El Hombre Que Calculaba
El Hombre Que Calculaba
El Hombre Que Calculaba
D ED I CATORI A
A la memoria de los siete grandes geómetras cristianos o agnósticos:
Descartes
Pascal
Newton
Leibniz
Euler
Lagrange
Comte
…( ¡Alah se com padezca de esos infieles! )
Y también a todos los que estudian, enseñan o admiran la prodigiosa ciencia de las
medidas, de las funciones, de los movimientos y de las fuerzas.
Yo “el-hadj” cherif Alí Iezid Izzy-Edin Ibn Salin Hank, MALBA TAHAN ( creyent e de
Alah y de su sant o profet a Mahom a) , dedico estas páginas, sin valor, de leyenda y
fantasía.
Su nombre era Júlio César de Mello Souza más conocido como Malba Tahan.
Escribió más de 50 libros bajo este seudónimo –incorporado más tarde a su tarjeta
de identidad. Empleó historias orientales para enseñar matemáticas. Su libro más
famoso, publicado por primera vez en 1938, estuvo recientemente en la lista de los
libros más vendidos.
Desde la primera mitad del siglo XX, varias generaciones de brasileros se
introdujeron en la cultura Árabe gracias a la
influencia del más Árabe de los Cariocas (nativos
de la ciudad de Río de Janeiro), el profesor de
matemáticas Júlio César de Mello e Souza, más
conocido como Malba Tahan.
Su libro más famoso, “O Hom em que Calculava”
(El Hombre Que Calculaba), trajo aventuras en
escenarios Árabes típicos junto con atractivas
soluciones de problemas de álgebra y aritmética,
ha llegado ya a su edición número 63 de la casa
de publicaciones Record de Brasil.
El libro ha alcanzado la hazaña de aparecer
todavía en el quinto lugar en las listas de libros para chicos más vendidos publicada
en el periódico O Globo, en mayo del año 2004.
En total, Júlio César ó Malba Tahan escribió 103 libros, incluyendo textos de ciencia
ficción, obras escolares y libros científicos, y ha vendido más de 2.6 millones de
copias.
El matemático Júlio César de Mello e Souza se enamoró de la cultura árabe siendo
niño, al leer “Las Mil Y Una Noches”. Sin embargo, fue en 1919, a los 23 años de
edad, que él se introdujo en el estudio del lenguaje y la cultura Árabes.
Entre 1919 y 1925, se dedicó por cuenta propia a leer el Talmud y el Corán, y a
aprender historia y geografía de los países Árabes.
Tal empresa se hizo evidente en la forma en que él desarrolló sus personajes, la
sensibilidad con la que tejió sus
diálogos llenos de poesía y sabiduría;
en la verosimilitud de los escenarios
descritos.
Niños y adultos parecen involucrarse
completamente en la forma en que el
autor les describe las salas
suntuosas, o la seducción de una
tienda llena de turbantes, joyas o
exquisitos tejidos.
Un gran contador de historias, nacido
en el Cairo o en Constantinopla en
otra época, Júlio César ha sido
considerado un auténtico cheik el-
medah.
En la presentación de la traducción de “Las Mil y una Noches”, publicada por la casa
Ediouro, manifiesta:
"La leyenda es la m ás delicada expresión de lit erat ura popular. El hom bre, en la
at ract iva rut a de cuent os e hist orias, int ent a escapara a la vulgaridad diaria,
em belleciendo la vida con una soñada espirit ualidad."
Su D e bu t e n e l Pe r iódico
Malba Tahan fue presentado al público en Río de Janeiro en 1925, e el periódico A
Noite, donde escribió una biografía ficticia traducida supuestamente por un
traductor ficticio, Breno Alencar Bianco.
Tanto el escritor como el traductor eran fruto de la prodigiosa creatividad de Júlio
César, quien le dio vida y producción literaria en una columna titulada "Los Relatos
de Malba Tahan".
El personaje ficticio Ali Lezid Izz Eduim Salim Hark Malba Tahan nació en 1885, en
la ciudad de Muzalit, cerca de la Meca, llegando a
ser, en su juventud, alcalde de El Medina.
Rico, habiendo heredado la fortuna de su padre,
Tahan viajó a varios países incluyendo a Rusia, India,
y Japón. En la “biografía”, también se dice que Tahan
murió en 1921, en la lucha por la liberación de una
tribu en Arabia Central.
Casi todos los 50 libros escritos bajo su seudónimo
de Malba Tahan incluyen sheiks, Beduinos, y califas,
y ellos se sitúan en el desierto, en hostales, y
palacios en Damasco, Bagdad, o en pueblos Persas.
Sus libros narran apasionantes aventuras, llenas de magia –muchas de ellas
inspiradas en leyendas y cuentos Árabes- y muchas referencias términos y
expresiones típicas, tales como: Allahu Abkar! (¡Allah es el Más Grande!) y en las
enseñanzas tradicionales de la cultura Árabe.
Casi resulta incorrecto afirmar que Malba Tahan es el seudónimo usado por Júlio
César de Mello e Souza.
En primer lugar, debido a que Júlio César se llamaba a sí mismo Malba Tahan, como
lo hizo con sus en el Colegio Pedro II y en el Instituto Para La Educación, e incluso
escribía su nombre en caracteres Árabes, mostrando que él había leído las notas de
sus estudiantes.
En segundo lugar, debido a que la popularidad del nombre fue tan grande que el
presidente de Brasil de ese entonces, Getúlio Vargas, autorizó a Júlio César a poner
el nombre en su tarjeta de identidad.
En tercer lugar, debido a que sus publicaciones literarias y sus ideas referentes a la
educación y a la ciencia en general, y específicamente a las matemáticas, se
refieren internacionalmente a Malba Tahan.
Todo lo que tienes que hacer es buscar en Internet para que veas la importancia
dada a Malba Tahan y a su éxito en ventas "El Hom bre Que Calculaba", mencionado
en varios sitios en varios lenguajes, incluyendo el griego, el alemán y el holandés.
CAPÍ TULO 1
En el cual encuent ro, durant e una excursión, un viaj ero singular. Qué hacía el
viaj ero y cuáles eran las palabras que pronunciaba.
Cierta vez volvía, al paso lento de mi camello, por el camino de Bagdad, de una
excursión a la famosa ciudad de Samarra, en las márgenes del Tigris, cuando vi,
sentado en una piedra, a un viajero modestamente vestido, que parecía reposar de
las fatigas de algún viaje.
- Disponíame a dirigir al desconocido el “zalam”1 trivial de los caminantes, cuando
con gran sorpresa le vi levantarse y pronunciar lentamente:
- Un millón cuatrocientos veintitrés mil, setecientos cuarenta y cinco.
Sentóse enseguida y quedó en silencio, la cabeza apoyada en las manos, como si
estuviera absorto en profunda meditación.
Me paré a corta distancia y me puse a observarle como lo habría hecho frente a un
monumento histórico de tiempos legendarios.
Momentos después se levantó, nuevamente, el hombre, y, con voz clara y pausada,
enunció otro número igualmente fabuloso:
- Dos millones, trescientos veintiún mil, ochocientos sesenta y seis.
Y así, varias veces, el extravagante viajero, puesto de pie, decía un número de
varios millones, sentándose en seguida en la tosca piedra del camino.
Sin saber refrenar la curiosidad que me aguijoneaba, me aproximé al desconocido, y
después de saludarlo en nombre de Alah (con Él en la oración y en la gloria)2, le
pregunté el significado de aquellos números que sólo podrían figurar en
proporciones gigantescas.
¡Forastero!, respondió el “Hombre que calculaba”, no censuro la curiosidad que te
llevó a perturbar la marcha de mis cálculos y la serenidad de mis pensamientos. Y,
1
Zalam – quiere decir paz. Es una expresión de la que se sirven los árabes en sus saludos. Cuando un mahometano
encuentra a otro lo saluda en los siguientes términos: Zalam aleikum (La paz sea contigo). Y diciendo tales palabras
lleva su mano derecha al corazón. La respuesta es “Aleikum essalam” (¡Sea contigo la paz!). Cuando el saludo es
dirigido a un cristiano toma, en general, otra forma: “¡Sebac el chair!” (Buen día), o bien: “¿Sabe Zalamat?”
(¿Cómo está, amigo?). los cristianos son considerados infieles y no tienen derecho al Zalam (Malba Tahan).
2
Alah o Allah – Dios. Los árabes designan al Creador por cuatrocientos noventa y nueve nombres distintos. Los
musulmanes siempre que pronuncian el nombre de Dios añádenle una expresión de alto respeto y adoración.
(M.T.)
Colaboración de Guillermo Mejía 8 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
ya que supiste ser delicado al hablar y al pedir, voy a satisfacer tu deseo. Para eso
necesito, sin embargo, contarte la historia de mi vida.
Y narróme lo siguiente:
CAPÍ TULO 2
En el cual Berem ís Sam ir, el “ Hom bre que calculaba” , cuent a la hist oria de su vida.
Cóm o fui inform ado de los prodigiosos cálculos que realizaba y por qué nos hicim os
com pañeros de viaj e.
3
Kham at de Marú, ciudad situada en la base del monte Ararat, Khoy, situada en el valle del mismo nombre y
bañada por las aguas que descienden de las montañas de Salmas. (Nota de Malba Tahan)
Colaboración de Guillermo Mejía 10 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
fácilmente que aquel árbol tendrá un total de noventa y ocho mil quinientas
cuarenta y ocho hojas. ¿Qué le parece, amigo?
- ¡Qué maravilla! –exclamé atónito-. ¡Es increíble que un hombre pueda contar
todos los gajos de un árbol, y las flores de un jardín! Tal habilidad puede
proporcionar a cualquier persona un medio seguro de ganar envidiables riquezas.
- ¿Cómo es eso? –preguntó Beremís-, ¡Jamás pasó por mi imaginación que pudiera
ganarse dinero contando los millones de hojas de los árboles o los enjambres de
abejas! ¿Quién podría interesarse por el total de ramas de un árbol o por el número
de pájaros que cruzan el cielo durante el día?
- Vuestra admirable habilidad – expliqué- podría ser empleada en veinte mil casos
diferentes. En una gran capital como Constantinopla, o aún en Bagdad, seríais útiles
auxiliar para el Gobierno. Podríais calcular poblaciones, ejércitos y rebaños. Fácil os
sería evaluar las riquezas del país, el valor de las colectas, los impuestos, las
mercaderías y todos los recursos del Estado. Yo os aseguro –por las relaciones que
mantengo, pues soy bagdalí4, que no os sería difícil obtener una posición destacada
junto al glorioso califa Al-Motacen (nuestro amo y señor). Podríais, tal vez, ejercer
el cargo de visir – tesorero o desempeñar las funciones de Finanzas musulmanas5.
- Si es así, joven – respondió el calculista- no dudo más, y os acompaño hacia
Bagdad.
Y sin más preámbulo, se acomodó como pudo encima de mi camello (único que
teníamos), rumbo a la ciudad gloriosa.
De ahí en adelante, ligados por ese encuentro casual en medio del agreste camino,
nos hicimos compañeros y amigos inseparables.
Beremís era de genio alegre y comunicativo. Joven aún –pues no tendría veintiséis
años-, estaba dotado de gran inteligencia y notable aptitud para la ciencia de los
números6.
Formulaba, a veces, sobre los acontecimientos más banales de la vida,
comparaciones inesperadas que denotaban gran agudeza de espíritu y verdadero
4
Bagdalí, individuo nacido en Bagdad.
5
Musulmán, nombre derivado de Mouslin, “aquel que se resigna a la voluntad de Dios”. Los musulmanes practican
la religión de Mahoma y son actualmente unos 240 millones, aproximadamente.
6
No pocos fueron los matemáticos que se hicieron notables por la precocidad con que revelaron sus aptitudes: Blas
Pascal, a los 16 años escribió un tratado sobre las cónicas; Evarist o Galois a los 15 años comentaba obras de
cálculo y análisis; José Ber t r and, a los 11 años iniciaba los cursos en la Escuela Politécnica; Nicolás Enrique Abel a
los 16 años descubría y demostraba teoremas de Álgebra Superior.
Colaboración de Guillermo Mejía 11 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
talento matemático. Beremís también sabía contar historias y narrar episodios que
ilustraban sus conversaciones, de por sí atrayentes y curiosas.
A veces pasábase varias horas, en hosco silencio, meditando sobre cálculos
prodigiosos. En esas oportunidades me esforzaba por no perturbarlo, quedándome
quieto, a fin de que pudiera hacer, con los recursos de su memoria privilegiada,
nuevos descubrimientos en los misteriosos arcanos de la Matemática, ciencia que
los árabes tanto cultivaron y engrandecieron.
CAPÍ TULO 3
Singular avent ura acerca de 35 cam ellos que debían ser repart idos ent re t res
árabes. Berem ís Sam ir efect úa una división que parecía im posible, conform ando
plenam ent e a los t res querellant es. La ganancia inesperada que obt uvim os con la
t ransacción.
Hacía pocas horas que viajábamos sin interrupción, cuando nos ocurrió una
aventura digna de ser referida, en la cual mi compañero Beremís puso en práctica,
con gran talento, sus habilidades de eximio algebrista.
Encontramos, cerca de una antigua posada medio abandonada, tres hombres que
discutían acaloradamente al lado de un lote de camellos.
Furiosos se gritaban improperios y deseaban plagas:
- ¡No puede ser!
- ¡Esto es un robo!
- ¡No acepto!
El inteligente Beremís trató de informarse de que se trataba.
- Somos hermanos –dijo el más viejo- y recibimos, como herencia, esos 35
camellos. Según la expresa voluntad de nuestro padre, debo yo recibir la mitad, mi
hermano Hamed Namir una tercera parte, y Harim, el más joven, una novena parte.
No sabemos sin embargo, como dividir de esa manera 35 camellos, y a cada
división que uno propone protestan los otros dos, pues la mitad de 35 es 17 y
medio. ¿Cómo hallar la tercera parte y la novena parte de 35, si tampoco son
exactas las divisiones?
- Es muy simple –respondió el “Hombre que calculaba”-. Me encargaré de hacer con
justicia esa división si me permitís que junte a los 35 camellos de la herencia, este
hermoso animal que hasta aquí nos trajo en buena hora.
Traté en ese momento de intervenir en la conversación:
- ¡No puedo consentir semejante locura! ¿Cómo podríamos dar término a nuestro
viaje si nos quedáramos sin nuestro camello?
- No te preocupes del resultado “bagdalí” –replicó en voz baja Beremís-. Sé muy
bien lo que estoy haciendo. Dame tu camello y verás, al fin, a que conclusión quiero
llegar.
Fue tal la fe y la seguridad con que me habló, que no dudé más y le entregué mi
hermoso “jamal”7, que inmediatamente juntó con los 35 camellos que allí estaban
para ser repartidos entre los tres herederos.
- Voy, amigos míos –dijo dirigiéndose a los tres hermanos- a hacer una división
exacta de los camellos, que ahora son 36.
Y volviéndose al más viejo de los hermanos, así le habló:
- Debías recibir, amigo mío, la mitad de 35, o sea 17 y medio. Recibirás en cambio
la mitad de 36, o sea, 18. Nada tienes que reclamar, pues es bien claro que sales
ganando con esta división.
Dirigiéndose al segundo heredero continuó:
- Tú, Hamed Namir, debías recibir un tercio de 35, o sea, 11 camellos y pico. Vas a
recibir un tercio de 36, o sea 12. No podrás protestar, porque también es evidente
que ganas en el cambio.
Y dijo, por fin, al más joven:
- A ti, joven Harim Namir, que según voluntad de tu padre debías recibir una
novena parte de 35, o sea, 3 camellos y parte de otro, te daré una novena parte de
36, es decir, 4, y tu ganancia será también evidente, por lo cual sólo te resta
agradecerme el resultado.
Luego continuó diciendo:
- Por esta ventajosa división que ha favorecido a todos vosotros, tocarán 18
camellos al primero, 12 al segundo y 4 al tercero, lo que da un resultado (18 + 12
+ 4) de 34 camellos. De los 36 camellos sobran, por lo tanto, dos. Uno pertenece,
como saben, a mi amigo el “bagdalí” y el otro me toca a mí, por derecho, y por
haber resuelto a satisfacción de todos, el difícil problema de la herencia8.
- ¡Sois inteligente, extranjero! –exclamó el más viejo de los tres hermanos-.
Aceptamos vuestro reparto en la seguridad de que fue hecho con justicia y equidad.
7
Jam al – una de las muchas denominaciones que los árabes dan a los camellos.
8
Este curioso resultado proviene de ser la suma
menor que la unidad. De modo que el reparto de los 35 camellos entre los tres herederos no se habría hecho por
completo; hubiera sobrado 1/18 de 35 camellos.
Habiendo aumentado el dividendo a 36, el sobrante resultó entonces 1/18 de 36, o sea los dos camellos referidos
en el reparto hecho por el “Hombre que calculaba”.
Colaboración de Guillermo Mejía 14 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
El astuto beremís –el “Hombre que calculaba”- tomó luego posesión de uno de los
más hermosos “jamales” del grupo y me dijo, entregándome por la rienda el animal
que me pertenecía:
- Podrás ahora, amigo, continuar tu viaje en tu manso y seguro camello. Tengo
ahora yo, uno solamente para mí.
Y continuamos nuestra jornada hacia Bagdad.
CAPÍ TULO 4
En el cual encont ram os un rico sheik, casi m uert o de ham bre en el desiert o. La
propuest a que nos hizo sobre los ocho panes que t eníam os y com o se resolvió, de
m anera im previst a, el pago con ocho m onedas. Las t res divisiones de Berem ís: la
división sim ple, la división exact a y la división perfect a. Elogio que un ilust re visir
dirigió al “ Hom bre que calculaba” .
Tres días después, nos aproximábamos a una pequeña aldea –llamada Lazakka-
cuando encontramos, caído en el camino, a un pobre viajero herido.
Socorrímosle y de su labios oímos el relato de su aventura.
Llamábase Salem Nasair, y era uno de los más ricos negociantes de Bagdad. Al
regresar, pocos días antes, de Basora, con una gran caravana, fue atacado por una
turba de persas, nómades del desierto. La caravana fue saqueada, pereciendo casi
todos sus componentes a manos de los beduinos. Sólo se había salvado él, que era
el jefe, ocultándose en la arena, entre los cadáveres de sus esclavos.
Al terminar el relato de sus desgracias, nos preguntó con voz angustiosa:
- ¿Tenéis, por casualidad, musulmanes, alguna cosa para comer? ¡Estoy casi
muriéndome de hambre!
- Tengo solamente tres panes –respondí.
- Yo traigo cinco –afirmó a mi lado el “Hombre que calculaba”.
- Pues bien –sugirió el sheik9-; juntemos esos panes y hagamos una sociedad única.
Cuando lleguemos a Bagdad os prometo pagar con ocho monedas de oro el pan que
coma.
Así hicimos, y al día siguiente, al caer la tarde, entramos en la célebre ciudad de
Bagdad, la perla de Oriente.
Al atravesar una hermosa plaza, nos enfrentamos con un gran cortejo. Al frente
marchaba, en brioso alazán, el poderoso Ibraim Maluf, uno de los visires10 del califa
en Bagdad.
Al ver el visir a sheik Salem Nasair en nuestra compañía, gritó, haciendo parar su
poderosa escolta, y le preguntó:
9
Sheik – término respetuoso que se aplica, en general, a los sabios, religiosos y personas respetables por la edad o
posición social.
10
Visir – ministro –Califa- soberano musulmán. Los Califas decíanse sucesores de Mahoma.
Colaboración de Guillermo Mejía 16 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
- ¿Qué te ha pasado, amigo mío? ¿Por qué te veo llegar a Bagdad sucio y
harapiento, en compañía de dos hombres que no conozco?
El desventurado sheik narró, minuciosamente, al poderoso ministro todo lo que le
ocurriera en el camino, haciendo los mayores elogios respecto de nosotros.
- Paga sin pérdida de tiempo a esos dos forasteros, ordenó el visir.
Y sacando de su bolsa 8 monedas de oro las entregó a Salem Nasair, insistiendo:
- Quiero llevarte ahora mismo al palacio, pues el Comendador de los Creyentes
desea, con seguridad, ser informado de esta nueva afrenta que lo beduinos
practicaran, al matar a nuestros amigos saqueando caravanas dentro de nuestras
fronteras.
- Voy a dejaros, amigos míos -; dijo Nasair- mas, antes deseo agradeceros el gran
servicio que me habéis prestado. Y para cumplir la palabra, os pagaré el pan que
tan generosamente me dierais.
Y dirigiéndose al “Hombre que calculaba” le dijo:
- Por tus cinco panes te daré cinco monedas.
Y volviéndose hacia mí, concluyó:
- Y a ti, “bagdalí”, te daré por los tres panes tres monedas.
Con gran sorpresa nuestra, el “Calculista” objetó, respetuosamente:
- ¡Perdón, oh sheik! La división hecha de ese modo será muy sencilla, mas no es
matemáticamente exacta. Si yo di 5 panes, debo recibir 7 monedas; y mi
compañero, “el Bagdad” que dio tres panes, solamente debe recibir una moneda.
- ¡Por el nombre de Mahoma!11 –dijo el visir Ibraim, interesado vivamente por el
caso-. ¿Cómo justificas, extranjero, tan disparatada forma de pagar 8 panes con 8
monedas? Si contribuiste con 5 panes, ¿por qué exiges 7 monedas? Y si tu amigo
contribuyó con 3 panes, ¿por qué afirmas que debe recibir únicamente una
moneda?
El “Hombre que calculaba” se aproximó al poderoso ministro y así le habló:
- Voy a probaros que la división de las monedas hecha en la forma propuesta por
mí, es más justa y más exacta. Cuando, durante el viaje, teníamos hambre, sacaba
11
Mahom a nació en la Meca, en el año 571 y allí murió., en el año 632. Huérfano desde temprana edad fue criado
primeramente por su abuelo y luego por un tío, ambos pobres; tuvo, pues, que emplearse como pastor, pasando a
servir más tarde como guía para las caravanas, entrando, por fin, al servicio de una prima viuda y rica, llamada
Cadidja.
Colaboración de Guillermo Mejía 17 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
un pan de la caja y lo partía en tres trozos, uno para cada uno de nosotros. Todos
los panes que eran 8, fueron divididos, pues, en la misma forma. Es evidente, por lo
tanto, que si yo tenía 5 panes, di 15 pedazos; si mi compañero tenía 3 panes, dio 9
pedazos. Hubo, así, un total de 24 pedazos, de los cuales cada uno de nosotros
comió 8. Ahora bien; si de mis 15 pedazos comí 8, di, en realidad, 7; y mi
compañero, que tenía 9 pedazos, al comerse 8, solo dio 1. Los 7 que di yo y el que
suministró “el bagdalí” formaron los 8 que comiera el sheik Salem Nasair. Por
consiguiente, es justo que yo reciba 7 monedas y mi compañero 1.
El gran visir, después de hacer los mayores elogios al “Hombre que calculaba”,
ordenó que le fueran entregadas las 7 monedas, pues a mí sólo me tocaba, por
derecho, 1. La demostración lógica y perfecta presentada por el matemático no
admitía duda.
- Esa división – replicó entonces el “Calculista”- es matemáticamente exacta, pero a
los ojos de Dios no es perfecta.
Y tomando las ocho monedas en la mano las dividió en dos partes iguales. Dióme
una de ellas y se guardó la otra.
- Ese hombre es extraordinario –exclamó el visir-. No aceptó la división propuesta
de las ocho monedas en dos partes de 5 y 3, en la que salía favorecido; demostró
tener derecho a 7 y su compañero a 1, acabando por dividir las 8 monedas en dos
partes iguales, que repartió con su amigo.
Y añadió con entusiasmo:
- ¡Mac Alah!12 Ese joven, además de parecerme un sabio habilísimo en los cálculos
de Aritmética, es bueno como amigo y generoso como compañero. Tómolo ahora
mismo como secretario mío.
- Poderoso visir –le dijo el “Hombre que calculaba”-, veo que acabáis de hacer, con
29 palabras y un total de 145 letras, el mayor elogio que oí en mi vida, y yo, para
agradecéroslo, me veo en la obligación de emplear 58 palabras en las cuales figuran
nada menos que 290 letras, el doble de las vuestras13, precisamente. ¡Que Alah os
bendiga y proteja!
12
¡Mac Alah! (Poderoso es Dios). Exclamación usual entre los musulmanes.
13
En la traducción, esta relación de duplicidad solo se ha conservado aproximadamente.
Colaboración de Guillermo Mejía 18 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
Con estas palabras el “Hombre que calculaba” nos dejó a todos maravillados de su
argucia e invencible talento de calculista.
CAPÍ TULO 5
En el cual nos dirigim os a una posada. Palabras calculadas por m inut o. Berem ís
resuelve un problem a y det erm ina la deuda de un j oyero. Los m édicos del rey
Art aj erj es y la Arit m ét ica.
Después de abandonar la compañía del sheik Nasair y del visir Maluf, nos
encaminamos hacia una pequeña posad denominada “Pat it o Dorado”, en los
alrededores de la Mezquita de Solimán.
Allí vendimos nuestros camellos a un cham ir 14 de mi confianza, que vivía cerca.
En el camino dije a Beremís:
- Ya veis, amigo, tuve razón cuando afirmé que un calculista hábil hallaría con
facilidad un buen empleo en Bagdad. No bien llegasteis, fuisteis invitado a ejercer el
cargo de secretario de un visir. Ahora no necesitaréis más volver a la árida y triste
aldea de Khoy.
- Aunque aquí prospere me contestó el “Calculista”-, aunque me enriquezca,
volveré, con el tiempo a Persia, para ver mi tierra natal. Es ingrato aquel que olvida
su patria y los amigos de la infancia., cuando tiene la felicidad de encontrar en su
vida un oasis de prosperidad y fortuna. Y añadió:
- Viajamos juntos hasta este momento, exactamente ocho días. Durante ese
tiempo, para aclarar dudas e indagar sobre cosas que me interesaban, pronuncié
exactamente 414.720 palabras. Ahora bien; como en 8 días hay 11.520 minutos,
saco en conclusión que durante nuestro viaje pronuncié, término medio, 36 palabras
por minuto, o sea 2.160 por hora. Estos números demuestran que hablé poco, fui
discreto y no ocupé tu tiempo haciéndote escuchar discursos engorrosos y estériles.
Un hombre taciturno, excesivamente callado, se vuelve desagradable, mas los que
hablan sin parar irritan y fastidian a sus oyentes. Debemos, pues, evitar las
palabras inútiles, sin caer en el laconismo, que es incompatible con la delicadeza.
Había una vez en Teherán, Persia, un viejo mercader que tenía tres hijos. Un día el
mercader los llamó y les dijo: “Aquel de vosotros que pase el día sin decir palabras
inútiles recibirá un premio de 23 dracmas15”. Al caer la noche, los tres hijos se
14
Cham ir – Jefe de caravana
15
Dracm a – moneda persa de oro
Colaboración de Guillermo Mejía 20 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
presentaron al anciano. El primero dijo: “Evité hoy, padre mío, todas las palabras
inútiles. Espero, por tanto, merecer, según vuestra promesa, el premio estipulado,
premio de 23 dracmas, como sin duda recordareis.” El segundo se aproximó al
anciano, le besó las manos y se limitó a decir: “Buenas noches, padre mío.” El más
joven, en fin, se aproximó al anciano y sin decir palabra extendió la mano para
recibir el premio. El mercader, al observar la actitud de los tres muchachos, les
habló así: “Fatigóme el primero, al llegar a mi presencia, con varias palabras
inútiles. El tercero se mostró demasiado lacónico. El premio corresponde, pues, al
segundo, que en su conversación fue discreto y sin afectación.”
Al terminar, Beremís me preguntó:
- ¿No te parece que el viejo mercader falló con justicia al juzgar a sus tres hijos?
No le respondí. Me pareció mejor no discutir el caso de los veintitrés dracmas con
aquel hombre prodigioso que calculaba medidas y resolvía problemas, reduciendo
todo a números.
Momentos después llegábamos al “Pat it o Dorado”.
El dueño de la posada se llamaba Salim y había sido empleado de mi padre. Al
verme, gritó sonriente:
- ¡Alah sea contigo, mi señor!16 Aguardo tus órdenes ahora y siempre.
Díjele entonces que necesitaba una habitación para mí y para mi amigo Beremís
Samir, el calculista, secretario del visir Maluf.
- ¿Ese hombre es un calculista? -exclamó el viejo Salim-. Sí así es, llegó en un
momento oportuno para sacarme de un apuro. Acabo de tener una seria divergencia
con un joyero. Discutimos largo rato, y de nuestra discusión ha resultado, al final,
un problema que no sabemos resolver.
Al saber que un calculista había llegado a la posada, varias personas se
aproximaron, curiosas. El vendedor de joyas fue llamado, y declaró estar
interesadísimo en la resolución de ese problema.
- ¿Cuál es el origen de la duda? –preguntó Beremís.
El viejo Salim contestó:
16
Alah sea cont igo - significa “Dios te proteja”
Colaboración de Guillermo Mejía 21 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
- Ese hombre, y señaló al joyero, vino desde Siria a vender joyas en Bagdad,
prometiéndome pagar por el hospedaje veinte dracmas si vendía las joyas por 100
dracmas, pagando 35 si las vendía por 200.
Al cabo de varios días de ir y venir de aquí para allá, vendió todo en 140 dracmas.
¿Cuánto debe pagar, en consecuencia, ateniéndose a lo convenido, por concepto de
hospedaje?
- Debo pagar apenas 24 dracmas y medio –replicó el mercader sirio-. Si vendiendo
a 200 pagaría 35, vendiendo a 140 debo pagar 24 y medio.
- Está equivocado –replicó irritado el viejo Salim-. Por mis cálculos son 28. vea
usted: si por 100 debía pagar 20, por 140 debo recibir 28.
- Calma, mis amigos –interrumpió el calculista- es preciso encarar las dudas con
serenidad y bondad. La precipitación conduce al error y a la discordia. Los
resultados que los señores indican están equivocados, según voy a demostrarlo:
Y aclaró el caso del siguiente modo:
- De acuerdo con la combinación hecha, el sirio pagaría 20 dracmas si vendiese las
joyas por 100, y se vería obligado a pagar 35 si las vendiese en 200.
Tenemos así:
17
Analizando este problema mediante la teoría de las int er polaciones, el resultado riguroso no es 26. en efecto,
observemos que para una venta de 200 el pago era 35, es decir el 17,5 % del precio de venta; y que para una
venta de 100 el pago era de 20, es decir el 20% del precio de venta.
Para cada unidad de aumento en la venta corresponde una disminución en el pago, de un [(20-17,5):100] %.
Para 40 dracmas de aumento en la venta corresponderá, pues, una disminución en el pago, de un 0.025X40=1%.
El pago que corresponde a 140 es, pues, el 20-1=19% del precio de venta, o sea, 140 x 19:100=26,6, y no 26
como indicó nuestro protagonista.
Colaboración de Guillermo Mejía 23 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
Todos los que se hallaban en la posada admiraron la sagacidad del nuevo calculista,
cuya fama, día a día, ganaría a grandes pasos la “almenara”18 del triunfo.
Momentos después, cuando nos encontrábamos a solas, interrogué a Beremís sobre
el sentido exacto de una de sus afirmaciones: “De la incertidumbre de los cálculos
es que resulta indiscutible el prestigio de la Matemática”.
El “Hombre que calculaba” me aclaró el concepto:
- Si los cálculos no estuvieran sujetos a dudas y contradicciones, la Matemática
sería, al final, de una simplicidad insípida, tibia, apagada, sin interés alguno. No
habría raciocinio, ni sofismas, ni artificios; la teoría más interesante desaparecería
entre las nebulosidades de las nociones inútiles. Presentándose, sin embargo, aún
en las fórmulas más perfectas y rígidas, las dudas, incertidumbres y
contradicciones, el matemático toma del carcaj de su inteligencia, sus armas y se
apresta a combatir. Donde el ignorante ve incertidumbre y contradicciones, el
geómetra demuestra que existe firmeza y armonía. El rey Artajerjes preguntó,
cierta vez, a Hipócrates de Cos, médico famoso, como debía proceder para combatir
de modo eficiente las epidemias que diezmaban al ejército persa. Hipócrates
respondió: “Obligad a todo vuestro cuerpo médico a estudiar Aritmética. Al practicar
el estudio de los números y las figuras, los doctores aprenderán a razonar,
desenvolviendo sus facultades de inteligencia, y aquel que razona con eficacia es
capaz de hallar los medios seguros para combatir cualquier epidemia.”
18
Alm enara – torre que tienen las mezquitas. Desde las almenaras, o “minaretes”, el muecín llama a los fieles a la
oración.
Colaboración de Guillermo Mejía 24 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
CAPÍ TULO 6
En el cual vam os al palacio del visir Maluf. Encont ram os al poet a I ezid, que no
reconoce los prodigios del cálculo. “ El hom bre que calculaba” cuent a, en form a
original, una caravana num erosa. La edad de la novia y un cam ello sin orej a.
Berem ís descubre la “ am ist ad cuadrát ica” y habla del rey Salom ón.
- Nada más simple –respondió Beremís-. Al contar las orejas noté que uno de los
camellos era defectuoso (sólo tenía una oreja). Para que la cuenta fuese exacta era,
pues, necesario aumentar uno al total obtenido.
Y volviéndose hacia el visir, preguntó:
- ¿Sería indiscreción o imprudencia de mi parte preguntaros, señor, cuál es la edad
de aquella que tiene la ventura de ser vuestra novia?
- De ningún modo –respondió sonriente el ministro-. Asir tiene 16 años.
Y añadió, subrayando las palabras con un ligero tono de desconfianza:
- Pero no veo relación alguna, señor calculista, entre la edad de mi novia y los
camellos que voy a ofrecer como presente a mi futuro suegro.
- Deseo apenas –refutó Beremís- haceros una pequeña sugestión. Si retiraseis del
conjunto, el camello defectuoso (sin oreja), el total sería 256. Ahora bien: 256 es el
cuadrado de 16, o sea, 16 veces 16. El presente ofrecido al padre de la encantadora
Asir tomará, de ese modo, alto significado matemático. El número de camellos que
forman la dote será igual al cuadrado de la edad de la novia. Además el número 256
es potencia exacta del número 2 (que para los antiguos era número simbólico),
mientras que 257 es primoiv. Esas relaciones entre los números cuadrados son buen
augurio para los enamorados. Cuéntase que el rey Salomón, para asegurar la base
de su felicidad, dio a la reina de Saba –la famosa Balkis- una caja con 529 perlas.
Es precisamente 529 el cuadrado de 23, que era la edad de la reina. El número 526
presenta, no obstante, gran ventaja sobre el 529. Si sumamos los guarismos de 256
obtenemos 13, que elevado al cuadrado da 169; la suma de las cifras de ese
número es 16, cuyo cuadrado nos reproduce precisamente, 256. Por ese motivo los
calculistas llaman reversible al número 256. Existe, pues, entre los números 13 y 16
curiosa relación, que podría ser llamada “amistad cuadrática”. Realmente, si los
números hablasen podríamos oír la siguiente conversación: El dieciséis diría al
t rece:
El calculista agregó:
- Creo haber justificado plenamente la preferencia que debe ser otorgada al número
256, que excede en propiedades al 257.
- Su idea es bastante curiosa – acordó prontamente el visir- y voy a adoptarla,
aunque caiga sobre mí la acusación de plagiario, del rey Salomón.
Y dirigiéndose al poeta Iezid, concluyó:
- Veo que la inteligencia de este calculista no es menos que su habilidad para
descubrir analogías e inventar leyendas. Estuve muy acertado en el momento en
que decidí ofrecerle ser mi secretario.
- Siento decirle, ilustre mirzav –replicó Beremís- que sólo podría aceptar vuestra
honrosa invitación si aquí hubiera lugar para mi buen amigo Hank-Tad-Madya –el
“bagdalí”-, que se encuentra en estos momentos sin recursos y sin empleo.
Quedé encantado con la delicadeza del calculista, que procuraba, de esa manera,
atraer sobre mí la valiosa protección del poderoso visir.
- Es muy justo su pedido –dijo condescendientemente el ministro-, y su compañero
Hank-Tad-Madya se quedará también aquí, ejerciendo las funciones de escribiente,
como ya lo he ordenado.
Acepté, sin dudar, la propuesta, expresando después al visir y también al
bondadoso Beremís mi reconocimiento.
CAPÍ TULO 7
En el cual vam os a la calle de los m ercaderes. Berem ís y el t urbant e azul. El caso de
los cuat ro cuat ros. El problem a del m ercader sirio. Berem ís explica t odo y es
generosam ent e recom pensado. Hist oria de la “ prueba real” del rey de Yem en.
Los cu a t r o cu a t r os
19
Suque – Lugar o calle en la que se encuentran las tiendas y casas de los mercaderes.
20
Cafet án – Túnica galoneada. Entre los persas era un ropaje o túnica que usaban habitualmente.
21
Dij ins – Genios bienhechores, en cuya existencia creían los árabes. Actualmente esa creencia sólo existe en las
clases incultas. Existían también los refrit es que eran genios malignos.
Colaboración de Guillermo Mejía 30 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
44-44 = 0
Están así los cuatro cuatros formando una expresión igual a cero.
Pasamos ahora al número 1. Esta es la forma más cómoda:
- ¿Quiere ver ahora el número 2? Fácilmente se usan los cuatro cuatros escribiendo:
En seguida pasamos al 6:
4+4+4–4=8
Y ahora una expresión igual a 10 formada por los cuat ro cuat ros:
En este ejemplo, la primera suma es 50, mientras que la de los saldos es 75; podía
también haber resultado igual a 80, 99, 100, 260, 8000 u otro número cualquiera.
Puede por casualidad dar 50 (como en el primer caso), ó 51 (como en el caso del
judío).
Quedó conforme el mercader al haber entendido el asunto, cumpliendo su promesa
de ofrecer, como presente, al calculista, el turbante azul que valía 4 dracmas.
Beremís, para distraer al buen mercader, le contó enseguida este curioso episodio:
- Omeya, rey de Yemen, tenía un tesorero llamado Quelal, que parecía muy
cuidadoso y probo. Queriendo el monarca asegurarse de la honestidad de su
auxiliar, hizo lo siguiente: durante tres días colocó, sin decir nada, un dracma en la
caja de los gastos. Resultaba claro que el tesorero, al finalizar el día, cuando hiciera
el arqueo, hallaría el exceso de un dracma, que anotaría como saldo en el libro
sentencia del rey, tuvo un ataque al corazón y cayó fulminado sobre las gradas del
trono. Y no era para menos. ¡Uassalam!22
22
Uassalam – Fórmula usual de despedida (M.T.)
Colaboración de Guillermo Mejía 36 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
CAPÍ TULO 8
En el cual Berem ís habla de las form as geom ét ricas. Encont ram os al sheik Salen
Nasair ent re los vendedores de vino. Berem ís resuelve el problem a de los 21 vasos
y ot ro m ás que causa asom bro a los m ercaderes. Un cam ello robado, descubiert o
por Geom et ría. Habla del sabio Al- Hossein, que invent ó la “ prueba del nueve” .
Estaba Beremís satisfechísimo con el bello regalo que le hiciera el mercader sirio.
Está muy bien arreglado –decía, haciendo girar el turbante y examinándolo
cuidadosamente por todos lados-. Tiene, para mí manera de ver, un pequeño
defecto que pudo ser evitado. Su forma no es rigurosamente geométrica.
Quedé atónito, sin poder disimular la sorpresa que sus palabras me causaran.
Aquel hombre, a más de ser un calculista original, tenía la manía de transformar las
cosas más vulgares, de modo de darle forma geométrica hasta a los turbantes de
los musulmanes.
- No le admire, amigo mío –prosiguió el inteligente persa-, que yo quiera ver
turbantes de forma geométrica23. La geometría existe en todas partes. Procure
observar las formas regulares y perfectas que presentan algunos cuerpos.
Las flores, las hojas y muchos animales revelan simetrías admirables que
deslumbran nuestro espíritu. La Geometría, repito, existe en todas partes. En el
disco del Sol, en la hoja del datilero, en el arco iris, en la mariposa, en el diamante,
en la estrella de mar y hasta en un pequeño grano de arena. Hay, en fin, infinita
variedad de formas geométricas presentadas por la Naturaleza. Un cuervo, al volar
lentamente por el cielo, describe figuras admirables; la sangre que circula por las
venas de los camellos no escapa a los rigurosos principios geométricos24; la piedra
que se tira al importuno chacal, dibuja en el aire una curva perfecta25.
23
Palabras atribuidas a Plat ón.
24
El camello presenta una rareza. Es el único mamífero, que tiene los glóbulos de la sangre de forma elíptica. Los
naturalistas señalan esa forma como característica de las aves y los reptiles.
25
Esa curva es la parábola.
Colaboración de Guillermo Mejía 37 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
“ El beduino ve las form as geom ét ricas, pero no las ent iende; el sunit a las ent iende
m as no las adm ira; el art ist a, finalm ent e, m ira la perfección de las figuras,
com prende lo bello y adm ira el orden y la arm onía” . En el dibuj o que ilust ra est a
página se ve una flor en la que se dest aca, en form a im pecable, la sim et ría
pent agonal.
26
Sunita – Individuo de una de las sectas musulmanas. Adepto a la doctrina de “Sunnat” es, en general, contrario
a cualquier manifestación de arte (M. T.)
27
Frase de Platón.
Colaboración de Guillermo Mejía 38 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
algunos amigos y me hallo azorado con dos problemas que sólo un gran matemático
podría resolver.
Aseguró Beremís que emplearía todos sus recursos para hallar la solución de los
problemas que interesaban al sheik, pues no quería desperdiciar una sola ocasión
de servir a un hombre tan amable y generoso.
El sheik señaló a los tres árabes que lo acompañaban y dijo:
- Estos tres hombres recibirán, como pago de un servicio hecho, una partida de vino
compuesta de 21 vasos iguales, estando 7 llenos, 7 medio llenos y 7 vacíos. Quieren
ahora dividir los 21 vasos de manera que cada uno reciba el mismo número de
vasos y la misma cantidad de vino. ¿Cómo hacer el reparto? Ese es el primer
problema.
Est a figura indica, claram ent e, la solución del problem a de los 21 vasos. Los siet e
prim eros rect ángulos represent an los vasos llenos; los 7 siguient es rect ángulos
represent an los vasos m edio llenos y los ot ros 7 vasos vacíos. Para que los t res
m ercaderes reciban el m ism o núm ero de vasos y cant idades iguales de vino, la
división deberá efect uarse cóm o indican las líneas punt eadas del dibuj o.
3 vasos llenos,
1 m edio lleno,
3 vasos vacíos.
Colaboración de Guillermo Mejía 39 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
Al segundo le corresponderán:
2 vasos llenos,
3 m edio lleno,
2 vasos vacíos.
Al tercero le corresponderán:
2 vasos llenos,
3 m edio lleno,
2 vasos vacíos.
Según ese reparto, cada socio recibirá 7 vasos y la misma cantidad de vino. Ya ve,
sheik, que el problema no presenta dificultad alguna, y que si analizamos el
enunciado no es difícil demostrar que él admite otra solución rigurosamente
exacta28.
La espiral logarít m ica se present a con frecuencia en la nat uraleza. Así, por ej em plo,
en el girasol aparece dicha curva not able.
28
La segunda solución es la siguiente: 1.er socio: 3 vasos llenos, 1 vaso medio lleno y 3 vasos vacíos; al 2.o socio: 3
vasos llenos, 1 vaso medio lleno y 3 vasos vacíos; y al 3.er socio: 1 vaso lleno, 5 medio llenos y 1 vaso vacío.
Colaboración de Guillermo Mejía 40 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
Procuro ahora saber cuántos vasos pequeños vacíos puedo cambiar por la cantidad
de vino contenida en dos vasos grandes.
Aquel embrollo de valores y relaciones no intimidaron al “Hombre que calculaba”.
Habituado a enfrentarse a problemas difíciles y a trabajar con números enormes,
Beremís nos se confundía con el enunciado de cuestiones abstrusas y
aparentemente sin sentido.
- Amigo mío –respondió, dirigiéndose al vendedor de vinos-. Tengo gran placer en
aclarar esta cuestión que me parece tan sencilla como la primera. Por lo que he
oído, “2 vasos grandes llenos valen 12 pequeños vacíos”. Por otra parte, si 2
grandes vacíos valen 1 pequeño lleno, y 3 pequeños vacíos valen también 1
pequeño lleno, está claro que 2 grandes vacíos valdrán 3 pequeños vacíos. Es
preciso ahora, para mayor claridad, recordar de memoria los dos resultados ya
obtenidos:
2 vasos grandes llenos valen 12 pequeños vacíos
2 vasos grandes vacíos valen 3 pequeños vacíos
Es not able la variedad de form as geom ét ricas que se present an en los organism os
vivos. En la figura vem os la “ hélice cónica” rigurosam ent e dibuj ada en el perfil de
un caracol.
Colaboración de Guillermo Mejía 41 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
Figura t razada por Avicena, m at em át ico y m édico fam oso, con la que pret endía
dem ost rar ciert a proposición de Euclides, y concluyó, según reza la leyenda,
descubriendo el cam ello robado.
29
Filósofo, matemático y médico. Al-Hossein es más conocido por Avicena. Nació en Chiraz, en Persia, en el año
980 y fue muerto a traición, por los alrededores de Hamadam (1057). Al-Hossein era llamado por los árabes El
príncipe de los m édicos. Una de sus obras de medicina fue adoptada por la Escuela de Montpellier, en tiempos de
Luis XIV. Al-Hossein fue el primero en proponer la prueba del 9 como verificación para las operaciones elementales.
30
Especie de acacia.
Colaboración de Guillermo Mejía 42 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
Y después de proferir estas palabras, que no fueron comprendidas por sus rudos
oyentes, Al-Hossein tomó un pedazo de carbón y trazó en el tronco de un árbol dos
rectas cruzadas. Pretendía el sabio demostrar, con auxilio de esa figura, una
propiedad enunciada por Euclides, geómetra griego: “Dos ángulos opuestos por el
vértice son iguales”.
La espiral logarít m ica puede not arse en gran núm ero de est os seres vivos. Las
flores, las hoj as y m uchos anim ales revelan sim et rías adm isibles que m aravillan el
espírit u. Com o dij o Plat ón, “ la Geom et ría exist e en t odas part es” .
Después de trazar las rectas en posición conveniente, Al-Hossein marcó con cuidado
los dos ángulos cuya igualdad pretendía demostrar con su admirable raciocinio.
No había terminado la figura geométrica, cuando uno de los dos camelleros se
levantó de súbito y se arrojó trémulo a los pies del sabio, murmurando con voz
ronca, que expresaba gran temor:
- ¡Fui yo, señor! ¡Fui yo! ¡Diré la verdad!
Realmente sorprendido con la inesperada actitud del beduino, Al-Hossein se dio
cuenta de que había, en la confusión del camellero, un misterio que convenía
conocer. Dominando, pues, la sorpresa que experimentara, dijo así:
- Nada debes temer, amigo mío. La verdad es siempre descubierta. Vamos, confiesa
todo y serás perdonado.
En el perfil de ciert as palm eras se observa una curva que los m at em át icos est udian
y analizan m inuciosam ent e: es la curva logarít m ica. Est a form a es adopt ada por
principio de econom ía, pues el veget al, de ese m odo, con m enos cant idad de
m at erial, resist e m ej or el im pulso del vient o. El ingeniero, después de laboriosas
aplicaciones de cálculo infinit esim al, dem uest ra que la curva logarít m ica es el perfil
m ás convenient e para los faros.
Al oír estas palabras, el hombre confesó al sabio que había robado, días antes, el
camello predilecto del visir.
Inútil es decir que Al-Hossein ignoraba aquel hurto audaz que preocupaba a todos y
en torno del cual se habían hecho infructuosas pesquisas.
Descubierto, así, el autor del robo, el camello fue restituido pocas horas después a
su poderoso dueño y el ladrón, amparado por el prestigio de Al-Hossein, se libró de
severa sentencia, siendo perdonado31.
¿Cómo explicar los motivos que llevaran al criminal a revelar su secreto? Lo
sucedido era, sin embargo, muy sencillo: la figura geométrica hecha por el
matemático para explicar la proposición de Euclides, era exactamente igual a la
“marca” que tenía el camello robado. El ladrón, al ver la figura, creyó que Al-
31
El Corán prescribe cruel pena: la amputación de la mano derecha del ladrón (M. T.)
Colaboración de Guillermo Mejía 44 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
CAPÍ TULO 9
En el cual recibim os la visit a del sheik I ezid. Ext raña consecuencia de la previsión de
un ast rólogo. La m uj er y la Mat em át ica. Berem ís es invit ado a enseñar Mat em át ica
a una j oven. Sit uación singular de la m ist eriosa alum na. Berem ís habla de su
ant iguo m aest ro, el sabio No- Elin.
32
Telassim – Talismán.
33
Ulem a – hombre dotado de gran cultura. Sabio.
Colaboración de Guillermo Mejía 46 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
La Geom et ría, dij o Plat ón, exist e en t odas part es. En el disco del sol, en la form a del
dat ilero, en el arco iris, en el diam ant e, en la est rella de m ar, en la t ela de la araña
y hast a en un pequeño grano de arena. En la figura de arriba vem os la form a
perfect a que present a la flor del m aracuyá. Es adm irable la sim et ría pent agonal con
que est án dispuest os los elem ent os de esa flor. Llam am os la at ención del lect or
para una observación realm ent e ext raordinaria: “ Las sim et rías de orden im par sólo
se encuent ran en los seres dot ados de vida. La m at eria inorgánica sólo present a
sim et ría par”
34
Harem – parte de la casa en que viven encerradas las mujeres.
35
Mact ub (estaba escrito). Participio pasivo del verbo catab (escribir). Expresión que traduce bien el fatalismo
musulmán.
Colaboración de Guillermo Mejía 47 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
“N o e n t r e si n o e s ge óm e t r a ”.
36
“I dom eg” – planta de hojas largas y lisas.
Colaboración de Guillermo Mejía 50 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
CAPÍ TULO 1 0
En el cual vam os al palacio de I ezid. El rencoroso Tara- Tir no confía en el calculist a.
Los páj aros caut ivos y los núm eros perfect os. El “ Hom bre que calculaba” exalt a la
caridad del sheik. Oím os una t ierna y arrebat adora canción.
Sería poco más de las cuatro cuando dejamos la posada y nos dirigimos a la casa
del poeta Iezid Abul-Hamid.
Guiados por un amable y diligente criado, atravesamos de prisa las calles tortuosas
del barrio Mouassan, yendo a dar un suntuoso palacio que se erguía en medio de un
bello jardín.
Beremís quedó encantado con el aspecto artístico que el rico Iezid procuraba dar a
su residencia. En el centro del parque levantábase una gran cúpula plateada, donde
los rayos solares se deshacían en fulgores rutilantes. Un gran patio, por fuerte
portón de hierro, ornamentado con todos los recursos del arte, daba entrada hacia
el interior.
Un segundo patio interno, con un bien cuidado jardín en su centro, dividía el edificio
en dos cuerpos. Uno de ellos estaba destinado a los aposentos particulares y el otro
a las salas de reunión, así como a un comedor, en el cual el sheik cenaba, a veces,
en compañía de poetas y escritores.
El aspecto exterior, a pesar de la artística ornamentación del vestíbulo, era triste y
sombrío. Quien reparase en las ventanas enrejadas no podía sospechar la pompa y
el arte con que todos los aposentos estaban decorados.
Una galería con lindas arcadas sostenidas por nueve o diez esbeltas y delgadas
columnas de mármol blanco con arcos recortados elegantes capiteles, con las
paredes revestidas de azulejos en relieve y el piso de mosaico, comunicaba los dos
cuerpos del edificio; dos largas escalinatas, también de mármol, conducían al jardín,
donde flores de diversas formas y perfumes bordeaban un tranquilo lago.
Un vivero lleno de pájaros, adornado con mosaicos y arabescos, parecía ser lo más
importante del jardín. Había allí aves de exóticos cantos de variadas formas y
rutilantes plumajes. Algunas, de peregrina belleza, pertenecían a especies para mí
desconocidas.
Nos recibió el dueño de casa, con mucha simpatía, viniendo a nuestro encuentro en
el jardín. Se hallaba en su compañía un joven moreno, delgado y de amplios
hombros, que nos resultó simpático. Tenía un modo agresivo de mirar, y la forma
en que hablaba era bastante desagradable, llegando, en ciertos momentos, hasta
ser insolente.
- ¿Es pues, éste el calculista? –observó, subrayando las palabras con tono de
menosprecio-. Me admira tu buena fe, querido Iezid. Vas a permitir que un mísero
encantador de serpientes se aproxime y dirija la palabra a la encantadora Telassim.
¡No faltaba más! ¡Por Alah, que eres ingenuo!
Y pronunció una carcajada injuriosa.
Aquella grosería me sublevó. Tuve ímpetus de repeler la descortesía de aquel
atrevido. Beremís, sin embargo, continuaba imperturbable. Era posible, tal vez, que
el algebrista descubriera, en las palabras insultantes que oyera, nuevos elementos
para hacer cálculos o para resolver problemas.
El poeta, mostrándose apenado por la actitud poco delicada de su amigo, dijo:
- Perdone, señor calculista, el juicio precipitado que acaba de hacer mi primo “el-
hadj” Tara-Tir37. Él no conoce, ni puede evaluar su capacidad matemática, pues está
por demás ocupado por el futuro de Telassim.
- No lo conozco, es claro; no me empeño mayormente en conocer los camellos que
pasan por Bagdad en busca de sombra y alfalfa –replicó iracundo Tara-Tir, con
insultante desprecio.
Y siguió hablando de prisa, nervioso y atropelladamente:
- Puedo probar, en pocos minutos, primo mío, que estás completamente engañado
respecto a la capacidad de ese aventurero. Si me lo permites, yo lo confundiré con
dos o tres simplezas que oí a un maestro de escuela en Mosul.
- Seguramente –convino Iezid-. Puedes interrogar a nuestro calculista y proponerle,
ahora mismo, el problema que quisieras.
- ¿Problema? ¿Para qué? ¿Quieres confrontar a un chacal que aúlla con un “ulema”
que estudia? –interrumpió groseramente-. Te aseguro que no será necesario
37
La expresión “el-hadj”, cuando precede a un nombre, indica, que la persona ya fue en peregrinación a la Meca.
(M.T.)
Colaboración de Guillermo Mejía 52 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
1
2
4
8
16
38
Sufi – secta musulmana de Persia.
39
Referíase, con escarnio, a la posada donde vivía Beremís.
Colaboración de Guillermo Mejía 53 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
31
62
124
248
Su m a = 496
1 + 2 + 4 + 7 + 14 = 28
40
Los números perfectos pares están dados por la siguiente expresión: 2m-1 x (2m - 1), en la que el factor (2m - 1)
debe ser un número primo. Así por ejemplo los seis primeros números perfectos que se obtienen con la fórmula,
resultan de hacer m = 2, 3, 5, 7, 13, 17, y son, respectivamente, los siguientes:
Ya hubo un matemático que se tomó el trabajo de calcular el número perfecto que resulta haciendo m = 6,
obteniendo:
Colaboración de Guillermo Mejía 54 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
El rencoroso Tara-Tir, sin querer oír más explicaciones, se despidió del sheik Iezid y
se retiró destilando rabia, por la gran derrota sufrida al pretender poner en
evidencia la falta de habilidad del calculista.
- Ruégole señor calculista –dijo Iezid- que no se ofenda por las palabras de mi
primo Tara-Tir. Tiene él, exaltado temperamento, y desde que asumió la dirección
de las minas de sal en Al-Derid, se ha vuelto irascible y violento.
Comprendí que el inteligente Beremís no deseaba causar disgusto al sheik, cuando
respondió lleno de bondad:
- Dada la gran variedad de temperamentos y caracteres, no nos es posible vivir en
paz con el prójimo sin refrenar nuestra ira y cultivar la paciencia. Cuando me siento
herido por la injuria, procuro seguir el sabio precepto de Salomón:
2 658 455 991 569 831 744 654 692 615 953 842 176
Colaboración de Guillermo Mejía 55 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
Los siervos y esclavos quedaron aterrados al oír esa orden. La colección, formada
con paciencia y trabajo, valía una fortuna. En ella figuraban perdices, colibríes,
faisanes multicolores, gaviotas negras, patos de Madagascar, lechuzas del Cáucaso,
y varias golondrinas rarísimas de China y de la India.
- ¡Suelten los pájaros! –ordenó nuevamente el sheik, agitando la mano
resplandeciente de anillos.
Las grandes puertas de tela metálica se abrieron. En grupos, de a pares, los
cautivos dejaban la prisión y esparcíanse por la arboleda del jardín.
Dijo entonces Beremís:
- Cada ave, con las alas extendidas, es un libro de dos hojas abierto en el cielo. Es
un gran crimen robar o destruir esa pequeña biblioteca de Dios.
En ese momento oímos el comienzo de una canción; la voz era tan tierna y suave,
que se confundía con el trino de las golondrinas y el arrullar de las palomas.
Al principio era una melodía afable y triste, llena de melancolía y recuerdo, como las
endechas de un ruiseñor solitario; animóse, luego, en un crescendo vivo, en gorjeos
complicados, en trinos argentinos, entrecortados con gritos de amor que
contrastaban con la serenidad de la tarde, y revoloteaban por el espacio como si
fueran hojas que llevara el viento. Por último volvió al tono triste del principio,
lanzando una nota desgarradora que quedó flotando en la límpida atmósfera, como
un suspiro de virazón:
El encanto de aquella voz parecía envolver la tierra en una ola de indefinible alegría.
El día parecía más claro, el cielo más azul y el aire más leve.
- Es Telassim que canta –explicó el jefe al reparar en la atención con que oíamos
embebidos la extraña canción.
La bandada de pájaros que revoloteaba llenaba el espacio con sus alegres notas de
libertad. No eran más que 496, pero daban la impresión de que eran ¡diez mil!...
- ¿Y de quién son esos brillantísimos versos?41 –indagué.
- No lo sé. Una esclava cristiana los enseñó a Telassim y ella jamás los olvidó.
Deben ser de algún poeta nazareno42.
Subimos, y así se inició la primera lección de Matemática.
41
Las palabras citadas, bajo forma de verso, son de la primera epístola de San Pablo a los Corintios. (M. T.)
42
Nazareno – Denominación que los árabes daban a los cristianos. (M. T.)
Colaboración de Guillermo Mejía 57 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
CAPÍ TULO 1 1
Berem ís inicia su curso de Mat em át ica. El núm ero y el universo. Una frase de
Plat ón. La unidad y Dios. Que m edir. Las part es que form an la Mat em át ica. La
Arit m ét ica y los núm eros. El Álgebra y las relaciones. La Geom et ría y las form as. La
Mecánica y la Ast ronom ía. Un sueño del rey Aldebazan. La “ alum na invisible” eleva
a Alah una oración.
43
Ant ar o Ant ara – poeta árabe anterior al Islamismo. Se hizo famoso por haber sido presentado como símbolo de
coraje, audacia y caballerosidad en la célebre epopeya árabe “Romance de Antar”. Antar el poeta y su apasionada
Abla, son los héroes legendarios de Arabia.
Colaboración de Guillermo Mejía 58 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
Del número, señora, que es la base de la razón y del entendimiento, surge otra
noción de indiscutible importancia: la noción de m edida.
Medir, señora, es comparar. Por lo tanto, solo son susceptibles de medirse las
magnitudes que admiten un elemento como base de comparación. ¿Será posible
medir la extensión del espacio? De ningún modo. El espacio es infinito y, siendo así,
no admite término de comparación. ¿Será posible avaluar la eternidad? De ninguna
manera. Dentro de las posibilidades humanas, el tiempo es siempre finito, y en el
cálculo de la Eternidad no puede lo efímero servir de unidad de evaluación.
En muchos casos, sin embargo, nos es posible representar una magnitud que no se
adapte a los sistemas de medida, por otra que pueda ser avaluada con exactitud.
Ese cambio de magnitudes, tendiente a simplificar los procesos de medidas,
constituye el objeto principal de una ciencia, que los hombres denominan
Mat em át ica. Para alcanzar su objetivo, precisa la Mat em át ica estudiar los números,
sus propiedades y transformaciones. En esa parte ella toma el nombre de
Arit m ét ica. Conocidos los números, es posible aplicarlos a la evaluación de
magnitudes que varían, o que son desconocidas, pero que se presentan expresadas
por medio de relaciones y fórmulas. Tenemos así el Álgebra. Los valores que
medimos en el campo de la realidad son representados por cuerpos materiales o por
símbolos; en cualquier caso, esos cuerpos o esos símbolos están dotados por tres
atributos: forma, tamaño y posición. Es necesario, pues, estudiar estos tres
atributos; ese estudio constituye el objeto de la Geom et ría.
Estudia, además, la Matemática, las leyes que rigen los movimientos y las fuerzas,
leyes que aparecen en la admirable ciencia que se denomina Mecánica.
La Matemática pone todos sus recursos al servicio de una ciencia que eleva el alma
y engrandece al hombre. Esa ciencia es la Ast ronom ía.
Hablan algunos de las Ciencias Matemáticas, como si la Aritmética, el Álgebra y la
Geometría fuesen partes enteramente distintas. No es así, sin embargo. Todas se
auxilian mutuamente, apoyándose unas en las otras, y, en ciertos puntos, se
confunden.
Hay una ciencia única, la Mat em át ica, la cual nadie se puede jactar de conocer,
porque sus conocimientos son, por su naturaleza, infinitos, y de la cual todos
hablan, sobre todo los que más la ignoran.
Entre los hombres que la estudian y la conocen hay, sin embargo, algunos que más
se fijan en minucias que en las ideas generales, siendo, por lo tanto, sus
descubrimientos de escasa importancia.
Nárrase que Moisés se encontró, cierta vez, en las playas de Judea, con El-Quíder44,
el más grande entre los sabios de la Tierra. Se hallaban los dos grandes Maestros
conversando sobre los más altos problemas de la Vida y del Destino, cuando se
acercó a ellos un pajarito que traía en el pico una gota de agua de mar. La pequeña
avecilla, sin interrumpir el vuelo, dejó caer la gota sobre el hombro de El-Quíder. Él,
que era sabio entre los sabios, dijo entonces a Moisés:
“¡Profeta de Dios! Ese pájaro acaba de enseñarnos una profunda verdad,
mostrándonos de una manera elocuente, que la ciencia de Moisés, que es
incalculable, acrecentada con paciencia de El-Quíder, que es bien poca, y la de
todos los sabios de la Tierra –delante de la ciencia de Dios- es como una gota de
agua comparada con el mar.”
La Mat em át ica, señora, enseña al hombre a ser sencillo y modesto; es la base de
todas las ciencias y todas las artes. Aldebazan, rey de Irak, descansando cierta vez
en la galería de su palacio, soñó que encontraba siete jóvenes que caminaban por
una ruta. En cierto momento, vencidas por la fatiga y por la sed, las jóvenes se
detuvieron bajo el sol calcinante del desierto. Apareció, entonces, una hermosa
princesa que se aproximó a las peregrinas, trayéndoles un gran cántaro de agua
pura y fresca. La bondadosa princesa sació la sed que devoraba a las jóvenes, y
éstas pudieron reanudar su interrumpida jornada.
Al despertar, impresionado con ese curioso sueño, decidió Aldebazan entrevistarse
con un astrólogo famoso, llamado Sanib, a cual consultó sobre el significado de
aquella escena en la que él –rey poderoso y justo- asistiera en el mundo de las
visiones y fantasías. Dijo Sanib, el astrólogo “¡Señor! Las siete jóvenes que
caminaban por la ruta, eran las artes divinas y las ciencias humanas: la Pintura, la
Música, la Escultura; la Arquitectura, la Retórica, la Dialéctica y la Filosofía. La
princesa que las socorrió representa la grande y prodigiosa Matemática. Sin el
auxilio de la Mat em át ica –prosiguió el sabio- las artes no pueden progresar, y todas
44
Quíder o Quidr, genio dotado de gran sabiduría que, según la creencia de los árabes, vivía en la tierra para
enseñar y orientar a los profetas (M. T.)
Colaboración de Guillermo Mejía 61 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
las otras ciencias perecen.” Impresionado el rey por lo que oía, determinó que se
organizasen en todas las ciudades, oasis y aldeas de su país, centros de estudios
m at em át icos. Elocuentes y hábiles “ulemas”, iban por orden del soberano
recorriendo los bazares y caravanas, enseñando Aritmética a los caballeros y
beduinos. En las paredes de las mezquitas y en las puertas de los palacios, los
versos de los poetas famosos fueron sustituidos por fórmulas algebraicas y por
cálculos numéricos.
Al cabo de pocos meses aconteció que el país atravesaba por una era de
prosperidad. Paralelamente al progreso de la ciencia, crecían los recursos naturales
del país, las escuelas estaban repletas; el comercio se acrecentaba en forma
prodigiosa; multiplicábanse las obras de arte; levantábanse monumentos, y las
ciudades estaban colmadas de turistas y curiosos. El país de Irak tenía abiertas las
puertas al Progreso y a la Riqueza, si no hubiese la fatalidad, (¡Mactub!) puesto el
término a aquel período de trabajo y prosperidad. El rey Aldebazan, acometido por
repentina enfermedad, murió, siendo llevado por el maligno Azrail45 para el cielo de
Alah. La muerte del soberano abrió dos tumbas. Una de ellas acogió el cuerpo del
glorioso Monarca, y la otra la cultura científica del pueblo. Subió al trono un príncipe
vanidoso, indolente y de limitadas dotes intelectuales. Le preocupaban más las
diversiones que los problemas Administrativos del Estado. Pocos meses después,
todos los servicios públicos estaban desorganizados; las escuelas cerradas, y los
artistas y “ulemas”, forzados huir bajo la amenaza de los malvados y ladrones. El
tesoro público fue dilapidado en múltiples festines y desenfrenados banquetes. El
país de Irak, llevado a la ruina por el desorden, fue atacado por enemigos
ambiciosos, y vencido.
La historia de Aldebazan, señora, nos demuestra que el progreso de un pueblo se
halla ligado al desenvolvimiento de los estudios matemáticos46. En el Universo todo
es número y medida. La Unidad, símbolo del Creador, es el principio de todas las
cosas, las cuales no existen sino en virtud de inmutables proporciones y relaciones
numéricas. Todos los grandes enigmas de la Vida pueden ser reducidos a simples
combinaciones de elementos variables o constantes, conocidos o desconocidos.
45
Ast rail – Angel de la muerte.
46
Cabe recordar aquí la frase de Napoleón: “El progreso de un pueblo depende exclusivamente del
desenvolvimiento de la cultura matemática”
Colaboración de Guillermo Mejía 62 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
Para que podamos conocer la Ciencia es necesario tomar un número por fase.
Veremos cómo estudiarlo con la ayuda de Alah, Clemente y Misericordioso.
- ¡Uaasalam!
Con estas palabras concluyó el calculista, dando por terminada su primera clase de
Mat em át ica.
Con agradable sorpresa oímos, entonces a la alumna, a quien hacía invisible la
cortina, pronunciar la siguiente oración:
“¡Oh Dios Omnipotente, Creador del Cielo y de la Tierra! Perdona la pobreza,
pequeñez y puerilidad de nuestros corazones. No escuches nuestros pedidos, pero
oye el clamor de nuestras necesidades; no atiendas nuestros pedidos, pero ten en
cuenta nuestros silenciosos gemidos. ¡Cuántas veces pedimos aquello que tuvimos y
que dejamos perder! ¡Cuántas veces soñamos poseer aquello que nunca será
nuestro! ¡Oh Dios! Nosotros te agradecemos por este Universo, que es nuestro
grande hogar, por su vastedad y riqueza, y por la vida multiforme que en él existe y
de la cual formamos parte. Loámoste por el esplendor del cielo azul y por la brisa de
la tarde, por las veloces nubes y por las constelaciones de las alturas. Loámoste por
los océanos inmensos, por el agua que corre, por las montañas eternas, por los
árboles frondosos, por el suave césped en que reposan nuestros pies. ¡Nosotros te
agradecemos los múltiples encantos con que podemos experimentar en nuestras
almas las bellezas de la Vida y el Amor! ¡Oh Dios, Clemente y Misericordioso!
Perdona la pobreza, la pequeñez y la puerilidad de nuestros corazones.”
CAPÍ TULO 1 2
En el cual veo a Berem ís int eresado en el j uego de salt ar con cuerda. La curva del
“ baq- t aque” y las arañas. Pit ágoras y el círculo. Encont ram os a Harid Nam ur. El
problem a de los 60 m elones. Cóm o perdió el int endent e la apuest a. La voz del
m uezín ciego llam a a los creyent es para la oración de “ m ogreb” .
Cuando dejamos el hermoso palacio del poeta Iezid, faltaba poco para la hora del
“ezzan”. Al pasar por el “marabú” de Ramir oí el suave gorjeo de un pájaro entre las
ramas de una vieja higuera.
- Es, con seguridad, uno de los libertos de hoy –observé-. Reconforta oírlos traducir
en melódicos cantos, la alegría de la libertad reconquistada.
Beremís, sin embargo, en aquel momento nos se preocupaba por el canto del
pájaro. Absorbía su atención un grupo de pequeños que se divertían en la calle, a
corta distancia. Dos de ellos sostenían, por los extremos, un trozo de cuerda fina
que debía tener catorce o quince palmos de extensión. Los otros trataban de
trasponer de un salto, la cuerda, colocada más o menos alta, conforme a la agilidad
del saltador.
- Mira la cuerda, “bagdalí” –dijo el calculista, tomándome por el brazo-, ¡Observa
qué curva perfecta! ¿No la hallas digna de estudio?
- Pues, amigo mío –dijo Beremís-: convéncete de que tus ojos son ciegos para las
más grandes bellezas y maravillas de la Naturaleza. Cuando los niños tienen la
cuerda, sosteniéndola por los extremos, dejándola caer libremente y bajo su propio
peso, la cuerda forma una curva notable, pues surge como resultante de fuerzas
naturales47. Yo tuve ocasión de observar esa curva –que el sabio No-Elin llamaba la
“baq-taque”48, porque tiene la forma de la joroba de ciertos dromedarios-. ¿Tendrá
esa curva plana alguna analogía con las derivadas de la parábola? En lo futuro, si
Alah lo quiere, los matemáticos descubrirán el medio de trazar esa curva, punto por
punto, y estudiarán rigurosamente todas sus propiedades.
47
Esa curva hoy es perfectamente conocida; se llama cat enaria.
48
La traducción sería “Puerta en arcada”. Es extraño que M. T. no quisiese dar a esa curva el nombre por el cual
era conocida por los árabes del tiempo de Beremís.
Colaboración de Guillermo Mejía 64 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
- Hay, sin embargo –prosiguió-, muchas otras curvas más importantes. Debo citar,
en primer lugar, el círculo49. Pitágoras, filósofo y matemático, consideraba al círculo
como la figura más perfecta, relacionándolo así con la idea de perfección. Entre
todas las curvas más perfectas, el círculo es la que tiene el trazado más simple.
Beremís, interrumpiendo en ese momento la disertación apenas comenzada sobre
las curvas, señaló hacia un jovencito que se hallaba a corta distancia y gritó:
- ¡Harim Namir!
El joven se volvió rápidamente y vino alegre a nuestro encuentro. Me di cuenta
entonces, que se trataba de uno de los tres hermanos que habíamos visto discutir
en el desierto, cierto día, por causa de la herencia de los 35 camellos; reparto
complicado, lleno de tercios y novenos, que Beremís resolvió por medio de un
artificio curioso, al que ya me he referido.
- ¡Mac Alah! – exclamó Harim, dirigiéndose a Beremís-. Ha sido el Destino quien
dispuso ahora nuestro encuentro. Mi hermano Hamed se halla atribulado por una
cuenta de 60 melones que nadie puede resolver.
Y Harim nos llevó a una pequeña casa en donde se encontraba su hermano Hamed
Namur, en compañía de varios mercaderes.
Mostróse Hamed muy satisfecho al ver a Beremís y, volviéndose hacia los
mercaderes, les dijo:
- Este hombre que acaba de llegar, es un gran matemático. Gracias a su valiosa
ayuda pusimos hallar la solución perfecta de un problema que nos parecía
imposible: dividir 35 camellos entre 3 personas. Estoy seguro de que él podrá
explicar, en pocos minutos, la diferencia encontrada en la venta de los 60 melones.
Como era necesario informar minuciosamente a Beremís, uno de los mercaderes
tomó la palabra y dijo:
- Los dos hermanos, Harim y Named, me encargaron vender en el mercado dos
partidas de melones. Harim me entregó 30 melones, que debían ser vendidos á
razón de 3 por un denario; Hamed me dio, también, 30 melones, para los cuales fijó
un precio más elevado, esto es, a razón de dos por un denario. Era bien claro que,
terminada la venta, Harim recibiría 10 y su hermano 15 denarios. El total obtenido
sería, pues, de 25 denarios. Sin embargo, al llegar a la feria, una duda me
49
En lenguaje vulgar con la palabra círculo se designa la curva, es decir, la circunferencia.
Colaboración de Guillermo Mejía 65 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
50
Alevequil – Intendente.
Colaboración de Guillermo Mejía 66 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
En ese momento la voz del “muecín”, cuyo eco vibraba en el aire al llamar a los
fieles para la oración, interrumpió nuestra reunión.
- ¡Hai al el-salah!51 ¡Hai al el-salah!
Cada uno de nosotros procuró, sin pérdida de tiempo, hacer, según lo indica el Libro
Santo, las “guci” de ritual.
El Sol ya se hallaba sobre la línea del horizonte. Había llegado la hora del “mogreb”.
Desde la tercera almenara52 de la mezquita de Omar, el “muecín” ciego llamaba,
con voz pausada y ronca, a los creyentes para la oración:
- Alah es grande y Mahoma es el verdadero enviado de Dios. ¡Venid a orar,
musulmanes! ¡Venid a orar!
Los mercaderes, precedidos por Beremís, extendieron sus tapetes de colores, se
sacaron las sandalias, miraron la dirección de la Ciudad Santa y exclamaron:
- ¡Alah, omnipotente y misericordioso! Loado sea el Creador de los mundos visibles
e invisibles. A ti, que eres el verdadero Sol del mundo; que siempre alumbras, sin
tener ocaso; que con tus rayos benéficos y con tu luz, alegras y avivas todas las
cosas en el Cielo y en la Tierra: Te rogamos que misericordiosamente brilles en
nuestros corazones, para que la noche y la oscuridad del pecado, y la niebla del
error, sean disipadas por el brillo de Tu luz en nuestros corazones, y nosotros por
51
¡Preparaos para la oración!
52
Alm enara – Ver nota del capítulo V.
Colaboración de Guillermo Mejía 67 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
toda nuestra vida andemos sin tropezar, como de día, puros, alcanzando las
bendiciones abundantes que tienes para nosotros.
CAPÍ TULO 1 3
En el cual vam os al palacio del califa. Berem ís es recibido por el rey. Los poet as y la
Am ist ad. La am ist ad ent re los hom bres y la am ist ad ent re los núm eros. Núm eros
am igos. El califa elogia al “ Hom bre que calculaba” . Es exigida en palacio, la
presencia de un calígrafo.
Cuatro días después, por la mañana, se nos informó que seríamos recibidos en
solemne audiencia por el califa Abul-Aabas-Ahmed Al-Motacen Billah, Emir de los
Creyentes, Vicario de Alah.
Aquella comunicación, tan grata para cualquier musulmán, fue recibida por Beremís
y por mí con verdadera ansiedad.
Era muy posible que el soberano, al oír al sheik Iezid contar alguna de las proezas
practicadas por el eximio matemático, tuviese curiosidad por conocer al “Hombre
que calculaba”. No se puede explicar de otra forma nuestra presencia en la Corte,
entre las figuras de más prestigio de la alta sociedad de Bagdad.
Quedé asombrado al entrar en el palacio del Emir.
Varias arcadas superpuestas, formando curvas armoniosas, y sostenidas por altas y
delgadas columnas esculpidas, tenían sus basamentos ornados con finísimos
mosaicos. Pude notar que esos mosaicos estaban formados por fragmentos de loza
blanca y bermeja, alternando con franjas de estuque.
Los techos de los salones principales eran de color oro y azul; las paredes de todas
las habitaciones se presentaban cubiertas de azulejos en relieve, y los pisos eran de
mosaico.
Las cortinas, los tapices, los divanes, todo, en fin, cuanto constituía el mobiliario del
palacio, demostraba la magnificencia indiscutible de un príncipe de leyenda hindú.
Afuera, en los jardines, se notaba la misma pompa, realzada por la mano de la
Naturaleza, perfumada por mil aromas diferentes, alfombrada con verde césped,
bañada por el río, refrescada por innumerables fuentes de mármol blanco, junto a
las cuales un millar de esclavas trabajaban sin cesar.
Fuimos conducidos por un ayudante del visir Ibraim Maluf hasta la Sala de las
Audiencias.
53
¡Dios os guíe, señor!
54
“Besar la tierra entre las manos” es una expresión simbólica.
Colaboración de Guillermo Mejía 70 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
El hombre que tenía en sus manos el destino del pueblo árabe parecía bondadoso y
desprovisto de prejuicios. Tenía el rostro delgado, quemado por el sol del desierto y
surcado de arrugas prematuras. Vestía con relativa sencillez. Llevaba en la cintura,
bajo la faja de seda, un hermoso puñal, cuyo cabo estaba adornado con piedras
preciosas. El turbante era verde con pequeñas listas blancas. El color verde es –
como todos saben- lo que distingue a los descendientes de Mahoma, el Santo
Profeta (¡con Él haya paz y gloria!).
- Muchas cosas importantes quiero resolver en la audiencia de hoy –comenzó el
califa-. No quiero, sin embargo, iniciar los trabajos y discutir los grandes problemas
políticos, sin recibir una prueba clara y precisa que el matemático persa
recomendado por mi amigo Iezid es, realmente, un gran y hábil calculista.
Interpelado de ese modo Beremís por el glorioso monarca, se sintió obligado a
corresponder brillantemente a la confianza que el jefe Iezid, en él depositara.
Dirigiéndose, pues, al sultán, así le habló:
- No soy más, Comendador de los Creyentes, que un rudo pastor que acaba de ser
distinguido con vuestra honrosa atención.
Y después de corta pausa prosiguió:
- Aseguran, entretanto, mis generosos amigos, que es justo incluir mi nombre entre
los calculistas. Siéntome halagado por tan alta distinción, aunque pienso que, en
general, los hombres son buenos calculistas. Calculista es el pescador que cuenta
los peces que hay en su red; calculista es el soldado que avalora de una ojeada,
cuando está en campaña, la distancia de una parasanga; el calculista es el poeta
que cuenta las sílabas y mide el ritmo de los versos; calculista es el músico que
aplica, en la división en compases, las leyes de la perfecta armonía; calculista es el
pintor que traza las figuras según proporciones invariables, para obtener
perspectiva; calculista es el humilde tejedor que dispone uno por uno, todos los
hilos de su trabajo. ¡Todos, en fin, oh rey, son buenos y hábiles calculistas!
Y, después de mirar a todos los nobles que rodeaban el trono, Beremís prosiguió:
- Veo, con infinita alegría, que estáis rodeado de “ulemas”, y doctores; que hay, a la
sombra de vuestro trono poderoso, hombres de valor que cultivan el estudio y
engrandecen la ciencia. La compañía de los sabios, oh rey, es para mí el mayor
tesoro. El hombre sólo vale por lo que sabe. Saber es poder. Los sabios educan por
el ejemplo, y nada hay que conquiste al espíritu humano más profundamente que el
ejemplo. Sin embargo, no debe el hombre cultivar la ciencia si no es para utilizarla
en la práctica del bien. Sócrates, filósofo griego, afirmaba con el peso de su
autoridad enorme: “Sólo es útil el conocimiento que nos hace mejores”. Séneca,
otro pensador famoso, decía, incrédulo: “¿Qué importa saber que es una línea recta,
si no se sabe lo que es la rectitud?” Permitidme, pues, rey generoso y justo, que
rinda mi humilde homenaje a los doctores y “ulemas” que se hallan en esta sala.
Durante los trabajos diarios, observando las cosas que Alah sacó de la Nada para
darles vida, aprendí a valorar los números y a transformarlos por medio de reglas
prácticas y seguras. No deja de preocuparme, sin embargo, la prueba que solicitáis.
Confiado en vuestra proverbial generosidad, agrádame decir que observo en esta
Sala de Audiencias, demostraciones admirables y elocuentes de que la Matemática
existe en todas partes. Adornan las paredes de este bello salón varios versos que
contienen un total de 504 palabras, estando algunas trazadas en caracteres negros
y las restantes en rojo. El calígrafo que dibujó estos versos demostró tener tanto
talento e imaginación al descomponer las 504 palabras, como los poetas que
escribieran esas inmortales poesías.
¡Rey magnánimo! –prosiguió Beremís-: encuentro en los versos incomparables que
adornan esta Sala de Audiencias grandes elogios sobre la Amistad. Puedo leer allí,
cerca de la columna, la célebre “cassida” de “Mohalhil”:
“ Si m is am igos m e huyeran, de m í huirían t odos los t esoros.”
Un poco más abajo encuentro el elocuente pensamiento de Tarafa:
“ El encant o de la vida depende únicam ent e de las buenas am ist ades que
cult ivam os.”
A la izquierda se destaca el profundo concepto de Hatim, de la tribu de Tai:
“ La buena am ist ad es para el hom bre lo que el agua pura y lím pida para el beduino
sedient o.”
Sí, todo eso es sublime, profundo y elocuente. La mayor belleza, sin embargo,
reside en el ingenioso artificio empleado por el calígrafo para demostrar que la
amistad que los versos exaltan, no existe solamente entre los seres dotados de vida
y sentimientos. La amistad se halla, también entre los números.
¿Cómo descubrir –preguntaréis- entre los números, aquellos que están unidos por
los lazos de la amistad matemática? ¿De qué medios se vale el geómetra para
señalar en la serie numérica los elementos ligados por la estima?
En pocas palabras podré explicar en qué consiste el concepto de los números
amigos en Matemática.
Consideremos, por ejemplo, los números 220 y 284.
El número 220 es divisible exactamente por los números:
1 + 2 + 4 + 5 + 10 + 11 + 20 + 22 + 44 + 55 + 110 = 284
1, 2, 4, 71 y 142.
1 + 2 + 4 + 71 + 142 = 220
Pues bien. Hay entre esos números relaciones notables. Si sumamos los divisores
de 220, arriba indicados, obtenemos una suma igual á 284; si sumamos los
divisores de 284, el resultado es, precisamente, 220.
De esa relación los matemáticos llegaron a la conclusión de que los números 220 y
284 son “amigos”; es decir, que cada uno de ellos parece existir para servir,
alegrar, defender u honrar al otro.
Y el calculista concluyó:
- ¡Pues bien, rey generoso y justo! Observad que las 504 palabras que forman el
elogio poético de la Amistad fueron escritas en la siguiente forma:
220 en caracteres negros y 284 en caracteres rojos. Y 220 y 284 son, como ya
expliqué, números amigos.
Observad, también, una relación no menos interesante: las 504 palabras forman 32
leyendas diferentes. Pues bien, la diferencia entre 284 y 220 es 64, número que,
además de ser cuadrado y cubo perfecto, es precisamente igual al doble del número
de leyendas dibujadas.
El infiel dirá que se trata de simples coincidencias. Sin embargo, aquel que cree en
Dios y tiene la dicha de seguir las enseñanzas del Santo Profeta Mahoma (¡con Él en
la oración y en la paz!), saben que las llamadas coincidencias no serían posibles si
Alah no las describiese en el libro del Destino. Afirmo, pues, que el calígrafo, al
descomponer el número 504 en dos porciones (220 y 284), escribió sobre la
Amistad un poema que eleva a todos los hombres de alma noble y espíritu claro.
Al oír las palabras del calculista, el califa quedó extasiado. Resultaba extraordinario.
Resultaba extraordinario que aquel hombre contase, de una mirada, las 504
palabras de los 32 versos y que, al contarlas, verificase que había 220 en negro y
284 en letras rojas.
- Tus palabras, calculista –dijo el rey- me han dado la certeza de que eres un
geómetra de gran mérito. He quedado encantado con esa interesante relación que
los algebristas denominan “amistad numérica”, y estoy ahora interesado en saber
cuál fue el calígrafo que escribió, al hacer el decorado de esta habitación, los versos
que sirven de adorno a estas paredes.
Es fácil verificar si la descomposición de las 504 palabras, en partes que formen
números amigos, fue hecha a propósito o resultó de un capricho del Destino (obra
exclusiva de Alah, el Exaltado).
Y haciendo aproximar al trono a uno de sus secretarios, el sultán Al Motacen le
preguntó:
- ¿Recuerdas Nuredín Zarur, al calígrafo que trabajó en este palacio?
- Lo conozco muy bien –respondió prontamente el sheik-. Vive junto a la mezquita
de Otman.
55
Sej id es un título de honor que es concedido a los príncipes descendientes de Mahoma. Aquellos que se dicen
descendientes del fundador del Islamismo se juzgan con derecho al título de “cherif” o “sej id”. El cherif, cuando
ejerce cargo de gran prestigio, recibe el título de emir. Cherif es, en general, cualquier persona de origen noble. (M.
T.)
Colaboración de Guillermo Mejía 75 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
CAPÍ TULO 1 4
En el cual esperam os en el t rono real, el regreso de Nuredín Zarur, el em isario del
califa. Los m úsicos y las bailarinas gem elas. Com o Berem ís reconoció a I clim ia y
Tabessan. Surge un visir envidioso que crit ica a Berem ís. El elogio de los t eóricos
soñadores hecho por Berem ís. El rey proclam a la vict oria de la t eoría sobre el
ut ilit arism o grosero.
Después que el jefe Nuredin Zarur –el emisario del rey- partió en busca del calígrafo
que dibujara las 504 palabras de las leyendas de la Sala de Audiencias, entraron en
ella cinco músicos egipcios que ejecutaron, con gran sentimiento, las más
agradables canciones y melodías árabes. En cuanto los músicos hicieron vibrar sus
laúdes, arpas cítaras y flautas, dos graciosas bailarinas djalcianas56, para mayor
entretenimiento de todos, danzaron sobre una gran tarima circular. Era asombrosa
la semejanza que se observaba entre las dos jóvenes esclavas. Tenían ambas el
talle esbelto, las caras morenas, los ojos pintados con “colk” negro; pendientes,
pulseras y collares exactamente iguales. Y para completar el parecido, se
presentaban con trajes en los que no se notaba la menor diferencia.
En determinado momento el califa, que estaba de buen humor, se dirigió a Beremís
y le dijo:
- ¿Qué pensáis, calculista, de mis lindas “adjamis”?57 Ya habréis notado que son
parecidísimas. Una de ellas se llama Iclimia58 y la otra responde al tierno nombre de
Tabessan.59 Son gemelas y valen un tesoro. No encontré, hasta ahora, quien fuese
capaz de distinguir, con seguridad, una de otra, cuando reaparecen después de
danzar. Inclimia (¡mira bien!) es la que se encuentra ahora a la derecha; Tabessan,
a la izquierda, junto a la columna nos dirige su mejor sonrisa.
- Confieso, oh sheik del Islam60 –respondió Beremís- que vuestras bailarinas son,
realmente, irresistibles. Loado sea Alah, el Único, que creó la Belleza para modelar
con ella las seductoras formas femeninas. De la mujer hermosa ya dijo el poeta:
56
Dj alcianas – esclavas de origen español (M. T.)
57
Adj am is – significa “”joven de otras tierras. (M. T.)
58
I clim ia – nombre atribuido a la hija más vieja de Eva. Iclimia, según la tradición árabe, es más joven que Caín.
(M. T.)
59
Tabessan – pequeña (M. T.)
60
Título dado exclusivamente a los descendientes de Mahoma. (M. T.)
Colaboración de Guillermo Mejía 76 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
61
Rabindranat h Tagore (1861 - 1941), el gran poeta, pensador y educador indio, nacido en Calcuta. Fue educado en
la secta Brama – Samay, fundada por su padre, gran reformador religioso, que trató de unificar los principios de los
Vedas con el sentimiento cristiano. El Premio Nobel, que obtuvo en 1913, mereció para él la atención universal.
Tagore fue el poeta que más haya hecho conocer la sensibilidad del oriente contemporáneo a las mentalidades
occidentales.
Su aspecto venerable y sus viajes contribuyeron a difundir su obra, respetada en todo el mundo. Era un
extraordinario sentidor de la paz y de la naturaleza, conceptos en los que basó las directivas de su célebre escuela
de Bolpur. Su principal obra es Git anj ali (La Ofrenda Lírica). Otras producciones: El Jardinero, Páj aros Perdidos, La
Cosecha, El Ascet a Sanyasi, Salón Oscuro, Ciclo de la Pr im avera, Chit ra, La Her m ana Mayor y ot ros cuent os. La
Escuela del Papagayo, Nacionalism o, Gora, A Cuat ro Voces, La Religión Del Hom bre, etc., etc.
62
Mhazm a – Especie de pollera que llevan las bailarinas.
Colaboración de Guillermo Mejía 77 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
franjas, mientras que la de Tabessan sólo posee 309 franjas. Esa diferencia de 3
franjas es suficiente para evitar la confusión entre las dos hermanas gemelas.
Al oír tales palabras, el califa batió palmas, haciendo parar el baile, y ordenó que un
63
“haquim” contase, una por una, todas las franjas que aparecían en las polleras de
las bailarinas.
El resultado confirmó el cálculo de Beremís.
Iclinia tenía en el vestido 312 franjas y Tabessan 309.
- ¡Mac Alah! –exclamó el califa-. El sheik Iezid, a pesar de ser poeta, no exageró.
Este calculista es realmente prodigioso. ¡Contó todas las franjas de las polleras
mientras las bailarinas danzaban rápidamente sobre el tablado!
La envidia, cuando se apodera de un hombre, abre en su alma el camino a todos los
sentimientos despreciables y torpes.
Había en la corte de Al-Motacen un visir llamado Nahun Ibn-Nahun, hombre malo y
ruin. Viendo crecer ante el califa el prestigio de Beremís, como duna de arena
formada por el simún, y aguijoneado por el despecho, ideó desprestigiar a mi
talentoso amigo, colocándolo en situación falsa y ridícula. Con ese propósito se
acercó al rey y le dijo:
- Acabo de observar, Emir de los Creyentes, que el calculista persa es hábil para
contar los elementos o figuras de un conjunto. Contó las quinientas y tantas
palabras escritas en las paredes del salón, citó dos números amigos, habló de la
diferencia 64 (que es cubo y cuadrado), y terminó contando, una por una, las
franjas de las polleras de las hermosas bailarinas djalcianas.
Quedaríamos mal servidos si nuestros matemáticos se dispusieran a observar
solamente cosas tan pueriles y sin utilidad práctica alguna. Realmente. ¿Qué nos
importa saber si hay en los versos que nos engrandecen, 220 ó 284 palabras, y si
esos números son amigos o no? La preocupación de cuantos admiramos a un poeta,
no es contar las letras de sus versos, ni calcular el número de ellas escritas en rojo
o en negro. Tampoco nos interesa saber si en el vestido de esta bella y graciosa
bailarina hay 309, 312 ó 1.000 franjas. Todo eso es ridículo y de muy escaso interés
para los hombres de sentimiento que cultivan la Belleza y el Arte.
63
Haquim – Médico a quien el rey confía la asistencia de sus esposas (M. T.)
Colaboración de Guillermo Mejía 78 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
64
Ya Condorcet observaba: “El marino, a quien la exacta determinación de la longitud preserva del naufragio, debe
la vida a una teoría concebida hace veinte siglos por hombres de genio, que sólo tenían en vista especulaciones
geométricas”.
Colaboración de Guillermo Mejía 79 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
CAPÍ TULO 1 5
En el cual Nuredin regresa a la Sala de Audiencias. La inform ación que obt uvo de un
“ im m an” . Com o vivía el pobre calígrafo. El cuadrado lleno de núm eros y el t ablero
de aj edrez. Berem ís habla sobre los cuadrados m ágicos. La consult a del “ ulem a” . El
rey pide a Berem ís que le cuent e la leyenda del j uego de aj edrez.
Encontrando extraño que un hombre tan pobre, que llevaba una vida llena de
privaciones, cultivase el juego de ajedrez y adornase las paredes con figuras de
expresiones matemáticas, resolví traer esos objetos conmigo, para que nuestros
“ulemas” pudieran admirar las reliquias dejadas por el viejo calígrafo.
El sultán, lleno de curiosidad por el caso, ordenó a Beremís que examinase con la
atención debida el tablero y la figura que parecía más apropiada para un discípulo
de Al-Carismi65, que para adorno del cuarto de un pobre.
Después de haber observado meticulosamente el tablero y el cuadro, dijo el
“Hombre que calculaba”:
- Esa interesante figura numérica, encontrada en el cuarto del calígrafo, constituye
lo que llamamos un “cuadrado mágico”.
Tomemos un cuadrado y dividámoslo en 9, 16, 25 ó más cuadrados iguales, que
llamaremos casillas.
Cuadrado m ágico chino, en el cual los núm eros ( por falt a de guarism os) , son
represent ados por obj et os. Parece pert enecer á 2800 años A. C.
En cada una de esas casillas coloquemos un número entero. La figura obtenida será
un cuadrado mágico cuando la suma de los números que figuran en una columna,
en una fila, o en cualquiera de las diagonales, sea siempre la misma. Ese resultado
invariable se llama constante del cuadrado, y el número de casillas de una fila,
m ódulo del mismo.
65
Al – Carism i –geómetra árabe.
Colaboración de Guillermo Mejía 83 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
Los números que ocupan las diferentes casillas del cuadrado mágico deben ser
todos diferentes y tomados en su orden natural.
El origen de los cuadrados mágicos es oscuro. Se cree que la construcción de esas
figuras constituía ya, en épocas remotas, un pasatiempo que absorbía la atención
de gran número de curiosos.
Como los antiguos atribuían a ciertos números, propiedades cabalísticas, era muy
natural que viesen virtudes mágicas en los arreglos especiales de esos números.
Los cuadrados mágicos eran conocidos por los matemáticos chinos que vivieron
cuarenta y cinco siglos antes de Mahoma.
Es imposible, sin embargo, construir un cuadrado mágico con cuatro casillas.
En la India muchos reyes usaban los cuadrados mágicos como amuletos; un sabio
de Yemen afirmaba que los cuadrados preservaban de ciertas enfermedades. Un
cuadrado mágico de plata, colgado del cuello, evitaba, según la creencia de cierta
tribu, el contagio de la peste.
Cuando un cuadrado mágico presenta cierta propiedad –como, por ejemplo, la de
poder descomponerse en varios cuadrados mágicos –lleva el nombre de
hipermágico.
Entre los cuadrados hipermágicos podemos citar los diabólicos. Así se denominan
los cuadrados que continúan siendo mágicos aunque cambie una fila por una
columna66.
Las indicaciones hechas por Beremís acerca de los cuadrados mágicos fueron oídas
con gran atención por el rey y por los nobles musulmanes.
Uno de los “ulemas”, después de dirigir elogiosas palabras al “eminente Beremís
Samir, del país de Irán”, aseguró que deseaba hacer una consulta al sabio
calculista. La consulta era la siguiente:
- ¿Habrá un método especial para las investigaciones matemáticas, o los grandes
principios y las leyes admirables de esa ciencia serán descubiertas por casualidad?
La respuesta a esa delicada consulta la formuló Beremís en los siguientes términos:
- No existe, ni puede existir, método general para dirigir las investigaciones, pero es
evidente que la casualidad casi no interviene. El descubrimiento es siempre
producto de larga reflexión y de un esfuerzo consciente en una dirección ya
determinada.
El hecho más interesante, entre los que observan entonces, es, tal vez, la aparición
repentina de la solución largamente buscada, a veces cuando el investigador ya
hace tiempo que abandonó el asunto. Todo permite creer que esa verdadera luz
mental es el resultado de un trabajo subconsciente, que representaría un papel
importante en el descubrimiento.
A continuación el brillante calculista tomó el tablero de ajedrez y dijo:
- Este viejo tablero, dividido en 64 casillas negras y blancas, se emplea, como
sabéis, en un interesante juego que un hindú, llamado Lahur Sessa, inventó hace
muchos siglos, para recreo de un rey de la India. El descubrimiento del juego de
ajedrez se halla ligado a una leyenda que encierra cálculos y números.
- Debe ser interesante oírla –opinó el califa.
- Escucho y obedezco –respondió Beremís.
Y narró la historia siguiente:
66
Véanse los cuadrados mágicos que citamos en el apéndice de este libro, entre las “Cur iosidades Mat em át icas”
Colaboración de Guillermo Mejía 85 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
CAPÍ TULO 1 6
Leyenda sobre el j uego de aj edrez, cont ada al califa de Bagdad, Al- Mot acen Billah,
Em ir de los Creyent es, por Berem ís Sam ir, el “ Hom bre que calculaba” .
67
Militares – una de las cuatro castas en que se divide el pueblo hindú (M. T.)
Colaboración de Guillermo Mejía 86 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
cuando algún grave problema nacional lo obligaba a decidir, como jefe de Estado,
en interés y para la felicidad de sus súbditos.
Con el correr de los días, en lugar de pagarse los recuerdos de la penosa campaña,
más se agravaban la angustia y la tristeza que, desde entonces, oprimían el corazón
del rey. ¿De qué le podrían servir, en verdad, los ricos palacios, los elefantes de
guerra, los tesoros inmensos, si ya no vivía a su lado aquel que fuera la razón de su
existencia? ¿Qué valor podrían tener, a los ojos de un padre inconsolable, las
riquezas materiales, que no borrarían nunca el recuerdo del hijo desaparecido?
Los pormenores de la batalla en que pereciera el príncipe Adjamir no abandonaban
su pensamiento. El infeliz monarca pasaba largas horas trazando, sobre una gran
caja de arena, las diversas maniobras realizadas por las tropas durante el asalto. Un
surco indicaba la marcha de la infantería; otro, paralelo, a su lado, mostraba el
avance de los elefantes de guerra; un poco más abajo, representada en pequeños
círculos, dispuestos con simetría, se perfilada la temida caballería, comandada por
un viejo “radj”68, que se decía bajo la protección de Tchandra, la diosa de la Luna.
Así, por medio de gráficos, esbozaba el rey la colocación de las tropas, estando las
enemigas desventajosamente colocadas, gracias a su estrategia, en el campo en
que se libró la batalla decisiva.
Una vez completo el cuadro de los combatientes, con todos los detalles que pudiera
evocar, borraba el rey todo, y comenzaba otra vez, como si sintiese placer en revivir
los momentos de angustia y ansiedad pasados.
A la hora temprana de la mañana, en que los brahmanes llegaban al palacio para la
lectura de los Vedas69, ya se veía al rey trazando en la arena los planos de una
batalla que se reproducía indefinidamente.
¡Desgraciado monarca! –murmuraban los sacerdotes, apenados-. Procede como un
“sudra”70 a quien Dios privó del uso de la razón. ¡Sólo Dhanoutara71, poderosa y
clemente, podrá salvarlo!
68
Radj – Jefe militar.
69
Vedas – El más antiguo monumento de la literatura sánscrita que comprende los cuatro libros sagrados del
bracmanismo, cuyos nombres, por orden de antigüedad, son: Rig Veda; Sama Veda; Yogur Veda, y Atarva Veda.
70
Esclavo.
71
Diosa.
Colaboración de Guillermo Mejía 87 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
72
Segundo miembro de la trinidad brahmánica.
73
Nombre del inventor del juego de ajedrez. Significa “natural de Lahur.”
Colaboración de Guillermo Mejía 88 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
Sessa explicó con paciencia al rey, a los visires y cortesanos que rodeaban al
monarca, en qué consistía el juego, enseñándoles las reglas esenciales:
- Cada uno de los jugadores dispone de ocho piezas pequeñitas, llamadas peones.
Representan la infantería que avanza sobre el enemigo para dispersarlo.
Secundando la acción de los peones vienen los elefantes de guerra74, representados
por piezas mayores y más poderosas; la caballería, indispensable en el combate,
aparece, igualmente, en el juego, simbolizada por dos piezas que pueden saltar
como dos corceles, sobre las otras; y para intensificar el ataque, se incluyen –
representando a los guerreros nobles y de prestigio –los dos visires75 del rey. Otra
pieza, dotada de amplios movimientos, más eficiente y poderosa que las demás,
representará el espíritu patriótico del pueblo y será llamada la reina. Completa la
colección una pieza que aislada poco vale, pero que amparada por las otras se torna
muy fuerte: es el rey.
El rey Iadava, interesado por las reglas del juego, no se cansaba de interrogar al
inventor:
- ¿Y por qué la reina es más fuerte y poderosa que el mismo rey?
- Es más poderosa –argumentó Sessa- porque la reina representa, en el juego, el
patriotismo del pueblo. El poder mayor con que cuenta el rey reside, precisamente,
en la exaltación cívica de sus súbditos. ¿Cómo podría el rey resistir los ataques de
sus adversarios, si no contase con el espíritu de abnegación y sacrificio de aquellos
que lo rodean y velan por la integridad de la patria?
En pocas horas el monarca aprendió las reglas del juego, consiguiendo derrotar a
sus visires en partidas que se desenvolvían impecablemente sobre el tablero.
Sessa, de vez en cuando, intervenía respetuoso, para aclarar una duda o sugerir un
nuevo plan de ataque o de defensa.
En determinado momento el rey hizo notar, con gran sorpresa que la posición de las
piezas, por las combinaciones resultantes de diversos lances, parecía reproducir
exactamente la batalla de Dacsina.
- Observad –dijo el inteligente brahmán- que para conseguir la victoria es
imprescindible el sacrificio de este visir.
74
Los elefantes más tarde fueron sustituidos por las torres.
75
Los visires son las piezas llamadas alfiles.
Colaboración de Guillermo Mejía 89 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
E indicó precisamente la pieza que el rey Iadava, en el desarrollo del juego, pusiera
gran empeño en defender y conservar.
El juicioso Sessa demostraba, de ese modo, que el sacrificio de un príncipe es a
veces impuesto como una fatalidad, para que de él resulten la paz y la libertad de
un pueblo.
Al oír tales palabras, exclamó el rey Iadava, sin ocultar su entusiasmo:
- No creí nunca, que el ingenio humano pudiera producir maravillas como este
juego, tan interesante al par que instructivo. Moviendo esas simples piezas, aprendí
que un rey nada vale sin el auxilio y la dedicación constante de sus súbditos, y que,
a veces, el sacrificio de un simple peón vale más, para la victoria, que la pérdida de
una poderosa pieza.
Y, dirigiéndose al joven brahmán le dijo:
- Quiero recompensarle, amigo mío, por este maravilloso obsequio, que de tanto me
sirvió para aliviar viejas angustias. Pide, pues, lo que desees, para que yo pueda
demostrar, una vez más, como soy de agradecido con aquellos que son dignos de
una recompensa.
Las palabras con que el rey traducía su agradecimiento dejaron indiferente a Sessa.
Su fisonomía serena no traducía la menor emoción ni la más insignificante muestra
de alegría o sorpresa. Los visires miraban atónitos y asombrados su apatía ante un
ofrecimiento tan magnánimo.
- Rey todopoderoso –recriminó el joven con suavidad y altivez. No deseo, por el
presente que hoy os traje, otra recompensa que la satisfacción de haber
proporcionado al señor de Taligana un pasatiempo agradable para aligerar el peso
de las horas alargadas por agobiadora melancolía. Yo estoy, por lo tanto,
sobradamente recompensado, y toda otra paga sería excesiva.
Sonrió, desdeñosamente, el bondadoso soberano al oír aquella respuesta, que
reflejaba u desinterés tan raro entre los hindúes. Y, no creyendo en la sinceridad de
las palabras de Sessa, insistió:
- Me causa asombro tanto desamor y desdén por las cosas materiales, joven. La
modestia, cuando es excesiva, es como el viento que apaga la antorcha, dejando al
viandante en las tinieblas de una noche interminable. Para que el hombre pueda
vencer los múltiples obstáculos que le depara la vida, precisa tener el espíritu sujeto
a una ambición que lo impulse hacia un ideal cualquiera. Exijo, por tanto, que
escojas si demora, una recompensa digna de tu valioso regalo. ¿Quieres una bolsa
llena de oro? ¿Deseas un arca llena de joyas? ¿Pensaste en poseer un palacio?
¿Aspiras a la administración de una provincia? Aguardo tu respuesta, ya que mi
palabra está ligada a una promesa.
- No admitir vuestro ofrecimiento después de vuestras últimas palabras -respondió
Sessa-, más que descortesía sería desobediencia al rey. Voy, pues, a aceptar por el
juego que inventé, una recompensa que corresponda a vuestra generosidad; no
deseo, sin embargo, ni oro, ni tierras, ni palacios. Deseo mi recompensa en granos
de trigo.
- ¿Granos de trigo? –exclamó el rey, sin ocultar la sorpresa que le causara
semejante propuesta-. ¿Cómo podré pagarle con tan insignificante moneda?
- Nada más simple –aclaró Sessa-. Dadme un grano de trigo por la primera casilla
del tablero, dos por la segunda, cuatro por la tercera, ocho por la cuarta y así
duplicando sucesivamente hasta la sexagésima cuarta y última casilla del tablero.
Ruego a vos, rey generoso, que de acuerdo con vuestra magnífica oferta, ordenéis
el pago en granos de trigo, y así como te indiqué.
No sólo el rey, sino los visires y venerables brahmanes, se rieron estrepitosamente
al oír la extraña solicitud del joven. La falta de ambición que se traducía en aquel
pedido era, en verdad, como para causar asombro aun al que menos apego tuviese
a las cosas materiales de la vida. ¡El joven brahmán, que pudo obtener del rey un
palacio o una provincia, se conformaba con granos de trigo!
- Insensato –exclamó el rey-. ¿Dónde aprendiste tan grande indiferencia por la
fortuna? La recompensa que me pides es ridícula. Bien sabes que en un puñado de
trigo hay un número enorme de granos. Debes darte cuenta de que con dos o tres
medidas de trigo te pagaré holgadamente, conforme tu pedido, por las 64 casillas
del tablero. Has elegido una recompensa que no alcanzaría ni para distraer algunos
días el hambre del último “paria”76 de mi reino. En fin, ya que mi palabra fue
empeñada, ordenaré que el pago se haga inmediatamente conforme a tu deseo.
Mandó llamar el rey a los algebristas más hábiles de la Corte y les ordenó calculasen
la porción de trigo que Sessa pretendía.
76
Individuo de una de las castas de Choromandel. Corresponde, en la escala social, a la casta de los polcas.
Colaboración de Guillermo Mejía 91 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
77
Ese número contiene 20 guarismos y es el siguiente: 18.446.744.073.709.551.615. se obtiene restando 1 a la
potencia 64ª de 2, o sea: (264 – 1).
78
Ceira o cer – Unidad de capacidad y de peso, usada en la India. El valor de la ceira varía de una localidad a otra.
Colaboración de Guillermo Mejía 92 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
más vive, más sujeto está a las inquietudes morales, aunque no quiera. Hállase ora
triste, ora alegre; hoy vehemente, mañana indiferente; ya activo, ya indolente; la
compostura, la corrección, alternará con la liviandad. Sólo el verdadero sabio,
instruido en las reglas espirituales, se eleva por encima de esas vicisitudes, pasando
por sobre todas esas alternativas.
Esas inesperadas y sabias palabras quedaron profundamente grabadas en el espíritu
del rey. Olvidando la montaña de trigo que, si querer, prometiera al joven brahmán,
lo nombró su primer ministro.
Y Lahur Sessa, distrayendo al rey con ingeniosas partidas de ajedrez y orientándolo
con sabios y prudentes consejos, prestó los más señalados servicios a su pueblo y a
su país, para mayor seguridad del trono y mayor gloria de su patria.
Encantado quedó el califa Al-Motacen cuando Beremís terminó la singular historia
del juego de ajedrez. Llamó al jefe de sus escribas y ordenó que la leyenda de
Sessa fuese escrita en hojas especiales de pergamino y conservada en hermoso
cofre de plata.
En seguida, el generoso soberano ordenó se entregara al calculista un manto de
honor y 100 sequíes de oro.
A todos causó gran alegría el acto de magnificencia del soberano de Bagdad. Los
cortesanos que permanecían en la Sala de Audiencias eran todos amigos del visir
Maluf y del poeta Iezid; era, pues, con simpatía, que oían las palabras del calculista
persa, por quien se interesaban vivamente.
Beremís, después de agradecer al soberano los presentes con que acababa de ser
distinguido, se retiró de la Sala de Audiencias. El califa iba a iniciar el estudio y a
juzgar varios casos, oír a los “cadis”79 y a dictar sus sabias sentencias.
Dejamos el palacio real al caer la noche y cuando comenzaba el mes de Cha-band80.
79
Cadis – Jueces. Denominación dada, en general, a los magistrados.
80
El lector encontrará, en este singular romance, varias referencias a los meses que constituían el año musulmán.
Conviene observar que no existe correspondencia entre el año musulmán y el gregoriano, pues los árabes
adoptaron el año lunar, que es 11 días más corto que el año solar. Conviene notar, pues, que el siglo musulmán
equivale, en realidad, a 97 años. Los doce meses árabes son: Muharrem, Safar, Bavi - elaval, Rabietsani, Ajumada
elula, Ajumada Etsania, Radjab, cha – band, Ramadan, Chaval, Dzoul – cad y Dzoul – hidjdj.
Colaboración de Guillermo Mejía 93 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
CAPÍ TULO 1 7
En el cual el “ Hom bre que calculaba” recibe innum erables consult as. Creencias y
superst iciones. Unidad y figura. El cuent ist a y el calculist a. El caso de las 90
m anzanas. La Ciencia y la Caridad.
A partir del célebre día en que estuvimos, por primera vez, en la Sala de Audiencias
del Califa, nuestra vida sufrió profundas modificaciones. La fama de Beremís
aumentó considerablemente. En la modesta fonda en que vivíamos, los visitantes y
conocidos no perdían oportunidad de lisonjearlo con repetidas demostraciones de
simpatía y respetuosos saludos.
Todos los días veíase obligado el calculista a atender decenas de consultas. Una vez
era un cobrador de impuestos que necesitaba conocer el número de “ratls”
impuestos en un “abás” y la relación entre esa unidad y el “cate”81; aparecía, en
seguida, un “hequim” ansioso por oír a Beremís una explicación sobre la cura de
ciertas fiebres por medio de siete nudos hechos en una cuerda; más de una vez el
calculista fue llamado por los camelleros que querían saber cuántas veces debía un
hombre saltar una hoguera para librarse del Demonio. Aparecían a veces, al caer de
la noche, soldados turcos, de aviesa mirada, que deseaban aprender medios
seguros para ganar en el juego de los dados. Tropecé, muchas veces, con mujeres –
ocultas por espesos velos- que venían, tímidas, a consultar al matemático sobre los
números que debían tatuarse en el antebrazo izquierdo para tener buena suerte,
alegría y riqueza.
A todos atendía Beremís Samir con paciencia y bondad. Aclaraba las dudas a
algunos, daba consejos a otros. Procuraba destruir las creencias y supersticiones de
los mediocres e ignorantes, mostrándoles que ninguna relación puede existir., por la
voluntad de Alah, entre los números y las alegrías o tristezas del corazón.
Y procedía así, guiado por elevado sentimiento de altruismo, sin perseguir lucro ni
recompensas. Rechazaba sistemáticamente el dinero que le ofrecían, y cuando
algún rico “sheik”, a quien enseñara, insistía en pagar la consulta, Beremís recibía la
81
El rat l vale una centésima parte de 15 Kg. El abás es una unidad de peso empleada en la evaluación de perlas. El
cat e es una pesa usada en la China y equivale á 625 gramos.
Colaboración de Guillermo Mejía 94 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
82
Jefe de los narradores de cuentos (Ver: De Amicis)
Colaboración de Guillermo Mejía 95 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
expresiva y su rostro tan elocuente, que a veces daba la impresión de que vivía las
aventuras que creaba su fantasía. Hablaba de un largo viaje; imitaba el paso del
caballo cansado, y señalaba hacia grandes horizontes más allá del desierto. A veces
fingía ser un beduino sediento procurando hallar a su alrededor una gota de agua;
otras dejaba caer la cabeza y los brazos como un hombre postrado.
Árabes, armenios, egipcios, persas y nómades de Hedjaz, inmóviles, sin respirar,
observaban atentos las expresiones del rostro del orador. En aquel momento,
dejaban traslucir, con el alma en los ojos, toda la ingenuidad y frescura de
sentimientos que ocultaban bajo una apariencia de salvaje dureza. El cuentista se
movía para la derecha y para la izquierda, se cubría el rostro con las manos
levantaba los brazos al cielo, y, a medida que aumentaba su entusiasmo y
levantaba la voz, los músicos batían y tocaban con más fuerza. La narración
entusiasmó a los beduinos; al terminar, los aplausos ensordecían.
El mercader Aziz Neman, que parecía muy popular en aquella barullenta reunión, se
adelantó hacia el centro de la rueda y comunicó al “sheik”, en tono solemne y
decidido:
- ¡Hállase presente el hermano de los árabes, el célebre Beremís Samir, el calculista
persa, secretario del visir Maluf!
Centenares de ojos convergieron en Beremís, cuya presencia era un honor para los
parroquianos del café.
El cuentista, después de dirigir un respetuoso “zalam” al “Hombre que calculaba”,
dijo con bien timbrada voz:
- Mis amigos: he contado muchas historias de reyes, genios y magos. En homenaje
al brillante calculista que acaba de entrar, voy a contar una historia que envuelve
un problema cuya solución, hasta ahora, no fue descubierta.
- ¡Muy bien! ¡Muy bien! –exclamaron los oyentes.
El “sheik” evocó el nombre de Alah (¡con él en la oración y en la gloria!), y en
seguida contó esta historia:
- Vivía una vez en Damasco un buen y trabajador aldeano que tenía tres hijas. Un
día, conversando con un “cadí”, declaró el campesino que sus hijas estaban dotadas
de gran inteligencia y de raro poder imaginativo.
El “cadí”, envidioso, irritose al oír elogiar al rústico el talento de las jóvenes, y dijo:
83
I m m an – Hombre religioso encargado de leer el Corán en la mezquita.
Colaboración de Guillermo Mejía 97 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
siempre el mismo para las tres, y el beneficio también. Aquí termina la historia.
Toca ahora a nuestro calculista determinar cómo fue resuelto el problema.
No bien terminó el narrador de hablar, Beremís se encaminó al centro del círculo
formado por los curiosos oyentes, y dijo así:
- No deja de ser interesante ese problema, presentado bajo forma de una historia.
He oído muchas veces lo contrario; simples historias, disfrazadas de verdaderos
problemas de Lógica o de Matemática. La solución para el enigma con que el
malicioso cadí de Damasco quiso atormentar a las jóvenes campesinas, es la
siguiente:
Fátima inició la venta fijando el precio de 7 manzanas en un denario. Vendió de ese
modo, 49, y se quedó con 1, sacando en esa primera venta 7 denarios. Cunda,
obligada a vender las 30 manzanas por el mismo precio, vendió 28 por 4 denarios,
quedando con 2 de resto. Siha, que tenía una decena, vendió 7 por un denario y se
quedó con 3 de resto.
Tenemos así, como primera faz del problema:
Terminado el negocio, como es fácil verificar, cada una de las jóvenes obtuvo 10
denarios, resolviendo así el problema del cadí. Quiera Alah que los perversos sean
castigados y los buenos recompensados.
El sheik El-Medah, encantado con la solución presentada por Beremís, exclamó,
levantando los brazos:
- ¡Por la segunda sombra de Mahoma! Este joven calculista es realmente un genio.
Es el primer “ulema” que descubre, sin hacer cuentas complicadas, la solución
exacta y perfecta para el problema del cadí.
La multitud que llenaba el café de Otman, sugestionada por los elogios del sheik,
vitoreó:
- ¡Bravo, bravo! ¡Alah ilumine al joven “ulema”!
Era muy posible que muchos hombres no hubieran entendido la explicación de
Beremís. No obstante esa pequeña restricción, los aplausos eran generales y
vibrantes.
Beremís, después de imponer silencio a la barullenta concurrencia, les dijo con
vehemencia:
- Amigos míos: me veo obligado a confesar que no merezco el honroso título de
“ulema”. Loco es aquel que se considera sabio cuando sólo mide la extensión de su
ignorancia. ¿Qué puede valer la ciencia de los hombres delante de la ciencia de
Dios?
Y antes de que ninguno de los presentes lo interrogase, narró lo siguiente:
84
Masudí – Cuentista árabe notable: amigo y compañero de Mahoma. Escribió: “Moroudj edls - Dhanab”, obra de
larga repercusión traducida al francés como “Praderas de oro”. Murió en el año 951.
Colaboración de Guillermo Mejía 100 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
Hacia la media noche, cuando dejamos el café Bazarique, varios hombres, para
testimoniarnos la consideración que nos dispensaban, vinieron a ofrecernos sus
pesadas linternas, pues la noche era oscura y las calles eran tortuosas y estaban
desiertas.
CAPÍ TULO 1 8
En el cual volvem os al palacio del sheik I ezid. Una reunión de poet as y let rados. El
hom enaj e al Maharaj á de Laore. La Mat em át ica en la I ndia. La perla de Lilavat i. Los
problem as de Arit m ét ica de los hindúes. El precio de la esclava de 20 años.
Al día siguiente, a la primera hora de “sob”85, vino un egipcio con una carta del
poeta Iezid, a buscarnos a nuestra humilde posada.
- Todavía es muy temprano para la clase (advirtió tranquilo, Beremís). Dudo que mi
paciente alumna haya sido prevenida.
El egipcio explicó que el “sheik”, antes de la clase de Matemática, deseaba
presentar al calculista a su grupo de amigos. Convenía, pues, llegar más temprano
al palacio del poeta.
Esta vez, por precaución, fuimos acompañados por tres esclavos negros, decididos y
fuertes, pues era muy posible que el terrible y celoso Tara-Tir intentase, en el
camino, asaltarnos y matar al calculista, en el cual, parece, preveía a un poderoso
rival.
Una hora después, sin que nada anormal ocurriera, llegamos a la magnífica
residencia del “sheik” Iezid. El esclavo egipcio nos condujo, a través de
interminable galería, hasta un hermoso salón azul adornado con frisos dorados. Alí
se encontraba el padre de Telassim, rodeado de varios letrados y poetas.
- ¡Zalam aleikum!
- ¡Masa al-quair, sheik!
- ¡Venta ezzaiac!
Cambiados esos atentos saludos, el dueño de casa nos dirigió unas palabras
amistosas convidándonos a tomar parte en aquella reunión.
Nos sentamos, sobre blandos cojines de seda. Una esclava morena, de ojos negros
y vivaces, nos trajo frutas, dulces secos y agua perfumada con rosas.
Observé entonces que uno de los invitados que parecía extranjero, ostentaba en sus
trajes un lujo excepcional.
Vestía una túnica de satín blanco de Génova, sostenida con un cinturón azul
adornado con brillantes, y del cual colgaba un lindo puñal con el cabo de lapislázuli
85
Sob - parte de la mañana.
Colaboración de Guillermo Mejía 102 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
y zafiros. El turbante, de seda color rosa, adornado con hilos negros, tenía
diseminadas piedras preciosas, y sus manos, trigueñas y finas, se veían realzadas
por el brillo de los anillos que cubrían los dedos.
- Ilustre geómetra –dijo el sheik Iezid, dirigiéndose al calculista-: noto bien que
estáis sorprendido con la reunión que promoví hoy en esta humilde tienda. Debo,
por tanto, informaros que esta reunión no tiene otra finalidad que la de tributar
homenaje a nuestro ilustre huésped, el príncipe Cluzir-el-din Meubareo-Scha señor
de Loare y Delhi.
Beremís con una leve inclinación de busto hizo un “zalam” al gran maharajá de
Laore, que era el joven del cinto de brillantes.
Ya sabíamos, por las conversaciones habituales con que nos entretenían los
forasteros de la posada, que el príncipe había dejado sus ricos dominios de la India
para cumplir con uno de los deberes de todo buen musulmán: hacer la
peregrinación a la Meca, la perla del Islam. Quedaría, por lo tanto, pocos días en
Bagdad, para continuar luego, con sus numerosos siervos y ayudantes, hacia la
Ciudad Santa.
- Deseamos, calculista –prosiguió Iezid- tu ayuda para que podamos aclarar una
deuda sugerida por el príncipe Cluzir Schá. ¿Cuál fue la contribución con que la
ciencia de los hindúes enriqueció a la Matemática? ¿Cuáles los principales
geómetras que más se destacaron en la India por sus estudios e investigaciones?
- Generoso sheik –respondió Beremís-. La tarea que acabáis de encomendarme es
de las que exigen erudición y serenidad. Erudición para conocer, con todos los
detalles, los datos recopilados por la Historia de las Ciencias y serenidad para
analizarlos y juzgarlos con elevación y discernimiento. Vuestros menores deseos, oh
sheik, son, sin embargo, órdenes para mí. Expondré en esta brillante reunión, como
humilde homenaje al príncipe Cluzir Schá (a quien recién he tenido el honor de
conocer), las pocas nociones que aprendí en los libros sobre el desenvolvimiento de
la Matemática en el país de Ganges.
Y así comenzó el “Hombre que calculaba”:
- Nueve o diez siglos antes de Mahoma, vivió en la India un bracmán ilustre que se
llamaba Apastamba. Con el objeto de informar a los sacerdotes sobre los
procedimientos para construir altares y orientar los templos, escribió ese sabio una
obra intitulada Suba- Sult ra, que contiene numerosas enseñanzas matemáticas. Es
poco probable que esa obra haya recibido la influencia de los Pitagóricos86, pues la
Geometría del sacerdote hindú no sigue el método de los investigadores griegos. En
las páginas de Suba- Sult ra se encuentran varios teoremas de Matemática y
pequeñas reglas sobre construcciones de figuras. Para transformar
convenientemente un altar, el prudente Apastamba construye un triángulo
rectángulo cuyos lados miden, respectivamente, 39, 36 y 15. Aplica en la solución
de este interesante problema el principio famoso atribuido al geómetra Pitágoras:
“ El cuadrado const ruido sobre la hipot enusa es equivalent e a la sum a de los
cuadrados const ruidos sobre los cat et os.”
El t eorem a de Pit ágoras, t an cit ado en Mat em át ica, puede dem ost rarse de
m uchísim as m aneras. Siendo A el área del cuadrado const ruido sobre la hipot enusa,
B y C las de los cuadrados const ruidos sobre los cat et os, t enem os la siguient e
relación: A = B + C. La figura que t raduce el t eorem a de Pit ágoras es clásica en
Mat em át ica.
Esa proposición, señores, expresa una gran verdad. Ley eterna dictada por Dios y
que la Ciencia reveló a los hombres. Antes que existiese Marte, o la Tierra o el Sol,
y mucho después que dejaren de existir aquí como allá, en los mundos visibles
como invisibles, -“el cuadrado construido sobre la hipotenusa fue y será siempre
equivalente a la suma de los cuadrados construidos sobre los catetos.” Todas
nuestras teorías de la vida, todas las pueriles especulaciones nuestras sobre la
muerte, todas las discusiones sobre los problemas del destino –todo eso es
86
Pitagóricos – geómetras griegos, discípulos de Pitágoras
Colaboración de Guillermo Mejía 104 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
12, 16,20;
5, 12,13;
8, 15,17
87
la expresión de Suba-Sultra es:
Figura que podría servir para dem ost rar gráficam ent e el t eorem a de Pit ágoras. Los
lados del t riángulo m iden respect ivam ent e 5, 4 y 3. La relación pit agórica se verifica
con la igualdad: 25 = 16 + 9
Triángulo rect ángulo ya conocido y cit ado por los ant iguos m at em át icos hindúes.
Conviene observar que el cuadrado ( 25) del lado m ayor es igual a la sum a de los
cuadrados ( 9 + 16) de los ot ros dos lados
Suria- Sidant a es el primer tratado que expone las reglas de la numeración decimal
cada guarismo tiene un valor negativo y emplea el cero para indicar la ausencia de
unidades de cierto orden.
No menos notable, para la ciencia de los brahmanes, es el tratado de Aria-Bata, que
se divide en cuatro partes: “Arm onías Celest es”, “El Tiem po y su Medida”, “Las
Esferas” y “Elem ent os de Cálculo”. Varios son los errores que se observan en las
páginas de Aria-Bata. Ese geómetra afirma que el volumen de una pirámide se
88
Senos – números empleados en Matemática y que aparecen en Trigonometría; el seno de un ángulo agudo de un
triángulo rectángulo es igual a la razón entre las medidas del cateto opuesto a dicho ángulo y la hipotenusa.
Colaboración de Guillermo Mejía 106 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
Los Pit agóricos fueron at acados de t odos m odos por sus adversarios. Con est as
caricat uras pret endían ridiculizar a los discípulos del célebre filósofo griego.
89
Por la regla de Aria-Bata, el valor de los hindúes se expresaba con la fracción 62.832 / 20.000 que
El volumen de la pirámide es un tercio de la base por la altura.
90
Lilavat i, según una curiosa leyenda, no se casó por causa de una perla desprendida
de su vest ido de novia, y “ que hizo det ener el t iem po” . Báskara, el geóm et ra hindú,
para consolar a su hij a le dij o: “ - Escribiré un libro que perpet uará t u nom bre.
Vivirás en el recuerdo de los hom bres m ás de lo que hubieran vivido los hij os que
pudieron haber nacido en t u m alogrado m at rim onio.” La obra de Báskara se hizo
célebre y el nom bre de Lilavat i surge inm ort al en la Hist oria de la Mat em át ica.
91
Era de los mahometanos, que se cuenta desde la puesta del Sol del jueves 15 de julio de 662, día de la huida de
Mahoma de la Meca a Medina, y que se compone de años lunares de 354 días, intercalando once de 355 en cada
período de treinta.
Colaboración de Guillermo Mejía 108 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
Es curioso el art ificio que Báskara, m at em át ico hindú, en su libro Lilavat i, em pleara
para la det erm inación del área del círculo. Trazado un diám et ro, cada uno de los
sem icírculos era dividido en un m ism o núm ero de sect ores iguales. Los sect ores 1,
2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9 que form aban uno de los sem icírculos eran colocados com o
indica la figura, con las bases ( que se suponen rect ificadas) apoyadas sobre una
rect a AB. Los sect ores a, b, c, d, e, f, g, h, i, que form aban el ot ro sem icírculo eran
colocados ent re los prim eros en oposición ( com o indica la figura) de m odo de
com plet ar el paralelogram o ABCD. El área del círculo será igual al product o de la
sem icircunferencia por la alt ura ( ?) del círculo. La base AB de ese paralelogram o es
la sem icircunferencia rect ificada ( ?) .
El origen de Lilavat i es muy interesante. Voy a relatarlo. Báskara tenía una hija
llamada Lilavati. Cuando esta nació, él consultó a las estrellas y verificó, por la
disposición de los astros, que su hija estaba condenada a quedar soltera toda la
vida, no siendo requerida por los jóvenes nobles. Báskara no se conformó con esa
determinación del Destino y recurrió a los astrólogos más famosos de la época.
¿Cómo hacer para que la graciosa Lilavati pudiese encontrar esposo, y ser feliz en el
casamiento? Uno de los astrólogos consultados por Báskara, le aconsejó casar a
Lilavati con el primer pretendiente que apareciera, pero dijo que la hora propicia
para la ceremonia del enlace sería marcada, en cierto día, por el cilindro del Tiempo.
Los hindúes medían, calculaban y determinaban las horas del día con ayuda de un
cilindro colocado en un recipiente lleno de agua. Ese cilindro, abierto apenas en su
parte superior, tenía un pequeño orificio en el centro de la base. La cantidad de
agua que entraba por el orificio llenaba lentamente el cilindro que se iba hundiendo
hasta desaparecer completamente bajo el agua a una hora previamente
determinada.
Con agradable sorpresa para su padre, Lilavati fue pedida en matrimonio por un
joven rico y de buena familia. Fijado el día y señalada la hora, se reunieron los
amigos para asistir a la ceremonia.
Báskara colocó el cilindro de las horas y aguardó que el agua llegase al nivel
marcado. La novia, llevada por irresistible y verdaderamente femenina curiosidad,
quiso observar la subida del agua en el cilindro. Al aproximarse para acompañar la
determinación del Tiempo, una de las perlas de sus vestidos se desprendió y cayó
dentro del vaso.
Por una fatalidad, la perla, llevada por el agua, obstruyó el pequeño orificio del
cilindro, impidiendo que pudiese entrar el agua. El novio y los convidados esperaron
largo rato con paciencia. Pasó la hora fijada sin que el cilindro marcara el tiempo,
como previera el sabio astrólogo. El novio y los convidados se retiraron para que
fuese fijada otra fecha, después de consultar los astros.
El joven brahmán desapareció algunas semanas después, y la hija de Báskara
quedó para siempre soltera.
Reconoció el inteligente geómetra que era inútil luchar contra el Destino y dijo a su
hija:
Escribiré un libro que perpetuará tu nombre. Vivirás en el pensamiento de los
hombres más de lo que hubieran vivido los hijos que pudieron haber nacido de tu
malogrado matrimonio.
Colaboración de Guillermo Mejía 110 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
92
La división por cero no tiene sentido.
93
El número es 28.
Colaboración de Guillermo Mejía 111 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
“La quinta parte de un enjambre de abejas se posa sobre una flor de kadamba, la
tercera parte en una flor de silinda, el triple de la diferencia entre estos dos
números vuela sobre una flor de krutja, y una abeja vuela indecisa de una flor de
pandanus a un jazmín.”
Otros problemas tratan sobre el interés del dinero, sobre el precio de las esclavas,
cuyo valor máximo, a los 16 años, correspondía al de 8 bueyes con dos años de
trabajo, sobre el costo de los géneros, de los salarios, de los trasportes, etc.
El problema que relataré es uno de los incluidos en Lilavat i y que pocos
matemáticos sabrán resolver:
“Una pequeña de seis años es vendida por 32 niscas. ¿Cuál es el precio, en niscas,
de una jovencita de 20 años?”
Es muy interesante también, la regla que Lilivati presenta para la determinación del
área del círculo.
CAPÍ TULO 1 9
En el cual el príncipe Cluzir elogia al “ Hom bre que calculaba” . El problem a de los
t res m arineros. La generosidad del Maharaj á de Laore. Berem ís recuerda los versos
de un poet a. La ciencia y el m ar.
El elogio que Beremís hizo de la ciencia de los hindúes recordando una página de la
Historia de la Matemática, causó inmejorable expresión en el espíritu del príncipe
Cluzir-Schá. El joven soberano, impresionado por la disertación, declaró que
consideraba al calculista un sabio completo, capaz de enseñar el arte de Báskara a
un centenar de brahmanes.
- He quedado encantado –añadió- al oír la leyenda de la infeliz Lilavati, que perdió
el novio por causa de una perla de su vestido. Los problemas de Báskara, citados
por el elocuente calculista, son, realmente interesantes, y presentan, en sus
enunciados, ese “espíritu poético”, que es tan difícil de hallar en las obras de
Matemática. Siento, sin embargo, que el ilustre matemático no haya citado el
famoso problema de los t res m arineros, que aparece en el libro intitulado
“Faiouent chout in”, y que hasta ahora no tiene solución.
- Príncipe magnánimo –respondió Beremís-. Entre los problemas de Báskara por mi
citados no figuró el de los tres marineros, por la simple razón que no lo conozco
sino vagamente, por un relato incierto y dudoso, ignorando su enunciado exacto.
- Yo lo conozco perfectamente –dijo el príncipe-. Y tendría verdadero placer en
recordar ahora esa cuestión, que tiene atribulados a tantos algebristas.
Y el príncipe Cluzir-Schá contó lo siguiente:
- Un navío que volvía de Serendibe94, trayendo gran cantidad de especias, fue
alcanzado por violento temporal. La embarcación habría sido destruida por las olas,
si no fuera por el valor y el esfuerzo de tres marineros que, en medio de la
tormenta, manejaban las velas con extremada pericia. El capitán, queriendo
recompensar a los denodados marineros, les dio cierto número de “catils”. Los
“catils”95 eran más de doscientos y menos de trescientos. Las monedas fueron
94
Nombre antiguo de Ceilán.
95
Cat il, moneda; unidad de peso.
Colaboración de Guillermo Mejía 113 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
colocadas en una caja para que al día siguiente, al desembarcar, el almojarife96 las
repartiese entre los tres valientes. Sucedió, sin embargo, que durante la noche, uno
de los tres marineros se despertó y pensó: “Sería mejor que retirase mi parte. Así
no tendré oportunidad de discutir con mis amigos.” Y, sin decir nada a los
compañeros, fue, en puntas de pié, hasta donde se hallaba guardado el dinero, lo
dividió en tres partes iguales y notó que la división no era exacta, ya que sobraba
un “catil”. –“Por causa de esta mísera monedita, es probable que mañana haya riña
y discusión. Será mejor sacarla.” Y el marinero la tiró al mar, retirándose cauteloso.
Llevaba su parte y dejaba las que correspondían a sus compañeros en el mismo
lugar. Horas después el segundo marinero tuvo la misma idea. Fue al arca en que
se depositara el premio colectivo y lo dividió en tres partes iguales. Sobraba una
moneda. El marinero optó por tirarla al mar, para evitar posibles discusiones. Y salió
de allí llevando la parte que creía le correspondía. El tercer marinero, ignorando, por
completo, que sus compañeros se le habían anticipado, tuvo el mismo pensamiento.
Levantóse de madrugada y fue a la caja de los “catils”. Dividió las monedas que en
ella encontró, y la división tampoco resultó exacta; sobró un “catil”. No queriendo
complicar el reparto, el marinero la tiró al mar y regresó satisfecho a su litera. Al
día siguiente, al desembarcar, el almojarife encontró un puñado de “catils” en la
caja. Sabiendo que esas monedas pertenecían a los marineros, las dividió en tres
porciones, que repartió entre sus dueños. Tampoco fue exacta la división. Sobraba
una moneda, que el almojarife se guardó como retribución a su trabajo y habilidad.
Es claro que ninguno de los marineros reclamó, pues cada uno estaba convencido
de haber retirado su parte. Ahora bien: ¿cuántas eran las monedas? ¿Cuánto recibió
cada marinero?
96
Recaudador
Colaboración de Guillermo Mejía 114 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
El “Hombre que calculaba”, notando que la historia narrada por él, el príncipe
despertara gran interés entre los nobles presentes, creyó necesario dar la solución
completa del problema, y así lo hizo:
- Las monedas eran, al principio, 241. El primer marinero las dividió en tres partes;
tiró un “catil” al mar y se llevó un tercio de 240, o sea, 80 monedas, dejando 160.
El segundo marinero halló, por lo tanto, 160 monedas; tiró una al mar y dividió las
restantes (159) en tres partes. Tomó la tercera parte, o sea, 53, y dejó el resto,
106. El tercer marinero encontró en la caja 106 monedas, dividió ese resto en tres
partes iguales, tirando al mar la moneda que sobraba. Retiró la tercera parte de
105, o sea, 35 monedas, dejando el resto, o sea 70.
El almojarife encontró 70 monedas, las dividió en tres partes iguales, tocando 23
monedas más a cada marinero. El reparto fue hecho, por lo tanto, de la manera
siguiente:
97
En el enunciado de Báskara, el número 79 resuelve el problema, pero no para el caso referido, que “el número
de monedas fuese más de 200 y menos de 300”.
Colaboración de Guillermo Mejía 116 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
CAPÍ TULO 2 0
En el cual Berem ís da la segunda clase de Mat em át ica. Núm ero y sent ido del
m ism o. Las diferent es definiciones de núm ero. Los guarism os. Los sist em as de
num eración. Num eración decim al. El cero. Oím os nuevam ent e la voz de la alum na
invisible. El gram át ico Doreid, cit a un poet a.
Terminada la refección, a una señal del sheik Iezid, se levantó el calculista. Había
llegado la hora establecida para la segunda clase de Matemática. La “alumna
invisible” ya se hallaba esperando al profesor.
Después de saludar al príncipe y a los sheiks que conversaban en el salón, Beremís,
acompañado de una esclava se encaminó hacia el aposento preparado para la
lección.
Me levanté yo también, y acompañé al calculista, ya que tenía autorización para
asistir a las lecciones dadas a la joven Telassim.
Uno de los presentes, el gramático Doreid, amigo del dueño de la casa, también
deseó oír la lección y, dejando la compañía del príncipe Cluzir Schá, nos siguió.
Doreid era un hombre de mediana edad, muy alegre, de rostro anguloso y
expresivo.
Atravesamos una suntuosa galería tapizada con gobelinos y, guiados por una
esclava circasiana de esplendorosa belleza, llegamos, al fin, a la sala de
Matemática. El primitivo cortinado rojo que ocultaba a Telassim había sido
sustituido por otro azul que tenía en el centro un gran heptágono estrellado.
Result a int eresant e observar las diversas form as dadas a las cifras usuales al
correr de los siglos. En el cuadro de arriba podem os observar, a part ir de la prim era
colum na de la izquierda, los guarism os 1, 2, 3, 4 y 5. En la prim era fila, las cifras
son apenas iniciales de las palabras del sánscrit o ( ant iguo idiom a de los
bracm anes) . En la t ercera fila aparecen las prim it ivas cifras hindúes. En las dos
últ im as filas se ven las usadas hast a principios del siglo XVI .
A su lado, sobre una mesita de ébano, había un ejemplar del Corán. La esclava
circasiana, de confianza del sheik Iezid, y otra persa, de ojos dulces y sonrientes, se
apostaron junto a la puerta. El egipcio, encargado de la guardia personal de
Telassim, se recostó indolente contra una columna.
Después de la oración, así habló Beremís:
- No sabemos, señora, cuando la atención del hombre fue despertada por la idea de
número. Las investigaciones hechas por los filósofos se remontan a los tiempos que
solo se perciben a través de las nebulosas del pasado.
Los que estudian la evolución del número demuestran que, entre los hombres
primitivos, ya estaba la inteligencia humana dotada de lo que llamaremos el
“sent ido de núm ero”. Esta facultad permite reconocer, de manera puramente visual,
si un conjunto de objetos fue aumentado o disminuido, o sea, si sufrió modificación
numérica.
No se debe confundir el sent ido de núm ero con la facultad de contar. Solo la
inteligencia humana es capaz de poseer el grado de abstracción que permite contar,
mientras que el sentido de número es observado entre muchos animales.
Algunos pájaros, por ejemplo, sin contar los huevos que dejan en el nido, pueden
distinguir dos de t res. Ciertas avispas llegan a distinguir cinco de diez.
Los salvajes de una tribu del norte de África conocían todos los colores del arco- iris
y designaban cada uno por su nombre. Pues bien, esa tribu no conocía la palabra
correspondiente al color. Así también, muchos idiomas primitivos presentan
palabras para designar, uno, dos, t res,… etc., y no encontramos, en esos idiomas,
un vocablo especial para designar el núm ero, de un modo general.
Yo tuve ocasión de verificar, al hacer una excursión a país de Hadjad, que el
número cuatro, entre los habitantes de Barnhein98, era designado por dos nombres
distintos: “Cvart ” y “arab’ah”. El primero era empleado en la evaluación de perlas, y
el otro al contar dátiles, camellos, ovejas, etc.
Pitágoras consideraba el número como la esencia de todas las cosas.
98
Importante centro de comercio de perlas.
Colaboración de Guillermo Mejía 119 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
99
Hamilton.
100
Kant.
101
Definiciones dadas por matemáticos famosos: 1. Baltzer; 2. Kambly; 3. Schuler; 4. Brenner; 5. Boutroux; 6.
Sodré da Gama.
102
Existen, en Matemática, varios conceptos que no tienen definición. Magnit ud, espacio, r ect a, superficie, etc.
Colaboración de Guillermo Mejía 120 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
Las not aciones sim bólicas em pleadas por los m at em át icos han sufrido profundas
m odificaciones a t ravés de los siglos. La figura adj unt a represent a una ecuación
algebraica escrit a por los sabios egipcios dos o t res m ilenios ant es de Crist o. Esa
ecuación, en sím bolos act uales, es la siguient e:
x/ 2 + x/ 4 + x = 10
El prim er signo de la izquierda indica “ m it ad de x” .
Para llegar a ese resultado precisa el hombre poner en ejercicio cierta actividad,
esto es, precisa contar.
Al contar relaciona cada conjunto con un determinado símbolo:
uno, dos, tres…
o sea, establece una correspondencia entre la serie numérica y los objetos del
conjunto que procura contar.
Para la representación de un número cualquiera con pocos signos, era necesario
inventar un sist em a de num eración.
El más antiguo sistema de numeración es el quinario, en el cual las unidades se
agrupan de cinco en cinco.
En el prim it ivo sist em a quinario el núm ero de discos arriba indicado sería 32.
Una vez contadas cinco unidades obteníamos una colección llamada quina. Así 8
unidades sería una quina más 3, y escribiríamos 13. Es más importante decir que en
este sistema el segundo guarismo de la izquierda valía 5 veces más que si estuviese
en el primer lugar. Los matemáticos dicen, por consiguiente, que la base de ese
sist em a era 5.
Colaboración de Guillermo Mejía 121 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
Los árabes usaron guarism os que diferían bast ant e de los act uales. Así podem os
observar que el cinco árabe era un pequeño círculo, m ient ras que el cero se
represent aba por un punt o.
Surgió después, señora, el sistema de base 10, que se prestaba más para expresar
grandes cantidades. El origen de ese sistema se explica por el número de dedos de
la mano. Algunos pueblos, sin embargo, demostraban preferencia por un sistema
que tenía por base el número 12 (una docena). La docena presenta sobre la decena
104
una gran ventaja: el número 12 tiene más divisores que el número 10.
Las de la figura son las diversas form as present adas por los núm eros egipcios desde
1 hast a 9. “ En la num eración escrit a de los egipcios el 10 era represent ado por una
herradura; 100 por una hoj a de palm era enrollada en espiral: 1000 por una flor de
lot o, sím bolo del Nilo, a quien debían la fert ilidad del suelo; 10000 por un indicador;
100000 por un “ em brión de rana” , porque las ranas eran encont radas en gran
cant idad, en la prim era faz de su vida, en el lodo que las aguas del Nilo arrast raban
durant e el período de las inundaciones.”
103
En francés (quatre vingh).
104
Divisores de 12: 12, 6, 4, 6, 2 y 1. Divisores de 10: 15, 5, 2 y 1.
Colaboración de Guillermo Mejía 122 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
Difícilm ent e encont rarem os un m at em át ico que sepa leer y calcular la expresión que
aparece represent ada en la figura de arriba. Dicha expresión – afirm a Rouse Ball –
fue incluida, j unt o con m uchas ot ras, en una obra not able de Nicolás Churquet
publicada en 1854. Vem os abaj o la m ism a expresión por m edio de not aciones
m odernas.
Observando las tribus salvajes y el modo de vivir de los niños, es obvio que los
dedos son la base de nuestro sistema numérico; por ser 10 los de ambas manos es
que comenzamos a contar hasta ese número y basemos todo nuestro sistema en
grupos de 10.
Nárrase que un pastor, que necesitaba estar seguro que tenía todas sus ovejas al
anochecer, tuvo que exceder, al contar su rebaño, a la primera decena. Contaba las
ovejas que desfilaban por frente a él, doblando un dedo por cada una, y cuando
tenía doblados diez dedos, apartaba un guijarro plano. Terminada la tarea, los
9’’’ 7’’ 6’ 5.
Los griegos, al principio no adoptaron ese interesante sistema. A cada letra del
alfabeto, acompañada de un acento, le atribuían un valor; así la primera letra (alfa)
era el 1; la segunda letra (beta) era el 2; la tercera letra (gama) era el 3, y así por
consiguiente, hasta el número 19. El 6 era la excepción: ese número se
representaba por un signo especial (estigma).
Combinando, después, las letras dos a dos, representaban 20, 21, 22, etc.
105
Guij arro, en latín, es cálculi.
Colaboración de Guillermo Mejía 124 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
Son int eresant es las not aciones m at em át icas encont radas en el papiro Rhind escrit o
por el sacerdot e egipcio Ashm esu – o m ej or Ahm és – “ hij o de un rey llam ado Ra – a
–us” . Los egipt ólogos, después de largos y cuidadosos est udios, descubrieron que el
t rabaj o del sabio Ahm és fue hecho cerca de 20 siglos ant es de Crist o.
106
La palabra cero, viene del árabe sifr , vacío, que es la traducción del sánscrito sunia. El vocablo sifr se tradujo
por cifra. La forma cero se originó en dos vocablos zefu y zéfiro, siendo esta última encontrada en una obra de
Leonardo Pizano, geómetra notable que vivió en el siglo XII.
Colaboración de Guillermo Mejía 125 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
“ Si no t ienes ganas de llenar t u cánt aro, si prefieres dej arlo flot ando en el
agua, ven, ven a sent ar t u pureza en m i lago.
La ladera est á verde, y las flores de m i cam po son t ant as que no pueden
cont arse. Se t e irán t us pensam ient os por t us oj os negros, com o páj aros que
vuelan de sus nidos, y t u velo se t e caerá a t us pies.
Ven, ven a m i lago, si no t ienes ganas de llenar t u cánt aro.
Si, hart a de t us ot ros j uegos, quieres j ugar con el agua, ven, ven a m i lago.
Dej a t u m ant o azul en la orilla, que el agua azul t e esconderá. Y las olas se
pondrán de punt illas por besar t u cuello y suspirar en los oídos.
Ven, ven a m i lago, si quieres j ugar con el agua.
Si t e has vuelt o loca y quieres m orir, ven, ven a m i lago.
Mi lago es frío y no t iene fondo; oscuro com o un sueño sin sueños. Allá abaj o,
noches y días son iguales, y t oda canción es silencio.
107
Ven, ven a m i lago, si t e has vuelt o loca y quieres m orir.”
107
Esos versos son de Tagore.
Colaboración de Guillermo Mejía 127 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
CAPÍ TULO 2 1
En el cual com ienzo a copiar libros de Medicina. Progreso de la alum na invisible.
Berem ís es llam ado para resolver un problem a. La m it ad de la incógnit a de la vida.
El rey Mazin y las prisiones de Khorazan. Un verso, un problem a y una leyenda. La
j ust icia del rey Mazin.
Volvióse nuestra vida, en esta bella ciudad de los califas, cada día más agitada y
laboriosa. El visir Maluf me encargó copiar dos libros del filósofo Razes108. Son estos
libros que encierran profundos conocimientos de Medicina. Hay en sus páginas
indicaciones gran valor para el tratamiento del sarampión, la cura de las
enfermedades de la infancia, del riñón, de las articulaciones y de mil otros males
que atacan a los hombres. Ocupado en esa tarea, quedé imposibilitado de asistir a
las clases de Beremís, en casa del sheik Iezid.
Por las referencias que oía de mi amigo el calculista, la “alumna invisible” habría
hecho grandes progresos, en las últimas semanas, en la ciencia de Báskara. Ya
conocía las cuatro operaciones con los números, los tres primeros libros de Euclides
y calculaba, también, el valor de las fracciones con numerador 1, 2, ó 3.109
Cierto día, al caer la tarde, íbamos a comenzar nuestra modesta refección, que
consistía apenas en media docena de empanadas de carnero, con cebollas, miel,
harina y aceitunas, cuando oímos en la calle gran tropel de caballos y, en seguida,
gritos, voces de mando e imprecaciones de soldados turcos.
Me levanté un poco asustado. ¿Qué había sucedido? Tuve la impresión que la
posada era cercada por tropas y que una nueva violencia iba a ser llevada a cabo
por orden del intolerante Jefe de Policía.
La inesperada algazara no impresionó a Beremís. Completamente ajeno a los
acontecimientos de la calle, continuó, como antes, trazando figuras geométricas
sobre un gran tablero de madera. ¡Qué hombre extraordinario! Ni las agitaciones
más grandes, ni los peligros, ni las amenazas de los poderosos, conseguían
desviarlo de sus estudios matemáticos. Si Asrail, el Ángel de la Muerte, surgiese allí,
de repente, trayendo en la hoja de su “kangiar” la sentencia de lo Irremediable,
108
La mayor notabilidad de la antigua ciencia musulmana. En sus libros estudiaron medicina muchas generaciones.
109
Los matemáticos árabes no disponían de nombres para designar los términos de las fracciones (M. T.)
Colaboración de Guillermo Mejía 128 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
- Anteanoche, pocas horas antes que nuestro glorioso califa Al-Motacen, Emir de los
Creyentes, partiera para Basora (donde quedará por tres semanas), hubo un
incendio en la prisión. Durante muchas horas la violencia del fuego amenazó
destruirlo todo. Los detenidos, encerrados en sus celdas, sufrieron gran suplicio,
torturados por angustias indecibles. Frente a ese hecho, nuestro generoso soberano
ordenó fuera reducida a la mitad la pena de todos los condenados. Al principio no
dimos importancia alguna al caso, pues parecía muy simple ordenar se cumpliera,
con todo rigor, la sentencia del rey. Al día siguiente, sin embargo, cuando la
caravana del Príncipe de los Creyentes ya estaba lejos, verificamos que esa
resolución de última hora involucraba un problema extremadamente delicado, y
cuya solución perfecta parecía imposible.
- Entre los detenidos beneficiados por la ley –prosiguió el ministro- hay un
contrabandista de Basora, llamado Sanadique, condenado hace cuatro años a
prisión perpetua. La condena de ese hombre debe ser reducida a la mitad. Ahora
bien; como fue condenado a prisión por toda su vida, se deduce que, en virtud de la
ley, deberá ser perdonado de la mitad de la pena, o mejor aún, de la mitad del
tiempo que le resta vivir. Si llamamos “x” a la duración desconocida de su vida,
¿cómo dividir por dos un período de tiempo que ignoramos? ¿Cómo calcular la mitad
de la incógnita de los años “x” de su vida?
Después de pensar durante unos minutos, Beremís respondió:
- Ese problema me parece en extremo delicado, por tratarse de un caso de
Matemática pura y de interpretación de la ley. Es un caso que interesa a la justicia
de los hombres y a la Verdad de los números. No puedo discutirlo, con los
poderosos recursos del Álgebra y del Análisis, antes de visitar la celda en que se
halla condenado Sanadique. Es posible que la “x” de su vida esté calculada por el
Destino, en la pared de la celda del propio condenado.
- Juzgo infinitamente extraño vuestro parecer –observó el visir- . No cabe en mi
cabeza la relación que pueda existir entre las blasfemias con que los locos y los
condenados adornan los muros de las prisiones, y la resolución algebraica de tan
delicado problema.
- Sidi –interrumpió Beremís-: se encuentran, muchas veces, en las paredes de las
prisiones, leyendas interesantes, fórmulas, versos e inscripciones que iluminan el
110
Mme. Staël; Pitágoras; Corneille.
Colaboración de Guillermo Mejía 131 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
La figura que ilust ra est á página indica la única solución que puede darse al
siguient e problem a: “ Colocar 10 soldados en 5 filas de 4 soldados por fila”
Se admiró el rey Mazin al saber que había, e las húmedas paredes de los calabozos
subterráneos, escritas por los míseros presos, tanta cosa llena de belleza y
curiosidad. Naturalmente que en medio de los que pasaban sus días llenos de
amargura en el fondo de las celdas, había muchos cultos e inteligentes. Determinó,
pues, el rey, que fueran revisados todos los procesos y juicios, y verificó que
innumerables sentencias eran evidentemente injustas. Y así, gracias a la libertad
muchos inocentes y reparados decenas de errores judiciales.
- Todo eso puede ser muy interesante –dijo el visir Maluf-. Peor es muy posible que
en las prisiones de Bagdad no se pueda encontrar figura geométrica, versos o
leyenda morales. Quiero ver, sin embargo, el resultado a que pretendéis llegar.
Permitiré, por tanto, vuestra visita a la prisión.
CAPÍ TULO 2 2
En el cual visit am os los prisioneros de Bagdad. Cóm o resolvió Berem ís el problem a
de la m it ad de la “ x” de la vida. El inst ant e de t iem po. La libert ad condicional.
Berem ís aclara los fundam ent os de una sent encia.
deteniéndose, de vez en cuando, para hacer cálculos que nos parecían largos y
laboriosos. ¿Cómo podría el calculista, entre las maldiciones y blasfemias que los
condenados suelen escribir, descubrir la mitad de la “x” de la vida?
Grande fue la sensación de alivio que sentí al dejar la sombría prisión, donde los
detenidos eran tan cruelmente tratados. Al llegar de vuelta a la suntuosa sala de
audiencias, nos encontramos con el visir Maluf rodeado de cortesanos, secretarios,
jefes y “ulemas” de la Corte. Esperaban todos la llegada de Beremís, pues querían
conocer la fórmula que emplearía el calculista para resolver el problema de la mitad
de prisión perpetua.
- ¡Estamos esperándote, calculista! –dijo el visir-. Espero que presentes, sin más
demoras, la solución de este gran problema. Tenemos la mayor urgencia en hacer
cumplir la sentencia de nuestro gran Emir.
Al oír esa orden, Beremís se inclinó respetuoso, hizo el acostumbrado “zalam” y
habló así:
- El contrabandista Sanadique, de Basora, apresado hace cuatro años en la frontera,
fue condenado a prisión perpetua. Esa pena acaba, sin embargo, de ser reducida a
la mitad por justa y sabia sentencia de nuestro glorioso califa AL-Motacen,
Comendador de los Creyentes, sombra de Alah en la Tierra.
Designemos por x el período de Sanadique, período que comienza en el momento
en que fue apresado y condenado hasta el término de sus días. Sanadique fue, por
lo tanto, condenado a x años de prisión, esto es, a prisión por toda la vida. Ahora,
en virtud de la regia sentencia, esa pena deberá reducirse a la mitad. Si dividimos el
tiempo x en varios períodos, a cada período de prisión debe corresponder igual
período de libertad.
- Completamente cierto –dijo el visir-. Comprendo perfectamente su razonamiento.
- Ahora bien; como Sanadique ya estuvo preso durante cuatro años, es claro que
deberá quedar en libertad durante igual período, esto es, durante cuatro años.
En efecto. Imaginemos que un mago genial pudiese prever el número exacto de
años de vida de Sanadique y nos dijese ahora: “Ese hombre, en el momento en que
fue puesto preso, tenía apenas 8 años de vida.” En ese caso tendríamos que x es
igual a 8, o sea, que Sanadique habría sido condenado a 8 años de prisión, pena
que ahora quedaría reducida a 4 años. Como Sanadique ya está preso desde hace 4
111
Ese resto de vida será x – 8 (de la vida descontamos los 8 años ya transcurridos).
Colaboración de Guillermo Mejía 136 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
CAPÍ TULO 2 3
En el cual recibim os una honrosa visit a. Palabras del príncipe Cluzir Schá. Berem ís
resuelve un problem a. Las perlas del Raj á. Un núm ero cabalíst ico. Queda resuelt a
nuest ra part ida para la I ndia.
El barrio humilde en que vivimos escribió hoy su primer día glorioso en la historia.
Beremís, por la mañana, recibió inesperadamente la visita honrosa del príncipe
Cluzir Schá.
Cuando la lujosa comitiva desfiló por las calles, los balcones y terrazas se llenaron
de curiosos. Mujeres, viejos y niños admiraban mudos y asombrados el maravilloso
espectáculo.
Precediendo los estandartes con el escudo del príncipe (elefante blanco sobre fondo
azul). Venían, al frente, cerca de treinta caballeros, montados en soberbios corceles
árabes, con arreos repujados y gualdrapas de terciopelo bordado de plata. Lucían
albos mantos y túnicas, y largas cimitarras sujetas con arreos de cuero lustrado,
pendían a un costado; en sus cabezas, blancos turbantes con yelmos metálicos,
relucían al sol. Después seguían varios arqueros y batidores, todos a caballo.
Y cerrando el cortejo apareció el poderoso maharajá, acompañado de dos
secretarios, tres médicos y diez pajes. El príncipe vestía una túnica escarlata, toda
adornada con hilos de perlas. En el turbante, de una riqueza fastuosa, centelleaban
innumerables zafiros y rubíes.
Cuando el viejo Salim vio llegar a su posada, aquella majestuosa comitiva, le dio
como un ataque de locura y, tirándose al suelo, comenzó a gritar:
- ¡Men ein! ¡Men ein!112
Mandé que un aguatero arrastrase al alucinado amigo al fondo del patio, hasta que
la calma volviese a su conturbado espíritu.
La sala de la posada era pequeña para dar cabida a los ilustres visitantes. Beremís,
maravillado de la honrosa visita, descendió al patio a recibirlos.
El príncipe Cluzir, al llegar, saludó al calculista con un amistoso “zalam”, y le dijo:
- El peor sabio es aquel que frecuent a a los ricos; el m ayor rico es aquel que
frecuent a a los sabios. 113
112
¿Para dónde? (¿Para dónde me van a llevar?)
Colaboración de Guillermo Mejía 138 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
- Bien sé, señor – respondió Beremís- que vuestras palabras son inspiradas por el
más grande sentimiento de bondad. La pequeña e insignificante parte de ciencia
que conseguí adquirir, desparece ante la generosidad infinita de vuestro corazón.
- Mi visita, calculista –interrumpió el príncipe- se debe más al egoísmo que al
interés en la ciencia. Después que tuve el placer de oírlo, en casa del poeta Iezid,
pensé en ofrecerle algún cargo de importancia en mi Corte. Deseo nombrarlo mi
secretario o director del Observatorio de Delhi. ¿Acepta? Partiremos dentro de pocas
semanas para la Meca y de allá para la India.
- Desgraciadamente, ¡oh príncipe generoso! –respondió Beremís-, no puedo
ausentarme ahora de Bagdad. Sólo podré irme de aquí después que la hija del
ilustre Iezid haya aprendido Matemática.
Sonrió el maharajá y respondió:
- Se el motivo de su negativa frente a ese compromiso, y creo que pronto
llegaremos a un acuerdo. El sheik Iezid me ha dicho que la joven Telassim, dado los
progresos que ha hecho, dentro de pocos meses estará en condiciones de enseñar a
los “ulemas” el famoso “problem a de las perlas del Raj á”.
- Yo mucho desearía –prosiguió el príncipe- conocer el complicado problema que
viene desafiando la sagacidad de os algebristas y que se refiere, sin duda, a uno de
mis gloriosos antepasados.
Beremís respondió:
- Trátase más de una curiosidad aritmética que de un problema, y este es su
enunciado:
“Un rajá dejó a sus hijas cierto número de perlas y ordenó que el reparto se hiciese
del siguiente modo: a la hija mayor correspondería una perla más un séptimo de las
que quedasen; la segunda tomaría dos perlas y un séptimo de las restantes; la
tercera recibiría tres perlas y un séptimo de las que quedasen. Y así sucesivamente,
para las restantes hijas.
Las hijas más jóvenes presentaron su queja a un juez, alegando que por ese
sistema complicado ellas serían fatalmente perjudicadas.
113
Leyenda árabe.
Colaboración de Guillermo Mejía 139 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
Solución gráfica del fam oso problem a de las “ perlas del Raj á” .
142.857 x 2 = 285.714
Vemos que los guarismos que constituyen el producto son los mismos del número
dado, pero en otro dueto son los mismos del número dado, pero en otro orden. El
14, que se hallaba a la izquierda, se encuentra ahora a la derecha.
Efectuemos el producto del número 142857 por 3:
142.857 X 3 = 428.571
Se observa aquí la misma singularidad: los guarismos del producto son los mismos
del número, pero alterados, apenas, en el orden. El 1, que se hallaba a la izquierda,
pasó a la derecha; los demás permanecieron en el orden primitivo.
Lo mismo ocurre cuando el número se multiplica por 4:
142.857 X 4 = 571.428
114
Para resolver algebraicamente el problema llamamos x al número de perlas a repartir, e igualando la expresión
del número de perlas que le toca a la primera hija con la de la segunda, obtenemos la ecuación
142.857 X 5 = 714.285
142.857 X 6 = 857.142
Hecho el producto, se nota que sólo el grupo 142 permutó su posición con el 857.
Al llegar al factor 7 nos llama la atención otra particularidad. El número 142.857,
multiplicado por 7, da como producto el número:
999.999
formado por seis nueves.
Si lo multiplicamos por 8, el producto será:
142857 x 8 = 1.142.856
142.857 x 9 = 1.285.713
Observando con detención ese resultado, vemos que el único guarismo que no
figura es el 4. ¿Qué ha pasado con él? Aparece descompuesto en dos partes, el 1 y
el 3, colocados en los extremos del producto.
Del mismo modo podríamos verificar las rarezas que presenta el número 142.857,
multiplicándolo por 11, 12, 13, 15, 16, 18, etc.
Es por eso, que el número 142.857 se incluye entre los números cabalísticos de la
Matemática. Enseñóme el derviche No-Elin…
- ¡No-Elin! –repitió, lleno de vivo júbilo, el príncipe Cluzir Schá-. ¿Es posible que
haya conocido a ese sabio?
- Lo conocí, y muy bien, Príncipe –respondió Beremís-. Con él aprendí todos los
principios que hoy aplico a mis investigaciones matemáticas.
- Pues, el gran No-Elin –explicó el hindú- era amigo de mi padre. Cierta vez,
vencido por la pena de haber perdido un hijo en combate, durante una guerra
injusta y cruel, se ausentó de la ciudad y nunca más fue visto. Hice varias
investigaciones para encontrarlo, mas hasta hoy no había obtenido la menor
indicación sobre su paradero. Llegué hasta pensar que hubiese perecido en el
desierto, devorado por las panteras. ¿Sabrá, acaso, decirme dónde podré encontrar
a No-Elin?
Beremís respondió:
- Cuando partí para Bagdad, dejé al sabio No-Elin en Khoy, Persia, recomendado a
tres amigos.
- Pues, luego que yo regrese de la Meca, iremos a la ciudad de Khoy a buscar a ese
gran “ulema” – respondió el príncipe-. Quiero llevarlo a mi palacio. ¿Podrá usted
auxiliarme en esa magna empresa, calculista?
- ¡Señor! –respondió Beremís-. Si es para prestar auxilio y hacer justicia a aquel
que fue mi guía y maestro, pronto estoy para acompañaros, si fuese preciso, hasta
la India.
Y así, por causa del 142.857, quedó resuelto nuestro viaje a la India, a la tierra de
los Rajás.
¡Dicho número es realmente cabalístico!
CAPÍ TULO 2 4
En el cual Berem ís, por m edio de fórm ulas, calcula la belleza de una j oven. La
división áurea. Cóm o se det erm ina, sin error, el valor num érico de la Belleza.
La proposición es la siguiente:
Esa división corresponde a la forma sim pát ica que pueden presentar las dos partes
desiguales. Podemos formular la siguiente regla:
“Para que un todo dividido en dos partes desiguales parezca hermoso desde el
punto de vista de la forma, debe presentar entre la parte menor y la mayor la
misma relación que entre ésta y el todo.”
Hasta hoy no se consiguió descubrir la razón de ser o “por qué” de esa belleza. Los
matemáticos, que llevaran hasta muy lejos sus estudios y observaciones, exponen
varios y curiosos ejemplos que constituyen elocuentes demostraciones para el
principio de esa división que los romanos llamaban “divina proporción” o “división
áurea”.
En el rost ro fem enino “ m at em át icam ent e” herm oso, la línea C de los oj os divide a
la m edida t ot al AB, en m edia y ext rem a razón.
Es fácil observar que el título puesto por el calígrafo en la primera página de una
obra divide, en general, la medida total del libro en media y extrema razón.
La división áurea es observada, con adm irable nit idez, en las fachadas de los
edificios que se dist inguen por la perfección de sus líneas arquit ect ónicas. El fam oso
“ pant eón” de París, represent ado en la figura, es un ej em plo not able. Siendo AB la
alt ura del m onum ent o, el “ punt o de oro” se dest aca de m anera inconfundible; es el
punt o C por el que pasa, ya sea la línea de la base del front ispicio, o el plano que
cort a la base de la cúpula.
Lo mismo sucede con la línea de los ojos, que divide, en las personas bien
proporcionadas, la medida total del rostro en media y extrema razón. Se observa
también la divina proporción en las partes en que las falanges dividen los dedos de
la mano. La división en media y extrema razón se puede hallar también en la
Música, en la Pintura, en la Escultura y en la Arquitectura.
En la división áurea la relación entre el todo y la parte mayor, es igual, más o
menos, a:
809 / 500
CAPÍ TULO 2 5
En el cual reaparece Tara- Tir. El epit afio de Diofant o. El problem a de Hierón. Una
cart a de Hassan. –Los cubos de 8 y 27. La m at em át ica y la m uert e. Cóm o m urió
Arquím edes.
del oro le inspiró desconfianza que los orfebres hubiesen aleado plata y oro. Para
aclarar esta duda consultó a Arquímedes, el gran geómetra.
Arquímedes que había verificado que el oro pierde, en el agua, 52 milésimos de su
peso, y la plata, 99 milésimos, averiguó el peso de la corona sumergida en el agua
y encontró que la pérdida de peso era debida en parte a cierta cantidad de plata
adicionada al oro.
En el momento en que hablábamos, vino a visitarnos el capitán Hassan Muarique,
jefe de guardia del sultán. El turco se había casado, diez días antes, con la Joven
Zaira, y estaba contentísimo con la elección que hiciera. Siguiendo, pues, la
indicación de Beremís, pidió a la jovencita en casamiento, obteniendo una esposa
muy graciosa, bondadosa e inteligente.
- Nunca imaginé –dijo, después de expresar su agradecimiento- que la Matemática
fuese tan prodigiosa como para llegar a poder calcular la belleza femenina.
Al notar el entusiasmo del turco, lo llevé hasta la terraza de la habitación que daba
a la calle, y mientras Beremís procuraba hallar una nueva solución al problema de
Diofanto, le hablé del peligro que corríamos bajo la amenaza del odio de Tara-Tir.
- Allá está él –señalé-, junto a la fuente. Los hombres que le acompañan son
asesinos peligrosos. Al menor descuido, seremos apuñaleados por esos bandidos.
- ¡Qué me cuenta! –exclamó Hassan-. Yo no podía ni imaginar que tal cosa
ocurriese. ¡Por Alah! Voy ahora mismo a resolver ese caso.
Volví al cuarto, y me puse a fumar tranquilo.
Una hora después recibí el siguiente recado de Hassan:
“ Todo est á resuelt o. Los t res asesinos fueron ej ecut ados sum ariam ent e. Tara- Tir
recibió 8 garrot azos, pagó una m ult a de 27 sequíes de oro y fue int im ado a
abandonar la ciudad.”
Mostré la carta de Hassan a Beremís. Gracias a mi eficiente intervención,
podríamos, ahora, vivir tranquilos en Bagdad.
- Es interesante –respondió Beremís-. Esas líneas escritas por nuestro buen amigo
Hassan me hacen recordar una curiosidad numérica relativa a los números 1, 8 y
27.
Y como viese que yo demostrara sorpresa al oír aquella observación, él concluyó:
- 1, 8 y 27 son los únicos números que son cubos perfectos e iguales, también, a la
suma de los guarismos de sus cubos. Por ejemplo:
13 = 1
83 = 512
273 = 19.683
CAPÍ TULO 2 6
En el cual vam os por segunda vez al palacio del rey. La ext raña sorpresa. Los siet e
sabios. La devolución de un anillo. El sabio Mohadebe y la cult ura religiosa. Las
quince relaciones num éricas sacadas del Corán. Jesús es cit ado 19 veces. Un error
de Berem ís.
CAPÍ TULO 2 7
En el cual un sabio hist oriador int erroga a Berem ís. El geóm et ra que no podía m irar
el cielo. La Mat em át ica en Grecia. Elogio de Erat óst enes.
Aclarado el primer punto con todos sus detalles, el segundo sabio fue invitado a
interrogar a Beremís. Ese “ulema” era un historiador famoso que enseñara, durante
veinte años, en Córdoba, y que más tarde, por cuestiones políticas, se trasladara al
Cairo, donde residía bajo la protección del Califa. Era un hombre bajo, cuyo rostro
bronceado aparecía enmarcado en una barba de corte elíptico.
Así fue como el sabio historiador se dirigió a Beremís:
- En nombre de Alah, Clemente y Misericordioso. Se equivocan los que aprecian el
valor de un matemático por la mayor o menor habilidad con que efectúa las
operaciones y aplica las reglas banales del cálculo. A mi manera de ver, el
verdadero geómetra es el que conoce, con absoluta seguridad, el desenvolvimiento
y el progreso de la Matemática a través de los siglos. Estudiar la Historia de la
Matemática es rendir homenaje a los ingenios maravillosos que enaltecieran y
dignificaran las antiguas civilizaciones, y que, por su labor y por su genio, pudieron
revelar algunos de los profundos misterios de la Naturaleza, consiguiendo, por la
ciencia, elevar y mejorar la miserable condición humana. Nos corresponde pues
honrar en las páginas de la Historia a los gloriosos antepasados que trabajaran para
la formación de la Matemática, y reseñar las obras que dejaran. Quiero, pues,
calculista, interrogarte sobre un hecho interesante en la Historia de la Matemática:
“¿Cuál fue el célebre geómetra que se suicidó de disgusto por no poder mirar al
cielo?”
Beremís reflexionó unos instantes y exclamó de repente:
- Fue Eratóstenesxvi, matemático oriundo de Cirenaica y educado, al principio, en
Alejandría y, más tarde, en la Escuela de Atenas, donde aprendió las doctrinas de
Platón.
Y completando su respuesta prosiguió:
Eratóstenes fue elegido para dirigir la gran biblioteca de la Universidad de
Alejandría, cargo que ejerció hasta el fin de sus días. A más de poseer innumerables
conocimientos científicos y literarios que lo distinguieron entre los mayores sabios
CAPÍ TULO 2 8
En el cual el t ercer sabio int erroga a Berem ís. La falsa inducción. Com o se halla la
raíz cuadrada de 2025. Berem ís dem uest ra com o un principio falso, puede surgir de
ej em plos verdaderos.
El tercer sabio que debía interrogar a Beremís, era el célebre astrónomo Abu-
Ihasan-Ali115, de Marruecos, venido a Bagdad invitado por el califa Al-Motacen. Era
alto, flaco, y tenía el rostro surcado de arrugas. En su muñeca lucía una gran
pulsera de oro, donde dicen que se hallaban grabadas todas las constelaciones del
Zodíaco.
El astrónomo Abulhasan se dirigió a Beremís. Su voz baja y cavernosa sonaba
gravemente:
- Las dos respuestas que terminas de formular prueban, Beremís Samir, que posees
sólida cultura. Hablas de la ciencia de Grecia con la misma facilidad con que cuentas
las letras del Libro Sagrado. En el desenvolvimiento de la ciencia matemática, la
parte más interesante es la que indica la forma de raciocinio que nos conduce a la
verdad. Una colección de hechos está tan lejos de ser una ciencia, como un montón
de piedras de ser una casa. Puedo afirmar, igualmente, que las combinaciones
inteligentes de hechos inexactos, o que no hayan sido verificados, al menos en sus
consecuencias, se hallan tan lejos de formar una ciencia, como un espejismo de
sustituir, en el desierto, la presencia real de un oasis. La Ciencia debe observar
hechos para de ellos deducir leyes; con el auxilio de éstas, prever otros hechos y
mejorar las condiciones materiales de la vida. Todo esto es cierto; mas, ¿cómo
deducir la Verdad? Se presenta, pues, la siguiente duda:
- ¿Es posible, en Matemática, deducir una regla falsa de una propiedad verdadera?
Quiero conocer tu respuesta, ilustrada con un ejemplo simple y perfecto.
Beremís meditó largo rato y luego, saliendo de su recogimiento, respondió:
- Admitamos que un algebrista curioso desease determinar la raíz cuadrada de un
número de cuatro cifras. Sabemos que la raíz cuadrada de un número es otro
número que, multiplicado por sí mismo, da un producto igual, al número dado.
115
Nació en 1200 y murió, a consecuencia de la caída de un camello, en 1280. Escribió “Tratado de los
instrumentos astronómicos”.
Colaboración de Guillermo Mejía 159 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
Vamos a suponer, sin embargo, que el calculista, al escoger los números, hiciera
recaer su elección en los números: 2025, 3025, 9801.
Iniciemos la resolución del problema por el número 2025. Hechos los cálculos para
ese número, el investigador hallaría que la raíz cuadrada es 45. En efecto: 45 veces
45 es igual a 2025. Ahora bien: como se puede verificar, 45 se obtiene por la suma
de 20 + 25, que son parte del número 2025, descomponiéndolo por medio de un
punto 20.25.
Lo mismo verificaría el algebrista para el número 3025, cuya raíz cuadrada es 55.116
Es conveniente hacer notar que 55 es la suma de 30 + 25, partes del número
30.25.
Idéntica propiedad se verifica con respecto al tercer número, 9801, cuya raíz
cuadrada es 99, esto es, 98 + 01.
Frente a esos tres caos, el desprevenido algebrista podría enunciar la siguiente
regla.
“Para calcular la raíz cuadrada de un número de cuatro cifras se divide ese número
por un punto, en dos grupos de dos cifras cada uno, sumándose los grupos así
formados. La suma obtenida será la raíz cuadrada del número dado.”
Esa regla, visiblemente equivocada, fue deducida de tres ejemplos verdaderos. Es
posible llegar a la verdad, en Matemática, por simples observaciones; no obstante
son necesarias precauciones esenciales para no caer en la “falsa inducción”.
El astrónomo Abulhasan, sinceramente en cantado con la respuesta de Beremís,
declaró que nunca había oído sobre la importante cuestión de la “falsa inducción
matemática” explicación tan interesante y sencilla.
A continuación se paró el cuarto sabio y se preparó para formular su pregunta.
Nunca olvidaré su erguida y venerable figura, ni dejaré de recordar su mirada
serena y bondadosa. Caminó hasta el extremo del estrado y así habló al sultán:
- Para que mi pregunta pueda ser bien interpretada, necesito aclararla contando
una antigua leyenda persa.
- Cuéntala, ¡oh sabio elocuente! –respondió el califa-. Estamos ansiosos de oírte.
Cruzó el sabio las manos sobre el pecho y con voz firme y cadenciosa, como el
andar de una caravana, contó lo siguiente:
116
El producto 55 X 55 es igual a 3025.
Colaboración de Guillermo Mejía 160 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
CAPÍ TULO 2 9
En el cual oím os una ant igua leyenda persa. Lo m at erial y lo espirit ual. Los
problem as hum anos y t rascendent ales. La fam osa m ult iplicación. El sult án reprim e
con energía, la int olerancia de los sheik.
Era una vez un rey que dominaba en Persia y en las planicies de Irán. Ese poderoso
monarca oyó decir a un derviche, que un verdadero sabio debía conocer con
absoluta perfección la parte espiritual y la parte material de la vida.
¿Qué hizo el rey Astor? Vale la pena recordar la forma como procedió el poderoso
monarca.
Mandó llamar a los tres más grandes sabios de Persia, le entregó a cada uno de
ellos dos denarios de plata y les dijo:
- Hay en este palacio tres salas igualmente vacías. Cada uno de vosotros deberá
llenar una sala, no pudiendo emplear en esa tarea más dinero del que acabo de
confiar a cada uno.
El problema rea, realmente, difícil. Cada sabio debía llenar una sala vacía gastando
apenas la insignificante suma de dos denarios.
Los sabios partieron a cumplir la misión que les había encomendado el caprichoso
rey Astor.
Horas después regresaron a la sala del trono.
El rey, interesado en la solución del enigma, los interrogó.
El primero dijo:
- Señor, gasté dos denarios, y la sala que me corresponde quedó completamente
llena. Mi solución fue muy práctica. Compré varias bolsas de heno y con él llene la
habitación desde el suelo hasta el techo.
- ¡Muy bien! –exclamó el rey-. Vuestra solución, simple y rápida, ha sido realmente
muy bien concebida. Conoces, a mi modo de ver, la “parte material de la vida”, y
bajo ese aspecto puedes encarar todos los problemas que un hombre debe
enfrentar sobre la tierra.
A continuación, el segundo sabio habló así, después de saludar al rey:
- La única multiplicación famosa, con un solo factor, citada por los historiadores y
que todos los hombres cultos conocen, es la multiplicación de los panes hecha por
Jesús, hijo de María. En esa multiplicación sólo figura un factor: ¡el poder milagroso
de la voluntad de Dios!
Algunos musulmanes intolerantes, se miraron espantados. Hubo murmullos. El
califa exclamó con energía:
- ¡Silencio! Veneremos a Jesús, hijo de María, cuyo nombre es citado diecinueve
veces en el Libro de Alah.
Y a continuación, dirigiéndose al quinto sabio, añadió plácidamente:
- Aguardamos vuestra pregunta, ¡oh sheik!
Al oír esas palabras, el quinto sabio se levantó como si fuese impulsado por un
resorte. Era un hombre bajo, grueso, de blanca cabellera. En vez de turbante usaba
un pequeñísimo gorro verde. Al hablar lo hacía en forma arrebatada y nerviosa.
- El valor de un sabio –comenzó con tétrica entonación- sólo puede ser medido por
el poder de su imaginación. Números tomados al acaso, hechos históricos
recordados con oportunidad y precisión, pueden tener momentáneo interés, mas al
cabo de algún tiempo caen en el olvido. ¿Quién de nosotros se acuerda ahora del
número de letras del Corán? Hay números, palabras, nombres y obras que están,
por su propia naturaleza y finalidad, condenados a irremediable olvido. Voy, por lo
tanto, a convencerme del valor y la capacidad del calculista persa preguntándole
una cuestión que no tiene que ver con problemas que exijan memoria o habilidad de
cálculo. Quiero que el matemático Beremís Samir nos cuente una leyenda en la cual
aparezca indicada una división de 3 por 3, pero no efectuada, y otra de 3 por 2,
indicada y efectuada sin dejar resto.
Beremís se quedó mudo, como si la inesperada pregunta del sabio lo atolondrase.
Era preciso tener la suerte de recordar, en el momento, una leyenda que encerrase
dos divisiones numéricas.
Después de algunos instantes de azaroso rememorar el calculista inició la siguiente
narración.
CAPÍ TULO 3 0
En el cual Berem ís narra una leyenda. El t igre sugiere la división de 3 por 3. El
chacal indica la división de 3 por 2. En el cual el chacal se queda con el rest o de la
división. Com o se calcula el cocient e en la Mat em át ica del m ás fuert e.
entre tres. Haz, pues, con justicia y equidad, esa operación fraternal: dividir tres
entre tres cazadores.
Lisonjeado con semejante proposición, el vanidoso tigre, después de expresar con
visos de falsa modestia su incompetencia y su poco valor, respondió así:
- La división que generosamente acabáis de proponer -¡oh rey!- es muy simple y se
puede hacer con bastante facilidad. La oveja, que es el mayor de los tres bocados, y
el más sabroso, y, sin duda, capaz de saciar el hambre de un grupo de leones del
desierto, os toca por derecho. Aquel cerdo flaco, sucio y maloliente, que no vale una
pierna de la hermosa oveja, será para mí, que soy modesto y con bien poco me
conformo. Y, finalmente, aquel minúsculo y despreciable conejo, de reducidas
carnes, indigno del paladar refinado de un rey, corresponderá a nuestro compañero
el chacal, como recompensa por la valiosa indicación que hace poco nos
proporcionó.
- ¡Estúpido, egoísta! –rugió, enfurecido, el león, lleno de indescriptible furia-.
¿Quién te enseñó a hacer divisiones de esa manera? ¿Dónde viste una división de
tres por tres, hecha de ese modo?
Y, levantando su pesada pata, descargó sobre la cabeza del desprevenido tigre tan
violento golpe, que lo tiró muerto a algunos pasos de distancia.
En seguida se volvió al chacal, que asistiera aterrado a aquel trágico final de la
división de tres por tres y así le habló:
- Mi querido chacal. Siempre tuve de tu inteligencia el más alto concepto. Sé que
eres el más ingenioso y brillante de los animales de la floresta, y no conozco otro
que pueda aventajarte en la habilidad con que sabes resolver los más intrincados
problemas. Te encomiendo, pues, el hacer esa división simple y banal, que el
estúpido tigre (como ya acabaste de ver) no supo efectuar satisfactoriamente.
¿Estás viendo, amigo chacal, aquellos apetitosos animales: la oveja, el cerdo y el
conejo? Pues bien: dividirás las tres piezas entre nosotros dos. ¡Nada más sencillo
que dividir tres por dos! Haz los cálculos, pues deseo saber qué cociente exacto me
corresponde.
- No soy más que un humilde y rudo siervo de Vuestra Majestad –dijo el chacal, en
tono humildísimo de respeto-. Debo, pues, obedecer ciegamente la orden que acabo
de recibir. Voy a dividir, como si fuera un sabio geómetra, aquellas tres piezas entre
¡Emir del Mundo! –comenzó el cordobés, dirigiéndose al sultán-. Acabo de oír con
verdadero placer esa admirable fábula intitulada “La división del persa”. Encierra
ella, a mi modo de ver, grandes enseñanzas y profundas verdades. Verdades claras
como la luz del sol en la hora de “edduhhr”117. Me veo obligado a confesar que los
preceptos matemáticos toman forma viva cuando son presentados bajo la forma de
fábulas o de historias. Conozco una leyenda que no contiene divisiones, cuadrados o
fracciones, mas encierra un problema de Lógica, posible de resolver con un
razonamiento puramente matemático. Contada la historia, veremos cómo podrá el
eximio calculista resolver el problema en ella contenido.
Y el sabio cordobés contó lo siguiente:
117
Edduhhr – medio día. Los árabes dividen los días en 24 horas, que cuentan a partir del momento en que se pone
el sol. Así, para los árabes, la noche del 13 es aquella que transcurre entre los días 12 y 13. La hora en que el sol
se pone se llama “m ogreb”; dos horas más tarde “elascha”; la segunda hora después de “m ogreb” es llamada
“elm arfa”. La media noche es, para los musulmanes, “nusfel- leil”. La aurora “elfedsj er ”. La hora del almuerzo (9 de
la mañana) es llamada “el- ghudda”; al medio día “eddhuhhr”; tres horas más tarde, “el- arr”. (M. T.)
Colaboración de Guillermo Mejía 168 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
CAPÍ TULO 3 1
En el cual el sabio cordobés cuent a una leyenda. Los t res novios de Dahizé. El
problem a de los cinco discos. Com o Berem ís reproduj o el raciocinio de un novio
int eligent e.
Terminadas las pruebas, los sabios presentaron al rey un minucioso informe. Los
tres príncipes eran inteligentísimos. Conocían profundamente la Matemática,
Literatura, Astronomía y Física; resolvían complicados problemas de ajedrez,
cuestiones sutilísimas de Geometría, enigmas arrevesados y oscuras charadas.
- No hallamos medio alguno –concluyeron los sabios- que nos permitiese llegar a un
resultado definitivo a favor de uno o de otro.
Frente a ese lamentable fracaso de la ciencia, resolvió el rey consultar a un derviche
que tenía fama de conocer la magia y los secretos del ocultismo.
El sabio derviche dijo al rey:
- Sólo conozco un medio que permitirá determinar cuál es el más inteligente de los
tres. Es la prueba de los cinco discos.
- Hagamos, pues, esa prueba –accedió el rey.
Los príncipes fueron llevados al palacio. El derviche, mostrándoles cinco discos de
cartón, les dijo:
- He aquí cinco discos, dos de los cuales son negros y tres blancos. Observen que
son del mismo tamaño y del mismo peso, y que solo difieren en el color.
A continuación un paje vendó cuidadosamente los ojos de los tres príncipes,
impidiéndoles así ver la menor luz.
El viejo derviche tomó entonces al azar tres de los cinco discos y los prendió a la
espada de los tres príncipes.
Dijo entonces el derviche:
- Cada uno de vosotros lleva a cuestas un disco, cuyo color ignora. Seréis
interrogados uno a uno. Aquel que descubra el color del disco que le cupo en suerte,
será declarado vencedor y se casará con la linda Dahizé. El primero que sea
interrogado podrá ver los discos de los otros dos concursantes; al segundo le será
permitido ver el disco del último. Este tendrá que formular la respuesta sin ver disco
alguno. Aquel que formule la respuesta exacta, para probar que no fue favorecido
por el azar, tendrá que justificarla por medio de un razonamiento riguroso,
metódico y simple. ¿Cuál de vosotros desea ser el primero?
Respondió prontamente el príncipe Camozan:
- Quiero ser el primero en responder.
El paje retiro la venda que cubría los ojos del príncipe Camozan, y este pudo ver el
color de los discos que se hallaban sobre las espaldas de sus rivales.
Interrogado, en secreto, por el derviche, no acertó en su respuesta. Fue declarado
vencido, y debió retirarse de la sala.
El rey anunció en voz alta, a fin de prevenir a los otros dos:
- El joven Camozan acaba de fracasar.
- Quiero ser el segundo –dijo el príncipe Benefir.
Desvendados los ojos, el príncipe vio la espalda de su competidor y vio el color de
su disco. Aproximóse al derviche y le dijo en secreto su respuesta:
El derviche sacudió negativamente la cabeza. El segundo príncipe había errado, y
fue, por consiguiente, invitado a dejar el salón.
Quedaba aún el tercer concursante, el príncipe Aradín.
Este, luego que el rey anunció la derrota del segundo pretendiente, se aproximó al
trono, con los ojos vendados, y dijo en voz alta el color de su disco.
El sabio cordobés, dirigiéndose al calculista, le preguntó:
- Deseo saber cuál fue la respuesta del príncipe Aradín y cuál el razonamiento hecho
por el príncipe, que lo llevó a resolver con seguridad el problema de los cinco discos.
Beremís, con grave seriedad y sin intimidarse, habló así:
- El príncipe Aradín, el héroe de la curiosa leyenda que acabamos de oír, afirmó al
rey Cassim: “Mi disco es blanco”. Y para llegar a esa conclusión hizo, con seguridad,
el siguiente razonamiento:
I II
Negro (Benefir) Blanco (Benefir)
Negro (Yo) Negro (Yo)
III IV
Blanco (Yo) Blanco (Yo)
Negro (Benefir) Blanco (Benefir)
CAPÍ TULO 3 2
En el cual Banabixacar int erroga a Berem ís. Alí Babá y los cuarent a ladrones.
¡Cuarent a! ¿Por qué? Cuál es el significado sim bólico de ese núm ero. El problem a de
la piedra de 40 “ art ales” .
El séptimo y último sabio que debía interrogara Beremís, era una de las figuras más
extraordinarias del Islam. Era geómetra y astrónomo, y se llamaba Mohildin Ihaia
Banabixacar. Su nombre estaba escrito en cinco mezquitas y sus libros eran leídos
hasta por los “roumis”118. Era imposible encontrar bajo el cielo del Islam,
inteligencia más poderosa y culta, más sólida y vasta.
El erudito Banabixacar, con su manera clara e impecable, habló así:
- Entre las leyendas más famosas citan los narradores la admirable historia
intitulada “Alí Babá y los Cuarenta Ladrones”. ¿Ese número “cuarenta” habría sido
elegido al acaso, o fue elegido en virtud de principio o ley exclusivamente
matemática? ¿Qué relación habrá entre el número cuarenta y los “ladrones”?
La cuestión propuesta era dificilísima y delicada. La respuesta de Beremís, sin
embargo, no se hizo esperar. El calculista persa habló de la siguiente manera:
- Los ladrones que figuran en la aventura del leñador Alí Babá, son cuarenta. Desde
el punto de vista matemático, presenta este número una particularidad muy
curiosa, que justifica, plenamente, la preferencia dada por los narradores antiguos.
¡Cuarenta! ¿Qué hacían los ladrones para juntar riquezas y con ellas llenar la
caverna? Ellos robaban, es decir, “sust raían”. Cada robo correspondía a una
sust racción. Una vez cometido el robo, los ladrones de la cuadrilla juntaban los
objetos robados; tal operación equivale a una suma, o sea, a una adición. ¿Qué
hacían pues los ladrones de la leyenda? Sumaban y sustraían. Pues bien: el número
cuarenta es el mayor número que, descompuesto en cuatro partes desiguales,
permite formar con esas partes, por medio de sumas y sustracciones, todos los
números enteros desde 1 hasta 40. Esas cuatro partes, que se presentan en
progresión geométrica (siendo la razón igual a 3), son: 1, 3, 9, 27
Así:
1 = 1 21 = 27 – 9 + 3
118
Cristianos.
Colaboración de Guillermo Mejía 173 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
2 = 3 – 1 22 = 27 – 9 + 3 + 1
3 = 3 23 = 27 – 3 – 1
4 = 3 + 1 24 = 27 – 3
5 = 9 – 3 – 1 25 = 27 – 3 + 1
6 = 9 – 3 26 = 27 – 1
7 = 9 – 3 + 1 27 = 27
8 = 9 – 1 28 = 27 + 1
9 = 9 29 = 27 + 3 – 1
10 = 9 + 1 30 = 27 + 3
11 = 9 + 3 – 1 31 = 27 + 3 + 1
12 = 9 + 3 32 = 27 + 9 – 3 – 1
13 = 9 + 3 + 1 33 = 27 + 9 – 3
14 = 27 – 9 – 3 – 1 34 = 27 + 9 – 3 + 1
15 = 27 – 9 – 3 35 = 27 + 9 – 1
16 = 27 – 9 – 3 + 1 36 = 27 + 9
17 = 27 – 9 – 1 37 = 27 + 9 + 1
18 = 27 – 9 38 = 27 + 9 + 3 – 1
19 = 27 – 9 + 1 39 = 27 + 9 + 3
20 = 27 – 9 + 3 – 1 40 = 27 + 9 + 3 + 1
Eso demuestra que los números, desde 1 hasta 40, pueden ser formados con los
cuatro elementos 1, 3, 9 y 27 en que fue descompuesto el número 40.
En las cuarenta relaciones que acabo de formar, podemos observar las siguientes
particularidades:
I) La primera comienza por 1; las tres siguientes por 3; las nueve siguientes por 9;
las 27 siguientes por 27;
II) Cada uno de los cuatro elementos (1, 3, 9 y 27) figura 27 veces en las cuarenta
diferentes relaciones.
Existe otro problema ya estudiado por los matemáticos del tiempo de Al Carisma, y
cuya solución se basa en esa misma propiedad del número 40.
Ese problema es el siguiente:
Un mercader tenía una piedra que pesaba 40 “art ales”. Cierta vez esa piedra se
cayó y se partió en cuatro pedazos, causando gran contrariedad al mercader. Un
calculista, que se hallaba presente, pasó los cuatro pedazos y dijo al mercader: “Es
una división conveniente. Con esos cuatro pedazos podrás hacer cualquier pesaje
desde 1 hasta 40.”
Colaboración de Guillermo Mejía 174 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
119
El diluvio duró 40 días y 40 noches; 40 años emplearon los judíos para alcanzar la Tierra de Promisión; 40 días
estuvo Jesús en el desierto.
Colaboración de Guillermo Mejía 176 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
CAPÍ TULO 3 3
En el cual Berem ís habla de los problem as im posibles. El doble del cubo. La
t risección del ángulo. La cuadrat ura del círculo. El núm ero 22 y el círculo.
Un silencio profundo siguió a las palabras con que Beremís terminó su original
explicación sobre el significado del número 40 que aparece en la leyenda de Alí
Babá.
El gran astrónomo Benabixacar, que se hallaba a la derecha, después de aspirar
largamente el perfume de un frasco que tenía en la mano, se dirigió, respetuoso, al
califa en los siguientes términos:
- Me veo forzado a confesar, rey del Tiempo, que al formular el problema de los
cuarenta ladrones de Alí Babá, no imaginaba que el calculista persa fuese capaz de
resolverlo de manera tan brillante y completa. Fueron muchos los investigadores
que incluyeron tal problema entre los que debían permanecer sin solución, burlando
los recursos de la Matemática. La solución formulada por Beremís Samir es digna de
figurar en las páginas de oro entre los versos de “Lamiat el-adjem”.120
El príncipe Cluzir Schá dijo, entonces al sultán:
- Ese sabio anciano acaba de referirse a los “problemas sin solución” de la
Matemática. Sería interesante que el calculista, que ya ha aclarado tantas
cuestiones difíciles, nos dijera algo sobre los problemas sin solución.
- Es magnífico lo que propones –interrumpió el sultán.
Y, dirigiéndose al calculista, le dijo:
- ¿Cuáles son los problemas famosos que los matemáticos consideran sin solución?
- En el campo de la Matemática, se presentan, ¡oh Emir de los Creyentes!, infinidad
de problemas para los cuales no se ha encontrado una solución satisfactoria. Entre
los que se han hecho célebres, justo es citar los siguientes:
Problem a de la duplicación del cubo.
Problem a de la t risección de un ángulo.
Problem a de la cuadrat ura del círculo.
120
El más admirado de los poemas árabes antiguos. Fue escrito por el célebre poeta Mouaid Eddine Elhoussein ben
Alí ben Mohamed ben Abdessamad Elosfihai Etourrai. (M. T.)
Colaboración de Guillermo Mejía 177 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
Veamos en qué consisten esos problemas y cuáles fueron los intentos hechos por
los matemáticos en el sentido de resolverlos.
- El problema de la duplicación del cubo, conocido en la antigüedad bajo la
denominación de problem a de Delos o problem a deliano, se explica por medio de
una leyenda que no deja de ser interesante:
Una terrible epidemia diezmaba a los habitantes de la ciudad de Atenas.
Convencidos que el flagelo era castigo de los dioses, los atenienses fueron a
consultar el oráculo de Delos sobre el medio que podrían valerse para acabar con el
mal. Dijo el oráculo:
“En el t em plo de Apolo exist e un alt ar de form a cúbica. La epidem ia cesará el
día en que ese alt ar sea sust it uido por ot ro exact am ent e igual al doble.”
Hallaron los atenienses por demás simple la condición impuesta por el oráculo y lo
sustituyeron por otro altar de la misma forma y cuya arista era dos veces mayor.
Seguros que habían cumplido la indicación revelada por el oráculo, esperaban que la
epidemia terminara. Se engañaron. La peste se volvió más mortífera. Consultaron
otra vez al oráculo y éste explicó: “El nuevo altar no es el doble del primero, sino
ocho veces mayor.” E insistió: “Es necesario duplicar el cubo.”
Frente a esa dificultad, los atenienses apelaron a los conocimientos de los
geómetras. Para ser agradable a los dioses era necesario saber Geometría, pues la
Geometría es la ciencia divina.
En la figura que precede vem os un carro egipcio ant iguo, con una rueda en la que
la circunferencia est á dividida en 12 part es iguales.
121
Vivió en el año 420 A.C.
Colaboración de Guillermo Mejía 179 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
En la figura que precede, la cual represent a a uno de los ant iguos reyes, aparece
una circunferencia dividida en 6 part es iguales.
122
Parte de la Mecánica que estudia el movimiento de los cuerpos en sus relaciones con el espacio y el tiempo,
prescindiendo de la idea de fuerza.
123
La solución geométrica de un problema con el uso exclusivo de la regla y el compás, es llamada solución
“euclidiana”. Un problema es denominado “euclidiano” cuando solamente se puede resolver con la regla y el
compás.
Colaboración de Guillermo Mejía 180 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
esfuerzos –traducido por la falta de éxito de todas las tentativas- llevó, al geómetra
a incluir el problema de la cuadratura del círculo entre los problemas imposibles.
Así como el alquimista, obsesionado por la obsesión de descubrir la piedra filosofal,
aportaba a la Química nuevos e impactantes descubrimientos, también el
matemático, investigando sobre la cuadratura del círculo, trabajaba para el
progreso de la ciencia.
Nos cuenta Plutarco, historiador ateniense, que el primero que se interesó por el
problema de la cuadratura del círculo fue el filósofo jónico Anaxágoras, del que fue
discípulo Pericles. El cultivo de la ciencia fue para Anaxágoras fuente de serios
sinsabores. Por haber afirmado que el Sol excedía en magnitud a la península
europea, e intentando explicar diversos fenómenos que los griegos atribuían a los
dioses caprichosos del paganismo, fue condenado a prisión, y en el silencio del
presidio escribió un trabajo sobre la cuadratura del círculo.
Hipócrates –once siglos antes de Mahoma- llegó a descubrir las primeras
cuadraturas de superficies limitadas por curvas, cuando su objetivo único era llegar
a la cuadratura del círculo.
El geómetra Dinastrato, hermano de Menecme y discípulo de Platón, reconoció que
con el auxilio de una curva (cuyo descubrimiento se atribuye a Hipias) era posible
resolver el problema de la cuadratura del círculo. De ahí la denominación de
cuadratriz dada a la curva descubierta por el sofista griego.
El problema de la cuadratura del círculo es imposible; no menos imposible es la
división euclidiana de la circunferencia en un número cualquiera de partes iguales, a
causa de la relación entre la circunferencia y el diámetro124. Esa relación debe ser
aproximadamente igual a 22/7, como leemos en el Capítulo VIII del libro de Masudi,
en el cual ese autor, repitiendo los cálculos del astrónomo Hussein, afirma que la
circunferencia de la Tierra multiplicada por 7 y dividida por 22, da como resultado el
diámetro de la Tierra.
- ¡Príncipe de los Creyentes! Todos los fieles saben que Alah (¡exaltado sea el
Altísimo!) en el Corán dice: “Los verdaderos sabios temen el nombre de Dios y
adoran al Creador”. Mahoma, en cierta ocasión, afirmó con su inspirada palabra:
124
El número que expresa la relación entre la circunferencia y el diámetro es designado en Matemática con la letra
π.
Colaboración de Guillermo Mejía 181 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
CAPÍ TULO 3 4
El califa Al- Mot acen ofrece oro y palacios al calculist a. Berem ís los rechaza. Un
pedido de casam ient o. El problem a de los oj os negros y azules. Com o det erm inó
Berem ís, por el cálculo, el color de los oj os de cinco esclavas.
Terminado el relato hecho por Beremís sobre los problemas famosos de Matemática,
el sultán, después de conferenciar en voz baja con sus dos consejeros, habló así:
Por las respuestas dadas a todas las preguntas, calculista has hecho méritos para
recibir el premio que te prometí. Dejo, por tanto, a tu lección ¿Quieres recibir veinte
mil denarios de oro, o prefieres poseer un palacio en Bagdad? ¿Deseas el gobierno
de una provincia, o ambicionas el cargo de visir de mi Corte?
Rey generoso –respondió Beremís, profundamente emocionado-. No ambiciono
riquezas, títulos, homenajes o regalos, porque sabido es que los bienes materiales
nada valen; la fama que pueda surgir de los cargos importantes no me interesa,
pues mi espíritu no sueña con la gloria efímera del mundo. Si es vuestro deseo
hacerme, como dijiste, envidiado por todos los musulmanes, mi pedido es el
siguiente: Deseo casarme con la joven Telassim, hija del sheik Iezid Abul-Hamid.
El inesperado pedido formulado por el calculista causó indecible asombro. Me di
cuenta, por los rápidos comentarios que pude oír, que todos los musulmanes que
allí se hallaban no tenían la menor duda sobre el estado de demencia de Beremís.
- ¡Ese calculista es un loco, decían. Desprecia la riqueza y rechaza la gloria para
casarse con una joven que nunca vio!
Cuando el califa Al-Motacen oyó el pedido de Beremís, le dijo:
- No me opondré, calculista, a tu casamiento con la hermosa Telassim. Es verdad,
que esa joven ya estaba prometida a uno de los más ricos sheiks de la Corte; pero,
por una vez, sin embargo, ya que ella desea cambiar el rumbo de su vida -
¡mactub!-, ¡sea hecha la voluntad de Alah!
- No obstante, impongo –prosiguió enérgico el soberano- una condición. Tendrás,
eximio matemático, que resolver, delante de todos los nobles que aquí se hallan, un
curioso problema inventado por un derviche del Cairo. Si resuelves ese problema, te
casarás con Telassim; en caso contrario, tendrás que desistir, para siempre, de esa
fantasía loca de beduino que bebió “hachís”. ¿Te conviene?
continuaría la duda. ¿La interrogada habría dicho verdad? ¿Habría mentido? ¿Cómo
llegar al resultado, si no conocía él la respuesta exacta?
El caso era, realmente, muy grave.
Las cinco embozadas se colocaron en fila en el centro del suntuoso salón. Se hizo un
gran silencio. Los nobles, musulmanes, sheiks y visires, seguían con vivo interés las
alternativas de aquel nuevo y singular capricho del rey.
El calculista se aproximó a la primera esclava (que se hallaba en el extremo de la
fila, a la derecha) y le preguntó con voz firme y reposada:
- ¿De qué color son tus ojos?
¡Por Alah! A interpelada respondió en un dialecto chino, totalmente desconocido
para los musulmanes presentes. Beremís protestó. No comprendió una sola palabra
de la respuesta dada.
El califa ordenó que las respuestas fueran dadas en árabe, y de una manera clara y
sencilla.
Aquel inesperado fracaso, vino a agravar la situación del calculista. Quedábanle
apenas dos preguntas, pues la primera era considerada enteramente perdida para
él.
Beremís, a quien el hecho no había logrado desalentar, se volvió a la segunda
esclava y le preguntó:
- ¿Cuál fue la respuesta que tu compañera acaba de dar?
- Las palabras de ella fueron: “Mis ojos son azules”.
Esa respuesta nada aclaraba. ¿La segunda esclava habría dicho la verdad o estaría
mintiendo? ¿Y la primera? ¿Quién podía confiar en sus palabras?
La tercera esclava (que se hallaba en el centro de la fila) fue interrogada a
continuación, por Beremís, en la siguiente forma:
- ¿De que color son los ojos de esas dos jóvenes que acabo se interrogar?
A esa pregunta –que era la última que `podía formular –la esclava respondió:
- La primera tiene los ojos negros y la segunda azules.
¿Sería verdad? ¿Habría mentido?
Lo cierto es que Beremís, después de meditar algunos minutos, se aproximó
tranquilo al trono y dijo:
En la tercera luna del mes de Rhegeb del año 1258, una horda de tártaros y
mongoles atacaron la ciudad de Bagdad. Los invasores eran dirigidos por Genghis
Can.
El sheik Iezid (Alah lo tenga en su gloria), murió combatiendo junto al puente de
Solimán; el califa Al Motacen, se entregó prisionero y fue degollado por los
mongolesxviii.
La ciudad fue saqueada y duramente arrasada.
La gloriosa Bagdad, que durante quinientos años fuera el centro de la ciencia, las
letras y las artes, quedó reducida a un montón de ruinas.
Felizmente yo no asistí a ese crimen que los conquistadores bárbaros practicaron
contra la civilización. Tres años antes, después de la muerte del generoso príncipe
Cluzir Schá (¡Alah lo tenga en su paz!), seguí para Constantinopla con Beremís y
Telassim.
Debo decir que Telassim, antes de su casamiento ya era cristiana, y al cabo de
pocos meses logró que Beremís repudiase la religión de Mahoma, y adoptase
íntegramente el Evangelio de Jesús Cristo, Salvador.
Beremís quiso ser bautizado por un obispo que supiese Matemática.
Todos los días voy a visitarlo. Llego a veces a envidiar la felicidad en que vive, en
compañía de sus hijitos y de su cariñosa esposa.
No queda duda. De todos los problemas, el que mejor resolvió Beremís fue el da la
Vida y el del Amor.
Y aquí termina, sin fórmulas y sin números, la historia sencilla de la vida del
“Hombre que calculaba”.
- La verdadera felicidad es –según afirma Beremís- poder vivir a la sombra de la
religión cristiana.
Desde épocas m uy rem ot as, y ent re t odos los pueblos que cult ivaban las ciencias,
es probable que se hayan propuest o y resuelt o “ problem as curiosos” , es decir,
problem as que despiert an el int erés, ya sea por su enunciado de concepción
ent ret enida, ya por lo ingenioso de las soluciones, o porque la respuest a verdadera
no es, generalm ent e, la prim era que se nos ocurre.
Em inent es m at em át icos se han ocupado de problem as de est a índole que, adem ás
de servir de recreo y ent ret enim ient o, ej ercit an la int eligencia del lect or y, en
consecuencia, lo preparan para resolver, con m ayor facilidad, ot ros problem as que
han de present ársele, frecuent em ent e, en la vida práct ica.
Nuest ra experiencia en la didáct ica de la Mat em át ica nos perm it e afirm ar que la
proposición adecuada y resolución de est a índole de problem as en las clases de
enseñanza m edia, const it uye un valioso expedient e al cual debe recurrir el profesor
para hacer sus clases m ás am ables y at rayent es; t an es así, que lo est ablecen
expresam ent e los program as oficiales de Mat em át ica de la m ayoría de las
inst it uciones de enseñanza.
Los aut ores consult ados, ent re ot ros, han sido: Ghersi, Peano, Boucheny, Fourrey,
Lucas y Grat z.
El Pr oble m a D e l Sa st r e
Un sast re t iene una pieza de paño de 12 m et ros de longit ud, y t odos los días cort a 2
m t s. ¿Al cabo de cuánt os días habrá cort ado com plet am ent e la pieza?
Re spu e st a . – Evidentemente, en 5 días (y no en 6, como suelen contestar los
escolares distraídos).
El Ca r a col Via j e r o
Un caracol –por asunt os part iculares- desea t rasladarse de una huert a a ot ra,
vadeando el m uro de separación, que t iene 5 m et ros de alt ura; t repa vert icalm ent e
por el m uro recorriendo cada día 3 m et ros, y desciende ( ¡caprichos de caracol! ) ,
t am bién vert icalm ent e, cada noche, 2 m et ros, de m odo que cada día avanza, en
efect ivo, 1 m et ro de su rut a. ¿En cuánt os días llegará a la cim a del m uro?
Re spu e st a . – En 3 días (no en 5).
La Ta r e a D e Un a Polilla
En un est ant e se han colocado en form a ordenada, los t res t om os de “ La Divina
Com edia” de Dant e, que const an de 100 páginas cada uno. Una polilla em pezó por
t aladrar la prim era hoj a del prim er t om o y, prosiguiendo horizont alm ent e en el
m ism o sent ido, dio t érm ino a su t area con la últ im a hoj a del últ im o t om o. ¿Cuánt as
hoj as t aladró?
Re spu e st a . – 102 hojas, puesto que los volúmenes e hallan ordenados de izquierda
a derecha, y las hojas de los volúmenes resultan ordenados de derecha a izquierda;
y además, por hallarse adyacentes al segundo tomo, la primera hoja del primero,
así como la última del tercero.
La Ca be lle r a H u m a n a
Dem ost rar que en una ciudad de 130.000 habit ant es exist en, por lo m enos, dos
personas con igual núm ero de cabellos.
En efecto: un individuo –por cierto muy paciente y que poco tenía que hacer- contó
y calculó que cada centímetro cuadrado del cuero cabelludo humano contiene, al
máximo, 165 cabellos. Como la superficie referida de la cabeza humana es de unos
775 cm2, el número máximo de cabello que podrá tener una persona será 775 X
165, o sea, 127.875. podrá existir, pues, una persona con 1 cabello, otra con 2,
otra con 3… , y así sucesivamente, hasta una última con el máximo de 127.875
cabellos. Como el número 130.000 es mayor que 127.875, podremos afirmar, pues,
que por cada 130.000 habitantes debe repetirse un mismo número de cabellos, en
otra cabeza.
La Cr u z D e Br illa n t e s
Una señora, bast ant e ingenua, ent rega a un j oyero una cruz de brillant es
( represent ada en la figura a) , haciéndole not ar que conoce el núm ero de brillant es
que cont iene, puest o que cont ándolos a part ir de uno cualquiera de los ext rem os
superiores hast a la part e inferior de la cruz, cuent a siem pre nueve; pero el j oyero,
poco escrupuloso, se apropia de dos de los brillant es y le devuelve la cruz
Colaboración de Guillermo Mejía 191 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
Pr oble m a de la M osca y la Ar a ñ a
La ( figura a) represent a un salón, de piso rect angular, que t iene 20 m et ros de largo,
10 m et ros de ancho y 10 m et ros de alt o.
Una m osca se encuent ra en un punt o M, en el ej e vert ical de la pared del frent e, a
un m et ro de dist ancia del t echo; una araña se encuent ra en el punt o A, en el ej e
vert ical de la pared del fondo, a un m et ro de dist ancia del piso. ¿Cuál es el cam ino
m ás cort o que deberá seguir la araña para at rapar la m osca? (Se sobreentiende que
la trayectoria debe realizarse sobre paredes, piso o techo).
La solución que primeramente se le ocurrirá a la generalidad de las personas, es la
línea quebrada AQPM trazada siguiendo los ejes de las paredes del fondo y del
frente, también el del piso; la medida de esta trayectoria resulta de 1 + 20 + 9 =
30 metros.
El Re loj Que At r a sa
Un reloj at rasa ¼ de m inut o durant e el día, pero, d ebido al cam bio de t em perat ura,
adelant a ⅓ de m inut o durant e la noche. ¿Al cabo de cuánt os días habrá adelant ado
2 m inut os, sabiendo que hoy, al at ardecer, m arca la hora exact a?
Durante un día completo, el reloj adelanta:
La Re ba j a D e Pr e cios
Un com erciant e, a fin de at raerse la client ela, anuncia conceder en sus vent as un
20% de descuent o; peor, escrupuloso, m odifica previam ent e los precios en ellas
m arcados sum ándolos un 20% . ¿Qué descuent o hace, en realidad, sobre los precios
prim it ivos?
Re spu e st a . – El 4 por ciento.
En efecto, si el precio de una mercadería era, por ejemplo, $100, el precio
modificado con el 20% de $120 prometido por el comerciante, o sea $24, resulta
$96 como precio neto. El descuento efectivo es, pues, 100 – 96, o sea, 4 en 100.
El Pr oble m a D e La s D os Em ba r ca cion e s
Dos em barcaciones, A y B, part en en el m ism o m om ent o del puert o de Buenos
Aires, para realizar una viaj e de ida y vuelt a a Río de Janeiro, dist ant e unas 1200
m illas. La em barcación A m ant iene una velocidad de 8 m illas por hora en el viaj e de
ida y 12 en el de vuelt a; en cam bio, la em barcación B m ant iene la velocidad
prom edio de aquellas, o sea, de 10 m illas por hora, t ant o en el viaj e de ida com o el
de vuelt a. ¿Llegarán j unt as al regreso a Buenos Aires?
Re spu e st a . – B regresa 10 horas antes que A.
En efecto, sabemos que el tiempo empleado por un móvil en recorrer un trayecto
con velocidad constante se calcula dividiendo el espacio por la velocidad; en
consecuencia, los tiempos empleados por cada embarcación son:
La Tr a ve sía D e l Ba r qu e r o
En la orilla de un río se encuent ra un lobo, una cabra y un gran repollo; no hay m ás
que un barquichuelo t an pequeño, que únicam ent e da cabida al barquero y a una
sola de t ales cosas. ¿En qué form a puede hacerse la t ravesía para evit ar que el lobo
se com a la cabra, o ést a al repollo, durant e la ausencia del barquero?
Designemos con L, C, R, el lobo, la cabra y el repollo, respectivamente. Al partir
tenemos:
L . R . C .
II. - En el segundo viaje transportará el lobo, pero regresará con la cabra; dejará a
esta en la primera orilla y transportará el repollo:
. C . L . R
. . . L C R
A B C . . .
. . c a b .
A B C . . .
. . . a b c
III. – Regresa una mujer, se queda con su marido, y luego pasan los otros dos
maridos:
. . C A B .
. . c a b .
IV. – Un marido regresa con su mujer, a la que deja, y se lleva al otro marido:
. . . A B C
. b c a . .
Com o en el problem a de los siet e puent es de Koenisberg son los 5 los que conducen
a la región A y 3 los que conducen a cada una de las regiones B, C y D, en la
anot ación del recorrido com plet o la let ra A deberá aparecer t res veces, y cada una
de las ot ras t res let ras deberá aparecer 2 veces, en t ot al: 3+ 2+ 2+ 2 = 9 let ras, y no
8, com o habíam os hallado ant es. No exist e, pues, posibilidad de resolver el
problem a propuest o.
D l Eq Bp An Em Ak D i Ch Ag Cf Fe Ad FcBb Fa E
Figu r a s de u n Solo Tr a zo
El problema de los siete puentes, que tratamos recientemente, se puede
representar, esquemáticamente, con la (figura a).
En general, si una figura como la indicada puede dibujarse mediante un solo trazo
recorriendo una sola vez todas las partes que la componen el problema de los
puentes es posible, de lo contrario no lo es.
En dichas figuras llamaremos nudos a los puntos como A, B, C,… de los cuales
parten los trazos los t razos de líneas que unen un nudo con otro.
Se llama orden de un nudo al dado por el número de trazos que de él parten; así,
por ejemplo, el orden del nudo A es 5, el de B es 3.
Si logramos recorrer toda una figura compuesta de líneas, ya sea en el plano o en
el espacio, mediante un solo trazo, volviendo al punto de partida, decimos que
hemos recorrido un circuito cerrado. La posibilidad de realización de tal circuito está
sujeta a las siguientes condiciones:
Las figuras que no t ienen nudos de orden im par se pueden dibuj ar con un t razo
cont inuo part iendo de un nudo cualquiera ( figuras b, c, d) .
Dibujando en grande sobre una hoja de cartón esta última figura, puede realizarse
un juego interesante. Se colocan luego fichas pequeñas sobre el centro de todas las
líneas que unen los puntos contiguos; el juego consiste en determinar el recorrido a
seguir para levantar todas las fichas sucesivamente.
Figura l
Las figuras que t ienen m ás de dos nudos im pares no pueden describirse con un
t razo cont inuo.
Puede agregarse que, si una figura t iene ( 2n) nudos im pares, puede describirse
com plet am ent e m ediant e ( n) recorridos diferent es.
Así, por ejemplo, las (figuras k, m , n) presentan el caso de imposibilidad que hemos
señalado. La (figura k) se puede describir mediante dos recorridos, porque tiene
cuat ro nudos impares; la (figura m ), que tiene ocho nudos impares, mediante
cuatro recorridos, y la (figura n), que tiene doce nudos impares, mediante seis
recorridos.
N OTA. – Es posible dibujar, con un solo trazo, si empleamos un ingenioso artificio,
el cuadrilátero con sus dos diagonales, indicado en la (figura k).
En efecto, sea A B C D (figura p) la hoja de papel que emplearemos para el trazado.
Rebatimos la parte superior efectuando un doblez por E F (figura q).
Trazamos entonces el lado 1 del cuadrilátero sobre el frente del papel, y
prolongamos este lado sobre el dorso; continuamos por 2, 3 sobre el dorso y
prolongamos el lado 3 sobre el frente.
El Pr im e r o e n Con t a r 1 0 0
De dos personas, una dice un núm ero de 1 á 10, y la ot ra agrega un núm ero,
siem pre de 1 á 10; la prim era agrega un núm ero ent re los m ism os lím it es, y así
sucesivam ent e. La prim era que llega a decir 100, gana. ¿Cóm o se logra ganar?
La primera que dice 89 podrá, en su adición sucesiva, decir 100; para lograr decir
89, basta decir uno de los siguientes números: 78, 67, 56, 45, 34, 23, 12 ó 1.
Pa r o I m pa r
Un am igo t iene en una m ano un núm ero par de m onedas u ot ros obj et os, y en la
ot ra un núm ero im par; adivinar en que m ano se encuent ra el núm ero par de
m onedas.
Hágase multiplicar el número de monedas contenidas en la mano derecha por un
número par cualquiera (que elegirá el amigo), las de la mano izquierda por un
número impar, y hágase sumar los dos productos.
Si la suma que dirá el amigo es im par, el número par de monedas está en la mano
derecha.
Si la suma es par, el número par está en la mano izquierda.
La explicación de este juego es la siguiente:
El producto de un número cualquiera (par o impar) por un número par, es un
número par.
Si el número correspondiente a la mano izquierda es impar, su producto por un
número impar es impar, y la suma de los dos productos (par más impar) es impar.
Por el contrario, si el número correspondiente a la mano izquierda es par, su
producto por un número impar es par, y la suma de los productos (ambos pares),
es par.
A continuación esquematizamos la explicación que precede:
Así, por ejemplo, si quedan 3 fichas, estamos en el caso que indica la segunda de
estas seis últimas filas, que corresponde a:
Es decir, que la persona a quien dimos una ficha, o sea la A, tiene el anillo; a quien
dimos 2, o sea la B, tiene el cigarrillo, y a quien dimos 3, o sea la C, tiene el reloj.
2. Si la persona es de m enos edad que la de ust ed, se procede com o ant es hast a la
segunda faz de la operación; luego, com o la sum a que se obt iene no llega a 100,
ust ed hace agregar a ella un núm ero fict icio a fin de encont rar una sum a m ayor que
100. se cont inúa com o en el caso ant erior, y la sum a que le dirá la persona la
rest ará ust ed de aquel núm ero fict icio, siendo el result ado la diferencia de las dos
edades.
Así, por ejemplo, si su edad es A = 29 años y la de la persona B = 23, la diferencia
de su edad con 99 es 70, que hace agregar a 23, obteniendo 93.
Luego hace agregar un número ficticio, por ejemplo 30, obteniendo 123; se elimina
la cifra 1 de las centenas, que se agrega como unidad simple a 23, obteniendo 24;
la diferencia de edades es 30 – 24 = 6.
Este resultado se explica en forma análoga al anterior; en efecto, con las mismas
notaciones, y llamando N al número ficticio empleado en el juego, las fases del
mismo son las siguientes:
N – [(B + 99 – A + N) - 99] = N – (B – A + N) = A – B
Ju e go D e l An illo
Un am igo ( o am iga) se coloca, secret am ent e, un anillo. Adivinar en que m ano, en
que dedo y en que falange.
Para ello designemos la mano derecha con el número 1 y la izquierda con el 2; los
dedos con los números 1, 2, 3, 4, 5, empezando por la más próxima a la mano,
pero correspondiendo al pulgar solamente los números 1 y 2.
El problema se reduce, pues, a adivinar tres números que no exceden de 5.
Para fijar ideas, supongamos que el amigo ha colocado el anillo en la mano
izquierda (2), en el tercer dedo (3), y en la primera falange (1). Las operaciones a
realizar son las siguientes:
La sum a de est e result ado con el t ercer núm ero: 285 + 1= 286
2. De este número, que nos dirá el amigo, restamos 55, obteniendo la diferencia:
286 – 55 = 231
El número que expresa esta suma tiene, precisamente, como cifras de las centenas
de las decenas y de las unidades, a, b y c respectivamente.
Este juego resulta aún más interesante realizándolo en una reunión de varias
personas, y, adivinando, además, cuál de ellas se ha colocado el anillo; el número
de personas que pueden intervenir en el juego no debe exceder de 9.
Se empieza por numerar cada persona: a la primera se le asignará el número 1, a la
segunda 2, a la tercera 3, etc.; cada persona deberá recordar su número.
El problema se reduce, pues, a adivinar 4 números que no exceden de 9.
Con las mismas convenciones que ya indicamos para el caso que el juego se realice
con una sola persona, se rogará que una de ellas se coloque el anillo. Se
sobreentiende que, en ese momento, convendrá dar la espalda al grupo de
personas que intervienen en el juego. Luego se rogará a otra persona que, en
posesión del secreto del número de la persona que posee el anillo, así como del
número de la mano, dedo y falange donde se ha colocado el anillo, efectúe las
siguientes operaciones:
Duplique el primer número (el de la persona) y sume 1 al resultado; multiplique por
5 y agregue el segundo número (el de la mano).
Duplique el resultado, sume 1, multiplique por 5 y agregue el tercer número (el del
dedo).
Duplique el resultado, sume 1, multiplique por 5 y agregue el cuarto número (el de
la falange).
De este número, que nos dirá el amigo, restamos 555; la cifra de los millares de
este resto será el primer número que nos proponemos adivinar (el de la persona);
la cifra de las centenas, el segundo número (el de la mano), y así sucesivamente.
1.ª 1 3 5 7 9 11 13 15 17 19 21 23 25 27 29 31 …
2.ª 2 3 6 7 10 11 14 15 18 19 22 23 26 27 30 31 …
3.ª 4 5 6 7 12 13 14 15 20 21 22 23 28 29 30 31 …
4.ª 8 9 10 11 12 13 14 15 24 25 26 27 28 29 30 31 …
5.ª 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 …
números consecutivos a cada uno de ellos, hasta completar los lugares disponibles;
es decir, al 4 seguimos el 5, 6, 7; al 12 seguimos el 13, 14, 15; … etc.
La 4ª. fila se obtiene análogamente, es decir, sumando sucesivamente 16,
obteniendo así, 24, 40, …, y disponiendo esos números cada ocho lugares, e
intercalando luego los números consecutivos al 8, al 24, … etc.
La 5ª fila se forma análogamente.
Si el número a adivinar es mayor que 31, será necesario prolongar la tabla más allá
de dicho número, debiendo entonces agregar, también, nuevas filas.
M u lt iplica ción Fu lm ín e a
Colaboración de Guillermo Mejía 214 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan
Para ello se escribe el multiplicador, por ejemplo, 423, en una tira de papel que,
invertida, se dispone sucesivamente debajo del multiplicando, 5817, como
indicamos en el esquema de al lado, hasta que la última cifra (3) del multiplicador
se coloque en la vertical que pasa por la última cifra (7) del multiplicando.
Se multiplican las cifras que se hallan en la misma vertical, se suman sus productos
y se escriben estas sumas en forma escalonada, a la derecha. Finalmente se suman
esos números como indica el esquema.
Así, diremos: 4 x 5 = 20, y escribimos 20 a la derecha; 4 x 8 = 32, 2 x 5 = 10;
sumando estos productos tenemos 32 + 10 = 42, y escribimos 42 a la derecha, en
forma escalonada,… etc.
M u lt iplica ción Ru sa
Algunos pueblos de Rusia multiplican sin emplear la tabla pitagórica.
Para ello se escriben los dos factores uno al lado otro y se forman con ellos dos
columnas: debajo del factor que está a la izquierda se toma la mitad en números
enteros, es decir despreciando fracciones, y de esta mitad se toma también la
mitad, y así sucesivamente hasta llegar á 1; debajo del factor que está a la
derecha, y paralelamente, se escribe su doble, y así sucesivamente hasta emparejar
con el último número de la columna de la izquierda, como puede verse en el
ejemplo de al lado en que se han tomado los números 22 y 6 como factores.
Hecho esto se tachan de la columna de la derecha todos los números colocados
enfrente de los números pares de la otra columna y se suman los números no
tachados; esta suma será el resultado de la multiplicación: 22 x 6 = 132.
9 x 9 + 7 = 88 11 x 11 = 121
98 x 9 + 6 = 888 111 x 111 = 12321
987 x 9 + 5 = 8888 1111 x 1111 = 1234321
9876 x 9 + 4 = 88888 11111 x 11111 = 123454321
98765 x 9 + 3 = 888888 111111 x 111111 = 12345654321
987654 x 9 + 2 = 8888888 1111111 x 1111111 = 1234567654321
9876543 x 9 + 1 = 88888888 11111111 x 11111111 = 123456787654321
98765432 x 9 + 0= 888888888 111111111 x 111111111= 12345678987654321
1 x 9 + 2 = 11 1 x 8 + 1 = 9
12 x 9 + 3 = 111 12 x 8 + 2 = 98
123 x 9 + 4 = 1111 123 x 8 + 3 = 987
1234 x 9+ 5 = 11111 1234 x 8 + 4 = 9876
12345 x 9 + 6 = 111111 12345 x 8 + 5 = 98765
123456 x 9 + 7 = 1111111 123456 x 8 + 6 = 987654
1234567 x 9 + 8 = 11111111 1234567 x 8 + 7= 9876543
12345678 x 9 + 9 = 111111111 12345678 x 8 + 8= 98765432
123456789 x 9 + 10 = 1111111111 123456789 x 8 + 9 = 987654321
El N ú m e r o 1 2 3 4 5 6 7 9
Este número está formado por la sucesión de las cifras significativas, excepto el 8.
Si se le multiplica por uno cualquiera de los términos de la progresión aritmética:
12345679 x 9 = 111111111
12345679 x 18 = 222222222
12345679 x 27 = 333333333
…
12345679 x 81 = 999999999
b. Con los nueve prim eros núm eros nat urales sin repet ir, em pleando signos
arit m ét icos, escribir dos expresiones de 100.
RESPUESTA:
100 = 97 + 1/2 + 6/4 + (3+5)/8 = 75 + 24 + 3/6 + 9/18
a. Con cinco cifras iguales escribir, de varias m aneras el núm ero 100.
RESPUESTA:
Empleando el 1: 111 - 11
Empleando el 3:33 x 3 + 3/3
Empleando el 5:5 x 5 x 5 – 5 x 5
Empleando el 5:(5 + 5 + 5 + 5) x 5
I N VERSI ÓN D E N ÚM EROS
100(n + 2) + 10(n + 1) + n
Análogamente, para el número que se obtiene al invertir las cifras del primero,
resulta:
100 n + 10(n + 1) + (n + 2)
Los N ú m e r os de 3 Cifr a s y e l N ú m e r o 1 0 8 9
Escríbase un número de tres cifras, la primera y la última diferentes, por ejemplo,
825; inviértase el orden de las cifras, 528, y luego efectúese la resta de esos dos
números: 825 – 528 = 297.
Agréguese a esta diferencia el número que resulta de invertir sus cifras: 297 + 792
= 1089. Se tendrá siempre el mismo número, 1089.
Para explicar este resultado, sean a, b, c las cifras de las centenas, decenas y
unidades simples, respectivamente, y supongamos sea a mayor que c; tendremos:
El número elegido es 100a + 10b + c.
El número invertido es 100c + 10b + a.
Restando del primer número el segundo, tenemos:
100(a – c) + c – a,
100 (a – c – 1) + 90 + (10 + c – a)
100 (10 + c – a) + 90 + (a – c – 1)
6 + 1 + 8 = 7 + 5 + 3 = 2 + 9 + 4 = 15
6 + 7 + 2 = 1 + 5 + 9 = 8 + 3 + 4 = 15
Sumando en diagonal:
6 + 5 + 4 = 8 + 5 + 2 = 15
Cu a dr a dos M á gicos I m pa r e s
(Son los de orden impar). - Para construir un cuadrado mágico impar, por ejemplo
de orden 5, se empieza por construir un cuadrado A B C D con 25 casillas, (figura
b); luego, sobre cada lado, que ya tiene 5 casillas, se agregan, en este caso, filas de
3 y de 1 casilla. Se escribe entonces en la casilla más alta el número 1, y
descendiendo hacia la derecha, en el sentido diagonal, los números 2, 3, 4, 5.
Después de esto se escribe 6 en la casilla situada a la izquierda y debajo del 1,
siguiendo en diagonal, 7, 8, 9, 10. Luego, siguiendo siempre el mismo
procedimiento, se escriben los números 11, 12, 13, 14, 15, que completan una
diagonal; análogamente, 16, 17, 18, 19, 20, y finalmente, 21, 22, 23, 24, 25.
Para llenar los vacíos del cuadrado A B C D, (figura b), se escriben todos los
números que se encuentran en las casillas adicionales, empleando la siguiente
regla:
Todo núm ero, sin salir de su colum na vert ical o fila horizont al, se colocará en la
casilla vacía m ás alej ada de la que ocupa, cuidando de com enzar la operación por
las bandas adicionales m ás próxim as al cuadrado.
En la (figura c) presentamos el cuadrado mágico de orden 5 así obtenido.
Cu a dr a dos M á gicos Pa r e s
(Son los de orden par). - Estos cuadrados son generalmente difíciles de construir,
salvo el de orden 4. Para este caso disponemos en un cuadrado de 16 casillas, y, en
su orden natural, los 16 primeros números, (figura d). Dejando luego fijos los
números de las diagonales, permutamos entre si los otros ocho de la forma indicada
en la (figura e). El cuadrado obtenido, (figura f), será mágico, siendo su módulo 34.
Figura h
D ia gr a m a s Ge om é t r icos
D e Cua dr a dos M á gicos
Si en un cuadrado mágico unimos con rectas los números que lo forman en su
orden natural, se obtiene una línea poligonal, que tiene como extremos el número
menor y el mayor, respectivamente; dicha poligonal caracteriza al cuadrado.
Muy a menudo esas líneas constituyen un dibujo elegante, que pueden servir como
procedimiento mnemotécnico para recordar la formación del cuadrado.
Así, por ejemplo, para el cuadrado mágico de orden 3, (figura a), obtenemos el
diagrama geométrico que indicamos en la (figura i).
Otro diagrama geométrico interesante es el del cuadrado mágico de orden 8,
dibujado en la (figura k).
Pr im e r a Pa r a doj a : 1 = 2 .
Sean dos números iguales, a y b; escribimos: b = a.
Multiplicando los dos miembros de esta igualdad por el mismo número a, tenemos:
b x a = a2
b x a – b 2 = a2 – b 2
que puede escribirse así:
b x (a – b) = (a + b) x (a – b)
b = b + b, o sea, b = 2 b, de donde, 1 = 2.
Este resultado paradojal se explica fácilmente. En efecto, pueden dividirse los dos
miembros de una igualdad por un mismo número con la condición que ese divisor
sea diferent e de cero. Pero en el ejemplo tratado hemos dividido los dos miembros
de una igualdad por (a – b) que, por hipótesis, es una cantidad nula, operación
ilícita que nos condujo al resultado absurdo: 1 = 2.
Se gu n da Pa r a doj a
En t odo t riángulo rect ángulo, cada lado es igual ( ?) a la sum a de los ot ros dos.
Sea el triángulo ABC (figura a) y M, N, P, los puntos medios de sus lados; tracemos
las rectas MP y NP.
AN + NP + PM + MB = AC + CB
Efectuando una construcción análoga para los triángulos ANP, PMB, y continuando
de ese modo indefinidamente, vemos que las líneas quebradas sucesivamente
formadas tienen siempre su longitud igual a (AC + CB). Como la longitud de los
segmentos que forman la línea quebrada disminuye constantemente, y sus vértices
se aproximan cada vez más a la recta AB, decimos que en el lím it e, el perím et ro de
las líneas quebradas llega a confundirse con AB, y, por consiguient e, AB= AC + CB.
Esta paradoja se explica por la falsa interpretación del término “límite”, cuya
definición correcta es: “Decimos que una magnitud variable x t iende hacia un lím it e
det erm inado A, si los valores sucesivos de x se aproxim an al núm ero A de modo
que el valor absoluto de la diferencia (x - A) pueda llegar a ser menor que todo el
número positivo dado, por pequeño que este sea”.
En el ejemplo tratado, x y A son, respectivamente, el perímetro de las líneas
quebradas y la longitud del lado AB. Pero x es const ant e y no variable, y la
diferencia (x – A) es también constante. No siendo lícito aplicar la noción de límite a
magnitudes que no satisfacen las condiciones de la definición precedente, no es de
extrañarse, pues, que en el caso tratado se haya llegado a un resultado absurdo.
Te r ce r a Pa r a doj a
Para ello se trazan dos semicircunferencias (figura b) que tengan por diámetros los
radios OA = OB = R de una semicircunferencia dada. Esta última tiene por longitud
R, y la suma de las otras dos es:
π * R/2 + π * R/2 = π * R
Cu a r t a Pa r a doj a
Por un punt o ext erior a una rect a se pueden t razar dos ( ?) perpendiculares a dicha
rect a.
Consideremos dos circunferencias (figura c) de centros O y O’, que se cortan en A y
B.
Tracemos los diámetros AC y AD, y luego unamos C con D, que corta las
circunferencias en los puntos E y F (construcción a pulso). Tracemos las rectas AE y
AF.
El ángulo AFC, por ser inscrito en un semicírculo (de centro O), es recto, e
igualmente para el ángulo AED inscrito en un semicírculo (de centro O’). Por
consiguiente AF y AE son dos perpendiculares a la recta CD trazadas desde A.
Puede verse inmediatamente que el trazado de la figura no es correcto: la recta CD
debe pasar por B.
i
Las oraciones obligatorias para los musulmanes en el día, son cinco. La primera al amanecer; la segunda al medio
día; la tercera a las 16 horas, más o menos; la cuarta a la puesta del Sol y la última por la noche. Cada oración
debe ser precedida por abluciones.
ii
Son tres letras notables y de uso corriente en el alfabeto árabe. La última no puede ser pronunciada
correctamente por los latinos; es una especie de “A” sorda y gutural que sólo los orientales reproducen con
perfección.
iii
Si los camellos fuesen, por ejemplo, 10, el total de patas y orejas (6 para cada uno) sería de 60. Es por ello que
el número de camellos se pueden obtener dividiendo por 6 el de patas y orejas.
iv
Número primo es aquel que sólo es divisible por sí mismo y por la unidad. El número 256 es igual al producto
2 x 2 x 2 x 2 x 2 x 2 x 2 x 2, esto es, igual a 2 elevado a la octava potencia, 28.
v
Mirza – Vocablo persa que quiere decir, literalmente, “nacido de visir” o sea “noble hidalgo”. Beremís, por ser de
origen persa, daba al visir el honroso título de m irza.
vi
Mujeres muy viejas que frecuentan los harenes y llevan informaciones a los pretendientes sobre los atributos y
dotes de las jóvenes casaderas.
vii
Dividamos un segmento de 80 cm (por ejemplo) en dos partes midiendo, respectivamente, 49,4 cm y 30,6 cm
Tenemos, entonces: 80 : 49,4 = 49,4 : 30,6
De ahí la proporción:
Segm ent o t ot al : Par t e m ayor = Part e m ayor : Part e m enor
Esta notable división se llama división áurea o división en m edia y ext r em a razón.
viii
El valor de la relación 809/500 es un número decimal 1,1618. Beremís halló para la joven Zaira el número 1,616
que difiere en dos milésimos del resultado más aproximado antes indicado.
ix
El profesor norteamericano George Birkhoff, en recientes conferencias dadas en capitales sudamericanas (1942),
indicó la “posibilidad de una medida estética”, ya sea en las Bellas Artes, en la Música, etc., y dio, para la medida
de la belleza, la fórmula siguiente:
Orden
Bello =
Com plej idad
x
En el lenguaje algebraico, representando con x la edad de Diofanto, se tiene la ecuación: