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Artículo 21

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CATEDRA DE CONCURSOS Y PRIVILEGIOS

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES DE LA UNT

COMISIÓN N° 2 – DR. JOSÉ LUÍS VÁZQUEZ – DRA. SUSANA LEMIR SARAVIA

Docente: Dr. ADOLFO E. LÓPEZ VALLEJO (J.T.P.)

TEMA DE CLASE:

ARTICULO 21: EFECTOS DE LA SENTENCIA DE APERTURA DEL


CONCURSO SOBRE JUICIOS DE CONTENIDO PATRIMONIAL SEGUIDOS
CONTRA EL CONCURSADO.

Introducción:

Como se sabe, cuando en el deudor se encuentra in bonis, los acreedores y frente al


incumplimiento de las obligaciones por su parte cuentan con la posibilidad de concurrir al
órgano jurisdiccional ejercitando las acciones individuales emergentes de las obligaciones
incumplidas a los efectos de obtener una sentencia favorable que reconozca sus derechos de
crédito. Más aún pueden incluso agredir el patrimonio del deudor mediante la obtención de
medidas cautelares sobre los bienes de este, de modo tal de obtener, previa liquidación de
los mismos, y de un modo compulsivo el cobro de sus acreencias.

De las reglas de juego que impone el ejercicio de las acciones individuales se destaca el
principio “primero en el tiempo, primero en el derecho” lo cual determina que aquellos
acreedores que han actuado de modo diligente frente al incumplimiento del deudor
logrando embargar bienes suficientes para cubrir el importe de sus acreencias, serán
quienes en mejores condiciones se encuentren para recuperar el importe de sus créditos.
Demás está decir que el mantenimiento de estas reglas frente a la excepcionalidad que
exhibe el estado de cesación de pagos, nos conduciría a la consecuencia de que solo unos
pocos acreedores podrán satisfacer sus acreencias en desmérito incluso de aquellos
acreedores que frente a un insipiente estado de insolvencia patrimonial acompañaron al
deudor aplazando y difiriendo el vencimiento de las obligaciones impagas.

Es por ello que y en atención a que el estado de cesación de pagos nos expone la existencia
de un patrimonio incapaz para cubrir la totalidad del pasivo generado por el deudor, es que
la ley concursal aplaza la aplicación de los principios que gobiernan el ejercicio de las
acciones individuales, estatuyendo un proceso en donde se impone la igualdad entre los
acreedores a quienes se convoca a participar de este proceso especial ideado para que el
deudor supere el estado de crisis patrimonial.

Resulta más que claro que al arribar el deudor a la solución concursal y frente al
incumplimiento de sus obligaciones, se enfrenta casi con seguridad a un cúmulo de
acciones individuales iniciadas por sus acreedores con anterioridad a la apertura de su
concurso, en las cuales incluso pueden ya haberse dictado medidas cautelares sobre sus
bienes.

Como se sabe el modo o mecanismo por excelencia estatuido en la ley concursal para que
los acreedores ingresen al proceso concursal es la “verificación de créditos”, procedimiento
al cual están invitados a realizar “todos los acreedores por causa o título anterior a la
presentación en concurso” (art. 32).

Frente a las circunstancias apuntadas el legislador concursal a través del artículo 21 regula
los efectos que produce la apertura del concurso preventivo en relación a los juicios de
contenido patrimonial existentes al momento de la apertura, definiendo de este modo la
suerte que correrán tales procesos a partir de la apertura del concurso.

ARTICULO 21.- Juicios contra el concursado. La apertura del concurso produce, a partir
de la publicación de edictos, la suspensión del trámite de los juicios de contenido
patrimonial contra el concursado por causa o título anterior a su presentación, y su
radicación en el juzgado del concurso. No podrán deducirse nuevas acciones con
fundamento en tales causas o títulos.

Como primera medida debemos destacar que la sola presentación del deudor en concurso
no produce ningún efecto sobre los juicios de contenido patrimonial seguidos en su contra,
sino que la aplicación del mecanismo del artículo 21 requiere inexorablemente que exista
un auto de apertura, es decir que se haya dictado la sentencia del artículo 14. Pero aún así
los efectos que menta el artículo 21 recién comenzarán a producirse una vez que se
publiquen los edictos.

En segundo lugar cabe puntualizar que los juicios de contenido patrimonial que son
alcanzados por los efectos del artículo 21 son aquellos que se sustentan en obligaciones de
causa o título anterior a la presentación en concurso, razón por la cual los juicios que se
fundan en obligaciones de causa o título posterior no sufren los efectos del artículo 21
pudiendo continuar los titulares de tales acreencias sus respetivos procesos. También debe
destacarse que los juicios afectados son aquellos en los que el deudor es demandado más no
aquellos en que el deudor resulte actor toda vez que éste no pierde por razón de la apertura
de su concurso ni la administración de sus bienes ni la legitimación procesal.
La radicación de los procesos de contenido patrimonial en contra del concursado constituye
el modo a través del cual la LCQ instrumenta la aplicación de la universalidad desde su
aspecto subjetivo, toda vez que de ese modo todas las acciones individuales ejercitadas que
tengan origen o se sustenten en obligaciones de causa o título anterior se radican ante el
juez que entiende en el concurso del deudor.

La radicación importa un desplazamiento de la competencia de los jueces que previenen en


estas acciones de contenido patrimonial hacia el juez del concurso y tiene su razón de ser en
la necesidad de unificar en un solo órgano jurisdiccional el tratamiento de todas las
acciones que involucren el patrimonio del deudor garantizando un tratamiento igualitario a
todos los acreedores – pars conditio creditorum -.

A su turno la suspensión de estos procesos implica que sus actores no pueden ya


continuarlos, toda vez que a partir de la apertura del concurso el único medio con que
cuentan los acreedores para lograr su inserción en el concurso es a través del ejercicio de la
acción verificatoria en sus diversas modalidades.

En efecto, a partir de la apertura la acción individual como modo tradicional de obtener el


reconocimiento judicial sobre el derecho de crédito de que es titular el acreedor, muta en su
naturaleza para dar cabida o nacimiento a la acción típica concursal la cual se encuentra
sujeta a un trámite propio en cuanto a su modo de hacerla valer en juicio – verificación en
sus diversas modalidades – plazos de prescripción, y sujeción en cuanto al alcance
cuantitativo del derecho del crédito a lo que en definitiva emerja de la resolución judicial
del artículo 36 y del acuerdo preventivo homologado, el cual como se vio produce la
novación de todas las obligaciones aplicándose a todos los acreedores comprendidos en el
acuerdo hayan o no prestado conformidad.

Como y cuando acontece la suspensión y la radicación? En principio los efectos de


radicación y suspensión devienen aplicables desde la fecha en que se publica el auto de
apertura. Sin embargo en la práctica ello acontece cuando el juzgado que entiende en el
concurso libra oficio a los diferentes Juzgados intervinientes de los juicios de contenido
patrimonial haciéndoles saber la existencia del concurso del deudor, requiriendo la remisión
de todo proceso de contenido patrimonial que se funde en obligaciones de causa o título
anterior a la presentación en concurso que se encuentre radicado antes ese juzgado. Como
se sabe el deudor en el escrito de presentación debe denunciar los juicios de contenido
patrimonial en trámite seguidos en su contra (art. 11 inc. 3º).

Es importante señalar que por aplicación de estos efectos, a partir del auto de apertura los
actos procedimentales llevados a cabo en cada uno de los procesos afectados ante el juez
que previene en ellos, devienen en inoponibles al concurso por resultar ordenados por juez
incompetente.
Finalmente este mecanismo se cierra con la prohibición de iniciar nuevas acciones
individuales de contenido patrimonial en contra del deudor: por qué? Por cuanto como se
dijo a partir de la apertura el único modo por el cual los acreedores pueden pretender el
cobro de sus acreencias es a través de la verificación de sus créditos.

Si bien la suspensión, radicación y prohibición constituyen los principios generales que


rigen en relación a los juicios de contenido patrimonial seguidos contra el deudor existentes
al momento de decretarse la apertura del concurso, siempre que se funden en obligaciones
de causa o título anterior a la presentación, los mismos han sido morigerados
paulatinamente por el legislador creando excepciones a estos principios. Si bien – como
veremos – las excepciones son tantas que incluso podría llegar a pensarse que el principio
general en la práctica ya constituye una excepción, lo cierto es que en caso de duda sobre si
a un determinado proceso debe o no suspenderse y radicarse habrá que aplicarse el
principio general.

Veamos cuales son las excepciones que menta la ley.

1.- Los procesos de expropiación:


Los proceso de expropiación son aquellos llevados a cabo por el Estado cuando mediando
ley que declara la utilidad pública de un bien determinado el Estado toma para sí la
propiedad del mismo a fin de afectarlo a esa necesidad pública declarada por ley previa
indemnización.
El artículo 19 de la ley de expropiación Nº 21.499 declara que estos proceso no están
sujetos a fuero de atracción, razón por la cual no cabe mucho margen de análisis en relación
a la razón por la cual la LCQ los ha exceptuado del principio de la radicación.
Sin embargo se puede agregar que en el proceso expropiatorio no se sigue para el
concursado una disminución de su patrimonio toda vez que ingresa a su patrimonio el
dinero – llamado indemnización – que el Estado le abona como consecuencia de la
expropiación.

2.- los que se funden en las relaciones de familia:


Si bien estos juicios pueden eventualmente poseer contenido patrimonial en lo inmediato se
trata de cuestiones de familia.

3. Los procesos de conocimiento en trámite y los juicios laborales, salvo que el actor opte
por suspender el procedimiento y verificar su crédito conforme lo dispuesto por los
artículos 32 y concordantes;

En estos casos los juicios proseguirán ante el tribunal de su radicación originaria o ante el
que resulte competente si se trata de acciones laborales nuevas. El síndico será parte
necesaria en tales juicios, excepto en los que se funden en relaciones de familia, a cuyo
efecto podrá otorgar poder a favor de abogados cuya regulación de honorarios estará a
cargo del juez del concurso, cuando el concursado resultare condenado en costas, y se
regirá por las pautas previstas en la presente ley.

En los procesos indicados en los incisos 2) y 3) no procederá el dictado de medidas


cautelares. Las que se hubieren ordenado, serán levantadas por el juez del concurso, previa
vista a los interesados. La sentencia que se dicte en los mismos valdrá como título
verificatorio en el concurso.

Tal como dijéramos el legislador ha ido paulatinamente morigerando la aplicación de los


efectos que la apertura del concurso produce sobre los juicios de contenido patrimonial en
contra del concursado.

Una prueba cabal de ello lo es la excepción establecida en el presente inciso.

Una de las razones que motivaron en este sentido la reforma del artículo 21 por la ley
26.086 fue que cuando regía la originaria redacción de este artículo, los juzgados en donde
se encontraba radicado el concurso se abarrotaba de procesos de conocimiento seguidos en
contra del deudor los que – si así optaba el acreedor – continuaban su tramitación ante el
juez concursal.

En su redacción originaria y en relación a los juicios de contenido patrimonial en trámite, y


siempre que fueran de conocimiento la ley concursal disponía como principio general la
radicación del proceso ante el juez del concurso y la suspensión de su tramitación, y
colocaba en cabeza del acreedor la opción de; o bien proceder a verificar su crédito
conforme lo dispuesto por el artículo 32 y concordantes – es decir a través de la
verificación tempestiva o tardía -, en cuyo caso el proceso en trámite continuaba
suspendido; o bien continuar el proceso ante el juez del concurso hasta el dictado de la
sentencia.

En la actualidad el sistema imperante respecto de los juicios de contenido patrimonial


difiere del anteriormente vigente.

En efecto, a partir de la reforma, los juicios de contenido patrimonial en contra del


concursado ya no se atraen, o para decirlo en los términos de la ley concursal no se radican
ante el juez del concurso, sino que continúan ante el juez de radicación originaria. Tampoco
estos procesos se suspenden con motivo de la apertura del concurso, sino que el principio es
que continúan ante el juez originario pero con intervención del síndico.

Para que opere la suspensión, el acreedor del concursado debe optar por verificar su crédito
de acuerdo al trámite previsto en el artículo 32 y concordantes de la ley.
En el sistema anterior a la reforma, la sentencia que dictaba el juez del concurso en el
proceso de conocimiento equivalía a “pronunciamiento verificatorio”, frente a lo cual el
acreedor y partir del dictado de la sentencia de fondo que admitía su acreencia, se
incorporaba sin más al proceso concursal como acreedor concurrente.

Al amparo del nuevo sistema, la sentencia que dicte el juez en el proceso de conocimiento
en trámite ya no equivale a “pronunciamiento verificatorio”, sino a “título verificatorio en
el concurso”.

Ahora bien, cuál es la consecuencia de esta sutil pero trascendente modificación?.

La diferencia radica sustancialmente que bajo la vigencia de la ley 24.522 en su redacción


originaria, el acreedor que obtenía sentencia favorable en el juicio de conocimiento estaba
exceptuado de verificar su acreencia luego de obtenida la sentencia, toda vez la resolución
de fondo emanada del juez del concurso equivalía a pronunciamiento verificatorio. Es decir
que la sentencia emanada del juez concursal producía un doble efecto; a) reconocimiento
del derecho de crédito reclamado; b) incorporación del acreedor al proceso concursal.

En tanto con el nuevo régimen, el acreedor que logra el dictado de una sentencia favorable
a su derecho de crédito en el juicio de contenido patrimonial, obtiene solo un “título
verificatorio en el concurso” que como tal debe ser verificado en el concurso y ante el
juez del concurso.

Esta exigencia de que el acreedor concurra con su “título verificatorio” al juez del concurso
a los fines de su verificación, surge precisamente de la primera parte del texto agregado por
el legislador de la ley 26.086 al artículo 56 el cual reza “...Si el título verificatorio fuera
una sentencia de un juicio tramitado ante un tribunal distinto que el del concurso, por
tratarse de una de las excepciones previstas en el art. 21, el pedido de verificación...”.

Tratar el tema de la verificación no tardía, ejemplo del daño y perjuicio, en relación a la


imposición de costas.

Finalmente cabe reparar que si bien la prohibición rige para todos los procesos de contenido
patrimonial, la ley 26.086 ha creado una excepción en relación a los juicios laborales
admitiendo la posibilidad de que aún cuando exista auto de apertura el acreedor laboral
pueda iniciar una acción individual en contra del concursado.

4.- En las ejecuciones de garantías reales no se admitirá el remate de la cosa gravada ni la


adopción de medidas precautorias que impidan su uso por el deudor, si no se acredita haber
presentado el pedido de verificación del crédito y su privilegio.

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