Hechos 1 1 2019
Hechos 1 1 2019
Hechos 1 1 2019
Editores
Geir Lie y Miguel Álvarez
Dirección
Dyretråkket 34
1251 Oslo
Noruega
Correo
bolhechos@gmail.com
Página web
http://www.akademiaforlag.no/hechos/
ISSN
2535-6410
Contenido
Editorial 1
Miguel Álvarez
Contextualización de la hermenéutica latina 3
Bernardo Campos
Aspectos fundamentales de la teología pentecostal 19
Geir Lie
T.B. Barratt y el origen de su concepto de ‘lenguas 33
misioneras’
Carmelo E. Álvarez
Ecumenismo del Espíritu: Voces pentecostales 85
latinoamericanas y caribeñas
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E L PRI ME R VO L U M E N D E L B O L E T I N
1
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C O NT E X T U AL I ZA C I O N
D E L A H E R ME N E UT I CA
L AT I N A
Miguel Álvarez
3
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3C. Peter Wagner, 7 Principios Poderosos que no Aprendí en el Seminario (Miami, FL:
Editorial Vida, 2000), 5-12.
4 Eddie Gibbs, La Iglesia del Futuro (Miami, FL: Editorial Peniel, 2005), 159-185. En
relación con lo que piensa sobre el cambio, Gibbs cree que los nuevos modelos de iglesias
se han dado a conocer para encontrarse con estos desafíos—todos tienen fuerzas y debili-
dades, por lo tanto, las iglesias necesitan transformarse para ser bíblicamente verdaderas
en su mensaje y en su misión hacia el mundo.
4
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5 Roger Ludin, La Cultura de la Interpretación (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1993), 15.
6Bernardo Campos, La Reforma Radical y las Raíces del Pentecostalimo: De la Reforma
Protestante a la Pentecostalidad de la Iglesia (Salem Oregon: Publicaciones Kerigma,
2017), 47-50.
5
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7Rodney Clapp, Una Persona Peculiar: La Iglesia como Cultura en una Sociedad post
Cristiana (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1996), 163. Ver también a Stanley J.
Grenz, Un Cebador en el Posmodernismo (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1996), 167-174.
6
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libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor (Lc 4:18-
20, RVA 1960).
Luego entonces, la iglesia está llamada a servir a los pobres, al débil, al
huérfano, la viuda, al refugiado y al extranjero. Las personas que están
bajo estas condiciones de desventaja son el objetivo primario del poder
redentor y transformador del evangelio.8
Tales condiciones son notorias principalmente en las ciudades y en lugares
con un alto contenido multicultural, donde abunda la opresión contra aque-
llos que están en posición de desventaja en relación con el estatus quo.
Por supuesto, la reflexión en un contexto multicultural tiene que ser muy
madura y muy objetiva, pues es necesario tomar en cuenta las diferencias
múltiples y aquellas que son típicas de cada grupo, familia o persona. La
multiculturalidad del contexto norteamericano9 puede ser un obstáculo o
una oportunidad para la expansión de la iglesia, todo depende de la posi-
ción doctrinal o teológica y el propósito del intérprete de la Palabra de
Dios.
8Jehu Henciles, “Migration and Mission: Some Implications for the Twenty-First Century
Church.” International Bulletin of Missionary Research 27:4 (October 2003), 146-153.
9cf. Leslie Newbigin, El Evangelio en una Sociedad Pluralista (Grand Rapids, MI: Eerd-
mans, 1989), 45-50; y Tontería para los Griegos (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1986), 36-
38.
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demandan una decisión. Los hijos de Dios tienen que estar muy bien equi-
pados para ofrecer la alternativa correcta a la confusión que existe en el
contexto histórico. El poder pentecostal se manifiesta a través de dones
espirituales que aclaran el camino y manifiestan la verdad y la voluntad de
Dios para este mundo. Esto hace necesario que exista una capacidad apo-
logética sólida que sea capaz de revelar la verdad y las obras de Dios y que
desenmascare la falsedad y el propósito destructor de Satanás.
En la segunda parte de este documento trataré presentar una reflexión ob-
jetiva al problema de la inmigración del pueblo latino en los Estados Uni-
dos y trataré de ofrecer alternativas que ofrezcan soluciones viables. Este
es un intento por ejemplificar la tarea práctica de una hermenéutica pente-
costal latina que pueda entender el problema y atacarlo de manera objetiva,
manteniendo en mente los principios y valores del evangelio.
10
Una versión parcial de este artículo fue publicada bajo el tema “Reflexión sobre el Muro
en la Frontera Sur.” El Evangelio 1 (Abril-Junio) 2007.
11Manuel Ortiz, The Hispanic challenge: Opportunities confronting the church (Downers
Grove, IL: Intervarsity Press, 1998), 22-26.
12Rachel L. Jones, “Los Hispanos Ahora el Grupo más Grande en los Estados Unidos.”
Census Bureau (Knight-Ridder/Tribune News Service, P701K3770, 1996).
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13R. Daniel Shaw, “Migrations: Avenue and Challenge to Misión.” Missiology: An Inter-
national Review, XXXI:1 (January 2003), 17-28.
14 Lou Dobbs fue el anchor y editor en jefe de CNN's Lou Dobbs Tonight. Dobbs también
fue director del programa nacional Financial news radio report. También era portavoz de
los grupos conservadores más radicales que han tomado control del movimiento anti-inmi-
grante en los Estados Unidos. http://www.cnn.com/CNN/Programs/ lou.dobbs.tonight/
Junio 19, 2007.
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Entonces, como muy bien apunta Samuel Escobar, estamos haciendo re-
ferencia a “una hermenéutica que cobra sentido en el contexto de la reali-
dad y que se aleja de abstracciones teológicas que sólo alimentan al inte-
lecto y que alejan al teólogo de la realidad de su universo.”17
El contexto teológico
Lo expresado anteriormente desafía a los hijos de Dios a pensar en la ne-
cesidad de la reconciliación. Obviamente no se puede vivir el evangelio a
plenitud si algunos de los miembros del cuerpo se excluyen mutuamente
o no se respetan debidamente. También hay peligro cuando un miembro
se vuelve indiferente ante la realidad del otro o cuando uno acusa al otro,
sin brindarle la oportunidad para la reflexión, el arrepentimiento, el perdón
y la restauración. En este momento la respuesta idónea para el “muro de
la vergüenza” la tiene la iglesia. Esta es la llamada a desafiar a todos sus
miembros a practicar una vida espiritual que sea compatible con los enun-
ciados del evangelio. Además, la iglesia debe confrontar y denunciar pro-
féticamente a los poderes del mundo cuando éstos se convierten en instru-
mentos del mal. La agresión, el menosprecio, la indiferencia hacia el in-
migrante o la acusación al indocumentado sólo sirven para contrarrestar la
eficacia del evangelio.18
Curiosamente, ninguna de las denominaciones evangélicas, excepto la
iglesia Católica, se han expresado públicamente en contra de las injusticias
de este proceso antiinmigrante. Eso deja muchas preguntas pendientes y
acumula temas sin resolver entre los creyentes que forman parte del cris-
tianismo norteamericano. El hecho de que un líder pentecostal tenga que
reconocer esta actitud positiva en la Iglesia Católica Romana, puede pare-
cer paradójico, pues se supone que son los pentecostales los que deberían
estar haciendo ese tipo de ministerio. Sin embargo, es todo lo opuesto y,
ésto lejos de parecer un asunto insignificante, hay que tomarlo con serie-
dad pues tiene implicaciones hermenéuticas serias. Obviamente el pente-
costalismo norteamericano se está acomodando a los valores éticos,
17
Samuel Escobar, “¿Qué significa ser evangélico hoy?” Misión 1:1 (Marzo-Junio 1982)
15-18, 35-40.
18Oscar Clemente Marroquín, “Hacen Falta Resultados.” La Hora (Guatemala de la Asun-
ción, Miércoles 28 de mayo de 2003), Opinión Editorial.
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20Moises Sandoval, On the move: A history of the Hispanic church in the United States
(Maryknoll, NY: Orbis Books, 1990), 36-42.
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A manera de conclusión
Desde la perspectiva de esta ponencia y a manera de conclusión, me gus-
taría destacar algunos elementos que considero necesarios, si es que el
pueblo latino está dispuesto seguir el consejo de la Palabra de Dios en el
contexto actual.
(1) Reflexión. La iglesia latina necesita involucrarse en un proceso de re-
flexión que se de dentro del marco de la pentecostalidad de la iglesia. Una
reflexión que refleje la interacción de tres elementos básicos: la Palabra,
El Espíritu y la Comunidad de fe.
(2) Definición de una hermenéutica que sea pentecostal y latina. La co-
munidad pentecostal debe definir e identificar una hermenéutica que le
permita interpretar e implementar la voluntad de Dios en su propio uni-
verso.
(3) Establecer un método de interpretación sólido. El método de interpre-
tación pentecostal es eminentemente pneumático, entendiendo a éste como
aquel proceso que integra la revelación de la Palabra de Dios por medio
de la acción del Espíritu Santo y la aprobación de la congregación. El mé-
todo pneumático es integral y se consuma cuando la experiencia del intér-
prete es confrontada con (1) la revelación del Espíritu Santo, (2) la verdad
de la Palabra de Dios y (3) el testimonio de la comunidad de fe. Estos tres
elementos conforman la legitimidad de la hermenéutica pentecostal. En el
método pneumático se integran la actividad divina y la humana. Por ejem-
plo, toda profecía, revelación o exhortación para ser aceptada o confir-
mada debe pasar por este proceso de examen, el cual ineludiblemente le-
gitimiza o invalida la proposición ofrecida. Así que cuando estos elemen-
tos, la Palabra, el Espíritu y la comunidad de fe se integran, no hay lugar
para el error.
(4) Hacia un modelo auténticamente pentecostal. Durante el concilio de
Jerusalén, los creyentes se reunieron en la dirección del Espíritu Santo,
para resolver un asunto teológico muy fundamental. El tema era—la sal-
vación por medio de las obras de la ley o, la fe solamente. El capítulo 15
del libro de los Hechos, sirvió como modelo para que los pentecostales
establecieran el método de interpretación que incluyera tres elementos bá-
sicos en la hermenéutica pneumática: (1) El Espíritu Santo, (2) la Palabra
de Dios y (3) la Comunidad de Fe. Hechos 16 describe una verdadera
reunión pentecostal, donde se registra que la decisión del concilio fue una
respuesta corporal a la dirección del Espíritu Santo. Como resultado,
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A S PE CTO S F UN D A ME N TA L E S
DE LA TEOLOGIA
P E NT E C O S TA L
Bernardo Campos
Cuando uno pregunta por los aspectos fundamentales de una teología con-
fesional como la de los pentecostalismos, debe considerar varios factores
que tienen que ver con el quehacer teológico y la dinámica sociocultural
en la que se produce.1
La primera cosa es reconocer que el sujeto de la producción teológica es
complejo por su número y por su arraigo cultural. No existe un pentecos-
talismo homogéneo, sino por el contrario muy heterogéneo. Anterior a la
discusión propiamente temática o dogmática está la de la taxonomía2 para
decidir de qué pentecostalismo estamos hablando en uno u otro tema. Mis
referencias en este artículo son al pentecostalismo histórico, tradicional y
muy levemente al unicitario.
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Lo segundo tiene que ver con la disciplina misma (la teología), que incluye
al menos cuatro grandes aspectos: la teología bíblica, teología histórica,
teología dogmática y teología práctica, pero siempre en correlación con la
realidad. Hablaremos por ello de la pentecostalidad fundante de Hechos
de los apóstoles, así como su prolongación en la historia temprana y tardía.
Lo tercero es el contexto desde donde se hace teología que, en nuestro
caso, es la realidad latinoamericana. Se busca una correlación de la teolo-
gía con la realidad total (aspectos sociales, culturales, económicos, políti-
cos, religiosos y otros más específicos) para procurar una comprensión
global, así como una praxis consecuente.3
El mecanismo por el cual opera todo este proceso es la hermenéutica teo-
lógica4 que implica un proceso cognoscitivo para encontrar o donar sentido
a la vida desde los elementos constitutivos de la religión: la fe de Abraham,
y un proceso pragmático que tiene que ver con la experiencia religiosa
enmarcada en la dinámica cultural de los desposeídos.
Como parte de la religión cristiana la religiosidad pentecostal comporta un
sistema de creencias, un sistema ritual, formas de organización que se
derivan de esas creencias y ritos, así como una normatividad ética que, en
diálogo con su cultura, ilumina sus prácticas sociales.
Conscientes de que toda síntesis de una confesión religiosa conlleva el
riesgo del reduccionismo, me atreveré a señalar solo tres aspectos que ca-
racterizan la teología pentecostal5 en el contexto latinoamericano: la es-
tructura quíntuple y el eje cristológico de su teología, su pentecostalidad
3 Este factor ha sido muy bien expuesto por Augustina Luvis Núñez, Vientos de Libertad:
Un Acercamiento a la Teología Caribeña desde una Perspectiva Pentecostal. Ponencia
(inédita) presentada en el Encuentro de RELEP y la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo
Jesús en Culiacán, Sinaloa, México 6-8 de abril del 2016.
4 Véase una explicación extensa de esta “hermenéutica del Espíritu” en mi libro: Bernardo
Campos, Hermenéutica del Espíritu. Cómo Interpretar los Sucesos del Espíritu a la Luz de
la Palabra de Dios (Oregón, USA: Publicaciones Kerigma, 2016).
5 Una investigación de la universidad de Pretoria, África, mostró que lo distintivo en la
teología pentecostal es su “experiencia de la presencia y poder de Dios”. Cf. Henry I. Le-
derle, “An Ecumenical investigation into the proprium or distinctive elements of Pentecos-
tal Theology” en Mathew S. Clark y Henry I. Lederle et. al., What is distinctive about
Pentecostal Theology? (Pretoria: University of South Africa, 1989), 158-171.
20
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Por ser así, Dios manifestado en Cristo y presente por su Espíritu, salva al
pecador de los poderes de este mundo malo, lo restaura en su vida física
como signo de una liberación del mal (en la cosmovisión pentecostal, estar
6 La estructura tetrádica (de cuatro dogmas) es la más contemporánea, pero la más antigua
era pentádica o quíntuple (5 doctrinas), pues la idea del bautismo en el Espíritu Santo aún
no se había asimilado a la de la santificación. Esa fórmula correspondía a la tradición wes-
leyana y rezaba así: “Cristo justifica por la fe, santifica, bautiza, sana y viene otra vez.” Un
estudio de la asimilación de la doctrina de la santificación a la del bautismo en el Espíritu
Santo, puede verse en Donald W. Dayton, Theological Roots of Pentecostalism (Grand
Rapids, MI: Francis Asbury Press of Zondervan Publishing House, 1987), 87-113. Cf.
también Paulo Ayres Matos, “Reflexões sobre o uso da linguagem poder na teología de
John Wesley” en Carlos Antônio Carneiro Barbosa, (org) et.al., Teologia Pentecostal I: O
que nos resta a fazer [Coleção Pentecostalismo Volume VIII] (São Paulo: Reflexão, 2017),
37-54.
21
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Soteriología
Cristo Salva. La salvación consiste en una liberación del pecado, de la Ley
y de la muerte. La gracia redentora de Jesús, opera en los no creyentes a
través del evangelio como Palabra de Dios. Se acepta que la salvación es
por gracia divina, pero se insiste en que los creyentes deben esforzarse
para conservarla porque se puede perder.
Antropología
Cristo Sana. La sanidad divina incluye cuerpo y alma. Se trata de la res-
tauración de la salud plena en la vida de las personas. Incluye milagros y
sanidades tanto del cuerpo como del alma. Esta última es conocida como
sanidad interior. Es común o recurrente el ejercicio de los carismas, entre
ellos el de sanación, durante el culto y fuera del culto, para la sanidad de
los enfermos y milagros como parte frecuente de su ethos y estilo de vida.7
Las manifestaciones del Espíritu Santo como las posesiones demoníacas,
siempre lo hacen a través del cuerpo. En el culto, los pentecostales se ex-
presan mucho con su corporeidad.
Correspondencia humana
Cristo Santifica. La santificación es tanto un acto como un proceso nece-
sario, que empieza con la conversión y se afianza con el bautismo en agua,
sacramento de la iglesia, cuerpo de Cristo. Se entiende que la santificación
es obra del Espíritu quien acusa de pecado, de justicia y de juicio, pero el
creyente santificado en Cristo debe santificarse permanentemente. Si es
necesario cada día, y cuidar su salvación como si la pudiera perder. En este
7 Así en Brasil: Jonatas Câmara y Ana Lúcia (organizadores), Histórias Entrelaçadas: 100
anos de Milagres na Assembleia de Deus No Amazonas (Manaus, Brasil: Faculdade Boas
Novas-IEADAM, 2017). Y en el pentecostalismo de Puerto Rico: Helen Santiago, El Pen-
tecostalismo de Puerto Rico. Al compás de una fe Autóctona 1916-1956 (Puerto Rico: Edi-
ción de la autora, 2015).
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Eclesiología
Cristo bautiza. Bautizados en Cristo, el bautismo en el Espíritu Santo
opera como consejero para la perseverancia de los santos. Se habla de lle-
nura del Espíritu para el cumplimiento de la misión a las naciones, en al-
gunos casos con la evidencia de hablar en otras lenguas para el reconoci-
miento del bautismo con el Espíritu Santo. Se le adjudica a los pentecos-
tales la centralidad de la pneumatología, por su relación con los dones,
ministerios y operaciones del Espíritu, y no es del todo cierto. En realidad,
se trata de una pneumatología cristológica9 o bien una cristología pneu-
mática. Por lo demás la eclesiología pentecostal favorece el tipo ecclesia
como pueblo de Dios o comunidad de los santos, la Sanctorum Commu-
nio.10
Escatología
Cristo Viene por segunda vez. La escatología pentecostal tiene como
punto central la Segunda Venida del Cristo resucitado como esperanza del
23
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La pentecostalidad identitaria
La identidad social pentecostal se construye en la comunidad cultural.
Desde el comienzo hasta el final del culto se da un proceso gradual y as-
cendente orientado siempre a lograr un “contacto con el cielo” por el éx-
tasis. Así, un culto típico Pentecostal como espacio donde se genera el
éxtasis místico14 comprende los siguientes momentos: (a) cánticos, (b) ora-
ción de apertura, (c) clausura del tiempo profano, (d) etapas de progresión
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mística, (e) oración de cierre, (f) misión o extensión del tiempo sagrado
sobre el tiempo profano.15
En el culto pentecostal la afirmación de la trascendencia, de lo santo, de lo
indecible, se realiza por oposición a lo humano temporal. Se afirma lo
hondamente pecaminoso de la sociedad. El culto “glossohablante” es una
reproducción arquetípica de un lenguaje gestual primal. Aunque se busca
el éxtasis místico, no termina evadiendo las realidades terrestres (esca-
pismo o alineación) ni tampoco es una reproducción del dualismo gnóstico
que opone bien y mal. Se trata, en todo caso, de la reproducción y repre-
sentación moderna en formas arcaicas de la experiencia de lo sagrado. Una
forma cultural de recrear el orden cósmico en el que el rito prevalece sobre
el concepto, la danza sobre la tesis, el gesto sobre el verbo, sin oponerse
necesariamente al discurso teórico. La “glosolalia” es un lenguaje que el
propio orante puede no entender, pero comporta un sentido simbólico. No
es un idioma necesariamente, pero podría serlo también. Lo más impor-
tante de la glosolalia no es su traducción, sino su significación como sen-
tido en medio de un culto; sentido que rompe con el lenguaje cotidiano,
directo, simple y humano, como si connotara que se está en otro ámbito
de la realidad: la realidad de lo sagrado.
15 Bernardo Campos, “Estructura y Morfología del Culto Pentecostal” © 2016 Bassel Pu-
blishers. Segunda Edición: Digital. Lima, Perú: 2004 disponible en https://www.acade-
mia.edu/ 25378386/estructura-y-morfologia-del-culto-pentecostal.
16 Eleutirio Uribe Villegas, Unicidad y Revelación del Nombre: Una Exégesis de Hechos
2:1-41 (México: RELEP, 2016). Ponencia (inédita) presentada en el Encuentro de RELEP
y la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús en Culiacán, Sinaloa, México 6-8 de abril
del 2016.
25
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17Gerd Theisen, La Religión de los primeros cristianos. Una teoría del cristianismo pri-
mitivo (Salamanca: Ediciones Sígueme), 2002.
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19 Bernardo Campos, Hermenéutica del Espíritu. Cómo Interpretar los Sucesos del Espí-
ritu a la Luz de la Palabra de Dios (Oregón, USA: Publicaciones Kerigma, 2016), 60.
20Daniel Chiquete, Haciendo Camino al andar: Siete ensayos de Teología Pentecostal
(Costa Rica: Lara Segura & Asoc. 2007), 30-32.
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Esa experiencia de Pedro, repetida por los cristianos a lo largo de los si-
glos, ha dado lugar a lo que he llamado Pentecostalidad - una construcción
teológica que opera como un criterio epistemológico para hablar de la vo-
cación de universalidad de la iglesia, y que, como categoría, permite su-
perar las aporías de la novedosa pero precaria historización e instituciona-
lización de los pentecostalismos. Es, al mismo tiempo, una notae21 de la
iglesia. La Pentecostalidad es así una experiencia universal que expresa el
acontecimiento de Pentecostés en su calidad de principio ordenador de la
vida de aquellos que se identifican con el avivamiento pentecostal y, por
ello mismo, construyen desde allí una identidad pentecostal. 22
En resumidas cuentas, la pentecostalidad sería así el principio y práctica
religiosa tipo, informada por el acontecimiento de Pentecostés; una expe-
riencia universal que eleva a la categoría de “principio” (arqué ordenador)
las prácticas pentecostales y post-pentecostales que intentan ser concre-
ciones históricas de esa experiencia primordial - primordial en cuanto fun-
dante de la experiencia presente y en cuanto donadora de sentido e identi-
dad a las nuevas experiencias.23
Hoy, a la luz de las nuevas vivencias de la Iglesia iberoamericana (espa-
ñola y lusitana) con relación a las acciones del Espíritu de Dios, asistimos
a una expresión más universal de la pentecostalidad. Esa pentecostalidad
atraviesa formas confesionales de todo tipo y genera, en consecuencia, no-
vedosas y alarmantes configuraciones religiosas. Gran parte de los neo
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27 Sobre la rutinización del carisma, cf. Max Weber, Economía y Sociedad. Esbozo de
sociología comprensiva (México: FCE, 1964, 2002), 197-201.
28 Elton Fernandes de Souza, “Conflitos entre pentecostais: representações da igreja
universal do Reino de Deus no âmbito da Igreja Evangélica Assembleia de Deus do Brasil
(1990-2009)” en Alfredo Dos Santos Oliva y Antônio Paulo Benatte (orgs.), Cem Anos de
Pentecostes. Capítulos da História do pentecostalismo No Brasil (São Paulo: Fonte
Editorial, 2010), 249-284.
31
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T. B . B A R R AT T Y E L O RI G E N D E S U
C O N CE PTO DE ‘ L E N G U A S MI S I O N E R A S ’
Geir Lie
1
Glosolalia implica hablar en lenguas sin significado comprensible, mientras xenolalia
implica hablar en una lengua natural sin entender el significado de sus propias palabras.
2
Donald Dayton, Theological Roots of Pentecostalism (Peabody, Massachusetts: Hen-
drickson Publishers, 1991), 15.
3
David William Faupel, The Everlasting Gospel: The Significance of Eschatology in the
Development of Pentecostal Thought (Sheffield: Sheffield Academic Press, 1996), 18. El
“milenarismo” ha sido definido, no solamente como una creencia en que “el mundo exis-
tente fuera malvado y sin posibilidad de experimentar redención por ningún esfuerzo hu-
mano”, sino también como una creencia en “la destrucción inminente de este mundo y la
creación de uno nuevo”. Robert Mapes Anderson, Vision of the Disinherited. The Making
of American Pentecostalism (Peabody, Massachusetts: Hendrickson Publishers, 1992),
229-30.
33
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4
Sandford (1862-1948) estableció el ‘Holy Ghost and Us Bible College’ en Shiloh, Maine
en 1895. Seis años después declaró que era apóstol y unos meses después que Dios le había
capacitado con el mismo espíritu que había en el profeta Elías del Antiguo Testamento. De
verdad, Sandford creía que él era uno de los dos testigos de Apocalipsis 11. Hay dos bio-
grafías acerca de Sandford: William C. Hiss, “Shiloh: Frank Sandford and the Kingdom,
1893-1948.” (Boston: Tufts University: Ph.D. diss., 1978) y Frank Murray, The Sublimity
of Faith (Amherst, NH: The Kingdom Press, 1981).
5
Gary B. McGee, Miracles, Missions and American Pentecostalism (Maryknoll, New
York: Orbis Books, 2010), 69.
6
Charles F. Parham, “The Gift of Tongues.” Apostolic Faith (Topeka), 3 de mayo, 1899.
Citado en McGee, ibid., 73.
34
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recibió el don de lenguas el 1 de enero de 1901. Esta le pidió que orara por
ella con la imposición de manos “ya que esperaba salir como misionera”.
Agnes concluyó que el lenguaje sobrenatural que había recibido era “el
idioma chino”, sin identificar el dialecto particular (como el cantonés o el
mandarín).7 Dos días después, el mismo Parham afirmó haber recibido “la
lengua sueca, que luego cambió a otros idiomas”.8 Algunos de los estu-
diantes de Parham estaban convencidos que bajo la inspiración del Espíritu
Santo, incluso podían escribir en idiomas extranjeros que nunca habían
aprendido.
Por su parte, William J. Seymour, quien había sido enseñado por Parham,
durante cinco semanas antes de llevar el mensaje pentecostal a Los Ánge-
les en febrero de 1906, inicialmente también creyó en el don de lenguas
misioneras. Parham había afirmado que aquellos bautizados en el Espíritu
Santo, “lograrían ser reconocidos como miembros de la esposa de Cristo
en la ocasión de la Segunda Venida. Estos serían aquellos sacados por el
arrebatamiento, que evitarían las pruebas horribles de los siete años de tri-
bulación. Al regresar con Cristo durante la segunda etapa de su aparición,
estos ocuparían cargos importantes en la administración del gobierno mi-
lenial.”9
Seymour había sido presentado a Parham a través de la señora Lucy F.
Farrow. Seymour era pastor de una iglesia de Santidad afroamericana en
la ciudad de Houston, Texas. Lucy había hablado en lenguas y había dado
todo su apoyo al mensaje pentecostal de Parham. Un mes después de la
llegada de Seymour a Los Ángeles, este fue acompañado por ella y Joseph
A. Warren. Ambos eran partes del ministerio de Parham a los afroameri-
canos de Houston.
Seymour había dejado Houston en febrero para pastorear una iglesia de
Santidad en 1604 East Nineth Street, fundada por Julia W. Hutchins. Sin
embargo, después de aproximadamente una semana de predicación, Sey-
mour fue expulsado de aquella iglesia y comenzó reuniones de oración
independientes, primero en la casa de Edward S. y Mattie Lee, quienes,
7
Citado de James R. Goff, Fields White Unto Harvest: Charles F. Parham and the Mis-
sionary Origins of Pentecostalism (Fayetteville, Arkansas: The University of Arkansas
Press, 1988), 67.
8
Goff, ibid., 68.
9
Goff, ibid., 78.
35
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10
Cecil M. Robeck, The Azusa Street Mission and Revival: The Birth of the Global Pente-
costal Movement (Nashville, Tennessee: Nelson Reference & Electronic, 2006), 64.
11
Gastón Espinosa, “The Holy Ghost is here on Earth? The Latino Contributions to the
Azusa Street Revival.” Enrichment. Primavera 2006: 119. Véase también Gastón Espinosa,
Latino Pentecostals in America: Faith and Politics in Action (Cambridge, Massachussetts:
Harvard University Press, 2014), 35-36.
12
Robeck, ibid., 88.
36
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13
David D. Bundy, “Spiritual Advice to a Seeker: Letters to T.B. Barratt from Azusa Street,
1906.” Pneuma 14 (1992): 62-75. Trágicamente, los materiales no publicados de Barratt
se han almacenado en la Biblioteca Nacional de Oslo, donde existe poca o ninguna com-
prensión sobre la importancia de preservar estos materiales con fines de investigación. La
invaluable correspondencia de Barratt se está volviendo más difícil de leer de un año a otro
debido al papel ácido en el que aparecen sus letras.
14
Thomas Ball Barratt, Erindringer (Oslo: Filadelfiaforlaget, 1941), 114; Thomas Ball Ba-
rratt, When the Fire Fell and an Outline of My Life (Oslo: Alfons Hansen & Sønner, 1927),
120.
15
En la parte atrás de la portada del libro de Anderson (reimpresión en 1992), Gary B.
McGee escribe: “Desde la primera publicación de la Vision of the Disinherited de Ander-
son, los estudiantes del pentecostalismo han sido desafiados por su tesis sobre los orígenes
del movimiento.”
37
HECHOS 1-1 2019
16
Thorstein Gunnarson, Dommedagsventing: Millennismen og dens innslag i norsk kris-
tendom (Bergen: A/S Lunde & Cos Forlag, 1928), 76. Mi traducción.
17
Geir Lie, “Apostler og aposteltjeneste i internasjonal pinsekristendom.” Refleks 1-1
2002: 6 (nota 6). Mi traducción.
38
HECHOS 1-1 2019
18
McGee afirma (p. 105) que “la esperanza de las lenguas como don lingüístico para pre-
dicar había comenzado a disminuir en 1908.” Citando a Darrin Rodgers, Northern Harvest:
Pentecostalism en North Dakota (Bismarck, North Dakota: North Dakota District Council
of the Assemblies of God, 2003), McGee afirma además en la misma página que “en un
desarrollo relacionado y en contraste con la idea de que las lenguas siempre representaban
lenguas humanas no aprendidas, algunas empezaron a identificar las lenguas como las len-
guas de los ángeles (1 Corintios 13: 1), un fenómeno que también destacaba la adoración.
Esto surgió ya en febrero de 1904 en Audubon, Minnesota, donde A.O. Morken [no rela-
cionado con el círculo que rodeaba a Parham y tampoco al avivamiento de la calle Azusa]
describió las lenguas escuchadas en los cultos allí como “lenguajes angelicales”. Morken
era un inmigrante noruego en América, y su testimonio fue publicado en Folke Vennen, un
periódico evangélico de lengua noruega de amplia circulación publicado en Chicago. El
testimonio de Morken, no obstante, revela una debilidad en mi argumento: si Morken veía
las lenguas como lenguajes angelicales, entonces es concebible que Barratt, su co-lingüista,
hubiera tenido conocimiento de estas afirmaciones o podría haber desarrollado una teología
similar. Sin embargo, cualquier vínculo entre Barratt y Morken es especulativo. Tres años
después de las afirmaciones de Morken, Alfred Garr llegó a la conclusión de que las len-
guas desconocidas podían ser lenguas reconocibles a las de los ángeles.” También Goff,
quien junto con Anderson y Faupel se suscribe a la tesis milenarista (pág. 15), afirma que
“para 1909 muchos pentecostales se estaban volviendo escépticos de las lenguas misione-
ras, al menos como un fenómeno generalizado. Las lenguas, que ahora se entendían prin-
cipalmente como glosolalia, sirvieron como prueba de la recepción del bautismo del Espí-
ritu Santo y, con la ayuda de un intérprete de inspiración divina, llevaron un mensaje de
esperanza a las congregaciones” (Goff, ibid., 16).
19
Anderson, ibid., 91.
20
Goff, ibid., 154: “Sin embargo, Parham se aferró tenazmente a la visión de la conquista
mundial a través de las lenguas misioneras. Insistió en que todo hablar en lenguas auténtico
era xenoglósico y culpó al experimento falsos de los pentecostales de una etapa posterior
más por cualquier fracaso en el campo de la misión. A pesar de la afirmación de Parham
de que el fenómeno funcionó bien para los misioneros que él había patrocinado, la mayoría
de los pentecostales abandonaron la interpretación original en favor de una posición mo-
derada que definía a “lenguas celestiales” (es decir, glossolalia) como la norma y lenguas
misioneras (es decir, xenoglossa) como lo extraordinario.”
39
HECHOS 1-1 2019
misioneras no era “una aberración sostenida solo por unos pocos fanáti-
cos”, sino “más bien, una noción fundamental y casi universal durante los
primeros años del movimiento.”21 Por esta razón, cuando Anderson en su
Vison of the Disinherited afirmó que la característica más significativa del
pentecostalismo temprano, no fueron las lenguas, sino el milenarismo, su
tesis tiene mucha razón y ha sido considerada como pionera. ¿Cómo po-
dría Gunnarson, accidentalmente, por así decirlo, haber golpeado el clavo
en la cabeza en 1928, con una tesis idéntica si no fuera por el hecho de que
tenía razón? Tanto para Barratt como para los pentecostales estadouniden-
ses, para citar a Anderson, “el fenómeno de la glossolalia y sanidad divina
fueron elementos subordinados a las enseñanzas de un movimiento mile-
narista.”22
Gunnarson era teólogo de profesión, ministro y sacerdote de la iglesia es-
tatal luterana de Noruega; pero aunque su propósito era informar a la igle-
sia, no tenía la intención de escribir un tratado académico. Por ese motivo,
no defendió su tesis con referencias literarias. Como ya se mencionó, su
libro trató al milenarismo de manera general, y al pentecostalismo se refi-
rió brevemente en la nota a pie de página antes mencionada. En conse-
cuencia, el libro, que sigue siendo agotado, apenas ha sido conocido entre
los pentecostales noruegos. Nils Bloch-Hoell, sin embargo, en su diserta-
ción de 1956 sobre el pentecostalismo noruego, menciona al libro y des-
carta categóricamente la validez de la afirmación de Gunnarson. Bloch-
Hoell está de acuerdo con Gunnarson en que la escatología siempre ha sido
una doctrina importante dentro del pentecostalismo, pero no que ocupa un
lugar central en el sistema de sus creencias. En 1964, se publicó en inglés
una modificación de la disertación de Bloch-Hoell, y se mantuvo la crítica
del autor a Gunnarson.
Bill Faupel, en su The Everlasting Gospel: The Significance of Eschato-
logy in the Development of Pentecostal Thought (1996), escribió: “de
acuerdo con Robert Mapes Anderson, este se centra en la importancia cen-
tral de la escatología para entender al pentecostalismo estadounidense,”23
y complementa la tesis de Anderson afirmando que el “sistema de creen-
cias milenaristas [dentro del pentecostalismo estadounidense] resultó en
21
Anderson, ibid., 90.
22
Anderson, ibid., 80.
23
Faupel, ibid., 9.
40
HECHOS 1-1 2019
24
Faupel, ibid., 18.
25
David William Faupel, “The Significance of Eschatology in the Development of Pente-
costal Thought.” (Birmingham, England: University of Birmingham, Ph.D. diss., 1989),
16.
26
Nils E. Bloch-Hoell, The Pentecostal Movement: Its Origin, Development, and Distinct
Character (Oslo: Universitetsforlaget, 1964), 154.
41
HECHOS 1-1 2019
27
“Una vez que la creencia en una Segunda Venida dejó de ser una expectativa individual
inmediata, ya no podía ocupar el lugar central en el pensamiento pentecostal. Así, hablando
en lenguas, que conservó su inmediatez, se trasladó al centro de la ideología pentecostal.”
(Anderson, ibid., 96.)
28
Faupel, ibid., 11.
29
Robeck, ibid., 236.
42
HECHOS 1-1 2019
30
Martin Ski, ed., Fram til urkristendommen: Pinsebevegelsen gjennom 50 år. Bind 1
(Oslo: Filadelfiaforlaget, 1956), 8.
31
David D. Bundy, “Visions of Apostolic Mission. Scandinavian Pentecostal Mission to
1935.” (Uppsala: Uppsala Universitet, Ph.D. diss., 2009), 168.
32
Anderson, ibid., 130. Barratt, Erindringer, 127.
33
Barratt, Erindringer, 123. Williams fue a lo mejor canadiense, habiendo recientemente
recibido su ‘bautismo del Espíritu’ en Canadá. (Barratt, When the fire fell, 128.)
43
HECHOS 1-1 2019
34
Jan-Åke Alvarsson, “Pingstväckelsens etablering i Sverige. Från Azusa Street till Skövde
på sju månader” en Claes Waern, ed., Pingströrelsen: Händelser och utveckling under
1900-talet (Estocolmo, Suecia: Libris förlag, 2007), 18. Johansson llegó a Suecia el 16 de
noviembre y comenzó a compartir su testimonio pentecostal, es decir, más de un mes antes
del regreso de Barratt a Noruega en diciembre. También es interesante observar que mien-
tras el primer artículo de Barratt sobre el avivamiento de la calle Azusa apareció en una
revista noruega (Byposten) el 6 de octubre, el primer artículo en sueco (por A. Linn) apa-
reció en Närkesbladet el 18 de septiembre.
35
Robeck, ibid., 250. Sin embargo, Mary Johnson “de la Misión Libre Sueca (Swedish
Free Mission) en Moorhead, Minnesota”, que aparentemente no tuvo contacto con Charles
Parham ni con la Misión de la calle Azusa en Los Ángeles, aunque ella había hablado en
lenguas, llegó en Durban, Sudáfrica, en enero de 1905 y parece haber sido el “primer mi-
sionero ‘pentecostal’ euroamericano del siglo XX.” (McGee, ibid., 91-2; Rodgers, ibid..,
13-14)
36
En su diario del 25 de noviembre, que era un domingo, Barratt escribió que se reunió con
Samuel y Ardella Mead el miércoles anterior, que resultó ser el 21. Él había “estado espe-
rándoles por algún tiempo, entrando a través de ellos en una comprensión clara del aviva-
miento [de Azusa] en Los Ángeles.” (Barratt, When the Fire Fell, 135-6; Barratt, Erindrin-
ger, 127).
44
HECHOS 1-1 2019
37
Robeck, ibid., 267. Anderson (p. 130) afirma que “los líderes de la misión [en 250 W.
14th Street], sin embargo, aparentemente rechazaron el nuevo movimiento, ya que a partir
de ese momento los creyentes pentecostales comenzaron a asistir a la Unión de la Misión
de Santidad en 351 W. 40th Street.” Véase también Barratt, Erindringer, 127-128.
38
Robeck, ibid., 238.
39
McGee, ibid., 94.
45
HECHOS 1-1 2019
40
Tengo una copia de toda la lista de pasajeros y, por lo tanto, puedo confirmar la validez
de la afirmación de Robeck en cuanto a la identidad de los misioneros de la calle Azusa:
Lucy Farrow y su sobrina Leila McKinney, Julia y Willis Hutchins, Samuel y Ardella
Mead, Robert y Myrtle K. Shideler, y George y Daisy Batman (con sus tres hijos). Robeck
además escribe en las pp. 267-8 que el grupo “se unió a tres nuevos conversos afroameri-
canos que se dirigían a Liberia. El sr. F.M. Cook fue bautizado en el Espíritu cuando Lucy
Farrow y George Batman le pusieron las manos y oraron. Él estaba acompañado por su
esposa (sin nombre) y una mujer identificada solo como la Sra. Lee.” También puedo,
según la lista de pasajeros, confirmar la validez de la presencia de estas personas en el
barco. Y, obviamente, Barratt también está incluido entre los pasajeros. Todos viajaron en
3ra. clase. El 16 de diciembre, Barratt estaba a bordo de otro barco, esta vez de Hull a
Noruega y llegó a Christiania el día 18. Su primera reunión en Noruega fue el 19 de di-
ciembre. (Barratt, Erindringer, 131, 134; Barratt, When the Fire Fell, 139.)
41
“La historia de los Batman, los Cook y la Sra. Lee”, escribe Robeck en la p. 269, “fue
trágico. A las pocas semanas de su llegada, toda la familia Batman, la Sra. Cook y la Sra.
Lee contrajeron malaria o fiebre del agua negra y murieron. La fe apostólica [Los Ángeles,
CA] nunca publicó un relato de sus muertes, aunque sí reconocieron que algunas personas
habían sido “martirizadas”. Quizás no fue necesario publicar un anuncio completo. El mo-
vimiento pentecostal, desde Los Ángeles a Portland hasta Sunderland, Inglaterra, se dio
cuenta rápidamente de la tragedia, sin duda de boca en boca.” Tanto Lucy Farrow como
Julia Hutchins regresaron a los Estados Unidos en menos de un año. Después de su regreso
a América, Lucy Farrow afirmó que “en dos ocasiones” en Liberia, “el Señor le había dado”
el don del idioma kru “y le permitió” predicar dos sermones a la gente en su propia lengua.”
Ella fue testigo del hecho de que los “paganos” en Liberia habían sido bautizados en el
Espíritu cuando “hablaban en inglés y algunos en otras lenguas” (Robeck, ibid., 269). Ro-
beck también escribe que “la gente en Los Ángeles, así como Charles Parham, creían que
su lengua había sido un lenguaje genuino” (p. 268).
42
Después de su llegada a Liverpool, los Mead y los Shideler “abordaron un barco con
destino a Angola. Los Mead regresaron a los Estados Unidos dentro de un año, aparente-
mente sin ningún fruto por sus esfuerzos. No tenemos más información sobre los Shideler
después de su llegada a Benguela, Angola.” (Robeck, ibid., 274).
43
Bundy, ibid., 74 (nota 188).
46
HECHOS 1-1 2019
44
Sin embargo, ya en 1908, Barratt “insinuó [...] la posibilidad de que algunos que hablen
en lenguas puedan ser ininteligibles.” (“The Truth about the Pentecostal Revival.” Folleto
[Londres, 1908], 10f., 34 como se cita en Anderson, ibid., 16). Esta fecha temprana corres-
ponde a la fecha de la Conferencia Sunderland en Inglaterra en junio de ese mismo año,
donde Alexander A. Boddy había invitado a los líderes pentecostales a discutir, entre otras
cosas, los “fracasos de ciertos misioneros de la fe apostólica que habían ido a Liberia, el
Congo y Japón” (Robeck, ibid., 247).
47
HECHOS 1-1 2019
I NT E G RI D A D DE L AS E S CRI T U R A S :
T R A NS FO RM AN D O L AS F UT UR A S
G E N E R A CI O NE S
Introducción
Este manuscrito es redactado desde una perspectiva del contexto estadou-
nidense en donde la iglesia hispana/latina está en crecimiento de tal ma-
nera que Time Magazine dedicó la portada de su revista a dicho movi-
miento y lo tituló: “The Latino Reformation”.1 Dicho artículo desglosa
que a pesar de tal crecimiento la iglesia pentecostal continúa al margen de
la sociedad estadounidense. El artículo también destaca algunas diferen-
cias entre iglesias tradicionales norteamericanas y las iglesias pentecosta-
les. Una de estas diferencias es la interpretación bíblica entre los dos gru-
pos. Aunque ambos viven simultáneamente en los EE. UU., sus modos de
vivir y sus cosmovisiones son distintos y afectan esta interpretación.
Esto sin duda es interesante especialmente porque el sentimiento o la per-
cepción por parte de la iglesia estadounidense pinta un panorama negativo
en cuanto a los pronósticos del cristianismo en los EE. UU. El dilema es
que en este país resuena la pregunta de Harvey Cox hecha a finales del
siglo pasado y la pregunta del mismo Señor Jesús: “si el Hijo del Hombre
regresara hoy, ¿encontraría fe en la tierra?”2 (Lucas 18:8).
Estudios concretos sobre la iglesia en los EE. UU. también nos indican que
la iglesia no está creciendo. Por lo contrario, está en recesión. Un estudio
de Barna Group dice que el 37% de la población adulta estadounidense
califica como post-cristiana.3 En las grandes metrópolis de este país los
49
HECHOS 1-1 2019
4
Barna Group, “The Most Post-Christian Cities in America,” http://cities.barna. org/the-
most-post-christian-cities-in-america/ (Accedido 29 de Abril, 2013).
5 Barna, “The Most Post-Christian Cities in America.” Ibid.
6 Barna, “The Mot Post-Christian Cities in America.” Ibid.
7 Barna Group, “Younger Generations are Increasingly Post-Christian,”
http://www.barna.org/images/stories/bu_041513_41413_secular_barna_site_slide_3_fi-
nal.jpg (Accedido el 29 de Abril, 2013).
8 Jenkins, Phillip, The New Christendom: The Coming of Global Christianity (Oxford: Ox-
ford University Press, 2011), xi. En el 2050 el 72% de los cristianos vivirán fuera de los
EE. UU. y Europa, comparado al 83% que vivían en EE. UU. y Europa en el año 1900.
50
HECHOS 1-1 2019
9 Jacqueline Hagan, “Faith for the Journey,” en A Promised Land, A Perilous Journey,
edited by Daniel G. Groody and Gioacchino Campese (Notre Dame, IN: University of
Notre Dame Press, 2008), 16. Aunque Hagan incluye a mormones y testigos de Jehová
como Pentecostales.
10 Bruce Wallace, “The Latino Pentecostals,” en Drew Magazine Fall 2008.
http://www.drewmagazine.com/2008/09/the-latino-pentecostals/ (Accedido el 23 de mayo,
2013).
11 Ibid.
12 Ibid.
51
HECHOS 1-1 2019
52
HECHOS 1-1 2019
La Autoridad Bíblica
Es común en Latinoamérica ver a una persona yendo a la iglesia con su
Biblia en mano o bajo su brazo. Esta es señal que una persona es evangé-
lica o pentecostal.16 Muchos incluso viajan con ella en mano para evitar
53
HECHOS 1-1 2019
ser ultrajados o asaltados. Es como un código que muestra que van rumbo
a la iglesia o vienen de la iglesia de vuelta a casa. Tal expresión externa
tácitamente comunica que creen en la autoridad de la Biblia, que esta es
la Palabra de Dios y como tal, esta comunica el mensaje de Dios de salva-
ción. Dios expresa su voluntad al mundo e inspira a los creyentes durante
tiempos difíciles por su verdad manifiesta en las Escrituras. Los pentecos-
tales no se preocupan mucho por detalles técnicos acerca de la doctrina de
la inspiración de la Escritura, porque más bien destacan el proceso de ilu-
minación del Espíritu Santo en los oyentes.
El concepto pentecostal de la autoridad bíblica es muy diferente al funda-
mentalismo. El fundamentalismo es un concepto que surgió a principios
del Siglo XX en los EE. UU. como consecuencia de un debate intenso
acerca de las Escrituras, la ciencia y el papel de ambas en la fe. Los grupos
que amaban la Biblia, como muchos evangélicos y pentecostales se sentían
amenazados por los desarrollos científicos en pos del Enlightenment [Ilu-
minamiento] y el proyecto moderno desenlazado por el método científico.
Esos giros intelectuales cuestionaban la fe cristiana, que por muchos años
había defendido su autoridad hegemónicamente sin consideración alguna
de otro tipo de autoridad. Por lo tanto, surgieron elaboraciones alternati-
vas científicas que compitieron con la autoridad bíblica eclesiástica. En
ese tiempo la iglesia lució muy mal ante el mundo crítico, porque no pare-
cía estar preparada para responder inteligentemente a ese tipo de cuestio-
namiento teológico y filosófico. Por ejemplo, en aquel tiempo la tradición
intelectual aseguraba que la tierra era el centro del universo, mientras que
ahora sabemos que ni siquiera esta es el centro de nuestro sistema solar.
Este conflicto estableció dos escuelas para establecer la autoridad teoló-
gica hermenéutica. La primera defirió toda autoridad y toda fuerza de in-
terpretación a la Biblia. Por lo tanto, este fundamentalismo interpreta la
Biblia literalmente, sin mucha consideración a cualquier otra voz de auto-
ridad. Tampoco se cuestiona nada dentro de la Biblia. Al parecer, al inicio
del fundamentalismo, esto se vio como algo muy positivo. Pero al estu-
diarlo cuidadosamente, las interpretaciones fundamentalistas reflejan al-
gunos problemas en su argumento teológico. Por ejemplo, la Biblia con-
tiene pasajes que son metáforas o ilustraciones, pero algunos intérpretes
los aceptan y los implementan literalmente.
Un grupo en el que se observa este fundamentalismo es el de los Testigos
de Jehová. Describo a este grupo para distinguirlos de los evangélicos y
pentecostales y para mostrar que nuestra interpretación es más dinámica.
54
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17 Ada María Isasi-Díaz, En la Lucha (Minneapolis: Augsburg Fortress Press, 2004), 63.
55
HECHOS 1-1 2019
La Experiencia
La segunda dimensión que necesitamos mencionar es la experiencia hu-
mana. Al mencionar esto, comienzan a alzar alarma muchos evangéli-
cos/pentecostales. Pero a lo que me refiero es que tenemos que desarrollar
una crítica bíblica sana con una saludable hermenéutica de sospecha. La
experiencia humana se usa en la interpretación bíblica. Por ejemplo, a lo
56
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HECHOS 1-1 2019
Crítica al Liberalismo
Por supuesto hay que tener mucho cuidado con la experiencia humana.
Los evangélicos/pentecostales mantienen una conexión con el Espíritu
Santo que no deja la razón humana correr por sí sola. En su espiritualidad,
el ser humano no es el fin de todo porque nuestra naturaleza humana ne-
cesita redención. El Espíritu nos permite contextualizar la Biblia y dejar
que el Espíritu de Dios haga algo especial en la comunidad cristiana. En
este sentido somos más como los liberales que fundamentalistas. Pero la
gran diferencia con los liberales es que simplemente no lo hacemos como
un ejercicio intelectual nada más. Esto es lo que nos diferencia del libera-
lismo. Guardamos la conexión con el Espíritu Santo de Dios.
Los pentecostales responden al llamado de Dios en su mundo. Es una vida
relacional. Los liberales dejan fuera a Dios de sus construcciones huma-
nísticas. Son tan racionales que echan fuera todo lo que aparenta ser so-
brenatural. La crítica que hacemos de ellos una y otra vez es precisamente
que en su afán por entender la Biblia se han hecho demasiado racional y
han dejado a Dios afuera de sus interpretaciones. El intelectualismo
24Andrew C. Dole, Schleiermacher on Religion and the Natural Order (Oxford: Oxford
University Press, 2010), 179.
25 Andrew C. Dole, ibid.
26 Clark Pinnock, “The Work of the Holy Spirit in Hermeneutics,” en Journal of Pentecos-
tal Theology 2 (1993), 3.
58
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27 Ibid., 30.
28 Ibid., 31.
29 Steve Land, Pentecostal Spirituality: A Passion for the Kingdom (London: Sheffield
Academic Press, 2003), 62. Ver también Donald Dayton, The Theological Roots of Pen-
tecostalism (Peabody: Hendrickson, 1991). Aunque Dayton no incluye la santificación.
59
HECHOS 1-1 2019
30 Pinnock, 32.
31 Samuel Soliván, The Liberating Spirit (Sheffield: Sheffield Academic Press, 1997), 76.
32Larry McQueen, Joel and the Spirit: The Cry of a Prophetic Hermeneutic. JPTS 8;
(Sheffield: Sheffield Academic Press, 1995), 64.
60
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Lo Cotidiano
En muchas maneras la comunidad cristiana responde al mover del Espíritu
en la proclamación de las Escrituras con oraciones espontáneas, el hablar
en lenguas, en caer slain in the Spirit, o sermones extemporáneos. Este
sentido de tiempo refleja mucho de la cultura. Estas iglesias eran mucho
más agradables, agradables y acogedoras para los hispanos que la mayoría
de las otras iglesias cristianas, como la católica romana o protestante de la
corriente principal. Tenían un ambiente más cálido donde la gente se sentía
en casa.
La misión pentecostal tiene, se hace, y existe desde abajo. Cuando descri-
ben a los pentecostales, muchos teólogos e historiadores notan su
37 Ibid.
38 Ibid.
39 Ibid.
62
HECHOS 1-1 2019
40Richard Shaull and Waldo Cesar, Pentecostalism and the Future of the Christian
Churches: Promises, Limitations, Challenges (Grand Rapids: William B. Eerdmans,
2000), 116. Samuel Escobar, El Trino Dios y la Misión Integral (Buenos Aires: Kairós,
2003).
41Wallace, “The Latino Pentecostals,” en Drew Magazine, http://www.drewmagazine.
com/2008/09/the-latino-pentecostals/ (Accedido el 23 de mayo, 2013).
42 Ibid.
63
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43Daniel Ramírez, “Call Me ‘Bitter:’ Life and Death in the Diasporic Borderland and the
Challenges/Opportunities for Norteamericano Churches,” en Perspectivas (Fall 2007), 61.
44 Ibid., 61.
45David Ramírez, “La Palabra y el Espíritu en la Vida de la Iglesia,” ensayo presentado en
CLADE IV. http://www.pctii.org/cyberj/cyberj8/ramirez.html (Accedido el 23 de mayo,
2013).
64
HECHOS 1-1 2019
Intelectualismo estadounidense
Otro desafío que enfrenta la futura generación es el rigoroso intelectua-
lismo estadounidense. El conocimiento bíblico en muchas maneras ha
sido despedazado por la crítica intelectual. La educación bíblica pasa por
los mundos moderno y posmoderno. Vivimos a la par de problemas y
preocupaciones con el mundo posmoderno, pero aún nos mantenemos le-
jos de estos. Tenemos que conocer dimensiones de la crítica superior. Ne-
cesitamos matizar nuestras interpretaciones bíblicas y así proveer una ri-
queza de interpretación bíblica que nuestros hijos puedan creer. También
necesitamos alcanzar a un pueblo norteamericano sumamente intelectual.
Todo esto mientras recobramos la humildad epistemológica para hablar
respetuosamente y edificar credibilidad con las futuras generaciones. La
integridad de las Escrituras requiere dimensiones intelectuales rigurosas
en nuestra crítica.
65
HECHOS 1-1 2019
Tecnología
El contexto norteamericano es una de consumo y de la computación ubi-
cua. ¿Reemplazará esta tecnología nuestra necesidad de Dios? Cierta-
mente necesitamos continuar proclamando la fe cristiana. Nuestra teolo-
gía kerygmática es sencilla: La fe viene por el oír y el oír por la palabra
de Dios (Romanos 10:17). La nueva generación es audiovisual. Se pre-
senta como un gran problema, pero a la misma vez es una gran oportuni-
dad. La iglesia necesita adaptarse a este nuevo modelo de presentar la
verdad del evangelio. Existen poderosas aplicaciones para iOS® y An-
droid® que todavía necesitan ser exploradas por los pentecostales. Tam-
bién existen redes sociales y tecnologías que nos dan la capacidad de co-
nectar con cualquier persona alrededor del mundo. Estamos más unidos,
pero a la misma vez más aislados. La tecnología, como el mundo cientí-
fico, nos ha presentado nuevos retos. Pienso que podemos adaptarnos.
Adaptarse no quiere decir perder o diluir la verdad del evangelio.
Nuestras comunidades están formadas en el Espíritu. Cada persona es un
portador del Espíritu. Cada uno escucha de la Palabra. Los portadores de
la Palabra son aquellos quienes escuchan lo que dice el Espíritu a la iglesia.
Es un mundo de desafíos, pero a la misma vez llena de oportunidades. La
46 Gary W. Exman, Get Ready – Get Set – Grow! (Lima: CCS Publishing, 2003), 93.
47 Ibid.
66
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HECHOS 1-1 2019
P E NT E C O S TA L I S MO Y E S PA CI O
P U B L I CO : VI DA E N E L E S PI RI T U .
P O L I T I C A , CI UD A NI A E I N CI DE N CI A
P U B L I CA
Introducción
¿Pentecostalismo y Espacio Público? ¿El Pentecostalismo, tradicional-
mente, no ha tenido una postura “apolítica”? ¿No ha considerado a la po-
lítica como un asunto mundano, un negocio propio de los no creyentes, y
un territorio bajo el dominio del diablo y sus operadores humanos? Para
responder a estas preguntas, y como un correctivo a la comprensión ses-
gada y limitada que se tenía (y todavía se tiene) en un amplio porcentaje
del movimiento pentecostal latinoamericano y del Caribe acerca de la vida
en el Espíritu, se tiene que precisar que la vida en el Espíritu no se restringe
o confina a la práctica de las disciplinas espirituales, a las manifes-taciones
extáticas en las reuniones religiosas o al ejercicio de los dones del Espíritu
en el culto. Tampoco se reduce al ámbito privado de la vida, a una preo-
cupación exclusiva por los temas de ética sexual o la proclamación verbal
de la buena noticia de salvación. La vida en el Espíritu no hace una dico-
tomía entre lo religioso y lo secular, lo privado y lo público, lo sagrado y
lo profano.
Si en el seguimiento al Dios de la vida, lo religioso no se separa de lo
secular, lo privado de lo público y lo sagrado de lo profano; entonces, la
vida en el Espíritu exige una preocupación por todo el ser humano y por
todas las necesidades humana. La vida en el Espíritu implica amar la vida
y, por eso mismo, defenderla de todas las violencias y liberar a la persona
humana de toda forma de opresión. La vida en el Espíritu se vive aquí y
en ahora en la realidad material en el cual seguimos y servimos al Dios de
la vida. En tal sentido, quien vive en el Espíritu no puede aceptar como
algo “normal” ninguna forma de injusticia institucionalizada y, por esa ra-
zón, luchará incansablemente para que la justicia sea una realidad coti-
diana en todas las dimensiones de la vida humana. Consecuentemente,
69
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1
Wilfredo Estrada, ¿Pastores o Políticos con Sotanas?: Pastoral de la Guardarraya en
Vieques (San Juan: Editorial Guardarrayas-Fundación Puerto Rico Evangélico, 2003), 148.
2
Véase, David William Faupel, The Everlasting Gospel: The Significance of Eschatology
in the Development of Pentecostal Thought (Sheffield, UK: Sheffield Academic Press,
1996).
3
Robeck acota lo siguiente sobre esta nueva realidad: “Men and women of all ‘colors’
gathered together there, beseeching God for their baptism in the Holy Spirit. Worshippers
exchanged ‘holy kisses’ and hugs across both gender and racial lines.” Cecil M. Robeck,
The Azusa St Mission & Revival: The birth of the Global Pentecostal Movement (Nashville,
TN: Nelson Books, 2006), 141.
70
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4
Véase, Paul Alexander, Peace to War: Shifting Allegiances in the Assemblies of God
(Telford, PA: Cascadia Publishing House, 2009).
71
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72
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5
Sobre las dificultades que tienen los creyentes que, sin experiencia y de manera improvi-
sada, incursionan en el espacio público, se afirma lo siguiente: “…es también una tentación
creer que basta con ser honestos y bien intencionados para ser buenos cristianos en la vida
política. Un parlamentario tendrá que votar presupuestos, participar en decisiones sobre
relaciones internacionales, legislar cuestiones sociales que afectan la salud, el empleo, la
educación la seguridad, Un funcionario político tiene que administrar reglamentaciones,
decidir procedimientos. Es necesario que sepa lo que se hace.” Véase, José Miguez Bonino,
Poder del Evangelio y Poder Político: La Participación de los Evangélicos en la Política
en América Latina (Buenos Aires, Argentina: Ediciones Kairos, 1999).
73
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6
José Míguez Bonino, Rostros del Protestantismo Latinoamericano (Grand Rapids, MI:
Nueva Creación, 1995), 71.
74
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7
Amos Yong ha escrito un valioso libro que es una buena plataforma para una discusión
de las teologías políticas que coexisten e interactúan en el seno de la comunidad pentecostal
en distintas realidades históricas. Véase, Amos Yong, In the Days of Caesar. Pentecostal-
ism and Political Theology (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 2010).
75
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76
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78
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Además de estos ejemplos del Antiguo Testamento, los pasajes del Nuevo
Testamento a partir de los cuales se puede articular una teología del Estado
y de la responsabilidad ciudadana de los creyentes (Mt. 22:15-22; Mr.
12:13-17; Lc. 20:19-26; Jn. 18:28-19:16; Hch. 4:15-21; Ro. 13:1-7; 1 Ti.
2:1-4; 1P. 2:11-17; Ap. 13:1-17), diferencian claramente la esfera de ac-
ción del Estado de la esfera de acción de la iglesia. En estos pasajes se
subraya la doble ciudadanía de los creyentes como ciudadanos del reino
de Dios y como ciudadanos de la ciudad (polis). Se puntualiza, además,
que cualquiera sea la realidad social y política en los creyentes en encuen-
tren, tienen que dar cuenta de su identidad como miembros del pueblo de
Dios en misión permanente en todos los campos de la vida humana, inclu-
yendo el terreno de la política y los movimientos sociales. Los discípulos
de Jesucristo, como miembros de una comunidad de discípulos (la nueva
sociedad en Jesucristo), si bien tienen una identidad precisa como militan-
tes del reino de vida de Jesucristo; sin embargo, tienen también responsa-
bilidades ciudadanas específicas en la polis en la cual se encuentran.
Entre estas responsabilidades se encuentran el derecho de elegir y ser ele-
gidos autoridades, votar en las elecciones políticas periódicas, ejercer vi-
gilancia ciudadana, exigir un buen uso de los fondos públicos y transpa-
rencia en la gestión de los funcionarios públicos, expresar libremente sus
opiniones políticas, la libertad de pertenecer a un partido o movimiento
político, participar activamente en los movimientos sociales, entre otras.
Como lo ha expresado un pastor y teólogo pentecostal de Puerto Rico
cuando reflexiona sobre su experiencia ciudadana comprometida con la
defensa de los indefensos y con la justicia:
En esa acción pastoral no se diferencia lo sagrado de lo secular. Toda la
acción pastoral es sagrada y reclama un solo estilo de vida. No puede es-
tablecerse dicotomías artificiales entre la tarea litúrgica del domingo en
los templos y el testimonio cristiano el resto de la semana en la comuni-
dad.8
Y bien, ¿cuáles deben ser entonces los criterios mínimos para tener en
cuenta cuando se incursiona en el espacio público vía los partidos políticos
o los movimientos sociales? ¿Qué nos enseña la historia reciente de la in-
cursión de pastores y miembros de las iglesias pentecostales en un espacio
de la vida humana poco conocido para ellos y en el que se tiene poca
8
Estrada, ¿Pastores o políticos con sotanas?, 33.
79
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9
Para un análisis global de esta problemática, con las luces y sombras de la incursión de
los evangélicos en el espacio público, ver Freston 2001. Para el análisis de la creciente
incursión de los pentecostales en los movimientos sociales véase a Donald Miller y Te-
tsunao Yamamori, Global Pentecostalism: The New Face of Christian Social Engagement
(Berkeley, CA: University of California Press, 2007). Para un examen de la experiencia
social y política de los evangélicos en América Latina, con casos de estudio específico en
Sudamérica y Centroamérica, véase, C. René Padilla, ed., De la Marginación al Compro-
miso: Los Evangélicos y la Política en América Latina (Buenos Aires: Fraternidad Teoló-
gica Latinoamericana, 1991); Paul Freston, Evangelical Christianity and Democracy in
Latin America (Oxford: UK: Oxford University Press, 2008). Para examinar la experiencia
social y política de los evangélicos en Guatemala, Virginia Garrard-Burnett, El protestan-
tismo en Guatemala: Viviendo en la Nueva Jerusalén (Guatemala: Piedra Santa Editorial,
2009); México, Mariano Ávila, Entre Dios y el César: Líderes Evangélicos y Política en
México, (2008). En Perú, Darío López, Los Evangélicos y los Derechos Humanos: La Ex-
periencia Social del Concilio Nacional Evangélico del Perú 1980-1992 (Lima, Perú: CE-
MAA, 1998) y, La Seducción del Poder: Los Evangélicos y la Política en el Perú de los
Noventa (Lima, Perú: Instituto de Ciencias Políticas, Investigación y Promoción del Desa-
rrollo Nueva Humanidad, 2004); en Argentina, Hilario Wynarczyk, Ciudadanos de Dos
Mundos: El Movimiento Evangélico en la Vida Pública Argentina 1980-2001 (Provincia
de Buenos Aires: UNSAM Edita de Universidad Nacional General San Martín,, 2009; y en
Chile, Evguenia Fediakova, Evangélicos, Política y Sociedad en Chile: Dejando el “Refu-
gio de las Masas” 1990-2010, (Concepción, Chile: Centro Evangélico de Estudios Pente-
costales-Instituto de Estudios Avanzados Universidad Santiago de Chile, 2013).
80
HECHOS 1-1 2019
identidad como miembros del pueblo de Dios y para que, desde la plata-
forma de la fe evangélica, articulen, formulen y defiendan políticas públi-
cas orientadas al bien común, la igualdad de oportunidades para todos, y
la justicia social.
(b) Experiencia previa de gestión ciudadana como dirigentes de los comi-
tés vecinales, de los comités de vigilancia ciudadana, de las asociaciones
de padres de familias de las instituciones educativas o de otros movimien-
tos sociales vinculados a la sociedad civil organizada. Se evitaría así que
los novatos, los improvisados, los ambiciosos y los oportunistas, accedan
a los cargos públicos y den una mala imagen de la comunidad evangélica.
(c) Cultura política mínima para que entren con conocimiento de causa en
un terreno en el cual las leyes y las políticas públicas nacen del diálogo, la
negociación y el consenso entre todos los actores políticos, sean estos
evangélicos o no evangélicos. Esto ayudará también en el proceso de bus-
car alianzas estratégicas en los pasillos del poder, saber negociar con otros
actores políticos, y en la búsqueda de consensos para el fortalecimiento de
las instituciones democráticas.
(d) Vocación política, conocimiento de la realidad nacional, dominio de
una o varias aéreas del conocimiento científico (administración, derecho,
ciencias sociales, ciencias humanas, ingeniería, etc.) e idoneidad para que
puedan discutir, sin complejo de minoría, con los cuadros políticos de los
partidos, las políticas públicas; así como para que puedan ejercer, con efi-
ciencia y eficacia, la responsabilidad que les ha sido confiada por el voto
ciudadano.
(e) Probada solidez ética para que no se dejen seducir por el poder y para
que eviten caer en el círculo de la corrupción tan común en un terreno en
el cual el soborno y el lobby para favorecer la aprobación de leyes que
promueven los grupos de poder se ha convertido en una práctica habitual
y “normal”. La justicia, la honradez, la honestidad, la transparencia, el bien
común y la igualdad de oportunidades para todos, debería ser el patrón de
conducta política habitual de los creyentes cuando incursionan en el espa-
cio público, antes que las prácticas de corrupción, clientelismo o nepo-
tismo tan frecuentes en ese campo de la vida humana.
Reunir estos requisitos antes de incursionar en la vida pública, puede ayu-
dar a tener mejores políticos y activistas sociales de confesión evangélica,
y coadyuvar al fortalecimiento de la democracia. Sin embargo, se tiene
que advertir que contar con estos requisitos, no necesariamente asegura y
81
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garantiza que, en todos los casos, se tenga políticos probos que han com-
prendido que su presencia en los espacios de poder es para fortalecer la
democracia, legislar para bien común, luchar por la justicia social y defen-
der los intereses del pueblo de a pie.
Un programa mínimo
¿Cuál debería ser el programa mínimo de acción social y política que ten-
dría que acompañar a los creyentes pentecostales cuando incursionan en
la vida pública a través de los partidos políticos o de los movimientos so-
ciales? Esto es necesario tener en cuenta para no caer en prácticas nocivas
como el clientelismo y el nepotismo, o convertirse en tránsfugas que no
cumplen con la palabra empeñada y traicionan la confianza que le dieron
sus electores o los ciudadanos que le confiaron su representación. Y lo que
es peor, formar parte de los círculos de corrupción, y apoyar a gobiernos
antidemocráticos justificando y legitimando sus acciones políticas en con-
tra del pueblo de a pie. Y es necesario también para que los ciudadanos
evangélicos de confesión pentecostal, ya no seamos unos despistados en
los asuntos públicos, unos improvisados, y unos “tontos útiles” para el ré-
gimen de turno y sus operadores políticos y religiosos.
Más aún, la inestabilidad y fragilidad democrática de nuestros países, aso-
lados por el virus de una corrupción sistémica y el descrédito creciente de
buena parte de los políticos profesionales y una profunda crisis del sistema
de partidos, demanda que los sectores organizados de la sociedad civil –
entre ellos los evangélicos pentecostales – participen activamente en los
espacios en los cuales se incide políticamente y se diseñan las políticas de
Estado. Demanda, además, que estén claros y que tengan suficiente con-
ciencia política (individual y colectivamente) en asuntos claves para la de-
fensa y el fortalecimiento de la democracia como lo siguientes:
(a) Defensa irrestricta de los derechos humanos, especialmente, de los sec-
tores sociales históricamente marginados y excluidos como los niños, ado-
lescentes, mujeres maltratadas, madres solteras, ancianos, y todos los que
viven en pobreza, pobreza extrema y en situaciones de exclusión.
(b) Lucha activa no violenta contra el escándalo de la pobreza y de la po-
breza extrema que afecta a miles de ciudadanos y, entre ellos, a miles de
creyentes pentecostales.
(c) Defensa del derecho de los pueblos originarios a poseer la tierra de sus
ancestros y a vivir libremente en la tierra que poseen.
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Palabras finales
La vida en el Espíritu que se expresa y se canaliza también en el campo
social y político, exige discernir la teología y las motivaciones políticas
que están detrás de las palabras, las decisiones y las ofertas electorales de
quienes deciden transitar en ese terreno a través de los partidos políticos y
de los movimientos sociales. ¿Por qué es necesario este discernimiento
teológico-político? Porque si bien la realidad actual indica que va que-
dando atrás la tradicional postura “apolítica” predominante en años ante-
riores en los círculos pentecostales en los cuales se consideraba que la po-
lítica y la acción social eran terrenos prohibidos para los creyentes, la ex-
periencia acumulada en años recientes indica que la incursión de buena
parte de los miembros y pastores de las iglesias pentecostales en la vida
pública, no se debe necesariamente a un mayor desarrollo de su conciencia
social y política o a que están convencidos de que se tiene que legislar para
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E C UM E NI S M O D E L E S PI RI T U: VO CE S
P E NT E C O S TA L E S L AT I NO AME RI C AN AS
Y C ARI B E ÑA S
Carmelo E. Álvarez
Este trabajo es el producto que resume mi amistad con cuatro líderes pen-
tecostales latinoamericanos y caribeños, y sus iglesias por más de tres dé-
cadas. El otro aspecto, más bien metodológico, es que optamos por una
vertiente testimonial y narrativa que refleja una experiencia directa con los
actores y trata de rescatarlos para la historia del movimiento ecuménico y
evidenciar la presencia de un pentecostalismo más autóctono, contextual
y pertinente, que sigue siendo ignorado, aunque ya comienza a llamar la
atención de círculos ecuménicos latinoamericanos e internacionales. La
presencia pentecostal como una fuerza del Espíritu va incorporándose al
diálogo ecuménico más allá de los prejuicios, los reproches y los aisla-
mientos.
Ofrecemos aquí el testimonio de cuatro voces pentecostales – todos ya fa-
llecidos – que aportaron el proceso de unidad latinoamericana con su tes-
timonio personal y con el compromiso y vocación ecuménicas que los co-
loca como pioneros de ese sector, todavía minoritario, de pentecostales
ecuménicos. Se trata de Enrique Chávez de Chile, Gabriel Vaccaro de Ar-
gentina, Avelino González de Cuba y Exeario Sosa de Venezuela.
Nuestro trabajo se divide en tres partes: (1) ¿Qué entendemos por un ecu-
menismo del Espíritu? (2) En sus propias voces. (3) Identidad pentecostal:
Unidad y Misión.
85
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1
Carmelo Álvarez, Compartiendo la Misión de Dios: Discípulos y Pentecostales en Vene-
zuela (Quito: CLAI, 2007), 1-6.
2
Para una visión panorámica de este proceso, véase la revista de la Sociedad de Estudios
Pentecostales Pneuma y el Journal of Pentecostal Theology, editado por Sheffield Acade-
mic Press en Inglaterra.
3
Carmelo E. Álvarez, ed., Pentecostalismo y Liberación: Una Experiencia Latinoameri-
cana (San José, Costa Rica: DEI, 1992), 249-254.
86
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4
Dafne Sabanes Plou, Caminos de unidad: Un itinerario del diálogo ecuménico en Amé-
rica Latina 1916-1991 (Quito, Ecuador: CLAI, 1994), 59-64.
5
José Miguez Bonino, “Ecumenismo y unidad de la Iglesia”, Ponencia, Asamblea General,
CLAI, Concepción, Chile, enero 1995, 4.
6
Ofelia Ortega, “Ecumenismo del Espíritu”, en Benjamín Gutiérrez & Dennis Smith, eds.,
En la fuerza del Espíritu (Louisville, KY: AIPRAL, CELEP, PCUSA, 1996), 183.
87
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7
Donald Dayton, Raíces Teológicas del Pentecostalismo (Grand Rapids, MI: Nueva Crea-
ción, 1991); Walter Hollenweger, Pentecostalism: Origins and Developments Worldwide
(Peabody, MA: Hendrickson Publishers, 1997).
8
Daniel Vaccaro, Así Veo al Señor (Buenos Aires: Argentina: Kairós Press, 1982), 192-
193.
9
Álvarez, Pentecostalismo y Liberación, 254.
10
Ibid., 251-254.
88
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11
Josefina Hurtado, “Lenguaje de Cuerpos y Sentimientos”. Entrevista con Walter Hol-
lenweger en Evangelio y Sociedad 11 (Octubre - Diciembre 1991), 7-10.
12
Juan José Tamayo, Presente y Futuro de la Teología de la Liberación (Madrid, España:
San Pablo, 1994), 86-92.
89
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13
Carmelo Álvarez, Entrevistas al Obispo Enrique Chávez Campos, agosto-noviembre,
1983.
14
Ibid.
15
Ibid.
90
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16
Carmelo Álvarez, P. Correa, M. Poblete, P. Güell, Historia de la Iglesia Pentecostal de
Chile (Santiago, Chile: Rehue, s.f.), 21-52.
17
Carmelo Álvarez, Entrevistas al Obispo Enrique Chávez, Curicó, Chile, agosto-nov-iem-
bre, 1983.
18
Ibid.
19
Ibid.
20
Ibid.
91
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21
El que escribe fue invitado como asesor a los diversos encuentros pentecostales celebra-
dos entre 1978 y 2007, en el contexto de las asambleas generales del CLAI, el CMI y la
FTL.
22
Sabanes Plou, Caminos de unidad, 62.
23
Irma Palma, ed., En Tierra Extraña: Un Itinerario del Pueblo Pentecostal Chileno (San-
tiago, Chile: Amerindia, 1988), 157-170.
92
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al caso, ni arrojan luz sobre este tema. El punto preocupante para el obispo
era que “nuestros muchachos se enfrían y pierden la fe”, cuando estudian
en esos ambientes. Yo subrayé, en aquella ocasión y en muchas otras, que
ello no tenía que ser necesariamente así. De hecho, otras iglesias chilenas
pentecostales habían tenido estudiantes allí, con resultados positivos. Ade-
más, aunque el obispo Chávez hacía un gran esfuerzo por apoyar la edu-
cación teológica formal, y no tenía reparos en la educación superior pues
él había estudiado música en la Universidad de Chile, siempre surgía esa
sospecha e insatisfacción con los seminarios. Esta desconfianza pentecos-
tal con los seminarios tiene su larga historia - y no pocas controversias - a
través del mundo entero.24
En otro momento, durante las conferencias de medio año (1983) en Los
Ángeles, sur de Chile, el tema de la formación pastoral volvió a salir. Esa
noche habíamos tenido un largo culto donde tuvimos la inauguración del
nuevo templo, ordenaciones al ministerio pastoral y hasta una boda. Eran
ya casi las dos de la madrugada y terminábamos de cenar en la casa pasto-
ral. De pronto surgió el tema de la formación pastoral y la preparación de
los pastores y pastoras. Después de alguna discusión el obispo aseveró:
“Hemos crecido y seguimos creciendo con la formación pastoral que tene-
mos, ¿por qué cambiar ahora?” Este pragmatismo impregnado de cierto
sentido común esconde una gran verdad, pero olvida otra aún más grande.
Creo que el obispo se hizo eco de esa gran desconfianza que los pentecos-
tales le tienen a una formación académica fría, intelectualista y muy racio-
nal. Pero cae en el peligro de alimentar la pobreza en la reflexión y la cau-
tela en el estudio serio de la Palabra, que iluminará con la acción del Es-
píritu, el proceso hermenéutico que tanto necesitan los pentecostales.
Ellos tienen una rica experiencia del Espíritu, pero necesitan elaborar una
“teología” del Espíritu (Walter Hollenweger).25
A través de toda su vida el obispo Chávez intentó comprender el mundo
ecuménico. Su cariño y respeto por figuras del movimiento ecuménico y
esa actitud diáfana, aunque poca articulada, de lo que es vivir el espíritu
24
Carmelo Álvarez, Entrevistas al Obispo Enrique Chávez, Curicó, Chile, agosto-noviem-
bre 1983.
25
Walter J. Hollenweger, “The Critical Tradition of Pentecostalism,” Journal of Pentecos-
tal Theology 1 (Octubre 1992), 7-17.
93
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26
Irma Palma, En Tierra Extraña, 170.
27
Entrevista a Gabriel Vaccaro, Nueva Dimensión, s.f. 15-16.
94
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28
Gabriel Osvaldo Vaccaro, Así veo al Señor (Buenos Aires: Dimensión, 1982), 171-183;
190-193; 225-231. Además, Vaccaro, Puntos fundamentales del Pentecostalismo (Quito,
Ecuador: CLAI, 1992), 12-18; 25-30; también, Vaccaro, Identidad Pentecostal (Quito,
Ecuador: CLAI, 1990). Véase también, Carmelo Alvarez, ed., “Reseña histórica del movi-
miento ecuménico (desarrollo, opciones y desafíos), Aportes del pentecostalismo al movi-
miento ecuménico,” en Pentecostalismo y Liberación: Una Experiencia Latinoamericana
(San José, Costa Rica: DEI, 1992), 217-233.
95
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29
Gabriel Vaccaro, Identidad Pentecostal, 39-40.
30
Ibid. 39.
96
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31
Entrevistas al Obispo Gabriel Vaccaro, marzo, 1984, Comunidad Teológica de México.
32
“Avelino González”, en Carmelo Alvares, ed., Cuba: Testimonios y Vivencias de un Pro-
ceso Revolucionario (San José, Costa Rica: DEI, 1989), 59-60.
97
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33
Ibid. 61.
98
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34
Carmelo Álvarez, Entrevistas con Exeario Sosa Luján, Campamento Nino Suárez, Uve-
ral. Estados Portuguesa, Semana Santa 1978. Gregorio Uzcátegui, “Exeario Sosa Luján y
su práctica social con los pobres,” (Mimeografiado).
35
Carmelo Álvarez, Entrevistas con Exeario Sosa Luján, Campamento Nino Suárez, Se-
mana Santa, 1978.
36
Ibid.
99
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37
Para un análisis más profundo de la trayectoria profética de la UEPV, véase, Carmelo
Álvarez, Compartiendo la Misión de Dios: Discípulos y Pentecostales en Venezuela (San
José, Costa Rica, 1992), 29-43.
38
Gamaliel Lugo, “Ética social Pentecostal: santidad comprometida”, en Carmelo Álvarez,
ed., Pentecostalismo y Liberación (San José, Costa Rica, DEI) 115-120.
100
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(3) Todos estos líderes se preocuparon por buscar alternativas para una
educación teológica pertinente para las iglesias pentecostales, siempre te-
niendo en mente el compromiso ecuménico. Quizás en ellos esa opción
ecuménica fue más insistente y persistente por las mismas presiones que
recibían de otros pentecostales. Hay que subrayar que todas sus iglesias,
mantienen vínculos claros de cooperación ecuménica con iglesias históri-
cas en Latinoamérica y el Caribe y en Estados Unidos, Canadá y Europa.
(4) Todas estas iglesias pentecostales formaron parte del grupo fundador
del CLAI, habiendo participado activamente en UNELAM y CELADEC, y
aún las que no cualifican para ser miembros del Consejo Mundial de Igle-
sias, tener una comunicación abierta y directa con programas del Consejo
Mundial de Iglesias.
(5) Estos líderes son los forjadores de la CEPLA. Ellos fueron los que abo-
naron el camino hacia la formación de esa coordinadora pentecostal que
va promoviendo encuentros nacionales con iglesias pentecostales “en un
esfuerzo de unidad” y manteniendo diálogos con el CLAI y el CMI.
(6) En el legado que han dejado se mantiene viva la preocupación por un
pentecostalismo que sea auténticamente latinoamericano y caribeño, pro-
fundamente pentecostal y evangélico, claramente ecuménico y decidida-
mente profético-pastoral. Las iglesias pentecostales necesitan mantener
ese balance entre el anuncio y la denuncia; el acompañamiento y el seña-
lamiento.39
Quisiera terminar este trabajo con una referencia a la Consulta Pentecostal
Latinoamericana, Perú 14-19 de noviembre de 1994. Allí se afirmó lo si-
guiente:
En un ambiente de fraternidad y amor cristiano hemos reflexionado sobre
la identidad pentecostal, la espiritualidad, la evangelización, el compro-
miso social, la participación de la mujer, la cooperación y el diálogo.40
Obsérvese que esta agenda ecuménica apunta varios desafíos que nuestros
cuatro pastores habían atisbado. Creo que hay muchas implicaciones y op-
ciones, necesarias y serias, para las iglesias pentecostales que se
39
Ramón Castillo, “La UEPV Una Iglesia con Vocación Solidaria.” El Informador Pente-
costal 3:5 (Agosto 1989), 9-13.
40
Consulta Pentecostal Latinoamericana, “Viviendo en la unidad del Espíritu,” Perú, 14-
19 de noviembre de 1994.
101
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41
Vaccaro, Identidad Pentecostal, 43.
102
Contribuyentes a este volumen
104
ISSN: 2535 6410