Yawar Fiesta Lectura
Yawar Fiesta Lectura
Yawar Fiesta Lectura
Corrían los años de 1930 y en Puquio, capital de Lucanas, provincia de Ayacucho, un “pueblo indio” conformado por cuatro ayllus
o barrios indios: Pichk’achuri, K’ayau, K’ollana y Chaupi. Entre ellos existía rivalidad para demostrar quién sobresalía más. Los
mistis o principales del pueblo (blancos y mestizos), descendientes de españoles y limeños que habían invadido el pueblo ya hacía
mucho tiempo atrás, se consideraban los favoritos.
Los mistis les arrebataban sus tierras a los indios mediante argucias legales y convertían terrenos tradicionalmente dedicados al
cultivo de papa y trigo en alfalfares para alimentar al ganado, pues la venta de carne era más rentable. Incluso invadieron las
tierras altas o puna, obligando a los indios de esa zona a entregarles ganado, un robo, y al abuso de trabajar la tierra como peones
(pongos).
Al acercarse las fiestas patrias del 28 de julio empiezan a oírse en el pueblo el sonido de los wakawak’ras, trompetas indias
hechas de cuernos de toro y que anunciaban las corridas de toros al estilo indio (toropukllay). Se comentaba que para esta
ocasión el ayllu de K’ayau se había comprometido a traer al toro Misitu, animal montaraz que vivía en la puna, al cual hasta
entonces nadie había podido sacarle de su lugar de origen.
Los del ayllu K’ayau lograron convencer al hacendado don Julián Arangüena, terrateniente, para que les cediera al Misitu, que
pasteaba en las tierras altas de su propiedad. Todos celebraron el acontecimiento y en el pueblo no se hablaba sino de las
próximas corridas que prometían ser todo un acontecimiento. Hasta mistis como el negociante don Pancho Jiménez se alegran,
más no el Subprefecto, quien consideraba las fiestas como algo bárbaro y pagano.
El Subprefecto anuncia la llegada de un documento de parte del Gobierno por la cual se prohibían en toda la República las
corridas de toro al “estilo indio”, a fin de evitar muertos y heridos. Los vecinos principales se dividen ante tal noticia: unos,
encabezados por don Demetrio Cáceres, el vecino principal, están de acuerdo con abolir lo que consideran una costumbre salvaje,
mientras que otros, a través de la voz de don Pancho, solicitan que al menos se permita ese año celebrar por última vez las
corridas según la costumbre india, pues los preparativos ya estaban avanzados. El Subprefecto se muestra inflexible y advierte
que castigará a quien se atreva contradecirle. Don Pancho es encarcelado, acusado de revoltoso. Las autoridades municipales
aceptan lo ordenado en la circular y como alternativa se acuerda la contratación de un torero profesional en Lima, a fin de realizar
corridas al estilo “civilizado”, es decir, español.
Enterados de la prohibición, los indios se reúnen en masa en la plaza principal, donde el alcalde y el vicario logran tranquilizarlos,
garantizándoles que de todas maneras habría toropukllay. El Subprefecto hace traer a su despacho a don Pancho, con quien tiene
una conversación muy accidentada; al final lo suelta, advirtiéndole que no azuzara a los indios, pues de lo contrario volvería a
prisión. Cuando ya estaba don Pancho retirándose, caminando en medio de la plaza, el Subprefecto ordena al Sargento que le
dispare por la espalda, pero el Sargento se niega a realizar tal villanía. Mostrando la degeneración moral de las autoridades
enviadas desde la capital.
Para preparar las fiestas los puquianos construyeron una carretera en
sólo 28 días, dirigidos por el Vicario del pueblo, desde Puquio a
Nazca, pero se produjo la sorpresa de la migración de miles de
lucaninos hacia Lima, la capital. La mayoría de los inmigrantes
andinos trabajaban como obreros, empleados y sirvientes, e invaden
terrenos en los cerros de El Agustino, en los arenales de Comas y
Villa el Salvador donde construyen viviendas precarias, aunque
también llegan a Lima algunos mistis adinerados quienes instalan
negocios y compran terrenos para vivienda en zonas residenciales. En
general, son tratados despectivamente por los limeños y llamados
“serranos” o “cholos” a modo de insulto. Los lucaninos residentes en
Lima forman una asociación para defenderse y apoyar a sus
coterráneos, el Centro Unión Lucanas. Su presidente es el estudiante
sanmarquino de derecho, Escobar, un mestizo de Puquio, influenciado
por el pensamiento de José Carlos Mariátegui, sociólogo marxista.
Regresemos al pueblo; el toro Misitu, cuya fama sobrepasaba los límites de la provincia de Lucanas. Vivía en la puna o zona alta,
abrigado por los queñuales de Negromayo, en K’oñani. El hacendado don Julián Arangüena había intentado capturarlo, sin
lograrlo, por lo que decidió regalarlo a los habitantes de K’ayau.
El Vicario convence a los varayok’s indios de construir un pequeño coso con troncos de eucaliptos para hacer el toreo en sitio
cerrado y no en el pampón.
Los puquianos rezan a los espíritus de los cerros, especialmente hacia el auki (jefe) K’arwarasu, padre de todas las montañas de
Lucanas para lograr la captura del Misitu. Encabezados por el varayok alcalde suben a su cumbre y entierran una ofrenda. De
regreso les acompaña el layka (brujo) de Chipau, quien se ofrece a guiarlos a capturar al toro. Los de K’ayau logran lacear al
Misitu y lo llevan a rastras hacia el coso de Puquio. El layka es envestido y destripado por el toro y su muerte es un sacrificio de
sangre para compensar el favor otorgado por el auki.
El día de las Fiestas patrias, apareció una multitud inmensa en Puquio, proveniente de toda la provincia de Lucanas e incluso de
otros lugares más lejanos, para ver el evento taurino que se realizaría en el coso
armado en la plaza de Pichk’achuri. Mientras tanto, don Pancho y don Julián fueron
encerrados en la cárcel por órdenes del Subprefecto, para evitar que revolvieran a los
indios. El Coliseo (coso) rebalsó y muchos se quedaron en las afueras, insistiendo
ingresar vanamente.
Entonces, apareció el Misitu en la Plaza con un cóndor enganchado en la espalda y de
inmediato ingresó el torero Ibarito
II, quien ante la música de los
wakawak’ras y el canto lúgubre
de las mujeres, sintió
inseguridad. Al principio capeó
bien, pero luego el toro buscó su
cuerpo y trató de arrollarlo,
aunque pudo escapar y
refugiarse en los escondederos.
Ello provocó la burla de los indios, quienes exigieron que salieran a torear
los suyos: el Wallpa, el Honrao, el Raura, el K’encho. El primero en ingresar
fue Wallpa, quien luego de dos hábiles capeadas, fue alcanzado por el toro,
que incrustó uno de sus cuernos en su ingle, clavándolo en uno de los
troncos de la cerca. Los demás toreros indios lograron con gran esfuerzo
separar al toro del cuerpo de Wallpa. Continuó capeando el Honrao, lo
aplaudieron, pero al saludar al público, el toro a traición le atravesó el
pulmón, el Kencho corrió hacia el toro, pero tropezó con una dinamita y
explotó. El varayo’k alcalde de K’ayau alcanzó un cartucho de dinamita al
Raura, con el que finalmente hirieron mortalmente al toro, mientras que
Wallpa sangraba a borbotones por la pierna hasta inundar el suelo con su sangre y los otros dos muertos. El alcalde le dijo
entonces al Subprefecto que así eran sus fiestas, el yawar punchay verdadero, el Yawar Fiesta o Fiesta de sangre.
ACTIVIDAD 7.¿Qué características tenía el toro Misitu?
1. Nro. de lectura, autor y contexto 8. ¿Cómo era la creencia del pueblo en los aukis?
2. Género, especie y tipo de texto 9. ¿Cómo trataron en Lima a los provincianos?
3. ¿Qué intención tendría el autor con ésta lectura? 10. Escoge 7 palabras quechuas y escribe su significado
4. ¿Es justificable la violencia del Yawar Fiesta? ¿Por 11. Tipo de narrador, tipo de espacio y Tiempo
qué? 12. Menciona los personajes
5. ¿Qué parte te llamó la atención? 13. Vocabulario de las palabras subrayadas
6. ¿Por qué es tan importante respetar las costumbres 14. ESCRIBE UN RESUMEN UTILIZANDO 12 ORACIONES
de los pueblos? 15. Dibujo
LISTA DE COTEJO NL
Identifica la estructura de un texto y los momentos de una lectura
Explica las relaciones entre personajes a partir de sus motivaciones
Deduce el propósito de un texto de estructura compleja y profundidad temática.
Elabora un Análisis de lectura (Cuestionario-Ficha Técnica)
Fundamenta su interpretación sobre las representaciones sociales e ideologías que se
desprenden del texto literario