugna.

Desde el Tratado del Pilar, pasando por el Pacto de Benegas, el Congreso de Córdoba,
el Tratado Cuadrilátero y todos aquellos pactos menores, celebrados entre las
provincias, dos corrientes que hacen a la vertebral de la nación, se disputan la
hegemonía política. Por un lado, el pensamiento federal, sostenido por la casi mayoría
de los Estados particulares, y por el otro, el pensamiento centralista, propugnado por los
núcleos porteños que luchan por mantener la preponderancia de un gobierno central,
instalado en la capital histórica.

La poderosa influencia de Rivadavia hace que en las postrimerías del año 1821, la
provincia de Mendoza, movida por legítimos anhelos de organización, solicitara al
gobierno de Buenos Aires la reunión de un Congreso Nacional.

Motivos de carácter internacional hacen necesaria en forma urgente la convocatoria.

Por un lado: el conflicto cada vez más grave con Brasil, y por otro, la necesidad de
asegurar el reconocimiento de nuestra independencia por los países europeos, para lo
cual se precisa presentar a los Estados extranjeros, una república organizada
constitucionalmente, en todos sus poderes.

A todo esto, ya en el poder como gobernador de la provincia de Buenos Aires, el general


Gregorio Las Heras, desde mayo de 1824, acentúan en sus decisiones de gobierno, una
marcada tendencia autonómica, acorde con el espíritu federal reinante en las demás
provincias.

LA LEY FUNDAMENTAL.

La primera medida de singular trascendencia aprobada por el Congreso fue la sanción


de la llamada "Ley Fundamental". La hondura de sus principios ajustados a la realidad
nacional daban las bases para un verdadero pacto de provincias, de donde debería
partirse para todo intento de organización nacional. Sus claros lineamientos hacían a lo
vertebral de la Nación, dando solidez al Congreso que proyectaba la instalación de una
autoridad nacional y la sanción de una Constitución, que estructurara definitivamente los
poderes de la república. De su lectura surge la esencia de un legítimo pacto de
confederación, consolidando las soberanías particulares y creando un gobierno central,
con las facultades inherentes a esta clase de asociación política. El proyecto original
constaba de dieciocho artículos, interesantes de analizar en la bibliografía básica.
Otras cuestiones importantes que trató el Congreso, fueron:

LA LEY CAPITAL.

En la sesión del 13 de febrero tuvo entrada el proyecto remitido por Rivadavia


declarando a la ciudad de Buenos Aires capital de la República. El 4 de marzo de 1826
quedó definitivamente sancionada la ley capital. La disolución nacional estaba en
marcha. Veintiséis largos años habría que esperar para el logro de la ansiada
organización nacional. Desde ese momento el Congreso entraría en total declinación. En
torno a la Buenos Aires ultrajada, se alzarían otra vez las lanzas montoneras y se
abriría, sin pensarlo, el penoso camino hacia la dictadura.

LA FORMA DE GOBIERNO.

El proyecto de decreto presentado establecía que “la Comisión de negocios


constitucionales redactará un proyecto de Constitución sobre la base de un gobierno
representativo republicano, consolidado en unidad de régimen”.

PROYECTO, DISCUSIÓN Y SANCIÓN DE LA CONSTITUCIÓN DE 1826.

Todavía en discusión el problema de la forma de gobierno, la comisión designada al


efecto, se dio a la tarea de redactar el proyecto de Constitución que se le había
encomendado.

Esta fue sancionada el 24 de diciembre de 1826, bajo la presidencia de Bernardino


Rivadavia y consta de ciento noventa y un artículos. Es indudable, y no insistimos sobre
ello, que esta Constitución Nacional es, desde el punto de vista de la técnica
constitucional, juntamente con la Constitución de 1819, el documento más completo y
elaborado, y uno de los fundamentales antecedentes de la Constitución del 53. Pero
bien sabemos también, que las leyes deben ser el producto de la evolución del medio
social en que se gestan, el resultado de los factores históricos y el logro efectivo de las
libertades. Poco de esto consultó la Constitución de 1826, ajena a la aspiración
autonómica y federalista de las provincias, demostrada elocuentemente en su violento
rechazo, apenas fue sancionada.

La sanción de la ley unitaria de 1826 significaba la muerte de las instituciones


provinciales, reducidas a simples entes de una administración delegada, quedando los
gobernadores bajo la inmediata dependencia del presidente de la República y sus
nombramientos, a una caprichosa decisión.

Los comisionados por el Congreso, una vez sancionada la Constitución, marcharon


hacia las provincias donde se los había designado. El más poderoso rechazo de la
Constitución sancionada por el Congreso, fue la culminación de una penosa política de
desaciertos sostenida por el gobierno nacional. La estructura unitaria aflojaba
vertiginosamente sus cimientos, sacudida por una violenta reacción de las provincias
que, una vez más, iban a reafirmar su fe en los principios del federalismo.
Si a eso se suman los fracasos de Rivadavia en su bien llamada "aventura presidencial",
comenzando por su reforma enfitéutica, el Banco Nacional, el empréstito con la Baring
Brothers, la explotación de las minas de Famatina, el triste fin de la Asociación Agrícola
del Río de la Plata, su fracasada política inmigratoria, y decapitación de la provincia más
poderosa, desmembrada por la ley de federalización, es evidente que su gobierno no
podía seguir adelante. El problema con el Brasil fue el golpe de gracia para el
desventurado Rivadavia. Su renuncia cierra así, todo un singular período histórico, que
pudo ser el de la verdadera organización nacional.

A todo esto, repudiada por las provincias la Constitución, a instancias de Córdoba, diez
de ellas se unen en un pacto que en esa hora tiene singular trascendencia por los
ideales que consagra y la determinación que asume. Las provincias de Santa Fe, Entre
Ríos, Corrientes, Córdoba, Santiago del Estero, La Rioja, Salta, Mendoza, San Juan y
San Luis firman en mayo de 1827, sucesivamente, un Tratado de alianza ofensivo-
defensivo "por el que se comprometen a la organización del país en un nuevo Congreso
bajo la forma federal, y a invitar a las provincias de Buenos Aires, Catamarca, Tucumán
y Banda Oriental a adherirse a la Liga". Declaran que las provincias contratantes
“convienen en desechar la Constitución que ha sancionado el Congreso Constituyente”
por estar “formada sobre la base del sistema de unidad, que está en oposición a la
voluntad general de las provincias suscribientes”. Establecen luego (art.5º) que todos los
Estados en unión, “invitarán a todas las demás provincias que no estén en la Liga a
formar un nuevo Congreso, cuyo solo objeto sea constituir al país bajo la forma de
gobierno federal”, y que provisionalmente se reunirán en la ciudad de Santa Fe.

Este pacto nacional que nucleó a las provincias bajo un vínculo confederacional, trajo la
feliz circunstancia de estar todos los Estados argentinos representados en un Congreso
Constituyente, con paz interior. Además de solucionar la crisis gubernativa, representa la
"partida de defunción" del Congreso y el nacimiento de la futura Convención Nacional.

LEY DEL 3 DE JULIO DE 1827.

Instalado este cuerpo en el mismo local del Congreso, el 12 de agosto proceden a elegir
al gobernador propietario siendo proclamado el coronel Manuel Dorrego.

“El Congreso y gobierno nacional quedan disueltos”.

UNIDAD IX
Esta unidad describe, no sólo las circunstancias del retardo en la organización
constitucional definitiva, sino el modo en que los hombres públicos de aquella época,
mantuvieron por vías distintas, la unidad y el destino de la Nación.

El régimen de los pactos interprovinciales, que desde 1.820, se instaura en el país hasta
l.853, es de suma importancia.

De idéntica manera la inestimable labor de la generación del 37, logra sintetizar a través
de sus exponentes, la realidad de aquel presente, en un proyecto viable que se
concretiza en l.853. (López Rosas, págs. 290 a 306 y 324 a 328, 437 a 452, 457 a 474.)

El punto 4) de esta unidad, describe las características de la situación económica del Río
de la Plata, durante este período de nuestra historia. (Tau Anzoátegui Martiré, págs. 475
a 531) .

La Convención Nacional de Santa Fe (1828-1829)

GOBIERNO DE DORREGO. LOS PACTOS INTERPROVINCIALES.

Una vez en el gobierno de la provincia de Buenos Aires, diose Dorrego a la solución de


los dos más graves problemas que enfrentaba la Nación:

a) la guerra con el Brasil y

b) la organización de las provincias.

Para lo primero designó ante la Corte de Río de Janeiro, a Juan Ramón Balcarce y a
Tomás Guido, a fin de que iniciaran las tratativas pertinentes y pudieran llegar a una
negociación definitiva. Al mismo tiempo, solicitaba la cooperación del interior.

Para solucionar la momentánea disolución nacional, envía Dorrego numerosas misiones


a las provincias a fin de concertar tratados con ellas. Como resultado se firman
numerosos tratados que, a la par de asegurar la cooperación de los diversos Estados
para sostener la guerra con el Brasil, los ligaban bajo los principios del federalismo. El 21
de setiembre de 1827, Buenos Aires firma un tratado con Córdoba; el 2 de octubre con
Santa Fe, el 27 de octubre con Entre Ríos, formalizando el 11 de diciembre un convenio
con la provincia de Corrientes. Es interesante destacar el tratado firmado entre Buenos
Aires y Córdoba.

En cumplimiento del art. 7º de la ley de 3 de julio de 1827, que estipulaba que el


gobierno procedería a invitar a todas las provincias a la más pronta reunión de una
Convención Nacional, fueron concentrándose en la ciudad de Santa Fe.

Mientras tanto, llegan las noticias de los términos del tratado de paz con el Brasil, como
consecuencia los diputados de la Banda Oriental, libre e independiente desde entonces,
se retiran de la Convención Nacional, por considerarlo una afrenta.
EL MOTÍN DE LAVALLE.

Los hombres del partido unitario, desalojados del poder desde la disolución del
Congreso de 1.824 y la renuncia de Bernardino Rivadavia, esperaban el momento
propicio para dar fin al gobierno del coronel Dorrego. Este, falto de fuerzas con que
hacer frente a Lavalle, jefe de la insurrección, resuelve marchar a la campaña para
reunirse con Rosas.

En su ausencia los dirigentes unitarios, consideraron propicia la oportunidad para


concertar la destitución del gobernador. Consideraron que “era indispensable darle
carácter político y popular al motín y que, por forma o por decencia debía convocarse al
pueblo a elegir gobernador”.

Al final, la mesa “consagró al general Lavalle gobernador y capitán general de la


provincia de Buenos Aires”.

Mientras tanto, Dorrego, auxiliado con fuerzas de Juan Manuel de Rosas, decide en los
días posteriores, dirigirse hacia el norte buscando el apoyo. Hecho prisionero por una
columna al mando del comandante Escribano, es fusilado por orden de Lavalle el 13 de
diciembre.

El motín de Lavalle, y en especial, la muerte de Manuel Dorrego, hicieron estallar la


guerra civil en toda la nación.

El 10 de diciembre llega la noticia del motín al seno de la Convención reunida en Santa


Fe, por intermedio de una comunicación de Dorrego dirigida al gobierno de Santa Fe
solicitando auxilios.

La Convención Nacional resuelve:

Debiendo obrar estas fuerzas bajo la dirección de un general, queda nombrado el


excmo. señor gobernador de Santa Fe, don Estanislao López, general en jefe de las
fuerzas que han de restablecer el orden en la provincia de Buenos Aires.

CAÑUELAS Y BARRACAS.

Estanislao López marcha al encuentro de las tropas de Lavalle, se enfrenta con el


enemigo obteniendo un decisivo triunfo sobre sus fuerzas. Lavalle se ve obligado a
retirarse en desbande hacia Barracas. Estanislao López envía a don Domingo de Oro,
para que entable negociaciones de paz. Ante esta proposición formulada por el
gobernador santafesino, Lavalle, tal como si no fuera un general que tiene todas las de
perder, propone entrar en negociaciones, bajo el carácter de jefe del Ejército de la
Unión. López deja el campo de acción en poder del hábil comandante de armas don
Juan Manuel de Rosas.
Todas las tramitaciones entre Rosas y Lavalle llevan a la celebración del Pacto de
Cañuelas, firmado el 24 de junio de 1829 entre ambos jefes. En dicho convenio se
acordó que:

1º) Cesaban las hostilidades y se restablecían todas las relaciones entre la ciudad y la
campaña.

2º) Se procedería a la mayor brevedad posible a la elección de los representantes de la


provincia con arreglo a las leyes.

3º) Quedaba de comandante general don Juan Manuel de Rosas. López, Rosas y Paz
son ahora las tres únicas figuras que quedan en primer plano a fin de decidir el futuro
rumbo de la Nación. Detrás de López está el núcleo de provincias que sostienen aún la
Convención Nacional; Rosas, aunque todavía sin el gobierno en la mano, es el jefe de
hecho de su provincia y Paz, a quien sólo falta desalojar definitivamente a Quiroga,
comienza ya a tener la hegemonía del norte.

De acuerdo con lo convenido en Cañuelas, la elección de los representantes de la


ciudad y campaña de la provincia de Buenos Aires, debía hacerse por medio de una lista
confeccionada por Rosas y Lavalle, en la que el número de candidatos unitarios fuese
igual al de los federales. Lo cierto es que por orden de Lavalle fue anulada la elección,
conviniendo éste con Rosas, entrevistarse en una quinta cercana a Barracas (quinta de
Piñeiro) donde firmaron un nuevo acuerdo.

En el Convenio de Barracas queda estipulado que el objeto del tratado del 24 de junio
había sido volver al país al logro de sus instituciones tradicionales, pero sin violencia ni
sacudimientos.

Mientras tanto Rosas y Lavalle, deciden de común acuerdo designar como gobernador
provisional "a un ciudadano escogido entre los más distinguidos del país".

En virtud también de una de las cláusulas del Convenio de Barracas, el nuevo


gobernador provisional fue secundado en su tarea de gobierno, por un Senado
consultivo formado por veinticuatro miembros.

PRIMER GOBIERNO DE ROSAS.

Luego del breve gobierno de Viamonte, todas las fuerzas que obran dentro del proceso
político parecieran aunarse para desembocar en la persona de Juan Manuel de Rosas.

Rosas fue la expresión superlativa del autoritarismo y su aparición en la escena política


argentina no fue obra de la casualidad, sino el resultado de todo un proceso histórico
anarquizado, que inevitablemente debía desembocar en la dictadura.

De la figura de Rosas, analizamos exageradas las dos posiciones antagónicas. Creemos


que a don Juan Manuel, como a cualquier otro gobernante, hay que juzgarlo con la
menor vehemencia posible. Aplaudimos al altivo caudillo que se planta frente a Francia e
Inglaterra, al gobernante de la Vuelta de Obligado, al que se acerca al pueblo y le habla
en su lenguaje, al que brega por la ley de aduanas de 1836, al gobernador que da
sentido hispánico y criollo a su mandato, al que se opone a las ambiciones brasileñas.
Pero atacamos al Rosas que gobernó la provincia de Buenos Aires como una estancia,
al que se perpetúa en el poder, al que exige la suma del poder público o las facultades
extraordinarias, al que destierra la libertad de prensa durante sus veinte años de
gobierno, al que hace fracasar el Pacto federal de 1831 que disponía la organización
federal de la República, al que persigue y hace asesinar a sus enemigos políticos, al que
retrasa la vida universitaria y cultural de Buenos Aires.

Don Juan Manuel de Rosas, como tantos otros gobernantes argentinos, fue un producto
de su tiempo, con numerosos aciertos y errores a lo largo de su vida pública.

El Pacto Federal del 4 de Enero de 1.831

Antecedentes: Al comenzar el año 1830 el panorama de la República era


innegablemente incierto. El 28 de febrero de 1830, Santa Fe y Corrientes firman un
Tratado de alianza y amistad, donde se comprometen a formar una futura Convención
con la ayuda de Buenos Aires y Entre Ríos. Esta unión de las cuatro provincias
proyectada en el tratado firmado en la ciudad de Santa Fe, tiene singular importancia por
ser el primero de los convenios litorales que servirán de antecedente al Pacto federal del
4 de enero de 1.831, y por consignarse en sus cláusulas, que la convención estaría
integrada por provincias federales, pudiendo adherirse todas aquellas que sostuvieran
el mismo principio político.

Dentro de los principios que habían inspirado a los tratados anteriores, se convoca una
reunión en San Nicolás, donde concurren Estanislao López, Juan Manuel de Rosas y
Pedro Ferré, tratándose en ella los problemas de la organización, y sobre todo, la grave
situación creada con el reciente triunfo del general Paz, que acababa de vencer a
Quiroga. Resueltos a celebrar un tratado cuadrilátero entre las provincias litorales,
comunican tal decisión a Paz.

Queremos destacar que de haberse firmado el tratado cuadrilátero en esa oportunidad,


hubiera tenido quizá mayor significación que el que tuvo el Pacto federal de 1.831, pues
en la reunión de Santa Fe, no sólo se abordó el problema político, sino que en los
proyectos presentados, tuvo singular preferencia el problema económico de la Nación y
el planteamiento de un verdadero federalismo, analizados sobre la urgente realidad de
las provincias.

EL PACTO FEDERAL.
Luego de celebrado el pacto de unión entre las provincias del interior, el 4 de enero de
1831, se firma solemnemente el Pacto federal entre las provincias nombradas. Y así, en
virtud de los tratados litorales celebrados el año anterior, y considerando que “la mayor
parte de los pueblos de la República ha proclamado del modo más libre y espontáneo la
forma de gobierno federal...” convienen las provincias signatarias los artículos que lo
forman.

Obvio resulta destacar la importancia de este pacto, piedra angular de nuestra


organización nacional. En él, se dan las bases definitivas sobre las que habrá de
constituirse el país bajo los principios del federalismo. Su valor radica, no sólo en el
contenido de sus cláusulas, sino, en que no fue la actitud aislada de una o dos
provincias, sino la expresión unánime de todas, que posteriormente a su sanción, se
fueron paulatinamente adhiriendo. Se consagra la aspiración legítima del pueblo
argentino a abandonar la anarquía y organizarse constitucionalmente bajo los principios
de un sistema político por el cual, habían luchado desde los primeros años de la
revolución.

LA DICTADURA.

Por ley del 7 de marzo de 1835, la legislatura de Buenos Aires establece:

Art. 1º. "Queda nombrado gobernador y capitán general de la provincia por el término de
cinco años, el brigadier general don Juan Manuel de Rosas".

Art. 2º. "Se deposita toda la suma del poder público de esta provincia en la persona del
brigadier general don Juan Manuel de Rosas, sin más restricciones que las siguientes:

1º) que deberá conservar, defender y proteger la religión católica apostólica romana;

2º) que deberá defender y sostener la causa nacional de la federación que han
proclamado los pueblos de la República".

Art. 3º. "El ejercicio de este poder extraordinario durará todo el tiempo que a juicio del
gobernador electo fuese necesario".

Ante esta obsecuente ley, que pone en manos de Juan Manuel de Rosas la suma del
poder público, nace, como bien lo proclama Vicente Fidel López, la "dictadura vitalicia"
del nuevo gobernador.

LA GENERACIÓN DEL 37.

Al margen de la generación unitaria que había desarrollado su política desde el


comienzo de la Revolución y la generación de federales que, igualmente, había venido
luchando desde el comienzo de la era independiente por implantar sus ideas y su
sistema de gobierno, surge en la época que nos ocupa, lo que se ha dado en llamar
"generación romántica de 1.837". Se le distingue de los anteriores movimientos o de
cualquier otra expresión de la vida argentina, por adoptar una nueva postura frente al
proceso histórico de la República y fijar un distinto planteamiento filosófico, político y
económico de los fenómenos sociales de la época.

Aparecen en Buenos Aires pequeños círculos literarios, integrados por los hombres
jóvenes de entonces que fundan, la Asociación de estudios históricos y sociales como
culminación de todas esas inquietudes. Posteriormente, Marcos Sastre, secundado por
un selecto grupo de la juventud porteña, funda en su librería, el Salón literario, institución
nacida en pleno gobierno de Juan Manuel de Rosas. Disuelto éste tiene lugar la
aparición de la "Joven Argentina", asociación que más tarde, al referirse a su fundación,
el propio Echeverría la llama "Asociación de Mayo".

El credo de la nueva generación: asociación, progreso, fraternidad, igualdad, libertad,


Dios (centro y periferia de nuestra creencia religiosa), el honor y el sacrificio (móvil y
norma de nuestra conducta social), menosprecio de toda refutación usurpadora o
ilegítima, continuación de todas las tradiciones progresivas de la Revolución de Mayo,
independencia de las tradiciones retrógradas que nos subordinan al antiguo régimen,
emancipación del espíritu americano, organización de la patria sobre la base
democrática, confraternidad de principios.

Integraron esta generación, entre otros: Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi, Juan
María Gutiérrez, Marcos Sastre, Carlos Lamarca, Vicente Fidel López, José Mármol,
Bartolomé Mitre, José Barros Pazos, Carlos Tejedor, Jacinto Rodríguez Peña, Miguel
Cané, Manuel Quiroga Rosas, Enrique Lafuente, José Rivera Indarte, Benito Carrás,
Luis Domínguez, Avelino Ferreyra, Benjamín Villafañe, Juan Thompson, etc.

Las ideas de Echeverría plasmadas en el "Dogma socialista" son innegablemente la obra


fundamental de este nuevo pensamiento. Alberdi, por su parte, comenzando con el
"Fragmento preliminar al estudio del derecho" y culminando, en este período de
transición, con sus "Bases y Puntos de partida para la organización política de la
República Argentina", complementa la labor de aquél. Domingo Faustino Sarmiento,
hombre que cronológica y espiritualmente, pertenece también a esta generación, realiza
un valioso aporte a través de "Facundo", "Argirópolis" y de sus escritos periodísticos
producidos en esa época.

La generación del 37 surge entre las dos tendencias que agrupaban el pensamiento
argentino. Ven en la tendencia federal el origen de la anarquía, del aislamiento de los
pueblos, del desorden institucional, y por sobre todo, la cuna del autoritarismo
engendrado en los caudillos. Por otra parte, en la tendencia unitaria, ven el fracaso de
todos los gobiernos hegemónicos que en vano intentaron gobernar al país después de la
Revolución.

Este pensamiento de la generación romántica del 37, al que, acertadamente, se lo ha


llamado "el pensamiento conciliador", ubicado entre las dos tendencias históricas, dio
sus frutos de óptima manera al concretar sus principios en la Constitución Nacional de
1853. Su espíritu informó a los hombres que redactaron la Carta Fundamental, y fue su
eclecticismo federo-unitario la fórmula realista, que pudo unificar el pensamiento
argentino, logrando así la organización nacional.

Llevados, pues, de la doctrina de que estaban informados, los hombres del 37


comenzaron su prédica y su acción partiendo de la premisa inconmovible de que "era
necesario transformar la realidad nacional". Para ello era imprescindible negar la
tradición heredada. “El gran pensamiento de la Revolución -expresa Echeverría- no se
ha realizado”.

Proclamando las leyes del progreso, propugnaron así una nueva sociedad, distinta de la
hispano-criolla producto del entrecruzamiento de razas, con una nueva fisonomía
política, económica y social. El mismo Alberdi, llevado por el deslumbramiento de las
nuevas ideas, proclama: “En América todo lo que no es europeo, es bárbaro”.

Hemos realizado estas citas para demostrar, cómo el ideal de progreso y de civilización
cegó un tanto a los hombres de la generación del 37.

¿Dónde estuvo el error de apreciación? Se equivocaron en desconocer y eludir una


realidad tan tangible como la que ellos mismos proclamaban.

La antinomia de civilización y barbarie está dada con toda claridad por Sarmiento. En su
obra cumbre, "Facundo", expresa:

"El hombre de la ciudad viste el traje europeo, vive la vida civilizada tal como la
conocemos en todas partes; allí están las leyes, las ideas de progreso, los medios de
instrucción. El hombre de la campaña, lejos de aspirar a semejarse al de la ciudad
rechaza con desdén su lujo y sus modales corteses".

EL PRONUNCIAMIENTO DE URQUIZA.

El histórico pronunciamiento del general Justo José de Urquiza, gobernador de Entre


Ríos, formulado contra Juan Manuel de Rosas el 1de mayo de 1.851, trajo como
consecuencia la caída del gobernador de Buenos Aires.

La corriente más adherida a la política de Urquiza ve en el pronunciamiento, un


desinteresado acto patriótico del gobernante entrerriano para derribar a Rosas y así
librar a la Nación, de la dictadura vitalicia. Sostiene que sólo el ánimo de organizar
políticamente al país y darle una Constitución llevó al esforzado caudillo federal a
rebelarse en contra de su antiguo jefe.

Contrariamente a lo expuesto, una documentada corriente historiográfica sostiene que,


al margen de problemas personales, económicos o de cualquier otra índole, el general
Urquiza buscó en su pronunciamiento el camino hacia la definitiva organización
constitucional del país y sostener los principios proclamados en el Pacto Federal.
Este año de 1.851 se llamará en esta parte de América, ‘La Organización’. Obra de una
admirable combinación de ciencia, patriotismo y firmeza: "habrá paz general y gloria en
la República y con la República".

Emprendida su campaña contra Rosas, el 3 de febrero, en los campos de Monte


Caseros, en pocas horas, la suerte está decidida y Rosas tiene que huir, buscando
refugio en la ciudad de Buenos Aires, en casa del ministro inglés.

Con esta memorable batalla termina la dictadura de Juan Manuel de Rosas. Faltaba
ahora al ilustre vencedor, emprender la ímproba tarea de la organización nacional.

La Economía

LIBRE CAMBIO Y PROTECCIONISMO (1810-1829). La decidida política liberal


emprendida por la Corona española en sus dominios, durante el último tercio del siglo
XVIII y las disposiciones librecambistas adoptadas antes y después de las invasiones
inglesas por los gobernantes indianos, señalaron con trazo firme el rumbo a nuestros
primeros gobiernos patrios.

La legislación liberal impuesta por Buenos Aires perjudicaba los intereses del interior,
cuyas industrias decaían notablemente. Pero los perjudicados por el régimen de libertad
aduanera, no fueron sólo los industriales; también los comerciantes del país se vieron
suplantados por los ingleses, a cuyas manos pasó la dirección del comercio en el Río de
la Plata. Cuando en 1812 el Triunvirato, acentuando aún más la política liberal, eliminó
esta exigencia, suprimió el estanco del tabaco y proclamó la libertad de cultivo,
manufactura y comercio, el comercio nacional, quedó prácticamente liquidado.

Las voces de protesta fueron tantas que la asamblea general constituyente resolvió, en
marzo de 1813, restablecer la exigencia de que las mercaderías llegasen consignadas a
comerciantes nacionales, para obligar a los ingleses a hacer participar en su negocio al
comercio local, sin embargo, estas medidas no dieron resultado.

La plaza de Buenos Aires y el mismo comercio interior habían caído, así, en manos de
comerciantes ingleses, quienes desde 1811 se agrupaban en cámaras de comercio
británicas, de las que quedaban excluidos españoles y criollos. En estas corporaciones,
los ingleses fijaban los precios y determinaban las condiciones de oferta y demanda.
Como decía Juan José Cristóbal de Anchorena -un acaudalado comerciante porteño de
la época-, “el comercio se halla destruido y poco menos que aniquilado, que la
importación de todos los efectos ultramarinos y la exportación de frutos del país se
hallan monopolizados por los extranjeros y que de consiguiente los comerciantes
nacionales, se ven con las manos atadas, la mayor parte de los artesanos sin ocupación
y reducidos a la miseria, destruida la industria del país, la cría de ganados sin todo aquel
adelantamiento de que ha sido capaz y que la época de esta fatalidad ha sido la misma
del comercio libre con los extranjeros, es tan manifiesto que no deja lugar a la menor
duda”.
Durante el directorio de Pueyrredón, fue cuando la tendencia proteccionista encontró eco
en el gobierno. El decreto de 23 de noviembre de 1816, que reservaba (carga y
descarga de los buques de ultramar en los puertos de Buenos Aires y Ensenada) a los
naturales del país, y el arancel para 1817, que gravaba con pesados derechos a la
importación manufacturera, fueron las medidas con que Pueyrredón demostró el cambio
de política económica. Pero los intereses ingleses se movilizaron rápidamente.

Pueyrredón, por decreto de 1º de junio de 1818 redujo notablemente las tarifas, a la vez
que disminuyó el 4 % la rebaja concedida a los nacionales.

Los prolegómenos del pacto federal del 4 de enero de 1831 acentuaron la tendencia
liberal, ya que Buenos Aires trató de defender los recursos de su aduana contra los
intentos de protección industrial sostenidos por Corrientes.

Actividad Nº 4

1) Sintetice el contenido de los siguientes documentos:


a) Reglamento Provisorio de 1.817

b) Constitución de 1.819

c) Ley Fundamental

d) Ley de Presidencia

e) Ley de Capitalización

2) ¿Qué significación histórica, para la unidad nacional, tuvieron los tratados y pactos
interprovinciales (Cañuelas, Cuadrilátero, Barracas y Federal.)

3) Elabore un cuadro sinóptico con las medidas principales del Primer y Segundo
Gobierno de Rosas.

4) Sintetice el pensamiento político y filosófico de la Generación del 37.

UNIDAD X
ÉPOCA CONSTITUCIONAL

Comienza este período analizando los antecedentes inmediatos y determinantes de la


definitiva organización constitucional de la República, tales como el pronunciamiento de
Urquiza, Caseros, Protocolo de Palermo y Acuerdo de San Nicolás, cuyos contenidos
son de suma importancia para dimensionar adecuadamente esa etapa de la historia.

Por idénticas razones, es esencial el estudio de la génesis, fuentes e influencias


ideológicas de la Constitución, como así también, su transitorio rechazo de Bs. As.
(López Rosas, págs. 474 a 577)

La Organización Nacional

"Al día siguiente de Caseros comienza para el general Urquiza, la más dura prueba.

Ante una patria dividida y tiranizada, con instituciones corrompidas y en un pleno grado
de inconstitución, todo falta por hacer. Es necesario comenzar de nuevo la labor
emprendida en Mayo, no en torno a localismos inoperantes o liberalismos utópicos, sino,
reconstruyendo la nación bajo la premisa fundamental de la libertad humana."

Bajo el pensamiento de "ni vencidos ni vencedores", comienza Urquiza la reconstrucción


nacional.

Para llegar a la organización nacional habrá de trazarse previamente un camino; pondrá


en vigencia el Pacto federal del 31, convocará a los gobernadores y un Congreso
Constituyente dará la ley fundamental de la República.

Dos problemas, entre tantos otros, tienen que afrontar el general Urquiza, apenas dejado
el campo de batalla. El primero de ellos es enfrentar al exagerado "localismo porteño", a
cuyo frente se alza la figura sobresaliente de Valentín Alsina. Se oponen a que Urquiza
sea director provisional de la Confederación; luchan porque abandone Buenos Aires;
rechazan su Acuerdo, denigran a sus hombres y por último, se separan de la
Confederación no asistiendo al Congreso Constituyente.

El segundo problema que había que solucionar: la hegemonía política y económica de


Buenos Aires. Era lógico y natural que Buenos Aires quisiera seguir conservando su
situación histórica, su hegemonía política, su puerto y su aduana.

Por su parte, Alberdi, con clara visión, al enjuiciar el momento histórico dice:

“Lo que pretende hoy la política dominante de Buenos Aires es lo mismo que pretendió
desde el principio de la Revolución contra España, y que produjo en gran parte la lucha
interior de cuarenta años en este país, a saber: hacer y dirigir el gobierno general
argentino a título de haberlo encabezado por siglos”.

La Misión Irigoyen. Protocolo de Palermo


Dejados a un lado los problemas de orden interno de la provincia de Buenos Aires, el
general Urquiza, fiel a su pensamiento de organizar la Nación sabe que es necesario
contar con el apoyo y la participación de todas las provincias; es menester que todas y
cada una de ellas den su consentimiento para que lo dispuesto en el Pacto federal del
31, pueda cumplirse.

Rosas estaba vencido, pero quedaba el interior en poder de los caudillos que habían
obedecido sus órdenes. Tratar de cambiar violentamente esa situación era continuar la
anarquía y la lucha civil. Urquiza lo comprendió y con clarividencia genial contemporizó
con los caudillos.

Era necesario antes que nada obtener la firme adhesión de esos caudillos, díscolos y
soberbios, algunos; otros, desengañados de toda tentativa constitucional.

Para afrontar las relaciones con el interior, Urquiza elige a Bernardo de Irigoyen. Su
misión consiste fundamentalmente en hacer conocer el plan de gobierno proclamado por
el Libertador, las bases legales de la futura organización nacional y, realizada esto,
buscar la adhesión de las provincias.

El mismo general Urquiza lo despide, dejando expuesto en sus palabras el programa a


cumplir:

“Evitar la guerra civil, promover la paz y unión, es una suprema necesidad de las
circunstancias, a cuya realización debemos consagrar los argentinos toda clase de
esfuerzos y de sacrificios”.

Deseoso de organizar la autoridad suprema, que provisionalmente se encargue del


manejo de las relaciones exteriores, convoca a una reunión en su residencia de San
Benito de Palermo. Concurren a ella, los gobernadores de Buenos Aires y de Corrientes,
Manuel Leiva, en nombre y representación del gobernador de Santa Fe, don Domingo
Crespo y el propio General Urquiza, como gobernador de Entre Ríos.

En el Protocolo de Palermo del 6 de abril de 1852 está dado el fundamento jurídico de la


organización nacional.

En las palabras preliminares del protocolo se establece en forma clara, el objeto de la


convención o acuerdo. Expresa que se reúnen:

“...Para considerar la situación presente de la República, ocurrir a la necesidad más


urgente de organizar la autoridad que, en conformidad a los pactos y leyes
fundamentales de la Confederación, la represente en sus relaciones externas”.

Luego de otras consideraciones se resuelve que el general Justo José de Urquiza,


gobernador y capitán general de la provincia de Entre Ríos y general en jefe del ejército
libertador, quede autorizado para dirigir las relaciones exteriores de la República, “hasta
tanto que, reunido el Congreso Nacional, se establezca definitivamente el poder a quien
compete el ejercicio de este cargo”.

Seguidamente, cumpliendo también el viejo sueño de Urquiza de restablecer y hacer


cumplir en toda su extensión el Pacto federal de 1831, se acuerda:

“...que cada uno de los gobiernos signatarios” proceda inmediatamente “al


nombramiento del plenipotenciario que deba concurrir a formar la Comisión
representativa de los gobiernos, para que, reunida en la capital de la provincia de Santa
Fe, entre en el ejercicio de las atribuciones que le corresponden según el art. 16 del
mismo tratado”.

Si bien el Protocolo del 6 de abril consolidaba el poder nacional ejercido por Urquiza,
otorgándole el manejo de las relaciones exteriores, comprende éste, que es necesario
que el Congreso Constituyente surja de un acto solemne y fundamental, donde estén
representadas las soberanías provinciales. ¿Qué mejor para ello que realizar un acuerdo
previo al acto constituyente, cuyos miembros natos sean los propios gobernadores de
provincias?

Para ello, el general Urquiza se dirige el 8 de abril a todos los gobernadores por
intermedio de su ministro, invitándolos a una reunión en la ciudad de San Nicolás de los
Arroyos el día 20 de mayo de ese año.

El Acuerdo de San Nicolás

Numerosos serían los proyectos y asuntos de tan magna Asamblea. Entre otros,
sobresale el Proyecto de Federalización de la ciudad de Bs. As., elaborado por Derqui y
Pujol. Sin embargo, no había llegado el momento para un acuerdo sobre este problema.

Once provincias adhieren a la firma del Acuerdo, con la excepción de Buenos Aires.

Por su importancia fundamental, es necesario el análisis profundo en la bibliografía


básica, del espíritu de este Acuerdo.

Las Jornadas de Junio

Una vez firmado el Acuerdo de San Nicolás, las perspectivas no podían ser más
halagadoras. Pero vientos distintos soplaban en Buenos Aires, donde la facción alsinista,
se había soliviantado contra el Acuerdo que se acababa de firmar y se dirigía a
protagonizar una fuerte oposición en las llamadas Jornadas de Junio.

En vista de los acontecimientos y del cariz que tomaban en la convulsionada ciudad, el


general Urquiza, en uso de las facultades conferidas por el Acuerdo, envió una nota a la
Asamblea Legislativa declarándola disuelta.
Por este acto de disolver a la legislatura, Urquiza se hizo cargo provisionalmente del
mando de la provincia, delegándolo al día siguiente en manos de don Vicente López y
Planes.

El gobernador López, en un clima de tanta oposición, a duras penas pudo mantenerse


en el gobierno, hasta que el 24 de julio presentó su renuncia indeclinablemente ante el
director provisorio, asumiendo éste nuevamente el mando de la provincia. Asistido en
sus funciones tan sólo por el ministro de la Peña, el general Urquiza, pese a las
desfavorables condiciones en que le tocó gobernar, desarrolló una beneficiosa obra en
pro de la provincia de Buenos Aires.

Tengamos presente que esta política de oposición habría de influir en la formación del
Congreso general Constituyente.

El Congreso Constituyente de 1853

A pesar de todos los intentos de Buenos Aires de obstaculizar la obra constitucional del
general Urquiza, el 8 de noviembre, en su carácter de director provisorio de la
Confederación, emite un decreto donde declara que el Congreso General Constituyente
será instalado solemnemente en la ciudad de Santa Fe el día 20 de ese mes.

Oleo de Antonio Alice que recuerda las reuniones del Congreso Constituyente de 1.853.
Se encuentra actualmente en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso Nacional.

El 15 de noviembre de 1852 tiene lugar la primera sesión preparatoria del Congreso.

El día 18 se recibe una nota del gobernador de Santa Fe donde da cuenta de haber sido
autorizado para instalar el Congreso en representación del director provisorio;
procediéndose luego al nombramiento de las autoridades definitivas del Congreso. Es
elegido presidente el doctor Facundo de Zuviría, y en carácter de secretarios el doctor
Juan Francisco Seguí y Delfín Huergo.

El 20 de noviembre tiene lugar la solemne instalación del soberano Congreso


Constituyente. Una vez en el recinto, el doctor de la Peña dio lectura al discurso
inaugural, en nombre del general Urquiza:

“Vosotros vais a reconstruir la patria, a restablecer el pacto de la familia dispersa, y yo el


primero, me adelanto a abrazar a mis hermanos y a venerar a mis antepasados”.

Con hondo sentimiento argentino dice:

“La situación actual de la provincia de Buenos Aires y la ausencia de sus representantes


en vuestro seno, la perjudican sobremanera. La geografía, la historia, los pactos,
vinculan a Buenos Aires al resto de la Nación. Ni ella puede existir sin sus hermanas, ni
sus hermanas sin ella. En la bandera argentina hay espacio para más de catorce
estrellas; pero no puede eclipsarse una sola”.
Desde ese mismo día comienza a trabajar arduamente la comisión encargada de
redactar la esperada Constitución Nacional. Cumple su cometido presentando el
proyecto en la sesión del 18 de abril de 1853.

Así como el Cabildo abierto del 22 de mayo de 1810 representaba la verdadera


revolución argentina, en su íntima estructura; así también, la sesión del día 20 de abril
de 1853 es la piedra angular donde descansa la Constitución Nacional. Dos tendencias,
dos teorías pugnaban en torno de la sanción de la ley suprema. Por un lado, la corriente
liberal, con Gorostiaga y por el otro, una línea conservadora con el doctor Subiría a la
cabeza.

En la sesión del 20 de abril hace uso de la palabra en primer término Benjamín


Gorostiaga. Afirma que es de urgente necesidad el tratamiento del proyecto
constitucional y que los pueblos lo reclaman con urgencia:

“La Constitución es el más poderoso elemento de pacificación... el único recurso que nos
queda para establecer el orden y salvar a la Confederación de la disolución y de la
anarquía”.

Por otro lado, el doctor Subiría solicitaba:

“...se aplazase la sanción y promulgación de la carta constitucional hasta esperar


siquiera la completa pacificación de la República”. Exclama: “Sólo en una época de paz
y durante el aplazamiento que propongo, podremos tomar algún conocimiento de la
situación”.

Luego de un cuarto intermedio, solicita la palabra Juan María Gutiérrez, exclama:

“La Constitución no es una teoría, como se ha dicho; nada más práctico que ella; es el
pueblo, es la Nación Argentina hecha ley”.

Salustiano Zavalía sigue diciendo:

“Si la paz no reina en todos los ángulos de la República, es porque no tenemos


Constitución; por eso mismo, debemos darla cuanto antes”.

Puesto a votación, se aprueba por aclamación el proyecto de dictar la Constitución


Nacional.

En la sesión del día 21 de abril comienza la discusión del proyecto constitucional. La


obra constaba de dos grandes partes:

La primera, dedicada a las declaraciones, derechos y garantías.

La segunda, destinada al gobierno federal y a los gobiernos de provincia, dividida, a su


vez, esta segunda parte, en varias secciones y capítulos, destinados a los Poderes
Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
Encabezaba el proyecto un preámbulo. La sistemática adoptada es la que guarda aún la
actual Constitución Nacional.

El 1 de mayo de 1853, convocados en sesión extraordinaria los señores diputados,


luego de aprobar las actas pendientes de reuniones anteriores, se procede a la lectura
de la Constitución Nacional en su texto definitivo, a fin de asegurar la redacción dada a
las reformas parciales, producidas durante los diversos debates.

La firma de la Carta Magna provocó singular alborozo en toda la Nación. Posteriormente


se procedió a discutir el proyecto de ley sobre capitalización de Buenos Aires, el que fue
aprobado en la sesión del día siguiente:

Art. 1º. "Conforme al art. 3º, parte 1ra. de la Constitución, la ciudad de Buenos Aires es
la capital de la Confederación".

Promulgada el 25 de mayo, la Constitución fue solemnemente jurada por los pueblos de


la República el 9 de julio de ese año. El programa de Urquiza estaba cumplido
cabalmente.

Fuentes de la Constitución Nacional

Se ha repetido incansablemente que nuestra Ley Fundamental es un simple remedo de


la Constitución norteamericana, otros, han sostenido la influencia del Pacto federal del
31 y de las ideas echeverrianas; y hay quienes argumentan dando su filiación a través
de las Constituciones de 1819 y 1826.

Lógicamente, la Constitución sancionada en 1853 no fue el producto de la casualidad.

La Ley Fundamental del 53 fue mucho más que todo eso. Constituciones, reglamentos,
pactos y proyectos, tendientes a llevar al país hacia la organización definitiva, jalonan
estos cuarenta años de lucha institucional.

A raíz de extrañas y antojadizas interpretaciones hechas sobre las fuentes que


inspiraron a los hombres del 53, Juan Bautista Alberdi decía:

“Los partidos, las luchas, los intereses, las doctrinas de los pueblos argentinos...es la
verdadera fuente y explicación de la Constitución actual argentina”.

Lo expuesto anteriormente no significa que los hombres del 53 no hayan tenido en


cuenta numerosas obras de derecho, Constituciones nacionales y extranjeras y diversos
proyectos que facilitaron su obra. El mérito singular de los constituyentes, consistió en
adaptar todo ese cúmulo un tanto abstracto de conocimientos y fuentes, a la realidad
histórica del país, superando los modelos y creando, en los más de los casos, una
auténtica doctrina nacional.

Entendemos, por lo tanto, que son fuentes nacionales:


- El Pensamiento de Mayo

- El Pensamiento federal (doctrinario y del hecho)

- El Pensamiento unitario

- El Pensamiento del 37 y el Pensamiento Porteño de la Organización.

A su vez, integran estas fuentes las Constituciones, reglamentos y decretos nacionales y


provinciales, desde 1810 hasta la época que estudiamos:

- Los proyectos constitucionales del mismo período, y en especial, el de Alberdi.

- Los pactos provinciales o confederacionales del período independiente.

- La doctrina nacional y extranjera y las constituciones de otros países, en especial, la de


los Estados Unidos de América.

Una mención aparte merece el tratamiento de las "Bases y puntos de partida para la
organización política de la República Argentina", de Juan Bautista Alberdi, obra de
fundamental importancia para el estudio de nuestra organización y ligada de una manera
indisoluble, a nuestra ley suprema. En cuanto a la obra en sí, es innegable que inspiró a
los hombres del 53 y fijó la política de progreso que habría de decidir el destino de la
Nación.

“Pocos libros arrojan más viva luz sobre los accidentes de la política argentina y ninguno
contiene ideas más claras, puntos más seguros de partida para el estudio de nuestro
derecho constitucional”.

Actividad Nº 13

1) Describa sintéticamente los problemas esenciales que Urquiza tuvo que afrontar,
después de Caseros.
2) En un breve resumen analice la importancia del Protocolo de Palermo.

3) ¿Por qué razón era tan importante para Urquiza poner en vigencia el Pacto Federal
de 1.831?

4) Elabore un cuadro sinóptico sobre los sucesivos proyectos de federalización de la


ciudad de Buenos aires.

5) Identifique causas y consecuencias de las Jornadas de Junio.

6) Analice las dos posturas opuestas presentadas en la sesión del 20 de abril de 1.853,
en el marco del Congreso General Constituyente.

7) Elabore en un cuadro, el esquema general de la Constitución Nacional.

8) Enumere las fuentes principales de nuestra Constitución.


UNIDADES XI, XII y XIII

ÉPOCA CONSTITUCIONAL (cont.)

Estas unidades comienzan con la secesión de la provincia de Buenos Aires, cuya


definitiva y necesaria integración, demandó en pocos años numerosos esfuerzos y
sacrificios.

Luego sobrevienen los sucesivos gobiernos constitucionales que de allí en más, se

han de suceder, resaltando las acciones de gobierno, la labor normativa e institucional

y las ideas políticas, éticas, religiosas, económicas, etc., que nutren aquella sociedad,

hasta setiembre de 1.930. (Romero Carranza, Rodríguez Varela y Ventura).

La Confederación y el Estado de Buenos Aire

Los Tratados de Convivencia

Desde la revolución del 11 de setiembre de 1851, la provincia de Buenos Aires queda

separada.

Promulgada la Constitución Nacional, el problema parece llegar también a una solución,


pues las fuerzas de Buenos Aires, poco pueden resistir a los infortunios de una

lucha civil tan prolongada. El general Urquiza para consolidar su determinación de

querer sólo la pacificación, eleva al Congreso su renuncia como director provisorio de

la Confederación. La renuncia fue rechazada.

En los primeros meses de 1854 los acontecimientos sufren un cambio considerable. El

general Urquiza es proclamado presidente de la República el 20 de febrero por el


soberano Congreso Constituyente y en abril, es sancionada la Constitución del Estado

de Buenos Aires. Es elegido gobernador constitucional de dicha provincia Pastor


Obligado.

Urquiza pudo hacer uso de la fuerza para lograr la incorporación de Buenos Aires,

pero se inclinó a realizar un entendimiento pacífico. A tal efecto comisionó a Daniel

Gowland y José María Cullen para que gestionaran la formalización de un tratado. A

fin de concertar las bases del acuerdo, se entrevistaron con el gobernador Obligado y

se firmó un convenio por el que ambas partes se comprometían a no consentir la


desmembración del territorio nacional.

A pesar de la buena voluntad de los hombres que inspiraron la formalización de los

tratados de 1854 y 1855, los continuos rozamientos, sobre todo en materia comercial,

hicieron que bien pronto comenzaran las inculpaciones por ambas partes. No debemos
olvidar la angustiosa situación económica que tenía que solventar la Confederación,
privada del puerto de Buenos Aires. Por su parte, Buenos Aires luchaba por mantener su
hegemonía frente a los Estados confederados.

Este panorama un tanto angustioso se agravó con motivo de la sanción de la ley de

"derechos diferenciales" por parte del gobierno de la Confederación. Dicha medida

consistía en gravar con derechos de importación las mercaderías introducidas a los

puertos nacionales, desde cabos adentro (cabos de San Antonio y de Santa María).

De esta manera las mercaderías que llegaban directamente a la Confederación sin

hacer escala en Buenos Aires, tenían una considerable ventaja. El puerto de Rosario

acrecentaba así su poderío en desmedro del de Buenos Aires, que veía dividir sus

ganancias con los puertos de la Confederación. Con esta ley se atraía hacia Rosario el

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comercio de ultramar y se evitaba el tráfico de cabotaje y el necesario reembarque en

el puerto de Buenos Aires, de cualquier mercadería que tuviese que salir del interior

del país. Esta ley provocó una violenta reacción entre los porteños y aun entre un amplio
sector de comerciantes extranjeros radicados en Buenos Aires, quienes acudieron

por vía de sus diplomáticos, amistosamente ante Urquiza, a fin de dejar sin efecto su

ejecución.

Habiendo asumido el mando de la provincia de Buenos Aires Valentín Alsina (el 3 de

mayo de 1857 es elegido por la Asamblea General), el general Urquiza, deseoso de

reiniciar las tratativas de unión nacional, encargó al general Antonio Pirán que se
entrevistase con el flamante gobernador, a fin de poder llegar a un acuerdo. Pero todo
es

en vano. El asesinato del general Nazario Benavídez precipitó los acontecimientos.

El 23 de octubre de 1859 chocaron las fuerzas en pugna en las costas del arroyo de
Cepeda, cerca de la frontera de Buenos Aires y Santa Fe. El triunfo correspondió al

general Urquiza. Algunas divisiones porteñas pudieron escapar bajo el mando del
general Mitre rumbo a San Nicolás. Mientras tanto, el héroe de la jornada, enviaba una

patriótica proclama al pueblo de Buenos Aires:

“Al final de mi carrera política mi única ambición es contemplar desde el hogar tranquilo
una feliz República Argentina, que me cuesta largos años de cruda lucha...”.

Pacto de San José de Flores

Después de producida la batalla de Cepeda, el general Urquiza avanza con su ejército

triunfante sobre la ciudad de Buenos Aires.

Al poco tiempo, luego de algunos cambios de opiniones queda ajustado definitivamente


el histórico Pacto de San José. Por ser de innegable importancia transcribimos su

texto:

Art. 1º. "Buenos Aires se declara parte integrante de la Confederación Argentina y

verificará su incorporación por la aceptación y jura solemne de la Constitución Nacional".

Art. 2º. "Dentro de veinte días de haberse firmado el presente convenio se convocará

una Convención Provincial que examinará la Constitución de mayo de 1853, vigente

en las demás provincias argentinas".

El 11 de noviembre fue ratificado el Pacto de San José de Flores, por el general Justo

José de Urquiza, por la Confederación y don Felipe Lavallol, por la provincia de Buenos
Aires.

De esta manera terminó el largo proceso desatado desde el 11 de setiembre de 1852

cuando la provincia de Buenos Aires se segregó del resto de las demás provincias que

componían la Confederación Argentina.

Urquiza no impone su Constitución a la provincia sometida. La deja en la total y plena

libertad para que decida su suerte y revise la ley fundamental mediante una convención
porteña. Asegura el goce y ejercicio de sus instituciones, sus propiedades, sus

establecimientos públicos y proclama el perpetuo olvido de todas las dolorosas causas

que dividían hasta ese momento, al pueblo argentino.


Hacia la Organización Definitiva

La Convención Provincial por imperio del art. 2º del Pacto de Familia, tenía que ser

convocada a los veinte días de firmado el convenio.

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En las memorables sesiones de esta Convención descollaron los hombres de Buenos

Aires y los provincianos que habían luchado junto a ella. Vélez Sársfield, Portela, Mitre,
Anchorena, Sarmiento, Elizalde, Mármol y todo un brillante grupo de porteños dieron
realce a los debates suscitados en torno de la Ley Fundamental.

Como materia de interpretación constitucional ocupan estos debates un destacado

lugar dentro de las Asambleas Constituyentes argentinas, tanto por la importancia de

sus asuntos como por la calidad de sus miembros.

Convenio del 6 de junio de 1860

A fin de perfeccionar el Pacto de Familia celebrado entre Buenos Aires y la


Confederación, Urquiza y Mitre deciden "arreglar amistosamente los desacuerdos". Por
otra

parte, la Convención porteña ha terminado su labor y es necesario resolver todo lo

concerniente a la próxima instalación de la Asamblea Nacional que habrá de abocarse

al estudio de las reformas propuestas. A este fin, el gobierno presidido por el general

Mitre designa ante el gobierno de Paraná, al doctor Vélez Sársfield para que ajuste de

común acuerdo con la Confederación, el Pacto del 11 de noviembre y solucione los

conflictos aún latentes.

Este documento titulado “Convenio complementario del Pacto de San José de Flores”

fue firmado el 6 de junio de 1860, y consta de diecinueve artículos o estipulaciones. Se

fija en ellos la necesidad de la convocatoria de la Convención ad hoc que habrá de

sancionar las reformas a la Constitución vigente, declarando que luego que se expida

el Congreso Nacional, el gobierno de la Confederación llamará a elecciones de


convencionales en toda la República.

Solucionados los problemas pendientes entre Buenos Aires y la Confederación, Mitre,


en su carácter de gobernador de la provincia y con el ánimo de pacificar los espíritus y

preparar el terreno para la futura Convención Nacional, invita al presidente Derqui y al

general Urquiza para las celebraciones julias a realizarse en la ciudad de Buenos Aires.

Convención Nacional Reformadora de 1860

En cumplimiento del art. 5º del Pacto de San José de Flores y del 1º del Convenio del

6 de junio de 1860, se reúne en la ciudad de Santa Fe la Convención Nacional "ad

hoc", encargada de examinar las reformas propuestas por la Convención de la provincia


de Buenos Aires, a la Constitución de 1853. El 21 de octubre de 1860 el pueblo de

la provincia de Buenos Aires juraba la Constitución de 1853 reformada.

Tanto las reformas propuestas por esa ciudad, como las sancionadas por la convención
nacional, pueden analizarse en profundidad, en la bibliografía básica.

El Período entre Cepeda y Pavón

Mientras todo esto ocurría en pro de la unión nacional, otros acontecimientos de diversa
índole vendrían a oscurecer el luminoso panorama de esa hora.

Dos son los acontecimientos que logran hacer renacer los conflictos entre Buenos Aires
y la Confederación:

- Los hechos de San Juan con la muerte de Benavídez. La prensa y los hombres de

Buenos Aires enrostraron al gobierno nacional, el fusilamiento de Aberastain; mientras

que los adictos al gobierno de Paraná inculpaban a los porteños la instigación directa

de los hechos, que culminaron con el asesinato de Virasoro.

70

- La incorporación de los diputados de la provincia de Buenos Aires al seno del


Congreso Nacional trajo un nuevo conflicto que reagravaría las tensas relaciones entre

esta provincia y el gobierno de Derqui. En efecto: en cumplimiento de lo estipulado en

el pacto de unión de San José de Flores y en el Convenio de junio, debería buscarse

“lo más pronto posible”, la incorporación de los representantes porteños al seno de la

Asamblea Nacional.
Efectuada la convocatoria y realizadas las elecciones, Buenos Aires eligió a sus
representantes en virtud de la ley provincial y no por la ley nacional del 4 de julio de
1859.

Con fecha 21 de mayo la Cámara de Diputados de la Nación ratificó su resolución sobre


la no incorporación de los representantes porteños, requiriendo al Ejecutivo, la

convocatoria a nuevas elecciones de diputados en la provincia de Buenos Aires, de

acuerdo con el art. 37 de la Constitución Nacional y sujeta a la ley de 1859.

A pesar de las debilidades demostradas por Derqui ante la política porteña, su conducta
definitiva es leal a la Confederación y a Urquiza. Apoya la no incorporación de los

diputados y ataca la política porteña en los últimos acontecimientos.

Después del mensaje que el presidente lee ante el Congreso el 12 de mayo de 1861 la

situación queda definida. Nada puede detener la guerra. Tanto el litoral, especialmente

el sur de la provincia de Santa Fe, como toda la provincia de Buenos Aires, se


convierten en escenario de la guerra que muy pronto va a estallar.

Pavón

Finalmente, los ejércitos de la Confederación y de la provincia de Buenos Aires se

enfrentan en los campos de Pavón, al sur de la provincia de Santa Fe. No vamos a

entrar en los pormenores del hecho guerrero. Destacamos solamente, que una vez

comenzada la batalla, el ala derecha del ejército nacional obtiene un triunfo claro y

terminante.

Urquiza, en estas circunstancias, y teniendo noticias de éxitos en todos lados, da orden


de “retirada general”, cuando sus generales de vanguardia festejaban el triunfo

ante la dispersión porteña. Y así, al tranco de caballo, abandona el campo de lucha,

brindándole a Mitre una batalla que jamás pensó ganar luego de los primeros
encuentros.

Invitamos a analizar detenidamente, en la bibliografía básica, las causas que llevaron

a Urquiza a tomar una determinación tan grave.

Mitre y la unidad nacional

Declarado en receso el gobierno nacional por el general Pedernera, en su carácter de


presidente provisional luego de la renuncia de Derqui, las provincias, ante el estado de

cosas, van delegando en el gobernador de la provincia de Buenos Aires, facultades

para que ejerza el Poder Ejecutivo de la Nación.

Mitre intenta imponer su política, ya que sabe que la mayoría de las provincias no le

responden; y es así que, con férrea mano logra la "unidad nacional a palos", como

bien se ha dicho.

En su carácter de encargado del Poder Ejecutivo nacional, el general Mitre convoca a

elecciones, constituyéndose el Congreso solemnemente el 25 de mayo de 1862. El 5

de octubre del mismo año, reunida la Asamblea Legislativa en virtud de las elecciones

practicadas, consagra a Bartolomé Mitre como presidente constitucional de la Nación

71

Argentina, y a Marcos Paz como vicepresidente. Comenzaba una nueva etapa de la

historia nacional.

El Problema de la Capital

Desde aquel febrero de 1536 en que se funda la ciudad de Buenos Aires comienza el

conflicto secular de su existencia. Su ubicación geográfica, su contacto con los grandes


ríos interiores, su puerto de ultramar y los factores, un tanto providenciales, de su

destino histórico durante la conquista, hicieron de ella, el núcleo comercial y colonizador


más importante de la primera época. Es importante comprender esta realidad que

señalaba a Buenos Aires, como la única posible capital del País.

Designado Bartolomé Mitre en el Poder Ejecutivo nacional, en abril de 1862, se aboca

inmediatamente al grave problema de la capital aún sin resolución, ya que el pueblo

de la provincia de Buenos Aires se oponía a que su ciudad fuera declarada capital de

la República. El 14 del mismo fue presentado al Congreso, un Proyecto de los


senadores Rufino de Elizalde, Valentín Alsina y Salvador María del Carril. Dicho
proyecto establecía que el partido de San Nicolás de los Arroyos y parte de Pavón,
serían declarados capital de la República. Durante este lapso las autoridades nacionales
residirían
provisionalmente en la ciudad de Buenos Aires, quedando federalizadas tanto la capital
como el resto del territorio provincial.

Atento a esta proposición el general Mitre intercambió ideas con los hombres de la

legislatura porteña, a fin de poder proyectar una ley que contemplara las situaciones

en pugna: la existencia del gobierno nacional y el decoro de la soberanía de la provincia.

Resultado de estas negociaciones fue la sanción de la llamada "ley de compromiso"

dictada el 1 de octubre de 1862 por el Congreso Nacional, en virtud de las bases


propuestas por la legislatura de la provincia de Buenos Aires. Dicha ley declaraba como

sede de las autoridades nacionales a la ciudad de Buenos Aires por el término de cinco
años.

Pasados estos años, al aproximarse la fecha en que caducaría el plazo establecido en

la ley de compromiso, surgieron en el Congreso numerosas iniciativas tendientes a

fijar la capital de la República en diversas ciudades de provincia, o designando


determinados territorios o zonas del país, para su “federalización”.

Electo para presidente de la República Domingo Faustino Sarmiento, los hombres de

provincia vuelven con su carga, renovando el problema capital.

El 24 de agosto el Ejecutivo nacional envía un mensaje, acompañado de un proyecto

de federalización de la ciudad de Buenos Aires.

El proyecto del Ejecutivo se convierte en ley el 20 de setiembre de 1880. Por ella se

declara capital de la República al municipio de la ciudad de Buenos Aires.

Así terminó el viejo problema argentino. Dos años después Dardo Rocha colocaba

bajo la presidencia de Roca la piedra fundamental de la ciudad de La Plata, nueva

capital de la provincia. Terminaba así el pleito político e institucional, pero comenzaba

el otro: la concentración de las fuerzas económicas, políticas y sociales en la poderosa

capital histórica.

72

La Reforma Electoral

La Ley Sáenz Peña


Una de las primordiales preocupaciones del doctor Roque Sáenz Peña al asumir la

presidencia de la República, fue la reforma electoral. Su larga experiencia política le

había hecho comprender en su magnitud el significado de toda una época de vida


argentina, en que las instituciones de nuestro sistema representativo y democrático
habían sido desvirtuadas, incumpliéndose la Constitución Nacional y entronizándose el

fraude como sistema normal de los gobiernos. De ahí, la importancia histórica de la ley

dictada bajo la presidencia de Sáenz Peña, bautizada desde entonces con su nombre,

como justo homenaje.

Se propone en dicho documento el enrolamiento general de ciudadanos y la confección


de un nuevo padrón electoral, a fin de “estimular y garantir el voto”, constituyendo

así “legal y honestamente, los poderes nacionales de origen popular”. Se proyectaba

confeccionar el padrón sobre la base del Registro de enrolamiento, disponiéndose que

éste estuviera a cargo del Ministerio de Guerra, y que el Poder Judicial indicara qué

ciudadanos tenían el derecho de votar.

El padrón o lista legal de los ciudadanos fue la máxima garantía electoral.

El tercer proyecto de ley remitido al Congreso encaraba el aspecto más importante en

materia de reformas: modificaba el sistema electoral vigente, es decir, el sistema


llamado comúnmente de "lista completa" por el de "lista incompleta". Este nuevo sistema

contenía la representación automática de la minoría. El voto que se proponía era


obligatorio y secreto.

Análisis de la Ley 8871

Las bases fundamentales de la ley Sáenz Peña son:

a) Sufragio universal e igualitario, es decir, el reconocimiento del voto a todos los

ciudadanos, sin distinciones en razón de condición económica o clase social, con

las lógicas excepciones hechas por la ley.

b) Sufragio obligatorio, o sea obligación de votar en todas las elecciones nacionales

que fueran convocadas en los respectivos distritos. Con sanción penal para su
incumplimiento.

c) Sufragio secreto.
d) Padrón electoral sobre la base del enrolamiento militar.

e) Escrutinio definitivo centralizado, que no obsta para que pueda realizarse el escrutinio
provisional en la mesa.

f) Representación de la minoría, llevada a cabo mediante la implantación del sistema de


lista incompleta y voto restringido.

“La ley -expresa Sáenz Peña-, ha concluido con el fraude, toca a los gobiernos terminar
con la violencia. Los gobiernos deben colocarse en una línea superior a los
personalismos... El escepticismo ha muerto ayer y nadie será bastante osado para
repetir

aquella frase injuriosa que suponía un país sin ciudadanos y una Nación sin voluntad.

Temer la legalidad del voto es amedrentarse de la democracia y es también una


cobardía cívica. No debe prevalecer el interés de los menos sobre el derecho de los

más”. “El programa de la libertad electoral -le dice al gobernador Garzón- es el secreto

de la verdadera autonomía provincial”.

73

Presidencia de Hipólito Irigoyen

La presidencia de Irigoyen abre un nuevo período en la historia argentina. Por primera

vez un partido surgido de la clase media, al margen de las "élites" gobernantes, va a

dirigir los destinos de la Nación.

En materia de política interna, se advierte ya el acentuado personalismo del presidente


en la conducción partidaria y en sus actos de gobierno. Llevado por este espíritu

hegemónico y para vencer la oposición interviene numerosas provincias, sometiéndolas


a su régimen. Esta política habrá de traerle años más tarde la división de su propio

partido, surgiendo así la fuerza "antipersonalista".

Nuevas fuerzas sociales. La legislación obrera

El aluvión inmigratorio que llega al país, tras la política liberal proclamada por los

hombres del 53, abre nuevos rumbos a las perspectivas nacionales. Del choque de

sangres, ideas e instituciones, va a salir la nueva Argentina, revitalizada al conjuro de

esta integración, dinámica y profunda. Nacerá aquí la Argentina del cambio, apuntando
hacia el progreso; pero, ya lo hemos señalado también, enfrentándose a graves
problemas, como consecuencia de ese cambio, de esa transformación.

Atraídos por la aventura de América llegan al país, juntamente con los colonizadores

que habrán de marchar a nuestros campos, fundando sus colonias a lo largo y a lo

ancho del país, una gran masa de obreros europeos, desalojados del Viejo Mundo a

raíz de los graves conflictos sociales. Toda esta legión, que en gran parte no va a la

campaña sino que se queda en las ciudades, especialmente Buenos Aires, trae a su

nueva patria de adopción un tumultuoso hervidero de ideas revolucionarias.

La crisis económica, política y social que sufre el país en esa época es campo propicio

para las nuevas ideas. Comienzan las huelgas. Sectores importantes de obreros se

adhieren a la Primera Internacional; se comienzan a organizar las primeras federaciones


obreras; tipógrafos y comerciantes emprenden una campaña en pro del descanso

dominical.

Con este fermento hace su irrupción en el siglo XX el movimiento obrero argentino.

La labor legislativa en materia social fue escasa durante las primeras décadas de este

siglo. A pesar de ello, se aprobaron algunas leyes de positivo valor, entre las que
podemos mencionar la ley de “descanso dominical” (1905); la ley sobre “trabajo de
mujeres” nº 5291, del año 1907; la ley 11.317 sobre “trabajo de mujeres y menores” de

1924; la ley 9688 de “accidentes de trabajo” del año 1915; la ley sobre “jornadas de

trabajo”, nº 11.544 del año 1929 (ocho horas diarias y cuarenta y ocho semanales); la

ley de “protección a la maternidad para empleadas y obreras de empresas particulares”


(Nº 11.933 del año 1934); y así otras de menor importancia que fueron conformando una
legislación social, evidentemente retrasada con respecto a otros países.

La “Declaración de los derechos del trabajador explotado” dada en Rusia en 1918; la

Constitución alemana de Weimar de 1919; la de Estonia (1920); Polonia (1921) entre

otras y en nuestra América, la de México de 1917, fueron los modernos documentos

constitucionales que sustentaron las nuevas doctrinas sociales, tras el paso de los

principios socialistas, del pensamiento marxista o de la doctrina social de la Iglesia

Católica expuesta especialmente en diversas encíclicas.


74

Las Últimas Reformas Constitucionales

La Reforma Constitucional de 1949

Durante la primera presidencia de Perón se procedió por intermedio del Congreso, a

declarar la necesidad de reforma de la Constitución de 1853. Ella se concretó mediante


la ley 13.233 sancionada por la Cámara de Diputados de la Nación, en la sesión

especial extraordinaria de los días 13 y 14 de agosto de 1948.

El art. 77 de la ley Fundamental establecía que el presidente de la República no podía

ser reelecto “sino con intervalo de un período”. La enmienda de 1949 fue redactada

así: “El presidente y el vicepresidente duran en sus cargos seis años; y pueden ser

reelegidos”.

Las Constituciones Provinciales

Dentro de las disposiciones transitorias de la Convención Nacional Constituyente se

estableció que, por esa única vez se autorizaba a las “legislaturas provinciales para

reformar totalmente sus constituciones, con el fin de adaptarlas a los principios,


declaraciones, derechos y garantías consagrados” en la Constitución de 1949.

La Reforma Constitucional de 1957

El gobierno provisional surgido a raíz de la revolución del 16 de setiembre de 1955,

que puso término al mandato presidencial de Juan Domingo Perón, dio un decreto el

27 de abril de 1957, fijando la posición del gobierno en materia constitucional y


precisando algunos conceptos sobre las reformas introducidas en 1949.

Sin embargo, de común acuerdo, se abocaron al estudio de las reformas sociales a

introducir en el texto de 1853, producto de lo cual fue el art. 14 bis, actualmente


incorporado a nuestra Carta Magna.

Este nuevo artículo incorporado a la Constitución Nacional es de suma importancia, ya

que proclama esenciales derechos referentes al trabajo, salario, organización gremial,

derecho de huelga y principios de seguridad social.

El salario mínimo vital móvil es uno de los logros más interesantes en las reformas de
1957. Deveali ha definido al salario mínimo vital como aquel que es indispensable para

satisfacer las exigencias más elementales de la vida del trabajador, teniendo por base

al trabajador soltero, sin cargas de familia, común y no calificado.

Se incorpora también dentro de los nuevos derechos sociales, el derecho de huelga.

La mayoría de las legislaciones avanzadas han consagrado en sus leyes fundamentales


este derecho.

Cabe destacar, también, en el art. 14 bis “la estabilidad del empleado público”,
organización sindical libre y democrática, frente a los sindicatos únicos y las presiones
gubernamentales; la participación de los trabajadores en las ganancias de la empresa, y,

a su vez, en el control de la producción, colaborando en la dirección de ella. Igualmente


se otorga a los representantes gremiales un efectivo privilegio o fuero gremial que

les permita actuar con todas las garantías necesarias en todos aquellos actos
relacionados con su gestión sindical, asegurándoles estabilidad en sus empleos.

Pero, sin lugar a dudas, la conquista más importante es la consagración de los


beneficios de la seguridad social. William Beveridge define en qué consiste este
derecho:

“Asegurar una renta mínima que reemplace al salario cuando éste sea interrumpido

75

por cesantía, enfermedad o accidente; para conceder el retiro de vejez; para proveer

contra la pérdida del sostén por la muerte de otra persona y para hacer frente a gastos

extraordinarios como los relacionados con el nacimiento, el fallecimiento y el


matrimonio”.

Actividad Nº 14

1) ¿Qué significó económicamente para Buenos Aires la ley de Derechos Diferenciales?

2) Explique causas y consecuencias de la batalla de Cepeda.

3) Analice el Pacto de San José de Flores y explique su importancia.

4) Elabore un cuadro sinóptico sobre las reformas propuestas por

Buenos Aires a la Constitución del 53.

5) ¿Cuáles fueron las causas por las que Urquiza decide la retirada
en Pavón?

6) ¿Cómo se resuelve el problema de la capital de la República?

7) Analice en la bibliografía básica las siguientes reformas constitucionales:

- 1.866, - 1.898, - 1.949, - 1.957.

8) Explique las bases fundamentales de la ley Sáenz Peña.

76

UNIDAD XIV

ÉPOCA CONSTITUCIONAL (cont)

La temática de esta unidad se inicia con la quiebra e inestabilidad de las instituciones,

instaurando una metodología de acceso al poder político que ha de ser el signo de

medio siglo de nuestra historia.

Es de suma importancia conocer los hechos y circunstancias que la determinaron,

como así también, los pensamientos, doctrinas y razones de quienes las impulsaron.

Se recomienda para una adecuada interpretación de este período, la lectura de distintas


obras y autores, pues por la inmediatez de los acontecimientos, no pocos historiadores,
pueden desprenderse de la subjetividad en el análisis.

Finalmente, para los módulos 2 y 3, se recomienda recurrir al Apéndice Documental

elaborado por la cátedra, para el estudio directo de los distintos antecedentes y


documentos constitucionales, allí contenidos.

Actividad Nº 15

1) Desde Mitre hasta nuestros días, elabore, por cada presidencia, un

cuadro sinóptico destacando:

a) período de gobierno

b) ministros

c) ideas políticas

d) acciones de gobierno principales en las distintas áreas: social, económica, política


educativa, etc.

2) ¿A qué se llama proceso de Reorganización Nacional?


3) Caracterice a la doctrina de facto.

4) Elabore un esquema general del módulo 3, destacando sus puntos principales.

77

ANEXO

HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA

LOS INCAS

Cuando Francisco Pizarro llegó al Perú se encontró con un verdadero Imperio


gobernado por el Inca Atahualpa, con un estado cabalmente organizado y con un tipo de

cultura que llamó profundamente la atención de los españoles.

Aunque ellos creyeron que tan admirable civilización era mérito de los Incas, los
pacientes investigadores han demostrado que, antes de ellos, hubo en el Perú diversos

pueblos que desarrollaron y sentaron las bases sociales, políticas, económicas y cultura-
les del posterior imperio incaico.

Estas culturas han recibido, por lo mismo, el nombre de «preincaicas». He aquí las

principales de ellas:

1. Cultura Mochica: ha recibido este nombre porque sus principales manifestaciones

han sido encontradas en el valle del Moche, cerca de Trujillo, al norte del Perú.

Entre los restos que dejaron deben mencionarse dos pirámides, como la «Huaca del

Sol» y «de la Luna» respectivamente.

La primera de ellas es una plataforma escalonada de 228 metros de lado por 18 de

altura. El material empleado para su construcción no fue la piedra, sino el adobe moldea-
do.

El barro también servía para las casas, las vasijas comunes e incluso para las
sepulturas.

La economía mochica se basaba especialmente en el cultivo del maíz, de la papa, del

maní y de las frutas silvestres.

2. Cultura Chimú o Yunga: en un área coincidente con mochica se desarrolló


posteriormente a aquella, la cultura llamada «Chimú», nombre que dieron los españoles
a
una de las ciudades edificadas también en la Costa Norte, en las cercanías de la actual
Trujillo. Precisamente la agrupación de la población en ciudades era una de sus

características.

La organización política era tal que los españoles le dieron el nombre de «Reino de

Chimú», estaba basada en una clara diferencia social.

La economía tenía las características propias de los cándidos, pero habían desarrollado
una notable metalurgia basada en el labrado del oro, plata, cobre y bronce.

3. Cultura Tiahuanaco: esta civilización ha recibido tal nombre debido a los yacimientos
arqueológicos existentes en Tiahuanaco, lugar situado al sur del lago Titicaca.

Esta ciudad fue un centro religioso, no la capital de un Imperio o Estado.

78

El Imperio de los Incas

Cuando el poderío incaico llegó a su cenit ocupaba una extensión de casi 2.000.000

Km2 que se prolongaba desde tierras ecuatorianas hasta el río Maule en Chile y
Argentina (hasta la zona de Mendoza).

El origen de los incas está envuelto en leyendas recogidas por los cronistas españoles, a
los cuales se han dado interpretaciones diversas. Lo que parece estar fuera de

dudas es que procedían del altiplano boliviano.

El centro del Imperio estaba en la ciudad de Cuzco, adonde habían llegado en época

remota Ayar Manco (Capac) y su hermana y esposa Mama Ocllo, fundadores de la

dinastía incaica hacia mediados del siglo XIII.

El nombre de «Inca», término que equivale a caudillo o jefe, se dio a los soberanos y a

la clase gobernante y, por extensión, a los súbditos del Imperio.

Desde el Cuzco, los incas sostuvieron diversas guerras, como consecuencia de las

cuales sojuzgaron a los pueblos comarcanos, extendiendo poco a poco su predominio

militar y político.

Los dominios incaicos estaban divididos en 4 grandes regiones llamadas Chinchaysuyo,


Antisuyo, Cuntisuyo y Collasuyo. De ahí que su nombre fuera «Tahuantisuyo»: el
imperio de las cuatro regiones. Estas coincidían angularmente en el Cuzco: «el ombligo
del mundo», que era no solamente la residencia del Inca, sino también el asiento

de la administración.

Las instituciones sociales y políticas

El Ayllu: la organización social, política y aún económica del Imperio estaba basada

en el ayllu institución sumamente arraigada entre los ándidos de las costas del Pacífico.

El ayllu era un grupo de familias emparentadas por un antepasado, con un culto familiar
común (huaca), y con una extensión de tierra propia marca). La autoridad del ayllu

era el Curaca designado por el Inca o sus representantes. No todos los ayllus eran

igual-mente poderosos ya que se componían de un número variable de familias.

Para los efectos administrativos se agrupaba a éstos en órdenes decenales: 10 familias,


chunca; 100 familias, pachanca; 1.000 familias, huaranca.

El inca tenía su propio ayllu, que comprendía su familia, sus servidores y sus bienes.

Al fallecer su sucesor formaba un nuevo ayllú real, separándose del de su padre. Se

fue formando consiguientemente una nobleza de sangre, cuyos ayllus tenían ciertos

privilegios que no alcanzaban al común de los habitantes del Imperio.

También los ayllus de habla quichua que rodeaban al Cuzco fueron asignados como

nobles, y por consiguientes estaban exentos del pago de tributos y de servicio personal,
al igual que los de sangre real.

La Mita: los hombres de ayllus comunes estaban divididos en categorías según su

edad. Al llegar a los 35 años entraban en la de «adultos», debían casarse y estaban

obligados a pagar tributos hasta los 50 años. Estaban también sujetos a la «Mita»,

ésta era un servicio personal que debían prestar anualmente al Estado, tal como la

construcción de edificios, el transporte de mercaderías, el laboreo de las minas. La

duración de este servicio era de 2 o 3 meses cada año. Una vez cumplido, el indio

volvía a su ayllu hasta que le llegara de nuevo el turno de ser «mitayo».

79

El Yanaconazgo: en el Imperio Incaico había un clase social que carecía de ayllu,


eran los yanacones, provenientes, al parecer, de una tribu que se había sublevado

contra el Inca en tiempos remotos. Ellos y sus descendientes eran siervos a perpetuidad
y verdaderos esclavos que sólo podían suavizar su estado merced a la buena

voluntad de las familias nobles a las cuales servían. Los yanacones dependían del

Inca. Los prisioneros de guerra y ciertos reos comunes eran, también, asignados al

yanaconazgo.

El Gobierno: El Inca era el jefe absoluto del Tahuantisuyo o «Imperio de las 4 regiones».
Tenía, en realidad, la «suma del poder» civil, político, administrativo, militar y

religioso, y hasta era reverenciado como una divinidad. Sus insignias de mando se

consideraban sagradas. El extraordinario boato de su corte, así como las lujosas

prendas que vestían, maravillaron a los españoles. Para mantener pura la sangre divina
se casaba con su propia hermana Coya (reina), y sus otras mujeres se llamaban

Palles.

Acompañaban al Inca, además de sus esposas y concubinas, todos sus parientes,

legítimos e ilegítimos que formaban el «Consejo de Orejones», así llamados porque

sus integrantes se perforaban y agrandaban progresivamente el lóbulo de las orejas.

Su heredero era aquel de los hijos a quien al considerarse más capaz para el cargo, lo

que daba lugar a crisis e intrigas provocadas por las rivalidades de la sucesión.

Cada una de las «4 regiones» estaba bajo las órdenes de un «apo»-gobernador que

residía en el Cuzco bajo las inmediatas órdenes del Inca.

Las regiones (Chinchaysuyo, Antisuyo, Collasuyo y Cuntisuyo), se subdividían en


provincias regidas por gobernadores delegados.

Las provincias volvían a subdividirse en dos partes o «Sayas», de acuerdo con los

ayllus que hubiera en ellas.

Ayllus, sayas, provincias, regiones e Imperio: la centralización era total y el control

estatal no dejaba resquicio que escapara a su autoridad.

Sociedad

Nobleza: estaba integrada por los familiares del Inca y altos funcionarios del Imperio
(orejones). Constituían el grupo privilegiado.

Sacerdotes: también constituían un estamento social privilegiado. A la cabeza de

ellos se hallaba el Ruilla-umu, generalmente un tío o hermano del Inca. Tenían a su

cargo el culto.

Puric: las obligaciones del trabajo productivo recaían sobre el sector de los puric, los

hombres adultos que tenían a su cargo el cultivo de la tierra, el cuidado del ganado y

las tareas industriales.

Yanaconas: clase hereditaria de sirvientes muy próximos a los esclavos, integrada

por descendientes de pueblos rebeldes y por individuos reducidos a ese estado por

algún delito grave. Generalmente el indio quechua no elegía su propia esposa, pues

ésta le era impuesta por las autoridades, quienes también separaban a las mujeres

más hermosas de cada ayllu para poder destinarlas al servicio del templo o del Inca.

Cada matrimonio tenía su «tupu» o parcela de tierra, cuya extensión podía aumentar

de acuerdo a la cantidad de hijos y, a veces, por los méritos de su dueño.

80

Las tierras no pertenecían a cada individuo, sino a la colectividad, y todos los años el

Inca ordenaba la distribución de los nuevos tupus.

La economía estatista de los Incas

La Tierra: si el Imperio Incaico estaba organizado bajo estricto control del Estado en lo

político y en lo social, no era menos la injerencia oficial en la economía general y


familiar.

La vida de los habitantes comunes del Imperio estaba internamente ligada a la tierra,

ya que la agricultura era la base de la economía. El ayllu tenía una determinada


extensión de tierra (marca), dentro de la cual cada adulto recibía un lote (topu) para el

sostén de la familia. Cada nueva pareja recibía al casarse un «topu» dentro del ayllu.

Solamente una tercera parte de la tierra del ayllu podía ser dividida en topus. El resto
era cultivado mediante trabajo colectivo de los indios del ayllu, y sus productos se
destinaban por mitades al Inca y al culto.

Debe tenerse en cuenta que «la mita» y el «yanaconazgo», de los cuales se ha hablado
anteriormente, tenían sentido, no solo político y social sino también económico.

La Agricultura: las características del terreno obligaron a la construcción de terrazas

cultivables y a emprender obras de riego de asombrosa eficacia y perfección, a tal

punto, que aún puede observarse el trazado de canales a lo largo de muchos kilómetros.
Estos canales y andenes solían ser hechos mediante la intervención oficial a través de
los «mitayos».

Por supuesto que el maíz era el principal de los cultivos sobre todo en las tierras bajas.
Lo seguían la papa, el maní, los porotos, ají, mandioca.

Los instrumentos de labranza eran la azada de bronce y la «taclla», especie de pala

de puntear terminada en punta, generalmente también de bronce.

Toda la producción agrícola era recogida en los almacenes del Estado para ser
distribuida. Una parte era para el Inca y la nobleza, otra destinada al mantenimiento del

culto; otra servía al sostenimiento de viudas, huérfanos e impedidos y el resto se


entregaba al pueblo.

Los inspectores imperiales controlaban el trabajo de la tierra y llevaban cuenta de la

producción agrícola mediantes los «quipus». Se trataba de un sistema de contabilidad

mediante hilos de colores a diferentes alturas y distancias.

La domesticación de la llama y la alpaca confirió un carácter único a la civilización


incaica: la primera usada fundamentalmente como animal de carga y alimento, y la
segunda proveyó su espeso vellón para la industria textil. También cazaban vicuñas, con

cuya lana elaboraron los más finos tejidos.

La artesanía: el cultivo del algodón y la lana de vicuña proporcionaba la materia prima

para los abundantes telares, donde trabajaban habitualmente las mujeres.

La metalurgia estaba muy avanzada en relación con la de otros pueblos americanos.

Se explotaba la plata, el oro, el cobre, el estaño y se había descubierto el bronce por

aleación.
La cerámica utilitaria y la ceremonial habían llegado a una notable perfección,
demostrada en vasos, fuentes, platos, vasijas, etc. pintados con variados colores.

81

El ejército: los incas tenían un ejército cuya oficialidad formaban los nobles y cuyo

contingente general se reclutaba entre los ayllus no privilegiados. Ya se ha dicho que

el servicio militar estaba entre las obligaciones de la «mita».

Para el dominio de las diversas zonas conquistadas se habían levantado fortificaciones


amuralladas con regimientos estables que vivían en ellas. Algunas eran grandiosas
como la fortaleza de Sacsayhuamán, guardiana del Cuzco. Otras eran más sencillas,
como los pucarás de las cumbres estratégicas.

Los guerreros tenían arcos, lanzas, boleadoras y «macanas» de piedra o de metal.

Religión

La religión oficial del Imperio Incaico reconocía la existencia de un solo Dios superior,

eterno, personal, todopoderoso, creador de lo existente. Era invocado bajo diversos

nombres según las regiones aunque se habían difundido más los de «Huiracocha» o

«Pachacámac». Se entiende que el pueblo no alcanzaba esa abstracción y que las

obras creadas por tal Dios fueron confundidas con la divinidad.

El sol mismo -llamado Inti- era sólo una obra de Huiracocha y una real manifestación

de su poder. También la luna y los astros recibían veneración entre los hombres del

Imperio. Había templos donde los sacerdotes celebraban el culto oficial. Poseían
numerosos adornos de oro.

Los sacrificios humanos eran una excepción en el culto incaico, y no una costumbre

común entre los aztecas. Se practicaban, en cambio, ofrendas de coca, chicha y hasta

animales.

La casta sacerdotal gozaba de privilegios sociales, políticos y económicos; estaba


dividida en órdenes jerárquicos, cuyo grado superior era el de Pontífice Real, el
Ruillacumu.

Bases de la Cultura Incaica

Educación: Sólo accedían a ella los hijos de los nobles o de los curacas. Los amautas
eran los maestros encargados de prepararlos para sus futuras funciones. Se les
enseñaba los preceptos religiosos, se los instruía en la política, la historia, la milicia y en
el

modo de conducirse y hablar elegantemente. También aprendían el significado de los

nudos (quipos) con el objeto de establecer la cronología de los hechos históricos y

cotidianos. La lengua que aún pervive entre los indígenas peruanos, era el quechua.

Los quipos: los incas no conocieron la escritura, aun cuando ordenaron un sistema

de cordeles y nudos (quipos), cuya disposición en una madeja de cuerdas coloradas y

de diferente extensión les servía para fines aritméticos y de contabilidad.

Arquitectura: para construir los muros -cuyos restos pueden ser admirados en el

Cuzco- los incas empleaban grandes moles de piedra, perfectamente pulidas, que

ajustaban entre sí sin ningún tipo de argamasa. En los templos predominan las formas

rectangulares, con un número impar de puertas en los lados mayores. La decoración

interior era rica -oro, plata, tejidos- pero sus techos eran de paja.

Entre los templos más importantes se pueden citar el Cori cancha, dedicado al sol, y el

Inticancha, erigido en honor a Viracocha, ambos en el Cuzco.

Entre los edificios de carácter militar se encuentran fortalezas construidas aprovechando


la existencia de alguna colina que se rodeaba con dos o más filas de murallas

82

de piedra. Los testimonios de este tipo más importantes son las fortalezas de Machu

Pichu y Sacsahuaman.

Caminos: el sistema caminero establecido por los incas unificaba todos los puntos del

Imperio. Los españoles se maravillaron por la calidad de las rutas, amplias calzadas

formadas por grandes lajas de piedra. Los dos caminos más importantes eran el que

llevaba al Collasuyo y el de Quito. Existían, además, gran cantidad de rutas


transversales.

En conjunto de extensión de la red caminera del incario ha sido estimada en 6.000


Km. Otras de las construcciones características fueron los puentes colgantes realizados
con cuerdas y destinados a salvar las quebradas, tan frecuentes en la región.

Un servicio de postas comunicaba todo el Tahuantisuyo. Los pueblos situados a lo

largo de las rutas proporcionaban los chasquis, ágiles mensajeros que iban de posta

en posta, llevando noticias.

LOS MAYAS

Se ha dado el nombre de «Mayas» a grupos indígenas que desarrollaron una cultura

superior, en un marco geográfico cuyo centro fue la península de Yucatán. La influencia


de dicha cultura dejó sus rastros monumentales en los estados del sur de México

como en Guatemala, El Salvador y Honduras.

La civilización Maya abarca dos momentos históricos bien definidos:

- Imperio Antiguo (siglo IV al X) que se extendió por el sur de México, Guatemala y

Honduras.

- Imperio Nuevo (siglo X al XV) centralizado en la península de Yucatán.

En los seis siglos del Imperio Antiguo, los Mayas sentaron las bases de una formidable

cultura. Sus ciudades -Palenque, Piedras Negras, Tikal, Copán, etc.- con sus
monumentales edificios testigo del grado de civilización alcanzada.

No se han podido determinar con certeza las causas de la decadencia del Antiguo

Imperio Maya, al respecto se han emitido distintas hipótesis: cambio de clima,


terremotos, epidemias, invasiones extranjeras, etc.; se han probado que en el siglo X se
produjo la invasión de los Toltecas, hecho que pudo influir en el abandono de la región.

A partir del año 900, los mayas, ya ubicados en Yucatán dieron nacimiento al Imperio

Nuevo.

El término «Imperio Maya» es inexacto Los Mayas no formaron una unidad estable

sino que agruparon en «ciudades independientes», aisladas entre sí y, a menudo, rivales


unas de otras.

Las principales ciudades de este período son Uxmal, Mayapan, Chichen Itza, etc. Estas
ciudades florecieron hacia el año 1.000 pero no tardaron en caer bajo el dominio

de tribus mejicanas que luego formaron la confederación azteca.


Gobierno

Cada ciudad principal estaba gobernada «por un gran jefe»: «Halach Vinic», cuyo título
era hereditario por línea masculina. De este jefe dependían las autoridades delegadas
«Vatav» que gobernaban las poblaciones menores o las ciudades subalternas.

Tanto estas como aquel tenían consejos que lo asesoraban en los casos difíciles.

83

Cada ciudad tenía su fuerza armada, más defensiva, carecieron de inclinaciones


militares, de ahí que fueran fácilmente sojuzgados por los aztecas.

Justicia

En materia de justicia, los mayas fueron muy severos, los delincuentes eran juzgados

por el Halach Vinic o por sus representantes. Las leyes penaban con grandes castigos

los distintos delitos; así el hurto se penaba con esclavitud, el homicidio voluntario o

involuntario, el adulterio, el daño grave se castigaba con la muerte.

Sociedad

La sociedad se caracterizó por una estricta división social

Nobleza: almenhehoob, constituía el testamento del que provenían los funcionarios y

sus familiares, así como por los miembros encabezados del culto religioso.

Pueblo: macchualoob, integraban el segundo grupo, se dedicaba a las diversas

labores dentro de la ciudad-estado y sus donas de influencia: agricultura,

cerámica, arquitectura, tejeduría, caza, pesca, etc.

Entre estos dos grupos sociales se formó otro intermedio integrado por los

comerciantes -Ah opolon-, que gozaban de determinados privilegios.

Esclavos: eran comúnmente prisioneros de guerra, ladrones condenados a tal condición


por la justicia, etc.

La familia entre los mayas era monogámica y la unidad matrimonial estaba protegida

por las leyes. No se casaban entre parientes cercanos.

Economía

Como todos los pueblos ándidos la economía de los mayas giraba en torno del cultivo
del maíz, que era la base primordial de su alimentación.

El terreno elegido para la siembra era emparejado convenientemente. El sembrado se

hacía con un palo cuya punta era endurecida al fuego, en cada hoyo se colocaban

varios granos de maíz y, juntamente, algunas semillas de porotos rojos y negros. Estos
constituían la segunda fuente alimenticia de los mayas.

Se cultivaba también el ají, zapallo, tomate, mandioca. Las tareas agrícolas estaban a

cargo de los varones.

La caza y la pesca entraba también en la dieta de los Mayas, merced a la acción de

cazadores y pescadores que vendían sus productos a las ciudades.

Si bien construyeron caminos, los mayas desconocieron la rueda y los animales de tiro

o de carga, pues no practicaron la economía ganadera intensiva, aunque fueron diestros


cazadores de animales silvestres.

Creencias religiosas

Todos los aspectos relacionados con la vida del pueblo Maya estaban muy influidos

por su religión. Los testimonios más directos provienen de antiguos códices escritos

con caracteres latinos y lenguaje aborigen, tales como el libro de consejo o Popol -

Vhu y los libros de Chilan Balan.

84

Estas fuentes revelan un marcado politeísmo, así como el convencimiento de que tras

la muerte existían el premio y el castigo de acuerdo con el comportamiento observado

en vida. Entre los dioses más importantes se encontraban Hunab Ku, creador del

mundo; Ah Puch, dios de la muerte, Chack, divinidad de la lluvia a quien se le ofrecían

sacrificios humanos; Itzamná, dios civilizador que enseñó a los hombres toda su
sabiduría.

La más avanzada cultura prehispánica

El conocimiento de la cultura Maya se basa fundamentalmente en el estudio de los

restos arqueológicos, en las estelas de tela con inscripciones jeroglíficas y calendáricas


y en los códices y manuscritos salvados de la destrucción.
Escritura y numeración. Los mayas utilizaron una escritura ideográfica de base
jeroglífica. Sólo una pequeña parte ha podido ser descifrada, y su significación es
predominantemente religiosa. Su sistema numérico era muy exacto: tenía como base el
número veinte (sistema vigesimal), y conocían el cero.

El calendario. De todas las civilizaciones amerindias, los mayas fueron los que
desarrollaron mayores conocimientos astronómicos y calendáricos. El tzolkin (calendario

sagrado) tenía 260 días repartidos en trece grupos de veinte días cada uno; el haab

(calendario solar) constaba de 360 días repartidos en 18 grupos de 20 días.

Arquitectura y escultura. Las manifestaciones más altas de la arquitectura se registraron


en el Antiguo Imperio. Las ciudades de Palenque, Copán, Uaxactun, entre otras

son verdaderos centros urbanos con preponderante actividad religiosa y grandiosas

construcciones -templos, palacios, mansiones- de sorprendente vitalidad. Su fachada

estaba cubierta por una complicada ornamentación, inspirada en objetos de la


naturaleza o en figuras geométricas.

LOS AZTECAS

La Confederación de pueblos presidida por los aztecas, tenía su centro


políticoadministrativo en la ciudad de Tenochtitlán, en la meseta de México.

La masa de la población se había radicado en la región templada del Anáhuac, cuyo

clima seco y sano contrastaba con la franja costera cálida, húmeda e insalubre. Sin

embargo, puede afirmarse que la influencia política de los aztecas se extendió desde

el Yucatán por el sur hasta el río Colorado por el norte.

Los aztecas llegaron al Valle de México cuando ya existían pueblos de florecientes

culturas en territorio mejicano.

La superioridad militar y política de los aztecas les permitió dominar a dichos pueblos

a partir, aproximadamente, del año 1.200 de nuestra era.

Las investigaciones realizadas en el Anáhuac permiten afirmar que, antes de tal fecha,
se habían sucedido menos de quince tipos distintos de culturas indígenas en los

12 siglos anteriores.

De ahí que hayan sido agrupados en los siguientes períodos:


- Primer período: las culturas medias del Valle de México (1 al 600 d.C)

- Segundo período: los Toltecas clásica (600 al 1.000)

- Tercer período: los Chichimecas y Toltecas dinásticos (1.000 a 1.300)

- Cuarto período: los aztecas.

85

La organización política de los aztecas

El término «imperio azteca» comúnmente empleado, no corresponde a la realidad


histórica. Los Aztecas formaron más bien una «Liga o Confederación» de los pueblos

mejicanos basada en una inteligente política administrativa.

En la realidad, la base de la Confederación la formaban tres ciudades: Tenochtitlán,

Tezcoco y Tlacopán, de las cuales la primera era la capital.

Los Calpullis o distritos

Los aztecas se hallaban divididos en veinte grupos, distritos y clanes llamados Calpullis.
Los Calpullis eran el núcleo primordial de la organización social, política, religiosa

y ad-ministrativa.

En él se concentraba un grupo de familias que poseía en común la tierra, con la


obligación de trabajarla y defenderla.

Cada Calpullis tenía sus jefes, sus funcionarios, sus guerreros e incluso sus peculiares

costumbres y su legislación propia, sus templos y arsenales. La autoridad residía en

un «teachcauch» o comandante militar y en un «calpullec» o jefe administrativo.

Los veinte calpullis se habían agrupado en cuatro regiones o provincias, cada una de

las cuales constituía una federación de cinco calpullis. Cada provincia tenía a su frente

un jefe militar noble que dependía del «emperador».

El gobierno central de la Confederación Azteca

Tenochtitlán, su capital, fue asiento de las actividades políticas y militares. Situada con

sentido estratégico en el centro del lago Texcoco y a la que se llegaba por medio de

calzados, era una populosa ciudad que impresionó a los conquistadores.


Allí residía el «Jefe Supremo de la Confederación». Los españoles le dieron el nombre

de «emperador», los aztecas lo llamaban «Tlatecutli». Era elegido con carácter vitalicio
mediante el voto de un consejo formado por un representante de cada una de las

cuatro regiones antes mencionadas. Vivía en un lujoso palacio, pero no tenía poder

omnímodo.

Estaba acompañado de un vice-emperador llamado Cihuacóatl, que lo secundaba y

reemplazaba al Tlatecutli en caso de ausencia.

Había un «Tlatocan» o «Gran Consejo», formado por los representantes de los veinte

calpullis. Ejercía el poder supremo con funciones amplísimas y jurisdicción total.

Tribus sometidas

Los aztecas se habían extendido sobre pueblos que no formaban parte de los calpullis

y eran, por lo mismo, ajenos a la Confederación. Estaban gobernados por jefes aztecas
designados por el emperador. Debían pagar tributos anuales, de acuerdo con sus

riquezas.

Fueron estos pueblos sometidos los que ayudaron a Hernán Cortez a derrocar a
Moctezuma y a destruir la Confederación Azteca.

86

Las instituciones sociales

La familia azteca era de carácter monogámico, aunque los nobles no tardaron en admitir
la poligamia. El derecho era patrilineal. Los delitos tales como el aborto, el infanticidio o
el adulterio eran castigados con la pena de muerte.

Habitualmente el matrimonio se formalizaba dentro del mismo clan o calpulli familiar;

tenía pues, carácter endogámico.

Las familias consanguíneas se agrupaban en núcleos llamados «tlaxilacallis», los cuales


a su vez formaban parte de los calpullis.

Clases sociales

La sociedad comprendía:

a) Clase superior o Nobleza: consta de funcionarios, jefes de clanes, sacerdotes,

guerreros y propietarios.
b) Pueblo, hombres comunes: agricultores, artesanos, carpinteros, cesteros, alfareros,
tejedores, mercaderes, quienes no sólo viajaban con sus productos, sino que

también se ocupaban del espionaje, aportando datos de pueblos vecinos.

c) Esclavitud: los aztecas practicaron la esclavitud.

Los esclavos, adquirían su condición de tal por ser prisioneros de guerra, por castigo

de robos, por deudas, etc. No obstante, los esclavos podían recuperar la libertad bajo

ciertas condiciones.

Religión

Conservaban la creencia en un dios único, espiritual, creador y principio de bien,


invisible e impenetrable.

Sin embargo, esta creencia monoteísta inicial había ido cediendo paso a un complejo

politeísmo.

Entre las divinidades que recibían culto y veneración de los aztecas figuraba
Huitzilopochtli, cuyo nombre significaba «el colibrí hacia el sur».

«Quetzalcoatl»: «la serpiente con plumas», era reverenciado como una manifestación

de sabiduría, de los vientos propicios, de las artes y de las ciencias.

El sacerdocio

Los sacerdotes ocupaban un lugar preeminente entre los Aztecas y constituían una

verdadera institución.

Provenían de la nobleza y se educaba con rigor en un establecimiento llamado


«Clamecac». Había entre ellos diversos grados jerárquicos y no sólo se limitaban al
ejercicio del culto que tenían funciones políticas, legales y científicas.

Había sacrificios incruentos, como las ofrendas de vestidos y maíz. Sin embargo, el

centro de las actividades del culto eran los sacrificios humanos. Prisioneros de guerra

y jóvenes elegidos especialmente eran sacrificados por los sacerdotes para obtener la

buena voluntad de los dioses. El procedimiento habitual era poner a la víctima sobre la

piedra del sacrificio y arrancarle el corazón, utilizando para ello un cuchillo de pedernal.

87
La organización económica

La tierra

La economía de la Confederación giraba en torno de la producción de bienes de


consumo basados en la agricultura organizada y desarrollada con sentido estatal.

En forma general puede afirmarse que la tierra de cultivo pertenecía al Estado o a


instituciones reconocidas por éste.

El calpulli poseía grandes extensiones que entregaba a cada familia, según sus
necesidades.

La familia era la poseedora nominal; el calpulli, el dueño real. Había parcelas destinadas
al sostenimiento común de sacerdotes, magistrados y guerreros.

El principal cultivo era el maíz. Además se cultivaba ají, zapallo, tomate, frijoles (porotos)
y batata. También cacao y maque y con cuyo jugo se preparaba una bebida fermentada
y embriagante llamada pulque.

Los alimentos proteicos entraban en la mesa azteca mediante el consumo de carne de

pavo, de pescado y de animales provenientes de la caza, tales como aves y venados.

La industria

A pesar de los progresos realizados por los aztecas apenas habían salido de la edad

de piedra. El empleo de los metales se reducía al cobre y al oro, ignorando todo tipo

de aleación.

El sílex y la obsidiana eran las piedras empleadas habitualmente para la fabricación de

armas y de instrumentos domésticos.

Tenían talleres para la confección de tejidos, en los cuales empleaban hilos de algodón
o pelos de conejo.

También combinaban telas con plumas de ave para la confección de vestidos finísimos.

La cerámica cubría las necesidades familiares mediante vasija, platos, copas. Eran en

general de barro cocido con adornos en blanco y negro.

Una vez por semana se realizaban en las ciudades ferias o mercados donde se
intercambiaban productos mediante trueque, a veces empleaban canutos de plumas
llenos

de polvo de oro o bolsitas con granos de cacao.


Ejército

Tuvieron carácter marcadamente militar y su poder se apoyaba principalmente en la

fuerza. De ahí que hubiera guerreros profesionales, con instrucción especial y con

escalafón cuyos grados se ganaban por el valor en los combates.

En caso de guerra cada calpulli debía presentar su contingente armado al mando de

un jefe.

88

Empleaban arcos, flechas, lanzas y hondas, los mejores guerreros tenían una espada

de madera con incrustaciones de obsidiana. Se cubrían con cascos, escudos y corazón


de tela acolchado.

Los regimientos aztecas se formaban ordenadamente.

Arte

La arquitectura constituyó la manifestación artística más destacada. Los templos,

obras de carácter monumental y religioso, son alardes de perfección en el uso de la

piedra.

Utilizaban la numeración vigesimal y la escritura jeroglífica simbólica. Hablaban la lengua


«nahuátl», que poseía sonidos armoniosos y caracteres propios.

Poseían amplios conocimientos astronómicos y fueron eminentes urbanistas, como lo

prueba el diseño de Tenochtitlán, en donde la ciudad quedaba unida a tierra firme por

medio de terraplenes, conteniendo con diques las aguas del lago.

89

APÉNDICE DOCUMENTAL

HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA

Dr. FERNANDO SARAVIA TOLEDO

Dr. HORACIO MARCELO DE LA SERNA

Dra. MARCELA VON FISCHER

SALTA
1.- REGLAMENTO DEL DIA 24 DE MAYO

LO PRIMERO: Que continúe en el mando el Excelentísimo Señor Virrey D. Baltasar


Hidalgo de Cisneros, asociado a los señores: el Dr. D. Juan Nepomuceno de Solá, Cura
rector de la Parroquia de nuestra

señora de Monserrat, de esta ciudad; el Dr. D. Juan José Castelli, abogado de esta Real
Audiencia Pretorial; D. Cornelio Saavedra, Comandante del Cuerpo de Patricios, y D.
José Santos de Inchaurregui, de

este vecindario y comercio; cuya corporación o junta ha de presidir el Excmo. Señor


Virrey con voto en

ella, conservando en lo demás su renta y altas prerrogativas de su dignidad, mientras se


elige la junta

General del Virreinato.

LO SEGUNDO: Que los señores que forman la precedente corporación, comparezcan


sin pérdida de

momentos en esta Sala capitular, a prestar juramento de usar bien y fielmente sus
cargos, conservar la

integridad de esta parte de los dominios de América a nuestro amado Soberano el señor
D. Fernando

VII y sus legítimos sucesores, y observar puntualmente las leyes del reino.

LO TERCERO: Que luego que los referidos señores presten el referido juramento sean
reconocidos por

depositarios de la autoridad superior del Virreinato por todas las corporaciones de esta
Capital y su vecindario respetando y obedeciendo todas sus disposiciones, bajo las
penas que imponen las leyes a los

contraventores: todo hasta la congregación de la junta General del Virreinato.

LO CUARTO: Que faltando algunos de los referidos señores que han de componer la
junta de esta Capital, por muerte, ausencia o enfermedad grave, se reserva este Cabildo
nombrar el que haya de integrarla.

LO QUINTO: Que aunque se haya plenísimamente satisfecho de la honrosa conducta y


buen procedimiento de los señores mencionados, sin embargo para satisfacción del
pueblo, se reserva también estar
muy a la mira de sus operaciones, y caso no esperado que faltasen a sus deberes,
proceder a una deposición, reasumiendo para este sólo caso, la autoridad que le ha
conferido el pueblo.

LO SEXTO: Que los referidos señores, inmediatamente después de recibidos en sus


empleos, publiquen una general amnistía en todos los sucesos ocurridos el día 22, en
orden a las opiniones sobre la

estabilidad del gobierno; y para mayor seguridad, este Excmo. Cabildo toma desde
ahora bajo su protección a todos los vocales que han concurrido al Congreso General
ofreciendo que contra ninguno de

ellos se procederá directa o indirectamente contra sus opiniones, cualesquiera que


hayan sido.

LO SEPTIMO: Que con el mismo objeto de consultar la seguridad pública, quedarán


excluidos los referidos sujetos, que componen la junta Provisional, de ejercer el poder
judiciario, el cual se refundirá en la

Real Audiencia, a quien se le pasarán todas las causas contenciosas que no sean de
gobierno.

LO OCTAVO: Que esta misma Junta ha de publicar todos los días primeros del mes un
estado en que

se dé razón de Administración de la Real Hacienda.

LO NOVENO: Que no pueda imponer pensiones, pechos ni contribuciones, sin previa


consulta y conformidad de este Excmo. Cabildo.

LO DECIMO: Que no se obedezca ninguna orden o providencia del Excmo. Sr. Virrey,
sin que vaya

rubricada por todos los demás individuos que deban componer la Junta.

90

LO UNDECIMO: Que los referidos señores despachen sin pérdida de tiempo órdenes
circulares a los

Jefes de interior, y además a quienes corresponda, encargándoles muy estrechamente,


y bajo de responsabilidad, hagan que los respectivos Cabildos de cada uno convoquen,
por medio de esquelas la

parte principal y más sana del vecindario para que formado un Congreso de solos los
que en aquella
forma hubieren sido llamados, elijan sus representantes y estos hayan de reunirse a la
mayor brevedad

en esta Capital, para establecer la forma de Gobierno que se considere más


conveniente.

LO DUODECIMO: Que elegido así el representante de cada ciudad o villa; tanto los
electores como los

individuos capitulares le otorguen poder en pública forma, que deberán manifestar


cuando concurran a

esta capital a fin de que se verifique su constancia, jurando en dicho poder no reconocer
otro soberano

que el señor D. Fernando VII y sus legítimos sucesores según el orden establecido por
las leyes, y estar

subordinado al gobierno que legítimamente los represente.

LO DECIMOTERCERO: Que cada uno de los señores de la Junta tenga el tratamiento


de EXCELENCIA, reservándose a la prudencia de ella misma la designación de honores
que se le hayan de hacer, y

distinciones que deban usar.

2.- REGLAMENTO DEL DIA 25 DE MAYO

LO PRIMERO: Se erigiese una nueva Junta de Gobierno, compuesta de los señores


expresados en la

representación a que se ha hecho referencia (Cornelio de Saavedra, Comandante de


Armas; el Dr.

Juan Manuel Castelli; el Dr. Manuel Belgrano; D. Miguel de Azcuénaga; Dr. Manuel
Alberti; D. Domingo

Matheus; y D. Juan Larrea; y secretarios los Dres. Juan José Paso y Mariano Moreno) y
en los mismo

términos que de ellas aparece, mientras se erige la Junta General del Virreinato.

LO SEGUNDO: Que los señores que forman la precedente corporación, comparezcan


sin pérdida de

momentos en esta Sala Capitular, de usar bien y fielmente sus cargos, conservar la
integridad de esta
parte de los dominios de América a nuestro amado soberano, el Sr. D. Fernando VII y
sus legítimos

sucesores, y observar fielmente las leyes del reino.

LO TERCERO: Que luego que los referidos señores presten el juramento sean
reconocidos por depositarios de la autoridad Superior del Virreinato por todas las
corporaciones de esta Capital y su vecindario

respetando y obedeciendo todas sus disposiciones hasta la congregación de la Junta


General del Virreinato; bajo las penas que imponen las leyes a los contraventores.

LO CUARTO: Que la Junta ha de nombrar quien deba ocupar cualquier vacante por
renuncia, muerte,

ausencia, enfermedad o remoción.

LO QUINTO: Que aunque se haya plenísimamente satisfecho de la honrosa conducta y


buen procedimiento de los señores mencionados, sin embargo para satisfacción del
pueblo, se reserva también estar

muy a la mira de las operaciones, y caso no esperado que faltase a sus deberes,
proceder a la deposición con causa bastante injustificada, reasumiendo el Excmo.
Cabildo, para este solo caso, la autoridad

que le ha conferido el pueblo.

LO SEXTO: Que la nueva Junta ha de velar por el orden y la tranquilidad pública, y


seguridad individual

de todos los vecinos, haciéndosele, como desde luego se le hace, responsable de lo


contrario.

LO SEPTIMO: Que los referidos señores que componen la Junta Provisoria quedan
excluidos de ejercer el poder judiciario, el cual se refundirá en la Real Audiencia a quien
se le pasarán todas las causas

contenciosas que no sean de gobierno.

LO OCTAVO: Que esta misma Junta ha de publicar todos los días primeros del mes un
estado en que

se de razón de la administración de Real Hacienda.

LO NOVENO: Que no pueda imponer contribuciones, ni gravamen al pueblo o sus


vecinos, sin consulta

y previa conformidad de este Excmo. Cabildo.


91

LO DECIMO: Que los referidos señores despachen sin pérdida de tiempo órdenes
circulares a los Jefes

de lo Interior y además a quienes corresponde, encargándoles muy estrechamente, y


bajo responsabilidad, hagan que los respectivos cabildos de cada uno convoquen por
medio de esquelas la parte más

sana principal del vecindario, para que, formados un Congreso de solo los que en
aquella forma hubiesen sido llamados, elijan sus representantes, y estos hayan de
reunirse a la mayor brevedad en esta

Capital para establecer la forma de gobierno que se considere más conveniente.

LO UNDECIMO: Que elegido así el representante de cada ciudad o villa tanto los
electores como los

individuos capitulares, le otorguen poder en pública forma, que deberán manifestar


cuando concurran a

esta Capital, a fin de que se verifique sus constancia, jurando en dicho poder no
reconocer otro soberano que el señor D. Fernando VII y sus legítimos herederos, según
el orden establecido por las leyes, y

estar subordinado al gobierno que legítimamente les represente.

3.- REGLAMENTO DEL 28 DE MAYO PARA EJERCICIO DE LA AUTORIDAD

DE LA JUNTA

La Junta Provisional Gubernativa de las provincias del Río de la Plata en nombre del
Señor D. Fernando VII:

1º) La Junta se congregará todos los días en la Real Fortaleza, donde será la posada del
Sr. Presidente, y durará su reunión desde las nueve de la mañana hasta las dos de la
tarde y desde las cinco hasta

las ocho de la noche.

2º) Todos los asuntos gubernativos y de hacienda se girarán ante ella por las oficinas
respectivas.

3º) El departamento de Hacienda, en la secretaria, conocerá a cargo del Dr. Juan José
Paso, y el departamento de gobierno y guerra, a cargo del Dr. Mariano Moreno.

4º) En los decretos de substanciación, contestaciones dentro de la capital, asuntos leves


y de urgencia
despacho, bastará la firma del Presidente autorizada por el respectivo secretario.

5º) En los negocios que deban decidirse por la Junta, la formarán cuatro vocales con el
Presidente; pero

en los asuntos interesantes, de alto gobierno, deberán concurrir todos.

6º) En las representaciones y papeles de oficio se dará a la Junta el tratamiento de


Excelencia pero los

vocales no tendrán tratamiento alguno en particular.

7º) Las Armas harán a la Junta los mismos honores que a los excelentísimos señores
Virreyes, y en las

funciones de Tabla se guardará con ella el mismo ceremonial.

8º) El señor Presidente recibirá en su persona el tratamiento y honores de la Junta,


como presidente de

ella, los cuales se le tributarán en toda situación.

9º) Los asuntos del Patronato se dirigirán a la Junta en los mismos términos que a los
señores virreyes,

sin perjuicio de las extensiones a que legalmente conduzca el sucesivo estado de la


península.

10º) Todo vecino podrá dirigirse por escrito o de palabra a cualesquiera de los vocales, o
a la Junta

misma cuando sea conducente a la seguridad pública y felicidad del estado.

4.- CIRCULAR DEL 27 DE MAYO

La Junta Provisional Gubernativa de la Capital de Bs. As. -Los desgraciados sucesos de


la Península,

han dado más ensanches a la ocupación bélica de los franceses sobre su territorio,
hasta aproximarse a

las murallas de Cádiz y dejar desconcertado el cuerpo representativo de la soberanía,


por falta del señor rey D. Fernando VII: pues que, dispersada de Sevilla, y acusada de
malversación de sus deberes

por aquel pueblo pasó en el discurso de su emigración y dispersión a constituir, sin


formalidad y autori-

92
dad, una Regencia, de la que nadie puede asegurar que sea centro de la unidad
nacional, depósito firme del poder del Monarca sin exponerse a mayores convulsiones
que las que acervan el movimiento

vicioso y arriesgado de su instalación. No es necesario fijar la vista en el término en que


puedan haber

llegado las desgracias de los pueblos de la Península, tanto por la fortuna de las armas
invasoras, como

por la falta o incertidumbre de un gobierno legítimo y supremo al que se deban referir


subordinar los

demás de la Nación, por la dependencia forzosa que los estrecha al orden y seguridad
de la asociación,

tienen su tendencia a la felicidad presente, y a la precaución de los funestos afectos de


la división de las

partes del Estado, que temen con razón todo lo que pueda oponerse a la mejor suerte
en los dominios

de América. El pueblo de Bs. As., bien cierto del estado lastimoso de los dominios
europeos de S. M. C.

el señor D. Fernando VII; por lo menos incierto del gobierno legítimo soberano en la
representación de

la Suprema Junta Central disuelta ya, y más en la Regencia que se dice constituida por
aquella, sin facultades, sin sufragios de la América, y sin instrucción de otras
formalidades que debían acceder al acto; y sobre todo, previendo que no anticipándose
las medidas que deben influir en la confianza y opinión

pública de los dominios de América, faltaría el principio de un gobierno indudable por su


origen, estimó

desplegar la energía que siempre ha mostrado para interesar su lealtad, celo y amor por
la causa del

rey Fernando, removiendo los obstáculos que la desconfianza, incertidumbre y desunión


de opiniones

podrían crear en el momento más crítico que amenaza, tomando a la América


desapercibida de la base

sólida del Gobierno que pudiese determinar su suerte en el continente americano


español. Manifestó los
deseos más decididos porque los pueblos mismos recobrasen los derechos originarios
de representar el

poder, autoridad y facultades del monarca, cuando este falta, cuando este no ha previsto
de Regente y

cuando los mismos pueblos de la Matriz han calificado de deshonrado al que formaron,
procediendo a

sustituirle representaciones rivales que disipan los tristes restos de la ocupación


enemiga. Tales conatos son íntimamente unidos con los deseos honrosos de su
seguridad y felicidad, tanto interna como

externa, alejando la anarquía y toda dependencia de poder ilegítimo, cual podía ser
sobre ineficaz para

el instituto social, cualquiera que se hubiese levantado en el tumulto y convulsiones de la


Península,

después de la emigración y la dispersión de los miembros de la Junta Central. Cuando


estas discusiones se hacen en sesiones de hombres desencontrados, son expuestas a
las consecuencias de una revolución, y exponen a que quede acéfalo el cuerpo político:
pero si se empeñan por el orden u modo

rotular de los negocios gravísimos, no pueden menos que conducir como por la mano, a
la vista del

efecto que se desea. Tal ha sido la conducta del pueblo de Bs. As. en propender a
examinarse si en el

estado de las ocurrencias de las Península, debía subrogarse el mando superior del
gobierno en las

Provincias del Virreinato en una Junta Provisional, que asegurase la confianza de los
pueblos y velase

sobre su conservación contra cualquier acechanza hasta reunir los votos de todos ellos,
en quienes

recae la facultad de proveer la representación del Soberano.

El Excmo. Cabildo de la Capital, con la anuencia del sr. Virrey, quien informó de la
general agitación,

agravada con el designio de retener el poder del gobierno, aún notariada que fuese la
pérdida total de la
provincia Península y su Gobierno, como expresa la proclama del 18 del corriente,
convocó la más sana

parte del pueblo en Cabildo General abierto, donde se discutió y votó públicamente el
negocio más importante por su fundamento, para la tranquilidad, seguridad, y felicidad
general resultando de la comparación de sufragios, la mayoría con exceso por la
subrogación del mando del Excmo. Virrey en el Excmo. Cabildo, interino se ordenaba
una Junta Provisional de Gobierno, hasta la congregación de la general de las
provincias: voto que fue acrecentado y aumentado con la aclamación de las tropas y
numerosos restos de habitantes. Ayer se instaló la Junta de una firma y modo que ha
dejado fijada la base fundamental sobre que debe elevarse la obra de la conservación
de estos dominios al señor D. Fernando

VII. Los ejemplares impresos de los adjuntos bandos, y la noticia acreditada en bastante
forma, que el

Excmo. Cabildo y el Excmo. Virrey que fue D. Baltasar Hidalgo de Cisneros, dan a Ud.,
no dejan duda a

esta Junta de que será mirada por todos los jefes corporaciones, funcionarios públicos y
habitantes de

todos los pueblos del Virreinato, como dentro de la unidad, para formar la barrera
inexpugnable de la

conservación íntegra de los dominios de América a la dependencia del Sr. D. Fernando


VII, o de quien

legítimamente le represente. No menos espera que contribuirán los mismos a que,


cuanto más antes

sea posible, se nombre y vengan a la Capital los diputados que se enuncian, para el fin
expresado, en

el mismo acto de instalación ocupándose con el mayor esfuerzo, en mantener la unión


de los pueblos, y

consultar la tranquilidad y seguridad individual; teniendo consideración a que la conducta


de Bs. As.,

muestra que, sin desorden y sin vulnerar la seguridad, puede obtenerse el medio de
consolidar la confianza pública y su mayor felicidad. Es de esperar que cimentado este
paso, si llega el desgraciado

momento de saberse sin duda alguna la pérdida absoluta de la Península, se haye el


distrito del Virrei-
93

nato de Bs. As., sin los graves embarazos que por la incertidumbre y falta de legítima
representación del

soberano de España a la ocupación de los franceses, la pusieron en desventaja para


sacudirse de ellos:

puesto que tanto como el enemigo descubierto invasor, debe temerse y precaverse el
que desde lo anterior promueve la desunión, proyecta la rivalidad y propende a introducir
el conflicto de la suerte política, no prevenido. Cuente Ud. con todo lo que penda de los
esfuerzos de esta Junta, cuyo develo por la

conservación del orden y sistema nacional se mostrará por los efectos. Este ha sido el
concepto de proponer el pueblo al Excmo. Cabildo la expedición de quinientos hombres
para lo interior, con el fin de

proporcionar auxilios militares para hacer observar el orden, si se teme que sin él no se
harían libre y

honradamente las elecciones de vocales diputados, conforme a lo prevenido en el art. 10


del bando

citado, sobre que hace esta Junta los más eficaces encargos por su puntual observancia
y la del art. II.

Asimismo importa que Ud. quede entendido, que los diputados han de irse incorporando
en esta Junta

conforme y por orden de su llegada a la Capital, para que así se hagan de la parte de
confianza pública

que conviene al mejor servicio del Rey y gobierno de los pueblos; imponiéndose, por
cuanta anticipación conviene a la formación de la General, de los graves asuntos que
tocan al gobierno. Por lo mismo

se habrá de acelerar el envío de Diputados: entiendo debe ser uno por cada ciudad o
villa de las provincias, considerando que la ambición de los extranjeros puede excitarse
a aprovechar la dilación en la

reunión, para defraudar a su Majestad los legítimos derechos que se trata de preservar.
Servirá a todos

los pueblos del Virreinato de la mayor satisfacción al saber, como se lo asegura la Junta
que todos los

Tribunales, Corporaciones, Jefes y Ministros de la Capital, sin excepción han reconocido


la Junta, y
prometido su obediencia para la defensa de los augustos derechos del rey en estos
dominios: por lo

cual es tanto más interesante que este ejemplo empeñe los deseos de Ud. para
contribuir en estrecha

unión a salvar la patria de las convulsiones que la amenazan, si no se prestasen las


provincias a la

unión y armonía que debe reinar entre ciudadanos de un mismo origen, dependencia e
intereses. A esto

se dirigen los connatos de esta Junta; a ellos los ruegos del pueblo principal del
Virreinato, y a lo mismo

se le escita, con franqueza de tantos auxilios y medios pendan de su arbitrio, que serán
dispensados

prontamente en obsequio del bien y concentración de los pueblos.

Real Fortaleza de Buenos Aires, a 27 de mayo de 1810 Cornelio de Saavedra - Juan


José Castelli -

Manuel Belgrano-Miguel de Azcuénaga - Manuel Alberti - Juan José Paso -Mariano


Moreno.

5.- REGLAMENTO DE SUPRESION DE HONORES

1º) El art. octavo de la orden del día de 28 de Marzo de 1810, queda revocado y anulado
en todas sus

partes.

2º) Habrá desde este día absoluta, perfecta e idéntica igualdad entre el presidente y los
demás vocales

de la Junta, sin más diferencia que el orden numerario y gradual de los asientos.

3º) Solamente la Junta reunida en actos de etiqueta y ceremonia tendrá los honores
militares, escolta y

tratamientos que están establecidos.

4º) Ni el presidente ni ningún otro individuo de la Junta en particular revestirán carácter


público ni tendrán comitiva, escolta o aparato que lo distinga de los demás ciudadanos.

5º) Todo decreto, oficio y orden de la Junta, deberán ir firmado de ella debiendo concurrir
cuatro firmas
cuando menos, con la del respectivo secretario.

6º) Todo empleado, funcionario público o ciudadano que ejecute órdenes que no vayan
suscriptas de la

forma prescripta en el anterior artículo será responsable al gobierno de su ejecución.

7º) Se retirarán todos los centinelas de palacio, dejando solamente las de las puertas de
la Fortaleza y

sus bastiones.

8º) Se prohíbe todo brindis, viva o aclamación pública en favor de los individuos
particulares de la Junta.

Si estos son justos, vivirán en el corazón de sus conciudadanos: ellos no aprecian bocas
que han sido

profanadas con los elogios de los tiranos.

94

9º) No se podrá brindar sino por la Patria, por sus derechos, por la gloria de nuestras
armas y por objetos generales concernientes a la pública felicidad.

10º) Toda persona que brindase por algún individuo particular de la Junta será
desterrado por seis años.

11º) Habiendo echado un brindis D. Atanasio Duarte, con que ofendió la probidad del
Presidente, y atacó los derechos de la Patria; debía perecer en un cadalso; por el estado
de embriaguez en que se hallaba se le perdona la vida, pero se destierra perpetuamente
de esta ciudad, porque un habitante de Bs.

As., ni ebrio ni dormido, debe tener impresiones contra la libertad de su país.

12º) No debiendo confundirse nuestra milicia nacional con la milicia mercenaria de los
tiranos, se prohíbe que ningún centinela impida la libre entrada en toda función o
concurrencia pública a los ciudadanos

decentes que la pretendan; el oficial que quebrante esta regla será depuesto de su
empleo.

13º) Las esposas de los funcionarios públicos, políticos y militares no disfrutarán los
honores de armas

ni demás prerrogativas de sus maridos: estas distinciones las concede el Estado a los
empleos, y no

pueden comunicarse sino a los individuos que la ejercen.


14º) En las diversiones públicas de toros, ópera, comedia, etc., no tendrá la Junta palco
ni lugar determinado: los individuos de ella que quieran concurrir, comprarán lugar como
cualquier ciudadano; el

Excmo. Cabildo a quien toca la Presidencia y gobierno de aquellos actos por medio de
los individuos

comisionados para el efecto, será el que únicamente tenga una posición de preferencia.

15º) Desde este día queda concluido todo el ceremonial de Iglesia con las autoridades
civiles: estas

no concurren al templo a recibir inciensos, sino a tributarlos al Ser Supremo. Solamente


subsiste el recibimiento en la puerta por los canónigos y dignidades en la forma
acostumbrada. No habrá cojines, sitial

ni distintivo entre los individuos de la Junta.

16º) Este reglamento se publicará en la Gazeta, y con esta publicación se tendrá por
circulado a todos los jefes políticos, militares, corporaciones y vecinos, para su puntual
observancia. Dado en Bs. As.,

en la Sala de la Junta, a 6 de diciembre de 1810.

6.- CREACION DE JUNTAS PROVINCIALES

Orden del día.- Los mismos motivos que obligaron a substituir una autoridad colectiva a
la individualidad

de los Virreyes, debieron, también, introducir una nueva forma en los gobiernos
subalternos. El justo

temor de no arriesgar unos primeros pasos que debían decidir de nuestra suerte, en la
premura de un

tiempo en que esta Junta no tenía una confianza entera de los pueblos, la puso en la
necesidad de no

alterar el sistema antiguo, depositando los gobiernos en mano de una fidelidad a prueba
de peligros.

Por lo demás, la Junta ha estado siempre persuadida de que el mejor fruto de esta
resolución, debía

consistir en hacer gustar a los pueblos las ventajas de un gobierno popular. Así es, que
aun quedando a
la suerte algún influjo, previno en las instrucciones reservadas de la expedición militar,
condescendiese

con los pueblos inclinados a los gobiernos de Juntas. Para pensar así, tenía muy
presente que sin esta

novedad, no habrían hecho otra cosa los pueblos que continuar en ser infelices. En
efecto, la autoridad

que no es contenida por la atención inquieta y celosa de otros colegas, rara vez deja de
corromper las

mejores intenciones. Después de haberse ensayado un magisterio en hacer


usurpaciones, es preciso

hacerse absoluto para asegurar la impunidad. Del quebrantamiento de las leyes al


despotismo, el camino es corto. Entonces los súbditos esclavos no tienen ni patria, ni
amor al bien público, y el Estado

lánguido ofrece a todo enemigo una presa fácil. Por el contrario sucedería hallándose el
gobierno en

manos de muchos. De aquel continuo flujo y reflujo de autoridad se formarán


costumbres públicas, que

templen la acrimonia del poder y la bajeza de la obediencia. Esta clase de gobierno no


ofrecerá magistrados poderosos, pero esclavos de las leyes, ciudadanos libres, pero que
saben que no hay libertad

para el ciudadano que no ama las leyes, virtudes cívicas, virtudes políticas, amor de la
gloria, amor de la

patria, disciplina austera, y en fin, hombres destinados a sacrificarse por el bien del
Estado. Para que

esta grande obra tenga su perfección, cree también la Junta, que será de mucha
conducencia que los

individuos de estas Juntas Gubernativas sean elegidos por los pueblos. Por este medio
se conseguirá

que, teniendo los elegidos en su favor la opinión pública, sólo el mérito eleve a los
empleos y que el

95

talento para el mando sea el único título para mandar. En esta inteligencia ha creído esta
Junta Superior, hacer las siguientes declaraciones, a saber:
1.- Que en la Capital de toda provincia, comprendida la de Charcas, se formará una
Junta compuesta

de cinco individuos, que por ahora serán el presidente o el gobernador intendente que
estuviese nombrado, como Presidente, y los cuatro colegas que se eligiesen por el
pueblo.

2.- Que en esta Junta residirá in solidum toda la autoridad del gobierno de la provincia,
siendo de su

conocimiento todos los asuntos que por las leyes y ordenanzas pertenezcan al
presidente o al gobernador intendente; pero sea con entera subordinación a esta Junta
Superior.

3.- Que el sueldo asignado al presidente o a los gobernadores intendentes, lo percibirán


por entero los

que actualmente se hallan nombrados, sirviendo sin asignación alguna los colegas.

4.- La Junta tendrá tratamiento de V.S. El Presidente de la Junta, el que le


correspondiese por su grado

militar, si acaso lo es, o por el empleo de la República, y los Vocales ninguno en


particular como tales

vocales, pero sí el que les fuese debido por otros títulos.

5.- Que en la vacante del Presidente de la Junta, se dé noticias a esta Junta Superior,
quien deliberará

lo que convenga, procediendo a nueva elección para reemplazar a los demás vocales
que vacasen, y

dando cuenta a esta Superioridad de haberlo ejecutado.

6.- Que en cada ciudad y villa de las que tengan o deban tener Diputados en ésta, se
formarán también

sus Juntas respectivas, las que se compondrán de tres individuos, es a saber: el


Comandante de Armas

que actualmente lo fuese, y los dos socios que se eligiesen.

7.- Que a esta Junta corresponderá el conocimiento de todo aquello en que entendían
los Subdelegados de Real Hacienda, cuyo empleo por separado queda abolido.

8.- Que lo dicho en orden a vacantes de las Juntas Provinciales, se observe también en
ésta.
9.- Que estas Juntas reconocerán a sus respectivas Capitales la subordinación en que
han estado las

ciudades de lo que son.

10.- Que las Juntas Provinciales se congregarán diariamente en las posadas de sus
Presidentes para el

despacho de los negocios, y durará su reunión desde la diez de la mañana hasta la una
de la tarde y

desde las cinco hasta las ocho de la noche.

11.- Que las horas de despacho en las Juntas subalternas, será según la ocurrencia de
los negocios,

bien que deberá ser diaria.

12.- Que estas Juntas velarán incesantemente en la tranquilidad, seguridad y unión de


los pueblos encargados a su cuidado y en mantener y fomentar el entusiasmo a favor de
la causa común.

13.- Pondrán particular esmero en la disciplina e instrucción de las milicias, para que
sirviendo a conservar el orden interior, estén también prontas y expeditas para cualquier
auxilio exterior en favor de la

defensa general.

14.- A este fin meditarán y calcularán los recursos de cada ciudad, en razón de los
auxilios de que sean

capaces y propondrán los medios y arbitrios extraordinarios que podrán tocarse al


efecto.

15.- Entenderán igualmente en los alistamientos y reclutas que se ordenen por las
Juntas Provinciales o

por esta Superior, como asimismo en la ejecución y puntual cumplimiento de todas las
órdenes que se

les comuniquen.

96

16.- Se abstendrán de todo acto de jurisdicción contenciosa o administración que no sea


de los asuntos

comprendidos en estas declaraciones dejando obrar libremente y aun auxiliando a las


justicias, cabildos
y funcionarios públicos en lo que corresponderá a su conocimiento y autoridad
respectiva.

17.- Que por punto general, si la elección recayere en los asesores de Provincia, en
algunos de los Alcaldes ordinarios o en los dos, no podrán éstos ejercer ambas
funciones simultáneamente, debiendo en

tal caso elegir uno de los empleos, y si se prefiriese el de vocal, se hará nueva elección
de Alcalde ordinario.

18.- Que para estas elecciones se ponga la mira en sujetos de las más recomendables
calidades, y

principalmente la de haber probado de un modo indeficiente, pero razonable, su decidida


adhesión al

sistema actual, de manera que no podrá recaer en ninguno que hubiese sido causado,
que se halle ligado por alguna relación íntima con los que hayan sido, ni de quien se
pueda recelar alguna fundada

sospecha.

19.- Que los empleos de vocales o asociados a las Juntas de Provincia, y de las
subordinadas de cada

pueblo sufragáneo, no puedan recaer por ningún título, causa ni motivo, en eclesiásticos
seculares o

regulares, considerándose en ellos el mismo impedimento que con la antigua


Constitución los ha separado de los cargos concejiles en los Cabildos y Ayuntamientos.

20.- Que del mismo motivo se declara incompatible el empleo de vocales con el de Oidor
de la Real

Audiencia de Charcas y de Ministros de la Real Hacienda.

21.- Que se proceda a la elección de vocales en la forma siguiente: se pasará orden por
el Gobernador

o por el Cabildo en las ciudades donde no lo haya, a todos los Alcaldes de Barrio, para
que citando a

todos los vecinos españoles de sus respectivos cuarteles a una hora señalada,
concurran todos a prestar libremente su voto para el nombramiento de un elector que
asista con su sufragio a la elección de

los colegas que han de componer la Junta; advertencia de que a excepción del
Presidente de Charcas
o Gobernador, en la ciudad donde lo hubiere, deberán concurrir al nombramiento de
electores todos los

individuos del pueblo, sin excepción de empleos y ni aun de los Cabildos eclesiásticos y
seculares, pues

los individuos que constituyen estos cuerpos deberán asistir a sus respectivos cuarteles
en calidad de

simples ciudadanos al indicado nombramiento. Y por cuanto habrán ciudades que no


estén divididas en

cuarteles, o si lo están sean de muy reducido número, se subdividirán éstos, o se


repartirán donde no

los haya absolutamente, en seis cuarteles cuando menos para este y demás casos
ocurrentes; pudiendo hacerse dicha subdivisión y reparto por el Cabildo de los pueblos
que los exijan, y nombrándose para cada barrio de los que no tengan alcalde designado,
la persona de mejor nota y crédito del cuartel,

para que en clase de Presidente asista a la elección; pero sin que este ni ningún otro,
alguno, por más

condecorado que sea, limite o prevenga la voluntad general de los concurrentes al


predicho nombramiento.

22.- Que el nombramiento de electores se haga en el mismo día, y si es posible en una


misma hora, en

todos los cuarteles, y que en el mismo se congreguen en la Sala Capitular del


Ayuntamiento, en la que

se procederá a pluralidad de votos a la elección de colegas, sirviéndose del Escribano


del Ayuntamiento

para la autorización de los sufragios.

23.- Que en caso de empatarse por igualdad de votos, por ser pares los electores, se
pase la elección a

esta Junta Superior, para dirimir en acuerdo la discordia.

24.- Que este establecimiento de Junta y su arreglo es solamente provisorio, hasta la


celebración del

Congreso, quién con maduro acuerdo deliberará lo que más convenga al bien de la
patria.
Buenos Aires, 10 de febrero de 1811. Cornelio de Saavedra - Miguel de Azcuénaga -
Domingo Matheu -

Juan Larrea - Doctor Gregorio Funes - Juan Francisco Tarragona - Doctor José García
de Cossio - Antonio

Olmos - Francisco de Gurruchaga - Doctor Manuel Felipe de Molina - Manuel Ignacio


Molina - Doctor Juan

Ignacio de Gorriti - Doctor José Julián Pérez - Marcelino Plobet - José Ignacio Maradona
- Doctor Juan

José Paso, Secretario - Hipólito Vieytes, Secretario - (Gazeta, número 26).

97

7.- REGLAMENTO SOBRE LA LIBERTAD DE IMPRENTA

Atendiendo a que la facultad individual de los ciudadanos, de publicar sus pensamientos


e ideas políticas, es no solo un freno de la autoridad de los que gobiernan, sino también
un medio de ilustrar a la

Nación en general y el único camino de llegar al conocimiento de la verdadera opinión


pública; decretamos lo siguiente:

Art.1º.- Todos los cuerpos y personas particulares, de cualquiera condición y estado que
sean, tienen

libertad de escribir, de imprimir, y de publicar sus ideas políticas, sin necesidad de


licencia, revisión y

aprobación alguna anteriores a la publicación, bajo las restricciones y responsabilidades


que se expresarán en el presente decreto.

Art.2º.- Por tanto, quedan abolidos todos los actuales juzgados de imprenta y la censura
de las obras

políticas, precedente a su impresión.

Art.3º.- Los autores o impresores, será responsables, respectivamente, del abuso de


esta libertad.

Art.4º.- Los libelos infamatorios, los escritos calumniosos, los licenciosos y los contrarios
a la decencia

pública y buenas costumbres, serán castigados con la pena de la ley y las que aquí se
señalarán.
Art.5º.- Los jueces y tribunales respectivos entenderán de la averiguación, calificación y
castigo de los

delitos que se cometan por el abuso de esta libertad, arreglándose a lo dispuesto por las
leyes y en este

reglamento.

Art.6º.- Todos los escritos en materia de religión quedan sujetos a la previa censura de
los ordinarios

eclesiásticos, según lo establecido en el Concilio de Trento.

Art.7º.- Los autores, bajo cuyo nombre quedan comprendidos el editor y los que hayan
facilitado el manuscrito original, no estarán obligados a poner su nombre en los escritos
que publiquen, aunque no por

eso dejan de quedar sujetos a la misma responsabilidad. Por tanto, deberá constar al
impresor quien

sea el autor o editor de la obra, pues de lo contrario sufrirá la pena que se impondría al
autor o editor, si

fuesen conocidos.

Art.8º.- Los impresores están obligados a poner su nombre y apellido y el lugar y el año
de la impresión

en todo impreso, cualquiera que sea su volumen teniendo entendido que la falsedad de
alguno de estos

requisitos se castigará como la omisión absoluta de ellos.

Art.9º.- Los autores o editores que abusando, de la libertad de imprenta, contraviniesen a


lo dispuesto,

no solo sufrirán las penas señaladas, por las leyes según la gravedad del delito, sino que
este y el castigo que se le imponga, se publicará con sus nombres en la Gazeta del
gobierno.

Art.10º.- Los artículos o escritos que se declaran inocentes o no perjudiciales, serán


castigados con

cincuenta pesos de multa, en caso de omitir en ellos sus nombres o algún otro de los
requisitos, indicados en el art. 8º.

Art.11º.- Los impresores de los escritos prohibidos en el artículo 4º, que hubieren omitido
sus nombres
u otras de las circunstancias ya expresadas, sufrirán además de las multas ya
expresadas que se estime correspondiente, la misma pena que los autores de ellos.

Art.12º.- Los impresores de escritos de materia de religión, sin la previa licencia de los
ordinarios, deberán sufrir la pena pecuniaria que se les imponga, sin perjuicio de las que,
en razón de los excesos en

que incurran, tengan ya establecidas en las leyes.

Art.13º.- Para asegurar la libertad de imprenta y contener, al mismo tiempo su abuso, se


nombrará una

Junta Suprema de Censura, que deberá residir cerca del gobierno, compuesta por cinco
miembros, y a

solicitud de ellos otra en la capital de cada provincia, compuesta de tres.

98

Art.14º.- Serán eclesiásticos dos de los individuos de la Junta Suprema de Censura y


uno de los de las

Juntas de Provincias, y los demás serán seculares; y unos y otros sujetos instruidos y
que tengan virtud

y probidad y el talento necesario para el grave encargo que se les encomiende.

Art.15º.- Será de su cargo examinar las obras que se hayan denunciado al Poder
Ejecutivo o justicias

respectivas y si la Junta Censora de Provincia, juzgase, fundando su dictamen, que


deben ser detenidas, lo harán así los jueces y recogerán los ejemplares vendidos.

Art.16º.- El autor o impresor podrá pedir copia de la censura y contestar a ella; si la Junta
confirmase su

primera censura, tendrá acción el interesado a exigir que pase el expediente a la Junta
Suprema.

Art.17º.- El autor o impresor podrá solicitar a la Junta Suprema que se vea primera y
segunda vez su

expediente, para que se le entregue cuando se hubiese actuado. Si la última censora de


la Junta fuese

contra la obra, será esta detenida sin más examen, pero si la aprobase, quedará
expedito su curso.
Art.18º.- Cuando la Junta Censora de Provincia o la Suprema, según lo establecido,
declaren que la

obra no contiene sino injurias personales, será detenida y el agraviado podrá seguir el
juicio de injurias

en el Tribunal correspondiente con arreglo a la ley.

Art.19º.- Aunque los libros de religión no puedan imprimirse sin licencia del ordinario, no
podrá esta

negarla sin previa censura y audiencia del interesado.

Art.20º.- Pero si el ordinario insistiese en negar su licencia, podrá el interesado acudir


con copia de la

censura a la Junta Suprema, la cual deberá examinar la obra, y si la hallase digna de


aprobación, pasar

su dictamen al ordinario, para que más ilustrado sobre la materia, conceda la licencia, si
le pareciese, a

fin de excusar recursos ulteriores.

8.- DECRETO SOBRE LIBERTAD DE IMPRENTA

Art.1º.- Todo hombre puede publicar sus ideas libremente y sin censura previa. Las
disposiciones contrarias a esta libertad, quedan sin efecto.

Art.2º.- El abuso de esta libertad es un crimen. Su acusación corresponde a los


interesados, si ofende

derechos particulares; y a todos los ciudadanos, si compromete la tranquilidad pública, la


conservación

de la religión católica o la constitución del Estado. Las autoridades respectivas


impondrán el castigo

según las leyes.

Art.3º.- Para evitar los efectos de la arbitrariedad en la calificación y graduación de estos


delitos, se

creará una Junta de nueve individuos con el título de Protectora de la Libertad de


Imprenta. Para su

formación el Exmo. Cabildo presentará una lista de cincuenta ciudadanos honrados, que
no estén empleados en la administración de gobierno; se hará de ellos la elección a
pluralidad de sufragios. Serán
electores natos el prelado eclesiástico, alcalde de primer voto, síndico procurador, prior
del consulado,

el fiscal de S. M. y dos vecinos de consideración, nombrados por el Ayuntamiento. El


escribano del

pueblo autorizará el acto y los respectivos títulos, que se librarán a los electos sin
pérdida de instantes.

Art.4º.- Las atribuciones de la autoridad protectora se limitan a declarar de hecho, si hay


o no crimen en

el papel que da mérito a la reclamación. El castigo del delito, después de la declaración,


corresponde a

las justicias. El ejercicio de sus funciones cesará al año de su nombramiento, en que se


hará nueva

elección.

Art.5º.- La tercera parte de los votos en favor del acusado, hace sentencia.

Art.6º.- Apelando algunos de los interesados, la Junta Protectora sorteará nueve


individuos de los cuarenta restantes de la lista de presentación; se reverá el asunto y sus
resoluciones, con la misma calidad

en favor del acusado, serán irrevocables. En caso de justa recusación, se sustituirán los
recusados por

el mismo arbitrio.

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Art.7º.- Se observará igual método en las capitales de provincia, sustituyendo al prior del
consulado, el

diputado de comercio y al fiscal de S. M., el promotor fiscal.

Art.8º.- Las obras que tratan de religión, no pueden imprimirse sin previa censura del
eclesiástico. En

caso de reclamación se reverá la obra por el mismo diocesado, asociado de cuatro


individuos de la Junta Protectora, y la pluralidad de votos hará sentencia irrevocable.

Art.9º.- Los autores son responsables de sus obras, o los impresores, no haciendo
constar a quien pertenecen.

Art.10º.- Subsistirá la observancia de este decreto hasta la resolución del Congreso.


Buenos Aires. 26 de octubre de 1811. Feliciano Antonio Chiclana - Manuel de Sarratea -
Juan José Paso -

José Julián Pérez, secretario.

9.- CREACION DEL TRIUNVIRATO EJECUTIVO

La Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata, a nombre del
señor Don Fernando VII. Teniendo consideración a la celeridad y energía con que deben
girar los negocios de la Patria, y

las trabas que ofrece al efecto la multitud de los vocales, por la variedad de opiniones,
que frecuentemente se experimentan, ha acordado constituir un poder ejecutivo
compuesto de tres vocales y tres

secretarios sin voto; y debiendo ser los sujetos en quienes recayese la elección, de
probidad y pública

aceptación, se procuró explorar la voluntad general de esta ciudad, por no estar en


ejercicio sus Diputados electos; y habiéndola conocido, por unánime votación, se
eligieron los siguientes; para vocales,

los señores Coronel Doctor Feliciano Chiclana, Don Manuel de Sarratea y el Doctor D.
Juan José Paso,

y para secretarios, sin voto los señores Dr. D. José Julián Pérez, de Gobierno; Dr. D.
Bernardino Rivadavia de Guerra; y el Dr. D. Vicente López, de Hacienda; los cuales
tomarán el gobierno bajo las reglas

o modificaciones que deberá establecer la Corporación o Junta Conservadora que


formarán los Sres.

diputados de los Pueblos y Provincias, en consorcio de los dos suplentes que elegirá
esta Capital por

impedimento de los dos propietarios, que están constituidos vocales; debiendo


entenderse que los

miembros que componen el Poder Ejecutivo son responsables de sus acciones a la


Junta Conservadora. Y para que así se tenga entendido, se publicará por Bando en la
forma ordinaria, fijándose parajes

en los lugares de estilo.

Bs. As., 23 de Septiembre de 1811- Domingo Matheu- Juan de Alargón- José Antonio
Olmos - Dr. Juan Ignacio de Gorriti- Francisco Antonio Ortiz de Ocampo - Por mandato
de la Exma. Junta, Don José Ramón de
Basavilbaso.

10.- REGLAMENTO FIJANDO LAS ATRIBUCIONES, PRERROGATIVAS Y

DEBERES DE LOS PODERES LEGISLATIVO, EJECUTIVO, Y JUDICIAL

SECCION PRIMERA

La Junta Conservadora

Art.1º - Los Diputados de las Pcias. Unidas que existen en la Capital, componen una
Junta, con el título

de Conservadora de la soberanía del Sr. D. Fernando Séptimo y la de las leyes


nacionales en cuanto no

se oponen al derecho supremo de la libertad civil de los pueblos americanos.

Art.2º - Serán incorporados a esta Junta los Diputados que lleguen después de la
formación de este

Reglamento.

Art.3º - Tendrá un presidente cuyo empleo turnará de mes en mes en cada uno de sus
vocales, empezándolo por el orden de sus nombramientos.

Art.4º - La declaración de la guerra, la paz, la tregua, tratados de límites, de comercio,


nuevos impuestos, creación de tribunales o empleos desconocidos en la Administración
actual y el nombramiento de

100

individuos del Poder Ejecutivo, en caso de muerte o renuncia de los que le componen,
son asuntos de

su privativo resorte, precediendo el informe y consulta del Poder Ejecutivo.

Art.5º - La Junta Conservadora tendrá el tratamiento de Alteza, con los honores


correspondientes y

celebrará sus sesiones en los días Martes y Viernes de la semana en la Real Fortaleza.

Art.6º - Asistirá a las funciones públicas el día de San Fernando, Reconquista, Defensa,
25 de mayo y

otras que se celebrasen con motivo de algún acaecimiento extraordinario; presidirá en


ella, ocupando el
lugar que llevaba el anterior gobierno; y el poder ejecutivo el que tenían los Virreyes
como presidentes

de la Real Audiencia.

Art.7º - Las personas de los diputados son inviolables y en caso de delitos serán
juzgados por una comisión interior, que nombrará la Junta Conservadora.

Art.8º - Cesarán todas sus funciones, en el momento de la apertura del Congreso.

SECCION SEGUNDA

Del Poder Ejecutivo

Art.1º - El Poder Ejecutivo, compuesto de los individuos que anunció el decreto de 23 de


Septiembre es

independiente.

Art.2º - La defensa del Estado, la organización de los ejércitos, el sosiego público, la


libertad civil, la

recaudación e inversión de los fondos del Estado, el cumplimiento de las leyes y la


seguridad real y personal de todos los individuos, forman el objeto del ejercicio de su
autoridad.

Art.3º - El Poder Ejecutivo conferirá todos los empleos militares y civiles de los ramos de
la administración pública, suprimirá los inútiles y hará las reformas convenientes a la
utilidad común y compatibles

con el sistema de la actual administración.

Art.4º - El Poder Ejecutivo acordará las providencias necesarias para la reunión de los
diputados, elección de los que faltan y celebración del Congreso a la mayor brevedad
posible y en los términos que

permitan el estado de las circunstancias; a cuyo importante fin le auxiliará la Junta


Conservadora con

todo el influjo de su autoridad; el sueldo de los secretarios queda reducido a dos mil
pesos, desde el día

de su nombramiento.

Art.5º - El Poder Ejecutivo corresponde al nombramiento y remoción de sus secretarios y


el juzgamiento

de su conducta pública.
Art.6º - Los parientes de los individuos del Poder Ejecutivo, hasta el tercer grado
inclusive, no podrán

ser secretarios de Gobierno, ni serán provistos para empleos, sin previa consulta y
aprobación de la

Junta Conservadora.

Art.7º - El Poder Ejecutivo no podrá conocer de negocio alguno judicial avocar causas
pendientes ni

ejecutoriadas, ni mandar abrir nuevamente los juicios: no podrá alterar el sistema de la


Administración

de Justicia, ni conocer de las causas de los magistrados superiores ni inferiores, ni


demás jueces subalternos y funcionarios públicos, quedando reservado al Tribunal de la
Real Audiencia o a la Comisión

que en su caso nombrará la Junta Conservadora.

Art.8º - Al Poder Ejecutivo corresponde el conocimiento de las causas de contrabando y


de aquellas en

que se persiguiese el cobro de los caudales adeudados por los derechos establecidos
de aduana y

otros reglamentos. Las demás que no sean de este género, serán remitidas por el Poder
Ejecutivo a la

Real Audiencia, y las sentencias contra el Fisco no se ejecutarán sin consulta del Poder
Ejecutivo, quien

en este caso podrá suspender los libramientos, si el pago fuese incompatible con otros
objetos preferentes por su urgencia y utilidad hacia el bien común.

101

Art.9º - El Poder Ejecutivo no podrá tener arrestado a ningún individuo en ningún caso,
más que 48 hs.,

dentro de cuyo término deberá remitirlo al Juez competente con lo que se hubiese
obrado. La infracción

de este artículo se considerará como un atentado contra la libertad de los ciudadanos, y


cualquiera, en

este caso, podrá elevar en queja a la Junta Conservadora.


Art.10º- Para el conocimiento de cada uno de los recursos de segunda suplicación que
antes se dirigían

al consejo de Indias, nombrará el Poder Ejecutivo una comisión judicial de tres


ciudadanos de probidad

y luces.

Art.11º- El Poder Ejecutivo tendrá el tratamiento de Excelencia y los honores militares de


que antes

gozaba la Junta Gubernativa.

Art.12º- La presidencia del Poder Ejecutivo turnará entre sus individuos cada cuatro
meses, por el orden de sus nombramientos.

Art.13º- El Poder Ejecutivo será responsable ante la Junta Conservadora de su conducta


pública.

Art.14º- Su autoridad es provisoria y durará por el término de un año.

SECCION TERCERA

Del Poder Judicial

Art.1º - El Poder Judicial es independiente y a él sólo toca juzgar a los ciudadanos.

Art.2º - Las Leyes generales, las municipales y bandos de buen gobierno, serán la regla
de sus resoluciones.

Art.3º - El Poder Judicial será responsable del menor atentado que cometa en la
substancia o en el modo, contra la libertad y seguridad de los súbditos.

Art.4º - Subsistirá este reglamento hasta que el Congreso deslinde constitucionalmente


las atribuciones

y facultades del poder judicial.

Art.5º - La Junta Conservadora se reserva el derecho de explicar las duda que puedan
ocurrir a la ejecución u observancia de los artículos del presente reglamento. Dado en la
Real Fortaleza a 22 de octubre de 1811.

11.- ESTATUTO PROVISIONAL DEL GOBIERNO SUPERIOR DE LAS PROVINCIAS


UNIDAS DEL RIO DE LA PLATA, A NOMBRE DEL SEÑOR DON

FERNANDO VII

Art.1º - Siendo la amabilidad de los que gobiernan el obstáculo más poderoso contra las
tentativas de la
arbitrariedad y de la tiranía los vocales del Gobierno se removerán alternativamente
cada seis meses,

empezando por el menos antiguo en el orden de la nominación; debiendo turnar la


presidencia en igual

período, por orden inverso. Para la elección del candidato que debe sustituir al vocal
saliente se creará

una Asamblea General compuesta del Ayuntamiento, de las representaciones que


nombren los pueblos, y de un número considerable de ciudadanos elegidos por el
vecindario de esta capital, según el

orden, modo y forma que prescribirá el gobierno, en un reglamento que se publicará a la


posible brevedad: en las ausencias temporales, suplirán los secretarios.

Art.2º - El Gobierno no podrá resolver sobre los grandes asuntos del Estado, que por su
naturaleza tengan un influjo directo sobre la libertad y existencia de las Provincias
Unidas, sin acuerdo expreso de la

Asamblea General.

102

Art.3º - El Gobierno se obliga de un modo público y solemne, a tomar todas las medidas
conducentes

para acelerar, luego que lo permitan las circunstancias, la apertura del Congreso de las
Pcias. Unidas,

al cual serán responsables, igualmente que los secretarios de su conducta pública, o a la


Asamblea

General después de diez y ocho meses, si aún no se hubiere abierto el Congreso.

Art.4º - Siendo la libertad de imprenta y la seguridad individual, el fundamento de la


felicidad pública, los

decretos en que se establecen, forman parte de este reglamento. Los miembros del
gobierno, en el acto

de su ingreso al mando, jurarán guardarlos y hacerlos guardar religiosamente.

Art.5º - El conocimiento de los asuntos de Justicia corresponde, privativamente, a las


autoridades judiciarias con arreglo a las disposiciones legales. Para resolver en los
asuntos de segunda suplicación, se

asociará el Gobierno de dos ciudadanos de probidad y luces.


Art.6º - Al Gobierno corresponde velar sobre el cumplimiento de las leyes y adoptar
cuantas medidas

crea necesarias para la defensa y salvación de la Patria, según lo exija el imperio de la


necesidad y las

circunstancias del momento.

Art.7º - En caso de renuncia, ausencia, o muerte de los Secretarios, nombrará el


gobierno a los que

deben sustituirlos, presentando el nombramiento en la primera asamblea siguiente.

Art.8º - El gobierno se titulará Gobierno Superior Provisional de las Provincias Unidas del
Río de la Plata, a nombre del Señor Don Fernando VII. Su tratamiento será el de
Excelencia, que ha tenido hasta

aquí en cuerpo y Vmd. llano a cada uno de sus miembros en particular. La presente
forma existirá hasta

la apertura del Congreso, y en caso que el Gobierno considerase de absoluta necesidad


hacer alguna

variación lo propondrá a la Asamblea General, con expresión de las causas, para que
recaiga la resolución que convenga a los intereses de la patria.

Art.9º - La menor infracción de los artículos del presente reglamento, será un atentado
contra la libertad

civil. El gobierno y las autoridades constituidas jurarán solemnemente su puntual


observancia, y con

testimonio de esta diligencia y agregación del decreto de libertad de imprenta, de 26 de


octubre último,

y de la seguridad individual, se circulará a todos los pueblos, para que se publique por
bando, se archive en los registros y se solemnice el juramento en la forma
acostumbrada.

Dado en la Real Fortaleza de Buenos Aires, a 22 de noviembre de 1811- Feliciano


Antonio Chiclana- Manuel de Sarratea- Juan José Paso- Bernardino Rivadavia,
secretario.

12.- DISPOSICIONES GENERALES SOBRE SEGURIDAD INDIVIDUAL

Si la existencia civil de los ciudadanos se abandonase a los ataques de la arbitrariedad,


la libertad de
imprenta publicada en 26 de Octubre del presente año, no sería más que un lapso
contra los incautos y

un medio indirecto para consolidar las bases del despotismo. Todo ciudadano tiene un
derecho sagrado

a la protección de su vida, de su honor, de su libertad y de sus propiedades. La posesión


de este derecho, centro de la libertad civil y principio de todas las instituciones sociales,
es lo que se llama seguridad

individual. Una vez que se haya violado esta posesión, ya no hay seguridad, se
adormecen los sentimientos nobles del hombre libre y sucede la quietud funesta al
egoísmo. Solo la confianza pública es

capaz de curar esta enfermedad política, la más peligrosa de los Estados, y una garantía
afianzada en

una ley fundamental es capaz de restablecerla. Convencido el gobierno de la verdad de


estos principios, y queriendo dar a los pueblos americanos otra prueba positiva y real de
la libertad que preside a

sus resoluciones y de la libertad que les prepara su independencia civil, si saben


sostenerla gloriosamente y con honor contra los esfuerzos de la tiranía, ha venido en
sancionar la Seguridad Individual por

medio del siguiente DECRETO:

Art.1º - Ningún ciudadano puede ser penado ni expatriado, sin que preceda forma de
proceso y sentencia legal.

Art.2º - Ningún ciudadano puede ser arrestado sin prueba, al menos semiplena o indicios
vehementes

de crimen, que se hará constar en proceso informativo dentro de los tres días
perentorios. En el mismo

103

término se le hará saber al reo la causa de su detención y se remitirá con los


antecedentes al juez respectivo.

Art.3º - Para decretar el arresto de un ciudadano, pesquisa de sus papeles, o embargo


de sus bienes,

se individualizará en el decreto u orden que se expida, el nombre o señales que


distinguen su persona,
y objetos sobre que deben ejecutarse las diligencias, tomando inventario que formará el
reo y dejándole

copia autorizada para su resguardo.

Art.4º - La casa de un ciudadano es un sagrado cuya violación es un crimen: sólo en el


caso de resistirse el reo refugiado a la convocación del Juez podrá allanarse: su
allanamiento se hará con la moderación debida y personalmente por el Juez de la causa.
Si algún motivo urgente impide su asistencia, dará

al delegado la orden por escrito y con la especificación que contiene el antecedente


artículo, dando copia de ella al aprendido y al dueño de la casa si la pide.

Art.5º - Ningún reo estará incomunicado después de su confesión y nunca podrá esta
dilatarse más allá

del término de diez días.

Art.6º - Siendo las cárceles para seguridad y no para castigo de los reos, toda medida
que a pretexto de

precaución solo sirva para mortificarlos, será castigada rigurosamente.

Art.7º - Todo hombre tiene libertad para permanecer en el territorio del Estado o
abandonar cuando

guste su residencia.

Art.8º - Los ciudadanos habitantes del distrito de la jurisdicción del gobierno y los que en
adelante se

establezcan, están inmediatamente bajo su protección en todos sus derechos.

Art.9º - Solo en el remoto y extraordinario caso de comprometerse la tranquilidad pública


o la seguridad

de la Patria, podrá el gobierno suspender este decreto, mientras dure la necesidad,


dando cuenta inmediatamente a la Asamblea General con justificación de los motivos, y
quedando responsable, en todos

tiempos, de esta medida.

Bs. As. 23 de noviembre de 1811. Chiclana - Sarratea - Paso - B. Rivadavia, secretario.

13.- REGLAMENTO QUE DA FORMA A LA ASAMBLEA PROVISIONAL DE

LAS PROVINCIAS UNIDAS DEL RIO DE LA PLATA, ANUNCIADA EN EL ESTATUTO


DE GOBIERNO, DE 23 DE NOVIEMBRE DE 1811.
Art.1º.- El Ayuntamiento de esta Capital, los apoderados de las ciudades de las
Provincias Unidas y

cien ciudadanos compondrán la Asamblea. El Ayuntamiento será su presidente.

Art.2º.- Los ciudadanos se elegirán de los de esta capital y de los otros pueblos de las
Provincias que

se hallaren aquí, aunque sea de paso. La elección se hará en la forma siguiente:


Precediendo el aviso

del gobierno, se dividirá la ciudad en cuatro secciones, y el ayuntamiento elegirá cuatro


regidores, uno

por cada una de ellas. Los regidores en sus casas y en un término prefijo que se
anunciará de un modo

público, recibirán de cada vecino una cédula firmada y cerrada, en que manifiesten su
voto a favor de

dos ciudadanos de la misma sección, para que desempeñen el cargo de electores.


Cumplido el término

se llevarán las cédulas al Ayuntamiento y se abrirán con separación de las


correspondientes a cada

sección por el escribano en sala pública, para los que quieran concurrir a cerciorarse del
acto. Los dos

individuos que reúnan más votos serán diputados electores por su respectivo
departamento. Acto continuo se les pasará aviso por el ayuntamiento, para que asistan
sin demora alguna a la Sala Capitular.

Reunidos los ochos electores, nombrarán con el Ayuntamiento, trescientos ciudadanos


cuyos nombres

se escribirán en papeles separados, se echarán en un saco, y serán miembros de la


Asamblea los cien

primeros que salgan a la suerte, debiendo ejecutarse el acto con la misma publicidad
que el anterior. En

el caso de notorio impedimento de alguno de los electores, le sustituirá el que le siga en


la mayoría de

votos. Siendo estos iguales, decidirá la suerte.

104
Art.3º.- Las personas que se hallen criminalmente procesadas, las que hayan sufrido
pena infamatoria,

los fallidos, los extranjeros, los menores de 21 años, los que no tengan arraigo o giro
conocido, y una

decidida adhesión a la causa de la libertad de las Pcias. Unidas, no puede ser electores
ni electos. El

que use de seducción o intriga para ganar votos en la Asamblea, será expatriado y para
siempre privado de los derechos de ciudadano.

Art.4º.-Para evitar el influjo del Gobierno en las deliberaciones de la Asamblea y


consultando el sistema

que han adoptado constantemente los pueblos libres de las naciones cultas, se declara
que los militares

del ejército y los empleados de las ramas de la Administración Pública, bajo la inmediata
dependencia

del gobierno, quedan excluidos de intervenir de modo alguno en la Asamblea como se


determinó con

respecto a la Junta Protectora de la Libertad de Imprenta.

Art.5º.-Verificada la elección, se pasará una relación de los electos al Gobierno, con


cuyo conocimiento

librará este el decreto de apertura de la asamblea. En su virtud, pasará el ayuntamiento


los avisos oportunos a los vocales, con expresión del día, hora y lugar a que deben
asistir: el mismo aviso se comunicará a los apoderados de los pueblos cuyos poderes
hayan sido aprobados por el Ayuntamiento, a

quienes deberán presentarlos al efecto con la necesaria anticipación. Ningún vocal


podrá excusarse de

asistir sin un impedimento legítimo y calificado a juicio del ayuntamiento, bajo la pena de
mil pesos de

multa y privación de los derechos de ciudadano. Los impedidos legalmente se sustituirán


de los insaculados por el arbitrio de la suerte.

Art.6º.- Reunida la Asamblea, jurarán los vocales en mano del jefe y este en la del
decano del Ayuntamiento, el fiel desempeño de sus deberes y que sus votos no tendrán
otro objeto que la libertad y felicidad de los pueblos de las Pcias. Unidas.
Inmediatamente se noticiará la apertura de la Asamblea al Gobierno, y éste remitirá una
nota de los negocios que han motivado la convocación. Empezará sus tareas
y la elección del vocal para el gobierno, según lo prevenido en el Estatuto Provisional de
23 de noviembre, es el primer asunto que resolverá con preferencia de todos los demás.

Art.7º.- Solo el Gobierno puede convocar la Asamblea y deberá hacerlo cada seis
meses. La Asamblea

no es una corporación permanente. En ella no se tratarán otros negocios diferentes de


aquellos para

que ha sido convocada, ni podrá permanecer en sección más término que el de ocho
días, a no ser que

el Gobierno juzgue conveniente prorrogarla. Pasado el término cuando se actúe sin este
requisito será

nulo.

Art.8º.- El gobierno podrá asistir a la Asamblea en los casos en que lo exija el interés
mismo de los negocios que deben resolverse, y en que su presencia no pueda
comprometer la libertad de las votaciones; en estos casos tendrá la presidencia.

Art.9º.- Para la formación de aquellas causas del conocimiento de la asamblea, cuya


sustanciación y

fallo exige más tiempo que el designado para sus sesiones, nombrará ésta una comisión
de Estado,

compuesta de once de sus miembros, de los cuales cuatro serán del Ayuntamiento. La
comisión formará los procesos, sustanciará y resolverá definitivamente las causas que le
deleguen.

Art.10º.- La apelación de sus sentencias se otorgarán para la primera Asamblea


siguiente. En los casos

expresos en el antecedente artículo se nombrará una comisión de siete vocales, dos de


los cuales serán precisamente del Ayuntamiento. Esta nueva comisión juzgará y sus
sentencias serán irrevocables.

Art.11º.- Los individuos de ambas comisiones pueden ser recusados sin causa y por una
sola vez antes

de abrirse el juicio, después de abierto, sólo podrá verificarse por motivo expreso y
calificado. Si los

recusados son miembros del Ayuntamiento, se sustituirán por medio de la suerte, con
otros de la misma
corporación; siendo de los otros vocales, se hará la sustitución también a la suerte, de
los otros miembros que compusieron la Asamblea. Si la recusación fuera general o de
más de la mitad de los individuos de la Comisión, se hará el sorteo por el Ayuntamiento
con citación de los interesados y si es parcial, por la misma comisión.

Art.12º.- En ambos juicios la pluralidad de votos hace sentencia.

105

Art.13º.- El Ayuntamiento designará el lugar en que ha de reuniese la Asamblea. Durante


sus sesiones,

ninguna persona armada podrá acercarse a él en una manzana de contorno. El teniente


Alguacil mayor,

con los ministros de justicia en los puntos correspondientes, velarán sobre la


observancia de este artículo. Si la Asamblea llegase a entender que se reúne gente con
el fin de prevenir sus deliberaciones, suspenderá la sesión y se dará cuenta al Gobierno.
En caso de omisión será nulo cuanto en ella se determine, quedando autorizado el
gobierno para disolverla; si lo exige la tranquilidad y seguridad pública.

Los que por estos medios indirectos comprometan la libertad de las resoluciones de la
Asamblea, son

reos de esa patria.

Art.14º.- Luego que esté reunida, la Asamblea nombrará entre sus vocales un secretario
que autorizará

sus actas. El alcalde de primer voto, por impedimento de gobernador de provincia según
el art. 4º llevará la voz o nombrará un vocero para que en la asamblea se guarde
silencio, orden y decoro. Solo hablará el vocal que haya pedido la palabra, sin permitir
que se le interrumpa, concluido su discurso no volverá a hablar en la materia, y otro
tomará la palabra, a no ser que se considere necesario, para la mayor

inteligencia y esclarecimiento del negocio que se discute. Cuando le parezca al Jefe se


votará si el punto está o no suficientemente discutido; y en caso de afirmativa por la
pluralidad, se procederá a la votación del negocio principal. Los votos serán públicos y
se escribirán y leerán públicamente por el secretario. Antes de estar acordado un
negocio, no se permitirá tratar de otro diferente. Se hará la correspondiente prevención
al que en su discurso se separe del asunto principal. Se prohibirá con el mayor cuidado
toda discusión acalorada, insultos personales, y cuanto puede de algún modo alterar el
orden, la

moderación y el decoro. Si algún vocal se olvidase del carácter que representa,


desobedeciendo a las
insinuaciones que se le hagan, se le mandará salir de la Asamblea y no podrá optar a
ella en lo sucesivo.

Art.15º.- Concluida la resolución del negocio para que se ha convocado la Asamblea,


pasará al gobierno una nota de sus decisiones, firmada del Presidente y del secretario.
El Gobierno avisará el recibo

y si la asamblea se prorroga o disuelve. En el primer caso, continuará sus sesiones; en


el segundo, se

retirarán los vocales, extendiéndose antes la correspondiente acta de quedar concluida y


cerrada la

asamblea. Todas sus actas se escribirán en un libro, autorizadas competentemente el


cual se pasará y

custodiará en la Arca del Ayuntamiento, con las precauciones y formalidades


acostumbradas.

Art.16º.- El tratamiento de la asamblea será el de su Presidente y Vm. llano el de cada


uno de sus

miembros. Solo el Ayuntamiento como presidente tendrá lugar de preferencia. Con


respecto a los vocales, no habrá asientos de distinción, cada uno podrá colocarse donde
le parezca.

Art.17º.- Concluida la Asamblea queda enteramente disuelta y sus vocales en la clase de


simples ciudadanos. Para formar la segunda Asamblea nombrarán los pueblos nuevos
apoderados, esta capital,

nuevos diputados electores y estos con el Ayuntamiento nuevos vocales en los mismos
términos en que

se hizo la primera, observándose este método en todas las que se celebren en adelante.

Art.18º.- Las ejecuciones de las resoluciones de la Asamblea corresponde al Gobierno.

Art.19º.- En caso que se considere necesario alterar, derogar o modificar algunos de los
artículos de

este reglamento, lo verificará el Gobierno precedente consulta de la Asamblea.

Art.20º.- El presente reglamento se circulará a las autoridades a quienes corresponda y


se publicará en

la Gazeta, archivándose el original en la secretaría de gobierno.

Bs.As. 19 de febrero de 1812 - Chiclana - Sarratea - Paso - Rivadavia, secretario.


14.- DISOLUCION DE LA ASAMBLEA

Notas cambiadas entre el Gobierno y la Asamblea sobre el carácter de Suprema que


esta se atribuye y

el nombramiento de un suplente elegido por la segunda para integrar el primero.

Número 5- Exmo. Señor: Habiendo tratado esta Asamblea sobre el carácter que reviste,
ha sancionado que le corresponde la autoridad suprema, sobre toda otra constituida en
las Pcias. Unidas del Río de

106

la Plata y se lo comunica a V. E. para su inteligencia y para que, circulando las


correspondientes órdenes, se haga notorio a todos, para los objetos y fines que pueda
interesar a la salud del Estado.

-Dios guarde a Ud. muchos años-.

Sala de la Asamblea, Abril 6 de 1812.

Número 6- Exmo. Señor: consecuente a la declaratoria que se avisa a V.E. en oficio que
acompaña a

esta, sobre el carácter y autoridad suprema que constituye a las Pcias. Unidas, espera
que vuestra V.E.

ponga en posesión inmediatamente al Dr. José Miguel Díaz Vélez, como suplente del
vocal Coronel

Juan Martín de Pueyrredón- Dios guarde a V. E. muchos años-.

Sala de la Asamblea, Abril 6 de 1812.

Número 7- Exmo. Señor: Siendo nula, ilegal y atentatoria contra los derechos soberanos
de los pueblos y contra el Estatuto Constitucional jurado, reconocido y sancionado por la
voluntad popular de las

Pcias. Unidas, la atribución de autoridad suprema, que se ha abrogado indebidamente y


por si mismo la

Asamblea, comprometiendo de un modo criminal los intereses sagrados de la Patria, ha


determinado el

gobierno, en virtud de sus altas facultades, y para evitar las consecuencias de tan
extraño atentado,

disolver como disuelve, la Asamblea y suspender a V.E. de las funciones particulares de


su autoridad
ordinaria, sin perjuicio de tomar las providencias que convengan para asegurar la
tranquilidad pública y

evitar la disolución del Estado, a que camina aquella escandalosa resolución, lo que se
comunica a V.E.

como su presidente para que en el acto haga entender a la Asamblea que está disuelta y
a sus vocales

que se retiren sin otro carácter que el de simple ciudadanos, son las penas establecidas
en le Bando de

3 del corriente, avisando a V.E. el puntual cumplimiento de ésta disposición en todas sus
partes - Dios

guarde a V. E. muchos años-.

Bs. As., Abril 6 de 1812. Sarratea- Chiclana- Rivadavia- Nicolás de Herrera, Secretario.

15.- CREACION DE UN GOBIERNO PROVISORIO (2º Triunvirato

Los señores del Excmo. Cabildo, justicia y regimiento de esta capital, Don Miguel de
Azcuénaga, Gobernador Intendente de esta Capital, D. José Pereyra de Lucena, alcalde
ordinario de segundo voto, y

los regidores D. Manuel Mansilla, alguacil mayor; D. Manuel Lezica, D. Fermín de


Tocornal, D. Juan

José Cristóbal de Anchorena, José María Yevenez, Carlos José Gómez y Dr. Don
Ventura Díaz de Bedoya.

... Proceder a la elección de los individuos que deben constituir el gobierno provisorio, y
la ha realizado

en las personas de los señores Dr. D. Juan José de Paso, D. Nicolás de la Peña y Dr. D.
Antonio Álvarez de Jonte, que fue aprobada a pluralidad de votos por el inmenso pueblo
que ocupaba los corredores

y galerías de las Casas Consistoriales, depositándoles la autoridad bajo las condiciones


siguientes:

1º- Que los señores electos comparezcan sin pérdida de momentos en esta sala
Capitular, a prestar el

juramento de usar bien y fielmente de la confianza con que les ha honrado el pueblo.

2º- Que los referidos señores sean reconocidos como depositarios de la Autoridad
Superior de las
Pcias. Unidas del Río de la Plata, por todas las corporaciones de esta ciudad, su
vecindario y cuerpo

militar, respetando y obedeciendo todas sus disposiciones, hasta la reunión de una


Asamblea General

que se verificará dentro de tres meses, precisa e indispensablemente, procediendo en


cualquier caso

de acuerdo con el Excmo. Ayuntamiento.

3º- Que los poderes para esta Asamblea sean con toda la extensión que quieran darle
los pueblos.

4º- Que la Asamblea sea el Supremo Tribunal de residencia de todos los que hayan
ejercido el Poder

Ejecutivo desde el 25 de mayo de 1810.

107

5º- Que la Asamblea formará una constitución provisoria, y que entre tanto el nuevo
gobierno observará

inviolablemente el Estatuto Provisional, a excepción de los arts. que se hayan derogado,


cumpliendo

con especialidad, con los decretos de seguridad individual y libertad de imprenta.

6º- Que el presente gobierno nombrará los secretarios que crea convenientes, siendo él
responsable de

su conducta.

7º- Que haya de ejercer el cargo de vocal suplente D. Francisco Belgrano durante la
ausencia de D.

Nicolás de la Peña, a consecuencia de habérselo elegido al efecto, por unanimidad de


votos.

8º- Que en caso de enfermedad, ausencia o fallecimiento de alguno de los vocales del
Gobierno Provisorio, quede a cargo del Ayuntamiento el nombrar a quien lo subrogue.

9º- Que haya de instruir eficazmente a los pueblos de la necesidad de justicia y


conveniencia de tan

importante medida como la que se ha tomado; reservándose el Ayuntamiento proponer


las ideas que
juzgue convenientes y a que por ahora no da lugar la premura del tiempo; publicándose
esta determinación inmediatamente por Bando, para que llegue a noticias de todos, y
fijándose en los lugares acostumbrados.

Sala Capitular de Buenos Aires, 8 de octubre de 1812.

16.- CONVOCACION PARA LAS ELECCIONES DE DIPUTADOS A LA ASAMBLEA


GENERAL

1º.- Se pasará orden por los Gobernadores o Tenientes, de acuerdo con los
Ayuntamientos, a todos los

alcaldes de barrio, para que citando estos a todos los vecinos libres y patriotas de sus
respectivos cuarteles, concurran a una hora señalada a la casa de cada alcalde o donde
estos designaren y a su consecuencia, luego que se hallen reunidos nombrarán a cada
cuartel un elector a pluralidad de votos.

2º.- Las ciudades que no estuviesen divididas en cuarteles, o que su número sea
reducido, se repartirán, en el primer caso, en ocho cuarteles, cuando menos, y en el
segundo se subdividirán los barrios de

modo que cuenten en el mismo número indicado, comisionando el jefe del pueblo los
sujetos de reconocida imparcialidad y patriotismo que hayan de presidir el nombramiento
de electos en cada cuartel si

tampoco hubiese alcalde que desempeñen estas funciones.

3º.- El nombramiento de electores se hará en un mismo día, y si es posible, en una


misma hora en todos los cuarteles, debiendo concurrir acto continuo a congregarse en la
Sala Capitular del Ayuntamiento

del lugar, para proceder inmediatamente en consorcio de este y su presidente a la


elección del diputado

o diputados para la Asamblea, sirviéndose del escribano de Cabildo para la autorización


de los sufragios.

4º.- Todas las personas libres y de reconocida adhesión a la justa causa de la América,
sin excepción

de empleados civiles o militares podrán ser electores o electos diputados, no siendo


preciso que estos

sean naturales o residentes en los mismos pueblos que vayan a representar.

5º.- Las votaciones serán públicas y en voz alta, de un modo digno de un pueblo virtuoso
y libre, así
como deben ser las sesiones de la asamblea, circunstancia indispensable que
comprenderán los poderes e instrucciones.

6º.- Esta capital tendrá 4 diputados, por su mayor población e importancia política; las
demás capitales

de provincia nombrarán 2, y uno cada ciudad de su dependencia, a excepción de


Tucumán, que podrá

a discreción, concurrir con dos diputados a la Asamblea.

7º.- Concluida la votación y hecho el escrutinio, se hará saber inmediatamente al pueblo


el ciudadano

que resulte electo diputado a pluralidad de votos, en la inteligencia que debe reunir las
más recomendables cualidades; principalmente estar acreditado de un modo indeficiente
su fervorosa adhesión a la

libertad del país y una virtuosa imparcialidad que lo ponga a cubierto de la nota
escandalosa de faccio-

108

so o de algún otro vicio que desdiga de tan alto ministerio, circunstancias que encarga
sobremanera el

Gobierno, como que de la felicidad o desacierto de la elección, resultará evidentemente


o el feliz destino

o el más ultrajante infortunio de los pueblos.

8º.- Como el motivo poderoso que induce la celebración de la Asamblea tiene por objeto
principales la

elevación de los pueblos a la existencia y dignidad que no han tenido, y la organización


general del estado, los poderes de los diputados serán concebidos sin limitación alguna,
y sus instrucciones no conocerán otros límites que la voluntad de los poderdantes,
debiendo aquellos ser calificados en la misma

asamblea, antes de su apertura, en una sesión preliminar.

9º.- Bajo este principio, todo ciudadano podrá legítimamente indicar a los electores que
extiendan los

poderes e instrucciones de los diputados, lo que crea conducente al bienestar general y


a la felicidad

común y territorial.
10º.- Debiendo, precisa e indispensablemente, verificarse la apertura de la Asamblea, en
todo el mes de

Enero del año próximo entrante, el cuerpo de electores, con su presidente, entenderán
breve y sumariamente sobre cualquier vicio de la elección o calificación de la persona
electa, sin que de su pronunciamiento haya lugar a recurso alguno, ni aun a este
gobierno, procediéndose, en caso de evidente nulidad, a una nueva elección en la forma
prescripta, para evitar de este modo cualquier entorpecimiento

que haga traspasar el tiempo prefijado. A cuyo efecto, y para aplicar dignamente las
reglas que en general deben observarse, se estará a lo que previene el art. 3º del
Reglamento de 23 de noviembre de

1811, que da forma a la Asamblea Provisional.

Dada en esta fortaleza de Bs. As. a 24 de Octubre de 1812. Paso- Francisco Belgrano-
Álvarez Jonte.

17.- INSTRUCCIONES FEDERALES DEL 5 DE ABRIL DE 1813

«Copia de las instrucciones que dieron Los Pueblos Orientales a sus representantes
para la Soberana

Asamblea Constituyente en 5 de abril de 1813 y que fueron incorporados a las


anteriores:

«1ª.- Pedirán la declaración absoluta de la independencia de la Corona de España, y


familia de los Borbones.»

«2ª.- No admitirán otro sistema que el de la Confederación para el pacto recíproco con
las Provincias

que formen nuestro Estado.»

«3ª.- La Religión Católica Apostólica Romana será la preponderante, y así no admitirán


otra.»

«4ª.- Como el objeto y fin del Gobierno debe ser conservar la libertad, igualdad y
seguridad de los ciudadanos, y los Pueblos, cada Provincia, formará su Gobierno bajo
esas bases a más del Gobierno Supremo de la Nación.»

«5ª.- Así éste como aquél se dividirá en Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial.»

«6ª.- Estos tres resortes jamás podrán estar unidos entre sí, y serán independientes en
sus facultades.»

«7ª.- El Gobierno Supremo entenderá solamente en los negocios generales del Estado.
El resto es peculiar al Gobierno de cada Provincia.»
«8ª.- El despotismo militar será precisamente aniquilado con trabas Constitucionales,
que aseguren

inviolable la soberanía de los Pueblos.»

«9ª.- Que esta Provincia retiene su soberanía, libertad e independencia; todo poder,
jurisdicción y derecho, que no es delegado expresamente por la Confederación a las
Provincias Unidas, que decidirán

juntas en Congreso.»

109

«10ª.- Que estas Provincias por la presente entrarán separadamente en una firme liga
de amistad con

cada una de las otras para su defensa común, seguridad de su libertad, y para la mutua
y general felicidad, obligándose a asistir a cada una de las otras contra toda violación, o
ataques hechos sobre ellas, o

sobre alguna de ellas, por motivo de religión, soberanía, tráfico o algún otro pretexto,
cualquiera que

sea.»

«11ª.- El sitio de Gobierno no será Buenos Aires.»

«12ª.- La Constitución garantirá la soberanía, libertad e independencia de los Pueblos,


su felicidad y

prosperidad con estatutos de la fuerza competente.»

«13ª.- Sólo a los Pueblos será reservado sancionar la Constitución General.»

«14ª.- Que el Poder Ejecutivo de las Provincias Unidas se compondrá de un solo


individuo, ejerciendo

éste su oficio por el término de un año, debiendo ser elegido por los Pueblos, y sorteado
de entre los

que nombre, a fin de que turne por todos los individuos de las Provincias Unidas el tal
empleo, y no se

haga hereditario a los de una sola, que exija la preferencia, pues todas deberán ser
iguales.»

«15ª.- Que los individuos que compongan la Sala del Senado, y Sala de Representantes
de las Provincias Unidas, serán también elegidos por los Pueblos libres, y no por la
Asamblea Constituyente.»
«16ª.- Que ninguna traba o derecho se imponga sobre los artículos exportados de una
Provincia a otra,

ni que ninguna preferencia se dé por cualquiera regulación de comercio, o renta, a los


puertos de una

Provincia sobre la de otra, ni los barcos destinados de esta Provincia a otra será
obligados a entrar, a

anclar o pagar derechos en otra.»

«17ª.- Que todos los dichos derechos, impuestos y sisas que se impongan a las
introducciones extranjeras serán iguales en todas las Provincias Unidas, debiendo ser
recargadas todas aquellas que perjudiquen nuestras artes o fábricas, a fin de dar
fomento a la industria en nuestro territorio.»

«18ª.- Que esta Provincia tendrá su Constitución territorial; y que todos los habitantes de
ella teniendo

aquellas cualidades que se establecieren en la forma de gobierno, tienen un derecho


igual para los empleos, y oficios, y ser elegidos en ellos.»

«19ª.- No se presentará en la Asamblea Constituyente como Diputado de la Nación, sino


como representante de este Pueblo porque no aprobamos el decreto de ocho de Marzo,
que se halla inserto en el

Redactor del Sábado trece del mismo.»

«20ª.- No se extenderán sus facultades a las de legislar, pues tan sólo las damos para
formar la Constitución de Gobierno que debe regirnos, activar la fuerza del Ejército de
las Provincias Unidas a fin de

libertar los Pueblos oprimidos, y residenciar los anteriores gobiernos.»

«21ª.- Prestará toda su atención, honor, fidelidad y religiosidad a todo cuanto crea o
juzgue necesario

para preservar a esta Provincia las ventajas de la libertad, y mantener un gobierno libre,
de piedad, justicia, moderación, templanza, industria y frugalidad; asimismo procurará
tener sus conferencias particulares con los otros Diputados de este territorio, con el fin
de hermanarse en estas mismas ideas, y caminar de acuerdo al logro de la felicidad de
esta Provincia y bien común.»

«Así lo esperamos los habitantes de ella, y desde luego lo hacemos responsable delante
de nosotros, y

de la Patria, de cualquiera deliberación que directa o indirectamente les sea opuesta.»


Original del documento en Archivo del Dr. Juan G. Maciel - Santa Fe.

110

18.- PROYECTO DE CONSTITUCION PARA LAS PROVINCIAS DEL RIO DE

LA PLATA, FORMADO POR LA COMISION ESPECIAL NOMBRADA EN 4 DE

DICIEMBRE DE 1812

Capítulo I

Art. 1º.- Las Provincias del Río de la Plata forman una República libre e independiente.

Art. 2º.- La soberanía del Estado reside esencialmente en el pueblo.

Art. 3º.- El pueblo es la reunión de todos los hombres libres de la República.

Capítulo VIII

Del Cuerpo Legislativo

Art.1º.- El cuerpo legislativo es el Congreso de las Provincias que se compondrá de un


Senado y de

una Sala de Representantes.

Art.2º.- La Sala de Representantes se compondrá de ciudadanos elegidos cada 2 años,


por las Asambleas de las provincias.

Art.3º.- El Senado de la República se compondrá de un Senador de cada provincia,


elegido por la

Asamblea electoral de ella por 6 años.

Art.4º.- Juntos los senadores después de la primera elección, se dividirán lo más


igualmente que pueda

ser, en tres clases.

Art.5º.- Los asientos de los senadores de la primera clase, vacaran a los dos años, los
de la segunda a

los cuatro, y los de la tercera a los seis. De manera que una tercera parte del senado se
renovará cada

dos años.

Capítulo IX

De las facultades de la Sala de Representantes.


Art.2º.- Ella sólo tendrá el poder de acusación contra los empleados públicos, sin
excepción.

Art.3º.- Ella sólo podrá proponer los proyectos de contribuciones, o los aumentos en las
ya impuestas.

Capítulo X

De las facultades del Senado.

Art.1º.- El Senado elegirá su presidente y oficiales subalternos. Solo el Senado tendrá


poder para procesar los acusados por la Sala de Representantes.

Art.2º.- Cuando el Presidente y miembro del Directorio ejecutivo sean procesados, el jefe
del Supremo

Tribunal de Justicia presidirá el Senado.

Art.3º.- El juicio en causas de acusación no se extenderá más que a remover de oficio y


declarar la capacidad de ejercer y obtener algún empleo de honor, de confianza o
provecho en la república. Pero los

convencidos del delito, quedarán, no obstante, sujetos a acusación, juicio, proceso y


castigo conforme a

la ley.

111

Capítulo XVII

Del Poder Ejecutivo

Art.1º.- El Poder Ejecutivo residirá en un Directorio compuesto de tres individuos


elegidos por seis años

y amovibles por tercias partes cada 2 años.

Art.2º.- Por la primera vez, se nombrarán distintamente primer, segundo y tercero


miembro del Directorio: el primero será removido a los dos años, el segundo a los cuatro
y el tercero a los seis.

Art.3º.- La Presidencia turnará entre ellos por el orden de su antigüedad y durará por dos
años.

Art.4º.- El Senado y la Sala de Representantes elegirán los miembros del directorio


ejecutivo de la manera siguiente.

Capítulo XIX
Del Consejo de Estado

Art.1º.- Habrá un Consejo de Estado compuesto de 10 individuos de orden, ilustración y


mérito: uno por

cada provincia.

Art.2º.- Serán nombrados por el Cuerpo legislativo de entre la lista nacional de elegibles:
dos de ellos

serán eclesiásticos, tres militares y cinco ciudadanos.

Art.3º.- El Congreso podrá aumentar este número cuando la población y circunstancias


del país lo hagan oportuno.

Art.4º.- Todos los obispos del territorio de la República son Consejeros honorarios del
Estado.

Art.5º.- El Directorio Ejecutivo oirá el dictamen del consejo en todos los asuntos graves
de gobierno y

también para prestar su consentimiento a los proyectos de ley.

Capítulo XXI

Del Poder Judiciario

Art.1º.- El orden judicial es independiente.

Art.2º.- La facultad de juzgar y de aplicar las leyes, pertenece exclusivamente a los


jueces y Tribunales,

según las formas que ellos establezcan.

Art.3º.- Los jueces deben juzgar por el texto de la ley. Toda interpretación o arbitrariedad
es un crimen

de que responderá personalmente.

Art.4º.- La justicia se administrará a nombre del pueblo americano de la Pcias. Unidas


del Río de la

Plata.

Art.5º.- El orden judicial en lo civil y criminal será uniforme en todo el Estado.

Art.6º.- Los jueces permanecerán en sus empleos mientras obren bien. No pueden ser
removidos sino
en virtud de sentencia legal; pero pueden ser suspendidos con justas causas por el
Supremo Tribunal

de Justicia, con calidad que deberá formalizarse su proceso en el preciso término de


ocho días después

de su remoción.

Art.7º.- Al Fiscal General del Estado corresponde promover la acusación y fenecimiento


del negocio.

112

Art.8º.- El Congreso señalará las dotaciones de los jueces.

Art.9º.- Estos en el acto de tomar posesión, jurarán observar la Constitución, ser fieles al
Estado, obedientes a las leyes y restos administradores de Justicia.

De los Tribunales

Art.10º.- Habrá una Corte Suprema de Justicia para todo el Estado: un Tribunal superior
en cada provincia: jueces letrados en cada partido y alcaldes en todos los pueblos.

Art.11º.- Los miembros de la Corte Suprema de Justicia serán elegidos por el Congreso
de la lista nacional: los de los tribunales superiores por el Poder Ejecutivo a propuestas
del Consejo del Estado, de

la lista provincial: los jueces letrados de Partido; de la lista de partido: los alcaldes
inmediatamente por

sus pueblos.

Art.12º.- Habrá también, juzgados en todos los Partidos y Provincias para los asuntos
criminales, cuya

calidad determine la ley.

Art.13º.- El Congreso formará, por una ley, el Reglamento que prescriba el método y
duración de las

sesiones de cada juzgado, el número de subalternos y sus funciones.

Capítulo XXII

De los Ayuntamientos

Art.1º.- En todas las ciudades, villas y cabezas de partido que tengan trescientos
vecinos, habrá ayuntamiento, compuestos de alcalde y regidores nombrados por los
pueblos anualmente.
Art.2º.- Nadie puede excusarse del cargo sin causa denominada por la ley.

Art.3º.- La ley prescribirá la forma de la elección, el número de los individuos, las


calidades que se requieren para ser elegidos y los motivos que legitimen la excusa.

Art.4º.- Los objetos de su institución son: primero, velar por la sanidad, comodidad,
abundancia, prosperidad y ornato de los pueblos; segundo, sobre la educación pública;
tercero, sobre los establecimientos

de beneficencia; cuarto, sobre la conservación del orden público, en el modo y forma y


con la extensión

que prescriba la ley.

19.- REFORMA DEL ESTATUTO PROVISORIO DEL SUPREMO GOBIERNO

(Establecimiento de un poder ejecutivo unipersonal)

De la Suprema Potestad Ejecutiva

Art.1º.- La Asamblea General ordenada que en la persona en quien se encontrase la


suprema potestad

ejecutiva, recaigan todas las facultades y preeminencias acordadas al Supremo


Gobierno por el Estatuto de 27 de Febrero de 1813, y demás decretos posteriores.

Art.2º.- Ella será distinguida por la denominación de Director Supremo de las Pcias.
Unidas: tendrá el

tratamiento de excelencia y la escolta competente.

Art.3º.- Llevará una banda bicolor, blanca al centro y azul a los costados, terminada en
una borla de

oro, como distintivo de su elevada representación.

Art.4º.- Residirá en la Fortaleza de esta Capital, y la duración de su cargo será de 2


años.

Art.5º.- En caso de muerte, renuncia o absoluta imposibilidad del Supremo Director para
continuar en el

gobierno se procederá a la elección del que deba sucederle.

113

Art.6º.- Disfrutará una pensión competente, que baste a sostener el decoro de la


suprema autoridad.
Del Consejo de Estado

Art.7º.- La prudencia, sabiduría y acierto que deben presidir a todas las deliberaciones
del Gobierno, y

hacen la felicidad de las Pcias. de su mando, exigen la creación de un consejo de


Estado, cual por este

decreto se establece, compuesto de nueve vocales, incluso el Presidente y secretario,


facultándose al

Supremo Director para que pueda nombrar por si dos supernumerarios para el Consejo,
siempre que

por las circunstancias lo halle convenir al mejor servicio del Estado.

Art.8º.- En las enfermedades graves que impidan al Supremo Director el desempeño de


sus funciones,

suplirá el Presidente del Consejo, con las mismas facultades y preeminencias; por lo
tanto su nombramiento se hará siempre por el Poder Legislativo, y el del Secretario y
demás consejeros por el Supremo

Director.

Art.9º.- El Presidente y secretario continuarán en le desempeño de sus respectivas


funciones por todo

el tiempo de su duración en el Consejo.

Art.10.- Los secretarios del despacho universal, se considerarán consejeros natos, e


integrarán el número designado en el art. 7º.

Art.11º.- Cada dos años cesarán los Consejeros: los de primera creación por el orden de
su posteridad

en sus nombramientos, y por el orden inverso, los que fueren sucesivamente provistos:
pueden ser reelegidos, si interesa al bien de la Patria.

Art.12º.- No son comprendidos en el art. anterior los secretarios de Estado.

Art.13º.- Las obligaciones y facultades del Consejo, consistirán en abrir al Supremo


Director los dictámenes que estuviese a bien pedirles en los negocios de mayor
gravedad, y elevar a su consideración

aquellos proyectos que concibiere de utilidad y conveniencia del Estado.


Art.14º.- El Supremo Director deberá consultar indefectiblemente con su Consejo sobre
las negociaciones que hubiese entablado, de paz, guerra y comercio con las cortes
extranjeras.

Art.15º.- Jurarán los consejeros en manos del Supremo Director, al ingreso de sus
respectivas plazas,

ser fieles a la Patria, sacrificar sus desvelos a su felicidad, aconsejar al Supremo


Gobierno con sabiduría y justicia, y guardar secreto inviolable sobre los negocios de su
inspección.

Art.16º.- Cinco ministros formaran consejo; sus deliberaciones se centrarán en un libro,


firmado por los

presentes. El que tuviere opinión especial, podrá estamparla en el mismo libro.

Art.17º.- El Presidente llevará la voz y hará guardar el reglamento de su interior


economía, que formará

el mismo consejo, con aprobación del Supremo Director.

Art.18º.- Se reunirán dos días a la semana, o más si fueren convocados por el Supremo
Director, o lo

exigiere la urgencia de los negocios.

Art.19º.- El Consejo tendrá el tratamiento de Señoría y sus individuos el de Usted llano.


En las asistencias públicas acompañará al Supremo Director, presidiendo a las demás
autoridades.

Art.20º.- Ocuparán los secretarios de Estado los asientos inmediatos al del Presidente, y
los demás los

que correspondan a su antigüedad.

Art.21.- Por ausencia del Presidente, llevará la voz el más antiguo. Ningún Consejero
podrá ausentarse

a distancias de cinco leguas sin licencia del Supremo Director, ni a menos, sin aviso del
Presidente.

Art.22º.- Disfrutará de una pensión competente.

VALENTIN GOMEZ, Presidente

HIPOLITO VIEYTES, Diputado-Secretario

114
20.- ESTATUTO PROVISIONAL DE 1815

Estatuto provisional para la dirección y administración del Estado, formado por la Junta
de Observación, nuevamente establecida en Buenos Aires, á 5 de mayo de 1815.

La Junta de Observación encargada de formar un Estatuto Provisional para el régimen y


Gobierno del

Estado, que adoptando las medidas más exactas para proporcionar la felicidad común,
precava igualmente a aquél del escandaloso desorden a que le había conducido la
impropiedad de los anteriores

Reglamentos, poniéndole a cubierto del criminal abuso que se ha hecho de ellos, en


razón de la indiscreta franqueza que otorgaron a los administradores del sagrado
depósito de los intereses públicos, y

cuyos fatales forzosos resultados ha manifestado en todos tiempos una dolorosa


experiencia que no ha

muchos días llegó a vos, ¡oh pueblo virtuoso de Buenos Aires!, y arrancó de vuestra
noble sensibilidad

las lágrimas con que todavía humedecéis la ara augusta del altar del desengaño;
deseando corresponder y dignamente a la honrosa confianza con que se ha distinguido,
y penetrada de la necesidad de

reforzar los eslabones de la cadena que debe ligar los robustos brazos del despotismo,
para que no

pueda internarse al sagrado recinto donde se custodian la LIBERTAD, la IGUALDAD, la


PROPIEDAD

y la SEGURIDAD, que hacen el precioso vellocino, la rica herencia y los más


interesantes derechos del

hombre; y teniendo en consideración las insuperables dificultades que ofrece el necio


propósito de formar una Constitución sin defectos, después de las horrorosas
devastaciones que ha hecho en el espíritu humano el monstruo de la ambición que se
agita furiosamente por traspasar los límites que le ha prefijado la justicia: que las
innumerables y diversas constituciones que hoy hacen el imponente objeto del

estudio y asidua meditación de los sabios, son otros tantos desgraciados monumentos
de aquellas desgraciada impotencia, y que la observación y la experiencia son los más
rígidos resortes que puedan dar

al espíritu esa fuerza bastante para extender la esfera de sus conocimientos, ha creído
que para satisfacer los votos del pueblo y acercarse a la senda que conduce a la
felicidad común, según que lo permite su actual estado y la premura del tiempo y de sus
circunstancias, debe establecerse, como se establece, las reglas siguientes.

SECCION PRIMERA

DEL HOMBRE DE LA SOCIEDAD

CAPITULO I

De los derechos que competen a todos los habitantes del Estado.

Art. I. Los derechos de los habitantes del Estado, son: la vida, la honra, la libertad, la
igualdad, la propiedad y la seguridad.

Art. II. El primero tiene un concepto tan uniforme entre todos, que no necesita de más
explicación. El

segundo resulta de la buena opinión que cada uno se labra para con los demás, por la
integridad y rectitud de sus procedimientos. El tercero es la facultad de obrar cada uno a
su arbitrio, siempre que no viole las leyes ni dañe los derechos de otro. El cuarto
consiste en que la ley, bien sea perceptiva, penal o

tuitiva, es igual para todos y favorece igualmente al poderoso que al miserable para la
conservación de

sus derechos. El quinto es el derecho de gozar de sus bienes, rentas y productos. El


sexto es la garantía que concede el Estado a cada uno, para que no se le viole la
posesión de sus derechos, sin que

primero se verifiquen aquellas condiciones que estén señaladas por la ley para perderla.

Art. III. Todo hombre gozará de estos seis derechos en el territorio del Estado, sea
americano o extranjero, sea ciudadano o no.

CAPITULO II

De la religión del Estado

Art. I. La Religión Católica, Apostólica, Romana, es la religión del Estado.

115

Art. II. Todo hombre deberá respetar el culto público y la religión santa del Estado; la
infracción de este

artículo será mirada como una violación de las Leyes fundamentales del país.

CAPITULO III
De la ciudadanía

Art. I. Todas las Municipalidades formarán un registro público de dos libros: en uno, se
inscribirán indispensablemente todos los ciudadanos con expresión de sus edad y
origen, sin cuyos requisitos no podrán sufragar en los actos públicos de que adelante se
tratará; y en el otro, los que hayan perdido el

derecho de ciudadanía, o se hallen suspensos de ella.

Art. II. Todo hombre libre, siempre que haya nacido y resida en el territorio del Estado,
es ciudadano,

pero no entrará al ejercicio de este derecho, hasta que haya cumplido 25 años o sea
emancipado.

Art. III. Todo extranjero de la misma edad, que haya residido en el país por más de
cuatro años, y se

haya hecho propietario de algún fundo, al menos de cuatro mil pesos, o en su defecto
ejerza arte ú oficio útil al país, gozará de sufragio activo en la Asamblea y comicios
públicos, con tal que sepa leer y

escribir.

Art. IV. A los diez años de residencia tendrá voto pasivo, y podrá ser elegido para los
empleos de la

República no para los del Gobierno. Para gozar ambos sufragios, debe renunciar, antes,
toda otra ciudadanía.

Art. V. Ningún español europeo podrá disfrutar del sufragio activo o pasivo, mientras los
derechos de

estas Provincias no sean reconocidos por el Gobierno de España.

Art. VI. Los españoles, sin embargo, decididos por la libertad del Estado y que hayan
hecho servicios

distinguidos a la causa del país, gozarán de la ciudadanía; pero deben obtener la


correspondiente carta,

que expedirá por ahora, hasta el Congreso General, el Jefe respectivo de la Provincia
asociado del

Ayuntamiento o de su Capital.

Art. VII. Los nacidos en el país que sean originarios por cualquier línea de África, cuyos
mayores hayan
sido esclavos en este continente, tendrán sufragio activo, siendo hijos de padres
ingenuos; y pasivo, los

que ya estén fuera del cuarto grado respecto de dichos sus mayores.

CAPITULO IV

Prerrogativas del ciudadano

Art. I. Cada ciudadano es miembro de la soberanía del pueblo.

Art. II. En esta virtud tiene voto pasivo y activo en los casos y forma que designa este
Reglamento provisional.

CAPITULO V

De los modos de perderse y suspenderse la ciudadanía

Art. I. La ciudadanía se pierde: por la naturalización en país extranjero; por aceptar


empleos; pensiones

ó distinciones de nobleza de otra Nación; por la imposición legal de pena aflictiva ó


infamante y por el

estado de deudor dolosamente fallido, si no se obtiene nueva habilitación después de


purgada la nota.

Art. II. La ciudadanía se suspende: por ser deudor a la hacienda del Estado, estando
ejecutado; por ser

acusado de delito, siempre que éste tenga cuerpo justificado y por su naturaleza
merezca pena corporal, aflictiva o infamante; por ser doméstico asalariado; por no tener
propiedad u oficio lucrativo y útil al

país; por el estado de furor o demencia.

116

Art. III. Fuera de estos casos, cualquiera autoridad o magistrado que prive a un
ciudadano de sus derechos cívicos, incurre en la pena del Talión.

Art. IV. Los Jueces que omitan pasar a las respectivas Municipalidades nota de los que
deben ser borrados de los registros cívicos, por haber sido condenados en forma legal,
serán privados de voto activo

y pasivo en dos actos consecutivos.

CAPITULO VI
Deberes de todo hombre en el Estado

Art. I. Todo hombre en el Estado, debe, primero, sumisión completa a la ley, haciendo el
bien que ella

prescribe, y huyendo el mal que prohíbe.

Art. II. Obediencia, honor y respeto a los magistrados y funcionarios públicos, como
ministros de la ley y

primeros ciudadanos.

Art. III. Sobrellevar gustosos cuantos sacrificios demande la patria en sus necesidades y
peligros, sin

que se exceptúe el de la vida, sino que sea para el extranjero.

Art. IV. Contribuir, por su parte, al sostén y conservación de los derechos de los
ciudadanos, y la felicidad pública del Estado.

Art. V. Merecer el grato y honroso título de hombre de bien, siendo buen padre de
familia, buen hijo,

buen hermano y buen amigo.

CAPITULO VII

Deberes del cuerpo social

Art. I. El cuerpo social debe garantizar y afianzar el goce de los derechos del hombre.

Art. II. Aliviar la miseria y la desgracia de los ciudadanos, proporcionándoles los medios
de prosperar e

instruirse.

Art. III. Toda disposición o Estatuto contrarios a los principios establecidos en los
artículos anteriores,

será de ningún efecto.

SECCION SEGUNDA

DEL PODER LEGISLATIVO

CAPÍTULO Y ARTÍCULO ÚNICO

El poder legislativo reside en los pueblos originariamente; hasta determinación del


Congreso General de
las Provincias; la Junta de Observación sustituirá, en vez de Leyes, Reglamentos
Provisionales en la

forma que éste prescribe, para los objetos necesarios y urgentes.

SECCION TERCERA

DEL PODER EJECUTIVO

CAPITULO I

De la elección y facultades del Director del Estado

Art. I. El Director del Estado ejercerá el Poder Ejecutivo en todo su territorio; su edad
será la de treinta y

cinco años cumplidos; su elección ya está verificada, según las circunstancias que han
ocurrido en el

117

presente tiempo; en lo sucesivo, se practicará según el Reglamento particular y que


deberá formarse,

sobre el libre consentimiento de las Provincias y la más exacta conformidad a los


derechos de todos.

Art. II. Recaerá precisamente la elección en persona de reconocido patriotismo,


integridad, concepto

público, buenas costumbres y aptitud para el cargo.

Art. III. Podrá ser vecino y natural de cualquiera de los pueblos del Estado, con
residencia dentro de él,

al menos de cinco años inmediatos a su elección, aunque éstos hayan sido


interrumpidos por un año

intermedio de ausencia.

Art. IV. Durará el mando solo un año, contado desde el día de su recepción.

Art. V. Su sueldo será el de doce mil pesos anuales, sobre los fondos del Estado.

Art. VI. No disfrutará de ningún otro emolumento no derecho, bajo cualquier pretexto ó
causa.

Art. VII. No tendrá más tratamiento que el de Excelencia.


Art. VIII. Su guardia y honores los de Capitán General de Ejército, con entera sujeción á
los títulos primeros y sesto, tratado tercer, de las Ordenanzas Militares, guardándose el
ceremonial que se formará,

para las concurrencias públicas.

Art. IX. Al ingreso de su cargo deberá prestar juramento ante el Excmo. Cabildo y la
Junta de Observación, con asistencia de las demás corporaciones civiles y militares, en
la forma siguiente:

«Yo, N., juro por Dios nuestro Señor y estos Santos Evangelios, que desempeñaré fiel y
legalmente el cargo de Director del Estado, para el que he sido elegido; que cesaré en el
mando luego

que sea requerido por la Junta de Observación y el Exmo. Ayuntamiento; que observaré
el Reglamento Provisional formado por dicha Junta, establecida por la voluntad del
pueblo; que defenderé la Patria y sus derechos, de cualquier agresión. Si así lo hiciere,
Dios me ayude, y sino,

él y la patria me hagan cargo».

Art. X. La protección de la Religión del Estado, su defensa y felicidad; el puntual


cumplimiento y ejecución de las leyes que actualmente rigen; el mando y organización
de los ejércitos, armada, milicias nacionales; el sosiego público; la libertad civil; la
recaudación y económica, arreglada inversión de fondos

públicos, y la seguridad real y personal de todos los que residen en el territorio del
Estado, son otras

tantas atribuciones de su autoridad.

Art. XI. Nombrará los embajadores, cónsules y enviados para las demás naciones y
potencias extranjeras, y recibirá todos los que de esta clase vinieren de las mismas a
este Estado, dando inmediatamente

aviso instruido a la Junta de Observación, bajo grave responsabilidad, de los motivos y


objetos de su

misión en ambos casos, igualmente que de sus contestaciones.

Art. XII. Vigilará particularmente sobre el aumento de la población, agricultura y


comercio: arreglo de

minería, correos, postas, caminos y represalias: concederá los pasaportes para fuera y
dentro de las

Provincia del Estado, por mar y tierra y las licencias para la carga y descarga, entrada y
salida de las
embarcaciones.

Art. XIII. Nombrará los tres Secretarios de Gobierno, Guerra y Hacienda y sus
respectivos oficiales,

siendo responsable de la mala elección de los primeros, sin que en manera alguna
puedan ser electos

los Parientes del Director, hasta el tercer grado inclusive, ni provistos en otro cualquier
empleo, sin noticia y aprobación de la Junta de Observación.

Art. XIV. La provisión de empleos en el ramo de Hacienda, de cualquier clase y que no


están exceptuados en este Reglamento, la hará, a propuesta de los respectivos jefes del
ramo a que correspondan, por

escala de antigüedad y servicios, publicándose dicha propuesta en la oficina o


Departamento respectivo, ocho días antes de encaminarla al Director, quedando así a
los agraviados franco el recurso de sus

118

derechos a la autoridad que corresponda, expresándose en el despacho o


nombramiento la indispensable calidad de propuesta, sin la cual ni se tomará razón de él
en el Tribunal de cuantas y Oficinas, ni se

acudirá con el sueldo al que de otro modo fuese provisto.

Art. XV. Los funcionarios públicos que deban tener la calidad de letrados, serán
nombrados por el Director, a propuesta que harán las respectivas Cámaras de
Apelaciones.

Art. XVI. La duración de todo empleado será la de su buena y exacta comportación, y


será removido

siendo inepto ó delincuente, con causa probada y audiencia suya, a no ser de los
exceptuados en el

presente Reglamento.

Art. XVII. Los recursos de esta naturaleza y los de qué habla el Art. XIV de éste Capítulo,
se harán por

los interesados a la Junta que debe establecerse, compuesta del Presidente de la


Cámara, el Decano

del Tribunal de Cuentas, el Ministro de Cajas más antiguo y el Fiscal de dicha Cámara,
quedando concluida, con la determinación de dicha Junta, toda instancia, sin más
recurso, y procediéndose en ellos
sumariamente.

Art. XVIII. Esta misma Junta conocerá en grado de apelación y primera suplicación, de
los pleitos sobre

contrabando y demás ramos de hacienda.

Art. XIX. Teniendo el Director la Superintendencia General en todos los ramos y fondos
del Estado, de

cualquiera clase y naturaleza que sean, se arreglará, por ahora, a las disposiciones de la
Ordenanza de

Intendentes, excepto en cuanto a la Junta Superior, que sigue abolida, sin alterar el
método de cuenta y

razón que actualmente se observa en las oficinas públicas.

Art. XX. Sin embargo de la supresión de dicha Junta Superior, no podrá por esto el
Director disponer

por sí solo a su arbitrio, los gastos, obras, aprestos y erogaciones extraordinarias, sino
asociado en una

Junta que formarán, con voto decisivo, el mismo Director, el Decano del Tribunal Mayor
de Cuentas, el

Ministro más antiguo de la Caja principal, el Alcalde de primer voto, el Prior del
Consulado, el Fiscal de

la Cámara, y el Procurador General de la ciudad, extendiéndose los acuerdos ante el


Escribano de Hacienda y debiendo tener voto solo informativo en dicha Junta, el
Secretario de ella.

Art. XXI. Cuidará con particularidad, de mantener el crédito de los fondos del Estado,
consultando eficazmente su recaudación, y el que se paguen con fidelidad las deudas,
en cuanto lo permita la existencia de caudales y atención públicas.

Art. XXII. Remitirá a la Junta de Observación, cada tres meses, una prolija razón que
demuestre, por

clases y ramos, los ingresos, las inversiones y existencias.

Art. XXIII. Conocerá privativamente en las causas de contrabando y demás de Hacienda:


las que no
fueren de esta clase, serán remitidas a los Tribunales de Justicia a que correspondan;
pero las sentencias contra el Fisco no serán ejecutadas sin mandato especial del
Director, quien podrá suspender los

libramientos si el pago fuese incompatible con las urgencias de utilidad común.

Art. XXIV. Entenderá en el establecimiento y dirección de las Casas de Moneda y


Bancos.

Art. XXV. Podrá mantener las relaciones exteriores: conducir las negociaciones, hacer
estipulaciones

preliminares, firmar y concluir tratados de tregua, paz, alianza, comercio, neutralidad y


otras convenciones: pero todos estos graves e importantes particulares y el de la
declaración de la Guerra, no podrá

nunca resolverlos por sí solo, si no fueren primero acordados por la Junta de


Observación, Comisión

militar de guerra y Tribunal de Consulado, en su caso.

Art. XXVI. Podrá confirmar o revocar, con arreglo a ordenanza y dictamen de su Asesor
General (que

deberá ser también auditor general de guerra) en último grado, las sentencias dadas
contra militares en

esta capital por la Comisión Militar que se halla establecida, y en los demás pueblos del
distrito, por los

consejos de Guerra ordinaria.

119

Art. XXVII. Tendrá facultad de suspender las ejecuciones capitales ordenadas y


conceder perdón o

conmutación en el día del aniversario de la libertad del Estado, o con ocasión de algún
insigne acontecimiento que le añada nuevas glorias; pero esta prerrogativa no podrá
ejercer con los delincuentes de

traición a la patria y demás delitos exceptuados.

Art. XXVIII. En el caso de renuncia, enfermedad o muerte de este, entrará a reemplazar


su lugar hasta

que se verifique nueva elección según el art. primero de este capítulo, el que
inmediatamente nombrase
la Junta de Observación, unida con el Exmo. Cabildo para el pronto remedio de la
ocurrencia.

Art. XXIX. En el de ausencia, que solo será en defensa de la Patria u otro impedimento
legítimo que le

embarace el desempeño de sus deberes y despacho de los negocios públicos por más
de ocho días se

hará por la Junta y cabildo el mismo nombramiento.

Art. XXX. Luego que se posesione del mando, invitará con particular esmero y eficacia a
todas las Ciudades y Villas de las Provincias interiores, para el pronto nombramiento de
los Diputados que hayan de

formar la Constitución, los cuales deberán reunirse en la ciudad de Tucumán, para que
allí acuerden el

lugar en que hayan de continuar sus sesiones, dejando al arbitrio de los pueblos el
señalamiento de

viático y sueldo a sus respectivos representantes.

CAPITULO II

LIMITES DEL PODER EJECUTIVO Y AUTORIDAD DEL DIRECTOR

Art. I. No podrá, fuera de los casos que expresa este Reglamento, intervenir en negocio
alguno judicial,

civil o criminal contra persona alguna, de cualquier clase o condición que fuese, ni alterar
el sistema de

administración de justicia.

Art. II. Cuando la urgencia del caso le obligue a arrestar a algún ciudadano, deberá
ponerlo, dentro de

las veinticuatro horas, a disposición de los respectivos magistrados de Justicia, con toda
la independencia que corresponde al Poder Judicial, pasándoles los motivos de su
juzgamiento.

Art. III. No proveerá ni presentará, por hora, ninguna canonjía o prebenda eclesiástica.

Art. IV. No podrá disponer expedición alguna militar para fuera de esta provincia, ni
imponer pechos,
contribuciones, empréstitos, ni aumentos de derechos de ningún tipo, sin previa consulta
y determinación de la Junta Observadora, unida con el Excmo. Cabildo y Tribunal del
Consulado.

Art. V. No expedirá orden ni comunicación alguna, sin que vaya suscripta del respectivo
secretario del

Departamento a que corresponda el negocio, bajo responsabilidad de ambos por los


daños que causaren.

Art. VI. No podrá conceder a ninguna persona del Estado exenciones ni privilegios
exclusivos, excepto

a los inventores de artes y establecimientos de pública utilidad, con aprobación de la


Junta Observadora.

Art. VII. No podrá absolutamente, en ningún caso, por si solo violar o interceptar,
directamente, la correspondencia epistolar de los ciudadanos, la que debe reservarse
como sagrada; y cuando por algún

raro o extraño accidente, fuese preciso practicar la apertura de alguna correspondencia,


lo verificará

con previa noticia y consentimiento de la Junta Observadora, Fiscal de la Cámara y


Procurador General

de la Ciudad, que en el caso tendrán voto, con juramento del secretario; como también
el administrador

de correos, solo consultivo: cuando haya de interrumpirse, suspenderse o variarse el


curso de ellos.

120

CAPITULO III

DE LAS SECRETARIAS DE ESTADO

Art. I. Los tres secretarios de Estado entenderán respectivamente en todos los negocios
que se hayan

deslindados en el último reglamento de Secretarios, el que por ahora subsistirá, en lo


que no estuviere

en oposición con éste.

Art. II. Los expresados secretarios no podrán por si solos, en ningún caso, negocio o
circunstancias,
tomar deliberaciones arbitrarias sin previo mandato y audiencia del Director del Estado,
limitando sus

funciones a las de meros subalternos, y con calidad de que cuantas ordenes


comunicaren por escrito a

nombre del Director, a las corporaciones, magistrados, oficinas e individuos particulares,


hayan de estar

autorizadas con la rúbrica de aquel al margen, para certidumbre de su conocimiento, sin


cuyo requisito

no tendrán efecto alguno y serán desatendidas impunemente.

Art. III. Ninguno de los secretarios podrá autorizar órdenes, decretos o providencias
contrarias a este

estatuto, sin que le sirva de excepción la Junta, mandato o fuerza del Director.

Art. IV. Serán amovibles, a la voluntad del Director, o cuando lo exija la Junta de
Observación, igualmente que los oficiales de dichas Secretarias; pero esta separación
no inferirá nota a las persona, no

siendo por causa legítima o probada en juicio formal, y deberán los separados ser
atendidos para otros

destinos, conforme a la capacidad y mérito.

Art. V. El secretario de hacienda no podrá entorpecer, modificar o trabar los pagos y


libramientos decretados por el Director, que deberán cumplirse con fidelidad en la
Tesorería Principal del Estado a donde

han de dirigirse, quedando rigurosamente prohibido otra vía de pago.

Art. VI. El sueldo de dichos secretarios será de tres mil pesos anuales y su tratamiento el
de Ud. llano.

SECCION CUARTA

DEL PODER JUDICIAL

CAPITULO I

DEL EJERCICIO DEL PODER JUDICIAL

Art. I. El ejercicio del Poder Judicial, por ahora y hasta la resolución del Congreso
General, residirá en
el Tribunal de recursos extraordinarios de segunda suplicación, nulidad e injusticia
notoria: en las cámaras de Apelaciones y demás Juzgados inferiores.

Art. II. No tendrá dependencia alguna del Poder Ejecutivo del Estado, y en sus principios
y formas estará sujeto a las leyes de su instituto.

CAPITULO II

DE LOS TRIBUNALES DE JUSTICIA

Art. I. Ninguno podrá ser nombrado en adelante, ni aun interinamente para los empleos
de las Cámaras

de Apelaciones, si no es mayor de 25 años, y letrado recibido, con seis años al menos


de ejercicio público.

Art. II. El tratamiento de la Cámara de Apelaciones será el de Excelencia y el de sus


individuos en particular, de Ud. llano. Su sueldo anual, por ahora, y atentas las
escaseces del erario público, será de dos

mil quinientos pesos.

121

Art. III. Los nombramientos de los individuos de las cámaras, se harán por el Director del
Estado, a propuesta del cuerpo de abogados residentes en la ciudad del asiento de
dichas Cámaras, en la forma siguiente:

Art. IV. Llegado el caso de vacante, el Presidente de la Cámara designará día y lugar en
que se reúnan

todos los abogados, sin excusa, citándolos previamente al efecto; y verificada la reunión,
nombrarán a

pluralidad de votos, un presidente entre ellos, que haga guardar el orden, y un


secretario.

Art. V. Inmediatamente se traerá a la vista la matrícula de todos los letrados residentes


en el distrito; de

ellos nombrarán, del mismo modo, tres candidatos, de los cuales uno residirá en
cualquier lugar del distrito, fuera de la Capital; firmada la acta de la elección, la pasarán
en testimonio, por conducto del Presidente de la Cámara, al Director para el
nombramiento.

Art. VI. Los juzgados de primera y segunda instancia conocerán de todas las causas que
hasta ahora
han sido peculiares de su autoridad.

Art. VII. Las Cámaras conocerán, no solo de todas las causas de que conocían las
Audiencias extinguidas, según las leyes, (salvo las que excluye este reglamento), sino
también de las que él nuevamente

les designe.

CAPITULO III

DE LA ADMINISTRACION DE JUSTICIA

Art. I. Seguirá la Administración de Justicia los mismos principios que hasta el presente,
con las reformas siguientes:

Art. II. Primera. Queda abolido en todas sus partes el Reglamento de Administración de
Justicia de 20

de Abril de 1812, y restablecido el orden de derecho para la prosecución de causas


criminales, con la

calidad de que en estas se permite a los reos nombrar un padrino que presencie su
confesión y declaración de los testigos, cuidando que ambas se sienten por el Escribano
o Juez de la Causa, clara y distintamente, en los mismos términos en que hayan sido
expresadas, sin modificaciones o alteraciones,

ayudando al reo en todo aquello en que por el temor, pocos talentos u otra causa no
pueda por sí mismo expresarse; entendiéndose que dicho padrino será a voluntad del
reo, sin perjuicio del Abogado y

Procurador establecidos por la ley y practica de tribunales.

Art. III. Segunda. Las causas criminales de todas clases que se hallen iniciadas al
tiempo de la publicación de este Reglamento, sin el nuevo sistema de defensa que
establece el Art. anterior, seguirán en

sus posteriores actuaciones y orden de proceder, el mismo antiguo que han tenido en
las primeras.

Art. IV. Tercera. Queda restituido el juramento en todos los casos civiles y criminales que
lo prescriben

las leyes, sin innovación alguna, excepto en la confesión del reo sobre hecho o dicho
propio en que no

se le deberá exigir.
Art. V. Cuarta. En los recursos de segunda suplicación, nulidad e injusticia notoria, las
Cámaras, terminada la substanciación del grado darán cuentas con autos al Director del
Estado, quien deberá nombrar

inmediatamente una comisión de 5 letrados que la determinen, la cual, concluido su


acto, quedará disuelta; esta comisión, durante el ejercicio de sus funciones, tendrá
tratamiento de Excelencia.

Art. VI. Quinta. Los recursos de nulidad e injusticia notoria de las sentencias del Tribunal
de Alzadas de

Comercio se decidirán en las Cámaras de Apelaciones.

Art. VII. Sexta. El juzgado de Alzadas turnará por un año entre los individuos de la
cámara.

Art. VIII. Séptima. Quedan restituidos los Procuradores de número en las cámaras de
Apelaciones, en

la forma que prescriben las leyes y ha establecido la práctica, entendiéndose su


intervención a los juz-

122

gados subalternos de primera instancia, excepto en el Consulado, juzgado de Alzadas y


Diputación de

Comercio.

Art. IX. Octava. Los escribanos harán, personalmente, las notificaciones a las partes,
suscribiéndolas

éstas, y en el caso de no saber escribir, suplirá por ellos un testigo con expresión del
defecto del principal interesado, siendo responsables los escribanos de la omisión de tan
interesante punto, que penará

el juez de la causa, según la entidad y circunstancia del caso.

Art. X. Novena. Queda enteramente abolido y disuelto el tribunal de Concordia: los


jueces de primera

instancia ante quienes se promuevan las demandas, deberán invitar a las partes a la
transacción y conciliación de ellas por todos los medios posibles, antes de entrar a
conocer judicialmente.

SECCION QUINTA

DE LAS ELECCIONES PARTICULARES Y FORMA DE ELLAS


CAPITULO I

DE LAS PERSONAS Y EMPLEADOS QUE DEBEN SER ELEGIDOS POPULARMENTE

Art. UNICO. Serán nombrados por elecciones populares y en la forma que prescribe este
Reglamento:

1º.- El Director del Estado. 2º.- Los diputados representantes de las provincias para el
Congreso General. 3º.- Los Cabildos seculares de las ciudades y villas. 4º.- Los
Gobernadores de Provincia. 5º.- Los

individuos de la Junta de Observación, luego que hayan concluido su término los que
actualmente la

componen.

CAPITULO II

DE LAS ELECCIONES DE DIPUTADOS DE LAS PROVINCIAS PARA EL CONGRESO


GENERAL Y

FORMA DE ELLA

ASAMBLEAS PRIMARIAS

Art. I. Para las asambleas primarias que han de celebrarse para la elección de Diputados
de Provincias,

se formará antes, indispensablemente un censo puntual de todos los habitantes de su


distrito, si no estuviese ya formado por lo menos de ocho años a esta parte, con la
respectiva separación de ciudades,

villas y pueblos.

Art. II. Las Asambleas primarias, en las ciudades y villas donde hubiese Municipalidades,
se harán en

cuatro secciones y cada una será presidida por un miembro de la municipalidad y dos
jueces de barrio

de la mayor probidad, auxiliados de un escribano, si hubiese número competente de


estos oficiales, y

en su defecto de dos testigos.

Art. III. En cada sección darán su voto los sufragantes, por tanto número de electores
cuantos correspondan al total de la población de suerte que resulte un elector por cada
cinco mil almas; pero si la ciudad o villa no sufriese las cuatro secciones, se hará la
votación en un solo lugar.
Art. IV. En la campaña guardará la misma proporción cada elección; pero el método de
las secciones

será diverso.

Art. V. En cada asamblea primaria habrá secciones de proporción y secciones de


número. Cada parroquia será una sección de proporción y cada ciudad votará en ella por
un elector.

Art. VI. El juez principal del curato y el cuara, con tres vecinos de probidad, nombrados
por la municipalidad del distrito, se juntarán en la casa del primero y recibirán los
sufragios, según fueren llegando los

cuales depositarán inmediatamente en un arca pequeña de tres llaves, que se


distribuirán entre el juez,

el cura y uno de los vecinos asociados.

123

Art. VII. El sufragio podrá darse de palabra o por escrito, abierto o cerrado, según fuere
del agrado del

sufragante, y en él se nombrará la persona que ha de concurrir a la asamblea General


con la investidura del elector.

Art. VIII. Después de entregado el sufragio, por escrito en una cédula el que se diere de
palabra, se

retirará el sufragante, cuidando de esto los jueces, para evitar confusión y altercados.

Art. IX. Si alguno dedujese en aquel acto o después, queja sobre cohecho o soborno,
deberá hacerse,

sin pérdida de instantes, justificación verbal del hecho ante los 5 jueces de aquella
sección, reunidos al

efecto al acusado y siendo cierto, serán privados de su voz activa y pasiva


perpetuamente el sobornante y el sobornado. Los calumniadores sufrirán la misma pena,
por aquella ocasión, y de este juicio no

habrá más recurso.

Art. X. Concluido el término perentorio de dos días, que durará la recepción de votos,
quedarán cerrados los actos de aquella sección y al otro día el alcalde, con dos de los
tres vecinos asociados, conducirán la arca cerrada a la sección de número, entregando
entonces el Cura su llave al que corresponda.
Art. XI. El distrito de curatos reunidos que comprendan en su territorio cinco mil almas,
es la sección de

número.

Art. XII. A la cabeza de la sección de número deberán conducirse las arcas de las
secciones de proporción, las que recibirán al juez, el cura y tres asociados de los de
mayor probidad e instrucción, y abriéndolas, contarán los sufragios y calificarán la
pluralidad practicando este acto públicamente, y a presencia de todos los que quieran
concurrir a él.

Art. XIV. Al que resultare con mayor número de votos para elector, se le notificará que se
traslade inmediatamente al lugar donde ha de celebrarse la Asamblea electoral.

CAPITULO III

DE LAS ASAMBLEAS ELECTORALES

Art. I. Las Asambleas electorales se congregarán en la cabeza de cada Provincia, donde


deberán reunirse los electores el día que se señalase, según la distancia y
circunstancias, sin demoras, y celebrarán sus sesiones en la casa de la Municipalidad.

Art. II. El jefe de la Provincia presidirá el primer acto de los electores, que será nombrar
un presidente

de entre ellos, para guardar el orden, y nombrado a pluralidad de votos, le cederá el


lugar, retirándose

inmediatamente.

Art. III. La Asamblea electora extenderá sus actas con el Escribano de la municipalidad y
podrá acordar

previamente aquellas cosas que sean precisas para establecer el buen orden y validez
de su elección,

sin preocuparse en esos actos más tiempo que el preciso de 24 horas.

Art. IV. Procederá inmediatamente a la elección de diputados en el Congreso, para la


que han sido

reunidos los electorales, y la elección, por ahora, resultará de la simple pluralidad de


votos.

Art. V. Si el caso fuese tal que por la dispersión de sufragios y la adhesión de cada
sufragante al suyo,
después de repetida hasta tres veces la votación, no resultase ni simple pluralidad,
entonces, los que

tuviesen igualdad de votos entrarán en suerte y esta decidirá.

Art. VI Ninguno de los electores puede darse el voto a si mismo, y dentro del tercer día
debe quedar

indispensablemente concluida y publicada la elección, la que el Presidente de la


Asamblea electoral

comunicará al electo inmediatamente, con testimonio de la acta autorizada por el


Escribano.

124

Art. VII. Como el censo de que habla el Art. I cap. 2º, ha de ser el fundamento para el
número de representantes o diputados que han de asistir al Congreso General, se
arreglará de modo que por cada quince mil almas se nombre uno.

Art. VIII. Si al formarse este arreglo se hallase algunas fracciones se observarán las
reglas siguientes:

Art. IX. Primera. Si en la elección de número que se arregla para elegir, hubiese alguna
fracción que no

exceda de dos mil y quinientas almas solo se votará por un elector; pero si la fracción
pasa de este número en la sección, se votará por dos electores.

Art. X. Segunda. Si en el distrito de las quince mil almas, que debe representar cada
diputado, hubiese

una fracción que excediese de siete mil y quinientas, se nombrará por ellas, en la
asamblea General, un

diputado, como si llegase al número señalado; pero si la fracción fuese menor, no tendrá
más representante y quedará comprendida en la representación que hacen los
Diputados por la provincia.

Art. XI. Si alguna de estas encontrase por ahora grandes dificultades para practicar sus
elecciones por

el modo que se ha prescripto para la campaña, podrá libremente sustituir el que crea
más oportuno,

procurando, siempre, que el número de Diputados sea correspondiente a la masa de la


población, según la proporción que queda establecida.
CAPITULO IV

DE LAS ELECCIONES DE CABILDOS SECULARES

Art. I. Las elecciones de los empleos concejiles, solo se harán popularmente en las
ciudades y villas

donde se hallen establecidos los Cabildos.

Art. II. La ciudad o villa se dividirá en cuatro secciones y en cada una de ellas votarán
todos los ciudadanos allí comprendidos, por uno o más electores, según que
corresponda al número de habitantes en

dicha sección.

Art. III. Este acto será presidido por un Capitular, asociado de dos alcaldes de barrio y un
escribano, si

lo hubiese, o en su defecto dos vecinos, en calidad de testigos, y se practicará el 15 de


noviembre.

Art. IV. Concluida la votación en las secciones, se reunirán todos los votos de ellas en la
Sala Capitular,

y hecho allí por los mismo regidores que la han presidido, y el alcalde de primer voto,
públicamente, el

escrutinio general: serán electores los que resulten con mayor número de sufragios.

Art. V. Estos se juntarán en la misma sala capitular a hacer la elección para el año
entrante, el día 15

de diciembre y concluida se notificará a los efectos, a fin de que estén expeditos para su
recepción el

día primero de Enero en que serán posesionados por el Cabildo saliente.

CAPITULO V

DE LAS ELECCIONES DE LOS GOBERNADORES DE PROVINCIA

Art. I. Los gobiernos de las provincias serán nombrados por los respectivos electores de
ellas.

Art. II. Para este nombramiento, elegirán dichos electores, seis ciudadanos de las
calidades necesarias,
cuyos nombres serán insaculados, y los tres primeros que salgan por suerte, serán otros
tantos candidatos, de los cuales elegirán a pluralidad de sufragios, el que haya de ser
gobernador de la Provincia.

Art. III. Hecho el nombramiento, se comunicará al efecto y al Cabildo de la ciudad capital


de su residencia, para que lo reciba luego que el anterior haya cumplido su tiempo.

Art. IV. Durarán los Gobernadores en su empleo el término de 3 años su sueldo será el
que le señale la

Provincia.

125

Art. V. Los tenientes gobernadores serán nombrados por el Director, a propuesta en


ternario del Cabildo de su residencia.

Art. VI. Los subdelegados serán nombrados por los gobernadores de la Provincia, a
igual propuesta

que hará el cabildo de la capital de ella.

SECCION VII

SEGURIDAD INDIVIDUAL Y LIBERTAD DE IMPRENTA

CAPITULO I

DE LA SEGURIDAD INDIVIDUAL

Art. I. Las acciones privadas de los hombres, que de ningún modo ofenden el orden
público ni perjudican a un tercero, están solo reservados a Dios y exentas de la
autoridad de los magistrados.

Art. II. Ningún habitante del Estado será obligado a hacer lo que no manda la ley, clara y
expresamente,

ni privado de lo que ella del mimo modo no prohíbe.

Art. III. El crimen es sólo la infracción de la ley que están entera observancia y vigor;
pues sin este requisito debe reputarse sin fuerza.

Art. IV. Ningún habitante del Estado puede ser penado ni confinado sin que preceda
forma de proceso y

sentencia legal.

Art. V. Toda sentencia en causas criminales para que se repute valida, ha de ser
pronunciada por el
texto expreso de la ley, y cualquiera infracción de esta, es un crimen en el magistrado,
que será corregido con el pago de costas, daños y perjuicios causados.

Art. VI. Todos los mandamientos, ordenes, decretos y acuerdos, que en uso legítimo de
su autoridad

expidan los magistrados, como el Director de Estado, la Cámara de Apelaciones,


Gobernadores Intendentes de Provincia y Tenientes gobernadores, para el buen orden
de los pueblos y dirección de los

negocios de su instituto, deberán ser por escrito expresando con claridad la pena en que
incurren los

infractores.

Art. VII. Se exceptúan del antecedente art. las órdenes relativas al ejército...

Art. IX. Ningún individuo podrá ser arrestado sin prueba al menos semiplena o indicios
vehementes de

crimen, que se harán constar en proceso informativo dentro de tres días perentorios si
no hubiese impedimento; pero habiéndolo, se pondrá constancia de el en el proceso.

Art. X. En el mismo término se hará saber al reo la causa de su prisión, y no siendo el


Juez aprehensor

el que deba seguirla, lo remitirá, con los antecedentes, al que fuere nato y deba conocer.

Art. XI. Para decretar prisión contra cualquiera habitante del Estado, pesquisa de sus
papeles o embargo de bienes se individualizará en el decreto el nombre o señales que
distingan su persona, con el objeto de las diligencias, formándose en el acto de
embargo, prolijo inventario, a presencia del reo, que deberá firmarlo, del cual se le dejará
copia autorizada para su resguardo, poniendo en seguridad los bienes, con fe del
escribano de la causa o en su efecto, del mismo juez y dos testigos.

Art. XV. La casa de un ciudadano es un sagrado que no puede violarse sin crimen, y
solo en caso de

resistirse a la convocación del juez podrá allanarse. Esta diligencia se hará con la
moderación debida,

personalmente por el mismo juez; y en caso que algún urgente motivo se lo impida, dará
al delegado

orden por escrito, con las especificaciones convenientes, dejando copia de ella al
individuo que fuese

aprendido y al dueño de la casa si lo pidiere.


126

Art. XVI. Ningún reo estará incomunicado después de su confesión, y nunca podrá
dilatarse ésta por

más de diez días sin justo motivo del que se pondrá constancia en el proceso, y se hará
saber al reo el

embarazo al fin de dicho término, y sucesivamente de tres en tres días, si continuase el


motivo de la

retardación.

Art. XVII. Siendo las cárceles para seguridad y no para castigo de los reos, toda medida
que, a pretexto

de precaución, solo sirva para modificarles maliciosamente, deberá ser corregida por los
Juzgados y

Tribunales Superiores, indemnizando a los agraviados de los males que hayan sufrido
por el abuso.

Art. XVIII. Todo hombre tiene derecho a resistir, hasta con la fuerza, la prisión de su
persona y embargo

de sus bienes, que se intente hacer, fuera del orden y formalidades prescriptas en los
respectivos artículos de este capítulo; el ayudar o cooperar a esta resistencia, no podrá
reputarse un crimen.

Art. XIX. Todo hombre tiene libertad para permanecer en el territorio del estado o
retirarse, siempre que

por esto no se exponga la seguridad del País, o sean perjudicados sus intereses
públicos.

Art. XX. Todo habitante del estado y los que en adelante se establezcan, están bajo la
inmediata protección del Gobierno y de sus magistrados en todos sus derechos.

Art. XXI. Todas las anteriores disposiciones, relativas a la seguridad individual, jamás
podrá suspenderse: y cuando por un muy remoto y extraordinario acontecimiento que
comprometa la tranquilidad pública

o la seguridad de la patria, no pueda observarse cuanto en el se previene, las


autoridades que se viesen en esta fatal necesidad, darán razón de su conducta a la
Junta de Observación y Excmo. Cabildo,

que deberán examinar los motivos de la medida y el tiempo de su duración.


CAPITULO II

DE LA LIBERTAD DE IMPRENTA

Art. I. Se restablece el decreto de la libertad de la imprenta, expedido en 26 de octubre


de 1811...

Art. II. Para facilitar el uso de esta libertad, se declara que todo individuo natural del país
o extranjero,

puede poner libremente imprentas públicas en cualquier ciudad o villa del Estado, con
solo la calidad de

previo aviso al Gobernador de la Provincia, teniente gobernador, y cabildos respectivos,


y que en los

impresos lleven el nombre del impresor y lugar donde exista la imprenta.

Art. III. Con el mismo objeto deberá el Cabildo de esta ciudad disponer que de sus
fondos se costee la

compra y establecimiento de una imprenta pública además de la que existe en el día.

Art. IV. Toda municipalidad podrá disponer libremente cada año de 200 pesos de sus
fondos, para costear la impresión de sus papeles que tenga a bien público.

Art. VI. Se establecerá un periódico, encargado a un sujeto de instrucción y talento,


pagado por el Cabildo, el que en todas las semanas dará al público un pliego o más, con
el título de Censor. Su objeto

principal será reflexionar sobre todos los procedimientos y operaciones injustas de los
funcionarios públicos y abusos del país, ilustrando a los pueblos en sus derechos y
verdaderos intereses.

Art. VII. Habrá también otro periódico, encargado del mismo modo a sujeto de calidad
necesaria, pagado por los fondos del Estado, cuyo encargo es dar todas las semanas
una Gazeta, noticiando al pueblo

los sucesos interesantes y satisfaciendo a las censuras, discursos o reflexiones del


censor.

Art. VIII. El gobierno y el ayuntamiento cuidarán, con particular celo, que en ambos
periódicos se hable

con la mayor moderación y decoros posibles, exponiendo, sin exceder, los abusos que
notasen, con los
remedios que consideren oportunos, sin faltar el respeto debido a los magistrados, al
público y a los

individuos en particular, y en el caso que alguno de los periodistas infrinja estos precisos
deberes, cualquiera de las dos antedichas autoridades, sin perjuicio de los derechos del
ofendido, lo manifestará al

127

Tribunal de la libertad de imprenta, que deberá obrar en el examen del hecho con toda
escrupulosidad,

conforme a su instituto.

21.- ACTA DE LA INDEPENDENCIA

En la benemérita y muy digna ciudad de San Miguel de Tucumán a nueve días del mes
de Julio de mil

ochocientos dieciséis, terminada la sesión ordinaria, el Congreso de las Provincias-


Unidas continuó sus

anteriores discusiones sobre el grande y augusto objeto de la independencia de los


pueblos que lo forman. Era Universal, constante y decidido el clamor del territorio entero
por su emancipación solemne del

poder despótico de los reyes de España; los representantes sin embargo consagraron á
tan arduo

asunto toda la profundidad de sus talentos, la rectitud de sus intenciones e intereses que
demanda la

sanción de la suerte suya, pueblos representados y posteridad, A su término fueron


preguntados ¿si

querían que las Provincia de la Unión fuesen una nación libre e independiente de los
reyes de España y

su metrópoli? Aclamaron primero, llenos de santo orden de la justicia, y uno a uno


reiteraron sucesivamente su unánime y espontáneo decidido voto por la independencia
del país, fijando en su virtud la determinación siguiente.

DECLARACION

Nos los representantes de las Provincias-Unidas en Sud- América, reunidos en congreso


general, invocando al Eterno que preside el universo, en nombre y por la autoridad de
los pueblos que representamos, protestamos al cielo, a las naciones y hombres todos
del globo la justicia que regla nuestros votos,
declaramos solemnemente a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable
de estas provincias romper los violentos vínculos que la ligaban a los reyes de España,
recuperar los derechos de que

fueron despojadas, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del
rey Fernando 7,

sus sucesores y metrópoli, quedar en consecuencia de hecho y de derecho con amplio y


pleno poder

para darse las formas que exija la justicia e impere el cúmulo de sus actuales
circunstancias. Todas, y

cada una de ellas, así lo publican, declaran y ratifican, comprometiéndose por nuestro
medio al cumplimiento y sostén de esta su voluntad bajo del seguro y garantía de sus
vidas, haberes y fama. Comuníquese a quienes correspondan para su publicación, y en
obsequio del respeto que se debe a las naciones, detállense en un manifiesto los
gravísimos fundamentos impulsivos de esta solemne declaración.

Dada en la Sala de sesiones, firmada de nuestra mano, sellada con el sello del
Congreso y refrendada por

nuestros diputados secretarios.

Francisco Narciso de Laprida Mariano Boedo

Diputado por San Juan, vice- presidente, diputado

Presidente. por Salta.

Dr. Antonio Sáenz, Dr. José Darregueyra

Diputado por Buenos-Ayres Diputado por Buenos-Ayres

Dr. Pedro Medrano Fray Cayetano José Rodríguez

Diputado por Buenos-Ayres Diputado por Buenos-Ayres

Dr. Manuel Antonio Acevedo Dr. José Ignacio de Gorriti

Diputado por Catamarca Diputado por Salta

Dr. José Andrés Pacheco Melo Dr. Teodoro Sánchez de Bustamante

Diputado por Chichas Diputado por la ciudad y territorio de Jujuy.

Eduardo Pérez Vulnes Tomás Godoy Cruz

Diputado por Córdova Diputado por Mendoza


Pedro Miguel Aráoz Dr. Esteban Agustín Gazcón

Diputado por la Capital del Diputado por Buenos-Ayres.

Tucumán.

Pedro Francisco de Uriarte Pedro León Gallo

Diputado por Santiago del Estero Diputado de Santiago del Estero.

128

Pedro Ignacio Ribera Dr. Mariano Sánchez de

REGLAMENTO PROVISORIO DE 1817

CAPITULO III

DE LA CIUDADANIA

Art. I. Todas las municipalidades de las provincias formarán inmediatamente un registro


público de dos

libros; en uno de los cuales se inscribirán indispensablemente todos los ciudadanos con
expresión de

su edad y de su origen; y en el otro los que hayan perdido el derecho de ciudadanía, o


se hallen suspensos de ella.

Art. II. Cada ciudadano deberá obtener una boleta firmada por el alcalde ordinario de
primer voto, autorizada por el escribano de la municipalidad, que acredite su inscripción
el registro cívico, sin cuya manifestación no podrá sufragar en los actos públicos de que
en adelante se tratarán.

Art. III. Todo hombre libre, siempre que haya nacido y resida en el territorio del estado,
es ciudadano;

pero no entrará en el ejercicio de este derecho hasta que haya cumplido 25 años o sea
emancipado.

Art. IV. Todo extranjero de la misma edad, que se haya establecido en el país con ánimo
de fijar en el

domicilio, y habiendo permanecido por 4 años, se haya hecho propietario de algún fundo
al menos de
cuatro mil pesos, o en su defecto ejerza arte u oficio útil al país gozará de sufragio activo
en las asambleas civiles, con tal que sepa leer y escribir.

Art. V. A los 10 años de residencia tendrá voto pasivo, y podrá ser elegido, para los
empleos de la república, más no para los de gobierno: para gozar de ambos sufragios
debe renunciar ante toda otra ciudadanía.

Art. VI. Ningún español europeo podrá disfrutar del sufragio activo o pasivo, mientras la
independencia

de estas Provincias no sea reconocida por el Gobierno de España.

Art. IX. Los españoles y demás extranjeros que soliciten ser ciudadanos acreditarán su
buena comportación pública.

Art. XI. No se concederá carta de ciudadanía al que no haya residido 4 años en el


territorio del estado,

a menos que un mérito relevante, servicios distinguidos o la utilidad de la Nación exija


dispensar este

término: cuyo discernimiento queda por ahora al prudente juicio del supremo director.

129

SECCION SEGUNDA

DEL PODER LEGISLATIVO

CAPITULO I

Art. I. El poder legislativo reside originariamente en la Nación: su ejercicio permanente,


modo y términos, lo fijará la Constitución del Estado el que en el entretanto se gobernará
por las reglas del presente

reglamento, que no se reformará, interpretará, ni adicionará sino por el Soberano


Congreso, cuando

causas y circunstancias muy graves así lo exijan, a juicio del mismo, por un voto sobre
las dos terceras

partes.

Art. II. Hasta que la Constitución determine lo conveniente, subsistirán todos los códigos
legislativos,

cédulas, reglamentos y demás disposiciones generales y particulares del antiguo


gobierno español, que
no estén en oposición directa o indirecta con la libertad e independencia de estas
Provincias, ni con

este reglamento y demás disposiciones que no sean contrarias a él, libradas desde el 25
de mayo de

1810.

Art. III. El Director Supremo del Estado, tribunales, jueces y funcionarios públicos de
cualquier clase y

denominación podrán representar y consultar al Congreso las dudas que les ocurran en
la inteligencia y

aplicación de las expresadas leyes, reglamentos o disposiciones, en casos generales o


particulares,

siempre que las consideren en conflicto con los derechos explicados y sistema actual en
el estado; y

sus resoluciones se avisarán al poder ejecutivo.

SECCION TERCERA

DEL PODER EJECUTIVO

Art. I. El Supremo Poder Ejecutivo reside originariamente en la Nación y será ejercido


por un Director

del Estado.

Art. II. Entre tanto se sanciona la Constitución, el Congreso nombrará privativamente de


entre todos los

habitantes de las Provincias al que fuere más digno y de las calidades necesarias para
tan alto encargo.

Art. III. En los casos de ausencia del Director, en defensa del Estado, u otro legítimo
impedimento que

embarace su ejercicio, el Congreso proveerá lo conveniente.

SECCION QUINTA

CAPITULO I

ELECCION DE GOBERNADORES INTENDENTES, TENIENTES, GOBERNADORES Y


SUBDELEGADOS DE PARTIDO
Art. I. Las elecciones de Gobernadores Intendente, tenientes gobernadores y
subdelegados de partido,

se harán al arbitrio del Supremo Director del Estado, de las listas de personas elegibles
de dentro o fuera de la Provincia, que todos los Cabildos en el primer mes de su elección
formarán y le remitirán.

Art. V. La duración de estos empleos será por el término de tres años, y concluidos
quedarán sujetos a

residencia.

130

23.- CONSTITUCION DE 1819

SECCION PRIMERA

RELIGION DEL ESTADO

Art. I. La Religión Católica, Apostólica, Romana es la religión del Estado. El Gobierno le


debe la más

eficaz y poderosa protección; y los habitantes del territorio todo respeto, cualesquiera
que sean sus opiniones privadas.

Art. II. La infracción del artículo anterior será mirada como una violación de las leyes
fundamentales del

país.

SECCION SEGUNDA

PODER LEGISLATIVO

Art. III. El Poder Legislativo se expedirá por un Congreso Nacional compuesto de dos
cámaras, una de

Representantes y otra de Senadores.

CAPITULO I

CAMARA DE REPRESENTANTES

Art. IV. La Cámara de Representantes se compondrá de Diputados elegidos en


proporción de uno por

cada veinte y cinco mil habitantes, o una fracción que iguale el número de diez y seis
mil.
Art. V. Ninguno podrá ser elegido representante sin que tenga las calidades de siete
años de ciudadano

antes de su nombramiento, veinte y seis años de edad cumplidos, un fondo de cuatro mil
pesos al menos, o en su defecto arte, profesión u oficio útil. Que sea del fuero común, y
no esté en dependencia del

Poder Ejecutivo por servicio a sueldo.

Art. VI. Durarán en su representación cuatro años, pero se renovarán por mitad al fin de
cada bienio.

Para verificarlo los primeros representantes, luego que se reúnan, sortearán los que
deban salir en el

primer bienio. El reemplazo de estos se hará por los que con la anticipación conveniente,
elijan los pueblos a quienes corresponda.

Art. VII. La Cámara de Representantes tiene exclusivamente la iniciativa en materia de


contribuciones,

tasas e impuestos, quedando al Senado la facultad de admitirlos, rehusarlos u objetar


los reparos.

Art. VIII. Ella tiene el derecho privativo de acusar de oficio o instancia de cualquier
ciudadano, a los

miembros de los tres grandes poderes, a los Ministros del Estado, enviados a las cortes
extranjeras,

Arzobispos u Obispos, Generales de los ejércitos, Gobernadores y jueces de las


provincias y demás

empleados de no inferior rango a los nombrados, por los delitos de traición, concusión,
malversación de

los fondos públicos, infracción de constitución u otros que según las leyes merezcan
pena de muerte o

infamia.

Art. IX. Los representantes serán compensados por sus servicios con la cantidad y del
fondo que señale la Legislatura, siendo su distribución del resorte exclusivo de dicha
cámara.

CAPITULO II

SENADO
Art. X. Formarán el Senado los Senadores de Provincia, cuyo número será igual al de
las Provincias;

tres senadores militares, cuya graduación no baje de Coronel mayor; un Obispo y tres
eclesiásticos; un

Senador por cada Universidad; y el Director del Estado, concluido el tiempo de su


gobierno.

131

Art. XI. Ninguno será nombrado senador que no tenga la edad de treinta años
cumplidos, nueve de ciudadano antes de su elección, un fondo de ocho mil pesos, una
renta equivalente, o una profesión que lo

ponga en estado de ser ventajoso a la sociedad.

Art. XII. Durarán en el cargo por el tiempo de doce años, renovándose por terceras
partes cada cuatro.

La suerte decidirá quienes deban salir en el primero y segundo cuatrienio.

Art. XIII. El ex Director permanecerá en el Senado hasta que sea reemplazado por el
que le sucediese

en el mando.

Art. XIV. Los Senadores de las Provincias se elegirán en la forma siguiente: cada
municipalidad nombrará un capitular y un propietario, que tengan un fondo de diez mil
pesos al menos, para electores.

Reunidos estos en un punto en el centro de la provincia, que designará el poder


ejecutivo, elegirán tres

sujetos de la clase civil, de los que uno al menos sea de afuera de la provincia. Esta
terna se pasará al

Senado (la primera vez al Congreso) con testimonio íntegro del acta de elección. El
Senado, recibidas

todas las ternas y publicadas por la prensa, hará el escrutinio y los que tuvieren el mayor
número de

sufragios, computados por provincias serán senadores. Si no resultase pluralidad, la


primera vez el

Congreso, y en lo sucesivo el Senado, hará la elección de entre los propuestos.

Art. XV. Los senadores militares serán nombrados por el Director de Estado.
Art. XVI. Será senador por la primera vez el Obispo de la Diócesis donde reside el
Cuerpo Legislativo.

En lo sucesivo se elegirá el Obispo senador por los Obispos del territorio, remitiendo sus
votos al senado. Publicados por la prensa, se hará el escrutinio, y el que reuniese el
mayor número, será senador: no

resultando pluralidad, decidirá la elección el senado.

Art. XVII. Los cabildos eclesiásticos, reunidos por el prelado Diocesano, curas rectores
del Sagrario de

la Iglesia Catedral y redactores de los colegios (cuando estos sean eclesiásticos)


elegirán tres individuos del mismo estado, de los cuales uno al menos sea de otra
Diócesis. Remitidas y publicadas las

ternas con sus actas, los tres que reúnan mayor número de sufragios computados por
las iglesias, serán Senadores; en caso de igualdad el Congreso o Senado decidirá la
elección.

Art. XVIII. Al Senado corresponde juzgar en juicio público a los acusados por la sala de
Representantes.

Art. XIX. La concurrencia de dos terceras partes de sufragios harán sentencia contra el
acusado, únicamente al efecto de separarlo del empleo, o declararlo inhábil para obtener
otro.

Art. XX. La parte convencida quedará no obstante sujeta a acusación juicio y castigo
conforme a la ley.

CAPITULO III

ATRIBUCIONES COMUNES A AMBAS CAMARAS

Art. XXI. Ambas cámaras se reunirán por la primera vez en esta capital, y en lo sucesivo
en el lugar que

ellas mismas determinen; y tendrán sus sesiones en los meses de marzo, abril y mayo,
setiembre, octubre y noviembre.

Art. XXII. Cada sala será privativamente el juez para calificar la elección de sus
miembros, con mayoría

de un voto sobre la mitad.

Art. XXIII. Nombrará su presidente, vice presidente y oficiales; señalará el tiempo de la


duración de
unos y otros, y prescribirá el orden para los debates y para facilitar el despacho de sus
deliberaciones.

Art. 24. Ninguna de las salas podrá deliberar mientras no se hallen reunidas ambas
respectivamente en

el lugar de las sesiones, al menos en las dos terceras partes de sus miembros; pero un
número menor

132

podrá compeler a los ausentes a la asistencia en los términos y bajo los apremios que
cada sala proveyese.

Art. 25. Cada sala llevará un diario de sus procedimientos que se publicará de tiempo en
tiempo, exceptuando aquellas partes que a su juicio requieren secreto. Los votos de
aprobación o negación, de los

miembros de una y otra sala; se apuntarán en el diario, si lo exigiese así una quinta
parte de ellos.

Art. 26. Los senadores y representantes no serán arrestados ni procesados durante su


asistencia a la

legislatura, y mientras van y vuelven de ella: excepto el caso de ser sorprendidos in


fraganti en la ejecución de algún crimen que merezca pena de muerte, infamia u otra
aflictiva, de los que se dará cuenta a

la Sala respectiva con la sumaria información del hecho.

Art. 27. Los senadores y representantes, por sus opiniones, discursos o debates en una
u otra Sala, no

podrá ser molestados en ningún lugar; pero cada sala podrá castigar a sus miembros
por desorden de

conducta, y con la concurrencia de las dos terceras partes, expeler a cualquiera de su


seno.

Art. 28. En el caso que expresa el art. 26, o cuando se forme querella por escrito contra
cualquier senador o representante, por delitos que no sean del privativo conocimiento
del Senado, examinado el mérito del sumario en juicio público, podrá cada sala con dos
tercios de votos separar al acusado de su

seno, y ponerlo a disposición del Supremo Tribunal de Justicia, para su juzgamiento.

Art. 29. Ningún senador o representante podrá ser empleado por el Poder Ejecutivo sin
su consentimiento y el de la Cámara a que corresponda.
Art. 30. Cada una de las Cámaras podrá hacer comparecer en su sala a los ministros del
Poder Ejecutivo para recibir los informes que estime conveniente.

CAPITULO IV

ATRIBUCIONES DEL CONGRESO

Art. 31. Al Congreso corresponde privativamente formar las leyes que deben regir en el
territorio de la

unión.

Art. 32. Decretar la guerra y la paz.

Art. 33. Establecer derechos; y, por un tiempo que no pase de dos años, imponer para
las urgencias del

Estado, contribuciones proporcionalmente iguales en todo el territorio.

Art. 34. Fijar a propuesta del Poder Ejecutivo la fuerza de línea de mar y tierra para el
servicio del Estado en tiempo de paz; y determinar por si el número de tropas que haya
de existir en el lugar donde tenga sus sesiones.

Art. 35. Mandar construir y equipar una marina nacional.

Art. 36. Recibir empréstitos sobre los fondos del Estado.

Art. 37. Reglar la forma de todos los juicios y establecer Tribunales inferiores a la Alta
Corte de Justicia.

Art. 38. Crear y suprimir empleos de toda clase.

Art. 39. Reglar el comercio exterior e interior.

Art. 40. Demarcar el territorio del Estado, y fijar los límites de las provincias.

Art. 41. Habilitar puertos nuevos en las costas del territorio, cuando lo crea conveniente,
y elevar las

poblaciones al rango de villas, ciudades o provincias.

133

Art. 42. Formar planes uniformes de educación pública, y proveer de medios para el
sostén de los establecimientos de esta clase.

Art. 43. Recibir anualmente del Poder Ejecutivo la cuenta general de las rentas públicas,
examinarlas y

juzgarlas.
Art. 44. Asegurar a los autores inventores de establecimientos útiles, privilegios
exclusivos por tiempos

determinados.

Art. 45. Reglar la moneda, los pesos y las medidas.

SECCION TERCERA

PODER EJECUTIVO

CAPITULO I

NATURALEZA Y CALIDADES DE ESTE PODER

Art. 56. El Supremo Poder Ejecutivo de la Nación se expedirá por la persona en quien
recaiga la elección de Director.

Art. 57. Ninguno podrá ser elegido Director del Estado que no tenga las calidades de
ciudadano nacional del territorio de la Unión, con seis años de residencia en él,
inmediatamente antes de la elección, y

treinta y cinco de edad cuando menos.

Art. 58. Tampoco podrá ser elegido el que se halle empleado en el Senado o en la
Cámara de Representantes.

Art. 59. Antes de entrar al ejercicio del cargo, hará el director electo en manos del
Presidente del Senado, en presencia de las dos Cámaras reunidas, el juramento
siguiente:

Yo N. juro por Dios Nuestro Señor y estos Santos Evangelios que desempeñaré
fielmente el cargo de Director que se me confía: que cumpliré y haré cumplir la
Constitución del Estado: protegeré la religión Católica; y conservaré la integridad e
independencia del territorio de la Unión.

Art. 60. Durará en el cargo por el tiempo de cinco años.

Art. 61. En caso de enfermedad, acusación o muerte del Director del Estado,
administrará provisionalmente el Poder Ejecutivo del Estado el presidente del Senado,
quedando entretanto suspenso de las

funciones de senador.

CAPITULO II

FORMA DE LA ELECCION DE DIRECTOR DEL ESTADO

Art. 62. El Director del Estado será elegido por las dos Cámaras reunidas.
Art. 63. Presidirá la elección el Presidente del Senado, y hará en ella de Vice Presidente
el presidente

de la cámara de Representantes.

Art. 64. Los votos se entregarán escritos y firmados por los vocales y se publicarán con
sus nombres.

Art. 65. Una mayoría de un voto sobre la mitad de cada cámara, hará la elección.

134

Art. 66. Si después de tres votaciones ninguno obtuviese la expresada mayoría, se


publicarán los tres

sujetos que hayan obtenido el mayor número, y por ellos, decidirá la suerte el que haya
de ser excluido,

quedando solamente dos.

Art. 68. Por uno de estos se votará de nuevo.

Art. 69. Si repetida tres veces la votación, no resultase la mayoría expresada, se sacará
por suerte el

Director de entre dos.

Art. 70. Todo esto deberá verificarse acto continuo desde que se de principio a la
elección.

Art. 71. Se procederá a ella treinta días antes de cumplir su término el Director que
concluye: en caso

de muerte deberá hacerse la elección dentro de 15 días.

Art. 72. Entre tanto se posesiona del cargo el nuevamente nombrado, subsistirá en el
gobierno el que lo

esté ejerciendo; pero al electo se le contarán los cinco años, desde el día en que aquel
haya cumplido

su término.

Art. 73. El director del Estado sólo podrá ser reelegido por una vez con un voto sobre las
dos terceras

partes de cada cámara.

SECCION CUARTA
PODER JUDICIAL

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

Art. 92. Una Alta Corte de Justicia, compuesta de siete jueces y dos fiscales, ejercerá el
Supremo Poder Judicial del Estado.

Art. 93. Ninguno podrá ser miembro de ella sino fuese letrado recibido, con ocho años de
ejercicio público, y cuarenta de edad.

Art. 94. Los miembros de la Alta Corte de Justicia, serán nombrados por el Director del
Estado, con

noticia y consentimiento del Senado.

Art. 95. El Presidente será electo cada cinco años a pluralidad de sufragios, por los
miembros de ella y

sus fiscales.

Art. 96. La Alta Corte de Justicia, nombrará los oficiales de ella, en el número y forma
que prescribirá la

ley.

Art. 97. Conocerá exclusivamente de todas las causas concernientes a los enviados y
cónsules de las

naciones extranjeras; de aquellas en que sea parte una provincia, o que se susciten
entre provincia y

provincia, o pueblos de una misma provincia sobre límites u otros derechos


contenciosos; de las que

tengan su origen de contratos entre el Gobierno supremo y un particular; y últimamente


de las de aquellos funcionarios públicos de que hablan los artículos 20 y 28.

Art. 98. Conocerá en último recurso de todos los casos que descienden de tratados
hechos bajo la autoridad del gobierno; de los crímenes cometidos contra el derecho
público de las naciones, y de todos

aquellos en que según las leyes haya lugar a los recursos de segunda suplicación,
nulidad o injusticia

notoria.

Art. 99. Los juicios de la Alta Corte y demás tribunales de Justicia serán públicos:
produciéndose en la
misma forma los votos de cada juez para las resoluciones o sentencias de cualquiera
naturaleza que

ellas sean.

135

Art. 100. Informará de tiempo en tiempo, al cuerpo legislativo de todo lo conveniente


para las mejoras

de la administración de justicia, que seguirá gobernándose por las leyes que hasta el
presente en todo

lo que no sea contrario a esta Constitución.

Art. 101. Cada seis meses recibirá de las Cámaras de Justicia una razón exacta de las
causas y asuntos despachados en ellas, y de las que quedan pendientes, su estado,
tiempo de duración y motivos de

demora, instruida en el diario de despacho que deben llevar los escribanos de Cámara a
fin de que estando a la mira de que la justicia se administre con prontitud, provea lo
conveniente a evitar retardaciones indebidas.

Art. 102. Los individuos de esta corte ejercerán el cargo por el tiempo de su buena
comportación; y no

podrán ser empleados por el Poder Ejecutivo en otro destino sin su consentimiento y el
de la misma

Corte.

Art. 103. El Cuerpo Legislativo les designará una compensación por sus servicios, que
no podrá ser

disminuida mientras permanezcan en el oficio.

24.- CONVENCION ENTRE LAS PROVINCIAS DE BUENOS AIRES, SANTA FE

Y ENTRE RIOS (TRATADO DEL PILAR

Convención hecha y concluida entre los Gobernadores Don Manuel de Sarratea, de la


Provincia de

Buenos Aires, de la de Santa Fe, Don Estanislao López y el de Entre Ríos Don
Francisco Ramírez el

día 23 de febrero del año del Señor 1820, con el fin de poner término a la guerra
suscitada entre dichas
provincias, de proveer a la seguridad ulterior de ellas, y de concentrar sus fuerzas y
recursos en un gobierno federal, a cuyo efecto se han convenido en los artículos
siguientes:

Art. 1º. Protestan las partes contratantes, que el voto de la Nación y muy en particular el
de las provincias a su mando, respecto al sistema de Gobierno que debe regirlas, se ha
pronunciado a favor de la

federación, que de hecho admiten. Pero que debiendo declararse por diputados
nombrados por la libre

elección de los pueblos, se someten a sus deliberaciones. A este fin, elegido que sea
por cada Provincia popularmente su respectivo representante, deberán los tres reunirse
en el Convento de San Lorenzo

de la Provincia de Santa Fe, a los sesenta días contados desde la ratificación de esta
convención. Como están persuadidos que todas las Provincias de la Nación aspiran a la
organización de un gobierno

central, se compromete cada una de por si de dichas partes contratantes a invitarlas y


suplicarlas concurran con sus respectivos Diputados, para que acuerden cuanto pudiere
convenirles y convenga al

bien general.

Art. 2º. Allanados como han sido todos los obstáculos que entorpecían la amistad y
buena armonía entre las Provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe, en una
guerra cruel y sangrienta, por la ambición y criminalidad que habían usurpado el mando
de la Nación, o burlado las instrucciones de los

pueblos que representaban en Congreso, cesarán las hostilidades desde hoy


retirándose las divisiones

beligerantes de Santa Fe y Entre Ríos a sus respectivas Provincias.

Art. 3º. Los Gobiernos de Santa Fe y Entre Ríos, por si y a nombre de sus provincias,
recuerdan a la

heroica provincia de Buenos Aires, cuna de la libertad de la Nación, el estado difícil y


peligroso a que se

ven reducidos aquellos pueblos hermanos por la invasión con que los amenaza una
potencia extranjera,

que con respetables fuerzas oprime la Provincia aliada de la Banda Oriental. Dejan a la
reflexión de
unos ciudadanos tan interesados en la independencia y felicidad nacional, el calcular los
sacrificios que

costará a los de aquellas provincias atacadas el resistir un ejército imponente,


careciendo de recursos, y

aguardar de su generosidad y patriotismo, auxilios proporcionados a lo arduo de la


empresa, ciertos de

alcanzar cuanto quepa en la esfera de lo posible.

Art. 4º. En los ríos Uruguay y Paraná navegarán únicamente los buques de las
provincias amigas cuyas

costas sean bañadas por dichos ríos. El comercio continuará en los términos que hasta
aquí, reservándose a la decisión de los Diputados en Congreso, cualquier reforma que
sobre el particular solicitasen

las partes contratantes.

136

Art. 5º. Podrán volver a sus respectivas provincias aquellos individuos que por
diferencias de opiniones

políticas hayan pasado a la de Bs. As. o de ésta a aquella, aun cuando hayan tomado
armas y peleado

en contra de sus compatriotas, serán repuesto al goce de sus propiedades en el Estado


que se encontraren y se echará un velo a todo lo pasado.

Art. 6º. El deslinde de territorio entre las Provincias, se remitirá en caso de deudas a la
resolución del

Congreso general de Diputados.

Art. 7º. La deposición de la antecedente administración ha sido obra de la voluntad


general por la repetición de crímenes con que comprometía la libertad de la Nación, con
otros excesos de una magnitud

enorme; ella debe responder en juicio público ante Tribunal que al efecto se nombre;
esta medida es

muy particularmente del interés de los jefes del ejército federal que quieren justificarse
de los motivos

poderosos que le impelieron a declarar la guerra contra Bs. As. en noviembre del
próximo pasado y
conseguir con la libertad de la provincia de Bs. As., la garantía más segura de las demás
unidas.

Art. 8º. Será libre el comercio de armas y municiones de guerra de todas clases en las
Provincias Federales.

Art. 9º. Los prisioneros de guerra de una y otra parte serán puestos en libertad después
de ratificada

esta convención, para que se restituya a sus respectivos ejércitos o Provincias.

Art. 10º. Aunque las partes contratantes estén convencidas de que todos los artículos
arriba expresados son conformes con los sentimientos y deseos del Excmo. Sr. Capitán
General de la Banda Oriental

Don José Artigas; según lo ha expuesto el Sr. gobernador de Entre Ríos que dice
hallarse con instrucciones privadas de dicho Sr. Excmo. para este caso, no teniendo
suficientes poderes en forma, se ha

acordado remitirle copia de esta acta, para que siendo de su agrado entable desde luego
las relaciones

que puedan convenir a los intereses de la provincia de su mando, cuya incorporación a


las demás federadas se mirarían como un dichoso acontecimiento.

Art. 11º. A las 48 horas de ratificados estos tratados por la Junta de electores, dará
principio su retirada

el ejército federal hasta pasar el arroyo del Medio, pero atendiendo al estado de
devastación a que ha

quedado reducida la provincia de Bs. As. por el continuo paso de diferentes tropas,
verificará dicha retirada por divisiones de 200 hombres, para que así sean mejor
atendidas de víveres y cabalgaduras, y

para que los vecinos experimenten menos gravámenes. Queriendo que los Sres.
Generales no encuentren inconvenientes ni escaseces en su tránsito, para sí o para sus
tropas, el Gobernador de Bs. As.

nombrará un individuo que con este objeto les acompañe hasta la línea divisoria.

Art. 12º. En el término de dos días, o antes si fuere posible, será ratificada esta
convención por la muy

Honorable Junta de Representantes.

Hecho con la Capilla del Pilar, a 23 de febrero de 1820. Francisco Ramírez - Estanislao
López.
25.- TRATADO DE PAZ ENTRE SANTA FE Y BUENOS AIRES (TRATADO DE

BENEGAS

DESEOSOS de transar las desavenencias desgraciadamente suscitadas, poniendo


término a una guerra destructora entre pueblos hermanos, los infrascriptos ciudadanos,
de una parte los Dres. Mariano

Andrade y Matías Patrón, Diputado por Bs. As. y de la otra el Dr. Juan Francisco Seguí y
Pedro Tomás

de Larrachea, Diputados por Santa Fe, han acordado y convenido en los artículos que
subsiguen, canjeados previamente los respectivos poderes.

Art. 1º. Habrá paz, armonía y buena convivencia entre Bs. As., Santa Fe y sus
gobiernos, quedando

aquellos y estos en el estado que actualmente se hallan sus respectivas reclamaciones y


derechos salvo ante el próximo Congreso Nacional.

137

Art. 2º. Los mismos promoverán eficazmente la reunión de un Congreso dentro de dos
meses, remitiendo sus diputados a la ciudad de Córdoba por ahora, hasta que en unidad
elijan el lugar de su residencia futura.

Art. 3º. Será libre el comercio de armas, municiones y todo artículo de guerra entre las
partes contratantes.

Art. 4º. Se pondrán en plena libertad todos los prisioneros que existiesen recíprocamente
pertenecientes a los respectivos territorios con los vecinos hacendados extraídos de
ellas.

Art. 5º. Son obligados los gobiernos a remover, cada uno en su territorio, todos los
obstáculos que pudieran hacer infructuosa la paz celebrada, cumpliendo exactamente
las medidas de precaución, con que

deben estrecharse los vínculos de su conciliación y eterna amistad.

Art. 6º. El presente tratado obtendrá la aprobación de los sres. Gobernadores en el día y
dentro de ocho

siguientes será ratificado por las respectivas Honorables Juntas Representativas.

Art. 7º. Queda garante de su cumplimiento la provincia mediadora de Córdoba, cuya


calidad ha sido
aceptada y en su virtud suscriben los Sres., que la representan, que tanto han
contribuido con su oportuno influjo a realizarlo.

Hecho y sancionado en la estancia del finado D. Tiburcio Benegas; a las márgenes del
Arroyo del

Medio, el día 24 de noviembre del año del Señor de 1820.

26.- TRATADO DEL CUADRILATERO, CELEBRADO ENTRE LAS PROVINCIAS DE


BS. AS., SANTA FE, ENTRE RIOS Y CORRIENTES

1º. Queda sancionada una paz firme, verdadera amistad y unión entre las cuatro
provincias contratantes, cuya recíproca libertad, independencia, representación y
derechos, se reconocen y deben guardarse entre sí en igualdad de términos como están
hoy de hecho constituidas, sin que por este acto solemne se gradúen reanunciados los
que defiende Santa Fe sobre el territorio de Entre Ríos, por documentos legítimos y
amparos superiores, cuya reclamación legal, como las competentes a las demás de los

suyos y respectivos, son el soberano legítimo Congreso General, de todas las provincias
en la oportunidad que presente el orden de los sucesos americanos en su perfecta
tranquilidad y absoluta cesación

de oscilaciones políticas, cuyas innovaciones convenientes serán obedecidas, como


emanadas de la

Soberanía Nacional.

2º. Si los españoles, portugueses o cualquier otro poder extranjero invadiese o dividiese
la integridad

del territorio nacional, todas inmediatamente pondrán en ejercicio su poder y recursos


para arrojarlo de

él, sin perjuicio de haber oficialmente al gobierno agresor las reclamaciones que estimo
justas y oportunas.

3º. Subsiste la misma liga contra cualquier poder de los designados que incida en igual
defecto contra el

territorio particular o jurisdicción que cada una de las cuatro provincias disfruta de buena
fe, en pacífica

posesión, según las demarcaciones y términos respectivos, quedando divisorios


provisoriamente de la

del Entre Ríos y Corrientes, los arroyos Guayquiraró Miriñay, y Tranquera de Loreto, con
el territorio de
Misiones, sin perjuicio del derecho que defiende Santa Fe, de las cincuenta leguas que
su representante dice corresponderle por su fundación, y fueron deslindados hasta los
mojones, o al menos hasta el

río Corrientes, como los que tenga esta provincia a su favor, cuya decisión queda al
Soberano Congreso General.

4º. Ligan los mismos deberes contra todo poder americano que pretende usurpar por las
armas los derechos detallados en el artículo 1º. En cuya virtud, si alguna o todas las
demás provincias de la Nación

atacaren con fuerzas a cualquiera de las cuatro amigas, se les harán por todas en unión
las más serias

y formales protestas sobre su agresión, y caso de ser desatendidas, irán en su auxilio


las otras tres,

facilitando más a la invadida todos los recursos que necesite, que deberán satisfacerse
por ésta, concluida la guerra, a los plazos que se estipulen.

138

5º. Si la provincia invadida hubiese dado mérito a ello, en juicio de las tres éstas
entonces interpondrán

su mediación para con la agresora, a fin de que se evite la guerra, y si esta se prestase
en conformidad,

estará obligada a darle la satisfacción necesaria, sino correrá la suerte que ella misma
ha provocado;

más si este caso fuese a la inversa, obrarán las tres provincias consecuentes a lo
acordado en el artículo anterior.

6º. Ninguna de las provincias contratantes podrá declararse guerra u hostilidad, ni a otra
cualquiera del

territorio de la Nación sin acuerdo y consentimiento de las otras tres, por medio de
diputados autorizados a ese objeto, que a presencia y examen de las causales que
puedan ocurrir, la decida, y sin que

antes de verificarse un suceso tan funesto se pidan satisfacciones correspondientes a


las que se sospechen haber faltado a sus deberes respectivos.

7º. La de Bs. As. facilitará en cuanto permite su estado y recursos el armamento,


municiones y demás
artículos de guerra a cualquiera de las otras que los necesite y pida, cuyo importe de los
renglones que

se suministrasen, será satisfecho en la especie, modo y tipo que contratasen los


respectivos Gobiernos

quedando a más libre el comercio de aquellos entre las cuatro provincias.

8º. Queda igualmente libre el comercio marítimo en todas las direcciones y destinos en
buques nacionales, sin poder ser obligados a mandarlos abonar derechos, descargar
para vender sus mercaderías o

frutos por pretexto alguno por los Gobiernos de las cuatro provincias, cuyos puertos
subsisten habilitados en los mismos términos; sólo si, por obviar el perjudicial abuso del
contrabando, podrán ser reconocidos por los Guardas costas respectivos, como sus
licencias guías y demás documentos con que se

deban navegar, siendo decomiso lo que venga fuera de ellos.

9º. Buenos Aires por un principio de generosidad y buena correspondencia con el actual
gobernador de

Entre Ríos y el de Corrientes, da por condenados, sucedidos y cancelados, cuantos


cargos puede hacer

y reclamaciones justas, por los enormes gastos que le obligó causar la temeraria
invasión del finado

Ramírez, consagrando gustosos todos sus sacrificios al inestimable ídolo de la paz entre
hermanos

americanos, unidos con tan íntimas como sagradas relaciones, y esperando sólo la paga
de la gratitud a

los esmeros que ha prodigado a su logro.

13º. No considerando útil el estado de indigencia y devastación en que están envueltas


las provincias

de Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes, por dilatadas guerras civiles que han soportado a
costa de sangre, desembolsos, ruinas y sacrificios de todo género, su concurrencia a
diminuto Congreso reunido en

Córdoba, menos convenientes a las circunstancias presentes nacionales, y al de


separarse Bs. As. única en regular aptitud respectiva para sostener los enormes gastos
de un congreso, sus empresas marciales y en sostén de sus naciente autoridad, quedan
mutuamente ligadas a seguir la marcha política
adoptada por aquella en el punto de no entrar en Congreso por ahora, sin previamente
arreglarse, debiendo en consecuencia la de Santa Fe retirar su Diputado de Córdoba.

14º. Si consiguiente a la marcha política que se adopta, alguna de las provincias


contratantes creyere

después ser llegada la oportunidad de instalarse el Congreso General, se harán entre si


las invitaciones

correspondientes.

15º. El territorio de Misiones queda libre para formarse su Gobierno y para reclamar la
protección de

cualquiera de las provincias contratantes.

17º. Los presentes artículos serán ratificados por los Gobiernos de Santa Fe y Entre
Ríos, en el término

de dos días, y en el de veinte, por los de Bs. As. y Corrientes.

Acordados y sancionados en la ciudad capital de la Provincia de Santa Fe de la Vera


Cruz desde

el 15 de enero hasta hoy 25 del mismo año del Señor de 1822, trece de la libertad del
Sud.

139

27.- LEY FUNDAMENTAL DE 1825

RATIFICACION POR EL CONGRESO DEL PACTO CON QUE SE LIGARON LAS


PROVINCIAS UNIDAS AL SACUDIR EL YUGO DE LA DOMINACION ESPAÑOLA.
MEDIDAS PRELIMINARES DE

REORGANIZACION NACIONAL

Departamento de gobierno- Bs. As., Enero, 24 de 1825- El Congreso General


Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, tiene el honor de comunicar
al Exmo. Gobierno de Bs. As., que

reunidas ellas en Congreso, han reproducido con fecha de ayer, por medio de sus
Diputados y del modo más solemne, el pacto con que se ligaron desde el momento en
que, sacudiendo el yugo de la antigua dominación española se constituyeron en Nación
independiente. Las bases de este pacto son las

que se contienen en la ley adjunta. El Presidente, al comunicarla, según en ella misma


se dispone, al
Exmo. Gobierno de Bs. As., tiene la satisfacción de repetir a S. E. las consideraciones
de respeto que le

merece Alejo Villegas, Secretario. Exmo. Gobierno de la Provincia de Bs. As..

LEY

Bs. As., -Enero 23 de 1825- Congreso General Constituyente de las Provincias Unidas
del Río de

la Plata, ha acordado y decreta lo siguiente:

Art. 1º. Las Provincias del Río de la Plata reunidas en congreso, reproducen por medio
de sus diputados y del modo más solemnes el pacto con que se legaron las provincias
desde el momento en que,

sacudiendo el yugo de la antigua dominación española, se constituyeron en Nación


independiente y

protestan de nuevo emplear todas sus fuerzas y todos sus recursos para afianzar su
Independencia

Nacional y cuanto pueda contribuir a la felicidad general.

Art. 2º. El Congreso General de las Provincias Unidas del Río de la Plata, es y se
declara Constituyente.

Art. 3º. Por ahora, y hasta la promulgación de la Constitución que ha de reorganizar el


Estado, las Provincias se regirán interiormente por sus propias instituciones.

Art. 4º. Cuando concierne a los objetos de la independencia, integridad, seguridad,


defensa y prosperidad nacional, es del resorte privativo del Congreso General.

Art. 5º. El Congreso expedirá progresivamente las disposiciones que se hicieren


indispensables sobre

los objetos mencionados en el artículo anterior.

Art. 6º. La constitución que sancionare el Congreso será ofrecida a la consideración de


las Provincias y

no será promulgada, ni establecida en ellas hasta que haya sido aceptada.

Art. 7º. Por ahora, y hasta la elección del Poder Ejecutivo Nacional, queda este
provisoriamente encomendado al Gobierno de Bs. As., con las facultades siguientes:

Primera.- Desempeñar todo lo concerniente a negocios extranjeros: nombramiento y


recepción de ministros y autorización de los nombrados.
Segunda.- Celebrar tratados, los que no podrán ratificar sin obtener previamente
autorización del Congreso.

Tercera.- Ejecutar y comunicar a los demás Gobiernos todas las resoluciones que el
Congreso expida

en orden a los objetos mencionados en el artículo cuarto.

Cuarta. - Elevar a la consideración del Congreso las medidas que conceptúe


conveniente para la mejor

expedición de los negocios del Estado.

140

Art. 8º. Esta ley se comunicará a los Gobiernos de las Provincias Unidas por el
Presidente del Congreso.

Manuel Antonio de Castro, Presidente - Alejo Villegas, Secretario.

28.- PACTO FEDERAL DE 1831

Deseando los gobiernos de Bs. As., Entre Ríos y Santa Fe estrechar cada vez más los
vínculos que

felizmente los unen, y creyendo que así lo reclaman sus intereses particulares y los de la
República,

han nombrado para este sus respectivos diputados, a saber: el gobierno de Bs. As., al
Sr. Don José

Rojas y Patrón, el de Entre Ríos al Sr. Don Antonio Crespo, el de Santa Fe, al Sr. Don
Domingo Cullen;

quienes después de haber canjeado sus respectivos poderes, que se hallaron


extendidos en buena y

debida forma y teniendo presente el tratado preliminar celebrado en la ciudad de Santa


Fe el veintitrés

de febrero último, entre los gobiernos de dicha provincia y la de Corrientes, teniendo


también presente,

así como el tratado celebrado el 3 de marzo último en la capital de Entre Ríos, entre su
gobierno y el de

Corrientes, y finalmente considerando que la mayor parte de los pueblos de la República


han proclamado del modo más libre y espontáneo la forma de gobierno federal, han
convenido en los artículos siguientes:
Art. 1º. Los gobiernos de Bs. As., Entre Ríos y Santa Fe, ratifican y declaran en su vigor
y fuerza todos

los tratados anteriores celebrados entre los mismos gobiernos, en la parte que estipulan
paz, libertad,

independencia, representación y derecho.

Art. 2º. Las provincias de Bs. As., Entre Ríos y Santa Fe, se obligan a resistir cualquier
invasión extranjera que se haga, bien en el territorio de cada una de las tres provincias
contratantes o de cualquiera de

las otras que componen el Estado Argentino.

Art. 3º. Las provincias de Bs. As., Entre Ríos y Santa Fe, se ligan y constituyen en
alianza ofensiva contra toda agresión o preparación de parte de cualquiera de las demás
provincias de la República (lo que

Dios no permita), que amenace la integridad e independencia de sus respectivos


territorios.

Art. 4º. Se comprometen a no oír ni hacer proposición, ni celebrar tratado alguno


particular, una provincia por si sola con otra de las litorales, ni con ningún otro gobierno,
sin previo avenimiento expreso de

las demás provincias que forman la presente federación.

Art. 5º. Se obligan a no rehusar su consentimiento expreso para cualquier tratado que
alguna de las

tres provincias litorales quiera celebrar con otra de ellas o de las demás que pertenecen
a la República,

siempre que tal tratado no perjudique a otra de las mismas tres provincias o a los
intereses generales

de ella o de toda la república.

Art. 6º. Se obligan también a no tolerar que persona alguna de su territorio ofenda a
cualquiera de las

otras provincias, a sus respectivos gobiernos, y a guardar la mejor armonía posible con
todos los gobiernos amigos.

Art. 7º. Prometen no dar asilo a un criminal que se acoja a una de ellas, huyendo de las
otras dos por
delito, cualquiera que sea, y ponerlo a disposición del gobierno respectivo que los
reclame como tal.

Entendiéndose que el presente artículo solo regirá con respecto a los que se hagan
criminales después

de la ratificación y publicación de este tratado.

Art. 8º. Los habitantes de las tres provincias litorales gozaran recíprocamente la
franqueza y seguridad,

de entrar y transitar con sus buques y cargas en todos los puertos, ríos y territorios de
cada una, ejerciendo en ella su industria con la misma libertad, justicia y protección que
los naturales de la Provincia

en que residan, bien sea permanente o accidentalmente.

Art. 9º. Los frutos y efectos de cualquier especie que importen o exporten del territorio o
puertos de una

provincia a otra, por agua o por tierra, no pagarán más derechos que si fuesen
importados por los naturales de la Provincia a donde se exportan o importan.

141

Art. 10º. No se concederá en una provincia, derecho, gracia, privilegio o exención, a las
personas y

propiedades de los naturales de ella, que no se conceda a los habitantes de las otras
dos.

Art. 11º. Teniendo presente que alguna de las Provincias contratantes ha determinado
por ley que nadie puede ejercer en ella la primera magistratura sino sus hijos,
respectivamente, se exceptúa dicho

caso y otros de igual naturaleza que fuesen establecidos por leyes especiales.
Entendiéndose que en

caso de hacerse por una Provincia alguna excepción, ha de extenderse a los naturales y
propiedades

de las otras dos aliadas.

Art. 12º. Cualquier Provincia de la República que quiera entrar en la liga que forman las
litorales, será

admitida con arreglo a lo que establece la segunda base del artículo primero de la citada
convención
preliminar celebrada en Santa Fe, a 23 de febrero del presente año; ejecutándose este
acto con el expreso y unánime consentimiento de cada una de las demás provincias
federales.

Art. 13º. Si llegase al caso de ser atacada la libertad e independencia de alguna de las
tres provincias

litorales, por alguna otra de las que no entran al presente en la Federación, o por otro
cualquier poder

extraño, la auxiliarán las otras dos provincias litorales con cuántos recursos y elementos
estén en la

esfera de su poder, según la clase de la invasión, procurando que las tropas que envíen
las provincias

auxiliares sean bien vestidas, armadas y municionadas, y que marchen con sus
respectivos jefes y oficiales. Se acordará por separado la suma de dinero con que para
este caso debe contribuir cada Provincia.

Art. 14º. Las fuerzas marítimas y terrestres que, según el artículo anterior, se envíen en
auxilio de la

provincia invadida, deberán obrar con sujeción al gobierno de ésta, mientras pisen su
territorio y naveguen sus ríos en clase de auxiliares.

Art. 15º. Ínterin dure el presente estado de cosas y mientras no se establezca la paz
pública de todas

las provincias de la República residirá en la Capital de Santa Fe una Comisión


compuesta de un diputado por cada una de las tres provincias litorales, cuya
denominación será: «Comisión Representantiva

de los gobiernos de las provincias litorales de la República Argentina» cuyos diputados


podrán ser removidos al arbitrio de sus respectivos gobiernos, cuando lo juzguen
conveniente, nombrando otros inmediatamente en su lugar.

Art. 16º. Las atribuciones de esta Comisión serán:

1º. Celebrar tratados de paz a nombre de las expresadas tres provincias, conforme a las
instrucciones

que cada uno de los diputados tenga de su respectivo gobierno, y con la calidad de
someter dichos tratados a la ratificación de cada una de las tres provincias.

2º. Hacer declaración de guerra contra cualquier otro poder, a nombre de las tres
provincias litorales,
toda vez que estas estén acordes en hacer tal declaración.

3º. Ordenar se levante el ejército en caso de guerra ofensiva o defensiva, y nombrar el


general que deba mandarlo.

4º. Determinar el contingente de tropas con que cada una de las provincias aliadas deba
contribuir, conforme al tenor del artículo 13.

5º. Invitar a todas las demás provincias de la República, cuando estén en plena paz y
tranquilidad, a

reunirse en federación con las tres litorales; y a que por medio de un congreso General
Federativo, se

arregle la administración general del país, bajo el sistema federal su comercio interior y
exterior, su navegación, el cobro y distribución de las rentas generales, y el pago de la
deuda de la república consultando del mejor modo posible la seguridad y
engrandecimiento general de la República, su crédito interior y exterior, y la soberanía,
libertad e independencia de cada una de las provincias.

Art. 17º. El presente tratado deberá ser ratificado a los tres días por el gobierno de Santa
Fe, a los seis

por el de Entre Ríos, y a los treinta por el gobierno de Bs. As.

142

Dado en la ciudad de Santa Fe, a cuatro días del mes de enero del año de nuestro
Señor, de mil ochocientos treinta y uno. José María Rojas y Patrón - Antonio Crespo -
Domingo Cullen.

ARTICULO ADICIONAL

Siendo de la mayor urgencia la conclusión del presente tratado, y no habiendo


concurrido la provincia

de Corrientes a su celebración, por haber renunciado el señor general don José Ferré la
comisión que

se le confirió al efecto, y teniendo muy fundados y poderosos motivos para creer que
accederá a el en

los mismos términos que está concebidos, se le invitará por los tres comisionados que
suscriben a que,

adhiriendo a el, lo acepte y ratifique en todas y cada una de sus partes, del mismo modo
que si hubiese
sido celebrado conforme a instrucciones suyas con su respectivo comisionado.

Dado en la ciudad de Santa Fe, a cuatro días del mes de Enero del año de Nuestro
Señor, de mil ochocientos treinta y uno. José María Rojas y Patrón - Antonio Crespo -
Domingo Cullen.

ARTICULO ADICIONAL RESERVADO

Siendo notorio a todos lo gobiernos de la liga que los de Santa Fe y Entre Ríos no
pueden por ahora en

manera alguna hacer frente a los gastos de guerra, toda vez que ella se haga necesaria,
ambos gobiernos quedan obligados a contribuir con sus respectivos contingentes, según
lo establecido en el artículo

13 del tratado público celebrado en esta ciudad de Santa Fe, y en este día, entre las tres
provincias litorales, Santa Fe, Buenos Aires y Entre Ríos; y el Gobierno de Bs. As. se
obliga a proporcionarles cuantos recursos pecuniarios le sean posibles, según sus
atenciones y circunstancias, para fomentar el

equipo y apresto de las fuerzas con que cada uno de ellos debe contribuir conforme a la
designación del

contingente que previamente haya hecho la comisión representativa de los tres


gobiernos litorales.

Dado en la ciudad de Santa Fe a cuatro días del mes de Enero del Año del Señor de mil
ochocientos treinta

y uno. Domingo Cullen - José María Rojas y Patrón - Antonio Crespo.

Nos, el Gobernador y Capitán general de la Provincia de Santa Fe habiendo obtenido la


competente

autorización de la Representación de la Provincia, aceptamos, aprobamos y ratificamos


el presente tratado de alianza ofensiva defensiva y nos obligamos a cumplir y hacer
cumplir todos y cada uno de los

artículos estipulados en él; a cuyo efecto lo firmamos con nuestra mano, sellado con el
escudo de armas de la provincia, y refrendado por nuestro secretario, en Santa Fe, a los
seis días del mes de enero

del año de Nuestro Señor, de mil ochocientos treinta y uno.

(L S)- Estanislao López

Pedro de Larrechea
Paraná, enero 10 de 1831

En virtud de la honorable resolución de 9 del corriente y de las facultades que en ellas se


confieren al

gobierno, ratificase en todas sus partes el presente tratado celebrado por los
comisionados de las provincias litorales.

(L S) Pedro Barrenechea

Calixto de Vera

Secretario

Nos, el Gobernador y Capitán general delegado de la Provincia de Bs. As. en virtud de


especial autorización de la honorable Sala de Representantes, por decreto del 29 de
enero del presente año, aprobamos, aceptamos y ratificamos el presente tratado, que
fue celebrado en la ciudad de Santa Fe, a cuatro

días del mismo mes y año, en 18 artículos, y nos comprometemos solemnemente a


guardar, cumplir y

ejecutar cuanto se haya estipulado en todos y cada uno de ellos, a cuyo efecto, damos
el presente instrumento de ratificación, firmado con nuestra mano, sellado con el sello
del gobierno de la Provincia y

refrendado por el ministro secretario en el departamento de redacciones exteriores, en


Bs. As., a primero del mes de febrero del año del Señor, de mil ochocientos treinta y
uno.

(L S) Juan Ramón Balcarce

Tomas de Anchorena

143

29.- CONSTITUCION UNITARIA DE 1826

Art. 7. La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa, republicana


consolidada

en unidad de régimen.

El Poder Legislativo nacional estaba envestido en dos cámaras: una llamada de


representantes, compuesta de diputados elegidos directamente por el pueblo y a
pluralidad de sufragios, en proporción de
uno por cada 15000 habitantes o fracción de 8000; y otra cámara llamada Senado
formada por dos senadores de cada provincia y de la Capital, designados por Juntas
electorales de once individuos, que a

su vez serían elegidos directamente por el pueblo. En cada caso uno de los dos
senadores no debería

ni ser natural ni vecino de la Provincia que le correspondiera, con el objeto que el alto
cuerpo tuviera

carácter nacional y no federal, como ahora.

El mandato de los diputados duraba cuatro años y el de los senadores nueve. En otro
capítulo se reglamentaban los principios conocidos de derecho parlamentario - periodos
legislativos, privilegios e inmunidades.

Las atribuciones del Congreso eran, en gran parte, las que le pertenecen según la
constitución vigente.

El Poder Ejecutivo se confiaba a una sola persona, bajo el Título de «Presidente de la


República Argentina». Duraría en el cargo por el término de 5 años y no podría ser
reelecto a continuación. Remplazaríale interinamente, en caso de enfermedad o
ausencia o mientras se procediera a nueva elección en

caso de muerte, renuncia o destitución, el presidente del Senado.

La elección presidencial era indirecta, por colegios electorales (quince miembros de


cada provincia y la

capital) los que serían elegidos por el pueblo. Las atribuciones del Poder Ejecutivo eran,
más o menos,

las que hoy le están asignadas. Creábanse cinco ministerios cuyos titulares debían
autorizar las resoluciones del Presidente, sin cuyo requisito no tendrían efecto.

Los ministros podrían ser llamados por las Cámaras a recibir las informaciones que
estimaran convenientes. Ellos, lo mismo que el presidente, quedaban sujetos a juicio
político, que podía promover la

cámara de representantes y decidir el Senado. Todas estas innovaciones que se


produjeron en la organización del poder ejecutivo, obedecían al propósito de subsanar
deficiencias graves de la Constitución

del 1819, tomada como modelo por la comisión redactora de la de 1826, y son
antecedentes literarios

de la actual en esa parte.


El Poder Judicial sería ejercido por una Alta Corte de Justicia, Tribunales superiores y
demás juzgados

establecidos por la ley.

La primera se compondría de 9 jueces y dos fiscales, nombrados por el presidente de la


República con

noticia y consentimiento del Senado. El Presidente de la Alta Corte - nombrado


especialmente para ese

cargo- desempeñaría sus funciones durante cinco años; pero todos estos magistrados
conservarían sus

puestos mientras observasen buena conducta. Quedaban sujetos a juicio político. Sus
atribuciones

eran: conocer originaria y exclusivamente en todos los asuntos en que fuera parte una
provincia, o dos,

pueblos de una provincia, que discutieran límites y otros derechos contenciosos; en las
causas que fuera parte el poder ejecutivo con motivos de contratos o negociaciones del
mismo o de sus agentes; en

las concernientes a embajadores ministros plenipotenciarios o cónsules; en las de


almirantazgo; de todos los negocios de hacienda contenciosos; y de los crímenes
cometidos contra el derecho de gentes.

Dirimiría las cuestiones de competencia entre los demás tribunales superiores de la


Nación; examinaría

los breves y bulas, asesorando al poder ejecutivo; conocería de los recursos de fuerza
de los tribunales

eclesiásticos.

La «Administración Provincial» se encomendaba a los gobernadores y «Consejos de


administración».

Los primeros estarían bajo la inmediata dependencia del presidente de la república,


quien tendría la

facultad de nombrarlos a propuesta en terna de los consejos de administración. En 3


años se fijaba el

período de sus funciones. Los consejos se establecerían en cada capital de provincia y


el número de
sus miembros no excedería de quince ni sería menor de siete. Serían elegidos
directamente por el pue-

144

blo, en los mismos términos y bajo las mismas formas que los representantes
nacionales. Durarían dos

años renovándose por mitad cada año. El Presidente de la República quedaba facultado
para establecer el reglamento que determinará los períodos de reunión, el orden de los
debates y la policía interior

de estos consejos. Las atribuciones de tales cuerpos administrativo eran: reglar todo lo
concerniente a

establecer la prosperidad y el adelanto de las provincias, su policía interior, la educación


primaria, obras

públicas y cualesquiera establecimientos costeados y sostenidos por sus propias rentas,


crear empleos,

que proveería el gobernador: acordar anualmente el presupuesto de los gastos que


demandara el servicio interior de las provincias, establecer las rentas particulares y
reglar su recaudación. Los presupuestos provinciales así como las rentas particulares
que arbitraran los consejos, debían ser aprobados, para tener efecto por el Congreso y
el Presidente de la Nación. Los consejos, en fin tendrían el derecho de

peticionar a estas autoridades naciones cuanto juzgaran conveniente a la prosperidad de


la Provincia, o

para exigir la reforma de los abusos que se introdujeran en su régimen y administración.

La sección VIII de la Constitución contenía varias declaraciones de derechos y garantías


de la libertad

civil y política, análogas a las que se encuentran en la que ahora nos rige.

La reforma constitucional podía hacerla el mismo congreso ordinario con la colaboración


del poder ejecutivo, del cual dependía en definitiva, porque su oposición o veto sólo
podía contrarrestarse con las

tres cuartas partes al menos de cada una de las cámaras.

«DERECHO CONSTITUCIONAL ARGENTINO», J. GONZALEZ CALDERON, Buenos


Aires, 1927.

30.- PRONUNCIAMIENTO DE URQUIZA


¡VIVA LA CONFEDERACION ARGENTINA!

¡Mueran los enemigos de la Organización Nacional!

Cuartel General de San José, Mayo 1º de 1851

El Gobernador y Capitán General de Entre Ríos

CONSIDERANDO:

1º. Que la actual situación física en que se halla el Excmo. Sr. Gobernador y Capitán
General de Buenos Aires, Brigadier D. Juan Manuel de Rosas, no le permite por más
tiempo continuar al frente de los

negocios públicos, dirigiendo las Relaciones Exteriores, y los asuntos de Paz y Guerra
de la Confederación Argentina;

2º. Que en repetidas instancias ha pedido a la Honorable Legislatura de aquella


Provincia se le exonere

del mando Supremo de ella, comunicando a los Gobiernos Confederados su invariable


resolución de

llevar a cabo la formal renuncia de los altos poderes delegados en su persona por todas
y cada una de

las Provincias que integran la República.

3º. Que reiterar al General Rosas las anteriores insinuaciones, para que permanezca en
el lugar que

ocupa, es faltar a la consideración debida a su salud, y cooperar también a la ruina total


de los intereses

Nacionales, que él mismo confiesa no poder atender con la actividad que ellos
demandan;

4º. Que es tener una triste idea de la ilustrada, heroica y célebre Confederación
Argentina, el suponerla

incapaz, sin el General Rosas a su cabeza, de sostener sus principios orgánicos, crear y
fomentar instituciones tutelares, mejorando su actualidad, y aproximando el porvenir
glorioso reservado en premio á

las bien acreditadas virtudes de sus hijos.

En vista de estas y otras no menos graves consideraciones y en uso de las facultades


ordinarias y extraordinarias con que ha sido investido por la Honorable Sala de
Representantes de la Provincia, declara solemnemente a la faz de la República, de la
América y del Mundo.

145

1º. Que es la voluntad del pueblo Entre Riano reasumir el ejercicio de las facultades
inherentes a su

territorial soberanía, delegadas en la persona del Excmo. Sr. Gobernador y Capitán


General de Buenos

Aires, para el cultivo de las Relaciones Exteriores, y dirección de los negocios generales
de Paz y Guerra de la Confederación Argentina, en virtud del Tratado cuadrilátero de las
Provincias litorales fecha 4

de enero de 1831.

2º. Que una vez manifestada así la libre voluntad de la Provincia de Entre Ríos, queda
ésta en actitud

de entenderse directamente con los demás Gobiernos del Mundo, hasta tanto que
congregada la

Asamblea Nacional de las demás Provincias hermanas, sea definitivamente constituida


la República.

Comuníquese a quienes corresponde, publíquese en todos los periódicos de la Provincia


e insértese en el

Registro Oficial.

JUSTO JOSE DE URQUIZA

Juan F. Seguí – Secretario

31.- PROTOCOLO DE PALERMO DEL 6 DE ABRIL DE 1852

Los infrascriptos, Gobernador provisorio de la provincia de Buenos Aires, Camarista,


doctor Vicente

López; Gobernador y Capitán General de la provincia de Entre Ríos, General don Justo
José de Urquiza; Gobernador y Capitán General de la provincia de Corrientes, Mayor
General de dicho ejército, General don Benjamín Virasoro y el doctor don Manuel Leiva
revestido de pleno poderes para representar al

Excmo. Señor Gobernador y Capitán General de la provincia de Santa Fe, ciudadano


don Domingo
Crespo, reunidos en conferencia en Palermo de San Benito, residencia actual del señor
Gobernador y

Capitán General de la provincia de Entre Ríos, Brigadier don Justo José de Urquiza,
para considerar la

situación de la República, después de la caída del Poder dictactorial ejercido por el ex-
Gobernador don

Juan Manuel de Rosas, y ocurrido a la necesidad más urgente de organizar la autoridad


que, en conformidad a los pactos y leyes fundamentales de la Confederación, la
represente en las relaciones exteriores con las demás potencias amigas, con las que
tiene que mantener y cultivar los vínculos de amistad que la unen y además promover
otros arreglos proficuos a esas mismas relaciones, contrayendo

compromisos útiles que la cimienten, y

CONSIDERANDO:

1º) Que el derecho público argentino, desde que se instaló el Congreso General en la
Provincia de Tucumán y declaró la Independencia Nacional de todo otro poder extraño,
hasta la celebración del Tratado

del 4 de enero de 1831 sobre el punto a la autoridad competente para la dirección de


ese importante

asunto, había variado, según las diversas fases que había tenido la dirección de la
República;

2º) Que esta parte del derecho público constitucional de la República pareció asumir un
carácter más

definido desde que el Congreso General Constituyente promulgó la Ley Fundamental de


23 de enero de

1825, porque se le encomendó provisoriamente, hasta la elección del Poder Ejecutivo


Nacional Permanente, al Gobierno de Buenos Aires, entre otras facultades, la del
desempeño de todo lo concerniente a

los negocios extranjeros, nombramientos de ministros y la de celebrar tratados,


quedando su ratificación

sujeta a la autorización del Congreso;

3º) Que al disolver el Congreso Nacional y con él la Presidencia de la República,


reemplazándolo con
una autoridad provisional hasta la reunión de una convención nacional, la ley del 7 de
julio de 1827 declaró que las funciones de esa autoridad se limitarían a lo concerniente a
la paz, guerra, relaciones exteriores y hacienda nacional, y que posteriormente, por la
ley provincial de Buenos Aires de 27 de agosto de 1827, se dispuso que hasta la
resolución de las provincias, quedaba el gobierno de Buenos Aires,

encargado de todo lo que concernía a la guerra nacional y relaciones exteriores;

4º) Que aun cuando desde esa fecha hasta el 4 de enero de 1831, las provincias
confederadas estipularon entre sí diversos tratados, no se fijó en ellos de una manera
uniforme la autoridad que debía seguir

cultivando esas relaciones y estipulando en nombre de la República con los Poderes


Extranjeros y que

el mencionado pacto, denominado comúnmente de la Liga Litoral, a que adhirieron todas


las provincias

146

de la República, se confirió a la Comisión reunida en Santa Fe, las atribuciones que el


Congreso General tenía en la época de sus existencia, detallándolas por su artículo 16,
y que esa comisión dejó al gobierno de Buenos Aires la dirección de los negocios
exteriores, sometiendo sus actos a la aprobación

de ellas mientras permaneció reunida;

5º) Que posteriormente a su disolución y en la primera época de la administración del


dictador don Juan

Manuel de Rosas, los pueblos y los gobiernos confederados que habían aceptado
expresamente ese

tratado encargaron nuevamente al gobierno de Buenos Aires la dirección de los


negocios exteriores de

la República, como consta en las comunicaciones que obran en los archivos del
Departamento de Relaciones Exteriores del Gobierno de Buenos Aires, que han tenido a
la vista, con cuya facultad ha seguido

sin interrupción hasta que fue modificada por la casi totalidad de los mismos gobiernos
confederados a

quienes él les arrancó la concesión de esa prerrogativa fuese delegada a la persona del
Dictador; y no
ya en el gobierno de Buenos Aires, que no existía de hecho ni de derecho, pues que
aquél había conculcado todas sus leyes y arrebatado todos los poderes públicos, en
cuyo estado fue sorprendido por la

gloriosa victoria de Monte Caseros, el tres de febrero último;

6º) Que la desaparición de la escena política de don Juan Manuel de Rosas anuló de
hecho esa facultad, que se había abrogado su persona, y restituyó a los pueblos sus
respectivas partes de soberanía

nacional, pudiendo en tal virtud, delegarla en el gobierno confederado que gustase y


estuviese en mejor

aptitud de representar y defender sus derechos respecto del extranjero;

7º) Que el ejercicio de este derecho desde luego fue puesto en práctica por los
gobiernos de Entre Ríos

y Corrientes, autorizando plenamente a éste en mayo de 1851, al Excmo. Gobernador y


Capitán General de la Provincia de Entre Ríos, para que los representase en todo
cuanto pudiere tener relación con

los intereses políticos de la misma provincia y de la Confederación Argentina,


autorización que fue

puesta en ejercicio en dos convenios celebrados en mayo y en noviembre del mismo


año con el Brasil,

la República Oriental y las mencionadas provincias.

8º) Que Santa Fe, de acuerdo con las demás signatarias del tratado del 4 de enero de
1831, pacto fundamental de la Confederación Argentina, autorizó al Gobierno de la
Provincia de Buenos Aires, para

que continuase en la dirección de sus negocios, hasta un acuerdo posterior, en vista de


los respectivos

pronunciamientos de las demás provincias, a consecuencia del gran suceso ocurrido por
la victoria del

Grande Ejército en los Campos de Morón, lo que dicho gobierno ha verificado hasta el
presente, con la

aprobación de todas;

9º) Que habiéndose pronunciado ya la voluntad de las Provincias Confederadas


adhiriéndose a la política pacífica y de orden inaugurada por el Excmo. Señor General
don Justo José de Urquiza, como resulta de las notas de sus respectivos Gobiernos y de
las autorizaciones que han recibido, confiando la dirección de los asuntos exteriores de
la República y hasta la reunión del Congreso Nacional Constituyente a la persona del
Excmo. Señor General don Justo José de Urquiza.

RESUELVEN:

Que para dejar establecido este importante poder nacional y alejar todo motivo de duda
y ansiedad,

dando garantías positivas a los poderes extranjeros que se hallan o puedan hallarse en
relaciones con

la República y que sus compromisos y estipulaciones revistan carácter obligatorio para


la misma Confederación, queda autorizado el expresado Excmo. Gobernador y Capitán
General de la provincia de Entre Ríos, General en Jefe del Ejército Aliado Libertador,
Brigadier don Justo José de Urquiza, para dirigir

las relaciones exteriores de la República, hasta tanto que, reunido el Congreso Nacional,
se establezca

definitivamente el poder a quien competa el ejercicio de ese cargo.

Acordaron enseguida, que cada uno de los gobiernos signatarios del tratado del 4 de
enero de 1831

procediese inmediatamente al nombramiento de Plenipotenciario que debe concurrir a


formar la Comisión Representativa de los Gobiernos, para que reunida ésta en la
Provincia de Santa Fe entre desde

luego en el ejercicio de las atribuciones que le corresponde, según el artículo 16 del


mismo tratado.

147

Y finalmente, que la presente resolución, firmada por los Gobernadores y


Plenipotenciarios infrascriptos,

sea circulada a los gobiernos confederados para su conocimiento y aprobación y que


hasta que esta se

haya obtenido, los poderes signatarios de este protocolo y los gobiernos de Salta y
Córdoba reasuman

toda responsabilidad y trascendencia de este acto, obligándose como se obligan a


cumplir por sí los

compromisos que celebraron con las Naciones y Gobiernos extranjeros amigos, a cuyos
agentes, así
como a todos los gobiernos con quienes la Confederación estuviese en relación, se le
comunicará en

debida forma.

Para cuya validez y firmeza firman este protocolo en cuatro ejemplares en Palermo de
San Benito, a

seis días del mes de abril del año del Señor de mil ochocientos cincuenta y dos.

Fdo.: Justo José de Urquiza - Benjamín Virasoro - Vicente López - Manuel Leiva.

Terminada esta Conferencia y firma del protocolo de ella, los Excmo. señores
Gobernador y Plenipotenciarios de los Gobiernos signatarios de la Liga del Litoral de
1831, tomando en consideración los medios

de atender a los gastos que demanda el entretenimiento de las relaciones exteriores de


la Confederación Argentina, acordaron que por ahora y hasta la resolución del Congreso
Nacional, el Gobierno de

Buenos Aires continuará sufragando las cantidades necesarias al efecto, en las mismas
formas que

lo ha hecho hasta el presente, según las órdenes que librare sobre el tesoro de la
expresada Provincia

el Excmo. Señor Encargado de las Relaciones Exteriores.

En virtud de los cual los mismos Excmos. señores Gobernadores y Plenipotenciarios


suscribieron el

presente acuerdo en Palermo de San Benito, a los seis días de abril del año del Señor
de mil ochocientos cincuenta y dos.

Fdo.: Justo José de Urquiza - Vicente López - Benjamín Virasoro - Manuel Leiva.

32.- ACUERDO DE SAN NICOLAS DE LOS ARROYOS

Los infrascriptos, gobernadores y capitanes generales de las provincias de la


Confederación Argentina,

reunida en San Nicolás de los Arroyos, por invitación especial del Excmo. señor
encargado de las Relaciones Exteriores de la República, Brigadier general don Justo
José de Urquiza, a saber: el mismo excelentísimo general Urquiza como Gobernador de
la provincia de Entre Ríos, y representando a Catamarca, por ley especial de esa
provincia el excmo. señor don Vicente López, gobernador de la provincia de
Buenos Aires; el Excmo. señor general don Benjamín Virasoro, gobernador de la
provincia de Corrientes; el excmo. señor don Pablo Lecero, gobernador de la provincia
de San Luis; el excmo. señor general

don Nazario Benavides, gobernador de la provincia de San Juan; el excmo. señor


general don Celedonio Gutiérrez, gobernador de la provincia de Tucumán; el excmo.
señor don Pedro Pascual Segura, gobernador de la provincia de Mendoza; el excmo.
señor don Manuel Tablada, gobernador de la provincia

de Santiago del Estero; el excmo. señor don Manuel Vicente Bustos, gobernador de la
provincia de La

Rioja; el excmo. señor don Domingo Crespo, gobernador de Santa Fe.

Teniendo por objeto acercar el día de la reunión de un Congreso General que con
arreglo a los tratados

existentes y al voto unánime de todos los pueblos de la República, ha de sancionar la


Constitución política que regularice las relaciones que deben existir entre todos los
pueblos argentinos como pertenecientes a una misma familia, que establezca y defina
los altos poderes nacionales y afiance el orden y

prosperidad interior y la respetabilidad exterior de la Nación.

Siendo necesario allanar previamente las dificultades que pueden ofrecerse en la


práctica para la

reunión del Congreso, proveer a los medios más eficaces de mantener la tranquilidad
interior, la seguridad de la República y la representación de su soberanía durante el
período constituyente. Teniendo

presente las necesidades y los votos de los pueblos que nos han confiado su dirección,
e invocando la

protección de Dios, fuente de toda razón y de toda justicia. Hemos acordado y adoptado
las resoluciones siguientes:

1º. Siendo una ley fundamental de la República el tratado celebrado el 4 de enero de


1831 entre las

provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos, por haberse adherido a él todas las
demás provin-

148

cias de la Confederación, será religiosamente observado en todas sus cláusulas, y para


mayor firmeza y
garantía queda facultado el excmo. señor encargado de las Relaciones Exteriores para
ponerlo en ejecución en todo el territorio de la República.

2º. Se declara que estando, en la actualidad, todas las provincias de la República en


plena libertad y

tranquilidad, ha llegado el caso previsto en el artículo 16 del precitado tratado, de


arreglar por medio de

un congreso general federativo la administración general del país bajo el sistema federal,
su comercio

interior y exterior, su navegación, el cobro y distribución de las rentas generales, el pago


de la deuda de

la República, consultando del mejor modo posible la seguridad y engrandecimiento de la


República, su

crédito interior y exterior y la soberanía, libertad e independencia de cada una de las


provincias.

3º. Estando previsto en el artículo 9 del tratado referido los arbitrios que deben mejorar la
condición del

comercio interior y recíproco de las diversas provincias argentinas y habiéndose notado


por una larga

experiencia los funestos efectos que produce el sistema restrictivo seguido en algunas
de ellas, queda

establecido: que los artículos de producción o fabricación nacional o extranjera así como
los ganados

de toda especie que pasen por territorio de una provincia a otra serán libre de los
derechos llamados de

tránsito, siéndolo también los carruajes, buques o bestias en que se transportan y que
ningún derecho

podrá imponérseles en adelante, cualquiera sea su denominación, por el hecho de


transitar en el territorio.

4º. Queda establecido que el Congreso General Constituyente se instalará en todo el


mes de agosto

próximo venidero; y para que esto pueda realizarse se mandará hacer desde luego, en
las respectivas
provincias, elección de diputados que deban formarlo, siguiendo en cada una de ellas
las reglas establecidas por la ley de elecciones para diputados de las legislaturas
provinciales.

5º. Siendo todas las provincias iguales en derechos como miembros de la Nación, queda
establecido

que el Congreso Constituyente se formará con dos diputados por cada provincia.

6º. El Congreso sancionará la Constitución Nacional a mayoría de sufragios; y como


para lograr ese

objeto sería un obstáculo insuperable que los diputados trajeran instrucciones especiales
que restringieran sus poderes , queda convenido que la elección se hará sin condición ni
restricción alguna, fiando a

la conciencia, al saber y al patriotismo de los diputados, el sancionar con su voto lo que


creyera más

justo y conveniente, sujetándose a lo que la mayoría resuelva, sin protestas ni


reclamaciones.

7º. Es necesario que los diputados estén penetrados de pensamiento puramente


nacionales para que

las preocupaciones de localidad no embaracen la gran obra que emprenden; que estén
persuadidos

que el bien de los pueblos no se ha de conseguir por exigencias encontradas y


parciales, sino por la

consolidación de un régimen nacional, regular y justo; que estime la calidad de


ciudadanos argentinos

antes que la de provincianos y para que esto se consiga los infrascriptos usarán de
todos sus medios

para infundir y recomendar estos principios y emplearán toda su influencia legítima a fin
de que los ciudadanos elijan a los hombres de más probidad y de un patriotismo más
puro e inteligente.

8. Una vez elegidos los diputados e incorporados al Congreso no podrán ser juzgados
por sus opiniones ni por ningún motivo, ni por autoridad alguna hasta que no esté
sancionada la Constitución. Sus

personas serán inviolables durante este período. Pero cualquiera de las provincias podrá
retirar sus
diputados cuando lo creyera oportuno, debiendo, en este caso, sustituirlos
inmediatamente.

9. Queda a cargo del encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación, el


proveer a los gastos de viáticos y dietas de los diputados.

10. El encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación instalará y abrirá las


sesiones del

Congreso por sí, o por su delegado en caso de imposibilidad; proveerá a la seguridad y


libertad de sus

discusiones; librará los fondos que sean necesarios para la organización de su


despacho; y tomará todas aquellas medidas que creyese oportunas para asegurar el
respeto de la corporación y de sus

miembros.

149

11. La convocatoria del Congreso se hará para la ciudad de Santa Fe, hasta que,
reunido e instalado, él

mismo determine el lugar de su residencia.

12. Sancionada la Constitución -y las leyes orgánicas que fueren necesarias para
ponerla en prácticaserá comunicada por el presidente del Congreso al encargado de las
Relaciones Exteriores de la Confederación y éste la promulgará inmediatamente como
ley de la Nación, haciéndola cumplir y observar.

En seguida será nombrado el presidente constitucional de la República y el Congreso


Constituyente

cerrará sus sesiones dejando a cargo del Ejecutivo poner en ejercicio las leyes
orgánicas que hubiere

sancionado.

13. Siendo necesario dar al orden interior de la República, a su paz y respetabilidad


exterior todas las

garantías posibles, mientras se discute y sancione la Constitución Nacional, los


infrascriptos emplearán

por sí cuantos medios estén en la esfera de sus atribuciones para mantener en sus
respectivas provincias la paz pública y la concordia entre los ciudadanos de todos los
partidos, previniendo o sofocando
todo elemento de desorden o de discordia y propendiendo al olvido de los errores
pasados y estrechamiento de la amistad de los pueblos argentinos.

14. Si, lo que Dios no permita, la paz interior de la República fuese perturbada por
hostilidades abiertas

entre una u otra provincia, queda autorizado en encargado de las Relaciones Exteriores
para emplear

todas las medidas que su prudencia y acendrado patriotismo le sugieran para


restablecer la paz sosteniendo las autoridades legalmente constituidas; para lo cual los
demás gobernadores prestarán su

cooperación y ayuda en conformidad con el Tratado del 4 de enero de 1831.

15. Siendo de la atribución del encargado de las Relaciones Exteriores representar la


soberanía y conservar la individualidad nacional, mantener la paz interior, asegurar las
fronteras durante el período

constituyente, defender la República de cualquier pretensión extranjera y velar por el


exacto cumplimiento del presente acuerdo, es una consecuencia de estas obligaciones
el que sea investido de las

facultades y medios adecuados para cumplirlas. En su virtud queda acordado que el


excmo. señor general don Justo José de Urquiza, en el carácter de general en jefe de
los ejércitos de la Confederación,

tenga el mando efectivo de todas las fuerzas militares que actualmente tenga en pie
cada provincia, las

cuales serán consideradas desde ahora como partes integrantes del ejército nacional. El
general en jefe

destinará estas fuerzas del modo que crea conveniente al servicio nacional, y si para
llenar sus objetos

creyera necesario aumentarlas podrá hacerlo pidiendo contingentes a cualquiera de las


provincias: así

como podrá también disminuirlas si las juzgase excesivas en su número u organización.

16. Será de las atribuciones de encargado de las Relaciones Exteriores: reglamentar la


navegación de

los ríos interiores de la República, de modo que se conserven los intereses y regularidad
del territorio y
de las rentas fiscales; y lo será igualmente la administración de correos, la creación y
mejora de los caminos públicos y de posta de bueyes para transporte de mercaderías.

17. Conviniendo para la mayor respetabilidad y acierto de los actos del encargado de las
Relaciones

Exteriores, en la dirección de los negocios nacionales, durante el período constituyente,


el que haya

establecido cerca de su persona un consejo de estado con el cual pueda consultar las
casos que parezcan graves, queda facultado el excmo. señor para constituirlo,
nombrando a los ciudadanos argentinos

que por su saber y prudencia puedan desempeñar dignamente su elevado cargo, sin
limitación de número.

18. Atendidas las importantes atribuciones que por este convenio recibe el excmo. señor
encargado de

las Relaciones Exteriores, se resuelve que su título sea de director provisorio de la


República Argentina.

19. Para sufragar los gastos que demande la administración de los negocios nacionales
declarados en

este Acuerdo, las provincias concurrirán proporcionalmente con el producto de sus


aduanas exteriores

hasta la instalación de las autoridades constitucionales, a quienes exclusivamente


competirá el establecimiento permanente de los impuestos nacionales.

Artículo Adicional.- Los gobiernos y provincias que no hayan concurrido al Acuerdo


celebrado en esta

fecha, o que no hayan sido representadas en él, serán invitados a adherir por el director
provisorio de la

150

Confederación Argentina, haciéndoles a este respecto las exigencias a que da derecho


el interés y los

pactos nacionales.

Dado en San Nicolás de los Arroyos a los treinta y un día del mes de mayo del año mil
ochocientos cincuenta y dos.
Fdo.: Justo J. de Urquiza, por las Provincias de Entre Ríos y Catamarca. Vicente López -
Benjamín Virasoro - Pablo Lucero - Nazario Benavidez - Celedonio Gutiérrez - Pedro P.
Segura - Manuel Taboada - Manuel

Vicente Bustos - Domingo Crespo.

33.- CONSTITUCION DEL ESTADO DE BUENOS AIRES

Sancionada el 8 de abril de 1854 por la Sala de Representantes

Art. 1º. Establecía que «Buenos Aires es un Estado con el libre ejercicio de su Soberanía
interior y exterior mientras no la delegue expresamente en un Gobierno General».

Establecía la división tripartita de los poderes; el sistema bicamarista para el legislativo;


establecía el

régimen de la Asamblea General para elegir Gobernador, fijar impuestos y presupuesto,


examinar y

pronunciarse sobre las cuentas de la administración - crear y suprimir empleos -


conceder indultos y

amnistías - crear Tribunales de justicia - fijar las divisiones territoriales - fijar el ejército
permanente (arts.

49 al 61).

Creó una comisión permanente de tres senadores y cuatro representantes para que
actuara en receso

la Asamblea General, como guardián de la constitución y las leyes (arts. 62 al 69).

El poder ejecutivo estaba investido en un Gobernador elegido por tres años por la
Asamblea General,

no siendo reelegido sino después de un período; debía ser nativo del Estado o hijo de
nativo nacido en

el extranjero mientras su padre desempeñase cargo diplomático o consular (arts. 81, 82,
85, 86 y 87).

El poder judicial estaba deficientemente organizado en cuanto no fijaba número ni


composición de los

tribunales, ni término de sus mandatos, ni sus facultades, ni la intangibilidad de sus


emolumentos (Arts.

119 a 123). El régimen municipal estaba indicado o preceptuado sin definición ni


previsiones (art. 170).
El art.171. curándose en salud, establecía: «El Estado de Buenos Aires no se reunirá al
Congreso General sino bajo la base de la forma federal y con la reserva de revisar y
aceptar libremente la Constitución General que se diere».

Hacía una declaración de derechos y garantías más o menos acorde con las de las
Constituciones de

1819 y 1826.

34.- TRATADOS ENTRE LA CONFEDERACION Y EL ESTADO DE BUENOS

AIRES

Tratado del 20 de diciembre de 1854

Art. 1º. Ambas partes convenían en prescindir de la cuestión política, reconocer el


estado de cosas

existentes y comprometerse a no hacer uso de las armas para «dirimir la cuestión de la


reunión de Buenos Aires con las demás provincias argentinas».

Art. 2º. Establecía el cese de los aprestos militares.

Art. 3º. Determinaba que la negociación no implicaba renunciar a que por medios
pacíficos se tratase

de apresurar la incorporación de Buenos Aires al resto de la Confederación,


estableciéndose «una paz

firme y durable... sin la necesidad fatal de buscarla con el poder de las armas».

151

Tratado del 8 de enero de 1855

Art. 1º. Ambos gobiernos se obligaban a no consentir desmembración alguna del


territorio nacional,

comprometiéndose a unir sus esfuerzos en caso de que fuese amenazada la integridad


de la República.

Arts. 2º y 3º. Se establecía la mutua colaboración en la lucha contra los indios y se


aceptaba el principio de que la separación de Buenos Aires no alteraba las leyes de la
Nación «sobre la remisión a las

jurisdicciones competentes de los reos políticos en la forma que ella lo prescriben, ni la


fuerza de los
actos públicos pasados en uno y otro territorio, ni la ejecución y cumplimiento debido a
las sentencias o

actos judiciales, de los tribunales de uno y otro Estado».

Art. 4º. Quedaba reconocida la igualdad de banderas para todos los buques
matriculados en Buenos

Aires o en la Confederación.

Art. 5º. «Los buques de cabotaje del estado de Buenos Aires y los de la Confederación
serán admitidos

como hasta aquí, en los respectivos puertos, cualquiera sea su tonelaje, sin imponerles
otro derecho

que los que paguen los buques de cada estado en su propio territorio».

Art. 6º a 8º. Los productos naturales de cada estado: metales en pasta o acuñados,
animales vacunos,

caballares, lanares y mulares, se introducirán o circularán libremente en ambas


jurisdicciones.

Art. 9º. Las mercaderías extranjeras que saliesen de los puertos del estado de Buenos
Aires para los de

la Confederación, o de ésta para Buenos Aires, no pagarán otros mayores derechos que
los que fueran

impuestos a los que procediesen de otros mercados.

Art. 10º. El tránsito de mercaderías podía efectuarse por agua o por tierra.

Art. 11º. Ambos gobiernos comprometíanse a designar sobre la frontera el lugar donde
se establecería

la Oficina de Registro.

Arts. 12º y 13º. Fijaban las normas para mejor facilidad de las comunicaciones entre
todos los pueblos

de la República Argentina, estableciendo, tanto para los particulares como para los
correos de ambas

partes contratantes, la libertad de elegir la ruta que les conviniese. En cuanto a los
correos ordinarios
seguían como hasta entonces, pero el franqueo de las correspondencias se haría en las
oficinas de

origen, siendo entregadas las cartas en el lugar de destino libre de portes.

35.- PACTO DE SAN JOSE DE LAS FLORES

El Excmo. Sr. Presidente de la Confederación Argentina, Capitán General del Ejército


Nacional en

Campaña y el Excmo. Gobierno de Bs. As., habiendo aceptado la mediación oficial a


favor de la paz

interna de la Confederación Argentina, ofrecida por el Excmo. Gobierno de la República


del Paraguay,

dignamente representado por el Excmo. Señor Brigadier General Francisco S. López,


Ministro Secretario de Estado en el departamento de Guerra y Marina de dicha
República, decididos a poner término a

la deplorable desunión en que ha permanecido la República Argentina, desde 1852, y a


resolver definitivamente la cuestión que ha mantenido a la provincia de Bs. As.,
separada del gremio de las demás

que constituyeron y constituyen la Rep. Argentina las cuales unidas por un vínculo
federal, reconocen

por ley fundamental, la constitución sancionada por el Congreso Constituyente en 1º de


Mayo de 1853 -

acordaron nombrar Comisionados por ambas partes plenamente autorizados para que
discutiendo entre

sí, ante el mediador, con ánimo tranquilo, y bajo la sola inspiración de la paz y del
decoro de cada una

de las partes, todos y cada uno de los puntos en que hasta aquí hubiere disidencia entre
Bs. As. y las

Provincias Confederadas, hasta arribar a un convenio de perfecta y perpetua


reconciliación, quédase

resuelta la incorporación inmediata y definitiva de Bs. As. a la Confederación Argentina,


sin mengua de

ninguno de los derechos de la Soberanía Local, reconocidos como inherentes a las


pcias. confederadas, y declarados por la propia Constitución Nacional; y al efecto
nombraron a saber: por parte del Presidente de la Confederación Argentina a los Sres.
Brigadier Gral. D. Tomas Guido, ministro plenipotenciario de la Confederación Argentina,
cerca de S.S.M. el Emperador de Brasil y del Estado Oriental; Brigadier Gral. Juan
Esteban Pedernera, gobernador de la pcia. de San Luis y comandante de la circuns-

152

cripción del Sur; y Dr. Daniel Aráoz, diputado al Congreso Nacional por la pcia. de Jujuy;
y por la del

Gob. de Bs. As., a los señores Dr. Carlos Tejedor y D. Juan Bautista Peña, quienes
canjeados sus respectivos poderes, y hallados en forma convinieron en los artículos
siguientes:

1º) Bs. As. se declara parte integrante de la Confederación Argentina y verificará su


incorporación por la

aceptación y jura solemne de la Constitución Nacional.

2º) Dentro de 20 días de haberse firmado el presente convenio, se convocará una


convención Provincial

que examinará la Constitución de Mayo de 1853, vigente en las demás pcias.


argentinas.

3º) La elección de los miembros que formaran la Convención se hará libremente por el
pueblo y con

sujeción a las leyes que rigen actualmente en Bs. As.

4º) Si la Convención Provincial, aceptase la Constitución sancionada en mayo de 1853, y


vigente en las

demás pcias. Argentinas, sin hallar nada que observar a ella, la jurará Bs. As.
solemnemente en el día y

en la forma que esa convención provincial designare.

5º) En el caso que la convención provincial manifieste que tiene que hacer reformas en
la constitución

mencionada, esas reformas serán comunicadas al Gobierno Nacional para que,


presentadas al Congreso federal legislativo, decida en convocación de una Convención
ad hoc que las tome en consideración,

y a la cual la Pcia. de Bs. As. se obliga a enviar sus diputados con arreglo a su
población, debiendo
acatar lo que esta convención así integrada decida definitivamente, salvándose la
integridad del territorio de Bs. As., que no podrá ser dividido, sin el consentimiento de su
legislatura.

6º) Interin llega la mencionada época Bs. As. no mantendrá relaciones diplomáticas de
ninguna clase.

7º) Todas las propiedades de las provincias que le dan sus leyes particulares, como sus
establecimientos públicos de cualquier clase y género que sean, seguirán
correspondiendo a la Pcia. de Bs. As. y

serán gobernadas y legisladas por la autoridad de la Provincia.

8º) Se exceptúa del art. anterior, la Aduana, que, como por la Constitución Federal
corresponden las

Aduanas exteriores a la Nación, que da convenido en razón de ser casi en su totalidad


las que forman

las rentas de Bs. As., que la Nación garante a la Pcia. de Bs. As. su presupuesto de
1859 hasta 5 años

después de su incorporación, para cubrir sus gastos inclusive su deuda interior y


exterior.

9º) Las leyes actuales de Aduanas de Bs. As. sobre el comercio exterior, seguirán
rigiendo hasta que el

congreso nacional, revisando las tarifas de Aduana de la Confederación y Bs. As.,


establezcan la que

ha de regir para todas las aduanas exteriores.

10º) Quedando establecido por el presente pacto, un perpetuo olvido de todas las
causas que han producido nuestra desgraciada desunión, ningún ciudadano argentino
será molestado por hechos u opiniones políticas durante la separación temporal de Bs.
As., ni confiscados sus bienes por las mismas causas conforme a las Constituciones de
ambas partes.

11º) Después de ratificado este convenio, el ejército de la Confederación, evacuará el


territorio de Bs.

As., dentro de 15 días y ambas partes contratantes reducirán sus armamentos al estado
de paz.

12º) Habiéndose hecho ya en las provincias Confederadas la elección de Presidente, la


provincia de Bs.
As. puede proceder inmediatamente al nombramiento de electores para que verifiquen la
elección de

presidente hasta el 1 de Enero próximo, debiendo ser enviadas las actas electorales
antes de vencido el

tiempo señalado para el escrutinio general, si la Pcia. de Bs. As. hubiese aceptado sin
reserva la Constitución Nacional.

13º) Todos los generales, jefes y oficiales del Ejército de Bs. As. dados de baja desde
1852, y que estuviesen actualmente al servicio de la Confederación, serán restablecidos
en su antigüedad, rango y goce

de sus sueldos, pudiendo residir en la Pcia. o en la Confederación, según lo conviniere.

153

14º) La República del Paraguay, cuya garantía ha sido solicitada tanto por el Excmo. Sr.
presidente de

la Confederación Argentina, cuanto por el Excmo. Gob. de la provincia de Bs. As.


garante el cumplimiento de lo estipulado en este convenio.

15º) El presente convenio será ratificado por el Excmo. Sr. Presidente de la Rep. del
Paraguay, para la

ratificación del art. precedente en el término de 40 días o antes si fuera posible.

16º) El presente Convenio será ratificado por el Excmo. Señor Presidente de la


Confederación y por el

Excmo. Gobierno de Bs. As., dentro del término de 48 horas o antes si fuese posible.

En fe de lo cual el Ministro Mediador y los Comisionados del Excmo. Sr. presidente de la


Confederación

y del Excmo. Gobierno de Bs. As. lo han firmado y sellado con sus sellos respectivos.
Fecho en San

José de Flores, a los diez días del mes de Noviembre del año de 1859.

(L.S.) Francisco S. López

Tomas Guido Carlos Tejedor

Juan E. Pedernera Juan Bautista Peña

Daniel Aráoz (L.S.)


(L.S.)

36.- REFORMAS DE LA CONSTITUCION SANCIONADA EN SANTA FE

EL 1 DE MAYO DE 1853, ORDENADAS POR LA CONVENCION REUNIDA EN LA


MISMA CIUDAD

EL 23 DE SETIEMBRE DE 1860

La Convención encargada de decidir sobre las reformas propuestas por la provincia de


Bs. As., en la

Constitución de la Confederación Argentina, de 1 de mayo de 1853, habiéndolas tomado


en consideración, sanciona las siguientes reformas:

1º) Al artículo 3 ésta: «las autoridades que ejercen el gobierno federal, residen en la
ciudad que se

declare Capital de la República por una ley especial del Congreso, previa cesión hecha
por una o más

legislaturas provinciales, del territorio que haya de federalizarse».

2º) Al artículo 4 ésta: Suprimir «de las aduanas», y agregar después de exportación,
«hasta 1866, con

arreglo a lo estatuido en el inciso I del art. 64». El número de éste artículo será el que
corresponde según la nueva redacción.

3º) Al artículo 5 ésta: Suprimir «gratuita; y las Constituciones provinciales serán


revisadas por el Congreso antes de su promulgación».

4º) Al artículo 6 ésta: «el gobierno federal interviene en el territorio de las provincias para
garantir la

forma republicana de gobierno, o repeler invasiones exteriores, y a requisición de sus


autoridades constituidas para sostenerlas o restablecerlas, si hubiesen sido depuestas
por la sedición, o por invasión de

otra provincia».

5º) Al artículo 12 ésta: Agregar al final: «sin que en ningún caso puedan concederse
preferencias a un

puesto respecto de otro, por medio de leyes o reglamentos de comercio».

6º) Al artículo 15 ésta: Agregar al final: «y los esclavos que de cualquier modo se
introduzcan quedan
libres por el solo hecho de pisar el territorio de la República».

7º) Al artículo 18 ésta: Suprimir «las ejecuciones a lanza y cuchillo» y colocar la partícula
«y» después

de la palabra «tormento».

8º) Al artículo 30 ésta: Suprimir, «pasados diez años desde el día en que la juren los
pueblos».

9º) Al artículo 31 ésta: Agregar al final: «salvo para la provincia de Bs. As., los tratados
ratificados después del pacto de II de noviembre de 1859».

154

10º) Agregar después del artículo 31 los artículos siguientes con la numeración que
corresponde: «El

Congreso Federal no dictará leyes que restrinjan la libertad de imprenta o establezcan


sobre ella la jurisdicción federal».

«Las declaraciones, derechos y garantías que enumera la Constitución, no serán


entendidos como negación de otros derechos y garantías no enumerados, pero que
nacen del principio de la soberanía del

pueblo y de la forma republicana de gobierno».

«Los jueces de las Cortes federales no podrán serlo al mismo tiempo de los tribunales
de provincia, ni el

servicio federal, tanto en lo civil como en lo militar, de residencia en la provincia en que


se ejerza, y que

no sea la del domicilio habitual del empleado, entendiéndose esto para los efectos de
optar a empleos

en la pcia. en que accidentalmente se encuentre».

«Las denominaciones adoptadas sucesivamente desde 1810 hasta el presente, a saber:


Provincias

Unidades del Río de la Plata, República Argentina, Confederación Argentina, serán en


adelante nombres oficiales indistintamente para la designación del Gobierno y territorio
de las pcias., empleándose

las palabras «Nación Argentina» en la formación y sanción de las leyes».

11º) Al artículo 34 ésta: Suprimir «por la Capital, seis» y poner por la provincia de Bs.
As., doce».
12º) Al artículo 36 ésta: Agregar al final: «y ser natural de la provincia que lo elija, o con
dos años de residencia inmediata en ella».

13º) Al artículo 41 ésta: Sustituirlo así: «Solo ella ejerce el derecho de acusar ante el
Senado al presidente, vicepresidente, sus ministros y a los miembros de la Corte
Suprema y demás tribunales inferiores

de la Nación, en las causas de responsabilidad que se intenten contra ellos, por mal
desempeño o por

delito en el ejercicio de sus funciones; o por crímenes comunes, después de haber


conocido de ellos y

declarado haber lugar a la formación de causa por mayoría de dos terceras partes de
sus miembros

presentes».

14º) Al artículo 43 ésta: Agregar al final: «y ser natural de la pcia. que lo elija, o con dos
años de residencia inmediata en ella».

15º) Al artículo 41 ésta: Suprimir totalmente.

16º) Al artículo 64 ésta: Reemplazar el inciso I en éstos términos: «legislar sobre las
aduanas exteriores y establecer los derechos de importación, los cuales así como las
evaluaciones sobre que recaigan,

serán uniformes en toda la Nación; bien entendido que esta, así como las demás
contribuciones nacionales, podrán ser satisfechas en la moneda que fuese corriente en
las pcias. respectivas, por su justo

equivalente. Establecer igualmente los derechos de exportación hasta mil ochocientos


sesenta y seis,

en cuya fecha cesarán como impuesto nacional, no pudiendo serlo provincial».

Al inciso 9 agregarle al final: «sin que tales códigos alteren las jurisdicciones locales,
correspondiendo

su aplicación a los tribunales federales o provinciales, según que las cosas o personas
cayeren bajo sus

respectivas jurisdicciones»; y después de la palabra ciudadanía agregar: «con sujeción


al principio de la

ciudadanía natural; así como, etc., etc.».


Al inciso 28 suprimirle «examinar las constituciones provinciales y reprobarlas si no
estuviesen conformes con los principios y disposiciones de esta Constitución» y la
partícula «y».

17º) Al artículo 83 ésta: Suprimir el inciso 20; y poner en reemplazo del inciso 23 lo
siguiente: «el presidente tendrá facultad para llenar las vacantes de los empleos que
requieran el acuerdo del Senado y

que ocurran durante su receso, por medio de nombramientos en comisión que expedirán
al fin de la

próxima legislatura».

18º) Al artículo 86 ésta: Suprimirle «sin previo mandato o consentimiento del presidente
de la confederación».

155

19º) Al artículo 91 ésta: Sustituirlo por el siguiente: «El poder Judicial de la Nación será
ejercido por

una Corte Suprema de Justicia y por los demás tribunales inferiores que el Congreso
estableciese en el

territorio de la Nación».

20º) Al artículo 97 ésta: Suprimirle «de los conflictos entre los diferentes poderes público
de una misma provincia, de los recursos de fuerza», y reemplazar la parte final del
artículo, desde donde dice: «entre una provincia y sus propios vecinos y entre una pcia.
un Estado o ciudadano extranjero», por esto:

«y entre una provincia o sus vecinos, contra un Estado o ciudadano extranjero», y


agregar además,

«con la reserva hecha en el inciso II del art. 64», después de la frase «que versen sobre
puntos regidos

por la Constitución».

21º) Al artículo 101 ésta: Agregarle al final: «y el tiempo que expresamente se hayan
reservado por

pactos especiales al tiempo de su incorporación».

22º) Al artículo 101 ésta: Suprimir: y antes de ponerla en ejercicio la remite al Congreso
para su

examen».
Sala de Sesiones de la Convención Nacional ad hoc en Santa Fe, a veintitrés de
setiembre de mil ochocientos sesenta.

Mariano Fragueiro

Presidente

Lucio V. Mansilla Carlos M. Saravia

Secretario Secretario

37.- ACORDADA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DEL 10 DE SETIEMBRE DE


1930

En Buenos Aires, a los diez días de septiembre de 1930, reunidos en acuerdo


extraordinario los señores ministros de la Corte Suprema de Justicia, doctores don José
Figueroa Alcorta, don Roberto Repetto, don Ricardo Guido Lavalle y don Antonio
Sagarna y el procurador general de la Nación, doctor don

Horacio Rodríguez Larreta, con el fin de tomar en consideración la comunicación dirigida


por el señor

presidente del Poder Ejecutivo Provisional, teniente general don José F. Uriburu,
haciendo saber a esta

Corte la constitución de un gobierno provisional para la Nación, dijeron:

1º) Que la susodicha comunicación pone en conocimiento oficial de esta Corte Suprema
la constitución

de un gobierno provisional emanado de la revolución triunfante en seis de septiembre


del corriente año.

2º) Que ese gobierno se encuentra en posesión de las fuerzas militares y policiales
necesarias para

asegurar la paz y el orden de la Nación y, por consiguiente, para proteger la libertad, la


vida y la propiedad de las personas, y ha declarado, además, en actos públicos, que
mantendrá la supremacía de la

constitución y de las leyes fundamentales del país, en el ejercicio del poder.

Que tales antecedentes caracterizan, sin duda, un gobierno de hecho, que la doctrina
constitucional e

internacional se uniforma en el sentido de dar validez a sus actos cualquiera que pueda
ser el vicio o
deficiencia de sus nombramientos o de su elección en cuanto a su constitución y de
cuya naturaleza

participan los funcionarios que lo integran actualmente o que se designen en lo sucesivo,


con todas las

consecuencias de la doctrina de los gobiernos de facto, respecto de la posibilidad de


realizar válidamente los actos necesarios para el cumplimiento de los fines perseguidos
por él.

Que esta Corte ha declarado, respecto de los funcionarios de hecho que la doctrina
constitucional e

internacional se uniforma en el sentido de dar validez a sus actos, cualquiera que pueda
ser el vicio o

deficiencia de sus nombramientos o de su elección, fundándose en razones de policía o


de necesidad y

con el fin de mantener protegido al público y a los individuos cuyos intereses puedan ser
afectados, ya

que no sería posible a éstos últimos realizar investigaciones ni discutir la legalidad de las
designaciones

156

de funcionarios que se hallan en aparente posesión de sus poderes y funciones.


(Constantineau, «Public Officer and the Facto Doctrine», fallos, t. 148, p. 303).

Que el gobierno provisional que acaba de constituirse en el país, es pues, un gobierno


de facto, cuyo

título no puede ser judicialmente discutido con éxito por las personas en cuanto ejercita
la función administrativa y política derivada de su posesión de la fuerza como resorte de
orden y de seguridad social.

Que ello no obstante, si normalizada la situación, en el desenvolvimiento de la acción del


gobierno de

facto, los funcionarios que lo integran desconocieran las garantías individuales o las de
propiedad u

otras de las aseguradas por la Constitución, la administración de justicia encargada de


hacer cumplir

éstas las restablecería en las mismas condiciones y con el mismo provecho que lo
habría hecho con el
Poder Ejecutivo de derecho.

Y esta última conclusión, impuesta por la propia organización del Poder Judicial se halla
confirmada, en

el caso, por las declaraciones del gobierno provisional que, al asumir el cargo, se han
apresurado a

prestar juramento de cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes fundamentales


de la Nación,

decisión que importa la consecuencia de hallarse dispuesto a prestar el auxilio de la


fuerza de que dispone para obtener el cumplimiento de las sentencias judiciales.

En mérito de éstas consideraciones, el tribunal resolvió acusar recibo al gobierno


provisional, en el día,

de la comunicación de referencia mediante el envío de la nota acordada, ordenando se


publicase y registrase en el libro correspondiente, firmado por ante mí que doy fe.
Figueroa Alcorta - Repetto -

Guido Lavalle - Sagarna - Rodríguez Larreta.

38.- MODIFICACIONES A LA CONSTITUCION SANCIONADAS POR LA


CONVENCION NACIONAL CONSTITUYENTE, REUNIDA EN BUENOS AIRES, A

LOS ONCE DIAS DEL MES DE MARZO DE 1949

En 1949, la Convención Nacional Constituyente reunida en la Capital federal, en


cumplimiento de la ley

13233, sancionó diversas reformas a la ley fundamental de la República Argentina, las


que pueden

agruparse de la siguiente manera:

a) Supresiones - Se derogaron los arts. 38 (diputados de la primera legislatura), 39 (id de


la segunda),

41 (elección de los primeros diputados), 44 (competencia exclusiva de la cámara de


diputados), inc. 24

del art. 67 (milicias pciales.), 82, 83, 84, 85 (elección presidencial) 90 (memoria
ministerial al congreso),

93 (sueldo del ministro) y 102 (juicio por jurados).

b) Modificaciones - Se introdujeron enmiendas-algunas de fondo y otras meramente


formales - al
preámbulo y a los arts. 4 (tesoro nacional), 5) garantía federal de las instituciones
pciales.) 11 (derechos

de tránsito), 12 (tránsito interprovincial), 14 (derechos del habitante), 15 (abolición de la


esclavitud), 16

(igualdad ante la ley y las cargas públicas), 17 (propiedad privada), 18 (libertad


individual), 19 (principio

de reserva), 20 (derechos de los extranjeros), 21 (defensa de la patria y de la


Constitución), 23 (estado

de sitio), 24 (reforma de la legislación, 26 (navegación de los ríos interiores), 28


(incolumidad de derechos y garantías), 30 (reforma de la Constitución), 34
(incompatibilidad de funciones judiciales), 37

(composición de la cámara de diputados), 42 (duración del mandato de diputado), 45


(función de la cámara de diputados en el juicio político), 46 (composición del senado), 47
(elegibilidad de los senadores),

48 (duración del mandato de senador), 55 (reunión de las cámaras, 58 (facultades


disciplinarias de las

cámaras), 62 (desafuero), 63 (poder de información de las cámaras) 67 inc.1


(importación y exportación), inc. 2 (sistema impositivo), inc. 3 (empréstitos), inc. 5
(Bancos), inc. 7 (presupuesto), inc. 9 (navegación fluvial, puertos y aduanas), inc. 10
(valor de la moneda nacional y extranjera, pesas y medidas),

inc. 11 (legislación común y especial), inc. 12 (comercio), inc. 13 (correos), inc. 14


(límites, territorio),

inc. 15 (fronteras y trato con los indios), inc. 16 (legislación tendiente al bienestar y a la
prosperidad),

inc. 18 (renuncia del poder ejecutivo, escrutinio), inc. 22 (patentes de corso, represalias;
reglamento de

presas), inc. 23 (poderes militares), inc. 25 (entrada y salida de tropas), inc. 27


(legislación en la Capital

Federal y lugares adquiridos a provincias), 68 (iniciativa de la ley), 70 (aprobación tácita


de la ley), 71 y

72 (adición, corrección o rechazo de proyectos legislativos), 73 (fórmula de sanción de la


ley) 75 (acefa-

157
lía del poder ejecutivo), 76 (elegibilidad de presidente y vicepresidente), 77 (duración del
mandato y

reelección), 79 (retribución del presidente y vice), 80 (juramento del presidente y vice),


81 (elección presidencial) 86 inc. 2 (facultad reglamentaria del presidente), inc. 3 (gob.
de la Capital Federal), inc. 4 (facultades colegislativas), inc. 5 (nombramiento de jueces),
inc. 10 (otros nombramientos), inc. 11 (apertura de sesiones del congreso), inc. 12
(prórroga de sesiones ordinarias y convocatorias a extraordinarias), inc. 13 (recaudación
e inversión), inc. 14 (política exterior), inc. 15, 16, 17, 18 (poderes militares),

inc. 19 (estado de sitio), inc. 21 (ausencia del presidente), inc. 22 (nombramiento en


comisión), 87 (ministros del Poder Ejecutivo), 89 (funciones de los ministros), 92
(asistencia de los ministros al Congreso), 96 (inamovilidad y retribución de los jueces),
97 (condiciones para ser miembro de la Corte Suprema, nombramientos), 100
(competencia federal), 101 (competencia originaria y exclusiva de la Corte

Suprema), 108 (poderes delegados por las provincias).

c) Agregados - Se adicionaron normas sin correlativo en el articulado anterior y que


constituyen en el

nuevo texto los art. 15 (prohibición de atentar contra la libertad y de organizaciones


antidemocráticas),

37 (derechos del trabajador, de la familia, de la ancianidad y de la educación y de la


cultura), 39 (función social del capital) 40 (intervención del Estado en la economía,
propiedad de fuentes de energía y

servicios públicos), 68 inc. 28 (régimen impositivo y presupuesto de la Capital Federal),


inc. 29 (legislación electoral) y 83 inc. 23 (ordenamiento y régimen de servicios públicos).

d) Disposiciones transitorias - Además se adoptaron disposiciones transitorias sobre


ministerios, vigencia y juramento de la Constitución - renovación de acuerdos - reforma
de las Constituciones Provinciales y unificación de mandatos legislativos.

39.- EVOLUCION DEL PODER EJECUTIVO NACIONAL DESDE 1810

1810 - 24 de mayo: Presidente: Baltasar Hidalgo de Cisneros, Vocales: Juan


Nepomuceno Solá, José

Santos de Incháusrregui, Juan José Castelli y Cornelio Saavedra.

25 de mayo: Junta Provisional de Gobierno: Presidente: Cornelio Saavedra. Secretarios:


Mariano Moreno y Juan José Paso. Vocales: Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga,
Juan José Castelli, Manuel

Alberti, Domingo Matheu y Juan Larrea.


18 de diciembre: Junta Provisional de Gobierno: La misma Junta anterior, ampliada por
Diputados del

Interior: (Deán Gregorio Funes (Córdoba), Juan Ignacio Gorriti (Jujuy), José García de
Cosio (Corrientes), Juan Francisco Tarragorra (Santa Fé), Francisco de Gurruchaga
(Salta), José Antonio Olmos (Catamarca), José Julián Pérez (Tarija), Manuel Ignacio de
Molina (Mendoza), Manuel Felipe de Molina (

Tucumán). Por renuncia de Mariano Moreno y por fallecimiento de Manuel Alberti


ingresan Nicolás Rodríguez Peña e Hipólito Vieytes. Posteriormente ingresan: Marcelino
Poblet (San Luis), José Ignacio

Maradona (San Juan), Juan José Lami (Santiago del Estero) y Francisco Ortíz de
Ocampo (La Rioja).

1811 - 23 de septiembre: Primer Triunvirato: Feliciano Chiclana, Manuel de Sarratea y


Juan José Paso.

Secretarios: de Gobierno: José J. Pérez; Guerra: Bernardino Rivadavia: Hacienda:


Vicente López y Planes (Juan Martín de Pueyrredón y Bernardino Rivadavia
reemplazaron a Sarratea y Paso el 23 de marzo de 1812).

1812 - 8 de octubre: Segundo Triunvirato: Juan José Paso, Antonio Álvarez Jonte y
Nicolás Rodríguez

Peña (Gervasio Antonio de Posadas (19-8-13), Julián Pérez y Juan Larrea fueron
también triunviros por

renuncia de los primeros en distintas fechas).

1814 - 31 de enero: Director Supremo: Gervasio Antonio de Posadas. Secretaría de


Gobierno: Nicolás

Herrera; de Guerra: F. J. Diana; de Hacienda: Juan Larrea.

1815 - 15 de enero: Director Supremo: Carlos María de Alvear.

21 de abril: Director Supremo: José Rondeau (Ignacio Álvarez Thomas desempeñó


interinamente el

cargo mientras Rondeau estuvo en campaña.

1816 - 16 de abril: Director Supremo (Interino) Antonio González Balcarce.

158
3 de mayo: Director Supremo: Juan Martín de Pueyrredón. Secretaría de Gobierno y
Relaciones exteriores: Vicente López y Planes; de Hacienda: D. Grillo; de Guerra y
Marina: J. C. de Terrada.

1819 - 9 de Julio: Director Supremo: José Rondeau.

1820 - 11 de febrero: El Cabildo de Buenos Aires por disolución de los poderes asume
momentáneamente la representación nacional.

12 de febrero: Miguel de Irigoyen (Se hace cargo de los intereses generales y de las
relaciones exteriores por inexistencia de un gobierno nacional).

18 de febrero: Manuel de Sarratea.

6 de marzo: Juan Ramón Balcarce.

12 de marzo: Manuel de Sarratea.

2 de mayo: Idelfonso Ramos Mejía.

20 de Junio: Idelfonso Ramos Mejía, el Cabildo de Buenos Aires y Miguel Estanislao


Soler proclamado

por las tropas en el campamento militar de Luján.

4 de julio: Manuel Dorrego.

28 de septiembre: Martín Rodríguez; Secretaría de Gobierno: Bernardino Rivadavia; de


Hacienda: Manuel J. García; de Guerra: F.F. de la Cruz.

1824 - 2 de abril: Juan Gregorio de las Heras.

PRESIDENTE DE LA REPUBLICA

1826 - 8 de febrero: Presidente: Bernardino Rivadavia.

1827 - 7 de julio: Presidente Interino: Vicente López y Planes.

GOBERNADORES DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

1827 - 12 de agosto: Manuel Dorrego (A cargo de los intereses generales del País y de
las relaciones

exteriores por disolución del gobierno nacional.

1828 - 7 de diciembre: Juan Galo Lavalle.

1829 - 26 de agosto: Juan José Viamonte.

8 de diciembre: Juan Manuel de Rosas.


1832 - 17 de diciembre: Juan Ramón Balcarce.

1833 - 5 de noviembre: Juan José Viamonte (Interino).

1834 - 1 de octubre: Manuel Vicente Maza (Interino).

1835 - 13 de abril: Juan Manuel de Rosas (Encargado de las relaciones exteriores por
delegación expresa de las provincias).

1852 - 4 de febrero: Vicente López y Planes (Interino)

159

ENCARGADO DE LAS RELACIONES EXTERIORES

6 DE ABRIL: Justo José de Urquiza, Gobernador de Entre Ríos, por convenio conocido
como Protocolos de Palermo.

DIRECTOR PROVISORIO DE LA CONFEDERACION

31 de mayo: Justo José de Urquiza, por acuerdo de Gobernadores en San Nicolás de


los Arroyos.

PRESIDENTE DE LA CONFEDERACION ARGENTINA

1854 - 5 de marzo: Presidente: Justo José de Urquiza. Vicepresidente: Salvador María


del Carril.

1860 - 5 de marzo: Presidente: Santiago Derqui. Vicepresidente: Juan Esteban


Pedernera. (Derqui renuncia el 5 de noviembre de 1861 y asume la Presidencia
Pedernera quien, mediante decreto del 12 de

diciembre de 1861, declara en receso al Poder Ejecutivo Nacional).

ENCARGADO DEL PODER EJECUTIVO NACIONAL

1862 - 12 de abril: Bartolomé Mitre.

PRESIDENTES DE LA REPUBLICA ARGENTINA

12 de octubre: Presidente: Bartolomé Mitre. Vicepresidente: Marcos Paz (Paz fallece el


1º de enero de

1868).

1868 - 12 de octubre: Presidente Domingo Faustino Sarmiento. Vicepresidente: Adolfo


Alsina.

1874 - 12 de octubre: Presidente: Marcos Avellaneda. Vicepresidente: Mariano Acosta.


1880 - 12 de octubre: Presidente: Julio Argentino Roca. Vicepresidente: Francisco B.
Madero.

1886 - 12 de octubre: Presidente: Miguel Juárez Celman. Vicepresidente: Carlos


Pellegrini.

1890 - 8 de agosto: Presidente: Carlos Pellegrini, por renuncia de Juárez Celman.

1892 - 12 de octubre: Presidente: Luis Sáenz Peña. Vicepresidente: José Evaristo


Uriburu.

1895 - 22 de enero: Presidente: José Evaristo Uriburu, por renuncia del presidente
Sáenz Peña.

1898 - 12 de octubre: Julio Argentino Roca. Vicepresidente: Norberto Quirno Costa.

1904 - 12 de octubre: Presidente: Manuel J. Quintana. Vicepresidente: José Figueroa


Alcorta.

1906 - 12 de marzo: Presidente: José Figueroa Alcorta, por fallecimiento de Quintana.

1910 - 12 de octubre: Presidente: Roque Sáenz Peña. Vicepresidente: Victorino de la


Plaza.

1914 - 9 de agosto: Presidente: Victorino de la Plaza, por fallecimiento de Sáenz Peña.

1916 - 12 de octubre: Presidente: Hipólito Yrigoyen. Vicepresidente: Pelagio B. Luna


(Luna falleció el

25 de junio de 1919).

1922 - 12 de octubre: Presidente: Marcelo Torcuato de Alvear. Vicepresidente: Elpidio


González.

1928 - 12 de octubre: Presidente: Hipólito Yrigoyen. Vicepresidente: Enrique Martínez.

160

1930 - 6 de septiembre: Presidente de Facto: José Félix Uriburu. Vicepresidente:


Enrique Santamarina

(Santamarina renunció el 23 de octubre de 1930).

1932 - 20 de febrero: Presidente: Agustín P.l Justo. Vicepresidente: Julio Argentino Roca
(hijo).

1938 - 20 de febrero: Presidente: Roberto M. Ortíz. Vicepresidente: Ramón J. Castillo.

1942 - 27 de junio: Presidente: Ramón J. Castillo, por renuncia de Ortíz.


1943 - 4 de junio: Presidente de Facto: Arturo Rawson. Vicepresidente: Sabá H. Sueyro.

7 de junio: Presidente de Facto: Pedro Pablo Ramírez. Vicepresidente: Sabá H. Sueyro


(Sueyro falleció

el 17 de julio y fue reemplazado por Edelmiro J. Farrel).

1944 - 10 de marzo: Presidente de Facto: Edelmiro J. Farrel. Vicepresidente: Juan


Domingo Perón.

1946 - 4 de junio: Presidente: Juan Domingo Perón. Vicepresidente: Hortensio J.


Quijano.

1952 - 4 de junio: Presidente: Juan Domingo Perón. Vicepresidente: Hortensio J. Quijano


(Quijano falleció el 3 de abril de 1952, lo sucedió en el cargo el 7 de mayo de 1954
Alberto Teissaire.

1955 - 20 de septiembre: Presidente de Facto: Eduardo Lonardi. Vicepresidente: Isaac


Francisco Rojas.

13 de noviembre: Presidente de Facto: Pedro Eugenio Aramburu. Vicepresidente: Isaac


Francisco Rojas.

1958 - 1º de mayo: Presidente: Arturo Frondizi. Vicepresidente: Alejandro Gómez.


(Gómez renunció el

19 de noviembre de 1958).

1962 - 29 de marzo: Presidente Provisional: José María Guido, presidente provisional del
Senado.

1963 - 12 de octubre: Presidente: Arturo Umberto Illia. Vicepresidente: Carlos H. Perette.

1966 - 28 de junio: Presidente de Facto: Juan Carlos Onganía.

1970 - 8 de junio: Presidente de Facto: Junta de Comandantes en Jefe: Pedro A. J.


Gnavi, Presidente,

Alejandro Agustín Lanusse y Carlos A. Rey.

18 de junio: Presidente de Facto: Alejandro Agustín Lanusse.

1973 - 25 de mayo: Presidente: Héctor J. Cámpora. Vicepresidente: Vicente Solano


Lima.

Julio: Presidente Provisional: Raúl Lastiri, Presidente de la Cámara de Diputados por


renuncia de

Cámpora y Lima.
12 de octubre: Presidente: Juan Domingo Perón. Vicepresidente: María Estela Martínez
de Perón.

1974 - 29 de junio: Presidente: María Estela Martínez de Perón, por enfermedad de


Perón.

1º de Julio: Presidente: María Estela Martínez de Perón, por fallecimiento de Perón.

1976 - 24 de marzo: Presidente de Facto: Junta de Comandantes en Jefe.

29 de marzo: Presidente de Facto: Jorge Rafael Videla.

1981 - 29 de marzo: Presidente de Facto: Roberto E. Viola.

161

22 de diciembre: Presidente de Facto: Leopoldo Fortunato Galtieri.

1982 - 1º de julio: Presidente de Facto: Reinaldo B.A. Bignone.

1983 - 10 de diciembre: Presidente: Raúl R. Alfonsín. Vicepresidente: Víctor H. Martínez.

1989 - 8 de julio: Presidente: Carlos Saúl Menem. Vicepresidente: Eduardo Duhalde, por
renuncia de

Alfonsín y Martínez.

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