Teo 8 MONOGRAFIA
Teo 8 MONOGRAFIA
Teo 8 MONOGRAFIA
JORGE VÉLEZ
DIRECTOR
BOGOTÁ
SEPTIEMBRE 18 DE 2009
1
Sustentación de Jorge Vélez
Teología en Obras Fundamentales de Heidegger
Del programa de Maestría Don Jorge Vélez quizás no haya recibido todo el
acumulado de conocimiento sobre Martín Heidegger demostrado en su
monografía. La maestría seguramente lo acercó al pensar hermenéutico,
que proviene de la ontología de la comprensión del Dasein y del modo
fenomenológico como camino para la exégesis del acto de vida. La
Maestría quizás también le dio motivo a Don Jorge para llevar a Heidegger
al terreno de la teología.
2
Que análisis heideggeriano del Dasein conforme una antropología y que de
esa antropología se sigan incisivos diseños de moral personal exisenciaria,
ese es el primer argumento convincente de esta monografía.
Que la critica a la metafísica clásica haya sido, tanto en Sein und Zeit y los
luego en los Bairtrage, punto de partida para desestimular de modo
definitivo la ontoteología y las “pruebas” filosóficas sobre Dios, esa fue una
clara intención del maestro y una oportuna memoria de esta monografía.
Y en fin, que si el Dasein no tiene un lenguaje, sino que habita mundos que
son lenguaje y que el mundo del lenguaje poético acerca lo que ni ciencia ni
filosofía pueden tematizar; y que la evocación poética es la forma única de
acercar lo que poéticamente nombramos Dios: esa es una oportuna vía que
se trabaja en esta monografía, en pleno momento de lingüistificación del
ser, del pensar y del existir y en pleno momento de volver a valorar el
sentido y el alcance del lenguaje sapiencial y poético para la génesis y
destino de la teología
3
ÍNDICE GENERAL
INTRODUCCIÓN GENERAL………………………………………………………………...4
CAPITULO I
COMPOSICIÓN MORAL DESDE LA ANTROPOLOGÍA DE SER Y TIEMPO.
Introducción
Preliminar a Ser y Tiempo………………………………………………………..........7
4
1.3 Moral personalista…………………………………………………………………36
“No me ocultes tú rostro” (Salmo 29)
1.4 Conclusiones……………………………………………………………………….38
CAPITULO II
IMPOSIBILIDAD DE CAMINO HACIA DIOS POR LA METAFÍSICA CLÁSICA, POR LA
Introducción
Preeliminar en torno a Los aportes a la filosofía………………………………….40
2.4 Conclusiones……………………………………………………………………...73
5
CAPITULO III
EL CAMINO HACIA DIOS COMO FORMA POÉTICA Y QUÉ PUEDE SABERSE DE DIOS
TEOLÓGICAMENTE.
3.3 Conclusiones…………………………………………………………………...112
CONCLUSIÓN GENERAL…………………………………………………………………..115
BIBLIOGRAFÍA.......................................................................................................117
6
INTRODUCCIÓN GENERAL
Hoy, por ejemplo, al contar con los “Estudios de mística medieval” se logra,
con mayor facilidad, acceder a una lectura religiosa de “Ser y Tiempo” y
7
determinar el influjo recibido por Heidegger, proveniente de Agustín, respecto a
una conducta, que el hombre debe asumir, y que puede calificarse de moral.
Uno de los grandes filósofos del siglo XX, es Martín Heidegger. De hecho
importantes teólogos tomaron contribuciones de la obra de ese gran pensador en
la elaboración de sus aportes. Pero aún resulta relevante encontrar una línea
conductora del pensamiento teológico que, en lo posible recorre paralelamente las
obras con algún sentido religioso de Heidegger; primordialmente explicando si
8
puede unir esa línea de pensamiento las dos obras que fueron cruciales en la
trayectoria del pensador: Ser y Tiempo y Los Aportes a la filosofía.
Dos trabajos que durante décadas permanecieron inéditas y que vieron la luz
pública, en alemán en 1995, “Estudios sobre mística medieval” e “Inducción a la
fenomenología”.
Podrán aclarar relaciones de pensamiento entre Heidegger y dos gigantes
de la reflexión cristiana: San Pablo y San Agustín. Es posible que permitan claves
para leer y entender teológicamente las obras que fueron consideradas
preponderantes del pensador de la existencia.
9
CAPITULO I
COMPOSICIÓN MORAL DESDE LA ANTROPOLOGÍA DE SER Y TIEMPO
INTRODUCCIÓN
Pocos libros ejercieron tanta influencia en las formas culturales del siglo XX.
En desarrollo de interpretaciones de la filosofía de ese escrito se formo, sobre
todo después de la segunda guerra, el movimiento existencialista con pensadores
tan importantes como Sartre, Jaspers, Marcel. Tal vez en la literatura de ese
tiempo, teatro y novela, primordialmente, el influjo definió las características
dominantes. No podemos olvidar los “caminos de la razón” de Sartre ni es fácil
desconocer el dominio alcanzando por autores como Camus.
La lectura inicial de “Ser y Tiempo” indicó para muchos, que la existencia
del hombre esta enfrentada a la orfandad de cualquiera manifestación divina,
afrontando la angustia, el absurdo y la muerte sin horizonte.
El sombrío panorama de la posguerra encontró en lo aparente de “Ser y
Tiempo” la mejor expresión de sus tribulaciones. Con el paso del tiempo, y
mediante una apreciación de tanta producción intelectual, se ha venido abriendo
la posibilidad de nuevas lecturas de “Ser y Tiempo”. Debe destacarse cómo el
pensamiento de Heidegger, a pesar de una presentación inicial tan sombría frente
al fenómeno religioso, cautivó, desde muy temprano, Teólogos tan importantes
10
como Bultmann, Rahner, Von Balthasar, tal vez despertando la intuición de éstos
acerca de la presencia en la obra de Heidegger subyace una gran cantera de
pensamiento que conduce, por la fe, a nuevos horizontes para ensayar originales
acercamientos a la divinidad. Define Mariano Álvarez, esta situación: “Los
grandes filosofías - la de Heidegger lo es sin duda alguna - se caracterizan entre
otros cosas porque hablan una y otra vez de nuevo, porque siempre tienen, algo
que decir o, dicho de otra forma, porque a través de ellos habla la verdad misma.
(Álvarez, 2004: 315)
11
circunspección propia de la solicitud (Frónesis), la comprensión propiamente
intuitiva (Sofía), el intelegir puro (Nous) (Ética a Nicómaco 1139b 15-18)
Al hablar de cuidado o cura, y concretamente sobre la relación con los entes a la
mano que denomina ocupación,
12
transforma en un puro mirar en derredor, carente de orientación y sin
ningún propósito ejecutivo”. (Heidegger, 2002: 36)
La otra forma del ser es la relacionada con los otros. La cura, el cuidado, se
desdobla en “procura” (Fürsorge). Es una conducta de especial solicitud con los
otros. El “quien” es el “Yo mismo”, en cada caso, el ser, es el mío. La unidad en
los despliegues del ser es el sujeto que tiene el carácter del si mismo.
Pero como la esencia del “ser-ahí” se funda en su existencia, el “Yo”, como
entidad para definirme, es muy rígido. Lo explica Heidegger:
13
mundo. “Ser en el mundo” es el mundo en cada caso ya siempre aquel que
comparto con otros.
14
El “procurar por”, en la vida real se mueve entre dos extremos. Uno en el
que se va al extremo de tratar al otro como un incapaz de asumir su propia vida o
sus propios asuntos asumiendo casi una curaduría, interviniendo en su ser,
“poniéndose en su lugar, sustituyéndolo a él, en el “curarse de” “El otro resulta
echado de su lugar, pasa a segundo término, para recibir posteriormente aquellos
de que se curó como algo acabado y puesto a su disposición, o para quedar
descargado totalmente de ello (Heidegger, 1962:138)
Se crea en esa forma una dependencia, una relación de dominante y
dominado. El otro extremo se refiera a un anticiparse al otro, en su “poder ser”
existencial, no haciéndolo a un lado, si no ayudándole a que lo asuma. Es un
complemento al otro. Por eso está en la antesala de un sentimiento amoroso.
“Por el contrario, el compromiso en común con una única causa se decide desde
la existencia (Dasein) expresamente asumida. Sólo esta autentica solidaridad
hace posible un tal sentido de las cosas, que deja al otro en libertad para ser el
mismo” (Heidegger, 2003 a: 147).
Los dos extremos el sustitutivo-dominante y el anticipativo liberador, abren
el abanico de las formas del convivir cotidiano. “Si el al ocuparse, como modo de
descubrimiento de lo a la mano, le es propia la circunspección, de igual manera la
solicitud está regida por el respeto (Rücksicht) y la indulgencia (Nachsocht)
“La apertura – implicada en el coestar de la coexistencia de otros, significa: en la
comprensión de ser del Dasein ya está dada, puesto que su ser es Coestar, la
comprensión de otros”. (Heidegger, 2003: 148). Se trata no de un dato del
conocimiento sino de “un modo de ser originario y existencial”.
No siempre están tendidos los puentes. Generalmente hay indiferencia,
ocultamiento y simulación que requiere sanear el camino que acerque y clarifique
lo que distancia.
Heidegger acude, no sin provocar discusión, al concepto de empatía “como
lo que “inicial” y originariamente posibilita y constituye a relación con los otros”.
“Debería - agrega Heidegger - , en cierto modo por primera vez, tender
ontológicamente el puente desde el propio sujeto, dado primeramente solo, hacia
15
el otro sujeto, que empezaría por estar enteramente cerrado” (Rivera P 149) “En
el estar con otros y vuelto hacia atrás hay según esto, una relación de ser de
Dasein a Dasein” (Heidegger, 2003: 149).
Esta relación de ser enfocada a los otros es una proyección “a otro” del
propio ser para consigo mismo. Lo lejos que vaya esa relación, en tal forma,
dependerá de la profundidad que alcance el conocimiento de sí mismo. O en otros
términos que sea-el-sujeto-transparente para si mismo y tenga franqueza con los
otros.
Volviendo a la empatía dice Heidegger: “no es la “empatía” la que
constituye el coestar, sino que ella es posible tan sólo sobre la base de éste y se
toma ineludible por el predominio de los modos deficientes del coestar (Heidegger,
2003: 149)
El ser del Dasein se podría presentar de muchas o maneras que
frecuentemente “falsean y deforman el convivir y el correspondiente conocimiento
mutuo debilitando la “comprensión y desviando” la atención hacia sucedáneos.
Se presentan actuaciones desviadas de las conductas ideales señaladas por
Heidegger, en las relaciones entre los hombres. Esas estructuras del ser, ideales,
no son tan fuertes como para que siempre sean observadas.
No es necesario que el hombre actué dentro que los modos de ser señalados
como “cura” o “cuidado”. El comportamiento humano sufre modificaciones al caer
en la cotidianidad y dejarse encasillar en el “uno”. Ya no procederá a solicitud
frente a los otros, habrá abandonado el cuidado de “si mismo” y probablemente
tratará con descuido a los entes que lo rodean.
Miremos otras conductas que presentan dualidades, por ejemplo la que
ocurre entre son ahí con” y el “ser con”. Este ultimo parece ser el ideal por cuanto
el “son ahí” con” implica indiferencia y extrañeza. Representa un modo de ser que
va en contravía de una sana organización social.
El “ser sólo” es una forma deficiente del “ser con”. Su posibilidad es la prueba de
la realidad del último. El “ser uno para otro”, “uno contra otro”, “uno sin otro”, el
pasar “del largo el uno con otro”, el “no importarle nada “uno a otro” son modos
16
posibles del “procurar por”, son todas ellas conductas que no favorecen el orden
social, ni facilitan y procuran un buen desempeño comunitario. Claramente tienen
que constituir conductas que van contra la ética. (Heidegger, 1962: 137-138)
Otra forma de proceder el “ser uno con otro”, es una forma de existir el “ser
–ahí” que con lleva conductas no aceptables es una recta convivencia y que
claramente tienen una significación ética, puesto que se señalan dos vías, una
aconsejable y una no afortunada. Oigamos lo que dice Heidegger:
“El ser uno con otro” que surge del hacer lo mismo, no sólo se
mantiene por lo regular dentro de límites superficiales, sino que tiene lugar
en los modos de la “distanciar” y “la reserva”.
El “ser uno con otro” de aquellos que se ocupan en la misma cosa
solo se alimenta frecuentemente de desconfianza. A la inversa, el común
entregarse a la misma causa emana del “ser ahí” realmente “empuñado” en
cada caso. Solo esta verdadera unión hace posible la justa objetividad que
deja al otro en plena libertad para consigo mismo” (Heidegger, 1962:139)
17
ahí” bajo el señorío de los otros. No es el mismo, los otros le han arrebatado el
ser” (Heidegger, 1962: 143). Esta realidad es la de estar enajenando a otros
estando, en tal forma, restringidas las posibilidades del sujeto para su personal
realización.
Otro principio que ha dado pauta para hablarse de un contenido ético en
“ser y tiempo” es el de tomar la muerte en una forma determinada de ser, en una
forma propia.
“El <ser ahí> está constituido por el estado de abierto, esto es por un
comprender encontrándose. Un “ser relativamente a la muerte” propio no puede
esquivarse ante la posibilidad más peculiar, irreferente, encubriéndola en esta fuga
e interpretándola torcidamente o al alcance de la “comprensividad del uno.
18
sentido de dinamicidad. La moralidad reside en la continua tensión del
hombre hacia el futuro escatológico, en concreto hacia Dios” (Vidal, 2000:
220)
En el número 9 del “Ser y Tiempo”, Heidegger nos recuerda que “El ente
cuyo análisis constituye nuestra tareas lo somos cada vez nosotros mismos. El ser
de este ente es cada vez el mío. En el ser este ente se las ha este mismo con su
ser. Como ente de este ser, él está entregado a su propio ser”. (Heidegger, 2003:
67)
El hombre es un ente a quien va en juego permanente la vida por la acción
de su ser. Ese ser nos afianza en nuestra entidad, en nosotros mismos o nos
deshace y envuelve con otros comprometiendo gran parte de lo que somos como
entes.
El “ser-Ahí” está en todo momento lanzado a la acción, y por lo tanto es un
centro donde se consideran a todo momento las posibilidades, por lo tanto soy un
19
proyecto y no algo terminando y definible a cabalidad. El “ser-ahí”, con estas
posibilidades logra escoger caminos en que puede como dice Heidegger;
“Escogerse, ganarse a sí mismo, pero también puede perderse, es decir no
ganarse jamás o solo ganarse aparentemente.
Haberse perdido y no haberse ganado todavía, él lo puede sólo en la
medida en qué por su ausencia, puede ser propio, es decir, en la medida en que
es suyo” (Heidegger, 2003:68)
De todas formas en el fragor de la vida no debemos olvidar qué somos,
por qué luchamos, procuraremos siempre recordar qué nos define y tener en la
mano la conducción de nuestros destinos.
La existencia propia se relaciona con la un ser que lucha por ser el mismo,
por centrarse y encontrarse en si mismo. “La existencia es así lo mas
intransferible, lo que menos se puede delegar, aquello en lo cual nadie puede
desplazarme; tomar mi lugar; y entonces, aquello sobre lo que se sostiene
(formalmente) todo sentido de responsabilidad”. Así describe ese eje del
pensamiento Heideggeriano Mauricio González R (González, 2005: XIII – XIV).
La construcción de la existencia debería conservar ese sentido de manejo
autónomo, propio, sin perder el centro. Otros trataran de manejar a un semejante,
de inmiscuirse en la intimidad de la existencia propia de otros. Ese peligro de vivir
cotidianamente posibilita una vida en la impropiedad.
En esta forma afrontamos un dilema de ser propio o impropio, en cuanto el
“Ser Ahí” esta determinado por el ser-cada-vez-mío. La impropiedad del “Ser-Ahí”,
no implica un ser de menos categoría o inferior. Explica Heidegger: “Por el
contrario, la impropiedad puede determinar al “Ser-Ahí” en lo que tiene más
concreto, en sus actividades, motivaciones, intereses y goces” (Heidegger, 2003:
68)
20
1.2.3. Caminos a la vida impropia
1.2.3.1 La cotidianidad
21
1.2.3.2 La curiosidad
Este aporte en “Ser y Tiempo” numero 36, nos pone ante una conducta
familiar del “Ser-ahí” sumido en la cotidianidad, y que tiene que ver con la
tendencia al "ver”. Este ver se refiere a tener claridad sobre algo en sentido
interno es decir de la forma en que la intuición da a la mente una comprensión.
Según lo trae a colación Heidegger, San Agustín, en los Confesiones,
tiene en el “ver” el centro de la concupiscencia. “Por eso se llama
“Concupiscencia de los ojos a la experiencia de todos los sentidos en general,
porque, cuando se habla de conocer, los otros sentidos hacen suya, por una cierta
analogía, la operación de ver, en la que los ojos tiene la primacía (Heidegger,
2003: 194)
¿Pero cuál es la incidencia de este concepto en la aclaración de lo que es
la vida cotidiana? Cuando la curiosidad está enseñoreada del ser-ahí ya no tiene
nada “a la mano” de cuyo acercamiento haya de curarse.
Se recrea en un ver cuanto pueda superficialmente el “ser-ahí”, captar pasando
de una a otra cosa en, aspecto fugaz.
“Pero la avidez de novedades que ha quedado en libertad no se cura de ver
para comprender lo visto, es decir, para entrar en un “Ser relativamente a esto”,
sino sólo para ver. Sólo busca lo nuevo para saltar de ello nuevamente a algo
nuevo”. (Heidegger, 1962: 191)
No se demora para dedicarse a la observación contemplativa siempre es el
afán por seguir tras algo nuevo. La avidez de novedades hace que el “Ser-ahí”
esté en todas partes y en ninguna en especial. Este afán presenta un “Ser en el
mundo” cotidiano, en el cual no hay amarras ni arraigo para el hombre.
Hay una extraña interacción entre los Habladurías y el afán de novedades.
Todo indica que los Habladurías inspiran el carrusel del afán de encontrar
novedades. La avidez de novedades, a la que nada le resulta cerrado, las
22
habladurías, a las que nada les queda por comprender se dan, es decir, dan al
“Ser –ahí” que es así, la seguridad de una presuntamente autentica “vida viva”.
1.2.3.3 La ambigüedad
Las relaciones de “Ser uno con otro” aparecen empañadas por la acción de
las habladurías, que con gran solicitud describen al otro, lo sitúan en su mundo, lo
23
carnetizan. La atmosfera social se torna pesada, pues todos querrán predecir el
comportamiento de los otros.
1.2.4. La caída
24
“Pero el que este mismo se dé a sí mismo en las habladurías y el
público “estado de interpretado” la posibilidad de perderse en el uno, de
caer en la falta de base, quiere decir esto: el “ser ahí” se está deparando a
sí mismo la constante tentación de la caída. El “ser en el mundo” es en sí
mismo “tentador”. (Heidegger 1962: 197)
Una vez caído el “Ser ahí” encuentra que todas sus inquietudes y dudas le
son resueltas por las habladurías y ambigüedad. Ellas tienen todo visto y
comprendido y en tal forma, dan al “ser ahí”, “la seguridad, genuidad y plenitud
de todas las posibilidades de su ser”.
El uno tiene la sensación de estar en la autentica vida viviendo “de la mejor
manera”, dando un “aquietamiento” al “ser-ahí”.
Tenemos tres conceptos que le vienen a Heidegger de su exploración
agustiniana: vida beata o vida auténtica, caída para Agustín en el pecado, para
Heidegger en la vida inauténtica, el otro es la tentación, que aparece, también
definida por Heidegger: “lo bajo atrae, busca rebajar lo alto”.
Cómo no pensar en lo similar de la vida en el pecado y la vida inauténtica
del uno; dice Heidegger: “Lo bajo tiene su fuerza en su capacidad de atracción, en
su bloqueo de la comprensión autentica y en el oscurecimiento de esta.
(Heidegger, 1997: 121).
Una vez el hombre se encuentra incurso en ese mundo impropio, alienado,
cada vez más, se ve impelido a una forma de ser el mismo, enredado en sus
contradicciones. De esta manera afronta el “Derrumbamiento”: “El Ser ahí” se
derrumba de sí mismo en sí mismo en la falta de base y el “no ser” de la
cotidianidad impropia” (Heidegger, 1962: 198).
25
“ser ahí” mismo. En otros palabras que pertenezca a la constitución del “ser ahí”.
Así lo expresa Heidegger:
“a este ser arrastrado sin elegir por el nadie, por obra del cual se
hunde el “ser ahí” en la impropiedad, sólo puede hacérsele dar marcha
atrás retrocediendo expresamente el “ser ahí” en busca de sí mismo desde
el “estado de perdido” en el uno (Heidegger, 1962: 292)
Un paso adelante que da el “ser ahí” para salir del “Uno” es el de hallarse
que implica que él se vea en su posible propiedad. Estamos en la antesala de la
consideración de la conciencia que es auto interpretación cotidiana del “ser-ahí”.
La conciencia abre, comunica algo, y lo hace invocando, llamando al “ser-
ahí” a su “poder sí mismo”.
No es fácil que el “ser-ahí” se concentre a oír el llamado de la conciencia
pues se encuentra sumido en la publicidad del “uno” y sus habladurías. Anota
Heidegger: “Si es que ha de poderse hacer volver al “ser-ahí” de este “estado de
perdido” del dejar de oírse - y de poderse por obra de él mismo – es necesario
que pueda ante todo hallarse a si mismo, a quien ha dejado de oír por oír al uno”
(Heidegger, 1962: 295)
Finalmente por la vocación la conciencia logra que el perdido retroceda en
busca de sí mismo. Para comenzar, nuestro filósofo establece como base de la
conciencia, el hecho de que ella abre, y por tanto pertenece al círculo de los
fenómenos existenciarios que constituyen el ser del “ahí” como estado de abierto.
Esas estructuras son: la del encontrarse, el comprender, el habla y la caída.
El análisis de la conciencia lleva adelante el estudio del “estado de abierto”.
Mediante esta aclaración elude Heidegger cualquier planteamiento de la
conciencia como una facultad del alma, el entendimiento, la voluntad o el
sentimiento.
El filósofo quiere tomar distancia de una conciencia moral. Pero bien vale la
pena anotar que la conciencia de Heidegger es útil en la corrección del rumbo de
26
la existencia caída en la vida inauténtica, como igualmente la conciencia, en la
vida creyente trata de recuperar al hombre caído en el pecado. Son demasiadas
coincidencias que permiten concluir que el esquema agustiniano de recuperación
moral y el de Heidegger de superar la inautenticidad tienen alguna relación, a mas
de permitir afirmar que sí existe una transfondo moral en “Ser y Tiempo”.
¿Cómo negarlo al ver el papel de la conciencia que retrotrae al hombre,
perdido en las habladurías de los inauténticos a su prístino sí mismo donde
campea su verdadera esencia y libertad?
Retornando al análisis de la conciencia debe recalcarse que ella “carece de
toda clase de fonación. Más bien suscita a un soliloquio para que el “ser-ahí” se
vuelva “hacia se mismo, es decir, hacia su más peculiar “poder ser”.
¿Pero ese íntimo llamado es de quién? Contesta el filósofo:
27
“La retrovocación prevocante de la conciencia da a comprender al
“Ser-ahí” que éste –fundamentado, afectado de no ser, de su proyección,
afectada de no ser, subsistiendo en la posibilidad de su ser-debe
retroceder del “estado de perdido” en el uno en busca de sí mismo, es decir
que es deudor” (Heidegger, 1962: 312)
1.2.6. La culpa
Este ente -“Ser-ahí” – siquiera necesita cargarse con una “deuda” por obra
de yerros u omisiones, le basta ser propiamente el deudor-que él es”. (Heidegger,
1962: 312). Siguiendo la vocación el “Ser-ahí” se ha escogido a si mismo este
“querer tener conciencia es “el mas original supuesto existencial de la posibilidad
del fáctico hacerse deudor”. (Heidegger, 1962: 313).
El aceptarse así mismo crea el marco en el cual el hombre realmente es
libre y por lo tanto, puede ser responsable. En esa forma, frente a los otros, sus
acciones resultan ser buenas o malas, en un sentido moral, y cargan con una
deuda frente a sus congéneres.
La culpa es casi la conciencia de la limitación estructural de la persona.
Frente a la vida somos seres restringidos, cortos y mortales. La culpa se
transforma de original a propio cuando mis acciones, tomadas en libertad,
afectan a mis semejantes.
Todo esto lo dice Heidegger, en su lenguaje difícil:
28
otros, deudor en cada caso ya para con ellos. Así se convierte en “querer
tener conciencia” en la esencial falta de conciencia dentro de la cual, y
únicamente dentro de la cual, se tiene la posibilidad existencial de ser
“bueno” (Heidegger, 1962: 313).
29
“La universalidad y el carácter insuperable de la determinación de la
situación de la libertad por la culpa en la historia una de la humanidad
implica una determinación originaria de la situación de la humanidad por la
culpa dada ya juntamente al principio, implica un “pecado original” (Rahner,
1998: 140)
30
“La vivencia de conciencia” emerge tras del acto o la omisión
cometida. “La “voz” sigue al yerro y apunta retrospectivamente al suceso
anterior con el que el “ser ahí” se cargó de una deuda….. “La “voz voca
ciertamente hacia atrás, pero saltando por encima del acto acaecido, hasta
el ser deudor yecto que es anterior a todo contraer una deuda” (Heidegger,
1962:316)
Los remordimientos no pueden dirigirse reprendiendo hacia el
encuentro original que hace el hombre de sus limitaciones y culpa. Mira hacia
delante, hacia el encuentro con sus posibilidades y los afectados que resulten de
sus acciones. La otra forma de ver la conciencia desde lo cotidiano se relaciona
con la “tranquilidad de conciencia”, que denotaría un “ser bueno”. Esto sería un
olvido de la vocación original de la conciencia, que nos encuentra deudores
peculiares. Desde lo cotidiano “los remordimientos de conciencia” no van al fondo
del fenómeno humano. Se sigue pensando en la tradición egipcia de un libro de
cuentas con “debe” y “haber” donde se carga y compensa.
Se objeta que no dispongamos de un contenido positivo en lo vocado: “La
esperanza de una indicación utilizable en cada caso acerca de posibilidades del
“obrar” de que se pueda disponer y con que se pueda contar de un modo seguro”
(Heidegger, 1962: 320)
No se debe acudir a un consumismo moral que esté contemplado en la
posibilidad del existir. Si todo se regula es poco lo que resta de posibilidades de
acción humana, de libertad. El hombre debe tener un derrotero que le asegure
permanecer en lo propio.
Refiriéndose al clamor de normas dice Heidegger:
31
rehusaría la conciencia a la existencia nada memos que la posibilidad de
obrar” (Heidegger, 1962: 320)
32
El “estado de resuelto” termina el proceso dirigido por la conciencia y que
restaura al “ser ahí” a su estado ideal de vida propia, en el cual se vuelva a un
contacto con las cosas a la mano, ocupándose de ellas, y en un coestar solicito
con los congéneres.
Pero viviendo en el mundo el hombre tiene que ingeniarse, como hacerlo,
desde el “si mismo”, sin caer en el estado del uno. Heidegger aclara el estado del
uno al que de nuevo puede caer el “ser ahí”.
“Para el uno es, por lo contrario, la situación esencialmente cerrada. El uno
sólo conoce la “situación general”, se pierde en las “ocasiones” inmediatas y
discute el “ser ahí” partiendo del cálculo de los “accidentes”, que tiene y da por su
peculiar obra, desconociendo el carácter de los mismos” (Heidegger, 1962: 326)
En el “estado de resuelto” el “poder ser” propio cuenta con la conciencia
que “no propone un vacuo ideal de existencia, pero si prevoca a la situación en
sus peligros. Indica al hombre como eludir las circunstancias que ofrezcan riesgos
de caer.
Es cuanto propone Heidegger en su planteamiento de dos clases de vida.
Más allá no sigue:
33
cautivar al hombre, al precio elevado de perder la libertad y la satisfacción de ser
sí mismo y de la manera mediante la cual, por la conciencia, puede reconquistar
lo malogrado.
El esquema de una moral dinámica que se trasluce en Ser y Tiempo,
coincide en mucha parte con los planteamiento de la denominada “Escuela de
Tubinga”.
El teólogo B. Häring nos describe las características de esa escuela:
34
En esa obra expone el filósofo de la existencia el sistema moral de san
Agustín. Miremos el paralelismo. El hombre está inicialmente llamado a un tipo
de vida que llama San Agustín:”Beata Vita”: Beate Vita est gaudium de veritate.
(Así, pues la vida feliz es el gozo de la verdad)
Comenta Heidegger:
35
Por las tentaciones, el hombre es llevado a la vida pecaminosa: La
concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la ambición del
mundo, son las vías de la caída. Para Heidegger la caída es orquestada por la
habladuría, la curiosidad y la ambigüedad.
En Agustín hay una molestia, que es un llamado a reconquistar lo perdido al
caer a la facticidad del mundo. Explica Heidegger: “Hemos de procurar ganar una
vita bona, hemos de hacerla nuestra. Nuestra vida tiene, pues, que importarnos a
nosotros mismo de alguna manera” (Heidegger, 1997: 102). En “Ser y Tiempo”
Heidegger describe la angustia que tiene cierto eco de la molestia de San Agustín.
Pero para la recuperación del camino perdido es fundamental la vocación
de la conciencia. Ese llamado “silencioso” a lo más intimo de nosotros mismos.
La reconquista de la vida ideal exige la vocación de la conciencia. Anota
Heidegger respecto a este salir de la postración del “uno”:
“La retrovocación provocante de la conciencia da a comprender al
“ser ahí” que éste - fundamento, afectado de no ser, de su proyección,
afectada de no ser, subsistiendo en la posibilidad de su ser - debe
retroceder del “estado de perdido” en el uno en busca de sí mismo, es
decir, que es deudor”. (Heidegger, 1962:312)
36
fides Dei, mundum cor videt Deum. (Heidegger, 1997:144). La vía de la
reconciliación en Heidegger no aparece expresa en ser y tiempo. Pero el paso de
la conciencia de un estado triste, perdido en el mundo, a un estado de resuelto,
nos indica un cambio radical e intempestivo.
En “Ser y Tiempo” no hay una explicación de cómo ocurre, en el sujeto, una
transformación tal que permita el paso al estado de resuelto. No podemos dejar de
pensar que, en este punto, Heidegger debió querer explicar esta transformación
por acción de la gracia.
Hugo Ott, exponiendo el influjo en Heidegger del fenómeno de la
justificación como la predicó Lutero, dice: “En Lutero ve Heidegger el surgimiento
de una <forma original de religiosidad>, como ni en los místicos se encuentra. Así
llega Heidegger a la discusión con los conceptos y contenidos de la fe, la gracia,
sobre todo con el axioma de la teología católica sobre las relaciones entre la
gracia y el hombre: gratia supponit naturam”… “Y la sentencia escolástica gratia
supponit naturam- la gracia supone la naturaleza: Naturaleza entendida como la
naturaleza humana pecadora (pecado original), defectuosa – quiere Heidegger
ahora diferenciarla, a saber: gracia y libertad, naturaleza y gracia, de donde se
desprenden las cuestiones de la justificatio (justificación) y de la doctrina
sacramental. El mismo justificará su existencia y su propia acción ante Dios,
escribió a Krebs: esto es justificatio en sentido Luterano” (Ott, 1993)
Aceptando esta interpretación, ciertamente lo primero es la angustia, luego
la vocación de la conciencia que terminan por sacar al ser-ahí de la vida
inauténtica. El “estado de resuelto” se tendría que explicar por una fuerza como la
gracia y la justificación al estilo Lutero. Esa fuerza de la gracia es resaltada así por
Barth:
“La gracia ataca a la raíz del pecado”… “Si estamos en la gracia, entonces
eso significa que Dios nos conoce como no pecadores. Para nosotros tal
como Dios nos conoce, el pecado como modo de ser necesario de nuestro
saber y querer se ha convertido en algo pretérito, superado, liquidado”…
37
“Un futurum inaudito e invisible, aeternum, de nuestra existencia, el futurum
de la posibilidad de Dios no – dada a nosotros, suplanta con rotundidad
descollante la totalidad de aquello que nosotros sabíamos y queríamos,
sabemos y queremos, sabremos y querremos como posible para el
hombre. Eso es gracia”… … (Barth, 1998:248).
38
1.3 Moral personalista
39
puede abrir espacios a la divinidad, aunque igualmente hay aperturas que pueden
convenir, como remate, al punto alcanzado en esta crucial obra de Heidegger.
Con posterioridad el filósofo bábaro asumirá expresamente el tema divino. Al
atacar la ontoteologia, rechaza la consideraron de Dios como el “ente supremo” la
“causa sui”. Ha escogido una vía mas influida por la mística, el sentimiento, como
acceso a Dios. En “Ser y Tiempo” hemos visto un planteamiento ético que coloca
al hombre en la antesala de ver el rostro de Dios por un cumplimiento. Ese rostro
de Dios es el supremo Bien.
Como cierre a “Ser y Tiempo”, podremos considerar primero a San
Agustín, en quien hemos visto a un gran inspirador de la vida a que esta llamado
el “ser Ahí”. Para el gran teólogo existen dos posibilidades de vida. Una la del
temor no casto: “Porque si amas sólo por temor de las penas que puede Dios
infligirte, sólo amas en la medida en que temes. No deseas lo bueno, tomas
simplemente tus precauciones frente a lo malo”. (Heidegger, 1997:154)
La otra del temor Casto. “Temer la separación es amar la verdad”. “El amor
puro va de consuno con la confianza. “Esta razón hace que si algo te lleva a huir
de él, realmente la confianza te debe llevar a huir a él. “¡Si quieren huir del airado,
huye al aplacado! Lo aplacarás, si tienes esperanza”.
Pero lo mas diciente es el comentario de Heidegger: “El primer temor, “el
temor de mundo” (Del mundo entorno y del mundo compartido), es la medrosidad,
que se embarga de uno, que se apodera de uno. El timor castus, por el contrario,
es el “amor nacido en y de uno mismo”, un amor que se encuentra su motivación
mayor en la esperanza genuina, en la confianza hecha a partir de sí mismo
(Heidegger, 1997:154)
Pero el más claro remate a “Ser y Tiempo” es un “sí” a Dios, expresado en
un proceso antropológico que apunta al bien y a la superación, no totalmente
expreso y confundido por categorías filosóficas nuevas.
El “no” a Dios como se quiso predicar por muchos de los existencialistas de
la posguerra, es una posibilidad de la libertad también es siempre lo fracasado, lo
40
que no ha llegado a feliz termino, lo que ha quedado atascado, lo que se niega a
si mismo y se suprime” (Rahner, 1998: 131).
El “no” sería la negación a la prolongación de un camino de superación en el bien.
1.4. Conclusiones
41
mirada de la actualidad y que destruye la ingenuidad de la creación y así paraliza
a esta” (Heidegger, 2005: 65)
Las normas éticas, el casuismo moral “Es una de esas fuerzas que
históricamente retienen el cambio y por lo tanto llevan a Heidegger a preferir un
sistema moral en el cual el hombre luche por unos grande ideales en una dinámica
que le lleve a una superación.
La ultima parte del capitulo es la mas apasionante por tratar de como
asoma el rostro de Dios a “ser y tiempo”. Fueron expuestas aproximaciones
posibles por San Agustín y Rahner basados en el supremo bien. No debemos
olvidar como Kant a pesar de dejar maltrechas las tradicionales pruebas de la
existencia de Dios, la única que encontró viable es la basada en el supremo bien.
Dice así H Küng; “El argumento moral parte de la necesidad de armonizar la
moralidad (como imperativo categórico) y el anhelo de felicidad del hombre.
Partiendo de aquí no es posible demostrar rigurosamente la existencia de Dios,
pero si << postularla>> como necesaria prácticamente moralmente: Dios como
condición de posibilidad del bien supremo” (H. Kang, 1979: 725)
Queda claro que “ser y tiempo” esta lejos de ser un libro ajeno a comportamientos
morales y que en vez de presentar un hombre desesperado y enfrentado al
absurdo lleva ecos de lo inefable.
42
CAPÍTULO II
IMPOSIBILIDAD DE CAMINO HACIA DIOS POR LA METAFÍSICA CLÁSICA, POR LA
ONTOTEOLOGÍA Y POR LA METAFÍSICA RECIENTE
INTRODUCCIÓN
PRELIMINAR ENTORNO A LOS APORTES A LA FILOSOFIA
Después del éxito entonces ganado con “el Ser y el Tiempo” Heidegger
confrontó una crisis al tratar de continuar desarrollando su pensamiento.
El centrar en el “Ser-ahí” todo el desarrollo del “Ser y Tiempo”, es decir, en
resultar encerrado en la consideración de la existencia, restringió el horizonte para
tratar el “ser” en su verdad y en su importancia histórica.
En “el Ser y el Tiempo” se conservó una carga amplia de pensamiento
metafísico y el filósofo no logró desprenderse de su tendencia a montar en la
subjetividad toda la investigación del ser, lo que llevó a realizar, para sus nuevos
trabajos, un giro, un cambio de orientación que se denomino “Kehre” en referencia
a un vocablo rural que denota la operación “torna”1.
43
Heidegger, en el “Ser y Tiempo” a pesar de tener, todavía, ataduras con la
metafísica, produce una obra muy cercana a lo puramente antropológico, a los
fenómenos humanos. Eso ya implicaba un rompimiento con el construir la filosofía
con categorías metafísicas.
El libro “Los Aportes a la filosofía” debe llegar a considerarse como el texto
central de la obra de Heidegger. Por mucha diferencia es la obra más abarcadora
de los temas fundamentales que ocuparon al filósofo. Para muchos “El Ser y el
Tiempo” y las “Contribuciones” son las dos obras más importantes de Heidegger.
Inclusive Poggeler gran conocedor del filósofo y de su producción filosófica, se
quejaba de no haber producido el pensador de la existencia su gran obra. A
medida que se penetra en el abstruso pensamiento de “Los Aportes” se
descubre que es el verdadero punto de giro en el cual se abarca lo primordial de
toda la producción filosófica de Heidegger. En “Los Aportes” se oye el eco del
pasado que permitió la estructuración de “Ser y El Tiempo”. En Los Aportes una y
otra vez se pasa revista, se controvierten, aspectos tratados en “Ser y Tiempo”.
Tal vez lo más importante del libro, que comentamos, es lo relativo al “ser”, a
más de contener un verdadero programa de temas fundamentales que dirigieron la
investigación filosófica de Heidegger. Es, en este sentido, un gran propósito, un
derrotero que condujo el pensamiento del connotado filósofo.
Como el gran trabajo tuvo una publicación póstuma, a partir de su redacción
en los años 1936-1938, los originales tienen gran cantidad de anotaciones que
muestran cómo iba el pensador confrontando el avance de sus disquisiciones con
sus propósitos iniciales.
Por otra parte debe resaltarse la importancia para la Teología de “Los
Aportes a la filosofía.” Realmente hay un gran contenido de elaboraciones
filosóficas sobre Dios y sus formas de llegar éste al hombre. El propósito de iniciar
un segundo comienzo, que dé oportunidad al ser olvidado, por centrarse el
interés en ente, en el primer comienzo, es de tanto alcance, que abre también la
consideración de la idea de Dios. Los dos conceptos de “Ser” y Dios toman en la
44
obra un cierto paralelismo. La exploración de las estructuras del ser-ahí, de la
interrelación del hombre con el ser, descubre estructuras que relacionan a Dios
con lo humano. De allí el mutuo acceso del ser y Dios.
No terminan allí las incursiones en los temas religiosos, pues en Las
“Contribuciones “se aborda la llegada del último dios”, recordando en cierta forma
la manera de Nietzsche tratar los asuntos de Dios. Pero lo mas particular es el uso
de temas bíblicos como lo mesiánico y el preveer un nuevo tiempo de redención
en la historia.
Para Heidegger existe un comienzo de la filosofía, que en su desarrollo
posterior, se convierte en toda la historia de la metafísica, y en la cual se
conforma el “olvido del ser”. El “ser” no es protagónico. El filósofo sigue todos los
pasos de este “primer comienzo”: De la manera como se crea un uso del ente, de
la forma como mediante el avance de la técnica, se llega a una civilización
egoísta, con la consecuencia de formarse un hombre plano, que en su
consumismo, atenta contra las formas de vida en la tierra.
Ese “Primer comienzo” fomentó una teología, con un aliento metafísico,
que combatirá con decisión Heidegger, pues para él no es el Dios de los de los
padres Bíblicos.
En los Aportes, nuestro pensador se propone abrir el debate hacia un
segundo comienzo de la filosofía que, debe propiciarse descubriendo cómo se
extravió, en el camino, el verdadero conocimiento del ser (Seyn) que debe dar el
fundamental impulso a la actividad humana. Deberá, el enseñoramiento del
“ser”, facilitar la alborada de un hombre nuevo, con distintos valores, donde no
sea el tener, sino por lo contrario el ser, su gran objetivo.
Se verá una nueva cultura y como es su resultado en materia religiosa
deberá conformarse un cambio radical. La fundamentación de los religioso estará
en el sentimiento, y no en elucubraciones metafísicas, seguramente no se
presentarán para el hombre más elaboraciones sobre su Dios, pues será lo más
alta posibilidad de comprensión de lo divino.
45
2.1. PRIMER COMIENZO
46
anticipatoria del desocultamiento de lo que surge y el presente estable como tal”.
De ahí en adelante Heidegger va señalando, magistralmente, cómo la metafísica
en movimiento, con Aristóteles y Platón, va convirtiéndose en esclava de la
consagración del ente, con el respectivo olvido del ser.
Dice el filosofo existencial “Parece justamente ser mantenido alejado en
toda metafísica, pues ésta (la metafísica) pregunta por cierto por el ser del ente,
pero no pregunta por el ser y olvida sobre el ente en su entidad justamente al ser
y su verdad. A lo que la metafísica pregunta (entidad), sujeta en la carencia de
necesidad, que no deja surgir una interrogación del ser y su verdad.” (Heidegger,
2006:307).
El ser desoculta el ente, pero de aquí en adelante no será considerado más
en la metafísica en su esencia y significado. El ser pasa por un lado, en el primer
comienzo para desparecer de la escena del pensamiento.
La aleteía va a continuar infundada. El pensamiento se estudia como
interpretación psicológica del sujeto, y en la evolución metafísica, terminará
convertido en Descartes en la relación sujeto-objeto. El pensar llega a ser yo-
pienso.
“El pensar es anticipación de la presencia como tal” Esta relación es el hilo
del pensar, sobre el cual, anticipando y uniendo, se crea la unidad de lo que sale
al encuentro y en esa forma esa unidad se presenta como el ente, en lugar del
verdadero ente. Esta es la forma en que el ente se transforma en objeto.
La entidad del ente pasa a ser fundamentada en el pensar del yo, de tal forma la
identidad se convierte en determinación esencial del ente como tal. Su progenie
no es difícil de encontrar, “procede de la aleteía de la fisis, de la presencia como
lo reunido desoculto en la desocultacion”. (Heidegger, 2003: 167)
Están así trazados los caminos para las evoluciones hacia el idealismo en la
metafísica.
47
2.1.1 El movimiento y el tiempo en el inicio de la filosofía
48
La pluralidad logra en el proceso convertirse, en lo uno que une mediante
lo general, Koinon (Koivov) y así este último “se convierte luego en primera y
última determinación de la entidad (del ser)”; este es lo mas general”.
Explica Heidegger: “Pero ello no es curioso sino necesario, pues desde el
comienzo el ser es solo así experimentado, y pensado como entidad, sólo a partir
del “ente”, en cierto modo ente, de la pluralidad y del retorno a esta.”
“Si la idea es planteada una vez como la entidad del ente y es concebida
como Koinon, entonces, pensada nuevamente a partir del ente en cierto modo,
(singular), tiene que ser junto a éste al máximo ente, el ontos = on
verdaderamente ente” (Heidegger, 2003 : 174- 175)
Lo que reúne y toma de aquí y allá elementos que le permiten agrupar lo
más general, Koinon es la concepción griega clásica del ser. Es una entidad, como
antes se aclaró, que funde en contenidos más amplios con: características
comunes, “los gene, uniéndose como unidades y así pro-cedencias o sea
“géneros” (175 B).
La conclusión de Heidegger es contundente: el ser que manejaron los
griegos, es un ser recontado que da identidad a los entes, que presenta al ente
para su identificación, cuya sola función es esa de animador de cosas. No es la
función profunda que Heidegger estudia y que en el hombre, en el ser-ahí,
permite que todo inclusive la cultura, el espíritu, la historia se deban realizar, en el
futuro, con su auspicio. En sus difíciles palabras, dice Heidegger, “La
interpretación del (ser), como Ousia (esencia) y ésta como idea (Koinon, gène)
concibe la entidad del ente y con ello el einai del “ON” (Heidegger, 2003: 175)
Los griegos pretenden comprender lo que ocurre cuando hace presencia
el ente, en su posterior captación. A eso se referían con la expresión Epekeira Tes
ousias= (más allá de la esencia).
Ese paso se da ya en el sujeto que conoce. Va a interrogarse en la psique
del hombre y se descubren múltiples cosas en ella, menos el ser en el hombre,
que ha quedado fuera, perdido en la obsesión por el ente, y como lo apropia la
mente.
49
La Epekeira abre las posibilidades de formas en las psique (Yuxm), como la
de la felicidad= eudaimonia, que recuerda los planteamientos éticos de lo bueno,
“lo apto, lo que fundamenta toda aptitud, por lo tanto como condición de la vida,
de la psique y por lo tanto de su esencia misma. Con ello está dado el paso al
“valor”, al “sentido”, al ideal. La pregunta conductora por el ente como tal está ya
en su límite y a la vez en el lugar, en el que recae, y ya no concibe más
originariamente la entidad, si no que valora, de modo que se da la valoración
misma como lo sumo (Heidegger, 2006:157)
El cristianismo encuentra una filosofía bien estructurada y vigente, que lo va
permeando en su presentación racional. En forma clara Heidegger, define la
transformación filosófica y teológica de las ideas platónico-aristotélicas en el
medioevo.
“Visto rectamente, la doctrina Cristiana no quiere comunicar un saber sobre
el ente, esto es, sobre qué es; su verdad es más bien totalmente verdad de
salvación. Se trata de la seguridad de la salvación del alma mortal individual.
Todos los conocimientos se hallan referidos al orden de la salvación y están al
servicio del aseguramiento y la promoción de la salvación. Toda historia resulta
historia de la salvación: creación, pecado original, redención, juicio final”
(Heidegger, 2000: 132-133).
Heidegger también acentúa el peligro para la teología de identificar el Dios
creador de la Biblia con aquel de la metafísica sobre el fundamento causal del
ente en general.
Define Nestor Corona la relación de Platón y Aristóteles con la filosofía medioeval
así:
“En general es usada y transformada dentro del cuerpo de tal
teología cristiana, y no se salvaría como filosofía -filosofía cristiana”- porque
lo que la fe dice permanece abismalmente ajeno a la filosofía: lo que allí se
tiene sería <doctrina cristiana>, que usa para su exposición sistemática
conceptos tomados de la filosofía, pero dotándolos de un sentido que es
abismalmente ajeno al sentido filosófico originario” (Corona, 2002: 68)
50
2.1.3. El nominalismo
51
2.1.4. Descartes
“Ratio es, por lo tanto, otro nombre para el, subiectum, para lo que
subyace. Así, una designación referida al comportamiento humano
(enunciativo) accede al papel de termino conceptual que indica lo que
constituye a un ente en su verdadero ser, en la medida en que, en cuanto
aquello que se demora, es lo en sí constante, y de ese modo es lo que está
debajo de todo lo de alguna manera ente, la substancia” (Heidegger, 2000:
II 352)
52
ahora, en su nuevo significado, en el nombre propio y la palabra esencial
para el hombre”. (Heidegger, 2000: II 140)
53
El aseguramiento de la verdad se conseguirá mediante un proceder, un
método que permitirá el dominio y conquista del ente que, así, estará firme como
objeto para el sujeto.
El hombre convertido en subiectum, la entidad vuelta representatividad y
como si fuera poco la verdad transformada en certeza, hacen de la persona el
árbitro supremo del ente.
“La relación con el ente es el avasallante proceder hacia la conquista y el
dominio del mundo”……“El hombre no es aquí el yo aislado egoísta, si no que es
<sujeto>, lo que quiere decir que el hombre emprende una ilimitada explotación
del ente, por vía de la representación y el cálculo”. (Heidegger, 2000:II142).
2.1.5 Leibniz
Para Leibniz el representar y la entidad del ente son lo mismo. Se sigue que
la unidad es la determinación fundamental del ente, que él denomina “mónada”.
54
A pesar de esta función unificadora hay un dinamismo por cuanto “todo estado de
la mónada producido por el Re-presentar está en sí mismo, en transición a un
estado próximo y es, por lo tanto, esencialmente transitorio”. (Heidegger, 2000:
357)
La monada conserva cierta perfección en su <persistente> acción
unificadora y representativa, y que se denomina realidad efectiva:
55
“Solo así la esencia de la realidad efectiva de la res cogitans que se
despliega a la luz de la verdad como certeza alcanza la amplitud en la que
domina todo lo real” (Heidegger, 2000; II, 360)
Cada sujeto tiene como esencia esa extraña fuerza que en él actúa que lo
lleva, como apetencia, hacia la representación. Leibniz ha encontrado el punto
focal de la existencia.
Para Heidegger ese encuentro con la existencia es de gran importancia y
marcara parte de su filosofía:
“Ahora bien, desde el comienzo de la metafísica la existencia, que llega a ser allí
por vez primera, tiene preeminencia respecto de la essentia, en la medida en que
el carácter esencial de la realidad efectiva determina el de la posibilidad”
(Heidegger, 2000: II 361)
56
existencia misma en su pura esencia. El ser en su realidad efectiva, es un fundar.
Volviendo a Heidegger:
57
“hace que acaezca como reflejo desde su respectivo punto de vista
un mundo, como una perspectiva del universo”. ….. “La monada se
presenta y representa así misma, presenta y representa así aquello que
ella misma exige en su apetencia. Lo que de esta manera representa, eso
es ella.” (Heidegger, 2000: 365).La presencia referida a una monada,
ejercida por ella, es la esencia de su ser.
En la “Crítica de la Razón Pura” Kant aborda el tema del ser en una forma
“abstracta, débil y pálida”; como dice Heidegger.
“Evidentemente, ser no es ningún predicado real, es decir, un concepto de
algo que pudiera atribuírsele al concepto de una cosa. Es la mera posición de una
cosa, o de ciertas determinaciones en sí mismas”. (Heidegger, 2000 a: 362)
Hay dos postulados en lo que dice Kant, una niega al ser que sea un predicado
real, que pueda encerrarse en un concepto como si fuera una cosa. La segunda
afirmación es la de señalar al ser como mera “posición”. La primera apreciación,
es lo que afirma Kant, es de no ir muy lejos en dilucidar lo que es el “ser”.
Recordando Heidegger la historia del pensamiento occidental, encuentra
que al preguntar por el ser de lo ente se descubren dos caminos uno que indaga
por el ente como ente en general y que termina en la ontología y otro que al
inquirir por el ente supremo, está en la búsqueda de lo divino y de Dios.
58
“Lo ente en general es el fundamento en el sentido del suelo sobre el
que se mueve toda consideración ulterior de lo ente. Lo ente en cuanto ente
supremo es el fundamento en el sentido de lo que permite que todo ente
surja en el ser”. (Heidegger, 2000 a: 364).
59
vinculación lleva consigo una unidad hacia la cual y en la cual ella vincula la
multiplicidad”. (Heidegger, 2000 a: 373).
La unidad surge de la síntesis originaria de la apercepción. Dice Kant
citado por Heidegger: “Contiene el propio fundamento de la unidad de distintos
conceptos en juicios, y por ende (el fundamento) de la posibilidad del
entendimiento incluso en su uso lógico…. “Se trata del hilo conductor que sigue
Kant cuando expone y explica su tesis sobre el ser: esto es que el ser y sus
modos se pueden determinar a partir de su relación con el entendimiento“(Mitos,
Heidegger, 2000 a: 373).
Adelante Kant es más radical, afirmando que
60
conceptos puros del entendimiento, esto es, de las categorías. (Heidegger, 2000
a: 375).
El destino del ser en Kant como gran pilar de la metafísica, va
conformándose como elemento simple de una gran máquina del conocimiento. Así
aparece claro para Heidegger;
Los principios que formula Kant como modalidades del ser se denominaron
postulados del pensamiento empírico en general. Son cuatro grupos de principios:
1. Axiomas de la intuición; 2 anticipaciones de la percepción; 3. Analogías de la
experiencia: 4. Postulados del pensamiento empírico en general.
61
Para la investigación que hace Heidegger sobre el pensamiento de Kant,
acerca del ser son importantes los “Postulados del pensamiento empírico en
general”.
Dice el primer postulado: “Lo que coincide con las condiciones formales de
la, experiencia (de acuerdo con la intuición y los conceptos) es posible.
El segundo establece: “Lo que concuerde con las condiciones materiales de la
experiencia (de la sensación) es efectivamente real.
El tercer postulado reza: “Esa conexión con lo efectivamente real
determinada de acuerdo con las condiciones generales de la experiencia es
(existe) necesariamente”. (Heidegger, 2000 a: 377).
Explicando lo que son los postulados dice Heidegger: “Son los principios
con los que se explicaron el ser posible, el ser efectivamente real y el ser
necesario, en la medida en que de este modo se determina el existir del objeto de
la experiencia”. (Heidegger, 2000 a: ,377)
Pero para entender estos postulados se exige recordar que, para Kant, el
ser no es un predicado real. Es decir que los modos del ser no agregan nada
acerca de que tenemos al frente en el proceso de conocer. Ser posible, ser
efectivamente real o, ser necesario, nos indica cómo se relacionan objetos y
sujeto. No nos pueden decidir algo respecto a su realidad, a su carácter de cosa.
Esas determinaciones no reales son modalidades del ser, a los cuales denomina
Kant posiciones.
A pesar de esta fría postura de Kant frente al ser como elemento de un
proceso del conocimiento encuentra Heidegger una apertura a la subjetividad,
pues es en ella donde, como de la posición, tienen su origen.
Pero “la posición y el estar puesto del objeto se aclaran a partir de los
distintas relaciones con la capacidad de conocimiento, esto es, en la relación que
retorna de nuevo hacia ella, en el repliegue o flexión hacia atrás, en la reflexión”
(Heidegger, 2000 a : 382)
Esa reflexión debe particularizarse en un campo señalado que se denomina
“red local del lugar al que pertenece el ser como posición”.
62
Ese campo aparece descrito por Heidegger así:
63
Al colocarse el ser como presencia su “relación con lo ente, en cuanto eso
que yace de antemano ahí delante, puede convertirse en tender, disponer,
representar y poner”. (Heidegger, 2000 a: 385).
La tesis de Kant sobre el ser como posición, y del ser de lo ente como
objetividad y realidad objetiva, tiene un común denominador y es el de mostrar que
el ser se comporta estando permanentemente presente.
La mejor valoración del pensamiento de Kant sobre el ser la hace
Heidegger mostrando cómo hay avances en, la construcción de la metafísica, pero
resalta la tendencia a continuar pensando el ser como tendencia.
“Si el estar puesto o la objetividad se muestran como una variación de la
presencia, entonces la tesis de Kant sobre el ser forma parte de aquello que en
toda la metafísica permanece impensado”. (Heidegger, 2000 a: 388).
Reconoce Heidegger que como pensamiento anticipador, Kant mostró el camino
para esenciar el ser por sus características dinámicas, especulativas y dialécticas.
2.1.7 Hegel
64
griego es través de algo, nos completa la palabra Dialéctica que será: dialegesta:
“La dialéctica es el proceso de la producción de la subjetividad del sujeto absoluto
y, en cuanto tal, es su actuación necesaria” (Heidegger, 2000 a: 348).
El camino de formación de la subjetividad pasa por una primera etapa en la
cual se centra el sujeto en los objetos. En una segunda etapa aparece la reflexión,
en la cual el sujeto, toma el objeto como representación, incluso ve así mismo el
sujeto, se representa.
Finalmente concluye el proceso “Cuando la tesis del objeto y la antítesis del
sujeto son vislumbradas en su necesaria síntesis se puede decir que el
movimiento de la subjetividad, de la relación sujeto- objeto se halla
completamente en su curso.”. (Heidegger, 2000 a: 348).
La dialéctica es esencialmente especulativa, cuya raíz indica, ver, captar,
asir concebir etc. Para Hegel la especulación se refiere a “captar a lo opuesto en
su unidad”.
Para este pensador, la dialéctica especulativa es el verdadero método que
nos describe la ruta, el movimiento de la subjetividad, “el alma del ser”. Esa
dinámica es el rasgo fundamental de toda realidad”. Igualmente determina los
acontecimientos que es lo mismo que construir la historia.
Para Hegel, igualmente, los griegos desarrollaron su pensamiento en lo
puramente objetivo. No se ocuparon en la introversión. “El primer surgir hacia
fuera es necesariamente el mas abstracto; es el más simple, más pobre, al que se
opone lo concreto”. (Heidegger, 2000 a: 350)
Hegel llama este principio de la filosofía griega “el grado de la belleza”.
Heidegger explica el sentido de esta calificación: “Lo abstracto es la primera
manifestación que permanece pura sin salir de sí misma, el más universal de
todos los entes, el ser en cuanto un aparecer no mediado y simple” (Heidegger,
2000 a: 351).
Como Heidegger sigue los rastros del ser en las distintas metafísicas, hay
cuatro palabras básicas en la filosofía griega, cuya interpretación Hegeliana nos
permitirá ver la postura del filósofo alemán de la dialéctica frente al ser. Ellas son:
65
“En, el todo relacionado con Parmenides; logos con Heráclito.; Idea con Platón y
Energeia con Aristóteles.
La primera palabra se refiere al universal inmediato, al pensar el puro ser.
Explica Heidegger:
En una primera vista sobre los objetos Hegel manifiesta que el ser debe
pensarse a partir del sujeto tomado en abstracto. Pero para, Hegel lo más
destacado en el pensar inicial de Parménides sobre el ser está en la pequeña
sentencia <Ser y pensar son lo mismo>. El ser es puro pensamiento y por lo
tanto es hijo de pensar. Parménides es un claro antecesor de Descartes, al ver el
ser a partir del pensar del sujeto.
La segunda expresión, que es de Heráclito, Logos, la refería Heráclito al ser
de lo ente. Son las circunstancias dadas que permiten que aparezca y yazca de
“antemano a todo lo que es en su totalidad en cuanto ente”. Pero para Heidegger
esta visión tradicional de Heráclito es radicalizada por Hegel:
66
Para Hegel, Heráclito es el primero en reconocer la dialéctica como
principio, avanzando en tal forma respecto a Parmenides. El termino Idea es
escogido por Hegel para caracterizar, el pensamiento Platónico, no distanciándose
de lo que siempre se pensó del gran filosofo griego.
Hegel dice que las ideas no “son inmediatamente en la conciencia
(intuiciones), sino que son en el conocer”. Por eso, uno no les tiene, sino que el
conocer los saca fuera, los produce en el espíritu. La Energeia aristotélica,
pensada desde la dialéctica es pura actividad del sujeto absoluto. Es el comienzo
del movimiento del espíritu, de la realidad en si y para sí. “Para Hegel, la filosofía
se toma en serio cuando ya no se pierde en los objetos y en la reflexión subjetiva
sobre ellos, sino que se activa como actividad del deber absoluto”. (Heidegger,
2000 a: 354)
El horizonte del ser despejado por las cuatro palabras, a pesar de todo no
aparece concluido con los griegos. “No se encuentra todavía determinado ni
mediado por y en el movimiento dialéctico de la subjetividad absoluta” (Heidegger,
2000 a: 354).
Definiendo el estado de la filosofía tal como la recibimos de los griegos dice
Heidegger: “La filosofía de los griegos es el grado de este <<todavía no>>”. Ellos
no llegan al dominio del sujeto. Heidegger polemiza estas conclusiones de Hegel y
no encuentra tan corto el pensamiento heleno: Si es el ser, el salir fuera, y la
primera manifestación del espíritu, se pregunta Heidegger ¿esto no es el
descubrimiento? Si realmente es el descubrimiento y ello ocurre en el espíritu ¿no
hay entonces una manifestación de un sujeto?
La conclusión de Heidegger sobre la interpretación del ser, realizada por
Hegel es la de un ser “que solo esta presente como presencia en la medida en
que reina ya la aleteia y la propia aleteia sigue sin embargo impensada en lo que
respecta a su origen esencial.” (Heidegger, 2000 a: 358).
67
2.1.8. Nietzsche o el fin de la metafísica
68
Heidegger resume como Nietzsche tampoco desarrolla el pensamiento del
ser olvidado desde los griegos:…
“pero la verdad del ser en cuanto ser ha quedado, no obstante, sin
pensarse, y no sólo se le rehúsa al pensar como experiencia posible sino
que el pensar occidental, en cuanto metafísica, encubre propiamente ,
aunque no a sabiendas, el acontecimiento de este rehusar.” (Heidegger,
2000 b: 2T 211)
Lo que sigue en el pensamiento de Nietzsche es la búsqueda en las
doctrinas filosóficas fundamentales de una unidad oculta que permitirá la lucha por
el dominio de la tierra. Pero ya no hablamos de filosofía y tal vez sí de filosofía
política.
Tal vez la peor consecuencia del olvido del ser, en el primer comienzo, es el
nacimiento de la técnica como fenómeno que domina la sociedad y la cultura. En
las “Contribuciones” está planteado el gran problema de nuestra sociedad,
problema al cual dedicaría importantes estudios Heidegger con posterioridad.
En ese libro ya dice Heidegger definiendo la situación:
69
…”El estar perdido en el ente se vivencia como capacidad de transformar
la “vida” en el torbellino calculable del vacío, girar en torno así mismo y hacer
creíble esta facultad como la “cercanía a la vida”. (Heidegger, 2003: 390)
Hay una obsesión de Heidegger por afirmar, en los años 1935, que Rusia
y Estados Unidos encabezan la civilización que se ha desarrollado bajos los
auspicios de la técnica…….. “La misma furia desesperada de la técnica
desencadenada y de la organización abstracta del hombre normal” (Heidegger,
1959: 75)
La época de la técnica aparece descrita por Heidegger en apretada
síntesis:
70
huida de los dioses, la destrucción de la Tierra, la masificación del hombre y
el predominio de lo que se ajuste al término medio. (Heidegger, 1959: 82).
71
un compartimiento sin alternativas. Describe Heidegger la situación del hombre
frente a la técnica:
“La amenaza del hombre no viene por primera vez de las maquinas y
los aparatos de la técnica, con efectos posiblemente mortales. La auténtica
amenaza ha afectado ya al hombre en su esencia. El dominio del engranaje
amenaza con la posibilidad de que el hombre sea incapaz de volver a un
desocultar originario y de experimentar así el aliento de una verdad más
inicial”. (Safransky, 1997: 459).
72
2.3. SUPERACIÓN DE LA METAFÍSICA
73
Heidegger piensa que al olvidar el “ser” se hace improcedente en la
metafísica el planteamiento sobre Dios. En tal sentido afirma él “que lo ente
significa siempre y en todas partes, lo ente del ser”… Lo único que está claro es
que cuando se habla del <<ser>> de lo ente y de lo ente del ser, se trata siempre
de una diferencia. (Heidegger, 1988: 135)
En esta conferencia ensaya Heidegger el plantear la diferencia entre “ser” y
ente, y la forma, como en la metafísica tradicional, es factible realizar el
pensamiento sobre Dios mediante la consideración del juego entre “ser” y ente.
“Por lo tanto, sólo pensamos el ser conforme a su asunto, cuando lo pensamos en
la diferencia con lo ente, y a este último en la diferencia con el ser. Así como la
diferencia se hace propiamente visible”.
El ser ejerce una función de presentación, desencubre el ente, hace una
pasada sobre el ente haciéndolo patente. “El ser manifiesta como sobrevenida
desencubridora. Lo ente como tal, aparece a la manera de esa llegada que se
encubre dentro del desencubrimiento”.
“El ser, en el sentido de la sobrevenida que desencubre, y lo ente como tal, en el
sentido de la llegada que se encubre se muestra como diferentes, gracias a los
mismo, gracias a la inter-cisión.” (Heidegger, 1988: 139)
En este momento en el cual el “ser” hace parte patente, presenta al ente,
hay tal confusión entre ente y “ser” que pareciera como que se fundieran en uno
solo. Esa tal vez es la confusión entre “ser” y ente en la historia de la filosofía.
Pero es necesario, como lo vislumbra Heidegger que se haga un corte una
escisión que conduzca a la delimitación de la naturaleza de tales entidades. Esa
“inter-cisión da lugar y mantiene separado a ese entre dentro del cual la
sobrevenida y la llegada se ponen en relación, se separan y se reúnen. La
diferencia de “ser” y ente, en tanto que inter-cisión entre la sobrevenida y la
llegada, es la resolución desencubridora y encubridora de ambos” (Heidegger,
1988: 141)
Mediante la resolución logramos superar la confusión y comprender la
naturaleza de “ser” y ente. Nos queda a pesar de todo, la sensación de cierta
74
inasibilidad del “ser” debido, seguramente, a la razón de ser, su esencia, el
“propio juego”.
En la revolución, como camino a comprender el “ser”, recordamos los
momentos de la sobrevenida que es trascendencia y la llegada que es presencia.
El “ser” recibe una marca en el proceso, ya que por su dinamismo presentador del
ente, adquiere la característica de logos o en otros términos de fundamento.
Ahora bien, lo ente sólo puede lograr tal cosa en la medida en que “es” la
plenitud del ser, esto es, en tanto que es el ente máximo”.
El “ser” es fundamento para todos los entes. Pero con un ente especial que
es Dios, aunque el ente es hecho palpable por el “ser”, es tal el alcance de este
ente que el mismo “ser” aparece en alguna forma precedido, causado por ese ente
especial que es Dios.
El “ser” presenta a Dios, lo actualiza, pero no podemos desconocer que la
naturaleza de ese ente se impone no solo a los entes, sino al mismo “ser” como
causa.
75
Las características de descubrir un ente como tal, que causa hasta el propio
“ser”, es la intromisión, en el orden metafísico de un puro aspecto teológico. Afirma
Heidegger a este respecto:
2.4. CONCLUSIONES
76
Todo este interés por el ser esta de la mano de un afán por escudriñar al fondo
del panorama de Dios. Como va a verse el hombre, el camino que le permite
acercarse a lo divino.
Es importante resaltar la importancia histórica de la técnica como producto de la
metafísica. El desvío que marca en el proceso histórico y los resultados sobre la
construcción de una sociedad inauténtica.
77
CAPÍTULO III
EL CAMINO HACIA DIOS COMO FORMA POÉTICA Y QUÉ PUEDE SABERSE DE DIOS
TEOLÓGICAMENTE.
Es claro que el primer camino metafísico que conduce a Dios, como ente
supremo, al estilo Zeus con armadura pero sin el corazón de la mitología griega,
no convence a Heidegger y tampoco lo hace la onto-teología que aparece como la
fusión de Israel y Atenas.
Nuestro filósofo quiere abrir nuevos caminos, tal vez, al pensamiento del
olvido del “ser” y nuevos lenguajes, que facilitan la intelección de Dios.
La búsqueda del Dios de Israel debe cursar nuevas sendas en busca de un nuevo
pensamiento sobre Dios.
Heidegger explora la vía para definir y conocer lo máximo posible sobre
Dios. La ruta usada por la teología que toma a la metafísica griega como
orientación es, finalmente, después de haberla reconocida por Heidegger,
desechada por él en la conferencia “Identidad y diferencia”.
Con los estudios iniciados sobre Hölderling, Heidegger comienza un nuevo
ensayo que emprenderá, entonces, con mucha motivación y dirigido al estudio de
la poesía, con la esperanza de abrir horizontes para acercarse al tema de Dios.
En un trabajo denominado “Hölderling y la esencia de la poesía” se
establece, por nuestro filósofo de la existencia, el alcance del pensamiento
realizado con base en la poesía.
Dada la poesía como terreno nuevo para el pensamiento de Heidegger,
empieza por escoger un poeta que haga poéticamente teoría sobre la poesía. Por
78
esa circunstancia escoge a Hörderling en lugar de los clásicos como Homero,
Virgilio, Dante, Shakespeare o Goethe.
El primer lema que extrae Heidegger tiene que ver con el carácter de ser la
poesía, un juego que inventa una constelación de imágenes y que permanece
ensimismada en el reino de lo imaginario. Pero como la poesía hace su juego en
palabras, sus obras se efectúan en el ámbito del lenguaje.
El lenguaje nos lleva al segundo lema, escogido por Heidegger, y cuya
expresión práctica debe abrir el espacio para la especulación:
79
El tercer lema dice: ““Mucho ha experimentado el hombre, / a muchos de
los celestes ha nombrado / desde / que somos una conversación / y podemos oír
unos de otros”. Comenta Heidegger anotando el lema:
80
El cuarto lema traído por Heidegger de la obra poética de Hörderling nos
aclara una serie de interrogantes que propone aquél: “¿Cómo empieza esa
conversación que somos nosotros? ¿Quién realiza ese nombrar a los dioses?
¿Quién capta en el tiempo desgarrador algo que permanece y lo lleva a pararse
en palabra? (Heidegger, 1983:61)
La respuesta es contundente: Lo que permanece es lo fundado por lo
poetas. Tiene que salvar lo sencillo de la maraña, poner orden a la desmesura y
en tal forma permitir que se haga patente en lo abierto, aquello que sustenta y
penetra al ser en su totalidad rigiéndolo. El ser debe quedar “abierto para que
aparezca lo que es”.
Aunque transitorio el poeta es encargado de que esto permanezca. El poeta
nombre a los dioses y establece las cosas en lo que son, es decir, como entes.
Está la razón que hace de la poesía la auténtica fundación del ser. Al iluminarse
las cosas por la acción poética, la existencia del hombre encuentra un
fundamento. Sobre al abismo Heidegger ha colocado un fino tendido que le da
estabilidad y seguridad a una subjetividad que enfrentaba el absurdo.
El quinto y el ultimo lema que propone Heidegger reza: “En amoroso azul
florece con el / techo metálico del campanario”. Ahí dice Hölderling: “Lleno de
mérito, pero poéticamente habita / el hombre de esta tierra”. Tenemos ahora una
definición de poesía como “el nombrar fundador de los dioses y de la esencia de
las cosas”. El poeta se refiere al habitar poéticamente el hombre, al “estar en la
presencia de los dioses y ser tocado por la cercanía esencial de la cosas”.
(Heidegger, 1983: 62)
El hombre habita un mundo poéticamente, es decir, con sentimientos, con
sueños y con la ligera aprehensión de lo inefable. La poesía fundamenta en
cuanto nos llena de lo cotidiano, nos saca de nuestra presunta realidad, hacia el
ensueño y lo irreal que resulta finalmente, en la simiente de un verdadero “ser”
81
su lado exterior, y sin embargo, permanece firme. Pues ella misma, sin
embargo, es por esencia fundación: esto es: firme fundamentación”
(Heidegger, 1983: 62).
Dice Hölderling: “Pero a nosotros nos toca bajo las tempestades de Dios, /
¡Oh poetas!, permanecer con la cabeza descubierta, / tomar el rayo del Padre, a él
mismo, en nuestra propia mano, / y entregar al pueblo velados / en la canción, los
dones celestes”.
El poeta percibe las señas y las transforma en iluminada palabra a su
pueblo. Por eso, frecuentemente los mensajes religiosos, en las culturas, son
verdaderos cantos de gesta que fundan o dan identidad a los pueblos.
….”La palabra poética es solo la explicación de la voz del pueblo. Así llama
Hölderling el decir en que uno cobra memoria de su pertenencia a lo que es en su
totalidad” (Heidegger, 1983: 65)
En el “Ser y Tiempo” Heidegger había señalado como el otro es parte
constitutiva del “Ser ahí”, es decir que si habitamos en un mundo habitamos con
otros. Vivimos inmersos en un pueblo. Ese pueblo, como atrás fue indicado, nos
da la llave de su lenguaje y en él tradiciones y leyendas, que nos encaminan en la
lenta construcción de un mundo en el cual se desliza nuestro ser.
82
3.1.2 ¿Qué podemos saber de Dios por el poetizar?
83
decir Hölderling con la expresión: “Lleno de méritos, sin embargo prácticamente,
habita el hombre en esta tierra”:
El verso dice:
Lo primero que aclara el verso es como la vida da, con sus fatigas, los
méritos al hombre para habitar en esta tierra. Pero simultáneamente el hombre
mira hacia el cielo y de tal manera se mide, se dimensiona con los celestes. Esta
medida es la que permite al hombre su determinación. Como dice el filósofo: “esta
medición no la emprende el hombre de un modo ocasional, sino que es en esta
medición y solo en ella, como el hombre es hombre”. En otros términos el hombre
se mide por lo alto y así, igualmente, establece las medidas de su habitar, de su
residencia en la tierra bajo el cielo.
Cuando el hombre se mide puede afrontar el desempeño de su ser en el
marco de referencia de su esencia. “El habitar del hombre descansa en el medir la
dimensión, mirando hacia arriba, una dimensión a la que pertenecen tanto el cielo
como la tierra”.
84
“Poetizar es medir” “El poetizar es, la toma-de- medida, entendida
en el sentido estricto de la palabra, por la cual el hombre recibe por primera
vez la medida de la amplitud de su esencia. El hombre esencia como el
mortal. Se llama así porque puede morir. Poder morir quiere decir esto: Ser
capaz de la muerte como muerte. Sólo el hombre muere, y además
continuamente, mientras permanece en esta tierra, mientras habita. Pero su
habitar descansa en lo poético. La esencia de lo <<poético>> la ve
Hölderling en la toma-de-medida- por medio de la cual se cumplimenta la
medición de la esencia del hombre” (Heidegger, 1994: 171).
85
La medida es importante para el hombre por cuanto ella le permite cuadrar
su esencia y porque él habita midiendo lo que encuentra en la tierra y lo que está
bajo el cielo. Hay una medida, un sistema de medir las cosas cotidianas que tiene
que ver con un número, con un quantum. No es el campo que nos propone
Heidegger al poetizar, pues en él tomar no es echar mano, no consiste en modo
alguno en un tomar, como en medir lo cotidiano, sino, por lo contrario, un dejar,
que lo asignado como medida, llegue. Habíamos visto que la divinidad era la
medida para poetizar. En seguida se nos presenta el gran interrogante: “¿Quién es
Dios? La pregunta es muy abrupta y tal vez prematura. Heidegger agrega que es
una pregunta difícil para el hombre. En este punto Heidegger coincide con la ya
famosa proposición de Wittgenstein: “De lo que no se puede hablar, mejor es
callarse”.
Además puede verse que Heidegger da unos tímidos pasos hacia la
Teología Negativa. Luego de esas preguntas Heidegger quiere explorar, de las
manos de Hölderling, en el terreno del conocimiento de Dios. El poeta dice:
El filósofo cree encontrar a Dios en todas las cosas, sobre todo en aquellas
cosas cercanas a lo poético. Exclama:
“Todo lo que en el cielo, y con ello también bajo el cielo, y con ello
también sobre la tierra, resplandece y florece, suena y aroma, sube y viene,
pero también anda y cae, pero también se queja y se calla, pero también
palidece y se oscurece. A esto que les es familiar al hombre, pero extraño al
Dios, se destina Desconocido, para permanecer allí cobijado como el
Desconocido” (Heidegger, 1994: 174)
86
El poeta sigue las huellas en el cielo de un desconocido que se destina en
los fenómenos del cielo. Aclara el filósofo que “imagen es: Dejar ver algo”
87
No siempre el hombre logra ajustar su habitar humano a la medida con la
divinidad. En otros términos que podemos sufrir un habitar impoético. Podríamos
pensar en un habitar egoísta, megalómano, desaforado, desprovisto de una
medida en el actuar.
El hombre, para poetizar, necesita “que su esencia esté apropiada a aquello
por sí mismo tiene poder sobre el hombre y que por esto necesita y pone en uso
su esencia. Según la medida de esta apropiación, el poetizar es propio o
impropio”.
El poetizar propio no ocurre siempre, necesita de unos presupuestos que
podemos extraer de uno versos de Hölderling
88
gracia está radicalmente más allá de todas las posibilidades humanas, pero,
por ser esa contraposición, es a la vez el nuevo determinante de ellas, su
crisis, su significado, la que los perturba y ataca y, si es Dios el que elimina
aquí su protesta, es la promesa y esperanza de las posibilidades humanas”.
(Barth, 1998: 275).
Pero el poeta va más allá en las condiciones para un poetizar que sea
propio y es, que la gracia (amabilidad) “dura, aún junto al corazón”. El sentimiento
y la gracia deben marchar juntos en la medida que el hombre toma frente a la
divinidad. De nuevo hay inspiración paulina “y la esperanza no falla, porque el
amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que
nos ha sido dado” (Rm 5,5)
Comentando estos aspectos de la gracia y el amor dice Bultmann:
La conjunción de una fuerza que nos mueve, recibida como don, la gracia,
con el corazón que es sentimiento, nos coloca trascendiendo en el encuentro con
Dios. En una forma prístina lo explícita Lonergan siguiendo a Paulo como
Heidegger: “Así como la pregunta por Dios está implícita en todo nuestro
cuestionar, así también el estar- enamorados de Dios es la realización básica de
nuestra intencionalidad consciente. Esta realización trae consigo una felicidad tan
profundamente arraigada que puede permanecer a pesar de la humillación, del
fracaso, de la privación, del dolor, de la traición, de la deserción. Esta realización
trae una paz radical, la paz que el mundo no puede dar”. (Lonergan, 2001: 107)
89
Se habita en el mundo poetizando y midiendo nuestras debilidades ante lo
fascinans et tremendum.
3.1.3 La cuaternidad
Hay, entonces una unidad originaria: tierra, cielo, los divinos y los mortales.
Las definiciones de Heidegger de tales conceptos están plenas de sentimiento y
poesía.
90
Los hombres habitan aceptando “el cielo como cielo. Dejan al sol y a la
luna seguir su viaje; a las estrellas su ruta; a las estaciones del año, su bendición
y su injuria; no hacen de la noche día ni del día una carrera sin reposo”
(Heidegger, 1994: 132)
Los mortales habitan haciéndoles conscientes de la propia muerte,
manejándola en el sentido de dirigir la propia vida según ese fin. No es un mirar
sombrío, es un mirar pleno de responsabilidades. “En el salvar la tierra, en el
recibir el cielo, en la espera de los divinos, en el conducir de los mortales acaece
de un modo propio el habitar como el cuádruple cuidar (mirar por) de la
Cuaternidad” (Heidegger, 1994: 132). El hombre habita velando la cuaternidad y
llevando la esencia de ellas a las cosas. Las cosas conservan su esencia, sirven al
marco en el que el hombre habita. Los hombres abrigan y cuidan las cosas que
crecen, que tienen su propio desarrollo, mientras que erigen, ciertas cosas, que
aunque no crecen, tienen un desempeño en el habitar de los mortales.
91
“Los espacios, y con ellos “el” espacio están ya siempre aviados a la
residencia de los mortales. Los espacios se abren por el hecho de que los
deja entrar en habitar de los hombres. Los mortales son; esto quiere decir:
habitando aguantan espacios sobre el fundamento de su residencia cabe
cosas y lugares (Heidegger, 1994: 138)
92
Tenemos aquí una profunda modificación en el pensamiento de Heidegger.
Lo que era un pensamiento frío y esquemático, se transforma en uno afectivo,
movible y hondeante. El hombre vive en una atmósfera de contactos humanos, de
afectos y desafectos, de apegos y anhelo. Ya no es el estado de yecto de “El Ser
y el Tiempo”, ahora son las ilusiones, el horizonte del hombre.
“El construir como el habitar, es decir, estar en la tierra, para la experiencia
cotidiana del ser humano es desde siempre, como lo dicen tan bellamente la
lengua, lo “habitual” (Heidegger, 1994: 129).
Si indagamos por la esencia del habitar, encontramos primero que tiene dos
características: el permanecer y el residir. El permanecer en la lengua gótica nos
cuenta Heidegger, tiene el mismo significado de residir. Pero no es simplemente
un residir, es un permanecer en paz. A su vez la palabra paz (Friede) significa lo
libre y sus derivados das ***frye y fry*** son lo preservado de daño y amenaza,
que es, en otros términos, lo cuidado. Habitar, después de todo este desglose
etimológico, es el “haber sido llevado a la paz, quiere decir: permanecer a buen
recaudo, en fry, lo libre, es decir, en lo libre que anida toda cosa llevándola a su
esencia. El rasgo fundamental del habitar es este cuidar.
Este rasgo atraviesa el habitar en toda su extensión. Este se nos muestra
así cuando pensamos en que en el habitar descansa el ser del hombre y
descansa en el sentido de residir de los mortales en la tierra.
93
El hombre habita, en otra forma, perteneciendo a la comunidad de los
hombres. Es muy distante de la consideración en el “Ser y el Tiempo” de la
relación del hombre con los otros o “ser con”. Decía Heidegger en su conocido
libro: “El “otro” ente tiene él mismo la forma de ser del “ser ahí”. En el “Ser con” y
“relativamente a otros “hay, pues, una relación de ser” de “ser ahí” a “ser ahí”.
Pero esta relación, cabria decir, es la constitutiva del “ser ahí” peculiar en cada
caso, que tiene una compresión de su peculiar ser y se conduce así relativamente
al “ser-ahí”. (Heidegger, 1962: 141).
Es un mundo de seres que ruedan por el mundo y se reconocen pero
parecen marionetas sin carne y hueso, y sin sentimiento.
Pero el gran avance que ya hemos empezado a ver en la nueva etapa de
Heidegger, es el reconocer en el hombre una necesidad vital el habitar “bajo el
cielo”, es decir en el convencimiento de habitar frente a instancias más altas. Por
este resquicio se sigue acentuando en el nuevo pensamiento de Heidegger, la
existencia de Dios.
El rasgo fundamental del ser es el habitar. El hombre gasta su ser
habitando. Una actividad que se desarrolla dentro del habitar es el pensar.
“Construir y pensar son siempre, cada uno a su manera, ineludibles, para el
habitar” (Heidegger, 1994: 141).Pero las actividades de pensar y construir deben,
como partes del habitar ejercitándose en sus propios límites y con sus viejos
métodos. La construcción como industria, crea vivienda que simplemente aloja. El
hombre tiene que buscar lo esencial del habitar, encontrándose en los hogares
como encajando en todas, las esencias culturales e históricas. Habitando se
echan raíces. Para llevar a la plenitud de la esencia del habitar, el hombre debe
construir “desde el habitar y piense para el habitar”
94
3.1.6 La teología de la cultura como fondo del pensamiento de la
cuaternidad de Heidegger
95
además, cómo la arquitectura moderna logra superar las formulas tradicionales,
que en nuestra época resultan adornos superfluos, sin contenido y lógicamente
desprovistas de adecuada comunicación.
Tillich inclusive extiende la necesidad de adecuar los mensajes religiosos a
la conciencia filosófica de cada época. Como ejemplo expone la actualidad del
pensamiento existencial y psicoanalítico para que sea manejado en el campo
teológico.
La religión cumple un papel muy apreciado en la cultura. Así reconoce
Tillich “Religión, como preocupación última, es la sustancia que confiere
significado a la cultura, y esta es la totalidad de las formas en que se expresa la
preocupación fundamental que constituye la religión. En resumen: la religión es el
contenido de la cultura, y la cultura es la forma de la religión…. “Todo acto
religioso, no solo en la religión organizada, sino aun en el más íntimo movimiento
del alma, se forma culturalmente”. (Tillich, 1974: 45-46)
Todas estas expresiones sobre el lenguaje y los aspectos de la cultura
tienen un marcado paralelismo con los trabajos de Heidegger sobre el lenguajes,
la poesía y la cuaternidad como integridad de un habitar humano en un marco
religioso.
Aparece claro como la vida del hombre transcurre en un medio cultural
donde entretejen íntimamente unidos el lenguaje, el arte y la religión. La religión
que nace y se transmite en la cultura, da sustento espiritual al vacío del hombre
frente a las grandes inquietudes. Dios igualmente se vislumbra en el lenguaje
poético y en el arte se transmite el sentimiento que inspira. En síntesis en la
cultura el hombre recibe, y da, se sustenta y desarrolla.
3.1.7 La distancia
96
resultante del desarrollo de la tan traída y llevada “Cuaternidad”, inspirada en el
trasiego del filosofo por la obra de Hölderling. Esa construcción filosófica se
distancia de la reflexión rigurosa, seguida de argumentos, y encasillada en
sistemas. En esta etapa del pensamiento se recurre, con mucha frecuencia, a
imágenes, a evocaciones de sentimientos, a relaciones de sus sentimientos, más
que a la lógica dura y sin corazón.
El poema de Hölderling que inspira a nuestro pensador y que analiza J. Marion es:
“En amoroso azul”. La silueta que dibuja el poema permite decir a Marion:
El artista es un creador….
“la luz <segura> y <seria> del espíritu los hace florecer como, e
incluso mejor que, flores. Dicha seriedad, permite soportar la luz en la que
el espíritu hace surgir figuras en lo crepuscular carente de figura: entonces,
poéticamente, el hombre puede enunciar su <seriedad y la palabra que se
basta a si misma>>. (Marion, 1999: 93).
97
La imagen poética sobrecoge al hombre por cuanto su propia imagen
termina relacionándose con la imagen de los Celestes.
Esa relación la describe J. Marion así:
“Los Celestes a los que el hombre debe aspirar << Son siempre
buenos, todo a la vez, como ricos, tienen virtud y alegría (372-12-14). Así
pues, el hombre podrá medirse sin infortunio con la divinidad, - será su
imagen - <<mientras dure todavía en su corazón la benignidad, la pura
benignidad (372, 16-17).La benignidad, en la que opera la pureza, aspira a
la alegría y a la virtud (Tugend) de los Celestes.” (Marion, 1999: 94). En
este punto encuentra J. Marion el concepto de distancia, que permitirá
muchos elucubraciones, pero en otro campo de la obra de Heidegger, pues
no definitivamente como remate de “Ser y Tiempo”.
98
“Aquello de lo que el hombre toma la medida para establecer su
propia medida es la medida establecida por el Dios para su retiro. Pero
puesto que el Dios sólo da su plena medida en su retiro, y puesto que sólo
quien se retira conoce los pasos dados, nadie conoce la medida del retiro
divino”. (Marion, 1999: 95-96).
99
Lo que resulta interesante en Marion es el hecho de abocar la manera
como Hölderling expone la relación de Cristo y de Dios Padre. Naturalmente que
Marion lo hace, interesadamente, desarrollando la distancia como centro que es
de su construcción teológico – filosófica.
Expresa así: “La pobreza indica que la presencia más alta de Dios para el
hombre no ofusca con su luz la figura humana, sino que le permite tomar imagen
desde una distancia” (Marion, 1999: 107).
Conservar la mesura. Para Marion el habitar poético no es “extasiarse ante
la belleza sobreabundante que le obsesiona nativamente, hasta caer en la
nostalgia”…. “Le incumbe mas originariamente el cuidado de la medida”.
La distancia inclusive llega hasta la orbita de Cristo: “El Dios apostólico
nunca hace desaparecer la medida, porque su aparición permanece en la
distancia y, por tanto, permanece simplemente, como una aparición visible en
imagen”. (Marion, 1999: 105)
Para Marion la extrema imagen de un enviado frágil, pobre, es la forma del
Padre establecer “la medida insuperable de lo que la humanidad puede conocer
de Dios. Su cuerpo se convirtió de este modo en la efectividad de la medida y,
por tanto, en el centro poético del mundo”. (Marion, 1999: 110)
En Cristo la divinidad se manifiesta en carácter filial. “El hijo manifiesta la
sobre abundancia de lo divino despojándose de ella, con un despojamiento que
da testimonio del modo único en que lo divino lo habita: la filiación que exilia
dentro del Padre; (Marion, 1999: 111)
La mente de Cristo es el reenvío. Comentando a Hölderling dice Marion:
“La aparición de un Dios no viene tras el aniquilamiento: coincide con
él, o más bien el aniquilamiento resplandece por fin en su verdadera luz, ahí
donde aparece como reenvío filial a la profundidad del Padre que, en este
mismo hecho, inviste con su poder al Hijo – triunfante. (Marion, 1999: 112).
100
En el reenvío Cristo también toma distancia: “Que el retiro, en tanto que
distancia, constituye el lugar y el modo únicos en que el Hijo se une al Padre de tal
modo que reciba de él definitivamente el distinguirse para siempre” (Marion, 1999:
115).
Al tomar distancia, Cristo permanece de otro modo, en un modo espiritual.
Pero en el retiro los dioses <cuidan> de los hombres. “Los dioses alcanzan el
estatuto de Padre, su ausencia se convierte en distancia y consecuentemente en
retiro de la relación, por que ellos <<cuidan >> de los hombres”. (Marion, 1999:
121)
A pesar de la distancia, Hölderling describe como Dios reparte beneficios a los
hombres:
“A menudo, sabiendo de qué están hechas las criaturas, este dios
envía sin prisa y con prudencia, beneficios a urbes y moradas. (Marion,
1999: 121). Mediante la voluntad puede recorrerse la distancia entre el
hombre y Dios: <Las obras del Padre / conocidas todas desde siempre por
Cristo: las obras del Padre se disponen en la distancia que sólo puede ser
recorrida por la voluntad. Aquel cuya voluntad recorre la distancia, conoce
el terreno y el fondo de las obras”. (Marion, 1999: 121)
101
Frente al lenguaje Marion dice que el discurso sólo debe reconocer la distancia, y
que al referirse a Dios solo alabe…. La distancia debe, vivirse, mediante:
mediación, medida, meditación del retiro, y discurso de alabanza.
El occidente ha realizado una civilización técnica que es, hoy en día, casi,
global. Muchas situaciones críticas permiten pensar que el camino recorrido ha
sido dirigido por unas directrices equivocadas basadas en centrar en el ente todo
interés humano. Heidegger propone reiniciar el camino mediante un nuevo
comienzo que mire, ahora sí, al “ser” como inspiración para otra ruta de la
Historia, convencido de la capacidad de la filosofía para iluminar a los pueblos y
señalarles su destino.
Esta proponiendo una utopía, no con el carácter de irrealizable, sino con el
carácter de guía y norte. Hay más parámetros seguros de cómo debe ser el otro
comienzo. Necesariamente el otro comienzo tiene que ser alrededor del “ser”. El
Tránsito separa el ascenso del ser (Seyn) y su fundación de verdad en el ser-ahí,
de todo aparecer y percibir del ente”. No será fácil la tarea, no están definidas las
circunstancias en que deba iniciarse el nuevo impulso. “El Tránsito al otro
comienzo está decidido y no obstante no sabemos hacia donde vamos, cuándo la
verdad del ser (Seyn) se convertirá en lo verdadero y a partir de dónde la historia
tomará su vía mas escarpada y breve como historia del ser (Heidegger, 2003:
151).
102
esencia desde el esenciarse de la verdad” (Heidegger, 2003: 155). “El ser se
esencia como el evento de la fundación del ahí, abreviando: como evento”
(Heidegger, 2003: 204). En esta parte Heidegger esta ratificando la naturaleza
diferente del “ser” frente al ente, y contrariando la larga tradición metafísica,
asegura que en el nuevo comienzo, el ente ya no es, sino que el ser (Seyn)
origina el ente.
El salto es el proyecto extremo de la esencia del ser: Dice de un acercarse
al contenido del ser, recordando siempre, que el ser no es, por cuanto no es un
ente.
Una de la cualidades del”ser”, que en principio deba destacarse, es cómo
escapa a cualquier apreciación y medida. Lo más cercano a una localización sería
el pensar que se da en el claro del ahí en tanto que el ser-ahí lo permite. Nos
acercamos a pensar que en el hombre actúa el ser. En efecto afirma Heidegger:
“El ser (Seyn) necesita del hombre para esenciarse, y el hombre pertenece al ser
(Seyn), para realizar su extrema determinación como ser-ahí” (Heidegger, 2003:
207). El hombre presta el sitio.
Para poder avanzar en el proceso de esenciarse el ser, es necesario que
se den unas condiciones del ser-ahí –el hombre-para que así ocurra el
acontecimiento que llama nuestro filosofo “acaecimiento-apropiador””: “El ser
necesita del ser-ahí, no se esencia para nada sin este acontecimiento”
(Heidegger, 2003: 210).
La esencia del ser reúne como evento. En forma aclaradora, muchos años
después de escribir Los Aportes, nos explica la relación del hombre y el ser. “El
ser no se presenta en el hombre de modo ocasional ni excepcional. El ser sólo es
y dura en tanto que llega hasta el hombre con su llamada”.
“Pues el hombre es el primero que, abierto al ser, deja que éste venga a él
como presencia. Tal llegada a la presencia necesita de lo abierto de un claro, y
con esta necesidad, pasa a ser propia del hombre. (Heidegger, 1988: 75-76)
No debemos caer en la idea que este movimiento de ser y hombre conduce
a la subjetivización. Es un acontecimiento el esenciarse del ser que no convierte
103
al ser, en el último Dios, pero que crea las circunstancias, como el abrigo y
custodia, para que el Dios se manifieste y ahí permita que el ser se envuelva en la
atmósfera divina. El ser y el hombre tienen un gran contacto, por cuanto éste, el
hombre, es empleado por el ser (Seyn) como el cuidador del sitio donde van y
vienen los dioses. Hay una gran diferencia al entender, en el proceso de la
esencia del ser, como está presente el no ser. La vida simplemente no es. “Pero –
dice Heidegger – el no ser (Seyn) se esencia y el ser (Seyn) se esencia el no ser
se esencia, en la inesencia, el ser (Seyn) se esencia como noedor.
“Sólo porque el ser (Seyn) se esencia noedoramente tiene al no ser como
su otro. Pues este otro es el otro de sí mismo”.
Esenciándose como noedor posibilita y la vez fuerza otredad (Heidegger, 2003:
219-220).
Es en la dificultad un llamado a pensar en la fugacidad del aparecer y
desaparecer. Ya que se manifiesta el ahí, que esta delicadamente descrito,
podemos ver como opera allí el ser, develando el ente: “El ahí es el sitio
instantáneo de giro acaeciente, acaecido,-apropiadoramente y con instancia para
el claro del ente en el acaecimiento” (Heidegger, 2003: 224)
El ser ahí y porque no el hombre, están enfrentándose a dos instancias que
se comunican, impugnan y contienden: Tierra y mundo. La Tierra es lo exterior, el
mundo es mi visión, mi creación; mediante el evento la Tierra se introduce en mi
mundo. En forma difícil lo dice Heidegger definiendo ese barullo en que el ser ahí
se vuelve abrigo de las manifestaciones divinas: “El estremecerse del cubrir en el
viraje la aptitud a la seña del ser-ahí perteneciente-fundante- abrigador, este
esenciarse del ser (Seyn) no es él mismo el ultimo dios, sino que el esenciarse del
ser funda el abrigo y con ello creadora custodia del dios, quien respectivamente
sólo en obra y víctima, hecho y pensar transdiosa al ser (Seyn) (Heidegger, 2003:
216).
Hablando de cómo el pensamiento en el nuevo comienzo puede acercarse
al último Dios, Heidegger reitera su idea de la lejana cercanía del último Dios,
asunto que ocupara a filósofos como – Marion y que más adelante consideramos.
104
En esta maraña de ser, ser y Dios, hay más definiciones muy importantes
de Heidegger:
105
Resulta en igual forma inútil encasillar, al ser, en modalidades de
categorías y de otras precisiones, porque ellas se dicen desde el ente y hacia él, y
nunca nos definirán al ser.
Podremos decir que el ser-ahí y el hombre estarán abismosamente
fundados en el evento cuando éste de el salto a la fundación creadora,
acaeciendo así: “Rehúso y ausencia, acometida y acaso, retención y
transfiguración, libertad y coacción”.
Los capítulos VI y VII de Los Aportes son los principales para la exposición
de Heidegger sobre el tema de Dios y el futuro de la historia del hombre. Ya se
había dicho del influjo en Heidegger de la creencia judeo -cristiana de un
fenómeno mesiánico y escatológico. Ahora no se trata de salvar a un pueblo del
imperio romano, encarnación de los peores males del averno.
Pretende Heidegger que la humanidad afronte un vuelco renunciando a una
civilización global, basada en la técnica, que con un consumismo avasallador,
agota los recursos de la tierra, creando un tipo humano inauténtico, plegado a
patrones de conducta impuestos. En el leguaje de Heidegger hablamos de la
dedicación del hombre al ente, midiéndolo, estudiando su aplicación práctica y
técnica, olvidando al ser. Un nuevo comienzo de la filosofía que deba centrar en
el ser su tarea, es la ruta por emprender. Es la tarea liberadora del hombre.
Los futuros son unos pocos que en sus meditaciones solitarias y unidas por
iguales designios, verán la necesidad de esenciar al ser y por otra parte están
llamados a recibir la seña del alejamiento y acercamiento del último dios.
Los futuros tendrán una”disposición fundamental” que los llevará a seguir
los pasos contemplados en las “Contribuciones”. “Resonancia y pase, salto y
fundación”.
106
Anota el pensador de la existencia que “La disposición fundamental contiene el
estar de humor, el ánimo de coraje en tanto querer dispuesto – sabedor del
evento”. (Heidegger, 2003: 318).
Los futuros deben trabajar en una atmósfera de tensión, con sobresaltos.
Heidegger habla de temor y espanto. Es una actividad desinteresada,
aparentemente sin valor, se diría sin utilidad, pero libre en cuanto no se ejerce
presión sobre ella por cálculo, ni es forzada por entidad externa. Debe ser, para
los futuros, la enseña de sus desvelos.
Como “la constatación y descripción de los actuales estados y almacenajes
de sucesos y de sus abrigadas metas y exigencias”. Sino el estar atentos y
conscientes al ámbito en el cual debe fraguarse la historia venidera.
No es claro si la hora crucial ya ha empezado, por cuanto, para Heidegger,
“Nuestra hora es época del ocaso”. Lo cierto es, como ocaso, hemos de
entenderlo por camino, y en razón a ello ya lo empezaríamos a recorrer. “Es el
camino a la callada preparación de los venidero, del instante y del sitio, en los
que cae la decisión acerca del advenimiento y la falta de los dioses. (Heidegger,
2003: 319).
Esa ruta sólo es transparente para los elegidos, pues para otros, la mayoría
conduciría a la debilidad y al fin. Conservaran los pocos su constante inquietud por
la esencia de la verdad y por el esenciarse del ser (seyn) empezando por el
recuerdo permanente del abandono a que fue sometido el ser.
Bien lo dice Heidegger: “Un preguntar de éste tipo es la retención del
buscar dónde y cómo la verdad del ser se deja fundar y abrigar”. Añade el
filósofo definiendo la tarea de los futuros: “Buscar es en si futuro y un a-cercar-se
al ser” (Heidegger, 2003:319).
Ese buscar necesariamente implica una interiorización de la inquisición, es
volverse sobre sí mismo, sobre la mismidad del ser-ahí, en el cual “acaece el
claro y el ocultamiento del ente”. Un gran adelanto en el proceso es ser-si-mismo
acercándose en esa forma al hallazgo de lo “más singular y grande”.
107
La función a que están llamados los futuros no permanecerá como actividad
silenciosa, y reservada, sólo será así hasta cuando experimenten la fundación del
ser y se conviertan en los futuros del último dios.
Mediante un evento el último dios se afincara en la historia. “Este dios
exigirá sobre su pueblo las oposiciones más simples pero extremas, como las vías
sobre las cuales anda más allá de sí para hallar otra vez su esencia y apurar el
instante de su historia” (Heidegger, 2003: 320).
Los futuros recordarán a la dura contienda de la instauración del último
dios acentuando su naturaleza de máxima creación en “cumplida unicidad y
singularidad del ser”. La oposición vendrá de lo masivo que se consolará con lo
vigente.
108
3.2.3. Los tiempos venideros
109
extrema y más breve decisión sobre lo sumo, entonces evidentemente todo saber
acerca de él es imposible” (Heidegger, 2003: 326).
Segundo camino
110
Solo en las solitarias soledades, en los rescoldos, podría recaer la
esperanza de un viraje que llevará a la humanidad a enderezar su senda hacía el
evento que se pudiera desplegar y ensamblar en la verdad.
Para Heidegger: “Por cierto, sólo la pura continuidad en lo invenciblemente
simple y esencial está madura para la preparación de tal disposición, nunca la
fugacidad de las maquinaciones que se aventajan rápidamente”. (Heidegger,
2003:328)
Tercer camino
111
Continua Heidegger diciendo: “En el ámbito de señorío de la seña se
encuentran en forma nueva tierra y mundo para la más simple contienda: la más
pura reserva y la más elevada transfiguración, el más favorable encantamiento y el
más terrible éxtasis”. Es casi la descripción de un encuentro místico con la
divinidad: ...... “En tal esenciarse de la seña el mismo ser (Seyn) llega a su
madurez. Madurez es disposición de tornarse un fruto y una donación” (Heidegger,
2003:329).
Aquí se inicia otro comienzo de la historia del hombre con posibilidades que
no podemos ni adivinar. Nuestra historia presente “debe ser llevada a su fin”. El
dios en su lejanía tiene con quienes, lo oyen, una singular cercanía. Una vez
que los pocos difunden sus predicaciones se inicia una verdadera contienda por la
fundación de la verdad del ser con lo cual
112
través del dios, la confesión del dios que nada perdona a sí ni a su
grandeza, de necesitar al ser” (Heidegger, 2003:331)
“El pensar la verdad del ser se logra cuando en el paso del dios se
manifiesta la autorización del hombre para su necesidad y de este modo
llega a lo abierto el acaecimiento – apropiador en la demasía del viraje entre
pertenencia humana y divino necesitar, para acusar su ocultarse como
centro, a sí como centro del ocultarse y forzar su alcance y con ello llevar la
libertad al salto para el fundamento del ser como fundación, del ahí”.
(Heidegger, 2003: 331-332)
El último dios dará paso a una más larga historia con el ser sometido a su
proceso de esenciarse. Anota Heidegger como “lo público se entusiasmará y se
perseguirá en sus resultados y quiebras, para, según su modo, no vislumbrar
nada de lo que acaece. Sólo entre esta esencia masiva y los realmente
ofrendados, los pocos y sus ligas se buscarán y encontrarán para vislumbrar que
les acaece algo oculto, ese paso en medio de todo arrastre, de todo ”acaecer” en
lo rápido, enseguida por completo asible y enteramente consumible” (Heidegger,
2003: 332).
Unos pocos verán y encontraran la manera de comunicar y expandir sus
experiencias y su radical significado. Los momentos del gran cambio no son
113
estados ideales por cuanto van en contravía de lo acostumbrado y establecido.
Los pocos que captaran el instante en el cual se hará clara la pertenecía del
hombre, al ser, gracias a lo cual romperá éste sus cadenas con lo ente, con lo
material, y entenderá que su vida, no puede estar determinada y congelada en la
manipulación, deseo y lucha por las cosas sino, por lo contrario, abierta al
movimiento y el dinamismo que impone el ser. Que la vida sea ser y no repetir,
crear y no consumir, que sea búsqueda y libertad, no hábito, quietud, imposición y
resignación.
La manera de preparase los futuros para recibir las señas de lo divino
pueden encontrarse en un escrito de 1945, publicado en 1959, y que se ha
identificado como trabajo con inspiración mística. Si bien para la traducción de
Gelassenheit, el título en castellano se ha escogido “serenidad”, el verdadero
sentido y que bien orienta el ensayo, es el de desasimiento. El maestro Eckart,
quien tanto influyó en Heidegger, entendía el vocablo gelassen como “el hombre
que se ha abandonado a sí mismo, lo ha abandonado todo y se ha entregado a
Dios”. (Álvarez, 2004: 416).
Pero Heidegger aclara que ese “desasimiento” es un proceso que no se
origina en nosotros mismos, que se pone en marcha desde otra parte, que nos es
otorgado. Parecería como si Heidegger hablara de nuevo de la gracia, tan
importante para él desde sus convicciones paulinas y luteranas.
No puede hacerse nada en el logro del proceso del “desasimiento”. Es necesario
esperar. Finalmente a nuestro encuentro se abre un horizonte, que capta más por
estar liberados. Ese horizonte nos viene como una comarca. ¿Qué es la comarca?
La define Heidegger: “La comarca (die Gegend), tal como si nada adviniera, lo
reúne todo, lo uno con lo otro y todo con cada uno, llevándolo a demorar en el
reposo en sí mismo. Gegnen, << venir a la contra>>, es el reunidor tornar acobijar
con vistas al amplio reposar en la morada”. (Heidegger: 1988 a: 46).
Realmente estamos otra vez en el mundo que antes habría descrito Heidegger de
la Cuaternidad. La comarca o la contrada son el mundo en que nos formamos,
nuestro horizonte que tiene historia y nos empapa de ella. Allí, entre otras cosas,
114
esta el Dios que nos ilumina. Por eso nos dice Heidegger: “El acontecer histórico
reposa en la contrada, y en lo que adviene como contrada, la cual, destinándose
al hombre, lo <<transcontra>> a su esencia”. (Heidegger, 1988 a: 66). El hombre
se aproxima, va junto en la noche a lo que le es dado acercarse a la muerte para
lo que es apropiado y al gran misterio.
En clave mística el proceso por etapas es descrito por Mariano Álvarez. La
primera, que es una apertura a la verdad esenciante, y que apunta a la espera de
la comarca, de nuestro horizonte. La segunda, que implica el descansar en sí, se
relaciona con el desasimiento, que termina por encontrarse con la comarca, con la
contrada. Permanecer implica <<insistencia>>, manteniéndose con firmeza “en lo
que según los místicos es el << fondo del alma>> o del espíritu, y de
abandonando las propias raíces, elevarse lo más alto”. Se describe ese estado por
la perseverancia, la permanencia, el corazón presente y la recordación noble. La
tercera etapa, implica un recogimiento signado por la nobleza. Para el maestro
Eckhart, que inspira tanto a Heidegger, nobleza es lo que tiene origen, se refiere a
la primacía en el hombre de su espíritu de su interioridad por encima de apego a lo
mundano.
La cuarta y ultima etapa, ya comentada, se relaciona con el “abandonarse y
entregarse a la cercanía”, refiriéndose a “cómo el místico aspira a entregarse sin
reservas a Dios, que le es infinitamente cercano” (Álvarez, 2004: 434)
3.3. Conclusiones
115
dimensiona frente a los dioses como mortal. El hombre construye, realiza la
cultura en la tierra. Primordialmente cuida de la tierra con un tono claramente
moral. Pero es fundamental recibir la gracia para hacer posible que encaje el
hombre en un habitar especial y así este apropiado hacia lo más.
La sección culminante y que más sorprende en la obra de Heidegger “Los
Aportes a la filosofía”, corresponde a los capitulo VI y VII. Cuando esta sección
se revisa con cuidado el lector no puede menos de encontrar cierta inspiración de
San Pablo.
Hay múltiples elementos que permiten ver el parentesco de las
concepciones de Pablo sobre la parusía y del paso del último Dios de Heidegger.
La publicación en alemán, en 1995 de mas lecciones citadas, por el filosofo con el
titulo de “Fenomenológia de las religiones vienen a reforzar la idea de un influyó
del pensamiento se San Pablo en parte primordial de la obra de Heidegger: “Los
Aportes a la filosofía”. La llegada del “Ultimo Dios” es pues en el filosofo germano
una expresión de la parusía. Con esta convicción supera la salvación individual
que había pregonado en “El ser y el tiempo” obtenida mediante una lucha personal
contra lo cotidiano, muy influida por San Agustín. Ahora en su mensaje de llegada
de Dios se refiere a una salvación comunitaria, a un proceso colectivo. Ese sentido
de pluralidad lo resalta Heidegger en Pablo así: “Vosotros sois conjuntamente mi
esperanza en la parusía, Vosotros tal como vosotros habéis llegado a ser ahora y
como estáis en el llegar a ser, sois mediante mi proclamación apostólica, mi
ejercicio de preocupación, por vosotros, es decir, ¡mi autentico ser sois vosotros!
(Carta Tesalonicenses 3,7) (Heidegger, 2005: 167)
Tal como lo interpreta Heidegger no hay un tiempo definido para la llegada
del último Dios. No tanto por, cuanto no hay tiempo, para Dios, sino por cuanto el
tiempo es el nivel de sabiduría que crea el medio propicio. “Vosotros os acordéis
del saber de la fe, así sabéis también ahora y debéis renacer to kategon, lo que
frena, lo que contiene. El anticristo, parusía de los perdidos (Heidegger p 181).
Es necesario superar el mundo de la técnica, que produce al hombre
sosegado, plano, que es como el anticristo que todo lo soluciona y en el cual todo
116
se supera, para lograr las condiciones, necesarias, para la manifestación
comunicación o venida del último Dios.
Pero la salvación colectiva que en esta parte interesa a Heidegger será
asegurada por la comunicación de los futuros y su premonición. Los futuros están
llamados a una proclamación en el sentido paulino, que permitirá una nueva
cultura del hombre verdadero. El camino que muestra Heidegger apoyando en
Pablo llama a una lucha.
Otra similitud de los tiempo últimos o parusía, entre Pablo y Heidegger,
“Nada de curiosidad, ningún instinto de comunicación, los futuros recibirán las
señas en el recogimiento y silencio.
117
CONCLUSIÓN GENERAL
118
cercana a Eckhart y con visos místicos tenía una clara búsqueda del bien como
esfuerzo subjetivo.
Igualmente se había señalado como en esta fase el influjo exterior estaba
claramente determinado por San Agustín. En las “Contribuciones a la filosofía”
Heidegger explora las posibilidades de la salvación colectiva inspirado en las
cartas Paulinas.
119
BIBLIOGRAFIA
120
Heidegger, Martín, “La pregunta por la técnica”, en Época de Filosofía, año
1, Numero 1, tr. Adolfo Carpio, (E.D.F), Barcelona, 1985, 5-29 pp.
Heidegger, Martín, Hitos, tr. Cortés Helena y Leyte Arturo, Alianza Editorial,
Madrid, 2000 a, 392 pp.
121
Heidegger, Martín, Aportes a la Filosofía: acerca del evento, tr. Picotti Diana
V., Biblos: Biblioteca Internacional Heidegger, 1era Edición, Buenos Aires,
2003, 414 pp
Rahner, Karl, Curso fundamental sobre la fe, tr. Gabas Raúl P., Herder, 5ta
Edición, Barcelona, 1998, 535 pp.
122
Safranski, Rüdiger, Un Maestro de Alemania: Martín Heidegger y su
Tiempo, tr. Raúl Bagás, Tusquets Editores, 1era Edición, Barcelona, 1997,
543 pp.
San Agustín, Confesiones de San Agustín, tr. R.P. Ceballos Eugenio, Ed.
Éxodo, 1era Edición, México, 2005, 433 pp.
123
124