Santa Cena
Santa Cena
Santa Cena
Ministro Ordenado
según acuerdo ministerial 6147
Emitido por Ministerios fuego del espíritu santo
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MINISTRO ORDENADO
FIRMA:________________________________
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ÍNDICE
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Los primeros cristianos llamaron ésta ordenanza: Santa Cena o cena del Señor,
(1 Corintios 11:20); el partimiento del pan, (Hechos. 2:42; 20:7); la comunión
(1 Corintios 10:16) Por consiguiente, podemos llamarle de cualquiera de estas maneras
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La Santa Cena o Comunión o Cena del Señor, es una de las ordenanzas instituidas por
Cristo mismo:
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Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y
dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. 27Y tomando la copa, y habiendo dado gracias,
les dio, diciendo: Bebed de ella todos; 28porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que
por muchos es derramada para remisión de los pecados. 29Y os digo que desde ahora
no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con
vosotros en el reino de mi Padre”. (Mateo 26:26-29).
Según los productores de dicho programa era imposible saberlo, pero, realmente
¿Podemos saber qué comieron Jesús y sus discípulos en la última cena?
Desde luego. Mateo 26.17-19 ¿Qué quiso celebrar Jesús con sus discípulos mediante
esa cena? La pascua.
¿Podemos saber qué se comía en la cena de pascua? Éxodo 12.3-11 Un cordero, sin
defecto, macho, de un año, de las ovejas o de las cabras, asado al fuego, y panes sin
levadura con hierbas amargas.
¡Con qué facilidad se responden las preguntas sobre las cosas relacionadas con Dios,
cuando vamos a las Sagradas Escrituras!
Cristo la celebró sólo una vez con sus discípulos la víspera de su pasión
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Que por medio de su sangre estaba instituyendo un nuevo pacto. ¿Sólo con Israel? No.
El Antiguo Pacto fue con la nación de Israel, esta vez, con el mundo. Más
concretamente, con todos aquellos que creyeran en el mensaje de las buenas nuevas de
salvación en Cristo Jesús.
La fórmula contiene el término nuevo, el cual nos recuerda el antiguo pacto, que fue
ratificado por los israelitas en el monte Sinaí, que recuerda el antiguo pacto, ratificado
por los israelitas en el Sinaí, cuando Moisés roció sangre sobre el altar, el libro y el
pueblo.
Éxodo 24:8 Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre
del pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas.
Éxodo 24:9–11 Y subieron Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de
Israel; 10y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de
zafiro, semejante al cielo cuando está sereno. 11Mas no extendió su mano sobre los
príncipes de los hijos de Israel; y vieron a Dios, y comieron y bebieron.
¿Se dan cuenta del detalle? ¿Qué os llama la atención, de lo que relata este pasaje?
Estos líderes vieron a Dios, y no sólo eso, sino que participaron con él en una comida
relacionada con dicho pacto.
Siglos después, Dios anunció por medio de Jeremías que haría un nuevo pacto con la
casa de Israel y Judá, Jeremías 31:31.
Esta profecía se cumplió cuando Jesús, la noche que fue entregado, instituyó un nuevo
pacto y participó en una comida con sus discípulos, comida relacionada con ese nuevo
pacto.
Este es el propósito de esta celebración, recordar el nuevo pacto. Así que, al celebrar la
Santa Cena, los creyentes testificamos que participamos de la comunión.
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Testificamos, pues, de una relación de pacto con Dios y su pueblo, pues, escrito está:
Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre. Mateo 26.28 y 1Corintios 11.25.
Si participas de la Comunión, entras en pacto con Dios. No un pacto del hombre con
Dios, sino de Dios con el hombre. Porque los pactos bíblicos nunca parten del ser
humano, sino de Dios. Así que si alguien te pide dinero para pactar con Dios por un
milagro es que te está engañando y robando. Te estaría timando.
En la Santa Cena, Jesús bendijo, es decir, dio gracias por el pan y el vino. También lo
hizo en la multiplicación de los panes y los peces. ¿Qué nos debe enseñar eso?
En primer lugar, que cuando celebramos la Santa Cena damos gracias a Dios por la
obra redentora que Jesús hizo en favor nuestro. Es decir, al tomar la comunión damos
gracias a Dios.
En segundo lugar, aprendemos a dar gracias a Dios por los alimentos que, de su gracia,
recibimos cada día. Dios nos bendice y nosotros debemos agradecérselo.
Pablo tratará sobre la Santa Cena en su Primera Epístola a los Corintios, 10.16-22,
mediante dos preguntas retóricas. ¿Cuál debe ser la respuesta de ambas? Deben ser
respondidas de manera afirmativa.
Aquí aparece la palabra koinonía que se traduce por comunión. ¿Qué significa este
pasaje? Quiere decir que los creyentes participamos de la comunión con Cristo
mediante su sangre. 1 Corintios 1.9.
Es decir, que cuando los corintios participaban de los banquetes de las fiestas paganas
en adoración a los ídolos, estaban teniendo comunión con ellos.
La copa de bendición que bendecimos es símbolo de la comunión con Dios, por medio
de la sangre de Cristo. Por tanto, El pan que partimos es símbolo de la comunión con el
pueblo de Dios que es el Cuerpo de Cristo.
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1 Juan 1.1-4 Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con
nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo
de vida 2(porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os
anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); 3lo que
hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión
con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo
Jesucristo. 4Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.
Si alguien participa del pan sin tener verdaderamente comunión con sus hermanos, ¿No
estaría incurriendo en falso testimonio? Desde luego.
Ahora bien, hay quienes afirman que quienes no se han bautizado, o quienes no hablan
lenguas, o no han pasado por un discipulado determinado, no deben participar de la
Santa Cena. ¿Qué piensan?
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Nadie toma esta cena por ser digno. Únicamente por su gracia hemos nacido en la
familia de Dios. Nadie debe sentarse en la Mesa con orgullo.
Ningún cristiano con fe en Cristo debe retraerse, por temor, de la Mesa de un Padre
amoroso y Celestial. Él nos invita a venir y no debemos negarle el placer de nuestra
comunión.
Todo creyente debe acercarse humilde, pero confiado y con la frecuencia que la iglesia
estime oportuna a la Mesa del Señor.
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Hemos dicho que al participar de la Santa Cena testificamos de nuestra comunión con
Cristo por medio de la fe, y por consiguiente, de nuestra comunión con todos aquellos
que, al igual que nosotros, han creído en Él como único medio de salvación.
“Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis
de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19sino con la sangre
preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, 20ya destinado
desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por
amor de vosotros, 21y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y
le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios”. (1ª Pedro 1:18-21).
Sólo las personas que, por fe en Cristo, han nacido en la familia de Dios tienen derecho
a sentarse a Su mesa en comunión con el Señor. El hombre natural y el incrédulo no
deben hacerlo, pues atraerían juicio para sí mismos.
Algunas iglesias tienen por regla que sólo los creyentes bautizados puedan participar de
la Comunión, aunque esto no está en la Biblia y forma parte de los reglamentos internos
de cada congregación.
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“28Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.
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Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio
come y bebe para sí. 30Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y
muchos duermen. 31Si, pues, nos examinemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados;
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mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados
con el mundo”. (1ª Corintios 11:28-32).
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Sólo el pan y el vino son los dos únicos elementos usados como símbolos del cuerpo y
la sangre del Señor Jesús.
Una de las cuestiones que se han debatido a lo largo de los siglos con respecto a la
Santa Cena es si se debe celebrar con verdadero vino, o con zumo, o cualquier otro
líquido rojo. ¿Qué piensan?
¿Cómo podríamos demostrar bíblicamente que Jesús usó verdadero vino en la Santa
Cena?
Es evidente que el ser humano ha abusado en muchas ocasiones del vino. Esa conducta
ha creado en muchos religiosos una aversión a todo lo relacionado con el alcohol,
especialmente en lo relacionado con la religión.
Sin embargo, en la Palabra de Dios no vemos esa aversión al vino. Ni tan siquiera en lo
relacionado al culto a Dios. Veamos algunos pasajes.
Génesis 14.18-20 Fue el sacerdote Melquisedec, tipo de Cristo, quien presentó pan y
vino a Abram. Antes de Moisés y Aarón, antes de la ley y las ceremonias.
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Para entender quién era este sacerdote Melquisedec debemos leer Juan 8.53-59 ¿Qué
encontramos en este pasaje? A Cristo afirmando que Abram vio su día y se gozó.
¿Cuándo pudo ver Abraham a Cristo? ¿Podría ser este Melquisedec una teofanía de
Cristo? Desde luego, así lo creen muchos teólogos, y no fue la única.
En Nehemías 8 se relata que cuando encontraron el libro de la Ley, Esdras lo leía ante
el pueblo, desde el alba hasta el mediodía. Dice el texto sagrado que todo el pueblo
lloraba.
Entonces, Nehemías y Esdras convocaron día santo a Dios y les ordenaron que dejaran
de entristecerse y llorar, que comieran y bebieran vino dulce. Nehemías 8.10.
No olvidemos que el propio Señor Jesús tenía fama de bebedor de vino. Porque vino
Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: Demonio tiene. 19Vino el Hijo del Hombre, que
come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de
publicanos y de pecadores. Pero la sabiduría es justificada por sus hijos. Mateo
11.18-19.
Tampoco debemos olvidar que Jesús acudió con sus discípulos, como invitados, a una
boda en Caná de Galilea, y que cuando faltó el vino, milagrosamente convirtió el agua
en vino.
¿En las bodas se tomaba zumo de uvas o vino? Desde luego, vino.
¿Hay alguna base bíblica para afirmar que este vino, o el de la Santa Cena era sin
fermentar como algunos dicen? Ninguna.
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Si alguno no quiere tomar vino, no lo tome. Si otro quiere hacerlo hágalo, mientras no
sea piedra de tropiezo a los demás, y con la debida precaución para no llegar a
emborracharse, porque escrito está: Ni los borrachos heredarán el reino de Dios.
1Corintios 6.9.
Otro pasaje a considerar a la hora de investigar las Escrituras para averiguar si Jesús
enseñó a usar vino o cualquier otro elemento es 1Corintios 11.20-22 Cuando, pues, os
reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor. 21Porque al comer, cada uno se
adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga. 22Pues qué,
¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y
avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os
alabo.
Pablo afirma que lo que él enseña lo recibió del Señor. Lo cual tira por tierra cualquier
intento de desvirtuar el relato de Pablo sobre la comunión.
Con toda sinceridad, me gustaría saber cómo es posible que alguien se embriague con
zumo de uva, o con algún otro elemento que no lleve alcohol.
No hago apología del vino, sino que enseño las Escrituras, con integridad, sin añadir ni
quitar de lo que en ella hay. Si Jesús usó vino ¿Por qué negarlo? ¿Seremos nosotros más
santos que Jesús? Desde luego que no.
¿Es cierto que cuando se bendice, el vino se convierte en verdadera sangre de Cristo?
De ninguna manera. No hay nada en la Biblia que así lo indique.
Durante la celebración de la Comunión, el pan y el vino siguen siendo lo que son, sólo
símbolos del Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo que nos ayudan a recordar
su sacrificio en nuestro favor. No se realiza ninguna transustanciación de los elementos.
Cristo estaba usando un lenguaje figurativo al igual que cuando dijo: “Yo soy el
camino”. (Juan 14:6); “Yo soy la puerta”. (Juan 10:7); “Yo soy el pan”. (Juan 6:35);
“Yo soy la luz del mundo”. (Juan 8.12); etc.
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“28porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para
remisión de los pecados”. (Mateo 26:18).
“19Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que
por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí”. (Lucas 22:19).
“26Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte
del Señor anunciáis hasta que él venga”. (1ª Corintios 11:26).
Resultados
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La Ceremonia:
1. Lectura de la Biblia: 1 Corintios 11:27-32
2. Diga: "La Palabra de Dios dice que Cristo tomó el pan y dio gracias. Oremos."
3. Entrega los platillos de pan a los diáconos para ser repartido a la congregación.
4. Al regresar los diáconos con los platillos, el pastor les reparte a los diáconos el pan.
5. Diga: "Este es el pan que descendió del cielo: no como vuestros padres comieron el
maná, y son muertos: el que come de este pan, vivirá eternamente." (Juan 6:58)
7. Entrega los platillos de vino a los diáconos para ser repartido a la congregación.
8. Al regresar los diáconos con los platillos, el pastor les reparte a los diáconos el vino.
9. Diga: "Y casi todo es purificado según la ley con sangre, y sin derramamiento de
sangre no se hace remisión." (Hebreos 9:22) "Mas si andamos en la luz, como él está en la
luz, tenemos comunión entre nosotros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de
todo pecado." (1 Juan 1:7)
11. Diga: "Porque todas las veces que comiereis este pan, y bebieres esta copa, la muerte
del Señor anunciáis hasta el venga." (1 Corintios 11:26)
13. Diga: Dice la Palabra de Dios que después que Cristo y sus discípulos comieron el
pan y bebieron el vino, celebrando así la primera Cena del Señor, cantaron un himno antes
de retirarse del aposento alto. Cantemos un himno y saldremos en silencio para nuestros
hogares.
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